Libertad de expresión

El día de la libertad de expresión y de prensa, una celebración hoy totalmente obsoleta, apestosa a formol y a cadaverina. En el matutino:

La monotonía de la adulación y el invariable optimismo de los diarios serviles acabaron por hacer que sus opiniones sean rechazadas, sus palabras desconocidas, sus mismas informaciones tenidas por falsas o adulteradas. Está unánimemente condenado por su opinión, que al condenarlo condena naturalmente al gobierno que la inspira. En vez de amigos, el periódico de esta categoría sólo concita malas voluntades al Poder Público. Sólo en defensa de las leyes y al amparo de ellas un periódico se hará respetable y hará, por lo tanto, sus opiniones dignas de respeto.

Hermosos conceptos, y tan actuales; pues sí, pero lástima: se publicaron en el Excélsior  de 1917, un matutino que ha venido a caer en el elogio de “la sonrisa de Calderón”. Aquí opiniones diversas sobre la industria del periodismo, tema polémico, controvertido, que inicio con la visión de Roberto Zamarripa:

Los medios de comunicación están atravesados por la corrupción. Es un problema general que va de los “chayos” entregados a los reporteros hasta las componendas entre los empresarios de la prensa y el poder político.

La compra-venta de conciencias, mis valedores, ahí donde los “medios” son industria y comercio; una industria y un comercio tan costosos que su creación exige recursos económicos fuera del alcance  del periodista. No hay uno, ni un grupo de periodistas, que sean los dueños de una industria, impresa o electrónica; de existir, su sobrevivencia dependería, a su vez, del Sistema de poder. El periodista no es más que un asalariado al servicio del dueño del diario o  la estación de radio o de televisión, una industria, con intereses comerciales.

En tanto instrumentos, los “medios” no juegan otro papel que el que le asignen sus dueños. Así, podrán ser instrumentos de cultura o instrumentos de incultura; medios de dominio o medios de liberación; elementos para unir a un pueblo o para desorganizarlo; para elevarlo o para hundirlo. Es la propiedad sobre el medio de comunicación la que determina al servicio de quienes éste se coloca, a favor de qué causa, de qué valores, de qué clase social.

No existe la información por la información. Se informa para orientar en determinado sentido a las diversas clases y capas de la sociedad, y con el propósito de que esa orientación llegue a expresarse en acciones determinadas. Es decir: se informa para dirigir. En ese sentido, el mimetismo de periodismo y política llega a ser total. El grueso de las ganancias de los “medios” no proviene de la “venta de noticias”, sino de las ventas de espacio para la publicidad a las otras empresas, principalmente al gobierno. Ellos le darán o negarán subvención mediante publicidad y otras concesiones, en la medida que prensa escrita, radio y TV. defiendan los intereses de los anunciantes. Sin más.

Al seleccionar las noticias que apoyan su propia política y omitir otras, los tales “medios” producen en la mente de las masas una impresión totalmente alejada de la verdad, lo cual se realiza dentro de la exactitud más minuciosa para reproducir los hechos. El dueño del “medio”, por interés económico, para privilegiar el de los patrocinadores  y someter al usuario,  lo atiborra de nota roja y escándalos,  el clásico pasecito a la red, sexo, telenovelas y todo lo que alimentan a las masas del ombligo para abajo.

¿Libertad de expresión y de prensa? ¿En México? (Bah.)

Ayer y hoy, el Sistema

El halconazo  y la memoria histórica, mis valedores. Aquí las opiniones de Echevería y sus intelectuales orgánicos, retrato hablado de quienes, ante el reguero de cadáveres del 10 de junio del 71, se erigieron en defensores del matancero tal como lo hicieron en la masacre del 2 de octubre del 68 y más tarde en  la guerra sucia de los 70s., para rematar con  carnicerías como las de El Bosque, El Charco y Acteal. Es México.

Aquí las opiniones de obispos y periodistas, políticos e intelectuales y del propio Echeverría,  ese redrojo histórico todavía hoy encuevado en la impunidad que así se manifestó frente a los periodistas que le reclamaban la regazón de cadáveres que malparió el halconazo:

– ¡Si ustedes están indignados, yo lo estoy más!  ¡Yo deploro y condeno los acontecimientos en los que varios jóvenes perdieron la vida. ¡Que los mexicanos no se dejen sorprender por movimientos opuestos entre sí, ambos evidentemente minoritarios, cuyo único objetivo es la anarquía! La institución encargada dará todos los pasos que se requieran para tocar el fondo del asunto y detener a los culpables. En cuanto la investigación haya llegado a sus conclusiones, ¡yo  tomaré las medidas oportunas lo antes posible!

Voceros del PRI: “Algunos grupos sin tesis ni bandera pretenden trastornar el orden público. ¡No lo permitiremos!”

Y Alfonso Martínez Domínguez, regente de la ciudad y responsable del grupo paramilitar entrenado y financiado por el Gral. Alfonso Corona del Rosal: “¿Halcones? ¿Cuáles halcones? ¡Los halcones no existen! ¡Esa es una simple leyenda!” (Que le costaría el puesto.)

De la renuncia opinó un Luis Velázquez, diputado y  sobrino de Fidel: “¡Debe entenderse como una nueva línea, una nueva tónica del gobierno del Pres. Echeverría, dispuesto al sacrificio para disipar cualquier sombra de duda que pudiera surgir en la opinión pública! El Presidente se ganó nuestra confianza”.

José Garibi Rivera, cardenal  de Guadalajara:

– Exhorto a los jóvenes a que reclamen lo que sea justo, pero siempre por los caminos legales. Es de lamentarse que los jóvenes de quienes México espera mucho, tomen caminos equivocados. Que estos muchachos, llenos de entusiasmo, de optimismo por la vida, tomen un ideal digno de ellos.

Sobre el autor de la maniobra de excarcelar dirigentes del 68 para cooptarlos y que desde dentro desmantelaran el Comunista Mexicano y los logros del movimiento estudiantil, Heberto Castillo, apodado el “aperturo” porque exaltaba la “apertura política” del carnicero:

– ¡Compañeros: estoy a favor de las medidas tomadas por el Pres. Echeverría! Esto revela que podemos avanzar y actuar luchando por la vía legal. ¡Las brechas para el diálogo democrático están abiertas, debemos transitarlas! ¡No empujemos a LEA al lado de los sectores más reaccionarios!

Carlos Fuentes: “Después de los sucesos del año 68, Echeverría no tenía sino dos opciones: una era reprimir, otra era democratizar. Creo que evidentemente no ha tomado el camino de la represión, sino el de la democratización en bien del país. Afortunadamente, creo que los hechos de hoy nos dan una enorme esperanza de que el camino de la democratización ha triunfado.  ¡Echeverría o el fascismo!”

Para que no se pierda la memoria histórica. Para que justipreciemos la clase de apoyo que el intelectual orgánico es capaz de ofrecer a un Sistema de poder cuya represión impune es capaz de tan delirante regazón de cadáveres, un simple  “daño colateral”.  Es México, el de los halconazos de ayer y hoy. (Qué país.)

A la cuenta de Echeverría

México, 10 de junio de 1971, 10 de junio del 2011. Aquí,  por que no se nos pierda la memoria histórica, traigo a la memoria de ustedes la masacre del halconazo.   La crónica:

A 3 años de distancia de la matanza del Dos de Octubre  la violencia del Jueves de Corpus estalló con el pretexto de la manifestación organizada por cierta Alianza Obrero-Estudiantil que en apoyo a los estudiantes de la Universidad de Nuevo León y la renuncia de su rector Elizondo –ya había renunciado-, logró congregar a unos  10 mil estudiantes y “gente del pueblo” que fueron rudamente reprimidos por el gobierno de  LEA.

Pero la historia no se escribe en blanco y negro como una tajante diferenciación de verdugos y víctimas; de ese doble carácter participaron tanto los Halcones como los propios estudiantes. En torno a los sucesos que sembraron su almácigo de cadáveres un estudiante, en la reseña correspondiente:

“A las 3:45 p.m. el camión  en que viajábamos un compañero estudiante y yo entró a la calle de Cedro en la colonia Santa María y de inmediato advertimos que había mucha vigilancia policiaca. La calle de Nogal estaba invadida por camiones de bomberos, carros de agentes y policías de tránsito. En la Calzada México-Tacuba divisamos transportes de granaderos y cinco tanques.

