Héroes, oro, gloria (México…)

 

Esa fascinación, ese abandono de sí mismo que el futbol ejerce sobre amplias masas populares constituye un vasto movimiento de diversión y de mistificación; cumple una función de compensación simbólica y de exultorio. Los capitalismos lo utilizan como medio de adiestramiento gregario y control psicológico de las masas a través de sus reflejos condicionados.

Conque México se cubrió de oro. Los analistas:

“No tenía idea de la explosión de locura que se produce si se encierra en la misma probeta una crisis económica, un desencanto por las instituciones del país, una bolsa de café y una virgen de madera dorada, y esa mezcla se deja desintegrar bajo el sol mojado de los tristes trópicos. Jamás un país me había dado la impresión de estar enajenado en bloque, pasmado entre un pasado ausente y un porvenir ilegible. Si en ese cuerpo enorme y febril se inocula pasión futbolística, la razón se tambalea. En ese organismo en estado de baja resistencia el cáncer del futbol ataca uno tras otro a todos los órganos y los roe ferozmente”.

Como espectáculo para las masas el futbol sólo aparece cuando una población ha sido ejercitada, regimentada y deprimida a tal punto que necesita cuando menos una participación por delegación en las proezas donde se requiere fuerza, habilidad y destreza, a fin de que no decaiga por completo su desfalleciente sentido de la vida.

«Ganamos, anotamos un gol», y no se han movido de las gradas.»Es el orgullo apasionado del mediocre». El deporte por delegación es un fenómeno  de la sociedad industrial de masas, el santo y seña de la sociedad de clases. Las clases altas practican el deporte: golf, tenis, hockey, equitación, polo, esgrima; sólo las clases bajas están reducidas al espectáculo pasivo del futbol. La inmensa mayoría rara vez toca un balón. El aficionado es espectador pasivo que participa por delegación de los triunfos de su equipo favorito, a cuyos partidos asiste a distancia, desde una tribuna, enajenándose en el jugador profesional, al que eleva a la categoría de ídolo.

El futbol es un medio de despolitización de  masas, un señuelo para alejarlas de la cultura política. El menosprecio hacia el fanático se evidencia hasta en las condiciones inhumanas que se le hacen sufrir en los estadios, que son lo más parecido que existe a un campo de concentración, donde ni siquiera falta el alambrado de púas.

La comunicación que se provoca en el futbol es del tipo de las multitudes espontáneas que se forman en ocasión de un linchamiento. No es de extrañar que suele terminar en   violencia.

De súbito, desde las galerías rompen a rodar las pasiones crispadas y los insultos, los frustrados deseos semanales. La turba de aficionados sugiere de pronto la imagen de un viejo decrépito que se exaspera en sus vanos esfuerzos por poseer a una adolescente.

La verdadera pasión es fría. El entusiasmo, en cambio, es por excelencia el arma de los impotentes.

Los merolicronistas de medios impresos y electrónicos: “Tienden a acentuar el carácter estético del futbol. Hablan de estilos y técnicas, pero que no nos engañen: intentan crear una seudo-cultura basada en valores irrisorios para uso de las masas a las que no se les permite tener acceso a la cultura. Hacen un serio estudio de algo de lo que nada hay que comentar, aparte de algunas elementales reglas de juego».

Pero el futbol es rey, dios, dictador, negocio, enfermedad,  enajenación, política,  manipulación. Todo, menos un deporte.

¡Y México se cubre de oro y de gloria!  (Qué país.)

Hasta agotar existencias

Calderón fue apegado a la ortodoxia neoliberal (…) Hizo un esfuerzo por seguir avanzando en la privatización. Liquidó a Luz y Fuerza del Centro, pero cuando intentó avanzar en la privatización de Pemex se topó con la oposición de la izquierda (L. Meyer, 9-VIII-12.)

Y la fabulilla de mi invención. Media tarde. Por la calleja se acerca el Ungido, paz en el rostro y en las sandalias el polvo de los caminos. Ahí despidió a sus apóstoles, les daba su bendición y así les decía:

– A mis criaturas prediquen la viva palabra de Dios. Aquel que busca a mi Padre habrá de repartir sus bienes entre los pobres para luego seguirme.

Que ustedes son la sal de la tierra, y que…

Ya cae la tarde cuando los discípulos se dispersan por los caminos y las  veredas. Solo y su alma,  Jesús el Cristo siguió su andar hasta que allá, en la distancia, se columbraron las techumbres de Jerusalén y la silueta del templo de Salomón. En la hornaza del crepúsculo se incineraba el sol mientras que el romero alcanzaba las goteras de Jerusalén y por esa calleja se acercaba al templo. Y fue entonces:

De súbito El Nazareno  se da el encontronazo con la arribazón de los mercachifles. Una turba de griegos, romanos, fenicios y bárbaros se afana en desmantelar el templo de Salomón. Gentualla innoble del trato, de mano en mano se van pasando cálices, paños y candelabros que tasan en tejos, talegos y monedas exóticas como la algarabía de su lenguaje, local y extranjero. El espectáculo del toma y daca crispó al Nazareno. Su pecho conoció la iracundia:

– ¿Y esa depredación? ¿Y esos mercachifles? ¡Los sacerdotes del templo metidos a traficantes!

Prendió del manto al que se afanaba con su cargamento de cofres y candelabros, el cual: «¿Y este loco de dónde salió, por qué jalonea?»

Resopla bajo su carga de paños, que aun algunos va arrastrando por el suelo. Jesús:

– ¡Mi casa es casa de oración, y ustedes la han convertido en cueva de mercachifles! .

– ¿Bueno, y tú por qué nos interpelas? Para todos hay, cálmate.

Otro más, con su carga de vasos y cálices: «No le hagas caso, Habacuc, ha de ser uno de esos santones que se creen iluminados».

– Cálmate. Allá adentro queda mucha mercancía, pero tienes que pagarla al chaparrito aquel, mira.

Y señalaba al hombrecillo jetón, peloncillo, ceja arriscada. Jesús abre su boca:  “¡Judas, tú cerrando trato con el publicano!”

– Maestro, ¿tú aquí? Pero no, cuál publicano. Japonés, y en euros. Me acaba de mercar oro, incienso y mirra.

– Ya miro;  tu comercio es repugnante.

– Dije mirra, y además candelabros, lámparas, gobelinos. Barata de quemazón. Hasta agotar existencias. Aquel gringo me acaba de comprar Luz y Fuerza del Centro y me dio un adelanto por PEMEX, Mexicana de Aviación y algunas otras cosillas.

– Te envié a predicar la virtud y hacer el bien a mis criaturas.

