De Ladito…

Del rito de los afeites hablé a ustedes ayer, y de que la tarde del pasado martes, desde mi cuarto de baño pude observar la escenilla doméstica de doña Queta, Kati o Kity, sesenta años corridos, que en su habitación del depto. 24 se maquillaba antes de irse al festejo de su cumpleaños. Don Evaristo, impaciente, repasando en el diario noticias del Revolucionario Ins. y su dirigente, Beatriz Paredes, aguardaba el final del maquillaje. ‘Ya nomás las postizas». Las pestañas. Y doña Queta, Kati o Kity ya agarraba la colaloca o algún otro pegamento, y ya pepenaba el gusanito peludo, y ya se lo colocaba en el filo del párpado (La boca así, miren, abierta y torcida para este lado), tomaba las pinzas (de rizar), y venga el Rommel. El rímel, más bien..

– ¿Cuál te gusta más, viejo? ¿El negro o el violeta?

El sombreado de los párpados. «Ay, condenada ceja, ya me quedó estilo Irma Tigresa. Ora tendré que tiznarme un como lunar…»

Y a empalmarse dos capas de rubor, dos manos de bilé y ojeras de tizne en las ojeras del pellejo. Y sácate las tijerillas. «Ya mero me prestas tu navaja de rasurar. Condenados pelos». Los de las verrugas. Cortado quedó el escobillón cerdoso; un poco de sombra y la verruga se convirtió en «ese lunar que tienes, cielito lindo…»

– Esta mini, mira: ¿al agacharme se me alcanzar a ver?

– Animas, mujer, hasta qué horas. Impaciente, Don Evaristo siguió leyendo el periódico, que a doble plana contenía apenas el volumen de una Beatriz Paredes que a 2 mil decibeles: «¡No caigamos en las suspicacias que pretenden congelar la política en polarizaciones enclaustradas sin posibilidad de hablar..!»

– Viejo, ¿soy hermosa todavía?

– Claro, mujer, sólo que ahora te lleva más tiempo…

(Asqueroso machín.) Y venga ese juego de anillos, y esos aretes. Unos golpecitos en el mentón para disimular la papada, y a parpadear para abrillantar la pupila. «Ay, condenadas patas…»
– Son los juanetes. Cambíate de zapatos.

– Las patas de gallo. Ya me puse sombras, pero sombras nada más.

Y ahí el pincel de labios, y la escobilla, el pankake, y fuera tubos, y a peinarse a lo juvenil. A sus años. Don Evaristo se quedó observándola, meneó la testa, se la rascó, suspiró. «¿Y los bifocales, mujer?»

– Ay, no, qué te pasa. Tengo vista de águila Viejo, ¿me las retocas?

– Te las acabaría de magullar.

– Mis cejas, porque la izquierda me quedó como de Calderón, qué asco. Viejo, tu mano en el corazón: ¿crees que todavía estoy de buen ver..?

Y fue ahí, mis valedores. Ahí fue. Don Evaristo contempló lo que la fragorosa batalla con cremas y polvos, pinzas y pinceles, había logrado en el rostro de la matrona. Luego, ironías y sarcasmos, se puso de pie, se alzó frente a los afanes de doña Kati por volverse medio siglo más joven.

– ¿Verdá que gordis y todo todavía puedo? Total, que para disimular las reumas y demás achaques todo es ponerme así, de ladito…

– Claro que puedes, mujer, con tan sólo ponerte de ladito. ¿No pudo la Chayo Robles con sólo ponerse de ladito, o sea el fleco, salir limpia de los desvíos de recursos públicos para la compra del departamento de lujo? ¿No pudo la Gordillo, con tan sólo ponerse de ladito, la ideología, poner de ladito el 3o. Constitucional? ¿No pudo Nuestra Señora de las Cabañas, (las de Los Pinos) salir forrada y forrar al segundo marido, y a los Bribiesca, los Sahagún y demás asahagunes? Si a enjarradas de maquillaje pueden los Montiel y demás bandidazos quedar como sonrosados bibelotes en tanto que Peña Nieto, su antiguo achichincle, se les pone de ladito mientras jura acabar con la corrupción, ¿por qué no ibas a poder tú con tan sólo ponerte así, de ladito? Los Azuela de la Suprema Cort(a) y los Ugalde del IFE y del TRIFE, ¿no impusieron al chaparrito, peloncito, etc., con tan sólo ponerse de ladito? Si Beatriz Paredes asegura que puede reestructurar al Revolucionario Ins., pero a fondo, ¿por qué tú no vas a poder? Oye cómo insinúa que se le va a poder de ladito al de Los Pinos y al resto del Sistema de Poder, pragmática utilitarista que no fuera:

Tengo disposición al diálogo con el gobierno federal, lo que implica declinación o entrega, sino civilidad política y certidumbre de integridad. Semejante cinismo encubierto, ¿no es ponérseles de ladito? ¿Tú qué opinas, mujer?

– ¡Bravo, don Eva! Y aplaudí, pero válgame: para alcanzar el ventanuco me había tenido que trepar sobre una cubeta, un banco y mi nica azul, y me sostenía asido a dos manos al fierro (del travesaño). Así, al aplauso perdí el equilibrio y friégale, en el mero… (Sana, sana.)

Eva y su esposa

Esta vez la mujer y el rito de los afeites. Y a propósito, mis valedores-, ¿habrá presenciado alguno de ustedes esa liturgia del maquillaje que ofician cada día y el otro también tantas de las tantas matronas que se arropan en la penumbra de los sesenta, sesenta y cinco de su florida edad? Yo sí. Lo presencié ayer mismo. Fue al parpadear de la tarde, y ocurrió así:

El baño de mi depto. da al dormitorio de mis vecinos del 24, pared con pared, de tal modo que con facilidad pude presenciar la escenilla que ocurría entre don Evaristo Cervera o Corcuera y su estimable consorte, una doña Queta, Kati o Kity, que por ahí va el diminutivo. Esto pude lograrlo con sólo pegar conta el muro una cubeta y encima de ella colocar un taburetito, y como remate mi nica azul. Después; a lo equilibrista, treparme afianzándome de la cortina de plástico, y en el ventanuco del baño, una especie de ojo de buey, este güey abrir sus dos ojos, y ahí me tienen ustedes, fisgoneando el dormitorio de mis vecinos, el susodicho don Evaristo y su robusta consorte, sesenta años de edad. Corridos. Pero no, qué decepción, lástima de fatigas y riesgos para alcanzar el vantanillo: ninguna escena sicalíptica, sino…

A ver. Varón de sesenta y tantos ayeres con uno que otro anteayer, don Evaristo se advierte todavía enterizo, apretado de vigor y con una cierta ironía que le rebrinca, manada de chivos, en las pupilas. Doña Queta, Kati o Kity, sesentona también, acostumbra andar siempre muy relujada, emperifollada, luciendo mallones y esos trapos muy a la moda de Tepis Company, con galas y afeites que una sota moza de 25 ayeres menos que doña Kity luciría muy bien. Pero Kitis vemos… (Ándale, macho que no fueras.)

¿A dónde y a qué se dispondrían a salir don Evaristo y su señora consorte, la tarde de ayer? ¿A la partida de baraja? ¿A alguna recepción, un bautizo, unos quince años? ¿A alguna despedida de soltera, que los picados de pocho denominan shower, parando la jeta de mestizo tropical..?

– Apúrate, o tu cena de cumpleaños nos la merendamos en la madrugada.

Ah, cena de cumpleaños. Yo, desde la ventanuca del baño observaba a aquel cacho de habitación, donde doña Queta, Kati o Kity, frente a la luna (la del tocador) ponía sus dos (ojos) y luego ponía sus cinco (sentidos, con el sexto de toda mujer) en el ritual del maquillaje; un ritual que se prolongaba lento, moroso, con cuidado sumo y minuciosidad.

– Eva, ¿crees que esta me las alcance a disimular, o séase las lonjas?

¿Eva? ¿Doméstica nueva? ¡Que hayan despedido a mi Martina..!

– ¿Me las disimula, Eva? -Resoplaba al rigor de la faja, que resoplaba al rigor de unas lonjas que, pecando de sinceras, no se dejaban disimular a lo hipócrita.

«¿Cómo ves, se me ve de avispa? ¡Eva, que vengas a vérmela, Evaristo!

Ah, Eva era él, que ya con traje de gala y corbata de moño jo tenía abierto, el matutino, que abierto y todo, a doble plana y entre pujidos mal alcanzaba alojar a todo lo largo (¡a todo lo ancho!) a Beatriz Paredes.

– Creo que el chiquito negro no me favorece, ¿tú qué dices? ¿Cómo me lo ves desde ahí, viejo? ¿O me pongo el caladito color carne que me regaló El Valedor, quiero decir: que compré en San Antonio?

El cual viejo la alzó, la vista, la arrugó, la frente, lo frunció, el ceño, la meneó, la testa, y volvió al matutino, donde Beatriz, resoplando, clamaba: «Algunas voces me preguntan: ¿crees que el PRI de veras puede cambiar? ¡Claro que lo creo..!»

– Creo que me voy a poner este otro brasierito. Me deja el 60 por ciento de fuera, pero me levanta más, ¿no crees, Eva? Como que va más con mi personalidad, ¿no, viejo?

Una personalidad, pienso, total y definitivamente castigada por el padrecito Cronos, padre cruel que así nos (mal)trata a tantos. Y sí, por disimular lo fruncido de la piel, ahora se enjareta (doña Kity, no el padre Cronos) hasta docena y media de pulseras de oro y plata casados, imitación plástico, y en el pescuezo una mascada de colorines y ese suéter de cuello de tortuga al que se le había impuesto la misión imposible de disimular el cuello de tortuga de doña Kati. La cual, en plena labor de tlapalería (macho que no fueras), la arremetió contra la fachada, y aquellos polvos en pleno rostro.

– ¿Tú crees que dos manos de panquéic sean sufic?

– ¡Ándale, mujer, que es tardísimo! Voy a tener que rasurarme otra vez.

– Es que estas condenadas postizas… ¿Postizas? ¿Cuáles postizas? Ah, las pestañas. Y ya agarra la colaloca, o el colalés, o lo que sea que sirve para pegar postizas, y ya pepena el gusanito peludo, y ya se lo coloca en el filo del párpado (la noca así, abierta y medio torcida, miren), y ya se toma las pinzas de rizar, y venga el rommerl (el rimel, más propiamente, y a enjarrar de sombras los… (Mañana.)

Si Cristo bajara a la tierra…

?l, seguramente, volverla a empuñar el látigo para expulsar del templo a los mercaderes, esos vendedores ambulantes que se han apoderado del atrio de la basílica. (Dirigente del comercio establecido.)

Los ambulantes, mis valedores, esos beneméritos buscavidas de la vía pública, por más que se han convertido en toda una plaga para la ciudad, porque en su provecho y en perjuicio del resto de los que en ella vivimos han terminado por privatizar la vía pública Siniestro.

¡Esas mafias del ambulantaje, que se engullen la ciudad y de ella se mantienen mientras mantienen a raya las instancias legales, faltas éstas de unos «elementos» en su lugar con qué dar a valer la ley! El Centro Histórico, La Merced, las estaciones y vagones del metro. Que si le vale diez pesos porque le contiene, y que son-treinta éxitos del ayer, y que si…

Ah, los vociferantes del «le vale diez pesos». Ah, de las mafias y los torvos intereses que mueven a las tales mafias. Ah, esos dirigentes que desde los tiempos de Manuel Camacho el regente hasta los perredistas cupulares Padierna y congéneres manipulan las mafias de Alejandra Barrios, y la Sánchez Rico, Magdalena Acuña, Marisela Sánchez, El Cari, Roberto López, Edgar López Nájera y tantos más. A propósito, fue en la tertulia de anoche cuando tomó la palabra el maestro, y a la letra dijo: – Va aquí, contertulios, el retrato hablado de esos que desde hace décadas vienen mangoneando tales mafias; sus principios, valores, lealtades y perfil psicológico. Remontémonos al año de 1997. En Los Pinos, Zedillo, y en la regencia del DF el hoy profugo Espinosa Villarreal.

