Todos al juego de la bolita

Del tema les hablé ayer, mis valedores, y que en el juego y rejuego de manos perdí mis cobres. Ahí fue a encontrarme mi padre Juan, y válgame: iracundo por vez primera en su vida recaló con un par de cuicos, mostachos y dientes de oro: “¡Señores de la justicia, aquí están robando a este inocente!”

El cacarizo miró a su pareja, se rascó la entrepierna, eructó a culantro, chasqueó la lengua, escupió el bagazo de la vaina de mezquite. Luego, compinche de los feriantes: “Cuál robo, cuáles inocentes. ¿Tú vistes algo, Chilillo?”

– ¡Ese juego es ilegal! ¡Que le devuelvan sus centavos!

– Pide usté el más difícil de los imposibles. ¿No, Pitayón?

De súbito: ¿de dónde había salido aquel don Juan iracundo? “¡Son ustedes unos alcahuetes de rateros, tramposos y estafadores! ¡Si con la Justiciano hay modo, tendrá que arreglarse así!”

De no creerse: mi padre Juan, el varón del alma blanca, un arma blanca desenfundaba (chaveta de zapatero), y la amenaza al tramposo: “¡Regrésele sus centavos!” Rápido de reflejos, el de la ley:

– ¡Chavetas no, compatriota! ¡El nuestro es un estado de derecho y no almite ilegalidades! ¿O qué, Pitayón?”

Fue entonces. Aturdido yo, tembloroso, vi al hombre manso de corazón meter la mano en la bolsa. El cuico:

– ¡Eitale, la fusca no, compatriota! ¡Nosotros estamos  para resguardar el orden y la legalidá. Toda protesta debe canalizarse por los canales legales. Vaya y presente su queja al edil, ¿pero fuscas contra la ley? Pregúntele aquí al Chilillo.

No fusca. Era un paliacate. Doblado a la injusticia, mi padre desdoblaba el paño, escondía en él su rostro y ahí, y por primera y única vez, vi pujar a mi padre; pujar como los varones: a lo discreto y ocultando las crispaciones del rostro. Ya recompuestos, sus ojos miraron los míos:

– Hijo, que el México de cuando crezcas (en todos sentidos) sea un país donde nunca más existan bribones que invocando el Derecho violen tus derechos. Que cuando crezcas tú, con los demás, hagas valer la ley sobre baquetones que se la viven mentándola mientras la vejan a su conveniencia y en perjuicio de los que no tienen con qué defenderse más que esa pobre garra de manta que es la ley, que a los agraviados no nos cobija. Que el México tuyo sea limpio, no vayas a ahogarte en el fecalismo o lo peor: no acabes tú también agarrándole el gusto al estiércol, a la pudrición. (Y sudaba).

El episodio lo reviví anoche, después de leer que el IFE demanda para el juego de la bolita electoral 16 mil de nuestros dineros, y que “las ONGs podrán participar en la promoción del voto en la elección presidencial del 2012, con un apoyo económico del IFE que puede alcanzar los 90 mil pesos”.

 

Señuelo para “activistas”. Amarga la boca me dormí, y en mi pesadilla desfiló la punta de logreros del IFE y compinches, y la pesadilla me abrió los ojos de par en par. Entre jadeos corrí hasta la habitación del Ariel, y sacudía al guerejo:

– ¡Despierta,  mi hijo, despierta! ¡Que cuando crezcas tu país  crezca contigo! ¡Que nunca más vuelva a ser el de los rapaces del juego de la bolita electoral, que te van a estafar no unos cobres sino tu parte de los 16 mil millones que se tragarán esos depredadores! ¡Organización, comités autogestionarios! ¡Que tú y los de tu generación piensen y sean capaces de crear la estrategia para darse un gobierno al que obedecer como sus mandantes! ¡Despierta, mi hijo,  despierta!

El cual, aturdido, pistojeaba. “¿Qué, quién, pá? ¿Fue el pozole?” (Uf.)

El payo inocente

A eso me referí ayer ante todos ustedes: al payo que fui y que no he dejado de ser. La ingenuidad primeriza, en cambio, a bofetones de desilusión me la desfloraron los camanduleros que nunca faltan y siempre salen sobrando, lo mismo en los pantanos politiqueros (Gordillo, Salinas y conpinches) que con  los ensotanados Tartufos del calibre de Maciel,  Onésimo, Rivera y Sandoval Íñiguez. ¿El asesinato de esa ingenuidad primeriza? El hermanito de la Cocoa, que a la advocación del Verbo Encarnado, terminó por ahogármela en su alucinante delirio de sangre derramada.

En fin, que tal dije a ustedes ayer: que allá por mis años de adolescente llegó la feria trashumante a mi Jalpa Mineral, y con la feria el circo, y con el circo los camanduleros, peritos en el embuste y la trampa en los juegos de azar. Que mi inocencia se fue a enredar en el pícaro del juego de la bolita.

– ¡Métanle para sacar! ¡Los .ulos no van a la guerra, y en que no se arriesga no pasa la mar!

Me arriesgué. Quise ir a la guerra, y así le fue a mi candor de payo irredento. Al ver que el palero sacaba dos pesos cuando sólo había metido uno (pesos fueres, 07.20, de los que los bergantes del juego de la bolita politiquera terminaron por escamotear), saqué de la bolsa mis cuatro cobres, y allá voy, a aprovecharme del “candor” del pícaro y doblar el capital y enriquecerme a lo fácil.  Y va mi primer moneda al cuenco de la derecha que, yo por mi madre lo hubiese jurado,  escondía el garbanzo, y entonces…

¿Pues a qué horas me lo cambiaron, si claro vi que quedó de este lado? Santa simplicidad…

Ya el resto se lo imaginan ustedes: va una moneda, van dos, para reponerme, y van los cobres, el aguilita de plata; y en tanto el palero del peso fuerte retiraba sus buscas yo iba dejando en la mesa del trapacero todo mi capital. Trágame, tierra (zacatecana).

– ¡Métanle para sacar! ¡La suerte, como las olas, va y viene, viene y va, y el que no arriesga no pasa la mar!

