Cantantes y “dictadores”

   Quiero ir a cantar a su país. ¿Me lo permite? ¿Me da su palabra de que no le pasará nada a mi público, ni a mi gente, ni a la empresa, ni a mí?

Tal preguntó algún Alejandro Sánz, tonadillero, al presidente venezolano Hugo Chávez, cuya dictadura, de no mediar mi intervención,  casi termina por asesinar la sintaxis. Aquí, presentable, la respuesta de Chávez:

– Señor Alejandro: ¿sabe usted lo que significa ser esclavo sin cadenas? Es, simplemente, continuar de esclavos sin cargar los grilletes. ¿Por qué razón no te has preguntado todavía el por qué de que Venezuela es atacada con artillería pesada solamente por las potencias occidentales?

Infórmate, amigo mío, y pregúntate porque Colombia es considerada una de las naciones donde existe más desigualdad por culpa de gobiernos que sólo mandan para unos pocos, con las riquezas distribuidas entre unos privilegiados, mientras Venezuela es reconocida como el primer país de la región en cuanto a bajar la pobreza extrema, de manera drástica, en el gobierno de Chávez.

¿No te llamó nunca la atención que después que nuestro país se volcó a la izquierda, automáticamente se comenzaron a unir la mayoría de los pueblos de América Latina en una clara señal de lo que querían los pueblos? ¿Pides permiso para venir a cantar? ¿No te da vergüenza decir eso? ¿En un país democrático donde cualquier persona puede decir lo que se le venga en gana y no como te cuentan? Los latinoamericanos que levantaban su voz por intermedio del canto en señal de protesta por las infinitas injusticias que sufrían sus pueblos por culpa de dictaduras asesinas de derecha nunca pidieron permiso para arriesgar su vida en nombre de los miserables, y en esos tiempos si que arriesgaban el pellejo.

¿Alguna vez te dignaste escuchar alguna prosa convertida en canción de Atahualpa Yupanqui, el padre de la canción folclórica latinoamericana? La dictadura fascista argentina lo persiguió y tuvo que asilarse en Europa. ¿Nunca  te contaron  del cantautor Víctor Jara, al que la dictadura chilena de Pinochet le cortó las manos y acribilló en el estadio de futbol de Santiago? ¿Conociste a Mercedes Sosa,la negra del Sur” como la llamaban los pueblos latinoamericanos? A esta cantautora, cantando en la ciudad de La Plata en el año 79, la dictadura fascista  la detuvo con todos los que osaron ir a verla cantar. También tuvo que exiliarse en Paris y Madrid, para que no la mataran…
¿Oíste cantar a Alfredo Zitarrosa? El también se vio obligado a exiliarse en Europa por amenazas de muerte…

Háblanos de los olvidados de Haití, de los miles y miles de muertos en Irak, de los de Afganistán, de la hambruna del África, de la desnutrición en la América pobre, de la desigualdad abismal existente entre ricos y pobres, de las interminables mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, de los niños obligados a trabajar robándoseles lo único que vale la pena vivir en esta loca vida, su niñez.

Infórmate, escribe, no vengas sólo a cantar y a hacer un show mediático. Sé honesto, no engañes a tus seguidores. Recorre las villas miseria de pueblos que claman por igualdades, las favelas de los sin techo, los 40 millones de pobres en USA, hoy convertidos en 50 millones de excluidos. Y después me cuentas, si todavía te quedan fuerzas de criticarme. Hugo Chávez. (Y ya.)

La justicia, esa desconocida

Xalapa. Un sujeto que pretendía asaltar a ganaderos de la zona sur de Veracruz fue linchado por los vecinos.

Mejor hablar de esa  “justicia”, mis valedores. Hablar de la “justicia” que los ganaderos acaban de aplicar a principios de esta semana. Referirnos a  la “justicia” que se conoce en este país. De la “justicia” que el Verbo Encarnado prometió que iba a  aplicar a familias tan corrompidas como los Salinas, los Fox, los  Montiel. De la “justicia” que el de Los Pinos (“cumpliré y haré cumplir la Constitución  y las leyes que de ella emanen””) aplica en  los casos recientes de los procuradores de “justicia” con cadáveres de criaturas debajo de la cama, los sobornados de yate y autos de lujo y los corruptos de departamentos de lujo en Polanco.

Mejor hablar de la única “justicia” que se conoce en este país, una venganza vil  con alias de “justicia” (Martí, Wallace), en la  alegoría que  Kafka consigna en El Proceso, novela en la que un tal José K. es masacrado en la trituradora maquinaria de una “justicia” semejante a nuestra, con leyes y jueces, tribunales y expedientes y una atmósfera asfixiante donde el acusado nunca llega a enterarse del delito por el que sufre un proceso que lo llevará a la desgracia. Aquí el caso alegórico.

Hubo una cierta ocasión en que José K., buscando algún juez con quién indagar acerca  de su expediente, acude a la sede del  tribunal y recorre sus sombríos corredores hasta llegar a una oficina que atienden una secretaria y un burócrata menor (los magistrados, invisibles). Joven y pleno de salud y vigor, conforme se interna en el edificio de la “justicia” va sintiéndose presa de náusea, debilidad, desvanecimientos. La secretaria, al observarlo:

– Llevémoslo a la enfermería.

“Puedo caminar yo solo”. Pero le era imposible mantenerse en pie. Se alegró cuando decidieron trasladarlo a la calle.  “Vamos, levántese, supere su debilidad”.

Mareado, José K. sentía viajar en un barco golpeado por la tempestad. Le pareció oír el rugido de olas que se precipitaban sobre él, como si el corredor se balanceara, como si los que en sus asientos aguardaban justicia oscilasen al compás del balanceo. Le era imposible comprender la calma que manifestaban los dos funcionarios que le conducían casi arrastrándole. Se percató de que le hablaban, pero le era imposible entenderles. Sólo podía oír el ruido que llenaba todo el espacio y que  retumbaba como la sirena del navío. De pronto aspiró un golpe de aire fresco. “Está  en la salida, márchese”.

José K. sintió que tornaban todas sus fuerzas y descendió con rapidez los escalones que conducían a la calle. Observándolo desde arriba, los dos burócratas.

– Gracias, muchas gracias –Casi no pudieron responderle. Ellos, acostumbrados a la atmósfera viciada de las oficinas donde se impartía una  “justicia” semejante a la nuestra, no soportaban el aire fresco, el oxígeno. Se hubiesen desmayado si José K. no se apresura a cerrar la puerta. Ya en la calle se sintió fuerte otra vez. Espléndido.

Hasta aquí, mis valedores, la kafkiana alegoría, y a esto quería yo llegar: ¿resistiríamos nosotros el contacto con la verdadera justicia, esa desconocida? ¿La resistirían jueces, magistrados y procuradores? Nosotros, de recorrer los laberintos de ese mundo viscoso, vicioso y viciado de la “justicia a la  mexicana”, ¿no sufriríamos vahídos, desvanecimientos? Si de pronto se viesen forzados a aplicar la justicia, ¿los Baz Baz, Chávez Chávez y Verbo Encarnado,  la resistirían sin desmayarse?  (México.)

Mediocridad e idealismo

Un rasgo común entre un joven europeo que ataca con bombas incendiarias y el muchacho que asalta y viola en un microbús: ambos son incapaces de ponerse en el lugar de los demás. Sin  la oportunidad de leer, su imaginación y su sensibilidad quedaron muertas

(José Emilio Pacheco, escritor.)

