Solicito información

Y de repente, mis valedores, como si despertase del cuento y del canto de hadas, la vuelta al hogar. De repente, quieras que no, doblegarse a la rutina nuestra de cada día, con todo lo blanco y lo renegrido que eso quiere decir. Yo, volando entre nubes, contemplaba allá abajo, maqueta descomunal, ese aborregamiento de techumbres, explanadas y unas torres de Babel que se alzan, agresivas, poco anuentes a recibir al hijo pródigo que se atrevió a ausentarse el tanto de algunos días.

Días que invertí en la maniobra de habitar en el paraíso, o casi; días en que me les hice perdedizo a radio, periódicos, celulares y, por supuesto, la televisión. Días en que mi espíritu se relajó a pierna suelta, lejos del mundo. Pero que  la semana escasa que duró la edad de mi inocencia provinciana falleció el día de hoy, me lo jura el espectáculo del firmamento que arropa la ciudad capital: un capuchón gris y ominoso de nubes que se apartan de las nubes decentes, las negras, de lluvia, y las blancas, que al cielo sirve de adorno. Estas que forman el comité de recepción qué distintas: pardas y ateridas, la tarde se pasan lagrimeando gotas heladas, como de pavor.

Y mi ánimo se contrista. De ganchete miro el reloj; de las plácidas horas de la provincia a las primeras sombras de la noche citadina ha oscurecido aquí, dentro del ánimo de mi ánima, y qué hacer. De repente, un bamboleo, un estremecimiento, la turbulencia. Cruz, cruz.

Compruebo que va de veras y me hago el ánimo ahora que el de la cabina enmienda el rumbo y gira a la izquierda; la verdadera, no la de cierta jauría de chuchos cuchileados por el chucho Ortega, hijo putativo de Talamantes (la bocanada de bilis negra me certifica que vuelvo a mi rutina de cada día).

Y ya nada hay que hacer sino resignarme, porque el avión enfila su trompa hacia ese como hilo de atole champurrado tendido allá abajo, en el traspatio del aeropuerto. Ahí te voy, noble ciudad; allá te voy, Magdalena, recíbeme abierta de brazos y apestosa a droga (la Magdalena Contreras).Y este escalofrío. Aterricé.

Y a amanecer el día de hoy. Aquí estoy, manos y mente vacíos, frente al aparato que los guanabís llaman “compu”, cursis dejaran de ser. Y es que no me tanteo preparado para el comentario de la vida pública porque huí de su presencia, de modo tal que ahora recurro a la buena voluntad de  ustedes para que me pongan al corriente de los episodios nacionales que se produjeron mientras yo deambulé en el edén el tanto de unos días lumbrosos, de aurora y aureola boreal. Y para empezar, mis valedores:

¿Qué de importante ocurrió en mi ausencia? ¿Se detuvo, por fin, la carestía? Los precios de gasolina y canasta básica, ¿estables? ¿A la baja?  ¿La mala leche de los negociantes subió el precio de la leche? ¿Sigue en el país la escandalosa escasez de huevos? Mejor; los huevos nomás producen colesterol, causan turbulencias y la hacen de fumarola. Mucho mejor así, lisitos y livianitos.

Y ya que hablamos de huevos: ¿Ebrard y el de Los Pinos ya se pusieron en línea para la foto, por fin? De ser así, que lo dudo porque, ingenuo de mí, todavía creo en los principios y en los varones de honor,  ¿quién cedió, quién se dio, cuál se dio, qué cedió? ¿Será posible que ya la hayan chocado? ¿Con qué mano estrecharía Ebrard la del de los 50 mil cadáveres? ¿Fue diestra con diestra, zurda con siniestra, cuál con cuál? ¿Alguno de los dos corrió a lavarse las manos?  (Más de esos dos y otras minucias seguiré preguntando.)

Más allá de iniciativas Mérida

Una sola chispa de lava encenderá ese país y llenará de almas el temerario Zócalo. Y cuando ese día llegue América empezará a ser libre…

Aquí finaliza, mis valedores, el documento con que la voz cubana de  Celia Hart irrumpe en las fiestas patrias del que nombra “México inmutable y eterno”, para repasar vínculos históricos que, más allá de gobiernos proyankis,  mantienen a México y Cuba amarrados con nudo gordiano. “Con ñudo ciego”, como allá decimos:

– La revolución mundial le debe a México su propia supervivencia. La consecuencia inigualable de Don Lázaro Cárdenas no sólo recuperó la vergüenza que parecía se perdía en el país, sino que le abrió las puertas a León Trotsky cuando nadie tuvo el valor de hacerlo. En México se escribieron varios de los libros más importantes del mejor leninista, y desde allí se empezaron los intentos de retomar la Internacional. Allí yace el gran revolucionario ruso.

Ahora, ¿dónde está ese México libre y pasional que nos envuelve con su incontenible espíritu de combate?  Está en el alma de mestizos. Desde siempre, los del Norte estuvieron confundidos con el gigante México que elevará su vuelo para la resurrección de América. Como cubana revolucionaria junto hoy las manos recordando la bandera del águila vencedora y agradezco a ese pueblo por contener al mejor amigo de José Martí. México dio espacio para la brillante carrera política de nuestro Julio Antonio Mella, que se integró a ese país con fervor total y donde escribió sus más hermosos trabajos. Fue en México donde este baluarte del comunismo internacional dijo: Muero por la revolución.

México recibió a Fidel cuando tenía que preparar la guerra necesaria, la última de ellas. Un mexicano bondadoso le vendió el yate Granma, creo que no cobra todavía su dinero a no ser los millones de besos de mis compatriotas. El yate Granma sólo podía salir de México. (Yo, además, en México he amado como no creo que lo vuelva a hacer…)

Los sucesos recientes, las marchas multitudinarias me hacen olvidar el dolor de las actitudes del ese que por horror a la corrupción de sus partidos sentó el pueblo mexicano en la silla presidencial. Parece que poco a poco ese pueblo, que es mi pueblo, comienza a exigir altura a sus gobernantes. (Y por ahí anda quien fue su alcalde que aún hoy puede convertirse en un verdadero líder de América. Su valentía, su compromiso y decoro decidirán si, finalmente, merece o no merece participar con México en su porvenir.)

Los últimos incidentes con Cuba fueron protagonizados por cualquier otro, pero nunca por un auténtico mexicano. Ese Fox nunca será un mexicano. México no toleró ser colonia, no toleró emperadores europeos, no toleró a los dictadores. De igual manera México no tolerará el raquitismo gubernamental. ¡Esperen que los volcanes hablen!

Pero México se renovará. No podrán vencer a sus mujeres hermosas, su música, su poesía donde parece que el machismo se sostiene por hombres de verdad, tan hombres que se quiebran ante una palabra de amor. Los murales de Diego donde parece que vuelve a nacer el mundo con esa inmensidad y la frágil Frida de pasión inconfundible. Esa leyenda de México no nos la van a robar. Pero para eso necesitamos gritar más, gritar el 15, el 16 el 17 de septiembre y todos los días del año. El grito del padre Hidalgo fue nuestro grito.

¡Viva la independencia revolucionaria de este México lindo y querido que todos los americanos estamos necesitando..!”

México, Cuba, país uno y múltiple. (Nuestro país.)

 

“Iniciativa Mérida”

Trece de septiembre de 1847. Trece de septiembre del 2011. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar lo que proclama la Historia:

Los invasores llegaron al Castillo de Chapultepec pisoteando cuerpos de héroes, y la bandera de las barras y las estrellas ondeó sobre aquel memorable lugar después de que los alumnos del Colegio Militar hubieron dado su vida por defender el último reducto de la Patria. El mismo 13 de septiembre las tropas del general Scott se hacían dueñas de la capital de la República. ¡El 16 de septiembre de 1847 la bandera del invasor ondeaba, airosa, en el Palacio Nacional!

