«Esplendor teotihuacano»

Es noticia de la semana anterior, mis valedores: Que Wal-Mart Stores Inc. afronta importantes riesgos legales tras revelar que investiga a su filial mexicana por posibles violaciones de una ley estadunidense que prohíbe el pago de sobornos en el exterior. Los ejecutivos de Wal-Mart, según reciente publicación del The New York Times,  en  2005 se enteraron de las acusaciones de sobornos generalizados (hasta 24 millones de dólares) utilizados para ganar el dominio del mercado mexicano. Válgame.

Semejante noticia, aunado al segundo aniversario (ll de abril) del «asesinato» en la cárcel de Cd. Nezahualcóyotl de Emmanuel D’Herrera, luchador civil cuya muerte en prisión se debió a su oposición radical a la instalación de Wal-Mart en la zona de Teotihuacan, me lleva a reproducir para todos ustedes algunas manifestaciones de la indignación que el suceso originó entre dos o tres defensores del «patrimonio cultural de la humanidad». Ciento y tantos millones de mexicanos, esos mismos a los que los medios de condicionamiento de masas, con el pretexto del inminente proceso electoral,  traen a estas horas como agua en batea, ni siquiera se enteraron de la acción desbozalada de la transnacional y sus compinches aborígenes.  Escribí aquí mismo hace tres años y meses:

Vaya, pues. Todo sea por congraciarnos con el turismo tipo Falfurrias. A lo zafio, a lo ignorante e impune, los gobernantes de este país lesionan no únicamente el patrimonio petrolero y de materias primas, sino también el acervo cultural de los mexicanos. Ahí está el atentado a las supervivencias del mundo mágico que heredamos de nuestra raíz indígena, que ésos (ésos eran un tal Peña Nieto, por aquel entonces gobernador del Estado de México) convierten en escenarios de un Hollywood tercermundista para audiciones de música, pasarelas de modas y bataclán. ¿Ante semejante desmesura gubernamental de qué sirven las protestas de arqueólogos, antropólogos y especialistas preocupados por nuestro patrimonio nacional? ¿Cuál de esos funcionarios mediocres, cultura de “Selecciones”, va a tomar en cuenta semejantes protestas?

Leo en La Jornada que en el Estado de México se cumple a estas horas y a marchas forzadas el tan anhelado sueño del gobernador y aspirante presidencial Peña Nieto de jugar un papel protagónico en el ejercicio politiquero y competir con las obras de beneficio social (no con “spots”, al estilo de Fox y Calderón) que en esta ciudad lleva cabo el equipo del aspirante presidencial Marcelo Ebrard. El de el Estado de México, con la complicidad del Instituto Nacional de Antropología e Historia ha otorgado concesiones a diversos mercachifles de la industria del espectáculo para que transformen Teotihuacán,  la Ciudad de los dioses, en todo un espectáculo de fuegos artificiales, luces robóticas (lo que eso sea) y rayos láser “full color” (en inglés, para exhibir nuestra frustrada aspiración de gringos segundones). Y en cuanto se eche a andar el sistema de luces “full color”, a complacer al turista texano…

¿La opinión de estudiosos y devotos de un patrimonio cultural de la humanidad como es la Ciudad de los dioses?  Todo un clamor de rechazo, disgusto y exigencia de que alguien amarre las manos de Nietos tan ignorantes que a base de quincalla y oropel van a dañar la majestuosidad de  las supervivencias del universo prehispánico, el de nuestra raíz autóctona. Resplandor teotihuacano, dice el analista, es un «espectáculo multimedia» estilo Televisa.  Pues sí, pero… (Sigo mañana.)

Muerte anunciada

Portación de artefacto explosivo de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea.

Tales fueron los cargos, falsos a decir de los enterados, que llevaron a la muerte a Emmanuel D’Herrera, al que hace un par de años y algunos días la “justicia”  asesinó dentro de una celda del penal Neza-Bordo, y no más. Es México.

Promotor del estudio y divulgación de la cultura, los valores y las tradiciones del país, su participación en movimientos culturales que procuran la preservación de nuestras raíces y su conocimiento arqueológico, dedicado durante los últimos años al estudio de la civilización teotihuacana, en el 2004 lo llevó a enfrentar la construcción de una sucursal de la transnacional Wall Mart en la Zona Arqueológica de Teotihuacán, que pone en peligro los vestigios de un sitio fundamental para la historia de México y que la UNESCO ha declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad.

En mayo de 2009 D’Herrera fue internado en el Centro de Prevención y Readaptación Social de Molino de Flores, en Texcoco, y sometido a proceso penal en el Juzgado 2º. de primera instancia. Portación de arma peligrosa, la acusación. La juez a cargo del proceso le otorgó la libertad bajo fianza. Libre el 21 de mayo de 2009.

Libre, sí, pero afuera del penal  lo acechaban 4 esbirros sin identificación que lo treparon a un vehículo. Esposado, con capucha y sin revelarle el motivo, fue paseado 6 horas. Tortura psicológica. Después fue llevado a una oficina de la policía ministerial del Edo. de México, en Toluca. Apelando su derecho constitucional solicitó que se le dejara hacer una llamada, petición que le fue negada. De ahí a la Proc. de Justicia del Edo. de México para que se  le practicara una certificación médica, pero no habiendo allí ningún aparato para medir la glucosa en sangre lo llevaron a un hospital, donde lo tuvieron el resto de la noche, con suero e insulina para controlarle la crisis de diabetes con que arribó.

Al día siguiente fue presentado al jefe de la policía ministerial, quien le exigió firmar el nombramiento de un abogado de oficio, a lo que se negó reiterando su solicitud de la llamada a la que constitucionalmente tenía derecho. Intentaba llamar a su abogado. Se le negó una vez más. Le presentaron una declaración ministerial para que la firmara, pero se rehusó con el argumento de que requería la presencia de su abogado o el visitador de la Comisión de Derechos Humanos.  Firmó la declaración una abogada de oficio, que él nunca aceptó. Libre, una vez más.

Y una vez más, a la salida de la oficina fue detenido por agentes de la Agencia Federal de Investigaciones, que le trasladaron a Cd. Nezahualcóyotl para presentarlo a la delegación de la Proc. Gral. de la República y ser ingresado en el penal de Neza-Bordo, donde se le procesó por el  mismo señalamiento de Molino de Flores ante el juzgado 12 de distrito en Cd. Nezahulacóyotl, esta vez con cargos federales. Encarcelado en Neza-Bordo estuvo imposibilitado para presentarse ante el juez en Molino de Flores para proseguir su proceso en el fuero común.

Hospitalizado un par de meses en el penal. En los 11 de encierro y por la tensión generada  (padecía diabetes e hipertensión), presentó severas complicaciones; perdió 5 piezas dentales, desarrolló problemas de visión que pusieron en peligro uno de sus ojos, perdió mucho peso. El lunes 11 de abril del 2010 el luchador civil falleció por una paro cardíaco derivado de un derrame cerebral. “Justicia”, sin más. Emmanuel D´Herrera, héroe civil.

(A su memoria.)

Emmanuel D’Herrera

Mis valedores: ¿algo les dice ese nombre? Al luchador civil me referí el año pasado, cuando aquel 11 de abril se cumplió un año de su fallecimiento (su asesinato) en el penal Neza-Bordo, víctima de la  “justicia” que se aplica en este país. D´Herrera.

Como si lo estuviera viendo. Alto, delgado, pulcro y de fina estampa física, periódicamente me iba a visitar a mi oficina de Radio Universidad y me hablaba de proyectos sociales para lograr un cambio político que beneficiara a las masas sociales. Yo, desconfiado y suspicaz, le encontraba inexistentes indicios de ser agente de la CIA o algo por el estilo. Le externaba mi desconfianza, y él sonreía. Cuándo iba a entrever al personaje de temple roqueño, inquebrantable en sus principios, lealtades y convicciones, que no se detuvo hasta dejar su existencia en una celda carcelaria. D´Herrera.