«A pesar del Programa de Reordenamiento del Comercio en Vía Pública, el gobierno capitalino reconoce que las negociaciones con los líderes de los ambulantes se estancaron y se dejó de pagar el derecho de vía. Espera lograrlo con este plan: por cada 200 ambulantes habrá un verificador, por cada 12 verificadores existirá un supervisor, y por encima de la pirámide un coordinador general. Asi quedará resuelto el problema de los vendedores ambulantes». Han pasado 10 años, y tres mediocres por Los Pinos, ¿y..? ¿Qué les parece? Y sigo. Enero de 1997.

«Son casi 20 mil los votos de otros tantos vendedores ambulantes de Alejandra Barrios, que se declara abiertamente priista y dispuesta a apoyar al candidato que postule el PRI al gobierno del DF. Silvia Sánchez Rico, que controla a más de 10 mil ambulantes, aparece en la lista de distinguidos priístas. Eso soy. La Merced es del PRI y sólo apoya a Del Mazo. Así como impedimos el acto panista de Castillo Peraza, obstaculizaremos lo que pretendan hacer los demás candidatos…»

Y la hoja volante: «Compañeros de la vía pública, esto es lo que nos ofrecen: Limpiaré la vía pública de los ambulantes y vendedores de la calle, Carlos Castillo (PAN). Terminaré con los ambulantes porque sólo venden lo que se roban de los tráilers, Cuauhtémoc Cárdenas (PRD). Prefiero cien mil comerciantes en la vía pública, que cien mil delincuentes en la calle, Alfredo Del Mazo (PRI). Nos decidimos por quien nos comprende». Y la Sánchez Rico: «Es inimaginable un triunfo del PRD. No va a ganar, no tiene caso pensar cómo trabajaríamos con Cárdenas en el gobierno, eso es imposible, tiene que ganar el PRI».

En eso, ¡Cárdenas, el favorito! Y entonces: «Reconoce la Barrios que sus afiliados dejan el PRI. La derrota de Del Mazo, afirma, ninguna pérdida para los ambulantes priístas: Cárdenas va a eliminar la represión y la persecución policíaca en contra de nosotros. El PRI, en cambio, tiene el vicio de repetir y repetir a los mismos que están, y a nosotros nunca nos tomó en cuenta. A las camionetas de la delegación les entregamos semanalmente 320 mil pesos, tanto como que damos a nuestro líder. Si es necesario cambiar de bandera, los ambulantes se van a otro partido…»

Julio de 1997: ¡Los ambulantes, todos con Cuauhtémoc! ‘Yo pongo a su disposición todos los míos», proclama la Barrios. Frente a las fotos de Oscar Espinosa, Manuel Camacho, Aguilera, Roberto Campa y Enrique Jackson, sus protectores del PRI, la Sánchez Rico: «Al son que nos toquen bailamos». Pútrido. Y llegaron las elecciones del 2 mil, y la Barrios, Chavarría y Hernández Rico ofrecieron su apoyo al priísta Silva Herzog: «Lució ésta en el evento rodeada de guaruras y jurando que trabajará para que el PRI recupere el gobierno del DF. A gritos llamaba al candidato: ¡Silva, amigo, Silvia está contigo!» ¿Cómo ven, contertulios?

Logreras y ventajistas. Ayer ¿a quién se las dieron? Mañana, ¿a quién se las andarán dando? Su lealtad y sus cuotas. (A saber.)

Canción de cuna

Esa canción que la madre modula a media voz en tanto se filtra, por la ventana entreabierta, la luna llena Allá, en los bajíos de la comba tenebra, de repente desflórase aquel silencioso desparramadero de estrellas errantes. La canción de cuna-Erase que se era, allá en tiempos y regiones de los sueños color de rosa -rosa mexicano- un reino feliz, y en el reino feliz un caserío más feliz todavía, al que solían llamar cariñosamente ciudad perdida Si, un caserío de magia y encantamiento, que en techos y muros cantaba a la chispa de la vida e invitaba a gozar del mundo de Marlboro. Qué bien.

Y ocurrió, mis valedores, que en uno dPais de las Maravillase aquellos hogares color de rosa rosa mexicano, cierta noche de principios de marzo dormitaba un tierno infante, querubín como trazado a la imaginación de Disney: vientre color de rosa, rebosante de esos bichitos color de rosa rosa mexicano, que se crían en el reino waldisneysiano del mundo cristiano, libre y occidental: amibas, lombrices, solitaria salmonelas, estafilococos. Poéticos nombres…

He aquí al querube, removiéndose en esa su cuna, adorable muestra de la artesanía popular: un huacal aguacatero forrado con páginas cuic, las de la gente bonita Y qué palidez marfilínea en la piel del querube, que a dos pulmones berrea «¡Cuña, cuña..!»

En eso, que entra al castillo el rey del hogar, y que al llanto del heredero -heredero de la deuda externa- se descarga del negocio que lo trajo de esquina a esquina durante el día una caja espumeante de chicles, clínex, aguacates sin semilla y ejemplares del Diario Oficial. En su huacal, desmorecido, el santo querube: «¡Cuñá, cuñá..!»

– Por qué llora el niño.

– ¡Cuñá, cuñá..!

– ¿Los cólicos, mi hijo? ¿Las pulgas, las chinches, la chinche hambre?

– ¡Cuñá, cuñá, cuñá..!, el serafín redobla sus lloros.

– Ya sé. Para que mi niño se duerma le voy a contar un cuento de cuna – bueno, de huacal.

Y ahí, en el silencio de la noche tercer-mundista, la voz abrojuda del paisa tartajea el cuento infantil. Y qué prodigios obra la magia de un buen cuento de hadas: el bibelot de viva carne comienza a acallar sus lloros, y amainando el hipar, a entrecerrar los párpados. La voz del paisa tórnase tenue, sutil, hasta que., lástima

Lástima sí, porque ahí entra al cuartucho la compañera del paisa, o sea la reina del castillo, en sus manos las ropas del lavadero, ropas ajenas.

– Pero viejo, qué le están contando a mi criatura Para eso están Perrault, Andersen, los relatos de la abuela pero tú, leyéndole ese cuento que acaba de ventosearnos uno chaparrito, jetoncito, peloncito, de lentes…

– Se durmió, ¿no?

– Pero ese cuento puede dañarlo. Las pesadillas, imagínate.

– Se durmió, ¿sí o no?

Sh… Y lo que tenía que ocurrir: a la voz destemplada del paisa, la criatura entreabrió los párpados y… «¡Cuñá, cuñá..!», con todo el desconsuelo del topetazo con la realidad, porque ha vuelto a darse el testerazo contra el hambre, el cólico, los bichos, la realidad de este raigón cariado del mundo cristiano, libre y occidental. «¿Ves, mujer, lo que hicieron tus escrúpulos?»

– Ese es un cuento para arrullar mediocres domesticados, no una pobre criatura que qué culpa tiene..

– Se había dormido, ¿no? Va otra vez, y a ver si no interrumpes. Oye el cuento, mi hijo: «Pase lo que pase en otras partes del mundo, México tiene las mejores condiciones para despegar en este siglo XXI. El país tiene orden en las finanzas públicas, en el sistema financiero, y por eso nuestra economía es una economía fuerte y segura. Hemos consolidado la estabilidad macroeconómica El fantasma de crisis o vulnerabilidad está fuera de radar. ¡México es la envidia de países emergentes..!»

– Síguele, viejo, que ya vas aturdiéndolo, y que Dios te perdone.Calderon

– Sigo, pues. «Niños jornaleros. Trabajan de sol a sol».

¿De sol a qué? Y ahí el chillido, el alarido de tierno querube ‘Miles de niños padecen abusos, desnutrición y analfabetismo».

– Viejo, pon más cuidado. Después del cuento de Calderón te seguiste de filo con la noticia de la realidad nacional.

– Válgame Es que como todo está en la misma página..

Es noche cerrada en el reino de magia y encantamiento que nombran ciudad perdida noche lacerada a los alaridos del querubín. Y qué hacer. ¡Calderón, otro cuento, que el angelito no cesa de llorar! (Cuñá…)

¡El profeta no debe callar..!

Ese fue el grito, arrogante y desmesurado, que en la misa dominical de hace tres años pegó Norberto Rivera,Norberto Rivera cardenal, como protesta contra una opinión pública que se encrespó con la amenaza de excomunión para fabricantes, promotores y consumidores de la pildora anticonceptiva «del siguiente día». En la tormenta que provocó el alto clero, el cardenal clamó al cielo: «¡El profeta no debe callar aunque su palabra sea desagradable..!»

– ¿Que qué? ¿Oyeron eso? -se escandalizó don Tintoreto-. Norberto Rivera, ¿profeta? ¿Al nivel de Isaías, Jeremías y Ezequiel? Qué poca…

«El profeta no debe callar» inflamó los hígados y encendió ánimos, fobias, pasiones y animadversiones en la tertulia de Cádiz. Oí (en mi mente se alzaba, majestad e iracundia, Isaías) que una rabiosa tía Conchis se desfondaba: «¡Ya ni las cuaja el tal reverendo! ¿Profeta él? Si ese es profeta yo soy Niurka, me cái.»

A cuántos de esos herejes, pensé, les estará cayendo fulminante excomunión de Rivera. Ahí la voz del maestro, en la diestra el volumen donde Erich Fromm marca la distancia, inconmensurable, que va de todo un profeta a un simple sacerdote de cualquier religión: «Las ideas sólo habrán de producir un verdadero efecto hasta llegar a transformarnos, contertulios, si son vividas por quien las predica, si las encarna. Que, siendo humilde, predique la humildad y la pobreza siendo pobre, como Jesús. La nula eficacia de la prédica sacerdotal se exhibe en la conducta individual y colectiva de los mexicanos. Obsérvenla: descomposición y ausencia de principios éticos y valores morales. ¿En dónde el origen de esta decadencia social? No, por cierto la escasez de sermones, fervorines y homilías; no porque falten las multitudinarias encerronas en estadios futboleros donde, de la media cancha al manchón de tiro penal, muchedumbres delirantes oficien, con sus sacerdotes, la misa, el rosario, el triduo, el Tedeum. Las visitas del papa, contertulios, ¿elevaron un milímetro los noveles ético y moral del México siempre fiel..

– No, y el fregadal de santos y beatos que milagrosamente, como rosas en el erial o espinillas en los cachetes del adolescente, rebrotan en el santoral cimarrón –La tía Conchis-, ¿de algo han servido para acercar a esta comunidad al amor de Dios y del prójimo? Con sus hechos, no sólo en el ceremonial.

– Y qué distancia abismal entre profetas de verdad y los Norbertos que arrogan tal título. Dice Fromm que muchos sacerdotes de la comunidad, pero ningún profeta. Estos (Cristo, Sócrates, Buda) predican el amor, la verdad, la justicia, la libertad; sus doctrinas transformaron el mundo, lo que no logran los sacerdotes con esas mismas doctrinas. ¿La razón? Porque el profeta predica con el ejemplo y el sacerdote toma las enseñanzas del profeta y las repite como fórmulas sin sustancia, y entonces en dónde el poder transformador de esas ideas. ¿Los creyentes de la doctrina católica serán impelidos a mejorar su conducta cuando un Rivera reaccionario y yunquero, cuyos intereses se contraponen a los de sus feligreses, les habla de la religión, o un Onésimo golfista y obispo en sus ratos perdidos predique bondades de la pobreza y la humildad, o hablen de castidad de los pedófilos padrecitos Maciel? Los resultados: una sociedad tan aquerenciada con el rito como divorciada de la esencia evangélica. Contertulios:

Los profetas vivieron lo que predicaban. No buscaron el poder; lo evitaron. ¡No buscaron ni siquiera el poder ser profetas! Los poderosos los impresionaban. Ellos dijeron la verdad aunque decirla los condujera a la cárcel, el ostracismo, la muerte. Enfrentados al riesgo, respondieron a la comunidad porque se sabían responsables; lo que a la comunidad le ocurría les ocurría a ellos, y dijeron y vivieron la verdad. No quisieron ser profetas. Fueron. Sólo los falsos profetas ambicionan el título de profetas. Buda vivió sus enseñanzas; Cristo se encarnó; Sócrates murió congruente con sus ideas, y dejaron una huella profunda en la especie humana porque su idea se encarnó en esos que aparecen de tarde en tarde en la historia de la humanidad y mueren dejando un mensaje en esos millones en quienes se torna entrañable.»

