¿Una justicia alcahueta?

Porque  Romero Deschamps, líder de petroleros, tiene una hoja de servicios paralela a la que sepultó a la Gordillo en una celda del reclusorio. ¿Entonces?

El antecesor en el sindicato de PEMEX fue un Rodríguez Alcaine  al que en 1989 acusaban trabajadores del SUTERM:

– La Guera Rodríguez posee una enorme fortuna, producto de turbios negocios en la Federal de Electricidad: adquisiciones de vehículos, contratos de prestación de tecnología, manejo de plazas de confianza, etc. Su riqueza se compara a la del líder petrolero Chava Barragán. Los dos son  iguales en  crímenes y malversación de cuotas sindicales y con el proyecto Laguna Verde, en Veracruz, del que Rodríguez obtuvo millonarios dividendos porque fue abultado a 7 mil millones de dólares, cuando en realidad se gastó la séptima parte.

Folklórico además, hijo putativo de la picaresca política, en su lenguaje repulido prometió públicamente:

Lo que es a Fox, nunca se las  daré.

Quien sí las ofreció fue un tal Víctor Flores, enriquecido líder en turno del Congreso del Trabajo, que en el discurso oficial del Día Internacional del Trabajo (2005) clamó y dijo:

– ¡Me atrevo a afirmar que estamos de acuerdo en que se produzcan nuevas privatizaciones, siempre que no se atente contra nuestra soberanía! (¡!)

Dicho lo cual el defensor de la soberanía, con los demás líderes obreros, corrió al besamanos en la residencia oficial de Los Pinos. Y ya.

Tiempo atrás Rodríguez Alcaine alentaba a los trabajadores: “No deben sentirse engañados porque en la nueva forma del Pacto de Solidaridad no se obtuvo aumento salarial alguno. Hasta hoy la situación no es tan gruesa. Ningún trabajador, que yo sepa, se ha muerto de hambre. El sector obrero nunca ha estado jodido. No es cierto que millón y medio de trabajadores ganen el salario mínimo, pues los patrones son quienes registran a sus trabajadores en el Seguro Social con esa paga para disminuir sus aportaciones al instituto. El minisalario sólo es un indicador y en muchas empresas los obreros son bien remunerados».

Y en 1990: «Nosotros los trabajadores respaldamos al neoliberalismo, que nos hará a los trabajadores lo que el viento a Juárez. La crisis económica es un huracán que beneficiará a la clase trabajadora. Las crisis son como huracanes: a unos beneficia y a otros perjudica; pero en el caso de los trabajadores, ellos van a resultar beneficiado, porque esto permitirá que la economía se estabilice. Hasta ahora el huracán de la crisis no ha afectado gravemente al sector obrero».

Abyecto. En 1999, su desafío a los periodistas:

– Los reto a todos a que me demuestren que hay trabajadores en pobreza extrema. Díganme en dónde está la pobreza extrema. Los desempleados ganan mucho más que yo. El más pobre, un pinche payasito, gana 300 pesos diarios. Es increíble. Y ese  ni impuestos paga. Sí, yo soy un cabrón para contestar, pero reafirmo: México no es un país de obreros jodidos. Los trabajadores mexicanos estamos orgullosos de cargar con todo el peso que ocasiona el bache económico provocado por la globalización. Yo convoco a la radio y la televisión a orientar a la ciudadanía sobre las condiciones adversas que se viven en el país y de las que más o menos hemos salido adelante con gallardía. Porque el que piense que la política presupuestal de Fox es una puñalada al pueblo, ¡ese es un pendejo!

Noviembre del 2 mil: “Nací priísta y así moriré. Si a Fox le estorbo me voy a mi casa».

Y a la medida de su epitafio: «Pero eso sí: yo nunca le daré las nalgas”. (RIP.)

Invitamos al padre Maciel

Pedimos a Su Santidad que visite nuestro país. México es un pueblo predominantemente católico y seguramente a los mexicanos les daría mucho gusto ver y tener muy de cerca al Papa». (Peña durante su visita a El Vaticano.)

¿Y qué tan pronto tendremos entre nosotros al Papa de Roma? ¿Con Francisco  más beatos, más santos, más entrevistas con los empresarios y un país más cargado a la derecha?  ¿Su primera visita tendrá puntos de contacto con la postrera de Juan Pablo II? Poco tiempo de vida le restaba al polaco cuando lo anunció el obispo Onésimo Cepeda:

– Lo acabo de ver en El Vaticano, y la verdad, pues lo vi muy malito, pero sacará fuerzas de flaqueza y vendrá a nuestro país  a canonizar a Juan Diego. Creo que hay Papa para rato. Por lo menos para lo que  nosotros necesitamos, que es un mes y medio.

Y una vez confirmada la visita de Karol Wojtyla el vocero de la Arquidiócesis mexicana: «Para los gastos por la visita de Juan Pablo II nos hemos apoyado en las escuelas y agrupaciones de los Legionarios de Cristo. Ya hemos invitado al padre Maciel. El Papa no nos cobrará por la celebración de la misa, ni los cardenales que lo acompañan. La misa de canonización de Juan Diego costará a la Iglesia lo que salga del recibo de la luz. Los camiones y todo eso corre a cargo de las empresas. Ellas patrocinan todo eso».

Lucas, evangelista: ¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios!

Y hablando de ellos: “Se convocó a los empresarios a participar con donativos en la realización del viaje pontificio”. Guillermo Ortiz, vocero del comité organizador de la visita papal:

– No sé por qué algunos miembros de la iniciativa privada no consideran costeable invertir en la gira del Pontífice. Hago un llamado a que los empresarios participen en este acontecimiento que es de la Iglesiamexicana, pero que tiene su repercusión para la vida de México y para la imagen de México ante todo el mundo.

En mayo de 1990, de hinojos ante Juan Pablo II, se manifestaron diversos empresarios  mexicanos. Un tal A. F. de Castro, hombre de empresa:

Su Santidad: los empresarios deseamos el bienestar social de todos los que dependen de nosotros. Creo que los empresarios somos un medio del que Dios se vale para la administración de la riqueza temporal

– Yo, Su Santidad, (un E. García Suárez, de la Conf. de Cámaras de Comercio) soy partidario de un capitalismo popular que, como la imagen de María, se intuye y se preanuncia. (Válgame.)

G. V. Madero, empresario: “El Papa nos deja un paquetón. Claro, Su Santidad habla de lo que debería ser, no de lo que es en la realidad. Gracias a Dios, la visita papal redituó una ocupación hotelera del 100 por ciento«.

Y un Patricio Martínez, dirigente de comerciantes:

– Su Santidad el Papa vino a reafirmar lo que nosotros ya sabíamos como doctrina social, tal como lo expresó el propio Juan Pablo II en torno al capitalismo, al lucro exacerbado, al amor del dinero y a la mala retribución al trabajo e injusta distribución de la riqueza. De alguna manera, nosotros ya la practicábamos, porque nosotros no defendemos el individualismo egoísta que algunos practican porque siempre hay abejas negras (sic). No,  Su Santidad no dijo que el dinero sea malo, lo que pasa es que, por supuesto, no lo podemos amar al mismo nivel que todos los empresarios amamos a Dios.

Ayer Wojtyla, y los empresarios. Ahora Francisco y «los pobres». (Dios.)

Peña y Romero Deschamps, esa mancuerna

Ya queríamos que un Presidente estuviera con sus amigos petroleros.

Tal acaba de afirmar un meloso Romero Deschamps que, por lo visto, no tendrá por ahora un final semejante al de la Gordillo, por más que ambos han saqueado de forma sañuda los dineros de su respectivo sindicato. Justicia selectiva. Una miserable «justicia» la de Peña. Es México.

Pero genio y figura del lambiscón. En 1986 lo declaraba E. Zedillo, por aquel entonces presidente del país:

“La privatización que promovemos en ferrocarriles, telecomunicaciones, terminales portuarias, aeroportuarias, gas natural y petroquímica secundaria, marchan de acuerdo con los tiempos previstos y en forma exitosa”.

Y abyección pura, el saqueador: “¡En nombre de los petroleros del país y en el mío propio, gracias, Sr. Presidente, por esta lección de democracia, por el ejemplo de patriotismo y por esta muestra de sensibilidad al sentir del pueblo de México, por escuchar los argumentos y darnos su respaldo! ¡Gracias a su patriotismo, su democracia y su sensibilidad, el petróleo y sus derivados están a salvo de la privatización! ¡Gracias a nombre del pueblo de México«.

Y la teoría de las sustituciones, en pleno: ¿privatización de PEMEX? No, «modernización», lo proclama Peña en una aguada, apresurada conmemoración de un aniversario más de la nacionalización petrolera. Entonces, rápido de reflejos, el saqueador de los dineros sindicales:

«Los petroleros respaldamos la modernización de PEMEX que ha anunciado el Señor Presidente. Siempre unidos venceremos».

El ya venció, pero la paraestatal sigue en la mira del saqueador internacional. Ya va para un siglo que lo afirmaba el gobierno de México:

«En materia de petróleo el régimen sigue manteniendo su política nacionalista  Esta misma semana se han otorgado concesiones a A.P. Wichers, a la sociedad anónima E. Thomas y Cía., y a otras dos compañías extranjeras».

