Ayer y hoy, el Sistema

El halconazo  y la memoria histórica, mis valedores. Aquí las opiniones de Echevería y sus intelectuales orgánicos, retrato hablado de quienes, ante el reguero de cadáveres del 10 de junio del 71, se erigieron en defensores del matancero tal como lo hicieron en la masacre del 2 de octubre del 68 y más tarde en  la guerra sucia de los 70s., para rematar con  carnicerías como las de El Bosque, El Charco y Acteal. Es México.

Aquí las opiniones de obispos y periodistas, políticos e intelectuales y del propio Echeverría,  ese redrojo histórico todavía hoy encuevado en la impunidad que así se manifestó frente a los periodistas que le reclamaban la regazón de cadáveres que malparió el halconazo:

– ¡Si ustedes están indignados, yo lo estoy más!  ¡Yo deploro y condeno los acontecimientos en los que varios jóvenes perdieron la vida. ¡Que los mexicanos no se dejen sorprender por movimientos opuestos entre sí, ambos evidentemente minoritarios, cuyo único objetivo es la anarquía! La institución encargada dará todos los pasos que se requieran para tocar el fondo del asunto y detener a los culpables. En cuanto la investigación haya llegado a sus conclusiones, ¡yo  tomaré las medidas oportunas lo antes posible!

Voceros del PRI: “Algunos grupos sin tesis ni bandera pretenden trastornar el orden público. ¡No lo permitiremos!”

Y Alfonso Martínez Domínguez, regente de la ciudad y responsable del grupo paramilitar entrenado y financiado por el Gral. Alfonso Corona del Rosal: “¿Halcones? ¿Cuáles halcones? ¡Los halcones no existen! ¡Esa es una simple leyenda!” (Que le costaría el puesto.)

De la renuncia opinó un Luis Velázquez, diputado y  sobrino de Fidel: “¡Debe entenderse como una nueva línea, una nueva tónica del gobierno del Pres. Echeverría, dispuesto al sacrificio para disipar cualquier sombra de duda que pudiera surgir en la opinión pública! El Presidente se ganó nuestra confianza”.

José Garibi Rivera, cardenal  de Guadalajara:

– Exhorto a los jóvenes a que reclamen lo que sea justo, pero siempre por los caminos legales. Es de lamentarse que los jóvenes de quienes México espera mucho, tomen caminos equivocados. Que estos muchachos, llenos de entusiasmo, de optimismo por la vida, tomen un ideal digno de ellos.

Sobre el autor de la maniobra de excarcelar dirigentes del 68 para cooptarlos y que desde dentro desmantelaran el Comunista Mexicano y los logros del movimiento estudiantil, Heberto Castillo, apodado el “aperturo” porque exaltaba la “apertura política” del carnicero:

– ¡Compañeros: estoy a favor de las medidas tomadas por el Pres. Echeverría! Esto revela que podemos avanzar y actuar luchando por la vía legal. ¡Las brechas para el diálogo democrático están abiertas, debemos transitarlas! ¡No empujemos a LEA al lado de los sectores más reaccionarios!

Carlos Fuentes: “Después de los sucesos del año 68, Echeverría no tenía sino dos opciones: una era reprimir, otra era democratizar. Creo que evidentemente no ha tomado el camino de la represión, sino el de la democratización en bien del país. Afortunadamente, creo que los hechos de hoy nos dan una enorme esperanza de que el camino de la democratización ha triunfado.  ¡Echeverría o el fascismo!”

Para que no se pierda la memoria histórica. Para que calibremos la clase de apoyo que el intelectual orgánico es capaz de ofrecer a un Sistema de poder cuya represión impune es capaz de tan delirante regazón de cadáveres, un simple  daño colateral.  Es el territorio de los halconazos de ayer y hoy. Ah, México. (Qué país.)

Paleros

Vi a los intelectuales orgánicos mientras vivieron, siempre arrimados a la prodigalidad del Poder. Observo a los que aún viven, empachados con los dineros de nuestros impuestos, que maman de esa nodriza inagotable que habita en Los Pinos. Uno de los tales, sólo que este de ficción, es el que retrata Ibarguengoitia en La Ley de Herodes, “izquierdista” que medra de las prebendas que le otorga el Sistema. La síntesis:

Sarita me ilustró.  Antes de conocerla el porvenir de la Humanidad me tenía sin cuidado. Ella me mostró el camino del espíritu, me hizo entender que todos los hombres somos iguales, que el único ideal digno es la lucha de clases y la victoria del proletariado; me hizo leer a Marx y Engels, ¿y todo para qué?

Muy marxistas él y Sarita, pero como buenos pragmático-utilitaristas, ambos solicitaron una beca para estudiar en los EU. Y a someterse a los requisitos, que cubrieron sin dificultad hasta llegar al examen médico. Al día siguiente tendrían que presentarse con sus muestras del uno y del dos.

“¡Qué humillación! ¡Esa noche busqué dos frasquitos para guardar aquello! ¡Y la noche en vela esperando el momento oportuno! ¡Y cuando llegó y estuvo guardada la primer muestra volví a la cama y muy de mañana me levanté para recoger la segunda. Guardé los frascos en bolsas de papel para evitar que se adivinara su contenido”.

En el lugar de la cita tuvo que esperar a Sarita, que había tenido  dificultades en las muestras. Luego llegaron, rostro desencajado y su envoltorio contra el pecho, pisoteada su humana dignidad, y algo peor: delante de la pareja la recepcionista tomó los plásticos, sacó los frascos y dejando al descubierto su contenido les pegó una etiqueta.

Nueva etapa en la humillación de los novios marxistas: un doctor de la fundación que otorgaría la beca hace pasar al consultorio al joven intelectual, y venga el humillante interrogatorio sobre dolencias y contagios como paratifoidea y gonorrea; y al cubículo: “Desvístase”.

“Yo obedecí, aunque mi corazón me avisaba que algo terrible iba a suceder”. El médico procedió a revisarle el cráneo, introducirle un foco por las orejas y un reflector frente a los ojos. Le oyó el corazón. “Luego  tomó las partes más nobles de mi cuerpo y a jalones las extendió como un pergamino, y las examinaba”.

Siguió, implacable, la revisión de un sudoroso marxista. “Tomando algodón, el doctor empezó a envolverse con él dos dedos. ¡Hínquese sobre la mesa!” A gatas.

Tomó un objeto de hule, introdujo en él los dos dedos envueltos en algodón: “Había llegado el momento de tomar una decisión: o perder la beca, o perder aquello. Trepé a la mesa, me hinqué, apoyé los codos sobre la mesa, cerré los ojos y apreté las mandíbulas. El doctor comprobó que yo no tenía úlceras en el recto”. “Vístase”.

En el pasillo encontró a Sarita, pálida. Ya en la calle mirábanse de reojo. Y un remate fatal: entre amigos de la pareja trascendió el secreto de que el marxista se había culimpinado ante el imperialismo yanqui, y se burlaban: Como el de Los Pinos ante los consorcios gasolineros y todo lo que le ordena la Casa Blanca.

Al terminar la lectura me quedé pensando: ¿Y qué, sólo el suspirante de la academia gringa se culimpina? ¿Y los intelectuales orgánicos, que al tanto más cuanto se la viven “criticando” al Poder? ¿Y esas caricaturas de gringos,  mirasoles que viven imitando formas y modos del vecino imperial? Todos esos, a aprontarlo y ponerse flojitos para que no se los estropeen demasiado, ¡y vengan beca y soborno! (Atroz.)

A la hora señalada

Que la memoria histórica no se nos muera. Rivera de San Cosme, 10 de junio de 1971. Un halcón en su libro Jueves de Corpus sangriento:

“¡Y llegó la hora cero! Cuando faltaban siete minutos para las cinco de la tarde arrancó la descubierta de la manifestación. Se empezó a escuchar el grito de guerra: ¡México, libertad! ¡México, libertad!

Los nuestros ripostaron: ¡Viva Nuevo León! ¡Viva el che Guevara! ¡Libertad para los presos políticos!”

Textual: “Soy estudiante del Poli. Lo que viví aquel Jueves de Corpus: a las 15:45 el camión en que viajábamos un compañero y yo entró a la calle de Cedro de inmediato advertimos que había mucha vigilancia policíaca.. Caminamos rumbo a la Av. Instituto Técnico y observamos que estaba llena de camiones de bomberos, carros de agentes y policías de tránsito. Nos internamos en Instituto Técnico y seguimos caminando rumbo a la México-Tacuba, en la que divisamos transportes de granaderos y 5 tanques, y en las contraesquinas del cine Cosmos grupos numerosos de jóvenes provocadores y armados con palos. Unos militares daban las órdenes y controlaban a todos los elementos policíacos y a los grupos de choque”.

La crónica del halcón: “Salíamos de nuestra trinchera. Porque ya  listos para la acción. Yo había recorrido lo que sería el campo de batalla, y me había cerciorado de que no había gente sospechosa en los largos pasillos donde metí  los halcones armados con metralletas y pistolas: esas vecindades cercanas son de lo más estratégicas por angostas y semioscuras. Me agradaron unas rejitas que están frente a la casa 268 de Alzate, desde las cuales se puede disparar como si fueran trincheras. La orden que nos dio El Fish”:

– ¡Pártanles todita la madre! Ah, pero a los periodistas patadas, golpes y romperles las cámaras. A ellos ni un balazo, ni una cuchillada.

