Tlatelolco

Del Derecho Internacional: “Se entiende por genocidio cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal”.

El dos de octubre, mis valedores, ¿genocidio? ¿Sabemos, acaso, lo que es genocidio?  Tengo en la mente la imagen un líder estudiantil del 68 que, exasperado, muestra en sus manos fotos de cuerpos descuartizados, tirlangas de civiles, baños de sangre inocente:

–          ¿Más pruebas del genocidio? ¡Esta es una muestra clara del genocidio!

Genocidio es el término creado por el jurista polaco R. Lemkin y adoptado por el Derecho Internacional, que en el proceso del 1945 en Nuremberg lo utilizó para calificar las acciones de barbarie y vandalismo perpetradas por los criminales de guerra del Tercer Reich:  “Se trata de un genocidio deliberado y metódico, es decir, el exterminio de grupos raciales y nacionales de la población civil de ciertos terrenos ocupados, con el fin de aniquilar determinadas razas y partes de naciones y pueblos, grupos raciales y religiosos, en particular judíos, polacos y gitanos, etc”.

Del Texto de la Convención sobre Prevención y Castigo de Delitos de Genocidio:

Las partes contratantes, considerando que la Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado que el genocidio es un delito de Derecho Internacional contrario al espíritu y a los fines de las UN y que el mundo civilizado condena; reconociendo que en todos los periodos de la Historia el genocidio ha infligido grandes pérdidas a la humanidad; convencidas de que para liberar a la humanidad de un flagelo tan odioso se necesita la cooperación internacional, conviene en lo siguiente:

Art. I. Las Partes contratantes confirman que el genocidio, ya sea cometido en tiempo de paz o en tiempo de guerra, es un delito de Derecho internacional que ellas se comprometen a prevenir y a sancionar. a) matanza de miembros del grupo; b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial; d) medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.

Art. III. Serán castigados los actos siguientes: a) el genocidio; b) la asociación para cometer genocidio; c) la instigación directa y pública a cometer genocidio; d) la tentativa de genocidio; e) la complicidad en el genocidio. IV. Las personas que hayan cometido genocidio o cualquiera de los actos enumerados en el artículo III serán castigadas, ya se trate de gobernantes, funcionarios o particulares.

Así hasta el No. XI, que alude a trámites y procedimientos a los que se sometió dicha Convención, que desde 1950 “estuvo a disposición de los países que aún no se adhirieran a ella y quisieran hacerlo”.

Genocidio: un ejemplo en América:

“En 1974 la Com. Int. de Investigaciones de los Crímenes de la Junta militar de Chile hizo constar que desde el otoño de 1973 se efectuaba en ese país una acción de exterminio entre los indios araucanos y los gitanos”.

El término genocidio, mis valedores, ¿quedaría claro? Aquello atroz perpetrado el 2 de octubre de l968 en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco,  ¿genocidio, masacre?

Tlatelolco, 10 de Junio, El Charco, El Bosque, Acteal,  Nunca más, fue el clamor de las masas sociales. Nunca más. Llegó entonces el gobierno del Verbo Encarnado, con 50 mil cadáveres en sus alforjas, y entonces… (México.)

Beatos del Verbo Encarnado

La píldora del día siguiente, mis valedores. Algún magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en concordancia con el criterio previamente manifestado por algún Calderón que le propició la toga en la SCJN, logró con su voto que México diese un salto mortal, un estrepitoso reculón hasta mediados del XX, laus Deo. Ahora colocar en ese mismo tiempo histórico la píldora del día siguiente, método de anticoncepción hormonal que, como recurso de planeación familiar, han autorizado las autoridades del Sector Salud. ¿Asesinas las susodichas, genocidas, qué?
En fin, que desde el 2007, fecha en que estuvo al alcance de la mujer en este país, clamó  la Arquidiócesis de México:
– ¡La píldora de emergencia erige al gobierno y a sus autoridades de Salud en jueces que deciden quiénes viven o quienes deben morir. Son verdugos que utilizando el dinero de los impuestos llevan a cabo un genocidio de inocentes.
Responden los aludidos: “Este método no es de ninguna manera abortivo, pues lo que hace es inhibir la ovulación e impedir que se una el óvulo con el espermatozoide. Una vez que se ha instalado el embarazo, la pastilla no tiene efecto ninguno”.
– La Arquidiócesis contraataca: ¡Esa es una píldora abortiva, que interrumpe el proceso de la vida de un ser humano que está en desarrollo y que tiene todos los derechos, como el fundamental a la vida!
La del embrión, como lo nombra la Ley General de Salud, desde el momento de la concepción hasta la semana número 12, que hasta la hora de su nacimiento es feto; la del individuo, como lo denomina el Código Civil, y cuyo uso, según Norberto Rivera, cardenal de la Iglesia Católica, es “un método que asesina a inocentes”.
Y aquel 131 Bis del Código de Procedimientos Penales:
El Ministerio Público autorizará en un término de veinticuatro horas la interrupción de embarazo (…) cuando ocurran los siguientes requisitos: Quinto: que exista solicitud de la mujer embarazada. Las instituciones de salud pública del Distrito Federal deberán, a petición de la embarazada, practicar el examen de la existencia del embarazo, así como su interrupción.
La rigidez de las medidas represivas ha generado mayor clandestinidad y prácticas ilegales. Se presume que el aborto inducido tiene consecuencias patológicas, en las que sobresalen represiones, angustia y sentimientos de indignidad, de vergüenza y de culpa. Existe, sin embargo, una gran cantidad de investigaciones que demuestran que esto no ocurre así. En México los prejuicios han impedido, incluso, las investigaciones que pudieran aclarar nuestros problemas específicos.
Si el personal que la rodea  tiene la idea de que se ha cometido un asesinato y así lo expresan o se lo hacen sentir a la mujer, es inevitable la aparición de algunos de estos trastornos psiquiátricos, que no se dan cuando se brinda un manejo amable, afectuoso y moral.
Aborto, tema tabú. ¿es un derecho de la mujer? ¿Un crimen en ciertas circunstancias legalizado? ¿Legalizarlo, no legalizarlo? ¿Cuándo sí y cuándo no? Y aquí, a juicio mío,  la enjundia de la controversia: ¿en qué momento lo concebido es sólo un embrión, un feto, un producto? ¿Todavía antes de las 12 semanas de gestación es lícito expulsar al producto como una adherencia más dentro de organismo? ¿Cuándo ha adquirido la categoría de una vida humana que hay que respetar, preservar, o se cae en el asesinato? Mis valedores: esta polémica no es del día de hoy, que ya hace siglos fue ponderado por Tomás de Aquino. (El dicho del “Seráfico”,  después.)

Tlatelolco

El llanto se extiende, las lágrimas gotean allí en Tlatelolco. ¿A dónde vamos? ¡Oh amigos! Luego, eso fue verdad. Ya abandonan la Ciudad de México. El humo se está levantando. La niebla se está extendiendo…
Fue un día como el próximo domingo, pero de hace 43 años, cuando Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, anocheció empantanada de sangre recién derramada, para que al día siguiente amaneciera pulcra, recién relujada, como si horas antes no la hubiesen crispado de cadáveres. ¿Cuántos civiles asesinados? Doscientos, según documentos desclasificados en Washington, por más que muy otra es la historia oficial.
Fue en 1978. Los reporteros se acercaron al Gral. José Hernández Toledo, jefe que fue del Batallón Olimpia la tarde de Tlatelolco:
– General, ¿realmente falleció el número de personas que se afirma murieron el 2 de octubre del 68?
Rotunda, la respuesta del  militar: “No, miren, en Tlatelolco no falleció ninguno”.
La historia oficial, ese interesado manipuleo de la crónica que viene desde Tlacaélel (¿desde antes?) en una tradición que han mantenido los alquilones al servicio del Poder, como aquel de nombre Rafael Solana, hoy difunto y ya desde antes muerto en vida, una vida que dedicó a quemar incienso a los premios literarios, al presidente en turno y a la belleza de la que fuese “primera dama”. De la masacre (¡no genocidio!) de Tlatelolco lo publicó el Solana de marras:
– Ganas de exagerar que tiene la gente.  El 2 de octubre fue una catástrofe de muchísimas menores proporciones que un accidente de aviación no muy grande, o que unas vacaciones de Semana Santa en las carreteras del país, mucho menor que el incendio de un teatro, ¿y a eso se le ha pretendido  dar dimensiones de epopeya? ¿Y se ha llegado a la exageración ridícula de decir antes de Tlatelolco y después de Tlatelolco? Pero cómo, ¿acaso, cuando el choque de trenes en Topilejo, se llegó a decir antes de Topilejo y después de Topilejo? Qué ganas de exagerar…
Que Tlatelolco nunca más. Hoy, cuando aquí, allá y en todos los rumbos de la rosa se encienden los focos rojos, cuando las aguas bajan turbias y parece que el Poder intenta despertar al México bronco, vale decir desde lo íntimo del cogollo del espíritu:
Que Tlatelolco nunca más. Nunca…
Pero lo que es el poder de los medios de condicionamiento sobre unas masas domesticadas:  en el sangrante amanecer de Tlatelolco la ciudad capital amaneció  en brama olímpica, colguijes y banderitas  tremolando al viento como signo de confraternidad, mientras el represor autócrata, manos tintas en sangre, clamaba ante la rosa de los vientos:
– ¡Todo es posible en la paz!
Y todo esto pasó con nosotros. Nosotros lo vimos, nosotros lo admiramos; con esa lamentosa y triste suerte nos vimos angustiados…
Bueno, sí, pero más allá de la historia oficial,  ¿qué fue lo que realmente se perpetró en Tlatelolco? ¿Cuáles fueron sus antecedentes, y qué consecuencias produjo en nuestro país? Lo apuntaba The York Times hace unos años:
“Si la historia la escriben los ganadores, la de México podría sufrir una importante corrección. Una Comisión de la Verdad sería ser una ventana hacia un panorama de secretos, una caja de Pandora política. De ser abierta, podría destruir al Revolucionario Institucional, que durante 71 años de dominio en México controló el flujo de información, los archivos del Estado y la versión oficial de la historia. Muchos capítulos de la versión oficial son falsos o están llenos de huecos”.
Mis valedores: es  Tlatelolco. Es México. (Este país.)