Y hace tres décadas el Memorandum Brzezinski, fechado en Washington:  “Debemos incluir las conversaciones sobre gas y petróleo de México dentro de una amplia agenda de cuestiones bilaterales, incluyendo la de los indocumentados. La clave para hacer avanzar las conversaciones bilaterales son los energéticos. Los mexicanos nos han dejado la puerta abierta. Toca a nosotros decidir si ya es tiempo de entrar, o cuándo».

Y en el 2003: “G.W. Bush podría ofrecer a México fondos para convertir PEMEX en la mejor empresa petrolera del mundo (…) Si Bush padre proporcionó una ayuda similar a Salinas, el apoyo ahora tendría más razón: Bush hijo y Fox quieren integrar un acuerdo energético norteamericano. Necesitamos más energía. Así de simple, dice Bush.”

Apenas ayer, Calderón: “La inversión privada en PEMEX, garantizará el desarrollo nacional para las próximas generaciones. PEMEX se fortalecerá, y así tendremos más escuelas, hospitales, carreteras, agua potable,  electricidad, vivienda, preparatorias y universidades. La inversión privada nos permitirá superar la pobreza y garantizar la educación y la salud. Habrá tren suburbano, tarifas eléctricas más justas para la población y más competitivas para la industria, supercarreteras; servicios más elementales para la población, disminuir la desigualdad, construir un México mejor, solidario, terminar con la pobreza y la desigualdad, acelerar el paso por la justicia, construir el México unido que todos queremos, cerrar la brecha de México con el México agraviado, olvidado, con el México de la pobreza».

Hoy, Peña y Romero Deschamps. (Trágico.)

¡Religión y fueros!

Esa es la historia, mis valedores. A fines de 1833 don Valentín Gómez Farías, que por enfermedad del presidente López de Santa Anna ocupó la presidencia de México, se propuso sacar el país de la etapa colonial, para lo cual promulgó decretos reformistas que vulneraron la viva entraña de las sotanas, elemento principal, junto con el ejército y los terratenientes, de la línea ultraconservadora que detentaba el poder y acaparaba las riquezas materiales del país.  Aquí, de entre las medidas de corte progresista:

La supresión del Colegio Mayor de Santos. Sus fondos pasaron a la educación pública.

La supresión de la Universidad, que fue sustituida por una Dirección General de Instrucción Pública, la cual quitó al clero el monopolio de la educación. A la mencionada Dirección pasaron los establecimientos educativos, los monumentos y obras de arte y los fondos públicos destinados a la enseñanza. A su cuidado quedaron los libros de texto, la designación de profesores, la elaboración de planes de estudio, la expedición de títulos, en fin.

Dejar en libertad a los feligreses para pagar o no el importe de los diezmos a la Iglesia.

Dejar en absoluta libertad a frailes y monjas para cumplir o no los votos monásticos.

La enajenación de los bienes del clero regular, dejándole sólo el usufructo de dichos bienes.

Tales disposiciones, aconsejadas por don José María Luis Mora y dictadas por los liberales, eran vitales para el  adelanto y la modernización del país, que necesitaba abandonar el sendero del régimen colonial por el que todavía transitaba. Los obstáculos que las medidas reformistas atacaron hacían imposible el funcionamiento del sistema democrático que el país había escogido como garantía para su desarrollo posterior.

Pues sí, pero como la comunidad aún no estaba preparada para reformas tan radicales que los liberales se atrevieron a decretar, las cuales  herían intereses muy poderosos, el clero hizo creer a las masas sociales que con aquellas medidas se atacaba la religión, lo que provocó una tremenda agitación, también  alentada por un ejército corrompido hasta el tuétano. Clero y ejército aliados se atrajeron a los terratenientes, y entonces resonó la proclama desafiante, altanera:

– ¡Religión y fueros!

Santa Anna dejó su retiro en Manga de Clavo, Ver., y regresó al gobierno para deshacer las medidas progresistas de don Valentín Gómez Farías, que hubiesen marcado la finalización del período de un pueblo enajenado y el inicio de un México independiente en verdad. Y transcurrieron 24 años. Ahora instigados por el Papa Pío IX, que desaprobó la Carta Magna de 1857 porque afectaba privilegios y riquezas materiales del clero mexicano y que excomulgó a los redactores de la Constitución y a quienes la obedecieran, curas y demás organismos ultraconservadores resucitaron el pregón altanero: “Religión y fueros”, que iba a bañar de sangre el territorio patrio.

Hoy: La jerarquía católica inicia una campaña para que el gobierno federal acepte introducir educación religiosa en las escuelas públicas. La Unión Nac. de Padres de Familia exige modificar el 3º. Constitucional para que se reconozca el derecho de los padres a educar a sus hijos.

Del país de aquellas sangrientas épocas del 1833-57 al México de los Legionarios de Cristo y Norberto Rivera,  ¿cuánto hemos avanzado para salir de esa Edad Oscura que fue, que sigue siendo, el Virreinato? ¿Culpa de quién, de quienes? Culpa de todos nosotros, sin más. (Es México.)

¡AMLO qué sabe de PEMEX!

El ente humano, criatura única e irrepetible que puebla el haz de la tierra y cuyo destino, en cuanto comunidad, es la sobrevivencia. Ente de cumbres y abismos, de cimas y simas, sus hechos proyectan luz y tinieblas en humanísimo claroscuro: éste conquista las crestas del saber, del heroísmo, de la santidad,  en tanto que una infinita mayoría se arracima en contingentes de masas que sobreviven en la enajenante rutina del diario vivir una vida a ras de los suelos, cuando no más abajo. Los seres anónimos, los desconocidos de siempre.

El mexicano, en el caso presente. Si como individuo se afana en el logro de la perfección, casi siempre carece de la educación adecuada. La ignorancia lo mantiene en situación vulnerable, y cae siempre ante el ataque de esos sus enemigos que le dificultan el vuelo natural hacia la entelequia, que decía el clásico.  Y sí, entre los que le cortan las alas están los medios de condicionamiento de masas. Lóbrego.

Porque el pobre de espíritu, inquilino de la violencia, la pobreza y la inseguridad,  busca evadirse de una realidad que lo supera y agobia, y en ese intento de hurtarle el cuerpo a lo que no puede evitar se refugia en el alcohol o en otras drogas casi tan nefastas como la botella: cocaína, mariguana,  metanfetaminas y,  por supuesto,  el  televisor, esa puerta falsa, puerta excusada, que el mexicano tiene abierta de par en par, sin percatarse de que la de plasma representa un capital de miles de millones, y que como negocio del gran capital sus intereses no sólo difieren de los del televidente,  sino que se le contraponen y medran a sus costillas (a sus dos nalgas frente al televisor), y que el medro de la televisión es el desmedro de las masas sociales. Macabro.

Esas masas precisan también de una rajuela de esperanza que les avive su desfalleciente sentido de la existencia, y esa esperanza la encuentran en el credo religioso, cualesquiera de ellos. La católica es la religión mayoritaria, y en ella se refugian en busca de la esperanza de esa vida mejor que se le promete, sí, pero en la otra vida, y ello si logra pasar el juicio inapelable de Dios. Es ahí donde el clero católico, a contracanto de las leyes del Estado y de Dios, manipula el tremendo ascendiente que tiene sobre las ovejas del rebaño “del Pastor» para aplicar en ellas una moral restrictiva, represiva, que les lleva a caer en el engaño de tomar como preceptos religiosos ciertos tabús como el preservativo, la educación sexual, la píldora del día siguiente, la interrupción del embarazo antes de las 12 semanas y tantos otros derechos humanos que la sotana transforma en pecados. En anatema. En excomunión. En condenación eterna. Y como a los millones que participan del ritual católico, que no de su esencia, desde pequeños se les ha troquelado la obediencia como “virtud”, pues… a obedecer. Qué más.

Hace tiempo, al igual que hoy día, PEMEX fue motivo de escándalo porque manipulaciones de los entreguistas al gran capital extranjero provocaron un clima ominoso que llevó a la movilización ciudadana encabezada por López Obrador. El clero católico, entonces, puntal histórico de un  Poder que lo apuntala  y,  por ello mismo, enemigo de las masas:

La lucha por PEMEX no es de falsos profetas e iluminados. AMLO qué sabe del tema. Calderón, en cambio, tiene argumentos, y son sustentables. ¡Que los católicos no salgan a manifestarse en las calles!”

Los Pinos, la TV, las sotanas. (Laus Deo.)

México-Tenochtitlan

Y algunos de nuestros soldados decían que aquello que veían si era entre sueños.

Tal cuenta, aspaventero, Bernal Díaz, sus pupilas encandiladas a la vista de una ciudad cuyas torres, cúes, edificaciones de calicanto y pirámides se erguían sobre espejo de la laguna. Cuatro siglos y décadas más tarde nos visitó Rafael Alberti,  poeta español (a quien la bota del Franco dictador aventó a la trasterra)  que reseñó su encuentro -su encontronazo- con este México que él miró con jota, y cuyos conceptos, a mi ver, adquieren renovada actualidad hoy día, cuando percibo la presencia encimosa del gringo sobre nuestro país.