– ¿Y no es lo que estoy haciendo? ¿No les estoy agenciando un montón de divisas? Firmado, mira.

– ¡Una hipoteca! ¡Hipotecaste el templo de Salomón! ¡Vendepatrias, ¿qué es lo que llevas ahí, bajo el manto?

– Artesanía popular. Tengo al cliente esperando.

– ¡El Tabernáculo del templo!

El Primogénito de los Muertos se volvió a los muertos que iban pasando, abrió los brazos y clamó a toda voz: «¿Deténganse, miren el templo! ¡Estos Judas les saquean sus riquezas! ¡Atiendan,  escúchenme! ¿No les importa que una mafia  de Judas les hurte su patrimonio?”

¿A ellos, Jesús? ¿Acaso no los conoces? ¿Aún no conoces a todos los hijos de toda tu santa madre, la de Guadalupe? (¡Dios!)

¿Será zurdo Peña?

“No Colibrí a la Izquierda, como nos lo presenta la historia oficial. Por su instinto sanguinario y su aspecto espantable, Huitzilopochtli significa “Colibrí Siniestro”.

Tal afirma el cronista, cuando el colibrí verdaderamente siniestro habitó alguna vez en Los Pinos, y así nos fue a todos con el tal. A propósito: el Día Internacional de los Zurdos, que se conmemora el día de hoy. ¿Zurdo alguno de ustedes y sufre por ello alguna suerte de discriminación? Porque tal es la condición de las masas: rechazar todo y a todos los que de alguna forma son diferentes, y aquí lo trágico:  la discriminación contra la mano zurda la ejercemos y padecemos todos, porque nos hemos mutilado de manera voluntaria la mano izquierda hasta convertirnos en hemipléjicos y manejarnos al 50 por ciento de nuestra capacidad manual, sin  apenas darnos cuenta del potencial que desperdiciamos.

Toda la civilización ha sido forjada con la mano diestra porque nos hemos mutilado de la otra mitad. ¿Por qué razón dejamos la zurda sin el adiestramiento de la diestra? ¿Por qué la cultura ancestral clasifica de negativo todo lo que concierne a la zurda?  ¿Cómo, cuándo, por qué se originó esa maldición? Una pista para encontrar la respuesta pudiese encontrarse en el mito de la antigua Grecia: con la diestra cercenó Crono la virilidad de Urano (Saturno), mientras que con la izquierda le afianzaba los genitales, maniobra que la marcó de impura e indigna de la misma educación que la diestra, mutilando con ello nuestra potencia manual. Nosotros, aun sin conocer el mito, a menospreciar la zurda…

Y ya que andamos por la recoleta región testicular: ¿cuál de sus manos colocó Jacob en la virilidad de un su padre anciano y casi ciego a la hora en que se hace pasar por Esaú el primogénito y de forma fraudulenta dar testimonio (testi, de testículos) para así apoderarse de la primogenitura, con todas las ventajas que ello supone? La diestra, sí, por supuesto. ¿Y con qué mano bendijo el viejo Isaac al tramposo, si no con la diestra? ¿En dónde  están a estas horas, si nos atenemos al Libro, lo mismo el padre engañado que  el hijo inescrupuloso, con todo y madre que le inspiró el fraude y lo ayudó a perpetrarlo? Ellos, de acuerdo con la Promesa, a la diestra de Dios. Para los ubicados a la zurda, la maldición. “¡Id, malditos, al fuego eterno!”, clama en el Valle de Josafat a los desdichados a los que ha sentado a su izquierda.

Discriminación.  El  universo se divide en dos mundos que se atraen o repelen, se implican o excluyen según graviten hacia uno u otro sentido de los polos y mutuamente se complementan. Todas las oposiciones que presenta Madre Natura muestran ese dualismo fundamental que para nosotros es motivo de discriminación: luz y tiniebla, día y noche, oriente y sur frente a norte y  poniente. Por uno la vida asciende y resplandece; por otro desciende y se apaga. Arriba moran, inmortales,  los dioses; acá, los mortales que se traga la tierra; más abajo se ocultan las serpientes, y en la profundidad los demonios. Para la cultura de la discriminación el cielo es la diestra, y la tierra la zurda.

Del Día Internacional de los Zurdos. “Discriminación aberrante”, enfatizó el maestro en la tertulia de anoche. “Eso es ignorancia y superstición. ¿Están ustedes de acuerdo?”. Todos, sí, por supuesto. Pues sí, pero de repente, en el silencio que siguió a la pregunta, El Síquiri, cautelosa voz:

– ¿Será zurdo Peña? Porque un zurdo más y al país se lo acaba de cargar la…

(Sh…)

Escatología gubernamental

Así que el 5 de junio Día de Luto Nacional…

– ¡Qué mierda de gobierno!

Tremenda requisitoria de un mexicano  que así califica el gobierno del Verbo Encarnado: de simple lodo biológico.

Aplastante, sí, ¿pero por qué el exabrupto?  ¿Por la crisis recurrente que en todos los órdenes cimbra el país? ¿Por la pobreza, la  carestía, el desempleo, la ingerencia de Washington en asuntos internos de este país,  el borbollón de sangre, luto, dolor y lágrimas que ha producido la guerra particular del Verbo Encarnado hasta el grado de convertir la imagen de México en una verguenza internacional? ¡Qué mierda de gobierno!

Ese fue el exabrupto que a principios de junio lanzó un ciudadano a escasos metros de la residencia oficial de Los Pinos. Lodo biológico.

Pero no. No fue la pobreza ni fue el desempleo. La escatológica expresión fue provocada por la justicia a que en el presente sexenio están sometidas las masas sociales. Porque en una comunidad la justicia es sangre y oxígeno, que es decir todo, y esa comunidad no es nada cuando la privan de la justicia y aplican las leyes a lo selectivo, a lo discrecional, a lo convenenciero. En verdad, mis valedores, qué lodo biológico de un gobierno al que una sola ventaja le advierto: que va de salida.

Pero a propósito: el  exabrupto contra Los Pinos lo lanzó a principios de junio del 2010 el mexicano Abraham Fraijo, padre de una de las 49 criaturas que fallecieron un año antes, Emilia de nombre, en la guardería ABC, de Hermosillo, Sonora. Qué justicia de excremento, se pudiese expresar ante los hechos del presente gobierno. A mediados de semana de aquel junio, por fin, el de Los Pinos accedió a recibir a unos cuantos padres de las víctimas, una lista selectiva de ellos, los que parecían menos dispuestos a linchar a Calderón. “Porque sí, se exaspera Gabriela Warkentin en el matutino: “Porque se mantiene cuidado de la imagen, de las palabras, de las presencias. Parálisis y mezquindad, así es como se lee”, puntualiza.

