Los aviones iban directo al blanco

Era un ataque cobarde, alevoso, contra la democracia, contra la libertad. La gente estaba confundida, las calles eran el escenario del caos. Luego las calles vacías, los comercios cerrados, la palabra ausente, el espíritu asesinado. La fecha se escribía con dolor y rabia en la memoria de un mundo que se negaba a admitir la atrocidad, el genocidio…

Pero no, mis valedores, no equivocarse con el epígrafe. Desde ahora, tres días antes, les prevengo: yo no soy de esos. Yo,  a lo esforzado, me mantengo a salvo de la manipulación imperial. Que las entrañitas sensibles caigan en la trampa del duelo colectivo al que les incita el imperio. Once de septiembre, Torres Gemelas, dos o tres mil víctimas. No conmigo, que me nace conmemorar el daño inconmensurable y la herida que la perversidad del gringo perpetró en un país hermano como es la República de Chile, con el sacrificio y la muerte de don Salvador Allende, su presidente constitucional, y los miles de chilenos que murieron o tuvieron que conocer la tortura en celdas de castigo y sufrir el gobierno de un dictador.  Después de esto, ¿Las Torres Gemelas?

En un país de la América Mestiza miro un palacio de gobierno en llamas con Washington de victimario. Los aviones, directo al blanco. “La historia, cansada de crear, se repite”.

Chile, 11 de septiembre, 1973. El magnicidio lo tramó en La Casa Blanca R. Nixon, la CIA como cerebro de la acción terrorista y de brazo ejecutor un  Pinochet que antes de fallecer, viejo, achacoso, con fama pública de multiasesino y corrompido hasta el tuétano de un alma en ruinas, trémula vocecilla de vahído y desguanzo:

– Pido perdón si es que en aquel entonces cometí algún error

Al complot contra Chile el cronista de la CIA: “R.M. Helms, entonces su director, se reunió con Nixon el 15 de septiembre de 1970. Nixon le ordenó directamente la operación encubierta en Chile. Tenía que evitarse que el marxista Salvador Allende llegara a La Moneda. ¿Cuántos habían visto a un presidente de loa EEUU fuera de sí? Era un espectáculo. Y no había más solución que acatar la orden de Nixon, textual:

– Hay una posibilidad entre 10, ¡pero he de salvar Chile. Tienes 10 millones de dólares y más, si es necesario,  ¡pero haz chillar la economía!”

Santiago de Chile. “Existían muchos intereses económicos. Los tenebrosos propósitos de la ITT: en 1970 sugirió al gobierno de los EEUU que interviniera en los asuntos políticos de Chile. Proponía el estrangulamiento económico, el sabotaje diplomático, crear el pánico en la población, el desorden social, para que al ser sobrepasado el gobierno, los militares quebraran el régimen democrático e impusieran la dictadura”.

Tiempo después, un 11 de septiembre también, pero del 2001, se asombraba GW. Bush, protector de halcones israelíes genocidas, que en los sucesos de las Torres Gemelas encontró el pretexto perfecto para invadir Irak, asesinar a Saddam Hussein y apoderarse del petróleo del país invadido:

-No sé por qué nos odia todo el mundo. Estoy asombrado porque sé lo buenos que somos”. “No, señor Presidente, le refutó R.M. Bowman, ex director de la Guerra de las Galaxias. Ni somos buenos ni le dijo la verdad al pueblo de los EEUU de por qué somos blanco del terrorismo: ¿porque representamos la democracia, la libertad y los derechos humanos en el mundo? ¡Mentira! Porque nuestro gobierno ha hecho cosas odiosas”.

El 11 de septiembre, mis valedores,  ¿qué significa para ustedes? ¿Nueva York o Santiago de Chile? ¿Allende o Bush? (Don Salvador, a su memoria.)