Méjico, ninguno duerma, trabaje, llore y se despierte – sin saber que una mano lo estrangula.

Y qué intensas y viscerales las impresiones que le produjo el choque con la tierra que conquistó la tizona de un cascorvo al que auxiliaron el Tonatihú de la barba bermeja  y detrás arroyos tlaxcaltecas salidos de madre. México.

No eres sólo el tema de una estrofa -ni el color del paisaje – ni ese perro furioso que se tumba – dócil, después de herir, al pie del amo.

«El Méjico de Bernal está vivo dentro del Méjico de hoy. Por eso mi encuentro con Bernal Díaz no es el tropiezo con un muerto, ni siquiera con un resucitado. Es más el encuentro con la realidad viva, palpitante, en movimiento».

Así, del asombro al deslumbramiento, el poeta recorre Tenochtitlan, la vieja Nueva España y una ciudad todavía a la medida de sus habitantes, y reconoce que no puede asimilar, de un solo golpe, el choque con esa realidad mexicana que se ha topado tan de repente:

Triste historia es mi aventura, comparada con la de Bernal. Yo no libré batallas con los mejicanos conquistadores porque me rendí al primer día. Pero me incorporé enseguida con todo mi entusiasmo a la ebullición de su sangre, y mi aventura mejicana, como sucede en las más fabulosas y secretas, no la puedo contar todavía.

Pero la cuenta; y se pone a discurrir, a lo apasionado, en derredor del nacimiento de nuestro mestizaje sobre la arquitectura nacional,  y hasta se permite especular con lo que más tarde ha venido a tomarse lugar común: que por conjurar su terror a la muerte, la hacemos calavera de azúcar y la engullimos entre carcajadas.

Eres México antiguo, horror de cumbres / que se asombran batidas por pirámides / trueno oscuro de selvas observadas / por cien mil ojos lentos de serpientes.

Y aquí lo medular, esa imperiosa advertencia en torno a nuestra vecindad con el vecino distante: “Los problemas actuales de Méjico no se presentan ya a punta de lanza. Son los problemas internos de soberanía e independencia económica. Su nacionalismo revolucionario no son palabras sin sentido, si los hechos las van cumpliendo como se espera».

Con ese gringo depredador: ¡cuidado!

“En el exterior, Méjico es el único país americano capaz de oponerse a la gente del norte y reconquistarse en definitiva. Méjico, temible, hermético, violento, rencoroso, no ha perdonado a los conquistadores. Y este sentimiento lo padece el criollo, descendiente directo del encomendero; y lo padecen visitantes como Valle-lnclán, quien seguramente se hubiera batido contra Hernán Cortés hasta perder el otro brazo. Y lo padecí yo, y hoy lo padecería el mismo Bernal Díaz si advirtiera la invisible presencia de ese pabellón yanqui de los 48 estrellas y las 14 bandas. ¡Cuidado!»

¡Contra el gringo que compra en tu retrato / tu parda belleza ya en escombros / prepara tu fusil. No te resignes!

De gobernantes proyankis: ¡cuidado!  (Es México.)

Educación y sotanas

Saqueos, latrocinios, depredaciones y escándalos, mentores y alumnos mal preparados. Educación, cuántos crímenes se cometen en tu nombre. Y el crimen de crímenes en un estado laico:

La jerarquía católica inicia una campaña para que el gobierno federal acepte introducir educación religiosa en las escuelas públicas. La Unión Nac. de Padres de Familia exige modificar el 3º. Constitucional para que se reconozca el derecho de los padres a educar a sus hijos.

¿Derecho?  ¿Tienen los padres derecho a matar a sus hijos a golpes? ¿A darles a comer hongos envenenados?  ¿A educarlos según el criterio medieval de la sotana, que así aprovecha para asuntos politiqueros su ascendiente sobre su grey? ¿Y los derechos del niño, estipulados en los documentos de derechos humanos?

Pero el libro de texto sobrevive a críticas, boicots y cuestionamientos ñoños como el libelo anónimo:

“Mamita, ¿no te enojas? Yo quisiera decirte: / no quiero ir a la escuela; no quiero ya estudiar. / ¿Por qué? No sé qué pasa. Las cosas que me enseñan, /  el profe que tenemos, los libros que nos dan. / Y es que (tú ya lo sabes) no sé cómo decirlo / las cosas de la escuela, yo creo que están muy mal.

Nos dicen, por ejemplo, que las revoluciones / en las que mueren tantos y roban a cuál más, / son siempre provechosas, que dan más libertades, / que buscan la justicia, que la fraternidad. / Y de los guerrilleros, nos dicen que son buenos, / que son «libertadores”, que ven por los demás. / Por eso, mamacita, quisiera preguntarte: / ¿Es bueno ser ratero? ¿Es bueno secuestrar?

El libro nos enseña la foto de un chinito, / que dizque fue un gran héroe, allá por el Viet Nam, / que “liberó” a su pueblo;  mamita, te pregunto: / ¿Son buenos los traidores? ¿Es bueno asesinar?  / Que China es un ejemplo; que Castro es bondadoso; / que Cuba, un paraíso, que en Rusia hay libertad /  ¡Que todos son iguales! Mamita, te pregunto: / ¿son buenas las mentiras? ¿Se puede así engañar? /  Mamita, ¿no te enojas?¡No quiero ya estudiar!

Las cosas de la vida, las cosas del Amor, / que crecen con nosotros en nuestra pubertad, / las cosas que son buenas, las cosas que son santas, / que tú misma dijiste debemos de cuidar, / que son como una flor que se abre cual capullo. / Y que después de un tiempo un fruto nos dará. / Y que por eso mismo, para que no marchite,  / con un pudor sagrado debemos de cuidar.  / Tú misma me dijiste que nuestro cuerpecito / es un caballo brioso que quiere relinchar, / pero como un jinete, yo puedo dominarlo / si pongo gran empeño, si pongo voluntad. / También tú  me enseñaste que debo de guardarme, / que mi alma es un tesoro, que deberé entregar / el día que yo me case, y mientras, con modestia, / con alma alegre y  pura, guardar la castidad. /  Que el cuerpo es bueno, es santo; que no debo mancharle, / que si me estimo en algo, lo debo respetar. / Y sin embargo, mami, el texto nos enseña / ¡que las masturbaciones son algo natural! / Mamita, ¿no te enojas? Quisiera yo decirte: /  no quiero ir a la escuela, no quiero ya estudiar.

Nos dice nuestro libro que todo cuanto existe / que todo fue formado por vil casualidad, / que no hay un Ser Supremo, que el mundo se hizo solo, / que no hay Orden Perfecto, que no hay Eterno Plan. / ¿Es cierto que los niños, al terminar el día, / se tienen que ir solitos y sin poder rezar? / ¿ Mamita, ¿no te enojas? Quisiera yo decirte: / ¡No quiero ir a la escuela! ¡No quiero ya estudiar!”

Ah pérfidas sotanas. Ah,  padres manipulados. Ah, México. (Qué país.)

¡Vamos, México!

Señores diputados: felizmente para la República, hemos dado cima a la trascendental obra que nos encomendara el pueblo mexicano. Nuestra Constitución de hoy, para lo futuro, va a ser el lábaro de nuestras libertades y el principio de la reconstrucción nacional, sobre la base de la libertad y el respeto al derecho de todos.

Tal afirmó el diputado constituyente Gerzain Ugarte aquel día cinco de febrero de 1917 en el hoy  Teatro de la República, de la ciudad de Querétaro. De ahí en adelante, profetizaron los constituyentes, México habría de regirse por los ordenamientos de la recién parida Ley Fundamental. Y a propósito del cumplimiento de leyes y reglamentos: ya el panorama visual de la Gordillo son las rejas carcelarias, pero la consecuencia lógica: ante el mandarriazo justiciero la conciencia colectiva está a la expectativa: aún gozan de libertad tantos otros corruptos, no vaya a ser que la cuerda del aparato justiciero se haya agotado con la Gordillo.  Ahí está aquel Fox, por ejemplo, que apenas trepado a Los Pinos lo soltó a bocajarro:

La ausencia de valores como el cumplimiento del deber, la responsabilidad y la búsqueda del bien común, han impedido dotar plenamente a nuestra vida pública de un comportamiento ético; no puede menospreciarse a la ética democrática en aras de la ambición del poder.

Tales conceptos me llevaron a desempolvar uno más de sus discursos, como aquel de agosto del 2001 en Tapachula, Chis., donde acusó, escandalizado y aspaventero:

¡Espeluznantes costos de la corrupción! ¡Nosotros no permitimos ni permitiremos alejamiento alguno de la ruta marcada por nuestra Constitución! Su más escrupuloso respeto es hoy un criterio fundamental para la acción de gobierno.

Y sus hechos: mayo del 2003. El IFE apresura el dictamen. Punto final a Amigos de Fox. El consejero electoral Jaime Cárdenas interpuso una demanda de amparo contra la PGR, que negó información sobre supuestas declaraciones ministeriales de Lino Korrodi y Carlota Robinson. “Se conoce el destino de los recursos, pero no su origen. El IFE cerrará el caso a la brevedad posible y sin exahustividad” (sic).