Muchos años más tarde una mañana  se me iba a presentar en Radio UNAM un hombre de aspecto enteco y  envejecido, de pupilas lumbrosas mientras me exponía el proyecto de su vida:  evitar que la transnacional  Wal-Mart edificara una sucursal en terrenos aledaños a la Ciudad de los Dioses, Teotihuacán. ¿Este era Emmanuel D´Herrera? Qué metamorfosis. Me pidió leer su demanda en nuestro espacio comunitario de Domingo 6, encargo que cumplí durante meses, hasta juzgar  que sus mensajes llegaban a la reiteración. Hice mal. Más tarde publiqué un par de artículos acerca del daño que la edificación de Wal-Mart causaría al patrimonio histórico de la humanidad.       Hace ocho días, dije entonces, se cumplió un año de su fallecimiento, y recibo un recordatorio por parte de un “Comité por la Liberación de Emmanuel D´Herrera», con el recordatorio del asesinato, que en esencia eso fue, por parte de la “justicia” que se imparte en este país. Leo, del mensaje:

Emmanuel D´Herrera: una sólida formación intelectual, en donde destacan sus estudios en Economía Internacional realizados en Paris, Francia; su capacidad poliglota, puesto que dominaba perfectamente los idiomas francés, inglés e italiano; su amplia carrera desempeñando funciones diplomáticas, comerciales y empresariales en Francia, España, Portugal, Bélgica, EU., Venezuela y Colombia.

Su muerte simboliza la instalación de un cada vez más notorio estado de excepción en México, donde el estado de derecho se convierte en un simulacro para justificar la flagrante violación de los derechos humanos y constitucionales de los verdaderos luchadores sociales en nuestro país (esto, mientras se arropa a los «activistas» que por ignorancia o mala fe se han convertido en colaboracionistas del Sistema de poder).

Acusado de cargos falsos, por su oposición a la construcción de una tienda de la trasnacional Wal-Mart en dicha zona arqueológica, fue detenido violentamente, secuestrado y torturado por la policía, encarcelado por casi un año estando gravemente enfermo de diabetes e hipertensión. Durante ese periodo experimentó un terrible deterioro de su salud hasta que finalmente murió de un derrame cerebral. Su muerte en la cárcel no fue un fenómeno natural, fue un homicidio generado por represión política. Lo que hoy no debe olvidarse es que Wal-Mart ha contribuido al establecimiento del estado de excepción en México y, tristemente, al homicidio de un hombre íntegro.

Al compañero De Herrera, hombre comprometido con sus convicciones, hoy lo recuerdo con el respeto que se merece. Después de una flagrante violación a sus derechos humanos estuvo preso en el penal de Neza-Bordo. (Los cargos,  mañana.)

Gringo invasor

“Yo sólo puedo decir que si la bandera de Estados Unidos llega a ser izada en México, nunca será arriada. Este es el principio de la marcha de Estados Unidos hasta el Canal de Panamá”. (Senador W. Borah.)
Fue aquel 21 de abril de 1914, a las 11 horas con 20 minutos, la hora en que soldados de infantería yanqui descendían del Florida, el Utah y el cañonero Praire, y tomaban tierra en el muelle Porfirio Díaz. Así se iniciaba la invasión gringa a Veracruz.
Según documentos de época y para que no extraviemos la memoria histórica: «La fuerza yanqui marchó hacia la población. Cantando La Adelita, el pueblo veracruzano se lanzó a las calles. Se produjeron escenas de tremendo patetismo. Aureliano Monfort, gendarme, fue el primer patriota abatido por las balas expansivas dum-dum. Dramático fue el caso de la muerte de Charrito, un humilde vecino del puerto. Loco porque ya no tenía parque se echaba pecho a tierra gritando: “¡Viva México! ¡Viva México! Los vecinos lo enterraron ahí mismo, en la calle…
Entre tanto defensor anónimo caería asesinado Andrés Montes, carpintero de oficio. El testimonio de la hija huérfana cuando una bala expansiva le asesinó a su padre: “Recuerdo que del colegio nos despacharon a casa. Cuando llegué, mi mamá estaba muy azorada porque ya sospechaba que habría tiros y cañonazos. Mi papá estaba trabajando en la carpintería que teníamos en la misma casa donde vivíamos. Estaba callado, trabaja y trabaja sin decir palabra.
Eramos 6 hijos: la más chiquita tenía 10 meses de nacida. Sin decir palabra, sin decirnos nada, ni a donde iba, mi papá salió de la casa al oír los primeros disparos. No regresó sino hasta las 6 de la tarde y ya venía armado con un rifle y unos tiros. También regresó trayéndonos dos tanates de pan para que tuviéramos qué comer mientras él estaba afuera.
Como si lo estuviera viendo ahora mismo: mi mamá, rodeada de nosotros, le suplicaba: No te vayas, Andrés, no nos abandones, mira que tenemos niños muy chiquitos. ¿Qué hacemos si te matan? ¡Hazlo por nosotros! Mi padre, que siempre fue muy callado, pronunció tranquilamente estas palabras: Ahorita no tengo madre, ni esposa, ni hijos. Sólo veo que tengo una patria muy linda y tengo que defenderla de la infamia yanqui. Aquí te dejo colgado este machete: anoche lo afilé bien para que al primer gringo que se atreva a entrar en esta casa, le moches la cabeza.
Como mi mamá insistiera en que se quedara, él la hizo a un lado para que le dejara el campo libre. Y así fue como él pudo quitar la tranca de la puerta y salirse a la calle otra vez. Como mi papá no llegó en toda la noche, en la mañana salió a buscarlo mi madre. Era un peligro, pues los tiroteos seguían. Fue entonces cuando supimos: mi papá peleó solo, callado. Lo mataron al anochecer. Una bala expansiva le destrozó el estómago.
Ya no fui a la escuela. Mi mamá nos dijo: ahora todos tendremos que trabajar».
Cuando el cadete José Azueta, de 19 años, agonizaba en el hospital, el contralmirante Fletcher envió unos cirujanos para que lo atendieran. El joven héroe, al verlos, se cubrió el rostro con la sábana: “¡De los invasores no quiero ni la vida! ¡Que se larguen esos perros, no quiero verlos!”
El cadete Virgilio Uribe cayó de espaldas. Horas después se acercó un anciano y preguntó: “¿Qué nuevas me dan de mi hijo?” Le presentaron una guerrera manchada de sangre. El anciano besó aquella sangre mientras lloraba en silencio…”
Perro de guerra el gringo invasor. En el país invadido, hoy un gobierno proyanki. (Es México.)

Muerte anunciada

Emmanuel De H´Herrera Arizcorreta: un año y una semana de que la “justicia” lo asesinó dentro de una celda del penal Neza-Bordo, y no más. Promotor, aquí y en el extranjero, del estudio y divulgación de la cultura, los valores y las tradiciones de nuestro país, su participación activa en movimientos culturales que procuran la preservación de nuestras raíces y su profundo conocimiento arqueológico, dedicado durante los últimos años al estudio de la civilización teotihuacana, lo llevaron en el 2004  a enfrentar la construcción de una sucursal de la transnacional Wall Mart en la Zona Arqueológica de Teotihuacán, que pone en peligro los vestigios de una zona tan importantes para la historia de México y que la UNESCO ha declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El 17 de mayo de 2009 fue internado en el Centro de Prevención y Readaptación Social de Molino de Flores en Texcoco, Edo. de México, y sometido a proceso penal en el Juzgado 2º. de primera instancia. “Portación de arma peligrosa”, la acusación. La juez a cargo del proceso le otorgó la libertad bajo fianza y salió libre el 21 de mayo de 2009.

Pues sí, pero ya a esas horas afuera del penal  lo acechaban 4 esbirros sin identificación que lo treparon a un vehículo. Esposado y con capucha fue “paseado” 6 horas. Nunca se le informó el motivo. Tortura psicológica. Después fue llevado a una oficina de la policía ministerial del Edo. de México, en Toluca. Apelando su derecho constitucional solicitó que se le dejara hacer una llamada, petición que le fue negada. De ahí a la Procuraduría de Justicia del Estado de México para que se  le practicara una certificación médica, pero no habiendo allí ningún aparato para medir la glucosa en sangre, lo llevaron a un hospital, donde lo tuvieron el resto de la noche, con suero e insulina para controlarle la crisis de diabetes con que arribó.