Y perdonando la curiosidad, mis valedores: ustedes, durante los doce  meses que van del año, ¿cuántos libros leyeron? ¿Cuántos alcanzaron a leer?  ¿Cuántas horas dedicaron a la lectura? Y a ver la televisión, ¿cuántas horas? ¿A cuál de los dos ejercicios (leer, ver TV) favorece el balance? Entonces rindámonos a la evidencia: cada uno de nosotros, en cuanto humano, es  lo que su espíritu es, y su espíritu es eso que le dimos por alimento. Y entonces la conclusión: somos entes de ideales o somos mediocres. Sin vuelta de hoja. Sin más.  Sin cambio de canal, para que algunos me entiendan.

Y luego por qué somos como somos; por qué estamos como estamos; por qué nos damos gobiernos como el del Verbo Encarnado, por qué lo permitimos; por qué soportamos a semejante Tartufo (lean esa obra de Moliere)  que ha  convertido el patrio territorio en un delirante almácigo de cadáveres descuartizados; por qué nos negamos a pensar y crear esa estrategia y la táctica correspondiente que nos lleven a darnos un gobierno aliado al que obedecer como sus mandantes. ¿No está ahí, mis valedores, la explicación del por qué nos hemos atornillado en el puro reniego y la pura mega-marchita, que de pura no tiene nada semejante redrojillo histórico? Ah, este nuestro país que así exhibe tan siniestro balance entre el ejercicio de la lectura y el de las horas que dedicamos aplastados a dos nalgas frente al cinescopio, en una postura que remeda la de El Pensador de Rodin,  pero que en materia de espíritu y de intelecto es la postura que se adopta a la hora y punto del lugar excusado…

Y hablando de leer, mis valedores: ¿alguno de ustedes conoce la obra de Kafka, o lo citan  como al Quijote, Romeo y Julieta, Fuenteovejuna o la Biblia, sólo de oídas? Que esta situación es kafkiana, y que si Kafka escribiese hoy día acerca de México su literatura sería costumbrista, y tonteras de ese calibre. Los mediocres son temerarios, y  no les arredra ponerse en evidencia como ignorantes que piensan con cabeza ajena y sólo repiten opiniones y conceptos que escuchan en los diversos medios de condicionamiento de masas. Lóbrego.

Uno, mediocre e ignorante, ayuno del más elemental sentido de recato y autocrítica, es ese de triste memoria como presidente del país que hoy, tragicómica figura del esperpento y la picaresca política, sigue causando lástimas y verguenza ajena. Hablo de un Vicente Fox que a medias de su sexenio se permitía la desmesura de llenarse la boca con citas de  “José Luis Borgues”, al igual que la “señora Marta”, la “pareja presidencial”, tan zafia e ignorante como él, que convertía a Rabindranath Tagore en “La Gran Rabina Tagore”. válgame. También el autor de El proceso iba a pasar por el bochorno de la cita del palurdo de Hummer y Jaguar blanco, y aquí me parece válida la aclaración:

Desde Alvaro Obregón y Plutarco Elías Calles hasta Salinas y Ernesto Zedillo todos, en los seis años justos de su mandato –que nada tuvieron de justos la mayoría de ellos- jugaron de forma espléndida el papel del personaje de Lewis Carroll que aparece en la obra titulada Al otro lado del espejo: Aludo, por supuesto,  a Humpty- Dumpty. (Del tema hablaré mañana.)

Sicalíptica

La vieja, mis valedores. ¿Me atreveré a informar a ustedes de  mi tragedia personal, con el peligro de que la califiquen de cínica  y a mí de desvergonzado? Porque se trata, ni menos ni más, de mi vieja,  a la que esa noche intenté usarla cuando ya ni ella ni yo estamos para tales excesos.  Yo ya me había aquerenciado con la joven recién llegada, y cuando ella me falló me vi precisado a acudir a la vieja, pero ni los manoseos preliminares la hacían entrar en calor. Seca, reseca, sin gota de lubricación, que al tentalearla percibía sus articulaciones reumáticas, fuera de uso. “Anímate, viejita, tú puedes”. Y dale con las dos manos, e inténtalo con los dedos, pero ella, nada, que ya a estas alturas de su vida se me ha vuelto insensible a cualquier incitación, así las yemas de mis dedos toquetearan sus puntos sensibles, ahora muertos del todo.  Y ni cómo revivir un cadáver. (No que más antes, ella y yo, vibrando al unísono…)

Insensible, sí, pero no por su culpa, sino de quien por la recién llegada la abandoné durante años. Si la hubiese estimulado de vez en cuando tan sólo por que no se marchitase del todo hoy, tal como cuando éramos jóvenes), podría dar de sí; no que ahora me estaba dando de no. Y qué hacer, sino recurrir (pena me da confesarlo) al ejercicio manual…

Esa noche, para empezar, me la acerqué al pecho, la sobé con mis dos manos, y qué respuesta frustrante. Ella reseca, impaciente yo; ella insensible, yo con los entusiasmos que de tan ruda manera se me iban enfriando. Pero yo soy tenaz y andaba necesitado, y qué más hacer, sino echar mano de la técnica manual. A mis años.  Muy animoso comencé, pero no, que al esfuerzo me fui desinflando…

Fracaso total. Ni con la vieja ni a lo solitario, y ahí el dilema: ¿renunciar al intento, cuando las excitantes imágenes me acalambraban la mente? Hice a un lado a la estéril y dejé en paz mi mano.   Qué desaliento, qué sentimiento de frustración ante el acto fallido mientras que en la penumbra del íntimo recinto de mis escarceos permanecía  en silencio, respirando gordo, pensando, nomás pensando.

Tengo una amiga ducha en estos menesteres; ¿la llamaría por teléfono? Ella, a punto ya de meterse en su cama,  qué podía hacer. Tengo también un amigo, ¿pero llegar al extremo de molestar a un varón? En el trance en el que me encuentro nadie ni nada, que no sea mi mano… Patético. Y qué hacer…

Cuánto se ha deteriorado mi vieja máquina de escribir,  que adquirí de segunda mano allá por la década de los 60s y que como buena cumplidora acopió miles de mis artículos desde que yo colaboraba en periódicos y revistas. Quise escribir a mano y tomé el bolígrafo, pero no, que la joven computadora de Bill Gates, a la ley del menor esfuerzo, me ha tornado un acomodaticio.

Sin luz, inmovilizado, me puse a reflexionar: ¿en qué país civilizado dejarían las autoridades toda una colonia inutilizada por falta de  energía eléctrica el tanto de seis larguísimas horas?  Fue así y a la viva fuerza como vine a descubrir mi inutilidad para escribir a mano por lo mucho que se ha deteriorado mi vieja máquina de escribir, que el tanto de dos, tres décadas, me acompañó en el oficio de escritor de ensayo, relato, teatro y novelas. Cuánto dependo de la computadora, hasta la media tarde engarrotada por carencia de luz, y aquí mi exigencia:

¡Lozano, con un canaco, convénzase: la Federal de Electricidad vale Tula (Tula es mi madre)! Regréseme de inmediato el Mexicano de Electricistas.  (Ah, mi candor. Lástima.)

Doble moral

Los derechos del hombre son valores: señalan lo que es natural y justo, pero además exigen; son aquellas condiciones de vida sin las cuales, en cualquier fase histórica dada de una sociedad, los hombre no pueden dar de sí lo mejor que hay en ellos como miembros activos de la comunidad, porque se ven privados de los medios para realizarse plenamente como seres humanos.

Por cuanto a México, mis valedores ¿sus autoridades respetan esos derechos estipulados en la Declaración de la  UNESCO en 1947, unos  derechos del hombre que, según la doctrina del jurista Carrillo Flores, están en la raíz de todos los problemas capitales de la humanidad? ¿En qué posición queda México frente al postulado de Paoli Bolio, panista, de que la democracia de un país se mide por el respeto a los derechos humanos?

