Programa Domingo 6 de Radio UNAM, correspondiente al 10 de marzo del año 2013.
Etiqueta: Tomás Mojarro
Chávez responde
Hoy recuerdo a Hugo Chávez, estadista de un tamaño mayor al de los ataques que le endilgan sus detractores. Uno de los creadores de la ALBA, alianza de naciones bolivarianas, y aglutinador de gobiernos y pueblos que enfrentan el catastrófico modelo neoliberal que impone el Imperio, hoy lo recuerdo, sin más, en la réplica que hace algún tiempo asestó a algún cantante de tonadillas populares que le había enviado este recado:
“Quiero ir a cantar a su país. ¿Me lo permite? ¿Me da su palabra que no le pasara nada ni a mi público, ni a mi gente, ni a la empresa, ni a mí?»
La respuesta de Chávez: «¿Sabes lo que significa ser esclavo sin cadenas? ¿No te has preguntado por qué Venezuela es atacada con artillería pesada sólo por las potencias occidentales? ¿Sabes por qué es reconocida como el primer país de la región en bajar la pobreza extrema? ¿Sabes que apenas nuestro país se volcó a la izquierda se empezaron a unir la mayoría de los pueblos de América Latina?
¿Pides permiso para venir a cantar? ¿No te da vergüenza? ¿En un país democrático donde cualquiera puede decir lo que se le venga en gana? La mayoría de los latinoamericanos que levantaban su voz por intermedio del canto en señal de protesta por las infinitas injusticias que sufrían sus pueblos por culpa de dictaduras asesinas de derecha nunca pidieron permiso para arriesgar su vida en nombre de los miserables, y en esos tiempos sí que arriesgaban el pellejo.
¿Alguna vez te dignaste escuchar la prosa convertida en canción de Don Atahualpa Yupanqui, aquel que llamaban el padre de la canción folclórica latinoamericana? La dictadura fascista argentina lo persiguió y tuvo que asilarse en Europa.
¿Nunca te contaron del cantautor Víctor Jara? La dictadura chilena de Pinochet le corto las manos para que no volviera jamás a tocar su guitarra acompañando su canto, y no conformes con ello lo acribillaron indefenso en el estadio de futbol de Santiago.
Quizá conociste a Mercedes Sosa, ‘la negra del Sur’, como la llamaban todos los pueblos de Latinoamérica. A la cantautora del pueblo, cantando en la ciudad de La Plata en el año 79, la dictadura fascista la detuvo junto con todos quienes osaron verla cantar. Tuvo que exiliarse en Paris y Madrid para que no la mataran.
Alfredo Zitarrosa: León Gieco, un general, le puso una pistola en la sien: ´La próxima vez que vengas a cantar a la universidad de Luján y cantes ‘Hombres de hierro’, te voy a pegar un tiro en la cabeza’. Igual que la Nacha Guevara, Guaraní se tuvo que marchar, que los fascistas argentinos le colocaron una bomba en un teatro mientras cantaba.
¡Anímate! Y escribe una canción sobre las miserias del mundo. Háblanos de los olvidados de Haití, de los miles y miles de muertos en Irak, de los de Afganistán, de la hambruna del África, de la desnutrición en la América pobre, de la desigualdad abismal existente entre ricos y pobres, de la interminable cifra de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, de los niños obligados a trabajar robándoseles lo único que vale la pena vivir en esta loca vida, ‘su niñez’.
Infórmate, escribe, no vengas sólo a cantar y a hacer un show mediático. Sé honesto, no engañes a tus seguidores. Recorre las villas miserias de pueblos que claman por igualdad, las favelas de los sin techo, los 40 millones de pobres en USA, hoy convertidos en millones de excluidos. Y después me cuentas, si todavía te quedan fuerzas de criticar a Chávez«.
Y sí, lo critican, rebajan, descalifican. Comandante Hugo Chávez, presente. (A su memoria.)
Taller de Teoría Política – 09 marzo 2013
Taller de teoría política, realizado el 9 de marzo del año 2013 en el centro cultural El Juglar.
Del esperpento
Yo atajé a Hugo Chávez. Con el retiro de la embajada mexicana en La Habana mandé un mensaje fuerte a Fidel y Hugo para que se quedaran fuera de nuestra política, para que Chávez no estuviera tentado a enviar dinero del petróleo a su candidato presidencial favorito. Fidel y Hugo querían ver al Peje convertir la democracia mexicana en un régimen de un solo hombre. Yo no lo permití.
Tal dijo en su momento un desmesurado Vicente Fox que había perdido el piso y la dimensión, vale decir el «principio de realidad». Al de las botas no parecía importarle hacer el ridículo y caer en la nutrida galería de la picaresca política mexicana, a la que pertenecen también la Gordillo y algunos más. A propósito:
Novelista soy. Por achaques del oficio me aplico al estudio del ser humano desde ángulos sociológicos, psicológicos, fisiológicos, etc. Lector por oficio, que no beneficio, intento bucear en aguas profundas de personajes shakespeareanos de retorcida psiquis: Hamlet, Macbeth, Otelo, el rey Lear y Ricardo III, o esos modelos del esperpento del Siglo de Oro español que son el buscón, el Lazarillo, la celestina, el diablo cojuelo, la picara Justina, en fin. Trágicos unos, esperpénticos los más, por ellos me asomo al tamaño de pasiones, reacciones y sentimientos desmesurados de amor y celos, odio y crueldad, avaricia y terror, y las desbozaladas venganzas junto a la farsa, el astracán, el ridículo. Tales vidas y milagros tomo de espejo (distorsionado) donde mirar mi humana estatua e intentar la hazaña de conocerme y reconocerme, según la clásica exhortación del oráculo de Delfos que Sócrates tomó de divisa: “Conócete a ti mismo”. (Ahora mismo presencio un personaje cuyo drama pudiese servir a Eurípides, a Shakespeare, a Dostoievsky, a…)
Porque el estudio de lo humano no se reduce a los entes literarios o a los de la antigüedad: comienza y termina con seres reales del diario vivir, donde se incluye la fauna que gesticula en ese submundo del surrealismo y el esperpento que es la politiquería del país. Uno de ellos observo, de la vida real, que reputo a la medida de la ficción, así para el drama como para la farsa, y que con holgura pudiese hermanarse con entes de la picaresca como con los condenados del Dante. Sí, la maestra Elba Esther. ¿Por qué no fue aprehendida en el sexenio de Fox? ¿Por qué no lo fue en el sexenio del Verbo Encarnado? El senador Ernesto Cordero, Secretario de Hacienda con Calderón, se justifica a la pura medida del esperpento y la picardía politiquera:
– Es que nosotros no tuvimos esa observación relevante. Además, en la administración de Calderón nunca se actuó por consigna.