Al llegar a la Calzada comprobamos que el tráfico hacia Instituto Técnico estaba bloqueado y que en las contraesquinas del cine Cosmos había grupos bastante numerosos de jóvenes armados con palos y en actitud provocadora. De inmediato los asociamos con otra banda de sospechosos que divisamos en la calle de Sor Juana…”

Un halcón, en su crónica: “El entrenamiento se realizó como una entidad paramilitar y al servicio de la regencia del Gral. Alfonso Corona del Rosal. Días antes del 10 de junio me ordenó  El Fish, mi jefe: Habla a los Halcones. Vamos a trabajar de nuevo, ahora no con el gobierno sino como brigadas de choque al servicio de la COPARMEX y su presidente, señor Guajardo Suárez, que ve con terror el avance del comunismo en la Universidad, en el Poli, en las Normales y en todos los sectores de la población. Ellos nos van a pagar.

Ese señor sabía que nosotros habíamos sido los autores del fin de la huelga estudiantil de 1968, cuando aplastamos a los comités de lucha, vencimos a sus grupos de choque y dimos confianza a las mayorías tímidas para que asistieran a las aulas y se reanudaran las clases”

Cómo acudir a la manifestación (folleto de la Alianza Popular-Estudiantil). 1.- Acompáñese con la gente que conoce. 2- ESi se incorpora a la mitad, busque un grupo conocido. 3.- No llevar libreta de direcciones. 4.- Avisar a alguien para que notifique en caso de desaparición. 5.- Organízate con las gentes que conoces para que en caso de represión se tenga un lugar común de reunión fuera del orden policíaco o militar para formar brigadas o saber de cualquier desaparición. 6.- No dejarse provocar en ningún momento. Abajo la Ley Orgánica de la UANL y UNAM. Comité de Lucha de la Fac. de Ciencias Políticas y Sociales.

“Las mantas –cuenta el halcón- se pintaron en la Escuela de Economía. Varios coches descargaron palos y varillas. Diez estudiantes fabricaron bombas Molotov. Por la noche, en un automóvil Volkswagen, llegó, procedente de la Normal, una caja de madera con pistolas, tres subametralladoras y su dotación de cartuchos. De la Casa del Estudiante de Sinaloa llegan más cajones que nadie sabe qué contienen, y que pesan mucho”. (Sigo mañana.)

 

Hora Cero

El halconazo,  mis valedores. A los sucesos trágicos del 10 de junio de 1971 me referí ayer aquí mismo, apalancado en la memoria de los hechos que años más tarde publicó alguno de los asesinos, cronista de la masacre. En su relato afirma que un día de aquellos lo llamó  el Fish, su jefe: “Habla a los halcones. Vamos a trabajar de nuevo”.

– ¿Trabajar con el gobierno?

– ¡Nooo! –me contestó casi gritando-. ¡No seas bárbaro! Vamos a servir de brigadas de choque al servicio de los hombres más ricos de México, que ven con terror el avance del comunismo en la Universidad, en el Poli, en las Normales y en todos los sectores de la población. Ellos nos van a pagar.

En un principio, por sugestión de Guajardo Suárez, el de la COPARMEX, se había planeado en la Ibero una manifestación estudiantil lo suficientemente tumultuosa como para provocar una reacción violenta del régimen. Ellos iban a injuriar al Presidente, cometer atropellos y hacer todo lo posible para provocar la represión del ejército y de la policía. Pero como estaban tan desacreditados por lo de Tlatelolco, tal vez no reaccionarían. En ese instante entraríamos nosotros y los haríamos pedazos.

Los halcones, mientras funcionamos como tales al servicio de la regencia del Gral. Alfonso Corona del Rosal, estuvimos organizados a la manera de una entidad paramilitar. Insisto: en la Universidadéramos porros. Y recibíamos nuestra paga de la Universidad”.

Y amaneció el 10 de junio…

Recorrí  lo que sería el campo de batalla; no había gente sospechosa en los pasillos, angostos y semioscuros,  donde iba a meter a los halcones que irían armados con pistolas y  metralletas. Me agradaron una rejitas que están frente a la casa 268 de Alzate, desde las cuales se puede disparar como trincheras. La orden del Fish:

– ¡Pártanles toda la madre! Ah, pero a los periodistas patadas, golpes y romperles las cámaras. A ellos ni un balazo.

Y llegó la hora cero. El estudiante: “Al llegar a la México-Tacuba se escuchó un disparo de lanzagranadas y de atrás de los granaderos aparecieron unos mil halcones divididos en seis grupos, que portaban garrotes de bambú de dos metros, macanas y varillas forradas. Oímos sus gritos. Iba por el cine Cosmos. Luego se oyeron los primeros disparos. De pronto parecía que los disparos provenían de todas partes. Sus cargas eran respaldadas por descargas de gases lacrimógenos. Venían armados con metralletas, fusiles automáticos M-1, M-2 e incluso M-16. Comenzaron a caer compañeros. Muertos unos, otros heridos. Los halcones se entregaban a la persecución, a la masacre, a la caza de seres humanos y al saqueo y la destrucción. Los granaderos permanecían inmóviles.

El halcón: “Cuando faltaban siete minutos para las cinco p.m. arrancó la descubierta de la manifestación. Se empezó a escuchar el grito de guerra: ¡México… libertad! ¡México… libertad! Los nuestros ripostaron: ¡Viva Nuevo León!…¡Viva el Che Guevara! ¡Libertad para los presos políticos!

A mí me sudaban las manos. Tenía seca la boca. Venían como diez mil estudiantes y gente del pueblo. Nada mansos se notaban. Algunos traían metralletas, palos, cuchillos, unos bultos. ¿Granadas de mano? Dí el grito:

– ¡Halcones!…¡Halcones! El ataque, con todo.

De atrás escuché el tableteo que hizo caer a medio metro de mí a un halcón herido con cuatro balas en la espalda y nuca. Ahogándose en su sangre que vomitaba con fuerza, pues estaba herido en los dos pulmones me rogó:

– ¡Ayúdame… no me dejes… ayúdame hermanito!”

(Mañana, 10 de junio, el final.)

Cordero y las medias

Sigue aquí  la radiografía de las clases medias que inicié ayer. Invitado a comer por el doctor Pérez Y Hernández, amigo mío hasta el grado del gasto de los mariscos, en su volks enfilamos hacia Toluca, y en el camino fui sopesando a las clases medias de mi país. Me dieron una lástima…

– Mire, me dijo; serranías pachonas de vegetación. Abedules, algarrobos o chicozapotes, sepa la madre. ¿Qué le piden estos bosques a los de Viena? Esos pinos, ¿qué le piden a Los Pinos espurios? Para qué derrochar divisas en Europa, ¿no le parece?

Lo miré de reojo. Y aquella  lástima…

– Y es que aquí en nuestro México tenemos de todo, como en botica.

Como en botica que no sea del Seguro Social, que ni aspirinas –pensé, pero mucho me cuidé de expresarlo. Por aquello de las patas de mula que me invitaba para comer.

Mediodía. Toluca. La entrada del restaurante. En el atascadero de coches y entre dos que dejaban un espacio que ni para carro de camotes, el de dos apellidos maniobró en forma tal que dejó la trompa a media banqueta y la trasera acomodada sobre una alcantarilla. La trasera del volks.

– ¿Se dio cuenta, mi valedor? El chicampiano lo meto en cualquier huequito, no aquel estorboso “seis cilindros” del que me tuve que deshacer.

Hasta acá comenzó a llegarme el olor de las patas. De mula. Al rato ya el doctor y su gorrón estábamos de las de acá, miren, leyendo la carta, pero leyéndola al  estilo crisis de clases medias: de derecha a izquierda. A ver: 50, una orden de mejillones; 65, jaibas rellenas de pulpos, o pulpos rellenos de jaibas, al gusto; callo de hacha, en oferta. Sonriendo como estreñido, el doctor:

– Precios razonables. Media de ostiones, tantos pesos.

– Son dólares, doctor. (Palideció. Yo tragué saliva, y fue lo único que tragué en el restaurante, porque el de los dos apellidos):

– Se me ocurre una idea. ¿Y si mejor nos regresamos al DF? A mi casa. Porque después de todo qué mejor comida que la casera, y si viera que mi señora  uh, qué mano tiene. Limpieza, sazón. ¿A mi casa, a la pura proteína pura, mi valedor?

Y acá venimos, clasemedieros, a desandar el camino, rumbo a la casera. Yo, aquella compasión; por mí, por el de los dos apellidos. Y ni cómo liberarlo del compromiso sin herir su susceptibilidad. Apechugué. Y a casita, la de él, y cuatro horas más tarde entrábamos a la casa de mi amigo el doctor Pérez Y Hernández, casa típica de clase media.  Me dio el encontronazo un tufo a patas de mula, pero agrio, rancio.

El antecomedor. Mi anfitrión descorchó una de tinto. La olisqueó.