El articulista de Reforma:  “En La Jefa está el pasaje en que Marta le da 7 mil dólares en efectivo a Rodrigo Fox, el hijo (sic) del presidente, para gastar en un viaje, o el que señala que a ese mismo Rodrigo, a quien Marta quería ganarse para que aceptara el matrimonio con Fox, le regaló un reloj Rolex de 10 mil dólares. Inquietante también es la sugerencia de que Manuel y Jorge Bribiesca, los hijos de Marta, se han enriquecido de manera misteriosa en los años en que su madre ha ejercido el discreto encanto del poder”.

Ni Fox ni Marta serían llamados a declarar, y la nota de prensa: «El priísta y presidente de la comisión que investiga el origen de la fortuna reciente de Fox mintió a los medios y diputados de la comisión su reciente entrevista con Lino Korrodi, ex Amigo de Fox”.

 Fox y sus dichos: “¡Estamos construyendo un verdadero país de leyes! ¡No nos detendremos ante nada ni ante nadie para hacer cumplir la ley! ¡De existir conductas que atenten contra los derechos de la ciudadanía vamos a castigar, con la ley en la mano, a quienes resulten responsables! ¡Estamos decididos a erradicar para siempre el abuso de poder, y por ello no vamos a encubrir a nadie! ¡Porque en el México de hoy nadie, absolutamente nadie, está por encima de la ley! ¡Cárcel hasta por robarse un peso!”

Y sus hechos: “En duda, el destino de 97 millones de “Vamos México”. ¿Y..?

(Sigo después.)

La mujer

La primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación de los hijos. La primera opresión de clases coincide con la del sexo femenino por parte del masculino. (F. Engels.)

Y la mala conciencia del macho tuvo a bien celebrar el pasado viernes el Día Internacional de la Mujer. Tal como los malos hijos festejan el día de la madre y los malos padres el día del niño, los pésimos maridos o concubinos festejan,  imposición del comercio  por afanes de consumismo y de medro, el Día Internacional de la Mujer. Aquí, algunas evidencias históricas del horroroso machismo.

El de Dios en el Génesis: «Buscarás con ardor a tu marido;  él te dominará y  será tu dueño. Y al «pueblo elegido»:  “¡Practicaste la prostitución con esos egipcios de gran potencia sexual (…) Te entregaste a la prostitución con los asirios, y ni aun así quedaste satisfecha (…) A toda prostituta se le da una paga; pero tú eras más bien la que dabas regalos a todos tus amantes y les pagabas (…) ¡Sólo en eso eres diferente a las demás prostitutas!”

El machismo de un cierto arzobispo G. Biffi: “¡La mujer es sustancialmente triste, que no sabe ni ser virgen ni ser madre! Es una Eva moderna, una esclava del mal que no sabe decir al Señor: Heme aquí, que tuya soy, y tu sierva rendida. No, ella histéricamente grita: ¡Yo soy mía!, y es sólo una colaboradora de la muerte. ¡Gracias a Dios que Jesucristo escogió para apóstoles a puros hombres».

En la tragedia griega un Hipólito ofendido porque Fedra, la madrastra, le ofrecía su amor: “Qué azote tan grande es la mujer, pues el padre la engendra y la educa, da la dote y la casa para librarse de ella; el que recibe en su hogar esta peste destructora, goza engalanando a una pésima estatua, y la viste con sus mejores ropas, y el desventurado gasta así sus rentas. Si alguna ha de vivir con nosotros, la mejor es la inepta. Aborrezco a la sabia. Cipris hace a las doctas las más depravadas”.

Etéocles, hermano de Polinices, al prepararse para la defensa de Tebas, que el otro habrá de atacar, apostrofa así  a las mujeres, que lamentan la guerra:  “¡Yo os pregunto, ganado insufrible: ¿es esto mostrarse pronto a hacer bien a la ciudad, y salvarla, y dar aliento a sus asediados defensores? ¡Caer ante las imágenes de los dioses tutelares y gritar, y vocear, ralea aborrecida! Jamás (…) viva yo bajo un mismo techo con gente mujeril (…) Ahora, con este gritar y este correr de un lado a otro, ponéis cobarde desaliento en el ánimo de los ciudadanos (…) ¡He ahí lo que puedes sacar de vivir con mujeres!”

Siglos más tarde el machismo de un J. Vavizan: “Plugo a Dios formar en la mujer todas las partes del cuerpo dulces y amables. Pero en el caso de la cabeza no quiso enredarse y dejó al diablo que la modelara».

Machismo de Otto Weininger: “La mujer se consume en la vida sexual, en la cópula y la multiplicación. Ella no es otra cosa que sexualidad; el hombre es un ser sexual, pero también es algo más. La mujer es sólo sexual (…) Las mujeres no tienen existencia ni esencia, son la nada. Se es hombre o mujer según se sea o no se sea».

George Sand (Aurora Dupin), escritora: “Al carecer de profundidad en sus exposiciones y de ilación en sus ideas, la mujer no puede poseer genio. La mujer es imbécil por naturaleza”.

Y una Lady W. Montagú: “Lo único que me reconcilia por ser mujer es que esto me protege del peligro de casarme con una”.

Exaltación machista y ludibrio contra la mujer a la que un día determinado les ordenan celebrar.  (Lóbrego.)

Chávez responde

Hoy recuerdo a Hugo Chávez, estadista de un tamaño mayor al de los ataques que le endilgan sus detractores. Uno de los  creadores de la ALBA, alianza de naciones bolivarianas, y aglutinador de gobiernos y pueblos que enfrentan el catastrófico modelo neoliberal que impone el Imperio, hoy lo recuerdo, sin más,  en la réplica que hace algún tiempo asestó a algún  cantante de tonadillas populares que le había enviado este recado:

“Quiero ir a cantar a su país. ¿Me lo permite? ¿Me da su palabra que no le pasara nada ni a mi público, ni a mi gente, ni a la empresa, ni a mí?» 

La respuesta de Chávez: «¿Sabes lo que significa ser esclavo sin cadenas? ¿No te has preguntado por qué Venezuela es atacada con artillería pesada sólo por las potencias occidentales? ¿Sabes por qué es reconocida como el primer país de la región en bajar la pobreza extrema? ¿Sabes que apenas nuestro país se volcó a la izquierda se empezaron a unir la mayoría de los pueblos de América Latina?

¿Pides permiso para venir a cantar? ¿No te da vergüenza? ¿En un país democrático donde cualquiera puede decir lo que se le venga en gana? La mayoría de los latinoamericanos que levantaban su voz por intermedio del canto en señal de protesta por las infinitas injusticias que sufrían sus pueblos por culpa de dictaduras asesinas de derecha nunca pidieron permiso para arriesgar su vida en nombre de los miserables, y en esos tiempos sí que arriesgaban el pellejo.

¿Alguna vez te dignaste escuchar la prosa convertida en canción de Don Atahualpa Yupanqui, aquel que llamaban el padre de la canción folclórica latinoamericana? La dictadura fascista argentina lo persiguió y tuvo que asilarse en Europa.

¿Nunca te contaron del cantautor Víctor Jara? La dictadura chilena de Pinochet le corto las manos para que no volviera jamás a tocar su guitarra acompañando su canto, y no conformes con ello lo acribillaron indefenso en el estadio de futbol de Santiago.

Quizá conociste a Mercedes Sosa, ‘la negra del Sur’, como la llamaban todos los pueblos de Latinoamérica. A la cantautora del pueblo, cantando en la ciudad de La Plata en el año 79, la dictadura fascista la detuvo junto con todos quienes osaron verla cantar. Tuvo que exiliarse en Paris y Madrid para que no la mataran.

Alfredo Zitarrosa: León Gieco, un general, le puso una pistola en la sien: ´La próxima vez que vengas a cantar a la universidad de Luján y cantes ‘Hombres de hierro’, te voy a pegar un tiro en la cabeza’. Igual que la Nacha Guevara, Guaraní se tuvo que marchar, que los fascistas argentinos  le colocaron una bomba en un teatro mientras cantaba.

¡Anímate! Y escribe una canción sobre las miserias del mundo. Háblanos de los olvidados de Haití, de los miles y miles de muertos en Irak, de los de Afganistán, de la hambruna del África, de la desnutrición en la América pobre, de la desigualdad abismal existente entre ricos y pobres, de la interminable cifra de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, de los niños obligados a trabajar robándoseles lo único que vale la pena vivir en esta loca vida, ‘su niñez’.

Infórmate, escribe, no vengas sólo a cantar y a hacer un show mediático. Sé  honesto, no engañes a tus seguidores. Recorre las villas miserias de pueblos que claman por igualdad, las favelas de los sin techo, los 40 millones de pobres en USA, hoy convertidos en millones de excluidos. Y después me cuentas, si todavía te quedan fuerzas de criticar a Chávez«.

Y sí,  lo critican, rebajan, descalifican. Comandante Hugo Chávez, presente. (A su memoria.)

Del esperpento

Yo atajé a Hugo Chávez. Con el retiro de la embajada mexicana en La Habana mandé un mensaje fuerte a Fidel y Hugo para que se quedaran fuera de nuestra política, para que Chávez no estuviera tentado a enviar dinero del petróleo a su candidato presidencial favorito. Fidel y Hugo querían ver al Peje convertir la democracia mexicana en un régimen de un solo hombre. Yo no lo permití.