El estudiante, actor y testigo y víctima de los hechos:

“Al llegar a la México-Tacuba se escuchó un disparo de lanzagranadas, e inmediatamente aparecieron, de atrás de los granaderos, unos mil halcones divididos en seis grupos, que portaban garrotes de bambú de dos metros, macanas y varillas forradas. Sus cargas eran respaldadas por descargas de gases lacrimógenos”. Uno de los halcones que rociaron de víctimas la Rivera de San Cosme: “A mí me sudaban las manos. Tenía seca la boca. Venían como diez mil estudiantes y gente del pueblo. Nada mansos se notaban. Algunos traían metralletas, palos, cuchillos, unos bultos. ¿Granadas de mano? Di el grito: ¡Halcones, halcones!”

El testimonio de un estudiante: “Oímos los gritos del grupo armado con palos. Iba por el cine Cosmos. Luego se oyeron los primeros disparos. De pronto parecía que los disparos provenían de todas partes».

El halcón: “Los estudiantes destruyen una panel de la policía; otros toman un camión con el que tratan de embestirnos a los halcones. Los repelemos. Nos lanzamos al ataque con todo. De atrás escuché el tableteo que hizo caer a medio metro de mí a un halcón herido con cuatro balas en la espalda y nuca. Ahogándose en su sangre que vomitaba con fuerza, pues estaba herido en los dos pulmones, me rogó:

– ¡Ayúdame… no me dejes… ayúdame, hermanito!”

La visión, la versión del estudiante: “Los halcones ahora volvían al ataque armados con metralletas y fusiles automáticos comenzaron a aparecer más halcones en las azoteas, disparando a diestra y siniestra”.

Como remate de la jornada: “Los halcones asaltan a balazos el Rubén Leñero y se llevan a varios heridos». (Mañana.)

Santa simplicidad

El laberinto de Creta, ¿lo conocen ustedes? Se trata de un pasaje mitológico de la antigua Grecia y una enseñanza que nos puede resultar valiosa como sepamos interpretar sus símbolos.

Conocen ustedes tal episodio, si no por su nombre sí por sus efectos en la vida pública de la comunidad. Aquí la síntesis del suceso del laberinto.

Minos, el rey de la Isla, recibe de Poseidón un magnífico toro blanco para que le sea sacrificado. “Pero qué desperdicio”, calcula Minos mirando tan soberbio animal. “Será el mejor semental para mi vacada”, y sacrifica  otro de su rebaño.  Pero, mis valedores, su acción cayó en la conducta de la “hybris”, desmesura, que los dioses castigan con todo rigor, y el castigo que recibió su codicia y desobediencia no pudo ser más despiadado.

Y fue que Poseidón (Neptuno), inspiró en Pasifae, la esposa del infractor, una torva pasión por la bestia,  y acalambrada de pasión, la reina mandó a Dédalo, el ingenioso: “Haz  posible que disfrute del animal”.

Y qué hacer. Dédalo forja una vaca hueca, dentro de la cual Pasifae logró recibir al toro. ¿Lo sabía Minos, no lo sabía? El mito pasa esto sin ruido, de puntillas. En fin, que  de tanto repetir el acto zoofílico Pasifae fue fecundada y parió una monstruosa criatura dotada de una soberbia testa cornuda, con cuerpo de humano de los hombros hacia abajo. El Minotauro, sí, que se alimentaba de carne humana. Atroz. (Bueno, sí, ¿pero todo eso en que pudiese afectarnos?)

Y ahora cómo mantener encerrados el secreto y la monstruosa criatura. Dédalo, una vez más. “Construye una cárcel”,  le ordena Minos.

Y así nació el laberinto, de fácil entrada pero del que nunca las víctimas podían hallar la salida, y cuyo destino final era el vientre del monstruo, cautivo en él. Parte de la dotación de carne eran doncellas y jóvenes griegos que de tanto en tanto tenía que enviarle Egeo el rey.  Pero esta ya es otra historia.

Pero en medio de su tribulación los pueblos siempre cuentan con ese individuo que ante la necesidad se alza a la altura del héroe. Tal fue Teseo, el hazañoso predestinado que se incluye voluntariamente entre las víctimas, enfrenta al engendro, lo vence, lo mata y sale del laberinto.

¿Salió? ¿Cómo, si era empresa imposible, o casi? Y tan fácil resulta cuando se conoce la solución: un ovillo que  Ariadna, enamorada de Teseo, le proporciona  para que al penetrar en los recovecos lo vaya desenrollando, de modo tal que al dar cuenta del monstruo pueda regresar y encontrarse con la doncella para que juntos… Pero esa es también otra historia. Mis valedores:

De las interpretaciones que para casos diversos encubre el mito hoy me propongo aplicar el símbolo del monstruo y el laberinto a esa política de corto plazo que a tantos trae con el seso sorbido. ¿Pues qué? ¿Seguiremos atenidos a una política cortoplacista que depende no de nosotros, sino del Minotauro? Conflictivo es por su culpa  el nivel de vida de todos nosotros, y es sólo nuestra la solución, que radica en el ejercicio de pensar, estudiar la historia, observar y analizar la realidad objetiva y autocriticarnos para que seamos nosotros, no esa política de corto plazo que forma parte esencial del Minotauro, quienes trencemos el  hilo de Ariadna que nos libre del Minotauro y nos muestre la salida del laberinto. Pero nosotros (ciegos, tercos) a persistir en el recurso  irracional de “¡exigirle!” al Minotauro, una y otra vez, a lo demencial,  que por amor a nosotros nos muestre la salida y él se quede sin comer. Santa simplicidad. (Regreso.)

Libertad de expresión, ese mito

Un pueblo desinformado y ya resignado bajo un poder omnímodo como el de los medios de acondicionamiento social puede caer en la servidumbre y la degradación política y moral hasta el grado de convertirse en un animal doméstico.

El día de la libertad de expresión y de prensa, por ahí va el título de esa fecha destinada a festejar la cooptación de algunos periodistas por las autoridades en turno. El festejo de marras (no estoy cierto si vive o muere a estas horas) fue instituido el 6 de junio de 1951 por los colaboracionistas del Poder. De lo que sí estoy seguro, de resultar cierto el documento sobre la docena de periodistas a los que el gobierno soborna con el dinero de nuestros impuestos, es que el sobrcito de los viejos tiempos ha sido sustituido por un soborno descomunal, que en el periodista que encabeza la lista llega casi a los 900 mil mensuales. Cooptación vil, porque  el sueldo es cubierto por la empresa para la que el cooptado labora. Aquí, sobre el periodismo, mi oficio, opiniones de Camilo Taufic y varios más:

¿Libertad de expresión? Los medios son industria y comercio tan costosos que su creación exige recursos económicos fuera del alcance  del periodista. No hay uno, ni un grupo de ellos, donde sean los dueños de una industria impresa o electrónica, y de existir, su sobrevivencia dependería del Sistema. El periodista no es más que un asalariado al servicio de los dueños de la estación de radio o de TV y sus intereses comerciales.

¿Libertad de expresión? Los medios no juegan otro papel que el que le asignen sus dueños. Podrán ser instrumentos de cultura o también de incultura; de dominio o de liberación; elementos para unir a un pueblo o para desorganizarlo; para elevarlo o para hundirlo. Es la propiedad sobre el medio de comunicación la que determina al servicio de quienes éste se coloca, a favor de qué causa, de qué valores, de qué clase social.

¿Libertad de expresión? ¿Cómo, dónde, si los grandes capitales detectan el monopolio de radio, televisión y todo el poder de la información para con ello poseer todos los poderes? Y no existe la información por la información. Se informa para manipular en determinado sentido a las masas sociales. Es decir: se informa para dirigir. En ese sentido, el mimetismo de periodismo y política llega a ser total. Las ganancias de la televisión provienen de las ventas de espacio para la publicidad a las otras empresas, principalmente al gobierno. Ellos le darán o negarán subvención mediante publicidad y otras concesiones, en la medida que defiendan los intereses de los anunciantes. Sin más.

Al seleccionar las noticias que apoyan su propia política y omitir otras, los  medios producen en la mente de las masas una impresión totalmente alejada de la verdad, que se realiza dentro de la exactitud más minuciosa para reproducir los hechos. El dueño del medio, por interés económico, privilegiar el de los patrocinadores  y someter a las masas,  las atiborra de nota roja y escándalos,  telenovelas y morbo, sexo y todo eso que las alimenta del ombligo para abajo. Y sí, por supuesto: que no falte el clásico pasecito a la red.  ¡Brasil!

¿Libertad de expresión? Mientras el monopolio de los medios de acondicionamiento social dependa del dinero del gobierno y las empresas, la libertad de información será un mito y la democracia una de tantas mentiras convencionales de nuestra civilización mistificada, donde las palabras desmientes sus significados y las ideas los hechos.

¿Libertad de expresión y de prensa? (Bah.)

¿Libertad de expresión?