En una mano temblona mi último cobre  y cobre en el sabor de  la boca me encontró mi padre, aquel mi padre don Juan que en su vida fue tacto, decoro y suavidad, con sólo en sus ojillos la malicia en rescoldo. Pero esa tarde, mis valedores, lo estaba yo viendo y no podía creerlo. Y es que semejante metamorfosis de quien ahora, como siempre que se disponía a regañarme, omitía el tuteo:

– ¡Qué hace usted con estafadores! ¡Cómo es que así se deja robar!

De “usted” me hablaba, mala señal. Y de no creerse: iracundo por primera vez en su vida, se enfrentaba a un individuo: “¡Regrésele sus centavos!”

El truhán, sonriendo, la malicia en un rostro de bigardón: “¡Metiendo y ganando! ¡El que no arriesga no pasa la mar..!”

– ¡Este jueguito es una trampa vil! ¡Está prohibido por ley!

Encendido su rostro, mi padre miró a los presentes: “¿Verdad, señores, que este es un juego ilegal?” Los feriantes, pura mofa, burleta, disimulo. “Oilo, te lo vendo”.“Pa guarachis, que no tengo”.

Uno se dirigió a mi padre: “Compatriota, aquí el correligionario está haciendo por la vida, y la lucha es permitida”. Otro de los mirones: “Aquí el cristiano ganó en buena ley. Todo fue legal, me costa. ¿No,  Chinicuil?” Y el tercero: “Ha de saber, ciudadano, que esta honorable feria está respaldada por un estado de derecho, que aquí todo se maneja conforme a la  ley, y dentro de la ley todo, fuera de la ley, nada. O sea que aquí usté le jerró y se lo cargó la tiznada. ¿No, tú,  Talamantes?” Y sonreía a sus compinches. (Mañana, el final.)

Santa simplicidad

Esta vez los recuerdos de infancia, mis valedores. Esto que voy a contarles ocurrió en los terrones de mi Jalpa Mineral, en el estado de Zacatecas, y de ello hace ya tantos ayeres que este servidor de todos ustedes, que dobla ya el Cabo de Buena Esperanza, era apenas un payo de primeras luces y silabario de San Miguel. Qué tiempos…

Nunca nada sucedía en aquellos derrumbaderos que pudiese alterar la modorra del caserío, rutina que se amamantaba de campanadas, golpetear de marros en la fragua de don Martín, algún casorio, un bautizo, una muerte violenta, el aullar de todos los perros en el velorio y el estrépito de aquellos camioncitos  Flecha Verde que se van, copeteados de gorrudos, rumbo al rumbo norte. Y no más. La modorra, otra vez, en mi Jalpa Mineral…

Pero aquel día, de repente, la novedad. Fue por carnestolendas, con los bandazos del viento chivero. De súbito mi Jalpa Mineral despertó alborotada: la feria trashumante alzaba sus tenderetes en el terreno baldío del potrero de Animas, y esa misma noche, ante el encandilado asombro del caserío, lo engrifaba de cornetas, flautines y chirimías; de maromeros y payasos enharinados, de féminas de lentejuelas y dos changos marrangos, un anciano y venerable dromedario y dos leones con todo y su domadora –de la que esa misma noche yo, genio (malo) y figura (peor), me enamoré y di en soñarla; en ratos  dormido, despierto las más de las veces. Los feriantes…

Y claro, al olor de la carpa cirquera los camanduleros, polvos de aquellos lodos, no nos iban a faltar; esos pícaros de la aventura y los juegos de trampa y azar, así los apostadores del as y la sota de oros como la sota moza del catre rechinador, ella no de oros sino  de  pesos y centavos. Los pícaros profesionales, gente del mazo de cartas, de la ruleta, de toda suerte, buena y mala, de trapacerías. Y lástima…

Lástima, porque con uno de tales, para mi mala fortuna, me fui a topar. Yo, y conmigo tres payos de mi camada, después de encandilarnos en el mágico mundo del trapecista, los pulsadores y la amazona del caballo percherón, fuimos a dar hasta el tenderete del rufián liviano de manos:

– ¡Dónde quedó la bolita! ¡Métanle para sacar..!

Tres cuencos como mitades de nuez, y rolando entre ellos,  un garbanzo (¿de a libra?), y aquellos dedos tan entendidos en el engaño y el trastupije falaz.

– ¡La mano es más rápida que la vista! ¡Métanle para sacar!

Observé que uno de los mirones jugueteaba en su mano, a lo indeciso, con una moneda de a peso (de aquellos pesos, de los 0.720 que el pri-panismo, como a tantas otras de sus víctimas,  terminó por asesinar), y que de repente, se decidía, y lo plantaba junto al cuenco del centro, o al de esta orilla, o al del lado contrario, y válgame, que  acertaba siempre, y con el peso fuerte retiraba dos. Así de fácil. El palero, por supuesto, quién más.

– ¡Aquí el caballero ganó un peso fuerte! ¡Ya llenó el morral! ¡Metiendo y sacando, metiendo y ganando! ¡Los .ulos no van a la guerra, y el que no arriesga no pasa la mar..!

Tan sencillo como eso. Nosotros, dos o tres cobres calentándose en la bolsa del que los payos llamábamos pantalón y que los gringos de segunda nos transformaron en “yins”,  nos miramos de reojo, y entonces sí: atásquense, ora que hay etc. A doblar el capital, a aprovecharse del candor del camandulero y enriquecerse a lo fácil, Dios me perdone. Y va mi primer moneda al cuenco de la derecha que, yo por mi madre lo hubiese jurado,  escondía el garbanzo del camandulero de feria.  (Sigo el lunes.)

Crímenes de odio

La Iglesia Católica, mis valedores. Estacionada en los tiempos oscuros de una teocracia fundamentalista, se desplaza a reculones, a contracorriente del calendario. Su anacronismo a nadie debería escandalizar si no intentase imponer sus reglas en un Estado laico como es o era el nuestro hasta los gobiernos del Verbo Encarnado. Hago de lado el relato de Borges prometido ayer para referirme al  activista de los derechos de la diversidad Cristian Iván Sánchez Venancio, asesinado el pasado sábado por su preferencia sexual. El odio atizado en la cuna de la revuelta cristera, del Sinarquismo y El Yunque:

“La arquidiócesis de León, Gto, ha divulgado una directiva que prohíbe a las mujeres acudir a las iglesias con minifaldas, escotes, mallones o shorts”.

