Tienes frailes,langosta,policía…

De mi don Joaquín Fernández de Lizardi les hablé ayer, y lo relacioné con el grado de heroicidad que suponía el oficio de periodista en los tiempos aciagos del porfirismo. Porque ese fue el sello de identidad de El Pensador Mexicano: censura y prisión, persecuciones y agobios económicos, y vuelta a empezar, algo lógico para un periodista de su trascendencia y valor personal en gobiernos como el de Díaz.

Es menester tener presente que el pueblo no ejerce los derechos de soberano sino en las elecciones…

(Derechos de soberano, digo yo, perfectamente acotados, porque «el pueblo», con su voto, elige a quien le presenta un mejor proyecto de nación, pero su voto resulta perfectamente inútil a la hora de hacer efectivo semejante proyecto. ¿O no? En fin.)

Todos los campos de la expresión escrita dominó El Pensador: el periodismo y la sátira, la versificación, el drama y la novela, donde crea ese personaje inmortal, El Periquillo Sarniento, flor y espejo de la picardía que a todos nos resultaría familiar si en este país se acostumbrase la lectura

Por cierto: El Periquillo nació en 1816, y de inmediato recibe la aceptación popular, no así la crítica, que se mostró reservona ante los hechos «escandalosos» y el lenguaje desenfadado el personaje Noches tristes data de 1818, al igual que el primer volumen de La Quijotita y su prima, cuyo segundo tomo aparece al año siguiente. Don Catrín de la Fachenda se editó en 1819. Tiempo después El Pensador deja de lado la novela y se dedica de lleno al periodismo, su genuína vocación. Atrás quedaba una obra copiosa, raíz de la literatura mexicana como de la francesa son, distancias guardadas, Gargantúa y Pantagruel. Lizardi dejó la obra de intención didáctica y de ejemplaridad, visión esperpéntica con la que poma en evidencia las desmesuras y los desafueros de su tiempo, tal como a su hora lo llevó a cabo Rabelais con sus dichos Gargantúa y Pantagruel: las que perpetraban entonces las autoridades civiles, el clero, los militares de aquel entonces…

¿Por qué Lizardi caería en prisión? Por sátiras como la presente, que describen el México de principios del siglo XIX, y yo les pregunto, mis valedores: ¿es muy distinto al México actual? ¿Qué tan distinto? La sátira:

«Nada falta a tu dicha, patria mía, – Tienes frailes, langosta, policía, – Puertos sin naves, tropas sin calzones, – Caminos solitarios con ladrones, – Siempre apretada tu tesorería, -Partidos y colores a porfía, – Papel que vale menos, aunque debe, – Un rey que lo conoce y no se atreve, – Faltaba un año santo: en este día, – ¡Bendito Dios!, el Papa nos lo envía»…

Y qué vigencia mantienen, hoy mismo, las reflexiones que Lizardi nos dejó en las planas de los periódicos que fundó a lo largo de su ejercicio periodístico, periódicos más o menos efímeros. Juzguen, por el párrafo que escogí para ilustrar mi dicho:

Compárese los males que pueden sobrevivir a la República, entre que se anulasen las elecciones y los que le vendrían con algunos diputados elegidos por tramoya, esto es, que no merezcan serlo. En el primer caso se mina la soberanía de la nación. En el segundo nada se pierde con seis u ocho representantes ineptos, sino diez y ocho o veinte y cuatro mil pesos anuales…

Y cuánto de humano, mis valedores; cuánto de aleccionador, cuánto de melancólico se trasmina en la nota que redactó el periodista cuando tuvo que dar por muerta la publicación del Correo Semanario de México. La nota la tituló Despedida, y a la letra dice:

«La escasez de subscriptores, que no proporciona que se costee este periódicos, y mis graves enfermedades, no me permiten continuarlo.

Doy gracias a los señores subscriptores que han tenido la bondad de favorecemos hasta el final, suplicándoles dispensen las erratas, dilaciones y otros defectos que no he podido evitar.

A los señores subscriptores que aún restan algunos piquitos, suplicamos proporcionen su remisión, pues no habiéndose costeado el periódico, claro es que nuestro bolsillo debe pagar lo que falte…»

México, 4 de mayo de 1827. El Pensador.

Esto escribía nuestro progenitor literario y periodístico ya atacado de tuberculosis, pobreza, desaliento, soledad…

Mi don Joaquín Fernández de Lizardi. (A su memoria)

Periodismo y prisión

¿No advertís que aunque yo muera jamás faltarán escritores instruidos y resueltos que continuarán combatiendo los abusos..?

Pretexto para esbozar la semblanza del personaje que esto afirmó me lo proporciona el episodio ocurrido hace meses, cuando una periodista de apellido Aristegui fue apartada de alguna estación radiofónica, y entonces válgame, la escandalera: ¡ataque inaudito a la «libertad de expresión»!, clamó el coro estridente de los «abajofirmantes» de profesión, ahijados a la generosidad de La Jornada «¡Apoyo a la víctima de la censura!», ofrecían. La víctima, por fortuna, mantuvo todo el decoro y la circunspección que a los «abajofirmantes» les faltó, y fue entonces: semejante episodio me trajo a la mente el caso un colega periodista, él sí heroico en una labor que en su tiempo entrañaba peligro de muerte o prisión, cuando menos. Ese fue mi don Joaquín Fernández de Lizardi, El Pensador Mexicano. A él he de referirme esta vez; a su obra magnífica

Tal héroe civil fue el primer fabulador que parió nuestro Nuevo Mundo, si hacemos de lado a don Fernando de Alba Ixtlixóchitl y algunos más que nacieron al arrimo de frailes y conquistadores. Fernández de Lizardi dedicó su vida a la denuncia de vicios y corruptelas de un México que se asomaba a la independencia Periodista por vocación, fue al propio tiempo novelista y dramaturgo, y por necesidad de expresión, versificador. Admirable.

Admirable, sí, por su vida y obra como liberal, moralista y filósofo, que ejerció actividades lo mismo de educador que de satírico e intelectual; pero El Pensador fue, primero y antes que nada, varón de virtudes que a golpes de denuncia pública defendió sus ideales, formuló sus cuestionamientos y difundió su verdad por todos los medios a su alcance: el ensayo, el libelo, la farsa, el artículo, la novela y hasta la misma versificación. El Pensador Mexicano, creador del inmortal Periquillo Sarniento que no han leído los mexicanos porque los mexicanos no leen. Lástima

¡Qué diferente contraste hace lo que el lector ha leído escrito en España bajo un sistema monárquico, y lo que ve en México acerca de la libertad de imprenta, bajo un sistema republicano..!

La historia pública del Pensador arranca de 1811, cuando a los 34 años de su edad se mete de lleno a la difusión de las ideas, así en los campos del periodismo como en los de la ficción, y en esa suerte de volandera mercadería que fueron las hojas sueltas en donde se deshalagaban rumbo a todos los rumbos sus sátiras e invenciones, sus arengas y denuncias, sus reclamos a favor de la moral y las buenas costumbres; hojas que se leían en callejas y plazas públicas, en la posada, el figón, el camino real; hojas que prefiguraban esa literatura que, peripecias históricas más adelante, soltarían las prensas de Venegas Arroyo para difundir las calaveras de Posada y aquella levantisca literatura que ayudó a desmoronar la vera efigie de Porfirio Díaz; hojas que difundieron la cultura popular en la forma del corrido que iba a perpetuar las hazañas del arriscado y el valentón, y la jácara y los lances de amor. Soberbio.

Hace la discordia tanto daño en el cuerpo político como las contagiosas en el físico…

No fueron propicias las circunstancias donde se vino a delinear el primer gran mural de la vida y las costumbres del México que nació a la vida independiente, mural que El Pensador fue realizando con lenguaje de típica y acendrada raigambre popular, con la fiel recreación de tipos de la mejor tradición picaresca derivada de la española -Guzmán de Alfarache y compinches magníficos-, tales como el tahúr y el sacármelas, el recuero y el coime, el bandido y el matasiete. Y aquellos los escenarios de la picardía lizardiana: el calabozo, el mesón, la mancebía y demás universidades del crimen y la vida arrastrada..

Fernández de Lizardi lanza a la vida pública el primer ejemplar de El Pensador Mexicano en octubre de 1812, donde vacía sus primeros ejercicios periodísticos y comienza a ejercitar la denuncia pública ¿Resultado? El normal para aquellos tiempos calamitosos: el editor y articulista fue a pagar con cárcel su oficio arriesgado, y desde entonces vendría a derivarse un modo de ser, un estilo de vida que marcaría la existencia de El Pensador, hasta el día en que llegó la tuberculosis, y detrás la muerte, en 1827. (Sigo mañana)

Consuélese con un negro…

Esta vez el tabaco. Que el humo del cigarrillo contiene 4 mil agentes nocivos que matan a la mitad de sus consumidores. ¿La otra mitad? Cáncer pulmonar. ¿Tanto así? ¿Y entonces por qué fuma la gente? El estudioso:

El error de las campañas contra el tabaco es que raras veces se detienen a considerar la cuestión fundamental: ¿por qué fuma la gente? Parecen creer que tiene algo que ver con la afición a las drogas: la nicotina produce el hábito. Sí, pero no es en modo alguno el factor más importante. Muchos no se tragan el humo y sólo absorben una cantidad mínima de la droga. La causa de su afición a los cigarrillos debe buscarse en otra parte…

Ah, caray. Y esa causa, ¿dónde debe buscarse? Porque advertir a los fumadores lo pernicioso que es el tabaco retira del hábito a algunos fumadores los días que duró la campaña Cesó, y con ella la alarma, y a calmar la tensión con un negro o un rubio, con o sin filtro. ¿Pero por qué el hábito de fumar? No porque la nicotina se torne un vicio, que otra es la causa del tabaquismo. ¿Entonces? ¡Porque el cigarro sustituye al pezón materno! Y yo, cándido de mí, tan seguro como estaba de que el mexicano sólo en la teoría y la práctica del ejercicio político permanecía en la adolescencia, en la inmadurez, ahijado a esa prolongación de la autoridad paterna que es el gobernante en turno…

«La solución está, indudablemente, en la intimidad oral inherente al acto de sostener el objeto entre los labios, y esto nos da también la explicación fundamental de la conducta de quienes se tragan el humo. Mientras no se investigue adecuadamente este aspecto del acto de fumar, tendremos pocas esperanzas de eliminarlo de nuestras sociedades, llenas de tensiones y afanosas de tranquilidad.

Muy claro el fenómeno de sustitución, por un objeto inanimado, de una intimidad verdadera con otro ser humano, que nos lleva al principio de toda la historia el momento en que la madre inconsecuente introduce un chupón en la boca del hijo lloroso, goma que sustituye al pezón. Así, los niños están menos predispuestos a chuparse el dedo (alternativa evidente a falta de un pezón que les dé la necesaria tranquilidad). Los chupones producen un asombroso efecto calmante en los niños inquietos. Se ha descubierto que a los treinta segundos de tener el chupón en la boca, el llanto se reducía a una quinta parte de su intensidad primitiva, y los movimientos de manos y de pies, a la mitad.