El día de la libertad de expresión y de prensa, una celebración hoy totalmente obsoleta, apestosa a formol y a cadaverina. En el matutino:

La monotonía de la adulación y el invariable optimismo de los diarios serviles acabaron por hacer que sus opiniones sean rechazadas, sus palabras desconocidas, sus mismas informaciones tenidas por falsas o adulteradas. Está unánimemente condenado por su opinión, que al condenarlo condena naturalmente al gobierno que la inspira. En vez de amigos, el periódico de esta categoría sólo concita malas voluntades al Poder Público. Sólo en defensa de las leyes y al amparo de ellas un periódico se hará respetable y hará, por lo tanto, sus opiniones dignas de respeto.

Hermosos conceptos, y tan actuales; pues sí, pero lástima: se publicaron en el Excélsior  de 1917, un matutino que  noventa años más tarde publicó la expresión de uno de sus articulistas que se encenagó con  el elogio a  “la sonrisa de Calderón”.

Así hasta hoy día, con el cacareado Día de la Libertad de Expresión y de Prensa, o algo por ese estilo. ¿Aún no se habrá suprimido semejante exhibición de servilismo, sometimiento y cortesanía que algunos profesionales del periodismo le rinden al que a su hora y en mala hora y con métodos reprobables logró encaramarse a Los Pinos?

Semejante festejo, que ya apesta a organismo en descomposición, fue parido un día 7 de junio de 1951 por iniciativa de un falso coronel y siniestro hampón de la picaresca de la política y el periodismo, un cierto José García Valseca,  que al arrimo del presidente en turno construyó el emporio periodístico de los Soles y el trafique  anual de medallas y pergaminos con qué premiar a los periodistas tan voraces del chayo cuanto dóciles a Los Pinos.  Semejante cooptación de conciencias se ha sublimado, de ser cierta la lista que acabo de recibir, porque ahora, además del sueldo que perciben en la fuente de radio y TV que los emplea, el gobierno les alquila la conciencia pagando el alquiler  con nuestros impuestos. ¿Alguno de ustedes conoce la lista de marras? Abyección pura, lo único puro que tienen tales traficantes de la propia conciencia.

De los viejos tiempos me producen dentera los melcochosos conceptos de un periodista Manuel Lebrija, que así quemaba copal ante el entonces presidente Miguel Alemán:

– Al cumplir fielmente con los mandamientos de la ley, usted, señor presidente, ¡ha sabido convertirse en un centinela que mantiene viva la tea luminosa de la libre expresión del pensamiento que arde sobre todos los caminos de la república!

Nada menos. Y un Jorge Calvimontes, colega del anterior:

El periodista es el cerebro, brazo y acción de la sociedad. Es el espejo de nuestro caos y de nuestra imposible ubicación sobre la certidumbre.

La opinión de Roberto Zamarripa, periodista:

-Los medios de comunicación están atravesados por la corrupción. Es un problema general que va de los chayos entregados a los reporteros, hasta las componendas entre los empresarios de la prensa y el poder político.

El periodismo. En 1999 Mario R. Méndez en la revista Por Esto: Una madrugada me llaman y me dicen: ¿Cuánto te tocó? / ¿Me tocó de qué?  / No había reconocido la voz. / No te hagas, que también tú recibiste tierras en Cancún. / Me empezó a sonar familiar la voz. / ¿Quién habla? Era El Mulixto, o sea Luis Donaldo Colosio, y me entera que Carlitos M. Navarrete recibió 300 hectáreas para guardar silencio absoluto sobre las actividades del narcotráfico en Quintana Roo”.

El  periodismo, mi oficio. (Dios.)

Infernal

El Cristo del Buen Amor, mis valedores. Lo visito en su casa cuando calculo que más solo está, cuando más se agradece la compañía del amigo. La mía es una visita desinteresada, no la del que  se presenta de pedigueño, con el problema atravesado y a golpes de pecho tratando de merecer el consabido milagro. Yo no.

Yo, si visito al Cristo, es sólo para  platicar de esto y de aquello, de minucias a ras de suelo, de esas que ocurren a diario al hombre común, como lo somos el de la cruz y su amigo. Cristo del Buen Amor.

Y cuánto silencio en su casa, qué serena quietud. El zurear de alguna paloma, el tenue aroma de resina quemada, y la paz. Y qué comunicativa resulta una soledad contenida por mucho tiempo. El anfitrión y su visitante de amigo a amigo el tiempo se pasan abriendo de par en par la espita de las confidencias: tristuras, dolencias, recuerdos, alguna repentina alegría. Ahí, en la penumbra del recinto y a medias de la tarde cenicienta del viernes que para mí fue de viernes santo, dos soledades se trenzaron en diálogo de peritos en soledad y abandono. Lo oí suspirar.

Fue una corazonada el motivo que me llevó visitarlo. Un impulso indefinido, una vaga necesidad me llevaron hasta el templo del Buen Amor,   y fue entonces cuando sentí que el crucificado padecía de un sufrimiento inusual. En su  rostro le advertí aquel rictus de dolorimiento, de mortificación. Qué le ocurre, me atreví a preguntarle. Con los puros ojos. Y así se inició el hilillo de las confidencias.

Qué diferencia con la visita de anteriores días. Contento me recibía y contento desataba conmigo el hilo de las confidencias, todo ello con los puros ojos, porque cuando dos se quieren bien a miradas se vacían el corazón.  Pero esta tarde me lo vine a topar silencioso, retraído, como si un nuevo dolorimiento, más allá de la cruz y sus alcayatas, me lo estuviese mortificando. Volvió a suspirar, y fue entonces cuando  algo espinoso en el ánimo le noté en esta ocasión. Como si una soterrada dolencia le oscureciese los rasgos del rostro. Lo interrogué de mirada a mirada; de mirada a mirada me contestó, y  fuimos entonces dos ánimos contristados, y qué hacer, si no se puede dar lo que no se tiene, y yo consuelo ninguno  experimentaba. Por la nariz me pasé aquel cacho de papel. Tal vez algún milagrito, me atreví a sugerirle y lo vi sonreír ante lo desatinado de mi proposición. Ahora el del suspiro fui yo…

Que me agradecía la visita y la buena intención, me lo dijo con sus pupilas. Yo, estreñido el gañote por la mortificación, me refugié en el silencio, y él:  “Lo estoy escuchando. Con su modo de mirar me lo dice”. Y es que mi amigo me conoce mejor que yo mismo. Me lee el cogollo del corazón. Nada necesito revelarle con palabras. Cristo Jesús…

A casa me llevé la mansedumbre de su rostro anubarrado por el agobio y me fui en derechura a dormir, pero el sueño andavete. La tristura me apachurró los costillares y me espantó el sueño, porque habiendo dejado a mi amigo con su pena completa, completa la traje conmigo,  misterios que son de la amistad y el amor.

Y aquí estoy, despierto a deshoras, dolido ante el padecimiento del Crucificado hoy que su altar es un nuevo Calvario, ¿y saben ustedes por qué? Porque teniendo a su diestra la imagen de María su madre, sotanas desaprensivas la desalojaron de su sitial para arrumbarla en la sacristía porque en ese nicho van a trepar, sayón dispuesto a clavar su lanzón en el derecho costado del Cristo, ¡una estatua de Juan Pablo II!

Polaco nuevo, dónde te pondré. (¡Dios!)

Tea incendiaria

Hoy Francisco viajó por el Oriente y dejó y trajo la paz. Ayer Ratzinger cubrió la misma ruta, y tras de sí dejó una polvareda de  ira, estupor y crispación porque se atrevió a befar a los islámicos con corrosivos  vocablo como estos:

         Mahoma impuso su religión a filo de espada, y trajo con ella lo malo y lo inhumano.

Horrorosa acusación que me recuerda el episodio que Santo Tomás Moro relata en su Utopía, sobre cierto bocón:

“No contento con anteponer nuestra religión a las demás,  se alargó a condenarlas todas sin distinción, graduándolas a grandes gritos de profanas y calificando a sus secuaces de gente impía, sacrílega y merecedora del fuego eterno”.

Y al destierro el deslenguado por alborotador e indigno de pertenecer a la comunidad..

.        A diferencia de Ratzinger, los conceptos de Emilio G. Aguilar, islamólogo y sacerdote católico:

–  Me duele que hablen mal y con falsedad del cristianismo, pero cuando nos referimos a otras religiones, sobre todo al Islam, por qué olvidar el hermoso consejo evangélico: Trata a los demás, mira a los demás, encaríñate con los demás, como quieras que los demás te traten, te juzguen, se encariñen contigo.

Y el periodista judío:

Todos tenemos la suficiente religión para odiamos, pero no la necesaria para amarnos los unos a los otros.

La aparición del Islam (autor anónimo)  fue una llamada a la reforma que la Iglesia, saturada de éxitos desde Constantino el Grande, no supo captar.

Y el sacerdote católico: “Yo no quiero hacer aquí una apología del Islam ni tampoco denigrar al cristianismo. El punto germinal, raíz y razón del Islam, está en esta experiencia de Dios de ese hombre nacido en La Meca en el 570, y sobre el que todos eran unánimes al afirmar que era un hombre piadoso, honesto y caritativo, a cuyo buen juicio recurría frecuentemente la comunidad. Se le conocía por el sobrenombre de el piadoso, el equitativo, el amigo del necesitado y defensor del oprimido. ¡El hombre de acuerdo con Dios!

