Tea incendiaria

Hoy Francisco viajó por el Oriente y dejó y trajo la paz. Ayer Ratzinger cubrió la misma ruta, y tras de sí dejó una polvareda de  ira, estupor y crispación porque se atrevió a befar a los islámicos con corrosivos  vocablo como estos:

         Mahoma impuso su religión a filo de espada, y trajo con ella lo malo y lo inhumano.

Horrorosa acusación que me recuerda el episodio que Santo Tomás Moro relata en su Utopía, sobre cierto bocón:

“No contento con anteponer nuestra religión a las demás,  se alargó a condenarlas todas sin distinción, graduándolas a grandes gritos de profanas y calificando a sus secuaces de gente impía, sacrílega y merecedora del fuego eterno”.

Y al destierro el deslenguado por alborotador e indigno de pertenecer a la comunidad..

.        A diferencia de Ratzinger, los conceptos de Emilio G. Aguilar, islamólogo y sacerdote católico:

–  Me duele que hablen mal y con falsedad del cristianismo, pero cuando nos referimos a otras religiones, sobre todo al Islam, por qué olvidar el hermoso consejo evangélico: Trata a los demás, mira a los demás, encaríñate con los demás, como quieras que los demás te traten, te juzguen, se encariñen contigo.

Y el periodista judío:

Todos tenemos la suficiente religión para odiamos, pero no la necesaria para amarnos los unos a los otros.

La aparición del Islam (autor anónimo)  fue una llamada a la reforma que la Iglesia, saturada de éxitos desde Constantino el Grande, no supo captar.

Y el sacerdote católico: “Yo no quiero hacer aquí una apología del Islam ni tampoco denigrar al cristianismo. El punto germinal, raíz y razón del Islam, está en esta experiencia de Dios de ese hombre nacido en La Meca en el 570, y sobre el que todos eran unánimes al afirmar que era un hombre piadoso, honesto y caritativo, a cuyo buen juicio recurría frecuentemente la comunidad. Se le conocía por el sobrenombre de el piadoso, el equitativo, el amigo del necesitado y defensor del oprimido. ¡El hombre de acuerdo con Dios!

El profeta y el Islam nos recuerdan dos cosas: Allí donde nuestra postura no es coherente con lo que proyectamos sobre Dios, no es coherente con Dios, no puede venir de Dios. El es amor y el amor no distingue y lo que no se parece en nada al Dios amor y al Dios que ama a todos los pueblos y a todos los seres humanos no viene de Dios, ¡y nunca se mata más impunemente que cuando se mata en nombre de Dios!

Pero el fundamentalismo que atribuimos al Islam es una palabra que no conocen ni el árabe ni los musulmanes. Se la hemos aplicado hasta el punto de que cuando se habla de fundamentalismo todo el mundo piensa en el Islam. Estos días se ha podido ver el fundamentalismo judío: 250.000 personas que gritan por las calles de Jerusalén que quieren volver a la Biblia. ¡Y nunca se puede ser fundamentalista en nombre de Dios!

Todo el Islam es un rendirse sin condiciones a Dios; rendición agradecida puesto que todo vino de Dios, rendición que es la esencia y  la consecuencia del pacto que, según el Islam, hizo Dios con la creatura antes de que existiese.

Conceptos de Ibn Arabi, siglo XIII, puro cristianismo y humanismo puro: Hubo un tiempo en que yo rechazaba a mi prójimo si su religión no era como la mía. Ahora, mi corazón se ha tomado el receptáculo de todas las formas religiosas; es claustro de monjes cristianos, templo de ídolos y Kaabah de peregrinos, tablas de la ley y pliegos del Corán, porque profeso la religión del amor y voy a donde quiera que vaya su cabalgadura, pues el amor es mi credo y mi fe.

Dios, Alá. (Vale.)

La católica, ¿única religión?

Un agradecimiento a Jordania porque acoge generosamente a una gran cantidad de refugiados palestinos, iraquíes y en espacial de Siria.

Y que el Pontífice sabe que no es un viaje  fácil el suyo;  que cada palabra y cada gesto serán analizados al milímetro. Francisco alabó “la serena convivencia entre los fieles de diversas religiones”. Mis valedores: ¿alguna semejanza del presente viaje con la desastrosa visita de Ratzinger por tierras de Oriente?

El desastre ocurrió por septiembre del 2006. Yo, a la vista de las frases ofensivas de Ratzinger contra el IslamismoMahoma, su fundador, preguntaba:

¿De qué se trata esta vez, cuál es el propósito? ¿Incendiar, arrasar, provocar nuevos derramamientos de sangre inocente? ¿Que el medio mundo de Occidente incendie el medio mundo oriental? ¿Y después?  Como si no bastara la vesania de los perros de guerra del Pentágono y la Casa Blanca, ahora irrumpe de incendiario y cómplice de los genocidas ese personaje brotado de las juventudes hitlerianas y aliado incondicional del Imperio, el inquisidor investido de sumo pontífice. Porque este Ratzinger, a lo alevoso, acaba de provocar al mundo islámico con la requisitoria que contra algún teólogo musulmán arrojó en 1391 cierto emperador bizantino:

Muéstrame lo que Mahoma ha traído de nuevo, y solo hallaras lo malo e inhumano: expandir con la espada la fe que él predicaba.

Con Ratzinger ardió Roma, o casi, porque se tuvo que reforzar las medidas de seguridad en torno al católico provocador. Lo estipuló el corresponsal judío de la segunda guerra mundial:

Todos tenemos la suficiente religión para odiarnos, pero no la necesaria para amarnos los unos a los otros.

Y el sacerdote y misionero católico Emilio G. Aguilar, arabista e islamólogo, en documento que aún no acierto a entender cómo llegó a mi mesa de trabajo: “La dificultad de Occidente para entender el Islam viene del hecho de negarle a Mahoma esta experiencia, motor de toda su vida y de su obra; negamos su encargo profético, y entonces tenemos que buscar otros motivos que serán generalmente negativos: ambición de poder, liderazgo político, obra del diablo o de un esquizofrénico perdido. De ahí el desprecio y las calumnias que hemos amontonado. Y también indicar el camino que tenemos que desandar, el que señalaba el cardenal Tarancón en el segundo Congreso Islamo-cristiano de Córdoba: ¿Cómo se puede apreciar al Islam y a los musulmanes sin apreciar a su profeta y  los valores que han promovido la vida de éstos?”

La voz del prelado católico: Del Islam se ha hablado mucho y mal. Vamos a comenzar nosotros a hablar un poco y bien. La experiencia de Dios hace que tengamos un alma ecuménica, un alma hospitalaria con todas las creencias. Cuando ponemos vallas, límites y fronteras, desde luego no estamos haciendo lo que Dios quiere; es el signo más seguro de que no hemos hecho la verdadera experiencia de Dios”. Y que a Mahoma le siguió un puñado de fieles, y que este movimiento de hombres puesto en marcha por su predicación, que recuerda la sumisión total a Dios y la solidaridad y justicia con los más pobres, se presenta ante la sociedad clasista y materialista de Arabia y  La Meca como revolucionario.

Yo no quiero hacer aquí una apología el Islam, dice el susodicho sacerdote católico, ni tampoco denigrar el cristianismo. Creo que estamos poniendo las cosas en su sitio, y al hablar bien del Islam no hago más que cumplir lo que dice el Evangelio: Tratad a los demás como queréis que os traten a vosotros. (Esto sigue mañana.)

Lobo del hombre

¿Quién es la víctima? ¿Quién es el verdugo? La víctima somos todos nosotros, y todos nosotros el verdugo de todos. Todos somos el linchado y el que blandió el garrote y encendió la hornaza. Somos el protagonista de eso horroroso que ocurrió  ayer en Tláhuac, en Otumba, en Tlalpan, y hoy mismo en San Andrés Tlamac (Reforma),  donde dos policías fueron linchados junto a tres de ellos malheridos después de que un civil fue muerto a balazos.

Verdugos y víctimas son las masas, y todo en el mundo gira alrededor de las masas: los sistemas fascistas, los gobiernos autocráticos, los partidos políticos, los organismos sociales y los credos religiosos. Todos ellos gravitan en derredor de esas masas que para el socialismo utópico sólo sirven para gobernar y sólo para ser gobernados según el imperativo del capitalismo real. Los sistemas de poder, por asunto de ventaja personal y de grupo, han terminado por convertir el elogio de esos rebaños en una profesión en verdad lucrativa. Pero unos y otros sistemas de dominación se viven ensalzando al rebaño de perplejos, como lo llama Noam Chomnsy. Frente a la masa qué distinto el individuo de ideales…

Único, irrepetible e impredecible es el individuo. Rebelde a la mediocridad, rehúsa la vocación de esclavo. Carácter, inteligencia, personalidad, el individuo de ideales es capaz de pensar, de crear estrategias, de avanzar solo, a acierto y error, por caminos que abre  al andar, como dice Machado.