– Mmm, uva añejada en barricas de ayacahuite. Tres larguísimas semanas en reposo antes de llegar al tianguis. Los vinos del país qué le piden a los del Rhin. Texmelucan legítimo, aspire su bouquet.

Y que salucita. Yo con agua, que conmigo vino y licor toparon en hueso; en tepetate. Y válgame, que fue entonces: por la puerta de la calle entraba aquella figura enteca, de chal y trapos oscuros. Tensa una voz cascada:

– ¿Y eso, Filiberto? No te esperaba tan pronto. Pues qué, ¿no ibas a derrochar la de crédito gorreándole la tragazón a alguna panza aventurera?

– Mira, Chagüita, te presento aquí a nuestro huésped. Le prometí que iba a saborear tus artes culinarias. ¿No habrá modo, digo?

La de los bifocales me la dejó tendida, mi diestra. Ceño fruncido: “Yo, por si acaso, en misa te encomendé a San Ramón Nonato, no vaya a ser que ese pseudo-neo-comunistoide te la contagie y vayas a terminar tú también en terrorista, una nunca sabe”.

Tragué saliva una vez más. (Y mañana el final.)

Los herederos de la promesa

Los mexicanos tienen que estar preparados para administrar la abundancia.

Tal afirmó en el sexenio de López Portillo, y a nombre de él, un cierto priísta Rubirosa Wade, y lo que tantos temíamos: no se extinguía el eco de la promesa cuando ahí nomás, ominosa, en la economía petrolizada se reciclaba una más de las tantas crisis que a lo recurrente padece la economía familiar. Y hablando de la abundancia, lo afirmó en su momento el actual presidente  de Estados Unidos Barack Obama:

La clase media será prioridad. Para rescatarla aplicaré de inmediato el plan adecuado.

Algo semejante a lo que afirmó Fox en llegando a Los Pinos:

Nuestra clase media se está cayendo a pedazos, pero yo trabajo fuerte para extenderla y construirle un futuro mejor para las siguientes generaciones.

Yo por aquel entonces relaté aquí mismo cierto incidente que me mostró con más elocuencia que cualquier análisis de economista la depreciación que mal soportaban las clases medias de este país. Pero sucede que en el sexenio del Verbo Encarnado  las clases medias ya no se cae a pedazos. Hoy mismo nuestro país se afana en plena tarea de administrar su abundancia, según el martes pasado lo comunicó a todo México Ernesto Cordero, titular de Hacienda ante una tandada de patroncitos de la COPARMEX congregados en el auditorio de la Univ. Autónoma de San Luis Potosí. Sus palabras:

México dejó de ser un país pobre. Ahora se considera un país de clase media alta. No somos un país de desarrollo bajo, sino de desarrollo humano medio.  México es ya un país de renta media que viene a consolidar clases medias como hace tiempo no se lograba.

¿Esa explosiva revelación del Cordero,  mis valedores, habrá tornado obsoleto el incidente que hace algunos años me aconteció con un cierto representante de las clases medias de mi país? Aquí, para el juicio de ustedes, el incidente de marras.

Fue aquel domingo a media mañana. El doctor Pérez Y Hernández (como los políticos mediocres, el profesionista más fácilmente perdona una mentada de madre que su apellido de madre se omita) me invitó a comer.

– Pero como Dios manda, no a lo que da el pago de sus fabulillas. Trépese.

A su volks rojo. “Directamente a las patas, mi valedor. Patas de mula, ¿le gustan los mariscos? No, y más antes eran todavía mejor para el organismo. ¿Le gustan?”

Se me hizo agua, me refiero a la boca. El doctor de los dos apellidos:

– Conozco un restaurante en Toluca donde mmm, una gloria de camarones.

Y a la gloria nos fuimos; la de  los mariscos. Dizque por su virtud tonificante no estoy seguro si del cerebelo, el apéndice o no sé qué clase de bulbo, ha de ser el raquídeo. Ya en la carretera (carretera libre, para evitar el peaje)  por boca del doctorcito se expresaron las clases medias de mi país:

– Mire nomás qué chulada de arboledas. De ensueño, ¿no? Lindo mi México, se lo digo yo, que todavía en pasados sexenios no perdonaba mi viaje semestral a las Europas, nomás gastando divisas a lo pendejo. ¿Sabe que aquí donde me ve yo he andado desde Sumatra hasta La Sutra?

Iba a contestársela, pero me aguanté. Por una pata de mula, a este mula doctor le aguanto cualquier patada. De mula.

– Mire: serranías pachonas de vegetación. Abedules, algarrobos o chicozapotes, sepa la madre. ¿Qué le piden estos bosques a los de Viena? Esos pinos, ¿qué le piden a Los Pinos espurios? Para qué derrochar divisas en Europa, ¿no le parece?

Lo miré de reojo. Me dieron una lástima las clases medias de mi país…

(Esto sigue mañana.)

Bandas pueblerinas

Los viejos sones de la tierra vieja, dije a ustedes ayer. El ánimo lastimado por las laceraciones que provoca el áspero oficio del diario vivir,  por un momento hice a un lado sinfonías y cantatas y me puse a escuchar algunos de los aires pueblerinos que había abandonado hace décadas, y oyéndolos describía los instrumentos de la murga que ejecutaba los sones de mi región. Aquí el final del escrito.

Ese que se áhija al clarinete, dije a ustedes ayer, cuál  otro, si no el saxofón, haciéndole una segunda que va ladereando, contrapunteándosele como pariente mal avenido, yéndosele de pronto por la travesía y como al sesgo, como buscándole dificultades. Pero qué de armonías en tono de sol…

¿Y qué me dicen de la flauta dulce, escarmenadora de hilitos de oro, paridora de esos lloraderos de música que salen del mero cogollo del corazón? En la banda pueblerina la  flauta dulce es pura mielecita en penca, un barroco  cuajarón estallante como la cantera del frontispicio en la ermita de Ajusticiados. Y esta nostalgia, terca como un repentino sarpullido, y el suspirar…

Se me viene  a la mente el trombón aquel con que se lucía el mi señor tío don José Encarnación, ciudadano de Las Güilotas, Zac., y padre natural de mi primo el Jerásimo, licenciado del recién resucitado Revolucionario Ins., el cual tío retacaba de fiorituras las callejas de mi niñez con aquel madrigal romántico donde el machismo ha encontrado su cabal y aborrecible expresión al darse gusto (tristeza, más bien) cantando (increpando, más bien) contra esa amantísima compañera a la que tratamos de ofender ofendiéndonos, el sonsonete arreado a tamborazos que a la letra dice:

“Para que salga el lucero, carbona primero sale la guía – para que tú te enajenes, carbona – falta la voluntad mía

Oigan el redoblante: faceto y alborotero de profesión, salpimentando el sonsonete con  un ritmo brincadito que repercute en las corvas y saca ganas de raspar en la tierra del tecorral dos que tres quiebras de danza apicarada en los bailes mezquiteros, donde en medio de la jácara salta el grito motivoso:

– ¡Ya repican las doce y todavía ni un muerto!

Ah, y la tambora, mis valedores, esa tambora que, parodiando al poeta, cuando suena es una lástima que no la escuche el Papa (mejor que Ratzinger ni la oiga. Mucha campana para él). Esa tambora que a los muertos resucita, que hagan de cuenta clamor del juicio final; unas percusiones de cuero crudo que pegan aquí, miren, en la mera boca del estómago, que es decir la boca de este sentimiento que acalambra los compañones. La tambora zacatecana, y no digo más…

Bandas pueblerinas. Hoy que los aspirantes al gobierno del Edo. de México levantan su tinglado para manipular a unas masas sociales necesitadas de creer y esperar contra toda esperanza, y al venteo del voto instrumentan la rutinaria campaña politiquera de promesas y buenos propósitos, digo: callen las bandas pueblerinas, que tambora y ejercicio político mutuamente se ofenden, porque decir ejercicio político es mentar lo más noble del humano quehacer, el humanismo en su más alta expresión. ¿Y badajearlo a tamborazos?  Pero corrijo: callen los sones porque la banda de música es mucho de arte y de sentimiento para engordar acarreos politiqueros.  ¿Permitir que el trío de bergantes reincidan en la horrorosa tradición de violar la vihuela y la flauta dulce para pespuntear con arpegios sus embusteras promesas y labiosos discursos? Terminarían por empañar la dignidad de El Rascapetate y  La culebra pollera. (A’hijuesú.)

Esta vez La Chirriona

Pero un momento, mis valedores, no pensar mal. Cuando hablo de La Chirriona, y perdonen el tufo un tanto cuanto machista,  no me refiero a figura política alguna, ya sea la Gordillo, la Paredes de batón y huipil o una Vázquez Mota escritora de la reputadísima obra que a modo de título eleva a los santos cielos esa plegaria: “Dios mío, hazme viuda”. Tampoco aludo a esa Martha que allá en tierras nayaritas, convenenciera que nos resultó, acaba de pegar estridente chaquetazo desde el Sol Azteca para ir a caer en aureolas y beatitudes  del Verbo Encarnado.