Todo esto significa que el hecho de tener algo entre los labios constituye una experiencia tranquilizadora para el animal humano, ya que representa un contacto sedante con el protector primario, o sea la madre. Es una poderosa forma de intimidad simbólica, y cuando observamos a un viejo chupando con fruición su pipa, ello pone en evidencia que esa es una práctica que nos acompaña durante toda la vida porque el humano se ve obligado a adoptar chupones disimulados de diferentes clases. El cigarrillo es, al menos en este aspecto, un objeto ideal, porque es propio, en exclusiva, de los adultos. El hecho de que esté prohibido a los niños significa no sólo que no es infantil, sino que ni siquiera lo parece, y, por consiguiente, que es absolutamente ajeno al contexto de la succión del bebé, donde está su verdadero origen.

La pipa el cigarro puro, el cigarrillo: el objeto produce un tacto suave a los labios y es calentado por el humo, lo cual lleva a semejarse aún más que el chupón al pezón de la madre. Además, la sensación de chupar algo y de tragarlo aumenta semejante ilusión, porque se plantea una nueva ecuación simbólica- el humo cálido inhalado es igual a la leche caliente de la madre..

Es extraño que aún no se invente el artilugio que sea al mismo tiempo blando y resbaladizo (una boquilla de goma pongamos por caso); pero tal vez este no se disimularía lo suficiente, se parecería demasiado a la teta materna y entonces cómo pudiese el adulto conservar su respetabilidad. Cómo. Y otra más: que la desproporcionada cantidad de tabaco que hoy por hoy se consume en el mundo demuestra que existe una inmensa demanda de actos tranquilizadores «de intimidad simbólica», y que si se quiere, de veras, eliminar los efectos secundarios de este tipo de comportamiento, se requiere: «o bien conseguir la adecuada reducción de las tensiones de la población (algo punto menos que imposible, digo yo), o se tendrá que inventar otras alternativas». Como de momento hay poquísimas esperanzas de lograr esa primera opción, se tendrá que acudir a la segunda A querer o no. Y qué hacer. (Lástima)

El animal y el político

Nahualismo es la creencia en un espíritu guardián animal, relacionado con una persona desde su nacimiento y que compartía su suerte…

Y que del político mexicano cuál pudiera ser el nahual, discurrían mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., y algunos de sus compinches del PAN, mientras a amamantones de cacardí celebraban el aniversario 79 del Tricolor en la estancia de mi depto. de Cádiz, donde ya habían causado estropicios y el disgusto de mi única Dije, bromista, por diluir la tensión: «¿No será el hipopótamo el nahual de los pripanistas?»

– No (La ironía de Nallielli. Es lodero, sí, y vive chapoteando en el barro, pero no le han salido uñas de rapaz ni se ha sabido que alguno de ellos nos resulte depredador de los dineros públicos.

Me atreví: «¿No será el caracol, mi niña?» (El Jerásimo, pistojeando.)

– No. Baboso, el caracol es un animal hiperactivo si lo comparamos con los licenciados burócratas.

El perfumado: «Sh, que hay perros de oreja, y lo publican en Alarma…»

Eso me enchiló: «¿No será un ofidio que avanza arrastrándose?»

– Como el político (mi Nallieli), y como él, la víbora se la vive encajando los colmillos en el calcañar. Tiene también lengua bífida, pero no la emplea en discursear, ni el veneno para asesinar al compinche Colosio, que más allá de las desmesuradas loas que le cantan, tuvo la exacta medida de cualquier político del PRI.

– ¡Y aquí me pongo de pie!

Se puso la runfla de pripanistas, y a la maniobra allá van el florero, la jarra del te, un par de vasos de cacardíosidad. Mi única, su rostro endurecido:

– No el armadillo. Dotado también de concha como el político, el armadillo tiene pudor. ¿Ustedes han visto alguno de ellos retratado en las primeras planas, índice en alto y jurando que es el presidente del empleo, y que el suyo es un gobierno de manos limpias, y déjenle manos libres a Mouriño el madrileño? No, el armadillo vive en su escondrijo y no padece la compulsión del protagonismo ni tiene paleros en tele y radio que le propicien ventosear soberanías, democracias y justicias sociales.

Yo, al oído: «Cálmate, mi amor, esa alfombra yo te la lavo…»

El calvito del PAN: «Salú, aunque yo tengo la leve sospecha de que aquí la señito nos está carneando. Mejor la siguiéramos en la leonerita aquí del licenciado Vega«.

Ya ebrios, su diversión: «¡Nuestro nahual es el perico y lotería.!»

– El, como ustedes, nada dice original. Como ustedes, repetir las frases hechas: «Haré más por los que menos tienen. «El petróleo, de los mexicanos».

– Dije: ‘Tara mí que el nahual de Manlio compinches en el dragón».

– Ojalá (mi única). Qué dieran los mexicanos porque los politicastros fueran como el dragón, que no existe. Ni la hidra de 7 sexenios, ni el endriago, ni el basilisco, ni el ave roc. Pero esos, por desdicha, sí existen. Míralos…

– Yo de cacayacas estoy ora sí que hasta la madre Ya hasta la briaga se me está cortando. ¿Por qué no seguimos festejando al PRI en otro lado..?»

Ahí habló el Jerásimo, y lo que el Jerásimo habló: «Compatriotas, no se hagan bolas. Nuestro nahual es el gato, y punto».

– No oda, lic. (Rumbo al baño, el amaneradón). Quezque un gato…

– Un pulgoso, sí. Salucita Achis, achis, qué le pusieron a mi cacardí (y el amamantón.) A ver, tú, bigotón, descríbeles usos y costumbres del Rosco.

(Mi gato). «Bueno, el Rosco se la pasa roncando al calorcito del fogón. Un descuido de la cocinera y ándenle, a treparse a la alacena del presupuesto y friégale, a llenar la tripa con mantequita de PEMEX. Luego, como si nada hubiera pasado, procede a limpiarse la cara a pura lamida de saliva, suya y de sus paleros de radio y TV. ¿Que ahí viene López Obrador? Rápido, el gato corre y con ayuda de Manlio, Larios, Creel y el de Los Pinos, calladito él también, a hacer un hoyo en el suelo, donde entierra sus porquerías, y aquí no ha pasado nada El gato, nahual de ustedes los políticos mexicanos…

– ¡Eccc.sácto! (el Jerásimo vació el vaso hasta el fondo.) Y el Peje nos pela tres ríales. ¡Y a ver quién le quita un pelo a Mouriño! ¿La Función Pública, la Contratoría? No mamen. ¡Mouriño es nuestro nahaul!. ¡Otro trago!

Y que advierte las rabiosas miradas de sus compinches, y que se azora, pónese colorado, observa el vaso a trasluz. «Válgame, pues de cuál toy chupeteando». (¡Hic!)

Animalero de miércoles

Como cuando eran gobierno, los priistas festejan el aniversario No. 79 del Tricolor sin llegar a acuerdos nacionales…

Priistas del calibre de mi primo el Jerasimo, licenciado del Revolucionario Ins., que lo celebró en casa. El y algunos de sus aliados naturales, panistas la mayoría. Mía fue la culpa, lo reconozco. Cómo fui a permitir esa tarde de miércoles (de la semana anterior), que mi consanguíneo y sus contlapaches festejaran al Tricolor en la estancia de mi depto. de Cádiz. Una tetera abollada, un jarrón hecho añicos, manchada la alfombra irremediablemente, y aquel hedor a tabaco, cacardiosidad y perfume ya rancio, ya fermentada. Asqueante, un hombre que se baña de perfume. La náusea.

Yo, de anfitrión, platicaba con los licenciados, y por aquello del azar y los oscuros dictados de la Moira, la plática fue a recaer en la leyenda del nahual Libro en mano leí ante los festejantes, ya todos a medios chiles, la definición del nahual:

La creencia en un espíritu guardián animal, relacionado con una sola persona desde su nacimiento, que compartía la suerte de éste, se conoce como Nagualismo. Este espíritu guardián se nombra Nahual

Y ándenle, que de repente ahí el empleadillo de la Función Pública:

– Me pregunto cuál podría ser el nahual de un político del PRI…

– ¡Y aquí me pongo de pie! -se pusieron varios. Uno, en el ímpetu, se antellevó el florero. Al estrépito mi Nallieli, gesto de contrariedad, salió de su habitación y comenzó a recoger los restos del naufragio.

– ¿Que cuál es nuestro nahual? El Jerasimo. El león, por supuesto. El rey de la selva y anexas. Salucita.

Ahí rebrincó la ironía de mi única, dolida por el jarrón: «¿El león, licenciado? No creo. Cierto es que el político, cualquier camiseta que porte, siempre termina por llevarse, entre loas a la honradez, la parte del león; pero como nahual, el león no depreda más allá de su hambre. No es hipócrita, ni ratero, ni cínico, ni bribón.

– O sea, señito –el Jerasimo-. Mida sus palabras…

– Quezque honradez, dijo el de la Secretaría de la Función Pública Ahí te hablan, licenciado Vega.

Y su risita burlona Mi única– «¿El nahual del político no será la hiena?»

– No, mi amor, intervine para aliviar el ambiente. Ya con bastante rigor la trata Madre Natura para que todavía la befemos comparándola con esos. La hiena, con ser también desagradable a la vista, come carroña, pero poca, con moderación. Cuenta, además, con un soberbio sentido del humor, que la lleva a carcajearse cuando algún otro animal comienza con aquello de: «¡El mío es un gobierno de manos limpias..!»

– Hago caso omiso de sus insinuaciones, mi valedor, y aventuro una suposición (el de la PGR): ¿No será el tigre, en todo caso, nuestro nahual..?

– Tampoco el tigre, replicó mi Nallieli-. Todo manchado también, como los políticos, pero sólo en su apariencia Las del pelaje no son manchas del saqueo, la rapiña, el fraude, la deslealtad, el cambio de chaqueta, el asesinato, en fin. A semejante animal sus manchas no las consiguió en el quehacer politiquero…

– ¡El águila real! Pasando el pomo, plis. ¿Ya no tenemos yelitos..?

– ¿El águila real? El vuelo del águila no tiene más límites que el cielo y los horizontes. Como todo mediocre aplastante, el político tiene un vuelo de gallina, y no más.

– Ah, ahora va usted a salimos con que nuestro nahual es una despreciable gallina Tampoco, digo…

– No. Torpe en el vuelo, las pretensiones de la gallina no son tan desmesuradas como pasar a la Historia Los de la gallina son cacareos, no discursos tan huecos como retóricos, y en ella se justifican: el huevo está caro y escaso, bien vale el alarde. Además, los huevos son de la gallina Y frente al presidente en turno, el político…

– Ahora va usted a salirme (el de la contraloría de la federación, traje gris rata) con que el nagual del político es algún animal tan repugnante como el hipopótamo, pongamos por caso…

– Tampoco. Lodero, sí, pero…

(El lunes.)

¿Mouriño toca el violín..?

Fue aquel un conflicto que ríanse de las castañas que Bush anda sacando de Ecuador con la mano del gato colombiano. ¿La zona del zafarrancho? La tertulia de anoche, en el edificio de Cádiz. El maestro:

– Esto que acabamos de presenciar me recuerda la añeja fábula de Salado Álvarez. ¿Quiere explicarla a los contertulios, señor valedor?