Ventoseó esas zafiedades y se quedó tan campante. Muy poca verguenza, nulo decoro y ofensa grave a la inteligencia estas expresiones del hoy senador. Mientras tanto, mis valedores:
Ante el leñazo presidencial (sé lo que digo), la que ayer era verdugo y es hoy la víctima sobrevive apenas -a penas- en una celda de alguna prisión de esta ciudad. Sola y su alma, rumiando su desgracia, su soledad, la humana miseria de los validos que ahora la desconocen y abandonan a su renegrida suerte. ¿Hay algo más doloroso, pregunta el clásico, que recordar en la desgracia los tiempos dichosos? Yo, al decirlo mentalmente, pienso en esa Elba Esther que en fotos y crónicas conocí prepotente, soberbia en su poder sin aparentes límites, que ponía y quitaba reyes, peones y alfiles en el ajedrez politiquero, y cuya tragedia de hoy se asemeja tanto a la del rey Lear. (Sigo después.)
Tiempo de canallas
Encabezado de prensa: Oran a la Guadalupana para implorar justicia.
Venganza es y no justicia la que se ejerce por propia mano. Nunca en ningùn linchamiento brilló la justicia, que mal desconoce quien participa en semejante episodio de la humana abyección.
Noticias de ayer y hoy acusan atroces episodios de linchamiento que se perpetran por agotamiento de la población y por impotencia ante la pasividad de las autoridades encargadas de la justicia. Muchos y muy diversos son los agravios que llevan a una comunidad a «hacerse justicia por propia mano», agravios que van del asesinato o la violación hasta el robo de una estatuilla de yeso del santito tutelar. Tales hechos de venganza popular se perpetran en comunidades de todo el territorio nacional. El más reciente, ocurrido apenas el pasado jueves, se ubicó en San Martín Texmelucan, del estado de Puebla, donde la policía logró rescatar al presunto ladrón, previamente golpeado por los pobladores de la Junta Auxiliar San Juan Tuxco.
Otro de estos feroces linchamientos ocurrió 48 horas antes y se perpetró con todas las agravantes. Sus consecuencias resultaron más estruendosas que las del ladrón poquitero de San Martín Texmelucan, y fue a caer sobre una persona a quien se le imputan robos al por mayor. Precisiones del ajusticiamiento: lugar donde se inició la ordalía: el aeropuerto de Toluca, México. Los encargados de gasolina y cerillos: un comando de agentes federales. Autor intelectual del sacrificio: el nuevo gobierno priísta. Agravantes: al linchamiento se intenta darle apariencia de acción justiciera, cuando el anàlisis más elemental demuestra que es un linchamiento logrero y acomodaticio con todas las agravantes. Porque, mis valedores…
¿Es eso justicia? ¿Una justicia selectiva, acomodaticia, valida de la ocasión? Se falta al pudor y al decoro cuando en la maniobra politiquera se invoca el más alto de los valores, el que los contiene a todos: la Justicia. Pero la de ese verdugo contra tal víctima es una ordalìa con todos sus agravantes: fue el propio victimario, el PRI-Gobierno el que malparió, alimentó y alcahueteó a cierta presunta criminal de la que se beneficiaron quienes ahora aportaron gasolina y cerillos para el quemadero. Según esto, la víctima violaba la ley con todo el alarde, la prepotencia y la desverguenza de su origen PRI-gobiernista. A lo soberbio, a lo impùdico, a lo indecoroso. Prenderla en el momento en que se le apresó, ventajoso para un gobierno urgido de capital político y del fácil aplauso de las galerías en el coliseo romano, configura el perfil del linchamiento perfecto. Ah, México, qué país.
¿Y ahora qué? ¿Quién sigue? ¿Este gobierno estará acechando el momento políticamente redituable para aplicar la ley (la del linchamiento) sobre figuras de la burocracia política como Humberto Moreira, Romero Deschamps, Gamboa Pascoe, Andrès Granier, Mario Marín, las honorables familias Salinas (Carlos, Raúl y Adrianita), Fox, Bribiesca, Sahagún y, sobre todo, esa familia cercana a Peña Nieto que es la de Arturo Montiel, su pariente lejano y cercano protector? A propósito de alcahuetes lo afirmó en su momento un Manuel Mijares, panista:
Vicente Fox es un ser transparente. No tiene cola que le pisen. Su único delito consistió en abrir la puerta de la democracia en México. Ese es el único agravio al PRD y al PRI.
Mis valedores: mañana habré de ponderar la tragedia de esa mujer a la que el PRI corrupto encumbro en 1989 para aniquilarla el día de hoy. (Vale.)
