El opio de las masas

El ser humano, mis valedores, esa criatura única e irrepetible que puebla el haz de la tierra y cuyo destino, en cuanto comunidad, es la sobrevivencia. Ente de cumbres y abismos, de cimas y simas, sus hechos proyectan luz y tinieblas en humanísimo claroscuro: alguno conquista las crestas del saber, del heroísmo, de la santidad,  en tanto que una infinita mayoría se arracima en contingentes de masas que sobreviven en la cotidiana rutina del áspero oficio del diario vivir a ras de los suelos. Los seres anónimos, los desconocidos de siempre…

El mexicano, pongamos por caso. Si intenta la perfección casi siempre carece de la educación adecuada. Es la ignorancia el achaque que lo mantiene en situación vulnerable y lo fuerza a caer ante el ataque de esos sus enemigos que le impiden el vuelo natural hacia la entelequia, que decía el clásico.  Y claro, sí, por supuesto: entre los factores que le mutilan las alas están los medios de condicionamiento de masas. Porque el pobre de espíritu, inquilino de la violencia, la pobreza y la inseguridad,  busca evadirse de una realidad que lo supera, lo lacera y agobia, y en ese intento de hurtarle el cuerpo a lo que no puede evitar se refugia y cae de lleno en el alcohol u otras drogas casi tan nefastas como la botella: coca, mariguana,  metanfetaminas o el  televisor, esa puerta falsa, puerta excusada, que el mexicano tiene abierta de par en par sin percatarse de que la TV constituye un negocio del gran capital y de que  sus intereses no sólo difieren de los del televidente, sino que se le contraponen y medran de él; que el medro de la TV radica en el desmedro de las masas sociales en provecho de Poder. Macabro…

Pero esas masas sociales necesitan y reclaman una rajuela de esperanza que les avive su desfalleciente sentido de la existencia, y esa esperanza la encuentran en el credo religioso. La católica es la religión mayoritaria, y en ella se refugian esas masas en busca de la esperanza de una vida mejor, que se le promete, sí, pero en la otra vida, y ello si logra pasar el juicio inapelable de su  Dios. Es ahí donde la jerarquía católica, a contracorriente de las leyes de ese Dios y del Estado, manipula su tremendo ascendiente en los feligreses, las ovejas del rebaño “del Señor”, para aplicar en ellos una moral restrictiva, represiva, que les lleva a caer en el engaño de tomar como preceptos religiosos ciertos tabús como el preservativo, la educación sexual, la píldora del día siguiente, la interrupción del embarazo antes de las 12 semanas y tantos otros derechos humanos que la sotana disfraza de pecados. De anatemas. De fulminante excomunión. Y como a los 85 millones que participan del ritual católico, que no de su esencia, desde pequeños se les ha infundido la obediencia como “virtud”, pues… a obedecer al “padrecito”,  qué más.

De esto ya hace algún tiempo. Al igual que hoy día, PEMEX fue motivo de escándalo, aunque no por algún siniestro que dejase reguero de cuerpos humanos calcinados, sino porque manipulaciones encubiertas de los entreguistas intentaron enajenar el energético al capital extranjero, y ahí la reacción ciudadana: movilizaciones de protesta que encabezó su lider natural. El clero político, entonces, siempre aliado del Poder:

– ¡La lucha por PEMEX no es de falsos profetas e iluminados! AMLO qué sabe del tema. Calderón, en cambio, tiene argumentos y son sustentables. ¡Que los católicos no salgan a manifestarse en las calles!

Los Pinos,  las sotanas. (México.)

Ayer fue Guadalajara

Se ha incumplido el derecho del pueblo de Jalisco a conocer la verdad histórica y jurídica  de las explosiones del 22 de abril. La Comisión Estatal de Derechos Humanos recomendó al Gobernador Francisco Ramírez impulsar un juicio civil en contra de quien resulte responsable de la tragedia…

PEMEX, siniestros, tragedias, dolor, impunidad, olvido, y no más. Esta vez fue San Martín Texmelucan. Guadalajara, apenas ayer, un 22 de abril de 1992. Por que no se nos borre la memoria histórica: en la Guadalajara olorosa a tierra mojada (de sangre, por aquel entonces acabada de derramar), frente a las cámaras de TV y con un fondo de ruinas, desolación y cadáveres prudentemente disimulados, el chaparrín de las grandes orejas levantaba un índice minusculito para clamar, engolada vocecilla:

¡Compatriotas! ¡He dado instrucciones precisas al Procurador Morales Lechuga para que en un plazo no mayor de 72 horas me rinda un informe sobre los responsables del.! Etc.

El responsable directo y único resultó ser PEMEX, pero rápido de reflejos,  Francisco Rojas,  su director:

– Fue la fábrica de aceites La Central, donde se presentó una fuga de hexano que se filtró al drenaje municipal. Ello provocó seis explosiones.

Y una capacidad de fingimiento e hipocresía frente a las ruinas, la desolación, los baldados y los cadáveres del Sector Reforma: “Personal especializado de PEMEX se encuentra colaborando con las autoridades estatales y municipales en el centro de emergencia. No hay peligro, por suerte, de que nuestros ductos sean afectados…”

Por diluir la responsabilidad de Pemex clamaba el priísta Rafael Rodríguez Barrera:

– En mi partido no hacemos juicios a priori sobre los hechos de Guadalajara. Los partidos de oposición no deben manipular  políticamente el problema. Por el contrario, en lugar de buscar culpables, que ayuden al país a evitar desastres de ese tipo…

La mortandad se produjo después de que vecinos del Sector Reforma estuvieron reportando una y otra vez el hedor a gasolina que emanaba del alcantarillado. Las autoridades correspondientes nunca valoraron semejante denuncia como para destacar el personal adecuado que inspeccionara aquella irregularidad. Y sobrevino la tragedia de las seis explosiones, y casi enseguida quedaría al descubierto la responsabilidad de la paraestatal. Pero entonces…

El entonces presidente Salinas dio a la tragedia del Sector Reforma una solución a la mexicana, la misma que antes se aplicó  en Tlatelolco, Rivera de San Cosme, San Juan Ixhuatepec y más tarde en Acteal, Aguas Blancas, El Charco, El Bosque, en fin: el disimulo, la complicidad, la impunidad, el cinismo. La solución, muy a la mexicana:

En mayo, Francisco Rojas convocó en su oficina a 45 diputados, que al final de la entrevista se negaron a revelar lo que ahí acordaron, pero tiempo después iban a emitir su acuerdo final:

“La Cámara de Diputados no abrirá juicio político alguno a los funcionarios denunciados ante ella como responsables del siniestro”.

Los priístas relevados de toda responsabilidad fueron: Guillermo Cosío Vidaurri, gobernador del Estado; Francisco Rojas, titular de PEMEX; el ex secretario de la SEDUE, Patricio Chirinos, y el titular de la Sec. de Desarrollo Social, uno de nombre Luis Donaldo Colosio. ¿Y?“Ya, señores, exige Alberto Orozco, ex-gobernador de Jalisco. Hablar del 22 de abril es insano. Yo aborrezco ocuparme de ese asunto”.

¿Esta vez el veredicto oficial de la tragedia de San Martín Texmelucan cuál irá a ser?

(Mañana el final.)

 

¿Quién es el verdugo?

