Taller de lectura correspondiente al 29 enero 2012. En este taller el maestro Tomás Mojarro habla acerca de las relaciones de pareja, el amor y el mito de Upir.
Autor: alea
Programa Domingo 6 – 29 enero 2012
Programa Domingo 6 correspondiente al 29 enero 2012. En este programa el maestro Tomás Mojarro habla acerca de los señalamientos que hizo Human Rigths Watch acerca de las violaciones a los derechos humanos en México.
Es la Gordillo, estúpidos
Elba Esther Gordillo, mis valedores. ¿Habrá en el rejuego político del país un personaje así de polémico y controvertido? ¿Existirá uno con tal carencia de escrúpulos y que a punta de componendas y tortuosas maniobras haya fincado una carrera política para pepenar (arribismo, claudicaciones y un pragmatismo grosero) un poder excesivo y una muy explicable riqueza? Esta figura ambiciosa y nepótica, desde que la inventó Salinas, ha sido el ave de las tempestades dentro de lo más deleznable que excreta la poliquería nacional. Tal es la que fue carta de «triunfo» de Calderón y que hoy tantos Corderos quisieran tener de aliada. Pero la peor de las acusaciones:
Un cargo pesó mucho tiempo sobre sus lomos que a estas alturas parece haberse extinguido: el asesinato del maestro Misael Núñez Acosta, perpetrado un 30 de enero de 1981 en Tulpetlac, Edo. de México. Hasta ayer año con año, por estas fechas, acusaban maestros, estudiantes, padres de familia y dirigentes de organizaciones sociales:
“¡Misael no murió. Elba Esther lo mató!”
Todavía el año pasado lo reiteraban ex-dirigentes del Concejo Central de Lucha (CCL):
– El crimen fue un acto planeado y aprobado desde el Estado, perpetrado con la autoría intelectual de Elba Esther Gordillo y la cúpula charra del SNTE.
Y la consabida exigencia de que la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado revise el expediente de homicidios de maestros. Antes de morir acusó Carlos Jonguitud, involucrado también en el asesinato del profesor: – En la lucha, Elba es capaz de todo. Yo vi a esa mujer en la miseria, y ahora mírenla. Eso de que su abuelo le dio millones son vaciladas para Ripley…
Ella, sí, la controvertida “líder moral” del magisterio, que detenta la franquicia de Nueva Alianza (PANAL) y que ensanchó aún más su poder político cuando auxilió a Calderón a encaramarse hasta la residencia oficial de Los Pinos para que ahora el PRI, como en los tiempos de Madrazo, la deje fuera de una alianza ya concertada de antemano. Gordillo.
En fin, que no he percibido este año la protesta pública que provocaba por estas fechas el asesinato del profesor Núñez Acosta y la e-xi-gen-cia (inútil como todas las exigencias de la masa social al Sistema. Pregunten, si no, a la historia y a la realidad objetiva) para que la Fiscalía especial (FEMOSAP) revise el expediente de ese y de los tantos más homicidios impunes de mentores del SNTE. A propósito de tales asesinatos y de la posible ingerencia de Carlos Jonguitud y Elba Esther, en la tertulia de anoche, el maestro jubilado:
– Más material para su denuncia está el crimen de Agua de Berros, Oax., donde hace 3 décadas fue asesinado Estaban García Martínez, testigo clave en el esclarecimiento del homicidio de la profesora Concepción Ríos Casimiro, ocurrido 2 años antes, y secuestrada Margarita (5 años de edad e hija del sacrificado), como represalia porque el campesino colaboró con las autoridades para esclarecer el asesinato de la maestra. Tiempo después la niña seguía desaparecida.
Está ahí el caso del profesor Vicente Amaya Hernández, masacrado por cinco pistoleros en Pinotepa Nacional, Gro., horas antes del Día del Maestro. Ya habían dado muerte al maestro Cenobio Fito López y secuestrado al mentor Modesto Patolzin. En Oaxaca también, y caciques los victimarios, el crimen del profesor Alejandro Martínez Delia perpetrado en 1990, continúa impune hasta hoy.
En este espacio ya no cupieron más víctimas. (Volveré.)
El Papa, los militares, Pinochet
El Presidente Pinochet ha recibido una misión especial encomendada por Dios (Obispo Sergio Contreras, Sec. Gral. de la Conferencia Episcopal.)
Fue en Chile, mis valedores, donde ocurrió el episodio del Papa y los militares. Si lo recuerdo ahora, casi 16 años después, en vísperas de que el gobierno del Verbo Encarnado reciba a Ratzinger es porque aquí también se arrojó a los militares a cumplir una especie de obediencia debida que ha empañado su imagen ante las masas sociales. México, Chile.
Fue en 1986. Pinochet estaba por recibir a JPII cuando esos militares católicos expusieron (depusieron) ante el Papa sus escrúpulos de conciencia frente a una represión que por obediencia debida eran forzados a perpetrar. La denuncia:
“Su Santidad: Somos militares chilenos acongojados por profundas contradicciones morales que día a día ponen a prueba nuestra fe; por ello, aprovechando su próxima visita, queremos solicitarle una palabra pública de aliento a nuestras almas. Nuestras inquietudes también son conocidas por los Sres. Obispos de la Iglesia Chilena, a quienes han llegado a través de la confesión.
Cuando el mandamiento No matarás es violado en cumplimiento de la Defensa Nacional la culpa se atenúa; ello, sin embargo, nos produce inquietud. Cuando el mismo mandamiento da órdenes que no corresponden al quehacer propio del militar sino a “estados de excepción”, que nos enfrentan a nuestros propios connacionales, creemos que nuestra culpa no se atenúa, y ello nos produce gran amargura.
Cuando los capellanes, más que representantes de la Iglesia llegan a ser representantes de la jerarquía militar y sus mensajes son de justificación de la obediencia ante la arbitrariedad más que un llamado a la conciencia cristiana y a la responsabilidad individual, surge la duda en nuestra conciencia. Cuando hombres de armas, por interés personal o mal entendido sentido del deber, se tornan torturadores, y nuestros Obispos afirman que no procede la excomunión ni condenan dichas prácticas, nuestra conciencia se rebela. Es demasiada carga tener camaradas de armas torturadores y Pastores que no condenan a los responsables.