Y es que lo malo de la situación, según Emilio Rabasa, jurista experto en relaciones internacionales, es que no sabemos cuáles son los derechos naturales del hombre. A propósito: las declaraciones mundial e interamericana de 1948  estipulan cinco tipos diferentes de derechos humanos:

1.-Los derechos civiles. Son los que han sido bandera de lucha contra un poder injusto, y se refieren al respeto a la vida misma, a la libertad, a la seguridad personal y a la prohibición de los castigos crueles o degradantes, no sufrir discriminación alguna en razón de raza, color, sexo, lenguaje, origen nacional, etc., y proscribir la pena de muerte.

2.- Derechos Políticos. Se reconoce el del individuo a tomar parte en el gobierno de su país en condiciones de igualdad a las dignidades públicas. La voluntad del pueblo será la base de la autoridad del gobierno -el voto, sí, pero respetado-; así, los pueblos tienen derecho a definir su status político y desarrollo económico, social y cultural, además de disponer, como lo estimen prudente, de su riqueza y recursos naturales.

3.- Derechos culturales. La educación elemental será gratuita y obligatoria. La educación superior  al igual que la de índole técnica y profesional, se pondrá al alcance de todos. La educación estará dirigida al desarrollo completo de la personalidad humana y promoverá el entendimiento, la amista y la tolerancia entre todos los grupos raciales y religiosos. Todos los ciudadanos tienen derecho a participar en la vida cultural de la comunidad, de gozar las artes y de compartir el avance científico y sus beneficios. A esto se le nombra: “Derechos del espíritu ”.

4.- Derechos sociales. Abarcan el derecho al descanso, al ocio y la asistencia y cuidado especial que deben garantizarse a la maternidad y los niños, nacidos dentro o fuera del matrimonio. Todos gozarán de la misma protección social.

Y el 5º., los Derechos económicos, que incluyen la libertad de trabajo, el tener condiciones favorables en las labores, la protección contra el desempleo, el derecho a recibir una retribución favorable que asegure al trabajador y su familia una existencia compatible con la dignidad humana y a un nivel adecuado para la salud y de su familia, incluyendo alimentos, vestido, habitación, cuidados médicos y servicios sociales necesarios.

¿Se respetan en este país? ¿En EU? En su Declaración de Independencia (1776) T. Jefferson: Mantendremos que (…) todos los hombres son creados iguales; que están dotados por su Creador con derechos Inherentes e inalienables; entre ellos la vida, la libertad y la persecución de la libertad .

Sublimes conceptos que excluían a negros y a indios, y no se pronunciaban contra la esclavitud. (Sigo después.)

Señores de la justicia

Han de saber sus buenas mercedes que en tiempos remotos existió un avaro que en buen escondite atesoraba monedas de oro y en la cocina tres cachos de queso y uno de pan, provisiones que, magras y despreciables, mal sobrevivían a la acción predadora de un hervidero de ratas que infestaban el tugurio del avaro aquel. A la vista del poco queso y el magro pan siempre roídos, el iracundo:

-¡Mal rayo los parta, tengo que exterminarlos!

Exterminarlos, sí, ¿pero cómo? ¿Trampas en las que tuviese que malgastar rajuelas de queso? ¡Nunca dispendio tal! ¿Un gato? ¿Los resecos trozos de pan y los míseros cachos de queso exponerlos  también al gato? ¡Nunca! ¿Custodiar en persona las provisiones a costillas del sueño y las horas dedicadas al deleite onanista de cachondear las amarillas rodelas? ¡Jamás! Pues sí, pero entonces…

El avaro se devana los sesos, piensa que te piensa, trama que te planea, pero la solución, andavete, y así se pasaba los días de claro en claro y de turbio en turbio las noches, y de la congoja al insomnio, y de ahí a la depresión y a la angustia. Fea situación.

Pero de repente un amanecer de miércoles: “¡A la miércoles el problema! ¡Dí con la solución! (Tomar nota, señores justicias.)

Con paciencia y salivita, como es fama se logra todo en el salivero mundo de ratas, avaros y procuradores de justicia, ahí la primera parte del plan, que fue armarse de mucha paciencia  y apostarse a la vera del agujero que daba al bajo mundo de los roedores. Y a esperar, vigilar, contener el aliento, hasta que de repente: “¡La atrapé! Gracias, mi  Dios”.

De la cola pepenó a dientona, y la segunda parte del plan: ya con la peluda en la mano fue y la encerró en una jaula de alambre, y ándenle, que la dejó sin comer (No perder detalle, señores justicias.)

Y ocurrió que al paso y peso del tiempo, que todo lo cura, y lo enferma, lo agrava y agravia, cuando ya la dientona bufaba de hambre brincoteando y acalambrándose a espeluznos, el avaro la fue alimentando con cachos de carne fresca, con la que aplacó el hambre del roedor. ¿Pero un  avaro derrochando en filetes? Carne, sí, pero de una rata pequeña que acababa de asesinar a escobazos. Carne de congénere, ya sea de la hambrienta o del hambreador. ¿Captan ustedes la idea?

Y así cada día dos o tres rajuelas de carne le amansaron el hambre, pero de pronto a cerrar la despensa, y hasta otro día. A carne de rata sobrevivió la cautiva, y le fue tomando sabor y le agarró el gusto, pero de súbito a retirarle la carne, y la rata a bufar por su carne de rata. ¿Adivinan el final, señores de la justicia?

Con la roedora en delirio por un ayuno de varios días el avaro aprontó la jaula a la boca del agujero que hervía de congéneres, y abrió la reja y dejó escapar la hambrienta orejuda. ¿Se imaginan ustedes? Diablo de avaro tan ingenioso, ¿no les parece?

Ingenioso, sí, porque de ahí en adelante la hambrienta inició una terrible devastación y creó una mortandad espantosa entre la ratuna  población, lo que devolvió la calma al avaro después de que aquel su ingenio le hubo ahorrado el gasto del gato y el queso en la ratonera. Y aquí mi mensaje, señores de la  justicia:

¿A cuánta rata no han enloquecido a estas horas? ¿Serán más corruptas que las ratas de uniforme que las capturaron? ¿Entonces? A excarcelar  la más sanguinaria y arrojarla contra sus congéneres. Quién quita, ¿no?  Porque con la táctica que han aplicado hasta ahora, ¿van a seguir “angustiosamente” pidiendo chichi al vecino del Norte? (No, gracias de nada.)

Histórico reculón

La ley para la despenalización del aborto aprobada por la ALDF pone en evidencia, una vez más, el rostro autoritario y fascista del PRD

Ocurrió después del atraco de 1988, cuando el oportunismo pragmático-utilitarista de un Salinas urgido de “legitimación” desnaturalizó el 130 constitucional y lo forzó a pegar el reculón histórico: “Las iglesias y las agrupaciones religiosas tendrán personalidad jurídica como asociaciones religiosas una vez que obtengan su correspondiente registro”.

Semejante reculón vino a desbozalar, una vez más,  el escandaloso protagonismo de un clero político que desde el púlpito y ya sin recato lanza anatemas y excomuniones, condena leyes que garantizan los derechos de la mujer, exalta a este político y sataniza a aquél y controla el voto de unas ovejas cándidas, mansas, enajenadas. Tal acusan la historia y la realidad objetiva, hoy como ayer.

El estudioso Lavine: La religión y la política, desde los orígenes de lo que conocemos como América Latina, dependieron una de otra y se influyeron una a la otra.