Por su parte, Calderón prometió ir a Hermosillo en fecha próxima, pero más tarde en Los Pinos, por temor al linchamiento, se anunció su abstención. Que compañones de lodo biológico.

La dicha entrevista se cometió, sé lo que digo, a puerta cerrada, pero trascendió el diálogo entre los padres hoy huérfanos de sus hijos y el titular del Ejecutivo, que así intentó domesticarlos:

– Les ofrezco Seguro Social para los niños lesionados.

– Queremos justicia.

–  Les ofrezco una ceremonia oficial el 5 de junio, con pase de lista de todas las víctimas, por riguroso orden alfabético.

– ¡Justicia! ¡Sólo queremos justicia!

Demeritando la enseñanza oficial, el de Los Pinos  elevó la oferta: “Que los sobrevivientes estudien en escuelas privadas”. Y a un año de distancia:  También les ofrezco que habrá apoyo psicológico para los menores lesionados”.

–  ¡Justicia!

– Puedo decretar el 5 de junio como Día de Luto Nacional.

Ellos, tercos: justicia.

– Les ofrezco estudiar cuidadosamente las conclusiones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Porque a un año de distancia, los magistrados de marras ya emitieron sus señalamientos sobre el almácigo de cadáveres de criaturas, mientras que a la justicia le cubren los ojos con una gruesa venda de fojas y folios e impunidad. Por aquellos días comentaba Alberto Barranco:

“ABC de la impunidad…”

Es que por ahí se pronuncia a sotto voce, porque ahí se asordina, se acalla algún apellido de prosapia sexenal: Gómez del Campo.

Qué mierda de gobierno… (En fin.)

Hermano en el camino, Solalinde

Por su protagonismo al frente del albergue Hermanos en el Camino, el sacerdote Alejandro Solalinde ha sido destituido del cargo por la jerarquía católica.

Una más de ese clero político que no admite más protagonismos que los de Rivera  y congéneres, protagonismo que se magnificó en el reciente proceso electoral, donde la sotana y la capa pluvial inclinaron las preferencias del voto en los pobres de espíritu. El retrato hablado del candidato, en palabras del obispo  Onésimo Cepeda:

Uno con la cola limpia: ese es el candidato ideal.

Tan horroroso protagonismo viene exacerbándose desde 1988 en los tiempos recientes, cuando un Salinas urgido de “legitimación” desnaturalizó el 130 constitucional, del que a su hora afirmó Dn. Jesús Reyes Heroles:

Respeto a la religión y respeto a la política, que no otra cosa es nuestro Art. 130 constitucional. Salinas: “Las iglesias y las agrupaciones religiosas tendrán personalidad jurídica como asociaciones religiosas una vez que obtengan su correspondiente registro”.

El reculón salinista desbozaló el protagonismo de un clero que desde el púlpito y ya sin recato lanza anatemas y excomuniones, condena leyes, exalta a Peña, sataniza a aquél y controla el voto de los pobres de espíritu. «Desde los orígenes de Hispanoamérica, afirma el historiador, religión y política dependieron una de otra y se influyen una a la otra».

Dn. José Ma. Luis Mora, político liberal: “Todo lo que incide en el fervor se capitaliza en poder político para la Iglesia. A mayor fervor popular, mayor control sobre los fieles, quienes, sin racionalidad,  se caracterizan por un alto nivel emocional. Cada mexicano debe preguntarse a sí mismo si el pueblo existe para el clero o si el clero ha sido creado para satisfacer las necesidades del pueblo”.

El clero político: «La ley para la despenalización del aborto aprobada por la ALDF pone en evidencia el rostro autoritario y fascista del PRD».

Contra el derecho de la mujer a disponer de su cuerpo el obispo Jonás Guerrero: «¿Qué diríamos de El Mochaorejas si nos dijeran que tiene derecho a secuestrar, a cortar los dedos de sus víctimas, a asesinar a nuestros familiares? Ahora ´’se justifican’ los actos vandálicos de los asambleístas del PRD, que ellos llaman derechos´».

Santiago Creel cuando Sec. de Gobernación de un Estado laico: «El gobierno  reconoce sin disimulo el papel trascendental de la Iglesia Católica, ahora en posibilidad de realizar abiertamente sus actividades, de brindar un servicio y de difundir su mensaje eucarístico de luz y vida».

El sacerdote V. Amil, citado por J. Meyer: “Ya sea que el príncipe haga buen o mal uso de su poder, ese poder siempre es conferido por Dios. Incluso si su gobierno es tiránico hasta el punto de que deje de ser un príncipe y se convierta en un demonio, incluso entonces… debemos seguirle siendo fieles, no permitiéndonos más recurso que el de apelar a Dios, Rey de Reyes que puede en el momento oportuno ayudarnos en nuestras tribulaciones».

Dn. Jesús Reyes Heroles:

«En el pasado, a nombre de la religión, se entró en el cambalache político; se politizó en el mal sentido la religión y se dio origen a una mezcla lesiva a la libertad de conciencia y a la dignidad religiosa. En otros países a nombre del cristianismo se hace mala política, se entra en el toma y daca del comercio de las cosas y de los hombres. Nuestra Ley impide estas actitudes que desmedran la religión».

Eso, ayer. ¿Y hoy, en el sexenio del Verbo Encarnado? (Dios.)

Jauría

¿Qué quedó de nosotros? Mi ciudad y yo mismo, ¿dónde fuimos a extraviarnos? La calle de mi barrio, ¿en qué ha venido a parar? Al primer canto del gallo y al primer rayo del sol salía yo a caminarla, rumorosa de jilgueros, cenzontles, canarios y torcacitas. Limpia mi calle, olorosa a eucalipto y a patio recién lavado, que yo recorría con pisada firme y un optimismo que me hacía imaginar color de rosa el futuro de mi ciudad. Pero en eso que llega a Los Pinos el beato del Verbo Encarnado y con fauces de alto poder desfigura el rostro de la Suave Patria