A inicios de los 70s a la Iglesia Chilena le preocupó la amenaza que significa un gobierno de inspiración no cristiana. Por eso su influencia a través de Altos Oficiales para influir en el curso de los acontecimientos. El Almirante Ismael Huerta, miembro del Opus Dei, llegó a ser Ministro del Pres. Allende, luego contribuyó a su derrocamiento, y después representó al nuevo gobierno ante la ONU.
Si hoy la ausencia de inspiración cristiana en el gobierno es mayor que entonces, hasta el extremo de haberse producido muertes y exilio de sacerdotes y laicos inocentes, ¿no es legítimo repetir lo que hace 13 años se consideró justo? Su palabra, Santo Padre, será una apreciada luz en el esclarecimiento de nuestras inquietudes”. Firman: Militares católicos.
¿Y? Karol Wojtyla llegó a Chile, bendijo al genocida y años más tarde intercedió para que la justicia británica enviara al represor a la impunidad. Hoy recordé el episodio, pero creo que de sentir algún escrúpulo de conciencia, los militares de México lograrían ante Ratzinger el alemán exactamente lo mismo que sus colegas chilenos con el Papa polaco: nada. Y ya. (Lástima.)
Idea, palabra, espíritu
El día anterior a su muerte en combate redactó en este párrafo la síntesis de una existencia de pensamiento y acción:
Ya estoy todos los días en situación de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con qué realizarlo-; para impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan sobre nuestras tierras de América. (Otro día, con su sangre, iba a cimentar sus palabras.)
José Martí, cumbre señera del espíritu humano y uno de los héroes primigenios del anti-imperialismo en nuestra América mestiza, nació en La Habana un 28 de enero de 1853. Así se pondera una obra consagrada a libertar a Cuba del dominio extranjero, y esto hasta los límites del sacrificio final:
“Si en América se esculpiera dignamente la estatua de Martí habría que hacerlo con la representación de una de nuestras montañas. Es un personaje de libertad; es uno de los grandes hablistas de la lengua castellana, poeta y literato, hombre de pluma y de pensamiento. Martí trabajó para la patria, trabajó para América. Martí es una idea. Su palabra, anda; su espíritu, vela. Se sienten sus pisadas calientes de santo por la expiada, ungida senda del honor y la gloria de América”.
¿Cómo pudo comprender que se abrían nuevos peligros para la América mestiza y que se hacía necesario declarar su segunda independencia? El mismo parece responderlo en una frase célebre por lo que la repetimos: “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas; y mi honda es la de David”. Las entrañas del rapaz:
“Basta una ojeada al mapa de Norteamérica para comprender que México forma un todo con los EU. ¡Hermosa provincia tropical para poseerla nosotros!
La voz del adelantado, que no quisimos escuchar:
“¡Cuidado! Estados Unidos tiene sobre nuestros países miras muy distintas a las nuestras; miras de factoría y pontón estratégico. Cuidado con el trato con EU. Jamás hubo en América asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos –potentes, prepotentes, repletos de productos invendibles y determinados a extender sus dominios en nuestra América mestiza- hacen a las naciones americanas de menor poder”. Y que tal convite: “podrá festejarlo con prisa el estadista ignorante y deslumbrado, podrá recibirlo como una merced el político venal o demente, y glorificarlo con palabras serviles. Pero el que vigila y prevé, ése ha de inquirir qué elementos componen el carácter del que convida y el del convidado, y si están predispuestos a la obra común por antecedentes y hábitos comunes, y si hay riesgo de que los elementos temibles del pueblo invitante se desarrollen en la unión que pretende, con peligro del invitado.
Ni pueblos ni hombres respetan a quien no se hace respetar. Cuando se vive cerca de un pueblo que por tradición nos desdeña y nos codicia (…) es deber continuo y de necesidad urgente erguirse cada vez que haya justicia u ocasión, a fin de mover a respeto a los que no podemos evitar. Ellos, celosos de su libertad, nos despreciarían si no nos mostrásemos celosos de la nuestra. Ellos, que nos creen inermes, deben vernos a toda hora prontos y viriles.
Hombres y pueblos van por este mundo hincando el dedo en la carne ajena, a ver si es blanda o si resiste. Y hay que poner la carne dura, de modo que eche fuera los dedos atrevidos. ¡En su lengua hay que hablarles, puesto que ellos no entienden la nuestra. ¡Cuidado!”
José Martí. (A su memoria.)
¡A la chiflada!
Y pensar que para el 1º. de diciembre faltan diez meses, y que a excepción de El Síquiri y el joven juguero, ninguno del vecindario sabía chiflar. “Pero nosotros”, dijo don Tintoreto, “no nos vamos a quedar al margen de la historia”. Para lo cual integró en la estancia de mi depto. de Cádiz una verdadera cátedra del bien chiflar para el momento de la despedida.
– Y a la práctica, contertulios. Para empezar, intentemos un chiflido discretón, de tono menor y modulación cadenciosa.
– ¡Nada de tono menor! El Síquiri-. ¡El mayor de todos, con arpegios, acordes y contrapuntos, balseado y rebalseado! Quezque menor…
– A practicar, pues. Aflójenlos, póngalos flojitos, relajados; labios, lengua, glotis, epiglotis, gañote. ¡Vamos a intentar el chiflido!
Ridículo. Uno la abría y aquél lo frunció, y el Chalío lo paraba, el mostacho, y la tía Conchis los encogía, bizqueaba. Y aquella regazón de saliva. Pero como chiflar, el asunto estaba de la chiflada.
– La lengua así, acanalada. ¿Ven? Canalita, doña Pragedis. ¿Nunca puso la lengua de canalita?
La pobre. Y qué desfiguros de unos labios ancianos que se rizaban al esfuerzo.
– A tomar aire, y desde el diafragma… ¡rápido, el chiflido!
– Aquí la molacha esta que practique para otro lado, ya me roció toda la oreja.
– No desesperarse. Procedan a meterse los dedos. Nomás los índices.
– ¿Que qué? (la Maconda) Oiga, no. Ni aunque fuera nomás el meñiquito. ¿Orgías acabando de cenar? Qué me los voy a meter. Y luego aquí el bigotonzón, que lo tengo enfrente y es tan chismolero. Ya me imagino: mañana mismo sus contlapaches van a enterarse de mi temperamento, mis impulsos escondidos, mis interioridades y lo escandalosa que soy en el momento de…
Metérselos en la boca. Para adentro los índices. “¡Tíznale! –el Cosilión-. Ya me arañé la campanilla, me la antellevé con esta uña”.