¿Sigue en Los Pinos Echeverría?

¿Su guerra sucia se prolonga en México? ¿Sus fuerzas regulares,  escuadrones de la muerte y Halcones continúan generando miles de desplazados en el país? ¿Se advierte, acaso, diferencia alguna entre el gobierno del tablajero priísta y el matancero del Verbo Encarnado? Aquí, la voz de los desplazados del Sistema de poder, víctimas sometidas a despojos de sus tierras y pérdida de sus costumbres y tradiciones. Así, palabra a palabra,  comunican a ustedes su situación conflictiva:

Buscamos donde sobrevivir. Cada vez somos más mexicanos los que hemos debido abandonar nuestras casas, trabajo, comunidad. Esto, contra nuestra voluntad, dejando costumbres y tradiciones ancestrales, producto del esfuerzo familiar de años y generaciones enteras. En este proceso por salvar la vida hemos visto fragmentarse nuestras familias y  sufrido la pérdida de seres queridos.

Desde los 80s comunidades y organizaciones diversas hemos venido luchando por un cese al desplazamiento. En Huitzilan, Puebla, la Unión Campesina Independiente (UCI) ha denunciado  hostigamiento, desaparición y violencia que sufren por parte de paramilitares y caciques para apropiarse de sus tierras.

Violencia han sido el despojo de los triques del Municipio Autónomo de San Juan Copala, Oaxaca, y la masacre de Acteal, donde indígenas tzotziles fueron asesinados por un grupo paramilitar, que provocó el desplazamiento de toda la comunidad. En todos los casos participan paramilitares que actúan bajo resguardo y complacencia del Estado  para desplazar a la población civil de forma masiva.

Luego del revés sufrido al intentar apoderarse de las tierras de Atenco mediante la expropiación para construir un Aeropuerto (proyecto que incluía el desplazamiento de los pobladores originarios, campesinos en su mayoría con un arraigo muy fuerte a su tierra), el Estado afina su estrategia para instaurar sus proyectos, que incluye el fomento de grupos paramilitares y el traslado de la violencia de la “Guerra contra el narco” a las comunidades, con lo que ha legitimado la presencia del ejército en gran parte del país, que cumple una función de hostigamiento a la población civil en su conjunto, particularmente  a las organizaciones sociales.

Desarraigados en nuestro propio país, víctimas de intereses económicos, políticos y militares, cargamos sobre nuestros hombros el peso de las masacres, las desapariciones forzadas, las torturas, violaciones sexuales, los allanamientos ilegales y los encarcelamiento arbitrarios, todos ellos reconocidos como delitos de lesa humanidad.

Nos desplazan para apoderarse de nuestras tierras y bienes. Nos han expulsado por liderar procesos sociales de beneficio comunitario o por expresar opiniones críticas sobre la realidad social, política y económica del país. El Estado, a quien responsabilizamos de nuestra suerte por acción u omisión, nos ignora, nos niega, nos reprime.

¿Qué hacer? Para hacernos oír con más fuerza y buscar soluciones colectivas nos hemos organizado en pequeños grupos, asociaciones, comités y asentamientos marginales a lo largo y ancho de nuestra geografía. Un logro, sí, pero aún andamos dispersos, atomizados, sin referentes organizacionales de carácter regional o nacional. Nuestras demandas son locales y grupales, y por ello no hemos tenido la fuerza suficiente para hacer que el gobierno nos tome en serio. Tal es el motivo por el que ahora hemos realizado el Primer encuentro Nacional de Desplazados, cuyos resultados diremos a ustedes en breve. (Vale.)

 

¿”Ciudad homicida”?

¿“Hornos crematorios”? “Genocidio?” Dios

Así pues, mis valedores, ¿retrocedemos hasta el Medievo en lo que toca a la facultad que asiste a la mujer para decidir sobre su propio cuerpo?  ¿El derecho de un feto sobre el derecho de una mujer? Para decidirse a interrumpir el embarazo durante las primeras 12 semanas de gestación, ¿no se le reconocen circunstancias válidas, apremiantes? ¿Cárcel y excomunión para la desdichada que decida interrumpir su embarazo? Así pues, y  según criterios dogmáticos y “religiosos” inválidos en un Estado laico como aparenta ser el nuestro, ¿el cigoto es ya una persona, con todas las características y derechos de todo ente humano “desde su inicio en la concepción y fecundación”?

“Al margen de consideraciones religiosas el feto es una persona humana en potencia; interrumpir su desarrollo vital no tiene ni el valor ni las consecuencias que tendría en un ser humano actualizado”.

Como en las épocas oscuras de los abortos clandestinos: arrojar a algunas  malafortunadas al horror de la clínica clandestina, al peligro del ambiente insalubre, al lucro y a la rapacidad del “espantacigueñas”. Qué rudas presiones tendrán que soportar los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación  en el momento de decidir sobre la validez  de algunas regulaciones locales, como las de Baja California y San Luis Potosí. En fin.

Aborto, hipocresía y tartufismo. En el México de hace algunos sexenios coexistían dos países, uno real y otro ficticio. La contradicción entre ellos dos era enorme, y el predominio de la mentira, causa y efecto de la corrupción y la inmoralidad públicas, su consecuencia. Las prohibiciones contra el aborto sustentaban el país de las frases, el país irreal, frente al país de los hechos, el México real. En qué medida pueda ser válida la interrogante de los años 60:

¿Se practica el aborto en nuestro país? Qué pregunta. Históricamente el aborto, legal o ilegal, se ha practicado siempre y en todos los estratos y grupos étnicos. La sociedad mexicana ha practicado y practica el aborto inducido ilegal, al margen, a pesar y en virtud de la legislación penal que lo sanciona.

En México las mujeres abortan, pero queremos creer que no lo hacen; el Estado finge castigar el aborto y por ello quiere hacernos creer que no existe. El número de juzgados y sentenciados por este delito es casi imperceptible, frente a los miles de abortos clandestinos. La sociedad mexicana cierra los ojos ante el aborto, mientras lo practica a escondidas, y el fenómeno sigue en aumento, precisamente por la actitud puritana del Estado de mantener una norma legal absolutamente impracticable.

Y que “el aborto lo practican mayormente mujeres casadas, con muchos hijos, católicas y en una edad promedio de 30 años. No es un problema de jóvenes, de solteras o de relaciones extraconyugales o ligeras. Las mujeres no sólo mueren por aborto, sino que, además, quedan lesionadas, en un porcentaje alto, en su capacidad reproductiva, sexual y de estado general”.

“El criterio del periodismo tiene connotaciones muy negativas: asesinato, crimen, pecado, homicidio, libertinaje, destrucción, egoísmo. Puras razones morales, para ignorar las de tipo social y económico. Quienes se oponen al aborto, siempre  en función de sus intereses de clase y posición ideológica, son los partidos políticos y profesionales de la clase media, organizaciones patronales, eclesiásticas y religiosas, etc.. Ello propicia una monstruosa demanda de abortos y un mercado negro e ilegal”.  (Mañana.)