En pocas palabras: sucedió allá por el XIX que la orquesta de la catedral metropolitana se quedó sin el primer violín y se anunció el puesto vacante. Aquella tarde el deán recibió la visita de un hombre de edad, untuoso, melifluo, sonriente y caravanero. Luego de besar la mano al deán: «Me enteré, Su Ilustrísima, de que la orquesta necesita un primer violín».

– Así es, don Benigno. ¿Tiene usted algún candidato?

– Un mi sobrino Nachito es la solución, Su ilustrísima.

– ¿Toca bien el violín?

Ahí la enumeración de las virtudes del sobrino. Que es un católico devoto, que es un cumplido ciudadano, un marido cariñoso y padre ejemplar.

– ¿Pero toca bien el violín?

– Un hijo piadoso. El solo mantiene a su mamacita doña Rafita.

A la mención de cada virtud, el deán: «¿Pero toca bien el violín?»

– Su misa no la perdona, con todo y la sagrada comunión.

– Bueno, sí, ¿pero toca bien el violín?

– Bueno, como tocarlo, en un festival de fin de cursos se ejecutó un valcesito que había que oírlo. ¿Le da usted el puesto, Su ilustrísima?

– ¡Basta! Cuando haya que premiar a un virtuoso mándeme a su Nachito, pero lo que yo necesito es un virtuoso, pero del violín, ¿me entiende…?»

Me entendieron los contertulios, que acababan de presenciar la batalla campal provocada porque alguno mentó a Juan Camilo Mouriño y ahí ardió Cádiz. «Siendo presidente de la Comisión de Energía en la Cámara de diputados y más tarde asesor de la Sec. de Energía cuando su titular era el que hoy vive en Los Pinos, Mouriño firmó, como apoderado de los negocios de su suegro y de toda la familia, contratos millonarios de lubricantes, aceites y transporte de gasolina, con lo que toda la familia se enriqueció a costillas de PEMEX hasta crear 80 negociazos en el sureste. Unos contratos que…

– ¡¿Contratos? ¿Cuáles contratos?! Ahí, esponjada y a gritos, La Maconda, neopanista y adoradora de algún chaparrito, jetoncito, al que todo, todo le queda grande: «¿Contratos? ¿Cuáles contratos? ¡Esas son calumnias del Peje! Qué forma más puerca de posicionarse en los ‘medios’: revolviendo basura en los estercoleros…».

Mis valedores: ahí fue. La tía Conchis, su rostro de ingenuidad, su sonrisa candida, su mirada inocente: «¿Pero Mouriño firmó esos contratos?»

– ¡Esas no son más que acusaciones inmorales, dolosas y mezquinas!

– ¿Firmó o no firmó esos contratos?

– ¡La familia consolidó su fortuna gracias al tesón y al esfuerzo personal y al de su familia!¡Es dinero bien habido, y pésele al Peje, ese peligro que debemos parar a tiempo, o se nos vuelve un problema de consecuencia fatal!

– Bueno, sí, ¿pero Mouriño firmó o no firmó esos contratos?

La Maconda se alzó y desde la puerta: «¡Comadre, venga un momento!»

¿Comadre? ¿A qué comadre llamaba? «¡Venga a decirle a los achichincles de López que el señor secretario no pierde su tiempo debatiendo con un Peje instalado en la esquizofrenia! Bien lo decía don Antonio Sola «Ese es un peligro para México!» ¡Comadre, venga y cálleles el hocico!»

– De acuerdo, ¿pero Mouriño firmó o no firmó esos contratos..?

– ¡Que el dictador Chávez deje de financiar al populista, a ver qué queda del perverso destructor, traidor y agresivo! ¿Quién es ese oportunista demencial para apropiarse de las demandas ciudadanas? ¡Comadre..!

– ¿Pero Mouriño firmó o no firmó con PEMEX esos contratos?

– ¡Comadre, qué tanto hace en el baño! ¡Venga a torear a los hocicones!

Se apareció la tal. «¿Conque estos falsarios difamando a Mouriño? Vamonos, comadre, para qué echar margaritas a los puercos».

Abrazadas y triunfantes, Ruth Zavaleta y La Maconda, comadres «ideológicas» y aliadas de mi primo el Jerasimo, lic. del Revolucionario Ins., dejaron atrás el campo de batalla. Yo me quedé pensando, nomás pensando: Bueno, sí, ¿pero Mouriño firmó o no firmó esos contratos? (Y ya.)

¿Muros grafiteados..?

Los muros del Congreso, ¿directorio telefónico? ¿Guerra a Paz? Pobre poeta, con su nombre hoy tan traído y llevado de los muros del Congreso y los de la Asamblea Legislativa Del autor de Piedra de sol sólo he de recordar su obra poética y un soberbio análisis sobre pornografía, prostitución y anexas, al que ahora me habré de referir. En el análisis de Octavio Paz, el erotismo:

Que Eros se ha comercializado; que prostitución y pornografía, actividades artesanales en el pasado, hoy forman parte de la economía del consumo; que no alarma su existencia sino las proporciones que han asumido no ya como transgresiones a añejos tabús sino como mercaderías. «Y si no, contertulios, dijo el maestro en la tertulia de anoche, que lo diga la ‘internet’, esa alcahueta oficiosa del trafique de aguayones y entrepiernas que desorbitan los ojos del adolescente como de la impotencia decrépita de los ancianos de espíritu». Ahí, impaciente, El Síquirí:

– Bueno, sí, mucho mentar entrepiernas, ¿pero no hay fotos, peliculitas?

Obra de consulta en mano y sin caer en la provocación, el maestro siguió la cita de Paz ante unos contertulios atentos a un asunto que, como este de la pornografía y la prostitución, tanto ha logrado degradar a su víctima predilecta- la mujer. Y qué orgullo para los machos: «Dicen por ai – que Dios hizo a la mujer -para regalo del hombre…» «Sublime». El poeta ensayista:

«Para comprender la situación compárense dos políticas en apariencia opuestas pero que producen resultados semejantes. Una es la estúpida (la estúpida, afirma Paz) prohibición de las drogas, que lejos de eliminar su uso, lo han multiplicado y ha hecho del comercio uno de los grandes negocios del siglo, tan grande y poderoso que desafía a todas las policías y amenaza la estabilidad política de algunas naciones. Otra, la licencia sexual, la moral permisiva: ha degradado a Eros, ha corrompido a la imaginación humana, ha resecado las sensibilidades. ¿Qué ha hecho de la libertad sexual? No pido el regreso de la odiosa moral de las prohibiciones y los castigos: señalo que los poderes del dinero y la moral del lucro han hecho de la libertad de amar una servidumbre». Lo dicho: el Imperio hizo de Eros un empleado de Mammon.

– Eso del mamón, dijo El Síquirí, ¿erotismo, pornografía o prostitución?

Imperturbable, el maestro: «El acto sexual es siempre el mismo y siempre dice lo mismo: reproducción. Tal es el medio con que, impulsados por la libido, racionales e irracionales generamos la vida Estos están determinados por el instinto, que en el tiempo del celo los impulsa, cada especie con su rito distintivo, a terminar apareándose y así comenzar un ciclo de vida, acto sexual que siempre y en cada especie es igual: zureando el palomo y haciendo la ronda en torno de la hembra, y una vez que fue fecundada, la manta religiosa devorando a su pareja Pero el erotismo…»

– Mucho sexo y nada de ópera ¿Una clase de sexo sin ilustraciones?

El erotismo es el elemento que nos distingue de los irracionales: también significa relación sexual, pero no con la reproducción como fin único y último. Es un fin en sí mismo. Una es la vida sexual de una persona y otra su vida erótica, esa que, en la medida en que se convierte en un arte y se llega a sublimar, nos distancia de nuestro ancestro el antropoide. Por cuanto al amor: único es, y distinto del erotismo y la sexualidad, pero tan íntimamente relacionado con ellos que con frecuencia se confunden. El amor se enciende en el humano y no precisa, como la amistad, de la correspondencia la reciprocidad. Puede existir sexo sin amor, pero nunca amor sin sexo.

– Maestro, ¿asistió usted a la pasada Expo Sex..?

– El dominio del sexo, aunque menos complejo, es el más vasto de los tres. Erotismo y amor no existirían de no apalancarse en el sexo. Los tres, uno con otro, se realimentan. Sin el sexo la humana ralea no existiría sobre el haz de la tierra, y otra diferencia del reino animal: «la especie humana padece una insaciable sed sexual y no conoce, como los otros animales, períodos de celo y períodos de reposo. El hombre es el único ser vivo que no dispone de una regulación fisiológica y automática de su sexualidad». Y la tal «Expo«, que vendió toneladas de pornografía «como pan caliente».

¡Caliente, válgame! «¡A mí ya se me queman las habas!» Y en mi carrera hacia la cocina me antellevé florero, tetera, infusión, la foto de mi ausente. Y es que desde que tú estás lejos, mujer, yo solo me lo caliento, yo solito me lo enfrío. Mi alimento.

Y qué hacer. (Amantísima..)

La malparida…

Que «nuestro nuevo cine» comienza a ser apreciado a escala internacional, dicen los enterados. Que en esa feria de vanidades, frivolidades y alfombra roja que apodan Hollywood ciertas películas mexicanas o extranjeras realizadas por directores mexicanos pepenan este o aquel premiecillo, algunos de ellos de consolación. Yo cuánto quisiera certificar que el cine de factura nacional se coloca a la altura del arte, pero cómo comprobarlo, si hace lustros que abandoné las salas de cine Y sí…

Falta de tolerancia No soporto la mediocridad. Me sacan de juicio unas salas de cine con las bocinas a mil decibeles, mil anuncios comerciales previos a la película y que la tal me resulte una patética muestra de ese cine comercial que produce Hollywood; y lo que me resulta aún más intolerable: esos aficionados al cine que, en parejas o en familia, se aplastan a dos nalgas a remoler maíz tostado y eructar el gas del refresco de cola por la cola y otros orificios. Yo, amador del arte, cómo poder conmoverme hasta el tuétano con El color del paraíso mientras oigo rumiar o remuelo palomitas de maíz…

Esto lo platicaba con el maestro la mañana de ayer. «No se ha perdido de gran cosa, créamelo». Y que, por lo pronto, después de fallecidos tantos actores que dieron vida a las viejas películas mexicanas,esas de la mal denominada «época de oro», hoy resulta problemático sacar de la ANDA un elenco redondo para una película que intente arañar el arte. Actores principales y secundarios, hoy, ya casi imposible…

Para integrar un elenco dónde acudir a actrices y actores y adecuados. El «casting», que nombran los gringos de segunda Los cómicos, por ejemplo. Las cómicas. Dónde están las continuadoras de aquellas soberbias cómicas…

Nostálgico, citó por su nombre a las que engendró la carpa y que más tarde se lucieron en escenarios de teatro, radio y cine, desde pioneras como Amelia Wilhelm hasta Martha Ofelia Galindo y María Luisa Alcalá, pasando por las clásicas Delia Magaña, Virma González, Las Kúkaras, la Viveros, Amparo Arozamena y esa Salinas que, chapoteando en la fosa séptica de cualquier Aventurera que malamente apodan «obra de teatro», resulta tanto o más repugnantona que otra Salinas, la Adrianita, aunque mucho menos que la segunda esposa de su segundo marido y madre de esos hijos de toda su reverenda Marta ¡Vamos, México..!

