La mujer

La primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación de los hijos. La primera opresión de clases coincide con la del sexo femenino por parte del masculino. (F. Engels.)

Y la mala conciencia del macho tuvo a bien celebrar el pasado viernes el Día Internacional de la Mujer. Tal como los malos hijos festejan el día de la madre y los malos padres el día del niño, los pésimos maridos o concubinos festejan,  imposición del comercio  por afanes de consumismo y de medro, el Día Internacional de la Mujer. Aquí, algunas evidencias históricas del horroroso machismo.

El de Dios en el Génesis: «Buscarás con ardor a tu marido;  él te dominará y  será tu dueño. Y al «pueblo elegido»:  “¡Practicaste la prostitución con esos egipcios de gran potencia sexual (…) Te entregaste a la prostitución con los asirios, y ni aun así quedaste satisfecha (…) A toda prostituta se le da una paga; pero tú eras más bien la que dabas regalos a todos tus amantes y les pagabas (…) ¡Sólo en eso eres diferente a las demás prostitutas!”

El machismo de un cierto arzobispo G. Biffi: “¡La mujer es sustancialmente triste, que no sabe ni ser virgen ni ser madre! Es una Eva moderna, una esclava del mal que no sabe decir al Señor: Heme aquí, que tuya soy, y tu sierva rendida. No, ella histéricamente grita: ¡Yo soy mía!, y es sólo una colaboradora de la muerte. ¡Gracias a Dios que Jesucristo escogió para apóstoles a puros hombres».

En la tragedia griega un Hipólito ofendido porque Fedra, la madrastra, le ofrecía su amor: “Qué azote tan grande es la mujer, pues el padre la engendra y la educa, da la dote y la casa para librarse de ella; el que recibe en su hogar esta peste destructora, goza engalanando a una pésima estatua, y la viste con sus mejores ropas, y el desventurado gasta así sus rentas. Si alguna ha de vivir con nosotros, la mejor es la inepta. Aborrezco a la sabia. Cipris hace a las doctas las más depravadas”.

Etéocles, hermano de Polinices, al prepararse para la defensa de Tebas, que el otro habrá de atacar, apostrofa así  a las mujeres, que lamentan la guerra:  “¡Yo os pregunto, ganado insufrible: ¿es esto mostrarse pronto a hacer bien a la ciudad, y salvarla, y dar aliento a sus asediados defensores? ¡Caer ante las imágenes de los dioses tutelares y gritar, y vocear, ralea aborrecida! Jamás (…) viva yo bajo un mismo techo con gente mujeril (…) Ahora, con este gritar y este correr de un lado a otro, ponéis cobarde desaliento en el ánimo de los ciudadanos (…) ¡He ahí lo que puedes sacar de vivir con mujeres!”

Siglos más tarde el machismo de un J. Vavizan: “Plugo a Dios formar en la mujer todas las partes del cuerpo dulces y amables. Pero en el caso de la cabeza no quiso enredarse y dejó al diablo que la modelara».

Machismo de Otto Weininger: “La mujer se consume en la vida sexual, en la cópula y la multiplicación. Ella no es otra cosa que sexualidad; el hombre es un ser sexual, pero también es algo más. La mujer es sólo sexual (…) Las mujeres no tienen existencia ni esencia, son la nada. Se es hombre o mujer según se sea o no se sea».

George Sand (Aurora Dupin), escritora: “Al carecer de profundidad en sus exposiciones y de ilación en sus ideas, la mujer no puede poseer genio. La mujer es imbécil por naturaleza”.

Y una Lady W. Montagú: “Lo único que me reconcilia por ser mujer es que esto me protege del peligro de casarme con una”.

Exaltación machista y ludibrio contra la mujer a la que un día determinado les ordenan celebrar.  (Lóbrego.)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *