De sotanas y narcos

El dinero sucio y la  Iglesia Católica, mis valedores. Aludí el  viernes pasado  a la nota reciente del matutino:  “La Iglesia aceptó que dinero del “más sucio y sanguinario negocio”.El narcotráfico podría haber sido utilizado en algunas comunidades para la construcción de algunas capillas.

¿Que qué? El obispo Sergio Obeso: “Rechazo que la Iglesiautilice dinero del narcotráfico. Se pueden decir tantas cosas, pero hay que probarlas”.

Carlos Quintero, obispo: “Claro que sí, en Tijuana hay familias que han sostenido parroquias con dinero del narcotráfico. Seamos realistas. Sí, no podemos ocultar el mal, pero tampoco debemos omitir las cosas buenas del mal. Aquí hemos encontrado familias buenas que han ayudado a sostener el seminario y muchas otras que han aumentado el número de parroquias. Lo acepto: recursos del narcotráfico han llegado hasta las arcas de la Iglesia, particularmente en esta frontera”.

Y un cura José Raúl Soto:

– En la basílica de Guadalupe, se los digo como párroco, los narcotraficantes son muy generosos. Sin dejar de ser traficantes de drogas ayudan y dan limosnas que nosotros ya las quisiéramos hacer. Los más generosos fueron Rafael Caro Quintero y Amado Carrillo.

– Yo sí reconozco que recibo sus donativos”, afirma el cura Ernesto Álvarez, amigo de la familia del hoy difunto Carrillo Fuentes, al que se dice acompañó en un viaje por Tierra Santa y en El Guamuchilito, Sin., celebró misa de cuerpo presente en el sepelio de “El Señor de los cielos”.

Alberto Athié, sacerdote: “La Iglesia Católica Mexicana se mantendrá siempre abierta a los narcotraficantes, sí, pero sólo para pedirles que abandonen su actividad. Ellos, los narcotraficantes, son vistos como los más malos entre los malos, pero en muchas ocasiones son diferentes. No podemos identificarlos como personas esencialmente malas. Hay quienes tienen la inquietud de buscar el bien y con sus generosas limosnas hacer cosas a favor de la comunidad”.

Feligreses de Malpaso, Ags., acusaron al cura Samuel Jara Acuña “Mantiene relaciones con narcos. Ellos le obsequiaron una camioneta y un arma de fuego. Maneja una sola capilla de una población de tres mil habitantes, pero tiene dos cuentas bancarias, una con más de un millón 300 mil pesos”.

(Se cuenta en mi Jalpa Mineral, muy cerca del citado Malpaso: hasta cierto poblado llegó un nuevo sacerdote. A unos días de oficiar la misa y recoger las limosnas quejó con el sacristán: “Qué feligresía más irrespetuosa. Mira que burlarse del sacerdote”.

– ¿Por qué lo dice, padre?

– Por la charola; en lugar de limosnas la llenan de basura.

– Cuál basura, guarde polvo y yerbitas y espere a que la camioneta venga por el paquete. Ya verá, padrecito, qué limosnas dan aquí los feligreses.)

De narcos y clérigos. Gerónimo Prigione, que fue el nuncio apostólico en nuestro país: “Fue el padre Gerardo Montaño Rubio el enlace entre los hermanos Arellano Félix y yo. Pero les prometo que no volveré a tener contacto alguno ni a entrevistarme con narcotraficantes”.

La noticia se publicó en 1997: “La Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público no prevé sanciones por el caso de las narco-limosnas ni habrá modificaciones al respecto”.

Resultado: Onésimo Cepeda, empresario taurino y golfista,  bon vivant y buen bebedor de caldos finos, obispo de Ecatepec en sus ratos perdidos:

– Nosotros los clérigos les podemos decir a Amado Carrillo y a los demás narcotraficantes: Váyanse, hijos, el Señor los perdona y no pequen más.

Y ya. Es México, un estado de derecho, donde la Ley… (Dios.)

Sotanas y narcos

La nota del matutino fechada hace tres días: “La Iglesia católica aceptó que dinero del “más sucio y sanguinario negocio”, el narcotráfico, podría haber sido utilizado en algunas comunidades para “la construcción de algunas capillas, lo cual resulta inmoral y doblemente condenable, y nada justifica que se pueda aceptar esta situación”.

– ¡Mentira que la Iglesia reciba dinero del narco!, clamó cuando Secretario de Gobernación  el fallecido Carlos María Abascal. ¡Mentira!   ¡Son intereses jacobinos los que intentan deslegitimar la misión eclesiástica! ¿Acaso es un crimen que los narcotraficantes arrepentidos de sus pecados se acerquen a la Iglesia? Ella, la Iglesia, no está obligada a rendir información sobre los recursos que le entran”.

Eso, ayer. Hoy, en el semanario Desde la Fe, órgano oficial del Episcopado Mexicano, con esa sintaxis:  “¿Qué estado de la República está libre de este flagelo?, ¿qué sector de la población no está involucrado con el poder corruptor del narcotráfico y la delincuencia que de allí se deriva?, podemos comenzar por políticos de gran altura, sin duda alguna desde gobernadores hasta corporaciones policíacas enteras, pasando por militares y policías federales”.

“Podemos mencionar ambientes empresariales, periodistas y algunos ambientes religiosos, desafortunadamente. Para vergüenza de algunas comunidades católicas, hay sospechas de que benefactores coludidos con el narcotráfico han ayudado con dinero, del más sucio y sanguinario negocio, en la construcción de algunas capillas, lo cual resulta inmoral y doblemente condenable y nada justifica que se pueda aceptar esta situación”.

Julio del 2008. La nota de prensa: La Arquidiócesis de México defendió los donativos con dinero público canalizados a la Iglesia. Subrayó que la pobreza se combatiría de manera más eficaz si los gobiernos incrementaran sus aportaciones al clero para la labor de ayuda social que éste realiza.

Mis valedores: si no es ahora cuándo. En un sexenio de Yunques, legionarios de Cristo y mamás Mauritas (¿continuará Ratzinger con el empeño de Juan Pablo II de beatificar a la madre de Maciel?), las sotanas han logrado colocarse tanto en la grilla política como entre los capos del narcotráfico. A propósito: curas encuentran ustedes en todos los rumbos, menos, al parecer, en uno de ellos. Vamos a ver:

Con el índice señalen al norte: ahí están; al sur: mírenlos; al oriente tanto como al poniente: ¿los distinguen? Señalen hacia abajo: ¿observan al hervidero de curas paidófilos y pederastas? ¿Distinguen a los Maciel que no hayan realizado a tiempo un acto de contrición? Apunten ahora hacia arriba, donde a ninguno pudiésemos ubicar. ¿O piensan ustedes en algún beato reciente?

Hoy mismo, mientras algún pederasta practicante de abusos erótico-sexuales amaneció en el calabozo, otros pelean por espacios de “fe y devoción” en la TV y otros más exigen la educación religiosa en las escuelas y la formación de un partido católico. De la ligazón entre curas y narcos lo afirmó Ramón Godínez cuando obispo de Aguascalientes:

–          Las limosnas de los narcotraficantes al entrar a la Iglesia  se purifican.

¿Que qué? Leonardo Boff, religioso. “Es profundamente antiético que jerarcas de la Iglesia Católica Mexicana se hayan involucrado con el narcotráfico. El poder religioso entra siempre en articulación con el poder político y el poder económico. Si el poder religioso no es vigilado, controlado; si no mantiene su altura ética degenera en negocios sucios”.

(Esto continúa el lunes, porque mañana…)

Qué joven fui una vez…

Los eufemismos, mis valedores, a los que acudimos por el miedo que nos inspiran ciertas palabras y el temor que profesamos a la verdad. Ahora resulta que alguien ya no mata su perro; “lo sacrifica”, y a la carestía se le llama “turbulencia económica”,  y a empobrecerse aún más, “apretarse el cinturón”. Son los huevos “blanquillos”, y el culantro “cilantro”, ¿Ir a orinar o defecar? “Ir a polvearme”, y que ese borracho, “anda alegrito”, y la joven que yace con varón, “dio su mal paso”.

¿Carestía? “Ajuste de precios”. Ya a nadie expulsan de su fuente de trabajo. Fue “reajuste de personal”, y “reajuste salarial” la rebaja del sueldo. ¿Lo expulsaron? “Lo invitaron a retirarse”. ¿Prostituta? No, “sexo-servidora”.  Ya el inválido dejó de serlo cuando pasó a la categoría de  “individuo con capacidades diferentes”, como el desdichado infante que sobrevive en la alcantarilla ahora es “niño en situación de calle”.

Los eufemismos. El desgraciado que perdió la vista ya no es un ciego, sino un  “invidente”, y quien tiene la desgracia de dejar su libertad en la puerta de una crujía de la cárcel ya no más va a ser un preso, sino tan sólo un “recluso”, un “interno”, aunque lo tengan muerto en vida en la cárcel de la cárcel (el apando).  Fácil.

¿Qué se murió? “Se nos adelantó”, ¿Qué es un anciano? Ya no, ahora es un “adulto mayor”, un “adulto en plenitud” que vive en la “tercera edad”. Los eufemismos. A propósito:

El domingo anterior me enteré de que la ONU, de los 365 días del año, concedió todo un día, un día entero, el 28 de agosto,  a la celebración del Día del Anciano, y que se festeja a los “adultos mayores” desde 1982. Edificante.