Escupió. En la chinela color de rosa de Fela. Yo, dedos en las anginas, de ganchete miraba a la Lichona que, voz de maderas dulces, decía: “Por poco y canto la guácara”.
Al esfuerzo había parado todo: la trompita, el pecho, el trasero, la mía, (mi respiración). Y fue así, mis valedores: una sesión se fue y vino la siguiente, pero todo en falso, porque los vecinos, como chiflar, pura madre que chiflábamos. Don Tintoreto sudor, cansancio, impaciencia. Anoche, de súbito, a media sesión lo vi detenerse, sentarse en posición de El pensador de Rodín, irse del mundo. Y de súbito, veo que se alza, pega una tarascada de aire, y a toda voz:
– ¡Que viva Calderón!
Silencio, estupefacción. “¡Viva Ratzinger!
Y mis valedores: ahí el milagro. ¿De Ratzinger, de Calderón? Quién pudiese explicar con certeza y claridad los fenómenos paranormales. Lo cierto que de repente: ¡milagro! ¡Todos, menos yo mismo, torpón que no fuera, pudieron chiflar! Al fragor de la silbatina aquel aullido perros. Se engrifaron los gatos en la azotea. Un aullido a lo lejos. ¿Lobo, coyote? Una tarascada de aire chivero y don Tintoreto:
– “¡Viva la familia presidencial!
¡Relámpago en seco, fuetazo, el chiflido! ¡Prodigio! De La Maconda a doña Pragedis aquellos chicotazos estridentes que rayaban la oscuridad.
– ¡Viva Cordero!
¡Chiflaron, y a la escandalera sirenas, judiciales, el FBI, la DEA. ¿Que qué? ¿Guerrilleros, nosotros? En el ministerio público se aclaró todo. Nos liberaron, pero al conocer la causa de nuestra rechifla y cuando ya nos retirábamos: qué bien chiflan juez, detenidos y policías. Y es que al cabo de turno se le ocurrió gritar: “¡Viva La Cocoa”, y entonces: ¡Fí-fi-fi-fiú-fiúu! (México.)
Música de viento
El juicio de los vecinos sobre el presente sexenio, mis valedores. Fue opinión general en la tertulia de anoche: el sexenio del Verbo Encarnado nos ha resultado de la pura chiflada. Y a proceder en consecuencia. Yo, a modo de motivación para apuntalar la propuesta de don Tintoreto, lavado en seco y a todo vapor, leí para los contertulios las siguientes noticias publicadas en plena campaña que encaramó al michoacano en Los Pinos:
Rechifla al PAN Edomex opaca el inicio de campaña de Felipe Calderón. Fue una silbatina de más de cinco minutos”. Silbatina y sillazos en el arranque de campaña de Roberto Madrazo, con una pelea donde volaron sillas y golpes. Al recibir a Madrazo, en Pachuca, la silbatina de los estudiantes fue general.
Eso, en aquel entonces, y lo predecible: el verdadero madrazo contra los mexicanos resultó ser ese que ahora mismo perpetra, sé lo que digo, la primera de cien giras que en apenas tres meses llevará a cabo a lo largo y ancho del territorio nacional. Todo por la pepena de votos. ¿Seremos tan aturdidos que..?
En fin, que ante el peligro de que nos vaya a tocar el coletazo de una de las tales giras los vecinos del vecindario no queremos permanecer a la orilla de la historia, y con tal fin nos estamos preparando para recibir al de Los Pinos como él se merece.
Don Tintoreto, se angostan o enanchan corbatas, llevó a cabo un sondeo entre los vecinos, y válgame el Verbo Encarnado, que el resultado fue desolador: nadie en el vecindario, si exceptuamos al ponente, El Síquiri y el joven juguero, dominaba el arte de los chiflidos, y qué hacer. Por consenso, aclamación general y alguno que otro chiflido, el propio autor de la iniciativa resultó comisionado para entrenarnos, con los otros expertos en comisión de consejero y encargado del control de calidad. El mentor titular suspiró, la meneó, se la rascó:
– A ver qué puedo hacer con ustedes. Tal vez con paciencia y salivita… Pero eso sí: entre los educandos tendrá que haber mucha disciplina. Doña Pragedis, por principio de cuentas: a los entrenamientos acude con su dentadura completa, la de arriba y la de abajo, o así como viene ahora mejor ni se me presente a la cátedra.
Y es así, mis valedores, como en este mi depto. de Cádiz, habilitado de salón de prácticas, nos congregamos docena y media del vecindario, que intentamos aprender el arte misterioso del chiflido. (¿Quién iba a imaginar ese fenómeno colectivo que se produjo después? ¿Instinto, milagro, fenómeno paranormal?)
– Pero ya, de volada a la praxis -se impacientaba El Síquiri-, o llegaré tarde al torneo. Estoy en muerte súbita. (Torneo de billar.)
Don Tintoreto, muy en su papel: “La teoría en primer término, vamos a ver: hay de chiflidos a chiflidos. Uno fue el del arriero y otro el del oficiante del mecapal. Uno es el del patrón y otro el del desempleado. De un modo chifla el microbusero, muy distinto al del chavo banda. Pero hoy un factor ha logrado unificar el lenguaje de la chiflada; 114.5 millones de mexicanos al unísono chiflamos en el mismo tono, con la misma cadencia, el mismo son y una intención idéntica cuando logramos avistar en la distancia, más allá del cerco de militares, al chaparrito de lentes. Recomiendo topar apuntes.
Nomás me quedé pensando, y el espeluzno me estremeció las zonas abajeñas: a las masas todo se nos va en chiflidos, que es decir en pura música de viento. Y qué hacer, si las masas sociales nos negamos al ejercicio de pensar.
(Mañana.)
Domesticidad de ovejas
Los mediocres son ciegos. No obedecen el primer mandamiento de la ley humana, aprender a pensar, y el segundo, poner en práctica lo bien pensado.
Siguen aquí reflexiones que entresaco del análisis sobre la humana conducta expresada por el estudioso sobre los dos grupos en que se divide la ralea humana: el mínimo de los idealistas y ese otro, aplastante, que integra la mayoría de los mediocres. ¿A cuál de ellos pertenecemos algunos?
Afirma el especialista que una sociedad de mediocres da a beber al espíritu las aguas estancadas de la rutina y el dogma, la pasividad y el prejuicio, la desidia y la domesticidad. En ella no hay temple moral, sólo una pobre gente cuya personalidad se amolda a los prejuicios, su mente a las supersticiones y su voluntad a todo tipo de yugos. Esos pierden la dignidad y la posesión de su propio yo. Se tornan cómplices, se envilecen, caen en la servidumbre espiritual. Son turbas, son masa, son rebaño. Sin más.