¿Los sacerdotes? Por afanes de dominio y control de las masas se aprovechan de las doctrinas de quienes con ellas transformaron su tiempo y su mundo. Los profetas viven sus ideas; los sacerdotes las administran a la gente, pero en su boca se perdieron la vitalidad y se tornaron formula muerta. Los sacerdotes confunden a la gente al proclamarse sucesores del profeta y afirmar que viven lo que predican. Cualquiera deberla advertir el embuste, ya que entre prédica y formas de vida hay una distancia abismal. Pero la «gran masa» ha sido sometida a un muy efectivo lavado de cerebro, y cree en la prédica de sus sacerdotes, tos mira congruentes con las ideas que predican. Es por eso que esta sociedad está tan, pero tan… (¿Dios!)

Piedra de escándalo

Eso es, a ojos de ateos y creyentes, el cardenal Norberto Rivera, arzobispo primado de México, quien publica en su vocero oficial, Desde la fe:

Los acusadores de casos diversos de pederastía son apoyados por algunos medios informativos sin escrúpulos, que no pueden ocultar su odio a la Iglesia Católica…

Habló el maestro de la tertulia de anoche: «No, no, señor cardenal, un momento. Esa rampa verbal es obvia para el conocedor, y que se nombra «desubicación». Es usted, no la Iglesia Católica, quien ha colocado en el banquillo de acusados. No intente levantarse de tan incómodo asiento y colocar a la Iglesia en el banquillo que sólo a usted le corresponde».

Sí, ese Norberto Rivera, cardenal «provida», que hace tres años miraba la paja en el ojo de una Secretaría de Salud encabezada no por el reaccionario actual, sino por el benemérito doctor Julio Frenk. Recuerdo que en su sermón dominical Rivera chicoteó a punta de anatemas y excomuniones a productores, promotores y millares de mujeres que consumían, consumen y van a seguir consumiendo la pildora para un día después que, según el cardenal, «tiene la clara intención de matar a un ser humano y que el asesinato se consume». Piedra de escándalo el cardenal, cuya respuesta a la pildora anticonceptiva fue y ha sido motejada de, cuando menos, reaccionaria, medieval e inquisitorial. Contraatacó Norberto Rivera:

¡El profeta no debe callar aunque su palabra sea desagradable..!

La frase, leída por el maestro en la tertulia de la noche siguiente, escandalizó y levantó entre los vecinos de Cádiz, el edificio, pasiones e hinchazón de hígados: «¿Que qué? –La Maconda, neopanista y adoradora de Calderón-. Yo no hago ronda con réprobos». Y la viuda de Vélez huyó por esa puerta El joven juguero- «¿oyeron eso? El alto clero católico, ¿profeta? ¿Los Riveras, Godínez, y Onésimos al nivel de Isaías, Jeremías y Ezequiel? Que no frieguen Perdón por la palabrota, quise decir: que no zinguen».

Profetas y sacerdotes.. Ahí habló el maestro: «Patético estado el de la sociedad actual, huérfana de valores; tan carente de profetas cuanto sobrada de sacerdotes, homilías, ritos y ceremonias de cualquier religión, lo que no evita en las masas una falta absoluta de valores, principios y convicciones. México, contertulios, recibió el tanto de cinco veces, en éxtasis y en delirio, a Juan Pablo II. ¿Y? ¿Mejoró el tanto del filo de esta uña la moral personal de los mexicanos? La conducta social, ¿registró alguna mejoría? Concentraciones multitudinarias, horneadas de nuevos beatos y santos, celebraciones de rosarios y misas ante muchedumbres en éxtasis; ¿esos alardes de religiosidad se han reflejado en la moral pública, en valores de civilidad y caminos de . tolerancia, en amor al prójimo..?

– Don Tintoreto: «Bueno, ¿pero cuál es la diferencia entre el profeta y el sacerdote, sea miserito, de misa y olla, o sea cardenal?»

El maestro abrió el libro aquel cuyo autor resultó ser Erich Fromm, que ubica a profetas y sacerdotes. En silencio escuchamos al maestro glosar la tesis del psicólogo: En nuestro mundo nunca antes como hoy se había difundido el conocimiento de las grandes ideas generadas por el entendimiento del hombre, y de ejemplos apronta los nombres de los supremos: Cristo, Platón, Buda, Aristóteles, cuyas ideas transformaron su mundo y que en la actualidad son difundidas en sermones y cátedras, y conocidas por millones en todo el mundo. Qué bien

Qué mal, rectificó; qué mal, porque nunca como hoy tales ideas resultaron más infructuosas; porque las sociedades del mundo actual se manejan al puro egoísmo, y se predica la democracia mientras se empobrece a las mayorías, al tiempo que masacres como las de Irak y El Líbano podrían empalidecer ante la nota roja de este país: ¿Cómo explicar la discrepancia?

Fácil. Las ideas no influyen profundamente en el ente humano cuando sólo se las enseña en el púlpito o en la universidad como ideas, como teorías, como pensamientos. Así expuestas, las nuevas ideas suplen a las anteriores, los nuevos pensamientos a los predecesores, y a las viejas palabras, las nuevas y novedosas. Pero hasta ahí. Y es claro: cómo pudiera ser de otra forma, cuando es empresa casi imposible que un hombre sea movido, transformado, sólo por ideas; que a base de puras ideas llegue hasta la almendra de la verdad. Porque para que en ese humano, o en esa sociedad, se opere la pretendida transformación, es necesario que supere resistencias de inercia profundamente arraigadas; es preciso que venza el miedo al error «o el miedo a apartarse del rebaño». Ser un desplazado, pues. Y es esta una empresa difícil, porque sólo familiarizarse con otras ideas no es bastante, por más sólidas y correctas que sean (Sigo mañana.)

Tenebra y horror…

Los monstruos que en los terrenos anchurosos y fértiles de la literatura universal ha concebido la corriente gótica mis valedores: El hombre lobo, Frankenstein, Drácula y tantas aberraciones más que por vía de ejemplo y por que nos miremos, conozcamos y reconozcamos en ese espejo distorsionado que es el del arte, ha logrado imaginar el fabulador para luego aprontarnos semejantes engendros de una madre Natura cuyas leyes se atrevieron a desafiar. Macabro.

Una de estas criaturas de la noche es la que describe R.L Stevenson en El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. ¿Conocen ustedes la novela? ¿Vieron la película? Sí, la de aquel sabio humanista que logra sintetizar cierta pócima con la que, al ingerirla, se metamorfosea en el abominable Mr. Hyde, que al arropo de las sombras, de la niebla y de los callejones umbríos, se arroja a perpetrar crímenes abominables, hasta que a los clarores del alba regresa al hogar, cambia su indumentaria y torna a aparecer como el sabio humanista dedicado a hacer el bien. ¿Su simbología.?

Obvia para quien sabe desentrañar los símbolos: en todos nosotros conviven en pugna permanente dos hemisferios: el del luminoso doctor Jekyll y el del tenebroso Mr. Hyde; en nosotros está el estimular los naturales instintos hacia el bien o hacia su contraparte. Porque, mis valedores, según el moderno conocimiento del hombre, ningún humano nació bueno, ni malos algunos más. Es dentro de casa individuo, único e irrepetible, donde se incuban los instintos, los deseos, las pasiones y los sentimientos, materia prima para la bondad o el reverso, aún más de nosotros, poseedores del libre albedrío, depende que predominen estas o estas otras tendencias. El doctor Jekyll. Mr. Hyde.

Personaje del XVII, sabio estudioso de los campos del bien y del mal que integran y dividen la naturaleza, la investigación del doctor lo condujo a la percepción de sus dos personalidades en lucha «Digo dos porque el estado actual de mis conocimientos no va más allá». ¿Cuál habría de prevalecer? Y el horror: la pócima anulaba la personalidad humanista consagrado a aliviar la miseria y el sufrimiento de los demás, y desataba aquel monstruo aberrante, Mr. Hyde. (Tiempo después, a la certeza espantable de que iba siendo dominado por el «yo» criminal, el sabio apelaría a la autodestrucción. Trágico.)

Y allá va Mr. Hyde, calle adelante bajo las nieblas nocturnas, a saciar unos desatados instintos de sangre y destrucción. Horas más tarde ahí, en su consultorio, un exhausto, agónico Dr. Jekyll, va a comprobar, aterrado, que el monstruo surge a voluntad y que no hay pócima que lo detenga Aquí, con un parche que lo afea, (parche de mi invención), va un retazo de la carta en la que, después de muerto, confiesa a su amigo mister Utterson la doble personalidad y la doble vida que finalmente lo llevó a la muerte por propia mano:

«Cuando hube ingerido la pócima fui presa de los más terribles tormentos: un crujir de huesos, una náusea mortal y un horror de espíritu que no podría ser superado ni en la misma hora del nacimiento o la muerte. Esta agonía pronto comenzó a pasar y, como quien sale de una grave enfermedad, me fui recobrando. Los placeres que busqué, así disfrazado, fueron indignos; en manos de Hyde pronto comenzaron a derivar hacia lo monstruoso; cuando regresaba de mis excursiones me hundía en el asombro ante mi propia depravación. Yo, en mi personalidad de Mr. Hyde, era maligno y depravado; con bestial avidez libaba el placer de cualquier grado de tortura que infería a mi víctima Después volvía a mis buenas cualidades como el Dr. Jekyll...

Yo, aterrorizado, comprobaba la forma en que el horroroso Mr. Hyde se iba imponiendo al humanista Dr Jekyll. Espantado, en unas horas de lucidez hice el balance de la ya disminuida presencia del Dr. Jekyll frente al perverso Hyde. Ya no se trataba de simples ataques a los desvelados que tornaban a casa Ya no era sólo asesinar a bastonazos a Sir Danvers Carew, que tuvo la mala suerte de toparse conmigo, yo, como Mr. Hyde; ya no era sólo asaltar y violar doncellas, desgarrarlas con sádico placer. No.

Todo hubiera sido como eso, pero no. Esta madrugada, al volver de mis criminales correrías, logré calma bastante para reflexionar: ya no sólo asaltos; ya nomás derramar sangre de niños y ancianos y violar mujeres a las que luego asesinaba; no es por tales crímenes que he decidido arrancarme la vida Con las últimas reservas de vergüenza y dignidad que restan al Dr. Jekyll preparo el veneno que destruirá, con el humanista, al monstruoso Mr. Hyde. ¡Porque ahora descubro yo (¡sí, yo!), en mi nefanda personalidad, auxilié con toda eficacia a un cierto Mr. Hyde Fox, ex-gerente de la Coca-Cola (¡horror!) y 2o. marido de Marta (¡doble horror!), y al Hyde Azuela de la Suprema Cort(a), y a los arrastrados Hyde Ugaldes del IFE y del TRIFE, a dañar a millones embombillándoles en Los Pinos a uno chaparrito, peloncito, etc. (¡Agh!)

Retórico y embustero

Beatriz Paredes ganó sin haber depurado un padrón con cerca de 25 por ciento de abstencionismo priista y con alianzas que no van a durar el desdén para cumplir los acuerdos… (Marcela Gómez Zalee, Milenio, 23 de feb.)

Y que la nueva dirigente del partido de mi primo el Jerásimo, el (lo que queda del) Revolucionario Ins., «se va a convertir en un problema, porque «ella no tiene amigos… sino intereses». Y que «se acomoda» y a sus aliados los deja morir. Lóbrego. Mis valedores: ayer mismo inicié la crónica de aquella colorida cuanto retórica X Asamblea Ordinaria del Revolucionario Ins. que se llevó a cabo en octubre de 1979 en medio de porras y gritos, matracas y chirimías, y los consabidos, embusteros discursos. Lo usual. A todo micrófono frente a una claque enfebrecida, aquel Gustavo Carvajal:

– ¡Nuestro partido es un partido antiimperialista. Rechazamos todo intento de sumisión política, económica y cultural; cualquiera que sea su lema o procedencia; reprobamos toda manipulación, intromisión o sojuzgamiento hegemónicos, de signo imperial o neocolonialista, y luchamos contra el intervencionismo, la amenaza del uso de la fuerza y la imposición armada que avasallan hombres y naciones..! ¡Un Partido apoyado en los obreros, los campesinos, la clase media progresista, la juventud y por último, la mujer! ? ¡Un partido que habrá de preservar con acciones concretas la dignidad del hombre, la integridad de la familia y la soberanía de la nación..!