Contra el derecho de la mujer a disponer de su cuerpo,  un Jonás Guerrero, obispo: ¿Qué diríamos de El Mochaorejas si nos dijeran que tiene derecho a secuestrar, a cortar los dedos de sus víctimas, a asesinar a nuestros familiares? Ahora “se justifican” los actos vandálicos de los asambleístas del PRD, que ellos llaman “derechos”…

El doctor José Luis Mora, político liberal: “Todo lo que incide en el fervor se capitaliza en poder político para la Iglesia. A mayor fervor popular, mayor control sobre los fieles, quienes se caracterizan por un alto nivel emocional, que no siempre va acompañado de una dosis de racionalidad. Cada mexicano debe preguntarse diariamente a sí mismo si el pueblo existe para el clero o si el clero ha sido creado para satisfacer las necesidades del pueblo”.

En el XCVIII Congreso Eucarístico Internacional de Guadalajara, Jal. (agosto del 2004), Santiago Creel, Sec. de Gobernación de un Estado laico: El gobierno  reconoce sin disimulo el papel trascendental de la Iglesia Católica, ahora en posibilidad de realizar abiertamente sus actividades, de brindar un servicio y de difundir su mensaje: un mensaje eucarístico de luz y vida.

El sacerdote Vicente Amil, citado por J. Meyer: “Ya sea que el príncipe haga buen o mal uso de su poder, ese poder siempre es conferido por Dios. Incluso si su gobierno es tiránico hasta el punto de que deje de ser un príncipe y se convierta en un demonio, incluso entonces… debemos seguirle siendo fieles, no permitiéndonos más recurso que el de apelar a Dios, Rey de Reyes que puede en el momento oportuno ayudarnos en nuestras tribulaciones…”

Dn. Jesús Reyes Heroles, ideólogo y analista de la Constitución, ponderaba el 130 Constitucional:

En el pasado, en México, a nombre de la religión se quiso entrar en el cambalache político; se politizó en el mal sentido la religión, y se dio origen a una mezcla lesiva a la libertad de conciencia y lesiva a la dignidad religiosa. Hoy, en otros países, a nombre del cristianismo se hace mala política, se defienden intereses, que no ideas o sentimientos; se entra en el toma y daca del comercio de las cosas y de los hombres al amparo de la religión. Nuestra Ley impide la posibilidad de estas actitudes que desmedran la religión, rebajándola de su sentido íntimo y personal, para convertirla en pretexto de facciones. Respeto a la religión y respeto a la política, que no otra cosa es nuestro Artículo 130 constitucional.

(Sigo después.)

Lula, Fox, vidas distantes

Yo soy un desempleado brasileño, sí, pero tengo más fe en Lula que en el propio Dios…

Tal clamaba a finales del 2002 un ciudadano carioca, S. Amaral, cuando la estrella de Inacio Lula Da Silva comenzaba a brillar sobre toda la extensión de la tierra amazónica. Hoy, ahora que Lula instala a Dilma Rousseff en el Palacio de Planalto, ¿seguirá enhiesta e incólume la fe de Amaral en el sol brasileño, aquel oscuro tornero mecánico y dirigente del Partido de los Trabajadores que iniciaba el gobierno más exitoso en la historia reciente del Brasil?

Acostumbrado a irradiar emociones por doquier, Lula buscaba abrazarse con la multitud, que lo ovacionaba en estado de éxtasis…

“En la explanadas todo era fiesta banderas, fotos de Lula,  más como una  estrella de rock que como presidente. Un centenar de militantes le cerró el paso, querían tocar al Hombre nuevo. La multitud lo ovacionaba en estado de éxtasis (…) Al grupo que lo esperó toda la noche, Lula lo saludó. Es su estilo. La lluvia anunciada, como para limpiar una historia de desigualdades; la historia acababa de escribir una nueva página, la más esperanzadora de todas en este continente, que ayer comenzó a mirarse a sí mismo. La fiesta continuó toda la noche. Para entonces Lula y el pueblo seguían mirándose de frente”. Las masas populares: “Hoy, Lula más popular que nunca!”

De éxtasis, clamó el matutino. Un éxtasis que fue hermano, ¿lo recuerdan ustedes? del éxtasis mexicano en aquella macabra noche de julio del año 2000. ¿Se acuerdan de la nocturna parafernalia al pie del Angel que fue de la Independencia? ¿Y? ¿Qué quedó del fervor que en tales cándidos que nunca faltan y siempre salen sobrando logró provocar el segundo marido de Marta, ese mismo que de la lengua no se apea el vocablo “democracia” mientras revela que en el 2006 le jugó con “dados cargados” al que pasó a ser “un peligro para México”. En fin.

Para el Brasil  fue Lula; para México, Fox. Pero aquí, tras el delirio y la psicosis colectiva de unas masas populares teletoneras, de Perra Brava y  cabeza caliente pero corazón frío, ¿qué fue lo que vino quedando, aparte del basural al pie del Angel de la Independencia? Ya asesinado el vendaval de esperanzas irracionales que provocó en millones de Amarales tricolores a los que atacó la furiosa compulsión de creer en que el nuevo mesías iba a traerles un “cambio” que es sólo tarea de todos nosotros, el paisanaje, ¿qué memorable quedó de aquella “pareja presidencial”, si no un surrealismo tropical y esperpéntico, un aeropuerto que no pasó la etapa de proyecto sexenal, un abominable derroche de los excedentes petroleros y la depredación lucrativa e impune de unos hijos de toda su reverenda Marta? Es México.

Lula da Silva y la crónica del delirio colectivo que provocó su arribo al palacio de gobierno:

“La toma de poder de Lula ha generado un entusiasmo en Brasil similar o superior al que produjo la asunción de Fox en México. Pero así como la presidencia de Fox ha generado decepción después de un corto período en las cabañas de Los Pinos, es muy probable que lo mismo ocurra con Lula en un par de años”.

Años, engaños y desengaños más tarde, lo desmentiría S. Amaral. De los mexicanos ya conozco la respuesta: decepción y desánimo para los cándidos Amaral de mi país, y vuelta una vez más a la esperanza inútil con los Fox  de siempre, con los eternos Fox; y más tarde con los  impuestos, los espurios, los impostores beatos del Verbo Encarnado. Macabrón. (México.)

 

Periodismo y prisión

El periodismo en este país, mis valedores. Ayer una del oficio en conflicto con Televisa; hoy, una Televisa en conflicto con la revista Proceso. Mucho ruidajo, juego de piernas y fintas al aire para admiración barata de la gallera. Escucho la escandalera de tan salivosas contiendas y pienso en la estatura moral de un periodista al que el oficio lo condujo hasta Belén  (la cárcel). Pienso, y cómo pudiese ser de otro modo,  en mi don Joaquín Fernández de Lizardi, El Pensador Mexicano, que vivió su vida  (1776 a 1827) en los tiempos anubarrados de la lucha de independencia.

Fernández de Lizardi. Novelista fue, dramaturgo y versificador por necesidad de expresión, el primer fabulista que parió nuestro Mundo Nuevo si hacemos a un lado a Fernando de Alba Ixtlixóchitl y algunos más que nacieron al arrimo de frailes y conquistadores. Lizardi. Sería  el oficio del  periodismo el que lo iba a alzar como héroe civil que dedicó el tanto de toda su vida a la denuncia de vicios y corruptelas de un México que se asomaba a la independencia. Su juicio contra desahogos hepáticos como esos que acaba de deponer el imprudente de mecha corta:

Hace la discordia tanto daño en el cuerpo político como las contagiosas en el físico…

Admirable El Pensador por su vida y obra como liberal, moralista y filósofo que ejerció actividades de educador, de satírico e intelectual. Pero primero y antes que nada fue varón de virtudes que a golpes de denuncia pública defendió sus ideales, formuló sus cuestionamientos y difundió su verdad por todos los medios a su alcance, vale decir: el ensayo, el libelo, la farsa, el artículo, la novela y hasta la misma versificación. El Pensador Mexicano, creador del inmortal Periquillo Sarniento que no han leído los mexicanos porque los mexicanos no leen. Lástima.