Tal dijo en su momento un desmesurado Vicente Fox que había perdido el piso y la dimensión, vale decir el «principio de realidad». Al de las botas no parecía importarle hacer el ridículo y caer en la nutrida galería de la picaresca política mexicana, a la que pertenecen también la Gordillo y algunos más. A propósito:

Novelista soy. Por achaques del oficio me aplico al estudio del ser humano desde ángulos sociológicos, psicológicos, fisiológicos, etc. Lector por oficio, que no beneficio, intento bucear en aguas profundas de personajes shakespeareanos de retorcida psiquis: Hamlet, Macbeth, Otelo, el rey Lear y Ricardo III, o esos modelos del esperpento del Siglo de Oro español que son el buscón, el Lazarillo, la celestina, el diablo cojuelo, la picara Justina, en fin. Trágicos unos, esperpénticos los más, por ellos me asomo al tamaño de pasiones, reacciones y sentimientos desmesurados de amor y celos, odio y crueldad, avaricia y terror,  y las desbozaladas venganzas junto a la farsa, el astracán, el ridículo. Tales vidas y milagros tomo de espejo (distorsionado) donde mirar mi humana estatua e intentar la hazaña de conocerme y reconocerme, según la clásica exhortación del oráculo de Delfos que Sócrates tomó de divisa: “Conócete a ti mismo”. (Ahora mismo presencio un personaje cuyo drama pudiese servir a Eurípides, a Shakespeare, a Dostoievsky, a…)

Porque el estudio de lo humano no se reduce a los entes literarios o a los de la antigüedad: comienza y termina con seres reales del diario vivir, donde se incluye la fauna que gesticula en ese submundo del surrealismo y el esperpento que es la politiquería del país. Uno de ellos observo, de la vida real, que reputo a la medida de la ficción, así para el drama como para la farsa, y que con holgura pudiese hermanarse con entes de la picaresca como con los condenados del Dante. Sí, la maestra Elba Esther.  ¿Por qué no fue aprehendida en el sexenio de Fox? ¿Por qué no lo fue en el sexenio del Verbo Encarnado? El senador Ernesto CorderoSecretario de Hacienda con Calderón, se justifica a la pura medida del esperpento y la picardía politiquera:

Es que nosotros no tuvimos esa observación relevante. Además,   en la administración de Calderón nunca se actuó por consigna.

Ventoseó esas zafiedades y se quedó tan campante. Muy poca verguenza, nulo decoro y ofensa grave a la inteligencia estas expresiones del hoy senador. Mientras tanto, mis valedores:

Ante el leñazo presidencial (sé lo que digo), la que ayer era verdugo y es hoy  la víctima sobrevive apenas -a penas- en una celda de alguna prisión de esta ciudad. Sola y su alma, rumiando su desgracia, su soledad, la humana miseria de los validos que ahora la desconocen y abandonan a su renegrida suerte. ¿Hay algo más doloroso, pregunta el clásico,  que recordar en la desgracia los tiempos dichosos? Yo, al decirlo mentalmente, pienso en esa  Elba Esther que en fotos y crónicas conocí  prepotente, soberbia en su poder sin aparentes límites, que ponía y quitaba reyes, peones y alfiles en el ajedrez politiquero, y cuya tragedia de hoy se asemeja tanto a la del rey Lear.  (Sigo después.)

Tiempo de canallas

Encabezado de prensa: Oran a la Guadalupana para implorar justicia.

Venganza es y no justicia la que se ejerce por propia mano. Nunca en ningùn  linchamiento brilló la justicia, que mal desconoce quien participa en semejante episodio de la humana abyección.

Noticias de ayer y hoy acusan atroces episodios de linchamiento que se perpetran por agotamiento de la población y por impotencia ante la pasividad de las autoridades encargadas de la justicia. Muchos y muy diversos son los agravios que llevan a una comunidad a «hacerse justicia por propia mano», agravios que van del asesinato o la violación hasta el robo de una estatuilla de yeso del santito tutelar. Tales hechos de venganza popular se perpetran en comunidades de todo el territorio nacional. El más reciente, ocurrido apenas el pasado jueves, se ubicó en San Martín Texmelucan, del estado de Puebla, donde la policía logró rescatar al presunto ladrón, previamente golpeado por los pobladores de la Junta Auxiliar San Juan Tuxco.

Otro de estos feroces linchamientos ocurrió 48 horas antes y se perpetró con todas las agravantes. Sus consecuencias resultaron más estruendosas que las del ladrón poquitero de San Martín Texmelucan, y fue a caer sobre una persona a quien se le imputan robos al por mayor. Precisiones del ajusticiamiento: lugar donde se inició la ordalía: el aeropuerto de Toluca, México. Los encargados de gasolina y cerillos: un comando de agentes federales. Autor intelectual del sacrificio: el nuevo gobierno priísta. Agravantes: al linchamiento se intenta darle apariencia de acción justiciera, cuando el anàlisis más elemental demuestra que es un linchamiento logrero y acomodaticio con todas las agravantes. Porque, mis valedores…

¿Es eso justicia? ¿Una justicia selectiva, acomodaticia, valida de la ocasión? Se falta al pudor y al  decoro cuando en la maniobra politiquera se invoca el más alto de los valores, el que los contiene a todos: la Justicia. Pero la de ese verdugo contra tal víctima es una ordalìa con todos sus agravantes: fue el propio victimario, el  PRI-Gobierno el que malparió, alimentó y alcahueteó a cierta presunta criminal de la que se beneficiaron quienes ahora aportaron gasolina y cerillos para el quemadero. Según esto, la víctima violaba la ley con todo el alarde, la prepotencia y la desverguenza de su origen PRI-gobiernista. A lo soberbio, a lo  impùdico, a lo indecoroso. Prenderla en el momento en que se le apresó, ventajoso para un gobierno urgido de capital político y del fácil aplauso de las galerías en el coliseo romano, configura el perfil del linchamiento perfecto. Ah, México, qué país.

¿Y ahora qué? ¿Quién sigue?  ¿Este gobierno estará acechando el momento políticamente redituable para aplicar la ley (la del linchamiento) sobre figuras de la burocracia política como Humberto Moreira,  Romero Deschamps, Gamboa Pascoe, Andrès Granier, Mario Marín, las honorables familias Salinas (Carlos, Raúl y Adrianita),  Fox,  Bribiesca, Sahagún y, sobre todo, esa familia cercana a Peña Nieto que es la de Arturo Montiel, su  pariente lejano y cercano protector? A propósito de alcahuetes lo afirmó en su momento un Manuel Mijares, panista:

Vicente Fox es un ser transparente. No tiene cola que le pisen. Su único delito consistió en abrir la puerta de la democracia en México. Ese es el único agravio al PRD y al PRI.

Mis valedores: mañana habré de ponderar la tragedia de esa mujer a la que el PRI corrupto  encumbro en 1989 para aniquilarla el día de hoy. (Vale.)

Que ayer maravilla fui…

La historia, mis valedores, esa estrella polar. Para el siglo V antes de nuestra era no había ciudad italiana, de Sicilia o Asia Menor, por pequeña que fuese, que no tuviera su recinto teatral. En Atenas, por ejemplo, 15 mil espectadores se emocionaban hasta alcanzar la catarsis con Prometeo Encadenado, Las Traquinias o Edipo Rey. Yo, a propósito, hace algunos ayeres envié cierto recado a un tal Carlos Jonguitud, por aquel entonces “líder moral” (cacique, vale decir) de una por aquel entonces “Vanguardia revolucionaria” del magisterio y valedor de cierta «flaca» (así le llamaba) que se le atravesó en el camino y le aceptó una visita a algún bar, sota moza que con el tiempo lo iba a desconocer y en abril de 1989, de la mano de Carlos Salinas, a echarlo de la dirigencia del sindicato magisterial. Aquí parte de ese recado que hoy, por obvias razones, parece haber cobrado renovada actualidad.

Un teatro con cupo para 15 mil asistentes, ¿se imagina, “profesor”? El poder y la gloria que hubiese significado para usted atascarlo con realadas de militantes del  sindicato de trabajadores de la educación. Qué lucimiento personal, qué autopromoción con semejante mitin de apoyo en lo que fue el nidal, la simiente de la cultura occidental…

Pero no, “profesor”, que un pueblo como el de Grecia no hubiese soportado faramallas vanguardistas. Para ese pueblo la educación ciudadana era sagrada sobre toda otra herramienta cultural, y los hacedores de aquella portentosa cultura no iban a dejar que así como así, por ventaja personal y politiquería, a la pura ley de la imposición, se pisotearan los requerimientos educativos de toda una comunidad. “Esto sería caer en el más aborrecible de los subdesarrollos, que es el mental”, dirían,  y con toda razón, los paisanos de Homero.

El coliseo romano, “profesor”; yo lo conozco en tarjetas postales, pero así, a ojo de buen cubero, tanteo que le caben sus buenos miles de  romanos por aquel entonces absortos en el bárbaro juego de gladiadores, centuriones, leones africanos y mártires cristianos. Pero no, “profesor”; los romanos hubiesen rechazado el jueguito manipulador, ventajista y politiquero de las adhesiones multitudinarias con el que usted quiere forjarse su equipal en la Sec. de Educación Pública. Lo hubiesen rechazado por circense, teatral y faramallero. Ya oigo a Nerón:

“Antes le prendo fuego a la City que permitir se lesione la educación de nuestros chamacos”. Perfecto.