Pues sí, ¿pero así nomás,  Día del Anciano? Un momento. Ahora, en honor del eufemismo, se trocó en el “Día del Adulto Mayor”. Así si.  “La población se ha  dado cuenta que cada vez son más los ancianos en nuestro país. La fecha se ha hecho sustancial pues no deja de ser significativo el hecho de que se recuerde y  festeje a ‘los viejitos’ por lo que representan en la vida de una familia y de la comunidad”. Enternecedor. Yo, más allá de oropeles, hojalatería y festejos de sololoy, escribo, a propósito:

Senectud, divino tesoro que te vas para no volver. Mis valedores: los accidentes fortuitos. Marinero que a medias del mar se topó con el mensaje de auxilio en la panza de una botella, en aquel viejo ejemplar de viejos poemas que de la librería de viejo rescaté alguna vez, un viejo pedimento de auxilio me he venido a encontrar. Años de polvo y vejez en la librería se prolongaron en mi biblioteca. Hace tres, cuatro días, una tarde lluviosa que enlaciaba el ramaje de pinos y pinabetes…

¿Cómo fue? Casualidad, porque desde en la mañana, por la oscura maldición que se cierne sobre mi país desde que uno chaparrito, peloncito, etc.,  lo empapó de sangre, luto, muerte y destrucción, arrastraba yo una indefinida depresión (ella me arrastraba a mí), y ya ustedes pueden imaginárselo: me aferré al clavo ardiendo, que para unos es la botella, para otros el rezo, para Fox el Prozac o alguna otra forma de dependencia (para el actual invocar el auxilio de Ratzinger, el milagro de una beata ampolleta de sangre (¡esa fijación!) y a no sé qué sustancia que alegra los corazones). Yo, por mi parte, me fui a acunar en mi biblioteca, y la casualidad: ahí el vetusto volumen. Apenas abriéndolo, a penas me remitió. Las tristuras, por conjurarlas, se refinaron.

 Y no quiero morir. No quisiera morir -Amo la vida porque está colmada de poesía-Y de crímenes, y de odio y rabia y lágrimas…

(Mañana.)

Los viajes de Gulliver

A la novela de Jonathan Swift aludí el viernes pasado. De todos sus símbolos aquí algunos que sugiere la ciencia en la academia de Lagado, capital de Laputa.

Ocurrió que aquel día los anfitriones llevaron a Gulliver a visitar la dicha academia, cuyos sabios le hablaron de sus descubrimientos científicos, con una acotación: “¿Escuchó el informe que rindió el Benefactor ante los habitantes de Laputa? Nuestros logros sirvieron de base para el documento”.

¡Y lo que encontró el visitante en materia de logros científicos! Mírenlo ahí, frente a los sabios que laboran en experimentos diversos, algunos de los cuales describí en pasado viernes. Ahora el equipo de arquitectos le mostraba los avances logrados en las técnicas de construcción de casas y edificios “que escucharía usted en el rubro de vivienda popular en el informe del Padre Patricio, que de inmediato pondrá en operación dentro de su ambicioso programa de vivienda popular. Nuestra técnica revolucionaria consiste en comenzar la edificación por los techos e ir descendiendo hasta los cimientos. Con ello sólo tomamos el ejemplo de  la abeja y la araña”.

Conoció Gulliver al artista becado por el Benefactor (vía Conaculta, presupuesto multimillonario con cargo a los de Laputa). Ciego de nacimiento, el becario estaba a cargo del arte pictórico, y trabajaba con aprendices ciegos también, artistas plásticos a quienes enseñaba a mezclar pinturas de todos colores y pintar lienzos con los que dotaban a Laputa de una muy apreciada obra pictórica.

El rubro de Cultura que informó el Benefactor: “Nuestro artista enseña a los aprendices a mezclar colores por el tacto y el  olor. Es un genio pictórico que goza de un bien ganado prestigio entre los hijos de Laputa (gobernada por el Benefactor, cuya la estatua se alza en la plaza mayor de Lagado”. “¿Dónde lo he visto?, se preguntaba Gulliver. Porque a ese liliputiense yo lo conozco”.)

– ¿Escuchó usted en el informe del Padre Patricio los portentosos avances que logró su gobierno en el rango de la Educación Pública?

Regenteada por cierta reputada hija del país, auxiliada por hijas, yernos y el consorte temporalero. “Datos, cifras y presupuesto multimillonario, en el informe del Benefactor”.

Al aula siguiente, y entonces, de súbito: “¡Un tremendo hedor me detuvo! ¡Excrementos! Mi guía me aconsejó que no ofendiese al sabio mostrando mi repugnancia. Mucho cuidado con taparme la nariz. La  cara  del sabio tenía un pálido color amarillo; sus manos y ropas estaban embadurnadas de inmundicia. Al verme diome un estrecho abrazo. Contuve la respiración. ¿Su tarea? Intentar convertir los excrementos humanos en alimento para Laputa. El sabio lograría su propósito separando las varias partes del excremento, eliminando el olor que les da la bilis, disolviendo lo no aprovechable y quitando la mucosidad”.

Con este logro científico ya no habrá más hambre en Laputa. ¿Escuchó usted el informe?

Pero aquí la dificultad: ¿quién proveerá al científico de la gigantesca acumulación de excrementos que se habrá de necesitar?, preguntó Gulliver.   El de la estatua y su corte. “¿Pero ellos solos se bastarán para aportar toda la materia prima?”

– No, por supuesto. Esos excrementos que apestan la atmósfera de Laputa no saldrá únicamente de los políticos. Todos los habitantes, quién más, quién menos, aportaremos nuestra ración de inmundicias a la pestilencia general de Laputa”.

¿Hedor, pestilencia? “Ya acostumbrados, los de Laputa no percibimos hedor ninguno”.

Mis valedores, ¿será? (¡Puagh!)

Los del dinero, instrumentos de Dios

¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que habíais de practicar. (Jesucristo.)

Más sangre en México. Por si no fuese bastante la de criminales y “daño colateral”, la de Juan Pablo II se añade a la que se ha derramado desde Los Pinos. Un jeringazo de sangre beatífica hunde aún más nuestro  Estado laico en el pantanoso terreno del Verbo Encarnado. Yo, el ánimo fruncido ante el espectáculo de un fervor de fachada y ritual, recuerdo la 2ª. visita de Wojtyla a nuestro país (1990), cuando se rodeó de empresarios y comerciantes y les bendijo el negocio. De rodillas le juró un Fernández  de Castro:

Su Santidad: los empresarios deseamos el bienestar social de todos los que dependen de nosotros. Los empresarios somos un medio del que Dios se vale para la administración de la riqueza temporal.

Y un Eduardo García, comerciante:

– Yo soy partidario de un capitalismo popular (¡Capitalismo popular!); de uno que, como la imagen de María, se intuye y se preanuncia. (¡Tíznale!)

JP. II le echó su bendición. Y sonreía…

Así explicó la presencia del Papa Patricio Martínez, negociante:

Su Santidad vino a reafirmar lo que nosotros ya teníamos como doctrina social, tal como él lo expresó en torno al capitalismo, al lucro exacerbado, al amor del dinero y a la mala retribución al trabajo e injusta distribución de la riqueza. De alguna manera nosotros ya la practicábamos, porque nosotros no defendemos el individualismo egoísta que algunos practican porque, ustedes saben, siempre hay abejas (sic) negras, ¿no? El Papa no dijo que el dinero sea malo, lo que pasa es que, por supuesto, no lo podemos amar al mismo nivel que los empresarios amamos a Dios.

Finalizó la visita papal, y G. V. Madero, empresario: “Qué paquetón nos vino a dejar el Papa. Claro, él habla de lo que debería ser, no de lo que es. En fin. No podemos quejarnos, porque lo  importante es que gracias a Dios, la visita papal redituó una ocupación hotelera del 100 por ciento”.

Manolo Lapuente,  que dirigía un equipo de futbol:

Su Santidad  logró la determinación que tuvimos en el Mundial de Francia.

Pero lo mejor de la influencia papal se reflejó, y cuándo no, en el cinescopio. Millones de adictos y millones de dólares. La enajenación colectiva, el delirio, el orgasmo, el éxtasis. El Papa vino y se fue, y hoy regresa en estatua de cera y en ampolleta.  ¿Semejante delirio, tal enajenación,  esa histeria colectiva lograron elevar el tanto de esta uña, miren, la moral personal y la moral colectiva de esos que al paso del taxi papal cayeron en trance, en deliro, en éxtasis?

“¡Nos vio, María! ¡Oh, Dios, el papa nos ha visto!” “¡Y nos dio su bendición! ¡Nos ha dado su santísima bendición!” “¡Ahora todo irá bien! ¡Jesús está con nosotros! ¡El Santo Padre nos ha visto, ha escuchado nuestros ruegos! ¡La tierra será buena otra vez!” “¡La lluvia llegará, Miguel, ya verás que la lluvia llegará..!” “Ella, agradecida, volvió su mirada al Cielo y soltó el llanto. El sacó una imagen de Juan Pablo II. Con esfuerzo se arrodilló y empezó a musitar: Padre nuestro que estás en los Cielos…”

Tú, el protector de Maciel, ¿en los cielos? Porque acá nosotros andamos amándote hasta el delirio.  De rezo, que no de acciones. Con la cabeza en llamas, pero frío el corazón. Hoy un Estado laico soporta el jeringazo de la beatífica sangre papal. ¿La política del negocio? ¿El negocio de la política? (Mi país.)