Tal mojigatería ya se había manifestado en nuestra ciudad y varias más con los espectaculares que hacía propaganda al brassiere, y ahora pronto la prohibición para que el personal femenino que labora en el gobierno municipal de Guadalajara se presentase a trabajar con pantalones, con blusa escotada, con minifalda. El escándalo que provocó semejante medida llegó a los medios de condicionamiento de masas,  y el gobierno del municipio tuvo que recular. Pero no sólo entre nosotros…

La cerrazón, el prejuicio y el odio a la diferencia sexual son también lacras de Venezuela, donde hace algunos ayeres un gobernador emitió el siguiente Decreto:

“Considerando. Que es público y notorio la presencia en nuestras ciudades de ciudadanos de conducta inmoral que se visten de mujeres y transitan por las calles; que estas personas no tienen ninguna razón de existencia legal, que nuestros ordenamientos sólo reconocen la personalidad de Hombre y Mujer; que el Gobernador, como Primera Autoridad, tiene el deber de erradicar este tipo de situaciones que atentan contra la Moral y las Buenas Costumbres.

Decreta. Se prohíbe terminantemente que cualquier persona del sexo masculino se disfrace de mujer y circule por las vías públicas. Las personas que sean sorprendidas por la autoridad pública, serán detenidos (sic), conducidos inmediatamente a la Comandancia de Policía y  encerrados hasta nueva orden del Gobernador del Estado. Si el fin de las personas detenidas es la de imitar a las personas del sexo femenino, suplantando su personalidad con ademanes y con el uso de prendas femeninas, se les impondrá una pena de tres años de prisión y serán sometidas a experticias psiquiátricas. Quienes no estén disfrazados,  pero que la autoridad perciba ademanes afeminados o amanerados, serán encerrados en prisión, como también la persona del sexo masculino que sea sorprendido con estas personas”. El Vaticano:

“Los enfermos de SIDA no deben convertirse en héroes, no lo merecen. Son seres enfermos. La homosexualidad es un verdadero  crimen. La Iglesia Católica rechaza a los homosexuales, así como el uso del condón, fuente de toda clase de prostituciones”.

Guadalajara: “En  el albergue Beata María de Jesús las misioneras del “Corazón de Cristo Resucitado maltrataban a los enfermos, porque “Las personas infectadas están recibiendo un castigo por sus pecados sexuales”.

Javier Lozano, cardenal:

– Actuar contra la naturaleza y contra la dignidad del cuerpo ofende a Dios. Los homosexuales no entrarán en el reino de los cielos.

Consecuencia de tal prédica del odio, el pasado sábado fue asesinado, “con los patrones de otros crímenes de los llamados de odio”, Cristián Iván Sánchez Venancio, activista social. Es México. (Qué país.)

Museo del horror

El segundo marido de Marta, mis valedores. Habló. Volvió a hablar. Lo hicieron hablar en reciente entrevista de prensa, y apenas abrió la boca, para abrir boca vaticinó el regreso del PRI a Los Pinos. Yo, escuchándolo, pegué el respingo y toqué madera (melamina). Luego me di a meditar. En un ejercicio de remembranzas pasé lista de quienes desde el gobierno propiciaron, y aun encabezaron, las comaladas de millonarios que, lo afirmo en su momento Portes Gil, presidente interino, produjo cada sexenio. Fue el de la remembranza un ejercicio  agridulce. Qué tiempos aquellos, los del Revolucionario Ins…

Suspiré. Agridulce la remembranza. A la mente se me vino la torva figura de aquel Díaz Hordas carnicero que hizo la plaza de las Tres Culturas un almácigo de cadáveres y un puro cuajarón de sangre derramada, sangre joven, inocente. Agridulce el recuerdo de un Echeverría matancero por vocación, que a estas horas carga en su conciencia no sólo Tlatelolco, sino el halconazo del 10 de  julio y todo un sexenio que tiznó de pólvora con su guerra sucia, guerra de baja intensidad. Agridulce fue el recuerdo de un López Portillo garañón, que antes de derrumbarse en el desván de la historia dejó los puros huesos la economía nacional. Agridulce evocación fue la que experimenté con la mafia Salinas, el capo de la cual, rapaz, se robó la media cuenta secreta, según lo acusó más tarde el primer mediocre de las cejas alacranadas, quien después de su dicho dio el reculón. “Lo acusé porque tengo demencia senil”. Porque no tengo cojones, debió aclarar.

Agridulces los tiempos del error de diciembre, con un  Zedillo milusos que nos enjaretó los 100 mil millones de nuestra moneda nacional (dólares) de un Fobaproa cuya factura estamos pagando hoy todavía. Mis valedores:

Oí la voz del ranchero de San Cristóbal, medité en su afirmación de que el Tricolor va a volver a Los Pinos, y luego del espeluzno que me provocó el lengua larga medité en los tiempos, qué tiempos, de la “pareja presidencial”. Ya escucho al renegón: “¿Qué pudieron tener de agridulces los tiempos de tales hampones?” Y yo le contesto:

“¿Se ha puesto usted a pensar en lo que las malas artes de esos tales significaron para la historia del país cuando los compare con los cuarenta, cincuenta, ochenta mil, alucinante cifra de muertos, de viudas y huérfanos, de mutilados y  desaparecidos, de familias deshechas o desplazadas, pueblos fantasmas y el  duelo descomunal, el temor colectivo y esa herida nacional que nunca habrá de cicatrizar? ¿De Díaz Hordas al zafio del Centro Fox cuál de todos ellos se podría comparar con  el que ha convertido México en ‘una vergüenza mundial’?”

Agridulce evocación  esta que me provocan la “pareja presidencial”, sus hijos, hijastros y parientes tan rapaces como ellos. Fox, Atenco, un aeropuerto nonato y la violación a los derechos humanos. Fox, una enciclomedia inservible y aquella incultura que Marta y él mentaron a la Gran Rabina Tagore y a José Luis Borgues. Y ya que aludí al escritor argentino, ¿conocen ustedes su relato Un muerto? Aquí, de memoria:

Los protagonistas: uno es  Benjamín Otárola, joven de edad,  ambicioso por naturaleza y rijoso de vocación, cuya vida pendulea de taberna en taberna, en la diestra el puñal. El otro: Azevedo Bandeira,  que capitanea cierta banda de facinerosos. En medio la impredecible, la desdeñosa mujer, cabello rojo encendido, a la que Otárola sorprende descalza y a medio vestir en la cama de Bandeira, y ahí el principio del drama. (Sigo mañana.)

