Maestros dogmáticos

El dogma y las luchas magisteriales. Ocurrió en 1997. Con las manos vacías regresaron a casa los contingentes de maestros que habían efectuado su concentración anual en el DF. A modo de despedida, su comunicado de prensa, de dar verguenza:

Los trabajadores de la educación del DF, organizados en la Sección 9 del SNTE, reconocemos el apoyo que los habitantes de la Cd. de México nos brindaron durante el paro indefinido (sic) de labores, el esfuerzo de miles de maestros, padres de familia, alumnos, pueblo trabajador todos (resic), no fue suficiente; marchas, mítines, cierres de escuelas y plantones sólo lograron arrancar al gobierno priísta una mínima respuesta a nuestro pliego petitorio. La incapacidad (¡!)  del gobierno neoliberal de Ernesto Zedillo requiere ser enfrentada por una fuerza mucho mayor a la desplegada hasta ahora

Eso, en 1997. Ya antes había sucedido el incidente de los mentores frente a las puertas cerradas de Televisa, 1989. Yo, a la vista de ese contingente de mentores a los que el Sistema traía a mal traer les envié este mensaje del que, según los resultados, ni siquiera tuvieron conocimiento:

Compañeros de la Coordinadora Nac. de Trabajadores de la Educación: se enfrentan ustedes al Sistema y sus voceros oficiosos, esos «medios» que  malinformaron sañudamente a las masas sobre el conflicto magisterial, siempre parciales en contra de ustedes. Ah, esos comentarios editoriales, esas caricaturas de caricaturas, esos noticieros de Televisa, esos…

Tanta saña exudaron sus informaciones que el tres de mayo (1989), miles de ustedes tomaron los alrededores de Chapultepec 18 y pusieron sitio a las instalaciones del consorcio donde se «perpetran» los noticiarios.  Ustedes exigían (ojo: exigían) enmendaran el trazo y proporcionaran al paisanaje una información objetiva, oportuna, veraz e imparcial de los sucesos tocantes a su movimiento disidente.

¿Eso hicieron, maestros? ¿Y la conciencia de enemigo histórico?  El diario: “Tras una manifestación de tres horas, de tapizar con carteles las paredes exteriores del inmueble y de una clausura simbólica de la empresa comunicativa por su parcialidad informativa, Alemán ordenó abrir las puertas de Chapultepec 18 para dialogar”. Con unos cuantos.

Y las pancartas: “Jacobo necesita aumento, pero en sus lentes, para que cuente bien a los maestros”. Y que hay una materia que no aprobó, la gris, y lo bochornoso: “Amador Narzia, de Televisa, ingresó por la puerta trasera, copada por los maestros. Piden sólo un minuto, un minuto para decirle… Narzia hizo como que no oía para colarse por una rendija abierta”. Y dejar a los maestros con la palabra en la boca.

“Nosotros sólo queríamos decirle que no diga mentiras. Que nos escuche”. Dejo de lado la vergüenza, propia y ajena, que su actuación me produjo, compañeros maestros, para decirles lo que, según todos los indicios, ustedes no han querido entender. En la lucha social existen dos vías: una es exigir; la otra, asumir. La primera, la más socorrida, resulta inútil. Asumir es la opción valedera. ¿Ustedes exigiendo? ¿Quedándose ustedes con la palabra en la boca? ¿Sólo a 12 de ustedes permitió hablar Alemán? ¿Eso a integrantes del  organismo corporativo de control de maestros más grande de Iberoamérica? ¿Eso a ustedes, que en conjunto tienen una influencia directa y total en millones de alumnos, y a través de ellos en millones de familias, que es decir en todo este país? ¿E-xi-gien-do ustedes a su enemigo histórico?  Ah, maestros, ah, México. (Este país.)

Las manos vacías

¡Lucha frontal contra la condición de apóstoles! Sí, contra la versión de un apóstol sufrido y candoroso que soporte tranquilo la miseria y el hambre, porque cuanta más hambre y miseria más diáfano será el apóstol: he ahí un ideal del maestro mexicano que la burguesía tiene particular interés en difundir. (Aníbal Ponce: Educación y lucha de clases, 1937)

La lucha magisterial, mis valedores, desde aquellas fragorosas contiendas que al final de la década de los 50s. sostuvo el magisterio lado a lado con médicos, telegrafistas, ferrocarrileros y otros gremios descontentos. Las causas de esa lucha son válidas y legítimas, por más que para el Sistema, bien lo asentaba Aníbal Ponce hace ya 75 años, en directo contacto con las masas populares sería peligroso que el maestro llegara a comprender que también es un obrero como los otros, explotado y humillado. ¡Qué procedimiento más refinado, en cambio, convertir su propia miserable situación en la virtud más excelsa de este venerable «instrumento del Eterno»!