Pero también suele ocurrir, dicen Freud y algunos más,  que en ocasiones ese mismo individuo, por el peso de la soledad del que avanza sin más compañía que la de la propia libertad, llega a rendirse y se integra a la masa de entes todos iguales entre sí, y entonces desciende varios peldaños en la escala de la civilización,  su alma individual se diluye en el alma colectiva y sus pensamientos y acciones, al ser de la masa, son ahora impulsivos, tornadizos, viscerales, irreflexivos. Su actividad intelectual se ha erosionado en la misma medida en que se acrecentó su integración a la masa irreflexiva. El individuo se tornó bárbaro y es arrastrado por los movimientos espontáneos y la violencia, la ferocidad, el entusiasmo y el heroísmo de los seres primitivos. Lo heterogéneo del individuo se ha convertido en lo homogéneo de la masa, tan bien trovada por los demagogos…

Ya en su nueva condición como uno más de la masa, el individuo sacrifica fácilmente su interés personal al interés colectivo. Ha perdido su personalidad consciente y sólo obedece a las sugestiones del patriarca al que la masa buscó para acatar (a lo visceral, a lo irracional) su liderazgo. Porque el individuo ataca al líder; la masa lo acata. En él mira a su santón, su mesías, su iluminado; todo ello porque el rebaño es simplista y procede de acuerdo a la psicología del niño, y como él vive dando preferencia a lo fantástico sobre lo real y quiere ser sometido; necesita ser dominado, subyugado, tener y mantener a su  amo. Ahí el éxito del caudillo, de  los fascismos, de los falsos profetas. (Freud.)

¿Qué fue, entonces, del varón de ideales? Ocurrió que el Doctor Jekyll se transformó en Mr. Hyde, y ya convertido en masa se dispone a golpear raterillos, a desgarrar sospechosos de ser sospechosos, a descuartizar infelices que asaltaron a los pasajeros de un microbús. ¡A hacernos justicia por propia mano!, cuando mal  conocen la justicia. ¡Fuenteovejuna, señor! Cuando no se la ha leído. ¡Mátenlos!  En Tláhuac, en Tlalpan, en Otumba, en San Andrés Tlalamac, en…

¡Quémenlos vivos! (México.)

Del México bronco

Huautla, Oaxaca. Un muerto y siete lesionados es el saldo del enfrentamiento ocurrido entre simpatizantes del PRI y de la coalición integrada por PRD y PAN. Piedras, machetes, armas de fuego. Ojos, oídos y labios reventados. “Hoy perdimos, pero mañana los vamos a acabar”.

Bocas acezantes, ojillos que rebrillan de crueldad, garrotes en alto, trancas estrellándose en las carnes maceradas; acción recurrente en tantos poblados. Es México.

Miro en la foto un edificio en desgracia: puertas desencajadas, macetones quebrados, vidrios hechos pedazos y por el suelo semejante regazón de piedras, ladrillos, garrotes, cuajarones de sangre oreada. Miro tres fotos más, que certifican la violencia del choque entre granaderos y esas oleadas de gorrudos que arruinaron el inmueble municipal. El de la 22 en la diestra va caminando  y se mira dispuesto a todo. Pueblerino que ha sido pacífico desde el estallido de 1910, yo intento calcular cuánto habrán tenido que irlo exasperando desde el matancero del 2 de octubre del 68 hasta el día de hoy, para que un día, por fin, haya estallado en Tejupilco, en Ameyalco. Cuántos sexenios de corrupción, cuántas medidas gubernamentales adversas al paisanaje, qué de promesas siempre incumplidas, qué chorros de demagogia, qué de agravios no habrá tenido que cargar el paisano sobre los lomos para que, de repente, se haya decidido a afianzar esa 22 de cañón recortado y ande a estas horas con la sana intención de no dejar gobernante títere con cabeza.

Por lo pronto, lástima, ya sembró en el camino a ese de uniforme, polainas, casco y garrote de granadero. El de las fuerzas represivas ahí quedó, boca abajo, en un charco de sangre. Y qué coincidencia: el victimado pudiera haber sido, él también (morenillo, lampiño, jetón, quizá un diente de oro) pariente cercano del victimario. Miro la foto. Entereza sombría, sobrecogedora, la del nativo de Tejupilco, del de Ameyalco, del atenquense. Pienso…

¿Durante cuánto tiempo podrán todavía los del gobierno mantener a raya la iracundia del de las fotos? Y curioso, que solo y por la calle y el morral al hombro tan manso se el paisano. Pero no, que cuando ya le colmaron la medida, cuidado y entender que ahí, focos rojos en el mapa nacional, hacen guiños ominosos unas masas sociales que se van hartando de que les tomen la medida y les falten al respeto. Cuidado. Las armas nos dañan a todos y no son la vía para el cambio de nos urge y tendremos que llevar a cabo nosotros.   Mis valedores:

Miro las fotos del granadero muerto en Tejupilco y del herido en Ameyalco. Me quieren doler. Pero observa a aquel de las botas cuarteleras cuando descarga el brutal toletazo en los lomos de la mujer del rebozo. Ella, tan joven, tan delicada. Y entonces, pues…

La salud de los cinco policías lesionados en el enfrentamiento ocurrido en San Bartolo Ameyalco es estable, pero de pronóstico reservado, informó Jesús Rodríguez Almeida, Sec. de Seguridad Pública local.

En cuanto a la posibilidad de que los policías vayan armados a las manifestaciones, Rodríguez Almeida respondió: “Vamos a esperar el análisis que anunció el jefe de Gobierno respecto de los protocolos”.

El jueves pasado, en San Bartolo Ameyalco, más de 100 policías resultaron lesionados luego que diversos piperos y un grupo de lugareños se opusieron a la instalación de una tubería de agua potable.

 Tejupilco y Huautla anteayer,  San Salvador Atenco más tarde, y hoy mismo San Bartolo Ameyalco, fresca todavía su sangre derramada. Mis valedores: La pradera está seca. (¡Cuidado!)

Despiertan al México bronco

Esta vez San Bartolo Ameyalco, delegación Alvaro Obregón de esta ciudad, es el escenario del enfrentamiento que el a media semana se suscitó entre vecinos armados y policías sin más protección que sus escudos de tarea. Agua, rumores, sospechas, negocio de los piperos, en fin. La reyerta arrojó cientos de civiles y policías lesionados, algunos de ellos de gravedad. Que de aquí en adelante los granaderos se presenten armados ante incidentes como el de San Bartolo Ameyalco propone el jefe de la policía capitalina,  Jesús Rodríguez, ante la Comisión de Derechos Humanos del DF.

Yo, frente la noticia, recordé los casos de Huautla, Oaxaca, y Tejupilco y San Salvador Atenco,  del Estado de México al cuidado de Peña.

¡Que se cuiden las espaldas esos perros, porque mañana, y hoy mismo, el muerto será uno de su lado. El pueblo de San Salvador Atenco tiene licencia para machetear a cualquier militar, policía o granadero!

Terrible la violencia verbal de América Valle, hija de Ignacio del Valle, líder del Frente de Pueblos en la Defensa de la Tierra, con sentencia de más de un siglo de prisión y ya liberado del penal de alta seguridad de El Altiplano. Mis valedores:

Estoy observando las fotos, y el espeluzno: Rostros hinchados, cráneos descalabrados, bocas y manos que chorrean sangre. Miro este cuerpo tronchado, y este otro que con rodillas y codos se clava en el pavimento, y uno al que cuatro de uniforme derriban a garrotazos, y uno más al que llevan a rastras, y me pongo a pensar: cuánto hace que las primeras planas no se ensangrentaban hasta tal grado. Sangre de civil, y ahora pronto sangre de policía desarmado, resquebrajado en San Bartolo Ameyalco el día de hoy, como ayer ocurrió en Atenco y en Huautla y en Tejupilco anteayer. Es México.

Tejupilco. Dos policías y un civil muertos y más de 60 lesionados fue el saldo del enfrentamiento suscitado entre miembros de seguridad pública del Estado y dirigentes militantes perredistas, quienes protestaban contra el fraude electoral y mantenían un plantón desde hace 30 días frente al palacio municipal…

Lo dicho, mis valedores: Huautla, Tejupilco, Atenco, Ameyalco. Miro la foto de ese nativo con fondo de humo y llamas, destrucción y sangre derramada. Lo observo. Yo  a este ya lo conozco, lo reconozco. Si no es mi paisano pudiera serlo. Entre más miro la foto  más me convenzo de que el cristiano pudo nacer en mi tierra, y aun ser de mi misma camada: la vestimenta de mis paisanos, el mismo gorro de palma, los huaraches, la chamarra y al hombro el morral. Como ranchero que acabara de bajar desde La Villita hasta mi Jalpa Mineral. Manso de corazón. Pacífico.