La historia pública del Pensador arranca de 1811, cuando a los 34 años de su edad se mete de lleno a la difusión de las ideas, así en los campos del periodismo como en los de la ficción y en esa suerte de volandera mercadería que fueron las hojas sueltas en donde se desbalagaban rumbo a todos los rumbos sus sátiras e invenciones, sus arengas y denuncias, sus reclamos a favor de la moral y las buenas costumbres; hojas que se leían en callejas y plazas públicas, en la posada, el figón, el camino real; hojas que prefiguraban esa literatura que, peripecias históricas más adelante, soltarían las prensas de Vanegas Arroyo para difundir las calaveras de Posada y aquella levantisca literatura que ayudó a desmoronar la vera efigie de Porfirio Díaz; hojas que difundieron la cultura popular en la forma del corrido que iba a perpetuar   las hazañas del arriscado y el valentón, y la jácara y los lances de amor. Soberbio.

¿Por qué iba a caer a la cárcel y por qué tendría que cerrar su Correo Semanario de México, del que fue fundador,  y morir en la inopia? A causa de sátiras de este tamaño contra sotanas y capas pluviales:

Nada falta a tu dicha, patria mía, – Tienes frailes, langosta, policía, – Puertos sin naves, tropas sin calzones, – Caminos solitarios con ladrones, – Siempre apretada tu tesorería, -Partidos y colores a porfía, – Papel que vale menos, aunque debe, – Un rey que lo conoce y no se atreve, – Faltaba un año santo: en este día, – ¡Bendito Dios!, el Papa nos lo envía…

No,  por aquellos tiempos aún no se consolidaba el nuestro como un estado laico, un estado de derecho, una de las cinco prioridades que acaba de revelar el de Los Pinos. (Sigo después.)

Fuego en palacio

Gulliver y Liliput, mis valedores. ¿Habrá leído alguno de ustedes esa novela cuajada de símbolos que el británico Jonathan Swift tituló Viajes de Gulliver? Aquí una síntesis del encuentro del protagonista con los habitantes de Liliput:

Tras el naufragio de su navío Gulliver alcanzó la playa. El cansancio lo sumergió en un sueño del que iba a despertar cautivo en multitud de cuerdas. Un hormiguero de individuos minúsculos (seis pulgadas de estatura) le caminaban por piernas y estómago. Inmovilizado, Gulliver tuvo que jurar obediencia y fidelidad al soberano, un reyecito de menor estatura que sus gobernados, que le permitió aposentarse en el lado norte del reino. Los liliputienses admiraban la estatura de un gigantón que a cambio de la pitanza  puso su fuerza al servicio del reino. Fue el caso del calentamiento global…

Ya habiendo aprendido los rudimentos de su idioma Gulliver convivió con los liliputienses, que a chicotazos de impuestos le proporcionaban la manutención. Aquel señalado día del calentamiento global tendría ocasión de desquitar la manutención. Fue así:

Liliput y reinos vecinos padecían una crisis climatológica que amenazaba sus territorios con sequías, inundaciones y marinas catástrofes. Los reyecitos (seis pulgadas de estatura) decidieron resolverlo a su modo: convocando a una conferencia “cumbre”, la capital de Liliput como sede. El reyecito, cuya estatura no alcanzaba las seis pulgadas de los visitantes y padecía de un acuciante sentimiento de inferioridad por haberse trepado en el trono de forma ilegal e ilegítima,  trataba siempre de superar el origen espurio de su reinado y el epíteto de impostor que decían por lo bajo sus gobernados, y acometía toda (muy mala)  suerte de proyectos y empresas pretendidamente grandiosas, de  relumbrón y apariencia, con las que intentaba a lo inútil rebasar sus cinco pulgadas de estatura física, mental y moral. Patético.

Patético, sí, porque fue en aquella ocasión cuando al pretexto del calentamiento global el espurio (perdón) convocó a los reyecitos del continente y en calidad de sede de la pomposa “cumbre” de liliputienses y congéneres mandó acondicionar el palacio de gobierno, que mantenía en ruinas; y esto fue derrochar millones en maquillaje de tales ruinas para lucirse ante los visitantes, y páguelo todo el erario, ya bastante disminuido por la voracidad del gigante asentado en el norte del reino. Así estaban las cosas el día del siniestro.

Porque ocurrió que el día señalado el reyecito (¡con esa su voz!) inauguró la “cumbre” y trató de lucirse (¡esa su vocecilla!) con un salivoso, tedioso discurso empedrado de lugares comunes. De ahí, al comelitón y los brindis, la secreta pasión del enano, y  páguenlo todo unas  masas populares de seis pulgadas de alzada. Siniestro.

Y que amigas y amigos salud, y a la quinta ronda: “¡fuego, fuego!”, y el desorden, la estampida, los gritos:  “¡Fuego en palacio!”

Por no medir su enanismo con Gulliver, el reyecito  no se había dignado invitarlo, pero ahora clamó y le solicitaba  “angustiosamente” (“el rey anda desnudo”, lo afirmó Wikileaks) le ayudase a apagar un incendio que la impericia del reyecito había provocado. El remate de tal siniestro,  en palabras de  Gulliver:

“Sobre el palacio descargué  tal cantidad de orina y con tal destreza, que en tres minutos el incendio quedó extinguido y el resto del edificio salvado de la destrucción. Regresé a mi morada”.

Todo esto, mis valedores,  encierra su muy  buena moraleja, ¿pero cual? (Piénsenlo.)

¿Con los beatos del Verbo Encarnado?

¿Ir por más, como arengó el de Los Pinos a los mexicanos?  ¿Ir por más, porque, según clamó el domingo pasado, México no se merece quedar varado a la mitad del camino del cambio democrático que hemos emprendido? ¿Ir por más, porque hoy tenemos una democracia en la cual gozamos plenamente de nuestros derechos y de nuestras libertades?  Con él y congéneres, ¿ir por más? ¿Ustedes qué le contestan? Tal vez lo mismo que manifestaron hace un par de años:

Más de la mitad de los mexicanos se encuentran insatisfechos con la manera como la democracia funciona en México. La mayoría considera que la situación política es inestable y califica negativamente el nivel democrático.

Porque, mis valedores, si tanta democracia tenemos con el Verbo Encarnado, ¿en qué ha beneficiado a las masas sociales a la hora de la comida familiar?  ¿Democracia que sirve lo mismo  para un barrido que para un fregado; para 112.3 millones de fregados en este país?  Democracia. La definición del analista Heinz Dieterich:

– Como una de las características de los sistemas sociales avanzados, la democracia  puede concebirse en tres dimensiones: la social, entendida como la calidad de vida material. La formal, entendida como la existencia de determinadas reglas generales de poderes, derechos y obligaciones de las diversas instituciones y entidades que componen el sistema social, y la participativa, entendida como la decisión real de los asuntos públicos trascendentales por parte de las mayorías de la sociedad, con la debida protección de las minorías.

¿Conque hoy tenemos “una democracia en la cual gozamos plenamente de nuestros derechos y de nuestras libertades?” ¿Derechos de qué, libertades de cuáles? Con cuánta razón lo afirmó Montesquieu hace siglos:

La gran ventaja de los representantes es su capacidad para discutir los asuntos políticos. El pueblo no es apto para ello en absoluto, lo cual constituye uno de los grandes inconvenientes de la democracia.