 

Muerte viva

¡Libérame de la muerte viva! ¡Libérame de la vida en la muerte, libérame de la vida y de la muerte!

México, 19 de septiembre de 1985, triste de recordar. Fue un día como hoy, pero de hace 26 años, cuando esta nuestra casa común amaneció a ser lo que desde entonces ha sido: la herida que no cesa, y el llanto y el duelo colectivo por la tragedia descomunal.

Digo sismos y se me viene a la mente Agadir, la ciudad de Marruecos a la que un sacudimiento te­lúrico arrancó desde sus cimientos porque hace décadas fue remeci­da por un sismo mortal de necesidad. El México nuestro sobrevivió en­tero, más entero que antes, que la sobrevi­vencia es su signo. Mientras el mundo per­manezca no acabarán la fama y la gloria de México-Tenochtitlan. Agadir fue destruida, pero esta nuestra casa común se irguió, su­turó sus mataduras y siguió su destino: al­tiva, inmutable, eterna. Es México, la capital.

Hoy, como año con año, evoco la trage­dia de Agadir, que sobrevive en el estreme­cido testimonio del poeta Arthur Lundkvist, quien logró salvar la vida en el drama sís­mico que arrancó del mapa aquella ciudad. Días después, ya vuelto a Suecia, su tierra, so­bre la experiencia traumática del fallecimiento de Agadir creó un extenso poema, vivido, lírico y visceral, “para cum­plir un deber para conmigo y con los de­más, tanto para con los supervivientes co­mo con sus muertos”.  Hoy, con fragmentos del citado, me propongo recordar, honrar, testi­moniar mi homenaje a tantos que sucum­bieron bajo las furias del sismo que aca­lambró los entresijos de la ciudad mexicana. Por cuanto a Agadir, la desventurada, aquí diversos fragmentos del poema, que invito a pronunciar; en silen­cio, tal vez:

El cielo era de un azul duro, de éter y acero, – el sol era un horno abierto y el día una piedra blan­ca laminada por lenguas violeta, -las nubes llegaron como hu­mo de carbón. – De repente el suelo se sacudió, profundos estremecimientos recorrieron la tierra – los perros contestaron de todas partes con au­llidos prolongados, y un lamento sordo sur­gió de las gentes. – Ahora todo dependía de la tierra, de su indiferencia o de su ira.

Me oí gritar en sueños (nunca podré saber qué grité) – mientras el terremo­to crecía, irresistible – y las sacudi­das se hacían más fuertes, más violentas, parecían venir de todas partes al mismo tiempo. Una revolución surgía de las entrañas de la tierra,  – un trueno de las pro­fundidades, abrumador y pesado, -un estallido de paredes, un agrietamiento, un desmoronamiento…

¡Libérame de la muerte viva! – Más insoportable que la locura es esta tum­ba en las tinieblas, – las piedras me cu­bren y me rodean, -no hay aire suficiente ni para que respi­re una rosa; – ¡asfíxiame de una vez, como unas manos estranguladoras! – ¡Ahógame, aplástame con un bloque de piedra! – Todo menos esta tortura en el ara del sacrificio. -¡Arranca ya el corazón de la víctima, cla­va el cuchillo de piedra!

Agadir, nunca más, – Agadir, para siem­pre en nosotros, ciudad de la vida y de la muerte, vida y muerte unidas en un so­lo cuerpo, – Agadir, hundido ya en el pasa­do, espejismo eterno ante nosotros, – Agadir, preparación, advertencia – de lo que quizá nos espera: la gran aniquilación, – el mundo en ruinas, la tierra desolada, sólo el humo de la muerte desvaneciéndose en el espacio, nunca más, – para siempre – Agadir”.

Ellos, o aún mejor: todos ustedes, los caídos del Jueves Negro, presencia en la memoria colectiva. Ustedes. Todos. (A su memoria.)

Regresan las ratas

Y todo por las desmesuras que provocan la corrupción lucrativa e impune  del Sistema de poder por culpa de la pasividad y falta de memoria de las masas sociales. La toma del gobierno por parte de Erubiel Avila en el Estado de México, el fin de semana anterior, marcó el retorno de Arturo Montiel a las arenas movedizas de la politiqueería tricolor. ¿Recuerdan ustedes al Tartufo que prometía exterminar a las ratas en el Edo. de México?  El presunto sinverguenza andaba en agencias de llegar a Los Pinos cuando en eso, de repente, fue desnudado como poseedor de una riqueza cuando menos inexplicable. Ahora pronto su osadía del retorno se debió a la protección que le ha venido proporcionando un Peña Nieto, sobrino lejano del ex-gobernador, que se desempeñó como funcionario de su gobierno y que desde entonces le ha solapado sus sinverguenzadas.

Arturo Montiel: su osadía y desmesura llegaron hasta el grado de plantar su nombre y el de la que fue  su segunda esposa lo mismo a clínicas y auditorios que a este o aquel paso a desnivel. Pero cuando el político pierde la dimensión y el respeto a los gobernados puede formular declaraciones como esta del susodicho Montiel:

¡Yo no pido ponerles mi nombre! Yo sólo soy un demócrata que respeta la decisión de las mayorías y la voluntad de cabildos y ciudadanos.

Tal es el hijo pródigo de la política que hoy regresa al hogar, mis valedores. Ese es el individuo que como gobernador del Estado de México dio en la flor de bautizar obras públicas con su nombre y el de aquella que fue su mujer, una tal Maude Versini que por aparecer al frente del DIF local, cargo honorífico que otras “primeras damas” realizan gratuitamente, cobraba lo que el procurador estatal y los secretarios del gabinete de aquel entonces: 146 mil pesos. A su hora lo estipuló Dn. Luis González Obregón:

La historia de todas las ciudades tiene mucha relación con los nombres de sus calles, históricos unos y legendarios otros.

Pues sí, pero Arturo Montiel. Pero la que fue su francesita apasionada…

Aunque  no sólo Montiel, no sólo su Versini extranjera. El hecho de que nos hayan tomado la medida viene de lejos. No olvidar que junto a bulevares Hank González y avenidas López Portillo existe por ahí una zona de la ciudad a la que enjaretaron un alias horrendo, imagínense: “Colonia Cecilia Ochelli”. Atroz.

Pues sí, pero el esperpento viene de lejos. Codeándose con los Montiel y  Versini de marras “inmortalizados” en letras de bronce:

Abril de 1997. “El nombre de Benito Juárez desapareció del frontispicio del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y de la avenida Juárez, que dejó de tener esa denominación en la mitad de su longitud original”.

Marzo de 1997, con esa sintaxis: “Una calle que llevaba el nombre de Juárez lleva ahora el del alcalde panista Alfredo Reyes Velázquez, quien asistió a la ceremonia de develación de la calle con su nombre, la de Manuel Gómez Morín, la Seis de agosto de 1995, fecha conmemorable que lo llevó al triunfo, y la calle Primero de enero de 1996, por conmemorarse en esa fecha la toma de protesta como presidente municipal. Felipe Calderón, líder nacional del PAN, salió en defensa del edil: Este no realizó ningún acto jurídico. Lo que pasa es que al PRI no le queda más estrategia que desprestigiar al blanquiazul”.

Y que “los gobiernos panistas cambiaron de nombres a más de una docena de calles, avenidas y vías rápidas de Jalisco, Guanajuato y Aguascalientes.

(Más del esperpento generado por la claque política, el lunes.)

Más allá de iniciativas Mérida

Una sola chispa de lava encenderá ese país y llenará de almas el temerario Zócalo. Y cuando ese día llegue América empezará a ser libre…

Aquí finaliza, mis valedores, el documento con que la voz cubana de  Celia Hart irrumpe en las fiestas patrias del que nombra “México inmutable y eterno”, para repasar vínculos históricos que, más allá de gobiernos proyankis,  mantienen a México y Cuba amarrados con nudo gordiano. “Con ñudo ciego”, como allá decimos:

– La revolución mundial le debe a México su propia supervivencia. La consecuencia inigualable de Don Lázaro Cárdenas no sólo recuperó la vergüenza que parecía se perdía en el país, sino que le abrió las puertas a León Trotsky cuando nadie tuvo el valor de hacerlo. En México se escribieron varios de los libros más importantes del mejor leninista, y desde allí se empezaron los intentos de retomar la Internacional. Allí yace el gran revolucionario ruso.

Ahora, ¿dónde está ese México libre y pasional que nos envuelve con su incontenible espíritu de combate?  Está en el alma de mestizos. Desde siempre, los del Norte estuvieron confundidos con el gigante México que elevará su vuelo para la resurrección de América. Como cubana revolucionaria junto hoy las manos recordando la bandera del águila vencedora y agradezco a ese pueblo por contener al mejor amigo de José Martí. México dio espacio para la brillante carrera política de nuestro Julio Antonio Mella, que se integró a ese país con fervor total y donde escribió sus más hermosos trabajos. Fue en México donde este baluarte del comunismo internacional dijo: Muero por la revolución.