A la mañana siguiente fue presentado al jefe de la policía ministerial, quien le exigió firmar el nombramiento de un abogado de oficio, a lo que se negó reiterando su solicitud de la llamada a la que constitucionalmente tenía derecho. Intentaba establecer contacto con su abogado. Se le negó una vez más. Le presentaron una declaración ministerial para que la firmara, pero se rehusó con el argumento de que requería de la presencia de su abogado o el visitador de la Comisión de Derechos Humanos.  Le hicieron firmar la declaración a la abogada de oficio, abogada que él nunca aceptó, y le dijeron que quedaba libre.

A la salida de la oficina fue detenido por agentes de la Agencia Federal de Investigaciones, que le trasladaron a Cd. Nezahualcóyotl para presentarlo a la delegación de la Procuraduría General de la República y ser ingresado en el penal de Neza-Bordo, donde se le procesó por el  mismo señalamiento de Molino de Flores ante el juzgado 12 de distrito en Cd. Nezahulacóyotl, esta vez con cargos federales. Después, encarcelado en Neza-Bordo, estuvo imposibilitado para presentarse ante el juez en Molino de Flores para proseguir su proceso en el fuero común.

En el penal estuvo hospitalizado 2 meses. En los 11 de encierro y por la tensión generada  (padecía diabetes e hipertensión), presentó severas complicaciones; incluso perdió 5 piezas dentales, desarrolló problemas de visión que pusieron en peligro uno de sus ojos, perdió mucho peso, y lo más grave: el lunes, 11 de abril del 2010, el luchador civil falleció por una paro cardíaco derivado de un derrame cerebral. “Justicia”, sin más. Emmanuel D´Herrera.

(A su memoria..)

Perros de guerra

¿Existe tarea más ingrata que recordar un pasado repleto de desdichas, cargado de iniquidades..?

Tal se duele Carlos B. Delorme, historiador, después de analizar episodios patrios tan dolorosos como la toma de Chapultepec (sept., 1847) por tropas norteamericanas. Un pasado que por culpa de López de Santa Anna iba a ser de verguenza para los mexicanos. Cuántos culiprontos proyanquis seguirían  ese ejemplo para entregar al gringo retazos de soberanía nacional. Hoy, por que no se nos muera la memoria histórica: la invasión de marines gringos a la ciudad y puerto de Veracruz, tantas veces heroica. El pretexto del presidente  W. Wilson para invadirla:

“Sabedor Huerta de la carga que traía el Antilla ordenó el bloqueo de Tampico y despachó dos cañoneros para que lo hiciesen efectivo; entonces el gobierno americano se opuso, declarando que Tampico era puerto abierto y debía quedar abierto, y mandó dos poderosos acorazados, que siguieron de cerca de los cañoneros y protegieron el desembarco de las municiones”.

Huerta no actuó como proyanki esta vez. No por su culpa, como tampoco de  Venustiano Carranza, la de barras y estrellas, para verguenza nacional, amaneció tremolando a toda asta en el palacio de gobierno de esta ciudad capital, como ocurrió en  1847 por causa de aquel López de Santana modelo y precursor de vendepatrias.

Fue en 1914, un 21 de abril, cuando W. Wilson ordenó a sus  tropas invadir la ciudad de Veracruz. El telegrama que preludiaba la crisis: “Chihuahua, 21 de febrero, 1914. Sr. Venustiano Carranza: inglés William S. Benton trató de asesinarme en Cd. Juarez. Pude desarmarlo y lo entregué a un consejo de guerra, que lo condenó a muerte. Respetuosamente, Gral. Francisco Villa”.

La amenazante reacción de Washington: “Sr. Carranza: mi gobierno exige pronta averiguación. De otra suerte se complicará gravemente la situación y obligará a este gobierno a tomar medidas sumamente serias. Estamos seguros de que Usted obrará inmediatamente. W.H. Bryan, Sec. de Estado”.

Pero el fusilado era súbdito inglés, y así lo hizo saber don Venustiano al de la Casa Blanca, pero la fementida Doctrina Monroe estaba vigente desde 1823. La prensa de Washington: “Carranza desafía la Doctrina Monroe. Al negar el permiso a nuestro Depto. de Estado para investigar el asesinato de Benson, Carranza  no hace más que dar una bofetada al Presidente Wilson en plena cara y patear la Doctrina Monroe. En 90 años que tiene de vida esta Doctrina, ninguna de las más grandes potencias europeas ha hecho jamás lo que hace ahora el Jefe de los mexicanos que están fuera de la ley” (sic).

Washington, 15 abril, 1914. “El Pres. Wilson recibe a diputados y miembros de las Comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y la Cámara y los entera de su decisión de invadir Veracruz a causa de que sus autoridades se niegan a saludar a la bandera de las barras y las estrellas. El  Senador Chilton, de Virginia Occidental: ¡Yo los obligará a saludar a la bandera, así tuviera que volar toda la ciudad”.

El Senador W. Borah: “Yo sólo puedo decir que si la bandera de Estados Unidos llega a ser izada en México, nunca será arriada. Este es el principio de la marcha de Estados Unidos hasta el Canal de Panamá”.

Aquel 21 de abril de 1914, a las 11 horas con 20 minutos… A contracorriente del Sistema de poder, que así distorsiona o extingue, de plano, la conciencia histórica de las masas sociales,  mañana  la crónica del desembarco de marines gringos al puerto de Veracruz. (Vale.)

Y lo mataron…

Emmanuel D´Herrera, mis valedores. ¿Les dice algo ese nombre? El pasado 11 de abril se cumplió el primer año de su fallecimiento (su asesinato) en el penal Neza-Bordo, víctima de la  “justicia” que se aplica en este país. D´Herrera.

Como si lo estuviera viendo. Alto, delgado, pulcro y de fina estampa física, periódicamente me iba a visitar a mi oficina de Radio Universidad y me hablaba de proyectos sociales para lograr un cambio político que beneficiara a las masas sociales. Yo, desconfiado y suspicaz, le encontraba inexistentes indicios de ser agente de la CIA o algo por el estilo. Le externaba mi desconfianza, y él sonreía. Cuándo iba a entrever al personaje de temple roqueño, inquebrantable en sus principios, lealtades y convicciones, que no se detuvo hasta dejar su existencia en una celda carcelaria. D´Herrera.

Muchos años más tarde una mañana  se me iba a presentar en Radio UNAM un hombre de aspecto enteco y  envejecido, de pupilas lumbrosas mientras me exponía el proyecto de su vida:  evitar que la transnacional  Wal-Mart edificara una sucursal en terrenos aledaños a la Ciudad de los Dioses, Teotihuacán. ¿Este era Emmanuel D´Herrera? Qué metamorfosis. Me pidió leer su demanda en nuestro espacio comunitario de Domingo 6, encargo que cumplí durante meses, hasta juzgar  que sus mensajes llegaban a la reiteración. Hice mal. Más tarde publiqué un par de artículos acerca del daño que la edificación de Wal-Mart causaría al patrimonio histórico de la humanidad.

D´Herrera. Hace ocho días se cumplió un año de su fallecimiento, y recibo un recordatorio por parte de un cierto “Comité por la Liberación de Emmanuel D´Herrera, con el recordatorio del asesinato, que en esencia eso fue, por parte de la “justicia” que se imparte en este país. Leo, del mensaje:

Emmanuel D´Herrera: una sólida formación intelectual, en donde destacan sus estudios en Economía Internacional realizados en Paris, Francia; su capacidad poliglota, puesto que dominaba perfectamente los idiomas francés, inglés e italiano; su amplia carrera desempeñando funciones diplomáticas, comerciales y empresariales en Francia, España, Portugal, Bélgica, EEUU., Colombia y Venezuela.

Su muerte simboliza la instalación de un cada vez más notorio estado de excepción en México, donde el estado de derecho se convierte en un simulacro para justificar la flagrante violación de los derechos humanos y constitucionales de los verdaderos luchadores sociales en nuestro país (esto, mientras se apapacha a los «activistas» que por ignorancia o mala fe se han convertido en colaboracionistas del Sistema de poder).

