La católica, ¿única religión?

Un agradecimiento a Jordania porque acoge generosamente a una gran cantidad de refugiados palestinos, iraquíes y en espacial de Siria.

Y que el Pontífice sabe que no es un viaje  fácil el suyo;  que cada palabra y cada gesto serán analizados al milímetro. Francisco alabó “la serena convivencia entre los fieles de diversas religiones”. Mis valedores: ¿alguna semejanza del presente viaje con la desastrosa visita de Ratzinger por tierras de Oriente?

El desastre ocurrió por septiembre del 2006. Yo, a la vista de las frases ofensivas de Ratzinger contra el IslamismoMahoma, su fundador, preguntaba:

¿De qué se trata esta vez, cuál es el propósito? ¿Incendiar, arrasar, provocar nuevos derramamientos de sangre inocente? ¿Que el medio mundo de Occidente incendie el medio mundo oriental? ¿Y después?  Como si no bastara la vesania de los perros de guerra del Pentágono y la Casa Blanca, ahora irrumpe de incendiario y cómplice de los genocidas ese personaje brotado de las juventudes hitlerianas y aliado incondicional del Imperio, el inquisidor investido de sumo pontífice. Porque este Ratzinger, a lo alevoso, acaba de provocar al mundo islámico con la requisitoria que contra algún teólogo musulmán arrojó en 1391 cierto emperador bizantino:

Muéstrame lo que Mahoma ha traído de nuevo, y solo hallaras lo malo e inhumano: expandir con la espada la fe que él predicaba.

Con Ratzinger ardió Roma, o casi, porque se tuvo que reforzar las medidas de seguridad en torno al católico provocador. Lo estipuló el corresponsal judío de la segunda guerra mundial:

Todos tenemos la suficiente religión para odiarnos, pero no la necesaria para amarnos los unos a los otros.

Y el sacerdote y misionero católico Emilio G. Aguilar, arabista e islamólogo, en documento que aún no acierto a entender cómo llegó a mi mesa de trabajo: “La dificultad de Occidente para entender el Islam viene del hecho de negarle a Mahoma esta experiencia, motor de toda su vida y de su obra; negamos su encargo profético, y entonces tenemos que buscar otros motivos que serán generalmente negativos: ambición de poder, liderazgo político, obra del diablo o de un esquizofrénico perdido. De ahí el desprecio y las calumnias que hemos amontonado. Y también indicar el camino que tenemos que desandar, el que señalaba el cardenal Tarancón en el segundo Congreso Islamo-cristiano de Córdoba: ¿Cómo se puede apreciar al Islam y a los musulmanes sin apreciar a su profeta y  los valores que han promovido la vida de éstos?”

La voz del prelado católico: Del Islam se ha hablado mucho y mal. Vamos a comenzar nosotros a hablar un poco y bien. La experiencia de Dios hace que tengamos un alma ecuménica, un alma hospitalaria con todas las creencias. Cuando ponemos vallas, límites y fronteras, desde luego no estamos haciendo lo que Dios quiere; es el signo más seguro de que no hemos hecho la verdadera experiencia de Dios”. Y que a Mahoma le siguió un puñado de fieles, y que este movimiento de hombres puesto en marcha por su predicación, que recuerda la sumisión total a Dios y la solidaridad y justicia con los más pobres, se presenta ante la sociedad clasista y materialista de Arabia y  La Meca como revolucionario.

Yo no quiero hacer aquí una apología el Islam, dice el susodicho sacerdote católico, ni tampoco denigrar el cristianismo. Creo que estamos poniendo las cosas en su sitio, y al hablar bien del Islam no hago más que cumplir lo que dice el Evangelio: Tratad a los demás como queréis que os traten a vosotros. (Esto sigue mañana.)

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