¿Dinastía, nepotismo?GEE

(Los casi 2 mil de uniforme enviados a Michoacán, pregúntanse los malpensados, ¿para cuidar la seguridad pública o para auxiliar a Cocoa, la hermana del de Los Pinos, en su pretensión de gobernar Michoacán?  Y yo digo: ¿una segunda edición de la Marta de Fox? En las tierras del Tata Cárdenas comienza a alzarse la polvareda:

Morelia, Mich. El foro para la propuesta de los candidatos panistas a la gubernatura terminó a golpes entre partidarios de Marko Cortés y Luisa María Calderón Hinojosa, “Cocoa”. Un extinguidor activado provocó confusión, caos,  alarma y estampida de asistentes.

Y es que se disimulan apenas cismas y quebrantos entre panistas doctrinarios y neo-panistas que desnaturalizan la esencia del blanquiazul. Ahora mismo, con una hermana en el gobierno, el de Los Pinos intenta el segundo michoacanazo. ¿Volverán, con Cocoa, los tiempos aciagos de la Sahagún y los hijos de toda su reverenda Marta? ¿Cocoa también? ¿También ella? ¿Gobernadora primero y después Los Pinos? ¿Nada, al respecto, queremos aprender de   la historia?

Recuerdo, para advertencia de algunos, la tragicómica historia de aquella buena mujer, una “apenitas”, que de repente fue catapultada hasta el sillón de Los Pinos en calidad de “pareja presidencial” de un mandilón. Planta trepadora, Marta fue la versión femenina del Icaro de la mitología griega,  que con sus alas de cartón pegadas con cera quiso volar hasta los dominios del sol. Derretido el pegamento y desprendidas las alas, la pequeñaja criatura fue a caer por allá, en el rancho de San Cristóbal, en La Estancia, tal vez, o en el apestoso Tamarindillo adquirido, dicen los suspicaces, por medio de prestanombres. Si de repente gobernadora, ¿la Cocoatambién?

Vino el remolino y nos alevantó. A una Marta hasta entonces pequeña, la alzó desde detrás del mostrador de una farmacia veterinaria y vino a enredarla en las zancas de cierto grandulón (sólo de estatura física) al que logró deslumbrar. Ya encuevada en Los Pinos la advenediza exhibió ante los “medios” el tamaño de su ignorancia, su zafiedad, su mediocridad de logrera valida de la ocasión.  Ya estando arriba se empanzonó de cámaras y micrófonos, de candilejas, fotos y reportajes en las revistas del corazón, que satisfacían a diario su compulsión protagónica. ¿La Cocoa también?

Pues sí, pero lo del agua, al agua, lo de polvo, al polvo y todo lo que sube tiende a bajar. La más reciente de sus apariciones públicas fue en el cumpleaños de algún jerarca de la Iglesia Ortodoxa. Yo, entonces, me hacía la pregunta: ¿qué oscuras actividades la mantendrán ocupada a estas horas en su cubil provinciano? Luego de que vivió en el cogollo del poder y aspiró los humos de ese avieso copal que a su hora le quemaron  los serviles que nunca faltan y siempre salen sobrando, ¿qué habría sido de aquella corte de los milagros que le quemaban no copal, precisamente, sino  incienso, a la muy católica? ¿Qué fue de sus lambiscones y los purpurados que le despellejaron su calidad de esposa y madre y, milagros de los Onésimos, se la entregaron virgencita al mandilón? ¿Quedarán cortesanos que sigan a lisonjas alimentándole la vanidad? ¿Alguno le rogará que vuelva al pantanoso terreno de la politiquería cimarrona? “Ya ve cómo  la Cocoa también”, podrán susurrarle a estas horas. Mis valedores:

¿Recuerdan ustedes aquel rebumbio, y  el bataclán, el rataplán y el boato, la estridencia, la prepotencia, la ostentación y el brillo postizo de Marta? ¿La Cocoa también? ¿También ella? (Sigo después.)

¿Perros policías? ¿Policías perros?

¡Yo soy Oaxaca! ¡En la presencia de sus siete regiones; en sus trajes de vértigos en colorido que roban al paisaje los tonos de su luz; en el perfil moreno de sus mujeres disímiles de carácter, a veces místicas, humildes, soñadoras y también alegres y agresivas en la belleza; fieles hasta la obsesión y sacrificadas hasta el coraje! ¡Yo soy Oaxaca! Y hablo con la voz de mi fértil suelo, de mis agrestes montañas, de mis fecundos bosques y de mi tierra erosionada; con los cafetos y la copra señoreando el cielo con la brisa de un mar intensamente azul, que retrata entre sus aguas las alturas, y con el agrio dulzón de mis piñas derramando sus mieles en las bocas que rezan un rito de emoción. Así, con esos labios, voy a dialogar hacia mí misma.

Cálida prosa con la que Don Francisco Hernández D. trova a su tierra, prosa a la que me permito agregar: Yo soy Oaxaca, y soy La Guelaguetza, que es decir la expresión cumbre de cultura, folklore, raíz, tradición y seña de identidad de este pueblo, abanico y mosaico de tantos pueblos. Yo soy La Guelaguetza, sobrevivencia de un mundo mágico. Mis valedores:

¿Alguno de ustedes habrá asistido por estas fechas a los llamados Lunes del Cerro, los dos siguientes al 16 de julio, en el Cerro del Fortín, al oeste de la ciudad? (Este año, como excepción, comienza hoy mismo, lunes, 25.) ¿Alguno ha admirado esa que es, a ojos, oídos y espíritu, maravilla de color y fulgores, y encantamiento de sones, tonadas, clamor y recitaciones de música y flor, holanes y plumas, y brillos y cintas y enrevesados juegos coreográficos que saben a raíz de un pueblo que es multitud de pueblos, y a esencia idiosincrasia, identidad? Oaxaca.