Categórico. Pues sí, pero siendo tan justas sus demandas en cuanto gremio trabajador, ¿por qué ese estreñimiento mental a la hora de crear estrategias válidas, eficaces, para conseguir sus reivindicaciones de clase?  ¿Por qué reducir sus tácticas a la mega-marchita que, según lo dejaron probado de forma fehaciente sus movilizaciones de fines de los 50s., no producen logro ninguno para las bases sindicales del magisterio? A propósito: en mi archivo encontré un espléndido estudio donde la investigadora apunta la razón: la desmemoria; la carencia absoluta de memoria histórica. Su dicho:

“En el caso de los movimiento sociales ni siquiera los propios grupos que fungieron como actores principales escapan a estas carencias y deformaciones. A través de contactos personales con maestros de primaria del DF me he convencido de que ignoran casi completamente, sobre todo los jóvenes,  lo sucedido hace unos años y que sus juicios al respecto, cuando los tienen, generalmente carecen de sustentación y se limitan a manifestar su simpatía o antipatía para con los líderes del movimiento”.

Situación en verdad lamentable, si se toma en cuenta que cualquier intento serio de democratización dentro del Sindicato Nac. de Trabajadores de la Educación (SNTE) se enfrentará en gran parte a los mismos obstáculos que se encontraron en 1958 y que, por lo tanto, la previa asimilación de la lucha que entonces se desarrolló se torna no sólo deseable, sino necesaria. Claro, sí, pero el dogma…

El incidente ocurrió hace algún tiempo, pero qué lección para los maestros que quieran avocarse, siquiera por una vez, al ejercicio de pensar:

Los mentores disidentes que a la advocación del Día del Maestro se congregaron en esta ciudad (¡esa rutina!)  regresaron a sus lugares de origen. Con las manos vacías, como viene ocurriendo desde 1958, y eso que por aquel entonces se apalancaban en la insurgencia de médicos, telegrafistas y ferrocarrileros. Esta vez  tornaron a Chiapas, Oaxaca,  Guerrero, Zacatecas. Antes de irse y a modo de despedida hubieran podido, una vez más, publicar su desplegado de prensa de junio de 1997 que, con ánimo de que capten ustedes la «eficacia» de la estrategia magisterial, copio aquí  en su parte medular,  con esa sintaxis y con esa lógica: yo te exijo; tú ignoras mi exigencia; yo me  regreso con las manos vacías, ergo: tú eres un inepto. Ah, mentores. El texto, con su redacción:

A los ciudadanos del DF. Al pueblo trabajador .Al magisterio nacional del DF. (Mañana.)

Chaparrito, peloncito…

Maestros y alumnos, mis valedores. Me referí ayer a las exigencias que unos y otros plantearon al candidato presidencial. Aquí, feo sonsonete al hablar, las respuestas de aquel chaparrito, peloncito, tan lenguaraz como demagógico:

– Respetables maestras y queridos maestros: el triunfo que buscamos tendrá que reflejarse en una evaluación de la calidad de la educación en México. En muchas naciones se da énfasis a los medios materiales de la educación; nosotros daremos énfasis al contenido y a los educadores, a la familia y al maestro. Por eso promoveremos el orgullo de ser mexicanos, sin patrioterismo, pero con un profundo nacionalismo. Al culto a los símbolos sumaremos el de los héroes y sobre todo el del esfuerzo del pueblo mexicano para construir la gran nación de la que hoy sentimos enorme orgullo.

Educación es conciencia, es memoria, es vivir la vida; es el arma de la paz para transformar nuestro mundo con un sentido democrático y popular. Pero reitero ante ustedes: no podemos hablar de elevar la calidad de la educación si antes no le damos la calidad de vida a los maestros mexicanos; porque la pregunta que hay que hacer con claridad y con energía es: ¿cómo lograr mejor educación con los sueldos tan bajos que perciben los maestros..?

Si queremos calidad, primero vamos a elevar los sueldos y percepciones de los maestros mexicanos. No es sólo un compromiso de campaña, ése que hoy asumo ante ustedes; mañana me propongo pasar de las palabras a los hechos y, ya como Presidente, cumplirles a todos los maestros mexicanos.

Cómo pedir educación de mejor calidad, con el material didáctico tan deficiente de que disponen los maestros; cómo pedir educación de mejor calidad, cuando en muchos pizarrones ya no se puede escribir; cómo pedir educación de mejor calidad, si cuando el maestro va a solicitar un préstamo al ISSSTE lo traen a la vuelta y vuelta y no le dan respuesta. Cómo pedir educación de mejor calidad, si hay maestros que me han mostrado y enseñado el cheque de su quincena y no les alcanza para cubrir el recibo de luz. Cómo pedir educación de mejor calidad si cuando el maestro legítimamente demanda una vivienda decorosa no puede tener acceso ni siquiera a la de renta.