Es por eso que ahora, por miedo al secuestro virtual, verbal o efectivo, no me atrevo a salir de mi depto (él, mientras tanto, bien arropado en su bunker particular) y mucho menos andar por mi calle si no es con el sol bien alto. Me topo entonces, y aquí su ruda metamorfosis, con un zoco turbio de tufos a cebolla y orégano, a epazote, cilantro y fritangas al mojo de ajo, que ventosean unas casas que apenas ayer fueron hogares y hoy, gracias al hombrecillo del bunker, han degenerado en patéticos changarros que en calidad de saldos ofrecen toda suerte de sopas y sopes, la chalupa y la carnaza,  el pambazo, la garnacha y esas tortas ahogadas en toda clase grasas y sebos, mantecas y aceites, comestibles algunos. De portones con reminiscencias del porfirismo cuelgan hoy,  saldo y remates, los calzones usados y las chanclas viejas. Yo a traspiés caracoleo entre latas y frascos vacíos, papel de envoltorio embijado de sebos pestíferos y restos de yerba: las narcotienditas, espinillas en el rostro de mi calle. Patético. De tarde en tarde, corazón bandolero, me arriesgo a salir a la calle a esa hora de entre dos luces en que  La Porciúncula llama a la primera del Angelus. El corazón en la boca…

Camino, sí, pero ahí me salta el primer ladrido; lo libro y me acosa el gruñido; avanzo, y una discordante sinfonía de aullidos que van del pit-bull y el rod-willer al perraco de la calle que una mujer de la calle recogió, qué buen corazón. (Ahora mismo, mientras esto redacto, ¿los oyen? En las orejas me chillan los perros de mi vecino de al lado.) El temor, el temblor, el terror de mi barrio, que se manifiesta a ladridos…

A la dama del perraco callejero, la única en el vecindario que ha aceptado cruzar palabra conmigo, le comenté ayer la discordante sinfonía que tasajea el amanecer. “Aturden el barrio a ladridos. ¿No le parece el de los vecinos una precaución que raya en psicosis?”

– ¿Y qué otro remedio le queda al jodido para conjurar su miedo? ¿Esconderlo en un bunker como lo esconde uno al que me abstengo de nombrar porque se me agria la malpasada de anoche?  ¿Conseguirse pelotones de guaruras del Estado Mayor Presidencial, federales, la DEA? ¿Dos o tres mastines de pedigrí como esos que  al tanto más cuanto le pelan al Peje  colmillos y premolares desde sus medios de condicionamiento de masas? ¿Doberman como esa soberbia jauría que mantiene el de Los Pinos?

(Achis, achis.) “¿Cómo cree que intenta espantar a López Obrador, si no es cuchileándole a esos podencos a los que se suman los chuchos de Nueva Izquierda? «¡Echenle montón! Después, para ustedes, las sobras del comelitón”.

La náusea. Oyendo a la sota moza a la mente se me vinieron, vaciladores, aquellos versitos:

“Cuando un mastín forastero – pasa por una ciudad – chuchos de la vecindad – le van a oler el trasero. – El mastín (grave, mohíno) – ve la turba que babea – alza la pata, los mea – y prosigue su camino”.

(Sin más.)

Virgos que remendar

La Celestina, mis valedores, de la que a su hora afirmó Cervantes: “Libro, a mi entender, divino, si no encubriera más lo humano”. La Celestina. ¿Conocen la historia de la alcahueta inmortal? ¿Alguno ha leído la Tragicomedia de Fernando de Rojas, fundamental de la picaresca española y, con El Quijote y todo Quevedo, obra cumbre del acervo literario español? La Celestina, esa maestra suprema del alcahuetaje, zurcidora de virgos, bruja y ensalmadora, y esperpento genial. La nota del diario me la trajo a la mente:

Aumenta la demanda ante los ginecólogos para la reconstrucción del himen por parte de jóvenes casaderas que quieren engañar al novio. La himenoplastia consiste en coser con hilos finísimos, o con hebras del cabello de la paciente unir las secciones desgarradas del himen. Esta operación se realiza horas antes de la boda, para que en el lecho, el flamante marido piense que se ha casado con una mujer virgen”.

Pero aquí el riesgo: “Por lo regular, la novia se delata en la noche de bodas porque se comporta sexualmente mejor que una mujer sin experiencia».

Terminé de leer, y reflejo condicionado: ¡La Celestina, componedora de virgos! Fui al estante, tomé mi ejemplar. A la distancia de más de 500 años sigue ufanándose: “Pocas vírgenes has visto tú en esta ciudad que hayan abierto tienda a vender de quien yo no haya sido corredora de su primer hilado. ¿Pues qué? ¿Habíame de mantener del viento? ¿Conócesme otra hacienda más que este oficio?”

Y que son varios miles de virgos los que ha remendado esa inmoral que a una Areusa avergonzada porque la visitaban dos, aconseja:

“Aprende de tu prima, que tanto ha aprovechado mis consejos: uno en la cama y el otro en la puerta y otro que suspira por ella en su casa, y con todos cumple (…) Y todos piensan que no hay otro y le dan lo que ha menester. ¿Y tú piensas que con dos que tengas, que las tablas de la cama lo han de descubrir? ¿De una sola gotera te mantienes? Más pueden dos y más cuatro, y más dan».

Celestina cínica, tercerona inmoral, que así arruina a tantos por alcahuetear a Calixto, y que Melibea se le rinda sexualmente. Yo quería seguir leyendo, pero ya era la medianoche, y aquel sopor, el letargo, la duermevela. Me dormí. (Por suerte La Celestina es sólo ficción de la España del XVI. Hoy, aquí, entre nosotros, qué tendría que hacer una tercerona. Y fue entonces.)

– ¿Aquí qué tendría que hacer, dices tú, que te pasas de cándido? (Cascada su voz, pero entera en sus dejos toledanos.) ¿Acaso no sabes que en tu país viven y medran docenas de Celestinas hermanas mías y primas carnales, todas discípulas mías, todas iguales o mejores que yo misma para zurcir doncellitas desvirgadas?

– ¿Ah, sí? (Salte ya de mi sueño, vieja embustera, causa de malos amores de trasputín y  traspatio.) «¿Y quiénes son esas zurcidoras de virgos rotos que operan en México?»

Valdés Zurita y Luna Ramos, para empezar.

Ajale. Mi sueño comenzó a ser pesadilla cuando puso en mis manos aquellos papeles. «¡Oiga, que son las leyes con que los funcionarios del IFE y el TRIFE sancionaron el reciente proceso electoral!»

– Leyes impolutas que los violadores volvieron putas.  Ah, pero ahora los hipócritas intentan disimular los destrozos, y yo digo: ¿Qué saben Valdés y Luna de zurcir virgos? Mira los costurones con que los violadores pretenden venderlas a ustedes en calidad de doncellas. Obsérvalas, pobrecillas:  desfloradas y vueltas a remendar. ¿Qué hace La Celestina en México, dices? ¿Cómo anda el virgo de tu Carta Magna? (Válgame.)

 

Macarena y Pancho Rojas

De repente, en plena tertulia, el escándalo. Las dos rijosas irrumpen por esa puerta, una llevando a la otra a remolque. La tía Conchis, jadeante:

– ¡Resuelto el misterio de la ropa perdida! ¡Vacía tu bolsón, Macarena!