Cierro los ojos y miro de piel adentro, y me veo mano con mano de una mujer. Una ixtepecana de nombre Nallieli (“yo te amo”, su traducción.) Cerrados los ojos contemplo la parvada variopinta de danzantes llegados de las siete regiones, un cuajarón de penachos y ofrendas, danzas y máscaras, que al vivo rayo del sol ejecutan un largo ceremonial acompasado a tonadas que a toda garganta y a pecho abierto se claman en tono mayor o se salmodian a lo hondo a lo memorioso, a lo melancólico, en un acompasado tono menor. Me acuerdo…

Porque yo, mi mano en la mano de mi única, la istmeña de Ciudad Ixtepec, año con año desde hace muchos, a aplausos  pespunteaba  esa ceremonia que es amalgama y  síntesis de lo indígena, lo mestizo y lo español,  rito y jolgorio donde se queman el copal y el incienso a Centéotl, diosa del tierno maíz, y a la Virgen que se nos vino de España y convive en santa paz con la Princesa Donají, con el rey Cosijoeza, con el arrogante  Zahuindanda, el Flechador del Sol…

A la fiesta del espíritu y los sentidos le huimos en los tiempos aborrascados de Ulises Ruin (así) y la APPO, Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca. Este año pensábamos acudir mi Nallieli y su servidor (servidor de ella). Ya contando las horas se nos iban los días, pero lástima,  que ahí la zozobra y la negativa a asistir: “Al menos 2 mil policías estatales y federales iniciaron el blindaje de la celebración. La vigilancia se extenderá a toda la ciudad. Participan policías antimotines y elementos encubiertos de las fuerzas especiales. En las puertas de acceso, detectores de metales. La revisión será pareja. Se utilizarán perros policías”.

¿Que qué? ¿Perros qué? ¿Una Guelaguetza secuestrada por perros policías y policías perros?  Con esa clase de perros mi Nallieli y su servicial nada de nada, faltaría más. (De vómito.)

¿Cuántas muertes más?

Isabel Ayala Nava, viuda del guerrillero Lucio Cabañas, ultimado hace 36 años por las fuerzas del gobierno, fue asesinada junto con Reyna, su hermana, por un comando armado que las balaceó el pasado 4 de julio en Xaltianguis, Guerrero. ¿Cuántas muertes más?”, clama Micaela Cabañas Anaya, huérfana de Isabel.

¿Fue una casualidad?, pregunta Sara Lovera, periodista. ¿Se trata de un mensaje? ¿Es parte de la confusión política y social en la que vivimos? ¿Solamente se trata de algo más de violencia en Guerrero? ¿Qué tiene que ver con las protestas y el pasado?

A saber. Polvos de aquellos lodos ensangrentados, tal vez. Pero tal desmesura, mis valedores, semejante atrocidad, evidencia la inutilidad de enfrentar con las armas el Sistema de poder, cuando es factible y urgente para el país darnos un gobierno aliado con sólo aplicar esa estrategia adecuada: la organización celular autogestionaria. Aquí el testimonio de alguno de esos magníficos delirantes que apuntan el arma contra el Poder:

 “Te vendan los ojos. Toques de picana. Prueban los límites de tu resistencia teniéndote días sin dormir, y el pozo, golpearte hasta dejarte sin aire para de inmediato sumergirte la cabeza en agua y provocar el ahogamiento. Te cuelgan de helicópteros, pero no te dejan morir. Para ti lo mejor: que te maten. En la tortura te matan muchas veces”.

¿El provecho que el guerrillero, equivocado magnífico,  reporta a las masas populares? Júzguenlo ustedes. ¿El destino que le aguarda?  Terminar como Lucio Cabañas, profesor rural caído en un enfrentamiento con fuerzas del ejército el 2 de diciembre de 1974. Del guerrillero, lástima, sólo quedan la leyenda popular de una enorme valentía personal, una estatua de bronce y el rito de las honras fúnebres.

En Atoyac de Alvarez, una tarde de diciembre del 2002, nostálgicos fieles del insurgente inhumaron sus restos y los fueron a depositar en el punto en que se alzaba el tamarindo a cuya sombra el combatiente se manifestaba contra el gobierno.  Y no más, que tal es el destino de los guerrilleros, ellos que en su impaciencia porque cambien las condiciones calamitosas del país toman un arma y se remontan a la sierra, donde habrán de enfrentarse a un Poder que los rebasa en violencia armada, y que mañana los va a bajar en una bolsa de plástico, si no es que los arrojen en un hoyo de la tierra bruta, y del generoso insensato nadie conocerá el rastro.

Frente a la guerrilla urbana el régimen desarrolla un aparato policíaco basado en Inteligencia Militar que funciona con los métodos usuales de la contraguerrilla urbana: tortura en cárceles clandestinas, desapariciones y muertes “aleccionadoras”: los cuerpos de guerrilleros aparecen terriblemente torturados. (ORPC, 1968-1985.)

Pero los matanceros de ayer serán las reses de mañana, y el tiempo coloca a los hombres en su lugar. Treinta años después de asesinado  Cabañas, dos de los generales que lo  persiguieron tachándolo de bandolero, delincuente y criminal, Arturo Acosta Chaparro y Humberto Quiróz Hermosillo, fueron encarcelados por delitos de narcotráfico. Hoy, el maestro y luchador civil  se mira de frente, en bronce, con el bronce del prócer Juan Alvarez. A treinta años de su muerte a manos de las fuerzas federales, en Atoyac de Alvarez fue recordado con una estatua de bronce, una velada cultural y una marcha cívica. Y la paz.

La paz, sí, pero hoy, mientras tanto, ¿cuántos muertos más?

Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez, los hermanos Gámiz, Lucio Cabañas, Isabel y Reyna Anaya Nava (A su memoria.)

¡Sí-se-pú-do!

Esa fascinación, ese abandono de sí mismo que el futbol ejerce sobre amplias masas populares constituye un vasto movimiento de diversión y de mistificación; cumple una función de compensación simbólica y de exultorio. Los capitalismos lo utilizan como medio de adiestramiento gregario y control psicológico de las masas a través de sus reflejos condicionados.

Sigue aquí la transcripción de opiniones, iniciada ayer aquí mismo, de estudiosos que analizan ese fenómeno de enajenación colectiva: el futbol.

“No tenía idea de la explosión de locura que se produce si se encierra en la misma probeta una crisis económica, un desencanto por las instituciones del país, una bolsa de café y una virgen de madera dorada, y esa mezcla se deja desintegrar bajo el sol mojado de los tristes trópicos. Jamás un país me había dado la impresión de estar enajenado en bloque, pasmado entre un pasado ausente y un porvenir ilegible. Si en ese cuerpo enorme y febril se inocula pasión futbolística, la razón se tambalea. En ese organismo en estado de baja resistencia el cáncer del futbol ataca uno tras otro a todos los órganos y los roe ferozmente”.