Miro la foto: éste se  llama Juan, Pedro, o Ramiro, y se apellida Llamas o Muñoz. (¿Mojarro?)  Lo conozco, lo calculo hombre de bien. En sus terregales siembra maíz, frijol, calabazas. Los domingos baja a la misa de doce, y ya con la bendición encima se desbalaga por el Barrio Alto: sal, azúcar, cigarritos, baterías para el radio. Más tarde el trago para entonar el cuerpo, y arrendar para el rancho, ya al pardear, a aquello de entre dos luces. Y la paz…

Pero no, que ese de la foto en el morral no carga cigarros ni envoltorios de azúcar y sal, sino piedras. En la diestra no afianza el de transistores, sino una calibre 22 negra, cañón recortado, con el tambor empanzado de plomos, y ahí rugientes las bocas, los ojos rebrillosos de crueldad, garrotes y trancas en alto. (Esto sigue mañana.)

Nueva oportunidad para la paz

El Salvador. Que durante el conflicto armado de 1980-1992, acusa Baltasar Garzón, mujeres, niños y ancianos fueron eliminados en despliegues operativos que exterminaban masivamente a la población. ¿La justicia?

“Una de las matanzas fue ejecutada bajo el mando del coronel Sigfrido Ochoa Pérez. hoy diputado en la Asamblea Legislativa. Ni una persona ha sido responsabilizada por estos crímenes de lesa humanidad”.

¿Y entonces la firma de la paz? ¿Y El Salvador,  ya pacífico después de esa ceremonia oficial? Recuerdo aquello ocurrido el 16 de enero de l992 en el Castillo de Chapultepec. Como final del protocolo que marcaba la paz entre la guerrilla y el gobierno de El Salvador Shafick Handal, vocero del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, depositó su AK-47 en manos del mediador, presidente   Salinas, y al recordar los años de la guerrilla, Handal rubricó la ceremonia con una expresión vulgar, escatológica y humanísima:

– Hijueputa! Esta mierda se acabó…¡y nosotros seguimos vivos!

¿Pero El Salvador hoy día? ¿La paz en aquel país?  Pero bandazos que da la historia: sería el presidente  Mauricio Funes, ex-guerrillero del FMLN, el que en la ceremonia conmemorativa de los acuerdos de paz que marcaron el término a 12 años de conflicto bélico que arrojó  un saldo de 75 mil cadáveres y 12 mil desaparecidos, se refirió a las aberrantes violaciones de los derechos humanos y a los abusos perpetrados en nombre del Estado salvadoreño:

 “Pido perdón a las madres, padres, hijos, hijas, hermanos, hermanas que no saben hasta el día de hoy el paradero de sus seres queridos. Pido perdón al pueblo salvadoreño, que fue víctima de la violencia atroz e inaceptable”. Bandazos que da la historia.

Ese es El Salvador, mis valedores, país de luces y sombras, donde el poeta guerrillero Roque Dalton fue asesinado por la propia guerrilla, mientras que una bala asesina abatía en plena celebración del oficio litúrgico a monseñor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, para que su asesino intelectual, un Roberto D’Abuisson ultraderechista fanático, fuese muerto poco tiempo después por la gracia de un cáncer fulminante, que de paso iba a llevarse a uno de los secuaces de la ultraderecha, José Napoleón Duarte,  presidente de El Salvador. El Napoleón del trópico.

Fue entre diciembre de 1980 y mayo de 1982, con este Napoleón como jefe de la junta de gobierno, cuando  se registró una de las épocas  más sangrientas y enconadas del conflicto armado que tuvo su desenlace años más tarde en el Castillo de Chapultepec.  Este mismo represor inició diálogos con la guerrilla en los años 80, mientras que al mismo tiempo viajaba a Washington, donde se originó el incidente que ha quedado para la historia de la abyección pública: rodeado de diplomáticos y funcionarios gringos, de repente Napoleón  cayó de rodillas ante la bandera de Norteamérica y a ojos cerrados se puso a besarla. Al ponerse de pie ya había conseguido la ayuda militar del gobierno para combatir a la guerrilla. Yo, suspicaz: sus métodos y experiencias en relación a la ayuda militar de Estados Unidos pudiesen servirnos para sopesar acuerdos, alcances y consecuencias de concesiones como el “Plan México”, enmascarado en su disfraz de “Iniciativa Mérida”.

Hoy, los retos del nuevo presidente, Salvador Sánchez Cerén, que en  semanas  iniciará su gestión, van a ser, como en México cada fin de sexenio,  “los problemas de siempre”. En fin.

Luces y sombras, tan pequeño y tan grande. (El Salvador.)

 

 

Reforma energética

Los mexicanos deben esperar al menos otros 19 gasolinazos.  P. J. Coldwell, Sec. de Energía.

Estremecido te invoco, payaso del arrabal; te honro en esta hora aciaga; en los días del desánimo yo te saludo, juglar de la boca-calle. Mis valedores:

Fue ayer tarde, a esa hora mortecina en que las farolas acosan la tarde y la fuerzan a huir. En la banca del parquecillo mi amigo y  yo rumiábamos asuntos del sentimiento, de los amores idos, del tiempo que pasa para nunca más, de las cosas que en el camino se quedan, de que nosotros, los de entonces… Y aquel suspirar…

Más allá, la vida que pasa a frenazos, acelerones, altisonancias. De coche a coche el rumoroso panal de los buscavidas: chicles, flores y esas fregaderitas de plástico con las que medio México sobrevive vendiéndolas a la otra mitad. Y entonces ah,  pobre payaso: malabareaba sus pelotas (de goma); y de mano en mano se le cuatrapeaban, y allá va la pelota verde, y acá le rebrinca la roja, y allá le rebota la azul, y tiene que alagartarse bajo la panza del Neón en procura de la amarilla, que hasta allá fue a dar. Pobrín.

–  Tú y yo aquí tristeando, cuando ese pobre payaso…

Mi amigo se le quedó viendo. “A ese yo lo conozco. Claro, sí, el Boquerones. Vamos a verlo de cerca”.

Joven de cuerpo, moreno, pintarrajeado el semblante, en la testa greñuda una peluca ya medio calva. Mi amigo se le acercó: “¿No es usted tragafuegos?”

– El mejor del rumbo. ¿Por qué la pregunta?

– Veo que cambió de giro y anda haciéndole a la payasada…

– Es que el hambre es carbona, y a puras pelotas hay que aplacarla.

Y que si podría hacer para nosotros la suerte del lanzallamas, y que los ando haciendo sobre pedido, y que cotícense y me llegan al precio.

Cerrado el trato entró en una caseta de velador, abrió un par de candados y sacó, como manejando nitroglicerina, una latita de gasolina. “Sésguense, que ái les voy”.

Trozó el aire la primera columna de fuego, con la lata alcoholera sujeta entre dos brazos. Y allá va la segunda, y la tercera, y ya. “Servidos, mis estimados”.

¿Ya? ¿Fue todo? Pagamos, y el traga-fuego a seguir haciendo el ridículo con sus pelotas (de goma), que a lo chambón pasaba de mano en mano.  La tristeza, en vez de írsenos,  se nos enconó.

–  ¿Por qué el Boquerones mudaría de profesión?

– Por qué ha de ser, por el costo de la gasolina. ¿Te fijaste en las llamas que lanzaba en su acto espectacular?

– El chispoteo, dirás. Más antes unas columnas de fuego que encendían la vía pública. Horrísono el zumbar de unas llamas de infierno de Dante. Ah, aquel órgano de fuego como de mancebo dotado. ¿Y el de hace rato? Un organillo de viejo, moco de guajolote. Unas llamas fueron como el sol de invierno y las amantes frígidas: calientan, pero no satisfacen.

– Pues sí, pero el Boquerones qué culpa tiene. Harto hace él. ¿No ves que para cubrir los costos de la gasolina en el tiempo de Peña la campechanea con agua al 85 por ciento? Por eso fue que de fuego salía nomás el chisguete y un rociadón de agua, baba y gargajos que hasta me alcanzaron a salpicar. El rugido del fuego, ¿no lo notaste? Con la garganta, estilo ventrílocuo: ¡fuzzz, fuzzz..!

Y que ya nomás se echó tres, cuando antes unas columnas de fuego para iluminar el mundo. “Porque en México todo se va degradando. Al igual que en los chorros de lumbre del Boquerones, todo en nosotros ya más que el fuego es la pura saliva”.

Callamos. Nos fuimos yendo por la penumbra de un ensayo de noche todavía sin amacizar. Más melancólicos que antes. (Ah…)

Vidas paralelas

¡Oh, Dios, el Papa nos ha visto! ¡Y nos ha dado su santísima bendición!

– ¡Si, María, ahora todo irá bien! ¡Jesús  está con nosotros! ¡El Santo Padre nos ha visto, ha escuchado nuestros ruegos! ¡La tierra será buena otra vez!