Susana Cabrera, ¿la recuerda? Espléndida Ella que en su tiempo muy a tiempo lo aclaró: «¿Mi profesión? Payasa» ¿Quién ha venido a reemplazar una cómica de su categoría? Susana Cabrera, insustituible para el papel principal de una película cuyo guión debería haber escrito usted mismo.

Yo, guionista de algunas películas cuyo título no he de revelar a ninguno de ustedes (por algo será), pensé en la clase de cinta en la que el maestro estaría pensando para una soberbia actriz cómica como la Cabrera Noble su profesión: payasa, y de lo mejor. Qué símbolo supremo, y qué caracterización, para mí insuperable, la de talonera Cierro los ojos y de párpados adentro contemplo la fina estampa de la ramera de la que Susana Cabrera hacía una creación. La soberbia caracterización de buscona que ella lograba vientre rotundo, nalgatorio doble ancho, bajo vientre de tamaño familiar y un temperamento tamaño caguama en corpachón de tamal malfajado a una minifaldita tres tallas más reducida de lo que piden, de lo que demandan, de lo que a gritos y mega-marchitas exigen esas carnazas, flor de pecado y perdición, almendra de depravación. «Pasa, güero…»

La visualizo: cuadriculadas las medias y de charol los zapatos, latiguillo y tacón de seis gemes; transparente el blusón, con escotes más grandes que los tacones, y una prendita color mamey que se arruga sopesando unas pechugas más grandes que los escotes. Caracterización de buscona ese rostro (cargazón de cosméticos): carnosos los labios, estallante el carmín, ojeras de pintura en las ojeras del vicio y la depravación. La güila en este cachete un lunar hechizo y a medio cogote una verruga auténtica de cerdoso escobillón. No, y las postizas: de este tamaño, miren; tirantes, enhiestas, revolcadas en rímel. Y con las pestañas, la peluca tordilla En este cuadril el bolsón (de plástico). En este otro, el bolsón (el padrote; el Rodolfo Acosta de La Nalgada).

– Pues sí, dije, pero no doy con la película exacta para Susana Cabrera

– ¿No? ¿Y luego la tragicomedia que retrate esa recién parida reforma judicial que malparió semejante «justicia» a la mexicana?
(Pues…)

Ropa sucia y demás porquerías

Aquella noche, en plena tertulia, de repente el escándalo. Las dos rijosas irrumpen por esa puerta, una arrastrando a la otra a remolque, y la otra intentando recular. La tía Conchis:

– ¡Resuelto el misterio, vecinos! ¡Aclarada la incógnita de toda la ropa que se nos venía perdiendo en los tendederos! ¡Macarena, vacía tu bolsón!

La aludida intentaba zafarse, huir, escapar por la puerta falsa; no del suicidio, sino la de servicio. «¡Anda, vacíalo!»

Habló La Maconda, patrona de La Macarena, y en su cara de asombro vi un asomo de fingimiento: «¿Qué sucede, con cuál bolsón te enredaste?»

– O sea, señora, nomás porque una es pobre tratan de humillarla; porque la ven mansita tratan de incriminarla y mancharle su honra, y tampoco.

– ¡Tu bolsón, Macarena, vacíalo aquí delante de todos!

– Tampoco, ¿verdá? Porque yo conozco mis derechos humanos y mis garantías ora sí que individuales…

– ¿Vacías el bolsón, o te lo vacío?

– Porque aquí donde me ven yo no voy a caer en provocaciones.

– ¡Vacíalo!

A querer o no. Y ándenle Ahí, en la alfombra, a la vista de todos, el desparramadero. «¡Mi brasier de fayuca! ¡Mi fondo, que andaba perdido!»

– ¡Mi peluca tordilla y mi beibidol! ¡Esas pantimedias como que las quiero reconocer! ¡Mi portaligas..!

Ahí, sobre la alfombra, las sedas grifas de alforzas, encajes, tira bordada en forma de corazón. Chonchines de este tamañito, y esos sostenes con unas copas que ni las del torneo Libertadores. «¡Viejo, los de fayuca que me compraste para mi cumpleaños! ¡Y estos colorados, que apenas iba a estrenar el pasado 31 de diciembre! ¡Y estos calados que calamos tú y yo en una noche de torrente pasional! Primera lavada y volaron del tendedero!»

Encendido, el Cosilión, marido de La Lichona: «¡Y usted, valedor, no sea libidinoso, voltéese para otro lado!»

Quedaban aquellos chonchines minusculitos, tanguita color magenta y plúmbago, cocolitos violeta y al frente moñito fiusha y un corazoncito traspasado, todo en diminutivito. Yo, de reojo mirábalos cuando el juguero:

– ¿Son suyos, seño Lichona? ¿De usted, señito Maconda?

Yo, el sofocón. Un color se me iba y un trago de saliva se me venía, cuando el Jerásimo: «Esos choninos, ¿no los conozco..?» (Trágame, tierra Alfombra y duela, más bien.)

La tía Conchis, acusadora: «¿Por qué escondías esta ropa en tu cuarto?»

Y fue ahí, mis valedores; ahí hablaron el cinismo y la desvergüenza. Yo, ¿por qué habré relacionado el episodio con uno que tiene bastante oreja que le pisen, uno valido del de Los Pinos, que lo acaba de embombillar en la Secretaria de Gobernación? Oí a la inculpada, ya a punto de arraigo:

– ¡Yo soy la principal interesada en que se aclare esta dolosa situación! Porque mis actos han sido legales, mi actuar ha sido siempre ético, y ustedes hablando de pantimedias…

(La Maconda, nomás oyendo.) La Lichona: «Según lo que encontramos en tu bolsón, Macarena, tú y tu familia se enriquecieron con PEMEX»

– ¡Las acusaciones son inmorales, dolosas y mezquinas!

– Esa ropa la habías robado de los tendederos, ¿sí o no?

– Toda es mía; la compré al emprender un negocio con PEMEX, que consolidé gracias al tesón y al esfuerzo personal y al de mi familia.

– Creemos, señora Maconda, que por bien de todo el edificio, su empleada ya no debe trabajar para usted. ¿Tú qué dices a esto, Macarena?

– ¡No perderé el tiempo debatiendo con mis detractores!

– La fortuna de tu familia salió de PEMEX. ¿Sí o no, Macarena? ¿Fue tráfico de influencias o no lo fue?

Y mis valedores, fue entonces: ahí se alzó La Maconda, neopanista y adoradora de uno chaparrito, jetoncito, al que todo le queda grande. «¡Momento!», y al levantón, La Maconda da con tetera y florero en la alfombra: «¡Basta! ¡Exijo respeto para mi muchacha! ¡Orejona y todo yo la he venido arropando desde antes de que me corrieran de la Sec de Energía

Yo, con el sofocón de que identificaran al dueño del chonchín fiusha, me solté aplaudiendo así, miren: «¡Ya, y a otra cosa, mariposa!» (Qué pena)

Escúcheme, joven…

Porque quizá sea usted uno de tantos a los que la vida ha manejado con la punta del pie. Su mamacita, madre soltera, descargó en la persona de usted, a lo largo de una niñez grifa de penalidades, toda la frustración que cargaba sobre los lomos desde que el compañero más o menos ocasional la abandonó preñada, y lógico: usted creció podrido en odios, rencores y sed de desquite.

Tal vez tuvo padre, pero mejor no haberlo tenido. Valido del alcohol y la droga, todo fue erguirse usted en dos pies y él comenzar maltratándolo como forma de desahogo contra esa vida arrastrada que el hombre jalaba a remolque, vida de vicioso vencido por la adversidad. Lóbrego.

O quizá esa mala estrella que se ha cebado en usted me lo dejó huérfano desde que apenas guarda memoria allá como entre sueños, de que su madre fue no más que aquellas dos manos que se tendían hacia su orfandad, y una remota palabra de afecto que usted nunca logró percibir. Perra suerte..

A usted la vida posiblemente, lo maltrató a golpes como la propia madrastra que lo vejó en forma sañuda desde que alcanza memoria Así habrá llegado a los 20,25 años de su edad, sin conocer más tratos que los malos tratos de una madrastra que le agrió la niñez de punta a punta Mal fario…

¿Fue usted, desde que recuerda, peleonero y rijoso como producto de una vida en promiscuidad en el corazón bandolero del barrio bajo, donde tuvo que imponerse a ríñones? ¿Llegó, por lo mismo, a cabecilla de pandilleros, y supo del sadismo de dictar leyes a puñetazos? ¿Fue así, ya el amo del arrabal, como impuso la ley del más mañoso a la hora del saqueo y la repartición del botín? ¿En la violación fue usted el primero que rasgaba el espanto de la joven copada en el terreno baldío..?

Tal vez -pésimas compañías- ha probado el delito del hurto, y le haya encontrado gusto al dinero fáciL Probó como boxeador, karateca y golpeador de chaco, y en pandilla ha logrado sobrevivir a punta de filero y navaja de muelle, desvalijando noctámbulos que se desbalagaron al amor de la piquera y el amor de trasputín. Tal vez su gran ilusión es ese asalto de gente grande a las arcas de seguridad del banco de aquí a la vuelta Y en esas anda..

Quizá, por exceso de droga -barata, de vecindad- ha sido internado una y otra vez en el sanatorio general, el del fregadaje Sería ahí donde recibió castigo con aquellas curas de caballo, con electrochoques y reclusorios en celdas de alta seguridad. Supo, tal vez, de apandos, y acaba de salir libre, y anda por la calle todavía encandilado, destanteo y dolorones de cabeza..

¿Egresado del reformatorio? ¿Supo de castigos corporales? ¿Conoció las vejaciones del interno que en usted probó el predominio de la fuerza bruta? ¿De la violación? ¿Se impuso, redujo a los abusivos? ¿Conoció entonces el sabor del triunfo y el de la sangre ajena, con el humillado a sus pies..?

O llegaría usted de provincia, prófugo tras de que -rencillas viejas- dio muerte alevosa al rival en amores o de tierras labrantías. Tal vez lleva ya varios velorios en la conciencia, porque ya probó sangre y, como allá decimos, difícil es el primero, porque los demás…
Quizá acaba de abandonar el reclusorio, donde al delito que lo enjauló añadió usted los que se perpetran de rejas adentro, y hoy día está debidamente habilitado para las artes del crimen, el delito, la degradación moral…

Porque su vida ha sido su propia madrastra andará usted a estas horas con la rabia en la sangre y la espuma en la boca, buscando el desquite Siendo así, albricias, y al éxito: enrólese usted en el cartel de la droga más cercano a su corazón; el de su barrio bravo, el de su colonia, el de su delegación. Yerba, polvo, pastillas; lo que vaya con su personalidad. ¿Que cocaína no..?

¿Que crack y anfetaminas no lo inspiran? ¿Otros rumbos reclama su vocación? De acuerdo: secuestrador. Mocha-orejas. Ya el rescate en la mano, a finiquitar el asunto tirándolo al Gran Canal, y el que sigue. Pero si es ambicioso de veras y anda en brama por cubrir todas las áreas del hampa con el mínimo riesgo y el provecho máximo, entonces ¡policía! Federal, preventivo, judicial, anti-narcóticos, anti-secuestros. Éxito seguro: uniforme, patrulla, R-15, impunidad y el brinco al progreso: narco-policía, narco-Zeta del cartel del Golfo, del de El Chapo Guzmán y los Beltrán Leyva. ¿Un peligro, el ejército? Pero si es un peligro de salva, sólo una maniobra política del gobierno. En fin, ¿se decide? Quién dice que el «presidente del empleo» no le ofrece caminos para forjarse un porvenir color de rosa, rosa mexicano.