Tres son los yugos (el analista) que una sociedad de mediocres impone a la juventud: rutina en las ideas, hipocresía en la moral y domesticidad en la acción. La moral no es una norma, sino una acción. Cada concesión en el orden moral causa parálisis en la dignidad e invalidez en el espíritu. Todo esfuerzo por libertarse de esas coyundas para escapar de la domesticidad de los que vegetan en su vocación de esclavos es una expresión del espíritu rebelde. ¿Nos vamos situando en alguno de estos dos grupos?
La respuesta al mediocre es juventud. Joven es el que puede resistirse a los intereses creados, no importa la edad física que marca la cronología. Esta juventud es propiciada por los ideales, el ansia de perfección, el humanismo y la acción solidaria. La vida es gimnasia incesante de funciones armónicas, y esto sólo lo pueden ejecutar los jóvenes, no importa su edad. Ellos no envejecen prematuramente, y siempre es prematuro envejecer.
Cada vez que una generación envejece y reemplaza su ideario por apetitos bastardos, por el tener y no el ser, la vida pública se abisma en la inmoralidad y en la violencia. Es entonces el tiempo de la renovación, y ésta viene de los jóvenes, no importa su edad, sino su espíritu. El joven lo es hasta que se muere. Los jóvenes sin ideales son viejos precoces. Ya están muertos y, dice el poeta, “esperando que una mano bondadosa les eche una sábana encima”. Esos pueblos están enfermos y apenas lo saben. Pero muertos como están son un lastre para la comunidad. Ahí los jóvenes padecen una senilidad precoz, y un joven que se ha dejado marchitar es un joven patético.
Hay pueblos y épocas que precisan de estas conciencias de transformadores, pobres pueblos que sólo disponen de jóvenes envejecidos, de viejos decrépitos y de rapaces de la codicia y el lucro. “Pero los idealistas son jóvenes que purifican lo viciado y caduco, cuya potencia está en las fuerzas morales; las alas del vuelo de los espíritus superiores transforman un mundo envejecido, anquilosado. El brazo de ese joven vale por cien brazos cuando lo maneja un cerebro ilustrado. Su cerebro vale cien porque lo sostiene un brazo firme”. Es el baqueano, el soñador, el adelantado; son los artistas, los héroes y apóstoles, los conductores de pueblos que amacizan la justicia, la paz, la belleza, la verdad; y lo justo siempre es moral. Acatar las leyes puede ser sólo disciplina, pero inmoralidad. Respetar la justicia es deber del hombre digno, así tenga que elevarse sobre las imperfecciones de la ley. ¿Y nosotros? (Sigo después.)
Ideal y bazofia humana
¿Qué es el hombre?, se pregunta Martin Buber, y en El hombre mediocre José Ingenieros establece la diferencia abismal que se advierte entre el hombre de ideales y la “bazofia”:
Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia tal excelsitud inasible, afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso de un Ideal. Es ascua sagrada, capaz de templarte para grandes acciones. Custódiala; si la dejas apagar no se reenciende jamás. Y si ella muere en ti, quedas inerte: fría bazofia humana.
Para que nos miremos en ese espejo, nos conozcamos y reconozcamos, algunas diferencias entre el mediocre y el hombre de ideales.
Vuelo del águila es el espíritu del idealista; el del mediocre es apenas un vuelo de gallina. El ideal eleva el espíritu al impulso de una necesidad innata de perfección; el mediocre repta fundido con la masa de la que forma parte. Uno es el individuo, otra es la masa. El del individuo, más allá de la edad física, es un espíritu joven. El de la masa, más allá de la cronología, es un espíritu envejecido. Mediocre y hombre de ideales jóvenes nacen, pero uno permanece joven de espíritu mientras que el otro envejece al contagio de la mediocridad en la que sobrevive. Y como para reflexionar: el humano nunca puede permanecer en un mismo nivel. O asciende al impulso del ideal o como mediocre desciende hasta el hondón de lo vulgar. Trágico.
El idealista crea; la masa repite; uno cambia cada día; para el otro, cada día es de rutina. Uno, al avanzar, abre caminos; el otro sólo sabe caminar por sendas trilladas. Esos que adquieren la fuerza moral consiguen también valimiento, decoro, dignidad, moralidad. Ellos piensan como deben pensar, dicen lo que deben decir y cómo deben decirlo, y proceden como una conciencia limpia les marca. Son los humanistas. El optimismo es su símbolo.
Ellos no aceptan la domesticidad ni la mansedumbre, ni la aceptación acrítica. Ellos no transigen por sobornos ni premios. Ellos no tienen vocación de esclavos, como los mediocres que cada seis años esperan que el nuevo amo les dé un metro más de cadena. Su conciencia no tiene precio. No se venden, no se compran, no se alquilan, no claudican. Ellos poseen el temple para mantener sus principios y valores y convicciones. Ellos están lejos de la esclavitud de la costumbre y la rutina, del incapaz de crear, del fanatismo, del dogmatismo, el prejuicio, la superstición, del pensamiento mágico, de la modorra, de la milagrería, del linchamiento, de los pobres de espíritu que, envejecidos, han renunciado a vivir. Los mediocres delegan en la Providencia más que en las propias fuerzas. Los idealistas no delegan. No esperan nada del azar. No esperan todo del destino. Ellos, al decidir lo correcto de acuerdo a su conciencia, traman su propio destino. El hombre de ideales es optimista, animoso. Tiene esperanza en él y en aquellos a los que va transformando. Porque los convence, les contagia su entusiasmo, los conmueve, los fuerza a remontar el vuelo, como él.
Qué diferencia con los débiles por pereza, miedo, ignorancia. Esos son tristes, resignados, apáticos y fracasados. Ellos, si emprenden alguna empresa, están destinados al fracaso. Los tales son los escépticos, los indolentes, los que sufren hastío, los que todo lo aceptan como una fatalidad. Son los necios, los torpes que persiguen las satisfacciones del gañote, la panza y el bajo vientre. Son escoria, redrojos humanos, no importa su edad. Lóbrego. (Sigo mañana.)
¡Debate!