Que ayer maravilla fui…
La historia, mis valedores, esa estrella polar. Para el siglo V antes de nuestra era no había ciudad italiana, de Sicilia o Asia Menor, por pequeña que fuese, que no tuviera su recinto teatral. En Atenas, por ejemplo, 15 mil espectadores se emocionaban hasta alcanzar la catarsis con Prometeo Encadenado, Las Traquinias o Edipo Rey. Yo, a propósito, hace algunos ayeres envié cierto recado a un tal Carlos Jonguitud, por aquel entonces “líder moral” (cacique, vale decir) de una por aquel entonces “Vanguardia revolucionaria” del magisterio y valedor de cierta «flaca» (así le llamaba) que se le atravesó en el camino y le aceptó una visita a algún bar, sota moza que con el tiempo lo iba a desconocer y en abril de 1989, de la mano de Carlos Salinas, a echarlo de la dirigencia del sindicato magisterial. Aquí parte de ese recado que hoy, por obvias razones, parece haber cobrado renovada actualidad.
Un teatro con cupo para 15 mil asistentes, ¿se imagina, “profesor”? El poder y la gloria que hubiese significado para usted atascarlo con realadas de militantes del sindicato de trabajadores de la educación. Qué lucimiento personal, qué autopromoción con semejante mitin de apoyo en lo que fue el nidal, la simiente de la cultura occidental…
Pero no, “profesor”, que un pueblo como el de Grecia no hubiese soportado faramallas vanguardistas. Para ese pueblo la educación ciudadana era sagrada sobre toda otra herramienta cultural, y los hacedores de aquella portentosa cultura no iban a dejar que así como así, por ventaja personal y politiquería, a la pura ley de la imposición, se pisotearan los requerimientos educativos de toda una comunidad. “Esto sería caer en el más aborrecible de los subdesarrollos, que es el mental”, dirían, y con toda razón, los paisanos de Homero.
El coliseo romano, “profesor”; yo lo conozco en tarjetas postales, pero así, a ojo de buen cubero, tanteo que le caben sus buenos miles de romanos por aquel entonces absortos en el bárbaro juego de gladiadores, centuriones, leones africanos y mártires cristianos. Pero no, “profesor”; los romanos hubiesen rechazado el jueguito manipulador, ventajista y politiquero de las adhesiones multitudinarias con el que usted quiere forjarse su equipal en la Sec. de Educación Pública. Lo hubiesen rechazado por circense, teatral y faramallero. Ya oigo a Nerón:
“Antes le prendo fuego a la City que permitir se lesione la educación de nuestros chamacos”. Perfecto.
Pero hablando de estadios, que son su especialidad: Maracaná, por ejemplo. ¿Se imagina, “profesor”? Una gloria de estadio: no 150 mil fanáticos del clásico pasecito a la red, sino otros tantos vociferantes maestros (de la irresponsabilidad, sobre todo) enfebrecidos de alabíos, alabaos y hurra, hurra, hip, hips. La gloria, ¿no, «profesor»? El onanismo mental, el nirvana. Pero no, que los brasileños son fanáticos del fuchebol y no consienten otro espectáculo. Y qué hacer.
El Astrodome, de Houston, con su techo de quita y pon, una de las maravillas del mundo, dicen. Pero tampoco. Cierto es que cada que se le hinchasen los ganglios usted lo podría llenar de mentores, sobre todo de madre; pero el pueblo gringo, amante como es de la guerra y sus masacres a lo ancho y largo del mundo, no llega a la barbarie que suponen esas «concentraciones de apoyo magisterial», quintaesencia del subdesarrollo.
“Permitirlas sería volvernos tropicales y bananeros como esos pueblos que descuidan la educación escolar para…»
(Sigo después.)
La desverguenza
– ¡Que el nombre del Sr. Presidente Echeverría se grabe en los muros de la sede del Congreso de la Unión!
A los maromeros del circo político me referí el viernes pasado, que sexenio a sexenio pegan espectaculares, indecorosas machincuepas para seguir mamando del presupuesto. Puse de ejemplo a un tal Diódoro Carrasco, que en el altar de Echeverría quemó arrobas de copal, para desconocerlo cuando lo vio caer en desgracia. Arturo Reyes, del semanario Punto y Aparte, de Jalapa, Veracruz, entrevistó al oaxaqueño, ya para entonces dirigente de la Confederación Nacional Campesina, CNC, y lo acorraló a preguntas:
– Señor Ramírez: en el gobierno de Echeverría dijo usted públicamente que esperaba ver su nombre en letras de oro en la Cámara de diputados. Ahora cambia de parecer y no acepta haberlo dicho. ¿Por qué ya no sigue pensando lo mismo?
El del reculón a tragar saliva y a intentar la huida por el atajo del cantinflismo:
– Bueno, mire: las palabras responden a determinadas circunstancias.
– ¿Ya no piensa lo mismo que antes respecto de don Luis Echeverría?
– Bueno, mire, en todo caso en esta pregunta que me hace concretamente, no sé por qué me la haga, cada persona, cada político tiene que vivir su propia circunstancia.
– ¿Qué tiene que ver eso con las circunstancias?
– Que van cambiando de un año a otro, de un día a otro, de un mes a…
El reportero no lo dejó terminar: «¿Por qué van cambiando, señor Ramírez?»
Acorralado, aturrullado, el oaxaqueño, tragaba saliva. Un sudor se le iba y otro se le venía.
– ¿Por qué van cambiando, señor?