Edipo, mis valedores. Parricida e incestuoso, aborrecido por los dioses y padre de una raza maldita, de oídas es conocido porque Freud nos lo enjaretó en plan de complejo psicológico. Aquí, con ánimo de que alguno de ustedes se eche a buscar el Edipo Rey  (Sófocles), va un esbozo de la tragedia que signó el destino del héroe tebano. Hijo de Layo y Yocasta, reyes de Tebas,  la Pitia advirtió que de engendrar un hijo mataría a su padre y metería a su propia madre en la cama. Y nació Edipo. Layo, espantado:

“Llévense al monte al  recién nacido y ahí  sacrifíquenlo.

Movidos a piedad los ejecutores lo abandonaron. Colgado de los pies a la rama de un árbol lo encontró el pastor Forbas, sirviente de los reyes de Corinto, a quienes entregó para que ellos lo criaran como hijo propio que ya de joven, ante ciertos rumores acerca de su origen ambiguo, Edipo consulta a la Pitia, que le profetiza:

– Matarás a tu padre y a tu madre la tomarás por mujer.

Espantable. Por conjurar la tragedia Edipo huye del palacio, se hace al camino y de repente se topa con La Esfinge, monstruo con cuerpo de perra, garras de león y alas de águila, que acostumbra plantear acertijos a los caminantes, a los que destruye si no dan con la respuesta acertada. A Edipo: “¿Cuál es el animal que en la mañana camina en cuatro patas, a medio día en dos y al atardecer en tres, y cuando más patas tiene es más débil?” Edipo:

– Ese animal es el hombre, que en la mañana de su vida anda en cuatro patas, en su mediodía en dos y en el atardecer con bastón.

Despechada, La Esfinge se despeña donde antes desbarrancó a sus víctimas, y fue así como  Tebas se vio libre del monstruo que asolaba el país. Creón, el rey, cumplió su promesa: “Tuyo es el reino y la mano de la viuda reciente”.

Viuda porque días antes, en cierto incidente con los ocupantes de aluna carroza, Edipo había asesinado a Layo, su propio padre, desconocido para él. Y ahora se cumple la maldición: como nuevo rey de Tebas  el parricida comparte el lecho con Yocasta, su madre.  El círculo del destino se ha remachado, y ahí la furia de los dioses. Por el delito nefando de parricidio e incesto Zeus arroja sobre Tebas aquella epidemia que convierte el país en un almácigo de cadáveres al tiempo que crías  y criaturas se deshacen en el vientre materno. Edipo, su edicto real:

– ¡El causante de semejante castigo debe pagar con su vida!

Y el trágico final: ya resuelto el misterio,  Yocasta se quita la vida y Edipo se arranca los ojos. Pero Tebas conoce la paz. Por un tiempo Mis valedores:

Ya no allá, en Tebas, sino acá, en México: ¿qué desgraciado Edipo  puede ser el causante de la mortandad? A punta de plomo más de 30 mil, y otros tantos por hambre, por indigencia total. ¿Quién fue su verdugo?  De las crisis económicas y el deterioro en el nivel de vida de las masas sociales; del descrédito del país ante el resto del mundo, ¿quién es el Edipo de nuestro país, que así le causa semejante epidemia?  ¿Algún adivino Tiresias andará por ahí que nos aclare el misterio? ¿Ubican ustedes al responsable de que al país le hayan caído encima la mala fortuna, el mal fario, la salación?

Pero no  flagelarnos. El único responsable es el cuerpo social, dueño absoluto de la casa común. Los causantes de la plaga somos  110 millones de responsables, por acción o por omisión,  de todos lo bueno que solía ocurrirnos  y de todo lo malo que desde hace cuatro años cimbra los cimientos de esta casa común. Sin más. Es Tebas. (Es México, nuestro país.)

Martirologio

Fue un día como hoy, pero de hace 13 años, cuando Acteal, amaneció engrifado de cadáveres. Hoy también, como entonces, con ustedes recuerdo a los mártires de la comunidad ahijada a Chenalhó, Chis.  A la vista del almácigo de víctimas ahí la palabra viva del profeta Samuel Ruiz en su Carta pastoral de Navidad:

“Por si acaso hubiéramos olvidado que la verdadera Navidad se da en un contexto trágico de opresión y dominio, de inseguridad y puertas cerradas, de persecución y exilio, y aun de verdadero genocidio, los acontecimientos de estos días en Chelalhó nos lo vienen a recordar. La dicha más grande que el mundo ha conocido, el nacimiento de nuestra carne del Verbo de Dios, irrumpe en medio de la más densa niebla. La Navidad de este año es para el pueblo cristiano de nuestra Diócesis, de nuestro estado y del país entero, una Navidad luctuosa. No sólo es ignominioso el número comprobado, hasta el día de hoy, de muertos (45) y de heridos (25), muchos de ellos menores de edad, sino sobre todo el clima de violencia creciente e impune denunciado acuciosamente a las autoridades que lo podían haber frenado con anterioridad a este indignante desenlace.

Son tantas las circunstancias agravantes que hacen de este doloroso acontecimiento un verdadero crimen contra la humanidad: el hecho de que el ataque fuera perpetrado por hombres adultos, armados, contra un grupo mayoritariamente de mujeres y niños desarmados; que ese grupo victimado (“Las Abejas”) sea uno que ha hecho profesión pública y desde hace tiempo de su opción por los medios civiles, pacíficos y no violentos para la consecución de sus demandas, aun cuando viven y trabajan en el corazón de una zona donde la violencia se ha enseñoreado hasta el punto de ser obligados a abandonar sus casas y poblaciones, pues en Acteal se encontraban ya en calidad de desplazados; el hecho de que el ataque se haya verificado en el momento en que estaban reunidos en la ermita del poblado, orando por la paz; y seguramente orando por quienes les perseguían. Conocemos que tal es la calidad cristiana de esos hermanos y hermanas.

¡Qué horrible paradoja que el mismo día en que pudieron ser abiertas algunas ermitas que habían estado cerradas y ocupadas por grupos armados de civiles y de policías, en una ermita de Los Altos hayan sido masacrados todos estos cristianos! En el espacio de lo sagrado irrumpe la violencia. ¡Y para este pueblo tan hondamente religioso! Toda la tradición judeo-cristiana de que los templos son Santuarios para los perseguidos, aquí ha sido pisoteada. A muy temprana hora de hoy  las autoridades del estado han ordenado recoger todos los cadáveres, quizás con argumentos jurídicos o sanitarios. Ello es un agravio más a los sobrevivientes de la masacre. Ellos han venido hasta nosotros, suplicantes:

– ¡Queremos enterrar a nuestros muertos! ¡No dejen que se los lleven!

Quien conoce el alma indígena sabe hasta qué punto es existencialmente indispensable hacer el duelo, llorar a los muertos. ¿Será que hasta ese consuelo les van a quitar? Sólo la fe y con ayuda de la revelación podemos comprender que así es la Navidad verdadera.  Esta, y no la de la sociedad de consumo, es la que permite entender el misterio de la Encarnación. Aquí, en Chiapas, algo nuevo está naciendo, y no concluirá el parto sin estas dosis estrujantes de dolor…

Cuánto trabajo nos cuesta, en este momento, decir: ¡Feliz Navidad! A nuestra sensibilidad humana nos parece que el Niño nace muerto”.

El resto es silencio, mis valedores. (Dios.)