La locura, la claque: «¡Que siempre sea aceptada – como doctrina ideal – la ideología equilibrada – de nuestro PRI nacional..!»

Encarrerado, Carvajal: «¡Lo que el PRI quiere ser de aquí al año 2000, señoras y señores, es ser… un verdadero partido político! ¡El PRI quiere tener militantes reales, ser la avanzada de la sociedad mexicana, recoger y apoyar las causas fundamentales y las demandas efectivas de sus sectores, las mayorías del país! ¡El PRI quiere diferenciarse del Estado, ser su vanguardia y su impulsor, no su agencia electoral ni su gestoría politiquera..!»

¡El PRI quiere ser un partido revolucionario y de vanguardia, profundamente nacionalista, democrático, antiimperialista! ¡Un Partido moderno, a la altura de nuestros días, que entienda e impulse las tareas fundamentales, la militancia eficaz, consciente, y la lucha revolucionaria tenaz, al lado de los grupos mayoritarios de la nación! ¡Un Partido que desecha a los miembros vergonzantes, a los simuladores y a los claudicantes; políticos de máscara que se hacen presentes sólo en momentos electorales y de campaña con el atuendo de priistas, y que apenas ocupan una responsabilidad administrativa o de elección, cancelan su priismo..!

La Brigada Carvajal: «¡Y que viva día con día – con sus hermosos colores – esta digna trilogía- con su historia y sus colores..!»

Se publicaba en la edición correspondiente a mayo de 1989 de La República, órgano oficial del Revolucionario Ins.:

1.- En nuestro partido, democracia y justicia social se corresponden – 2- Porque los tiempos que corren exigen identificación en los hechos y las acciones de todos los días, con los desheredados y los humildes- 3.- El PRI es el abanderado de las causas sociales; de lo contrario, careceríamos de la razón histórica para seguir existiendo.- 4- El PRI quiere seguir siendo el partido de la legalidad.- 5.- A diferencia de otras corrientes políticas, el PRI sí tiene una clara definición internacional por la soberanía, la democracia y la equidad, y 6.-¡Somos el hoy, la raíz, el horizonte…»

En febrero de 1990 lo reveló la revista española Cambio 16:

«Al comienzo del septenato felipista, tras la victoria electoral de PSOE en octubre de 1982, un alto dirigente del partido, Guillermo Galeote, realizó un comentario ante este columnista, tan preocupante como revelador: «Vamos a montar el PRI en España. Vamos a estar veinte años en el poder». La afirmación fue, ciertamente, para poner los pelos de punta, porque como los lectores saben muy bien, el modelo de democracia a la mexicana no es otra cosa que una dictadura que mantiene en el poder, desde hace más de medio siglo, a la densa burocracia del Revolucionario Institucional, basada en el férreo control de la sociedad, las más descaradas trampas electorales, la corrupción desbocada y una cierta retórica institucional de izquierdas – que se intensifica en los gestos de su política exterior – como mero barniz justificador de unas supuestas senas de identidad progresistas. Nada, sin embargo, tan definitorio del estilo de gobernar del PRI, como la corrupción, que alcanza desde el mismísimo Presidente de la República hasta al más modesto de tos funcionarios de Estado. La prensa, casi toda comprada por el PRI, ha gozado de muy especial atención por parte de los gobernantes mexicanos». Así es el PRI: verborreico, retórico y embustero. (Lóbrego.)

Estas ruinas que ves…

En un año electoral como este no es fácil cambiarle toda la maquinaria a un vehículo que, como el PRI va en marcha… (Beatriz Paredes, nueva dirigente de tal partido político)

Callados. Casi en silencio. Sin alzar polvo. A lo subrepticio, o casi, se cambió la dirigencia del Tricolor. Con las mañas de siempre, los fraudes de siempre, las consabidas abstenciones. Con golpes bajos y los compinchajes y compromisos acostumbrados, pero con mundos de diferencia respecto a los tiempos aquellos en que el Revolucionario Ins. era el partido de Estado y el dueño absoluto del escenario político. Esta vez sin ruiderio de matracas ni sonsonete de chirimías, ni las porras que jaleaban las retumbantes piezas oratorias de aquellos tiempos, qué tiempos, que fueron los del partido político de mi primo el Jerásimo, el hoy casi agónico Revolucionario Ins. Qué tiempos. ¿Los recuerdan ustedes? ¿Habrán podido olvidarlos..?

En fin, que la tlaxcalteca llegó al poder, y lógico: como primera medida de gobierno proclamó la «Operación Cicatriz», con la que intenta aplacar unas aguas no tanto revueltas cuanto lodosas, y esa soterrada inconformidad que se percibe dentro de las ruinas del edificio de Insurgentes y calle Violeta (me resisto a denominarla con el nombre postizo que le enjaretó el Tricolor, el del corrupto al que asesinó la corrupción del partido del que fue dirigente, tal para cual) Paredes ofrece, además, algo que me parece más problemático que la mítica limpieza de los establos de Augías. una reforma profunda en el menoscabado instituto político que aún hoy usufructúa los tres colores del símbolo patrio. En fin, que el poco ruido que alzó la pasada contienda electoral dentro del partido me lleva al ejercicio de la nostalgia, y el ánimo contrito digo, memorioso, a todos ustedes:

Qué tiempos aquellos del que fue el partido de la dictadura perfecta, el por aquellos tiempos reputadísimo Tricolor. Recuerdo, y aquí lo traigo de ejemplo para que miren ustedes lo que va de ayer a hoy, la escandalera que alzó una X Asamblea Ordinaria del partido de marras, que se perpetró (sé lo que digo) de la siguiente manera:

La fecha era octubre de 1979 y finalizaba la X Asamblea Ordinaria del Tricolor, que por aquel entonces tenía de presidente a un Gustavo Carvajal, veracruzano. Ahí, ante una claque enfebrecida, a todo micrófono gritó Carvajal:

– ¡Correligionarios! ¡Nuestro partido es un partido revolucionario y de vanguardia. Nuestro partido es profundamente nacionalista, democrático y antiimperialista! ¡Es un partido que como consecuencia de la Reforma Política ha sido elevado al rango constitucional de institución de interés público..!

¡El nuestro es un Partido revolucionario, porque habiendo surgido del movimiento social de 1910, sostiene la voluntad de cambio y transformación de la sociedad, que alienta en el pueblo de Meneo y en sus instituciones! ¡Es un Partido de vanguardia, porque saliendo al encuentro de las aspiraciones y exigencias del pueblo, abandera y guía sus luchas reivindicadoras!

Gritaban las porras de la Brigada Carvajal: ¡Hoy surge para la Historia -de nuestro PRI nacional- luz de esperanza y de gloria – en el hombre probo y leal..!

Y allá, en el presidium, Gustavo Carvajal:

– ¡Nuestro Partido es un Partido nacionalista, porque somos nosotros, sus integrantes, los que resolvimos crear con nuestras propias ideas, recursos y experiencias, el instrumento de lucha para al: canzar y acrecentar la emancipación política y académica del país, entendiendo el poder como herramienta para servir los intereses exclusivos de la Nación..!

¡Un Partido democrático, porque entendemos y practicamos la democracia como un sistema de vida igualitario económica, social y culturalmente, y porque siendo sus integrantes políticamente iguales y con derechos y responsabilidades semejantes, estamos convencidos de alcanzar el consenso y tomar decisiones por mayoría de votos y mayoría de razón, uniendo así valores de cuantía y calidad que a todos nos obligan..!

La Porra Carvajal, alaridos-. «¡Es imperativo actual- para México integrado -que Gustavo Carvajal-llegue a ser hoy confirmado’-

¡En este evaluación tan importante-hoy se afirma la lealtad -que el trabajo de dicha palpitante – siga avante con Gustavo Carvajal..!

– ¡Nuestro Partido es un partido antiimperialista, porque habiendo el pueblo mexicano pagado tan alto costo por su independencia y por su derecho a tener patria, rechazamos todo intento de sumisión política, económica y cultural; cualquiera que sea… (Mañana.)

«La ciudadanía, ¿tonta, tarada?»

Mañana, mis valedores, de acuerdo al calendario oficial de las fiestas cívicas, se celebra el Día de la Bandera, fecha que miro muy a propósito para aludir al uso que el Revolucionario Ins. hizo de los tres colores patrios. A ver:

¿Por qué cambió Fox nuestro escudo nacional? ¿Por qué tratar de, incluso, en los símbolos patrios, utilizarlos como forma de propaganda política? No me convence ninguna de las explicaciones que da la señora Marta Sahagún, de que el águila está en posición de ir hacia delante. ¿Cómo puede caminar un águila hacia delante si no tiene alas..?

Así protestaba al comienzo del sexenio el diputado priísta Jaime Veloz. Y el tartufismo contra el «águila mocha», según la mutiló Fox en llegando a Los Pinos: a coro chillaron y a coro se las rasgaron, cuando los del PRI ya llevan años, sexenios, decenios, con los patrios colores embarrados a su logotipo, y como si nada. Amenazaban en diciembre del 2000:

«La fracción del PRI en la Cámara de diputados presentó un punto de acuerdo acuerdo para que ese órgano legislativo exhorte a la Secretarla de Gobernación para que disponga que todas las dependencias del Ejecutivo Federal utilicen legal y correctamente los símbolos patrios».

Otro punto de acuerdo presentó la oposición para que el Senado prohibiese al PRI el uso de los tres colores. «¡Eso nunca!», clamó Lanz Cárdenas. «¡La propuesta no tiene por qué ser aprobada por el Senado y ni siquiera por el Congreso, toda vez que es un asunto interno del PRI! Si nosotros decidimos cambiar siglas y logotipo, es un asunto que sólo toca a nosotros. No tiene por qué tratar de imponérsenos con camisa de fuerza La propuesta, sin duda, tiene un fondo electorero…»

La primera «exhortación» para que los priístas liberaran los patrios colores vino de Ernesto Rufo cuando gobernador. Fulgurante fue la respuesta de unos jóvenes «revolucionarios»: «Para el Frente juvenil Revolucionario del PRI, la propuesta es una tontería que debe ser rechazada Cada partido tiene derecho a utilizar los colores con los que se identifica El PAN utiliza el azul y el blanco porque se identifica con la bandera gringa El PRI ha utilizado siempre los colores nacionales… ¡porque siempre se identifica con México

Años más tarde, el de la Revolución Democrática, PRD: «Impugnaremos ante la autoridad electoral la utilización de los colores de la Bandera nacional en el escudo del PRI. No es sólo un reclamo nuestro; en las encuestas que hemos realizado a lo largo del país, millones de mexicanos perciben el mismo sentir. O todos utilizamos los colores nacionales, o ninguno».

Mientras, «diversas organizaciones civiles y ciudadanas pidieron al Congreso que tome medidas para establecer una prohibición para que cualquier partido político use los colores nacionales para manipular al electorado y hacerle creer que ellos son México y que México es de ellos…»

«¿Que qué?», se encrespó un Amador Rodríguez: «¿Despojar de sus colores a mi partido? Esa es sólo una cortina de humo de la oposición. Tal parece que se considera a la ciudadanía como tonta o tarada, que no sabe por quién votar, y entonces lo que hace es decir: Voy a votar por la bandera. Eso es totalmente ingenuo…»

Y Campa Cifrián, por aquel entonces priísta y hoy, como tantos más, chaquetero: «No hay marcha atrás ni titubeos que obliguen al PRI a cambiar los colores de su logotipo. Ellos le dan la identidad y es un derecho que tiene desde su creación, Los priístas no pierden el tiempo en criticar los colores azul y blanco del PAN, y el amarillo del PRD. ¿O sí…?»

Esteban Moctezuma: «Ese debate quedó atrás hace muchos años. Hoy lo revive la oposición con fines electorales y nada más. Por el momento lo más importante es impulsar dentro de mi partido el acercamiento con la gente, dejando de lado intereses propios o de grupo».

López Obrador «El PRI no debe utilizar los símbolos patrios. El Himno Nacional y la Bandera pertenecen a los mexicanos; son símbolos de los mexicanos, no sólo de un partido, y México no es el PRI ni el PRI es México«.