México recibió a Fidel cuando tenía que preparar la guerra necesaria, la última de ellas. Un mexicano bondadoso le vendió el yate Granma, creo que no cobra todavía su dinero a no ser los millones de besos de mis compatriotas. El yate Granma sólo podía salir de México. (Yo, además, en México he amado como no creo que lo vuelva a hacer…)

Los sucesos recientes, las marchas multitudinarias me hacen olvidar el dolor de las actitudes del ese que por horror a la corrupción de sus partidos sentó el pueblo mexicano en la silla presidencial. Parece que poco a poco ese pueblo, que es mi pueblo, comienza a exigir altura a sus gobernantes. (Y por ahí anda quien fue su alcalde que aún hoy puede convertirse en un verdadero líder de América. Su valentía, su compromiso y decoro decidirán si, finalmente, merece o no merece participar con México en su porvenir.)

Los últimos incidentes con Cuba fueron protagonizados por cualquier otro, pero nunca por un auténtico mexicano. Ese Fox nunca será un mexicano. México no toleró ser colonia, no toleró emperadores europeos, no toleró a los dictadores. De igual manera México no tolerará el raquitismo gubernamental. ¡Esperen que los volcanes hablen!

Pero México se renovará. No podrán vencer a sus mujeres hermosas, su música, su poesía donde parece que el machismo se sostiene por hombres de verdad, tan hombres que se quiebran ante una palabra de amor. Los murales de Diego donde parece que vuelve a nacer el mundo con esa inmensidad y la frágil Frida de pasión inconfundible. Esa leyenda de México no nos la van a robar. Pero para eso necesitamos gritar más, gritar el 15, el 16 el 17 de septiembre y todos los días del año. El grito del padre Hidalgo fue nuestro grito.

¡Viva la independencia revolucionaria de este México lindo y querido que todos los americanos estamos necesitando..!”

México, Cuba, país uno y múltiple. (Nuestro país.)

 

“Iniciativa Mérida”

Trece de septiembre de 1847. Trece de septiembre del 2011. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar lo que proclama la Historia:

Los invasores llegaron al Castillo de Chapultepec pisoteando cuerpos de héroes, y la bandera de las barras y las estrellas ondeó sobre aquel memorable lugar después de que los alumnos del Colegio Militar hubieron dado su vida por defender el último reducto de la Patria. El mismo 13 de septiembre las tropas del general Scott se hacían dueñas de la capital de la República. ¡El 16 de septiembre de 1847 la bandera del invasor ondeaba, airosa, en el Palacio Nacional!

(Y nosotros, entrañitas de jericalla, doliéndonos con el gringo por el terrorismo contestatario de su terrorismo de Estado…)

El gringo y los vendepatrias. En esa batalla las balas invasoras iban a sacrificar el Batallón de San Blas con todo y su comandante,  don Santiago Xicoténcatl, mientras que no lejos, con 5 mil de a caballo, Juan Alvarez solicitaba a López de Santa Anna la orden para entrar en acción, que le negó el primer vendepatrias en la historia de nuestro país y modelo para los entreguistas de hoy día. CIA, DEA,  FBI, Iniciativa Mérida…

Esa de l847 iba a ser la primera de las tantas invasiones de todo tipo que en contra de México perpetró ese naciente imperio de cuya peligrosidad muy a tiempo nos previnieron el Conde de Aranda, Bolívar y el genio americano José Martí,  patriota y apóstol, e intelectual que con hechos demostró su amor a México, un amor apenas superado por el amor a una Cuba a la que dio su existencia en la batalla de Dos Ríos, en mayo de l895.

José Martí. Tanto tiempo vivió entre nosotros y tanto entendió esta tierra, que en cierta ocasión, refiriéndose a los apuntes que algún pintor norteamericano hiciese de nuestro país cuando lo visitó sin lograr comprenderlo, así protestó el apóstol cubano:

No se paró a ver lo que México ha vencido ni a medir el esfuerzo por los obstáculos que se le ponían, ni a calcular lo que va a vencer con el empuje acumulado. No vio el trabajo titánico de sus hombres nuevos para sacar los brazos con la libertad en salvo, por encima de las torres de las iglesias; ni la fatiga heroica de la generación liberal que lleva a cuestas el país resucitado…

México y Cuba: a propósito: hace algunos años cayó en mi correo electrónico un texto firmado por una Celia Hart  que yo, según mi costumbre y al acto reflejo (tanta basura ensucia mi correo) intenté borrar, eliminándolo para nunca más, pero leí las primeras líneas, y fue entonces: conmovido hasta el tuétano y a riesgo de violar esta regla o aquel derecho de autor, me propuse ofrecerlo a todos ustedes año con año por estas fechas, como la expresión limpia, genuina, de alguien que desde su perspectiva (tiempo, distancia, lugar) nos entrega una síntesis del México que fue y es hoy día para algunos que lo contemplan desde el exterior.

Aquí, para conocernos, para reconocernos en espejo ajeno, las expresiones de Celia Hart, cubana y americana de la América Mestiza, que así celebró en su país nuestras fiestas patrias:

“Cuánto me hubiese gustado estar con el padre Hidalgo el 16 de Septiembre de 1810. En aquel sacerdote brillante y culto el talento, la virtud y el compromiso se dieron la mano para querer más que ningún otro hombre a México y a la Revolución. Y es imposible que la independencia de un pueblo se gane sin una revolución.

¿Hidalgo, hombre de edad? ¿Quién dice que para amar y construir se tiene una determinada edad?

(Más de esta voz cubana, mañana.)

Lucrativa e impune

México y la Justicia, mis valedores. Atónito, desalentado a la vista de casos como los de Néstor Moreno, los Larrazábal y la  Gómez del Campo de la guardería ABC, pienso en corruptos de la talla de  ese Arturo Montiel exonerado de culpas por su sobrino lejano, un tal Peña Nieto, y en Fox,  la Sahagún y los hijos, la Godillo, los Romero Deschamps, los Salinas y demás sinvergüenzas, intocables para las instancias legales. ¿Y qué es, a qué puede aspirar un país sin Justicia? Aquí, conceptos del poeta y filósofo indio. Juzguen ustedes si sus reflexiones  cuadran o no a la “justicia” de nuestro país y a quien, por trepar al gobierno, acudió a la más abyecta  injusticia:

“¿No es mala una balanza que se inclina, una plomada que se desvía, un justiciero transformado en bribón? Los funcionarios practican el mal, los jueces roban, y el que debe prender a un hombre injusto comete él mismo una injusticia. Quien debe reprimir el mal perpetra él mismo la iniquidad. El que debe aliviar provoca la herida.  El que debe erradicar la pobreza es quien la origina en la comunidad.

Arrojada de su sitio, la  Justicia  se arrastra ante ti, pero tú, que  has sido colocado en tu puesto para juzgar entre las partes y castigar al bandido, no haces más que dar apoyo al ladrón. Por eso mismo el país es como una ciudad sin gobernador, como una compañía de soldados sin jefe, como un barco sin capitán, como una manada que no tiene pastor. Tú eres como el policía que roba, el gobernador que depreda, el jefe de gobierno convertido en jefe de quienes actúan mal.

Que lo miren tus ojos: quien debe repartir justicia es un ladrón; quien debe consolar es el mismo que causa la aflicción; quien debe allanar las dificultades es el que las provoca. Con trampas, el bellaco menoscaba la Justicia.

Ladrones, bandidos, saqueadores, ¿no son malos esos funcionarios que nombraste para reprimir el mal? Un lugar de refugio contra el violento deberían ser tales justicieros, pero ellos son los que causan la violencia. Tú has sido colocado para servir de dique al desvalido, pero  agua de impetuosa corriente, eres tú quien vas a terminar por ahogarlo…

Tú te conduces a engaño y mentiras. Nosotros depositamos  en ti la confianza y tú te has convertido en un prevaricador, y los funcionarios encargados de la Justicia: una cesta de frutas basta para corromper a los jueces. Se nutren de las mentiras, por eso su corazón las dice con desenfado.

Piedad por la nación que está llena de creencias milagreras y vacía de religión.

Piedad por la nación que viste telas que no teje, come el pan que no amasa, y bebe el vino que no fluye de su propio lagar. Piedad por la nación que aclama al vanidoso como héroe y juzga al oropelesco conquistador como hombre de bien. Piedad por la nación que en el sueño desprecia el ideal, y al despertar busca la esclavitud.