Yo, al mentar La Chirriona, tampoco aludo a una cierta Luisa María Calderón Hinojosa, apellidos que no me son del todo desconocidos, y que cuando en la tertulia  los mienta algún contertulio imprudente se me estrujan los compañones y los pelos del espinazo se vuelven alfileres en la pelleja. Es por eso que evito testerear a esa Luisa María que con el alias de La Cocoa intenta pegar un  michoacanazo más escandaloso que el de los treinta y tantos funcionarios inocentes encerrados en la de alta seguridad, y asentar sus dos reales en el  sillón que en noviembre deje vacante Godoy. Ninguna figura política evoco con La Chirriona de marras.

Ya sea este sopor vespertino, ya sean la fatiga, el desánimo, el desencanto del diario vivir o una especie de menopausia que me ha acarreado la edad; lo cierto es que yo, amador de cantatas, conciertos y sinfonías, ahora me he puesto a escuchar en el aparato, como en los años en que yo lucía, mis viejos sones de la tierra vieja, la mía; sones arribeños, sones abajeños, sones de tarima y esos de tambora que es decir los de mis derrumbaderos zacatecanos. Por reanimarme púseme a oírlos, y salió peor, que escuchándolos se me fue empantanando el ánimo de una terca nostalgia, de una porfiada decepción. Y este desánimo…

Oí hace rato La culebra, Las olas, El cuatro, Las alazanas; cambié a La Chirriona y Los górgoros, con sus frases apicaradas: De la pi- de la pila nace lagua – delaguá – delaguá caracolitos – señorá – señorá no vaya a lagua – donde lehá – donde le hace gorgoritos, seño-rááá…

No, y esta lloroncita en tono menor que entre desgarros de voz se duele, se queja, llora: Si oyes tocar a difunto-no me reces agonías – que alcabo no me quisiste – que tú nunca me quisiste – como yo a ti te quería…

Ustedes, los que me atienden y entiende han de dispensar,  porque de pronto se me ha contristado la enjundia del ánima según voy oyendo en el par de bocinas  el pespunte de esos regocijamientos, como allá decimos, que me están faceteando de cuero adentro-, esos que han sido la alegría del diario vivir y que hoy, esta tarde…

Escúchenlos. Oigan esos instrumentos ejecutados (“ejecutados”) por manos gafas a punta de arado y barzón, manos de aquellos mis músicos cimarrones que son los mantenedores de la buena música de la buena tierra. El pregón gozosamente lamentoso:

Ay, Virgen del Patrocinio -ayúdame con mis penas – mi vicio son los conquianes – y las mujeres morenas… (Aolí.)

Distingo los instrumentos; ese que lleva los arreboles de la voz cantante, cantarina voz en primera de sol mayor, es el clarinete. Juguetón él, medio sentimental, llorón cuando se propone reblandecer voluntades de enagua y corpiño y un su poquito de amalditado cuando de pagar mal se trata, jijodiún…

Ese que se le ahija al cuadril es el saxofón, haciéndole una segunda que va ladereando, contrapunteándosele como pariente mal avenido, yéndosele de pronto por la travesía. (El final de la murga, mañana.)

 

Democracia, libertad, cinismo…

¡Llamamos al presidente de Yemen a ceder inmediatamente el poder! (B. Obama, 26 de mayo, 2011.)

Aquí finaliza, mis valedores, la carta abierta que acaba de enviar un “Premio Nobel de la Paz” a otro  galardonado:  Adolfo Pérez Esquivel a Barack Obama, que nos ha resultado perro de guerra.

Tú, dice a Obama; tú,  argumentando en la mentira y la soberbia del poder que todo lo haces para salvar al pueblo, en nombre de “la democracia y defensa de la soberanía” llegas al cinismo de decir que la muerte de mujeres y niños son “daños colaterales”. Eso lo viví en Irak, en Bagdad con los bombardeos a la ciudad y el hospital pediátrico, y en el refugio de niños, víctimas de esos “daños colaterales”.

La palabra vaciada de valores y contenido: al asesinato lo llamas muerte y dices que por fin EE.UU. ha “muerto” a Bin Laden. No trato de justificarlo, estoy en contra de todo terrorismo, tanto de esos grupos armados, como del terrorismo de Estado que tu país ejerce en diversas partes del mundo apoyando a dictadores, imponiendo bases militares e intervenciones armadas, ejerciendo la violencia para mantenerse por el terror en el eje del poder mundial. ¿Hay un solo “eje del mal”? ¿Cómo lo llamarías? ¿Será por ese motivo que el pueblo de los EE.UU. vive con tanto miedo a las represalias de quienes llaman el “eje del mal”?

La paz es una dinámica de vida en las relaciones entre las personas y los pueblos; es un desafío a la conciencia de la humanidad; su camino es trabajoso, cotidiano y esperanzador, donde los pueblos son constructores de su propia vida y de su propia historia. La paz no se regala, se construye, y eso es lo que te falta, muchacho: coraje para asumir la responsabilidad histórica con tu pueblo y la humanidad.

No puedes vivir en el laberinto del miedo y la dominación de quienes gobiernan los EE.UU., desconociendo los tratados internacionales, los pactos y protocolos, de gobiernos que firman pero no ratifican nada y no cumplen ninguno de los acuerdos, pero hablan en nombre de la libertad y el derecho.

¿Cómo puedes hablar de la paz si no quieres cumplir con nada, salvo los intereses de tu país?

Cómo puedes hablar de la libertad cuando tienes en las cárceles a prisioneros inocentes, en Guantánamo, en los EE.UU., en las cárceles de Irak, como la de Abu Graib, y en Afganistán?

¿Cómo puedes hablar de los derechos humanos y la dignidad de los pueblos cuando siempre los violas y bloqueas a quienes no comparten tu ideología y deben soportar tus abusos?

¿Cómo puedes enviar fuerzas militares a Haití después del devastador terremoto y no ayuda humanitaria a ese sufrido pueblo?

¿Cómo puedes hablar de libertad cuando masacras a los pueblos del Medio Oriente y propagas guerras y torturas, en conflictos interminables que desangran a los palestinos e israelíes?

Barack: mira para arriba de tu laberinto; encuentra la estrella que te guíe, aunque nunca puedas alcanzarla.

Busca ser coherente entre lo que dices y haces. El Nobel de la Paz es un instrumento al servicio de los pueblos, nunca para la vanidad personal.

Te deseo mucha fuerza y esperanza, y esperamos que tengas el coraje de corregir el camino y encontrar la sabiduría de la paz.

Buenos Aires, 5 de mayo de 2011.

Hoy hace 34 años, tras un vuelo de la muerte durante la dictadura militar argentina apoyada por los EE.UU., sobreviví; salí por arriba del laberinto de la desesperación y descubrí en las estrellas el camino. Dice el profeta: “La hora más oscura es cuando comienza el amanecer”. (Vale.)

¿Armas para la paz?

Obama no debe olvidar que por convicción pertenece a ese grupo de  de estadunidenses que creen que la tolerancia, la compasión y la generosidad son valores definitorios de la identidad nacional (¡!) (S. Muñoz Bata, Reforma, 26-V-11.)

Sigue aquí, mis valedores, la carta abierta que acaba de enviar Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980, al premiado también Barack Obama.

Eras muy joven Barack durante la Guerra de Vietnam; tal vez no recuerdes la lucha del pueblo norteamericano por oponerse a la guerra. Los muertos, heridos y mutilados hasta el día de hoy sufren sus consecuencias.

Tomás Merton decía –frente a un matasellos del correo que acababa de llegar, The U.S. Army, key to peace, “El ejército estadounidense, clave de la paz”–: Ningún ejército es clave de la paz. Ninguna nación tiene la clave de nada que no sea la guerra. El poder no tiene nada que ver con la paz. Cuando más aumentan los hombres el poder militar, más violan la paz y la destruyen.

He compartido y acompañado a los veteranos de guerra de Vietnam, en particular a Brian Wilson y sus compañeros, quienes fueron víctimas de esa guerra y de todas las guerras.

La vida tiene ese no sé qué de lo imprevisto y sorprendente, de la fragancia y belleza que Dios nos dio para toda la humanidad y que debemos proteger para dejar a las generaciones futuras una vida más justa y fraterna; restablecer el equilibrio con la Madre Tierra.