El deporte por delegación es un fenómeno  de la sociedad industrial de masas, el santo y seña de la sociedad de clases. Las clases altas practican personalmente el deporte  (golf, tenis, equitación, esgrima, polo, etc.); sólo las clases bajas están reducidas al espectáculo pasivo del futbol. La inmensa mayoría del pueblo rara vez toca un balón, y se vuelve espectador pasivo que participa por delegación de los triunfos de su cuadro predilecto, a cuyos partidos asiste a distancia, desde una tribuna, enajenándose en el jugador profesional, al que eleva a la categoría de ídolo.

Separado de la experiencia real, el futbol se convierte en un símbolo abstracto y lejano, en una deformación caricaturesca de la comunicación interhumana, que ejerce una poderosa fascinación y dominación sobre el espectador pasivo.

El futbol constituye para los regímenes reaccionarios un medio de despolitización de las masas, un señuelo para alejar a la juventud de las ideologías. El menosprecio hacia el fanático se evidencia hasta en las condiciones inhumanas que se le hacen sufrir en los estadios, que son lo más parecido que existe a un campo de concentración, donde ni siquiera falta el alambrado de púas.

La comunicación espontánea que se produce en el futbol es del tipo de las multitudes instantáneas que se forman en ocasión de un linchamiento, y no es de extrañar que muy frecuentemente termine violencia.

De súbito, desde las galerías, rompen a rodar las pasiones crispadas, las imaginaciones de fuerza de los insultos, los frustrados deseos semanales, y la multitud de los partidarios sugiere de pronto la imagen de un viejo decrépito que se exaspera en sus vanos esfuerzos por poseer a una adolescente…

La verdadera pasión es fría. El entusiasmo, en cambio, es por excelencia el arma de los impotentes.

Por cuanto a los merolicronistas (radio, TV y prensa escrita): “Tienden a acentuar el carácter estético del futbol. Hablan de estilos y técnicas, pero que no los engañen: sólo intentan crear una seudo-cultura basada en valores irrisorios para uso de las masas a las que no se les permite tener acceso a la cultura. Hacen un serio estudio de algo de lo que nada hay que comentar, aparte de algunas elementales reglas de juego. Pero el futbol es rey, dios, dictador, negocio, enfermedad,  enajenación, manipulación y política. Todo, menos un deporte. (El resto, en otra ocasión.)

El flautista de Hamelín

¿Recuerdan ustedes esa leyenda? ¿La desconoce alguno? Tal pregunté  a los presentes en la pasada emisión de nuestro espacio comunitario de Domingo 6, que se transmite en Radio Universidad. Aquí, de memoria, la síntesis de la leyenda que arranca en el siglo XIII:

La ciudad alemana de Hamelín fue sacudida por una plaga de ratas, y no atinaban los lugareños en la manera de librarse de los roedores. De repente aparece un desconocido que ofreció  la solución del horroroso problema; mediante el pago correspondiente libraría de los bichos a la ciudad.  Los aldeanos se comprometieron al pago, y fue entonces: el fuereño tomó su flauta y comenzó a sacarle unos sones extraños, misteriosos, a cuyo sonido todas las ratas salieron de sus escondrijos y como hipnotizadas se fueron detrás del son. Ya congregada la nata de roedores en derredor del flautista, éste se dirigió hasta el río cercano, y la solución: todos los roedores perecieron ahogados. El  misterioso flautista reclamó su recompensa, pero los payos se negaron a pagarle. Ofendido, desapareció de Hamelín.

Tiempo después, la venganza: mientras los lugareños visitaban el templo,  el personaje volvió a tañer de su instrumento frente a los niños, que hipnotizados al son de la flauta avanzaron hasta el río. Luto general. Llanto y rechinar de dientes.  Cumplida ya su venganza, del flautista nunca se volvió a saber. Queda a cargo de ustedes la posible analogía, con todo y su moraleja, después de que escuchen el tema que hoy les propongo.

La flauta de Hamelín y la manipulación de las masas sociales. La enajenación. “Algo está alienado, dice el maestro,  cuando su existencia no corresponde a su esencia, cuando está fuera de sí”. Y en ese estado, fuera de sí, me han traído a los pobres de espíritu, penduleando entre el júbilo delirante porque “¡somos campeones del mundo!”, y la sombría pesadumbre porque “nos colgaron tres ceros en tres partidos”. Mis valedores:

No voy a tratar ante ustedes un asunto de miércoles como es el del clásico pasecito a la red.  No voy a escribir de futbol, que maldita la gracia que me hace el tema de manipulación colectiva, sino de la mansedumbre, la  dependencia y la inercia que  exhiben las masas sociales de Hamelín ante el estímulo  de la flauta que en nombre del Sistema de poder, del que forman parte, les tañen los medios de condicionamiento de masas.

El sentimiento pseudo-patriótico que depositamos en el seleccionado nacional sirve para ocultar la falta real de una auténtica unidad nacional capaz de enfrentar a la opresión imperialista.

Aquí  algunas opiniones de analistas que se han abocado a examinar la reacción de las masas ante el fenómeno colectivo del futbol.

Como espectáculo para las masas sólo aparece cuando una población ha sido ejercitada, regimentada y deprimida a tal punto que necesita cuando menos una participación por delegación en las proezas donde se requiere fuerza, habilidad y destreza, a fin de que no decaiga por completo su desfalleciente sentido de la vida.

El futbol florece en comunidades urbanas donde el ser humano corriente lleva una vida sedentaria y no tiene muchas oportunidades para la labor creadora. En una sociedad donde el pueblo pudiera desarrollar libremente todas sus posibilidades deportivas, ¿el futbol como espectáculo de masas seguiría ejerciendo la fascinación que opera en nuestra sociedad? Con el futbol se educa a las masas para la pasividad, para la dependencia, para la no acción, para la no participación en la vida pública. (Sigo mañana.)