 

Crimen imperfecto

El presente es un relato escrito por Gonzalo Fortea, que aquí sintetizo con dedicatoria para los tres jueces que en el pasado abril, en un juicio oral y por cuestión de una “duda razonable”,  exoneraron de su crimen a un Sergio Barraza Bocanegra, asesino confeso de Rubí Marisol Frayre, cuyo cadáver descuartizó. Luego de confesar su crimen y pedir perdón a la señora Marisela Escobedo, madre de la víctima, los jueces de marras absolvieron al asesino descuartizador. ¿Motivo? No contaban con más evidencia que la confesión del asesino. La síntesis del relato de Gonzalo Fortea:

– Sí, señor fiscal. Soy un asesino.

Mi defensor se levantó, indignado: “¡No se reconoce culpable!”

– Pero maté a la víctima.

El juez: “Demuéstrelo. ¿Tiene testigos?” Yo: “No se buscan testigos para cometer un crimen”. El juez: “Quizá a usted le hubiera convenido tener uno. ¿Dónde está el arma homicida?” Yo: “La perdí. Puede que la haya arrojado a una alcantarilla”. El juez: “Toda la zona se registró en su día y el arma no apareció. Tendrá usted que demostrar su crimen”.

El fiscal estaba nervioso. Le hice un gesto como diciéndole: no se preocupe, lo conseguiremos. Se animó: “¿Los motivos del crimen?” Yo: “Robarla, naturalmente. Me encontraba en una situación muy difícil. Hacía dos meses que había perdido mi empleo. Necesitaba dinero para poder comer. Creí que el piso estaba vacío, pero de pronto apareció la señora. La maté para que no se pusiese a gritar”. Mi defensor: “¿Gritar? Paralítica, no podía emitir sonido alguno”. Yo: “No lo sabía. Tuve miedo, perdí la cabeza y la maté”.

– No nos convence, dijo el juez. “¡Ustedes no estaban ahí, y yo sí!”. “Demuéstrelo”, dijo el juez, y el abogado defensor: “Usted afirma que penetró en la casa con intención de robar. ¿Qué fue lo que robó?” Yo: “Nada, no encontré nada”. “Sin embargo, la anciana señora guardaba una importante colección de joyas en uno de los cajones de la cómoda, que no estaba cerrado con llave”.

– Nada encontré.

– ¿Usted nos toma por imbéciles?  La cómoda no fue registrada. No había huellas dactilares.

– Utilicé guantes.

– No se observaba el menor desorden.

Mi abogado defensor: “Señor juez, señores del jurado: el asesinato conlleva pena de muerte.  ¿Vamos a consentir que el acusado se ría de nuestras sagradas instituciones, de la Justicia, y que utilice el dinero y el prestigio del Estado para consumar lo que sería su suicidio? ¿Hemos de volvernos idiotas para creer en su desmañada sarta de absurdos? Observen su rostro cansado. “Es que estoy aburrido. (Me levanté.) ¡Ya está bien!”

El juez dio un golpe sobre la mesa: “El acusado se abstendrá de alzar la voz”. Dije: “¡Soy culpable!” “¡Cállese! ¡No invente que es culpable!”

“¡Protesto!”, gritó el fiscal. “¡Denegada la protesta”, sentenció el juez. “Puede retirarse el jurado a deliberar”

– No es necesario, señor juez. Todos estamos de acuerdo.

– Levántese el acusado.

Cuando salí a la calle un hombre se me acercó sonriendo. Era mi abogado defensor, con la diestra tendida. “Enhorabuena”.

El fiscal, en cambio, caminaba con la cabeza hundida mientras se dirigía al automóvil.

– Maté a la vieja, ¿sabe?, le dije.

– Claro, sí, ¿y eso qué importa ahora?

Subió al automóvil. Yo metí las manos en los bolsillos de la chaqueta  y me fui a vagabundear hasta la hora de apertura de esos lugares en donde dan sopa gratis a mendigos y desocupados. Estaba a punto de llover.

Este es nuestro país, mis valedores. Estos son sus jueces, sus asesinos,  su Justicia. Todo esto es México. (Dios…)

Es la historia

¿Conmemorar el Bicentenario de la Independencia sin mentar el protagonismo del alto clero católico? La Iglesiareclama que se valore el papel que desempeñó en la liberación del país. Paradójicamente, se pudiera decir: la acción que desembocó en la independencia de México un 27de septiembre de 1821 fue resultado de la Conjura de La Profesa, con un obispo Monteagudo de promotor y un Iturbide como brazo ejecutor. Pero la historia tiene sus vueltas, revueltas y recovecos, como los que llevaron a Hidalgo al fusilamiento un 30 de julio de 1811. ¿Válida o no la excomunión que recibió de manos de cierto Manuel Abad y Queipo, obispo de Michoacán? El Tribunal de la Inquisición formuló contra Hidalgo 53 cargos, para terminar azotándolo con la excomunión fulminante. En octubre de 1810 habló por la Iglesia Católica un arzobispo Lizama:

– Hijos míos, no os dejéis engañar: el cura Hidalgo, procesado por hereje; no busca vuestra fortuna sino la suya; como ya os tenemos dicho en la exhortación del 24 de septiembre: Ahora os lisonja con el atractivo halagüeño de que os dará la tierra: no la dará y os quitará la fe; os impondrá tributos y servicios personales, porque de otro modo no puede subsistir en la elevación a que aspira y derramará vuestra sangre y la de vuestros hijos.

Las masas, crédulas, y  cómo pudiese ser de otro modo, si en la Nueva España de entonces existían 29 centros  culturales y once mil ciento dieciocho templos católicos. Lógico.

Lógico también que quien levantó un pueblo en armas lo pagara con su vida. Aquí, revelador, un trozo  del documento de excomunión fechado el 24 de septiembre de 1810, que firma Abad y Queipo:

La Nueva España (…) se ve hoy amenazada con la discordia y anarquía, y con todas las desgracias que la siguen. El cura de Dolores don Miguel Hidalgo (…) levantó el estandarte de la rebelión y encendió la tea de la anarquía, y seduciendo una porción de labradores inocentes les hizo tomar las armas; y cayendo con ellos sobre el pueblo de Dolores el 16 del corriente al amanecer, sorprendió y arrestó los vecinos europeos, saqueó y robó sus bienes. Como la religión condena la rebelión, el asesinato, la opresión de los inocentes; y la madre de Dios no puede proteger los crímenes; es evidente que el cura, pintando en su estandarte de sedición la imagen de nuestra Señora, cometió dos sacrilegios gravísimos, insultando a la religión y a nuestra Señora.

El cura Hidalgo insulta a nuestro soberano, despreciando y atacando el gobierno que le representa, oprimiendo sus vasallos inocentes, perturbando el orden público y violando el juramento de fidelidad al soberano y al gobierno, resultando perjuro igualmente que los referidos capitanes. Yo, vuestro obispo, debo salir al encuentro a este enemigo, en defensa del rebaño que me es confiado.

Así pues, usando   la autoridad que ejerzo como obispo declaro que el referido Miguel Hidalgo, cura de Dolores y sus secuaces son perturbadores del orden público, sacrílegos, perjuros y que han incurrido en la excomunión mayor del Canon. Los declaro excomulgados vitandos prohibiendo, como prohíbo, el que ninguno les dé socorro, auxilio y favor, bajo pena de excomunión mayor ipso facto incurrenda. Item. Declaro que el dicho cura Hidalgo y sus secuaces son unos calumniadores de los europeos, que no tienen ni pueden tener otros intereses que los de vosotros, los naturales, auxiliar la madre patria”.