(Suerte)

La situación de México: Intolerable

«Pero yo voy a poner orden», se engallaba el embajador de los EU. en nuestro país, episodio ocurrido hace 95 años y que quedó inscrito en la historia negra de México. Fue un 21 de febrero de 1913 cuando dos varones anochecieron presos en una celda del penal Sus horas estaban contadas y su suerte echada Ellos aún ignoraban que traición y felonía les cortarían la vida, pero los asesinos ya alistaban las armas. Las víctimas: un presidente y un vicepresidente: Francisco I. Madero y José Ma. Pino Suárez. La orden de disparar el arma asesina salió de uno apellidado Cárdenas, al que ordenó otro de apellido Huerta, a quien manipulaba uno de apellido Wilson, el asesino intelectual. México y los EU, vecinos distantes…

El magnicidio se perpetró en la tenebra Un Francisco Cárdenas, ex-rural y mayor del ejército, comandó el piquete de asesinos y aplicó a los cadáveres el tiro de gracia Detrás, encuevados en sus madrigueras, cinco felones aguardaban la «buenas noticia» del magnicidio: Aureliano Blanquet, Félix Díaz, Manuel Mondragón, Victoriano Huerta, cabecilla del trío, y el titiritero que movió todos los hilos de la conjura Henry Lane Wilson, embajador norteamericano. La historia, mis valedores, no es eso que enseñan los libros de historia; la historia es una gigantesca zopilotera y un gran hedor Aquí, para que no perdamos la memoria histórica, o para, en su caso, recuperaría, algunos fragmentos de la solicitud (tendenciosa, amarillista, exagerada) en la que Wilson solicitaba al presidente W.Taft la intervención de la armada de su país: «No hay duda de la inmediata necesidad de enviar a los puertos mexicanos formidables unidades de guerra, con suficiente número de soldados que puedan desembocar con destino a los puertos del Atlántico y del Pacífico. También deben darse señales visibles de actividad y prevención en la frontera Aquí estamos formando una guardia de extranjeros. Pronto podré anunciar que ha quedado organizada Porque este estado de cosas ya no puede continuar. Madero es un loco, un fool, un lunatic que debe ser legalmente declarado sin capacidad para el ejercicio de su cargo. Madero está irremisiblemente perdido. Esta situación es intolerable, pero yo voy a poner orden…

El Gral Huerta es sobre todo un soldado, un hombre de acero, de gran valor, que sabe lo que quiere y cómo alcanzar su objetivo. No creo que sea muy escrupuloso en sus procedimientos, pero lo creo un patriota sincero y, hasta donde mis observaciones del momento me permiten formar una opinión, se separará gustoso de las responsabilidades de su puesto tan pronto como la paz y el restablecimiento de las condiciones financieras del país lo permitan. El acaba de enviarme un mensajero anunciándome que puedo estar seguro de que va a tomar medidas que den por resultado la remoción de Madero, esto es, su caída del poder, y que el plan ha sido perfectamente meditado…»

Y llegó el 19 de febrero de 1913; Madero y Pino Suárez fueron aprehendidos; el asesinato sobrevendría tres días después. Lane Wilson se reunió con todo el cuerpo diplomático. Su brindis: «¡Esta es la salvación de México! En adelante habrá paz, progreso y riqueza Lo de Madero lo sabia yo desde hace tres días. Debió ocurrir hoy en la madrugada ¡Salud!»
(En la tarde del día 20 la señora Sara Pérez, esposa del presidente Madero, con una de sus cuñadas se presentó ante Lane Wilson y le solicitó interpusiera su influencia para salvar a los detenidos. La respuesta del tal:

– Vuestro marido, señora, no sabía gobernar; jamás me pidió ni quiso escuchar mis consejos. El Sr. Huerta hará lo que mejor convenga».

– Señor, otros ministros se esfuerzan por evitar esa catástrofe.

– Ellos… ellos no tienen ninguna influencia -Y despidió a la esposa del presidente de México.)

En la fiesta del cuerpo diplomático, donde Lane Wilson brindó por un México gobernado por Huerta, algún diplomático preguntó: «¿No irán a matar esos hombres al presidente?»
– Oh, no. A Madero lo encerrarán en un manicomio. El otro, Pino Suárez, ese sí será fusilado. Es un pillo, y nada se pierde con que lo maten.
– No deberíamos permitirlo, clamó el ministro de Chile.

– Ah, replicó entonces Mr. Henry Lane Wilson, embajador de Estados Unidos en México; ah, no, que en los asuntos interiores de este país no debemos mezclarnos. Allá ellos, los mexicanos…

La historia de los vecinos distantes, esa zopilotera, ese hedor. (México.)

Todo el país amortajado…

Todo el país envilecido -Todo esto, hermanos míos – ¿no vale mil millones de dólares en préstamo? -Efraín Huerta, poeta-

Los embajadores de EU en nuestro país, del intervencionista Poinsett al actual, ese «Tony» Garza, que en los tiempos en que Bush buscaba cómplices para perpetrar su genocidio en la carne de Iraq, se atrevió a formular la advertencia al segundo marido de Marta, con la que cohabitaba en Los Pinos:

No estamos pidiendo a México que le haga un favor a Bush. El se va a reducir a preguntar ¿dónde estabas cuando yo te necesité?

Intolerable osadía. ¿Pues qué: el de la bravata se sentiría muy la divina («Tony») Garza? Hablé ayer, a propósito, de ese Henry Lane Wilson al que la historia señala como el autor intelectual del asesinato de Madero y Pino Suárez, muy por encima de los conjurados a quienes empujó al magnicidio: Huerta, Mondragón, Félix Díaz y Blanquet Sigue aquí el testimonio del intrigante cuando decidió que «esta situación es intolerable, y yo voy a poner orden»:

«Aquel 18 de febrero de 1913 determiné que yo debía adoptar bajo mi propia responsabilidad una medida decisiva para restaurar el orden en México». Y que entonces mandó llamar a Huerta y Díaz. El testimonio que rindió años después, ya como dipsómano caído de la gracia de Washington:

«No perdí tiempo y llevé a los dos generales a la biblioteca». A los dos los había llamado con el exclusivo propósito de que terminara la situación que prevalecía en México durante los últimos diez días, situación que había significado la destrucción de diez mil vidas y de una enorme cantidad de propiedad pública y privada.

«Indiqué que esta situación habría de continuar si los dos beligerantes no zanjaban sus diferencias y se sometían a la autoridad de Congreso, la única representación popular existente. En tres ocasiones, cuando la discusión se interrumpía, yo entraba en la estancia y los incitaba a continuar deliberando con exhortaciones a la razón y al patriotismo.

Finalmente, para forzar una decisión, les señalé que, de no acordar entre ellos la paz, el gobierno de Washington no podría resistirse a la demanda cada vez más enérgica de las potencias europeas para que interviniera en México. Ello surtió el efecto deseado. A la una de la mañana se firmó el acuerdo y se depositó en la caja fuerte de la embajada y se emitió una proclama anunciando el cese de las hostilidades.

A lo largo de la entrevista, harto dramática en algunas de sus fases, tropeles de miles de impacientes rodeaban la embajada, dentro de la cual ocurría una discusión en voz baja aunque animada, una batalla de intereses en conflicto; afuera, la muchedumbre esperaba ansiosa y pacientemente el anuncio de una decisión que concernía tan de cerca sus vidas, sus propiedades y su país. Cuando se anunció al final que, consintiéndolo ambos grupos, se había logrado un acuerdo, y que, con la autoridad del Congreso, el general Huerta sería presidente provisional y el general Díaz quedaba en libertad de postular su candidatura para la presidencia, la noticia se propagó como reguero de pólvora a través de la ciudad y fue recibida con regocijo universal. Aquella noche desfilaron treinta mil personas por las calles de la ciudad de México agradeciendo la paz y agradeciendo al gobierno norteamericano su decisiva participación para hacerla realidad.

El presidente Wilson consideró que el papel desempeñado por la embajada era una intrusión en los asuntos internos de México; las personas que descansan placenteramente al calor del hogar abrigan a veces curiosas concepciones acerca de cómo ha de ser la conducta de un funcionario público bajo condiciones críticas y peligrosas. Tras años de maduras consideraciones no vacilo en decir que si volviese a encontrarme ante la misma situación y bajo las mismas circunstancias, adoptaría exactamente el mismo proceder…»
Esa noche, la confabulación del embajador norteamericano con Victoriano Huerta y sus cómplices selló el destino de Madero y Pino Suárez. La historia, mis valedores, no es eso que enseñan los libros de historia. La historia es una gigantesca zopilotera y un gran hedor. Clama el poeta:

¡Gracias, Becerro de Oro! ¡Gracias, FBI! -¡Gracias, mil gracias, Dear Mister President! – Mi país. Oh, mi país… El mío, el nuestro. (¿Nuestro?)

Diplomacia vil…

Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide que fue un 22 de febrero de 1913 cuando se perpetró el asesinato de Madero y Pino Suárez, y que el autor intelectual del magnicidio fue Henry Lane Wilson, embajador de Estados Unidos en nuestro país. Ello viene a poner en evidencia la clase de diplomáticos que el gobierno de Washington arroja contra su vecino del sur, desde Joel Poinsett hasta el actual Tony» Garza. A propósito…

Ahora pronto, cuando el genocida de la Casa Blanca buscaba cómplices para su mortandad en Iraq, el entonces inquilino de Los Pinos, por no comprometerse ni con Dios ni con el Diablo, corrió a esconderse bajo las sábanas de un hospital. «Tony» Garza, entonces, se permitió la amenaza:

El gobierno de Fox podría pagar un alto costo político en las relaciones bilaterales si en el debate sobre Irak vota contra los deseos de la Casa Blanca…

Porque así de insultante para gobiernos débiles, cómplices o entreguistas, resulta la intromisión de los diplomáticos gringos de la clase de aquel Henry Lane Wilson de muy ingrata memoria que tras de su gestión depredatoria, que culminó en el magnicidio, y una vez caído en desgracia de Washington y en excesos de licor, intentaba justificar su conducta como protagonista en las convulsiones de la Decena Trágica. Aquí, en la versión del propio Wilson, la crónica de los hechos que preludiaron el magnicidio.

«Aquel día 18 de febrero de 1913 determiné que yo debía adoptar bajo mi propia responsabilidad una medida decisiva para restaurar el orden en México. La situación era esta: dos ejércitos hostiles se encontraban en posesión de la capital y toda autoridad civil había desaparecido…

En varias calles de la ciudad comenzaban a aparecer siniestras bandas de salteadores y ladrones, y a lo largo de las vías públicas desfilaban hombres, mujeres y niños al punto de inanición. Alrededor de 35 mil extranjeros, a los que el desarrollo del bombardeo puso al parecer bajo la protección de la embajada, se hallaban a merced de la chusma o expuestos al tiroteo indiscriminado que en cualquier momento podía iniciarse entre las fuerzas de los generales Huerta y Félix Díaz, involucrando así de nuevo las vidas y la propiedad de quienes no eran combatientes.