Piedad por la nación que no levanta su voz sino cuando camina en un funeral, y tú se los proporcionas por miles; que sólo se enorgullece entre sus ruinas, y que no se rebela sino cuando su cuello ya está entre la cuchilla y la piedra.

Piedad por la nación cuyo jefe es un lobo, un impostor su filósofo y su arte  el de remendar y remedar. Piedad por la nación que da la bienvenida a su nuevo gobernante con toda pompa y lo despide a insultos para recibir al siguiente con todos los honores y despedirlo igual”.

Mis valedores: ¿piedad? No, Justicia. El día en que nos decidamos a pensar dejaremos de implorar piedad y a peregrinar e-xi-gien-do  Justicia. Es México. (Este país.)

¡Regresaré la seguridad a Michoacán!

Ay, Dios. Señora Cocoa: en plena campaña rumbo a la gubernatura de Michoacán se ufanó usted hace días: “Yo no tengo miedo”. Usted no, tal vez,  ¿pero Michoacán? ¿No tendrá miedo de usted? ¿Los michoacanos no estarán alarmados ante la perspectiva de que haga usted del Estado lo que su hermano a escala de país? A propósito:

Su lenguaje, señora, ¿genes, educación familiar, un exceso de exposición ante la pantalla de plasma? Porque su hermano (¡el  de la banda tricolor!) arroja frases de este jaez: “No la traigo contra los jueces, pero nosotros los agarramos, y los agarramos, y los agarramos, y ellos los sueltan, y los sueltan, y los sueltan”. No, y aquello de que “terminaré mi sexenio a tambor batiente”, florido lugar común. Usted, al unísono: “Sé que por ahí vienen unos malosos y les dicen a los resineros ‘que se pongan la del Puebla’. (¿La marca de la casa Calderón?)

Nosotros hemos hablado claro. Hemos tenido el trabajo de decirles (¿el trabajo, doña Cocoa?) que nuestro Gobierno va a ser transparente, equitativo, de orden y participación ciudadana. Si van a aceptar estas reglas, bienvenidos.

¿Y que será la gobernadora del empleo, como su hermano? ¿Y que no va a aumentar impuestos y gasolinazos, y a suprimir la tenencia vehicular, y a prometer todo lo que el otro Calderón? Semejantes mentiras, ¿también usted? Mentir sin que se le encienda el rostro, ¿genes también? ¿Herencia familiar? ¿Está usted segura de que el “Calderón Hinojosa” le va a ser propicio? ¿No ancla, lastre o grillete?

Ah, entonces su Gobierno va a ser la copia al carbón (y a  la podre, al cochambre, a la tiznadura) del de su hermano, y si tan transparente y equitativa prometer ser su campaña, ¿tuvo ya el tino de contratar a  Solá como director de la táctica (negra,  de lodo y excrementosa)? ¿A cuál de los dos adversarios políticos,  Vallejo o Aureoles,  ha elegido usted como “un peligro para Michoacán”?

Desde Los Pinos, señora, ¿ni un peso para su campaña? ¿Y el apoyo de los mega-ricos Servidje,  El Yunque de Elías Villegas, la industria del periodismo y el alto clero político que encaramó a su hermano hasta Los Pinos? Con ésos detrás es seguro que pueda usted pronunciar la frase sacramental de la familia: “Haiga sido como haiga sido” yo soy la gobernadora. Exultante.

De llegar al gobierno, ¿convertirse en la Guadalupana de los michoacanos?  Eso, al menos, insinúa su promesa de campaña: “Defenderé a los michoacanos como una madre que no permite que nadie abuse de ellos dentro de su casa”. (“¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?”)

Que el nuestro es un Estado de derecho, ¿lo sabe usted? ¿Planea, como gobernadora, tomar calles, avenidas y parques públicos de adoratorios del Verbo Encarnado? ¿Cuántos viajes a El Vaticano? ¿Suplicar a Ratzinger que visite a los michoacanos, deprimidos por usted, y los consuele y enjugue unas lágrimas que les arranca el daño colateral, apenas el 10 por ciento del total de cadáveres que produzca su “lucha” contra el narcotráfico?

Si esa no le basta, señora Cocoa,  ¿más sangre en jeringas, en cápsulas, en ampolletas?  ¿De qué beato va a gestionar que traigan a Michoacán?

Usted también, temerosa de las iras populares, ¿miles de guaruras para atreverse a dar un paso fuera del bunker? De calmantes, ¿Prozac o algo que raspe el gaznate?  ¿No teme, como mediocre,  el desván de la historia? ¿Cree que al final de su gobierno podrá permanecer en Morelia? Los logros de su sexenio, ¿del tamaño de la Estela de Luz? Seguiré de preguntón. (Vale.)

De sotanas y narcos

El dinero sucio y la  Iglesia Católica, mis valedores. Aludí el  viernes pasado  a la nota reciente del matutino:  “La Iglesia aceptó que dinero del “más sucio y sanguinario negocio”.El narcotráfico podría haber sido utilizado en algunas comunidades para la construcción de algunas capillas.

¿Que qué? El obispo Sergio Obeso: “Rechazo que la Iglesiautilice dinero del narcotráfico. Se pueden decir tantas cosas, pero hay que probarlas”.

Carlos Quintero, obispo: “Claro que sí, en Tijuana hay familias que han sostenido parroquias con dinero del narcotráfico. Seamos realistas. Sí, no podemos ocultar el mal, pero tampoco debemos omitir las cosas buenas del mal. Aquí hemos encontrado familias buenas que han ayudado a sostener el seminario y muchas otras que han aumentado el número de parroquias. Lo acepto: recursos del narcotráfico han llegado hasta las arcas de la Iglesia, particularmente en esta frontera”.

Y un cura José Raúl Soto:

– En la basílica de Guadalupe, se los digo como párroco, los narcotraficantes son muy generosos. Sin dejar de ser traficantes de drogas ayudan y dan limosnas que nosotros ya las quisiéramos hacer. Los más generosos fueron Rafael Caro Quintero y Amado Carrillo.

– Yo sí reconozco que recibo sus donativos”, afirma el cura Ernesto Álvarez, amigo de la familia del hoy difunto Carrillo Fuentes, al que se dice acompañó en un viaje por Tierra Santa y en El Guamuchilito, Sin., celebró misa de cuerpo presente en el sepelio de “El Señor de los cielos”.

Alberto Athié, sacerdote: “La Iglesia Católica Mexicana se mantendrá siempre abierta a los narcotraficantes, sí, pero sólo para pedirles que abandonen su actividad. Ellos, los narcotraficantes, son vistos como los más malos entre los malos, pero en muchas ocasiones son diferentes. No podemos identificarlos como personas esencialmente malas. Hay quienes tienen la inquietud de buscar el bien y con sus generosas limosnas hacer cosas a favor de la comunidad”.

Feligreses de Malpaso, Ags., acusaron al cura Samuel Jara Acuña “Mantiene relaciones con narcos. Ellos le obsequiaron una camioneta y un arma de fuego. Maneja una sola capilla de una población de tres mil habitantes, pero tiene dos cuentas bancarias, una con más de un millón 300 mil pesos”.

(Se cuenta en mi Jalpa Mineral, muy cerca del citado Malpaso: hasta cierto poblado llegó un nuevo sacerdote. A unos días de oficiar la misa y recoger las limosnas quejó con el sacristán: “Qué feligresía más irrespetuosa. Mira que burlarse del sacerdote”.

– ¿Por qué lo dice, padre?

– Por la charola; en lugar de limosnas la llenan de basura.

– Cuál basura, guarde polvo y yerbitas y espere a que la camioneta venga por el paquete. Ya verá, padrecito, qué limosnas dan aquí los feligreses.)

De narcos y clérigos. Gerónimo Prigione, que fue el nuncio apostólico en nuestro país: “Fue el padre Gerardo Montaño Rubio el enlace entre los hermanos Arellano Félix y yo. Pero les prometo que no volveré a tener contacto alguno ni a entrevistarme con narcotraficantes”.

La noticia se publicó en 1997: “La Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público no prevé sanciones por el caso de las narco-limosnas ni habrá modificaciones al respecto”.

Resultado: Onésimo Cepeda, empresario taurino y golfista,  bon vivant y buen bebedor de caldos finos, obispo de Ecatepec en sus ratos perdidos:

– Nosotros los clérigos les podemos decir a Amado Carrillo y a los demás narcotraficantes: Váyanse, hijos, el Señor los perdona y no pequen más.

Y ya. Es México, un estado de derecho, donde la Ley… (Dios.)