Apuntes de un lugareño

La no violencia lleva a la más alta ética, lo cual es la meta de la evolución. Hasta que no cesemos de dañar a otros seres vivos, somos aún salvajes. T. Edison.

La defensa de los animales. Tengo la satisfacción de que en esta casa no se priva de la vida a ningún ser, así sea  ponzoñoso, al que con precaución se traslada a donde no pueda dañar. Semejante respeto por todo lo que represente la vida, trátese de toros de lidia, animales de circo o perros y gatos a los que llaman “mascotas”,  lo aprendí de mi propia hija, defensora de los animales por todos los medios que tiene a su alcance. Mayahuel

Esto lo traigo a propósito de un antiguo recuerdo de cuando adolescente, en mis viajes desde Jalpa Mineral hasta La Cañada, ranchería de mis familiares, donde conviví con ellos y me percaté de su trato con los bueyes de yunta, los burros de carga y los perros y gatos aquerenciados en la cabaña familiar.  Era aquel un trato inhumano que rayaba en la crueldad. Conductas heredadas, y qué hacer.

Con la runfla de perros mis gentes tenían un gato barcino, desmolado él,  que de vez en cuando, cuestión de vejez y achaques anexos,  solía rechazar el cacharro de sopas de tortilla remojadas en leche tibia. “Ah, gato mañoso, ¿con que caprichitos, carbón?” Y aquel tío tomaba al barcino en sus manos, lo inmovilizaba por el pescuezo y le aprontaba el hocico a la comida que el minino se negaba a tragar, y válgame, aquello era remolerle la cola con el guarache, y ahí la reacción del barcino: a tarascadas, sin mascar, bufando y atragantándose, el felino engullía sus sopas, y en un momento el cacharro quedaba limpio. “¿No que no, carbón?”

El animalillo torturado corría a esconderse entre el yerbazal, y cierto estoy de que se descargaba por todos sus orificios. Yo, a lo inconsciente y  sin apenas definirlo, percibía dentro de mí un íntimo rechazo al maltrato que se aplicaba al pobre animal. Y a esto quería yo llegar.

Es imperdonable que los científicos torturen a los animales; ¿no tienen, acaso,  políticos y periodistas?  H. Ibsen.

¿Saben ustedes que en días violentos como los que hoy vivimos, si esto es vivir, se me representa la vera estampa del gato barcino? Los barcinos en el gobierno, pongamos por caso. El gobernador neolonés hoy día y el presidente del país desde que inició, de forma unilateral, su descoyuntada guerra, que ha enloquecido el país.  Las víctimas de su guerra caen de una en una, de dos en dos, por decenas, docenas, cientos, un día sí y el otro también. El de la guerra, impávido. Ni siquiera ante la atrocidad de la guardería ABC de Sonora. El (ceja arriscada), inconmovible.

Ah, pero que no clamen, exasperadas, las masas sociales, ante la masacre del Casino Royale, de Monterrey, porque entonces el barcino, cola aplastada, a engullir el bocado a tarascadas, sin masticar, jadeando, movimientos convulsivos, compulsivos, taquicardias, colapso total.  Y rápido, la zurda en el corazón,  el más sentido pésame, y a izar la tricolor a media asta,  y vístanse de luto y, lágrimas de glicerina,  retrátense a la vera de una corona mortuoria de un tamaño mayor que el de él, y decrétense tres días de duelo, y láncese  rumbo a las ruinas humeantes esa choricera de vehículos verde olivo erizados de plomos de alto poder. Ahogándose, atragantándose, sin apenas masticar, entre visajes y crispaciones y lengua escaldada porque las sopas están que arden y sollaman las papilas gustativas, y por ahora ni cómo enfriar el guiso. Pobrín del barcino. Pobres de nosotros. (México.)

 

Casino Royal

Septiembre de 1988. El primer impostor en la historia moderna de México trepaba a Los Pinos. El entonces diputado Vicente Fox, dos papeletas electorales a modo de orejas de Carlos Salinas, desde el estrado invitó a los legisladores a imaginar la escena del recién electo que llegaba a su residencia, y ante Cecilia y los hijos decía estos conceptos imaginados por Fox:

– Siento miedo de no poder cumplir con la altísima responsabilidad; sí, hijos, me siento triste porque me he  visto obligado a pedir a muchos de mis amigos que aun por encima de sus principios morales me ayudaran a lograr este triunfo, y lo tuve que hacer porque pienso que México no está preparado para la democracia, que necesitamos continuidad en el mando y que tengo que responder al compromiso que mi amigo Miguel me ha transferido para conducir a este pueblo mal educado.

Revuelo, protestas, rechiflas, malestar. El C. Presidente del Colegio Electoral: “Se ruega al orador aclare los hechos que solicitó para su intervención”.

Terco, obcecado,  Fox sigue su soliloquio, que atribuye a Salinas:

– Tengo que cuidar, hijos, que por la vía democrática no llegue al poder la amenaza de la desordenada y anárquica izquierda. Ni tampoco la reacción; pero mucho menos, hijos, podemos entregar el  país a nuestros enemigos, quienes de llegar al poder, impedirían que todos mis amigos priístas sigan enriqueciéndose.

– Siento miedo porque la gente no votó por mí, y mis amigos tuvieron que llenar las urnas; miedo, porque acabo de ver que Miguel, para poder informar al pueblo, tuvo que instalar un dispositivo de seguridad que abarcó más de ocho cuadras a la redonda del Palacio Legislativo. Yo, Salinas, tengo miedo, hijos, porque la situación crítica en extremo de la economía pone en entredicho el futuro y la viabilidad de esta nación; miedo, porque el pueblo no tiene qué comer y qué vestir, ni  cómo satisfacer sus más mínimas necesidades; porque no puedo evitar cargar a mis espaldas la pesada y nefasta carga que se llama PRI. Estos momentos de reflexión, antes de enfrentar el triste destino que me espera, quiero recomendarles a ustedes que vivan una vida con verdad, que sean congruentes consigo mismos. Cómo quisiera que el Colegio Electoral pudiera no sólo abrir los paquetes electorales…

– ¡Señor diputado Fox! (El Presidente del Colegio Electoral.)

–  Sino que en apoyo a la Constitución y al derecho pudiera legitimar y aclarar ante todo el pueblo mi triunfo electoral, o que de no haber sido un proceso electoral limpio se me relevara de la obligación de tomar este trago amargo de gobernar contra la voluntad del pueblo, y sobre todo de tener que dar la cara a ustedes, mis hijos y mi esposa. Pero todo esto, claro, es un sueño.

“Y así sigue soñando Salinas. Yo pido que aunque tenga que ser el Presidente, lo legitimen haciendo siquiera un buen dictamen, de acuerdo a la Constitución, a los reglamentos y a la lógica. Muchas gracias”. (Aplausos, silbatina.)

Y ahora yo le pregunto,  señor Fox: ¿cómo interpretaría  hoy  al émulo de Salinas, que en la foto contempla devoto y como en éxtasis toda la sangre de Juan Pablo II que cabe en esa a modo de jeringa de inyectar mientras carga, indiferente, toda la sangre que pueda caber en más de 50 mil cadáveres? ¿Qué sarcasmos pudiese dedicar a Calderón? Sería un recurso mucho más facilón que ironizar sobre el robo de una presidencia porque se trata de sangre, luto, dolor, lágrimas, duelo colectivo de millones de familias masacradas junto con toda una nación. (Yo vuelvo.)

Sr. Vicente Fox, ex-presidente

Estoy mirando la foto de su sucesor en Los Pinos, el cual observa la sangre sin siquiera parpadear. Pero no, señor Fox, no se trata de la sangre derramada en un desplumadero de Hank Rhon, no de los 50 mil o más cadáveres que en apenas cuatro años y medio ha logrado acumular el de Los Pinos. No se trata de la sangre de policías, marinos o militares. Lo que su sucesor observa sin apenas arriscar la siniestra ceja  no es ni siquiera ese escuálido diez por ciento de “daño colateral”, como el funcionario de marras calificó el asesinato de criaturas, niños, mujeres, ancianos y adolescentes,  nacionales y extranjeros, ultimados a plomo, a golpes, a puñaladas, a tortura vil, y algunos, se infiere, sepultados vivos. No. Esa sangre no alcanza a conmover al de Los Pinos.

Señor Fox, ex-presidente:

Criticado en extremo fue su gobierno, en la medida que tanto esperaban de él los cándidos. Polémica fue su forma de actuar, de vestir, de expresarse. Arrobas de descrédito le acarreó su polémico matrimonio con una arribista, al igual que la actuación servil y acomodaticia de purpurados del calibre de Norberto Rivera y Onésimo Cepeda para descasarlos a ella y usted, dejando a Manuel Bribiesca con varios hijos sin madre, hijos inexistentes,  porque de la maniobra de El Vaticano la señora que habíalos parido salió de manos de los maniobreros de capa pluvial punto menos que doncellita. Qué milagros estén fuera del alcance de un pontífice pragmático-utilitarios como fue Juan Pablo II.