Así, con los beatos del Verbo Encarnado, capas pluviales y solideos a celebrar el Bicentenario. (Dios.)

No lo perdono, señor

Yo le perdonaría todo el mal que nos causó a tantos con el fraude que fue a encaramarlo a Los Pinos. Le podría perdonar que para embrocarse la tricolor se valiera de toda clase de tretas, “dados marcados” y una abominable “elección de Estado”. Se lo perdonaría, señor.

Y también que para treparse, primero, y mantenerse después, sin provocar una insurrección en las masas, invierta una enorme tajada de nuestros impuestos manipulando a pobres de espíritu aturdidos con una propaganda aplastante. Que lo hayan trepado los enemigos históricos del país: la Casa Blancay los mayores capitales de este país, pasando por  los cristeros tardíos de El Yunque, los púlpítos de los Rivera Carrera y el duopolio de la televisión. Le perdonaría que con su nefasta política de arropar y ser arropado por sotanas, casullas y capas pluviales, siga emporcando un estado laico mientras (la banda tricolor entre pecho y espaldas) convierte el  país en basílica del Verbo Encarnado.

Todo esto le perdonaría; que mi país sea manejado por usted,  un individuo ayuno de todo carisma, de toda personalidad, mediocre hasta el tuétano de los huesos. Esa su voz que ventosean todos los medios de condicionamiento de masas, ese su aspecto de burócrata poquitero, esa su cortedad de expresión, su cortedad de miras (¿usa bifocales?), su cortedad de físico, donde todo lo que se eche encima le queda grande. (Aún traigo en la menta su disfraz de mílite, con un  chaquetín cuartelero todo guangoche, y que se haya dejado encasquetar una gorra color verde olivo con cinco estrellas, atuendo que a usted le sentó como a la de la fábula un par de aretes, tan impropio ya no de un estadista, ni siquiera de un buen gerente de la sucursal México de la matriz en Washington.)

Yo le perdonaría que después de un proceso electoral turbio, pantanoso y  mostrenco, su  medida de gobierno inicial fuese correr a Washington, y con la oferta de continuar imponiendo a las masas populares el azote neoliberal se haya puesto a las órdenes de su jefe nato por aquel entonces, el Bush genocida de la Casa Blanca.

Perdonaría que haya incumplido todas sus promesas de campaña y que  en lo que va de su gobierno el país se  haya endeudado y retrocedido en los rubros de política económica y financiera; que con sus políticas erróneas lo haya desacreditado casi tanto como con esa estúpida guerra que  por afanes de una legitimación imposible decretó contra el narcotráfico, guerra que tiene perdida y a usted lo acabó de perder, que acabó por desacreditarlo, y de paso al país, y orillado a ser motejado de estado fallido, y perder el control de grandes áreas del territorio patrio.

Le perdonaría, señor, que haya dejado de ser jefe de gobierno para tornarse jefe de partido. Su manejo torpe  de la crisis, el  desempleo, el empobrecimiento de las masas populares, una canasta básica inaccesible…

Todo se lo perdonaría  si de sus manos no chorreasen lloraderos de sangre inocente, esa misma que usted, a lo zafio, denominó “daño colateral”, y para colmo de lo insensible, fijándole una cifra: “apenas” (Dios) el 10 por ciento de la mortandad. Por la carnicería de mujeres y ancianos, de jóvenes y adolescentes, de niños. De criaturas. Por esos cadáveres, señor, yo no lo perdono. Nunca lo perdonaré. Y ya usted está por irse al desván de la historia, si sigue vivo, mientras que yo, si vivo,  seguiré en situación de acusarlo por el derrame de sangre inocente que clama justicia a los cielos. Atroz.

Es cuanto. Vale, y firmo para constancia. (Total…)

Cantantes y “dictadores”

   Quiero ir a cantar a su país. ¿Me lo permite? ¿Me da su palabra de que no le pasará nada a mi público, ni a mi gente, ni a la empresa, ni a mí?

Tal preguntó algún Alejandro Sánz, tonadillero, al presidente venezolano Hugo Chávez, cuya dictadura, de no mediar mi intervención,  casi termina por asesinar la sintaxis. Aquí, presentable, la respuesta de Chávez:

– Señor Alejandro: ¿sabe usted lo que significa ser esclavo sin cadenas? Es, simplemente, continuar de esclavos sin cargar los grilletes. ¿Por qué razón no te has preguntado todavía el por qué de que Venezuela es atacada con artillería pesada solamente por las potencias occidentales?

Infórmate, amigo mío, y pregúntate porque Colombia es considerada una de las naciones donde existe más desigualdad por culpa de gobiernos que sólo mandan para unos pocos, con las riquezas distribuidas entre unos privilegiados, mientras Venezuela es reconocida como el primer país de la región en cuanto a bajar la pobreza extrema, de manera drástica, en el gobierno de Chávez.

¿No te llamó nunca la atención que después que nuestro país se volcó a la izquierda, automáticamente se comenzaron a unir la mayoría de los pueblos de América Latina en una clara señal de lo que querían los pueblos? ¿Pides permiso para venir a cantar? ¿No te da vergüenza decir eso? ¿En un país democrático donde cualquier persona puede decir lo que se le venga en gana y no como te cuentan? Los latinoamericanos que levantaban su voz por intermedio del canto en señal de protesta por las infinitas injusticias que sufrían sus pueblos por culpa de dictaduras asesinas de derecha nunca pidieron permiso para arriesgar su vida en nombre de los miserables, y en esos tiempos si que arriesgaban el pellejo.

¿Alguna vez te dignaste escuchar alguna prosa convertida en canción de Atahualpa Yupanqui, el padre de la canción folclórica latinoamericana? La dictadura fascista argentina lo persiguió y tuvo que asilarse en Europa. ¿Nunca  te contaron  del cantautor Víctor Jara, al que la dictadura chilena de Pinochet le cortó las manos y acribilló en el estadio de futbol de Santiago? ¿Conociste a Mercedes Sosa,la negra del Sur” como la llamaban los pueblos latinoamericanos? A esta cantautora, cantando en la ciudad de La Plata en el año 79, la dictadura fascista  la detuvo con todos los que osaron ir a verla cantar. También tuvo que exiliarse en Paris y Madrid, para que no la mataran…
¿Oíste cantar a Alfredo Zitarrosa? El también se vio obligado a exiliarse en Europa por amenazas de muerte…

Háblanos de los olvidados de Haití, de los miles y miles de muertos en Irak, de los de Afganistán, de la hambruna del África, de la desnutrición en la América pobre, de la desigualdad abismal existente entre ricos y pobres, de las interminables mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, de los niños obligados a trabajar robándoseles lo único que vale la pena vivir en esta loca vida, su niñez.

Infórmate, escribe, no vengas sólo a cantar y a hacer un show mediático. Sé honesto, no engañes a tus seguidores. Recorre las villas miseria de pueblos que claman por igualdades, las favelas de los sin techo, los 40 millones de pobres en USA, hoy convertidos en 50 millones de excluidos. Y después me cuentas, si todavía te quedan fuerzas de criticarme. Hugo Chávez. (Y ya.)