(Y nosotros, entrañitas de jericalla, doliéndonos con el gringo por el terrorismo contestatario de su terrorismo de Estado…)

El gringo y los vendepatrias. En esa batalla las balas invasoras iban a sacrificar el Batallón de San Blas con todo y su comandante,  don Santiago Xicoténcatl, mientras que no lejos, con 5 mil de a caballo, Juan Alvarez solicitaba a López de Santa Anna la orden para entrar en acción, que le negó el primer vendepatrias en la historia de nuestro país y modelo para los entreguistas de hoy día. CIA, DEA,  FBI, Iniciativa Mérida…

Esa de l847 iba a ser la primera de las tantas invasiones de todo tipo que en contra de México perpetró ese naciente imperio de cuya peligrosidad muy a tiempo nos previnieron el Conde de Aranda, Bolívar y el genio americano José Martí,  patriota y apóstol, e intelectual que con hechos demostró su amor a México, un amor apenas superado por el amor a una Cuba a la que dio su existencia en la batalla de Dos Ríos, en mayo de l895.

José Martí. Tanto tiempo vivió entre nosotros y tanto entendió esta tierra, que en cierta ocasión, refiriéndose a los apuntes que algún pintor norteamericano hiciese de nuestro país cuando lo visitó sin lograr comprenderlo, así protestó el apóstol cubano:

No se paró a ver lo que México ha vencido ni a medir el esfuerzo por los obstáculos que se le ponían, ni a calcular lo que va a vencer con el empuje acumulado. No vio el trabajo titánico de sus hombres nuevos para sacar los brazos con la libertad en salvo, por encima de las torres de las iglesias; ni la fatiga heroica de la generación liberal que lleva a cuestas el país resucitado…

México y Cuba: a propósito: hace algunos años cayó en mi correo electrónico un texto firmado por una Celia Hart  que yo, según mi costumbre y al acto reflejo (tanta basura ensucia mi correo) intenté borrar, eliminándolo para nunca más, pero leí las primeras líneas, y fue entonces: conmovido hasta el tuétano y a riesgo de violar esta regla o aquel derecho de autor, me propuse ofrecerlo a todos ustedes año con año por estas fechas, como la expresión limpia, genuina, de alguien que desde su perspectiva (tiempo, distancia, lugar) nos entrega una síntesis del México que fue y es hoy día para algunos que lo contemplan desde el exterior.

Aquí, para conocernos, para reconocernos en espejo ajeno, las expresiones de Celia Hart, cubana y americana de la América Mestiza, que así celebró en su país nuestras fiestas patrias:

“Cuánto me hubiese gustado estar con el padre Hidalgo el 16 de Septiembre de 1810. En aquel sacerdote brillante y culto el talento, la virtud y el compromiso se dieron la mano para querer más que ningún otro hombre a México y a la Revolución. Y es imposible que la independencia de un pueblo se gane sin una revolución.

¿Hidalgo, hombre de edad? ¿Quién dice que para amar y construir se tiene una determinada edad?

(Más de esta voz cubana, mañana.)

Lucrativa e impune

México y la Justicia, mis valedores. Atónito, desalentado a la vista de casos como los de Néstor Moreno, los Larrazábal y la  Gómez del Campo de la guardería ABC, pienso en corruptos de la talla de  ese Arturo Montiel exonerado de culpas por su sobrino lejano, un tal Peña Nieto, y en Fox,  la Sahagún y los hijos, la Godillo, los Romero Deschamps, los Salinas y demás sinvergüenzas, intocables para las instancias legales. ¿Y qué es, a qué puede aspirar un país sin Justicia? Aquí, conceptos del poeta y filósofo indio. Juzguen ustedes si sus reflexiones  cuadran o no a la “justicia” de nuestro país y a quien, por trepar al gobierno, acudió a la más abyecta  injusticia:

“¿No es mala una balanza que se inclina, una plomada que se desvía, un justiciero transformado en bribón? Los funcionarios practican el mal, los jueces roban, y el que debe prender a un hombre injusto comete él mismo una injusticia. Quien debe reprimir el mal perpetra él mismo la iniquidad. El que debe aliviar provoca la herida.  El que debe erradicar la pobreza es quien la origina en la comunidad.

Arrojada de su sitio, la  Justicia  se arrastra ante ti, pero tú, que  has sido colocado en tu puesto para juzgar entre las partes y castigar al bandido, no haces más que dar apoyo al ladrón. Por eso mismo el país es como una ciudad sin gobernador, como una compañía de soldados sin jefe, como un barco sin capitán, como una manada que no tiene pastor. Tú eres como el policía que roba, el gobernador que depreda, el jefe de gobierno convertido en jefe de quienes actúan mal.

Que lo miren tus ojos: quien debe repartir justicia es un ladrón; quien debe consolar es el mismo que causa la aflicción; quien debe allanar las dificultades es el que las provoca. Con trampas, el bellaco menoscaba la Justicia.

Ladrones, bandidos, saqueadores, ¿no son malos esos funcionarios que nombraste para reprimir el mal? Un lugar de refugio contra el violento deberían ser tales justicieros, pero ellos son los que causan la violencia. Tú has sido colocado para servir de dique al desvalido, pero  agua de impetuosa corriente, eres tú quien vas a terminar por ahogarlo…

Tú te conduces a engaño y mentiras. Nosotros depositamos  en ti la confianza y tú te has convertido en un prevaricador, y los funcionarios encargados de la Justicia: una cesta de frutas basta para corromper a los jueces. Se nutren de las mentiras, por eso su corazón las dice con desenfado.

Piedad por la nación que está llena de creencias milagreras y vacía de religión.

Piedad por la nación que viste telas que no teje, come el pan que no amasa, y bebe el vino que no fluye de su propio lagar. Piedad por la nación que aclama al vanidoso como héroe y juzga al oropelesco conquistador como hombre de bien. Piedad por la nación que en el sueño desprecia el ideal, y al despertar busca la esclavitud.

Piedad por la nación que no levanta su voz sino cuando camina en un funeral, y tú se los proporcionas por miles; que sólo se enorgullece entre sus ruinas, y que no se rebela sino cuando su cuello ya está entre la cuchilla y la piedra.

Piedad por la nación cuyo jefe es un lobo, un impostor su filósofo y su arte  el de remendar y remedar. Piedad por la nación que da la bienvenida a su nuevo gobernante con toda pompa y lo despide a insultos para recibir al siguiente con todos los honores y despedirlo igual”.

Mis valedores: ¿piedad? No, Justicia. El día en que nos decidamos a pensar dejaremos de implorar piedad y a peregrinar e-xi-gien-do  Justicia. Es México. (Este país.)

¡Regresaré la seguridad a Michoacán!

Ay, Dios. Señora Cocoa: en plena campaña rumbo a la gubernatura de Michoacán se ufanó usted hace días: “Yo no tengo miedo”. Usted no, tal vez,  ¿pero Michoacán? ¿No tendrá miedo de usted? ¿Los michoacanos no estarán alarmados ante la perspectiva de que haga usted del Estado lo que su hermano a escala de país? A propósito:

Su lenguaje, señora, ¿genes, educación familiar, un exceso de exposición ante la pantalla de plasma? Porque su hermano (¡el  de la banda tricolor!) arroja frases de este jaez: “No la traigo contra los jueces, pero nosotros los agarramos, y los agarramos, y los agarramos, y ellos los sueltan, y los sueltan, y los sueltan”. No, y aquello de que “terminaré mi sexenio a tambor batiente”, florido lugar común. Usted, al unísono: “Sé que por ahí vienen unos malosos y les dicen a los resineros ‘que se pongan la del Puebla’. (¿La marca de la casa Calderón?)

Nosotros hemos hablado claro. Hemos tenido el trabajo de decirles (¿el trabajo, doña Cocoa?) que nuestro Gobierno va a ser transparente, equitativo, de orden y participación ciudadana. Si van a aceptar estas reglas, bienvenidos.