¡Contra los delitos de lesa patria, mis valedores. Contra los defraudadores de la esperanza nacional! Contra el fraude aberrante de que fuimos víctimas el pasadomartes uno mi voz al clamor nacional y pregunto a Josefina, Creel y Cordero, trinca de Acción Nacional:
¿Pues qué? ¿Fue debate eso que acaban de perpetrar, sé lo que digo? ¿Fue el debate con el que los mexicanos conscientes esperábamos que la República recuperase su quebrantada salud?
Un no rotundo. No. Ese no fue debate. Ustedes tres, aspirantes del PAN a la candidatura presidencial, efectuaron un remedo esperpéntico del debate que nos iba a solucionar los requemantes problemas que carga sobre sus lomos la República. ¿O qué, para ustedes esa mascarada del pasado martes, ese parloteo sin sustancia fue un verdadero debate o tan sólo un engaño que defraudó la esperanza comunitaria? Inmoral.
Mis valedores: los albiazules nos defraudaron. Su cháchara entre compinches significó un agravio a los sacrosantos principios de nuestra democracia y una burla contra un pueblo que en el debate había cifrado sus esperanzas de rescate nacional. Después de la comedia bufa albiazul habrá que resignarse a ver defraudadas nuestras expectativas acerca de esa nación restaurada que un verdadero debate hubiese dado a luz. Dramático.
Dramático, sí, que el esperpento del martes nos canceló progreso, justicia, bienestar; tantos beneficios. Habrá que decir adiós a las expectativas que los del PAN generaron en la conciencia nacional sobre la solución de problemas como ese del delirante derramamiento de sangre, la crisis recurrente y el desempleo que han despeñado a tantos millones a la pobreza, cuando no a la indigencia. Las palabras de Josefina y cofrades hubiesen regenerado un Legislativo sobrón, ese Ejecutivo empantanado en sangre recién derramada, unos jueces venales y la tal Suprema Corte alcahueta de las honorables familias Fox, Montiel, Salinas, Bribiesca y Sahagún, Gordillo y Romero Deschamps.
Pues sí, pero lástima, que hemos sido víctimas de un palique de compinches que fue sólo burla y ludibrio en agravio de la más pura tradición democrática de los mexicanos. La mojiganga de marras nunca alcanzó las alturas del verdadero debate que reclama la excelsitud de nuestra democracia. Trágico.
¿Y ahora? ¿Quién, cómo resolverá los requemantes problemas nacionales, si Creel no debatió con Josefina, y el tercero se portó como todo un Cordero? Yo, cordero irredento, todavía en la mañana del martes pensaba que un buen debate entre el trío de panistas podría registrar benéficas repercusiones para nuestros productos de exportación y, ¿por qué no?, ayudar a la Unión Europea a restaurar su resquebrajada economía.
Ahora, después del naufragio de las más entrañables directrices de la democracia y una vez cometida la masacre por parte de los tres fementidos blanquiazules, ¿volver a creer en la magia de un verdadero debate? ¿Zurcir una esperanza colectiva que un trío de albiazules nos acaba de deshilachar? ¿Depositar la esperanza en los quince y medio debates semanales que propone López Obrador? ¿Y quién nos garantiza que el del tabasqueño con Peña y el trío de panistas del fraude anterior sí va a ser un debate que venga a salvar el país? Y no olvidarlo, señores candidatos y pre-candidatos: el debate es patrimonio nacional, y nadie ni nada tienen derecho a escamotearlo. Un debate, uno sólo, no precisa más el país. Un debate y se salva la patria. A debatir, pues. ¡Pero ya! (México.)
Programa Domingo 6 – 22 Enero 2012
Taller de lectura – 22 Enero 2012
Taller de lectura correspondiente al 22 enero 2012. En este taller el maestro Tomás Mojarro habla sobre el valor de la amistad.
Sangre y lágrimas
Así pues, mis valedores, la nueva historia de El Salvador se escribió en nuestro país después de que el tanto de toda una década la patria que tiene hoy de presidente a un ex-guerrillero vivió requemándose en las vivas llamas de esa guerrilla que cosechó un amontonamiento de muertos, civiles más que combatientes, junto a una lóbrega sucesión de mutilados, damnificados, desaparecidos y exiliados. Guerra civil. Durante los gobiernos derechistas y proyankis de ARENA, a lo largo de más de una década, el santo y seña en el país hermano fueron los desgarramientos internos y los odios empozados, la sangre derramada y las lágrimas. El Salvador…
Ahora los dos bandos en contienda firmaban la paz. En enero de 1992 el presidente salvadoreño y los comandantes de la guerrilla signaron el documento. Un jueves fue, y al final se escucharon aplausos. Ahí, en el momento de entregar su AK-47 a Salinas, el mediador, habló el comandante Shafick Handal:
– El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional ingresa a la paz abriendo su mano que ha sido puño, y extendiéndola amistosamente a quienes hemos combatido, como corresponde a un desenlace sin vencedores ni vencidos. Nosotros no estamos llegando en este momento como ovejas descarriadas que vuelven al redil, sino como maduros y enérgicos impulsores de cambios hace mucho tiempo anhelados por la inmensa mayoría de los salvadoreños”.
Y al término del protocolo, recordando los años de la guerrilla:
– Hijueputa! Esta mierda se acabó…¡y nosotros seguimos vivos!
Pero esa paz había sido lograda al precio de mucha sangre inocente: la de los sacerdotes jesuitas, la de monseñor Oscar Arnulfo Romero, la de Roque Dalton, poeta, guerrillero y héroe civil ¡muerto por sus propios compañeros de guerrilla! Ah, trópico…
La paz será cuando la luna se despida del agua – con su corriente oculta de luz inenarrable…
Roque Dalton. Estoy mirando su foto: rostro gris, indefinido, casi como el mío propio, como el de cualquiera de ustedes; pero no, son los rasgos de uno que con su muerte guerrillera anunciaba el estallido de la paz. Su biografía personal, escueta:
Dalton fue uno de los salvadores de El Salvador, varón de redaños que vivió su existencia a trancos, y que a chicotazos de exilio fue desmoronando nostalgia y poemas, siempre a salto de cárcel y trasterras hasta la hora del sacrificio final. Riguroso destino.