Pero qué vocablo mejor para manipular a las masas que el esa reputadísima palabra que Calderón no se apea de los labios, sin explicar a qué clase de “democracia” se refiere. ¿Que se trata de anatematizar a una cúpula priísta que “haiga sido como haiga sido” lo ayudó a penetrar en el recinto legislativo (por la de atrás)  para la toma de protesta,  y que desde entonces cogobierna con él?  Democracia. ¿Que se intenta conjurar los focos rojos y la crispación que el  propio “demócrata”   ha generado en las masas del país?  Democracia.

Democracia así, sin apellidos, la misma para los mega-ricos y los mega-fregados del país y sin aclarar de qué democracia se trata, si la burguesa, la socialista o la liberal, y en cuál de sus vertientes social, formal, participativa, representativa, político-electoral (electorera, en el caso nuestro). Temerario, sin recato y con una ausencia total de autocrítica, Calderón, sin recato, se atreve a afirmarlo:

México no se merece quedar varado a la mitad del camino del cambio democrático que hemos emprendido. (Válgame.)

Todo político mediocre, mis valedores, “empuja hacia delante palabras como si fuesen caballos de Troya, y nosotros las dejamos entrar porque hacen que nos deslumbre (¡democracia!). Una vez que han entrado, dentro de nosotros se despliegan como ejércitos de significados extraños y asombrosos; la fortaleza ha sido tomada antes de que nos hayamos podido poner en guardia”. (Democracia. Sigo después.)

“Nuestros … héroes”

El ánimo, en la tertulia de anoche, no era el mejor. Extendidos sobre la mesa tres matutinos exhibían un pavoroso vacío de poder y unas medidas de gobierno desastrosas para el país. Habló la tía Conchis:  “Un consuelo me queda: que la única del edificio que fue a dárselo a Calderón es La Maconda.

(La señora viuda de Vélez, panista y adoradora del Verbo Encarnado que fue a darle su voto.)

– ¿Es ese un consuelo para nosotros? –La Lichona.

Allá abajo, de repente, la ráfaga de metralleta. Al rato la colonia se engrifó de sirenas. ¿Patrullas, ambulancias? Yo, mentalmente, la oración al Cristo de mi cabecera.

– Nosotros no merecíamos al Calderón…

– ¿No? ¿Está usted seguro, don Tintoreto? (El maestro, que se había concretado a escucharnos.) “¿Conocen, acaso,  Los mensajeros?”

– ¿Mensajeros de qué, de dónde, de cuándo? –el juguero.

– El relato Los Mensajeros, que describe el episodio aquel de los desdichados de alguna villa miseria obligados por el Sistema de poder a financiar un programa de vuelos espaciales. La TV, al servicio de ese Sistema del que forma parte integral,  juraba a los lugareños que eran ellos, al delegar en sus astronautas, los héroes conquistadores del universo. Los payos se la creían y pagaban la factura de naves, astronautas y burocracia adyacente.

– ¡Un teletón, pero a lo bestia! –El Síquiri.

– Así manipulados, los pobretes sobrellevaban miseria, avitaminosis, enfermedades y analfabetismo, y al sentirse héroes del firmamento…

– ¡Héroes por delegación, como los del clásico pasecito a la red!

– …copulaban con bríos renovados. Las mujeres imaginaban que un astronauta se las llevaba más allá de Venus y el hambre, el sufrimiento y la desesperanza…

Pues sí, pero un día, de repente, la nave espacial en que los desarrapados de la villa miseria habían depositado su esperanza irracional, se desplomó entre las malolientes cabañas de cartón. “¡Cómo dimos de alaridos! ¡El estallido nos hizo llorar a millones de ilusos! Fueron tristes nuestras lágrimas de decepción. En pocos minutos la nave en la que habíamos delegado para sentirnos conquistadores del cielo se había reducido a un gusano de fierros retorcidos.

Pasada la explosión rodeamos cadáveres y metales.  Fue horrible  nuestra pena, amargo el llanto por la nave destrozada y la promesa incumplida. No habían sabido estar a la altura de nuestra dignidad. ¿Por qué se insultaba nuestra fe en quienes habíamos delegado? Decidimos saquear el templo de la esperanza frustrada. Con furiosa energía saqueamos los restos. Al amanecer sólo quedaban cenizas de lo que fue nuestra nave espacial…

Ya no seguimos con la mirada a nuestros conquistadores del cielo. Ahora hemos vuelto a la vida de siempre: rebuscar desperdicios, robar a transeúntes, fornicar toscamente. Hoy despreciamos a nuestros héroes. Les hemos perdido la fe, y cada vez que sorprendemos a uno de nuestros niños mirando hacia el cielo lo golpeamos sin misericordia”.  El maestro:

¿La moraleja, contertulios? El mexicano, siempre renuente a crecer, madurar y asumir, ¿no pasa toda su vida delegando en sus astronautas  cada tres, seis años? Delegó en Echeverría, y venga la desilusión. Con JLP retoñe la irracional esperanza, y el desencanto. Ah, pero con De la Madrid sí. ¿Que no? Ya el Sistema nos apronta a Salinas y Zedillo. ¿Tampoco? Pero ahora, con Fox, ¡al cambio! ¿Nos engañó? Bienvenido el presidente del empleo. ¿Y? ¿Quién, quiénes, siempre delegan en sus falsos héroes? ¿Quién, quienes pagan todo a todos sus astronautas?  (México.)

La balada del cándido

”En amor nadie nos gana. ¡Dona! Teletón. 3 y 4 de diciembre. Lo mejor de ti, hace grande a México.

Y a plana completa un corazón, dos manitas que lo palmean y el rostro sonriente de un muchachillo que juega con su osito de peluche, manipuladora propaganda que intenta a lo avieso reblandecer las entrañas del cándido. Por cuanto a algunos de ustedes, los que se niegan a pensar, ¿ya planean (lenguaje de los mediocres) “aportar su granito de arena”? ¿Ya preparan sus billetes para engordar las alcancías del Teletón? ¿Por qué no calman sus ansias filantrópicas y leen el texto siguiente, formulado por estudiantes de la UAM-1 ESCA Tepepan IPN y de la FCA de la UNAM e ilustrado por El Fisgón, retrato hablado de esa tenebrosa maniobra que apodan Teletón, a la pura medida de cándidos? Dice el texto citado:

Según el artículo 31 de la Ley de Impuestos Sobre la Renta, las empresas pueden deducir de sus  impuestos todo el dinero que den para la construcción de obras que debería hacer el gobierno, como hospitales y centros de rehabilitación. Así, el dinero que la gente -de buena fe- le dona a Televisa para una causa supuestamente “noble y altruista”, Televisa lo descuenta de SUS  impuestos. (Y el diálogo: no tengo piernas, un inválido – No tengo trabajo, uno de los millones de víctimas de Calderón – No tengo ganas de pagar impuestos, ríe el monigote ventrudo que personifica a Televisa.)

El Teletón es negocio porque la gente NO deduce de sus impuestos lo que dona al Teletón, pero Televísa SÍ descuenta de sus impuestos las donaciones ajenas. La cosa funciona así:

Creyendo que ejecutan un acto de caridad, decenas de miles de ciudadanos donan cantidades pequeñas o  grandes al Teletón. Así, Televisa concentra millones de pesos en donaciones.

Con el dinero que aportan los ciudadanos, Televisa le hace a Fundación Teletón una sola aportación a nombre de Televisa. Luego, Fundación Teletón le da a Televisa un recibo deducible de impuestos que Televisa le entrega a Hacienda. (Recibí la cantidad de … deducible de impuestos… a nombre de Televisa) Hacienda le descuenta esa cantidad a los impuestos de la empresa, lo que implica una ganancia neta para la empresa.