¿Y que será la gobernadora del empleo, como su hermano? ¿Y que no va a aumentar impuestos y gasolinazos, y a suprimir la tenencia vehicular, y a prometer todo lo que el otro Calderón? Semejantes mentiras, ¿también usted? Mentir sin que se le encienda el rostro, ¿genes también? ¿Herencia familiar? ¿Está usted segura de que el “Calderón Hinojosa” le va a ser propicio? ¿No ancla, lastre o grillete?

Ah, entonces su Gobierno va a ser la copia al carbón (y a  la podre, al cochambre, a la tiznadura) del de su hermano, y si tan transparente y equitativa prometer ser su campaña, ¿tuvo ya el tino de contratar a  Solá como director de la táctica (negra,  de lodo y excrementosa)? ¿A cuál de los dos adversarios políticos,  Vallejo o Aureoles,  ha elegido usted como “un peligro para Michoacán”?

Desde Los Pinos, señora, ¿ni un peso para su campaña? ¿Y el apoyo de los mega-ricos Servidje,  El Yunque de Elías Villegas, la industria del periodismo y el alto clero político que encaramó a su hermano hasta Los Pinos? Con ésos detrás es seguro que pueda usted pronunciar la frase sacramental de la familia: “Haiga sido como haiga sido” yo soy la gobernadora. Exultante.

De llegar al gobierno, ¿convertirse en la Guadalupana de los michoacanos?  Eso, al menos, insinúa su promesa de campaña: “Defenderé a los michoacanos como una madre que no permite que nadie abuse de ellos dentro de su casa”. (“¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?”)

Que el nuestro es un Estado de derecho, ¿lo sabe usted? ¿Planea, como gobernadora, tomar calles, avenidas y parques públicos de adoratorios del Verbo Encarnado? ¿Cuántos viajes a El Vaticano? ¿Suplicar a Ratzinger que visite a los michoacanos, deprimidos por usted, y los consuele y enjugue unas lágrimas que les arranca el daño colateral, apenas el 10 por ciento del total de cadáveres que produzca su “lucha” contra el narcotráfico?

Si esa no le basta, señora Cocoa,  ¿más sangre en jeringas, en cápsulas, en ampolletas?  ¿De qué beato va a gestionar que traigan a Michoacán?

Usted también, temerosa de las iras populares, ¿miles de guaruras para atreverse a dar un paso fuera del bunker? De calmantes, ¿Prozac o algo que raspe el gaznate?  ¿No teme, como mediocre,  el desván de la historia? ¿Cree que al final de su gobierno podrá permanecer en Morelia? Los logros de su sexenio, ¿del tamaño de la Estela de Luz? Seguiré de preguntón. (Vale.)

De sotanas y narcos

El dinero sucio y la  Iglesia Católica, mis valedores. Aludí el  viernes pasado  a la nota reciente del matutino:  “La Iglesia aceptó que dinero del “más sucio y sanguinario negocio”.El narcotráfico podría haber sido utilizado en algunas comunidades para la construcción de algunas capillas.

¿Que qué? El obispo Sergio Obeso: “Rechazo que la Iglesiautilice dinero del narcotráfico. Se pueden decir tantas cosas, pero hay que probarlas”.

Carlos Quintero, obispo: “Claro que sí, en Tijuana hay familias que han sostenido parroquias con dinero del narcotráfico. Seamos realistas. Sí, no podemos ocultar el mal, pero tampoco debemos omitir las cosas buenas del mal. Aquí hemos encontrado familias buenas que han ayudado a sostener el seminario y muchas otras que han aumentado el número de parroquias. Lo acepto: recursos del narcotráfico han llegado hasta las arcas de la Iglesia, particularmente en esta frontera”.

Y un cura José Raúl Soto:

– En la basílica de Guadalupe, se los digo como párroco, los narcotraficantes son muy generosos. Sin dejar de ser traficantes de drogas ayudan y dan limosnas que nosotros ya las quisiéramos hacer. Los más generosos fueron Rafael Caro Quintero y Amado Carrillo.

– Yo sí reconozco que recibo sus donativos”, afirma el cura Ernesto Álvarez, amigo de la familia del hoy difunto Carrillo Fuentes, al que se dice acompañó en un viaje por Tierra Santa y en El Guamuchilito, Sin., celebró misa de cuerpo presente en el sepelio de “El Señor de los cielos”.

Alberto Athié, sacerdote: “La Iglesia Católica Mexicana se mantendrá siempre abierta a los narcotraficantes, sí, pero sólo para pedirles que abandonen su actividad. Ellos, los narcotraficantes, son vistos como los más malos entre los malos, pero en muchas ocasiones son diferentes. No podemos identificarlos como personas esencialmente malas. Hay quienes tienen la inquietud de buscar el bien y con sus generosas limosnas hacer cosas a favor de la comunidad”.

Feligreses de Malpaso, Ags., acusaron al cura Samuel Jara Acuña “Mantiene relaciones con narcos. Ellos le obsequiaron una camioneta y un arma de fuego. Maneja una sola capilla de una población de tres mil habitantes, pero tiene dos cuentas bancarias, una con más de un millón 300 mil pesos”.

(Se cuenta en mi Jalpa Mineral, muy cerca del citado Malpaso: hasta cierto poblado llegó un nuevo sacerdote. A unos días de oficiar la misa y recoger las limosnas quejó con el sacristán: “Qué feligresía más irrespetuosa. Mira que burlarse del sacerdote”.

– ¿Por qué lo dice, padre?

– Por la charola; en lugar de limosnas la llenan de basura.

– Cuál basura, guarde polvo y yerbitas y espere a que la camioneta venga por el paquete. Ya verá, padrecito, qué limosnas dan aquí los feligreses.)

De narcos y clérigos. Gerónimo Prigione, que fue el nuncio apostólico en nuestro país: “Fue el padre Gerardo Montaño Rubio el enlace entre los hermanos Arellano Félix y yo. Pero les prometo que no volveré a tener contacto alguno ni a entrevistarme con narcotraficantes”.

La noticia se publicó en 1997: “La Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público no prevé sanciones por el caso de las narco-limosnas ni habrá modificaciones al respecto”.

Resultado: Onésimo Cepeda, empresario taurino y golfista,  bon vivant y buen bebedor de caldos finos, obispo de Ecatepec en sus ratos perdidos:

– Nosotros los clérigos les podemos decir a Amado Carrillo y a los demás narcotraficantes: Váyanse, hijos, el Señor los perdona y no pequen más.

Y ya. Es México, un estado de derecho, donde la Ley… (Dios.)

Los aviones iban directo al blanco

Era un ataque cobarde, alevoso, contra la democracia, contra la libertad. La gente estaba confundida, las calles eran el escenario del caos. Luego las calles vacías, los comercios cerrados, la palabra ausente, el espíritu asesinado. La fecha se escribía con dolor y rabia en la memoria de un mundo que se negaba a admitir la atrocidad, el genocidio…

Pero no, mis valedores, no equivocarse con el epígrafe. Desde ahora, tres días antes, les prevengo: yo no soy de esos. Yo,  a lo esforzado, me mantengo a salvo de la manipulación imperial. Que las entrañitas sensibles caigan en la trampa del duelo colectivo al que les incita el imperio. Once de septiembre, Torres Gemelas, dos o tres mil víctimas. No conmigo, que me nace conmemorar el daño inconmensurable y la herida que la perversidad del gringo perpetró en un país hermano como es la República de Chile, con el sacrificio y la muerte de don Salvador Allende, su presidente constitucional, y los miles de chilenos que murieron o tuvieron que conocer la tortura en celdas de castigo y sufrir el gobierno de un dictador.  Después de esto, ¿Las Torres Gemelas?

En un país de la América Mestiza miro un palacio de gobierno en llamas con Washington de victimario. Los aviones, directo al blanco. “La historia, cansada de crear, se repite”.