Si no reaccionamos para cambiar la situación actual de la soberbia suicida, arrastrando a los pueblos a recovecos profundos donde muere la esperanza, será difícil salir y ver la luz. La humanidad merece un destino mejor.

Sabes que la esperanza es como el loto que crece en el fango y florece en todo su esplendor mostrando su belleza. Leopoldo Marechal, ese gran escritor argentino, decía que “del laberinto se sale por arriba”.

Y creo, Barack, que después de seguir tu ruta equivocando caminos, te encuentras en un laberinto sin poder encontrar la salida y te entierras más y más en la violencia, en la incertidumbre, devorado por el poder de dominación, arrastrado por las grandes corporaciones, el complejo industrial militar, y crees tener el poder que todo lo puede y que el mundo está a los pies de los EE.UU. porque impone la fuerza de las armas, e invades países con total impunidad. Es una realidad dolorosa, pero también existe la resistencia de los pueblos que no claudican frente a los poderosos.

Son tan largas las atrocidades cometidas por tu país en el mundo que daría tema para largo, es un desafío para los historiadores que tendrán que investigar y saber de los comportamientos, política, grandeza y pequeñeces que han llevado a EE.UU. al monocultivo de las mentes que no le permite ver otras realidades.

A Bin Laden, supuesto autor ideológico del ataque a las Torres Gemelas, lo identifican como el Satán encarnado que aterrorizaba al mundo y la propaganda de tu gobierno lo señalaba como el “eje del mal”, y eso le ha servido para declarar las guerras deseadas que el complejo industrial militar necesita para colocar sus productos de muerte

Sabes que investigadores del trágico 11 de septiembre señalan que el atentado tiene mucho de “autogolpe”, como el avión contra el Pentágono y el vaciamiento anterior de las oficinas de las Torres; atentado que dio motivo para desatar la guerra contra Irak y Afganistán y ahora contra Libia; argumentando en la mentira y la soberbia del poder que todo lo haces para salvar al pueblo, en nombre de “la libertad. (El final, mañana.)

Perros de guerra

Adictos a la guerra, Washington y Londres parecen no darse cuenta de que ya no funciona la política compartida por ambos de generar cambios de régimen a través de la agresión militar (Milenio, 25 de mayo, 2011.)

Hablando de Obama, mis valedores: en este mismo mes Adolfo Pérez Esquivel, defensor de los derechos humanos contra los crímenes que comete el terrorismo de Estado y Premio Nobel de la Paz 1980,  acaba de enviar una carta abierta al presidente de EU.,  Nobel de la Paz él también, quien hoy mismo, en compinchaje con un David Gordon, primer ministro de la Gran Bretaña, anda en agencias de derrocar al jefe de Estado de Libia  Muamar Gadafi. A cualquier costo, incluyendo el “daño colateral”. Obama,  Nobel de la Paz…

Va aquí, para probar nuestra capacidad de asombro e indignación, el texto íntegro de la carta, con todo y sintaxis.

Estimado Barack:

Al dirigirte esta carta lo hago fraternalmente y a la vez para expresarte la preocupación e indignación de ver cómo la destrucción y muerte sembradas en varios países, en nombre de la “libertad y la democracia”, dos palabras prostituidas y vaciadas de contenido, terminan justificando el asesinato y es festejado como si se tratase de un acontecimiento deportivo.

Indignación por la actitud de sectores de la población de los EE.UU., de jefes de Estado europeos y de otros países que salieron a apoyar el asesinato de Bin Laden, ordenado por tu gobierno y tu complacencia en nombre de una supuesta justicia. No buscaron detenerlo y juzgarlo por los crímenes supuestamente cometidos, lo que genera mayor duda; el objetivo fue asesinarlo.

Los muertos no hablan, y ante el miedo a que el ajusticiado pudiera decir cosas no convenientes para los EE.UU., la salida fue el asesinato y asegurar que “muerto el perro se terminó la rabia”, sin tener en cuenta que no hacen otra cosa que incrementarla.

Cuando te otorgaron el Premio Nobel de la Paz, del cual somos depositarios, te envié una carta que decía: “Barack, me sorprendió mucho que te hayan otorgado el Nobel de la Paz, pero ahora que lo tienes debes ponerlo al servicio de la paz entre los pueblos; tienes toda la posibilidad de hacerlo, de terminar las guerras y comenzar a revertir la grave situación que vive tu país y el mundo”.

Sin embargo has incrementado el odio y traicionado los principios asumidos en la campaña electoral ante tu pueblo, como poner fin a las guerras en Afganistán e Irak y cerrar las cárceles en Guantánamo y Abu Graib en Irak. Nada de eso has logrado hacer; por el contrario, decides comenzar otra guerra contra Libia, apoyada por la OTAN y la vergonzosa resolución de las Naciones Unidas de apoyarla; cuando ese alto organismo, empequeñecido y sin pensamiento propio, ha perdido el rumbo y está sometido a las veleidades e intereses de las potencias dominantes.

La base fundacional de la ONU es la defensa y promoción de la paz y dignidad entre los pueblos. Su preámbulo dice: “Nosotros los pueblos del mundo…”, hoy ausentes de ese alto organismo.

Quiero recordar a un místico y maestro que tiene en mi vida una gran influencia, el monje trapense de la Abadía de Getsemaní en Kentucky, Tomás Merton, quien dice: “La mayor necesidad de nuestro tiempo es limpiar la enorme masa de basura mental y emocional que atasca nuestras mentes y convierte toda vida política y social en una enfermedad de masas. Sin esa limpieza doméstica (sic) no podemos comenzar a ver. Si no vemos no podemos pensar”.  Eras muy joven. (Mañana.)

Chaquetazo

Que la señora Martha regresa al barroso terreno de la política, dije a ustedes ayer. Que si en el primer intento no pepenó el sillón del gobierno ahora viene por la revancha y dispuesta a robar cámara con todo y micrófonos, y atragantarse de protagonismo y fuegos y juegos  fatuos. El mensaje se lo dediqué en el intento fallido; hoy, debidamente actualizado, se lo dedico una vez más.  Señora Martha:

Flor de un día, en un tiempo soñó usted con encaramarse en el sillón del gobierno, y ya sus dos reales en él darse entera al derroche y los lujos desaforados, al saqueo de las arcas públicas y a aplacar la delirante ambición de todo mediocre, arribista y logrero: por no ser,  tener. ¿Para quién? Para usted y toda la parentela, de aquí a la quinta generación. Señora:

¿Pues qué sueños de opio me la llevaron a imaginar tal desmesura? Nada era usted, y a la nada había vuelto. “Conócete a ti mismo”, exhortaba el oráculo de Delfos, y Sócrates recogió aquella frase y la tomó de divisa.  “Conócete”. Y usted nunca tuvo conciencia de su pequeñez, y cuando el remolino cesó vino el porrazo. El hechizo se esfumó. La carroza tornó a ser lo que siempre fue, calabaza. El onanismo mental de gloria, poder, lujos y derroches: todo se tornó un montón de ceniza, la de los sueños de opio que incinera la realidad. Y a volver a lo oscuro, a esa mediocridad que es el santo y seña de usted, y a desandar lo andado, a recular, como tarde o temprano recula la fauna de los trepadores, los arribistas, los oportunistas, los oficiantes del rastacuerismo. Señora:

¿Ahora a qué se dedica usted?, le preguntaba al finalizar el sexenio de su marido. ¿Qué oscuras actividades la mantienen ocupada  en su refugio provinciano? Después de que vivió en el cogollo del poder y aspiró los humos de ese avieso copal que a su hora le quemaron  los serviles que nunca faltan y siempre salen sobrando, ¿qué fue de sus lambiscones? ¿Cuántos de esos cortesanos siguen alimentándole su vanidad y devaneos de frustrada estadista? Por mantener vivos los amarres concertados en sus tiempos de influencia y poder, ¿mantiene usted una copiosa comunicación telefónica?  ¿Por internet? ¿Tiene un íntimo circulillo de amistades? ¿En algún club, lonja, cofradía o asociación religiosa consuela su frustración? ¿Mira por su familia? ¿Le ha dado por  cultivar su jardín, criar pájaros, tejer chambritas para los nietos? Pero cuidado, no le dé por escribir, que últimamente personas de muy baja estofa, fabiruchis de la coprofilia televisiva, han abaratado mi oficio de escritor con mamotretos que al atizar el morbo de unas pobres masas adictas a los chismes, recámara y excusado, de las estrellitas gran canal, con productos de excusado han terminado por alimentar el espíritu de esas masas. Doña Martha:

Miré satisfecho que volvía usted a su mundo minúsculo, cortado a la medida de su propia mediocridad, ese que usted merece y del que nunca debió haber salido. Que ahí permanezca, deseé por aquel entonces; que nunca ventolera ninguna  la regrese al juego y rejuego politiquero, que es decir a maniobras, concertaciones, amarres e intereses oscuros de politiquería barata, que a los paisas nos sale tan cara. En fin.

