La educación en México

¿Cuál es el dictamen de algunos organismos internacionales, la OCDE entre ellos, respecto a la educación pública que se imparte en nuestro país?  ¿Qué afirma, a su vez, el presidente de México? El pasado miércoles, al poner en marcha cierto programa de Escuelas de Jornada Ampliada, lo afirmó, categórico, el de Los Pinos: En la última década México avanzó de manera inédita en educación.

Para desmentirlo o certificarlo me arrimé a la maestra Graciela Cárdenas,  educadora que ha dedicado su vida a la enseñanza pública en el aula escolar, y que así me responde:

A lo largo de 35 años de trabajo docente en escuelas primarias y secundarias del DF veo la problemática de la educación en nuestro país me doy cuenta de que las situaciones difíciles a las que me enfrenté son cada vez más graves. Como se concluye en el estudio de la OCDE, Organización para la cooperación y el desarrollo económico, el bienestar de los niños mexicanos está muy por debajo del observado en los 34 países que pertenecen a esta organización. De los 45 indicadores evaluados, en 7 de ellos nuestro país ocupó el último lugar, como son los relacionados con la atención médica y mortalidad infantil, oportunidades de estudio, aprovechamiento escolar, embarazos de menores e inequidad social.

Tomando en cuenta que la construcción de la inteligencia se basa en la combinación de la genética y el medio ambiente, podemos comprobar que con estos indicadores no tenemos buenas expectativas para su desarrollo. Empezamos con números negativos, y los maestros no estamos preparados para revertir esta situación social adversa, aparte de que contamos con escaso apoyo institucional.

Hay que agregar, además, la violencia social en la que se encuentra México. Según el estudio mencionado, más de 700 niños son asesinados al año; 3.5 millones de menores trabajan para ayudar al gasto familiar; hay niños involucrados en más del 70 por ciento de los hechos delictivos; la tasa de suicidios de niños se ha duplicado en 20 años y 21 millones de ellos viven en la pobreza extrema.

Por otra parte, la violencia social se refleja en los alumnos en formas diversas que van desde depresión, ansiedad, falta de atención y desinterés por aprender, hasta conductas de agresiones verbales y físicas que llegan a causar daños graves. La falta de preparación del maestro para atender estos conflictos provoca  que se agraven aún más, pues en la mayoría de las veces se  recurre al castigo o a la expulsión en lugar de aplicar medidas que demuestren la forma racional de solucionarlos.

Tocante a indicadores relacionados con la familia también tenemos datos negativos: uno de cada 10 niños no cuenta con el material necesario en su casa para hacer la tarea. Tenemos la tasa más alta de desnutrición infantil entre las naciones de la  OCDE, y nuestro país ocupa el primer lugar en violencia física, abuso sexual y homicidios de menores de 14 años a manos de sus padres.

Como en las familias existen carencias culturales muy graves, la limitación en el lenguaje impide la comunicación clara de sus ideas y, por desgracia, los maestros somos también el resultado de esa sociedad, de esas familias y de esas escuelas. Es por ello que sólo podemos transmitir eso mismo que aprendimos, aunque hay quienes, conscientes de esas carencias, buscan opciones para superarlas. La necesidad de preparación continua para docentes se realiza a través de cursos de actualización que anteriormente se impartían los sábados o en vacaciones. Hoy día…

(Esto sigue mañana.)