El profeta y el Islam nos recuerdan dos cosas: Allí donde nuestra postura no es coherente con lo que proyectamos sobre Dios, no es coherente con Dios, no puede venir de Dios. El es amor y el amor no distingue y lo que no se parece en nada al Dios amor y al Dios que ama a todos los pueblos y a todos los seres humanos no viene de Dios, ¡y nunca se mata más impunemente que cuando se mata en nombre de Dios!

Pero el fundamentalismo que atribuimos al Islam es una palabra que no conocen ni el árabe ni los musulmanes. Se la hemos aplicado hasta el punto de que cuando se habla de fundamentalismo todo el mundo piensa en el Islam. Estos días se ha podido ver el fundamentalismo judío: 250.000 personas que gritan por las calles de Jerusalén que quieren volver a la Biblia. ¡Y nunca se puede ser fundamentalista en nombre de Dios!

Todo el Islam es un rendirse sin condiciones a Dios; rendición agradecida puesto que todo vino de Dios, rendición que es la esencia y  la consecuencia del pacto que, según el Islam, hizo Dios con la creatura antes de que existiese.

Conceptos de Ibn Arabi, siglo XIII, puro cristianismo y humanismo puro: Hubo un tiempo en que yo rechazaba a mi prójimo si su religión no era como la mía. Ahora, mi corazón se ha tomado el receptáculo de todas las formas religiosas; es claustro de monjes cristianos, templo de ídolos y Kaabah de peregrinos, tablas de la ley y pliegos del Corán, porque profeso la religión del amor y voy a donde quiera que vaya su cabalgadura, pues el amor es mi credo y mi fe.

Dios, Alá. (Vale.)

La católica, ¿única religión?

Un agradecimiento a Jordania porque acoge generosamente a una gran cantidad de refugiados palestinos, iraquíes y en espacial de Siria.

Y que el Pontífice sabe que no es un viaje  fácil el suyo;  que cada palabra y cada gesto serán analizados al milímetro. Francisco alabó “la serena convivencia entre los fieles de diversas religiones”. Mis valedores: ¿alguna semejanza del presente viaje con la desastrosa visita de Ratzinger por tierras de Oriente?

El desastre ocurrió por septiembre del 2006. Yo, a la vista de las frases ofensivas de Ratzinger contra el IslamismoMahoma, su fundador, preguntaba:

¿De qué se trata esta vez, cuál es el propósito? ¿Incendiar, arrasar, provocar nuevos derramamientos de sangre inocente? ¿Que el medio mundo de Occidente incendie el medio mundo oriental? ¿Y después?  Como si no bastara la vesania de los perros de guerra del Pentágono y la Casa Blanca, ahora irrumpe de incendiario y cómplice de los genocidas ese personaje brotado de las juventudes hitlerianas y aliado incondicional del Imperio, el inquisidor investido de sumo pontífice. Porque este Ratzinger, a lo alevoso, acaba de provocar al mundo islámico con la requisitoria que contra algún teólogo musulmán arrojó en 1391 cierto emperador bizantino:

Muéstrame lo que Mahoma ha traído de nuevo, y solo hallaras lo malo e inhumano: expandir con la espada la fe que él predicaba.

Con Ratzinger ardió Roma, o casi, porque se tuvo que reforzar las medidas de seguridad en torno al católico provocador. Lo estipuló el corresponsal judío de la segunda guerra mundial:

Todos tenemos la suficiente religión para odiarnos, pero no la necesaria para amarnos los unos a los otros.

Y el sacerdote y misionero católico Emilio G. Aguilar, arabista e islamólogo, en documento que aún no acierto a entender cómo llegó a mi mesa de trabajo: “La dificultad de Occidente para entender el Islam viene del hecho de negarle a Mahoma esta experiencia, motor de toda su vida y de su obra; negamos su encargo profético, y entonces tenemos que buscar otros motivos que serán generalmente negativos: ambición de poder, liderazgo político, obra del diablo o de un esquizofrénico perdido. De ahí el desprecio y las calumnias que hemos amontonado. Y también indicar el camino que tenemos que desandar, el que señalaba el cardenal Tarancón en el segundo Congreso Islamo-cristiano de Córdoba: ¿Cómo se puede apreciar al Islam y a los musulmanes sin apreciar a su profeta y  los valores que han promovido la vida de éstos?”

La voz del prelado católico: Del Islam se ha hablado mucho y mal. Vamos a comenzar nosotros a hablar un poco y bien. La experiencia de Dios hace que tengamos un alma ecuménica, un alma hospitalaria con todas las creencias. Cuando ponemos vallas, límites y fronteras, desde luego no estamos haciendo lo que Dios quiere; es el signo más seguro de que no hemos hecho la verdadera experiencia de Dios”. Y que a Mahoma le siguió un puñado de fieles, y que este movimiento de hombres puesto en marcha por su predicación, que recuerda la sumisión total a Dios y la solidaridad y justicia con los más pobres, se presenta ante la sociedad clasista y materialista de Arabia y  La Meca como revolucionario.

Yo no quiero hacer aquí una apología el Islam, dice el susodicho sacerdote católico, ni tampoco denigrar el cristianismo. Creo que estamos poniendo las cosas en su sitio, y al hablar bien del Islam no hago más que cumplir lo que dice el Evangelio: Tratad a los demás como queréis que os traten a vosotros. (Esto sigue mañana.)

Lobo del hombre

¿Quién es la víctima? ¿Quién es el verdugo? La víctima somos todos nosotros, y todos nosotros el verdugo de todos. Todos somos el linchado y el que blandió el garrote y encendió la hornaza. Somos el protagonista de eso horroroso que ocurrió  ayer en Tláhuac, en Otumba, en Tlalpan, y hoy mismo en San Andrés Tlamac (Reforma),  donde dos policías fueron linchados junto a tres de ellos malheridos después de que un civil fue muerto a balazos.

Verdugos y víctimas son las masas, y todo en el mundo gira alrededor de las masas: los sistemas fascistas, los gobiernos autocráticos, los partidos políticos, los organismos sociales y los credos religiosos. Todos ellos gravitan en derredor de esas masas que para el socialismo utópico sólo sirven para gobernar y sólo para ser gobernados según el imperativo del capitalismo real. Los sistemas de poder, por asunto de ventaja personal y de grupo, han terminado por convertir el elogio de esos rebaños en una profesión en verdad lucrativa. Pero unos y otros sistemas de dominación se viven ensalzando al rebaño de perplejos, como lo llama Noam Chomnsy. Frente a la masa qué distinto el individuo de ideales…

Único, irrepetible e impredecible es el individuo. Rebelde a la mediocridad, rehúsa la vocación de esclavo. Carácter, inteligencia, personalidad, el individuo de ideales es capaz de pensar, de crear estrategias, de avanzar solo, a acierto y error, por caminos que abre  al andar, como dice Machado.

Pero también suele ocurrir, dicen Freud y algunos más,  que en ocasiones ese mismo individuo, por el peso de la soledad del que avanza sin más compañía que la de la propia libertad, llega a rendirse y se integra a la masa de entes todos iguales entre sí, y entonces desciende varios peldaños en la escala de la civilización,  su alma individual se diluye en el alma colectiva y sus pensamientos y acciones, al ser de la masa, son ahora impulsivos, tornadizos, viscerales, irreflexivos. Su actividad intelectual se ha erosionado en la misma medida en que se acrecentó su integración a la masa irreflexiva. El individuo se tornó bárbaro y es arrastrado por los movimientos espontáneos y la violencia, la ferocidad, el entusiasmo y el heroísmo de los seres primitivos. Lo heterogéneo del individuo se ha convertido en lo homogéneo de la masa, tan bien trovada por los demagogos…

Ya en su nueva condición como uno más de la masa, el individuo sacrifica fácilmente su interés personal al interés colectivo. Ha perdido su personalidad consciente y sólo obedece a las sugestiones del patriarca al que la masa buscó para acatar (a lo visceral, a lo irracional) su liderazgo. Porque el individuo ataca al líder; la masa lo acata. En él mira a su santón, su mesías, su iluminado; todo ello porque el rebaño es simplista y procede de acuerdo a la psicología del niño, y como él vive dando preferencia a lo fantástico sobre lo real y quiere ser sometido; necesita ser dominado, subyugado, tener y mantener a su  amo. Ahí el éxito del caudillo, de  los fascismos, de los falsos profetas. (Freud.)

¿Qué fue, entonces, del varón de ideales? Ocurrió que el Doctor Jekyll se transformó en Mr. Hyde, y ya convertido en masa se dispone a golpear raterillos, a desgarrar sospechosos de ser sospechosos, a descuartizar infelices que asaltaron a los pasajeros de un microbús. ¡A hacernos justicia por propia mano!, cuando mal  conocen la justicia. ¡Fuenteovejuna, señor! Cuando no se la ha leído. ¡Mátenlos!  En Tláhuac, en Tlalpan, en Otumba, en San Andrés Tlalamac, en…

¡Quémenlos vivos! (México.)

Del México bronco

Huautla, Oaxaca. Un muerto y siete lesionados es el saldo del enfrentamiento ocurrido entre simpatizantes del PRI y de la coalición integrada por PRD y PAN. Piedras, machetes, armas de fuego. Ojos, oídos y labios reventados. “Hoy perdimos, pero mañana los vamos a acabar”.