El Teletón nunca da a los ciudadanos recibos para deducir sus donaciones. Obtener estos recibos es largo y engorroso, y a casi nadie se le ocurre pedirlos. (¿Recibo de deducción de impuestos? Una seña procaz de un gordo con camiseta del Teletón.) Como que da pena lucrar con lo que uno dio para una “caridad”. Pero a Televisa no le da pena, y aún hay más. Si Televisa le debe $ 100 millones a Hacienda, el Teletón se plantea recaudar más: $ 150 millones (Debe a SHCP $ 100. Meta Teletón $ 150.) Al final de la recaudación, el dinero que dona la gente siempre rebasa la meta; supongamos que llega a los $ 190 millones…

Televisa deduce de sus impuestos $ 190 millones; pero como sólo le debía a Hacienda $ 100 millones, entonces Hacienda le tiene que regresar $ 190 menos $100, igual a ¡$90 millones en efectivo! Por supuesto, Televisa no le regresa ni un peso a la gente que donó para el Teletón.

El Teletón es un gran negocio en el que Televisa usa toda su tecnología, su experiencia en manipular los sentimientos del telespectador y su poder de penetración (¡acabo de recibir por teléfono la invitación!) para promover, mediante un show,  la compasión por los desvalidos con la finalidad de que la gente -mayoritariamente el pueblo pobre- le pague sus impuestos y la enriquezca aún más. Teletón. (¡Agh!)

Decepcionó Felipe Calderón

Su gestión en materia de derechos humanos es decepcionante. En su gobierno continúan detenciones arbitrarias, tortura, uso excesivo de la fuerza, violaciones  y procedimientos judiciales sin garantía. La impunidad es el componente más arraigados en los casos de abuso…

Tremenda la acusación de Amnistía Internacional, y eso que desconoce tal vez el tamaño de la corrupción de que cada día son víctimas los trabajadores del comercio sexual, ellas y ellos. Siete son los pilares que mantienen el lenocinio en México, estipulan en un documento. Revelé a ustedes el contenido del primero de ellos. Aquí el Segundo pilar:

Se les obliga a participar en programas sociales para reinstalarlos en la sociedad. Un ejemplo paradigmático fue el programa de “desarrollo social” que se opero desde el Centro Comunitario Abelardo Rodríguez en el DF, donde por no  asistir se pagaban cuotas para que las representantes les pasaran lista de asistencia y donde, para asistir, también se pagaban derechos, al margen del mismo programa original.

Y que en este segundo pilar del lenocinio se ubica la obligatoriedad de realizarse periódicamente exámenes de salud, a pesar de las convenciones internacionales que los prohíben, y que tienen el carácter de ley suprema de la nación, pese a las disposiciones de la Ley General de Salud, la Ley Federal contra la Discriminación, la Norma Oficial Mexicana y las Recomendaciones de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en México.

En ocasiones el servicio es gratuito, aclaran; en otras más tiene el mismo costo que para las demás personas, y algunas más representan un costo excesivo. Los legisladores o los funcionarios encargados de establecer las políticas públicas ven a la trabajadora sexual como el vector que transmite enfermedades, generalmente sin evidencia científica. “A la madrota, al encargado, al propietario del lugar donde se ocupan las personas dedicadas al sexo comercial se les utiliza como intermediarios para “recabar” la documentación que pruebe la participación del o la trabajadora en programas de salud que las autoridades delegacionales, municipales y estatales, pretenden convertir por la vía de los hechos en sistemas discriminatorios de control sanitario”.

Tercer pilar: la credencialización (fea palabreja) de las y los trabajadores sexuales, que se tomó como un documento que autorizaba el ejercicio del comercio sexual. Quienes resultaban positivos al VIH-SIDA o a otras ITS, pasaban “a un engranaje clandestino de prostitución, donde la extorsión y la violencia eran de mayor envergadura. Hay lugares como León, Gto., donde se cobran cuotas para el resello periódico, y  otras en donde la cuota no ingresa a la Tesorería”.

Cuarto pilar: el empadronamiento para crear un censo, padrón o listado, sin fundamento jurídico alguno. Hoy se exigen fotocopias de credencial de elector, carnet de citas y resultados de los exámenes de detección a que se haya sometido la trabajadora sexual, utilizando la mediación de “madrotas”, representantes o propietarios de hoteles, pero esto no con la finalidad de “regular” la oferta sexual, sino de establecer cuántas trabajadoras hay para calcular el dinero que se les va a cobrar por permitirles trabajar. Comercio sexual en el DF. Y la denuncia:

“La decisión de retirarse o no del trabajo sexual sólo deber ser incumbencia de la persona involucrada, sin mediar presiones de tipo alguno, y menos aún de funcionarios públicos”.

(Sigo después.)

Prostitución y derechos humanos

México ha fracasado en su promesa de proteger los derechos humanos. Una asignatura pendiente es su sistema de justicia, plagado de  impunidad y abusos de las autoridades.

Y si de acuerdo a la tremenda requisitoria de Amnistía Internacional tales abusos e impunidad los cometen contra todos nosotros, el núcleo mayoritario de la comunidad, qué decir de los  marginados de siempre, desde indígenas y minusválidos hasta la preferencia sexual distinta y el comercio sexual. Qué decir, a propósito, de las difíciles condiciones en que por culpa de la corrupción oficial laboran los trabajadoras sexuales, ellas y ellos. En esta actividad, acusan, cabe toda suerte (mala suerte) de corruptelas del policía o de las autoridades encargadas del servicio sexual. Todo esto por la falta de un marco jurídico que proporcione los correspondientes derechos laborales a quienes prestan este servicio social.

– Las autoridades y nuestras “administradoras”, que nos mantienen bajo un régimen de explotación, discriminación, cuotas obligatorias, despojo de las fuentes de trabajo y amenazas de detención, riesgos de quienes solicitan los servicios, presiones de la comunidad, descrédito, en fin. Así  tenemos que sobrevivir quienes nos dedicamos al comercio sexual.

Y que en el intento de protegerse contra la corrupción que los azota cada día, los trabajadores del sexo comercial, ellas y ellos, se agrupan y organizan para su mutua defensa y tratan de crear conciencia de su problemática en la comunidad. “Porque tenemos memoria y no olvidamos los agravios que nuestro sector padece día con día”. Indignante.

Siete son los pilares del lenocinio que detectan en el país. El  primero fue la legitimación de los llamados puntos de tolerancia, administrados por las representantes o “madrotas”, como en el medio las denominan, quienes todavía hoy se sienten dueñas de dichas calles que, dicen ellas, “cuando funcionario del gobierno del DF Enrique Jackson  nos entregó de manera verbal en 1986”, con croquis y mapas que todavía hoy resguardan como documentos testamentarios.

Y como el “Reglamento gubernativo de justicia cívica del DF”, al igual que sus modificaciones posteriores, estipulaba como falta administrativa  ofrecer servicios sexuales, “se llegaba a arreglos con la autoridad para que se llevaran a un número determinado de trabajadoras o trabajadores sexuales, y así cumplir con la presión vecinal”. Y todos, o casi todos, contentos.

Todo esto en el Distrito Federal, aunque, por supuesto,  en otras ciudades del país también existen las zonas de tolerancia. La política de tolerar el sexo comercial surge ante la falta de un marco jurídico claro, que establezca derechos laborales y obligaciones patronales con claridad, como con el resto de oficios y profesiones, y en el caso de quienes son trabajadoras o trabajadores sexuales independientes, su reconocimiento por parte de los congresos locales como trabajadores no asalariados.

Desde el establecimiento en México de la primera casa de mancebía, en 1938, las autoridades proyectaron la creación de perímetros autorizados para el ejercicio del comercio sexual. La aplicación de la tolerancia nunca trajo consigo la despenalización del delito de lenocinio, quedando abierta la posibilidad de que se castigue a encargados de los lugares que se niegan a pagar las cuotas impuestas por autoridades corruptas donde las y los trabajadores sexuales se ocupan.