Ayer priísta, hoy partidario de López Obrador, Arturo Núñez: «A los colores patrios tenemos un derecho histórico. Con ese tema recurrente y obsesivo pretende la oposición justificar sus derrotas electorales, argumentando que pierde porque el PRI tiene esos colores en su emblema El PRI hará valer su mayoría para defender sus colores patrios. El intentar quitárselos es una actitud hostil que atenta contra el ambiente de civilidad necesario para el perfeccionamiento de la vida democrática ¡Nosotros iniciaremos una cruzada en defensa de la identidad de nuestro partido..!»

El Día de la Bandera, mis valedores. ¿Lo van ustedes a festejar? Porque el Revolucionario Ins., ahora con Paredes al frente… (En fin.)

¿Simbología patriótica?

Esta vez la bandera, mis valedores, que a decir del matutino, une a todos los mexicanos y reafirma la identidad nacional. «Ideada por Agustín de Iturbide, informa Nuevo Aztlán, Iturbidevaya titulito, la bandera que simbolizó el Plan de Iguala, firmado por él y otros jefes en esa villa el 24 de febrero de 1821, era tricolor, Bandera Trigarantecon franjas diagonales el color rojo, verde y blanco; una estrella en cada franja y en la central una corona imperial dorada, con el fondo encarnado y orlanda con palabras Religión, Independencia, Unión. Por ello se llamó Las tres Garantías».

Bandera e identidad nacional. El reportero interroga a Roger Bartra, sociólogo y antropólogo: «¿Símbolos patrios y nacionalismo han estado unidos siempre?» El analista:

Prácticamente surgieron juntos, pero creo que una nación puede sobrevivir sin nacionalismo. Porque el tal se convierte en algo dañino para los habitantes que viven en un territorio, una enfermedad y no un factor de desarrollo. Desde hace varios sexenios el nacionalismo le ha hecho mucho daño a país. Se ha vuelto institucional y está actuando en contra de la nación misma Está en clara y franca crisis. Hay muchos que se han propuesto como salvadores del nacionalismo. Lo mejor sería que no hubiese salvadores, que los mexicanos pudiésemos vivir en una sociedad democrática Exaltar los símbolos patrios es presagio de guerra Donde existe la democracia la importancia de los símbolos patrios decrece y empiezan a tener importancia otra clase de símbolos. En ese sentido, es una mala señal que en México se recurra tanto a la simbología patriótica Cuando hay tanto uso de las banderas es que hay evidentes señales de conflicto.

Gabriel Zaid, escritor:- «Las banderas y los himnos como símbolos sacros del estado son decimonónicos. La declaración de que esos emblemas son nacionales es un engendro político del siglo XIX (…) Han cambiado las misas y las devociones, pero no el santoral político ni las devociones oficiales, ni las misas de gallo del 15 de septiembre que inventó el general Porfirio Díaz para celebrar su cumpleaños (…)Porfirio Diaz El patriotismo que hoy se extiende por el planeta es más pacífico, más abierto y local. Requerimos de unos símbolos patrios más tranquilos, menos aparatosos».

Bartra:– «Esa tremenda insistencia en la formalidad del símbolo proviene de un intento de vestir el cuerpo desnudo. El cuerpo del nacionalismo tradicional revolucionario está desnudo, pero el Gobierno quiere cubrir esta desnudez a como dé lugar. Es como si literalmente se cubriera con el paño de la bandera con el símbolo más vacío de contenido, sin acudir a ninguna tradición Por eso son símbolos completamente vacíos, manipulados».

Bandera y nota roja Puebla, Pue., 1995. «Agustín sólo pretendía decorar el frente de su domicilio con el símbolo patrio. Lo ató en un cable de alta tensión. A la clínica local aún logró llegar vivo…»

La bandera, befada según acusa un anónimo diputado mexicano: «Se imputa al Prof. Luis Gárate, de El Palmito, Sinaloa, el haber ultrajado la bandera nacional, misma que usó para limpiar los cristales de la ventana de su casa Como este hecho afrenta gravemente los sentimientos patrióticos del pueblo mexicano, considero que se investiguen los hechos y se proceda a la consignación e inmediata destitución del dicho Prof, por ser indigno de desempeñar el noble cargo de maestro de la niñez mexicana». Peor el agravio a la bandera que se perpetró en Salamanca, Gto. Nov. de 1999.- Empleados de parques y jardines de la presidencia municipal utilizaron esta mañana una bandera nacional para recoger la basura de la vía pública Los jóvenes colocaban sobre el suelo el lábaro patrio echando sobre él lo mismo todo tipo de basura que excremento de perros. Luego de echar la basura en la caja del vehículo, lanzado con fuerza y como catapulta la bandera la sacudían para repetir la acción. Argumenta que: La encontramos por ahí en un basurero, y nos ha servido mucho para recoger la basura.

bandera

Finalmente, la tufarada de halitosis que arrojó en el 2001 cierto ¿poeta? campechano que, ansioso de impresionar y enfermo de protagonismo, me recuerda al Eróstrato de Efeso (véanlo en el diccionario):

«Yo – Me seco el orín en la bandera -De mi país – Ese trapo – Sobre el que se acuestan los perros – Y que nada representa – Salvo tres colores – Y un águila – Que me producen – Un vómito nacionalista – O tal vez un verso – Lopezvelardiano – De cuya influencia estoy lejos, – Yo, natural de esta tierra, – Me limpio el culo – Con la bandera y los invito a hacer lo mismo – Verán a la patria entre la mierda de un poeta. (¿Poeta? ¿De veras?)

vota priPor cuanto al Revolucionario Ins, y los patrios colores… (Eso, mañana)

El clásico pasecito a la red

Semejante negociazo de los dueños de los clubes de futbol nada me importa, que yo no soy Perra Brava ni estoy dispuesto a convertirme en «héroe por delegación» al sentir que las hazañas de los alquilones de la cancha son mis hazañas, pero por los matutinos me vengo a enterar de que algunos presidentes de diversos equipos se quejan de la actuación de los árbitros. Leí las notas, me quedé pensando, y ahora, mis valedores, envío este mensaje a los quejosos, comenzando con un José Guadalupe Cruz, técnico del Atlante.

Señor Cruz: ¿así que considera que el silbante Abramo Lira es parcial, y «me parece que le va a los felinos»? ¿Así que le extraña que el arbitro sea parcial? ¿Pues qué, no estamos en México? La forma en que se manejan los asuntos públicos, ¿es una para el gobierno y otra para los árbitros de futbol? Cuando se perpetró (sé lo que digo) el proceso de desafuero contra el por entonces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, ¿no pregonó un Mariano Azuela Güitrón, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lástima de titulillo tan rimbombante, que en el desafuero de marras procedía con total independencia de criterio, tal como corresponde a uno de los tres poderes de la Nación? ¿No sabíamos desde entonces, cosa que se ha certificado en fecha reciente, que Azuela y congéneres procedieron no a independencia de criterio, sino de acuerdo a consigna? Y ahora resulta que usted, don José Guadalupe, se duele de que algunos silbantes no son imparciales, honrados e independientes. ¿Pues qué, no estamos en México..?

Usted, por su parte, don Javier Pérez Teuffer, presidente del Necaxa, asegura que está sumamente molesto con el silbante Mauricio Morales, al tiempo que a Marco Antonio Rodríguez lo acusa de ser «soberbio y prepotente», que en apenas dos fechas le ha expulsado a cinco jugadores; «esto sin contar que ya tuvieron que cumplir con un partido de veto al estadio Victoria. Ya les gustamos para sus tarugos», reniega. Pero no paran ahí sus quejas; de un Hugo León Guajardo jura que marcó un penal inexistente y que les anuló un gol legítimo, y en una disparatada alusión al Antiguo Testamento que, por lo visto, nunca ha leído: «Ya nos agarraron de chivo expiatorio. Ya ni siquiera veo caso alguno en quejarme con Aarón Padilla, Presidente de la Comisión de Arbitraje. Ya hablé con él, y no sirvió de nada». O sea que ya se resignó usted a los malos arbitrajes, señor Pérez Teuffer...

Se encrespa, además, de los árbitros Rodríguez y Morales. ¡Más morales que ellos nos resultaron los consejeros del TRIFE, o sea el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación cuando, aun admitiendo que en el proceso electoral del pasado dos de julio se registraron numerosas irregularidades, lo legitimaron imponernos en las alturas de Los Pinos a uno chaparrito, jetoncito, peloncito, de lentes..?

Señor Alberto Canedo, presidente del Santos: ¿Así que el silbante Roberto García Orozco es, dice usted, «un tarado mental»? ¿Con que hay consigna en el arbitraje para que su equipo pierda partidos y descienda a la segunda división, o sea la primera «A», feo eufemismo? ¿Pues qué,señor Canedo? Si con sus decisiones amañadas el arbitro García Orozco, para usted un inmoral, pasó a perjudicarle su equipo, ¿cuánto perjudicaron a cuántos las decisiones inmorales de silbantes de la calaña de Luis Carlos Ugalde y congéneres del IFE, Instituto Federal Electoral, que arbitraron unas elecciones inequitativas y tramposas, y forzaron el resultado final para terminar validando lo inválido y así quedar bien con los del Poder y poder contrariar los intereses de quienes no tienen, no quieren tener el poder, como los dueños que son de la soberanía del país? Señores jerarcas del jugoso negociazo de las patadas, incluyendo a ese jugador tan conflictivo y polémico de nombre Cuauhtémoc Blanco, que se queja tanto de los silbantes:

¿Pues qué, no estamos en México? La corrupción que denuncian por parte de algunos árbitros futboleros, ¿no es parte integrante de la corrupción nacional? Porque calculen el tamaño de la corrupción lucrativa e impune que campea entre los árbitros de cualquier disciplina, sea política, social, cultural, económica o religiosa (¡esos Rivera y Onésimos!), aquí va la confesión de uno que arbitró a desatinos los destinos de todos nosotros, dueños y jugadores de la cosa pública Ese arbitro deshonesto, bribón y desvergonzado, zafio ex-gerente de la Coca-Cola, lo acaba de confesar allá en Washington, ¡y se ufanaba el muy cínico!:

«Con el desafuero contra López Obrador tuve que retirarme y perdí. Pero 18 meses después me desquité cuando ganó mi candidato».

Y se desquitó con la mano de sus gatos: el Azuela de la Suprema Cort(a) y esos del IFE y el TRIFE. ¿Entonces? ¿Así pretendemos en el futbol árbitros honrados? No perderlo de vista es México. (Nuestro país.)

Barras y estrellas. ¡Cuidado!

Y algunos de nuestros soldados decían que aquello que venia si era entre sueños…

Tal cuenta, aspaventero, Bernal Díaz, sus pupilas aún encandiladas a la vista de una ciudad cuyas torres, cues, edificaciones de calicanto y pirámides se erguían sobre espejo de la laguna. México-Tenochtitlan. Cuatro signos y décadas más tarde, un cierto conquistador conquistado clamaría en un su poema que tituló México:

Que no eres – esa curva monótona y sin músculo – que por los anchos muros oficiales – Diego Rivera ofrece a los turistas…

El fue Rafael Albertini, mis valedores, poeta español que primero nos conoció por los ojos de Bernal Díaz y más tarde paso a paso por el país. El poeta tornaba de Argentina, Chile, Uruguay y de donde la bota del Franco dictador lo aventó a la trasterra. En 1935 reseñó su encuentro -su encontronazo- con este México que él miró aún con jota, y cuyos conceptos, a mi ver, adquieren renovada actualidad hoy día, cuando miro, exasperado, la presencia encimosa del Imperio del norte sobre nuestro país. Lóbrego.