Bocas acezantes, ojillos que rebrillan de crueldad, garrotes en alto, trancas estrellándose en las carnes maceradas; acción recurrente en tantos poblados. Es México.

Miro en la foto un edificio en desgracia: puertas desencajadas, macetones quebrados, vidrios hechos pedazos y por el suelo semejante regazón de piedras, ladrillos, garrotes, cuajarones de sangre oreada. Miro tres fotos más, que certifican la violencia del choque entre granaderos y esas oleadas de gorrudos que arruinaron el inmueble municipal. El de la 22 en la diestra va caminando  y se mira dispuesto a todo. Pueblerino que ha sido pacífico desde el estallido de 1910, yo intento calcular cuánto habrán tenido que irlo exasperando desde el matancero del 2 de octubre del 68 hasta el día de hoy, para que un día, por fin, haya estallado en Tejupilco, en Ameyalco. Cuántos sexenios de corrupción, cuántas medidas gubernamentales adversas al paisanaje, qué de promesas siempre incumplidas, qué chorros de demagogia, qué de agravios no habrá tenido que cargar el paisano sobre los lomos para que, de repente, se haya decidido a afianzar esa 22 de cañón recortado y ande a estas horas con la sana intención de no dejar gobernante títere con cabeza.

Por lo pronto, lástima, ya sembró en el camino a ese de uniforme, polainas, casco y garrote de granadero. El de las fuerzas represivas ahí quedó, boca abajo, en un charco de sangre. Y qué coincidencia: el victimado pudiera haber sido, él también (morenillo, lampiño, jetón, quizá un diente de oro) pariente cercano del victimario. Miro la foto. Entereza sombría, sobrecogedora, la del nativo de Tejupilco, del de Ameyalco, del atenquense. Pienso…

¿Durante cuánto tiempo podrán todavía los del gobierno mantener a raya la iracundia del de las fotos? Y curioso, que solo y por la calle y el morral al hombro tan manso se el paisano. Pero no, que cuando ya le colmaron la medida, cuidado y entender que ahí, focos rojos en el mapa nacional, hacen guiños ominosos unas masas sociales que se van hartando de que les tomen la medida y les falten al respeto. Cuidado. Las armas nos dañan a todos y no son la vía para el cambio de nos urge y tendremos que llevar a cabo nosotros.   Mis valedores:

Miro las fotos del granadero muerto en Tejupilco y del herido en Ameyalco. Me quieren doler. Pero observa a aquel de las botas cuarteleras cuando descarga el brutal toletazo en los lomos de la mujer del rebozo. Ella, tan joven, tan delicada. Y entonces, pues…

La salud de los cinco policías lesionados en el enfrentamiento ocurrido en San Bartolo Ameyalco es estable, pero de pronóstico reservado, informó Jesús Rodríguez Almeida, Sec. de Seguridad Pública local.

En cuanto a la posibilidad de que los policías vayan armados a las manifestaciones, Rodríguez Almeida respondió: “Vamos a esperar el análisis que anunció el jefe de Gobierno respecto de los protocolos”.

El jueves pasado, en San Bartolo Ameyalco, más de 100 policías resultaron lesionados luego que diversos piperos y un grupo de lugareños se opusieron a la instalación de una tubería de agua potable.

 Tejupilco y Huautla anteayer,  San Salvador Atenco más tarde, y hoy mismo San Bartolo Ameyalco, fresca todavía su sangre derramada. Mis valedores: La pradera está seca. (¡Cuidado!)

Despiertan al México bronco

Esta vez San Bartolo Ameyalco, delegación Alvaro Obregón de esta ciudad, es el escenario del enfrentamiento que el a media semana se suscitó entre vecinos armados y policías sin más protección que sus escudos de tarea. Agua, rumores, sospechas, negocio de los piperos, en fin. La reyerta arrojó cientos de civiles y policías lesionados, algunos de ellos de gravedad. Que de aquí en adelante los granaderos se presenten armados ante incidentes como el de San Bartolo Ameyalco propone el jefe de la policía capitalina,  Jesús Rodríguez, ante la Comisión de Derechos Humanos del DF.

Yo, frente la noticia, recordé los casos de Huautla, Oaxaca, y Tejupilco y San Salvador Atenco,  del Estado de México al cuidado de Peña.

¡Que se cuiden las espaldas esos perros, porque mañana, y hoy mismo, el muerto será uno de su lado. El pueblo de San Salvador Atenco tiene licencia para machetear a cualquier militar, policía o granadero!

Terrible la violencia verbal de América Valle, hija de Ignacio del Valle, líder del Frente de Pueblos en la Defensa de la Tierra, con sentencia de más de un siglo de prisión y ya liberado del penal de alta seguridad de El Altiplano. Mis valedores:

Estoy observando las fotos, y el espeluzno: Rostros hinchados, cráneos descalabrados, bocas y manos que chorrean sangre. Miro este cuerpo tronchado, y este otro que con rodillas y codos se clava en el pavimento, y uno al que cuatro de uniforme derriban a garrotazos, y uno más al que llevan a rastras, y me pongo a pensar: cuánto hace que las primeras planas no se ensangrentaban hasta tal grado. Sangre de civil, y ahora pronto sangre de policía desarmado, resquebrajado en San Bartolo Ameyalco el día de hoy, como ayer ocurrió en Atenco y en Huautla y en Tejupilco anteayer. Es México.

Tejupilco. Dos policías y un civil muertos y más de 60 lesionados fue el saldo del enfrentamiento suscitado entre miembros de seguridad pública del Estado y dirigentes militantes perredistas, quienes protestaban contra el fraude electoral y mantenían un plantón desde hace 30 días frente al palacio municipal…

Lo dicho, mis valedores: Huautla, Tejupilco, Atenco, Ameyalco. Miro la foto de ese nativo con fondo de humo y llamas, destrucción y sangre derramada. Lo observo. Yo  a este ya lo conozco, lo reconozco. Si no es mi paisano pudiera serlo. Entre más miro la foto  más me convenzo de que el cristiano pudo nacer en mi tierra, y aun ser de mi misma camada: la vestimenta de mis paisanos, el mismo gorro de palma, los huaraches, la chamarra y al hombro el morral. Como ranchero que acabara de bajar desde La Villita hasta mi Jalpa Mineral. Manso de corazón. Pacífico.

Miro la foto: éste se  llama Juan, Pedro, o Ramiro, y se apellida Llamas o Muñoz. (¿Mojarro?)  Lo conozco, lo calculo hombre de bien. En sus terregales siembra maíz, frijol, calabazas. Los domingos baja a la misa de doce, y ya con la bendición encima se desbalaga por el Barrio Alto: sal, azúcar, cigarritos, baterías para el radio. Más tarde el trago para entonar el cuerpo, y arrendar para el rancho, ya al pardear, a aquello de entre dos luces. Y la paz…

Pero no, que ese de la foto en el morral no carga cigarros ni envoltorios de azúcar y sal, sino piedras. En la diestra no afianza el de transistores, sino una calibre 22 negra, cañón recortado, con el tambor empanzado de plomos, y ahí rugientes las bocas, los ojos rebrillosos de crueldad, garrotes y trancas en alto. (Esto sigue mañana.)

Nueva oportunidad para la paz

El Salvador. Que durante el conflicto armado de 1980-1992, acusa Baltasar Garzón, mujeres, niños y ancianos fueron eliminados en despliegues operativos que exterminaban masivamente a la población. ¿La justicia?

“Una de las matanzas fue ejecutada bajo el mando del coronel Sigfrido Ochoa Pérez. hoy diputado en la Asamblea Legislativa. Ni una persona ha sido responsabilizada por estos crímenes de lesa humanidad”.

¿Y entonces la firma de la paz? ¿Y El Salvador,  ya pacífico después de esa ceremonia oficial? Recuerdo aquello ocurrido el 16 de enero de l992 en el Castillo de Chapultepec. Como final del protocolo que marcaba la paz entre la guerrilla y el gobierno de El Salvador Shafick Handal, vocero del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, depositó su AK-47 en manos del mediador, presidente   Salinas, y al recordar los años de la guerrilla, Handal rubricó la ceremonia con una expresión vulgar, escatológica y humanísima:

– Hijueputa! Esta mierda se acabó…¡y nosotros seguimos vivos!

¿Pero El Salvador hoy día? ¿La paz en aquel país?  Pero bandazos que da la historia: sería el presidente  Mauricio Funes, ex-guerrillero del FMLN, el que en la ceremonia conmemorativa de los acuerdos de paz que marcaron el término a 12 años de conflicto bélico que arrojó  un saldo de 75 mil cadáveres y 12 mil desaparecidos, se refirió a las aberrantes violaciones de los derechos humanos y a los abusos perpetrados en nombre del Estado salvadoreño:

 “Pido perdón a las madres, padres, hijos, hijas, hermanos, hermanas que no saben hasta el día de hoy el paradero de sus seres queridos. Pido perdón al pueblo salvadoreño, que fue víctima de la violencia atroz e inaceptable”. Bandazos que da la historia.