 ¡La lluvia llegará, Miguel!!

Ella, agradecida, volvió su mirada al cielo y soltó el llanto. El sacó una imagen de Juan Pablo II. Se arrodilló y empezó a musitar: Padre nuestro que estás en los cielos…”

Con que su santísima bendición. En fin, que ya el católico cuenta con su San Juan Pablo II. Más dificultoso el llegar a ser cristiano. Pero hablando de altares y aureolas:

Un santo como San Juan Pablo II, pero mucho más milagroso y caritativo, me visitó anoche  en sueños, y en mis sueños pude reproducir las diversas visitas que me han llevado hasta su templo y su altar de abigarrados adornos. Como arropado en magia y encantamiento me volví a ver en su templo entre mármoles, tibieza y calor de ceras ardientes, arpegios de música y búcaros que se derraman de toda suerte de flores, ofrenda de sus feligreses. En mis sueños volví a enfrentar al santo rostro con rostro y sentir su mirada en la mía. “Protector de  desamparados, que a mí también…”

Ahora en sueños miraba a los devotos que acuden a agradecer el auxilio de su seráfico valedor. Los observé no de rodillas ni gacha la testa, sino de pie, pecho enhiesto, pupilas ardorosas, el fervor en el rostro y la confianza en su santo protector. De aquí y de allá, de todas partes acudían los devotos a agradecer la protección del benemérito. Edificante.

Porque el santo en su templo aglutina y congrega una muy especial feligresía, puro amoroso fervor, esperanza pura y agradecimiento a raudales. Aquí se trata de un santo verdadero, al que no abofetean el rostro señalamientos ni acusaciones de corrupto. Un santo de verdad, no un personaje polémico y controvertido al que una maniobra politiquera le enjaretó esa aureola que le sentó como unos aretes al irracional.

En sueños visité el templo del santo, donde  los devotos sacaban a relucir fulgores de pensamiento mágico, milagrero y prodigioso, y hoy mismo, al despertar, me he puesto a redactar este mi respetuoso pedimento a quien corresponde:

Francisco, sumo pontífice: ¿por qué no instalar a este  santo  junto al polaco? Porque de santo a santo, Su Santidad: dineros como los que mercaron la aureola polaca, al santo le llegan por carretadas. Como al de El Vaticano, los cercanos al santo viven en palacetes. Como entre los jerarcas que en vida rodearon a San Juan Pablo II, los del santo le fomentan una popularidad mediática que  día con día se extiende a más vastos territorios. Yo de usted solicito, Su Santidad:

Si a 9 años de su muerte tuvo a bien embrocar la aureola al manipulador de los fondos del Banco Ambrosiano y los Legionarios no de Cristo, sino del hijo de toda su reverenda Maurita (por cierto, ¿sigue el proceso de beatificación de la madre de Maciel?); si fue capaz de trepar a los altares al socio de la Tatcher y Reagan para empobrecer más a los pobres con la imposición del sistema neoliberal, ¿ y el santo que en vida quitó a los ricos para remediar el hambre de las víctimas del hacendado? ¿El santo que también recibe los dineros procedentes de la droga no merece una aureola como la del polaco?

Vidas paralelas son el polaco y el sinaloense,  Su Santidad. ¿Por qué no reconocer, como a Juan Pablo II, al santo  protector de  narcotraficantes,  Jesús Malverde?

¿Sí? (Vale, pues.)

Paranoicos

Los rostros de México, mis valedores. Por desalentar la migración de artesanos sin empleo y campesinos sin tierra que por afanes de sobrevivencia dejan sus derrumbaderos de la provincia para buscarla en este hormiguero descomunal, a quienes andan en agencias de engrosar el río de  migrantes les digo:

Paisanos de la provincia: ya no vengan a la ciudad capital. Abandonen toda esperanza de esta ciudad como tabla de sobrevivencia, porque si malo es el derrumbadero en que malviven hoy y peor la aventura del indocumentado en Texas, lo que es en este hormiguero –que tan monstruoso amontonamiento de humanos hemos terminado por deshumanizar, lóbrega paradoja-, ya es punto menos que imposible la empresa de sobrevivir. Si observasen ustedes los rostros del habitante de esta ciudad, sus facciones tensas. Y esos ojos…

Ah, los ojos de los que a lo ausente se apretujan en la calle, la avenida, el bulevar; de los que van, de los que cruzan a lo apresurado, rumbo a todos los rumbos, tantos de ellos sin rumbo…

Si vieran ustedes las miradas del capitalino asentado en la colonia periférica a esa hora en que, oscura la mañana, desde la esquina del barrio bajo lanzan largas miradas hacia el lado de la calle donde hace horas aguardan el autobús. Y es que al otro extremo de la ciudad los acecha el reloj checador de las nueve en punto, y ya en el microbús: ah, esas miradas del que se asoma por la ventanilla, porque el tránsito se arrastra a vuelta de rueda, y estamos a medio camino, y un retardo más significa el desempleo, la miseria extrema, el ambulantaje, y a sobrevivir con la venta de tarugaditas de plástico. En el metro, si vinieran a ver: esa que a lo desatinado, sacudidas y bamboleos, enjarra en su rostro menjurjes y con una cuchara se enchina las pestañas  en tanto que esa otra cabecea de un sueño interrumpido a la viva fuerza de la necesidad. Si las vieran…

Si vieran las tensas miradas del vendedor que a cielo abierto y a pura garganta asalta a media calle al del volks  y le apronta sus aguacates sin semilla –los del huicolito-, y el paquete de chicles y las tiznaderitas de artesanía con las que la mitad de los mexicanos sobrevive vendiéndolas a la otra mitad. “Diez varos le vale”. Ojos tensos, ojos ávidos, que van desalados detrás del posible cliente de una mendicidad disfrazada de limpiador de parabrisas. Si vinieran a verlos…

Ah, las tensas miradas de ese manojo de nervios que, tras el volante del volks, intenta rebasar la luz preventiva mientras se cuida de la tarascada de la patrulla azul, y trata de descubrir, cuadras adelante, la causa del embotellamiento y el huequito en la banqueta donde deshacerse de la cucaracheta y seguir a pie firme, o se nos frustra la cita, o se nos va el avión, o terminamos por mojar los pantalones, Dios

Y las miradas de los desempleados que miran el amanecer recargados en las rejas de catedral, la cajita de herramientas al pie: yesero, albañil, fontanero, milusos; y los ojos de quienes dejan su vida encuevados detrás de la ventanilla de Rezagos Varios, o del ama de casa que hace cola frente al hidrante, el expendio de tortillas, de la leche de Conasupo…

Antes de venirse a esta ciudad imaginen los ojillos de esos muchachejos que por conjurar la realidad de una ciudad que imaginaron madre y les resultó madrastra, buscan la escapatoria en la “mona” de thíner o con cemento construyen sus castillos en el aire y andan por ahí sonámbulos, flotando en la irrealidad, la mirada ausente en una ciudad que los aplasta. Los rostros de la ciudad. (Vale.)

Los reverendos paidófilos

La doble moral del clero católico, mis valedores. Hace algunos ayeres, ante  los casos de paidofilia de un Martín surcar-Nacif y demás casos de aberración sexual que escandalizaron a las buenas conciencias, el clero fulminó a quienquiera que fuese acusado de practicar el delito asqueroso de violación a niños y adolescentes:

Todo aquél que cometa pecado mortal, como los pederastas, debe ser castigado por la ley y excomulgado.

Muy bien,  pero luego de conocerse el caso de un sacerdote violador de niños y la exigencia popular de la aplicación de la ley contra el delincuente, ahí se alzó  desde el púlpito el criterio de las sotanas:

¿Pederastia entre los sacerdotes? Nosotros no somos jueces, y el que esté limpio de pecado que arroje la primera piedra.

Hoy mismo, a principios de esta semana, la noticia señala a la Arquidiócesis de San Luís Potosí de complicidad por encubrimiento en el caso de un sacerdote que en el 2011 abusó de  un jovencillo de quince años. “La víctima fue violada después de que el sacerdote le ofreció cerveza y una pastilla para relajarse. A los padres de la víctima se les hizo firmar una declaración jurada ante Dios para mantener el hecho en secreto y estricta reserva”. (¿Un cómplice su Dios, al que manosean a lo chabacano?

Pederastia. Ahora mismo me viene a la mente otro caso de violación por parte de la sotana a un niño del catecismo. Miro la foto del degenerado, un fulano de unos 25 años, atavío de sotana y capa pluvial. El “religioso”, joven aún, ya se advierte fofo de carnes, mofletudo y rollizo bajo su vestidura blanca con motivos religiosos: la cruz, la paloma, el alfa y la omega, el pez. Un sacerdote, sí, un paidófilo más, éste, encuevado en alguna capilla escondida en la Sierra Norte de Veracruz.