(Los otros pilares que en la práctica  prostituyen la prostitución,  mañana.)

El rincón de los niños

– ¡Basta, muchachos, les ordeno que dejen en paz a ese pobre chamaco!

La innata crueldad del humano, mis valedores. Anoche mismo,  desde mi ventana, observé a los granujas, hijos del vecindario, que en el patio de Cádiz  y al pretexto de unos juegos infantiles vejaban al más indefenso de todos, al más atolondrado, al pequeñín. Mirando la rudeza de los chamacos recordé El Señor de las Moscas, novela donde el inglés William Golding exhibe la crueldad a que pudo llegar cierto grupo de colegiales que un accidente aéreo abandonó en una isla lejana y que por afanes de sobrevivencia van adoptando costumbres cada vez más salvajes y primitivas donde afloran la ley del más fuerte y una crueldad inaudita. Me enfrenté a los maldosos:

– ¿No me escucharon? ¡Que lo dejen en paz!

Y que avanzo tres pasos hacia ellos, y que ellos avanzan cuatro pasos hacia mí, y que observo la docena de rostros sañudos, unas manos empuñadas, el fruncimiento de esas cejas alacranadas. A ver, a ver, ¿amenazas a mí? Yo, las verguenzas en su nidal y el corazón bien templado, procedí en concordancia de lo que me dictó mi propia dignidad: reculé, pegué el reculón y desde la ventana de mi depto seguí observando la chacota con que los bergantes, al pretexto de “la gallina ciega” y “las escondidas”,  ridiculizaban al infeliz (exhausto, temeroso, sudoraciones).

– ¡Es que tú no das una, guey!  ¡Ora a romper la piñata, a ver si ahí!

Lástima me dio aquel rostrín agobiado, agotado, jadeante y a punto de lágrimas mientras los maldosos le quitaban  sus lentes de burriciego y le cubrían los ojos con el de trapear. En las manos el palo de escoba, y un par de vueltas para descontrolar. “¡A ver si ahora! ¡A romper la piñata y hartarte de dulces y tejocotes!”

Pobre infeliz:  tirando palos de ciego,  tan desatinado como un rato antes, cuando vendado los ojos lo hicieron jugar a “la gallina ciega”, que  manoteaba al aire, y  a lo desatinado trastabillaba al tropezar con la maceta, la alcantarilla, el tambo de la basura. “Ya, muchachos, ya me cansé, estoy todo raspado”, y que aguántate, que ya nomás el jueguito vacilador de clavarle la cola al burro dibujado en una cartulina pegada en la puerta de “vigilancia”,  y a vendarle otra vez  los ojos, y a clavar la cola en los tanates del burro, y con la cola entre las patas aguantar las risotadas de los burlescos.”Ya no, muchachos, ya estoy muriéndome de fatiga”.

– La piñata, y ya. Confites y canelones. A ver cuántos te llevas.    (Sus palos de ciego me dan una lástima, una rabia, una exasperación…)

Pero ándenle, que sueltan el cordel y el cántaro se le estrella en plena mollera, y entre los tepalcates se le viene la cargazón de agua helada que lo empapa de testa a patucas. Un gritito agudo y arañar, bailotear, jadear sin aliento, jalar tarascadas de aire, y el choteo, y las risotadas, y de repente uno de ellos, los brazos en alto:

– ¡Basta ya, silencio!

Se acercó al que bailoteaba en un charco de agua y orines:

– No diste una, Felipín. No atinaste con la gallina ciega, la cola del burro ni la piñata. Eres nuestra plaga, nuestra salación. Por cuanto al baño: sábete que es cortesía de don Alejo Garza Tamez, espejo y flor de varones, que al calcular tus alcances de gobernante prefirió hablar no con discursos ni condolencias, sino con su par de cojones. ¿Tú a dónde irás a esconder la cara?  ¿Conoces lo que es la verguenza, Felipín?

¡Verguenza! Que poca la mía, que al reclamo (justo, iracundo, viril) me sorprendí aplaudiendo. Qué pena. (¿O no?)

Mundo de machos

La mala conciencia, mis valedores. Nuestro machismo determinó el día de hoy, 25 de noviembre, para “celebrar”, a lo condescendiente, un diluido Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, título tan extenso como, en los hechos, vacío de significado. ¿O acaso en la práctica hemos eliminado alguna de las tantas y cotidianas agresiones que sufre la mujer en su dificultosa relación con el macho? Pero esa práctica abominable no es de hoy, que se ubica en el principio de los tiempos humanos y se prolonga en testimonios como la literatura clásica: Sófocles, el Corán y la Biblia, donde se alza, tonante, la maldición de Jehová contra la mujer:

“¡Buscarás con ardor a tu marido!. El te dominará y  será tu dueño”. Por cuanto al pueblo elegido, que por enésima vez se ha dado a la idolatría, ¿cómo le refriega su iniquidad y el desprecio que le inspiran sus acciones, sino comparándolo con una mujer?

“¡Practicaste la prostitución con esos egipcios de gran potencia sexual (…) Te entregaste a la prostitución con los asirios, y ni aun así quedaste satisfecha (…) A toda prostituta se le da una paga; pero tú eras más bien la que dabas regalos a todos tus amantes y les pagabas (…) ¡Sólo en eso eres diferente a las demás prostitutas..!”

Atroz. Hoy, desde el púlpito italiano, clama un arzobispo G. Biffi: “¡La mujer es sustancialmente triste, que no sabe ni ser virgen ni ser madre! Es una Eva moderna, una esclava del mal que no sabe decir al Señor: Heme aquí, que tuya soy, y tu sierva rendida. No, ella histéricamente grita: ¡Yo soy mía!, y es sólo una colaboradora de la muerte. ¡Gracias a Dios que Jesucristo escogió para apóstoles a puros hombres!” (Dios.)

También desde el púlpito truena un controvertido y polémico  Norberto Rivera: “¡La mujer violada que se atreva a abortar queda automáticamente  excomulgada, y debe ir a dar con sus huesos a la cárcel!”

El Instituto Nac. de la Mujer: “En Michoacán, para poder trabajar, la mujer tiene que pedir permiso a su esposo. En México, el abuso sexual de menores no es considerado como delito grave. En la legislación de 24 Estados hay figuras discriminatorias de nuestros derechos, a grato tal que el robo de ganado es  mucho más penado que una violación…”

México. Más allá de convenios y acuerdos internacionales firmados por el gobierno en turno, ¿se ha domesticado la violencia del macho contra la mujer? ¿Cuánto, en qué sentido se ha logrado domesticar? Un ama de casa:

“Antes enviábamos a nuestras hijas por la leche de Liconsa, pero cuántas no fueron violadas en el microbús. Ahora hacemos el viaje nosotras mismas, al fin que ya no somos señoritas. Pero el terror está en que nos vayan a contagiar de SIDA…”

Mujer violada: “Yo luché contra ellos, se lo juro…” Imposible contener el llanto. “Al sentirme violada me abandoné… traté de no pensar… de que pasaran rápido aquellos minutos tan largos,  tan largos…”

México y la receta para evitar la violación: “No salgas a la calle desnuda, que eso motiva a los hombres / No salgas a la calle vestida, que algunos hombres se excitan con la ropa / Evita verte demasiado joven, que algunos violadores enloquecen con las adolescentes / Evita la vejez; ciertos degenerados prefieren a las mujeres maduras / No tengas padre, abuelo, tío hermano. Son los parientes que más frecuentemente violan a las mujeres / No te cases. La violación es legal dentro del matrimonio /  Para estar totalmente segura, mujer, es mejor que…¡no existas!” (Horroroso. Sigo después.)