Acusado de cargos falsos, por su oposición a la construcción de una tienda de la trasnacional Wal-Mart en dicha zona arqueológica, fue detenido violentamente, secuestrado y torturado por la policía, encarcelado por casi un año estando gravemente enfermo de diabetes e hipertensión. Durante ese periodo experimentó un terrible deterioro de su salud hasta que finalmente murió de un derrame cerebral. Su muerte en la cárcel no fue un fenómeno natural, fue un homicidio generado por represión política. Lo que hoy no debe olvidarse es que Wal-Mart ha contribuido al establecimiento del estado de excepción en México y, tristemente, al homicidio de un hombre íntegro.

Emmanuel De Herrera Arizcorreta, hombre comprometido con sus convicciones, debe ser recordado con todo el respeto que se merece. Después de una flagrante violación a sus derechos humanos estuvo injustamente preso en el penal de Neza-Bordo acusado de cargos absolutamente falsos: “portación de artefacto explosivo de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea”.

Emmanuel D´Herrera. (Sigo mañana.)

Réprobos

Y cuándo no. Diputados y senadores. Esos son, acusa la nota de prensa del pasado sábado, los peor evaluados por los empresarios del país.  En el renglón de excelencia, cero obtuvieron las dos cámaras; en el de malo, 44% los diputados; los otros, 42. En el de pésimo, 42 los unos, y los otros no les van a la zaga. Pero un momento, que según ese modelo de camaleones que es el legislador Víctor Hugo Círigo, «legislar no es como guisar».

Pues no, pero en ocasiones legislar es reñir por preferencias etílicas. Según la crónica fechada en noviembre de 1920, y de esto ya va para un siglo, en aquella sesión los diputados legislaban sobre un aumento en los impuestos del pulque El legislador don Felipe de la Barrera, representante del distrito pulquero de Otumba, ocupó la augusta tribuna:

– ¡Hay que mirar por el pobre pueblo mexicano, al que sólo se recurre a la hora de las elecciones! ¡Protejamos la baratura del pulque, porque buena falta está haciendo en Europa toda, donde habrían sido felices si hubiesen tenido a la mano, para olvidar los horrores de la guerra, un licor tan delicioso como el pulque, nuestro licor nacional!

Apenas había terminado de hablar pidiendo que el pulque no fuese gravado con nuevos impuestos, cuando el diputado don Aurelio Manrique llega majestuoso a la augusta tribuna; lleva en sus manos un envoltorio. Lo descubre, y resulta que es un flamante vaso de pulque, que fue a comprar uno de los mozos de la Cámara.

– ¡Señores diputados: aquí tienen este vaso de tlachicotón! Dicen sus defensores que el Barón de Humboldt hace un panegírico de semejante licor. Pero no; el ilustre sabio dice que esta bebida tiene un sabor agridulce, grato al paladar, pero que para acelerar la fermentación, le ponen pulque añejo al agrio, resultando un licor que tiene un olor desagradable, de carne podrida ¡Sólo los que llegan habituarse al sabor del pulque dicen que esta bebida es nutritiva ¡Mentira! ¡Mentira vil! Aquí tienen una cacariza de pulque. ¿Cómo podemos decir que esto sea una bebida para personas civilizadas? ¡Señores diputados! ¡Aprobemos el proyecto de reforma a la fracción que nos presenta la comisión respectiva!

Rojo de ira, el diputado don Felipe de la Barrera trepó a la augusta tribuna:             – ¡No obstante todo lo que dicen en contra del pulque sus malquerientes, yo puedo asegurarles que mientras más pulque entra en la ciudad, menos crímenes se comenten en su nombre ese día! ¡Puedo demostrar fácilmente que el pulque, señores diputados, es mucho mejor que el tequila!

Ademán de odio del diputado Carlos Cuervo, del distrito de Tequila. Sigue De la Barrera:

– ¡Los vinos producen alcoholismo incurable! ¡El pulque, en cambio, produce apenas una suavísima borrachera que se cura con toda facilidad! ¡Lo que pasa es que nuestros pobres entran primero a una cantina, donde les sirven bebidas descompuestas! Cuando ya no tienen dinero y sólo el estómago perdido, acuden a la pulquería para tomarse un vasito de ese licor delicioso. Acuden a él para que los alivie del mal que les hizo el alcohol. ¡Cuando estos pobres salen de la pulquería pueden cometer un crimen, y entonces todo el mundo cree que la culpa la tuvo la pulquería ¡No, señores diputados! ¡Mentira! ¡Alguien dice que al pasar por una pulquería se nota un olor a cadáver. ¡Mentira vil, vil mentira! ¡Las pulquerías, señores diputados, tan sólo huelen a lo que huele el alma del pueblo, de este pueblo de nuestro México

Son los legisladores. Son los representantes populares. Es México. (Mi país.)

México, Cuba

Con banderas a media asta, Cuba vivió un día de actos en homenaje a Juan Almeida, Comandante de la Revolución y uno de los atacantes del Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1959, que falleció a los 82 Años de edad.

El Comandante de la Revolución murió hace un par de años. Si hoy lo recuerdo es para que sopesemos el peso y la dimensión histórica de los barbones de Sierra Maestra que hicieron y hacen una revolución, frente al luido personaje mexicano que ya en la agonía de su sexenio se decide a visitar la Isla, intrascendente maniobra  de bajo perfil  cuyo destino final es el polvo, el olvido,  el desván de la historia, y no más.

Juan Almeida, comandante de la Revolución. Como Ernesto Guevara, el propio Fidel Castro y tantos más, Almeida visitó México, y de aquí se fue en el yate Granma con la encomienda cumplida de liberar su Cuba secuestrada por uno de los tantos proyanquis y vendepatrias que gobiernan nuestros países al sur del Bravo. Yo, porque ello también toca la dimensión del héroe, recuerdo al combatiente con una anécdota humana y a ras de suelo: con su revolución todavía en cartuchera, este cubano Almeida se refería a nuestro país y sus alimentos terrestres y trataba de hacerse entender de un su paisano:

– En México me encontré con Efigenio, que llegaba de Costa Rica, parado en un puesto de tacos. ¿Sabes lo que es un taco? Una torta que hacen los mexicanos de harina de castilla, con un poquito de carne de puerco, enrolladita.

El viaje y la permanencia en México, el regreso a su tierra –a su Sierra- y ya en plena revolución, las impresiones de un Manuel Fajardo, combatiente de Sierra Maestra, sobre la detención de mercenarios gringos:

–  No es que tenga nada contra ellos, el problema político lo separo de mi opinión personal sobre estos marines que traté personalmente. La gente más despreciable que puede haber en el mundo son los marines norteamericanos. No he visto seres humanos más corrompidos que esa gente.

(¿Por qué a mí se me vino a la mente Guantánamo,  Abu Grahib?)

Pero dentro de la propia Cuba los contrarrevolucionarios hacían su labor de zapa a favor del yanqui. La versión de un Armando Valladares, poeta mediano por aquel entonces preso en alguna cárcel cubana:

– Recuerdo a mis compañeros fusilados. Pensé en Julio y en su desprecio por la vida, defendiendo sus criterios de Libertad y Patria, y pensé en todos aquellos que con una sonrisa en los labios marchaban a los paredones, y pensé en la integridad de aquellos mártires que morían gritando: ¡Viva Cuba Libre! ¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el comunismo..!”

Cuba en la pluma de C.W. Mills: “Escucha, yanqui: esos contrarrevolucionarios no tienen el valor para luchar con las armas en la mano. Lo que están haciendo, conspirar contra nosotros, les debe costar millones de dólares. Su propaganda contra nosotros, sus viajes, su sostenimiento: ¿de dónde sale tanto dinero? ¿De las compañías yanquis afectadas por nuestra revolución? ¿De la CIA? ¿Del Depto. de Estado? En Cuba hay muy pocos contrarrevolucionarios, y son impotentes para reunir otros elementos alrededor de ellos. Cuando los obispos salieron con una declaración general contra el comunismo, la mayoría de la gente de las iglesias simplemente se rió. Sabían que se trataba sólo de la ignorancia y el temor de los contrarrevolucionarios”.

Porque el héroe renace de sus cenizas…

Cuba, la de Fidel, la Cuba de Maceo, la de Raúl, la Cuba de nuestro genio americano José Martí,. La patria de Juan Almeida, héroe de la Revolución. Cuba, la invencible. (México.)