Chile, 11 de septiembre, 1973. El magnicidio lo tramó en La Casa Blanca R. Nixon, la CIA como cerebro de la acción terrorista y de brazo ejecutor un  Pinochet que antes de fallecer, viejo, achacoso, con fama pública de multiasesino y corrompido hasta el tuétano de un alma en ruinas, trémula vocecilla de vahído y desguanzo:

– Pido perdón si es que en aquel entonces cometí algún error

Al complot contra Chile el cronista de la CIA: “R.M. Helms, entonces su director, se reunió con Nixon el 15 de septiembre de 1970. Nixon le ordenó directamente la operación encubierta en Chile. Tenía que evitarse que el marxista Salvador Allende llegara a La Moneda. ¿Cuántos habían visto a un presidente de loa EEUU fuera de sí? Era un espectáculo. Y no había más solución que acatar la orden de Nixon, textual:

– Hay una posibilidad entre 10, ¡pero he de salvar Chile. Tienes 10 millones de dólares y más, si es necesario,  ¡pero haz chillar la economía!”

Santiago de Chile. “Existían muchos intereses económicos. Los tenebrosos propósitos de la ITT: en 1970 sugirió al gobierno de los EEUU que interviniera en los asuntos políticos de Chile. Proponía el estrangulamiento económico, el sabotaje diplomático, crear el pánico en la población, el desorden social, para que al ser sobrepasado el gobierno, los militares quebraran el régimen democrático e impusieran la dictadura”.

Tiempo después, un 11 de septiembre también, pero del 2001, se asombraba GW. Bush, protector de halcones israelíes genocidas, que en los sucesos de las Torres Gemelas encontró el pretexto perfecto para invadir Irak, asesinar a Saddam Hussein y apoderarse del petróleo del país invadido:

-No sé por qué nos odia todo el mundo. Estoy asombrado porque sé lo buenos que somos”. “No, señor Presidente, le refutó R.M. Bowman, ex director de la Guerra de las Galaxias. Ni somos buenos ni le dijo la verdad al pueblo de los EEUU de por qué somos blanco del terrorismo: ¿porque representamos la democracia, la libertad y los derechos humanos en el mundo? ¡Mentira! Porque nuestro gobierno ha hecho cosas odiosas”.

El 11 de septiembre, mis valedores,  ¿qué significa para ustedes? ¿Nueva York o Santiago de Chile? ¿Allende o Bush? (Don Salvador, a su memoria.)

Sotanas y narcos

La nota del matutino fechada hace tres días: “La Iglesia católica aceptó que dinero del “más sucio y sanguinario negocio”, el narcotráfico, podría haber sido utilizado en algunas comunidades para “la construcción de algunas capillas, lo cual resulta inmoral y doblemente condenable, y nada justifica que se pueda aceptar esta situación”.

– ¡Mentira que la Iglesia reciba dinero del narco!, clamó cuando Secretario de Gobernación  el fallecido Carlos María Abascal. ¡Mentira!   ¡Son intereses jacobinos los que intentan deslegitimar la misión eclesiástica! ¿Acaso es un crimen que los narcotraficantes arrepentidos de sus pecados se acerquen a la Iglesia? Ella, la Iglesia, no está obligada a rendir información sobre los recursos que le entran”.

Eso, ayer. Hoy, en el semanario Desde la Fe, órgano oficial del Episcopado Mexicano, con esa sintaxis:  “¿Qué estado de la República está libre de este flagelo?, ¿qué sector de la población no está involucrado con el poder corruptor del narcotráfico y la delincuencia que de allí se deriva?, podemos comenzar por políticos de gran altura, sin duda alguna desde gobernadores hasta corporaciones policíacas enteras, pasando por militares y policías federales”.

“Podemos mencionar ambientes empresariales, periodistas y algunos ambientes religiosos, desafortunadamente. Para vergüenza de algunas comunidades católicas, hay sospechas de que benefactores coludidos con el narcotráfico han ayudado con dinero, del más sucio y sanguinario negocio, en la construcción de algunas capillas, lo cual resulta inmoral y doblemente condenable y nada justifica que se pueda aceptar esta situación”.

Julio del 2008. La nota de prensa: La Arquidiócesis de México defendió los donativos con dinero público canalizados a la Iglesia. Subrayó que la pobreza se combatiría de manera más eficaz si los gobiernos incrementaran sus aportaciones al clero para la labor de ayuda social que éste realiza.

Mis valedores: si no es ahora cuándo. En un sexenio de Yunques, legionarios de Cristo y mamás Mauritas (¿continuará Ratzinger con el empeño de Juan Pablo II de beatificar a la madre de Maciel?), las sotanas han logrado colocarse tanto en la grilla política como entre los capos del narcotráfico. A propósito: curas encuentran ustedes en todos los rumbos, menos, al parecer, en uno de ellos. Vamos a ver:

Con el índice señalen al norte: ahí están; al sur: mírenlos; al oriente tanto como al poniente: ¿los distinguen? Señalen hacia abajo: ¿observan al hervidero de curas paidófilos y pederastas? ¿Distinguen a los Maciel que no hayan realizado a tiempo un acto de contrición? Apunten ahora hacia arriba, donde a ninguno pudiésemos ubicar. ¿O piensan ustedes en algún beato reciente?

Hoy mismo, mientras algún pederasta practicante de abusos erótico-sexuales amaneció en el calabozo, otros pelean por espacios de “fe y devoción” en la TV y otros más exigen la educación religiosa en las escuelas y la formación de un partido católico. De la ligazón entre curas y narcos lo afirmó Ramón Godínez cuando obispo de Aguascalientes:

–          Las limosnas de los narcotraficantes al entrar a la Iglesia  se purifican.

¿Que qué? Leonardo Boff, religioso. “Es profundamente antiético que jerarcas de la Iglesia Católica Mexicana se hayan involucrado con el narcotráfico. El poder religioso entra siempre en articulación con el poder político y el poder económico. Si el poder religioso no es vigilado, controlado; si no mantiene su altura ética degenera en negocios sucios”.

(Esto continúa el lunes, porque mañana…)

Amigas, amigos…

Y aquí estoy. Sentado, esperando…

Quién, sino yo, puede ser el culpable de que ese asqueroso virus se me haya incrustado en el organismo e invada a estas horas mis órganos interiores. Quién más que yo mismo…

¿Dónde pesqué la infección? Lógico, predecible: todo esto que me rodea es sucio, insalubre, asqueroso, y saturado de heces excrementosas el aire que se respira.

Aquí donde estoy percibo cómo el microbio, con la cepa invasora, deambula por mi organismo y carcome mis órganos; porque el intruso vive  a mis costillas (y a mi riñón, mi hígado, mis compañones), y no sé como pueda seguir  soportando su inmunda presencia ni cómo logre expulsar esa familia de asquerosos corpúsculos que me corroe por dentro.

Y yo aquí, sentado, aguardo y me esfuerzo. Cuánto tiempo que tendré que esperar todavía…

Mi organismo siempre ha sido receptor pasivo de toda suerte (mala suerte) de amibas, lombrices, bacterias y demás seres inmundos, pero nunca antes tuve que padecer el que a estas horas me corroe el bajo vientre. Noche y día lo percibo en esta zona blanda de mi organismo, y en la de este otro lado, y en la de más allá, siempre nutriéndose de mi zumo vital. Aborrecible.

Y yo aquí, sentado, la frente perlada de sudor. Frío…

Porque mientras desempeño mi labor o me abstraigo en la lectura, o escucho a Bach, de  repente, válgame, el punzadón por las regiones del colon, del pulmón, de los intestinos. Conozco entonces que la voracidad del bicho castiga mi pleura, mi esófago, la vesícula. Viene entonces el  regueldo con sabor a bilis; a sangre fresca, recién derramada. Y la náusea.