La justicia, esa desconocida

Xalapa. Un sujeto que pretendía asaltar a ganaderos de la zona sur de Veracruz fue linchado por los vecinos.

Mejor hablar de esa  “justicia”, mis valedores. Hablar de la “justicia” que los ganaderos acaban de aplicar a principios de esta semana. Referirnos a  la “justicia” que se conoce en este país. De la “justicia” que el Verbo Encarnado prometió que iba a  aplicar a familias tan corrompidas como los Salinas, los Fox, los  Montiel. De la “justicia” que el de Los Pinos (“cumpliré y haré cumplir la Constitución  y las leyes que de ella emanen””) aplica en  los casos recientes de los procuradores de “justicia” con cadáveres de criaturas debajo de la cama, los sobornados de yate y autos de lujo y los corruptos de departamentos de lujo en Polanco.

Mejor hablar de la única “justicia” que se conoce en este país, una venganza vil  con alias de “justicia” (Martí, Wallace), en la  alegoría que  Kafka consigna en El Proceso, novela en la que un tal José K. es masacrado en la trituradora maquinaria de una “justicia” semejante a nuestra, con leyes y jueces, tribunales y expedientes y una atmósfera asfixiante donde el acusado nunca llega a enterarse del delito por el que sufre un proceso que lo llevará a la desgracia. Aquí el caso alegórico.

Hubo una cierta ocasión en que José K., buscando algún juez con quién indagar acerca  de su expediente, acude a la sede del  tribunal y recorre sus sombríos corredores hasta llegar a una oficina que atienden una secretaria y un burócrata menor (los magistrados, invisibles). Joven y pleno de salud y vigor, conforme se interna en el edificio de la “justicia” va sintiéndose presa de náusea, debilidad, desvanecimientos. La secretaria, al observarlo:

– Llevémoslo a la enfermería.

“Puedo caminar yo solo”. Pero le era imposible mantenerse en pie. Se alegró cuando decidieron trasladarlo a la calle.  “Vamos, levántese, supere su debilidad”.

Mareado, José K. sentía viajar en un barco golpeado por la tempestad. Le pareció oír el rugido de olas que se precipitaban sobre él, como si el corredor se balanceara, como si los que en sus asientos aguardaban justicia oscilasen al compás del balanceo. Le era imposible comprender la calma que manifestaban los dos funcionarios que le conducían casi arrastrándole. Se percató de que le hablaban, pero le era imposible entenderles. Sólo podía oír el ruido que llenaba todo el espacio y que  retumbaba como la sirena del navío. De pronto aspiró un golpe de aire fresco. “Está  en la salida, márchese”.

José K. sintió que tornaban todas sus fuerzas y descendió con rapidez los escalones que conducían a la calle. Observándolo desde arriba, los dos burócratas.

– Gracias, muchas gracias –Casi no pudieron responderle. Ellos, acostumbrados a la atmósfera viciada de las oficinas donde se impartía una  “justicia” semejante a la nuestra, no soportaban el aire fresco, el oxígeno. Se hubiesen desmayado si José K. no se apresura a cerrar la puerta. Ya en la calle se sintió fuerte otra vez. Espléndido.

Hasta aquí, mis valedores, la kafkiana alegoría, y a esto quería yo llegar: ¿resistiríamos nosotros el contacto con la verdadera justicia, esa desconocida? ¿La resistirían jueces, magistrados y procuradores? Nosotros, de recorrer los laberintos de ese mundo viscoso, vicioso y viciado de la “justicia a la  mexicana”, ¿no sufriríamos vahídos, desvanecimientos? Si de pronto se viesen forzados a aplicar la justicia, ¿los Baz Baz, Chávez Chávez y Verbo Encarnado,  la resistirían sin desmayarse?  (México.)

Mediocridad e idealismo

Un rasgo común entre un joven europeo que ataca con bombas incendiarias y el muchacho que asalta y viola en un microbús: ambos son incapaces de ponerse en el lugar de los demás. Sin  la oportunidad de leer, su imaginación y su sensibilidad quedaron muertas

(José Emilio Pacheco, escritor.)

Y perdonando la curiosidad, mis valedores: ustedes, durante los doce  meses que van del año, ¿cuántos libros leyeron? ¿Cuántos alcanzaron a leer?  ¿Cuántas horas dedicaron a la lectura? Y a ver la televisión, ¿cuántas horas? ¿A cuál de los dos ejercicios (leer, ver TV) favorece el balance? Entonces rindámonos a la evidencia: cada uno de nosotros, en cuanto humano, es  lo que su espíritu es, y su espíritu es eso que le dimos por alimento. Y entonces la conclusión: somos entes de ideales o somos mediocres. Sin vuelta de hoja. Sin más.  Sin cambio de canal, para que algunos me entiendan.

Y luego por qué somos como somos; por qué estamos como estamos; por qué nos damos gobiernos como el del Verbo Encarnado, por qué lo permitimos; por qué soportamos a semejante Tartufo (lean esa obra de Moliere)  que ha  convertido el patrio territorio en un delirante almácigo de cadáveres descuartizados; por qué nos negamos a pensar y crear esa estrategia y la táctica correspondiente que nos lleven a darnos un gobierno aliado al que obedecer como sus mandantes. ¿No está ahí, mis valedores, la explicación del por qué nos hemos atornillado en el puro reniego y la pura mega-marchita, que de pura no tiene nada semejante redrojillo histórico? Ah, este nuestro país que así exhibe tan siniestro balance entre el ejercicio de la lectura y el de las horas que dedicamos aplastados a dos nalgas frente al cinescopio, en una postura que remeda la de El Pensador de Rodin,  pero que en materia de espíritu y de intelecto es la postura que se adopta a la hora y punto del lugar excusado…

Y hablando de leer, mis valedores: ¿alguno de ustedes conoce la obra de Kafka, o lo citan  como al Quijote, Romeo y Julieta, Fuenteovejuna o la Biblia, sólo de oídas? Que esta situación es kafkiana, y que si Kafka escribiese hoy día acerca de México su literatura sería costumbrista, y tonteras de ese calibre. Los mediocres son temerarios, y  no les arredra ponerse en evidencia como ignorantes que piensan con cabeza ajena y sólo repiten opiniones y conceptos que escuchan en los diversos medios de condicionamiento de masas. Lóbrego.

Uno, mediocre e ignorante, ayuno del más elemental sentido de recato y autocrítica, es ese de triste memoria como presidente del país que hoy, tragicómica figura del esperpento y la picaresca política, sigue causando lástimas y verguenza ajena. Hablo de un Vicente Fox que a medias de su sexenio se permitía la desmesura de llenarse la boca con citas de  “José Luis Borgues”, al igual que la “señora Marta”, la “pareja presidencial”, tan zafia e ignorante como él, que convertía a Rabindranath Tagore en “La Gran Rabina Tagore”. válgame. También el autor de El proceso iba a pasar por el bochorno de la cita del palurdo de Hummer y Jaguar blanco, y aquí me parece válida la aclaración:

Desde Alvaro Obregón y Plutarco Elías Calles hasta Salinas y Ernesto Zedillo todos, en los seis años justos de su mandato –que nada tuvieron de justos la mayoría de ellos- jugaron de forma espléndida el papel del personaje de Lewis Carroll que aparece en la obra titulada Al otro lado del espejo: Aludo, por supuesto,  a Humpty- Dumpty. (Del tema hablaré mañana.)