Chaparrito, peloncito…

Maestros y alumnos, mis valedores. Me referí ayer a las exigencias que unos y otros plantearon al candidato presidencial. Aquí, feo sonsonete al hablar, las respuestas de aquel chaparrito, peloncito, tan lenguaraz como demagógico:

– Respetables maestras y queridos maestros: el triunfo que buscamos tendrá que reflejarse en una evaluación de la calidad de la educación en México. En muchas naciones se da énfasis a los medios materiales de la educación; nosotros daremos énfasis al contenido y a los educadores, a la familia y al maestro. Por eso promoveremos el orgullo de ser mexicanos, sin patrioterismo, pero con un profundo nacionalismo. Al culto a los símbolos sumaremos el de los héroes y sobre todo el del esfuerzo del pueblo mexicano para construir la gran nación de la que hoy sentimos enorme orgullo.

Educación es conciencia, es memoria, es vivir la vida; es el arma de la paz para transformar nuestro mundo con un sentido democrático y popular. Pero reitero ante ustedes: no podemos hablar de elevar la calidad de la educación si antes no le damos la calidad de vida a los maestros mexicanos; porque la pregunta que hay que hacer con claridad y con energía es: ¿cómo lograr mejor educación con los sueldos tan bajos que perciben los maestros..?

Si queremos calidad, primero vamos a elevar los sueldos y percepciones de los maestros mexicanos. No es sólo un compromiso de campaña, ése que hoy asumo ante ustedes; mañana me propongo pasar de las palabras a los hechos y, ya como Presidente, cumplirles a todos los maestros mexicanos.

Cómo pedir educación de mejor calidad, con el material didáctico tan deficiente de que disponen los maestros; cómo pedir educación de mejor calidad, cuando en muchos pizarrones ya no se puede escribir; cómo pedir educación de mejor calidad, si cuando el maestro va a solicitar un préstamo al ISSSTE lo traen a la vuelta y vuelta y no le dan respuesta. Cómo pedir educación de mejor calidad, si hay maestros que me han mostrado y enseñado el cheque de su quincena y no les alcanza para cubrir el recibo de luz. Cómo pedir educación de mejor calidad si cuando el maestro legítimamente demanda una vivienda decorosa no puede tener acceso ni siquiera a la de renta.

Tenemos que revertir la baja en los niveles de vida de los maestros mexicanos. Me propongo hacer que en los hechos se reconozca que el maestro es un profesionista y un personaje de su comunidad; por eso mismo al maestro le daremos el trato digno que merece por su importancia nacional. Vamos a hacer realidad el compromiso. Un Estado moderno y soberano, un país independiente y próspero, sólo puede sostenerse con la voluntad de un pueblo orgulloso de sus orígenes y con una clara visión de su futuro.

Vamos a la victoria en la jornada electoral para lograr elevar la calidad de la educación en México. Vamos a ganar una mejor educación; vamos a triunfar para elevar el nivel de vida de los maestros. Vamos a alcanzar el triunfo y lograr una época de bienestar para nosotros; pero, sobre todo, para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. ¡Viva México!

¡Viva!, Y el orgasmo de aplausos. ¿El demagogo lenguaraz? Uno chaparrito, peloncito, tan grandes orejas como su cinismo al culpar a Zedillo, otro que tal, de cuanta calamidad provocó su gobierno.  Salinas, sí, al que ovacionaron maestros, alumnos y la Gordillo.¿Ya que sentó sus dos reales en el sillón? Los maestros, a marchas forzadas, plantón y reniegos: ¡E-xi-gimos! Como hoy mismo al de los inexistentes  pactos secretos. (Macabrón.)

Una Gordillo y uno chaparrito

Que el pacto con la Gordillo no fue polìtico; que fue estrictamente educativo, jurò ante los mexicanos hace un par de semanas el presidente del paìs. Dìas màs tarde, bomba verbal, estallò el desmentido de la propia Gordillo:

– Claro que hubo negociación. Yo acordé con Calderòn el apoyo electoral del magisterio a cambio de puestos en el gobierno, entre ellos la Loterìa Nacional, la direcciòn del ISSSTE y las subsecretarìas del Sistema de Seguridad Nacional y de Educaciòn Bàsica de la SEP.

Ya descubierta la maniobra de la “líder moral” del magisterio con el candidato panista a la presidencia de Mèxico, el hoy presidente sale a declarar:

– El pacto que establecì con la maestra fue para consolidar la calidad educativa y no para saquear las instituciones. En ningùn momento hubo carta de impunidad ni para la maestra ni para los directores. El que meta mano a la caja se la corto”. (Vega Casillas, el de la Funciòn Pùblica, sonreía…)

Nada difícil, mis valedores, ubicar esa trampa verbal: más allá de declaraciones sesgadas, ¿hubo o no hubo un toma y daca con la Gordillo? Esa pregunta directa reclama una directa contestación. Hablar del corte de manos en andarse por las ramas.

Pero, por otra parte, en relación a  la lucha de los maestros por lograr sus muy justas reivindicaciones  laborales:

Alboroteros y levantiscos, los susodichos se exhiben ayunos de toda autocrítica para analizar sus formas de lucha y cambiar o modificar lo obsoleto porque ya haya sido neutralizado por el Poder, y  entonces crear otras tácticas con qué enfrentar el Sistema. Pero los beneméritos de la educación pública se amorcillaron y, ratoncillos de laboratorio, desde las épocas de López Mateos (para no remontarnos a tiempos aún más remotos) corren a lo desaforado en una banda sin fin,  sin salir de un mismo sitio, y lo peor: sin percatarse de semejante inutilidad. ¿Pero lo peor de lo peor? Que estèn conscientes de la situación, pero que ya le hayan tomado gusto a las formas rancias de encarar el Poder. Desesperante.

¿Es de extrañarse, entonces,  que desde hace décadas humillen la testa y permitan que una intrigante rapaz les maneje el voto en las urnas y las cuantiosísimas cuotas sindicales? ¿O se trata tal vez, como en las parejas mal avenidas,  de una relación sado-masoquista con el Poder? A propósito:

A su hora (en mala hora) les enjaretaron una apodada Alianza por la Calidad Educativa para Vivir Mejor, maniobra a la que la Gordillo y su aliado, el de Los Pinos, declaraban que “es toda una revolución educativa”. Yo, leyendo la nota de prensa, me puse a reflexionar en torno a las luchas del magisterio ¡e-xi-giendo! reivindicaciones para su gremio. Los autores de la Alianza por la Calidad etc.,  socarrones,  meneaban la testa…

Ante el candidato presidencial, los maestros del SNTE, qué perspicacia la suya: ¡Las ofertas de los candidatos presidenciales son superficiales, y poco serios sus planteamientos!