Qué zona del organismo me haya respetado la infección, qué cantidad de hemoglobina me haya costado su corrosivo accionar, qué daños no siga causando en la carne, la sangre, la médula de los huesos. Y aquí estoy, y aquí permanezco doblado  al esfuerzo, el dolorimiento en mis cavidades internas. Ahora mismo esta bocanada de bilis. Negra…

Pero lo peor me ocurrió ayer, anteayer, algún día de estos: el bicho intentó concentrarse con sus microbios en mi propio cerebro. ¿Que qué?  ¿Los nauseabundos microbios infectar mis ideas? A pura autosugestión, a pura fuerza de voluntad lo impedí. Entonces la cepa de virus, con una que otra bacteria, alguna lombriz y diversas amibas, intentó hacer su reunión en mi pecho. ¡Nunca! Corrompidas criaturas, cómo voy a permitir que así infecten mi corazón…

Y aquí sigo, doliéndome y esperando,  desesperado, porque percibo que el bicho, con su corte de microbios, está donde merece estar, en el intestino grueso, ya cerca de la salida. El  convocante preside el hato de mil bicharajos que juntó para los aplausos en conciliábulo de   excrementosos.

Yo, por lo pronto, aquí estoy, esperando arrojar virus, cepa, bacterias, amibas, lombrices, todo. Las quijadas remachadas y los ojos abiertos de par en par intento expulsarlos a todos, y  los voy a expulsar, que es un imperativo histórico. Cuestión de meses. No más…

¿De que aún no los elimine culpar al médico? ¿Y a él por qué, si  la  culpa es mía? Mía y de mis glóbulos blancos, en los que recae la tarea de desalojar a ese bicho. Ah,  pero lo exasperante: son glóbulos peregrinos, a los que todo se les va en renegar, ¡e-xi-gir! y organizar contra el tal unas multitudinarias peregrinaciones ya al norte, ya al sur o al sureste de mi organismo. ¡E-xi-gi-mos!

Yo aquí, sentado, algún solapado suspirillo, y algún pujidillo salido de puro cogollo del corazón. Porque con glóbulos de esa calaña qué mas puedo hacer. (¡Uf, puf,  mñ!)

Qué joven fui una vez…

Los eufemismos, mis valedores, a los que acudimos por el miedo que nos inspiran ciertas palabras y el temor que profesamos a la verdad. Ahora resulta que alguien ya no mata su perro; “lo sacrifica”, y a la carestía se le llama “turbulencia económica”,  y a empobrecerse aún más, “apretarse el cinturón”. Son los huevos “blanquillos”, y el culantro “cilantro”, ¿Ir a orinar o defecar? “Ir a polvearme”, y que ese borracho, “anda alegrito”, y la joven que yace con varón, “dio su mal paso”.

¿Carestía? “Ajuste de precios”. Ya a nadie expulsan de su fuente de trabajo. Fue “reajuste de personal”, y “reajuste salarial” la rebaja del sueldo. ¿Lo expulsaron? “Lo invitaron a retirarse”. ¿Prostituta? No, “sexo-servidora”.  Ya el inválido dejó de serlo cuando pasó a la categoría de  “individuo con capacidades diferentes”, como el desdichado infante que sobrevive en la alcantarilla ahora es “niño en situación de calle”.

Los eufemismos. El desgraciado que perdió la vista ya no es un ciego, sino un  “invidente”, y quien tiene la desgracia de dejar su libertad en la puerta de una crujía de la cárcel ya no más va a ser un preso, sino tan sólo un “recluso”, un “interno”, aunque lo tengan muerto en vida en la cárcel de la cárcel (el apando).  Fácil.

¿Qué se murió? “Se nos adelantó”, ¿Qué es un anciano? Ya no, ahora es un “adulto mayor”, un “adulto en plenitud” que vive en la “tercera edad”. Los eufemismos. A propósito:

El domingo anterior me enteré de que la ONU, de los 365 días del año, concedió todo un día, un día entero, el 28 de agosto,  a la celebración del Día del Anciano, y que se festeja a los “adultos mayores” desde 1982. Edificante.

Pues sí, ¿pero así nomás,  Día del Anciano? Un momento. Ahora, en honor del eufemismo, se trocó en el “Día del Adulto Mayor”. Así si.  “La población se ha  dado cuenta que cada vez son más los ancianos en nuestro país. La fecha se ha hecho sustancial pues no deja de ser significativo el hecho de que se recuerde y  festeje a ‘los viejitos’ por lo que representan en la vida de una familia y de la comunidad”. Enternecedor. Yo, más allá de oropeles, hojalatería y festejos de sololoy, escribo, a propósito:

Senectud, divino tesoro que te vas para no volver. Mis valedores: los accidentes fortuitos. Marinero que a medias del mar se topó con el mensaje de auxilio en la panza de una botella, en aquel viejo ejemplar de viejos poemas que de la librería de viejo rescaté alguna vez, un viejo pedimento de auxilio me he venido a encontrar. Años de polvo y vejez en la librería se prolongaron en mi biblioteca. Hace tres, cuatro días, una tarde lluviosa que enlaciaba el ramaje de pinos y pinabetes…

¿Cómo fue? Casualidad, porque desde en la mañana, por la oscura maldición que se cierne sobre mi país desde que uno chaparrito, peloncito, etc.,  lo empapó de sangre, luto, muerte y destrucción, arrastraba yo una indefinida depresión (ella me arrastraba a mí), y ya ustedes pueden imaginárselo: me aferré al clavo ardiendo, que para unos es la botella, para otros el rezo, para Fox el Prozac o alguna otra forma de dependencia (para el actual invocar el auxilio de Ratzinger, el milagro de una beata ampolleta de sangre (¡esa fijación!) y a no sé qué sustancia que alegra los corazones). Yo, por mi parte, me fui a acunar en mi biblioteca, y la casualidad: ahí el vetusto volumen. Apenas abriéndolo, a penas me remitió. Las tristuras, por conjurarlas, se refinaron.

 Y no quiero morir. No quisiera morir -Amo la vida porque está colmada de poesía-Y de crímenes, y de odio y rabia y lágrimas…

(Mañana.)

Los viajes de Gulliver

A la novela de Jonathan Swift aludí el viernes pasado. De todos sus símbolos aquí algunos que sugiere la ciencia en la academia de Lagado, capital de Laputa.

Ocurrió que aquel día los anfitriones llevaron a Gulliver a visitar la dicha academia, cuyos sabios le hablaron de sus descubrimientos científicos, con una acotación: “¿Escuchó el informe que rindió el Benefactor ante los habitantes de Laputa? Nuestros logros sirvieron de base para el documento”.

¡Y lo que encontró el visitante en materia de logros científicos! Mírenlo ahí, frente a los sabios que laboran en experimentos diversos, algunos de los cuales describí en pasado viernes. Ahora el equipo de arquitectos le mostraba los avances logrados en las técnicas de construcción de casas y edificios “que escucharía usted en el rubro de vivienda popular en el informe del Padre Patricio, que de inmediato pondrá en operación dentro de su ambicioso programa de vivienda popular. Nuestra técnica revolucionaria consiste en comenzar la edificación por los techos e ir descendiendo hasta los cimientos. Con ello sólo tomamos el ejemplo de  la abeja y la araña”.

Conoció Gulliver al artista becado por el Benefactor (vía Conaculta, presupuesto multimillonario con cargo a los de Laputa). Ciego de nacimiento, el becario estaba a cargo del arte pictórico, y trabajaba con aprendices ciegos también, artistas plásticos a quienes enseñaba a mezclar pinturas de todos colores y pintar lienzos con los que dotaban a Laputa de una muy apreciada obra pictórica.

El rubro de Cultura que informó el Benefactor: “Nuestro artista enseña a los aprendices a mezclar colores por el tacto y el  olor. Es un genio pictórico que goza de un bien ganado prestigio entre los hijos de Laputa (gobernada por el Benefactor, cuya la estatua se alza en la plaza mayor de Lagado”. “¿Dónde lo he visto?, se preguntaba Gulliver. Porque a ese liliputiense yo lo conozco”.)