Ese es El Salvador, mis valedores, país de luces y sombras, donde el poeta guerrillero Roque Dalton fue asesinado por la propia guerrilla, mientras que una bala asesina abatía en plena celebración del oficio litúrgico a monseñor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, para que su asesino intelectual, un Roberto D’Abuisson ultraderechista fanático, fuese muerto poco tiempo después por la gracia de un cáncer fulminante, que de paso iba a llevarse a uno de los secuaces de la ultraderecha, José Napoleón Duarte,  presidente de El Salvador. El Napoleón del trópico.

Fue entre diciembre de 1980 y mayo de 1982, con este Napoleón como jefe de la junta de gobierno, cuando  se registró una de las épocas  más sangrientas y enconadas del conflicto armado que tuvo su desenlace años más tarde en el Castillo de Chapultepec.  Este mismo represor inició diálogos con la guerrilla en los años 80, mientras que al mismo tiempo viajaba a Washington, donde se originó el incidente que ha quedado para la historia de la abyección pública: rodeado de diplomáticos y funcionarios gringos, de repente Napoleón  cayó de rodillas ante la bandera de Norteamérica y a ojos cerrados se puso a besarla. Al ponerse de pie ya había conseguido la ayuda militar del gobierno para combatir a la guerrilla. Yo, suspicaz: sus métodos y experiencias en relación a la ayuda militar de Estados Unidos pudiesen servirnos para sopesar acuerdos, alcances y consecuencias de concesiones como el “Plan México”, enmascarado en su disfraz de “Iniciativa Mérida”.

Hoy, los retos del nuevo presidente, Salvador Sánchez Cerén, que en  semanas  iniciará su gestión, van a ser, como en México cada fin de sexenio,  “los problemas de siempre”. En fin.

Luces y sombras, tan pequeño y tan grande. (El Salvador.)

 

 

Reforma energética

Los mexicanos deben esperar al menos otros 19 gasolinazos.  P. J. Coldwell, Sec. de Energía.

Estremecido te invoco, payaso del arrabal; te honro en esta hora aciaga; en los días del desánimo yo te saludo, juglar de la boca-calle. Mis valedores:

Fue ayer tarde, a esa hora mortecina en que las farolas acosan la tarde y la fuerzan a huir. En la banca del parquecillo mi amigo y  yo rumiábamos asuntos del sentimiento, de los amores idos, del tiempo que pasa para nunca más, de las cosas que en el camino se quedan, de que nosotros, los de entonces… Y aquel suspirar…

Más allá, la vida que pasa a frenazos, acelerones, altisonancias. De coche a coche el rumoroso panal de los buscavidas: chicles, flores y esas fregaderitas de plástico con las que medio México sobrevive vendiéndolas a la otra mitad. Y entonces ah,  pobre payaso: malabareaba sus pelotas (de goma); y de mano en mano se le cuatrapeaban, y allá va la pelota verde, y acá le rebrinca la roja, y allá le rebota la azul, y tiene que alagartarse bajo la panza del Neón en procura de la amarilla, que hasta allá fue a dar. Pobrín.

–  Tú y yo aquí tristeando, cuando ese pobre payaso…

Mi amigo se le quedó viendo. “A ese yo lo conozco. Claro, sí, el Boquerones. Vamos a verlo de cerca”.

Joven de cuerpo, moreno, pintarrajeado el semblante, en la testa greñuda una peluca ya medio calva. Mi amigo se le acercó: “¿No es usted tragafuegos?”

– El mejor del rumbo. ¿Por qué la pregunta?

– Veo que cambió de giro y anda haciéndole a la payasada…

– Es que el hambre es carbona, y a puras pelotas hay que aplacarla.

Y que si podría hacer para nosotros la suerte del lanzallamas, y que los ando haciendo sobre pedido, y que cotícense y me llegan al precio.

Cerrado el trato entró en una caseta de velador, abrió un par de candados y sacó, como manejando nitroglicerina, una latita de gasolina. “Sésguense, que ái les voy”.

Trozó el aire la primera columna de fuego, con la lata alcoholera sujeta entre dos brazos. Y allá va la segunda, y la tercera, y ya. “Servidos, mis estimados”.

¿Ya? ¿Fue todo? Pagamos, y el traga-fuego a seguir haciendo el ridículo con sus pelotas (de goma), que a lo chambón pasaba de mano en mano.  La tristeza, en vez de írsenos,  se nos enconó.

–  ¿Por qué el Boquerones mudaría de profesión?

– Por qué ha de ser, por el costo de la gasolina. ¿Te fijaste en las llamas que lanzaba en su acto espectacular?

– El chispoteo, dirás. Más antes unas columnas de fuego que encendían la vía pública. Horrísono el zumbar de unas llamas de infierno de Dante. Ah, aquel órgano de fuego como de mancebo dotado. ¿Y el de hace rato? Un organillo de viejo, moco de guajolote. Unas llamas fueron como el sol de invierno y las amantes frígidas: calientan, pero no satisfacen.

– Pues sí, pero el Boquerones qué culpa tiene. Harto hace él. ¿No ves que para cubrir los costos de la gasolina en el tiempo de Peña la campechanea con agua al 85 por ciento? Por eso fue que de fuego salía nomás el chisguete y un rociadón de agua, baba y gargajos que hasta me alcanzaron a salpicar. El rugido del fuego, ¿no lo notaste? Con la garganta, estilo ventrílocuo: ¡fuzzz, fuzzz..!

Y que ya nomás se echó tres, cuando antes unas columnas de fuego para iluminar el mundo. “Porque en México todo se va degradando. Al igual que en los chorros de lumbre del Boquerones, todo en nosotros ya más que el fuego es la pura saliva”.

Callamos. Nos fuimos yendo por la penumbra de un ensayo de noche todavía sin amacizar. Más melancólicos que antes. (Ah…)

Vidas paralelas

¡Oh, Dios, el Papa nos ha visto! ¡Y nos ha dado su santísima bendición!

– ¡Si, María, ahora todo irá bien! ¡Jesús  está con nosotros! ¡El Santo Padre nos ha visto, ha escuchado nuestros ruegos! ¡La tierra será buena otra vez!

 ¡La lluvia llegará, Miguel!!

Ella, agradecida, volvió su mirada al cielo y soltó el llanto. El sacó una imagen de Juan Pablo II. Se arrodilló y empezó a musitar: Padre nuestro que estás en los cielos…”

Con que su santísima bendición. En fin, que ya el católico cuenta con su San Juan Pablo II. Más dificultoso el llegar a ser cristiano. Pero hablando de altares y aureolas:

Un santo como San Juan Pablo II, pero mucho más milagroso y caritativo, me visitó anoche  en sueños, y en mis sueños pude reproducir las diversas visitas que me han llevado hasta su templo y su altar de abigarrados adornos. Como arropado en magia y encantamiento me volví a ver en su templo entre mármoles, tibieza y calor de ceras ardientes, arpegios de música y búcaros que se derraman de toda suerte de flores, ofrenda de sus feligreses. En mis sueños volví a enfrentar al santo rostro con rostro y sentir su mirada en la mía. “Protector de  desamparados, que a mí también…”

Ahora en sueños miraba a los devotos que acuden a agradecer el auxilio de su seráfico valedor. Los observé no de rodillas ni gacha la testa, sino de pie, pecho enhiesto, pupilas ardorosas, el fervor en el rostro y la confianza en su santo protector. De aquí y de allá, de todas partes acudían los devotos a agradecer la protección del benemérito. Edificante.

Porque el santo en su templo aglutina y congrega una muy especial feligresía, puro amoroso fervor, esperanza pura y agradecimiento a raudales. Aquí se trata de un santo verdadero, al que no abofetean el rostro señalamientos ni acusaciones de corrupto. Un santo de verdad, no un personaje polémico y controvertido al que una maniobra politiquera le enjaretó esa aureola que le sentó como unos aretes al irracional.

En sueños visité el templo del santo, donde  los devotos sacaban a relucir fulgores de pensamiento mágico, milagrero y prodigioso, y hoy mismo, al despertar, me he puesto a redactar este mi respetuoso pedimento a quien corresponde:

Francisco, sumo pontífice: ¿por qué no instalar a este  santo  junto al polaco? Porque de santo a santo, Su Santidad: dineros como los que mercaron la aureola polaca, al santo le llegan por carretadas. Como al de El Vaticano, los cercanos al santo viven en palacetes. Como entre los jerarcas que en vida rodearon a San Juan Pablo II, los del santo le fomentan una popularidad mediática que  día con día se extiende a más vastos territorios. Yo de usted solicito, Su Santidad:

Si a 9 años de su muerte tuvo a bien embrocar la aureola al manipulador de los fondos del Banco Ambrosiano y los Legionarios no de Cristo, sino del hijo de toda su reverenda Maurita (por cierto, ¿sigue el proceso de beatificación de la madre de Maciel?); si fue capaz de trepar a los altares al socio de la Tatcher y Reagan para empobrecer más a los pobres con la imposición del sistema neoliberal, ¿ y el santo que en vida quitó a los ricos para remediar el hambre de las víctimas del hacendado? ¿El santo que también recibe los dineros procedentes de la droga no merece una aureola como la del polaco?

Vidas paralelas son el polaco y el sinaloense,  Su Santidad. ¿Por qué no reconocer, como a Juan Pablo II, al santo  protector de  narcotraficantes,  Jesús Malverde?

¿Sí? (Vale, pues.)