¿Los hechos que incriminan al paidófilo? Los consabidos: con el pretexto de impartir clases de catecismo, y como los servicios del culto requieren de monaguillos, el “reverendo” convocaba a niños de la localidad, de entre ellos seleccionaba a la víctima, y ya cuando la había acorralado en algún rinconcillo de la sacristía, la carnada: que te voy a enseñar ajedrez, te acompaño en tus juegos y te ayudo en la tarea escolar. Yo siempre estaré contigo, pero tú sé buenito conmigo. Y entonces…

-El padre me empezaba a besar en la boca, me metía su lengua, me abrazaba, me apretaba mi

cosa. Que me quería mucho y cerraba sus ojos, resollaba recio y se me iba restregando…

La historia de siempre: entera su potencia sexual  y ayuno de mística y temple para domar su naturaleza, el sacerdote desfoga los impulsos de libido con quienes y en quienes supone que peca con menor peligro, siempre arropado por sus superiores. “Dejad que los niños vengan a mí”.

– Me acostaba en una cama de la casa parroquial y yo sentía su miembro. Me lo apretaba y me lo refregaba en mi cuerpo. Me besaba el cuello y me acariciaba mis piernas y brazos, diciéndome que me quería mucho. Luego me bajaba los pantalones y…

El crimen clerical, perpetrado en sacristías y habitáculos de sacerdotes enfermos y degenerados, permaneció oculto, o casi,  hasta que afloró toda la suciedad del Maciel legionario “de Cristo”,  al que de nada sirvió la protección que le prestaba Juan Pablo II. Frente a panorama tan aberrante alardeó el obispo Leopoldo González  cuando Sec. General de la Conferencia del Episcopado Mexicano:

¿Curas pornógrafos y pederastas? Entre más humanos nos vean más nos van a apreciar. (¡Uf!)

Más de sotanas temperamentales,  jariosas e incontinentes, después. (Vale.)

Convicciones de rastrojo

Y va de mulas, mis valedores. Dije a ustedes ayer que en busca de locaciones para su nueva película y porque en pleno desierto de Marruecos le falló el transporte, el actor Tom Hanks tuvo que agenciarse una mula. Cité el incidente y lo empalmé al caso de un cierto Mr. McCrea,  chofer de un camión de transporte en EU que, frustrado por los reglamentos del gobierno, vendió su camión y se compró una mula. La prefiero, afirmó.

Yo, dije a ustedes ayer, durante algún tiempo cabalgué una mula de manejo  fácil que me transportaba por la ruta que  la rienda le iba marcando. Pues sí, pero mulas vemos, convicciones no sabemos. Un mal día, de repente, la mula matrera pegó el respingo y un chaquetazo que me arrojó al piso. Me alzaba, dolorido, cuando lo vi pelar una hilera de dientes amarillentos y luego volverse y colocar sus cuartos traseros frente a mi cara, para luego dejarme ir una corrompida ventosidad. Asqueroso.

Y allá va la acémila después la defección, trotando, toda jocundia, en dirección contraria a donde hasta entonces se conducía. Yo, por entender conducta tan aberrante,  investigué, y entonces… ¡madre Tula! ¿Sabe, Mr. McCrea, lo que ocasionó la defección de la acémila? De no creerse: ¡fue un puñado de mazorcas que desde el maizal de Los Pinos le badajeó el amansador de mulas e intelectuales orgánicos que ante las masas pasan por ser muy honestos y muy de izquierda, tal como fingía ser la mula de marras! ¡Muy de izquierda todos esos, y no salen del maizal! Unas mazorcas compran valores morales, principios éticos, varonía, dignidad, vergüenza, decoro, en fin. Traicionera resultó la acémila que por aquel entonces encabezaba el sindicato en el que yo era delegado sindical. Un Pérez.  Todavía candoroso, yo entre mí decía:

¿Tan deleznable es la condición de las mulas? ¿De nacimiento lo son, o es vicio aprendido? ¿Las enviciaron sus tiempos de muertas de hambre? ¿La presente crisis de valores? No lo entendía, y aun escribí: “Me resisto a creer que mulas de esta condición padezcan un hambre tan compulsiva que un talego de mazorcas las lleve a defeccionar.  ¿Harinolina y rastrojo no les llenan la panza, que así pierden todo decoro, toda la dignidad, y van a culimpinarse y servir no a los intereses de todos nosotros, sino a los del amansador?” Lóbrego.

Golpeado y adolorido,  asqueado y colérico, reflexionaba: y pensar que a lomos de mula tan traicionera creí que podría llegar a tierras de mi querencia; y pensar que en noches cerradas avancé a ciegas, confiado en el puro instinto y en la supuesta nobleza del animal; y pensar que bordeando barrancas y desfiladeros en noches de cerrazón la dejé suelta de rienda, atenido nomás a su supuesta lealtad. Hoy, aunque tarde, me explico la causa de que el camino fuese un puro fracaso y una pura decepción: ya la acémila, para aquel entonces, saboreaba rastrojo y  mazorcas del ajeno maizal. Mula baquetona…

Yo por aquel entonces era un ignorante total en cultura política, y como hoy mismo algunos de quienes pueblan el país, vivía esperanzado en  que de la recua esta mula o esta otra me llevaran a donde quería yo llegar.  Ilusionado viajé a lomos de acémilas tan traicioneras como las de Tlatelolco y San Cosme, pero eso sí: curado ya del candor, nunca  volví a cabalgar en acémila alguna,  fuese tricolor, colaboracionista o del Verbo Encarnado. Mis valedores:

¿Alguno de ustedes se arriesgaría a trepar en los lomos de una de esas acémilas pragmático-utilitaristas, convicciones de rastrojo y nuevaizquierderas?  (Agh.)

Mulas

Hoy me refiero, mis valedores,  a las mulas y otros especimenes. La nota del matutino fechada el viernes pasado  asegura que la pinchadura de un neumático de su vehículo obligó al actor norteamericano Tom Hanks, que viajaba por alguna zona desértica de Marruecos en busca de la locación adecuada para su próxima película, a tener que  transportarse a lomo de mula.  Hanks tuvo que conseguir tres mulas para él y sus dos acompañantes, y aquí la curiosa coincidencia: que hablando de mulas también un paisano del actor tuvo que ver con tal clase de animales. La nota, fechada ya hace algunos ayeres, llegó de Sandpoint, en los Estados Unidos:

N. McCrea, chofer de un camión de transporte, frustrado por los reglamentos del gobierno, abandonó su oficio y se compró una mula. Prefiero las mulas, dijo. Hoy es su medio de transporte.

Yo, en leyendo la nota, envié al camionero desertor un mensaje que ahora pudiese dedicar al susodicho Tom Hanks, que a la letra dice:

Leve escozor me produjo su decisión, Mr. McCrea. Si a usted la experiencia con los camiones le fue negativa, a mí la de una mula me resultó catastrófica, por lo que yo le aconsejo: cuídese de un camión, pero más de una acémila, traicioneras como son todas las de su raza.  Aquí, por si pudiese aprovecharle, mi mala experiencia con una mula maicera.

Mexicano soy. Mucho tiempo viajé a lomos de mi animal. Alto, buena alzada, percherón, parecía la pura verdad, aunque yo nunca le tuve confianza, que si lo utilicé fue porque me lo impusieron los de mi pueblo.

Largo era el tramo por recorrer, tortuoso y plagado de dificultades, pero la montura me llevaba a buen paso, y todo iba bien. Graneada y robusta, ovachona, la acémila que le cuento parecía ser de condición, muy distinta a las mulas con las que el paisano de México se topa todos los días. Broncas como son las demás, la que yo montaba era mansa y de trote fiel. Resabiadas las otras, atravesadas, alebrestadas y levantiscas, esta era de fácil rienda y leal a mí, su jinete. Matreras algunas más, que avanzan pajareando ya a la derecha o ya al estilo de nueva izquierda,  la acémila que le cuento parecía ser firme en su paso y avanzaba sin corcovos, en rectitud. Esto, al menos, hasta hace cosa de varios meses, porque  mulas vemos, defecciones no sabemos.

Porque ocurrió, Mr. McCrea, que de repente, sin más ni más, cuando yo más  confiado avanzaba a lomos del animal, cuando le había soltado la rienda siempre confiado  a su instinto y a su buena condición, aquel mal día, de improviso, ¡tíznale, que la muy mula pegó el chaquetazo! “¡Hija de tu burro manadero! ¿Qué jicotillo te fue a picar, que así chaqueteas?” Ah, la condición de las mulas…

No se confíe demasiado en su acémila, Mr. McCrea. Cualquier día de estos, sin previo aviso, puede darse el sacón y pegar el reparo, como esta mula de siete cuartas, hija del siete de espadas. ¿El nombre de la tal? Más adelante.