– ¿Escuchó usted en el informe del Padre Patricio los portentosos avances que logró su gobierno en el rango de la Educación Pública?

Regenteada por cierta reputada hija del país, auxiliada por hijas, yernos y el consorte temporalero. “Datos, cifras y presupuesto multimillonario, en el informe del Benefactor”.

Al aula siguiente, y entonces, de súbito: “¡Un tremendo hedor me detuvo! ¡Excrementos! Mi guía me aconsejó que no ofendiese al sabio mostrando mi repugnancia. Mucho cuidado con taparme la nariz. La  cara  del sabio tenía un pálido color amarillo; sus manos y ropas estaban embadurnadas de inmundicia. Al verme diome un estrecho abrazo. Contuve la respiración. ¿Su tarea? Intentar convertir los excrementos humanos en alimento para Laputa. El sabio lograría su propósito separando las varias partes del excremento, eliminando el olor que les da la bilis, disolviendo lo no aprovechable y quitando la mucosidad”.

Con este logro científico ya no habrá más hambre en Laputa. ¿Escuchó usted el informe?

Pero aquí la dificultad: ¿quién proveerá al científico de la gigantesca acumulación de excrementos que se habrá de necesitar?, preguntó Gulliver.   El de la estatua y su corte. “¿Pero ellos solos se bastarán para aportar toda la materia prima?”

– No, por supuesto. Esos excrementos que apestan la atmósfera de Laputa no saldrá únicamente de los políticos. Todos los habitantes, quién más, quién menos, aportaremos nuestra ración de inmundicias a la pestilencia general de Laputa”.

¿Hedor, pestilencia? “Ya acostumbrados, los de Laputa no percibimos hedor ninguno”.

Mis valedores, ¿será? (¡Puagh!)

Laputa y sus hijos

Muy cierto, mis valedores, los viajes ilustran. Cuando menos Los viajes de Gulliver, novela de Jonathan  Swift de lectura obligada. En una de sus travesías el protagonista conoció cierta isla flotante de nombre Laputa. En Legado, su capital, se alzaba una enorme columna, y en la punta la estatua de un ciudadano liliputiense. “¿Y ese enanín? Me parece reconocerlo”. Sintió, furibunda, la mirada de sus anfitriones.  “Nuestro padre patricio, benefactor”.

Que lo llevaron a conocer la academia, donde pudo constatar los portentosos avances de sus científicos, “cuyos reportes utiliza para su informe nuestro padre benefactor”.

En el trayecto pudo observar el panorama de la ciudad: unas casas ruinosas y unos transeúntes cubiertos de andrajos que se apresuraban a ganar el refugio de sus covachas porque la calle era un basural de restos humanos: cuerpos despedazados, cabezas sin torso, torsos descabezados. Los de Laputa,  el terror en los ojos. Más allá, los terrenos labrantíos, cuya producción anual sirve de base para el informe del benefactor:

“Vi a muchos labradores trabajando el suelo, pero no advertí rastros de hierba o grano. No pude explicarme la causa de que habiendo tantas manos, cabezas y rostros ocupados y preocupados por el agro, no se descubriese ningún buen efecto de sus actividades, ya que, muy al contrario, nunca había visto yo suelo tan infortunadamente cultivado, casas tan mal aderezadas y ruinosas, ni gentes cuyas ropas y apariencia delatasen tanta miseria y necesidad”.

Con razón: minutos después conocería a cierto científico del gabinete real que había encontrado el modo de cultivar la tierra sin los gastos de arados, ganado y mano de obra. ¿El método? Cerdos. En una hectárea  de terreno enterraban, a seis pulgadas de distancia y ocho de profundidad, cierta cantidad de dátiles, nueces, bellotas y demás vegetales de que gustan a los puercos. Luego,  soltando a seiscientos o más de éstos, “de allí a pocos días habrán revuelto el campo  hasta las raíces en busca de esos alimentos, dejándolo apto para la siembra y abonado con sus excrementos”. Para el informe liliputiense.

Otros aciertos científicos: “uno, sembrar la tierra con basura, que, según el científico, contenía la virtud de cualquier sementera, lo que demostraba con múltiples alegatos que no fui lo bastante inteligente para comprender. El otro: una composición de gomas, mineras y vegetales, cuya aplicación exterior a una pareja de corderillos recién nacidos impediría que les creciese la lana. Contaba así, en un razonable plazo de tiempo, propagar en todo el reino la cría de ovejas sin lana”. Para el informe.

“En el santuario de la ciencia conocí los experimentos tocantes al ramo textil. Entramos en un cuarto cuyo techo y muros estaban cubiertos de telarañas, con un angosto pasillo destinado al inventor. Al verme llegar exigió no molestar a sus arañas. Criticaba el error del mundo al emplear gusanos de seda cuando hay abundancia de insectos muy superiores a tales gusanos porque saben hilar y tejer. Valiéndose de arañas se proponía llegar a abolir las complicaciones de teñir la seda. Me enseñó muchísimas moscas de bellos colores con las que alimentaba a sus arañas, afirmando que éstas adquirían el mismo matiz, y así, cuando tuviese arañas de todos colores, podría hacer telas al gusto apenas se  encontrase las gomas, aceites y otros ingredientes que diesen fuerza y consistencia a los hilos”.

La relación de la materia prima del informe liliputiense finaliza el lunes. (Vale.)

Los del dinero, instrumentos de Dios

¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que habíais de practicar. (Jesucristo.)

Más sangre en México. Por si no fuese bastante la de criminales y “daño colateral”, la de Juan Pablo II se añade a la que se ha derramado desde Los Pinos. Un jeringazo de sangre beatífica hunde aún más nuestro  Estado laico en el pantanoso terreno del Verbo Encarnado. Yo, el ánimo fruncido ante el espectáculo de un fervor de fachada y ritual, recuerdo la 2ª. visita de Wojtyla a nuestro país (1990), cuando se rodeó de empresarios y comerciantes y les bendijo el negocio. De rodillas le juró un Fernández  de Castro:

Su Santidad: los empresarios deseamos el bienestar social de todos los que dependen de nosotros. Los empresarios somos un medio del que Dios se vale para la administración de la riqueza temporal.

Y un Eduardo García, comerciante:

– Yo soy partidario de un capitalismo popular (¡Capitalismo popular!); de uno que, como la imagen de María, se intuye y se preanuncia. (¡Tíznale!)

JP. II le echó su bendición. Y sonreía…

Así explicó la presencia del Papa Patricio Martínez, negociante:

Su Santidad vino a reafirmar lo que nosotros ya teníamos como doctrina social, tal como él lo expresó en torno al capitalismo, al lucro exacerbado, al amor del dinero y a la mala retribución al trabajo e injusta distribución de la riqueza. De alguna manera nosotros ya la practicábamos, porque nosotros no defendemos el individualismo egoísta que algunos practican porque, ustedes saben, siempre hay abejas (sic) negras, ¿no? El Papa no dijo que el dinero sea malo, lo que pasa es que, por supuesto, no lo podemos amar al mismo nivel que los empresarios amamos a Dios.

Finalizó la visita papal, y G. V. Madero, empresario: “Qué paquetón nos vino a dejar el Papa. Claro, él habla de lo que debería ser, no de lo que es. En fin. No podemos quejarnos, porque lo  importante es que gracias a Dios, la visita papal redituó una ocupación hotelera del 100 por ciento”.

Manolo Lapuente,  que dirigía un equipo de futbol:

Su Santidad  logró la determinación que tuvimos en el Mundial de Francia.

Pero lo mejor de la influencia papal se reflejó, y cuándo no, en el cinescopio. Millones de adictos y millones de dólares. La enajenación colectiva, el delirio, el orgasmo, el éxtasis. El Papa vino y se fue, y hoy regresa en estatua de cera y en ampolleta.  ¿Semejante delirio, tal enajenación,  esa histeria colectiva lograron elevar el tanto de esta uña, miren, la moral personal y la moral colectiva de esos que al paso del taxi papal cayeron en trance, en deliro, en éxtasis?