Tenemos que revertir la baja en los niveles de vida de los maestros mexicanos. Me propongo hacer que en los hechos se reconozca que el maestro es un profesionista y un personaje de su comunidad; por eso mismo al maestro le daremos el trato digno que merece por su importancia nacional. Vamos a hacer realidad el compromiso. Un Estado moderno y soberano, un país independiente y próspero, sólo puede sostenerse con la voluntad de un pueblo orgulloso de sus orígenes y con una clara visión de su futuro.

Vamos a la victoria en la jornada electoral para lograr elevar la calidad de la educación en México. Vamos a ganar una mejor educación; vamos a triunfar para elevar el nivel de vida de los maestros. Vamos a alcanzar el triunfo y lograr una época de bienestar para nosotros; pero, sobre todo, para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. ¡Viva México!

¡Viva!, Y el orgasmo de aplausos. ¿El demagogo lenguaraz? Uno chaparrito, peloncito, tan grandes orejas como su cinismo al culpar a Zedillo, otro que tal, de cuanta calamidad provocó su gobierno.  Salinas, sí, al que ovacionaron maestros, alumnos y la Gordillo.¿Ya que sentó sus dos reales en el sillón? Los maestros, a marchas forzadas, plantón y reniegos: ¡E-xi-gimos! Como hoy mismo al de los inexistentes  pactos secretos. (Macabrón.)

Una Gordillo y uno chaparrito

Que el pacto con la Gordillo no fue polìtico; que fue estrictamente educativo, jurò ante los mexicanos hace un par de semanas el presidente del paìs. Dìas màs tarde, bomba verbal, estallò el desmentido de la propia Gordillo:

– Claro que hubo negociación. Yo acordé con Calderòn el apoyo electoral del magisterio a cambio de puestos en el gobierno, entre ellos la Loterìa Nacional, la direcciòn del ISSSTE y las subsecretarìas del Sistema de Seguridad Nacional y de Educaciòn Bàsica de la SEP.

Ya descubierta la maniobra de la “líder moral” del magisterio con el candidato panista a la presidencia de Mèxico, el hoy presidente sale a declarar:

– El pacto que establecì con la maestra fue para consolidar la calidad educativa y no para saquear las instituciones. En ningùn momento hubo carta de impunidad ni para la maestra ni para los directores. El que meta mano a la caja se la corto”. (Vega Casillas, el de la Funciòn Pùblica, sonreía…)

Nada difícil, mis valedores, ubicar esa trampa verbal: más allá de declaraciones sesgadas, ¿hubo o no hubo un toma y daca con la Gordillo? Esa pregunta directa reclama una directa contestación. Hablar del corte de manos en andarse por las ramas.

Pero, por otra parte, en relación a  la lucha de los maestros por lograr sus muy justas reivindicaciones  laborales:

Alboroteros y levantiscos, los susodichos se exhiben ayunos de toda autocrítica para analizar sus formas de lucha y cambiar o modificar lo obsoleto porque ya haya sido neutralizado por el Poder, y  entonces crear otras tácticas con qué enfrentar el Sistema. Pero los beneméritos de la educación pública se amorcillaron y, ratoncillos de laboratorio, desde las épocas de López Mateos (para no remontarnos a tiempos aún más remotos) corren a lo desaforado en una banda sin fin,  sin salir de un mismo sitio, y lo peor: sin percatarse de semejante inutilidad. ¿Pero lo peor de lo peor? Que estèn conscientes de la situación, pero que ya le hayan tomado gusto a las formas rancias de encarar el Poder. Desesperante.

¿Es de extrañarse, entonces,  que desde hace décadas humillen la testa y permitan que una intrigante rapaz les maneje el voto en las urnas y las cuantiosísimas cuotas sindicales? ¿O se trata tal vez, como en las parejas mal avenidas,  de una relación sado-masoquista con el Poder? A propósito:

A su hora (en mala hora) les enjaretaron una apodada Alianza por la Calidad Educativa para Vivir Mejor, maniobra a la que la Gordillo y su aliado, el de Los Pinos, declaraban que “es toda una revolución educativa”. Yo, leyendo la nota de prensa, me puse a reflexionar en torno a las luchas del magisterio ¡e-xi-giendo! reivindicaciones para su gremio. Los autores de la Alianza por la Calidad etc.,  socarrones,  meneaban la testa…

Ante el candidato presidencial, los maestros del SNTE, qué perspicacia la suya: ¡Las ofertas de los candidatos presidenciales son superficiales, y poco serios sus planteamientos!

No hay diferencias notables entre maestros y alumnos al comparar las exigencias de un cierto Parlamento Infantil cuando los alumnos se dirigieron al candidato:

¡E-xi-gimos administraciones de gobierno justas y honradas, que hagan buen uso de los recursos públicos, y atención a necesidades primarias como alimentación, salud y seguridad! ¡De-man-damos una enseñanza de mejor calidad, mejor infraestructura en las escuelas, más escuelas y, desde luego, más capacitación de los maestros!  (Síndrome de Sicilia.)

Ahí fue cuando estalló el borbollón de promesas que el chaparrito soltó en chaparrón. (Sus promesas,   mañana.)