Esa sangre, señor Fox, fue la sangre de Juan Pablo II, encerrada en una especie de jeringa para intramusculares, la que el sucesor de usted observa estremecido  de unción, devoción, conmoción y respeto, como a la espera de algún milagrito. Señor Fox, ex–presidente:

Genio y figura. Célebre fue, y escandalosa, su participación en sesión solemne del Colegio Electoral cuando usted, iracundo y vociferando, cierta madrugada de septiembre de 1988 convirtió  el recinto legislativo en gallera, avispero y palenque, para protestar de manera iracunda y escandalosa contra el primer impostor en la historia contemporánea del país, el espurio Carlos Salinas. Se desempeñaba usted como diputado federal, y según crónicas de aquel tiempo, solicitó de Miguel Montes García,  presidente del Colegio Electoral, le concediera el uso de la palabra, y entonces:

“Para hechos, tiene la palabra el C. diputado Vicente Fox”.

Subió usted al estrado, se colocó un par de boletas electorales a modo de orejas de burro (las de Salinas), e inició tal cual  el siguiente discurso:

– Buenos  días. Yo quiero referirme a los hechos del simpático compañero (aquí el nombre) en su relación de hablar tres veces (sic) sobre el candidato Salinas (aplausos, protestas). Yo quisiera invitarlos conmigo a la residencia de este señor Salinas, a verlo ahí en su sala, sentado con su señora y con sus hijos y él les está diciendo:

– Hoy, antes de las doce seré nombrado Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Este es un gran honor y representa la más alta responsabilidad a la que puede aspirar un mexicano; ser el guía moral de 80 millones de ciudadanos, ser el coordinador y promotor del esfuerzo de todos esos mexicanos, ser el motivo de unión y solidaridad de todos los habitantes de esta patria para mantenerle soberana, libre e independiente.

Quiero aprovechar estos momentos en la intimidad de nuestro hogar para comentarles cómo me siento. Me encuentro incómodo, me siento triste  y a la vez siento miedo.

(Fox sigue mañana.)

¡Vamos, México!

Que yo rehusaría escuchar los cantos de sirena, dije a ustedes el pasado viernes. Que de tenerla a la mano diría a Margarita Zavala lo que comencé entonces y hoy finalizo. Señora:

Ya sus cortesanos comienzan a tantear el terreno para afianzar a usted en Los Pinos hasta el 2018. Hace apenas un par de meses, en uno de los órganos oficiosos del presente sexenio (las apodadas “revistas del corazón”), el de Los Pinos se refirió así a la señora su esposa, y de repente me encontré viviendo los tiempos esperpénticos del zafio de San Cristóbal:

Margarita tiene todos los atributos para ser candidata a un puesto de elección. No ahora, pero sí la veo como candidata.

Pero claro, que antes de armar su candidatura presidencial, primero sea senadora. Así de fácil. No le fue a la zaga Gustavo Madero, cortesano presidente de Acción Nacional, que en la capital de Coahuila, lo aseguró (y no le temblaba la voz):

Margarita Zavala puede aspirar o ejercer el cargo que mejor le convenga, pues en mediciones internas resulta de las panistas con mayor reconocimiento y aceptación.

Haya cosa, qué coincidencia, qué curioso. Ocurre ahora, según el panista servil,  que otra “primera dama” nos resultó una gran mujer y una gran política, y que “la gente la quiere, es muy capaz y talentosa”. Mis valedores: si  acaso también formo parte de “la gente”, aquí y ahora lo afirmo con toda mi voz:  yo no quiero a la señora ni me consta que tenga las cualidades que le atribuye el panista, hasta el grado de que “tiene muchos atributos para desempeñarse cuándo y como lo decida”.

Válgame, dónde nos fue a aparecer la estadista. En fin, que aquí finalizo mi recado del pasado viernes. Señora Zavala:

¿También usted? ¿Nada le dice la historia, que no tiene escrúpulo alguno en desempeñarse como una segunda versión de la Marta aquella que convirtió el camino a Los Pinos en un circo, un  carnaval, un tropical esperpento? ¿También usted? ¿Qué tal si ya en pleno deslumbramiento usted también, por nunca haber sido, busca, como compensación, tener? Recuerda usted a aquella Marta enloquecida por un retazo de poder,  ¿no es cierto? Yo, cuando menos yo, aún no olvido el sarpullido de mediocridad, los instintos rupestres que afloraron en la de Zamora.  A ella, la que  quiso y no pudo; a la trepadora que intentó encaramarse en el altísimo cargo dentro de la política, y que en tan resbaladizo pantano, en tales arenas movedizas donde intentaba prolongar la “pareja presidencial”, exhibió su ignorancia, su zafiedad, su mediocridad de arribista y logrera, de aprovechada de la ocasión. Pues sí, pero  lógico: tuvo que regresar a su origen, y ya arrojada de las candilejas (ella y su compulsión protagónica) volvió a su estatura natural y pegó el reculón hasta la madriguera de donde más le valiera no haber salido.  A propósito:

¿Quién vino pagando los derroches de la Sahagún? ¿Quién sus lujos de nueva rica, su delirante protagonismo, su alucinante compulsión por figurar, que la forzó a atragantarse de tantos foros y candilejas que le aprontaban los validos que a balidos han hecho carrera culimpinándose al arrimo del Poder? ¿Quiénes vinimos pagando el avorazado “redondeo” de la Sahagún? ¿Y ahora usted, señora, un segunda edición de Marta? ¡Vamos, México!

No usted. Déjeme creer que con la de Zamora los mexicanos tocamos fondo. Que nunca más el mundo se ha de mofar ante aquel espectáculo carnavalesco con ribetes de bataclán. Que usted no, señora Zavala. ¿O..? (Es cuanto, y la paz.)

 

Estamos salados

Pero los parabienes a la izquierda que expresó Calderón en su cuenta de twitter no fueron  para López Obrador ni para la izquierda del PRD, sino para los de mano izquierda, porque el sábado 13 fue Día Internacional de los Zurdos.

Mis valedores: la salación. El prejuicio de la mano izquierda. Que un zurdo sólo nos puede traer la mala suerte, jura la creencia popular sin más base que la ignorancia. A propósito, el incidente se produjo en la tertulia de anoche. De repente, al codazo de la tía Conchis, el espejo de pared se fue a estrellar en la alfombra. La conserje de Cádiz, la mano diestra en la boca.

– ¿No les digo? Esta mañana me levanté con el pie izquierdo.

Silencio. Habló el maestro: “Así que con el pie izquierdo. Nuestro racismo, nuestra discriminación contra los grupos vulnerables en el país: mujeres, indígenas,  preferencia sexual distinta. Algunos aún nos escandalizamos ante  la discriminación, cuando a diario y desde que nacimos venimos ejerciéndola con nosotros, en contra de nosotros mismos”.

“¿De nosotros mismos?”, pensé entre mí. (Quedo, en el aparato,  Las bodas de Fígaro.)

– “Hoy me levanté con el pie izquierdo”. ¿No sugiere el dicharajo la discriminación que a favor del lado derecho de nuestro cuerpo aplicamos contra el izquierdo? Y no sólo es tolerar tal discriminación, sino que, para nuestra desgracia, la fomentamos todos los días. Contertulios: miremos nuestras dos manos. Esta es la diestra, esta otra, la siniestra; ésta es la derecha, y esta otra la chueca, la zurda, la inhábil. ¿Y desde cuándo cayó el mal fario sobre la izquierda? Desde que el mítico Crono(s)-Saturno, para castrar a su padre Urano, le sujeta los genitales con la mano izquierda, que desde entonces carga el estigma del mal aguero, y hasta hoy día.

Mirábamos del envés nuestras manos, del revés, las meneábamos. “Toda la civilización ha sido forjada con la diestra y para los diestros, y es así como los humanos estamos mutilados, hemipléjicos, cuando pudiésemos, cuando debiéramos poseer dos manos diestras”.

Que nunca se me hubiese ocurrido…

Y fue ahí, mis valedores, donde me percaté del perjuicio que nos causamos a nosotros mismos. Los contertulios escuchamos referencias a la diestra y la zurda, que por obvias nos pasan inadvertidas.

“Cuando Jacob, con la complicidad de su madre, perpetra el fraude contra Esaú y se apodera de la primogenitura, ¿para el testimonio qué mano coloca bajo los genitales de Isaac su padre, si no es la diestra? ¿Y con qué mano es bendecido al recibir la fraudulenta primogenitura?”

Y que en el drama inconmensurable de la Crucifixión, ¿hacia qué mano ubica Mateo al Buen Ladrón? ¿Y al tal Gestas, padre que fue de los Bribiesca y Montiel,  Gordillo, Salinas y ralea de compinches,  ladrones todos de nuestros dineros públicos?

Al asumir su cargo el presidente gringo, descendiente degradado del puritano

fundador, ¿con cuál mano jura sobre la Biblia? También quien jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, con la diestra lo jura.

En el templo los clérigos, y los padres en el hogar, nos saturan de bendiciones. ¿Con qué mano dibujan la bendición?

Dios, llegado el Juicio Final, va a clamar en el Valle de Josaf: “A mi diestra los justos, que conmigo estarán en el Paraíso. A  mi siniestra los réprobos, destinados al fuego y la eterna condenación”.