“¡Nos vio, María! ¡Oh, Dios, el papa nos ha visto!” “¡Y nos dio su bendición! ¡Nos ha dado su santísima bendición!” “¡Ahora todo irá bien! ¡Jesús está con nosotros! ¡El Santo Padre nos ha visto, ha escuchado nuestros ruegos! ¡La tierra será buena otra vez!” “¡La lluvia llegará, Miguel, ya verás que la lluvia llegará..!” “Ella, agradecida, volvió su mirada al Cielo y soltó el llanto. El sacó una imagen de Juan Pablo II. Con esfuerzo se arrodilló y empezó a musitar: Padre nuestro que estás en los Cielos…”

Tú, el protector de Maciel, ¿en los cielos? Porque acá nosotros andamos amándote hasta el delirio.  De rezo, que no de acciones. Con la cabeza en llamas, pero frío el corazón. Hoy un Estado laico soporta el jeringazo de la beatífica sangre papal. ¿La política del negocio? ¿El negocio de la política? (Mi país.)

Apuntes de un lugareño

La no violencia lleva a la más alta ética, lo cual es la meta de la evolución. Hasta que no cesemos de dañar a otros seres vivos, somos aún salvajes. T. Edison.

La defensa de los animales. Tengo la satisfacción de que en esta casa no se priva de la vida a ningún ser, así sea  ponzoñoso, al que con precaución se traslada a donde no pueda dañar. Semejante respeto por todo lo que represente la vida, trátese de toros de lidia, animales de circo o perros y gatos a los que llaman “mascotas”,  lo aprendí de mi propia hija, defensora de los animales por todos los medios que tiene a su alcance. Mayahuel

Esto lo traigo a propósito de un antiguo recuerdo de cuando adolescente, en mis viajes desde Jalpa Mineral hasta La Cañada, ranchería de mis familiares, donde conviví con ellos y me percaté de su trato con los bueyes de yunta, los burros de carga y los perros y gatos aquerenciados en la cabaña familiar.  Era aquel un trato inhumano que rayaba en la crueldad. Conductas heredadas, y qué hacer.

Con la runfla de perros mis gentes tenían un gato barcino, desmolado él,  que de vez en cuando, cuestión de vejez y achaques anexos,  solía rechazar el cacharro de sopas de tortilla remojadas en leche tibia. “Ah, gato mañoso, ¿con que caprichitos, carbón?” Y aquel tío tomaba al barcino en sus manos, lo inmovilizaba por el pescuezo y le aprontaba el hocico a la comida que el minino se negaba a tragar, y válgame, aquello era remolerle la cola con el guarache, y ahí la reacción del barcino: a tarascadas, sin mascar, bufando y atragantándose, el felino engullía sus sopas, y en un momento el cacharro quedaba limpio. “¿No que no, carbón?”

El animalillo torturado corría a esconderse entre el yerbazal, y cierto estoy de que se descargaba por todos sus orificios. Yo, a lo inconsciente y  sin apenas definirlo, percibía dentro de mí un íntimo rechazo al maltrato que se aplicaba al pobre animal. Y a esto quería yo llegar.

Es imperdonable que los científicos torturen a los animales; ¿no tienen, acaso,  políticos y periodistas?  H. Ibsen.

¿Saben ustedes que en días violentos como los que hoy vivimos, si esto es vivir, se me representa la vera estampa del gato barcino? Los barcinos en el gobierno, pongamos por caso. El gobernador neolonés hoy día y el presidente del país desde que inició, de forma unilateral, su descoyuntada guerra, que ha enloquecido el país.  Las víctimas de su guerra caen de una en una, de dos en dos, por decenas, docenas, cientos, un día sí y el otro también. El de la guerra, impávido. Ni siquiera ante la atrocidad de la guardería ABC de Sonora. El (ceja arriscada), inconmovible.

Ah, pero que no clamen, exasperadas, las masas sociales, ante la masacre del Casino Royale, de Monterrey, porque entonces el barcino, cola aplastada, a engullir el bocado a tarascadas, sin masticar, jadeando, movimientos convulsivos, compulsivos, taquicardias, colapso total.  Y rápido, la zurda en el corazón,  el más sentido pésame, y a izar la tricolor a media asta,  y vístanse de luto y, lágrimas de glicerina,  retrátense a la vera de una corona mortuoria de un tamaño mayor que el de él, y decrétense tres días de duelo, y láncese  rumbo a las ruinas humeantes esa choricera de vehículos verde olivo erizados de plomos de alto poder. Ahogándose, atragantándose, sin apenas masticar, entre visajes y crispaciones y lengua escaldada porque las sopas están que arden y sollaman las papilas gustativas, y por ahora ni cómo enfriar el guiso. Pobrín del barcino. Pobres de nosotros. (México.)

 

Casino Royal

Septiembre de 1988. El primer impostor en la historia moderna de México trepaba a Los Pinos. El entonces diputado Vicente Fox, dos papeletas electorales a modo de orejas de Carlos Salinas, desde el estrado invitó a los legisladores a imaginar la escena del recién electo que llegaba a su residencia, y ante Cecilia y los hijos decía estos conceptos imaginados por Fox:

– Siento miedo de no poder cumplir con la altísima responsabilidad; sí, hijos, me siento triste porque me he  visto obligado a pedir a muchos de mis amigos que aun por encima de sus principios morales me ayudaran a lograr este triunfo, y lo tuve que hacer porque pienso que México no está preparado para la democracia, que necesitamos continuidad en el mando y que tengo que responder al compromiso que mi amigo Miguel me ha transferido para conducir a este pueblo mal educado.

Revuelo, protestas, rechiflas, malestar. El C. Presidente del Colegio Electoral: “Se ruega al orador aclare los hechos que solicitó para su intervención”.

Terco, obcecado,  Fox sigue su soliloquio, que atribuye a Salinas:

– Tengo que cuidar, hijos, que por la vía democrática no llegue al poder la amenaza de la desordenada y anárquica izquierda. Ni tampoco la reacción; pero mucho menos, hijos, podemos entregar el  país a nuestros enemigos, quienes de llegar al poder, impedirían que todos mis amigos priístas sigan enriqueciéndose.

– Siento miedo porque la gente no votó por mí, y mis amigos tuvieron que llenar las urnas; miedo, porque acabo de ver que Miguel, para poder informar al pueblo, tuvo que instalar un dispositivo de seguridad que abarcó más de ocho cuadras a la redonda del Palacio Legislativo. Yo, Salinas, tengo miedo, hijos, porque la situación crítica en extremo de la economía pone en entredicho el futuro y la viabilidad de esta nación; miedo, porque el pueblo no tiene qué comer y qué vestir, ni  cómo satisfacer sus más mínimas necesidades; porque no puedo evitar cargar a mis espaldas la pesada y nefasta carga que se llama PRI. Estos momentos de reflexión, antes de enfrentar el triste destino que me espera, quiero recomendarles a ustedes que vivan una vida con verdad, que sean congruentes consigo mismos. Cómo quisiera que el Colegio Electoral pudiera no sólo abrir los paquetes electorales…

– ¡Señor diputado Fox! (El Presidente del Colegio Electoral.)

–  Sino que en apoyo a la Constitución y al derecho pudiera legitimar y aclarar ante todo el pueblo mi triunfo electoral, o que de no haber sido un proceso electoral limpio se me relevara de la obligación de tomar este trago amargo de gobernar contra la voluntad del pueblo, y sobre todo de tener que dar la cara a ustedes, mis hijos y mi esposa. Pero todo esto, claro, es un sueño.

“Y así sigue soñando Salinas. Yo pido que aunque tenga que ser el Presidente, lo legitimen haciendo siquiera un buen dictamen, de acuerdo a la Constitución, a los reglamentos y a la lógica. Muchas gracias”. (Aplausos, silbatina.)