Sotanas y narcos

La nota del matutino fechada hace tres días: “La Iglesia católica aceptó que dinero del “más sucio y sanguinario negocio”, el narcotráfico, podría haber sido utilizado en algunas comunidades para “la construcción de algunas capillas, lo cual resulta inmoral y doblemente condenable, y nada justifica que se pueda aceptar esta situación”.

– ¡Mentira que la Iglesia reciba dinero del narco!, clamó cuando Secretario de Gobernación  el fallecido Carlos María Abascal. ¡Mentira!   ¡Son intereses jacobinos los que intentan deslegitimar la misión eclesiástica! ¿Acaso es un crimen que los narcotraficantes arrepentidos de sus pecados se acerquen a la Iglesia? Ella, la Iglesia, no está obligada a rendir información sobre los recursos que le entran”.

Eso, ayer. Hoy, en el semanario Desde la Fe, órgano oficial del Episcopado Mexicano, con esa sintaxis:  “¿Qué estado de la República está libre de este flagelo?, ¿qué sector de la población no está involucrado con el poder corruptor del narcotráfico y la delincuencia que de allí se deriva?, podemos comenzar por políticos de gran altura, sin duda alguna desde gobernadores hasta corporaciones policíacas enteras, pasando por militares y policías federales”.

“Podemos mencionar ambientes empresariales, periodistas y algunos ambientes religiosos, desafortunadamente. Para vergüenza de algunas comunidades católicas, hay sospechas de que benefactores coludidos con el narcotráfico han ayudado con dinero, del más sucio y sanguinario negocio, en la construcción de algunas capillas, lo cual resulta inmoral y doblemente condenable y nada justifica que se pueda aceptar esta situación”.

Julio del 2008. La nota de prensa: La Arquidiócesis de México defendió los donativos con dinero público canalizados a la Iglesia. Subrayó que la pobreza se combatiría de manera más eficaz si los gobiernos incrementaran sus aportaciones al clero para la labor de ayuda social que éste realiza.

Mis valedores: si no es ahora cuándo. En un sexenio de Yunques, legionarios de Cristo y mamás Mauritas (¿continuará Ratzinger con el empeño de Juan Pablo II de beatificar a la madre de Maciel?), las sotanas han logrado colocarse tanto en la grilla política como entre los capos del narcotráfico. A propósito: curas encuentran ustedes en todos los rumbos, menos, al parecer, en uno de ellos. Vamos a ver:

Con el índice señalen al norte: ahí están; al sur: mírenlos; al oriente tanto como al poniente: ¿los distinguen? Señalen hacia abajo: ¿observan al hervidero de curas paidófilos y pederastas? ¿Distinguen a los Maciel que no hayan realizado a tiempo un acto de contrición? Apunten ahora hacia arriba, donde a ninguno pudiésemos ubicar. ¿O piensan ustedes en algún beato reciente?

Hoy mismo, mientras algún pederasta practicante de abusos erótico-sexuales amaneció en el calabozo, otros pelean por espacios de “fe y devoción” en la TV y otros más exigen la educación religiosa en las escuelas y la formación de un partido católico. De la ligazón entre curas y narcos lo afirmó Ramón Godínez cuando obispo de Aguascalientes:

–          Las limosnas de los narcotraficantes al entrar a la Iglesia  se purifican.

¿Que qué? Leonardo Boff, religioso. “Es profundamente antiético que jerarcas de la Iglesia Católica Mexicana se hayan involucrado con el narcotráfico. El poder religioso entra siempre en articulación con el poder político y el poder económico. Si el poder religioso no es vigilado, controlado; si no mantiene su altura ética degenera en negocios sucios”.

(Esto continúa el lunes, porque mañana…)

Qué joven fui una vez…

Los eufemismos, mis valedores, a los que acudimos por el miedo que nos inspiran ciertas palabras y el temor que profesamos a la verdad. Ahora resulta que alguien ya no mata su perro; “lo sacrifica”, y a la carestía se le llama “turbulencia económica”,  y a empobrecerse aún más, “apretarse el cinturón”. Son los huevos “blanquillos”, y el culantro “cilantro”, ¿Ir a orinar o defecar? “Ir a polvearme”, y que ese borracho, “anda alegrito”, y la joven que yace con varón, “dio su mal paso”.

¿Carestía? “Ajuste de precios”. Ya a nadie expulsan de su fuente de trabajo. Fue “reajuste de personal”, y “reajuste salarial” la rebaja del sueldo. ¿Lo expulsaron? “Lo invitaron a retirarse”. ¿Prostituta? No, “sexo-servidora”.  Ya el inválido dejó de serlo cuando pasó a la categoría de  “individuo con capacidades diferentes”, como el desdichado infante que sobrevive en la alcantarilla ahora es “niño en situación de calle”.

Los eufemismos. El desgraciado que perdió la vista ya no es un ciego, sino un  “invidente”, y quien tiene la desgracia de dejar su libertad en la puerta de una crujía de la cárcel ya no más va a ser un preso, sino tan sólo un “recluso”, un “interno”, aunque lo tengan muerto en vida en la cárcel de la cárcel (el apando).  Fácil.

¿Qué se murió? “Se nos adelantó”, ¿Qué es un anciano? Ya no, ahora es un “adulto mayor”, un “adulto en plenitud” que vive en la “tercera edad”. Los eufemismos. A propósito:

El domingo anterior me enteré de que la ONU, de los 365 días del año, concedió todo un día, un día entero, el 28 de agosto,  a la celebración del Día del Anciano, y que se festeja a los “adultos mayores” desde 1982. Edificante.

Pues sí, ¿pero así nomás,  Día del Anciano? Un momento. Ahora, en honor del eufemismo, se trocó en el “Día del Adulto Mayor”. Así si.  “La población se ha  dado cuenta que cada vez son más los ancianos en nuestro país. La fecha se ha hecho sustancial pues no deja de ser significativo el hecho de que se recuerde y  festeje a ‘los viejitos’ por lo que representan en la vida de una familia y de la comunidad”. Enternecedor. Yo, más allá de oropeles, hojalatería y festejos de sololoy, escribo, a propósito:

Senectud, divino tesoro que te vas para no volver. Mis valedores: los accidentes fortuitos. Marinero que a medias del mar se topó con el mensaje de auxilio en la panza de una botella, en aquel viejo ejemplar de viejos poemas que de la librería de viejo rescaté alguna vez, un viejo pedimento de auxilio me he venido a encontrar. Años de polvo y vejez en la librería se prolongaron en mi biblioteca. Hace tres, cuatro días, una tarde lluviosa que enlaciaba el ramaje de pinos y pinabetes…

¿Cómo fue? Casualidad, porque desde en la mañana, por la oscura maldición que se cierne sobre mi país desde que uno chaparrito, peloncito, etc.,  lo empapó de sangre, luto, muerte y destrucción, arrastraba yo una indefinida depresión (ella me arrastraba a mí), y ya ustedes pueden imaginárselo: me aferré al clavo ardiendo, que para unos es la botella, para otros el rezo, para Fox el Prozac o alguna otra forma de dependencia (para el actual invocar el auxilio de Ratzinger, el milagro de una beata ampolleta de sangre (¡esa fijación!) y a no sé qué sustancia que alegra los corazones). Yo, por mi parte, me fui a acunar en mi biblioteca, y la casualidad: ahí el vetusto volumen. Apenas abriéndolo, a penas me remitió. Las tristuras, por conjurarlas, se refinaron.

 Y no quiero morir. No quisiera morir -Amo la vida porque está colmada de poesía-Y de crímenes, y de odio y rabia y lágrimas…

(Mañana.)

Los viajes de Gulliver

A la novela de Jonathan Swift aludí el viernes pasado. De todos sus símbolos aquí algunos que sugiere la ciencia en la academia de Lagado, capital de Laputa.

Ocurrió que aquel día los anfitriones llevaron a Gulliver a visitar la dicha academia, cuyos sabios le hablaron de sus descubrimientos científicos, con una acotación: “¿Escuchó el informe que rindió el Benefactor ante los habitantes de Laputa? Nuestros logros sirvieron de base para el documento”.

¡Y lo que encontró el visitante en materia de logros científicos! Mírenlo ahí, frente a los sabios que laboran en experimentos diversos, algunos de los cuales describí en pasado viernes. Ahora el equipo de arquitectos le mostraba los avances logrados en las técnicas de construcción de casas y edificios “que escucharía usted en el rubro de vivienda popular en el informe del Padre Patricio, que de inmediato pondrá en operación dentro de su ambicioso programa de vivienda popular. Nuestra técnica revolucionaria consiste en comenzar la edificación por los techos e ir descendiendo hasta los cimientos. Con ello sólo tomamos el ejemplo de  la abeja y la araña”.