Haz nacido – para desentrañar la solución del odio – para ascender, llevando al pueblo de la mano – a la altura del trueno…
De Roque Dalton apenas tengo noticias; que en vida fue de los más relevantes poetas de su solar; que se comprometió en la lucha de su gente con todo lo que ello supone de militancia política, destierro y, casi por ley natural (por ley humana, inhumana), el sacrificio violento de la propia existencia. Sé que vivió entre nosotros y que por acá le editaron su primer libro: Ventana en el rostro, poemas; sé también -¡alucinante!- que lo vinieron matando sus propios compañeros de lucha. Que si por cuestión de estrategias, de ideologías divergentes, de tácticas revolucionarias, de… Lóbrego.
Ventana en el rostro es un librillo enteco, de apenas 130 planas, pero todas apretadas de muy elocuente, visceral poesía; el volumen se integra con toda una sucesión de poemas fechados en la cárcel o en exilio; de esos poemas que se publican casi siempre en ediciones póstumas, después de que el poeta fue asesinado con lujo de crueldad, uno de los pocos lujos a que tuvo acceso en su vida.
(Más de Dalton, después.)
“¡Hijueputa!”
Castillo de Chapultepec, 16 de enero de 1992. Como final del protocolo que marcaba la paz entre la guerrilla y el gobierno de El Salvador Shafick Handal, vocero del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, depositó su AK47 en manos de Carlos Salinas, el mediador. Y ocurrió que al recordar los años de la guerrilla, Handal rubricó la ceremonia con una expresión vulgar, escatológica y humanísima:
– Hijueputa! Esta mierda se acabó…¡y nosotros seguimos vivos!
Pero bandazos que da la historia: hoy mismo es Mauricio Funes, ex-guerrillero del FMLN, el presidente de El Salvador, él que en la ceremonia conmemorativa de los acuerdos de paz que marcaron el término a 12 años de conflicto bélico que arrojó un saldo de 75 mil cadáveres y 12 mil desaparecidos, se refirió a las aberrantes violaciones de los derechos humanos y a los abusos perpetrados en nombre del Estado salvadoreño. “Pido perdón a las madres, padres, hijos, hijas, hermanos, hermanas que no saben hasta el día de hoy el paradero de sus seres queridos. Pido perdón al pueblo salvadoreño, que fue víctima de la violencia atroz e inaceptable”. Bandazos que da la historia.
Ese es El Salvador, mis valedores, país de luces y sombras, donde el poeta guerrillero Roque Dalton fue asesinado por la propia guerrilla, mientras que una bala asesina abatía en plena celebración del oficio litúrgico a monseñor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, para que su asesino intelectual, un Roberto D’Abuisson ultraderechista fanático, fuese muerto poco tiempo después por la gracia de un cáncer fulminante, que de paso iba a llevarse a uno de los secuaces de la ultraderecha, José Napoleón Duarte, presidente de El Salvador. El Napoleón del trópico.
Fue entre diciembre de 1980 y mayo de 1982, con este Napoleón como jefe de la junta de gobierno, cuando se registró una de las épocas más sangrientas y enconadas del conflicto armado que tuvo su desenlace años más tarde en el Castillo de Chapultepec. Este mismo represor inició diálogos con la guerrilla en los años 80, mientras que al mismo tiempo viajaba a Washington, donde se originó el incidente que ha quedado para la historia de la abyección pública: rodeado de diplomáticos y funcionarios gringos, de repente Napoleón cayó de rodillas ante la bandera de Norteamérica y a ojos cerrados se puso a besarla. Al ponerse de pie ya había conseguido la ayuda militar del gobierno para combatir a la guerrilla. Yo, suspicaz: sus métodos y experiencias en relación a la ayuda militar de Estados Unidos pudiesen servirnos para sopesar acuerdos, alcances y consecuencias del “Plan México”, enmascarado a lo vergonzante en su disfraz de “Iniciativa Mérida”.
Y ahora resulta que diplomáticos e historiadores reclaman al de Los Pinos su “muy lamentable” omisión al dejar en blanco la conmemoración de la histórica firma de los antedichos acuerdos de paz. Falta de lógica de los inconformes: ¿en el protocolo de tales acuerdos se involucraron El Vaticano y Norberto Rivera? Más allá de los meandros, acequias y lloraderos de sangre que se ha derramado en el presente gobierno, ¿qué interés puede tener el de Los Pinos en conmemorar una fecha que para él, por lo visto, nada significa? Lo cantó Roque Dalton, poeta y guerrillero a quien su guerrilla mandó “ajusticiar”:
Porque es la patria el punto de partida, – básica piedra tumultuaria extendiéndose, – savia y semilla de la floresta cantadora del hombre…
Luces y sombras, tan pequeño y tan grande. (El Salvador.)
¿Tontos los televidentes?
Los medios apodados de información, mis valedores. De comunicación. Vivimos en el país un tiempo de efervescencia politiquera que se agudiza conforme se acerca el proceso electoral del 1º. de julio. Entre los protagonistas centrales de este ambiente electrizado se cuentan los “medios”, con predominio de los audiovisuales, que moldean el criterio de unas masas sociales no siempre conscientes de tal fenómeno, de manera que toman como suyas opiniones y decisiones que se les imponen desde los dichos “medios”.
Pues sí, pero que nadie critique tal situación, porque los conductores de la programación televisiva: “¡No tomen por tonta a la gente!” Y un López Dóriga, conductor de alguno de los más exitosos programas de Televisa:
– Quien diga que manipulo la información no solamente me falta al respeto sino al público en general. Si alguien es verdaderamente profesional para ver televisión en México es la misma gente, detecta inmediatamente cuando se le engaña! (Sic.)
Y el “verdaderamente profesional” se cree la engañifa. Aquí, porque pudiesen alertar a algunos, cito opiniones de analistas diversos sobre el fenómeno de la manipulación, con una pregunta previa: ¿ustedes cuántas horas de su diario vivir dedican a la televisión? ¿El domingo pasado cuánto tiempo permanecieron frente al cinescopio o la de plasma? ¿Cuántos libros habrán leído durante el 2011? ¿Y así se escandalizaron ante la ignorancia que exhibió algún atolondrado candidato presidencial? ¿Saben ustedes qué factor los motivó a reaccionar a lo desmesurado? ¡Los medios audiovisuales, sin más! Los analistas:
“No existe la información por la información. Se informa para orientar en determinado sentido a las diversas clases y capas de la sociedad y con el propósito de que esa orientación llegue a expresarse en acciones determinadas. Es decir se informa para dirigir. En ese sentido, el mimetismo de periodismo y política llega a ser total”.
