El Papa, los militares, Pinochet

El Presidente Pinochet ha recibido una misión especial encomendada por Dios (Obispo Sergio Contreras, Sec. Gral. de la Conferencia Episcopal.)

Fue en Chile, mis valedores, donde ocurrió el episodio del Papa y los militares. Si lo recuerdo ahora, casi 16 años después, en vísperas de que el gobierno del Verbo Encarnado reciba a Ratzinger es porque aquí también se arrojó a los militares a cumplir una especie de obediencia debida que ha empañado su imagen ante las masas sociales. México, Chile.

Fue en 1986. Pinochet estaba por recibir a JPII cuando esos militares católicos  expusieron (depusieron) ante el Papa sus escrúpulos de conciencia frente a una  represión que por obediencia debida eran forzados a perpetrar. La denuncia:

Su Santidad: Somos militares chilenos acongojados por profundas contradicciones morales que día a día ponen a prueba nuestra fe; por ello, aprovechando su próxima visita, queremos solicitarle una palabra pública de aliento a nuestras almas.                                                                                                                                                                    Nuestras inquietudes también son conocidas por los Sres. Obispos de la Iglesia Chilena, a quienes han llegado a través de la confesión.

Cuando el mandamiento No matarás es violado en cumplimiento de la Defensa Nacional la culpa se atenúa; ello, sin embargo, nos produce inquietud. Cuando el mismo mandamiento da órdenes que no corresponden al quehacer propio del militar sino a “estados de excepción”, que nos enfrentan a nuestros propios connacionales, creemos que nuestra culpa no se atenúa, y ello nos produce gran amargura.

Cuando los capellanes, más que representantes de la Iglesia llegan a ser representantes de la jerarquía militar y sus mensajes son de justificación de la obediencia ante la arbitrariedad más que un llamado a la conciencia cristiana y a la responsabilidad individual, surge la duda en nuestra conciencia. Cuando hombres de armas, por interés personal o mal entendido sentido del deber,  se tornan torturadores, y nuestros Obispos afirman que no procede la excomunión ni condenan dichas prácticas, nuestra conciencia se rebela. Es demasiada carga tener camaradas de armas torturadores y Pastores que no condenan a los responsables.

A inicios de los 70s a la Iglesia Chilena le preocupó la amenaza que significa un gobierno de inspiración no cristiana. Por eso su influencia a través de Altos Oficiales para influir en el curso de los acontecimientos. El Almirante Ismael Huerta, miembro del Opus Dei, llegó a ser Ministro del Pres. Allende, luego contribuyó a su derrocamiento, y después representó al nuevo gobierno ante la ONU.

Si hoy la ausencia de inspiración cristiana en el gobierno es mayor que entonces, hasta el extremo de haberse producido muertes y exilio de sacerdotes y laicos inocentes, ¿no es legítimo repetir lo que hace 13 años se consideró justo? Su palabra, Santo Padre, será una apreciada luz en el esclarecimiento de nuestras inquietudes”. Firman: Militares católicos.

¿Y? Karol Wojtyla llegó a Chile, bendijo al genocida y años más tarde intercedió para que la justicia británica enviara al represor a la impunidad. Hoy recordé el episodio, pero creo que de sentir algún escrúpulo de conciencia,  los militares de México lograrían ante Ratzinger el alemán exactamente lo mismo que sus colegas chilenos con el Papa polaco: nada. Y ya. (Lástima.)

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