– Bueno, van cambiando las circunstancias porque tienen que adaptarse a las realidades sociales que va viviendo el país, de tal manera que las palabras incluso van respondiendo a determinadas circunstancias históricas. Esto es lo único que le podría responder. La amistad es una cosa, la lealtad a las instituciones es otra. Yo no trabajo para personas, trabajo para instituciones, esto es importante que se defina porque se confunden las cosas. Cuando uno decide meterse, es mi posición personal, a las actividades políticas y públicas, uno sabe que tiene que responder a todo contexto social, en este caso mi país.
– Usted afirma, señor, que la realidad cambia. ¿Lo que hoy es válido mañana ya no?
– Todo evoluciona. Un problema que existe hoy se soluciona mañana. Todas las cosas cambian, son otras las circunstancias. Vivimos en un país no estático, sino dinámico. Lo que hace veinte años significaba al país agrícola hoy significa otra cosa. El petróleo. Estas son las cosas cambiantes, ¿ve usted?
– ¿Entonces el nombre de Luis Echeverría en letras de oro en el muro del Congreso de la Unión que usted propuso?
– Sí, pero no, las circunstancias cambian. Mi sentido de la amistad es una cosa interna, anímica. No cambia, aunque lo parezca. Yo soy amigo de la gente y seguiré siéndolo. El trabajo con las instituciones es muy distinto. Uno se adecúa (sic) a la norma, a la línea, a la actitud ideológica, de conciencia.
Pero menos mal: rajón como se exhibió entonces, Heladio Ramírez continúa con su militancia priísta. ¿Y los Yunez, Malova, Juan Sabines, Gabino Cué? ¿Y esos tricolores Moreno Valle, Javier Lozano, varones de ideología y convicciones, ahora priístas de sangre azul? (Puagh.)
A propósito: lo afirma Ortega y Gasset, de tendencia conservadora:
Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil. Ambas son, en efecto, formas de hemiplejia moral.
(Válgame.)
Taller de Lectura – 3 marzo 2013
Taller de lectura correspondiente al 03 de marzo del 2013.
Domingo 6 – 3 de marzo 2012
Programa Domingo 6 de Radio UNAM, correspondiente al 17 de febrero del año 2013.
Elba Esther
Y el bueno pica a pendejo, trova el cantar. Mis valedores:
Esta es la historia de un sastre de mi tierra de nombre Próculo, malvavisco el corazón y condición tan tiernita que rayaba en la debilidad. Con el tiempo este buenazo derivó en solterón, que su carácter de queso tierno y tal temple de jericalla no le alcanzó para agencias de una amantísima, esa la sin par Nallieli que habita junto a nosotros, los que nacimos con esa buena fortuna; la amadora amante que para nosotros es todo, y tantito más: tuétano, almendra y puntal del oficio del diario vivir, y esto me lo van a entender aquellos de ustedes que saben de varonía y corazón de pan fresco, como es el mío. Pero el bueno de don Próculo…
A falta de hembra para asuntos de amor, el sastrecillo cifraba sus ilusiones en un caballo. Dormido y despierto se soñaba galán que en penco lomo gateado se paseara, lucidor, del parían a la plaza y del puente a los portales en cosas de lucimiento. Cachondeando su sueño mi señor don Próculo fue ahorrando cuanto centavo le sobraba de alforzas, pespuntes y dobladillos, hasta el día aquel en que llegó a juntar los oros bastantes para hacer vivo su sueño, su gran ilusión: una yegua alazana. Fina estampa, caballero…
¡Helos, helos, por do vienen el pajarero manojo de temperamento y el sastre encima! Y a darle gusto a la vida, que es la única que tenemos…
Darle gusto es un decir, porque apenas sentía al sastre sobre los lomos, la yegua sobrona se alzaba, entera, y lo que ocurría entonces: que ella imponía sus criadillas, y al cuerno rienda y espuelas. ¿Que el sastre decía media calle y la yegua media banqueta? Por la banqueta nos íbamos, a querer o no. ¿Que don Proculito decía calle real, y la yegua callejón de las guilas? Por frente a la daifas pasábamos, y a enrojecer a las risotadas de las del gusto, que para eso había mucha yegua para tan menguado Próculo…
Y fue así, mis valedores, como vino a suceder: un domingo de aquellos, a la hora de misa mayor, cierto charrito cerrero quedóse viendo a la yegua. Cetrino el hombre, seco de carnes, estevadas las zancas, percudida gamuza de chamarra y pantalón, espuelas y cuarta de cuero crudo; varón aquel de los buenos cristianos que a lomos de penco nacen, crecen y estoy por decir que se reproducen. Y algo estaba por suceder, porque…
Ahí miró al animal, ahí lo fue semblanteando, lo observó su buen rato, y entonces al sastrecillo, que sesteaba al pie: “Oiga, don, si me hiciera la valedura de emprestármela un su ratito pa sentirle la condición…”
Y sí: de un brinco, el charrito estaba horquetado en la yegua y la animaba con suave chasquido de labios: “Tch, tch, bonita…” Y fue entonces.
Apenas sintiendo jinete encima, la muy sobrona decidió que era bueno el atrio del templo para corcovos a esa hora dominguera en que mozas y demás gente de bien salían de sus devociones rumbo a la plaza mayor. Entonces (fijaros bien), que ante una yegua desbozalada el charrito mete un apretón de zancas, un recio tirón de rienda, un enterrón de espuelas por las verijas y aquel santo reatazo en el anca.
– ¡Yegua cabrona!- Y que asegunda el cuartazo. “¡Jijadiún!»
Dicen los viejos de la comarca, y al decirlo sonríen (con los puros ojos), que al poderío de la rienda y pegando ardido sentón de nalgas, la yegua desobediente, un calambre el ardor del cuartazo, giró la testa y con espantados tomates miró al charrito. Entonces, baba sanguinolenta y quebradita la voz, dijo así a su mandón:
– ¡Ay, mi señor, perdóneme, creí que era don Proculito!