Al peso mexicano

Así que ante el dólar vuelve usted a perder peso y devaluarse una vez más, pesito mexicano. Y qué hacer, sino expresarle el testimonio de aliento y solidaridad para uno tan ruda y reiteradamente devaluado, hoy que una comunidad erosionada de frustración, desesperanza y desánimo ante el Poder ha acabado por ver a usted con una revoltura de menosprecio y desdén, minimizándolo y denigrándolo sin percatarse de que con tal acción se denigra. Porque usted, valga poco o nada valga y apenas se distinga en la palma de la mano, es tuétano de lo nacional, sello e identidad que nos distingue como pueblo sobre la faz de la tierra. México.

Lo veo entelerido, trasijadón, con el rabo entre las zancas, y pienso en su prosapia y blasones, con  antepasados ilustres como aquel peso 07.20 de forma gallarda, sonido argentífero,

potencia cabal y ley de la buena; un peso entero todavía, que dictaba condiciones aquí y en corral ajeno. Hoy a usted, sombra de sí mismo,  lo  observo rodando sin rumbo. Las manos que apenas ayer lo atesoraban, hoy se desembarazan de usted como de alguno contagiado de enfermedad pegadiza. Mirándolo por la calle del menosprecio medito en los tiempos, qué tiempos, en que pisaba fuerte, con su empaque de señorón, de mandón. No lloro, nomás me acuerdo…

Lo que entonces pesaba, lo que se le guardaba en la bolsa a la divisa convenenciera,  pero realista: “En este mundo no hay más amigo que un peso en la bolsa». ¿Y ahora? Hoy se le mira, cachivache en desuso, sin enjundia, sin consistencia, sin peso -¡usted, el peso!-, sin eso que hay que tener. Capado.  Más antes, tema de conversación entre los pesudos que lo poseían; entre los fregados, que lo añoraban, entre un paisanaje que decía “un peso”, como decir Cuauhtémoc, Pancho Villa o la Virgen Morena. Pero ahora, en un Estado libre y asociado protegido por la Iniciativa Mérida y que  tiene al dólar de divisa nacional…

Y yo digo: que vuelva su real valía, que tornen águila y sol como signo de la vida y de la muerte. ¿O nunca más ese peso entero, todavía sin capar?

Lo miro en mi niñez, como entre sueños. Veo el gesto aquel, de las dinerosos, cerrar el trato de las hectáreas de tierra o la caballada, y decir trato hecho,  darse la mano y desabrocharse de la cintura la víbora de cuero crudo, vaciarla sobre la mesa y por el hocico de la cueruda alcancía  dejar salir la lluvia argentina de los pesos fuertes. Ah, aquel sonido, me acuerdo, que hagan de cuenta esquilas de jubileo y resurrección. El de usted, en cambio, hoy cascado cascajo y gargajo, y no más…

Pero ánimo, no fruncirse, no pandearse, no acabarse de arrugar. Usted volverá a ser lo que era cuando la gente de México vuelva a ser la de los pesos fuertes. Animo. Por ahora,  y en tanto ruede por ahí, bocabajeado, sépase que conmigo cuenta con un amigo que no se afrenta de usted; que cuando me lo pandeen soledad y abandono, patrimonio de vencidos, yo aquí lo aguardo con la bolsa abierta, y que mucho me cuidaré de desconocerlo como cualquier descastado de esos. ¡Cómo, si vivo en México, no en Puerto Rico! ¡Cómo, si usted aún porta la viva estampa del águila devorando la serpiente! Pero sigan los «guanabís» con sus sueños de gringos segundones  culimpinados ante el dólar, y va a ser la serpiente la que termine por devorar al águila, y entonces…  (México)

La náusea y el vómito

A la feria del caballo en Texcoco me referí ayer, y que la visité con mi única y el Ariel, y que observé con la rueda de la fortuna la fortuna de los creadores de nueva hornada de briagos, y en la casa de la risa la risa idiota de los ahogados de licor, y en los carros locos los locos de droga y licor. A marearse en el volatín cuando el alcohol ya los mareó hasta la náusea y el vómito. En la piquera disfrazada de figón: tres copas por un solo boleto, pero cuidao,  joven,  no se me caiga sobre el pipián. Nauseabundo.

Porque, mis valedores,  esos que año con año arman su trampa para inducir a las juventudes al licor tienen ahí el principal negocio: las cataratas de licor que a partir de la feria, con toros, cirqueros, berreantes y falseteros -ellas, en ropita procaz que exhibe pubis, cóccix y tatuajes vecinos del clítoris ante una concurrencia babeante de licor y lascivia- harán de los jóvenes un poco más briagos y afectos a toda suerte (mala suerte) de drogas. Vi a los feriantes deambular bamboleándose, insomnes sonámbulos, en la diestra una de presidente, casi tan dañino como los que malparen, para perjuicio de todos nosotros,  los partidos políticos. ¿Culpa de ellos o de los sobrios y los  borrachales? México.

Asistí a la feria y observé a los feriantes, jóvenes la mayoría: clavado en el pecho el mentón, erraban de la carpa al palenque, del merendero al bar y de ahí al muro donde recargarse, y al vómito. Pálidos todos, fija la pupila y la pupila errante, qué contrasentido, volvían al siniestro ritual de la borrachera en el antro de la feria internacional. Texcoco.

Final de fiesta, la tarde ya entre dos luces:  la fiesta de la rifa. «Por tantos pesos se lleva usté la de a litro, con la anforita pa la bolsa de su chamarra Sí, usté, ese que pasa babeando». Mi única y yo, en el espanto, tomamos al Arieluco, y a huir. Y fue entonces.

A la salida del recinto corrompido a licor, orines y vómito, observé la exhibición de dos caballos de la perico domé. El cuaco blanco, cuando pasé por su vera, miróme con sus ojos amarillosos mientras me pelaba toda su dentadura y decíame con los puros tomates: “Si serás cándido. ¿Qué tiznaos te ganas con hacer bilis y denunciar que ferias como la de Texcoco son gigantescas piqueras donde se envilece a la juventud y a la runfla de adolescentes aturdidos que caen en sus redes? En este país de borrachos, ¿quién canacos te va a escuchar? Mejor hicieras en darte al pedro tú también. Anda, llégale a la cacardienta ¿O quieres seguir haciéndole al idiota con prédicas en el desierto? Los briagadales, o sea todo México, ¿van a escucharte? Anda, ponte a chupar o lárgate, pero ya no la hagas de pedro”.

¡De pedro! El prieto azabache volteó los cuartos traseros, y… ¿porque le caí mal, porque me reconoció y supo que yo iba a alertar a ustedes contra la piquera descomunal de Texcoco? Lo cierto es que al pasar por su lado, la bestia (bestia, sí, pero ella en su juicio) me estampó en pleno rostro aquella exhalación, el suspiro salido de lo más recóndito del delgado, y con vía libre y a sirena abierta por todo el grueso. Me la hizo de fumarola, y qué hacer. ¿Competir con el penco, pagarle con la misma moneda? Más penco resultaría yo. Y el hedor.

Ya en la carretera, el Ariel: “Feria horrible”.

Mi única y yo nos miramos, sonreímos. Alcé los ojos al cielo, un cielo tan alto como el techo del volks. “Gracias, Dios,  que a mi niño le conservaste el candor”. Pero lástima:

– Horrible la feria.  Mucho chupe, sí, ¿y de botanas? ¿Nada? (¡Agh!)

¿Y usted conoce el rosadito?

Conque la Feria Internacional del Caballo, mis valedores. Conque después de tantos ayeres persiste la anual feria con la sede (Texcoco) convertida en la cantina más grande de Iberoamérica. Semejante condición pude comprobarla  hace algunos ayeres, cuando en mala hora se me ocurrió visitarla, y más malo todavía: que conmigo me haya llevado a mi única, y lo peor de lo peor: que con ella cargase también con el Arieluco, ocho años de su edad. Trágico.

Lo trágico se desató en la feria del cuaco de hace unos años, cuando aquella tarde sorprendí al Arieluco a 5 pulgadas del cinescopio. «¿Que qué? ¿Otro débil mental en la familia? ¿No basta conmigo? ¡Rápido, a desenajenarlo!”