Sicalíptica

La vieja, mis valedores. ¿Me atreveré a informar a ustedes de  mi tragedia personal, con el peligro de que la califiquen de cínica  y a mí de desvergonzado? Porque se trata, ni menos ni más, de mi vieja,  a la que esa noche intenté usarla cuando ya ni ella ni yo estamos para tales excesos.  Yo ya me había aquerenciado con la joven recién llegada, y cuando ella me falló me vi precisado a acudir a la vieja, pero ni los manoseos preliminares la hacían entrar en calor. Seca, reseca, sin gota de lubricación, que al tentalearla percibía sus articulaciones reumáticas, fuera de uso. “Anímate, viejita, tú puedes”. Y dale con las dos manos, e inténtalo con los dedos, pero ella, nada, que ya a estas alturas de su vida se me ha vuelto insensible a cualquier incitación, así las yemas de mis dedos toquetearan sus puntos sensibles, ahora muertos del todo.  Y ni cómo revivir un cadáver. (No que más antes, ella y yo, vibrando al unísono…)

Insensible, sí, pero no por su culpa, sino de quien por la recién llegada la abandoné durante años. Si la hubiese estimulado de vez en cuando tan sólo por que no se marchitase del todo hoy, tal como cuando éramos jóvenes), podría dar de sí; no que ahora me estaba dando de no. Y qué hacer, sino recurrir (pena me da confesarlo) al ejercicio manual…

Esa noche, para empezar, me la acerqué al pecho, la sobé con mis dos manos, y qué respuesta frustrante. Ella reseca, impaciente yo; ella insensible, yo con los entusiasmos que de tan ruda manera se me iban enfriando. Pero yo soy tenaz y andaba necesitado, y qué más hacer, sino echar mano de la técnica manual. A mis años.  Muy animoso comencé, pero no, que al esfuerzo me fui desinflando…

Fracaso total. Ni con la vieja ni a lo solitario, y ahí el dilema: ¿renunciar al intento, cuando las excitantes imágenes me acalambraban la mente? Hice a un lado a la estéril y dejé en paz mi mano.   Qué desaliento, qué sentimiento de frustración ante el acto fallido mientras que en la penumbra del íntimo recinto de mis escarceos permanecía  en silencio, respirando gordo, pensando, nomás pensando.

Tengo una amiga ducha en estos menesteres; ¿la llamaría por teléfono? Ella, a punto ya de meterse en su cama,  qué podía hacer. Tengo también un amigo, ¿pero llegar al extremo de molestar a un varón? En el trance en el que me encuentro nadie ni nada, que no sea mi mano… Patético. Y qué hacer…

Cuánto se ha deteriorado mi vieja máquina de escribir,  que adquirí de segunda mano allá por la década de los 60s y que como buena cumplidora acopió miles de mis artículos desde que yo colaboraba en periódicos y revistas. Quise escribir a mano y tomé el bolígrafo, pero no, que la joven computadora de Bill Gates, a la ley del menor esfuerzo, me ha tornado un acomodaticio.

Sin luz, inmovilizado, me puse a reflexionar: ¿en qué país civilizado dejarían las autoridades toda una colonia inutilizada por falta de  energía eléctrica el tanto de seis larguísimas horas?  Fue así y a la viva fuerza como vine a descubrir mi inutilidad para escribir a mano por lo mucho que se ha deteriorado mi vieja máquina de escribir, que el tanto de dos, tres décadas, me acompañó en el oficio de escritor de ensayo, relato, teatro y novelas. Cuánto dependo de la computadora, hasta la media tarde engarrotada por carencia de luz, y aquí mi exigencia:

¡Lozano, con un canaco, convénzase: la Federal de Electricidad vale Tula (Tula es mi madre)! Regréseme de inmediato el Mexicano de Electricistas.  (Ah, mi candor. Lástima.)

Doble moral

Los derechos del hombre son valores: señalan lo que es natural y justo, pero además exigen; son aquellas condiciones de vida sin las cuales, en cualquier fase histórica dada de una sociedad, los hombre no pueden dar de sí lo mejor que hay en ellos como miembros activos de la comunidad, porque se ven privados de los medios para realizarse plenamente como seres humanos.

Por cuanto a México, mis valedores ¿sus autoridades respetan esos derechos estipulados en la Declaración de la  UNESCO en 1947, unos  derechos del hombre que, según la doctrina del jurista Carrillo Flores, están en la raíz de todos los problemas capitales de la humanidad? ¿En qué posición queda México frente al postulado de Paoli Bolio, panista, de que la democracia de un país se mide por el respeto a los derechos humanos?

Y es que lo malo de la situación, según Emilio Rabasa, jurista experto en relaciones internacionales, es que no sabemos cuáles son los derechos naturales del hombre. A propósito: las declaraciones mundial e interamericana de 1948  estipulan cinco tipos diferentes de derechos humanos:

1.-Los derechos civiles. Son los que han sido bandera de lucha contra un poder injusto, y se refieren al respeto a la vida misma, a la libertad, a la seguridad personal y a la prohibición de los castigos crueles o degradantes, no sufrir discriminación alguna en razón de raza, color, sexo, lenguaje, origen nacional, etc., y proscribir la pena de muerte.

2.- Derechos Políticos. Se reconoce el del individuo a tomar parte en el gobierno de su país en condiciones de igualdad a las dignidades públicas. La voluntad del pueblo será la base de la autoridad del gobierno -el voto, sí, pero respetado-; así, los pueblos tienen derecho a definir su status político y desarrollo económico, social y cultural, además de disponer, como lo estimen prudente, de su riqueza y recursos naturales.

3.- Derechos culturales. La educación elemental será gratuita y obligatoria. La educación superior  al igual que la de índole técnica y profesional, se pondrá al alcance de todos. La educación estará dirigida al desarrollo completo de la personalidad humana y promoverá el entendimiento, la amista y la tolerancia entre todos los grupos raciales y religiosos. Todos los ciudadanos tienen derecho a participar en la vida cultural de la comunidad, de gozar las artes y de compartir el avance científico y sus beneficios. A esto se le nombra: “Derechos del espíritu ”.

4.- Derechos sociales. Abarcan el derecho al descanso, al ocio y la asistencia y cuidado especial que deben garantizarse a la maternidad y los niños, nacidos dentro o fuera del matrimonio. Todos gozarán de la misma protección social.

Y el 5º., los Derechos económicos, que incluyen la libertad de trabajo, el tener condiciones favorables en las labores, la protección contra el desempleo, el derecho a recibir una retribución favorable que asegure al trabajador y su familia una existencia compatible con la dignidad humana y a un nivel adecuado para la salud y de su familia, incluyendo alimentos, vestido, habitación, cuidados médicos y servicios sociales necesarios.

¿Se respetan en este país? ¿En EU? En su Declaración de Independencia (1776) T. Jefferson: Mantendremos que (…) todos los hombres son creados iguales; que están dotados por su Creador con derechos Inherentes e inalienables; entre ellos la vida, la libertad y la persecución de la libertad .

Sublimes conceptos que excluían a negros y a indios, y no se pronunciaban contra la esclavitud. (Sigo después.)