Por otra parte, “el grueso de las ganancias de los ‘medios’ no proviene de la ‘venta de noticias’, sino de las ventas de espacio para otras empresas, principalmente al gobierno. Ellos le darán o negarán subvención mediante publicidad y otras concesiones, en la medida en que prensa escrita, radio y televisión defiendan los intereses de los anunciantes”. Sin más.
“En tanto instrumentos, los ‘medios’ no juegan otro papel que el que les asignen sus dueños. Es así como pueden ser instrumentos de cultura o de incultura, de dominio o de liberación; elementos para unir a un pueblo o para desorganizarlo; para elevarlo o para hundirlo. Es la propiedad sobre el medio de comunicación la que determina al servicio de quiénes éste se coloca, a favor de qué causa, de qué valores, de qué clase social”.
De qué clase social. Mis valedores: ¿calculan ustedes el monto de la inversión que representan el duopolio de TV, una estación de radio o los medios impresos? ¿De qué clase social estarán al servicio? ¿La respuesta no es obvia?
“Al seleccionar las noticias que apoyan su propia política y omitir otras, los ‘medios’ producen en la mente de las masas una impresión totalmente alejada de la verdad, lo cual se realiza dentro de la exactitud más minuciosa para reproducir los hechos. Por interés económico, para privilegiar el de los patrocinadores y someter al usuario, el dueño lo atiborra de nota roja y escándalos, sexo y telenovelas, futbol y todo lo demás que alimenta a las masas sus bajos instintos”.
La manipulación de los ‘medios’ da para mucho más. (Volveré con el tema.)
¿Vicio, enfermedad?
Las víctimas del licor, mis valedores, el fementido que conmigo topó en hueso. En una de mis primeras juventudes (voy en la quinta) unos tragos fueron bastantes para llegar a la conclusión de que conmigo nunca más. Pero bandazos que da la vida: conocí hace algunos ayeres a una que fue mi compañera efímera y que se me desapareció para nunca más. Qué habrá sido de ella, la víctima doliente, me decía, de un marido alcohólico, y qué hacer. A la sota moza la conocí hace algún tiempo, y el tanto de meses hicimos pareja, y aún andaríamos entreverados en recovecos de amor si no hubiesen mediado circunstancias críticas.
La estoy recordando: joven ella, talento y sensibilidad. Hambre de vida. Su abrupto desgajamiento me dejó marchito, vacío, fuera de mí y de este mundo. Si sabré yo de esas mataduras de amores y desamores, encuentros y desencuentros, tiempo y destiempo, compañía y soledad. La separación de los amantes. Trágico.
Que los años del matrimonio con un marido alcohólico eran de espanto; que se quería divorciar. Y qué tan dañada no quedaría, me dijo, que su vida penduleaba del sillón del analista a la sesión de Alanón y Alcohólicos Anónimos. Y aquellas sesiones a las que me presté a acompañarla; la moza y yo presenciamos la catarsis de fardos humanos, ansiedad y angustia soterrada, que a chupetones de café y cigarrito se daban a la jadeante maniobra de drenar el espíritu.
Al final ella (tensión e inestabilidad, tan tensa, tan ansiosa y vulnerable) me jalaba hasta el café, y apenas entrando, al parque público, y apenas llegar, a enfilar a cualquier carretera, y sin alcanzar resuello torcer el rumbo como buscando en el mundo un sitio que no lograba encontrar. Terribles, sí, las secuelas de la convivencia con un alcohólico. Yo, sin embargo, aquella corazonada…
Recuerdo una noche de miércoles en aquel el saloncillo destartalado, tufo a humedad, donde un almácigo de redrojillos humanos, resquebrajada voz, confesaba su arrastrado oficio del diario vivir.
– Me llamo Juan y soy un alcohólico. Media vida me he pasado entre una celda del penal y otra del manicomio. Choques insulínicos y electrochoques. Ustedes dos, los recién llegados, sean bienvenidos.
Y ni como decirle que yo soy abstemio, que conmigo el licor topó en tepetate, y que si acudí al domicilio de Alcohólicos Anónimos fue por acompañar a la víctima de un marido dipsómano. Pasó al frente una joven envejecida, y de cara al exiguo auditorio:
– Mi nombre es María. Soy alcohólica. Al volver en mí entre el perraco y el vómito, ya perdida la noción de mi tiempo de vida me preguntaba: ¿tengo que vivir todavía un día más? Quería aullar…
Y qué de historias patéticas las de esa noche de miércoles; qué testimonios humanos que gañote y criadillas me anudaban y fruncían en la catarsis colectiva de las humanas miserias. Mi compañera, trémula, inquieta ante el ajeno dolor. Yo, el súbito suspirillo mientras hablaba aquel pálido de cotorina color mamey:
– ¿Vivir, seguir vivo? ¡Mi cuerpo se desgajaba por dentro, exigía alcohol, ríos de alcohol! Sobre mí toda la angustia del mundo. Ven, muerte, clamaba yo en vano. Y aquella soledad…
La soledad del que perdió a su amantísima, los chamacos, los amigos, todo. “¡Dios, y así me juras que existes!”
Inquieta, a lo compulsivo, mi compañera intentaba abotonar y desabrochar una blusa sin botones. “Cálmate, mi niña”. El del cigarrito sin encender:
– Mi nombre es Lázaro, y soy un…
La súbita huída de la sota moza y otro incidente más, mañana. (Vale, pues.)
¿Alcahuetes nosotros?
El Tezcatlipoca de temporal, mis valedores. Fue tradición meshica que año con año los mercaderes mercasen un esclavo, y lo aseaban y vestían con ropajes idénticos al dios que el tanto de un año iba a representar, y lo veneraban como al mismo Tezcatlipoca. Este “dios” postizo podía caminar por donde quisiera, pero siempre bajo la vigilancia de doce hombres de guarda para evitar que intentase la huida de su destino al final de la representación divina. (Al actual Tezcatlipoca de ocasión lo cuidan doce también, pero en términos de escuadrones, divisiones, pelotones, un ejército de guardias presidenciales y francotiradores apostados en cada azotea de colonias enteras clausuradas al tránsito de ciudadanos para que amor y veneración de los siervos no vayan a lastimar a su bienamado). Con esa guarda lo dejaban andar por donde quería. (Como aquí, en nuestro Estado laico, a los santos lugares del Verbo Encarnado: la catedral, la basílica, el Vaticano.)