La aludida, trabajadora doméstica de La Maconda (Sra. viuda de Vélez), intentaba zafarse, huir, escapar por la puerta falsa; no la del suicidio, sino la de servicio. “¡Vacíalo!”

– Nomás porque una es pobre la tratan de humillar, y tampoco.

– ¡Tu bolsón, Macarena, vacíalo aquí delante de todos!

Y ahí fue, mis valedores. Al unísono eran interrogados aquí La Maconda sobre el robo de ropa y allá Pancho Rojas sobre la compra de votos, y los dos inculpados  recurrieron a la tramposa maniobra de la «desubicación». Oí a la inculpada y al legislador:

– ¡Aunque pobre doméstica tengo mis derechos humanos!

– ¡Los priístas somos los principales interesados en que se aclare esta situación! ¡Porque nuestros actos han sido siempre éticos y legales!

– ¡Vacía tu bolsón!

– ¡No voy a caer en provocaciones!

– ¡Nosotros no vamos a caer en provocaciones.

– ¡Vacíalo!

A querer o no. Ahí, el desparramadero de sedas y ropita de algodón.

– ¿Hubo compra de votos y mucha mano negra en el triunfo de Peña?

–  Responderemos con acciones en beneficio del país.

– ¿Pero hubo graves irregularidades en el proceso electoral? ¿Sì o no?

– Esas obras son las acciones que propuso el triunfador en las urnas:  modernizaciòn de la vida econòmica para crear los empleos que se requieren.

– ¿Hubo o no hubo irregularidades graves, por màs que IFE y TRIFE, criterio de miércoles,  juren que fueron «leves»,

– Esto lo lograremos mediante un alto y sostenido crecimiento econòmico con el concurso de los sectores privado y social.

– ¡Què hay de Soriana y Monex?

– Todo esto lo lograremos con reformas profundas como la hacendaria y laboral.

– ¡Vacìe la bolsa de los votos, de las tarjetas de Monex y los millones en efectivo que demuestran el exceso en el gasto de su propaganda electoral!

A querer o no. La Macarena y Pancho Rojas variaron su respectivo bolsón. Y ándenle que ahí,  en la alfombra, a la vista de todos, el desparramadero. “¡Mi brasier de fayuca! ¡Mi fondo, que andaba perdido!”

Y ahí las sedas grifas de alforzas, encajes, tira bordada en forma de corazón. Chonchines de este tamañito, y esos sostenes con unas copas que ni las del torneo Libertadores.

– ¡Mi peluca tordilla y mi beibidol! ¡Esas pantimedias como que las quiero reconocer! ¡Mi porta-ligas!

– ¡Viejo, los que me compraste para mi cumpleaños! ¡Y estos colorados, que me los puse el 31 de diciembre! ¡Y estos calados que calamos tú y yo en una noche  pasional!  Primera lavada y volaron del tendedero!

Quedaban esos chonchines minusculitos, color magenta, cocolitos violeta y al frente moñito fiusha y un corazoncito traspasado, todo en diminutivito. Yo, de reojo mirábalos, cuando el juguero:

– ¿Son suyos, seño Lichona? ¿De usted, señito Maconda?

Yo, el sofocón. Un color se me iba y un trago de saliva se me venía cuando el Jerásimo: “Esos choninos, ¿no los conozco?” (Trágame, tierra. Alfombra y duela, más bien.)

La tía Conchis:  “¿Por qué escondías esta ropa en tu cuarto?”

– ¡Basta!, y al levantón, Valdès Zurita, invitado a la tertulia,  da con tetera y florero en la alfombra: “¡Exijo respeto para el triunfador y respeto por la democracia!

Alejandro Ramos, titular del TRIFE: «¡Todo fue legalito, y punto!»

Yo, con el sofocón de que identificaran al dueño del chonchín fiusha, me solté aplaudiendo. «Bien por nuestra democracia»! (¡Bravo!)

Libre y asociado

Así pues, mis valedores, el gobierno del Verbo Encarnado se culimpina  ante las exigencias del vecino imperial. A cierta noticia del pasado martes me referí ayer aquí mismo, donde lo asienta el articulista:

Fuentes diplomáticas estadunidenses nos comentan que ese gobierno «espera resultados» pronto por parte de la PGR en torno a las investigaciones de casos de agresiones y amenazas en contra de periodistas y comunicadores en México.

Y la coincidencia, por demás elocuente: de cara a  la conmemoración de la toma del Cuartel de Moncada, en Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953, compruebo que Cuba, en los hechos, confiere sentido a vocablos como soberanía e independencia,  vacíos en el  vocinglero discurso oficial de Los Pinos.

La nota de marras, empalmada a la conmemoración de la Cuba libre, me llevó a releer los poemas del poeta cubano Nicolás Guillén, que mueven, remueven conciencias  sin abandonar el plano del arte ni esos moldes de esencia cubanísima y universales, con la cadencia y el canto y el contracanto de un folklore que es mixtura de dos borbollones de sangre entremezclada: “Azúcar para el café – lo que ella endulza me sabe – como si le echaran hiel.

Malo. Por aquel entonces el poeta comienza apenas –a penas- a descascararse de su primera juventud, y es cuando a la vista de unos coronelitos de terracota y unos yanquis que han habilitado de mancebía la tierra cubana, escribe ¡a sus apenas 32 años! Si me muriera ahora mismo – Si me muriera ahora mismo, madre – ¡Qué alegre me iba a poner..!

Mal rodaban las cosas. Guillén, como quien no quiere la cosa –como quien no quiere la vida-, por no quedarse en la trova de las tristuras decidió involucrarse, pero hasta el cuello, en la militancia política. Viajó, asistió a congresos, hizo periodismo militante y por la causa del socialismo visitó fábricas, convenció remisos mientras seguía produciendo sus versos mágicos, con esas sonoridades y esos retumbos de instrumento percusor (precursor) que cantaban esas verdades que desenmohecen conciencias adormecidas de trópico, ron y analfabetismo. Y la esperanza, que los sucesos del Moncada y Sierra Maestra concretarían:

 Ay, diana, ya tocarás – de madrugada, algún día – tu toque de rebeldía – Ay, diana, ya tocarás.

Curioso: el mismo que de joven mentaba la muerte como un don apetecible, según vive aprende el oficio de la esperanza, que es el del rejuvenecimiento. El buen tiempo no iba a tardar para la cubanidad. Y llegó, y  entonces Guillén, ya joven a sus 57 años, con su poema Tengo celebró:

Tengo, vamos a ver – tengo el gusto de andar por mi país – dueño de cuanto hay en él – mirando bien de cerca lo que antes no tuve ni podía tener – Tengo, vamos a ver – tengo lo que tenía que tener.