Conoció Gulliver al artista becado por el Benefactor (vía Conaculta, presupuesto multimillonario con cargo a los de Laputa). Ciego de nacimiento, el becario estaba a cargo del arte pictórico, y trabajaba con aprendices ciegos también, artistas plásticos a quienes enseñaba a mezclar pinturas de todos colores y pintar lienzos con los que dotaban a Laputa de una muy apreciada obra pictórica.

El rubro de Cultura que informó el Benefactor: “Nuestro artista enseña a los aprendices a mezclar colores por el tacto y el  olor. Es un genio pictórico que goza de un bien ganado prestigio entre los hijos de Laputa (gobernada por el Benefactor, cuya la estatua se alza en la plaza mayor de Lagado”. “¿Dónde lo he visto?, se preguntaba Gulliver. Porque a ese liliputiense yo lo conozco”.)

– ¿Escuchó usted en el informe del Padre Patricio los portentosos avances que logró su gobierno en el rango de la Educación Pública?

Regenteada por cierta reputada hija del país, auxiliada por hijas, yernos y el consorte temporalero. “Datos, cifras y presupuesto multimillonario, en el informe del Benefactor”.

Al aula siguiente, y entonces, de súbito: “¡Un tremendo hedor me detuvo! ¡Excrementos! Mi guía me aconsejó que no ofendiese al sabio mostrando mi repugnancia. Mucho cuidado con taparme la nariz. La  cara  del sabio tenía un pálido color amarillo; sus manos y ropas estaban embadurnadas de inmundicia. Al verme diome un estrecho abrazo. Contuve la respiración. ¿Su tarea? Intentar convertir los excrementos humanos en alimento para Laputa. El sabio lograría su propósito separando las varias partes del excremento, eliminando el olor que les da la bilis, disolviendo lo no aprovechable y quitando la mucosidad”.

Con este logro científico ya no habrá más hambre en Laputa. ¿Escuchó usted el informe?

Pero aquí la dificultad: ¿quién proveerá al científico de la gigantesca acumulación de excrementos que se habrá de necesitar?, preguntó Gulliver.   El de la estatua y su corte. “¿Pero ellos solos se bastarán para aportar toda la materia prima?”

– No, por supuesto. Esos excrementos que apestan la atmósfera de Laputa no saldrá únicamente de los políticos. Todos los habitantes, quién más, quién menos, aportaremos nuestra ración de inmundicias a la pestilencia general de Laputa”.

¿Hedor, pestilencia? “Ya acostumbrados, los de Laputa no percibimos hedor ninguno”.

Mis valedores, ¿será? (¡Puagh!)

Los del dinero, instrumentos de Dios

¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que habíais de practicar. (Jesucristo.)

Más sangre en México. Por si no fuese bastante la de criminales y “daño colateral”, la de Juan Pablo II se añade a la que se ha derramado desde Los Pinos. Un jeringazo de sangre beatífica hunde aún más nuestro  Estado laico en el pantanoso terreno del Verbo Encarnado. Yo, el ánimo fruncido ante el espectáculo de un fervor de fachada y ritual, recuerdo la 2ª. visita de Wojtyla a nuestro país (1990), cuando se rodeó de empresarios y comerciantes y les bendijo el negocio. De rodillas le juró un Fernández  de Castro:

Su Santidad: los empresarios deseamos el bienestar social de todos los que dependen de nosotros. Los empresarios somos un medio del que Dios se vale para la administración de la riqueza temporal.

Y un Eduardo García, comerciante:

– Yo soy partidario de un capitalismo popular (¡Capitalismo popular!); de uno que, como la imagen de María, se intuye y se preanuncia. (¡Tíznale!)

JP. II le echó su bendición. Y sonreía…

Así explicó la presencia del Papa Patricio Martínez, negociante:

Su Santidad vino a reafirmar lo que nosotros ya teníamos como doctrina social, tal como él lo expresó en torno al capitalismo, al lucro exacerbado, al amor del dinero y a la mala retribución al trabajo e injusta distribución de la riqueza. De alguna manera nosotros ya la practicábamos, porque nosotros no defendemos el individualismo egoísta que algunos practican porque, ustedes saben, siempre hay abejas (sic) negras, ¿no? El Papa no dijo que el dinero sea malo, lo que pasa es que, por supuesto, no lo podemos amar al mismo nivel que los empresarios amamos a Dios.

Finalizó la visita papal, y G. V. Madero, empresario: “Qué paquetón nos vino a dejar el Papa. Claro, él habla de lo que debería ser, no de lo que es. En fin. No podemos quejarnos, porque lo  importante es que gracias a Dios, la visita papal redituó una ocupación hotelera del 100 por ciento”.

Manolo Lapuente,  que dirigía un equipo de futbol:

Su Santidad  logró la determinación que tuvimos en el Mundial de Francia.

Pero lo mejor de la influencia papal se reflejó, y cuándo no, en el cinescopio. Millones de adictos y millones de dólares. La enajenación colectiva, el delirio, el orgasmo, el éxtasis. El Papa vino y se fue, y hoy regresa en estatua de cera y en ampolleta.  ¿Semejante delirio, tal enajenación,  esa histeria colectiva lograron elevar el tanto de esta uña, miren, la moral personal y la moral colectiva de esos que al paso del taxi papal cayeron en trance, en deliro, en éxtasis?

“¡Nos vio, María! ¡Oh, Dios, el papa nos ha visto!” “¡Y nos dio su bendición! ¡Nos ha dado su santísima bendición!” “¡Ahora todo irá bien! ¡Jesús está con nosotros! ¡El Santo Padre nos ha visto, ha escuchado nuestros ruegos! ¡La tierra será buena otra vez!” “¡La lluvia llegará, Miguel, ya verás que la lluvia llegará..!” “Ella, agradecida, volvió su mirada al Cielo y soltó el llanto. El sacó una imagen de Juan Pablo II. Con esfuerzo se arrodilló y empezó a musitar: Padre nuestro que estás en los Cielos…”

Tú, el protector de Maciel, ¿en los cielos? Porque acá nosotros andamos amándote hasta el delirio.  De rezo, que no de acciones. Con la cabeza en llamas, pero frío el corazón. Hoy un Estado laico soporta el jeringazo de la beatífica sangre papal. ¿La política del negocio? ¿El negocio de la política? (Mi país.)

Apuntes de un lugareño

La no violencia lleva a la más alta ética, lo cual es la meta de la evolución. Hasta que no cesemos de dañar a otros seres vivos, somos aún salvajes. T. Edison.

La defensa de los animales. Tengo la satisfacción de que en esta casa no se priva de la vida a ningún ser, así sea  ponzoñoso, al que con precaución se traslada a donde no pueda dañar. Semejante respeto por todo lo que represente la vida, trátese de toros de lidia, animales de circo o perros y gatos a los que llaman “mascotas”,  lo aprendí de mi propia hija, defensora de los animales por todos los medios que tiene a su alcance. Mayahuel

Esto lo traigo a propósito de un antiguo recuerdo de cuando adolescente, en mis viajes desde Jalpa Mineral hasta La Cañada, ranchería de mis familiares, donde conviví con ellos y me percaté de su trato con los bueyes de yunta, los burros de carga y los perros y gatos aquerenciados en la cabaña familiar.  Era aquel un trato inhumano que rayaba en la crueldad. Conductas heredadas, y qué hacer.

Con la runfla de perros mis gentes tenían un gato barcino, desmolado él,  que de vez en cuando, cuestión de vejez y achaques anexos,  solía rechazar el cacharro de sopas de tortilla remojadas en leche tibia. “Ah, gato mañoso, ¿con que caprichitos, carbón?” Y aquel tío tomaba al barcino en sus manos, lo inmovilizaba por el pescuezo y le aprontaba el hocico a la comida que el minino se negaba a tragar, y válgame, aquello era remolerle la cola con el guarache, y ahí la reacción del barcino: a tarascadas, sin mascar, bufando y atragantándose, el felino engullía sus sopas, y en un momento el cacharro quedaba limpio. “¿No que no, carbón?”

El animalillo torturado corría a esconderse entre el yerbazal, y cierto estoy de que se descargaba por todos sus orificios. Yo, a lo inconsciente y  sin apenas definirlo, percibía dentro de mí un íntimo rechazo al maltrato que se aplicaba al pobre animal. Y a esto quería yo llegar.

Es imperdonable que los científicos torturen a los animales; ¿no tienen, acaso,  políticos y periodistas?  H. Ibsen.

