Redrojos históricos

La Confederación de Trabajadores de México, mis valedores,  cuyo aniversario No. 74 se cumplió el pasado jueves.  Leo, de su Declaración de Principios y tácticas de lucha:

“El proletariado de México luchará fundamentalmente por la total abolición del régimen capitalista. Contra fascismo e imperialismo  luchará con todas sus fuerzas. También por obtener el pleno goce del derecho de huelga, de asociación sindical, de reunión y manifestación pública y el de propaganda escrita y verbal”.

De tales conceptos se ufanaba la CTM. ¿Y..?   Hoy, en sus 74 años de existencia, ese organismo corporativo de control obrero que en tiempos del PRI-Gobierno determinaba los rumbos políticos del país  degeneró en cascajo histórico y basura apilada en el desván de la Historia. Y no más.

Ayer fue su mandón un tal Fidel Velázquez, lechero que a semejanza de Zeus a su padre Saturno-Urano, destronó y destruyó a Lombardo Toledano, su progenitor; no al modo mítico de cortarle los genitales, empresa imposible porque Lombardo mostró, con sus hechos, no poseerlos. No capándolo, pues, sino derribándolo del pedestal de control obrero para encaramarse el propio Fidel como líder perpetuo de la difunta (o casi) confederación hoy en manos del anciano (de espíritu, sobre todo) Joaquín Gamboa, depredador de los dineros públicos que convierte en oro mal habido todo lo que ha manoseado.

“Pobres obreros”, oigo al compadecido,  y  escucho la frase síntesis de mi padre Juan:

“No me “almiro” de los líderes, mi hijo, que son unos cuantos. Me “almiro” de los obreros, esa patética mayoría silenciosa que aporta su cuota para que los pastores del rebaño sigan enriqueciéndose”.

Yo esta vez, a modo de “homenaje” a la central obrera, recuerdo las estatuas que un Sistema cómplice ha erigido en honor del lechero. Con el pretexto del aniversario de la central “obrera” recuerdo cuando el recién muerto Fidel era “eternizado” en bronces que hoy se oxidan de incuria, abandono, olvido definitivo. Ante alguna de las múltiples estatuas del líder, aquí  las  imaginaras y variopintas expresiones de quien camina frente a la mole disforme y se detiene a reflexionar:

El político muy a la vieja escuela del mentado Revolucionario Ins hoy en agencias de recuperar Los Pinos:

– Regia ubicación para revivir la esforzada tradición del acarreo de rancheros y cetemistas. Ya imagino mi foto con el monigote al fondo, y en derredor las viejas, me refiero a aquellas viejas multitudes que, delirantes y matraqueras, se congregaban a la advocación de procampos y pronasoles, qué tiempos. Pero un Madrazo a tiempo y por Dios que volvemos.

El escultor.- “Ahora, a esperar más pedidos de políticos lambiscones. Que écheme una de Presidente con Coca-Cola, que fórjese una pedestre para ese al que siempre agarran pedestre,   que una ecuestre para nuestro gallo copetón. Yo,  a sacar la tripa gorda, me refiero a la del mal año, del pésimo sexenio”.

El de los arreglos florales.- “Ahora sí, a vender hartas coronas fúnebres para los consabidos mitotes políticos del Revolucionario Ins”.
El historiador.- “Podrían haberme consultado, caracso. Una cosa es el barroco tropical y otra, muy otra, la verdad histórica. Con legajos les demuestro que una estatua de Fidel tiene que ir en una postura así,  como culimpinándose ante el…en fin”.

El critico de arte: – “Me van a oír, y seré implacable. Claro que me van a oír. Semejante atentado contra la estética no puede quedar impune. Qué es eso de mezclar… (La mezcla, mañana.)

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