Y ahora yo le pregunto,  señor Fox: ¿cómo interpretaría  hoy  al émulo de Salinas, que en la foto contempla devoto y como en éxtasis toda la sangre de Juan Pablo II que cabe en esa a modo de jeringa de inyectar mientras carga, indiferente, toda la sangre que pueda caber en más de 50 mil cadáveres? ¿Qué sarcasmos pudiese dedicar a Calderón? Sería un recurso mucho más facilón que ironizar sobre el robo de una presidencia porque se trata de sangre, luto, dolor, lágrimas, duelo colectivo de millones de familias masacradas junto con toda una nación. (Yo vuelvo.)

Sr. Vicente Fox, ex-presidente

Estoy mirando la foto de su sucesor en Los Pinos, el cual observa la sangre sin siquiera parpadear. Pero no, señor Fox, no se trata de la sangre derramada en un desplumadero de Hank Rhon, no de los 50 mil o más cadáveres que en apenas cuatro años y medio ha logrado acumular el de Los Pinos. No se trata de la sangre de policías, marinos o militares. Lo que su sucesor observa sin apenas arriscar la siniestra ceja  no es ni siquiera ese escuálido diez por ciento de “daño colateral”, como el funcionario de marras calificó el asesinato de criaturas, niños, mujeres, ancianos y adolescentes,  nacionales y extranjeros, ultimados a plomo, a golpes, a puñaladas, a tortura vil, y algunos, se infiere, sepultados vivos. No. Esa sangre no alcanza a conmover al de Los Pinos.

Señor Fox, ex-presidente:

Criticado en extremo fue su gobierno, en la medida que tanto esperaban de él los cándidos. Polémica fue su forma de actuar, de vestir, de expresarse. Arrobas de descrédito le acarreó su polémico matrimonio con una arribista, al igual que la actuación servil y acomodaticia de purpurados del calibre de Norberto Rivera y Onésimo Cepeda para descasarlos a ella y usted, dejando a Manuel Bribiesca con varios hijos sin madre, hijos inexistentes,  porque de la maniobra de El Vaticano la señora que habíalos parido salió de manos de los maniobreros de capa pluvial punto menos que doncellita. Qué milagros estén fuera del alcance de un pontífice pragmático-utilitarios como fue Juan Pablo II.

Esa sangre, señor Fox, fue la sangre de Juan Pablo II, encerrada en una especie de jeringa para intramusculares, la que el sucesor de usted observa estremecido  de unción, devoción, conmoción y respeto, como a la espera de algún milagrito. Señor Fox, ex–presidente:

Genio y figura. Célebre fue, y escandalosa, su participación en sesión solemne del Colegio Electoral cuando usted, iracundo y vociferando, cierta madrugada de septiembre de 1988 convirtió  el recinto legislativo en gallera, avispero y palenque, para protestar de manera iracunda y escandalosa contra el primer impostor en la historia contemporánea del país, el espurio Carlos Salinas. Se desempeñaba usted como diputado federal, y según crónicas de aquel tiempo, solicitó de Miguel Montes García,  presidente del Colegio Electoral, le concediera el uso de la palabra, y entonces:

“Para hechos, tiene la palabra el C. diputado Vicente Fox”.

Subió usted al estrado, se colocó un par de boletas electorales a modo de orejas de burro (las de Salinas), e inició tal cual  el siguiente discurso:

– Buenos  días. Yo quiero referirme a los hechos del simpático compañero (aquí el nombre) en su relación de hablar tres veces (sic) sobre el candidato Salinas (aplausos, protestas). Yo quisiera invitarlos conmigo a la residencia de este señor Salinas, a verlo ahí en su sala, sentado con su señora y con sus hijos y él les está diciendo:

– Hoy, antes de las doce seré nombrado Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Este es un gran honor y representa la más alta responsabilidad a la que puede aspirar un mexicano; ser el guía moral de 80 millones de ciudadanos, ser el coordinador y promotor del esfuerzo de todos esos mexicanos, ser el motivo de unión y solidaridad de todos los habitantes de esta patria para mantenerle soberana, libre e independiente.

Quiero aprovechar estos momentos en la intimidad de nuestro hogar para comentarles cómo me siento. Me encuentro incómodo, me siento triste  y a la vez siento miedo.

(Fox sigue mañana.)

Soy puro mexicano

Los estudiosos del ser mexicano. Que reviso varios estudios en torno del tema, dije a ustedes ayer; que por ahí he espigado opiniones del padre Alegre y Samuel Ramos, del imprescindible laberinto de la soledad donde se pierde Paz y de la Fenomenología del relajo, donde Jorge Portilla nombra, considero que con toda justicia, al mejor estudioso del ser nacional: Cantinflas, el cómico que trazó el retrato hablado de nuestra forma de expresión verbal. Me referí ayer a ejemplos en los rubros político y “religioso”, comenzando con el trabalenguas que tartajeó un Luis Garza, entonces Vicario Gral. de los Legionarios de Cristo, que a raíz del escándalo Maciel se dirigía a  cierto grupo de consagradas:

– No le guarden rencor al fundador de nuestra orden religiosa”. Y a propósito, dije ante ustedes: yo nunca antes había visto fundirse en un solo individuo a Tartufo y Cantinflas. De Tartufo este reverendo exhibe el cinismo, la hipocresía, la falsedad; de Cantinflas el lenguaje vacío y enrevesado. La requemante pregunta del reportero:

– ¿Paidófilo Maciel? ¿Desfloró criaturas, niñas y niños?

La respuesta de Garza: “Los visitadores nos informaron que teníamos una irregularidad en la formación porque le daba mucha importancia a mantener el celo que teníamos  haciendo apostolado fuera de los seminarios. Eso lo tenemos que corregir. Se nos pide que uno no puede constreñir la conciencia de una persona en ningún caso, obligarla   a decir algo que no quiere decir”.

– Sus abominaciones, ¿drogado o en su juicio?

– Se hará un análisis a fondo para revisar las construcciones, pero la revisión no va a ser radical, porque en lo referente a la espiritualidad no hay inspiraciones nuevas, muchos de nuestros textos hacen referencia a los documentos de la Santa Sede y del Concilio Vaticano. Hay que ir adelante, tenemos que entender que Dios habla a través de las autoridades para tomar el camino. Esto es fundamental para construir el futuro, no sólo se trata de aceptar y recibir”.

– ¿A la cama con adultas, Maciel?

– Tengo que tener un director espiritual para tratar todo, pero que no tenga comunicación de mis cosas en ningún campo. Que los directores del centro no llamen a los espirituales para que se confiesen los súbditos, es más difícil  crear una cultura diferente a quienes y tienen años haciéndolo. Tampoco deben hacerse aplicaciones ni interpretaciones.

¡Cantinflas y Tartufo sublimados! Y en la religión, tolerancia: “El homosexualismo es una grave y absurda oposición a los designios divinos en la realidad sexual, por lo cual es intrínsecamente perverso. Frente al homosexualismo la Fundación Vida y Valores postula que la igualdad ante la ley siempre deberá  estar presidida por el principio de justicia, que demanda tratar lo igual como igual y lo diferente como diferente. Este principio de justicia se violentaría si se otorga a los homosexuales activos un tratamiento jurídico semejante o equivalente al que corresponde al hombre y la mujer. El homosexualismo constituye una perversión moral. Nadie tiene legitimidad alguna para pretender la protección jurídica a comportamientos inmorales e irracionales. El homosexualismo no es fuente de derecho”.

Mérida, Yuc. Por negligencia médica confesa fallecieron víctimas de Sida. El titular de la Com. Estatal de Derechos Humanos: “¿Defender a los sidosos? ¿Para qué, si de todos modos se van a morir? Al contrario: pido que a los infectados se les confine, y en caso de que rebasen la línea de seguridad… ¡se les tire a matar!” (Dios.)