A la viva fuerza lo aparté de la choricera de anuncios de sostenes de  diseño moderno que aderezaba una  botana de emputecidas jovencillas que bailoteando presentaban a las cámaras el redondeado volumen de su nalgatorio.“Deja de recibir esa radiactividad y trépate al BMW -al volks. cremita, más propiamente. Vamos a la feria provinciana, mi hijo. Ya verás qué hermosura de espectáculo”. Y mi única “Cálmate, hijo,  ya deja de llorar, que Televisa y TV Azteca no merecen una sola de tus lágrimas. Eso déjalo para los pobres de espíritu que ven sus telenovelas. Tú, a divertirte en el volatín y la rueda de la fortuna”.

A divertirte, dijo. Y allá vamos, a la feria provinciana…

La de Texcoco. Campo y tablas, la clásica lotería de cartones. Cantándolas, el gritón. Y que por abajo está la dama y por arriba está… ¡el catrín! Y que con polvos de guiscachota me querías enhechizar: ¡la muerte! Y que me la han vestido de charro,  y el Ariel: “¡Buena con esa! ¡Gané!” (¿La figura? Imagínenla.)

– Suerte de chamaco -el gritón-. ¿Pues no se acaba de ganar una de a litro con seis cocas seis para campechanear?

– ¡Salva a tu hijo, amor! ( mi Nallieli.) Nos zafamos de la lotería, dejamos al gritón con los brazos extendidos, un racimo de pomos colgándole en cada mano. Rápido, a buscar un juego infantil que no resulte dañino.

– ¡El tiro al blanco, pa!

El feriante le entregó un vetusto mosquetón, y ahí fue el tumbadero de patos, gansos, un burro de buen tamaño y uno que otro viejo güey. El feriante: “Caray con su puntería: doce tiros, nueve blancos. Y usted bigotón, no vaya a malograrle al chamaco su prometedora vocación. Va para Zeta que vuela”.

Y que intenta entregar el premio a su buena puntería: una de a litro, dos damajuanas y otra más de un líquido amarillento, que hagan de cuenta cuando uno lleva sus humanísimas muestras al examen de laboratorio. “Pal desempance va a llevarse este añejo; dos semanas añejado en barricas de ayacahuite legítimo”. Logramos huir.

El juego del dardo y los globos. El feriante: “Te los tronastes, güerejo. Te vas a llevar dos de a litro y una de rosado. ¿Conoces el rosadito?” Como si -culpa de tantos millones de briagos- México no estuviese ya demasiado rosadito. Texcoco.

Y que va a haber palenque (hubo palenque, con pomos, botellas, garrafas, damajuanas de licor, tal vez no todo adulterado), y que corridas de toros (las hubo, con litros y medios litros de alcohol), jaripeos y rodeos (frascos de a litro), juegos mecánicos, circo y gastronomía (cerveza para abrir boca; para cerrarla, cacardiosidad). Y mis valedores:  fue entonces.

En la noche de Texcoco observé a los feriantes: ellas y ellos, adolescentes y jóvenes, deambulando como zombis, muertos vivos, vivos muertos del licor que los mercachifles de la humana degradación les embombillaron, lavativa bucal. (Mañana.)

Periodistas

El pueblo no ejerce los derechos de soberano sino en las elecciones.

Tal afirmó a su hora don Joaquín Fernández de Lizardi, pero le faltó añadir que  el elegido del voto manda sin obedecer y el votante obedece sin mandar. Tal es la esencia de la «democracia representativa». El Pensador.

Todos los campos de la expresión escrita dominó el personaje: el periodismo, su genuina vocación,  y la sátira, la versificación, el drama y esa novela en donde crea, para ejemplificación y reflexiones morales un personaje inmortal: El Periquillo Sarniento, flor y espejo de la picardía y desenfadado lenguaje de calambures y doble sentido que a todos nos resultaría familiar si en este país se acostumbrase la lectura. Lizardi dejó la obra de intención didáctica y de ejemplaridad, visión esperpéntica con la que ponía en evidencia las desmesuras y los desafueros de su tiempo, esas que perpetraban  las autoridades civiles, el clero y los militares de aquel entonces. ¿Y los de hoy?

Por cuanto al grado de heroicidad que suponía el oficio de periodista en los tiempos aciagos del porfirismo ese fue el sello de identidad de Lizardi: censura y prisión, persecuciones y agobios económicos, y vuelta a empezar, algo lógico para un periodista de su trascendencia y valor personal en el gobierno de Díaz.

¿Por qué Lizardi caía en prisión? Por sátiras que describen el México de principios del siglo XIX. ¿Distinto al México actual? ¿Qué tan distinto?

“Nada falta a tu dicha, patria mía, – Tienes frailes, langosta, policía, – Puertos sin naves, tropas sin calzones, – Caminos solitarios con ladrones, – Siempre apretada tu tesorería, -Partidos y colores a porfía, – Papel que vale menos, aunque debe, – Un rey que lo conoce y no se atreve, – Faltaba un año santo: en este día, – ¡Bendito Dios!, el Papa nos lo envía…»

Y qué vigencia mantienen las reflexiones que Lizardi nos legó en los periódicos más o menos efímeros que fundó a lo largo de su ejercicio periodístico. Por este párrafo pueden juzgarse:

Compárese los males que pueden sobrevivir a la República, entre que se anulasen las elecciones y los que le vendrían con algunos diputados elegidos por tramoya, esto es, que no merezcan serlo. En el primer caso se mina la soberanía de la nación. En el segundo nada se pierde con seis u ocho representantes ineptos, sino diez y ocho o veinte y cuatro mil pesos anuales…

Y cuánto de humano, cuánto de aleccionador y de melancólico se trasmina en la nota que redactó el periodista cuando tuvo que dar por muerta la publicación del Correo Semanario de México. La nota la tituló Despedida, y a la letra dice:

“La escasez de subscriptores, que no proporciona que se costee este periódicos, y mis graves enfermedades, no me permiten continuarlo. Doy gracias a los señores subscriptores que han tenido la bondad de favorecemos hasta el final, suplicándoles dispensen las erratas, dilaciones y otros defectos que no he podido evitar.

A los señores subscriptores que aún restan algunos piquitos, suplicamos proporcionen su remisión, pues no habiéndose costeado el periódico, claro es que nuestro bolsillo debe pagar lo que falte.-México, 4 de mayo de 1827″.

Y a propósito: ¿hoy día cuántos periodistas comparten las penurias de El Pensador?  ¿Cuántos de esos que a estas horas enfervorizan a las masas sociales para que se interesen en sufragar viajan desde su mansión – chofer, guardaespaldas- hasta la oficina del diario o estación de radio o  de TV? ¿Cuántos? México.

Benemérito, El Pensador.  (A su memoria.)

Espantajos

(Inusitado: en un acto de gobierno De la Madrid logró reunir a dos espantajos históricos:  LEA y JLP. Inusitado también: en sus exequias, logró reunir a otros dos, y fue así:)

Existió, mis valedores, un hombrecillo que vivía, solo y su alma, en la medianía de una plantación que cultivó el tanto de 6 años, por más que todo lo que sus manos tocaban se malograba y fruncía. Las pocas vainas y espigas que se lograsen terminarían como botín de animales dañeros que él, temple de jericalla, no se atrevería a enfrentar. Tal situación lo mantenía en la almendra de la angustia y la soledad. Lóbrego.

|           (Porque el temor, si no da vida, mata.)

Al amanecer cada día el granjero dejaba el jergón y salía a examinar el cielo, no fuese ocurrir que un sol demasiado ardoroso sorbiera la humedad del terreno y resecara la plantación. Después se daba a deambular por almácigos, arbustos y árboles frutales, y examinaba el estado en que amanecieron la fruta, el racimo, la vaina la espiga, la flor. Y aquello era allegar tierra a la mata y abono a la tierra y agua al abono y cauces al agua para que regase la tierra Así días, meses, 6 años. Pues sí, pero lástima, porque de todos los males del sembradío la culpa era del hombrecillo; de su torpeza y mediocridad. En fin.