Es cuanto, señora Martha E. García, frustrada aspirante a suceder a un Antonio Echevarría Domínguez, marido de usted,  en la gubernatura de Nayarit y que hoy día, perredista de corazón, públicamente muda de chaqueta, refajo, o corpiño,  y disfrazada de panista (¿de cuándo a acá?) se arroja a jugarse la de Nayarit. (¡Puagh!)

Indecorosa mancuerna

No es mi intenciòn alarmarlos, pero la señora de marras torna a la luz de las candilejas, al brillo del oropel y al protagonismo desbozalado. Permìtanme, mis valedores,  ser màs explìcito. De lo que ahora les cuento hace ya sus buenos tres años y meses, pero lo reproduzco hoy dìa porque ha ocurrido que la protagonista no era un despojo polìtico, sino que  permanecìa en estado de hibernaciòn. Recuerdo lo que sucedìa por aquellos tiempos…

Atònito y con la bilis desparramada, bilis negra, observaba este servidor de todos ustedes el indecoroso espectáculo de una señora esposa de un señor esposo,  empresario èl y polìtico en sus tiempos perdidos,  que ya a punto de rematar su sexenio intentaba  a lo desesperado y por todos los medios, incluso los lícitos, rematar la faena con la estocada final, que era legar el sillón del gobierno a la susodicha Martha. Indecorosa mancuerna. Y que hacer.

Què hacer, sino redactar a la susodicha Martha, en este mismo espacio y en la pàgina elvaledor.com.mx de la internet, el mensaje que ahora me veo precisado a transcribir porque (peripecias de la politiquerìa cimarrona) para desgracia de tantos esa misma arribista, esa Martha logrera y oportunista  regresa al terreno pantanoso de la polìtica. Macabròn.

Este es, actualizado según las nuevas circunstancias politiqueras, el mensaje que nunca como hoy habìa adquirido tanta actualidad; juzguen ustedes si no.  Decìa y, según pintan los nuevos tiempos polìticos, tengo que reiterarlo:

Señora Martha: ¿lo ve usted? Fue flor de un día, o más propiamente: flor de un sexenio, el de su marido. No más. El polvo retornó al polvo y lo del agua, al agua. Así pasan las glorias en este mundo, y no vaya usted a olvidar que lo que  salió de la nada a la nada ha vuelto. Como usted misma, señora Martha, a quien muy bien cuadra la cancioncilla antañona en todo de sol:

“Hagamos de cuenta que fuimos basura –vino el remolino y nos alevantó”.

Como a usted. Porque eso fue y eso sigue siendo, con perdòn: basurilla, según la exhibieron sus propias acciones cuando, por ascender, se ahijó no a sus mèritos sino al cuadril de su complaciente marido, que me la encumbró durante los seis años en que él mismo se encaramó al poder sin más merecimientos que ser un exitoso vendedor de aguas embotelladas y similares. Ese mediocre que todavía hoy tiene usted por marido me la vino a “alevantar” en el remolino de una politiquerìa basurienta, de una turbulencia politiquera. El hombre de negocios la encumbró de manera efímera y artificial, y ya cuando usted se miró en las alturas, incapaz de ejercer un gramo y un grano de autocrítica, perdió la proporción y, pequeñaja como es, se sintió con los tamaños para suceder al marido en el sillón de gobierno. Crear una dinastía, ni más ni menos, y seguir mamando (del presupuesto).

(Esto, mis valedores, lo afirmaba yo ayer. Hoy, según pintan las nuevas jugadas politiqueras en ese sòrdido tablero de ajedrez donde la partidocracia mueve cuacos, peones y reinas de oropel y hojalata,  yo no tendrè màs opciòn que tragàrmelas, me refiero a mis palabras. Y sigue el recado a tal Martha , convenientemente actualizado.)

¿Pues en qué andaba pensando usted cuando dejó filtrarse en su mente tan desmesurada ambición? ¿Una nueva Eva Perón, engrandecida a la sombra del marido gobernante y dispuesta a hacer historia en el país? Pobre de usted, gusanillo que nunca logró metamorfosearse en crisàlida. Así de efímeros son los sueños desbozalados y así de… (Sigo mañana.)

Escupiré sobre su tumba

Ni quién se acuerde de George W Bush. Los medios de comunicación ignoran a un presidente que no fue popular.  (Nota de prensa en EU.)

Que no les cause extrañeza, mis valedores. Si me advierten más precavido que de costumbre o si se topan conmigo en el consultorio del médico o en la farmacia no es por quebrantos de salud, que nunca antes me sentí tan saludable. De todas formas últimamente mi dieta incluye ginsen, polen y germen de trigo, los productos del árbol de la vida y generosas dosis de jalea real. ¿El motivo? El expresidentes norteamericano  G.W. Bush.

Algunos ni lo recuerdan, pero cuántos a estas horas maldicen la memoria del alcohólico que tanto daño causó a todo lo que tuvo a su alcance, y cuya chatura y zafiedad afloró al parejo de una personalidad de mediocre, corto de entendederas, falto de espíritu, de carisma y don de gentes; un individuo chato, vulgar, sin un asomo de enjundia, mística, temple, redaños, imaginación.  No, y la forma en que se amacizó en el gobierno…

Ese individuo nunca se apeó de la boca la palabra “democracia”, pero  consiguió encaramarse en el gobierno a base del fraude más estridente, descarado y escandaloso, y fue así como en el intento de una legitimación imposible se  metió a aprendiz de brujo y dio vida a un Frankenstein matancero,  a un golen que se le fue de las manos y lastimó en lo vivo a toda una comunidad, lesionó las instituciones del Estado y empapó su país con un borbollón de sangre, dolor, duelos y lágrimas de más de 40 mil cabezas humanas sin cuerpo y cuerpos descabezados, cifra macabra que algunos multiplican por dos, multiplicada por el número de viudas, huérfanos, padres sin hijos, hijos sin padre y familias deshechas. ¿Tanta sangre, tantos duelos, tantas lágrimas lograron legitimar el fraude que vició  de origen su paso por el poder? ¿Qué contestan ustedes? Aborrecible, el asesino intelectual de tantos miles, que tal fue lo único que tuvo de intelectual ese que, despreciable como político, está muerto e incinerado y no merece de la memoria colectiva más que el desdén, la indiferencia, la nada. El basurero de la historia, y no más.

Pero destino de pueblos débiles: ¿cómo pudo llegar al poder un pequeñajo indigno de gobernar ni siquiera en su casa? ¿De qué innobles recursos echaría mano para lograrlo, qué cáfila de truhanes lo ayudarían a encaramarse en el gobierno?  Mis valedores:

Si mal soporta a estas horas, cuando políticamente no acaba de morirse, la rabia creciente por más que todavía sofrenada de unas laceradas masas sociales que lo insultan y agreden de una forma tal que para dar un paso fuera de su bunker tiene que auxiliarse de tropas, escuadrones y contingentes de guardias que acordonan y congelan el pulso de diez colonias en derredor del sitio donde, amurallado, se atrevía a presentarse el aborrecido, ¿qué irá a suceder cuando deje el gobierno? ¿Qué irán a comentar de él, en qué tono, si trágico o esperpéntico? En fin, que  Bush se irá de testa al desván de la historia, pero el renegrido historial de sus malas acciones se ha troquelado en la memoria de tantos agraviados cuyo dolor inaudito no ha logrado limpiar un gobierno viciado de origen. Atroz.

Ese, mis valedores; ese el motivo de los cuidados con mi salud: no quiero perderme el linchamiento inminente, por más que no habrá de pasar de esperpento, mascarada y pachanga, sin más.  Bush no merece algo trágico.

¿Por qué hablar de ése en futuro, pregunta alguno de ustedes? Es que echo mano al recurso del anacronismo.  (México.)

Perros del mal

De los limosneros les hablé ayer, mis valedores; del río de necesidad con que vengo a toparme cada mañana, cuando voy vengo de la estación del Metro a la estación de radio, y vuelta a empezar. Yo, corazón de malvavisco injertado de jericalla, me aprovisiono de monedillas que voy sembrando en la mano abierta con la vagorosa esperanza de cosecharlas en un cielo más vagoroso todavía. Y esta moneda a la anciana que a puro valor y engarruñada soporta fríos, calores, ventarrones y lloviznas tempranas, y esta otra en el cacharro de hojalata del desafinado violín, y una más en la guaripa que nos aguarda boca arriba, boca abierta en el escalón, mientras el ciego nos jura a capela que Gabino Barrera no entendía razones andando en la borrachera. Y allá va la monedilla sin más valor que la buena intención, que ya con una moneda qué puede mercarse, que no sea la ilusión, pobre ilusión de pobre, de ganarse el cielo. “Dios se lo ha de pagar…”

Escaleras del Metro capitalino. En aquel escalón, el viejo de la guaripa  ofrece al viandante la única alegría a la medida y al alcance del pobre, que en México lo somos todos si exceptuamos a los ricos:

– Alegrías de a peso.