Y qué intensas y viscerales las impresiones que le produjo el choque con la tierra que conquistó la tizona de un cascorvo al que auxiliaron el Tonatihú de la barba bermeja y, detrás, arroyos tlaxcaltecas salidos de madre. Aquí, retazos de poema y crónica:

No eres sólo el tema de una estrofa -ni el color del paisaje – ni ese perro furioso que se tumba – dócil, después de herir, al pie del amo…

«El Méjico de Bernal Díaz aún está vivo, como él; pero, naturalmente, dentro de un Méjico de hoy. Por eso mi encuentro con Bernal Díaz no es el tropiezo con un muerto, ni siquiera con un resucitado. Es más el encuentro con la realidad viva, palpitante, en movimiento…»

Así, del asombro al deslumbramiento, el poeta recorre Tenochtitlan, la vieja y la Nueva España y un Distrito Federal todavía a la medida de sus habitantes, y reconoce que no puede asimilar, de un solo golpe, el encontronazo con esa realidad mexicana que se ha topado tan de repente:

«Triste historia es mi aventura, comparada con la de Bernal. Yo no libré batallas con los mejicanos conquistadores, porque me rendí al primer día. Pero me incorporé enseguida con todo mi entusiasmo a la ebullición de su sangre, y mi aventura mejicana, como sucede en las más fabulosas y secretas, no la puedo contar todavía.»

Pero la cuenta; y se pone a discurrir, a lo apasionado, en derredor del nacimiento de nuestro mestizaje, y sobre la arquitectura nacional; y habla de Xochimilco, y hasta se permite especular con lo que más tarde ha venido a tomarse lugar común: que por conjurar su terror a la muerte, la hacemos calavera de azúcar y la engullimos entre carcajadas…

Eres México antiguo, horror de cumbres – que se asombran batidas por pirámides – trueno oscuro de selvas observadas -por cien mil ojos lentos de serpientes…

Por cuanto a nuestra vecindad con el Imperio vecino y distante, tomar nota, memorizarlo: «Los problemas actuales de Méjico no se presentan ya a punta de lanza. Son los problemas internos de soberanía e independencia económica. Su nacionalismo revolucionario no son palabras sin sentido, si los hechos las van cumpliendo como se espera…»

Contra los gachupines que alambican – residuos coloniales por sus venas – prepara tu fusil. Tú eres el indio – poblador de la sangre del criollo – Si él y tú sois México, ninguno – duerma, trabaje, llore y se despierte – sin saber que una mano lo estrangula…

En prosa nos pone sobre aviso el poeta (pues sí, ¿pero quién va a hacer caso de su advertencia en un México gobernado con criterio gerencial de la Coca Cola hace unos meses apenas, a penas, y ahora con un continuador de vocación pro-yanki? Es México.)

«En el exterior, Méjico es el único país americano capaz de oponerse a la gente del norte y reconquistarse definitivamente. Méjico, temible, hermético, violento, rencoroso, no ha perdonado a los conquistadores. Y este sentimiento lo padece el criollo, que es, sin embargo, descendien

escudo

te directo del encomendero; y lo padecen visitantes como Valle-lnclán, quien seguramente se hubiera batido contra Hernán Cortés hasta llegar a perder el otro brazo. Y lo padecí yo, y hoy quizá lo padecería el mismo Bernal Díaz, si advirtiera la invisible presencia de ese pabellón yanqui de los 48 estrellas y las 14 bandas…»

¡Contra el gringo que compra en tu retrato-tu parda belleza ya en escombros-prepara tu fusil. No te resignes..!

¿Con un gobernante como…? (En fin)

¡Este puño sí se ve…!

Al mismo tiempo que acentúa la desigualdad entre países desarrollados y subdesarrollados, el capitalista pretende convertir en mercancías los derechos sociales y apropiarse de los recursos naturales propiedad de la humanidad en general y de las naciones en particular…

En eso reflexionaba mi maestro de teoría política la semana anterior: en las semejanzas que se advierten entre el fin del gobierno de Miguel de la Madrid y el arranque del de Calderón respecto al encarecimiento de la canasta básica y la respuesta de las masas populares. «De la Madrid, por otra parte, supo barnizar el aumento de precios con la promesa de que sería transitorio. Su rubro rimbombante: Pacto de solidaridad. ¿La reacción de los sectores obrero, campesino y popular..?»

– Mega-marchas, dije yo. Lo recuerdo muy bien. Mega-marchas.

– ¿Y de algo sirvieron a los marchantes, señor valedor..?

Tuve que reconocer que no. Ni entonces, ni antes, ni tiempo después. De muy poco sirvieron antes, con las manifestaciones multitudinarias de médicos, maestros y ferrocarrileros; después de nada sirvieron la mega-marcha contra la inseguridad que en 1997 se organizó cuando el entonces presidente Zedillo, ni la «Marcha Blanca», ya en
el sexenio de Fox. La causa de las masas populares, claro está, no podría ser más justa

– De acuerdo, sí. Muy justa su causa, y muy oportuna la mega-marcha para crear conciencia del problema social. Pero una vez que se ha creado esa conciencia, ¿seguir con la marcha como fin, cuando sólo es un medio? Porque, señor valedor ¿con ese recurso se logró revertir semejantes medidas tan perjudiciales para el pobrerío? No, ¿verdad? ¿Y quién dice que no? ¿Quien afirma que con el recurso de la toma de calles y la explanada del Zócalo no se abatieron tales medidas injustas para los sectores pobres del país? Lo dice la historia, señor valedor. Cuestión de estudiarla

Y que los resultados que buscan tales manifestaciones populares son muy importantes, trascendentales para la vida de los mexicanos, situación que amerita, pero ya, la creación de esas estrategias con las que logremos el éxito y el alivio de las víctimas del deterioro de la calidad de vida de los llamados sectores populares.

– Ahí la razón de marchas como la del pasado 31 de enero -dije yo.

Las marchas, reitero, son necesarias. Por supuesto que son necesarias, pero ellas solas, como fin y no como simple medio, resultan insuficientes. Una marcha es necesaria en la medida en que sirve para crear conciencia en una comunidad, y aun a escala nacional e internacional, de .que las masas sociales están sufriendo un problema determinado que atañe resolver a las autoridades del país. Una vez que la marcha logró su propósito, cesa su efectividad. Que si lo que se pretende es un cambio efectivo en el gobierno del país desde sus estructuras y la soberanía popular no es ejercida a cabalidad por los órganos representativos, tal como lo establecen el 40 y 41 constitucionales, entonces
las masas deben pasar a la etapa de la acción comunitaria

– No veo cómo. No, al menos, en un país como el nuestro, donde las masas…

– Organizándolas. Para lograr un cambio histórico y darse el gobierno al que obedecer como sus mandantes, esa acción comienza por una verdadera organización ciudadana, no por cientos de miles de átomos congregados en multitudes que llenen el zócalo para que horas después esos átomos se disgreguen, y hasta la próxima Esa tarea, la del cambio histórico de estructuras nacionales, corresponde únicamente a la comunidad. ¿O exigir a la Super-estructura que nos entregue el poder, que se suicide por amor a todos nosotros..?»

– No, pues…

– Y aquí la enjundia de la lección que nos ofrecen la historia, la lógica y la realidad objetiva ¿a procedimientos iguales, resultados distintos? Repito: a procedimientos iguales, ¿resultados distintos..?

Ah, caray. A procedimientos iguales, ¿resultados distintos? Porque las marchas de los 50s, como las que se realizaron durante los siguientes regímenes gubernamentales, no remediaron una situación de injusticia para el pobrerío. Y sí, tras de las palabras de mi maestro, nomás me quedé pensando. Mis valedores: ¿qué le contesto al maestro? ¿A procedimientos iguales resultados distintos..?

No, la respuesta correcta contundente respuesta: a procedimientos iguales, resultados iguales. Sin más. Las marchas contra las medidas de gobierno de Miguel de la Madrid son las marchas contra el gobierno de Calderón, como las marchas contra la inseguridad pública que le forjaron las masas a Zedillo son las que más tarde le forjaron a Fox. ¿Y…?

Mega-marchas. Nomás me quedé pensando. (En fin.)

Catálogo de agravios

Todas las contra-reformas y medidas tienen su origen y sustento ideológico en las recomendaciones que hacen organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional a nuestro gobierno y que éste acata sin reservas debido al compromiso que tiene con ellos luego de recibir cuantiosos préstamos que sólo endeudan más y más al país y lo orillan a la pérdida de su autonomía… (M.A. Ramírez Z.)

¿Cómo ven, mis valedores, cómo perciben ustedes el presente sexenio? El tal, para los observadores, ya se ha definido como el régimen de gobierno que habrá de prolongar seis años más el proyecto neoliberal implantado por Washington a partir de 1983 y que (la frase se toma lugar común), prolonga y acentúa la desigualdad social entre la riqueza y el poder, por una parte y, por otra, las masas empobrecidas cada vez más por la acción del susodicho modelo político, económico, cultural y social. Es así como el gobierno de Calderón, gobierno y funcionario de la ideología ultraderechista, arranca bajo signos ominosos para las masas sociales. Y como no, si se estrena con un fulminante encarecimiento de los productos de consumo popular. Tétrico.

– Es por esa grave situación que atraviesa el país, me decía hace días mi maestro de teoría política; es por ello que hoy, como nunca antes, a las masas sociales nos resulta imperativo y de vital importancia abocarnos ahora mismo al ejercicio de la autocrítica, única vía para que podamos avanzar a la siguiente etapa, que es la creación, urgente de veras, de esas estrategias con las que entre nosotros, verdadera y adecuadamente organizados, lograremos revertir una situación que tan desfavorable resulta a las grandes mayorías a las que el Poder obliga a pagar la factura del modelo neoliberal. Si no hoy, cuándo. Si nosotros no, quiénes. ¿O qué? ¿Ya nos resignamos a seguir delegando en el enemigo histórico de nuestro cambio, ese que habrá de ser obra de nosotros, o de nadie va a ser y no habrá cambio benéfico para nosotros..?

Nomás me quedé pensando. Luego se me ocurrió decir: «una megamarcha, posiblemente…»

Una mega-marcha Sí, exactamente como la mega-marcha de miércoles del 31 de enero del presente año. Escuché al maestro: «Esa manifestación tumultuaria quedó atrás, pero las enseñanzas que ofrece al estudioso siguen vigentes. Por supuesto que siguen vigentes, porque vamos a ver. ¿Es esta la primera alza de precios que registra la historia contra los sectores más desprotegidos del país?»

– No, por supuesto, ni creo que vaya a ser la última.

– Y sin necesidad de remontarnos hasta el medio siglo de distancia respecto a la respuesta que los mega-manifestantes han recibido como resultado de tal estrategia de protesta multitudinaria, ¿qué fue lo que aconteció en 1987, al término del sexenio de Miguel de la Madrid, en relación a la carestía y la respuesta popular?

Lo recordé: antes de dejar el gobierno y para proporcionar un margen de maniobra al sucesor impuesto, Carlos Salinas, De la Madrid encareció en un alto porcentaje la gasolina y productos diversos de consumo popular. «Con estas alzas, afirmó De la Madrid, se podrá abatir la inflación y beneficiar a los que menos tienen». Qué bien.

– Ni tan bien ¿Recuerda usted el eufemismo que De la Madrid inventó con ánimo de anestesiar a los afectados de semejante hachazo, me refiero a las clases más necesitadas? Le llamó Pacto de Solidaridad. Y nos juró que esa medida era estrictamente coyuntural, de tal manera que una vez cumplido su propósito de abatir la inflación iba a desaparecer para que los productos que ahora encarecían, abatieran su precio. ¿Resultó verdad el dicho de Miguel de la Madrid?

Tuve que contestarle que no, por supuesto, y que en la naturaleza del gobernante está el de mentir y engañar a los gobernadores para medro personal y de toda la denominada súper-estructura

– ¿Recuerda usted cuál fue la reacción de las agrupaciones obreras, del sector popular y el campesino ante las brutales alzas que dictaban los organismos del agio internacional?

– Lo recuerdo; tomaron la calle y con acciones multitudinarias exigieron que el gobierno anulara medidas tan lesivas para la economía popular. Miles, cientos de miles salieron a protestar. Su causa justa, justísima tanto como ahora mismo, ante la presente carestía de los productos de consumo generalizados.

– Justísima ¿Y? ¿Se abatieron maniobras tan impopulares?

Tuve que reconocer que no. Ni entonces, ni todavía antes, ni tiempo después.