De no creerse: apenas pude alzarme del suelo, quebrantado todo de cuerpo y ánimo, ahí vi que la acémila me observaba con ojillos burlescos, y que en silenciosa carcajada pelaba una hilera de amarillos dientes de animal bien graneado, y lo peor:  de súbito se volvió, me plantó en plena cara sus cuartos traseros –transeros-, y que alza la cola, toma una tarascada de aliento, y entonces, en mis puras narices ¡rájale!, la ventosidad corrompida y esa coz que, si no me agacho…

Mula dejara de ser. Allá va la desvergonzada después de la defección, trotando, eructando a…

(De otras mulas, mañana.)

Macabrón

Felipe IV de España, uno más de los pequeñajos que han logrado trepar al poder. Como rey, Felipe (1605-65) nos resultó un  mediocre, y tanto le pesó la corona que entregó las llaves del gobierno a un tal Conde-Duque de Olivares, el Manlio Fabio de por allá. El mediocre falleció de pura tristeza, destino que es de los pobres de espíritu. Macabrón.

Este Felipe mediocre de facha, intelecto y carácter, iba a ser el  destinatario del célebre Memorial que a lo subrepticio le deslizó aquel mi señor don Francisco de Quevedo y Villegas, genio de genios del Siglo de Oro español. En los pareados del Memorial Quevedo echa en cara a Felipe ser el causante de achaques y tribulaciones que azotaban al noble pueblo español, y que iban del enriquecimiento inexplicable de algunos voraces a la extrema miseria de los entenados del reino. Esto, a mediados del XVII español. Males fueron aquellos que la España del Cid soportaba a lo estoico. El Memorial iba a llevar de la mano a Quevedo hasta una acogedora mazmorra del rey,  rencoroso y vengativo como todos los de su alzada.

Muchas excelencias se le advierten al Memorial: las acusaciones con que Quevedo chicotea la cara al monarca son las que nosotros pudiéramos enderezar contra cualquiera que haya posado sus reales en el sillón de Los Pinos. Dice:

Católica, sacra y real majestad – que Dios en la tierra os hizo deidad; – Un paisano pobre, sencillo y honrado – humilde os invoca y os habla postrado.

El honrado, pobre y buen caballero – de plano, no alcanza ni pan ni carnero. – Perdieron su esfuerzo pechos españoles – porque se sustentan con tronchos y coles. – Cebada que sobra los años mejores – de nuevo la encierran los revendedores. – Madrid a los pobres pide mendicante – y en gastos perdidos es Roma triunfante. – En vano es que agosto nos colme de espigas – si más lo almacenan logreros que hormigas. – En vegas de pasto realengo vendido – ya todo ganado se da por perdido.

Perpetuos se venden oficios, gobierno – que es dar a los pueblos verdugos eternos. – Si a España pisáis, apenas os muestra – tierra que ella pueda deciros que es vuestra. – Los que tienen puestos, lo caro encarecen – y los otros lloran, revientan, perecen.  – Crecen los palacios, ciento en cada cerro – y al pobre del pueblo, castigo y encierro.

Plazas de madera costaron millones, – quitando a los pobres vigas y tablones. – Un ministro, en paz, se come de gajes – más que en guerra pueden gastar diez linajes. – Nunca tales gastos son migajas pocas, – porque se las quitan muchos de las bocas. – Los ricos repiten por mayores modos: – ya todo se acaba, pues robemos todos. – Y así en mil arbitrios se enriquece el rico, – y todo lo pagan el pobre y el chico.

El vulgo es, sin rienda, ladrón y homicida – Burla del castigo, da coz a la vida. – ¿Qué importan mil horcas, dice alguna vez,  – si es muerte más fiera hambre y desnudez? – Consentir no pueden las leyes reales – pechos más injustos que los desiguales.

Las plumas compradas por Dios jurarán – que el palo es regalo, y las piedras, pan.- Contra lo que vemos, quieren proponernos –que son paraíso los mismos infiernos. -Las falsas lisonjas son flechas cubiertas. Porque lo demás todo es cumplimiento – de gente servil, que vive del viento. – Si en algo he excedido, merezco perdones.- ¡Dolor tan del alma no afecta razones!

Y la crueldad de los débiles: apenas leer el Memorial, ¡a la mazmorra el genio del Siglo de Oro español. Es la historia: ayer, la España de Felipe. Hoy, el México de Felipe y Peña. ¿Y el país de nosotros? (¿Ese qué?)

Salario mínimo

Los ricos repiten por mayores modos: – ya todo se acaba, pues robemos todos. – Y así en mil arbitrios se enriquece el rico, – y todo lo pagan el pobre y el chico.

La requisitoria de Quevedo a Felipe IV y sus potentados pudiera aplicarse hoy a un México ahora ya sin Felipe, pero sí con Peña, jerarca de un país donde se perpetran los dos delitos fundamentales que denuncia el clásico: la pobreza y la riqueza. Sin más. Por cuanto al salario mínimo, y respetando la sintaxis del documento:

Hoy cuatro millones 435 mil 896 mexicanos perciben un minisalario, y dos millones 127 mil ganan de tres a cinco mínimos. El incremento salarial es insuficiente en comparación con el de los precios de los alimentos que las familias requieren para un desarrollo saludable, lo que explica la pérdida del poder adquisitivo del salario. (“Un país fuerte necesita salarios justos”, afirman los autores de la iniciativa sueca que propugna un salario mínimo de 25 dólares por hora.)

Desde 1987 el precio por día de la Canasta Alimentaria Recomendable, CAR, registra un incremento de cuatro mil 582 por ciento. En ese año se requerían 3.95 pesos diarios para comprar una canasta y media. Hoy las familias sólo pueden adquirir una tercera parte de los productos que la integran.

Desde diciembre del 2012 el poder adquisitivo registra una pérdida acumulada de 3.45 por ciento. Del primero de enero del 2013 al pasado 12 de abril la Canasta alimentaria aumentó 7.62 por ciento, y el salario nominal diario tuvo un incremento del 3.90 por ciento.

Desde 1982, por la instrumentación de distintas políticas económicas el consumo de productos básicos como leche, tortilla, pan, frijol y huevo, ha disminuido. En enero del año referido podían comprarse 18 litros del lácteo con un salario mínimo, y hoy la percepción alcanza para cuatro litros.

La tortilla es uno de los alimentos básicos de la cultura mexicana, y por generaciones ha estado en nuestra dieta diaria. Hace 32 años se compraban 50.9 kilogramos con un minisalario. En abril pasado el ingreso cubría el precio de 5.8 kilogramos.

En el mismo periodo, la merma en el consumo de pan blanco fue la siguiente: en 2014 sólo pueden adquirirse 38 de las 280 piezas que se compraban en 1982. Asimismo, las familias limitaron el consumo de frijol. Con un salario mínimo se compran hoy 3.3 kilogramos de los 11 que se adquirían hace tres décadas, detalla el estudio correspondiente.

De acuerdo con los resultados del cuestionario de precios, en abril pasado el costo promedio de la canasta básica fue de 184.96 pesos. En mercados  y locales aledaños se erogaban 186.35 pesos, un peso 39 más que la media. En tianguis y establecimientos el desembolso era de 172.44 pesos, 12.52 pesos más barato que el promedio, y en supermercados se requerían 195.30 pesos.

Tal es la realidad, más allá del universo de ficción donde la pantalla de plasma, al modo del flautista Hamelín, hipnotiza a sus víctimas y las conduce al voladero.  Mis valedores:

México es nuestra casa común. Es este el México que edificamos nosotros. Todo lo bueno y todo lo malo que en ella acontece es responsabilidad nuestra. El salario mínimo y la canasta básica, pongamos por caso. ¿Peña y congéneres, mientras tanto? Esos sólo son  servidores que contratamos para servicio de nuestra casa común, pero ocurrió que  al ponerla en sus manos comenzaron por maleducarnos y aprontarnos la TV, con lo que nos hicieron ignorantes y terminaron por tomarnos la medida y supeditarnos a su voluntad. ¿Y nosotros, en tanto?  ¡E-xi-gi-mos! (Ah, México.)

Maciel, el reputadísimo

Fue el mayo también, pero de hace ocho años, cuando el fundador de los Legionarios de Cristo y violador de mujeres, seminaristas y legionarios fue oficialmente defenestrado por Joseph Ratzinger, que ya como Benedicto XVI le ordenó que de ahí en adelante se abstuviera de celebrar misas y confesar penitentes; que ahora el muy penitente sólo contaba con el permiso para el cilicio, la oración y el recogimiento. A Maciel de nada le iba a valer que invocase el auxilio de su protector, un Juan Pablo II que aún no se ponía a forjar milagros, por más que el único que yo le conozco y le reconozco es ese, precisamente: que el socio neoliberal de la Thatcher y Reagan y protector de Lech Walesa y congéneres como del verraco Maciel haya conseguido fast track, que dicen los gringos de segunda, su aureola de santo. Relumbrosa y flamante. Ese sí que ha sido su más estruendoso milagro. Laus Deo.