Pero hablando de estadios, que son su especialidad: Maracaná, por ejemplo. ¿Se imagina, “profesor”? Una gloria de estadio: no 150 mil fanáticos del clásico pasecito a la red, sino otros tantos vociferantes maestros (de la irresponsabilidad, sobre todo) enfebrecidos de alabíos, alabaos y hurra, hurra, hip, hips. La gloria, ¿no, «profesor»? El onanismo mental, el nirvana. Pero no, que los brasileños son fanáticos del fuchebol y no consienten otro espectáculo. Y qué hacer.

El Astrodome, de Houston, con su techo de quita y pon, una de las maravillas del mundo, dicen. Pero tampoco. Cierto es que cada que se le hinchasen los ganglios usted lo podría llenar de mentores, sobre todo de madre; pero el pueblo gringo, amante como es de la guerra y sus masacres a lo ancho y largo del mundo, no llega a la barbarie que suponen esas «concentraciones de apoyo magisterial», quintaesencia  del subdesarrollo.

“Permitirlas sería volvernos tropicales y  bananeros como esos pueblos que descuidan la educación escolar para…»

(Sigo después.)

La desverguenza

– ¡Que el nombre del Sr. Presidente Echeverría se grabe en los muros de la sede del Congreso de la Unión!

A los maromeros del circo político me referí el viernes pasado, que  sexenio a sexenio pegan espectaculares, indecorosas machincuepas para seguir mamando del presupuesto. Puse de ejemplo a un tal Diódoro Carrasco, que en el altar de Echeverría quemó arrobas de copal, para desconocerlo cuando lo vio caer en desgracia. Arturo Reyes, del semanario Punto y Aparte, de Jalapa, Veracruz, entrevistó al oaxaqueño, ya para entonces dirigente de la Confederación Nacional Campesina, CNC, y lo acorraló a preguntas:

– Señor Ramírez: en el gobierno de Echeverría dijo usted públicamente que esperaba ver su nombre en letras de oro en la Cámara de diputados. Ahora cambia de parecer y no acepta haberlo dicho. ¿Por qué ya no sigue pensando lo mismo?

El del reculón a tragar saliva y a intentar la huida por el atajo del cantinflismo:

– Bueno, mire: las palabras responden a determinadas circunstancias.

– ¿Ya no piensa lo mismo que antes respecto de don Luis Echeverría?

Bueno, mire, en todo caso en esta pregunta que me hace concretamente, no sé por qué me la haga, cada persona, cada político tiene que vivir su propia circunstancia.

– ¿Qué tiene que ver eso con las circunstancias?

– Que van cambiando de un año a otro, de un día a otro, de un mes a…

El reportero no lo dejó terminar: «¿Por qué van cambiando, señor Ramírez?»

Acorralado, aturrullado,  el oaxaqueño, tragaba saliva. Un sudor se le iba y otro se le venía.

– ¿Por qué van cambiando, señor?

– Bueno, van cambiando las circunstancias porque tienen que adaptarse a las realidades sociales que va viviendo el país, de tal manera que las palabras incluso van respondiendo a determinadas circunstancias históricas. Esto es lo único que le podría responder. La amistad es una cosa, la lealtad a las instituciones es otra. Yo no trabajo para personas, trabajo para instituciones, esto es importante que se defina porque se confunden las cosas. Cuando uno decide meterse, es mi posición personal, a las actividades políticas y públicas, uno sabe que tiene que responder a todo contexto social, en este caso mi país.

– Usted afirma, señor, que la realidad cambia. ¿Lo que hoy es válido mañana ya no?

– Todo evoluciona. Un problema que existe hoy se soluciona mañana. Todas las cosas cambian, son otras las circunstancias. Vivimos en un país no estático, sino dinámico. Lo que hace veinte años significaba al país agrícola hoy significa otra cosa. El petróleo. Estas son las cosas cambiantes, ¿ve usted?

– ¿Entonces el nombre de Luis Echeverría en letras de oro en el muro del Congreso de la Unión que usted propuso?

– Sí, pero no, las circunstancias cambian. Mi sentido de la amistad es una cosa interna, anímica. No cambia, aunque lo parezca. Yo soy amigo de la gente y seguiré siéndolo. El trabajo con las instituciones es muy distinto. Uno se adecúa (sic) a la norma, a la línea, a la actitud ideológica, de conciencia.

Pero menos mal: rajón como se exhibió entonces,  Heladio Ramírez continúa con su militancia priísta. ¿Y los Yunez, Malova, Juan Sabines, Gabino Cué? ¿Y esos tricolores  Moreno Valle, Javier Lozano, varones de ideología y convicciones, ahora priístas de sangre azul? (Puagh.)

A propósito: lo afirma  Ortega y Gasset, de tendencia conservadora:

Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil. Ambas son, en efecto, formas de hemiplejia moral.

(Válgame.)

Elba Esther

Y el bueno pica a pendejo, trova el cantar. Mis valedores:

Esta es la historia de un sastre de mi tierra de nombre Próculo, malvavisco el corazón y condición tan tiernita que rayaba en la debilidad.  Con el tiempo este buenazo derivó en solterón, que su carácter de queso tierno y tal temple de jericalla no le alcanzó para agencias de una amantísima, esa la sin par Nallieli que habita junto a nosotros, los que nacimos con esa buena fortuna; la amadora amante que para nosotros es todo, y tantito más: tuétano, almendra y puntal del oficio del diario vivir, y esto me lo van a entender aquellos de ustedes que saben de varonía y corazón de pan fresco, como es el mío. Pero el bueno de don Próculo…

A falta de hembra para asuntos de amor, el sastrecillo cifraba sus ilusiones en un caballo. Dormido y despierto se soñaba galán que en penco lomo gateado se paseara, lucidor, del parían a la plaza y del puente a los portales en cosas de lucimiento. Cachondeando su sueño mi señor don Próculo fue ahorrando cuanto centavo le sobraba de alforzas, pespuntes y dobladillos, hasta el día aquel en que llegó a juntar los oros bastantes para hacer vivo su sueño, su gran ilusión: una yegua alazana. Fina estampa, caballero…

¡Helos, helos, por do vienen el pajarero manojo de temperamento y el sastre encima! Y   a darle gusto a la vida, que es la única que tenemos…

Darle gusto es un decir, porque apenas sentía al sastre sobre los lomos, la yegua sobrona se alzaba, entera,  y  lo que ocurría entonces: que ella imponía sus criadillas, y al cuerno rienda y espuelas. ¿Que el sastre decía media calle y la yegua media banqueta? Por la banqueta nos íbamos, a querer o no. ¿Que don Proculito decía calle real, y la yegua callejón de las guilas? Por frente a la daifas pasábamos, y a enrojecer a las risotadas de las del gusto, que para eso había mucha yegua para tan menguado Próculo…

Y fue así, mis valedores, como vino a suceder: un domingo de aquellos, a la hora de misa mayor, cierto charrito cerrero quedóse viendo a la yegua. Cetrino el hombre, seco de carnes, estevadas las zancas, percudida gamuza de chamarra y pantalón, espuelas y cuarta de cuero crudo; varón aquel de los buenos cristianos que a lomos de penco nacen, crecen y estoy por decir que se reproducen. Y algo estaba por suceder, porque…

Ahí miró al animal, ahí lo fue semblanteando, lo observó su buen rato, y entonces al sastrecillo, que sesteaba al pie: “Oiga, don, si me hiciera la valedura de emprestármela un su ratito pa sentirle la condición…”

Y sí: de un brinco, el charrito estaba horquetado en la yegua y la animaba con suave chasquido de labios: “Tch, tch, bonita…” Y fue entonces.

Apenas sintiendo jinete encima, la muy sobrona decidió que era bueno el atrio del templo para corcovos a esa hora dominguera en que mozas y demás gente de bien salían de sus devociones rumbo a la plaza mayor. Entonces (fijaros bien), que ante una yegua desbozalada el charrito mete un apretón de zancas, un recio tirón de rienda, un enterrón de espuelas por las verijas y aquel santo reatazo en el anca.

– ¡Yegua cabrona!- Y que asegunda el cuartazo. “¡Jijadiún!»

Dicen los viejos de la comarca, y al decirlo sonríen (con los puros ojos), que al poderío de la rienda y pegando ardido sentón de nalgas, la yegua desobediente, un calambre el ardor del cuartazo, giró la testa y con espantados tomates miró al charrito. Entonces, baba sanguinolenta y quebradita la voz, dijo así a su mandón:

– ¡Ay, mi señor, perdóneme, creí que era don Proculito!

(Elba Esther.)

Equilibristas

Estas son mis convicciones. Si no les gustan tengo otras. (Groucho Marx.)