Delirium tremens

Ya tengo en casa al Jerásimo, primo mío y licenciado del (de lo que queda del) Revolucionario Ins. Hace rato, a lo tartajoso, me lo hizo jurar por mi mamacita (y por la tuya, para que refuerce): «Que lo ocurrido se quede entre nos. Mi carrera política, tú sabes». Jurado quedó. Y yo sé estar a la altura de un juramento. Lo que ocurrió, ahora voy a contarlo. Mis valedores:

Nunca llegué a imaginarme que en este sexenio se perpetrase una tan retorcida alianza y un compinchaje tan macabrón entre el Blanquiazul y el Tricolor. Esto lo vine a calibrar cierta noche de miércoles en aquel saloncillo destartalado, tufo a humedad, donde un almacigo de redrojillos humanos, con voz resquebrajada, confesaba su arrastrado oficio del diario vivir.

– Me llamo Juan y soy alcohólico. Media vida me he pasado entre una celda penal y otra del manicomio. Choques insulínicos y electrochoques. Ustedes dos, los recién llegados, sean bienvenidos.

Y ni cómo decirle que soy abstemio, que conmigo el licor topó en tepetate, y que si acudí al domicilio de Alcohólicos Anónimos fue por forzar al Jerásimo a acompañarme, por que se mirase en el espejo de aquéllos que, de bagazos humanos en sus días cacardientos, hoy nacen cada mañana a pura fuerza de sus dos redaños. Azorado, pistojeando, el Jerásimo

– Mi nombre es María. Soy alcohólica. Al volver en mí entre el perraco y el vómito, ya perdida la noción de mi tiempo de vida me preguntaba: ¿tengo que vivir todavía un día más? Quería aullar…

El Jerásimo, inquieto. Observé que, a lo disimulado, metía la mano a la pretina de la camisa y se aferraba al ánfora como al asidero para no derrumbarse. Y qué de historias patéticas las de esa noche de miércoles; qué testimonios humanos que gañote y criadillas me anudaban y fruncían en la catarsis colectiva de las humanas miserias.

– ¡Mi nombre es Lázaro, y soy un..!

De repente el Jerásimo, estremecidas de tics sus facciones, se dio el levantón. Vi que de acá, miren, del cuadril, sacaba su anforita disimulada en una bolsa de hojaldras, y le dio un besito al gollete. Un rápido amamantón. Un súbito suspirillo. Ahora hablaba aquel muy pálido, de cotorina color mamey.

– ¿Vivir, seguro vivo? ¡Mi cuerpo se desgajaba por dentro, exigía alcohol, ríos de alcohol! Sobre mí toda la angustia de este mundo. Ven, muerte, clamaba yo en vano. Y aquella soledad…

-La soledad del que perdió a su amantísima, los chamacos, los amigos, todo. «¡Dios, . y así me juras que existes..!»

Y el gemidillo, y el lamento, y el… ¡Jerásimo! ¡Qué haces, insensato, cuando menos esconde el ánfora!

– ¡Licenciado es mi nombre, y soy un militante de ese carcaje que apodan Revolucionario Ins..!

Y ándele, que suelta su guácara de gemidos (prodigio de la catarsis colectiva), y que se cimbra, manotea, grita su compulsión:

– ¡Culpable soy yo! ¡Toda mi trayectoria política la he perpetrado en plan cacardioso! ¿Saben cuál es mi crimen mayor, que estoy perpetrando ahora mismo, y por el que respetuosamente les pido la pena de muerte.?

¡Jerásimo, cierra la boca! ¡Esconde esa botella! ¡Baja de ahí, vente a sentar, qué desfiguros los tuyos!

– ¿Saben cuál es, correligionarios? ¡Yo soy aquel! ¡Yo, en punto pedro, he dañado profundamente al país! ¡Yo, yo, mírenme bien, arrímense acá y castígueme, mándeme al penal de La Palma, que merezco esto y más! ¡Todo por culpa de esta, mírenla bien, correligionarios del pedro!

Y bandereaba la cacardiente Ah, los efectos de la catarsis.

A gritos: «Mea culpa, señores anónimos, colegas de la parranda! ¡Calculen el tamaño de mi delito, correligionarios! ¡Llevo dos meses y medio de asesor! ¡Culpable soy yo! ¡Yo, sí, yo soy el que ha venido aconsejando a Calderón cada una de sus medidas de gobierno! ¡Todas! ¡Esta, maldita sea.!»

Y que la alza y la arroja al suelo, donde formó un charquito apestoso. Entre seis, ocho anónimos lo redujeron. Ya desmadejado en el volks, me lo llevé enseguida a Urgencias. Y sí, ya el primo resucitó.

– ?l sí, ¿pero nuestra asociación qué?

Y don Gil Ch., de Alcohólicos Anónimos, me miraba sin parpadear. Qué pena Y es que la noche de autos, al derrame cardioso, media docena de anónimos se aventaron al piso, y lo olisqueaban, y se soltaron lengüeteando y arañando el cemento. «A dos ya los localizamos ahogados».

– Ah, en el Gran Canal del Desagüe, posiblemente.

– Ahogados, pero de alcohol. Del paradero de los otros cuatro…

Yo agaché la cabeza (Qué más.)

Humanismo

Los afectos del hombre, mis valedores. Ayer se los dije: yo, que detesto el culto a la personalidad y esa admiración bobalicona que los pobres de espíritu profesan al futbolista, al cantante o a la estrellita de gran canal del gran canal de desagüe que nombran «de las estrellas», tengo y mantengo una admiración si titubeos y un afecto entrañable por mi don Gabriel Vargas, varón de virtudes y creador, entre otras sagas y otros personajes, de ese mural vivo y palpitante del barrio bravo que es La familia Burrón.

La literatura mexicana, con todo y provenir de un tronco tan vigoroso como la picaresca española, nunca se ha significado por haber creado personajes de altura de El lazarillo de Tormes, El diablo cojuelo. La celestina y toda aquella soberbia galería de picaros abarraganados con alcahuetas y mendicantes, curas rijosos y putanconas trotaconventos. Nuestra literatura no, que nunca ha delineado al verdadero picaro nacional. Un Periquillo Sarniento, cuando más, fatigante por el sermoneador de espesa moralina, un Canillitas hija no de arrabal sino de las lecturas de Valle Arizpe, y ese Pito Pérez plañidero, lastimero, auto-conmiserativo, que desprecia a la humanidad cuando nada de provecho le aportó en la vida, en fin. Andan por ahí, vivos actuantes, un Margarito Ledesma, el Poeta de Chamacuero, y mi primo el Jerásimo, licenciado del (de lo que queda del) Revolucionario Ins. Y ya.

Porque en este país de picaros, la picardía se vive, pero por vivirse parece no tener tiempo de novelar sus vivencias. Pues sí, pero el picaro del Siglo de Oro español ha venido a reencarnar en la picardía sabrosa creada por Don Gabriel Vargas, aderezada con todos los jugos, los zumos, la idiosincrasia y el «recovequisno» del ser nacional. El picaro, entre nosotros, se ha venido a perpetuar en aquel Jilemón Metralla truhán, modelo de sinvergüenzas, y en esa doña Borola que vive, que sobrevive al día y a puro valor, y arropada en las divisas del paisanaje hoy día:

El que no tranza no avanza -El que venga atrás que arreé -El que tiene más saliva traga más pinole, y a mi no me den, póngame en donde hay…

Pues sí, pero doña Borola es, en el fondo y por encima de todo, puro amor a los suyos, los de su familia, y pura solidaridad con el vecindario, que es decir con el fregadaje de siempre Una buena persona, doña Borola

La susodicha, a una vecina: «¿Ya esculcó a su viejo para ver si esconde la papeliza?» La interpelada:- «Yo pensé que mi viejo escondía el dinero en las chanclas, pos todas las noches se acostaba vestido y no se quitaba los cacles ni a la de cien…»

Ahora recuerdo a ese desdichado de, la vida arrastrada y el áspero oficio del diario vivir que es Ruperto Tacuche, delincuente arrepentido al que los policías, ávidos del cohecho (y ya se sabe: al cohecho, pecho) impiden volver a la senda que nombra del bien. En fin, que La Familia Burrón, como toda obra de arte, es el espejo, por más que distorsionado, donde se mire toda una sociedad, con virtudes y defectillo, en el entramado de nuestra realidad nacional. Mis valedores:

La obra de mi don Gabriel da a cada lector su fruto distinto, según. A mí, imaginero y fabulador, me abrió a golpes de hazañas y peripecias de lo campirano (Juanón Teporochas, El güen Caperuzo) y lo citadino (Jilemón Metralla, La Familia Burrón) la facultad de imaginar, sentir, evocar. A mí, payo de Zacatecas avecindado en Guadalajara durante mi primera y segunda juventudes -hoy vivo la tercera, pero a todo vivir. Ya mañana Dios dirá-, la visión agraria de mi don Gabriel me descubrió la saga de provincia, de los paredones de mi Jalpa Mineral y zacatecana La visión de la vecindad borolesca me llevó a imaginar la vida y milagros de una ciudad que era en mis sueños fascinación y ánimo de aprehenderla en sus tipos populares, y llevarla a las páginas de mis novelas, y reflejarla en mi periodismo de radio y prensa escrita. Hice míos los hallazgos de ese lenguaje sápido, sus giros apicarados, el caló barriobajero, su sabor de colonia brava, de arrabal. Un día, su lógica secuencia -consecuencia-, saqué a la luz la revista que fue prolongación de mi periodismo escrito y radiofónico: El Valedor, que arrimada a la advocación de La Familia Burrón tuvo a bien asesinarla un tal líder de una tal asociación de voceadores, apodado Gómez Corchado. Si alguno la leyó sabrá todo lo que en todo debo a doña Borola y su creador.

Me honro con su amistad, y si alguno de ustedes demanda que lo defina como persona, lo diré al modo del propio varón: no más que un simple vecino, uno que mira con simpatía todo lo que se haga en provecho de los demás. Eso es todo, dice él, pero esto, en nuestros tiempos de deshumanización y egoísmos feroces, es mucho, tanto como el propio mi don Gabriel Vargas, un ser humano, humanísimo. Y ya. Qué más. (Qué mejor.)

Ese varón de virtudes…

El hombre no sabe ni puede callarse. Cuando ama, quiere que lo sepan el viento y las nubes. Cuando adora, quiere que le acompañen todas las criaturas. Si sufre, lo ha de decir sus lagrimas; si goza, lo ha de proclamar su risa; si sueña, lo ha de insinuar su canto…- A. Mansferrer-

Y claro, cuando el hombre tiene y mantiene sus afectos, los proclama también; y yo, mis valedores, profeso amistad a un ser de excepción del que ahora, con el pretexto de uno más de sus copiosos cumpleaños, proporciono a ustedes un esbozo de retrato hablado. Porque, a propósito, suele ocurrir, de repente, en la plática

– Yo tuve la suerte de conocer a Pedro Infante. ¡En persona!

Alguno, débil de espíritu: ‘Yo conservo una camiseta de Pelé, y autografiada ¿No es como para envidiarme..?»

Y uno más, viejo nostálgico: «a mí me tocó la suerte de saludar de mano a mi general Cárdenas. Nunca hubiera querido lavarme esta mano, miren».

Y semejante orgullo y tan grande satisfacción. Pero alguno, de súbito, saca una foto, la observa, se torna nostálgico, y aquel suspirillo:

– El señorón que me está consolando en las ruinas de lo que fue mi vivienda en Tlatelolco es Plácido Domingo. Yo apenas podía soportar la ausencia de la mujer, del chamaco, de la criatura de meses. Pero en eso que aparece este hombre, y gracias a él… qué tiempos.
Muy cierto, sí.. Para tantos de ustedes proclives al culto a la personalidad el haber conocido al personaje carismático, al ídolo popular, al dirigente de multitudes, constituye una experiencia fuera de lo común. Quien lo dude, pregunte a los millones que mantienen como máxima esperanza, todavía hoy, a ese mesías tabasqueño de apellidos públicos. Yo, mientras tanto, me permito alardear, y ustedes han de perdonar la arrogancia Mis valedores:

Yo, que aborrezco el culto a la personalidad, tengo la suerte de conocer a un señor que lo es por sus obras, a uno de los talentos mayores que, en mi concepto, ha producido el México de nuestro tiempo; un varón de virtudes y un hombre de bien. De bienes. Conozco a ese hombre de excepción y ahora que les diga su nombre creo que ninguno estará en desacuerdo conmigo. No, por supuesto, no se trata de ningún deportista ninguna estrellita de esas de gran canal que regurgita el gran canal del desagüe que nombran «de las estrellas», y mucho menos algún político. No.