¿Saben ustedes que en días violentos como los que hoy vivimos, si esto es vivir, se me representa la vera estampa del gato barcino? Los barcinos en el gobierno, pongamos por caso. El gobernador neolonés hoy día y el presidente del país desde que inició, de forma unilateral, su descoyuntada guerra, que ha enloquecido el país.  Las víctimas de su guerra caen de una en una, de dos en dos, por decenas, docenas, cientos, un día sí y el otro también. El de la guerra, impávido. Ni siquiera ante la atrocidad de la guardería ABC de Sonora. El (ceja arriscada), inconmovible.

Ah, pero que no clamen, exasperadas, las masas sociales, ante la masacre del Casino Royale, de Monterrey, porque entonces el barcino, cola aplastada, a engullir el bocado a tarascadas, sin masticar, jadeando, movimientos convulsivos, compulsivos, taquicardias, colapso total.  Y rápido, la zurda en el corazón,  el más sentido pésame, y a izar la tricolor a media asta,  y vístanse de luto y, lágrimas de glicerina,  retrátense a la vera de una corona mortuoria de un tamaño mayor que el de él, y decrétense tres días de duelo, y láncese  rumbo a las ruinas humeantes esa choricera de vehículos verde olivo erizados de plomos de alto poder. Ahogándose, atragantándose, sin apenas masticar, entre visajes y crispaciones y lengua escaldada porque las sopas están que arden y sollaman las papilas gustativas, y por ahora ni cómo enfriar el guiso. Pobrín del barcino. Pobres de nosotros. (México.)

 

Casino Royal

Septiembre de 1988. El primer impostor en la historia moderna de México trepaba a Los Pinos. El entonces diputado Vicente Fox, dos papeletas electorales a modo de orejas de Carlos Salinas, desde el estrado invitó a los legisladores a imaginar la escena del recién electo que llegaba a su residencia, y ante Cecilia y los hijos decía estos conceptos imaginados por Fox:

– Siento miedo de no poder cumplir con la altísima responsabilidad; sí, hijos, me siento triste porque me he  visto obligado a pedir a muchos de mis amigos que aun por encima de sus principios morales me ayudaran a lograr este triunfo, y lo tuve que hacer porque pienso que México no está preparado para la democracia, que necesitamos continuidad en el mando y que tengo que responder al compromiso que mi amigo Miguel me ha transferido para conducir a este pueblo mal educado.

Revuelo, protestas, rechiflas, malestar. El C. Presidente del Colegio Electoral: “Se ruega al orador aclare los hechos que solicitó para su intervención”.

Terco, obcecado,  Fox sigue su soliloquio, que atribuye a Salinas:

– Tengo que cuidar, hijos, que por la vía democrática no llegue al poder la amenaza de la desordenada y anárquica izquierda. Ni tampoco la reacción; pero mucho menos, hijos, podemos entregar el  país a nuestros enemigos, quienes de llegar al poder, impedirían que todos mis amigos priístas sigan enriqueciéndose.

– Siento miedo porque la gente no votó por mí, y mis amigos tuvieron que llenar las urnas; miedo, porque acabo de ver que Miguel, para poder informar al pueblo, tuvo que instalar un dispositivo de seguridad que abarcó más de ocho cuadras a la redonda del Palacio Legislativo. Yo, Salinas, tengo miedo, hijos, porque la situación crítica en extremo de la economía pone en entredicho el futuro y la viabilidad de esta nación; miedo, porque el pueblo no tiene qué comer y qué vestir, ni  cómo satisfacer sus más mínimas necesidades; porque no puedo evitar cargar a mis espaldas la pesada y nefasta carga que se llama PRI. Estos momentos de reflexión, antes de enfrentar el triste destino que me espera, quiero recomendarles a ustedes que vivan una vida con verdad, que sean congruentes consigo mismos. Cómo quisiera que el Colegio Electoral pudiera no sólo abrir los paquetes electorales…

– ¡Señor diputado Fox! (El Presidente del Colegio Electoral.)

–  Sino que en apoyo a la Constitución y al derecho pudiera legitimar y aclarar ante todo el pueblo mi triunfo electoral, o que de no haber sido un proceso electoral limpio se me relevara de la obligación de tomar este trago amargo de gobernar contra la voluntad del pueblo, y sobre todo de tener que dar la cara a ustedes, mis hijos y mi esposa. Pero todo esto, claro, es un sueño.

“Y así sigue soñando Salinas. Yo pido que aunque tenga que ser el Presidente, lo legitimen haciendo siquiera un buen dictamen, de acuerdo a la Constitución, a los reglamentos y a la lógica. Muchas gracias”. (Aplausos, silbatina.)

Y ahora yo le pregunto,  señor Fox: ¿cómo interpretaría  hoy  al émulo de Salinas, que en la foto contempla devoto y como en éxtasis toda la sangre de Juan Pablo II que cabe en esa a modo de jeringa de inyectar mientras carga, indiferente, toda la sangre que pueda caber en más de 50 mil cadáveres? ¿Qué sarcasmos pudiese dedicar a Calderón? Sería un recurso mucho más facilón que ironizar sobre el robo de una presidencia porque se trata de sangre, luto, dolor, lágrimas, duelo colectivo de millones de familias masacradas junto con toda una nación. (Yo vuelvo.)

Sr. Vicente Fox, ex-presidente

Estoy mirando la foto de su sucesor en Los Pinos, el cual observa la sangre sin siquiera parpadear. Pero no, señor Fox, no se trata de la sangre derramada en un desplumadero de Hank Rhon, no de los 50 mil o más cadáveres que en apenas cuatro años y medio ha logrado acumular el de Los Pinos. No se trata de la sangre de policías, marinos o militares. Lo que su sucesor observa sin apenas arriscar la siniestra ceja  no es ni siquiera ese escuálido diez por ciento de “daño colateral”, como el funcionario de marras calificó el asesinato de criaturas, niños, mujeres, ancianos y adolescentes,  nacionales y extranjeros, ultimados a plomo, a golpes, a puñaladas, a tortura vil, y algunos, se infiere, sepultados vivos. No. Esa sangre no alcanza a conmover al de Los Pinos.

Señor Fox, ex-presidente:

Criticado en extremo fue su gobierno, en la medida que tanto esperaban de él los cándidos. Polémica fue su forma de actuar, de vestir, de expresarse. Arrobas de descrédito le acarreó su polémico matrimonio con una arribista, al igual que la actuación servil y acomodaticia de purpurados del calibre de Norberto Rivera y Onésimo Cepeda para descasarlos a ella y usted, dejando a Manuel Bribiesca con varios hijos sin madre, hijos inexistentes,  porque de la maniobra de El Vaticano la señora que habíalos parido salió de manos de los maniobreros de capa pluvial punto menos que doncellita. Qué milagros estén fuera del alcance de un pontífice pragmático-utilitarios como fue Juan Pablo II.

Esa sangre, señor Fox, fue la sangre de Juan Pablo II, encerrada en una especie de jeringa para intramusculares, la que el sucesor de usted observa estremecido  de unción, devoción, conmoción y respeto, como a la espera de algún milagrito. Señor Fox, ex–presidente:

Genio y figura. Célebre fue, y escandalosa, su participación en sesión solemne del Colegio Electoral cuando usted, iracundo y vociferando, cierta madrugada de septiembre de 1988 convirtió  el recinto legislativo en gallera, avispero y palenque, para protestar de manera iracunda y escandalosa contra el primer impostor en la historia contemporánea del país, el espurio Carlos Salinas. Se desempeñaba usted como diputado federal, y según crónicas de aquel tiempo, solicitó de Miguel Montes García,  presidente del Colegio Electoral, le concediera el uso de la palabra, y entonces:

“Para hechos, tiene la palabra el C. diputado Vicente Fox”.

Subió usted al estrado, se colocó un par de boletas electorales a modo de orejas de burro (las de Salinas), e inició tal cual  el siguiente discurso:

– Buenos  días. Yo quiero referirme a los hechos del simpático compañero (aquí el nombre) en su relación de hablar tres veces (sic) sobre el candidato Salinas (aplausos, protestas). Yo quisiera invitarlos conmigo a la residencia de este señor Salinas, a verlo ahí en su sala, sentado con su señora y con sus hijos y él les está diciendo:

– Hoy, antes de las doce seré nombrado Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Este es un gran honor y representa la más alta responsabilidad a la que puede aspirar un mexicano; ser el guía moral de 80 millones de ciudadanos, ser el coordinador y promotor del esfuerzo de todos esos mexicanos, ser el motivo de unión y solidaridad de todos los habitantes de esta patria para mantenerle soberana, libre e independiente.

Quiero aprovechar estos momentos en la intimidad de nuestro hogar para comentarles cómo me siento. Me encuentro incómodo, me siento triste  y a la vez siento miedo.

(Fox sigue mañana.)