(Elba Esther.)
Taller de Teoría Política – 2 marzo 2013
Taller de teoría política, realizado el 2 de marzo del año 2013 en el centro cultural El Juglar.
Equilibristas
Estas son mis convicciones. Si no les gustan tengo otras. (Groucho Marx.)
Porque tal es la desverguenza de los maromeros del circo político, mis valedores. Son los enemigos del decoro personal que de sexenio a sexenio ejecutan sus machincuepas en el trapecio partidista. Son los Diódoro Carrasco y congéneres que el último día del PRI-Gobierno anochecieron tricolores para el siguiente día amanecer, con el panismo encuevado en Los Pinos, en calidad de conversos del Verbo Encarnado. Priístas de sangre azul. A propósito:
Un día de aquellos, en el sexenio anterior, estuve leyendo en el matutino todo el copal que ante el santito nuevo, el del Verbo Encarnado, quemaba aquel Diódoro Carrasco, tricolor ayer y hoy flamante panista. Al cerrar el periódico: ¿Diódoro, el oaxaqueño? ¿Pues no era el priísta que llegó a secretario de Gobernación en el antepasado sexenio? ¿Panista hoy el que todavía ayer fue tricolor? ¿Aplaude en este gobierno lo que en el anterior censuraba, y censura hoy lo que ayer aplaudió? ¿Pues de qué pasta, arcilla, madera o composta fueron amasados tales especímenes? ¿Tan hambrientos están? ¿De lodo biológico los forjaron sus genes? Pienso en el difunto Comunista Mexicano, asesinado desde dentro por los logreros a los que Echeverría logró cooptar: Martínez Verdugo, Guevara Niebla, Graco, Nateras, Rincón Gallardo, en fin. Todo para que unas izquierdas honradas y de buena fe derivaran en un PRD hoy secuestrado por el pragmatismo talamantero de esa mafia Nini (ni nueva ni izquierda) que comanda el chucho mayor de los chuchos, Ortega. La náusea.
Recuerdo también a aquel recalcitrante tricolor, Miguel Angel Yunes, que con el panismo en el poder se enjaretó la chaqueta blanquiazul. Interrogado acera de semejante metamorfosis que lo iba a transformar de simple oruga en oruga claudicante, así se justificaba:
– Es que me sumo al proyecto panista de transformación.
Y otro más, entre la muchedumbre de conversos, claudicantes y colaboracionistas del logro, la ocasión y el arribismo: Cuando Salinas, con el recurso del haiga sido como haiga sido, también él, se encaramó hasta Los Pinos, nombró como procurador de la República a un Morales Lechuga, priísta de tradición, a quien le tocó «resolver» el caso de las explosiones de gasolina en el barrio de Analco, en Guadalajara, el 22 de abril de 1992.
Nada iba a resolver Morales Lechuga, pero apenas terminó el sexenio, con Salinas como el ser más odiado del país, clamó quien fuera el Abogado de la Nación:
– Bueno, es que creí firmemente en Salinas cuando le acepté cargos diversos, pero hace años que ni lo veo ni tengo contacto con él. No soy vergonzante ni niego mi pasado ni mi presente. Es que no quiero ser una cabeza de playa de Salinas.
– Y ahora que se une usted a la campaña presidencial de Vicente Fox, ¿qué lo llevó a tomar semejante medida?
Contestó al reportero, palabra a palabra, Morales Lechuga:
– Es que en el panista observé la limpieza de su mirada, y eso me convenció.
(En ese momento el gallo cantó tres veces.)
A mí los tantísimos casos de los camaleones politiqueros y sus intentos de limpiarse el tizne me recuerdan el caso de cierto Heladio Ramírez, priísta todavía la mañana de ayer, que en el sexenio de LEA desde la Cámara de diputados clamaba ante la nación:
– ¡Que el nombre del Sr. Presidente Echeverría se grabe en los muros de la sede del Congreso de la Unión!
Pero Echeverría, ya sin poder, cayó en el descrédito, y entonces Heladio Ramírez pegó estrepitoso reculón y…
(Mañana.)
Masiosare
El domingo pasado, Día de la bandera, el senador perredista Miguel Angel Barbosa tomó la palabra y a la letra dijo:
En México, bajo esta Bandera como símbolo patrio, se encuentra el trabajo, la labor y los sueños de más de 112 millones de mexicanos y mexicanas, que nos emocionamos cada vez que vemos izarla, hondearse (sic.) en lo alto, admiramos nuestro escudo y escuchar las sublimes notas de nuestro himno.
Mis valedores: escuchar en la radio y leer en la transcripción el discurso de marras me motiva para enviar el siguiente mensaje a quien tales ofensas perpetra en contra de ortografía, sintaxis y gusto musical. Senador Miguel Angel Barbosa:
¿Así que «sublimes» las notas del himno compuesto por Jaime Nunó? ¿Pues cuál es su rasero, senador Barbosa, para calificarlas de «sublimes»? ¿Aldeanismo el suyo, obnubilación patriotera, qué? Permítame que le cuente, senador.
Nativo soy de un poblado que en mis años tiernos vivía un tiempo congelado en la rutina del diario vivir que cabía en el canto del gallo, un madrugar de campanas, el día rayonado a ladridos, rebuznos y toros en brama y, ya al pardear, el cencerro, la majada y el toque de esquilas que convocaban al ángelus. Y hasta otro día, calca del anterior y molde para el que vendrá después. La noche de mi región: pacífica convivencia del trasnochador con la bruja y el ánima en pena, y la paz.