Y ocurrió que para espantar cuervos y gavilancillos predadores de la mazorca dio en clavetear el sembradío con espantajos a cual más de esperpénticos; ventrudos algunos y flacos los más, este disfrazado economista, de político el otro, y uno de sardo y otro de policía que metiesen espanto en las negras alas que tachonaban un cielo estallante de luz.

(Porque la soledad, si no templa, aniquila).

El solitario oteaba los horizontes donde los peñascales se plagan de nuberíos ovachones. Que no llueva más; que el exceso de lluvia no venga a pudrir las raíces; que el granizo no desgarre los retoños. Que…

La plantación se arruinaba. Frutillas en agraz se desprendían de la rama y caían al suelo, se encanijaban los racimos y las vainas se enroscaban, se desfloraban y escupían la semilla, y así el tubérculo, y así la espiga, y así la flor. El solitario, impotente e incompetente ante aquel desastre, como alucinado recorría la plantación, y aquí intentaba resembrar, y allá enriquecer con abono el terreno, y por dondequiera desparramar chorros de agua que de tuviesen la catástrofe, pero nomás la regaba. Y fue entonces…

Al solitario le dio por hablar solo mientras palpaba cada frutilla; olisqueábala, le buscaba la plaga dañera. “¿Será una plaga de insectos? ¿Llegaría con el viento? ¿Qué animalejo predador pudo atacar los racimos mientras yo dormía? ¿Por qué todo lo verde que tocan mis manos se marchita y se torna gris? ¿Por qué?  Y esta angustia, esta soledad ante su torpeza de granjero improvisado”. Miguel.

(Malo cuando el solitario cae en el embeleso del soliloquio. Pésimo.)

Y ocurrió que soledad y torpeza terminaron por hacer mella en el infeliz. Cierto día, ronco de hablar su monólogo, detúvose a la mitad de la finca, en silencio contemplo aquel desastre de hojas, frutas, espigas, racimos, vainas y flor. Desencajó del terreno aquel par de espantajos, se los llevó consigo y de repente sonrió con una enajenada sonrisa, y entonces…

Sereno por vez primera (el grado más alto de la angustia arroja una desesperada serenidad), junto a su propio féretro clavó los dos espantajos, miró los rostros de paja de Calderón y Salinas y así les decía, sonriendo: «Juntos los tres colegas. ¿Platicamos?»

Y es que el hombre, cuando… (En fin.)

Así se escribe la historia

Miguel de la Madrid ofrece consejos al presidente electo y le muestra total voluntad para estar atento y en darle opiniones o consejos.

Miguel de la Madrid, mis valedores. Algunos felones lo defienden después de muerto.  Personaje de luces y sombras, el presidente de la «renovación moral» se fue como vino: silencioso, discreto, cobijado en su bajo perfil. Sólo en alguna ocasión provocó una tormenta con sus declaraciones de que Salinas se robó la mitad de la cuenta secreta y de que los dineros de Raúl, el hermano, despedían un tufillo a dinero lavado, qué contrasentido. Al declarante lo forzaron al reculón, y aquí no se ha dicho nada. De la Madrid.

Su obra como presidente de México ya la historia se encargó de juzgarla. A quienes benefició ya se encargarán de hablar mal de él, como de forma tardía sus enemigos alabarán sus acciones positivas como funcionario público. Yo, por mi parte, mis valedores:

El avocado para suceder a López Portillo era García Paniagua presidente del PRI. Creía don Javier  (me lo dijo) contar con la anuencia del presidente, pero en las manos de JLP se recrudecían los problemas en la economía y las finanzas, y ese fue el pretexto para hacer a un lado al aguerrido político y privilegiar a quien desde su oficina en la difunta secretaría de Programación y Presupuesto iba a abrir las puertas al mal llamado neoliberalismo. Y así hasta hoy.

A su hora lo revelaría JLP en alguno de sus libros de memorias: «¡Cuántas precipitadas heterodoxias en el manejo de la candidatura de De la Madrid! Que propició la carrera «meteórica» de García Paniagua porque necesitaba, en el horizonte político, «una figura recia, maciza, de fuerte raigambre popular». Que fue un lógico precandidato. Pero empezó a significar problemas. «Tuve que actuar».

Y actuó a favor del economista. El 28 de septiembre de 1981 anotó en su diario: «El PRI nominó a Miguel de la Madrid. Me encomendó, como de costumbre, el trámite. Directamente cité a García Paniagua y a los representantes de los tres  sectores y al presidente de los diputados. Va a ser un magnífico candidato y un estupendo Presidente».

Por cuanto a la «oposición»: que Acción Nacional nomina a Emilio Madero. «La Izquierda no acaba de coaligarse».

¡Apasionante país el nuestro! Se asiste al ocaso. Se siente que otro sol va a nacer. Hasta el considerado cariño de la gente. País cruel y tierno. Calavera de azúcar…

Sigue la crónica de aquellos tiempos anubarrados: «Ya García Paniagua dejó de ser presidente del PRI. Ya Ojeda lo es. Y Javier en Trabajo. ¡Cuántas cosas en un mes! Días densos, apretados, desagradables. Pero empecemos por el principio.

García Paniagua constituyó, y de algún modo constituye, un problema en la sucesión: exhibió su inconformidad y el ambiente se hizo denso. El manejo que tiene de la Prensa, mezcla extraña de temor e intereses, curiosa actitud de nuestros intelectuales, ha hecho desagradable el tránsito».

Los entretelones del aquelarre político que no trascienden a las masas sociales, renovada su esperanza y enfervorizadas para votar:

«La víspera de que iniciara su campaña, Miguel me mandó señales de angustia y me pidió con vehemencia que se lo quitara de encima o no podría llevar adelante una buena campaña. La desconfianza era brutal. Llamé a García Paniagua«.

El sacrificado no se resignó. Abandonó la carrera política y se refugió en su rancho jalisciense. Es la historia. En fin, que los muertos entierren a sus muertos.

Miguel de la Madrid. (A su memoria.)

Periodista, fabulista, héroe civil

¿No advertís que aunque yo muera jamás faltarán escritores instruidos y resueltos que continuarán combatiendo los abusos..?

El Pensador Mexicano, mis valedores.  A él he de referirme esta vez; a su obra magnífica. El héroe civil fue el primer fabulador que parió nuestro Nuevo Mundo, si hacemos de lado a don Fernando de Alba Ixtlixóchitl y algunos más que nacieron al arrimo de frailes y conquistadores. Lizardi dedicó su vida a la denuncia de vicios y corruptelas de un México que se asomaba a la independencia. Periodista por vocación, fue al propio tiempo novelista y dramaturgo, y por necesidad de expresión, versificador. Admirable.

Admirable, sí, por su vida y obra como liberal, moralista y filósofo, que ejerció actividades lo mismo de educador que de satírico e intelectual. Pero El Pensador fue, antes que nada, varón de virtudes que a golpes de denuncia pública defendió sus ideales, formuló sus cuestionamientos y difundió su verdad por todos los medios a su alcance: la novela, el ensayo, el libelo, la farsa, el artículo, la versificación. Lizardi, creador del inmortal Periquillo Sarniento. Los mexicanos no lo han leído porque los mexicanos no leen. Punto.

Qué diferente contraste hace lo que el lector ha leído, escrito en España bajo un sistema monárquico, y lo que ve en México acerca de la libertad de imprenta, bajo un sistema republicano.

La historia pública del Pensador arranca de 1811, cuando a los 34 años de su edad se mete de lleno a la difusión de las ideas, así en los campos del periodismo como en los de la ficción, y en esa suerte de volandera mercadería que fueron las hojas sueltas en donde se desbalagaban rumbo a todos los rumbos sus sátiras, invenciones y arengas; sus denuncias y reclamos a favor de la moral y las buenas costumbres; hojas que se leían en callejas y plazas públicas, en la posada, el figón, el camino real, y que prefiguraban esa literatura que, peripecias históricas más adelante, soltarían las prensas de Venegas Arroyo para difundir las calaveras de Posada y aquella levantisca literatura que ayudó a desmoronar la vera efigie de Porfirio Díaz. Tales hojas difundieron la cultura popular en la forma del corrido que iba a perpetuar las hazañas del arriscado y el valentón, y la jácara y los lances de amor. Soberbio.