Los casos que siguió enumerando, aquí, en breve. “Limpien su mente de consejas y creencias, contertulios, acerca de que un zurdo nos acarrea la salación”. (Pues sí, maestro, pero…)

Cable cifrado

Esta es una muestra, mis valedores,  del caló que en las primeras décadas del siglo XX arropó a la germanía contra la acción de los de uniforme, que traje a ustedes con ánimo de comparar su riqueza expresiva con el estreñimiento del habla del joven actual: “qué onda, guey, no te manches”.

El final del relato que narra el hampón sobre el crimen de su compinche:

Que lo mide hostigándole la retaguardia y al trascuerno y sin testimonio del guanaco…¡gueso frìo el betabel! Y pa pronto, que le baja la luz frisqueàndolo y ¡don pepe!, que se pinta de allantas con la cuera y nadaza de andar cabra..!

(Al peso de la noche saliò del cabarè solito, y el raterillo lo siguió hasta la calle màs oscura. Como caminaba con zapatos tenis, ni cuenta se dio el tipo de que lo seguían, y ¡zaz!, que le pega por la espalda con el puñal, sin que nadie se diera cuenta. ¡Ni el velador! Muerto quedò el viejo, y ràpido, que lo esculca y que huye de ahì con la cartera en la mano, sin nerviosismo”.)

Expresivo lenguaje, contraste del “chale” y el “guey” de hoy día. “¿No? O sea…”

Un gil, un afanador, una bellarina.  El final del relato:

“¡Como estás! El jale chido. Antioquìa, ¡puro trama de guarnetas muertas con gallina pinta o balines con permanente! ¡Puro escaria règules con su acordiòn de sirias hirvientes y blandas! Càscara de muñeca de orègano; tandos chidos con buena cresta. Hasta se amacizò `spàtula con règules curva de cacama. Ya nadaza de relingos de puros gosnes broncas de puras barbas. ¡La pura felicidà, ñeris”.

(“¡Y que vino el cambio! La felicidad, la buena vida. Antes sòlo comìa tortillas duras con frijoles tiesos, pero después: pura carne frita con sus tortillas calientes y suaves. Reloj de oro, trajes finos con buen sombrero. Hasta se juntò con una prostituta de buen cuerpo. Dejò de usar ropa vieja y regalada. ¡Era feliz!”)

“Pero: ¡de`mpalme! Que lo aparusca la tira a la de sinsusto porque la tela era del tendido pal rescate de un supremo y`staba dibujada: ¡puro jando cachuco, ñis! Y que lo encanan en el multi. ¡Al desgrase de chompirico y nel de chisparse del cordel! Así es el afane, ñis… son sus suspiro, ¿no? Y no hay fijòn, bato furriel, ningùn fijòn”.

(“Pero ¡sorpresa!, que un dìa lo detiene la policìa porque se supo que el dinero era para pagar el rescate de una personalidad y estaba marcado. ¡Puro dinero malo, mi amigo! Y que lo meten a Lecumberri y lo mandan a Las Islas sin poder librarse de la cuerda. ¡Así es el oficio! Son sus gajes, y ni hablar”.)

Mis valedores: por último. Cierto cura de barrio, conocedor del caló, vio desde el púlpito que dos hampones robaban los cepos de las limosnas, y por evitar el escándalo:

“¡Os jurnio afanes furris poniéndole en el tibor, embalsando las buchacas a los batos, a las baturras, y sonando las morenas! Trinquen varilmente y piren dejando una hebra de la baraña para mi menda en la otrofa morenáis.

Licad al Gran Doráis con un chutazo en el catecismo y otrofo en la vara de su mendurria, hostigado por la jara del romano entre un vati de afanes, toledano por vosicláis. Aliniáos, porque al rayo que morívios y vuestras mendas den cos de esta polvosa pa ribera, allá el Gran Doráis os licará fu. Aguzádeis afanes fu, la jara se aplacera en la burda del tibor echando los oclayos a sus mentolatos, San José el pintor y de retinto, si la jara os apaña, San Javier amuraba a los afanes. Amén”.

Sobre aviso,  los malandrines: “Claris, chirul chicharrón. Su partencia en la otrofa morenáis.

Latín, pensarían los feligreses. (Chale…)

Reciclado Big Brother

El lenguaje del hampa, mis valedores. Porque conozco el lenguaje del joven. Porque lo he oído expresarse en la UNAM, en el Metro y en tantos otros lugares. Porque escucho que es un habla  rutinaria, sin asomo de creatividad y de originalidad; que la uniforma un mismo entramado de muletillas iniciadas con un “qué onda”, seguidas por un “no te manches” y rematadas con el obligado  “guey”. Por eso transcribo sobrevivencias del habla del pìcaro y el malviviente en las primeras décadas del siglo anterior: para que se advierta la riqueza y expresividad manifiesta en el añejo cable cifrado de la germanìa.

(A viejos y adultos no me refiero; nosotros ya no tenemos remedio, y lo que nos resta por comunicar lo tartajeamos con vocablos de escamocha, cascarones de palabras, lugares comunes y  basurillas de carbòn descargadas desde la baba del conductor de radio y TV hasta la de su mediocre imitador: los “shoping”,  “hoy inicia”, “ropa casual”, “a la brevedad”, “cuestionado” -por interrogado-, “agresiva” -por vigorosa- “look” por aspecto,  y la diarrea de muletillas: “este”, “o sea”,  “digo”,  “¿no?”, y “¡guau!”, ladrido aprendido del gringo. En fin.)

Aquì, lenguaje del corazón bandolero, un hampón relata a su colega cierto suceso delictuoso perpetrado por otro del mismo jaez:

“Solicitó de boleto una sersia bien muerta ¡y poninas a pastorear al gilberto! Como afanaba dia soledá, ¡pos niguas quien lo batiera en la desgrase! Y el ruco ya tostonero… media astilla y canasta del adobe, pero cubriendo un resto de luz…

Y que se aplacera una´ndadora de forro chido y se cotejan una vidriosa de tecitos d’ándosela de chaquira en la bellerina. Lo chamucó guaracharse un purrúm bien sonado: maletón pa´l guarache, pero como ya´staba coconoco, por ni color de las regadas…”

Y su correspondiente traducción, con esa sintaxis:

“Pues sí, mi amigo: que el raterillo le ve el dinero al tipo aquel que iba vestido con buen traje. ¡Puro dinero nuevecito, amigo! Recién salido del banco. ¡Y claro!, lo esperó a que saliera del cabaret para asaltarlo. Pidió una cerveza helada y se dedicó a vigilar a su futura víctima. Como andaba solo, no tenía quién le ayudara en el trabajito. Y el tipo ese era ya cincuentón, medio flaco y con bastantes canas en la cabeza, pero con mucho dinero.

Sentò a su lado a una mariposilla de buen cuerpo y se bebieron una botella de licor. El presumìa de mucho dinero… Lo vio bailar; malo para el baile, pero como ya estaba bebido, pues ni cuenta se daba de sus desfiguros”.

Sigue el relato el hampón: “Alegò con el meseta por cosas del pàpiro y cuando salinas del trrabuco la cuera pa`villas… pa tender el guano: ¿de`mpalme al licar como trài la saña el bato! Nel de pàpiros dia camaròn o dia cristóbal. ¡puraza papiriza añil dia siglo y dia quimera y dia milagro! ¡Dia bùtifar! La neta que  aguantaba el resto ls`speranza del rebalse”.

La traducción:

“Peleò con el mesero por cosas de la cuenta, pero cuando sacò la cartera para pagar, para entregar el dinero… ¡que sorpresa al mirar còmo llevaba repleta la cartera! Nada de billetes de a peso o de a cinco pesos…¡puros billetes de a cincuenta, cien, quinientos y mil pesos. ¡Muchos! De veras que valìa la pena esperar  que saliera del festejo…”

“Y al peso de raroche salustio del ratòn dia solimàn el remoto y lo ampaniò hasta la fiusa onde`l resto de oscurana. Como abananaba en bici ni color se dio andoba y ¡sastres! que lo mide hostigàndole la retaguardia y al trascuerno con el fierro”. (Mañana el final.)

¿Qué onda?

Todo estreñido, mis valedores. Repetitivo y sin creatividad. Así escucho el lenguaje verbal de unos “chavos” cuyo vocabulario abarca del “¿qué onda, guey?” al “me cái” y al “no manches”. A fe que generaciones atrás: qué riqueza de expresiones ideaban y creaban en su comunicación lingüística. ¿Alguno de ustedes habrá leído El Periquillo Sarniento, como evidencia de mi afirmación?

Pues siendo cócora en los juegos, tenía yo que vigilar al montero para cogerle un zapote o verle una puerta o arrastrar un muerto.

Ahí una muestra  de aquel lenguaje secreto  que utilizaba el gremio del mal vivir en el México del siglo XVIII,  que Fernández de Lizardi recoge en la novela más representativa de la picaresca mexicana en vísperas de la independencia del país.  Y qué lenguaje rico y sonoroso, siempre creativo y siempre en constante renovación, con el que de maleante a malandrín se comunicaban sus asuntos al margen del orden público, que se iba a prolongar hasta las décadas primeras del pasado siglo para más tarde morir en olor de formol y cadaverina. Hoy, la juventud, abundosa en sus formas de comunicación verbal:

-¿Qué onda, guey..?