Toda la alegría que puede caber en un peso; alegría de amaranto…

Pero ándenle, que ayer, muy de mañana, la novedad: una tandada de  nuevos pedigueños engrosaba el rastrojal, la cofradìa de la mano extendida: “Animas caritativas…” Válgame.

La aparición de aquellos arrimadizos me vino a extrañar porque yo  a todo el almácigo de menesterosos ya lo conozco como a la palma de su mano extendida, ya que cada mañana paso revista en mi mente a todo aquel sembradío de penurias. Pero esos allegadizos, con su aire patético. Y yo, ya sin monedas qué repartir…

El alto, el bajito, el vejancòn,  la mujer madura, todos a cual más de patéticos. Su aspecto me acalambró las fibrillas íntimas del corazón. Porque ah, ese aspecto de los mendicantes, esas miradas de súplica, ese su aspecto de necesidad que…

Los reconocí. Así pasan las glorias de este mundo. Humillados y ofendidos me los vine a topar, sin el tanto de autoestima que puede caber en una moneda. Los vi y me miraban, la mano extendida, que extendida me apachurraba el corazón, qué contrasentido. Y yo ya sin un cuproníquel (sé lo que digo) para poner en sus manos, ya sin nada que ofertarles que no fuera mi humana compasión, tan inútil si no se acompaña de las acciones.  Ellos, frente a mí, con sus pupilas de animalillo aporreado, unos labios temblorosos que, todavía novatones en el oficio, como que aún no se atrevían a oficiar el rito del pedigüeño. Los observé de reojo y…

Quién te mira y quién te vio: haber sido y no ser. Cuán cambiantes los devaneos de   la tornadiza fortuna, de la que el prudente nunca se fía, porque  cuando y cuanto más altos encarama a algunos, más bajo y hondo los deja caer. ¿Así que estos son los que fueron ayer triunfadores, los que refulgían ante el halago, la lisonja, la envidia y la admiración de unas muchedumbres a la que mantenían embobadas, exaltadas y esperanzada hasta la abyección? Lóbrego…

Frente al enanizado me hurgué en los bolsillos. Basurilla, una moneda de a peso, lo único. “De algo le puede servir”,  y puse el pesito en la mano del peso mexicano, devaluado en meses, y minimizado, desvalorizado, pequeñín. Me miró, y aquel agradecimiento. Tragué saliva. En la nata de menesterosos que lo redujeron a la miseria creì reconocer a un tal Strauss-Khan y a dos o tres  canes cimarrones. ¿Sus nombres? (Después.)

Episodios nacionales

La cofradía de los mendigantes, mis valedores, ese fruto mostrenco de la humana desigualdad que nunca ningún sistema económico, político o religioso ha podido desarraigar. Entre nosotros cambia el sexenio, pero no ese inacabable borbollón de humanas miserias y purulentosos bagazos que integran la cofradía de las lacras, las pústulas y la corcova, gremio  de huérfanos, ciegos, baldados y demás entenados de la fortuna que cargan encima el mal fario y el santo de espaldas en el áspero oficio del diario vivir una vida arrastrada, y sobrevivirla apenas, a penas, la mano extendida, húmedos los ojos y los labios susurrando la cantinela que es gancho  para prender las elusivas fibrillas, tan escurridizas, de la humana piedad:

– Un bocado qué llevar a mis criaturas…

Los pordioseros. ¿Notan ustedes la proliferación de mendicantes que ha producido el sexenio del Verbo Encarnado? Entonces se habrán topado con el corridero y el que estruja el acordeón, y el que acompaña su limosnear con la flauta dulce o la guitarra de son. La cultura de la limosna, reflejo fiel de este México que sexenio a sexenio alimenta y expande la cofradía de los segregados de la comunidad que escalón por escalón se afanan a lo monótono implorando la de por Dios, estos a viva voz y estos otros a mortecino instrumento del mal trovado sonsonete y la tonadilla mal acordada, y aquél rasguñando la desafinada y el de más allá pegándose, como a la ubre, a la armónica de boca con el airecillo que exalta la vida hazañosa del capo del narcotráfico.  “Una moneda que no lesione su economía…”

A propósito: “El gobierno de Sinaloa firma el decreto que prohíbe que se toquen e interpreten narco-corridos en bares, cantinas, centros nocturnos y salones de fiestas”.

De pie en la escalera del Metro el ejecutante suspendió el chirrido de su violìn. “¿Y ahora qué? ¿Defenderme con aquello de que ‘el chorrito se hacía grandote, se hacía chiquito’? Chance y los de Garcìa Luna me lo tomen a albur.

Le expliquè: “la prohibición, compañero, se reduce al territorio de Sinaloa. Aquì puede usted seguir con sus odas a Jesùs Malverde”.

–         No odas. Baladas al Mayo Zambada y al Chapo Guzmàn.

Dejè al cantor, me subì al Metro, siempre hervoroso de mutilados, deformes y contrahechos que de vagón a vagón se la viven pidiendo la de por Dios; de ciegos que, sentido de orientación y  equilibro, sin auxilio del pasamanos vienen y van, esta mano en la armónica de boca y la otra sosteniendo el cacharro de hojalata, para rematar su tonada con la tonadilla:

– Perdonen la molestia que les vengo causando, damitas y caballeros…

Y el tullido que a bamboleos se desplaza en un vagón atascado de “señores usuarios”,  a capela regurgita el bárbaro pregón carcelario:

Escalones de la cárcel – escalón por escalón…”

Los menesterosos; como hongos patéticos y desastrados se crían al amor del atrio del templo, de la esquina de la barriada, de la plaza pública. Aquí arrodillados, acá en cuclillas o engarruñados, y más allá de errabundos, esta mano tentaleando las paredes y la otra extendida: “Animas caritativas…”

La cofradía de los pordioseros enraiza en la historia de la España medieval y renacentista toda una portentosa cultura que se sintetizó en la que denominamos “picaresca española”, una de cuyas cumbres se regodea con las aventuras entre patéticas y regocijantes  de El lazarillo de Tormes que por calles, tabernas y plazas públicas guía, mano en mano, al buscavidas ciego y truhán. (Sigo mañana.)

“Réprobos”

La intolerancia y discriminación que padece en México la comunidad lésbico-gay, mis valedores. De acuerdo con la reciente Encuesta Nacional Sobre la Discriminación, 2010, publicada el pasado miércoles, cuatro de cada diez mexicanos, sobre todo mayores de 60 años y habitantes del Bajío, rechazarían que en su casa vivieran “personas homosexuales”.

Y es que en este país los denominados grupos lésbico gays (con el inválido, la mujer y la empleada doméstica) han sido hasta hoy víctimas propicias de marginación, mofa y befa, desprecio y piedra de escándalo. Pero, envés de la trama, esta otra noticia publicada en la presente semana:

Según reporte reciente del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED),  “en México más del 70 por ciento piensa que no hay una razón para oponerse a los matrimonios entre personas del mismo sexo”.

Por cuanto a la ley que propicia la adopción de niños por parte de la pareja homosexual: “¡Es un lobo con piel de oveja!”, claman sotanas y agrupaciones ultraderechistas de padres de familia. “¡Tus hijos se verán afectados por acciones y leyes consecuentes que permiten que niños sean adoptados por parejas homosexuales! ¡Inculcarán a los niños la homosexualidad en la escuela, y si dos homosexuales actúan de manera inapropiada públicamente, la ley los defenderá, sin importar lo que tus hijos estén viendo!”

Pero no sólo providas y semejantes. Algunos medios de condicionamiento de masas, aspaviento y escándalo, en su momento han dedicado a las parejas del mismo sexo fotos estridentes, comentarios burlescos y la zafia zumbonería de esta nuestra sociedad homofóbica. La nota de tiempo atrás:

“Diez tips (dicho a lo gringo de segunda) para salir del clóset (gringo de cuarta)”. El número 9 de los “tips”: “Si quieres salir del clóset con glamour, di a tus familiares que eres actor y les puedes dar pases gratis para que te vean en algún foro café de la Condesa, montando Edipo gay”.

“Corriendo por mis venas – sutil llama vivísima – no bien te miro, siento. – Y en mi inmensa delicia – A los dulces transportes – que siente el alma mía – la lengua a hablar no acierta – la voz juzgo perdida”. (Safo, a una hija de Lesbos.)