Sin habérselo consultado a nadie, decidí pedir a los generales Huerta y Díaz apersonarse para deliberar en la embajada, territorio neutral que podría garantizar buena fe y protección. Mi objetivo era hacerlos llegar a un acuerdo para la suspensión de hostilidades y para que conjuntamente se sometiesen al Congreso Federal.

Cerca de la hora señalada, bajo la protección de la bandera norteamericana, el general Díaz se presentó acompañado de funcionarios de la embajada y de dos o tres personas escogidas por él. Al entrar me agradeció muy encarecidamente que pretendiese yo lograr la paz mediante mis buenos oficios. Después de presentarlos a algunas de las damas y otros amigos en la embajada, acudí a la puerta principal para recibir al general Huerta que justamente llegaba, escoltado oficialmente por la protección de la bandera norteamericana.
El escenario afuera y adentro de la embajada era impresionante al intercambiarse los saludos oficiales. Se había instalado la iluminación eléctrica adicional y ella permitía visualizar plenamente el tinglado…

Había probablemente veinte mil personas apretujándose en las calles contiguas a la embajada, y la embajada misma estaba atestada hasta el desbordamiento de norteamericanos, de diplomáticos y de oficiales de Díaz y Huerta. Eran momentos trágicos; con todo, no era una escena sombría: el resplandor de las luces, la gallardía de los uniformes y la presencia de las mujeres abrillantaba y vivificaba el cuadro…

No perdí tiempo en llevar a los dos generales, Díaz y Huerta, a la biblioteca de la embajada donde, para mi consternación, ambos se hicieron acompañar de numerosos asistentes y consejeros. Los ‘asesores’ no tardaron en enfrascarse en conflictos verbales que prometían tener duración desconocida e infinitas posibilidades. No era este el propósito de la reunión y me vi finalmente obligado a solicitar que todos se retirasen, a excepción del general Huerta, el general Díaz y mi secretario…» (Esto sigue mañana)

Cuba, Fidel, Bush…

Cuba para España mientras no sea de EU. Para los cubanos, nunca…

Tal afirmó a su hora John Adams, presidente de EU., al condenar a esa Cuba que hoy conoce la renuncia de Fidel como su comandante supremo, para que Bush, el Tartufo imperial, proclame que en la Isla soplan vientos de democracia y respeto a los derechos humanos mientras que ahí mismo, en Guantánamo, tortura y aplica tratos inhumanos y degradantes a prisioneros de más de 40 países que mantiene de forma ilegal. Es Bush.

Ya en 1783 lo afirmaba el citado John Adams, y yo lo di a conocer a ustedes hace apenas un año: Las islas del Caribe constituyen apéndices naturales del continente americano. Cómo resistir la convicción de que la anexión de Cuba será indispensable para la continuación de la Unión…»

Tal fue, desde el siglo XVIII, propósito de EU, y desde entonces ha actuado para lograr sus propósitos expansionistas. En 1812, «un mapa de los Estados Unidos levantado por el Gobierno norteamericano no solo incluía los territorios mexicanos de Texas, Nuevo Santander, Coahuila, Nuevo México y parte de Nueva Vizcaya y Sonora, sino también la Isla de Cuba, como parte natural de la República». Cuba y el vecino rapaz.

1803. EU arrebató a Francia el territorio de Lousiana. En 1819, ya se había apoderado de Oregon y la Florida. Texas lo ocupó en 1836, y dos años más tarde lo cercena de nuestro país para anexarlo a su territorio. Después nos serían desgajados California y Nuevo México. El total de las tierras hurtadas por EU a sus vecinos triplicó la extensión original de su territorio. Fue semejante rapacidad la que llevó a José Martí, nuestro genio de la América Mestiza, a advertir a los gobiernos al sur del Bravo:

Esos republicanos de cartón alegan la fuerza y el tamaño como derecho divino nuevo, y destino manifiesto e imperio natural e irresistible que les autorice a salir de bandidos por el mundo embolsándose pueblos como se embolsaban castillos los condes feudales…

Y la política de la «fruta madura», proclamada por el presidente John Quincy Adams: «Estas islas por su posición local son apéndices naturales del Continente Norteamericano (…)

Cuba ha venido a ser, por una multitud de razones, de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales de nuestra Unión (…) Una vez separada de España y rota la conexión artificial que la liga con ella, Cuba es incapaz de sostenerse por sí sola, tiene que gravitar necesariamente hacia la Unión Norteamericana, a la cual le será imposible dejar de admitirla en su seno…»

En 1898, la flota de guerra de EU bloquea la Isla y a lo sorpresivo invade Santiago de Cuba y se apodera de la bahía de Guantánamo. Años más tarde lo comentaba Manuel Sanguily: «Dije entonces: ¡Los invasores ya han visto a Guantánamo: jamas renunciaran a su posesión! ¡Y la de Guantánamo, señores senadores, ya es de los Estados Unidos..!»

Sí, que en la nefasta (para Cuba) Enmienda Platt lo asentó el invasor: «Para poner en condiciones a Estados Unidos de mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los EU las tierras recesarías para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán con el Presidente de tos Estados Unidos…» Carboneras, dijo.

Guantánamo y la protesta popular. Cierta noche de marzo de 1901, en La Habana, 30 mil manifestantes se echaron a la calle. Antorchas, banderas, estandartes, proclamas: «¡Nada de carboneras! ¡Nada de mutilar el territorio nacional! ¡Viva Cuba libre, nada de carboneras!» Y la respuesta de Platt, el autor de la Enmienda: «O aceptan todos y cada uno de sus artículos, o de inmediato y hasta que los acepten ocupamos la Isla…»

El analista Toste Ballarfc «La base naval norteamericana en la bahía de Guantánamo, hija de la Enmienda Platt, ha desempeñado un importante papel en la política agresiva imperialista; su estratégica posición geográfica facilita la rápida movilización táctica de tropas intervencionistas hasta diferentes puntos de las Antillas y Centroamérica, como en la invasión de Santo Domingo, en 1965, para aplastar el levantamiento constitucionalista Parte de las tropas de EU movilizadas para dicha operación procedían de la base de Guantánamo». Territorio cubano y campo de tortura del vecino imperial. Cuba. Fidel, vigilante. (Bush.)

La carne manda

Y lástima, mis valedores: que por hoy terminó la feria de la carne. Que en los 25 mil metros cuadrados de la Expo Sex, efectuada en el Palacio de los Deportes, 105 mil jariosos se regodearon frente a la exhibición de tetas, nalgatorios y puntos circunvecinos de diversas damiselas con discreta gordura y celulitis naciente, que actuaron unos «shows eróticos» que les arrancaron 350 pesos por la exhibición. Que para atemperar el morbo, el pasado sábado se consumieron 80 mil cervezas. Que, sin problemas y con una total desinhibición, las mujeres asistentes pudieron adquirir objetos de todos tamaños, texturas y aditamentos, y que esto es México. Las mujeres…

Todas las religiones, todas las civilizaciones han generado la imagen humana como sagrada. Por eso en algunas se ha prohibido la representación del cuerpo. Uno de los grandes atractivos de la pornografía consistió en la trasgresión de estas creencias y prohibiciones. Aquí interviene el cambio de naturaleza que ha experimentado la pornografía. La mujer, ¿mercancía..?

Yo, por supuesto, no asistí a la tal Expo Sex, que no tengo edad para tal espectáculo, porque ni soy un adolescente de granujas y solitarios placeres ni un joven reprimidón cuya mediocridad le impida entablar una relación de pareja, mucho menos un vejete impotente que, onanismo mental de cerveza y 350 pesos, intente avivar una hornaza definitivamente extinguida. Yo no.

No fui a la Expo Sex, pronunciado así, a lo gringo de segunda. Quien sí asistió a unos espectáculos que muy poco tuvieron de especia, pero bastante de lo demás, fue, y cómo pudiese ser de otro modo, La Jana Chantal (el Tano de día, vulcanizador de repelos de llantas que Texas nos arroja por la cara). Ella anoche, en la tertulia:

– Bueno, ¿y qué, mis queriditos? ¿Visitaron la «Expo Sex»? No me digan que perdieron el «chance» de agenciarse el juguetito a su medida; porque, mis reyes, no hay que comprarlo ni muy, muy, ni tan, tan, o que ya esté muy manoseado, pegostioso». (Sí, de sudor. Yo, aquella vergüenza…)

– Ora que las playmats -El Siquirí-. ¿Las han visto en las fotos? Aquí, en el Pleybol de los pobres, qué bárbaras, clávense en estas redondeces. Mama mia…

Y los visajes, los manoteos, los amamantones al gordolobo. Yo, observando en las fotos a esa culimpinada del calzoncito no sé si verde mar, verde botella o verde limón, porque la juntura de las dos nalgas impide la visión de la tela; yo, repito, ecuánime, reposado, si hago excepción de esta taquicardia y la molesta sudoración de manos, de axilas, de… (Y este sentimiento de vergüenza. Oyendo esa cantata que nadie más escuchaba, entre mí pedía perdón a Bach.)

– No, y aquellas colas de gente pa’ ver las colas aquellas de las «pornostars» – y El Siquirí manoteaba como sopesando calabazas de Castilla. ¿Usté fue, mi valedor? Mire: unas muñecotas a su mera medida, orita que está usté solo y su alma. Y qué muñecas…

– El dinero que me costaría mantener a una de esas…

– ¿Cuál? Son de plástico. Una vulcanizada nomás, cuando se le quedara en la suerte, o sea bien ponchada.

Y que desfiles de modelos en los «stands», y que el servicio «personalizado» de los del «staff» con «valet parkings» gratis, y que servicio de «hot lines», bailes exóticos, lencería fina, «table dances» con magnífico tubo, y que «strippers» y el «chipendale» o como se escriba, y el «body paint», lo que eso sea, y si se tome, se unte o se introduzca por aquí, por allá o por acullá. Y que todo un éxito de asistencia, según el «test». Mis valedores:
Fue en leyendo la crónica de eso que acaba de ocurrir en La Ciudad de los Deportes, y al comprobar el entusiasmo de esos miles de patéticos vouyeristas que se desplazaron hasta el Palacio de los Deportes para ver nada más, para observar a prudente distancia, para contemplar de lejos las carnes de las traficantes del chicharrón con pelos -o rasurado, que no es igual-, cuando empecé a experimentar esta vergüencilla que no se me despega del ánimo porque compruebo que así somos de débiles ante el proceso de colonización que nos llega del norte imperial…

Suspiro, cierro los ojos, pienso. Hoy se habla mucho de los derechos humanos. ¿Alguno protesta por la venta y el alquiler, en plan de señuelos comerciales, de las partes íntimas de la mujer? (Seguiré con el tema)

Pubis angelical

La quinta Expo Sex ofrece durante cinco días espectáculos y juguetes sexuales. En su inauguración (190 pesos la entrada) entraron unas 12 mil personas. Y la nota del matutino: «Calientes, miles de personas asistieron a la Expo Sex. Table dance, chipendale y diversas pasarelas…»