Señores de la justicia

Han de saber sus buenas mercedes que en tiempos remotos existió un avaro que en buen escondite atesoraba monedas de oro y en la cocina tres cachos de queso y uno de pan, provisiones que, magras y despreciables, mal sobrevivían a la acción predadora de un hervidero de ratas que infestaban el tugurio del avaro aquel. A la vista del poco queso y el magro pan siempre roídos, el iracundo:

-¡Mal rayo los parta, tengo que exterminarlos!

Exterminarlos, sí, ¿pero cómo? ¿Trampas en las que tuviese que malgastar rajuelas de queso? ¡Nunca dispendio tal! ¿Un gato? ¿Los resecos trozos de pan y los míseros cachos de queso exponerlos  también al gato? ¡Nunca! ¿Custodiar en persona las provisiones a costillas del sueño y las horas dedicadas al deleite onanista de cachondear las amarillas rodelas? ¡Jamás! Pues sí, pero entonces…

El avaro se devana los sesos, piensa que te piensa, trama que te planea, pero la solución, andavete, y así se pasaba los días de claro en claro y de turbio en turbio las noches, y de la congoja al insomnio, y de ahí a la depresión y a la angustia. Fea situación.

Pero de repente un amanecer de miércoles: “¡A la miércoles el problema! ¡Dí con la solución! (Tomar nota, señores justicias.)

Con paciencia y salivita, como es fama se logra todo en el salivero mundo de ratas, avaros y procuradores de justicia, ahí la primera parte del plan, que fue armarse de mucha paciencia  y apostarse a la vera del agujero que daba al bajo mundo de los roedores. Y a esperar, vigilar, contener el aliento, hasta que de repente: “¡La atrapé! Gracias, mi  Dios”.

De la cola pepenó a dientona, y la segunda parte del plan: ya con la peluda en la mano fue y la encerró en una jaula de alambre, y ándenle, que la dejó sin comer (No perder detalle, señores justicias.)

Y ocurrió que al paso y peso del tiempo, que todo lo cura, y lo enferma, lo agrava y agravia, cuando ya la dientona bufaba de hambre brincoteando y acalambrándose a espeluznos, el avaro la fue alimentando con cachos de carne fresca, con la que aplacó el hambre del roedor. ¿Pero un  avaro derrochando en filetes? Carne, sí, pero de una rata pequeña que acababa de asesinar a escobazos. Carne de congénere, ya sea de la hambrienta o del hambreador. ¿Captan ustedes la idea?

Y así cada día dos o tres rajuelas de carne le amansaron el hambre, pero de pronto a cerrar la despensa, y hasta otro día. A carne de rata sobrevivió la cautiva, y le fue tomando sabor y le agarró el gusto, pero de súbito a retirarle la carne, y la rata a bufar por su carne de rata. ¿Adivinan el final, señores de la justicia?

Con la roedora en delirio por un ayuno de varios días el avaro aprontó la jaula a la boca del agujero que hervía de congéneres, y abrió la reja y dejó escapar la hambrienta orejuda. ¿Se imaginan ustedes? Diablo de avaro tan ingenioso, ¿no les parece?

Ingenioso, sí, porque de ahí en adelante la hambrienta inició una terrible devastación y creó una mortandad espantosa entre la ratuna  población, lo que devolvió la calma al avaro después de que aquel su ingenio le hubo ahorrado el gasto del gato y el queso en la ratonera. Y aquí mi mensaje, señores de la  justicia:

¿A cuánta rata no han enloquecido a estas horas? ¿Serán más corruptas que las ratas de uniforme que las capturaron? ¿Entonces? A excarcelar  la más sanguinaria y arrojarla contra sus congéneres. Quién quita, ¿no?  Porque con la táctica que han aplicado hasta ahora, ¿van a seguir “angustiosamente” pidiendo chichi al vecino del Norte? (No, gracias de nada.)

Histórico reculón

La ley para la despenalización del aborto aprobada por la ALDF pone en evidencia, una vez más, el rostro autoritario y fascista del PRD

Ocurrió después del atraco de 1988, cuando el oportunismo pragmático-utilitarista de un Salinas urgido de “legitimación” desnaturalizó el 130 constitucional y lo forzó a pegar el reculón histórico: “Las iglesias y las agrupaciones religiosas tendrán personalidad jurídica como asociaciones religiosas una vez que obtengan su correspondiente registro”.

Semejante reculón vino a desbozalar, una vez más,  el escandaloso protagonismo de un clero político que desde el púlpito y ya sin recato lanza anatemas y excomuniones, condena leyes que garantizan los derechos de la mujer, exalta a este político y sataniza a aquél y controla el voto de unas ovejas cándidas, mansas, enajenadas. Tal acusan la historia y la realidad objetiva, hoy como ayer.

El estudioso Lavine: La religión y la política, desde los orígenes de lo que conocemos como América Latina, dependieron una de otra y se influyeron una a la otra.

Contra el derecho de la mujer a disponer de su cuerpo,  un Jonás Guerrero, obispo: ¿Qué diríamos de El Mochaorejas si nos dijeran que tiene derecho a secuestrar, a cortar los dedos de sus víctimas, a asesinar a nuestros familiares? Ahora “se justifican” los actos vandálicos de los asambleístas del PRD, que ellos llaman “derechos”…

El doctor José Luis Mora, político liberal: “Todo lo que incide en el fervor se capitaliza en poder político para la Iglesia. A mayor fervor popular, mayor control sobre los fieles, quienes se caracterizan por un alto nivel emocional, que no siempre va acompañado de una dosis de racionalidad. Cada mexicano debe preguntarse diariamente a sí mismo si el pueblo existe para el clero o si el clero ha sido creado para satisfacer las necesidades del pueblo”.

En el XCVIII Congreso Eucarístico Internacional de Guadalajara, Jal. (agosto del 2004), Santiago Creel, Sec. de Gobernación de un Estado laico: El gobierno  reconoce sin disimulo el papel trascendental de la Iglesia Católica, ahora en posibilidad de realizar abiertamente sus actividades, de brindar un servicio y de difundir su mensaje: un mensaje eucarístico de luz y vida.

El sacerdote Vicente Amil, citado por J. Meyer: “Ya sea que el príncipe haga buen o mal uso de su poder, ese poder siempre es conferido por Dios. Incluso si su gobierno es tiránico hasta el punto de que deje de ser un príncipe y se convierta en un demonio, incluso entonces… debemos seguirle siendo fieles, no permitiéndonos más recurso que el de apelar a Dios, Rey de Reyes que puede en el momento oportuno ayudarnos en nuestras tribulaciones…”

Dn. Jesús Reyes Heroles, ideólogo y analista de la Constitución, ponderaba el 130 Constitucional:

En el pasado, en México, a nombre de la religión se quiso entrar en el cambalache político; se politizó en el mal sentido la religión, y se dio origen a una mezcla lesiva a la libertad de conciencia y lesiva a la dignidad religiosa. Hoy, en otros países, a nombre del cristianismo se hace mala política, se defienden intereses, que no ideas o sentimientos; se entra en el toma y daca del comercio de las cosas y de los hombres al amparo de la religión. Nuestra Ley impide la posibilidad de estas actitudes que desmedran la religión, rebajándola de su sentido íntimo y personal, para convertirla en pretexto de facciones. Respeto a la religión y respeto a la política, que no otra cosa es nuestro Artículo 130 constitucional.