Paranoicos

Los rostros de México, mis valedores. Por desalentar la migración de artesanos sin empleo y campesinos sin tierra que por afanes de sobrevivencia dejan sus derrumbaderos de la provincia para buscarla en este hormiguero descomunal, a quienes andan en agencias de engrosar el río de  migrantes les digo:

Paisanos de la provincia: ya no vengan a la ciudad capital. Abandonen toda esperanza de esta ciudad como tabla de sobrevivencia, porque si malo es el derrumbadero en que malviven hoy y peor la aventura del indocumentado en Texas, lo que es en este hormiguero –que tan monstruoso amontonamiento de humanos hemos terminado por deshumanizar, lóbrega paradoja-, ya es punto menos que imposible la empresa de sobrevivir. Si observasen ustedes los rostros del habitante de esta ciudad, sus facciones tensas. Y esos ojos…

Ah, los ojos de los que a lo ausente se apretujan en la calle, la avenida, el bulevar; de los que van, de los que cruzan a lo apresurado, rumbo a todos los rumbos, tantos de ellos sin rumbo…

Si vieran ustedes las miradas del capitalino asentado en la colonia periférica a esa hora en que, oscura la mañana, desde la esquina del barrio bajo lanzan largas miradas hacia el lado de la calle donde hace horas aguardan el autobús. Y es que al otro extremo de la ciudad los acecha el reloj checador de las nueve en punto, y ya en el microbús: ah, esas miradas del que se asoma por la ventanilla, porque el tránsito se arrastra a vuelta de rueda, y estamos a medio camino, y un retardo más significa el desempleo, la miseria extrema, el ambulantaje, y a sobrevivir con la venta de tarugaditas de plástico. En el metro, si vinieran a ver: esa que a lo desatinado, sacudidas y bamboleos, enjarra en su rostro menjurjes y con una cuchara se enchina las pestañas  en tanto que esa otra cabecea de un sueño interrumpido a la viva fuerza de la necesidad. Si las vieran…

Si vieran las tensas miradas del vendedor que a cielo abierto y a pura garganta asalta a media calle al del volks  y le apronta sus aguacates sin semilla –los del huicolito-, y el paquete de chicles y las tiznaderitas de artesanía con las que la mitad de los mexicanos sobrevive vendiéndolas a la otra mitad. “Diez varos le vale”. Ojos tensos, ojos ávidos, que van desalados detrás del posible cliente de una mendicidad disfrazada de limpiador de parabrisas. Si vinieran a verlos…

Ah, las tensas miradas de ese manojo de nervios que, tras el volante del volks, intenta rebasar la luz preventiva mientras se cuida de la tarascada de la patrulla azul, y trata de descubrir, cuadras adelante, la causa del embotellamiento y el huequito en la banqueta donde deshacerse de la cucaracheta y seguir a pie firme, o se nos frustra la cita, o se nos va el avión, o terminamos por mojar los pantalones, Dios

Y las miradas de los desempleados que miran el amanecer recargados en las rejas de catedral, la cajita de herramientas al pie: yesero, albañil, fontanero, milusos; y los ojos de quienes dejan su vida encuevados detrás de la ventanilla de Rezagos Varios, o del ama de casa que hace cola frente al hidrante, el expendio de tortillas, de la leche de Conasupo…

Antes de venirse a esta ciudad imaginen los ojillos de esos muchachejos que por conjurar la realidad de una ciudad que imaginaron madre y les resultó madrastra, buscan la escapatoria en la “mona” de thíner o con cemento construyen sus castillos en el aire y andan por ahí sonámbulos, flotando en la irrealidad, la mirada ausente en una ciudad que los aplasta. Los rostros de la ciudad. (Vale.)

Los reverendos paidófilos

La doble moral del clero católico, mis valedores. Hace algunos ayeres, ante  los casos de paidofilia de un Martín surcar-Nacif y demás casos de aberración sexual que escandalizaron a las buenas conciencias, el clero fulminó a quienquiera que fuese acusado de practicar el delito asqueroso de violación a niños y adolescentes:

Todo aquél que cometa pecado mortal, como los pederastas, debe ser castigado por la ley y excomulgado.

Muy bien,  pero luego de conocerse el caso de un sacerdote violador de niños y la exigencia popular de la aplicación de la ley contra el delincuente, ahí se alzó  desde el púlpito el criterio de las sotanas:

¿Pederastia entre los sacerdotes? Nosotros no somos jueces, y el que esté limpio de pecado que arroje la primera piedra.

Hoy mismo, a principios de esta semana, la noticia señala a la Arquidiócesis de San Luís Potosí de complicidad por encubrimiento en el caso de un sacerdote que en el 2011 abusó de  un jovencillo de quince años. “La víctima fue violada después de que el sacerdote le ofreció cerveza y una pastilla para relajarse. A los padres de la víctima se les hizo firmar una declaración jurada ante Dios para mantener el hecho en secreto y estricta reserva”. (¿Un cómplice su Dios, al que manosean a lo chabacano?

Pederastia. Ahora mismo me viene a la mente otro caso de violación por parte de la sotana a un niño del catecismo. Miro la foto del degenerado, un fulano de unos 25 años, atavío de sotana y capa pluvial. El “religioso”, joven aún, ya se advierte fofo de carnes, mofletudo y rollizo bajo su vestidura blanca con motivos religiosos: la cruz, la paloma, el alfa y la omega, el pez. Un sacerdote, sí, un paidófilo más, éste, encuevado en alguna capilla escondida en la Sierra Norte de Veracruz.

¿Los hechos que incriminan al paidófilo? Los consabidos: con el pretexto de impartir clases de catecismo, y como los servicios del culto requieren de monaguillos, el “reverendo” convocaba a niños de la localidad, de entre ellos seleccionaba a la víctima, y ya cuando la había acorralado en algún rinconcillo de la sacristía, la carnada: que te voy a enseñar ajedrez, te acompaño en tus juegos y te ayudo en la tarea escolar. Yo siempre estaré contigo, pero tú sé buenito conmigo. Y entonces…

-El padre me empezaba a besar en la boca, me metía su lengua, me abrazaba, me apretaba mi

cosa. Que me quería mucho y cerraba sus ojos, resollaba recio y se me iba restregando…

La historia de siempre: entera su potencia sexual  y ayuno de mística y temple para domar su naturaleza, el sacerdote desfoga los impulsos de libido con quienes y en quienes supone que peca con menor peligro, siempre arropado por sus superiores. “Dejad que los niños vengan a mí”.

– Me acostaba en una cama de la casa parroquial y yo sentía su miembro. Me lo apretaba y me lo refregaba en mi cuerpo. Me besaba el cuello y me acariciaba mis piernas y brazos, diciéndome que me quería mucho. Luego me bajaba los pantalones y…

El crimen clerical, perpetrado en sacristías y habitáculos de sacerdotes enfermos y degenerados, permaneció oculto, o casi,  hasta que afloró toda la suciedad del Maciel legionario “de Cristo”,  al que de nada sirvió la protección que le prestaba Juan Pablo II. Frente a panorama tan aberrante alardeó el obispo Leopoldo González  cuando Sec. General de la Conferencia del Episcopado Mexicano:

¿Curas pornógrafos y pederastas? Entre más humanos nos vean más nos van a apreciar. (¡Uf!)

Más de sotanas temperamentales,  jariosas e incontinentes, después. (Vale.)

Convicciones de rastrojo

Y va de mulas, mis valedores. Dije a ustedes ayer que en busca de locaciones para su nueva película y porque en pleno desierto de Marruecos le falló el transporte, el actor Tom Hanks tuvo que agenciarse una mula. Cité el incidente y lo empalmé al caso de un cierto Mr. McCrea,  chofer de un camión de transporte en EU que, frustrado por los reglamentos del gobierno, vendió su camión y se compró una mula. La prefiero, afirmó.

Yo, dije a ustedes ayer, durante algún tiempo cabalgué una mula de manejo  fácil que me transportaba por la ruta que  la rienda le iba marcando. Pues sí, pero mulas vemos, convicciones no sabemos. Un mal día, de repente, la mula matrera pegó el respingo y un chaquetazo que me arrojó al piso. Me alzaba, dolorido, cuando lo vi pelar una hilera de dientes amarillentos y luego volverse y colocar sus cuartos traseros frente a mi cara, para luego dejarme ir una corrompida ventosidad. Asqueroso.

Y allá va la acémila después la defección, trotando, toda jocundia, en dirección contraria a donde hasta entonces se conducía. Yo, por entender conducta tan aberrante,  investigué, y entonces… ¡madre Tula! ¿Sabe, Mr. McCrea, lo que ocasionó la defección de la acémila? De no creerse: ¡fue un puñado de mazorcas que desde el maizal de Los Pinos le badajeó el amansador de mulas e intelectuales orgánicos que ante las masas pasan por ser muy honestos y muy de izquierda, tal como fingía ser la mula de marras! ¡Muy de izquierda todos esos, y no salen del maizal! Unas mazorcas compran valores morales, principios éticos, varonía, dignidad, vergüenza, decoro, en fin. Traicionera resultó la acémila que por aquel entonces encabezaba el sindicato en el que yo era delegado sindical. Un Pérez.  Todavía candoroso, yo entre mí decía:

¿Tan deleznable es la condición de las mulas? ¿De nacimiento lo son, o es vicio aprendido? ¿Las enviciaron sus tiempos de muertas de hambre? ¿La presente crisis de valores? No lo entendía, y aun escribí: “Me resisto a creer que mulas de esta condición padezcan un hambre tan compulsiva que un talego de mazorcas las lleve a defeccionar.  ¿Harinolina y rastrojo no les llenan la panza, que así pierden todo decoro, toda la dignidad, y van a culimpinarse y servir no a los intereses de todos nosotros, sino a los del amansador?” Lóbrego.