Y esas fotos, qué fotos, las de los matutinos. En esta, una ventrudilla que exhibe, sobre el mínimo calzón, lo negro del vello, ¿o es un tatuaje? En esta otra dos nalgas al aire que reciben el beso salivoso, mordelón y lamedor de una lengua del mismo sexo de la que junto con el sexo le apronta, culiprontos, los dos aguayones, mientras que en la parte inferior de la plana esta güera en pelota acapara, a lo tradicionalista y heterosexual, toqueteos, refregones y metisacas de un joven de encrespados instintos. ¿Expo Sex? ¿Con tal nombrecito, a lo gringo? Coloniales que no fuéramos. Gringos de segunda, que no fuese nuestra vocación…

Expo Sex. Ellas y ellos, esas y esos, con esos otros y esas otras que en calidad -pésima calidad- de mirones babean dentro de la mejor tradición del vouyerismo de adolescentes (espinillas en los cachetes) y ancianos de espíritu en plenitud de impotencia que más tarde y a lo solitario van a echar mano de la mano, unos para apagar a manazos los iniciales fogonazos de Madre Natura y otros para soñar en la descabellada ilusión de que aún es posible calentar un calentador ya irremediablemente gélido y agostado por innumerables agostos que lo han convertido en agonizante en agencias de abatir la cabeza y colgar el pico, el consabido moco de guajolote. Lóbrego. Mis valedores…

Los cientos, los miles de bobalicones que tan sólo por ejercer el rito patético del mirón, del vouyerista, accedieron a desplazarse hasta el Palacio de los Deportes, ¿andaban en plena celebración del manipulador y consumista Día del amor y la amistad? ¿Consideraron que tal «celebración» fue la forma mejor de cumplir ese ritual con el que permitieron, a lo inconsciente, que los comerciantes me los manipulasen hasta el grado de culimpinarlos (simbólicamente) en la misma postura en que culimpinaron a la güerota de los aguayones ya levemente emparentados con la celulitis, y, encima de la oxigenada, al del copete levantado que en la foto parece a punto de pasar del dicho al hecho y al lecho? Válgame…

Expo Sex. Pornografía, prostitución, servidumbre humana, la mujer. En la tertulia de anoche, y con el pretexto de la tal Expo etc., el maestro se refirió al comercio de objetos sexuales y mentó opiniones de algunos de los analistas del sentimiento amoroso: «Una paradoja cruel: ese Imperio que estableció a lo consumista el Día del amor y la amistad para que con él en la mano, el regalito, testimoniemos nuestro amor a la amada, es el mismo que a punta de dinero y publicidad nos ha atrofiado la capacidad de amar». El maestro citó a Octavio Paz «La herencia que nos dejó 1968 fue la libertad erótica, pero hemos permitido que nos la confisquen los poderes del dinero y la publicidad mientras atrofian la imagen del amor en nuestra sociedad. El dinero ha corrompido, una vez más, a la libertad. Sí, la pornografía acompaña a todas las sociedades; es la contrapartida natural de las restricciones y prohibiciones de los códigos sociales. Y en cuanto a la prostitución: es tan antigua como las primeras ciudades. No es nueva la conexión entre la pornografía, la prostitución y el lucro. Tanto las imágenes (pornografía) como los cuerpos (prostitución) han sido siempre y en todas partes objeto de comercio. ¿En dónde está la novedad de la situación actual? En las proporciones del fenómeno y en el cambio de naturaleza que ha experimentado, y algo más: se suponía que la libertad sexual acabaría por suprimir tanto el comercio de los cuerpos como el de las imágenes eróticas. Ha ocurrido exactamente lo contrario. La sociedad capitalista democrática ha aplicado las leyes impersonales del mercado y la técnica de la producción en masa a la vida erótica. Así la ha degradado, aunque como negocio el éxito ha sido inmenso.

Hoy se habla mucho de derechos humanos. ¿Y por qué nadie protesta por el alquiler y venta, como señuelos comerciales, de imágenes del cuerpo de hombres y mujeres para su exhibición, sin excluir a las partes más íntimas? Y que sea una práctica universal y admitida por todos no es tanto lo escandaloso, sino que nadie se escandalice. Nuestros resortes morales se han entumecido.

Beber orines…

Hoy, porque tras la reciente gira presidencial viene a propósito, reitero conceptos sobre los indocumentados. Julia Kristeva, analista:

«El extranjero es una boca de más, una palabra incomprensible, una forma de ser y una conducta no apegada a la norma El extranjero es un desollado bajo su carácter de trabajador inmigrado’. Ese extranjero sangra de cuerpo y alma, humillado, depreciado en una situación en la que sirve de criado o de criada a los otros, que molesta si enferma, que representa al enemigo, al traidor; a la víctima, después de todo».

Eso, y no más, es el extranjero, y si indocumentado, peor todavía Y qué decir si se trata de un mexicano en tierras de rancheros texanos o de Arizona Tal mexicano nunca va a pasar de aceitoso, pelleja color de barro, frijolero del sur. Esto en un país con raíz de inmigrantes y que ha firmado tratados de libre comercio con México. Destino el nuestro, el de pueblos débiles, los que nunca quisieron escuchar las advertencias del Conde Aranda, de Bolívar, de nuestro José Martí. De memoria cito a Juan Marinello, cubano como el propio Martí:

«Considérese la ruda condición que significa vivir siempre supeditados a una potencia ajena, lejana, insensible y extraña, cuyos intereses no son los nuestros, sino contrarios a los de nosotros, y que medra con ellos». Destino de pueblos al sur del Bravo, manejados por gobernantes pro-yanquis…

El DIF local recibió a la niña Elizema, de 18 meses de edad, que sobrevivió a las altas temperaturas del desierto de Arizona, una vez que su madre Yolanda G. Galindo, de 19 años de edad, falleció por deshidratación en el intento de pasar a EU de manera ilegal».
A Pascual Ortiz Rubio, el primer «Nopalito» que ocupó la presidencia del país, diversos núcleos sociales le demandaban mirase por los migrantes mexicanos: «Su situación se agrava cada dia. La Sec.de Industria, Comercio y Trabajo ha estado recibiendo informes de algunos cónsules mexicanos representados en EU. Es en Nueva Orleáns donde la suerte de los braceros mexicanos resulta más conflictiva; la crisis de trabajo se habia vuelto intolerable. Solicitamos de usted sea reglamentada, restringiéndola, la migración de mexicanos a EU. Las cifras estadísticas demuestran el estado de pobreza en que se halla la vasta comunidad mexicana que allá reside…»

El silencio fue la respuesta del primer Nopalito presidencial…

¿Los peligros que enfrenta el ilegal? Muros, rangers, ku-klux-klanes y pandillas de xenófobos como un tal Grupo de Resistencia Aria Blanca (WAR), que ha llegado a azuzar de esta forma a los granjeros de Texas y California

«¡Si no es blanco deséchalo! ¡Detener la avalancha de lodo o ahogarse! Necesitamos una frontera de verdad. Primero agarramos a los hispánicos, luego a los asiáticos y por último a los negros. Deportación. Todos se largarán a casa. ¡Violencia contra la avalancha de lodo que nos llega del sur..!»

El líder de WAR defiende el genocidio de Hitler, aplaude el terrorismo y celebra que 10 millones de africanos hayan contraído el SIDA. Por cuanto a los mexicanos: «¡Logran reproducirse tan rápidamente porque sus mujeres ya nacen embarazadas! ¡A detener esos millones de animales color lodo que sólo saben reproducirse! Desafortunadamente, los hombres blancos se han vuelto cobardes. La salvación de la raza blanca depende de las mujeres. Quizá no tengan la fuerza para blandir un bat de béisbol, pero sí para comprar una lata de gas lacrimógeno para cuando vean un animal de color de lodo..!

Contemplo tales libelos. Lo examino. Observo los toscos dibujos que ilustran el cliché del mexicano: gordo, seboso, apestoso, borracho. Junto a la imagen del indocumentado, unos versos que comienzan con esta imprecación: «Hispano, this is America.!» El texto: «Moreno y mañoso nos chupa hasta secarnos – como una garrapata – Cruza la frontera sin un centavo

– los gringos le compran la comida y pagan su alquiler – No quiere aprender a leer – pero tiene los güevos – para garabatear nuestras paredes-Ruega a Dios noche y dia-Pero roba todo lo que está a la vista-Su hedionda esposa – chaparra y cariñosa – escupirá bebes dos veces al año y los carga en su lomo para aumentar pandillas locales-Una basura de raza – una cultura de nacos

– Sálvate de estos buitres come-frijoles. Hispano: this is America. Remember…»

Los «buitres»: Laredo, Texas: Tres mexicanas agonizaban en pleno desierto, con temperaturas de hasta 44 grados centígrados. Se les preguntó cómo lograron sobrevivir a la insolación: «Sobrevivimos bebiéndonos nuestros propios orines. México. (USA.)

¡El regañado quiere llorar..!

Tertulia de anoche. Rostro compungido, don Tintoreto, lavado en seco y a todo vapor: «Necesito un incremento en el servicio de la tintorería».

– Ah, ¿gasolinazo usted también? -la tía Conchis-. Cuidado, que así empezó Slim. ¿Por qué más dinero, o sea?

– Porque para vergüenzas no gano con el hombre que tantos de ustedes ayudaron a encaramar a Los Pinos (y clavaba los bifocales en La Maconda, o sea la señora viuda de Vélez, neopanista y adoradora del gitano señorón, Mouriño). Para las vergüenza de hoy día y las que tenga que soportar los cinco años que le restan al sexenio no gano lo suficiente

¡No venga a este país a crear confusión! (Tom Tancredo, congresista de EU, al presidente de México.)

– Es que esta tarde estuve haciendo un balance de la reciente gira presidencial, y la boca me sabía a cobre de Pasta de Conchos. Porque a ver, maestro: ¿cuando un presidente sale al extranjero no lleva encima la representación de sus gobernados? ¿El de Los Pinos no iba representando a 106 millones de mexicanos, que se sentirían orgullosos del trato recibido en el extranjero por ese que, a querer o no, viene siendo su líder político?

– No, qué le pasa -el joven juguero-, Usted no tiene por qué pagar vergüenzas ajenas.

– Se equivoca -el maestro-. No son vergüenzas ajenas. Propias son de quienes, por acción u omisión, tienen y mantienen semejantes «mandatarios».

¿Cómo le hago? Les pido que me ayuden y me digan cuál es el tono, la argumentación, la estrategia que debo seguir… (Calderón a un grupo de 60 migrantes, en la ciudad de Chicago.)

– Y recuerden lo que afirma La Biblia: «nadie puede aumentar a su estatura un codo».

Como el amor y el dinero, la mediocridad no puede ocultarse, en este caso la rampante mediocridad del gobierno que soportamos.

¡Mejor encárguese de su país, con todo y la corrupción y la inseguridad pública..! (Tancredo, a Calderón.)

– Y yo digo -El Síquiri-: ¿el Peje, de presidente, se hubiera dejado regañar..?
– Por cuanto a la acusación de Tancredo, lástima, en la «aldea global» ya no es fácil esconder la basura bajo la alfombra, ni esas cabezas sin cuerpo y esos cuerpos descabezados que son nuestra tarjeta de presentación y de crédito ante el resto del mundo, para el que México es polvareda y escándalo, una desaforada corrupción lucrativa e impune y una pradera reseca para el incendio de ese descontento popular que atiza a diario el gobierno. Cuidado.