No hay diferencias notables entre maestros y alumnos al comparar las exigencias de un cierto Parlamento Infantil cuando los alumnos se dirigieron al candidato:

¡E-xi-gimos administraciones de gobierno justas y honradas, que hagan buen uso de los recursos públicos, y atención a necesidades primarias como alimentación, salud y seguridad! ¡De-man-damos una enseñanza de mejor calidad, mejor infraestructura en las escuelas, más escuelas y, desde luego, más capacitación de los maestros!  (Síndrome de Sicilia.)

Ahí fue cuando estalló el borbollón de promesas que el chaparrito soltó en chaparrón. (Sus promesas,   mañana.)

Un asunto de miércoles

Y nada, que el nuevo edificio del Senado nos fue a resultar una maltrecha metáfora de los poderes de nuestro país; político, financiero, religioso, etc.. La primera semejanza: para alojar apenas a 128 legisladores a cual más de inútil, nos sale constando 3 mil 246 millones de pesos. ¿Y el Sistema de poder?

El inmueble iba a ser “inteligente”. El de Los Pinos iba a ser el presidente del empleo. Pero el “inteligente” nos resultó el más estúpido de los edificios construidos en el país desde los tiempos del primer Nopalito hasta hoy día. A querer o no, los contribuyentes cautivos (en tantos sentidos) tuvimos que pagar por un “inteligente” con toda (mala)  suerte de problemas de carácter estructural.

Para empezar, y según reportes, las estructuras de acero están electrificadas. Que es riesgoso no sólo tocarlas, sino aun acercárseles, como ocurre con las “vallas artes” que erizan la zona cuando el de Los Pinos se arriesga a poner una chancla medio metro fuera del bunker.

¿Que falla la luz? Sí, como viene ocurriendo con el suministro eléctrico desde que el de la Tricolor asestó puñalada trapera a Luz y Fuerza del Centro y aventó a media calle a más de 40 mil  del Mexicano de Electricistas. El, tan campante.

Al “inteligente” la falta el agua en algunas de sus secciones, pero en otras a diario amanece inundado y con el agua al cuello, al igual que los más de 10 millones de “amigas y amigos” que en cuatro años y medio el de Los Pinos aventó a la pobreza.

Muy “inteligente” el inmueble, pero le fallan los elevadores. A jadeos y pujidos intenta subir al Cordero de Dior, a Lujambio, al cristero etílico y yunquista, pero cómo, si no existe elevador que levante a mediocres. Podrá alguno alcanzar la cumbre del puesto político y aun embrocarse la tricolor, pero eso no le quitaría lo “apenitas”, y aun pueden embrocarle el alias de espurio. Y es que en esa cáfila de medianejos se cumple cabalmente  la sentencia bíblica: “Nadie puede aumentar a su estatura un codo”.

Como edificio “inteligente” se supone que iba a reciclar el agua de su gasto y ahorrar energía eléctrica, pero con todo y la campañita de cambio de lámparas el recinto traga luz por todos sus tragaluces. ¿El agua? Cuál reciclar, si toda se le chorrea sobre salones, auditorios y oficinas hasta el grado de que los escurrimientos han afectado el equipo en el área de televisión. El “inteligente” quiso beneficiar el duopolio y acabó regándola (el agua). Claro, tarde o temprano le van a hacer pagar la factura.

Total, que el “inteligente” sigue regándola; tanto, que según reportes que se escurren a lo subrepticio, desde allá arriba, de las azoteas, los escurrimientos alcanzan ya alrededor de 50, 80 mil derrames sangrantes, y no hay dotación suficiente de cubetas y botes alcoholeros para recoger los encharcamientos. Resultado: ya se oyen pasos en la azotea…

Lástima de armatoste. Ya debió servir para los que los cándidos esperaban, pero hace casi cinco años que vegeta, que  sobrevive apenas, a penas de tantos, y amenaza aumentar la cifra de víctimas cuando por falta de cimientos se venga abajo, y lógico en un edificio con esa clase de “inteligencia”: se afirma que del drenaje se le escapan filtraciones de aguas negras y nauseabundos olores. No han bastado, al parecer, los aromatizantes de la radio, la prensa escrita y principalmente la televisión, costosa la mayoría de desodorantes, y bien pagados, para disimular la hediondez y el olor a sangre derramada que despide el “inteligente” edificio.  (Sigo mañana.)

El verdadero opio del pueblo

Noam Chomsky, mis valedores. ¿Lo habrá leído alguno de ustedes? ¿Lo habrá oído mentar? El norteamericano es el linguista contemporáneo de mayor lucidez y compromiso, cuyo pensamiento ha marcado de forma fundamental diversas ramas del pensamiento científico: teoría política, filosofía, antropología, etc. Ensayista demoledor, Chomsky ha develado trampas y engañifas con las que el Poder somete a las masas sociales a la mansedumbre y las mantiene domesticadas e inertes, pero eso sí, boca abierta y divertidas con opiáceos atroces como la TV.  Leer al intelectual  es descubrir esas estrategias de manipulación con las que el Poder tiene mansa a la gente, aturdida, encandilada e incapaz de pensar. Aquí, 10 de sus trampas más socorridas.  Al ir leyendo podrán descubrir ustedes las medidas que aquí mismo nos aplica el Sistema, siempre apoyado por la industria del periodismo. La primera de tales medidas, y yo transcribo tal cual:

1.- La estrategia de la distracción.

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención pública de los problemas importantes y de los cambios operados por las élites políticas y económicas mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales en  el área de la ciencia, la economía, la psicología, etc. “Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Tenerlo siempre ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales”.

2.- Crear problemas y después ofrecer soluciones.

Este método también es llamado “problema reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar, por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que sea el público el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. (¿No, Sicilia?) O también crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3.- La estrategia de la gradualidad.

Para hacer que se acepte una medida inaceptable basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos (gasolinazos). Es así como condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios,  que hubieran  provocado una revolución si hubiesen sido aplicados de una sola vez.

4.- La estrategia de diferir.

Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado de inmediato; después, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejor mañana”, y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo de acostumbrarlo para cuando llegue el momento. (Sigo mañana.)