A toda hora, con todos y para todo: “¿qué ondón?” “Chale”. A cual más de constipadas pregunta y respuesta. “No te manches”. Esto, cuando no permanecen enajenados en la pantalla del celular.  Yo, incómodo con ese pobre lenguaje siempre empedrado de disparates,  muletillas y cantinfleos, muestro aquí (anécdotas y relatos) el grado de creatividad de aquel  que denominaron caló, que allá por el primer tercio del siglo anterior exudó el barrio bajo en la cofradía del  corazón bandolero a modo de cable cifrado para  evadir a extraños al clan, sobre todo si se acercaban luciendo chaquetín azul y al cuadril el arma reglamentaria. Entonces, el que primero venteaba el peligro:

– ¡Aguzadéis afanes fu, la jara se aplacera por el chante, los oclayos a sus mentolatos!

Y el silencioso desparramarse por la calleja y el callejón, y a la guarida y al escondrijo…

Esa jerga de hampones conoció su Siglo de Oro hace ya muchos ayeres, y hoy suena anacrónica y sin trazas de resucitar. Cumplió su ciclo vital aquella forma de secreta comunicación de la cofradía de maleantes, dialecto de trasmano entre caifanes y raterillos, rameras y proxenetas y demás vividores del áspero oficio de la vida arrastrada que mantenía la carne de presidio siempre en alerta, siempre aviruza por si la jara…

¿Y si en un parpadeo de mala suerte su mala estrella los refunde en La Grande? Suspires son del afane, o dicho en cristiano: gajes son del oficio, sin más.

Pos sí, mi ñero: qu’l afanador le jurnia la luz al gil ese que s’envolvía en un jando varil. ¡Puro quemador salido del horno! ¡Y clarines, que lo’speranzas que se botara del ratón, pa’macizarlo!

Lean estos retazos de cierto relato que firma un  Fuentes Zapata, con su respectiva traducción:

“Solicitó de boleto una sersia bien muerta ¡y poninas a pastorear al Gilberto! Como afanaba dia soledá, ¡por niguas quien lo batiera en la desgrase! Y el ruco ya tostonero… media astilla y canasta del adobe, pero cubriendo un resto de luz…

Y que se aplacera una´ndadora de forro chido y se cotejan una vidriosa de tecitos d’ándosela de chaquira en la bellerina. Lo chamucó guaracharse un purrúm bien sonado: maletón pa´l guarache, pero como ya´staba coconoco, por ni color de las regadas…”

“Qué onda con ese pedro, guey?”, me dirá alguno de ustedes en llegando a este punto, y yo le contesto: calma; la traducción y algo más, el lunes. (Vale.)

“Amigas y amigos”

El nuevo edificio senatorial, mis valedores, un armatoste “inteligente”, según versión de la constructora. Pues sí, pero tan defectuoso nos resultó el muy “inteligente”, y tan costoso en términos económicos, que viene a ser el nahual y la metáfora tragicómica del gobierno del Verbo Encarnado. Sigo con el catálogo de desperfectos que inicié ayer aquí mismo.

Luego de los 3 mil 246 millones que tuvimos que pagar por el “inteligente” ahora nos enteramos de las goteras de la azotea y de que la dotación de cubetas para recoger los escurrimientos resultó insuficiente. Por cuanto a la instalación eléctrica: el “inteligente” armatoste nos iba a ahorrar costos en el alumbrado, pero sus luminarias son inadecuadas y los encargados las mantienen encendidas día y noche. ¿La factura del derroche descomunal?  ¿Quién la pagó, la paga, la estará pagando? ¿Y un equipo de muebles y accesorios importados a un precio superior a los nacionales de igual calidad? Es México.

Y México es un país pobre, pero con el 51 por ciento de la población en plena pobreza todos nosotros, las masas sociales, para los 128 legisladores financiamos ¡escaleras de mármol! ¡Y mármol importado! Pero ahora resulta que son tan angostas que nadie, que no sea alguna jovencita anoréxica,  puede utilizarlas. “Inteligente” el inmueble, pero sin un mal espacio para el librero donde alguno de los senadores hubiera podido colocar sus folletos turísticos. ¿O qué? Los futuros ocupantes de tan “inteligente” edificio se quejan de que no encuentran espacio para poner los papeles. ¿A qué papeles aluden? ¿A los del cuarto excusado, tal vez? Los excusados: que uno solo tiene cada piso, donde se tienen que turnar hombres y mujeres.

Pero la Constructora GAMI, que infló varias veces el costo inicial del “inteligente” palacio de senadores, nos consuela a quienes pagamos la factura: ya sobre la marcha se irán corrigiendo, con costo extra y sobreprecio,  detallitos como el de los vidrios  “inteligentes”, que están estrellados…

Y para seguir con los detallitos: las rampas del estacionamiento, aún sin estrenar, ya están inutilizados, y los cajones vinieron a resultar insuficientes, pero aquí no hay problema: con pagar el alquiler en algún otro sitio donde estacionen sus vehículos blindados  asesores, secretarios, guaruras y socios de los negocios del senador, problema resuelto. ¿Los escasos dineros de quién o de quiénes cubrirán sobreprecio y gastos extra? A saber…

Los costos que solventamos de un edificio “inteligente”, de tamaño descomunal, para cobijar a 128 senadores y su corte de los milagros, se fueron inflando hasta hoy en un 91 por ciento más de lo programado inicialmente, erogados por un fideicomiso que ha tenido que solventar ese sobreprecio. El total, reitero, 3 mil 585 millones hasta el día de hoy. País rico el nuestro…

Tal es el nuevo edificio senatorial, “amigas y amigos”: la ruinosa metáfora del gobierno del Verbo Encarnado, donde una cáfila de mediocres ha degradado las instituciones del Estado hasta el punto de tornarlas cañerías, albañales y resumideros que ventosean nauseabundos olores, sin que los costosos aromatizantes de radio, prensa escrita y televisión, sean suficientes para disimular la hediondez y el olor a sangre,  duelo y temor colectivo que despide el “inteligente” edificio gubernamental. ¿No es el senatorial armatoste la contrahecha metáfora de un gobierno de chaparros irremediables como es este del Verbo Encarnado? Mis valedores: este es México. (Qué país.)

Crímenes de odio

La Iglesia Católica, mis valedores. Estacionada en los tiempos oscuros de una teocracia fundamentalista, se desplaza a reculones, a contracorriente del calendario. Su anacronismo a nadie debería escandalizar si no intentase imponer sus reglas en un Estado laico como es o era el nuestro hasta los gobiernos del Verbo Encarnado. Hago de lado el relato de Borges prometido ayer para referirme al  activista de los derechos de la diversidad Cristian Iván Sánchez Venancio, asesinado el pasado sábado por su preferencia sexual. El odio atizado en la cuna de la revuelta cristera, del Sinarquismo y El Yunque:

“La arquidiócesis de León, Gto, ha divulgado una directiva que prohíbe a las mujeres acudir a las iglesias con minifaldas, escotes, mallones o shorts”.

Tal mojigatería ya se había manifestado en nuestra ciudad y varias más con los espectaculares que hacía propaganda al brassiere, y ahora pronto la prohibición para que el personal femenino que labora en el gobierno municipal de Guadalajara se presentase a trabajar con pantalones, con blusa escotada, con minifalda. El escándalo que provocó semejante medida llegó a los medios de condicionamiento de masas,  y el gobierno del municipio tuvo que recular. Pero no sólo entre nosotros…

La cerrazón, el prejuicio y el odio a la diferencia sexual son también lacras de Venezuela, donde hace algunos ayeres un gobernador emitió el siguiente Decreto:

“Considerando. Que es público y notorio la presencia en nuestras ciudades de ciudadanos de conducta inmoral que se visten de mujeres y transitan por las calles; que estas personas no tienen ninguna razón de existencia legal, que nuestros ordenamientos sólo reconocen la personalidad de Hombre y Mujer; que el Gobernador, como Primera Autoridad, tiene el deber de erradicar este tipo de situaciones que atentan contra la Moral y las Buenas Costumbres.

Decreta. Se prohíbe terminantemente que cualquier persona del sexo masculino se disfrace de mujer y circule por las vías públicas. Las personas que sean sorprendidas por la autoridad pública, serán detenidos (sic), conducidos inmediatamente a la Comandancia de Policía y  encerrados hasta nueva orden del Gobernador del Estado. Si el fin de las personas detenidas es la de imitar a las personas del sexo femenino, suplantando su personalidad con ademanes y con el uso de prendas femeninas, se les impondrá una pena de tres años de prisión y serán sometidas a experticias psiquiátricas. Quienes no estén disfrazados,  pero que la autoridad perciba ademanes afeminados o amanerados, serán encerrados en prisión, como también la persona del sexo masculino que sea sorprendido con estas personas”. El Vaticano:

“Los enfermos de SIDA no deben convertirse en héroes, no lo merecen. Son seres enfermos. La homosexualidad es un verdadero  crimen. La Iglesia Católica rechaza a los homosexuales, así como el uso del condón, fuente de toda clase de prostituciones”.

Guadalajara: “En  el albergue Beata María de Jesús las misioneras del “Corazón de Cristo Resucitado maltrataban a los enfermos, porque “Las personas infectadas están recibiendo un castigo por sus pecados sexuales”.

Javier Lozano, cardenal:

– Actuar contra la naturaleza y contra la dignidad del cuerpo ofende a Dios. Los homosexuales no entrarán en el reino de los cielos.