Al varón que admiro porque lo conozco y conozco sus obras; porque lo he tratado en persona y me honro con su amistad. Se trata sí por supuesto, de mi don Gabriel Vargas, señor que más allá de falsos prestigios que se arrogan el título, constituye el verdadero cronista de nuestra noble y leal, el visionario y amoroso observador de los fregados de siempre, y que con ellos hasta la esencia del tuétano, y por eso mismo universales. Yo soy amigo de mi don Gabriel Vargas, y han de perdonar la inmodestia..

Agraviado, un habitante de la vecindad, a doña Borola «Que forma tan mendiga de quitarle a uno el dinero, güereja patas de hilo…»

Don Gabriel Vargas. ¿Alguno de ustedes pudiese ignorar quién es este mi don Gabriel, creador y recreador de los tipos populares que hicieron, que hacen época en nuestra cultura popular, que ahí quedan? Vamos a ver: don Jilemón Metralla, de los primeros, y más tarde don Regino Burrón, y con él doña Borola, y Macuca, el güerejo, el Tractor, doña Cristeta la millonaria y el Susano Cantarranas, habitante del muladar, y Avelino Pilongano, poeta balín, y su madre (la de él), doña Gamucita. Ya en los terrenos del agro Juanjón y el Güen Caperuza, en fia Tantos como ese Ruperto Tacuche, ratero reformado al que una nata de sinvergüenzas policías, qué pleonasmo, lo induce a tornar al delito, por aquello de la extorsión. ¿Se acuerdan ustedes? ¿Conservan su colección de historietas..?

Aquí me arrimo a la advocación de los entrañables valedores del barrio bajo, personajes -corazón bandolero- de la vida airada y del áspero oficio del diario vivir que integran La Familia Burrón, individuos que son cachos de pueblo, todos ellos perfectamente bien delineados, todos ellos retratos fieles, pero recreados a nivel de metáfora, de ese original que habitó, que habita en la vecindad ribereña de la Plaza del Estudiante, corazón del barrio bajo que me dio cobijo cuando todo encandilado llegué hasta esta noble y vial. Mi don Gabriel Vargas y a propósito:

La literatura mexicana, desde Fernández de Lizardi hasta el día de hoy, nunca ha cultivado cabalmente el perfil del picaro. Siendo como es, nuestra literatura rama del tronco español, que es decir de La Celestina y El diablo cojueto El lazarillo de Tormes y El Buscón… (Mañana)

Yo soy muy macho

¡Anciano de 70 años violó a una joven de 15, y ahora el malvado no quiere casarse con ella..! – El tabloide…

La violencia intrafamiliar, mis valores, y más propiamente: la que un día sí y el otro también perpetra el macho, que no el varón, contra la desdichada que le tocó en suerte (muy mala suerte) para servirle (para servirlo) de compañera La violencia que es signo y símbolo de esta comunidad. Lóbrego.

Ante tal situación, de tanto en tanto mujeres y hombres, ellas por exasperación y nosotros por barnizar la coincidencia nos avocamos a la realización de planes que pongan término a la abyecta situación. Esto, en un catálogo de buenas intenciones que valen lo que el papel en que se redactan y duran el día y la víspera Así lo certifica el aletero de documentos que tengo sobre mi mesa leyes, proyectos, planes y reglamentos, «días internacionales» y campañas periódicas en favor de la mujer. Agua de borrajas. No más.

Aquí, en los catálogos de agravios y buenas intenciones, la exigencia que mujeres barzonistas publicaron hace unos años en el desplegado de prensa «Muchos de los casos que nos han estremecido, por la saña y forma en que han sido realizados, en donde niñas hasta ancianas (sic) han sido violadas y asesinadas, han quedado en la impunidad. Esta violencia es también física y emocional. Hacemos un llamado a todos los que nos gobiernan para que actúen en forma sensible y responsable frente a las víctimas de la violencia». ¿Y.?

Eso, ayer. Hoy, en los diarios: «Inicia -¡se inicia!- una campaña contra la violencia intrafamiliar». Una campaña, sí, que involucra organismos oficiales en apoyo a la mujer. «Inicia -¡se inicia, ignorantes!-maltrato (¡el maltrato!) desde (el) noviazgo. Revelan que el sesenta por ciento de los casos de violencia ocurre antes del matrimonio». Que, por lo mismo, se emprende una campaña (una más) contra la violencia intrafamiliar. Perfecto.

Perfecto, sí, pero tales campañas no nacieron hoy, ni ayer, sino ya hace muchos ayeres. En 1997, sin ir más lejos, los legisladores aprobaron una iniciativa de reformas que tipificaba esta violencia como delito y establecía las sanciones correspondientes. ¿Y? Aquí, algunas cláusulas de la tal iniciativa

«La violencia intrafamiliar en el matrimonio será causal de divorcio- Los jueces que conozcan de juicios de divorcio podrán ordenar, como medidas provisionales, prohibiciones a los agresores para cesar actos de violencia (¿?) -El agresor deberá pagar los tratamientos psicoterapéuticos que requiera la víctima- Se considera delito equiparable a violación a quien introduzca por vía anal o vaginal cualquier elementos o instrumento distintos al miembro viril en una persona menor de doce años de edad o que no tenga capacidad de comprender el significado del hecho». (Válgame, ¿hasta allá hemos llegado? ¿Con elementos o instrumentos distintos al..? Dios.)

En fin. Mi valedores: para ilustrar el tamaño de la violencia que ejerce el macho contra la mujer, van aquí botoncillos de muestra de la sangre que nutre la nota roja
«Comandante de la policía violador. Aguardaba en la oscuridad a que las parejas de novios estacionaran sus vehículos; luego se hacía presente, golpeaba al novio y violaba a la mujer. Confiesa ante las autoridades.

– Reconozco que violaba a las chamaconas.

– ¿Por qué, siendo autoridad, las violabas?

– Por eso, porque soy comandante, y si las violaba era para escarmentarlas y no siguieran cometiendo faltas a la moral…»

Nota roja. El tabloide, manchones de fotos a todo color: «Alcoholizado albañil asesinó a mazazos a su esposa y dejó gravemente heridas a sus dos hijas. Ya ante la autoridad, al autoviudo declara

– Es que María mi esposa no quiso plancharme una camisa

– Y a tus dos hijas, ¿por qué las dejaste medio muertas a mazazos?

– Es que ellas se pusieron a gritar pidiendo auxilio, y me sacaron de quicio cuando vi que intentaban defender a su madre…»

«Edo. de México. Asesinó a su esposa y al tratar de huir fue detenido por los propios vecinos, que lo presentaron ante las autoridades. En su declaración: «Sí, es cierto, maté de hachazos a mi esposa».

– ¿Por qué la privaste de la vida con tanta saña?

– Tengo una justificación válida, y es que llegando a nuestro hogar para celebrar la pasada Navidad como Dios manda, mi cónyuge me presentó el arma homicida mientras, sonriendo, me indicaba ¿y si antes vas a cortarme un poco de leña? Eso, dé plano, me molestó, ¿y qué podía hacer con el hacha que mi señora me ponía en las manos…?»
¿Quién es la víctima? La mujer.

¿Quién es el verdugo? (¿Quién..?)

A cuidar esa salud…

Mis valedores, los de mi camada, los que han llegado a la madurez, quienes ya doblan el Cabo de Buena Esperanza: yo los exhorto a cuidar su salud y visitar al médico. ISSSTE, Seguro Social, un médico particular. Lo importante es que el facultativo revise nuestra salud. El examen, para nosotros, fácil, según pruebas como estas:

El funcionario que nos ha sido impuesto en Los Pinos, el que aparece como responsable directo en la prolongación de ese modelo neoliberal tan lesivo para las mayorías, ¿se perfila como todo un estadista, un visionario carismático, un patriota dispuesto a defender la soberanía del país, lo que de soberanía viene quedando después de De la Madrid y congéneres? ¡Es, si nos atendemos a su currículo, el estadista de fuste que necesita un país enfangado en la crisis global? ¿Al recién llegado le miran estatura para enfrentar problemas y retos del país? Entonces, mis valedores, ¿por qué no ver por nuestra propia salud y ponernos en manos del médico..?

Otras más: el segundo marido de Marta, ese que en los años siniestros del sexenio anterior no se apeaba de la lengua la palabrita «democracia», ¿no es el mismo «demócrata» que después del pasado dos de julio alardeaba, a lo cínico, que: «Yo soy el único que he ganado dos elecciones presidenciales, la mía propia y la de mi continuador» ¿Entonces? A ver por nuestra propia salud, reitero. Yo, por lo pronto, ya tengo apalabrados un par de especialistas, uno de dos: la doctora Cortina o el doctor Medina. Y sigo.

El que hoy, desde Los Pinos, prolonga la aplicación del neoliberalismo contra las clases populares y a favor del gran capital, ¿no inicia su gobierno al estilo Zedillo, éste con el error de diciembre que, con excepción de la superestructura, tanto perjudicó a los mexicanos, y el otro con el error de enero, que ha encarecido los productos de la canasta básica? ¿Entonces? ¿No vale la pena cuidar nuestra salud y acudir a la visita del médico? ¿No es, acaso, una maniobra fácil, rutinaria, a la que ustedes y yo estamos acostumbrados? ¿Entonces..?

Y otra: con el recién llegado a Los Pinos han aumentado las exportaciones de indocumentados que más allá del Bravo a la brava se lanzan a la aventura, y al propio tiempo las importaciones de todo alimento que nos llevamos a la boca. ¿No se abate, con alimentos e indocumentados, la menoscabada soberanía del país? Soberanía: al violar nuestras leyes para entregar a la justicia de Estados Unidos a unos narcotraficantes que aquí no han terminado de purgar su condena, ¿no reconoce el Estado mexicano su propia impotencia frente al problema, por lo que decide delegar la aplicación de justicia en un Estado extranjero, más vigoroso que el nuestro..?

¿Entonces? Yo los exhorto. Vamos todos al consultorio del facultativo. Qué nos cuesta, aparte del precio de la consulta…

¿El nuevo gobierno no está encabezado por un representante de la ultraderecha entreguista que, mientras intenta rematar PEMEX y la energía eléctrica reniega de su origen iberoamericano y de estrella polar tiene la Casa Blanca? ¿No andamos, por causa suya, sufriendo ajenas vergüenzas? ¿Qué ocurrió, mal iniciado el sexenio, con su política internacional, esa que alguna vez, con la Doctrina Estrada, fue orgullo de nuestro país y ejemplo para gobiernos del resto de Iberoamérica, esos que en 1964, instigados por una OEA instigada, a su vez, por EU, cortaron relaciones diplomáticas con la Cuba de Fidel? Todos, ¡menos el de México! ¿Y hoy? Pero nosotros, los paisas, ¿cómo hemos reaccionado a las desmesuras del gobernante primerizo que se aloja en Los Pinos? Qué fácil nos resultaría visitar al facultativo…

México y su política exterior. Si así le fue al ex-gerente de la Coca-Cola cuando, temerario, se enfrentó al presidente Hugo Chávez, con cuyo gobierno la economía de Venezuela ha crecido más de 5 veces lo que la de México, ¿Alguno de ustedes iba a imaginar que recién llegado a Los Pinos caería en el mismo error? En su pleito con el venezolano, ¿Chávez fue el provocador? ¿Venezuela nos discrimina infamándonos de «frijoleros del sur con piel color lodo, cuyas mujeres paren dos veces al año»? Nosotros, manipulados por la industria del periodismo, a repetir como loros la versión de la Casa Blanca: «¡Chávez es un autócrata y un dictador!» Patético que, forjemos nuestro criterio no con la cultura del oprimido sino con la del opresor. ¿Entonces? A visitar al facultativo, sin más.

¿Facultativo para qué, dicen? A ver: ¿ante las medidas del Poder no nos concretamos a aguantar y renegar, a renegar y seguir aguantando? Si ese Poder ya nos tiene culimpinados, ¿por qué no aprovechar y ponernos ante el proctólogo? Su índice, en el tacto rectal, no lo sentiremos tan brusco como el del encarecedor. Y lo traicionera que es ella, la próstata. En fin. (Allá ustedes.)