(Sigo después.)

Lula, Fox, vidas distantes

Yo soy un desempleado brasileño, sí, pero tengo más fe en Lula que en el propio Dios…

Tal clamaba a finales del 2002 un ciudadano carioca, S. Amaral, cuando la estrella de Inacio Lula Da Silva comenzaba a brillar sobre toda la extensión de la tierra amazónica. Hoy, ahora que Lula instala a Dilma Rousseff en el Palacio de Planalto, ¿seguirá enhiesta e incólume la fe de Amaral en el sol brasileño, aquel oscuro tornero mecánico y dirigente del Partido de los Trabajadores que iniciaba el gobierno más exitoso en la historia reciente del Brasil?

Acostumbrado a irradiar emociones por doquier, Lula buscaba abrazarse con la multitud, que lo ovacionaba en estado de éxtasis…

“En la explanadas todo era fiesta banderas, fotos de Lula,  más como una  estrella de rock que como presidente. Un centenar de militantes le cerró el paso, querían tocar al Hombre nuevo. La multitud lo ovacionaba en estado de éxtasis (…) Al grupo que lo esperó toda la noche, Lula lo saludó. Es su estilo. La lluvia anunciada, como para limpiar una historia de desigualdades; la historia acababa de escribir una nueva página, la más esperanzadora de todas en este continente, que ayer comenzó a mirarse a sí mismo. La fiesta continuó toda la noche. Para entonces Lula y el pueblo seguían mirándose de frente”. Las masas populares: “Hoy, Lula más popular que nunca!”

De éxtasis, clamó el matutino. Un éxtasis que fue hermano, ¿lo recuerdan ustedes? del éxtasis mexicano en aquella macabra noche de julio del año 2000. ¿Se acuerdan de la nocturna parafernalia al pie del Angel que fue de la Independencia? ¿Y? ¿Qué quedó del fervor que en tales cándidos que nunca faltan y siempre salen sobrando logró provocar el segundo marido de Marta, ese mismo que de la lengua no se apea el vocablo “democracia” mientras revela que en el 2006 le jugó con “dados cargados” al que pasó a ser “un peligro para México”. En fin.

Para el Brasil  fue Lula; para México, Fox. Pero aquí, tras el delirio y la psicosis colectiva de unas masas populares teletoneras, de Perra Brava y  cabeza caliente pero corazón frío, ¿qué fue lo que vino quedando, aparte del basural al pie del Angel de la Independencia? Ya asesinado el vendaval de esperanzas irracionales que provocó en millones de Amarales tricolores a los que atacó la furiosa compulsión de creer en que el nuevo mesías iba a traerles un “cambio” que es sólo tarea de todos nosotros, el paisanaje, ¿qué memorable quedó de aquella “pareja presidencial”, si no un surrealismo tropical y esperpéntico, un aeropuerto que no pasó la etapa de proyecto sexenal, un abominable derroche de los excedentes petroleros y la depredación lucrativa e impune de unos hijos de toda su reverenda Marta? Es México.

Lula da Silva y la crónica del delirio colectivo que provocó su arribo al palacio de gobierno:

“La toma de poder de Lula ha generado un entusiasmo en Brasil similar o superior al que produjo la asunción de Fox en México. Pero así como la presidencia de Fox ha generado decepción después de un corto período en las cabañas de Los Pinos, es muy probable que lo mismo ocurra con Lula en un par de años”.

Años, engaños y desengaños más tarde, lo desmentiría S. Amaral. De los mexicanos ya conozco la respuesta: decepción y desánimo para los cándidos Amaral de mi país, y vuelta una vez más a la esperanza inútil con los Fox  de siempre, con los eternos Fox; y más tarde con los  impuestos, los espurios, los impostores beatos del Verbo Encarnado. Macabrón. (México.)

 

Periodismo y prisión

El periodismo en este país, mis valedores. Ayer una del oficio en conflicto con Televisa; hoy, una Televisa en conflicto con la revista Proceso. Mucho ruidajo, juego de piernas y fintas al aire para admiración barata de la gallera. Escucho la escandalera de tan salivosas contiendas y pienso en la estatura moral de un periodista al que el oficio lo condujo hasta Belén  (la cárcel). Pienso, y cómo pudiese ser de otro modo,  en mi don Joaquín Fernández de Lizardi, El Pensador Mexicano, que vivió su vida  (1776 a 1827) en los tiempos anubarrados de la lucha de independencia.

Fernández de Lizardi. Novelista fue, dramaturgo y versificador por necesidad de expresión, el primer fabulista que parió nuestro Mundo Nuevo si hacemos a un lado a Fernando de Alba Ixtlixóchitl y algunos más que nacieron al arrimo de frailes y conquistadores. Lizardi. Sería  el oficio del  periodismo el que lo iba a alzar como héroe civil que dedicó el tanto de toda su vida a la denuncia de vicios y corruptelas de un México que se asomaba a la independencia. Su juicio contra desahogos hepáticos como esos que acaba de deponer el imprudente de mecha corta:

Hace la discordia tanto daño en el cuerpo político como las contagiosas en el físico…

Admirable El Pensador por su vida y obra como liberal, moralista y filósofo que ejerció actividades de educador, de satírico e intelectual. Pero primero y antes que nada fue varón de virtudes que a golpes de denuncia pública defendió sus ideales, formuló sus cuestionamientos y difundió su verdad por todos los medios a su alcance, vale decir: el ensayo, el libelo, la farsa, el artículo, la novela y hasta la misma versificación. El Pensador Mexicano, creador del inmortal Periquillo Sarniento que no han leído los mexicanos porque los mexicanos no leen. Lástima.

La historia pública del Pensador arranca de 1811, cuando a los 34 años de su edad se mete de lleno a la difusión de las ideas, así en los campos del periodismo como en los de la ficción y en esa suerte de volandera mercadería que fueron las hojas sueltas en donde se desbalagaban rumbo a todos los rumbos sus sátiras e invenciones, sus arengas y denuncias, sus reclamos a favor de la moral y las buenas costumbres; hojas que se leían en callejas y plazas públicas, en la posada, el figón, el camino real; hojas que prefiguraban esa literatura que, peripecias históricas más adelante, soltarían las prensas de Vanegas Arroyo para difundir las calaveras de Posada y aquella levantisca literatura que ayudó a desmoronar la vera efigie de Porfirio Díaz; hojas que difundieron la cultura popular en la forma del corrido que iba a perpetuar   las hazañas del arriscado y el valentón, y la jácara y los lances de amor. Soberbio.

¿Por qué iba a caer a la cárcel y por qué tendría que cerrar su Correo Semanario de México, del que fue fundador,  y morir en la inopia? A causa de sátiras de este tamaño contra sotanas y capas pluviales:

Nada falta a tu dicha, patria mía, – Tienes frailes, langosta, policía, – Puertos sin naves, tropas sin calzones, – Caminos solitarios con ladrones, – Siempre apretada tu tesorería, -Partidos y colores a porfía, – Papel que vale menos, aunque debe, – Un rey que lo conoce y no se atreve, – Faltaba un año santo: en este día, – ¡Bendito Dios!, el Papa nos lo envía…

No,  por aquellos tiempos aún no se consolidaba el nuestro como un estado laico, un estado de derecho, una de las cinco prioridades que acaba de revelar el de Los Pinos. (Sigo después.)