Consecuencia de tal prédica del odio, el pasado sábado fue asesinado, “con los patrones de otros crímenes de los llamados de odio”, Cristián Iván Sánchez Venancio, activista social. Es México. (Qué país.)

Museo del horror

El segundo marido de Marta, mis valedores. Habló. Volvió a hablar. Lo hicieron hablar en reciente entrevista de prensa, y apenas abrió la boca, para abrir boca vaticinó el regreso del PRI a Los Pinos. Yo, escuchándolo, pegué el respingo y toqué madera (melamina). Luego me di a meditar. En un ejercicio de remembranzas pasé lista de quienes desde el gobierno propiciaron, y aun encabezaron, las comaladas de millonarios que, lo afirmo en su momento Portes Gil, presidente interino, produjo cada sexenio. Fue el de la remembranza un ejercicio  agridulce. Qué tiempos aquellos, los del Revolucionario Ins…

Suspiré. Agridulce la remembranza. A la mente se me vino la torva figura de aquel Díaz Hordas carnicero que hizo la plaza de las Tres Culturas un almácigo de cadáveres y un puro cuajarón de sangre derramada, sangre joven, inocente. Agridulce el recuerdo de un Echeverría matancero por vocación, que a estas horas carga en su conciencia no sólo Tlatelolco, sino el halconazo del 10 de  julio y todo un sexenio que tiznó de pólvora con su guerra sucia, guerra de baja intensidad. Agridulce fue el recuerdo de un López Portillo garañón, que antes de derrumbarse en el desván de la historia dejó los puros huesos la economía nacional. Agridulce evocación fue la que experimenté con la mafia Salinas, el capo de la cual, rapaz, se robó la media cuenta secreta, según lo acusó más tarde el primer mediocre de las cejas alacranadas, quien después de su dicho dio el reculón. “Lo acusé porque tengo demencia senil”. Porque no tengo cojones, debió aclarar.

Agridulces los tiempos del error de diciembre, con un  Zedillo milusos que nos enjaretó los 100 mil millones de nuestra moneda nacional (dólares) de un Fobaproa cuya factura estamos pagando hoy todavía. Mis valedores:

Oí la voz del ranchero de San Cristóbal, medité en su afirmación de que el Tricolor va a volver a Los Pinos, y luego del espeluzno que me provocó el lengua larga medité en los tiempos, qué tiempos, de la “pareja presidencial”. Ya escucho al renegón: “¿Qué pudieron tener de agridulces los tiempos de tales hampones?” Y yo le contesto:

“¿Se ha puesto usted a pensar en lo que las malas artes de esos tales significaron para la historia del país cuando los compare con los cuarenta, cincuenta, ochenta mil, alucinante cifra de muertos, de viudas y huérfanos, de mutilados y  desaparecidos, de familias deshechas o desplazadas, pueblos fantasmas y el  duelo descomunal, el temor colectivo y esa herida nacional que nunca habrá de cicatrizar? ¿De Díaz Hordas al zafio del Centro Fox cuál de todos ellos se podría comparar con  el que ha convertido México en ‘una vergüenza mundial’?”

Agridulce evocación  esta que me provocan la “pareja presidencial”, sus hijos, hijastros y parientes tan rapaces como ellos. Fox, Atenco, un aeropuerto nonato y la violación a los derechos humanos. Fox, una enciclomedia inservible y aquella incultura que Marta y él mentaron a la Gran Rabina Tagore y a José Luis Borgues. Y ya que aludí al escritor argentino, ¿conocen ustedes su relato Un muerto? Aquí, de memoria:

Los protagonistas: uno es  Benjamín Otárola, joven de edad,  ambicioso por naturaleza y rijoso de vocación, cuya vida pendulea de taberna en taberna, en la diestra el puñal. El otro: Azevedo Bandeira,  que capitanea cierta banda de facinerosos. En medio la impredecible, la desdeñosa mujer, cabello rojo encendido, a la que Otárola sorprende descalza y a medio vestir en la cama de Bandeira, y ahí el principio del drama. (Sigo mañana.)

¿Dinastía, nepotismo?GEE

(Los casi 2 mil de uniforme enviados a Michoacán, pregúntanse los malpensados, ¿para cuidar la seguridad pública o para auxiliar a Cocoa, la hermana del de Los Pinos, en su pretensión de gobernar Michoacán?  Y yo digo: ¿una segunda edición de la Marta de Fox? En las tierras del Tata Cárdenas comienza a alzarse la polvareda:

Morelia, Mich. El foro para la propuesta de los candidatos panistas a la gubernatura terminó a golpes entre partidarios de Marko Cortés y Luisa María Calderón Hinojosa, “Cocoa”. Un extinguidor activado provocó confusión, caos,  alarma y estampida de asistentes.

Y es que se disimulan apenas cismas y quebrantos entre panistas doctrinarios y neo-panistas que desnaturalizan la esencia del blanquiazul. Ahora mismo, con una hermana en el gobierno, el de Los Pinos intenta el segundo michoacanazo. ¿Volverán, con Cocoa, los tiempos aciagos de la Sahagún y los hijos de toda su reverenda Marta? ¿Cocoa también? ¿También ella? ¿Gobernadora primero y después Los Pinos? ¿Nada, al respecto, queremos aprender de   la historia?

Recuerdo, para advertencia de algunos, la tragicómica historia de aquella buena mujer, una “apenitas”, que de repente fue catapultada hasta el sillón de Los Pinos en calidad de “pareja presidencial” de un mandilón. Planta trepadora, Marta fue la versión femenina del Icaro de la mitología griega,  que con sus alas de cartón pegadas con cera quiso volar hasta los dominios del sol. Derretido el pegamento y desprendidas las alas, la pequeñaja criatura fue a caer por allá, en el rancho de San Cristóbal, en La Estancia, tal vez, o en el apestoso Tamarindillo adquirido, dicen los suspicaces, por medio de prestanombres. Si de repente gobernadora, ¿la Cocoatambién?

Vino el remolino y nos alevantó. A una Marta hasta entonces pequeña, la alzó desde detrás del mostrador de una farmacia veterinaria y vino a enredarla en las zancas de cierto grandulón (sólo de estatura física) al que logró deslumbrar. Ya encuevada en Los Pinos la advenediza exhibió ante los “medios” el tamaño de su ignorancia, su zafiedad, su mediocridad de logrera valida de la ocasión.  Ya estando arriba se empanzonó de cámaras y micrófonos, de candilejas, fotos y reportajes en las revistas del corazón, que satisfacían a diario su compulsión protagónica. ¿La Cocoa también?

Pues sí, pero lo del agua, al agua, lo de polvo, al polvo y todo lo que sube tiende a bajar. La más reciente de sus apariciones públicas fue en el cumpleaños de algún jerarca de la Iglesia Ortodoxa. Yo, entonces, me hacía la pregunta: ¿qué oscuras actividades la mantendrán ocupada a estas horas en su cubil provinciano? Luego de que vivió en el cogollo del poder y aspiró los humos de ese avieso copal que a su hora le quemaron  los serviles que nunca faltan y siempre salen sobrando, ¿qué habría sido de aquella corte de los milagros que le quemaban no copal, precisamente, sino  incienso, a la muy católica? ¿Qué fue de sus lambiscones y los purpurados que le despellejaron su calidad de esposa y madre y, milagros de los Onésimos, se la entregaron virgencita al mandilón? ¿Quedarán cortesanos que sigan a lisonjas alimentándole la vanidad? ¿Alguno le rogará que vuelva al pantanoso terreno de la politiquería cimarrona? “Ya ve cómo  la Cocoa también”, podrán susurrarle a estas horas. Mis valedores:

¿Recuerdan ustedes aquel rebumbio, y  el bataclán, el rataplán y el boato, la estridencia, la prepotencia, la ostentación y el brillo postizo de Marta? ¿La Cocoa también? ¿También ella? (Sigo después.)

¿Cuántas muertes más?

Isabel Ayala Nava, viuda del guerrillero Lucio Cabañas, ultimado hace 36 años por las fuerzas del gobierno, fue asesinada junto con Reyna, su hermana, por un comando armado que las balaceó el pasado 4 de julio en Xaltianguis, Guerrero. ¿Cuántas muertes más?”, clama Micaela Cabañas Anaya, huérfana de Isabel.

¿Fue una casualidad?, pregunta Sara Lovera, periodista. ¿Se trata de un mensaje? ¿Es parte de la confusión política y social en la que vivimos? ¿Solamente se trata de algo más de violencia en Guerrero? ¿Qué tiene que ver con las protestas y el pasado?

A saber. Polvos de aquellos lodos ensangrentados, tal vez. Pero tal desmesura, mis valedores, semejante atrocidad, evidencia la inutilidad de enfrentar con las armas el Sistema de poder, cuando es factible y urgente para el país darnos un gobierno aliado con sólo aplicar esa estrategia adecuada: la organización celular autogestionaria. Aquí el testimonio de alguno de esos magníficos delirantes que apuntan el arma contra el Poder:

 “Te vendan los ojos. Toques de picana. Prueban los límites de tu resistencia teniéndote días sin dormir, y el pozo, golpearte hasta dejarte sin aire para de inmediato sumergirte la cabeza en agua y provocar el ahogamiento. Te cuelgan de helicópteros, pero no te dejan morir. Para ti lo mejor: que te maten. En la tortura te matan muchas veces”.

