Educación y sotanas

Saqueos, latrocinios, depredaciones y escándalos, mentores y alumnos mal preparados. Educación, cuántos crímenes se cometen en tu nombre. Y el crimen de crímenes en un estado laico:

La jerarquía católica inicia una campaña para que el gobierno federal acepte introducir educación religiosa en las escuelas públicas. La Unión Nac. de Padres de Familia exige modificar el 3º. Constitucional para que se reconozca el derecho de los padres a educar a sus hijos.

¿Derecho?  ¿Tienen los padres derecho a matar a sus hijos a golpes? ¿A darles a comer hongos envenenados?  ¿A educarlos según el criterio medieval de la sotana, que así aprovecha para asuntos politiqueros su ascendiente sobre su grey? ¿Y los derechos del niño, estipulados en los documentos de derechos humanos?

Pero el libro de texto sobrevive a críticas, boicots y cuestionamientos ñoños como el libelo anónimo:

“Mamita, ¿no te enojas? Yo quisiera decirte: / no quiero ir a la escuela; no quiero ya estudiar. / ¿Por qué? No sé qué pasa. Las cosas que me enseñan, /  el profe que tenemos, los libros que nos dan. / Y es que (tú ya lo sabes) no sé cómo decirlo / las cosas de la escuela, yo creo que están muy mal.

Nos dicen, por ejemplo, que las revoluciones / en las que mueren tantos y roban a cuál más, / son siempre provechosas, que dan más libertades, / que buscan la justicia, que la fraternidad. / Y de los guerrilleros, nos dicen que son buenos, / que son «libertadores”, que ven por los demás. / Por eso, mamacita, quisiera preguntarte: / ¿Es bueno ser ratero? ¿Es bueno secuestrar?

El libro nos enseña la foto de un chinito, / que dizque fue un gran héroe, allá por el Viet Nam, / que “liberó” a su pueblo;  mamita, te pregunto: / ¿Son buenos los traidores? ¿Es bueno asesinar?  / Que China es un ejemplo; que Castro es bondadoso; / que Cuba, un paraíso, que en Rusia hay libertad /  ¡Que todos son iguales! Mamita, te pregunto: / ¿son buenas las mentiras? ¿Se puede así engañar? /  Mamita, ¿no te enojas?¡No quiero ya estudiar!

Las cosas de la vida, las cosas del Amor, / que crecen con nosotros en nuestra pubertad, / las cosas que son buenas, las cosas que son santas, / que tú misma dijiste debemos de cuidar, / que son como una flor que se abre cual capullo. / Y que después de un tiempo un fruto nos dará. / Y que por eso mismo, para que no marchite,  / con un pudor sagrado debemos de cuidar.  / Tú misma me dijiste que nuestro cuerpecito / es un caballo brioso que quiere relinchar, / pero como un jinete, yo puedo dominarlo / si pongo gran empeño, si pongo voluntad. / También tú  me enseñaste que debo de guardarme, / que mi alma es un tesoro, que deberé entregar / el día que yo me case, y mientras, con modestia, / con alma alegre y  pura, guardar la castidad. /  Que el cuerpo es bueno, es santo; que no debo mancharle, / que si me estimo en algo, lo debo respetar. / Y sin embargo, mami, el texto nos enseña / ¡que las masturbaciones son algo natural! / Mamita, ¿no te enojas? Quisiera yo decirte: /  no quiero ir a la escuela, no quiero ya estudiar.

Nos dice nuestro libro que todo cuanto existe / que todo fue formado por vil casualidad, / que no hay un Ser Supremo, que el mundo se hizo solo, / que no hay Orden Perfecto, que no hay Eterno Plan. / ¿Es cierto que los niños, al terminar el día, / se tienen que ir solitos y sin poder rezar? / ¿ Mamita, ¿no te enojas? Quisiera yo decirte: / ¡No quiero ir a la escuela! ¡No quiero ya estudiar!”

Ah pérfidas sotanas. Ah,  padres manipulados. Ah, México. (Qué país.)

Un pensamiento en “Educación y sotanas

  1. El inconsciente colectivo de mexicano es implantado generacionalmente y no se ha interrumpido por su mismo origen «ser ignorante»

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