Pero la rutina se trizó una mañana, cuando en penco cuatralbo, con un lucero en la frente, nos llegaba el lucero de la Revolución, don Pánfilo Natera. Helo ahí, fusca al cinto, saludando, en la mano la gorra norteña. Yo, la tricolor de papel en la diestra, con dos docenas de payos de primeras letras escuché de repente, en la de redilas atascada de músicos, ¡el himno nacional! “¡Mexicanos, al grito de..!” Yo, inflado de emoción tricolor:
– Cuando crezca voy a ser revolucionario.
Como crecer, no alcancé la alzada de Gulliver, y como revolucionario no pasé de liliputiense, pero la lucha se le hizo. Crecí en edad y tuve ocasión de escuchar, siempre en horas de excepción y yo en posición de firmes, los acordes del himno de mi país. Húmedas las pupilas, una fuerza interna me forzaba a alzarme y soñar en una patria digna cuando lo seamos los mexicanos. Era mi himno patrio, inaccesible al deshonor…
Pues sí, pero aquí mi pregunta, mi preocupación, mi mortificación. ¿Envejeció mi espíritu? ¿Qué metamorfosis sufrió mi sensibilidad, que hoy todavía me siguen emocionando los acordes de La Marsellesa y del himno patrio español tanto como el del inglés, pero no los del mío, hermoso al par de los susodichos? ¿Por qué esta insensibilidad? El himno de mi país sigue siendo el mismo. ¿Entonces? Sospecho que el daño se ubica no en mí ni en el símbolo patrio; que la carcoma está en la rutina, en la saturación. Porque ocurre, senador, que a resultas de alguna disposición (deposición) de doña Margarita, cuando la hermana predilecta del hombre de la(s) pompa(s) y circunstancias era todopoderosa, en las estaciones de radio el himno de las notas «sublimes» me anuncia que finaliza la programación nocturna, con el último acorde cediendo espacio a algún noticiario redactado en un español de masquiña, de pacotilla. Día con día, a la misma hora de todos los días, la repetición machacona del himno a modo de cortinilla de la programación radiofónica es una rutina que terminó por cegarme las fuentes del entusiasmo cívico. Y aquí, senador, la pregunta de este adicto a Bach, Beethoven y Mozart: ¿»sublimes» las notas del himno patrio? (¿Sí?)
La serpiente y el águila
“El PRI no debe utilizar los símbolos patrios. Himno Nacional y bandera son de los mexicanos, símbolos de los mexicanos, no sólo de un partido. Y México no es el PRI ni el PRI es México. (AMLO, ex-priísta.)
Y aconteció hace algunos ayeres: según encuesta convocada por el diario español 20 Minutos la bandera más bonita del orbe resultó ser la nuestra. Sin más. Yo evoco, a propósito, la reclamación que a principios del sexenio pasado lanzaba un Jaime Veloz, diputado priísta, contra el “águila mocha”:
– ¿Por qué cambio Fox nuestro escudo nacional? No me convence ninguna de las explicaciones de que el águila está en posición de ir hacia adelante. ¿Cómo puede un águila caminar hacia adelante, si no tiene alas?
Un punto de acuerdo del priísmo en San Lázaro “para que este órgano legislativo exhorte a la Secretaría de Gobernación con objeto de que disponga que todas las dependencias del Ejecutivo Federal utilicen legal y correctamente los símbolos patrios”.
Un detalle omitían: que desde su nacimiento hasta hoy día el PRI viene haciendo mal uso de los colores patrios al embarrarlos en su logotipo. Cuando la oposición presentó un punto de acuerdo para que el Senado prohibiese al PRI el uso de los tres colores, así respondió el priísmo:
– ¡Eso nunca! ¡La propuesta no tiene por qué ser aprobada en el Senado, y ni siquiera por el Congreso, toda vez que es un asunto interno del PRI! Si nosotros decidimos cambiar siglas y logotipo es un asunto que sólo toca a nosotros. No tiene por qué tratar de imponérsenos con camisa de fuerza. La propuesta es electorera.
Y a la exhortación del panista Ernesto Rufo para que se liberaran los colores patrios: «¡Para el Frente Juvenil Revolucionario del PRI la propuesta es una tontería que debe ser rechazada! Cada partido tiene derecho a utilizar los colores con que se identifica. El PAN utiliza el azul y blanco porque se identifica con la bandera gringa. ¡El PRI ha utilizado siempre los colores nacionales porque siempre se identifica con México!»
El PRD: “Impugnaremos ante la autoridad electoral la utilización de los colores de la bandera nacional en el escudo del PRI. No es sólo un reclamo nuestro; millones de mexicanos perciben el mismo sentir. O todos utilizamos los colores nacionales, o ninguno”.
En tanto, organizaciones civiles piden al Congreso tome medidas para prohibir que los priístas usen los colores nacionales para manipular al electorado y hacerle creer que ellos son México y que México es de ellos”.
– ¿Que qué?, replicó un Amador Rodríguez, tricolor: ¿Despojarnos de los colores patrios? Esa es sólo una cortina de humo de la oposición. Se considera a la ciudadanía tonta o tarada que no sabe por quién votar. “Voy a votar por la bandera”. Eso es totalmente estúpido.
Roberto Campa: “No hay marcha atrás ni titubeos que obliguen al PRI a cambiar los colores de su logotipo. Ellos le dan la identidad y es un derecho que tiene desde su creación. Los priístas no perdemos el tiempo en criticar los colores azul y blanco del PAN o el amarillo del PRD. ¿O sí?
El entonces priísta Arturo Núñez: “A los colores patrios tenemos un derecho histórico. Con ese tema recurrente y obsesivo pretenden justificar sus derrotas electorales. El PRI hará valer su mayoría para defender sus colores patrios. ¡Nosotros iniciaremos una cruzada en defensa de la identidad de nuestro partido!