Yo, asqueado ante el espectáculo del Tartufo protegido lo mismo por Juan Pablo II que por un Ratzinger por aquel entonces prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe,  redacté los siguientes párrafos:

Y lo que el garañón caído en desgracia debe de andar echando de menos a aquel su protector que en vida le sirvió de tapadera, el ya beato Juan Pablo II. Tengo aquí, sobre mi mesa de trabajo, la foto del par, uno de rodillas y el otro posando sus reales en el sillón papal mientras planta su diestra sobre la crisma del legionario mayor y el mayor de los tartufos,  infidentes y sepulcros blanqueados.

Me acuerdo. Eran aquellos los tiempos de honras y beatitud para ese que tantas víctimas acusan de abusador sexual. Así pasan las glorias de este mundo cuando se erigen en la mentira, la infidencia, la porquería. Maciel. (¿Y Maurita, su madre? ¿Sigue abierto su expediente rumbo a la beatitud? Ah, ese Francisco, ese Vaticano.)

Miro la foto del protector de Maciel y la autoridad moral del antecesor de Ratzinger se me figura tan disminuida, y tan abollada la aureola que le enjaretaron a destiempo: Juan Pablo II, valedor de honras en entredicho. Dios

Recuerdo la quinta visita de Karol Wojtyla, que sería la postrera, cuando llegó con el propósito de otorgar la categoría de santo a un vagoroso, a un impreciso beato Juan Diego al que fray Juan de Zumárraga, él tan acucioso en sus crónicas, nunca hizo la más leve alusión. La visita del Pontífice acarreado por los poderosos de El Yunque y algunos más realizó el consabido prodigio de congregar las multitudes de siempre, ya condicionadas,  unas masas delirantes que, en el filo del éxtasis, a clamores lo clamaban nombrándolo padre,  santo y enviado de Dios. Y en eso fue todo a parar, porque el pontífice retornó al Vaticano, y en las masas que no terminaban de aclamarlo tanto amor, tanta veneración y bendiciones tantas, nunca hasta hoy se han traducido en un tanto así, miren, de elevación en la religiosidad del mexicano ni en el acrecentamiento de los valores morales de la comunidad. Tal fue el quinto viaje del papa polaco. De la seguridad del pontífice lo afirmó el matutino:

– Como los apóstoles a Jesús, 12 rodean en todo momento a Juan Pablo II, todos cintas negras entre el cuarto y octavo grado.

Y el responsable de la seguridad papal:

– A la gente le dolería más un atentado contra el Papa que contra cualquier otra persona; incluso si fuera contra el propio Presidente de México, no dolería tanto como si fuera Su Santidad.

El santo guarura decía la verdad. De López Portillo a Fox, ¿alguien se dolería porque sufrieran algún atentado? (Digo.)

Había una vez…

El relato infantil, mis valedores. Mi madre, al amamantarme, dormíame no con Blanca Nieves o Pulgarcito. Ella, zacatecana de origen:

– Grábatelo, mi hijo: el Señor Dios, en la santa misa, reveló a un señor obispo el instante en que dos impíos caían de cabeza en los apretados infiernos. Uno fue el indio Juárez; el otro hereje, el impío Calles, verdugo de los santos sacerdotes que tuvieron que hacer la cristera por amor a la santa Iglesia. ¿Ya te dormiste, mi hijo?

Tal el cuento que arrulló mis ensueños de mamón. Dejé la teta, lástima, y tuve que entrar a la escuela, lástima peor. Mi niñez fluyó como la de todo niño zacatecano: con una estampita de mi paisano el cura mártir Miguel Agustín Pro en las manos, pero no una estampita cualquiera, sino una milagrosa. La cartulina mostraba, en negativo, los rasgos lechosos de un rostro informe, como forjado con ectoplasma, del que en el centro se advertía un puntito oscuro como travesura de mosca. Las instrucciones para provocar el prodigio:

“Mírelo el devoto de manera fija y sin parpadear durante el tiempo que tarda en rezar un Padre Nuestro y una Ave María con la intención de que Miguel Agustín sea canonizado muy pronto. Luego mírese al cielo y el prodigio: ahí aparecerá el rostro del siervo de Dios”.

Y sí. Luego de mirar el puntito, ¡el milagro! Gigantesco, imponente a todo lo amplio del firmamento zacatecano, contra la claridad purísima se revelaban, ya en positivo, los rasgos del padre Pro, virgen y mártir del impío Calles. Los rasgos de barretero zacatecano me acompañaron al seminario donde, gracias sean dadas a las sotanas, aprendí a distinguir el bien del mal, sin matices, y  a hablar y escribir en castellano. Suertudo.

En fin, que mi niñez  transcurrió a la diestra del padre, mi don Juan, y de una runfla de tíos, corazón cristero. Cabalgando con el abuelo  en ancas del penco con la sana intención de que el cristero don Chepe se protegiera conmigo las espaldas contra algún rencoroso adversario de religión, iba yo hasta La Cañada, y detrás de mezquites y encinas, fortines naturales, me topaba con montones de casquillos de máuser y carabina, cáscaras de la almendra de plomo con que los fanáticos de Gorostieta agujeraban la cuera de guachos pelones del impío Calles. Todo con el pecho protegido con el escapulario de paño con la leyenda:

¡Detente, bala enemiga, que el corazón de Jesús está conmigo!

Fue así como encontraron la muerte mis cristeros paisanos en su intento por desencuadernar la Constitución. Los difuntos de sotana y chaparreras, como los casquillos vacíos, quedaron detrás del pochote aquél, y del huizachito, y de la varaduz. Hoy, los restos de una Constitución desencuadernada hasta las pastas, ¿dónde fueron a quedar? Los ideales de los Gómez Farías, Mora, Juárez  y demás liberales, ¿no murieron de inanición por más que años después algunos ideólogos intentaron resucitarlos en la Convención de Aguascalientes y después con Cárdenas? Ellos lograron aplacar a los levantiscos de capa pluvial, pero (culpa de todos nosotros)   ahora se ayudaron de Fox y Calderón para terminar de hacer pedazos la Carta Magna. ¿Y nosotros?

Mis valedores: Norberto Rivera y congénerestriunfaron en el país; dueños son de la voz, la homilía,  la política y la Constitución. Hoy también,  mancornados a Peña y su clan tricolor, con los yunquistas (cristeros y sinarquistas tardíos) dictan condiciones y ladean el país cada vez más hacia la derecha. ¿Y nosotros, en tanto? ¿Nosotros puros  reniegos, marchas y  TV?  (Ah, México.)

Esa madre

Una mujer y su hija caminaban dormidas. Cierta noche, sonámbulas, se encontraron en su nebuloso jardín. Habló la madre, y dijo: “¡Al fin, al fin mi enemiga! ¡Tú que destruiste mi juventud y edificaste tu vida sobre las ruinas de la mía! ¡Ojalá pudiera matarte!”Y la hija habló:  “¡Oh mujer odiosa, egoísta y vieja! ¡Estás entre mí y mi libertad! ¡Quisieras que mi vida fuese un eco de tu marchita vida! ¡Ojalá estuvieses muerta!

En ese instante cantó un gallo, y ambas mujeres despertaron. La madre dijo dulcemente: “¿Eres tú, encanto?” Y la hija: “Sí, madre querida”. (Gibran Jalil Gibrán.)

Mis valedores: porque los capté enajenados en un consumismo a la altura de   la manipulación de los comerciantes que  los forzaron a testimoniar su amor a la madre con un regalo al tamaño de tal sentimiento, y por atenuar lo empalagoso de la sacarina que impone la cultura popular cuando de la madre se trata, va para ustedes un texto irreverente que sin especificar nombre ni otros detalles cierto día cayó en mi correo. Mi madre.

Ella me enseñó a apreciar una labor  bien hecha: ¡Si se van a matar, háganlo afuera! ¿Acaso no ven que acabo de terminar de limpiar?

Me enseñó Religión: ¡Reza para que esta mancha salga de la alfombra!

Me enseñó Lógica: ¡Porque yo lo digo! ¡Por eso mismo, y punto!

Me enseñó a predecir el futuro: Ve que estés usando ropa interior limpia, por si te ocurre un accidente.

Me enseñó Ironía: Sigue llorando y ahora mismo te doy una buena razón para llorar.

Me enseñó a ser ahorrativo: ¡Guarda esas lágrimas para cuando me muera y me estés velando de cuerpo presente!

Me enseñó lo que es el sentido común: ¡Cierra la boca y come!

Me enseñó contorsionismo: ¡Mira la suciedad que tienes en la nuca, sucio que no fueras! ¿Que cuál mugre?  ¡Voltéate y mírala, cochino!

Me enseñó resistencia: ¡Te quedas sentado hasta que te comas todo!

Me enseñó meteorología: ¡Parece que un huracán pasó por tu cuarto!

Me enseñó el arte de la mesura: ¡Te he dicho un millón de veces que no seas tan exagerado!