¿El provecho que el guerrillero, equivocado magnífico,  reporta a las masas populares? Júzguenlo ustedes. ¿El destino que le aguarda?  Terminar como Lucio Cabañas, profesor rural caído en un enfrentamiento con fuerzas del ejército el 2 de diciembre de 1974. Del guerrillero, lástima, sólo quedan la leyenda popular de una enorme valentía personal, una estatua de bronce y el rito de las honras fúnebres.

En Atoyac de Alvarez, una tarde de diciembre del 2002, nostálgicos fieles del insurgente inhumaron sus restos y los fueron a depositar en el punto en que se alzaba el tamarindo a cuya sombra el combatiente se manifestaba contra el gobierno.  Y no más, que tal es el destino de los guerrilleros, ellos que en su impaciencia porque cambien las condiciones calamitosas del país toman un arma y se remontan a la sierra, donde habrán de enfrentarse a un Poder que los rebasa en violencia armada, y que mañana los va a bajar en una bolsa de plástico, si no es que los arrojen en un hoyo de la tierra bruta, y del generoso insensato nadie conocerá el rastro.

Frente a la guerrilla urbana el régimen desarrolla un aparato policíaco basado en Inteligencia Militar que funciona con los métodos usuales de la contraguerrilla urbana: tortura en cárceles clandestinas, desapariciones y muertes “aleccionadoras”: los cuerpos de guerrilleros aparecen terriblemente torturados. (ORPC, 1968-1985.)

Pero los matanceros de ayer serán las reses de mañana, y el tiempo coloca a los hombres en su lugar. Treinta años después de asesinado  Cabañas, dos de los generales que lo  persiguieron tachándolo de bandolero, delincuente y criminal, Arturo Acosta Chaparro y Humberto Quiróz Hermosillo, fueron encarcelados por delitos de narcotráfico. Hoy, el maestro y luchador civil  se mira de frente, en bronce, con el bronce del prócer Juan Alvarez. A treinta años de su muerte a manos de las fuerzas federales, en Atoyac de Alvarez fue recordado con una estatua de bronce, una velada cultural y una marcha cívica. Y la paz.

La paz, sí, pero hoy, mientras tanto, ¿cuántos muertos más?

Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez, los hermanos Gámiz, Lucio Cabañas, Isabel y Reyna Anaya Nava (A su memoria.)

¡Sí-se-pú-do!

Esa fascinación, ese abandono de sí mismo que el futbol ejerce sobre amplias masas populares constituye un vasto movimiento de diversión y de mistificación; cumple una función de compensación simbólica y de exultorio. Los capitalismos lo utilizan como medio de adiestramiento gregario y control psicológico de las masas a través de sus reflejos condicionados.

Sigue aquí la transcripción de opiniones, iniciada ayer aquí mismo, de estudiosos que analizan ese fenómeno de enajenación colectiva: el futbol.

“No tenía idea de la explosión de locura que se produce si se encierra en la misma probeta una crisis económica, un desencanto por las instituciones del país, una bolsa de café y una virgen de madera dorada, y esa mezcla se deja desintegrar bajo el sol mojado de los tristes trópicos. Jamás un país me había dado la impresión de estar enajenado en bloque, pasmado entre un pasado ausente y un porvenir ilegible. Si en ese cuerpo enorme y febril se inocula pasión futbolística, la razón se tambalea. En ese organismo en estado de baja resistencia el cáncer del futbol ataca uno tras otro a todos los órganos y los roe ferozmente”.

El deporte por delegación es un fenómeno  de la sociedad industrial de masas, el santo y seña de la sociedad de clases. Las clases altas practican personalmente el deporte  (golf, tenis, equitación, esgrima, polo, etc.); sólo las clases bajas están reducidas al espectáculo pasivo del futbol. La inmensa mayoría del pueblo rara vez toca un balón, y se vuelve espectador pasivo que participa por delegación de los triunfos de su cuadro predilecto, a cuyos partidos asiste a distancia, desde una tribuna, enajenándose en el jugador profesional, al que eleva a la categoría de ídolo.

Separado de la experiencia real, el futbol se convierte en un símbolo abstracto y lejano, en una deformación caricaturesca de la comunicación interhumana, que ejerce una poderosa fascinación y dominación sobre el espectador pasivo.

El futbol constituye para los regímenes reaccionarios un medio de despolitización de las masas, un señuelo para alejar a la juventud de las ideologías. El menosprecio hacia el fanático se evidencia hasta en las condiciones inhumanas que se le hacen sufrir en los estadios, que son lo más parecido que existe a un campo de concentración, donde ni siquiera falta el alambrado de púas.

La comunicación espontánea que se produce en el futbol es del tipo de las multitudes instantáneas que se forman en ocasión de un linchamiento, y no es de extrañar que muy frecuentemente termine violencia.

De súbito, desde las galerías, rompen a rodar las pasiones crispadas, las imaginaciones de fuerza de los insultos, los frustrados deseos semanales, y la multitud de los partidarios sugiere de pronto la imagen de un viejo decrépito que se exaspera en sus vanos esfuerzos por poseer a una adolescente…

La verdadera pasión es fría. El entusiasmo, en cambio, es por excelencia el arma de los impotentes.

Por cuanto a los merolicronistas (radio, TV y prensa escrita): “Tienden a acentuar el carácter estético del futbol. Hablan de estilos y técnicas, pero que no los engañen: sólo intentan crear una seudo-cultura basada en valores irrisorios para uso de las masas a las que no se les permite tener acceso a la cultura. Hacen un serio estudio de algo de lo que nada hay que comentar, aparte de algunas elementales reglas de juego. Pero el futbol es rey, dios, dictador, negocio, enfermedad,  enajenación, manipulación y política. Todo, menos un deporte. (El resto, en otra ocasión.)

Chaparrito, peloncito…

Maestros y alumnos, mis valedores. Me referí ayer a las exigencias que unos y otros plantearon al candidato presidencial. Aquí, feo sonsonete al hablar, las respuestas de aquel chaparrito, peloncito, tan lenguaraz como demagógico:

– Respetables maestras y queridos maestros: el triunfo que buscamos tendrá que reflejarse en una evaluación de la calidad de la educación en México. En muchas naciones se da énfasis a los medios materiales de la educación; nosotros daremos énfasis al contenido y a los educadores, a la familia y al maestro. Por eso promoveremos el orgullo de ser mexicanos, sin patrioterismo, pero con un profundo nacionalismo. Al culto a los símbolos sumaremos el de los héroes y sobre todo el del esfuerzo del pueblo mexicano para construir la gran nación de la que hoy sentimos enorme orgullo.

Educación es conciencia, es memoria, es vivir la vida; es el arma de la paz para transformar nuestro mundo con un sentido democrático y popular. Pero reitero ante ustedes: no podemos hablar de elevar la calidad de la educación si antes no le damos la calidad de vida a los maestros mexicanos; porque la pregunta que hay que hacer con claridad y con energía es: ¿cómo lograr mejor educación con los sueldos tan bajos que perciben los maestros..?

Si queremos calidad, primero vamos a elevar los sueldos y percepciones de los maestros mexicanos. No es sólo un compromiso de campaña, ése que hoy asumo ante ustedes; mañana me propongo pasar de las palabras a los hechos y, ya como Presidente, cumplirles a todos los maestros mexicanos.

Cómo pedir educación de mejor calidad, con el material didáctico tan deficiente de que disponen los maestros; cómo pedir educación de mejor calidad, cuando en muchos pizarrones ya no se puede escribir; cómo pedir educación de mejor calidad, si cuando el maestro va a solicitar un préstamo al ISSSTE lo traen a la vuelta y vuelta y no le dan respuesta. Cómo pedir educación de mejor calidad, si hay maestros que me han mostrado y enseñado el cheque de su quincena y no les alcanza para cubrir el recibo de luz. Cómo pedir educación de mejor calidad si cuando el maestro legítimamente demanda una vivienda decorosa no puede tener acceso ni siquiera a la de renta.

Tenemos que revertir la baja en los niveles de vida de los maestros mexicanos. Me propongo hacer que en los hechos se reconozca que el maestro es un profesionista y un personaje de su comunidad; por eso mismo al maestro le daremos el trato digno que merece por su importancia nacional. Vamos a hacer realidad el compromiso. Un Estado moderno y soberano, un país independiente y próspero, sólo puede sostenerse con la voluntad de un pueblo orgulloso de sus orígenes y con una clara visión de su futuro.

Vamos a la victoria en la jornada electoral para lograr elevar la calidad de la educación en México. Vamos a ganar una mejor educación; vamos a triunfar para elevar el nivel de vida de los maestros. Vamos a alcanzar el triunfo y lograr una época de bienestar para nosotros; pero, sobre todo, para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. ¡Viva México!

¡Viva!, Y el orgasmo de aplausos. ¿El demagogo lenguaraz? Uno chaparrito, peloncito, tan grandes orejas como su cinismo al culpar a Zedillo, otro que tal, de cuanta calamidad provocó su gobierno.  Salinas, sí, al que ovacionaron maestros, alumnos y la Gordillo.¿Ya que sentó sus dos reales en el sillón? Los maestros, a marchas forzadas, plantón y reniegos: ¡E-xi-gimos! Como hoy mismo al de los inexistentes  pactos secretos. (Macabrón.)