En fin, que en todo esto lo único cierto es que la bandera más bella del mundo es la nuestra, siempre que vaya estampada en un barril de petróleo.
(Repsol.)
Cambiaron misas y devociones
Pero no el santoral político, asegura el escritor Gabriel Zaíd, y so pretexto del Día de la Bandera, cuya celebración pasó ayer casi inadvertida, acusa un legislador:
– Se imputa al Prof. Luis Gárate, de El Palmito, Sin., haber ultrajado la bandera nacional, que usó para limpiar los cristales de la ventana de su casa. Como este hecho afrenta los sentimientos patrióticos del pueblo mexicano, que se investiguen los hechos y se proceda a la consignación e inmediata destitución del dicho Prof. por ser indigno de desempeñar el noble cargo de maestro de la niñez mexicana.
El sociólogo y antropólogo Roger Bartra:
Exaltar los símbolos patrios es presagio de guerra. Donde existe la democracia la importancia de los símbolos patrios decrece y empiezan a tener importancia otra clase de símbolos. Es una mala señal que en México se recurra tanto a la simbología patriótica. Cuando hay tanto uso de las banderas es que hay señales de conflicto.
Zaíd: Las banderas y los himnos como símbolos sacros del estado son decimonónicos. La declaración de que esos emblemas son nacionales es un engendro político del siglo XIX. Han cambiado las misas y las devociones, pero no el santoral político ni las devociones oficiales, ni las misas de gallo del 15 de septiembre que para celebrar su cumpleaños inventó Porfirio Díaz. El patriotismo que hoy se extiende por el planeta es más pacífico, más abierto y local. Requerimos de unos símbolos patrios más tranquilos, menos aparatosos.
Bartra: Símbolos patrios y nacionalismo prácticamente nacieron juntos. Pero una nación puede sobrevivir sin nacionalismo. Porque el tal se convierte en algo dañino para los habitantes que viven en un territorio, una enfermedad y no un factor de desarrollo. Desde hace varios sexenios el nacionalismo le ha hecho mucho daño a país. Se ha vuelto institucional y está actuando en contra de la nación misma. Está en clara y franca crisis. Hay muchos que se han propuesto como salvadores del nacionalismo. Lo mejor sería que no hubiese salvadores, que los mexicanos pudiésemos vivir en una sociedad democrática.
Esa tremenda insistencia en la formalidad del símbolo proviene de un intento de vestir el cuerpo desnudo. El cuerpo del nacionalismo tradicional revolucionario está desnudo, pero el Gobierno quiere cubrir esta desnudez a como dé lugar. Es como si literalmente se cubriera con el paño de la bandera como el símbolo más vacío de contenido, sin acudir a ninguna tradición Por eso son símbolos completamente vacíos, manipulados.
Salamanca, Gto.: Empleados de parques y jardines de la presidencia municipal utilizaron una bandera nacional para recoger la basura de la vía pública. Colocaban sobre el suelo el lábaro patrio echando sobre él todo tipo de basura y excremento de perros. Luego de echar la basura en la caja del vehículo lanzando con fuerza y como catapulta, sacudían la bandera para repetir la acción. Argumentan: «La encontramos por ahí en un basurero, y nos ha servido mucho para recoger la basura».
Tufarada de halitosis que arrojó en el 2001 cierto ¿poeta? campechano:
Yo me seco el orín en la bandera -De mi país – Ese trapo – Sobre el que se acuestan los perros – Y que nada representa – Salvo tres colores – Y un águila – Que me producen – Un vómito nacionalista – O tal vez un verso – Lopezvelardiano – De cuya influencia estoy lejos, – Yo, natural de esta tierra, – Me limpio el culo – Con la bandera y los invito a hacer lo mismo – Verán a la patria entre la mierda de un poeta. ¿Poeta? ¿De veras? (Puaf.)
Taller de Lectura – 24 febrero 2013
Taller de lectura correspondiente al 24 de febrero del 2013.
Domingo 6 – 24 de febrero 2012
Programa Domingo 6 de Radio UNAM, correspondiente al 24 de febrero del año 2013.
Taller de Teoría Política – 23 febrero 2013
Taller de teoría política, realizado el 23 de febrero del año 2013 en el centro cultural El Juglar.
Mi país. Ah, mi país…
Es el único acto de los hombres que no se justifica. Los traidores son los únicos seres que merecen siempre las torturas del infierno, sin nada que pueda excusarlos. (Maquiavelo.)
Y fue un día como el presente, pero de 1913, cuando la traición arrojó sus frutos atroces y con sangre derramada remató la maniobra del cuarteto de felones: Félix Díaz, Aureliano Blanquet, Manuel Mondragón y el cabecilla de los tales, Victoriano Huerta. Autor intelectual y quien movió los hilos de la conspiración fue un Henry Lane Wilson, embajador de Estados Unidos en nuestro país. Tiempo después ese gobierno iba a descalificar actuación tan reprobable y atribuirla a la dipsomanía del diplomático. Sigue aquí, en la versión del propio Lane Wilson, la crónica de los hechos horrorosos en que perdieron la vida Francisco I. Madero y José María Pino Suárez.
“Indiqué que esta situación habría de continuar si los dos beligerantes no zanjaban sus diferencias y se sometían a la autoridad de Congreso, la única representación popular existente. En tres ocasiones, cuando la discusión se interrumpía, yo entraba en la estancia y los incitaba a continuar deliberando con exhortaciones a la razón y al patriotismo.
Finalmente, para forzar una decisión, les señalé que de no acordar entre ellos la paz el gobierno de Washington no podría resistirse a la demanda cada vez más enérgica de las potencias europeas para que interviniera en México. Surtió el efecto deseado. A la una de la mañana se firmó el acuerdo, se depositó en la caja fuerte de la embajada y se emitió una proclama anunciando el cese de las hostilidades.