Porque tal es la desverguenza de los maromeros del circo político, mis valedores. Son los enemigos del decoro personal que de sexenio a sexenio ejecutan sus machincuepas en el trapecio partidista. Son los Diódoro Carrasco y congéneres que el último día del PRI-Gobierno anochecieron tricolores para el siguiente día amanecer, con el panismo encuevado en Los Pinos, en calidad de conversos del Verbo Encarnado. Priístas de sangre azul. A propósito:

Un día de aquellos, en el sexenio anterior, estuve leyendo en el matutino todo el copal que ante el santito nuevo, el del Verbo Encarnado, quemaba aquel Diódoro Carrasco, tricolor ayer y hoy flamante panista. Al cerrar el periódico: ¿Diódoro, el oaxaqueño? ¿Pues no era el priísta que llegó a secretario de Gobernación en el antepasado  sexenio? ¿Panista hoy el que todavía ayer fue tricolor? ¿Aplaude en este gobierno  lo que en el anterior censuraba, y censura hoy lo que ayer aplaudió? ¿Pues de qué pasta, arcilla, madera o composta fueron amasados tales especímenes? ¿Tan hambrientos están? ¿De lodo biológico los forjaron sus genes?  Pienso en el difunto Comunista Mexicano, asesinado desde dentro por los logreros a los que Echeverría logró cooptar: Martínez Verdugo, Guevara Niebla, Graco, Nateras, Rincón Gallardo, en fin. Todo para que unas izquierdas honradas y de buena fe derivaran en un PRD hoy secuestrado por el pragmatismo talamantero de esa mafia Nini (ni nueva ni izquierda) que comanda el chucho mayor de los chuchos, Ortega. La náusea.

Recuerdo también a aquel recalcitrante tricolor, Miguel Angel Yunes, que con el panismo en el poder se enjaretó la chaqueta blanquiazul. Interrogado acera de semejante metamorfosis que lo iba a transformar de simple oruga en oruga claudicante, así se justificaba:

– Es que me sumo al proyecto panista de transformación.

Y otro más, entre la muchedumbre de conversos, claudicantes y colaboracionistas del logro, la ocasión y  el arribismo: Cuando  Salinas, con el recurso del haiga sido como haiga sido, también él, se encaramó hasta  Los Pinos, nombró como procurador de la República a un Morales Lechuga, priísta de tradición, a quien le tocó «resolver» el caso de las explosiones de gasolina en el barrio de Analco, en Guadalajara, el 22 de abril de 1992.

Nada iba a resolver Morales Lechuga,  pero apenas terminó el sexenio, con  Salinas como el ser más odiado del país, clamó quien fuera el Abogado de la Nación:

– Bueno, es que creí firmemente en Salinas cuando le acepté cargos diversos, pero hace años que ni lo veo ni tengo contacto con él. No soy vergonzante ni niego mi pasado ni mi presente. Es que no quiero ser una cabeza de playa de Salinas.

– Y ahora que se une usted a la campaña presidencial de Vicente Fox,  ¿qué lo llevó a tomar semejante medida?

Contestó al reportero,  palabra a palabra, Morales Lechuga:

– Es que en el panista observé la limpieza de su mirada, y eso me convenció.

(En ese momento el gallo cantó tres veces.)

A mí los tantísimos casos de los camaleones politiqueros y sus intentos de limpiarse el tizne me recuerdan el caso de cierto Heladio Ramírez, priísta todavía la mañana de ayer,  que en el sexenio de LEA desde la Cámara de diputados clamaba ante la nación:

– ¡Que el nombre del Sr. Presidente Echeverría se grabe en los muros de la sede del Congreso de la Unión!

Pero Echeverría, ya sin poder, cayó en el descrédito, y entonces Heladio Ramírez  pegó estrepitoso reculón y…

(Mañana.)

Masiosare

El domingo pasado, Día de la bandera, el senador perredista Miguel Angel Barbosa tomó la palabra  y a la letra dijo:

En México, bajo esta Bandera como símbolo patrio, se encuentra el trabajo, la labor y los sueños de más de 112 millones de mexicanos y mexicanas, que nos emocionamos cada vez que vemos izarla, hondearse (sic.) en lo alto, admiramos nuestro escudo y escuchar las sublimes notas de nuestro himno.

Mis valedores: escuchar en la radio y leer en la transcripción el discurso de marras me motiva para enviar el siguiente mensaje a quien tales ofensas perpetra en contra de ortografía, sintaxis y gusto musical. Senador Miguel Angel Barbosa:

¿Así que «sublimes» las notas del himno compuesto por Jaime Nunó? ¿Pues cuál es su rasero, senador Barbosa, para calificarlas de «sublimes»? ¿Aldeanismo el suyo, obnubilación patriotera, qué? Permítame que le cuente, senador.

Nativo soy de un poblado que en mis años tiernos vivía un tiempo congelado en la rutina del diario vivir que cabía en el canto del gallo, un madrugar de campanas, el día rayonado a ladridos, rebuznos y toros en brama y, ya al pardear, el cencerro, la majada  y el toque de esquilas que convocaban al ángelus. Y hasta otro día, calca del anterior y molde para el que vendrá después. La noche de mi región: pacífica convivencia del trasnochador con la bruja y el ánima en pena, y la paz.

Pero la rutina se trizó una mañana, cuando en penco cuatralbo, con un lucero en la frente,  nos llegaba el lucero de la Revolución, don Pánfilo Natera.  Helo ahí, fusca al cinto, saludando, en la mano la gorra norteña. Yo, la tricolor de papel en la diestra, con dos docenas de payos de primeras letras escuché de repente, en la de redilas atascada de músicos, ¡el himno nacional! “¡Mexicanos, al grito de..!” Yo, inflado de emoción tricolor:

– Cuando crezca voy a ser revolucionario.

Como crecer, no alcancé la alzada de Gulliver, y como revolucionario no pasé de liliputiense, pero la lucha se le hizo. Crecí en edad y tuve ocasión de escuchar, siempre en horas de excepción y yo en posición de firmes, los acordes del himno de mi país. Húmedas las pupilas, una fuerza interna me forzaba a alzarme y soñar en una patria digna cuando lo seamos los mexicanos.  Era mi himno patrio, inaccesible al deshonor…

Pues sí, pero aquí mi pregunta, mi preocupación, mi mortificación. ¿Envejeció mi espíritu? ¿Qué metamorfosis sufrió mi sensibilidad, que hoy todavía  me siguen emocionando  los acordes de La Marsellesa y del himno patrio español tanto como el del inglés, pero no los del mío, hermoso al par de  los susodichos? ¿Por qué esta insensibilidad?  El himno de mi país sigue siendo el mismo. ¿Entonces? Sospecho que el daño se ubica no en mí ni en el símbolo patrio; que la carcoma está en la rutina, en la saturación. Porque ocurre, senador, que a resultas de alguna disposición (deposición) de doña Margarita, cuando la hermana predilecta del hombre de la(s) pompa(s) y circunstancias era todopoderosa, en las estaciones de radio el himno de las notas «sublimes»  me anuncia que finaliza la  programación nocturna, con el último acorde cediendo espacio a algún noticiario redactado en un español de masquiña, de pacotilla. Día con día, a la misma hora de todos los días, la repetición machacona del himno a modo de cortinilla de la programación radiofónica es una rutina que terminó por cegarme las fuentes del entusiasmo cívico. Y aquí, senador,  la pregunta de este adicto a Bach, Beethoven y Mozart: ¿»sublimes» las notas del himno patrio? (¿Sí?)

¡Vive!

(Aquí, memorioso, mi saludo anual.)

Mi madre me contó que yo lloré en su vientre.- A ella le dijeron: tendrá suerte – Alguien me habló todos los días de mi vida – al oído, despacio, lentamente – Me dijo: ¡vive, vive, vive! – Era la muerte. (Sabines.)

Las obligadas reflexiones que en el espíritu sensible provoca el fin de año, mis valedores. Reflexiones filosóficas como esta otra, paralela a la anterior:

Un día tu alma caerá de tu cuerpo, y serás empujado tras el velo que flota entre el universo y lo cognoscible. No sabes de dónde vienes. No sabes a dónde vas. Mientras tanto… ¡sé dichoso!

El Rubaiyat, de Omar Khayyam, poeta “de la brevedad de la vida, el absurdo del mundo y la fugacidad del placer, consuelo único del hombre”. La suya es  poesía  (Persia, mediados del siglo XII) parida por una civilización de refinamiento, decadencia y acentos nuevos, deslumbrantes, desesperados. Esta de Khayyam es una sucesión de conceptos filosóficos armados en el molde del poema que aluden al tiempo en cuanto demoledor de la vida y los goces de los sentidos. Agridulce, directo y desnudo de galas se nos entrega el verso, que para el fatalista del desencanto y la sensualidad machihembrados no existe más placer que el de los sentidos, ni más vida que la del instante; que la naturaleza sigue su curso muy por encima de nuestros pequeñajos dramas personales y de la angustia vital ante el tiempo que pasa. Que es vano empeño la rebeldía ante el dolor y la muerte, y no nos resta más que exprimir el jugo de la uva (eso dice) y existir dentro de la almendra del instante, y no más; que a manera de las mejores voces del Siglo de Oro  español, la existencia del hombre  no es más que sueño, polvo, sombra, olvido. Nada, pues.