“Tenía este indio el más honrado aposento del templo, donde todos los señores y principales le venían a servir y reverenciar con el aparato que a los grandes, trayéndole de comer y beber (y vaya que en esto del beber…) Al salir por la ciudad iba acompañado de señores y principales, y llevaba una flautilla, y las mujeres salían con sus niños en los brazos y se los ponían delante saludándolo como a un dios (hoy, aquí, las madres corren a refugiarse en su casa y a sus niños los esconden entre sus brazos mientras pasa el Tezcatlipoca sexenal)”.
“De noche le metían en una jaula de recias viguetas porque no se fuese (¿no intentase renunciar?). De mañana lo sacaban y después de darle a comer preciosas viandas poníanle sartales de rosas al cuello (al cuello quisieran algunos colocarle al actual un sartal, pero no de rosas). Salían luego con él por la ciudad, y él iba cantando y bailando”. (¿Efectos del comer y beber?)
“Nueve días antes de la fiesta venían ante él dos viejos muy venerables, y humillándose ante él le decían con una voz muy humilde y baja: “Señor, sabrás que de aquí a nueve días se te acabará este trabajo de bailar y cantar”. Y mirábanle con atención, y si notaban que no andaba con el contento y la alegría que solía, tomaban las navajas del sacrificio y lavaban la sangre humana en ella pegada de los sacrificios pasados, y con aquellas babazas hacían una bebida mezclada con cacao y dábansela a beber, siendo enhechizado con aquel brebaje.
El perpetuo ejercicio de los sacerdotes era incensar a los ídolos y a su representante en ceremonia donde ninguna leña se quemase sino aquélla que ellos mismos traían, y no la podían traer otros sino los diputados para el brasero divino. Y así se llegaba el día de la fiesta.
A media noche tomaban al elegido y sacrificábanle haciendo ofrenda de su corazón a la luna, y después arrojándole al ídolo. Lo alzaban los que lo habían ofrecido, los mercaderes, que ya tenían otro esclavo preparado para la semejanza de su dios”.
Y a esto quería yo llegar. Al inocente, la muerte. ¿Y al Tezcatlipoca que carga sobre sus lomos cientos de miles de muertos y huérfanos, de lagrimas y dolor? Por cuanto a los herederos de la sabiduría indígena, ¿cómo iremos a reaccionar con el Tezcatlipoca impostor a partir del primer día del próximo diciembre? ¿Permitir que se arrope en una alcahueta impunidad? Mis valedores: ese es el destino de quien se niega a pensar: perdón y olvido al que se va y al que llega nuestra esperanza completa. Este es el México de la impunidad. (Lástima.)
Programa Domingo 6 – 15 enero 2012
Programa Domingo 6 correspondiente al 15 de enero del 2012. En este programa el maestro Tomás Mojarro habla acerca del lenguaje.
Taller de Lectura – 15 enero 2012
Taller de lectura correspondiente al 15 enero 2012. En este taller el maestro Tomás Mojarro habla sobre el arte.
La gran ilusión
Las antiguas tradiciones de nuestra raíz indígena, mis valedores. De una de aquellas prometí tratar con ustedes el pasado martes. Y qué a la medida se nos presenta en estos tiempos de crisis y desánimo social, cuando hasta cinco profesionales de la demagogia andan en brama por todos los rumbos de la rosa traficando para su causa en el empeño atraerse a unas masas sociales desencantadas por anteriores demagogos, y con recursos de buena y mala ley (promesas, propuestas, ofrecimientos, lo usual) enfervorizarlas una vez más, como ocurre en este país cada tres y seis años. Es México.
Es el México donde los convenencieros de siempre, con el propósito del medro personal y de clase, tonifican en las masas de siempre una esperanza irracional con el recurso de machacarles una vez más el mismo discurso y la misma retórica, que en eso consiste su lucrativo negocio. Mis valedores:
Vivimos los tiempos del demagogo y el populista, el simulador y el “mesías” experto en engañifas politiqueras. ¿Pues qué, para nosotros nada significan las lecciones que nos enseña la historia? Por ahí acabo de leer que la más elocuente de esas lecciones es que nadie las toma en cuenta. Por cuánto a la realidad objetiva, esta que todos vivimos todos los días, nada cuenta para las masas a la hora de la nueva ilusión. “Pues a mí me late que ahora sí, con este o con esta sí ya la hicimos. Con este o con aquel tendremos un México mejor para todos nosotros, me da la corazonada”. De no creerse, mis valedores.
En fin, que en tiempos aborrascados como el presente vale el esfuerzo de ponderar aquí y ahora la leyenda meshica de aquel individuo que de manera temporal encarnaba al Espejo Ahumado, Tezcatlipoca, con un final que ya quisiéramos tantos para los embusteros de la promesa fallida y la esperanza inútil. ¿Conocerá alguno de ustedes la leyenda del Tezcatlipoca terrenal? ¿Cuál de los cinco será el nuevo diosecillo temporalero?
Relata el cronista que un año antes de la fiesta del dicho Tezcatlipoca compraban los mercaderes un esclavo. (¿Los Servidje, Lorenzo Zambrano, Roberto Hernández de los grandes dineros que por aquel entonces mercaron al esclavo como los actuales al actual?) Mercaban a uno que fuese bien hecho, sin mácula ni señal alguna, así de enfermedad como de herida o golpe (No muy bien hecho en el caso del actual, si nos atenemos a la añeja descripción que de él hizo un Manuel Espino, por aquel entonces presidente del PAN. Por una extraña razón el que mercaron esta vez a cada rato se cae de la bicicleta. Vuelvo a la crónica.)
Al dicho esclavo “lo purificaban lavándolo en el lago que llamaban de los dioses (aquí nunca lograron lavarlo ni lograrán purificar al impuro de nacimiento), y ya habiendo sido purificado le vestían con los ropajes e insignias del ídolo (una especie de banda presidencial) y poníanle el nombre del dios, y andaba todo el año tan honrado y reverenciado como el mismo ídolo (aquí, ni honra ni reverencia, sino todo lo contrario).
El Tezcatlipoca de temporal traía siempre consigo doce hombres de guarda porque no se huyese (al actual doce también, pero en la cuenta de ejércitos, divisiones, escuadrones, pelotones, guardias presidenciales y francotiradores apostados en cada azotea de colonias enteras clausuradas al tránsito de ciudadanos porque al remedo de Tezcatlipoca le nació el capricho de visitar el tanto de diez minutos a las autoridades de la entidad); y con esa guarda le dejaban andar por donde quería.
(La fábula sigue después.)