Durante la entrevista, harto dramática, miles de impacientes rodeaban la embajada, dentro de la cual ocurría una discusión en voz baja aunque animada, una batalla de intereses en conflicto; afuera la muchedumbre esperaba ansiosa y pacientemente el anuncio de una decisión que concernía tan de cerca sus vidas, sus propiedades y su país.
Cuando se anunció al final que, consintiéndolo ambos grupos, se había logrado un acuerdo, y que con la autoridad del Congreso el general Huerta sería presidente provisional y el general Díaz quedaba en libertad de postular su candidatura para la presidencia, la noticia se propagó como reguero de pólvora a través de la ciudad y fue recibida con regocijo universal.
Aquella noche desfilaron 30 mil personas por las calles de la ciudad de México agradeciendo la paz y agradeciendo al gobierno norteamericano su decisiva participación para hacerla realidad.
Tras años de maduras consideraciones no vacilo en decir que si volviese a encontrarme ante la misma situación y bajo las mismas circunstancias, adoptaría exactamente el mismo proceder«.
Lo publicó el poeta Salvador Díaz Mirón:
“El Señor General Victoriano Huerta hizo todo por salvar a la patria gravemente comprometida, y creyó conseguido su objeto con la aceptación de las renuncias de los Sres. Francisco I. Madero y José María Pino Suárez (…) Pero la conducta de la Cámara de Diputados era la insania y de sedición. Cínica empezó una labor contra el Ejecutivo, sañuda y tenaz, intolerable; se convirtió en foco de subversión: no obraba sino por estímulos de rabiosa demencia y así el Sr. Gral. Huerta se hallaba en la incapacidad de cumplir con el acto y noble deber de volver al país a la paz, al orden, a la civilización”.
Clama el poeta Efraín Huerta:
¡Gracias, Becerro de Oro! ¡Gracias, FBI! – ¡Gracias, mil gracias, Dear Mister President! – Mi país. Oh, mi país…
El mío, el nuestro. (México.)
Decenas trágicas
Porque la Historia no es eso que enseñan los libros de Historia, mis valedores. La Historia es una gigantesca zopilotera y un gran hedor. La de Decena Trágica, pongamos por caso.
Fue un día como el de hoy, pero de hace 100 años. A Francisco I. Madero y J. Ma. Pino Suárez les restaban 24 horas de vida. Aquí la versión de Henry L. Wilson, embajador de Estados Unidos en nuestro país y en cierto modo autor intelectual del magnicidio.
«Cerca de la hora señalada, bajo la protección de la bandera norteamericana, se presentó el general Félix Díaz, acompañado de funcionarios de la embajada y de dos o tres personas escogidas por él. Al entrar me agradeció muy encarecidamente que pretendiese yo lograr la paz mediante mis buenos oficios. Después de presentarlos a algunas de las damas y otros amigos en la embajada, acudí a la puerta principal para recibir al general Huerta que justamente llegaba escoltado oficialmente por la protección de la bandera norteamericana.
El escenario afuera y adentro de la embajada era impresionante al intercambiarse los saludos oficiales. Se había instalado la iluminación eléctrica adicional y ella permitía visualizar plenamente el tinglado.
Había probablemente veinte mil personas apretujándose en las calles contiguas a la embajada, y la embajada misma estaba atestada hasta el desbordamiento de norteamericanos, de diplomáticos y de oficiales de Díaz y Huerta. Eran momentos trágicos; con todo, no era una escena sombría: el resplandor de las luces, la gallardía de los uniformes y la presencia de las mujeres abrillantaba y vivificaba el cuadro…
No perdí tiempo en llevar a los dos generales, Díaz y Huerta, a la biblioteca de la embajada donde, para mi consternación, ambos se hicieron acompañar de numerosos asistentes y consejeros. Los ‘asesores’ no tardaron en enfrascarse en conflictos verbales que prometían tener duración desconocida e infinitas posibilidades. No era este el propósito de la reunión y me vi finalmente obligado a solicitar que todos se retirasen, a excepción del general Huerta, el general Díaz y mi secretario».
Los embajadores de EU en nuestro país, desde el intervencionista Poinsett hasta el actual, pasando por un “Tony” Garza que en los tiempos en que Bush buscaba cómplices para perpetrar su genocidio en la carne de Iraq, se atrevió a formular la advertencia al entonces presidente mexicano Vicente Fox:
No estamos pidiendo a México que le haga un favor a Bush. El se va a reducir a preguntar: ¿dónde estabas cuando yo te necesité?
Intolerable osadía. Hablé ayer, a propósito, de ese Henry Lane Wilson al que la historia señala como el autor intelectual del asesinato de Madero y Pino Suárez, muy por encima de los conjurados a quienes empujó al magnicidio: Huerta, Mondragón, Félix Díaz y Blanquet. Sigue aquí el testimonio del intrigante cuando decidió que “esta situación es intolerable, y yo voy a poner orden”:
“Aquel 18 de febrero de 1913 determiné que yo debía adoptar bajo mi propia responsabilidad una medida decisiva para restaurar el orden en México”. Y que entonces mandó llamar a Huerta y Díaz. El testimonio que rindió años después, ya como dipsómano caído de la gracia de Washington:
“No perdí tiempo y llevé a los dos generales a la biblioteca”. A los dos los había llamado con el exclusivo propósito de que terminara la situación que prevalecía en México durante los últimos diez días, situación que había significado la destrucción de diez mil vidas y de una enorme cantidad de propiedad pública y privada».
(Mañana. el final.)