Mis valedores: el ánimo quebrantado ante los acólitos del  Imperio,  de golpe me llega la voz Guillén con estas preguntas que azozobran, que espeluznan:

¿Cómo estás, Puerto Rico – tú de socio asociado en sociedad? – ¿En qué lengua me entiendes,  – en qué lengua, por fin, te podré hablar? Si en yes, – si en sí, – si en bien, – si en well,, – si en mal, – si en bad, – si en very bad…

Guillén dice Puerto Rico; yo digo México, este al que el beato del Verbo Encarnado befa y humilla al permitir que el de la Casa Blanca «espere prontos resultados» de un gobierno sometido, que en silencio soporta (propicia) ese tono prepotente del vecino imperial. Yo digo México, al que le castran lo libre mientras me le zurcen lo asociado. (Tétrico.)

Insolencia imperial

México y el Imperio, mis valedores. El martes pasado lo publicó el matutino:

Fuentes diplomáticas estadunidenses nos comentan que ese gobierno espera (¡espera!) resultados pronto por parte de la PGR en torno a las investigaciones de casos de agresiones y amenazas en contra de periodistas y comunicadores en México.

Vergüenza me ha provocado la insolencia imperial reflejada en semejante exigencia tanto como  la indignidad de unos gerentes de Washington castrados y anuentes a entregarle lo que aún resta de la soberanía nacional. Por cuanto a todos nosotros: la desidia, la  pasividad y la indiferencia,  ¿merecen algo mejor? ¿Qué opinan ustedes?

Leyendo la nota de marras, yo con la imagen de Cuba en la mente, una Cuba enhiesta, pura heroicidad y toda pundonor,  tan próxima a los mexicanos como distante de los gobernantes de México, a la mente se me han venido virutillas de poemas del cubano Nicolás Guillén, que traigo a flor de memoria. Digo  este poema, digo aquel, y   verso a verso voy captando –catando, cantando- un anchuroso retazo de la historia nacional de la Islaa partir de la humana historia de su poeta, desde los tiempos anubarrados en que Cuba era, y no más, tres entidades distintas y una sola indignante indigencia:

El negro – junto al cañaveral – el yanqui sobre el cañaveral – la tierra bajo el cañaveral – ¡Sangre que se nos va..!

Regreso a la  mentada nota procedente de Washington y en mi mente la empalmo  a la conmemoración del asalto al Cuartel de Moncada que se concretó un 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba, y releo los poemas del citado  Guillén y percibo su poesía como zumo que es y  raíz de cubanidad, de esa cubana negritud que recrea a aletazos de versos de soberbia sonoridad, ritmo novedoso y buen son; de una bullanga y un dolorimiento que vienen del barracón y que se afincan en raíces del Africa distante desde donde los antepasados de Guillén fueron desgajados a la viva fuerza. Voces negras, ritmos alucinantes y esas onomatopeyas que retumban en las percusiones del bongó y la tumbadora, mágicos puntos y contrapuntos de la semilla afrocubana. Y la protesta, la denuncia, el testimonio social:

¡Hay que tené boluntá – que la salación no e – pa toa la vida..!

La amargosa ironía del negro forastero en su propia tierra, y la protesta social, y esa exasperación que avienta al poeta a burlarse con aquel: Me río de ti, negro imitamicos – que abres los ojos ante el alarde de los ricos! Sarcasmo amargo con el que el poeta da esta soberbia definición de Cuba, la Cuba de aquel entonces: Coroneles de terracota – políticos de quita y pon – café con pan y mantequilla – ¡Que siga el son!

Y con el son y a renglón seguido transcribo la nota del matutino, degradante para nuestro país, para todos nosotros, que a fin de cuentas seguimos insensibles a todo lo que no sean los programas de la televisión:  Nos aseguran que hay inquietud sobre la impunidad, y el hecho de que los incidentes escalen. Afirman que la presión aumenta y que un comité del Congreso estadunidense ha solicitado información al Departamento de Estado sobre el tema de los derechos humanos en territorio mexicano. Válgame. Degradante.

Volviendo Cuba y a  su «poeta oficial», titulo que no me agrada del todo: ahí está ya, vivo en cuerpo y rabia, el verso de Guillén comprometido con su día y hora, con su tierra y su negritud, verso que mueve, remueve conciencias…

Verso y negritud presentes mañana aquí mismo. (Vale.)

Ni Huerta, el Chacal

Yo quiero ser el presidente. Quiero serlo porque me hiere en el ánimo mi país. Porque lo miro en semejante estado de postración, con unas instituciones mortecinas por culpa de quienes las manipulan en su provecho personal y de mafia. Porque observo una comunidad en crispación y polarizada como consecuencia de un proceso electoral empedrado de irregularidades que a muy pocos dejó satisfechos. Esa es la razón de mi empeño.

Yo quiero ser el presidente porque siento el deber moral de  restaurar el tejido social deshilachado después de las elecciones y consolidar un orden social desestabilizado por causa de una democracia onerosa e ineficiente, y porque siento la obligación moral de regresar la confianza de las masas sociales en sus instituciones democráticas.

Yo aspiro a ser el factor de concordia entre unos partidos políticos que se confrontan en función de  la ventaja personal y un Legislativo cuyas iniciativas resultan estériles y aun perjudiciales para una ciudadanía a la que se supone que representan

Yo quiero ser el presidente para enfrentar el deterioro en el poder adquisitivo de los salarios, detener la carrera alcista de los productos de primera necesidad y  evitar el desplome de millones de mexicanos en condiciones de pobreza y de pobreza extrema.

Yo quiero ser el presidente porque contemplo allá afuera un país desgarrado por una crudelísima guerra, tan mal planeada como ineficaz y resuelta de la manera más inadecuada;  una guerra fratricida en la que no se advierte cuál pueda ser el final.

Quiero ser el presidente porque veo que esa guerra provocada de forma unilateral e imprudente convirtió el territorio patrio en el cementerio de varias decenas de miles de cadáveres colgados de los puentes, y descoyuntados, descabezados y desintegrados hasta el grado de tornarse irreconocibles.

Quiero ser el presidente porque percibo allá afuera un clima de lamento y de lágrimas, y escucho el llanto de viudas y huérfanos por sus deudos heridos, asesinados o desaparecidos, y observo la huida y dispersión de los pobladores,  que dejan detrás pueblos fantasmas. Yo quiero ser el presidente. Lo necesito, porque México ha caído a ser hoy mismo la verguenza internacional. Intolerable.