Supo enseñarme el ciclo de la vida: ¡Yo te traje a este mundo, y como te traje, a la hora que me parezca  te puedo sacar de él!

Me enseñó a modificar patrones de comportamiento: ¡Deja de actuar como tu padre! ¿No tienes un tanto así de vergüenza?

Me inició en el orgullo: ¡Hay millones de niños menos afortunados en este mundo que no tienen una mamá excelente como la tuya!

Me enseñó el arte de la ventriloquia: Por qué lo hiciste, granuja? ¡No me rezongues! ¡Cállate y contéstame! ¿Por qué lo hiciste?

Me enseñó odontología: ¡Me vuelves a contestar y te estampo los dientes en la pared!

Me enseñó rectitud: ¡Te voy a enderezar de un fregadazo bien puesto!

Ahora, mis valedores, aquí los conceptos que de la madre y a siglos de distancia expresa ese monumento de la cultura ancestral de la India que es el Mokshadharma del Mohabharata:

La madre es una suerte para cada uno en su miseria. El que tiene madre tiene protectora, y está sin protectora quien no tiene madre. Aun cuando uno tiene hijos y nietos, cuando se acerca a su madre llega a ella como un niño de dos años, aunque tuviese ciento. Ya sea apto o incapaz, ya sea enfermizo o sena, siempre es la madre quien cuida al hijo, el que no tiene otra protectora en el orden natural. Cuando ha perdido la madre, entonces es cuando el hombre ha envejecido, cuando está en la miseria y se halla solo en el mundo. No iguala a la madre ninguna sombra refrescante, ningún refugio iguala a la madre, ningún ampara iguala a la madre, nada la iguala en amor. Tula. (Mi madre.)

¿Libertad de expresión?

El día de la libertad de expresión y de prensa, una celebración hoy totalmente obsoleta, apestosa a formol y a cadaverina. En el matutino:

La monotonía de la adulación y el invariable optimismo de los diarios serviles acabaron por hacer que sus opiniones sean rechazadas, sus palabras desconocidas, sus mismas informaciones tenidas por falsas o adulteradas. Está unánimemente condenado por su opinión, que al condenarlo condena naturalmente al gobierno que la inspira. En vez de amigos, el periódico de esta categoría sólo concita malas voluntades al Poder Público. Sólo en defensa de las leyes y al amparo de ellas un periódico se hará respetable y hará, por lo tanto, sus opiniones dignas de respeto.

Hermosos conceptos, y tan actuales; pues sí, pero lástima: se publicaron en el Excélsior  de 1917, un matutino que  noventa años más tarde publicó la expresión de uno de sus articulistas que se encenagó con  el elogio a  “la sonrisa de Calderón”.

Así hasta hoy día, con el cacareado Día de la Libertad de Expresión y de Prensa, o algo por ese estilo. ¿Aún no se habrá suprimido semejante exhibición de servilismo, sometimiento y cortesanía que algunos profesionales del periodismo le rinden al que a su hora y en mala hora y con métodos reprobables logró encaramarse a Los Pinos?

Semejante festejo, que ya apesta a organismo en descomposición, fue parido un día 7 de junio de 1951 por iniciativa de un falso coronel y siniestro hampón de la picaresca de la política y el periodismo, un cierto José García Valseca,  que al arrimo del presidente en turno construyó el emporio periodístico de los Soles y el trafique  anual de medallas y pergaminos con qué premiar a los periodistas tan voraces del chayo cuanto dóciles a Los Pinos.  Semejante cooptación de conciencias se ha sublimado, de ser cierta la lista que acabo de recibir, porque ahora, además del sueldo que perciben en la fuente de radio y TV que los emplea, el gobierno les alquila la conciencia pagando el alquiler  con nuestros impuestos. ¿Alguno de ustedes conoce la lista de marras? Abyección pura, lo único puro que tienen tales traficantes de la propia conciencia.

De los viejos tiempos me producen dentera los melcochosos conceptos de un periodista Manuel Lebrija, que así quemaba copal ante el entonces presidente Miguel Alemán:

– Al cumplir fielmente con los mandamientos de la ley, usted, señor presidente, ¡ha sabido convertirse en un centinela que mantiene viva la tea luminosa de la libre expresión del pensamiento que arde sobre todos los caminos de la república!

Nada menos. Y un Jorge Calvimontes, colega del anterior:

El periodista es el cerebro, brazo y acción de la sociedad. Es el espejo de nuestro caos y de nuestra imposible ubicación sobre la certidumbre.

La opinión de Roberto Zamarripa, periodista:

-Los medios de comunicación están atravesados por la corrupción. Es un problema general que va de los chayos entregados a los reporteros, hasta las componendas entre los empresarios de la prensa y el poder político.

El periodismo. En 1999 Mario R. Méndez en la revista Por Esto: Una madrugada me llaman y me dicen: ¿Cuánto te tocó? / ¿Me tocó de qué?  / No había reconocido la voz. / No te hagas, que también tú recibiste tierras en Cancún. / Me empezó a sonar familiar la voz. / ¿Quién habla? Era El Mulixto, o sea Luis Donaldo Colosio, y me entera que Carlitos M. Navarrete recibió 300 hectáreas para guardar silencio absoluto sobre las actividades del narcotráfico en Quintana Roo”.

El  periodismo, mi oficio. (Dios.)

Lupus

Ella es dulce, ella es gentil, ella es inquieta y se advierte estallante de vida, pero ella, en plena juventud,  es paciente de una enfermedad poco común y aún no del todo identificada: el Lupus eritematoso sistémico. Aquí, por si a alguno pudiese interesar, la explicación del Dr. G. R.V. Hughes sobre el padecimiento.

El Lupus es una enfermedad autoinmune, un tipo de autoalergia, donde el sistema inmunológico del paciente produce anticuerpos que en vez de proteger al organismo contra bacterias, virus y otras materias ajenas, atacan los propios tejidos de la persona. Esto ocasiona síntomas de extrema fatiga, dolor muscular y en las articulaciones, anemia y malestar generalizado, y aun  puede ocasionar la destrucción de órganos vitales. Es un padecimiento con muchas manifestaciones, y el perfil de los síntomas de cada persona puede ser muy distinto. Aun puede imitar a otras enfermedades como la esclerosis múltiple y la artritis reumatoide, lo que hace difícil que el médico general pueda diagnosticarlo.

El Lupus es una enfermedad compleja, que puede afectar casi a todos los sistemas del cuerpo. Su diagnóstico se basa en una combinación de síntomas, manifestaciones y resultados de exámenes. Para brindar un diagnóstico acertado se necesita una cuidadosa revisión de todo el historial médico del paciente y análisis de resultados de exámenes relacionados con su condición inmunológica. Hoy no existe una prueba que por sí sola pueda establecer con precisión si una persona tiene Lupus.  Sólo a través de exámenes completos y la ponderación de los síntomas y su historial, puede lograrse un diagnóstico.

Una vez que se hace el diagnóstico de Lupus deberán tratarse los síntomas del paciente según sea necesario. La meta del tratamiento es controlar la enfermedad y los síntomas  para que el paciente pueda llevar una vida tan normal como sea posible.

Lupus. Puede observarse una mejoría espontánea o la desaparición total de los síntomas. Esto suele ocurrir entre períodos de actividad de la afección. Tales períodos de mejoría pueden durar semanas, meses o años, en ciertos casos, antes de que la enfermedad se presente de nuevo. Aun en pacientes con complicaciones serias el pronóstico es favorable. En la mayoría de los casos el Lupus tiene un curso benigno caracterizado por exacerbaciones con fatiga, fiebre baja crónica, erupciones cutáneas  y a veces dolor e hinchazón en las articulaciones. La mayoría de los pacientes lleva una vida normal, pero algunos desarrollan serias complicaciones.

Yo he preguntado a la joven paciente cómo se mantiene con salud, calidad y ritmo de vida al máximo. Ella aconseja: la mejor forma de convivir con el Lupus es seguir exactamente las siguientes medidas:

Sostener una buena relación médico-paciente y un sólido apoyo de  familiares y amigos.

Administrarse todos los medicamentos, visitar al médico con frecuencia y aprender tanto como se pueda sobre la enfermedad.

Mantenerse activo para resguardar la flexibilidad articular. Alternar ejercicios moderados con períodos de relajación y descanso.

Evitar la exposición excesiva a los rayos solares. Utilizar vestimenta de mangas largas cuando se está al aire libre o al sol.

Las mujeres jóvenes planificar sus embarazos de forma cuidadosa y con orientación médica. Mis valedores:

Aquellos de ustedes que sientan debilidad física y depresiones,  excesivo  cansancio y  necesidad de dormir,  cuidado: visitar al médico.

Mañana, a propósito, se conmemora el Día Mundial del Lupus. Que no sea tarde para algunos de ustedes. (Vale.)