De esta misma semana, el CONAPRED: “Los homosexuales que pertenecen a posniveles económicos bajos son los que padecen la mayor discriminación, mientras que los de niveles altos consideran que su principal problema es la falta de aceptación”.

¿La causa de la homofobia que exhibe esta machista sociedad? En esta forma la explica un defensor de los derechos humanos de los homosexuales:

– Aun cuando los homofóbicos y sus religiones dice que somos enfermos no puede probarlo, son sólo afirmaciones gratuitas. Lo absurdo, lo paradójico es que la iglesia católica, que como toda religión de Estado nos odia, a lo largo de la historia se ha servido de miles de artistas homosexuales para fabricar sus hermosísimos palacios y templos. Miguel Angel es un ejemplo.

Ocurrió en el Metro. Los guardias de seguridad arrojaron del transporte a diversas parejas de homosexuales “¡porque lesbianas y homosexuales deben respetar al público usuario y no mostrar sin pudor alguno sus indecencias! ¡El amor de dos hombres o dos mujeres no se aceptan en la idiosincracia del mexicano!”

México, 18 de mayo, 2011. “Siguen los ataques contra defensores de los derechos humanos de la comunidad lésbico gay., entre ellos el asesinato de Quetzalcóatl Leija Herrera, perpetrado en Chilpancingo Gro., el pasado 4 del mes”.

Mis valedores: esto es México. (Qué país.)

Mega-marchitos…

Los maestros esta vez, mis valedores. Y cuántos desaprensivos, mala fe o ignorancia, repiten su catálogo de reproches con esto de que el maestro, por su condición de “guía de la niñez” y  “apóstol de la enseñanza”, debe restringir su labor al recinto escolar y no andar malgastando un tiempo que pertenece a  la educación del alumno en confrontaciones, escándalos y agitaciones contra las autoridades por algo tan deleznable como las  reivindicaciones salariales. La reflexión de Aníbal Ponce:

¡Lucha frontal contra la condición de apóstoles! Sí, contra la versión de un apóstol sufrido y candoroso que soporte tranquilo la miseria y el hambre, porque cuanta más hambre y miseria más diáfano será el apóstol: he ahí un ideal del maestro mexicano que la burguesía tiene particular interés en difundir…

Elocuente, a reserva de opiniones en contra, con una aclaración pertinente: tales conceptos fueron vertidos por el autor en su estudio sobre Educación y lucha de clases, fechado en 1937. ¿A la distancia de 74 años habrán perdido vigencia y actualidad semejantes conceptos? En alguna otra sección de su estudio:

En directo contacto con las masas populares sería peligroso que el maestro llegara a comprender que también es un obrero como los otros, explotado y humillado. ¡Qué procedimiento más refinado, en cambio, convertir su propia miserable situación en la virtud más excelsa de este venerable “instrumento del Eterno”!

Pero año con año, y cómo pudiera ser de otro modo, los maestros repiten su ritual. Cada 15 de mayo las secciones magisteriales de aquí y allá se congregan puntualmente en esta ciudad capital y reproducen, cadaverina y formol, sus tácticas de combate: marcha, plantón, e-xi-gen-cia. ¡Esa beligerancia de la Coordinadora! ¡Esas tácticas!

Dogma, rutina, extravío de la memoria histórica. “En el caso de los movimiento sociales ni siquiera los propios grupos que fungieron como actores principales escapan a estas carencias y deformaciones. A través de contactos personales con maestros de primaria del DF, afirma la investigadora, me he convencido de que ignoran casi completamente, sobre todo los jóvenes, todo lo sucedido hace unos año, y que sus juicios al respecto, cuando los tienen, generalmente carecen de sustentación y se limitan a manifestar su simpatía o antipatía para con los líderes del movimiento”. Sin más. Y al plantón, a la toma de la vía pública, a e-xi-gir a quien ni los ve ni los oye, lástima…

Las causas de su lucha son válidas, son legítimas, pero siendo sus demandas tan justas y tan marginado el maestro, ¿por qué ese estreñimiento mental a la hora de crear estrategias válidas, efectivas? ¿Por qué extravió, de haberla tenido alguna vez, la memoria histórica? Porque ahí están, elocuentes, aquellas estrepitosas movilizaciones de fines de los 50s. ¿Con ellas lograron generar para el gremio magisterial un logro así de pequeño?  La noticia de ayer puede calzar la fecha de hoy o del año próximo:

“Ante el temor de ser desalojados de los inmuebles del SNTE, los maestros de la Coordinadora colocaron trincheras con bultos de arena y estructuras metálicas frente al inmueble sindical”. Esto, mientras la mayoría había regresado a sus lugares de origen. Con las manos vacías. Como siempre, desde aquellas fragorosas contiendas que al final de la década de los 50s. sostuvo el magisterio, lado a lado de telegrafistas, ferrocarrileros y otros gremios beligerantes. ¿Y? ¿Cuál fue el resultado más allá de la cárcel para sus dirigentes? (Sigo después.)

¡Ebrard, escucha!

“¡La calle es de quien la lucha!”  Este 1º. de mayo más de 300 trabajadoras sexuales de La Merced, Mixcalco, San Pablo, Tlalpan, Buenavista y otros puntos de contacto de la ciudad marcharon rumbo al Zócalo.

Por otra parte,  mis valedores, la preferencia sexual distinta. Para ella también el mundo significa violencia, discriminación y toda mala suerte de agresiones que en su contra perpetran los machos que son muy machos.

Pero no todo iba a ser negativo, que el machismo universal dedica a lesbianas y homosexuales todo un día al año, al que otorga el pomposo título de  Día Internacional contra la Homofobia y emplea en exaltar la tolerancia, vocablo de tufo condescendiente, mientras en foros y mesas redondas condena toda agresión contra la diversidad sexual. Y hasta el año próximo. Lo de siempre.

Pero claro, semejante situación no es de hoy. Aquí, con sus arcaísmos, un  fragmento de Identidad latina, que me hace llegar un esforzado de los derechos del homosexual:

Lleno de piedad cristiana, el Tribunal de la Inquisición, para salvar nuestra alma, nos asesinaba en Francia, Alemania, Italia y España del 1183 al 1834. Hoy se sigue, con esa filosofía, perpetrando tal genocidio.

¡Y qué decir de los indios! Don Francisco López de Gómara, hombre sabio y prudente, confesor del señor marqués del Valle de Oajaca, escribe en su monumental obra de la literatura universal denominada “Cosas Generales de la Nueva España o Hispania Victriz”:

Estos indios son dados a ese placer y contento y son putos ellos en demasía, en detrimento de la Ley y el Orden de Dios quien todo lo crió”.

En América del Sur Vasco Núñez de Balboa, Adelantado del Siglo XVI, con su tan elevada piedad cristiana mató con perros a todo un pueblo de indios sólo porque practicaban la  homosexualidad como parte de sus ritos que los unían en vínculo con las divinidades ultraterrenas. Ese mismo marqués del Valle en su Primera Carta-Relación de la Justicia y Regimiento de la Rica Villa de la Vera Cruz a la Reina Doña Juana y al Emperador Carlos V, su hijo, dada en Nueva España en julio de 1519, dice de los naturales:

Todos son sodomitas y usan aquel abominable pecado”.

En Latinoamérica políticos homosexuales lanzan diatribas histéricas contra la homosexualidad. En el siglo XVII, en el Virreinato de la Nueva España (México), figuran en este campo dos ínclitos personajes antagónicos entre sí, la poetisa Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, lesbiana cuya imagen aparece en la moneda mejicana, mujer enamorada de dos excelentísimas señoras virreinas: la marquesa de Mancera, primero, y más tarde también de la marquesa de La Laguna, quien asimismo era condesa del dictado de Paredes de Nava.

En su poesía hallamos su grande amor por esas dos damas de Villa y Corte. Por ser mujer Sor Juana, por ser libre y por ser lesbiana, ganó el odio y la ira de el poderoso arzobispo misógino don Francisco de Aguilar y Seixas a quien su delirante misoginia hace de urdimbre homosexual. El protervo arzobispo  “en su servidumbre jamás permitió mujer alguna; en sus frecuentes pláticas doctrinales atacó con vehemencia cuantos defectos creía hallar en la mujer”. Se le oyó decir  “que si supiera que ha entrado una mujer en su casa, había de mandar arrancar los ladrillos que ella había pisado. No quería que en casa suya pusiesen mano las mujeres ni que le guisasen la comida ni oírlas cantar y ni siquiera oírlas hablar quería”.

Diversidad sexual, ese estigma. (Sigo después.)