Golpeado y adolorido,  asqueado y colérico, reflexionaba: y pensar que a lomos de mula tan traicionera creí que podría llegar a tierras de mi querencia; y pensar que en noches cerradas avancé a ciegas, confiado en el puro instinto y en la supuesta nobleza del animal; y pensar que bordeando barrancas y desfiladeros en noches de cerrazón la dejé suelta de rienda, atenido nomás a su supuesta lealtad. Hoy, aunque tarde, me explico la causa de que el camino fuese un puro fracaso y una pura decepción: ya la acémila, para aquel entonces, saboreaba rastrojo y  mazorcas del ajeno maizal. Mula baquetona…

Yo por aquel entonces era un ignorante total en cultura política, y como hoy mismo algunos de quienes pueblan el país, vivía esperanzado en  que de la recua esta mula o esta otra me llevaran a donde quería yo llegar.  Ilusionado viajé a lomos de acémilas tan traicioneras como las de Tlatelolco y San Cosme, pero eso sí: curado ya del candor, nunca  volví a cabalgar en acémila alguna,  fuese tricolor, colaboracionista o del Verbo Encarnado. Mis valedores:

¿Alguno de ustedes se arriesgaría a trepar en los lomos de una de esas acémilas pragmático-utilitaristas, convicciones de rastrojo y nuevaizquierderas?  (Agh.)

Mulas

Hoy me refiero, mis valedores,  a las mulas y otros especimenes. La nota del matutino fechada el viernes pasado  asegura que la pinchadura de un neumático de su vehículo obligó al actor norteamericano Tom Hanks, que viajaba por alguna zona desértica de Marruecos en busca de la locación adecuada para su próxima película, a tener que  transportarse a lomo de mula.  Hanks tuvo que conseguir tres mulas para él y sus dos acompañantes, y aquí la curiosa coincidencia: que hablando de mulas también un paisano del actor tuvo que ver con tal clase de animales. La nota, fechada ya hace algunos ayeres, llegó de Sandpoint, en los Estados Unidos:

N. McCrea, chofer de un camión de transporte, frustrado por los reglamentos del gobierno, abandonó su oficio y se compró una mula. Prefiero las mulas, dijo. Hoy es su medio de transporte.

Yo, en leyendo la nota, envié al camionero desertor un mensaje que ahora pudiese dedicar al susodicho Tom Hanks, que a la letra dice:

Leve escozor me produjo su decisión, Mr. McCrea. Si a usted la experiencia con los camiones le fue negativa, a mí la de una mula me resultó catastrófica, por lo que yo le aconsejo: cuídese de un camión, pero más de una acémila, traicioneras como son todas las de su raza.  Aquí, por si pudiese aprovecharle, mi mala experiencia con una mula maicera.

Mexicano soy. Mucho tiempo viajé a lomos de mi animal. Alto, buena alzada, percherón, parecía la pura verdad, aunque yo nunca le tuve confianza, que si lo utilicé fue porque me lo impusieron los de mi pueblo.

Largo era el tramo por recorrer, tortuoso y plagado de dificultades, pero la montura me llevaba a buen paso, y todo iba bien. Graneada y robusta, ovachona, la acémila que le cuento parecía ser de condición, muy distinta a las mulas con las que el paisano de México se topa todos los días. Broncas como son las demás, la que yo montaba era mansa y de trote fiel. Resabiadas las otras, atravesadas, alebrestadas y levantiscas, esta era de fácil rienda y leal a mí, su jinete. Matreras algunas más, que avanzan pajareando ya a la derecha o ya al estilo de nueva izquierda,  la acémila que le cuento parecía ser firme en su paso y avanzaba sin corcovos, en rectitud. Esto, al menos, hasta hace cosa de varios meses, porque  mulas vemos, defecciones no sabemos.

Porque ocurrió, Mr. McCrea, que de repente, sin más ni más, cuando yo más  confiado avanzaba a lomos del animal, cuando le había soltado la rienda siempre confiado  a su instinto y a su buena condición, aquel mal día, de improviso, ¡tíznale, que la muy mula pegó el chaquetazo! “¡Hija de tu burro manadero! ¿Qué jicotillo te fue a picar, que así chaqueteas?” Ah, la condición de las mulas…

No se confíe demasiado en su acémila, Mr. McCrea. Cualquier día de estos, sin previo aviso, puede darse el sacón y pegar el reparo, como esta mula de siete cuartas, hija del siete de espadas. ¿El nombre de la tal? Más adelante.

De no creerse: apenas pude alzarme del suelo, quebrantado todo de cuerpo y ánimo, ahí vi que la acémila me observaba con ojillos burlescos, y que en silenciosa carcajada pelaba una hilera de amarillos dientes de animal bien graneado, y lo peor:  de súbito se volvió, me plantó en plena cara sus cuartos traseros –transeros-, y que alza la cola, toma una tarascada de aliento, y entonces, en mis puras narices ¡rájale!, la ventosidad corrompida y esa coz que, si no me agacho…

Mula dejara de ser. Allá va la desvergonzada después de la defección, trotando, eructando a…

(De otras mulas, mañana.)

Macabrón

Felipe IV de España, uno más de los pequeñajos que han logrado trepar al poder. Como rey, Felipe (1605-65) nos resultó un  mediocre, y tanto le pesó la corona que entregó las llaves del gobierno a un tal Conde-Duque de Olivares, el Manlio Fabio de por allá. El mediocre falleció de pura tristeza, destino que es de los pobres de espíritu. Macabrón.

Este Felipe mediocre de facha, intelecto y carácter, iba a ser el  destinatario del célebre Memorial que a lo subrepticio le deslizó aquel mi señor don Francisco de Quevedo y Villegas, genio de genios del Siglo de Oro español. En los pareados del Memorial Quevedo echa en cara a Felipe ser el causante de achaques y tribulaciones que azotaban al noble pueblo español, y que iban del enriquecimiento inexplicable de algunos voraces a la extrema miseria de los entenados del reino. Esto, a mediados del XVII español. Males fueron aquellos que la España del Cid soportaba a lo estoico. El Memorial iba a llevar de la mano a Quevedo hasta una acogedora mazmorra del rey,  rencoroso y vengativo como todos los de su alzada.

Muchas excelencias se le advierten al Memorial: las acusaciones con que Quevedo chicotea la cara al monarca son las que nosotros pudiéramos enderezar contra cualquiera que haya posado sus reales en el sillón de Los Pinos. Dice:

Católica, sacra y real majestad – que Dios en la tierra os hizo deidad; – Un paisano pobre, sencillo y honrado – humilde os invoca y os habla postrado.

El honrado, pobre y buen caballero – de plano, no alcanza ni pan ni carnero. – Perdieron su esfuerzo pechos españoles – porque se sustentan con tronchos y coles. – Cebada que sobra los años mejores – de nuevo la encierran los revendedores. – Madrid a los pobres pide mendicante – y en gastos perdidos es Roma triunfante. – En vano es que agosto nos colme de espigas – si más lo almacenan logreros que hormigas. – En vegas de pasto realengo vendido – ya todo ganado se da por perdido.

Perpetuos se venden oficios, gobierno – que es dar a los pueblos verdugos eternos. – Si a España pisáis, apenas os muestra – tierra que ella pueda deciros que es vuestra. – Los que tienen puestos, lo caro encarecen – y los otros lloran, revientan, perecen.  – Crecen los palacios, ciento en cada cerro – y al pobre del pueblo, castigo y encierro.

Plazas de madera costaron millones, – quitando a los pobres vigas y tablones. – Un ministro, en paz, se come de gajes – más que en guerra pueden gastar diez linajes. – Nunca tales gastos son migajas pocas, – porque se las quitan muchos de las bocas. – Los ricos repiten por mayores modos: – ya todo se acaba, pues robemos todos. – Y así en mil arbitrios se enriquece el rico, – y todo lo pagan el pobre y el chico.

El vulgo es, sin rienda, ladrón y homicida – Burla del castigo, da coz a la vida. – ¿Qué importan mil horcas, dice alguna vez,  – si es muerte más fiera hambre y desnudez? – Consentir no pueden las leyes reales – pechos más injustos que los desiguales.

Las plumas compradas por Dios jurarán – que el palo es regalo, y las piedras, pan.- Contra lo que vemos, quieren proponernos –que son paraíso los mismos infiernos. -Las falsas lisonjas son flechas cubiertas. Porque lo demás todo es cumplimiento – de gente servil, que vive del viento. – Si en algo he excedido, merezco perdones.- ¡Dolor tan del alma no afecta razones!

Y la crueldad de los débiles: apenas leer el Memorial, ¡a la mazmorra el genio del Siglo de Oro español. Es la historia: ayer, la España de Felipe. Hoy, el México de Felipe y Peña. ¿Y el país de nosotros? (¿Ese qué?)