Yo quiero ser el presidente para remendar ese mapa de mi país que hace apenas seis años estaba intacto y hoy desgarra la violencia demencial, porque «el interés de las bandas del crimen organizado por controlar territorios y expandir el mercado de las drogas a través del narcomenudeo provocó la violencia brutal, irracional y estúpida que se registra en varios lugares del país». ¿Podré lograr la anterior, ya como presidente? ¿Qué opinan ustedes?

De acuerdo, pues. Fuera máscaras. Evitemos hipocresías

De acuerdo, pues. Basta de hipocresías. Fuera máscaras.  No seguir encubriendo la verdad, y la mera verdad es que yo quiero ser el presidente no sólo porque, mediocre irredento, me enamoré del poder y le tomé el gusto al protagonismo, sino porque estoy solo, perdido, desamparado y a merced de un país al que agravié como ni Huerta el Chacal. Y como simple ciudadano cómo poder defenderme, a dónde huir, dónde esconderme, dónde encontrar protección contra unas víctimas que sueñan con mi muerte violenta. ¿La conseguirán?

Qué recurso me queda, si no es el de la presidencia. Y es así, amigas y amigos: con el pretexto de la mentada refundación, ¡yo quiero ser el presidente de Acción Nacional! ¡Haiga sido como haiga sido!

Y este miedo pánico, Verbo Encarnado. (Dios...)

Sicalíptica

Del amor hablé ayer aquí mismo, mis valedores,  y que para ir de visita a la casa de mi sota moza subí a la azotea por mis chonchines de lujo. Pues sí, pero lástima: las tormentas nocharniegas me los dejaron empapados, y qué hacer.

A lo sonámbulo deambulé entre los tendederos de la azotea, hasta que de repente, en el hotel de allá enfrente,  que da a Los Pinos,  ¿y esa luz, y esa ventana, y las sedas sobre la alfombra, y aquella cama,  y encima..?

Lo que vi  a lo vouyerista; lo que escuché y lo que supe: que el de la cama no podía rematar la faena. Impotente, sí.

– Ay, bárbaro, qué tallón. Cinco años y medio de puros tallones. Yo así no, si no se para el negocio mejor párale a la propaganda.  Ya me tienes toda mojada, pero sólo con  tus chorros de sudor. Déjala de ese tamañito, Felipe. Reconoce que no pudiste. ¿Qué? Apoco te sigue la cruda…

– Cuál cruda,  ahí voy de nuevo. Tú flojita, ¿ves? Esa rodilla, no me la claves, aguántame. Me extraña, si yo soy pero que gallo de espuela. A ver, no le frunzas.

– Ay, que torcida me diste, Felipillo. No, ya me entró, sí, pero esta urgencia de ir al bañito.

– Pérate, si yo nunca había fallado. Hasta bien pedro podía ponerle, me extraña.  –Jadeos, estrujones, Kama Sutra forzado, frustrado. En mí la lástima había anulado la morbosidad. Pobrín del pobre hombrecillo, pensé. “A ver, así, mira, como si te colocaras en suerte para una inyección intramuscular. Pero no en el brazo, amiga».

– Ay, ya estoy molida, muerta de cansancio. Mañana, ¿sí?

Vi el rostro del terco aquel: desencajado, desmadejado, los ojos brillantes de pánico, y alborotadas las cejas. “Me extraña, si yo soy de los que pa pronto».

– Pues sí, pero ya están cantando los gallos. Y ese ladrar de perros…

– Yo a esos perros, como decía mi asesor político, ni los veo, ni los oigo. Mira, amiga, necesito más flexibilidad, mucha apertura, o sea  democrática. Anda, por tu madre.

– Por la tuya, Felipillo, déjame ya.

– Y luego esa rodilla, la izquierda, que se me encaja en el nervio. Qué fregar con esa izquierda democrática, que quiere mamar de la ubre.  Mira, si te pusieras así como… ¿Has visto una conejita cuando se dobla así,  para luego pegar el brinco? Así, así, no te me descuadres, déjame perfilarme.

Tensón, desesperación, impaciencia contenida, impotencia, que hagan de cuenta delantero mexicano del clásico pasecito a la red: llegue y llegue a la puerta contraria, y al tirar a gol, vil cancetinazo. Por cuanto a esa pobre virilidad: exánime. Pero ándenle, que de repente, desgarrada voz:

– ¡No, Felipe, no, por dónde andas, qué haces, despistado!

Yo lo estiré, el pescuezo, pero ándenle, que en eso que se apaga la luz. Felipillo  y su Comisión Federal de Electricidad, que valen lo que ese redrojo del cuarto de hotel. Me quedé a oscuras. ¿Y ahora? Con desgano pensé en regresar al tendedero, comprobar que mi íntima prenda seguía empapada y enfilar hacia mi habitación, qué remedio. Pero esta morbosidad vouyerista… Ya el escenario en tinieblas, me embebí en los ruidillos, y los traducía mi imaginación. Oí la vocesilla aguada también:

Mi gestión quedará marcada por la búsqueda incesante en la seguridad, la justicia y la aplicación de la ley.

Mis valedores: fue entonces. Sentí cómo la masa social se alzaba de la cama, y a gritos:

– ¡Felipe, sicalíptico, qué haces! ¡Basta ya de  bla, bla! ¡Cinco años y meses de pura lengua,  pero de acciones, nada! Y a pura lengua fíjate que no…

Me sorprendí aplaudiendo. Yo sin calzones, pero aplaudiendo. (Qué pena.)

Tú, el impotente

Mi compromiso ha sido con los fines de la seguridad, la justicia y el bien común. El  “santo y seña”, la guía señera en la conducción del rumbo del País es seguridad, justicia, de bien común y, por supuesto, la preservación y vigencia de la ley y de la democracia misma.

Esta vez las escenas sicalípticas. Lo que ahora voy a contarles ocurrió la medianoche de ayer. Porque, mis valedores,  yo tengo un pecado nuevo y ando oliendo a manta nueva, quiero decir:  en los preparativos de mi cita amorosa con la recién llegada a mi vida, bien haya mi vida,  trepé a la azotea y en el tendedero comprobé, para mi desdicha, que el chonchín (morado, cocolitos magenta) seguía empapado por las tormentas nocharniegas,  y qué hacer. Buscando alguna solución deambulaba a lo sonámbulo entre los tendederos de la azotea (edificio de Cádiz) cuando en eso: ¿y eso? Sin proponérmelo observé la luz encendida en aquella habitación del hotel de enfrente,, el que da directamente a Los Pinos, y observé en la alfombra unas íntimas sedas,  y enfrente un catre rechinador, y encima…

– Ya cálmate, que te puede dar un infarto. Mejor dejamos esto para mañana.