“Cuando hayamos muerto no habrá ya rosas ni cipreses, ni labios rojos ni vino perfumado ni auroras ni crepúsculos. Mira, escucha. Una rosa tiembla por la brisa y el ruiseñor le canta un himno apasionado; una nube se detiene. Olvidemos que la brisa deshojará la nube que nos brinda su sombra”.

Soñemos, alma, soñemos, dice Segismundo,  y Torres Bodet: ¿Para qué contar las horas? – No volverá lo que se fue, – y si lo que ha de ser ignoras, – ¡Para qué contar las horas! – ¡Para qué!

Atienda alguno (uno, aunque sea) la escena antigua y actual que ahora les ofrezco, frutilla madura de la literatura oriental. Ya después todos ustedes a seguir con su trajín:

“Señor, no sirvas todavía el vino, que acabo de reflexionar. He aquí que ha llegado el momento en que los comensales están menos alegres, en que la risa duda; el instante en que las danzarinas vacilan, en que las peonías se deshojan. He aquí el único instante en que el corazón habla con sinceridad.

Señor: tú posees palacios, guerreros, vino perfumado. Yo no tengo más que mi laúd, que canta amargas canciones a la hora en que las peonías dejan caer sus pétalos. En esta vida, señor, sólo tenemos una certidumbre: la muerte. Estas bocas que nos besan estarán un día llenas de tierra. Este laúd que vibra bajo mis dedos servirá para refugio de las gallinas. El tigre saltó a los valles donde en otros tiempos erraba el pez Mrang. El coral tapiza los torrentes donde florecían antaño las violetas. Escucha allá lejos, en la montaña blanca de luna; escucha a los monos que lloran en cuclillas, sobre tumbas abandonadas…

Ahora, señor, ya puedes llenar nuestras copas…»

Mis valedores:  a vivir. Qué más. Qué mejor. Vivir, que es más tarde de lo que suponemos. Y el aletazo del tiempo, y este resfrío y este estremecimiento. (Vivir.)

La sirena de la mar

Los leales quieren que  Calderón y Zavala estén cerca en el debate sobre la reforma a los documentos básicos del PAN y que acudan a la Asamblea Nac. Extraordinaria en marzo del 2013. Que Margarita busque la Presidencia del PAN a finales del 2013 y que encabece los esfuerzos que deberán tener resultados concretos en las elecciones federales del 2015 y el 2018. (A. Aguirre M., 19-XII-12.)

Pero no, se esfumó el peligro. El hechizo quedó atrás. La sirena que intentaba enredarme con sus cantos se alejó de mi nave. Yo, con la tripulación, a salvo. Ella, la cautivadora, como a Odiseo la sirena del mito, intentó enredarme con el embrujo de sus tonadas. Yo, a la manera del héroe, me hice atar al palo mayor y así  pude sortear el peligro de caer en el hechizo de su reclamo musical. Ella me tendía sus redes y de  carnada aprontábame una imagen no hermosa,  pero sí  hermoseada al tanto por ciento por sus voceros oficiosos desde la industria del periodismo. La hechicera me guiñaba un ojo. Cerrando los ojos la dejé pasar. En el aire del país quedó, basurilla en el viento, la frase de Calderón (¿Lo recuerdan ustedes? ¿Habrán podido olvidarlo?)

Margarita tiene los méritos  para  aspirar a la grande en el 2018.

¿El síndrome de la Sahagún? (Me estremecí.) Margarita. Miro su foto en el diario reciente, pero una foto que tiene el tufo de la prehistoria. La observo hasta bizquear. En ella advierto la imagen de una matrona más bien madura, rostro como desbastado a hachazos. La recuerdo tanteando el terreno para ganarse el afecto de las masas sociales, algo que no pudo lograr. ¿Se arriesgaría a ser en el 2018 una Vázquez Mota de pacotilla?

Pero no. Margarita no le iba a seguir el juego a  Calderón.  Seria y ponderada la advertí en el pasado sexenio como para abstenerse de aspirar seriamente a sacar de Los Pinos a un PRI que su marido dejó entrar por su endeble personalidad de mediocre y «apenitas» en todo, menos en el demencial derramamiento de sangre y muerte en todo el país. ¿Margarita se tanteaba con la suficiente autocrítica como para no ir a caer en los alardes baratos, carísimos para mí y los demás, de nueva rica, en que se hundió la Sahagún? ¿Seguiría siendo la ecuánime y ponderada de siempre ya con la presidencial cruzada a los pechos? ¿No perdería cordura y decoro, y que en ella aflorase como en la Sahagún una codicia desbozalada y una rampante vulgaridad? ¿Qué tal si ya en pleno deslumbramiento y como compensación de nunca haber sido buscase tener? Sus derroches los pagaría yo mismo, con  la multitud de aturdidos que hubiésemos caído en su hechizo. ¿Qué nueva catástrofe pudiese o pueda ocurrir si le brotan, salpullido de la mediocridad, esos instintos pedestres de la arribista, y a lo compulsivo regresa al rejuego politiquero y  le da por figurar, por atragantarse de protagonismo? De ponderada y prudente proyectó durante seis años su imagen ante las masas, pero no olvidarlo:  para que aflore lo peor de una personalidad mediocre hay que dotarla de poder.

En fin. El peligro de Margarita parece haberse desvanecido. Que por más manipulaciones que el marido  intenta a estas horas nunca retorne al bataclán politiquero  por supuesto, lo que es por mi voto ella nunca va a uncirse a la lucha por el poder en el 2018, por más presencia e imagen que a su hora le hayan elaborado los serviles que medran del negocio de relujar y maquillar «primeras damas» y por más que a estas alturas semblantee la situación el beato del Verbo Encarnado.  Cuidado, pues. (Vale.)

Es México

(Por que no se nos muera la memoria histórica.)

Fue el 23 de diciembre del 97 cuando Acteal amaneció grifo de cadáveres. A la vista del almácigo de víctimas de paramilitares priístas se alzó la palabra viva del profeta Samuel Ruiz, que en su Carta Pastoral de Navidad clamó, y muy pocos lo escucharon (no la justicia ni el alto clero católico):

“Por si acaso hubiéramos olvidado que la verdadera Navidad se da en un contexto trágico de opresión y dominio, de inseguridad y puertas cerradas, de persecución y exilio, y aun de verdadero genocidio, los acontecimientos de estos días en Chelalhó nos lo vienen a recordar. La dicha más grande que el mundo ha conocido, el nacimiento de nuestra carne del Verbo de Dios, irrumpe en medio de la más densa niebla. La Navidad de este año es para el pueblo cristiano de nuestra Diócesis, de nuestro estado y del país entero, una Navidad luctuosa. No sólo es ignominioso el número comprobado, hasta el día de hoy, de muertos (45) y de heridos (25), muchos de ellos menores de edad, sino sobre todo el clima de violencia creciente e impune denunciado a las autoridades que lo podían haber frenado con anterioridad a este indignante desenlace.

Son tantas las circunstancias agravantes que hacen de este doloroso acontecimiento un verdadero crimen contra la humanidad: el hecho de que el ataque fuera perpetrado por hombres adultos, armados, contra un grupo mayoritariamente de mujeres y niños desarmados; que ese grupo victimado (“Las Abejas”) sea uno que ha hecho profesión pública y desde hace tiempo de su opción por los medios civiles, pacíficos y no violentos para la consecución de sus demandas, aun cuando viven y trabajan en el corazón de una zona donde la violencia se ha enseñoreado hasta el punto de ser obligados a abandonar sus casas y poblaciones, pues en Acteal se encontraban ya en calidad de desplazados; el hecho de que el ataque se haya verificado en el momento en que estaban reunidos en la ermita del poblado, orando por la paz; y seguramente orando por quienes les perseguían. Conocemos que tal es la calidad cristiana de esos hermanos y hermanas.

¡Qué horrible paradoja que el mismo día en que pudieron ser abiertas algunas ermitas que habían estado cerradas y ocupadas por grupos armados de civiles y de policías, en una ermita de Los Altos hayan sido masacrados todos estos cristianos! En el espacio de lo sagrado irrumpe la violencia. ¡Y para este pueblo tan hondamente religioso! Toda la tradición judeo-cristiana de que los templos son Santuarios para los perseguidos, aquí ha sido pisoteada. A muy temprana hora de hoy  las autoridades del estado han ordenado recoger todos los cadáveres, quizás con argumentos jurídicos o sanitarios. Ello es un agravio más a los sobrevivientes de la masacre. Ellos han venido hasta nosotros, suplicantes:

– ¡Queremos enterrar a nuestros muertos. No dejen que se los lleven!

Quien conoce el alma indígena sabe hasta qué punto es existencialmente indispensable hacer el duelo, llorar a los muertos. ¿Será que hasta ese consuelo les van a quitar? Sólo la fe y con ayuda de la revelación podemos comprender que así es la Navidad verdadera.  Esta, y no la de la sociedad de consumo es la que permite entender el misterio de la Encarnación. Aquí, en Chiapas, algo nuevo está naciendo, y no concluirá el parto sin estas dosis estrujantes de dolor…

Cuánto trabajo nos cuesta, en este momento, decir: ¡Feliz Navidad! A nuestra sensibilidad humana nos parece que el Niño nace muerto”.

(El resto, Dios, es silencio.)