Hace la discordia tanto daño en el cuerpo político como las contagiosas en el físico.

No fueron propicias las circunstancias donde se vino a delinear el primer gran mural de la vida y las costumbres del México que nació a la vida independiente, mural que El Pensador fue realizando con lenguaje de típica y acendrada raigambre popular, con la fiel recreación de tipos de la mejor tradición picaresca derivada de la española –Guzmán de Alfarache y compinches magníficos-, tales como el tahúr y el sacármelas, el recuero y el coime, el bandido y el matasiete. Y aquellos los escenarios de la picardía lizardiana: el calabozo, el mesón, la mancebía y demás universidades del crimen y la vida arrastrada.

Fernández de Lizardi lanza a la vida pública el primer ejemplar de El Pensador Mexicano en octubre de 1812, donde vacía sus primeros ejercicios periodísticos y comienza a ejercitar la denuncia pública, con el resultado normal para aquellos tiempos calamitosos: el editor y articulista fue a pagar con cárcel su oficio arriesgado, y de entonces vendría a derivarse un modo de ser, un estilo de vida que marcaría la existencia de El Pensador, hasta el día en que llegó la tuberculosis, y detrás la muerte. (Sigo mañana.)

Sacarina y melcocha

Así pasan las glorias de este mundo, mis valedores. La de Luis Donaldo Colosio, pongamos por caso. ¿Se acuerdan ustedes de él?  Ayer mismo un grupo de tricolores llevaron a cabo un desteñido «homenaje» al candidato presidencial asesinado un 13 de marzo de 1994, al que ni el paisano del sonorense,  Manlio Fabio Beltrones, se acomidió asistir. Ah, pero la forma alharaquienta en que lucraron con su muerte, la de homenajes y fervorines que le dedicaron en su momento desde Ernesto Zedillo hasta mi consanguíneo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins. Efímera, la gloria del malogrado candidato del PRI  a la presidencia de la República.

Efímera, porque nada la sostenía. ¿Qué ha quedado de la obra de ese al que intentaban la inmortalidad prodigándolo en bronces y mármoles, auditorios y centros deportivos, jardines y plazas públicas, las calles de esta colonia y algún callejón sin salida?

Ah, pero la plasta de cursilería y de melcocha que los aprovechados de la ocasión le aderezaron hace 18 años, muy  al estilo de la sacarina que le embarró  un tal Barrasa, priísta de corazón:

«Los mexicanos y extranjeros, mujeres y hombres, jóvenes y viejos, niños y niñas, hablarán en el México de hoy y del futuro, de un… ¡hombre, hombre!, de Luis Donaldo Colosio, del niño que fue merecedor de ser premiado y traído a la ciudad de México, ¿para qué? ¡Para que el señor presidente don Adolfo López Mateos lo saludara, lo felicitara y lo premiara por haber sido alumno ejemplar y aplicado en la escuela de su querida tierra. Se dirá que él no ha muerto, porque de sus cenizas brotarán las ideas nobles, el pensamiento creativo, la acción fecunda, el amor a México. Luis Donaldo será recordado como el provinciano que voló hacia su terruño… ¡nomás para darles a saber a sus amados padres que era candidato a la presidencia de la República!”

El redactor de la nota de prensa, conmovido:  “El nudo en la garganta se rompió y las lágrimas rodaron hasta caer en ese que ahora cobija a Luis Donaldo. Un árbol de la esperanza. Un ahuehuete de 44 años de vida, la misma edad que tenía Luis Donaldo. Las balas no pueden asesinar al pensamiento, las balas no pueden masacrar la inteligencia, las balas no pueden detener la sed de libertad!»

En renglones cortos para simular el poema, un Castillo: “Entre el invierno y a llegar la primavera – el mundo clamaba con júbilo cuán grande y fuerte eres ColosioComo coloso – La multitud te seguía y aplaudía – Porque el destino marcó de un pueblo – que tú ibas a ser su guía – La multitud que te seguía – hoy expresan gran tristeza y agonía – Hoy te encuentras tan solo ya sin alegría”.

Por remedar el poema,  Beatriz Paredes: “Donaldo – No nos absuelvas – tú, el generoso, el de la sonrisa franca y los – ojos niños, de tan sinceros – no nos absuelvas – El sencillo, esforzado, pertinaz – no nos absuelvas – el leal, el demócrata, el honrado, -no nos absuelvas, – no nos absuelvas, no nos absuelvas, Donaldo, – prívanos del descanso, del buen – dormir, que nos lleve tu osadía. (Y en rengloncillos cortados a discreción:)

«Reconozco que la modernización – económica – sólo cobra verdadero sentido cuando – se – traduce en mayor bienestar para las familias – mexicanas, y que – para que sea perdurable – debe acompañarse – con el fortalecimiento de – nuestra democracia»,

Que nos convoque tu audacia (…) No nos absuelvas, Donaldo – Que sólo encontremos la expiación – cuando germinen tus ideales”. (Válgame.)

Ese era Colosio hace 18 años. ¿Y hoy? (Lóbrego.)

Sombras nada más

Veo un México de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su cohesión, de su cultura, y que están dispuestos a creer, a participar, a construir nuevos horizontes.

Veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales.

Luis Donaldo Colosio, mis valedores, ¿lo recuerdan ustedes? Más allá de bronces y mármoles, auditorios y plazas públicas, calles y callejones sin salida que mal soportan el nombre del sonorense que en su momento les endilgó el PRI-Gobierno, ¿qué queda a estas horas de aquel mediocre candidato presidencial del PRI cuya máxima hazaña fue morirse de muerte violenta? (Toda muerte es violenta). Nada queda, o casi nada. A lo desganado, por no dejar, unos cuantos desocupados del Tricolor van a hilvanar este fin de semana, en la rutina del ritual, tres frases hechas, y ya. Ah, pero aquello que fue hace 18 años…

Hace 18 años logró salpicarnos el chapoteadero de sacarina, cursilería y lagrimeo de glicerina que habrían  de expeler esos oportunistas histriones de la necrofilia con  vocación de plañideras que a lo aspaventero iban a perpetrar el aquelarre del oportunismo ventajista para sacar raja y tajada de aquel coyote de su misma loma al que antes masacraron como recurso para luego vendérselo a los incautos como héroe, mártir y salvador de la patria. Mucho cuidado, dije a todos ustedes por aquel entonces. Mucha cautela, que semejante dulzor es el de ciertos venenos. Del copal, el humazo, se me quedaron algunas volutas:

“El nombre del mártir en calles y plazas”. “Inauguración de la Plaza Colosio. Asiste. Mexicanos por la victoria”. “Del pueblo a Luis Donaldo, héroe y mártir de la democracia…”

“Desde las primeras horas de este día, decenas de magdalenenses acudieron al panteón  a visitar la tumba y la escultura de bronce en el centro del mausoleo donde reposarán los cuerpos del matrimonio Colosio”.

Y que la escultura del tal está unida a la de su esposa Diana Laura, con su brazo izquierdo apoyándola, “lo que significa, aclara un H.J. Islas, ingeniero,  la mano suave con la cual el candidato trataría los problemas políticos, a la población humilde y a los indígenas (sic). En tanto, el brazo derecho lo mantiene en alto, con la mano empuñada que demuestra la fuerza y la energía que seguramente usaría para los problemas difíciles del país”. Válgame.

Diana Laura. La mujer que siempre brilló con luz propia, no pudo resistir la ausencia de su compañero Luis Donaldo y en la mañana del 18 de noviembre (1995) terminó de cansarse (¡!); hasta ahí, las noches eternas y de soledad, no resistió más la ausencia del compañero y extendió los brazos para que la recibiera…”

Melcocha, sí, pero de un A.M. Barrasa el verdadero monumento a la cursilería: “Colosio era una luz en las tinieblas, un camino en la encrucijada, un ser superior que como Cristo, fue sacrificado por los rencorosos, los envidiosos, los que percibieron que era un hombre que haría un gobierno de equidad y justicia, y su interés mayor sería para los pobres. De honradez acrisolada, que prevalecería su espíritu democrático. Nuestro México querido y los pueblos de la Tierra de ese llamado Tercer Mundo ya tienen en su calendario cívico y social otro héroe civil».

(Mañana.)