– No dejes para mañana lo que puedas travesear hoy.

– Pero es que hoy no puedes, ni pudiste ayer. No pudiste en cinco años y medio y quieres poder en cuestión de horas. Anda, vístete ya, que va siendo hora de que desocupes en cuarto. Bájate y vámonos.

– Oh, tú aguanta tantito. Paciencia, que  ya casi, ¿ves?

– Veo, y me das lástima, Felipillo santo…

Pelambre en desorden, sudor. El susodicho, cueros vivos, se agita en la misión imposible de rendir la plaza y entrar a saco frente a una muralla todavía incólume. Y cómo no, si el ariete, así, miren, todo desmadejado, válgame.

– Yo con otras  nunca antes había fallado, amiga. A ver, tú, blandita, como desmadejada. Así, así. A ver, ahí te voy…

Fatiga, jadeos, amagos de angustia, tensión. “Tú aguántame, amiga. Tantita paciencia. ¿Ves? Son los nervios, pero creo que ya mero. Ya casito”.

– Es que estoy muy magullada. Esto de acá, mira, ya se me engarrotó. Y como tú no te engarrotas….

– Tranquila, amiga, que orita reacciono. Si yo soy pero que mira, yo pa pronto, si hasta esa fama he tenido. Haiga sido como haiga sido, el mío como el encendedor de la propaganda: no sabe fallar.

– Pues sí, pero lo que es hoy…

–   Me extraña, si yo, mira: un gallito bravo, un gaucho veloz. Yo pa pronto: pas, pas, y va pa dentro. Pérate, ¿sí? Mi segundo aire…

– El segundo y el tercero. Llevas ya varios aires…

Angustia, desesperación, y los intentos frustrados, y esos desacompasados movimientos, y el desatino, y aquellos jadeos…

– Pero si para mí esto de aliarme en la cama es PAN comido con botana de chucho de Nueva Izquierda. PAN y circo, maroma y teatro,  mis meros moles. Me extraña que orita… A ver, si levantaras esta. Así, flojita.  ¿Y si  te voltearas?

– ¿Como los chaqueteros chuchos Robles, Zambrano,  Ortega,  Arce y Círigo?

– Uh, ya me sacaste de concentración. Aguántame tantito así, mira, entibada, como si fueras a…

– Me estás lastimando. Mejor lo dejáramos para otro día.

– No me explico. Si yo, te lo juro, huy, si te contara, yo la pura efectividad, para qué iba a engañarte. Hasta me decían: qué bárbaro. Mira, si te flexionaras así, como dándome de frente para que yo tenga chance de…

Sudores, jadeos, resoplidos, pánico. “Ya me torcí, espérate. Ya me torciste, más bien. Ay,  condenado Felipillo santo…»

Más de ese tal Felipillo condenado -por la Historia-,  mañana. (Vale.)

¿Racista México?

El domingo pasado, ¿lo supo alguno de ustedes?, la mala conciencia del mundo «civilizado» celebró el Día Internacional del Trabajo Doméstico. Y qué mejor ocasión para las cifras espectaculares: que los hombres trabajan 27 horas y 24 minutos a la semana; que la trabajadora doméstica, 56 horas con 18 minutos (Sic).

Y que ella trabaja por sueldos ínfimos, sin prestaciones laborales ni servicios médicos, a lo que hay que agregar la discriminación por parte de la patroncita: gata, india, chacha, floja, tragona, en fin. Ah, pero en México, jura el discurso oficial, se han abolido racismo y esclavitud.

– ¿Abolido? Cuando yo trato de exigir mis derechos me responden: ¿cuáles derechos, si tú eres sólo la sirvienta, la muchacha, la gata?

Por salarios de hambre estas modernas esclavas tienen que cumplir jornadas de labor de entre 14 y 16 horas, recibir un trato despectivo por parte de sus patrones y para todos ser la  “sirvienta”, la “criada”, la “muchacha”, la “gata”, y no más. Aun cuando integran más de 2 millones que luchan por mejorar sus condiciones laborales, son víctimas de explotación, discriminación, abusos y hostigamiento sexual; porque, como se jacta el  patroncito: ¡Para carne buena y barata – la de la gata! Abyecto.

Por que calculemos el trecho que nuestro país haya avanzado en materia de derechos humanos con la abolición del racismo  y la esclavitud de la auxiliar doméstica transcribo palabra a palabra la escenilla hogareña que ocurrió en la  Grecia de hace 25 siglos:

Corito: – Siéntate, Metro. ¡Y tú, levántate y acerca un asiento a la señora! Todo tengo que ordenártelo yo, porque tú, infeliz, no eres capaz de hacer nada por ti misma. Eres en esta casa no una esclava, sino una piedra. Pero cuando mides tu ración de harina, bien que cuentas los granos, y si cae un tanto así, el día entero estás rezongando y bufando, que ni las paredes te aguantan. Sí, ahora ahí lo estás frotando y sacándole brillo; buena hora es, bribona. Bendice a esta señora, que si no fuera por ella ya te estaría dando de palos.

Metro.- Querida Corito, a mí también me tienen sufriendo este yugo; también a mí me hacen temblar de rabia, y día y noche ando ladrando como perro tras estas malditas. Pero lo que me hizo venir a verte…

Corito: – ¡Largo de aquí, imbéciles! ¡Son ustedes todas oídos y lengua, y en lo demás, pura pereza!

¿El asunto llevó a la visitante hasta la casa de Corito? Preguntar sobre el fabricante de cierto adminículo  consolador de mujeres solitarias, que  confeccionaba el zapatero.

En 25 siglos, de la esclava a la “chacha”,  ¿alguna evolución? Dos expresiones  que “exaltan” a la auxiliar doméstica. Sabines:

“Con la flor del domingo ensartada en el pelo, pasean en la alameda antigua. La ropa limpia, el baño reciente, peinadas y planchadas, caminan, por entre los niños y los globos, y charlan y hacen amistades, y hasta escuchan la música que en el quiosco de la Alameda Santa María reúne a los sobrevivientes de la semana (…) Las gatitas (sic), las criadas, las muchachas de la servidumbre contemporánea, se conforman con esto. En tanto llegan a la prostitución». (¿Que que?)

Este otro, mejor:

Mi hermosa criada de altos pómulos como cálices rojos- está frente a mí y el humo del café – Mi hermosa criada pálida como un escualo – se continúa con sus luminosas espinas rosas en el pan – Mi hermosa criada de brazos redondos y complejos – se desvanece en la niebla perpetua”.

Ella,  la esclava moderna. (México.)

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