Nomás me quedé pensando: ¿era el tiempo para la gira presidencial? ¿Por qué no se realizó la tradicional visita a La Casa Blanca? ¿Bush se negó a recibir a Calderón? ¿Nadie le avisaría que éste andaba por allá de visita? ¿Calderón aún vale tan poco, que Bush no se dignó sacarse la foto con él? ¿Ya tan poco vale Bush, que ni aun Calderón se interesó por sacarse la foto con él? ¿Qué funcionarios de primer nivel se entrevistaron con Calderón? ¿Son de primer nivel unos vinicultores mexicanos en el Valle de Napa? Mr. Alian Greenspan (o su sucesor en el Departamento del Tesoro), de venir a esta ciudad, ¿intentaría dar una conferencia de prensa en una cafetería? De intentarlo, ¿los meseros lo echarían con todo y reporteros al frío de la calle, «porque estorbaba el paso a los clientes?» Mis valedores: ¿qué sentirían los brasileños frente a la foto de Lula Da Silva con el presidente de Francia, los venezolanos ante Hugo Chávez con el presidente iraní, los bolivianos que vieron a Evo Morales con diversos líderes mundiales? ¿Qué creen ustedes que sentí ante dos o tres burócratas de medio pelo que accedieron a condescender unos minutos con el presidente mexicano, mientras que en el grupito de cineastas mexicanos que accedió a convivir con él, hasta Salva Hayeck desdeñó la convivencia? En su gira por la Unión Americana, Calderón soltó algunos discursos y aun se atrevió a improvisar. ¿Alguno de ustedes recuerda una frase enjundiosa, original, rescatable? Sus obras en beneficio de los fregados, ¿alguien las puede enumerar? Siniestro…

El Tancredo se le encrespó: «¡Vaya y encargúese de su país, vaya a crear empleos para los mexicanos, los males de México no se resuelven exportando sus ciudadanos a mi país!» Don Tintoreto, mis valedores, ¿gana para vergüenzas? (Mi país.)

¡A la yugular!

Oscurecía cuando me puse a ver aquella vieja Antes de que ella acabara me dormí. La vieja fue una película, y antes de que finalizara me quedé dormido. El mago de Oz, ¿alguno de mi edad la recuerda? Ah, la nostalgia de mirar rediviva a Judy Garland, estrellita precoz que al madurar en edad (inmadura del resto) arrastró aquella vida atorrenciada de droga, alcohol y somníferos, miserable vida El mago de Oz. Muchos de ustedes, ladeados ya hacia esa región de la vida, penumbra y crepúsculo, donde todo se nos chorrea de añoranzas, a la evocación de esa cinta antediluviana percibirán el aletazo de la añoranza Qué tiempos…

Medianoche era por filo. Frente al cinescopio mi Nallieli y yo nos divertíamos con las correrías hazañosas de una Judy que, niña todavía, cruza la pantalla (voz de ave, ricillos) bailoteando al unísono de El León Cobarde, El Hombre de Hojalata abrumado de orín y El Espantapájaros que anhela un humano corazón -temerario él, que no calibra riesgos de infartos y amores mal avenidos, si lo sabré yo…

Y ahí estábamos; yo, en el sillón, pocilio de tila en mano; al cuadril y bebiendo de mi pocilio, la sota moza, mientras que en el cinescopio danzaban brujas, magos y demás fantasmas, los del bosque encantado y los de un televisor con la antena mal orientada Total, que a media película comencé a cabecear, los párpados más pesados que la ceja alacranada del de Los Pinos, y válgame, que sin apenas sentirlo ya me había mudado a la región de los sueños oníricos, mucho más reales que los de Hollywood

Al despertar, ¿qué tiempo había transcurrido? «¿Dónde estoy?»

-Te dormiste en mala posición. ¿Quieres irte a la cama?

-Válgame, me perdí el final. «¿En qué termina El mago de Oz, amor?»

Ahí, ribereña de mi oreja, la voz de mi única

– Verás: ya vencidos los peligros del bosque encantado, Judy y sus compañeros llegan a la presencia del mago y le exponen sus carencias, y el milagro: en el pecho de paja de El Espantapájaros alienta un corazón humano (ahora podrá conocer el misterio de un amor como este que te doy, bigotonzón). Es por eso que ahora se duele de la pobre suerte del mago de Oz. El Hombre de Hojalata logró una adecuada lubricación de las coyunturas. Ya nada le rechina mientras corre de un lado a otro en auxilio del mago en apuros.

– Qué bien. ¿Y El León Cobarde, dame razón? ¿Ya es todo un valiente?

La vi dudar, y mis valedores: de lo que mi única me informó infiero el final: Tal como el Hombre de Hojalata y El Espantapájaros, El León Cobarde logró su propósito de adquirir valentía No fue empresa fácil dotar de valor al cobardón, porque con todo el catálogo de sus ensalmos, no hay mago que pueda volver valiente a un pusilánime. Pobre león. «Si hubieses visto sus gimoteos porque no lograba la bravura del rey de la selva», dijo ahí mi Nallieli. Y qué hacer. Pero cuál problema se le presente al mago de Oz que su magia no lo resuelva ‘Ya no chilles, leoncito, que esa bravura donde sea y como sea, pero yo te la he de conseguir».Y el mago entró a su caverna, preparó una pócima, se la dio a beber al felino: «Probemos si el bebedizo dio resultado. ¿Qué opinas de Calderón al frente del gobierno?»

El melenudo se arrugó: «Bueno, o sea, ¿verdá? Si consideramos que los problemas del país son resultado directo de la recesión de los gringos…»

– En concreto: ¿Qué opinión te merece el panista de ultraderecha?

Como todo cobarde, el felino era lambiscón; como todo lambiscón, era cobarde, prudente, cauteloso: «Bueno, sí, mire, a mí lo que más me admira de nuestro Señor Presidente, ese estadista excepcional que llegó al poder por unánime aclamación de los mexicanos, es su enorme carisma, su arrolladora personalidad y su don de mando. No, y su voz. Nuestro señor presidente es el líder que nuestro país estaba necesitando».

Válgame, que a éste corazón de pollo y redaños de jericalla lo zacatón no se le cura, y qué hacer. El mago se sentó a cavilar, y de pronto: «Creo que di con la solución. A ver, León Cobarde: ¿qué opinas de AMLO y Ebrard..?»

Y rápido, la súbita valentía «¿Esos? ¿López y el carnal Marcelo? ¡Un peligro para México! ¡Pa quemarlos en leña verde, yunta de populistas y demagogos! ¡A capar a ese par de hijos de la tiznada.!

– ¡Eeeh, qué éxito. ¡Ya eres todo un valiente, corazón de león! Anda, ve y eso que haz dicho repítelo en prensa, radio y televisión. ¡Bravo!

¡Bravísimo! (Dios.)

Los placeres solitarios

Yo, mis valedores, a mi edad, acabo de proporcionarme uno de estos placeres, aunque poco tuvo de placer y mucho de solitario desencanto, frustración y ridículo. ¿Y saben por qué? Nada, que fui sorprendido con las manos en la etc. Cuando me dispuse a experimentar la agonía y el éxtasis no tomé las debidas precauciones. La crónica:

Silencio en la noche, ya todo está en calma Una vez comprobado que la casa dormía yo, aquellas fotos a todo color escondidas entre las hojas de un inocente Playboy de fecha atrasada (y qué conque: el material gráfico no había pasado de moda porque no vestían ropitas cuyo estilo envejeciera), me escurrí hasta cierto lugar excusado y vamonos a la acción. (¿Quizá estoy siendo demasiado extrovertido?) Al claror del de veintitantos watts del que cuelga del techo ahí me tienen ustedes mirando las fotos hasta bizquear, hasta sentir que al esfuerzo me salía una cierta humedad (de las pupilas); observándolas a lo largo y ancho, dándome pasones (con los puros ojos) en tales valles umbríos, carnazas y rinconeras, montículos, hondonadas y remolinos en fruncimiento. Comencé a acezar; a resollar así, oigan: gordo, gordo…

Por que ustedes no caigan en tentación y a lo estéril saliven imaginándolas, ahora mismo he de transmitirles la descripción de las fotos, con el desenlace fatal. Ocho, diez, ¿cuántas eran? Perdonen la imprecisión; el horno no estaba para ponerme a contarlas, pero una de ellas, desagradable de ver, mostraba un rostro como desbastado a hachazos. Lo vi, lo volví a ver, y esta vez la humedad no procedía de los ojos, sino del gañote Mirando tal rostro del Chucho de Nueva Izquierda, de procedencia talamantera, una salivilla amarga me subía, una desabrida me bajaba y una acida y otra aceda se me estacionaban en el galillo. Lo miré a los ojos y parece que le escuchaba su pregón: «¡Nunca con el espurio, siempre con nuestro Iíder moral!» Y al decirlo rájale, la puñalada trapera contra López Obrador. El estilo de Los Chuchos…

Acá, la vera efigie de un individuo verdeón, inmaduro; un metrosexual que muestra tenerla toda adentro, la vida, y tanto su rostro como su alzada son los de un arrogante sobrón. Me quedé viéndolo: galán, pero lástima: no puede ocultar la oreja, y qué talla de oreja, esa de madrileño castizo. ¿Estas orejas qué andan haciendo por acá, qué se les perdió en mi país, cuánto de mi país habrá de perderse por culpa de ésas? Yo, resollando recio, el vientre encabritándose a los calambres, y entonces descubro las fotos de esa mancuerna tricolor que integran Manlio y Pancho Labastida, oportunistas del momento político.

Válgame. ¿Y ésta qué hace aquí? Sí, la foto de alguien al que en el 2006 Manuel Espino, por entonces presidente del PAN, calificó de: «uno chaparrito, peloncito, de…» etc. Me puse a mirarla, observar esos labios gruesos, esos gruesos mofletes, ese rostro redondo de todas partes. Miré la foto hasta sentir la crispación en los músculos de la cara, y ya cuando a tanto bizquear comencé a lagrimear, que feo se oye, dejé esa foto y tomé la de otro que tal…

Ájale, ¿habrá rostro que mejor retrate la mediocridad que este mofletudo, anteojudo mirar de besugo? Las lenguas perversas lo señalan de sucesor del que tanto se le parece en lo físico. ¿Viviré para tener que llamar señor presidente a Germán Martínez, que de llegar llegará, también él, sólo por una estridente imposición del gran dinero, la industria del periodismo y la sotana y la capa pluvial? ¡Dios! Y ante las fotos manoteaba, frenético, porque miraba la de mi país, el de los recursos naturales. ¿Los destinos de la nación se apalancan en este catálogo de entreguistas, pragmático-utilitaristas, profesionales de la derrota, traidores, mediocres y picaros de la corrupción lucrativa e impune? ¿Mi país en manos de Chucho Ortega, Manlio y Pancho, el gitano señorón, Germán Martínez y el de Los Pinos? Ahí aquellas manos y la voz en susurro: «Los vecinos encienden sus luces, cálmate. ¿No oyes ladrar los perros? Bebe esto, mi amor, no grites». Tila, borraja. Mi única me secaba sudor, lagrimones, babas y mocos. «No lo tomes tan a pecho, mi amor».

– ¿No? ¡México está en manos de estos, y quienes pudiesen y deberían evitarlo viven prendidos a Origeles y fabiruchis, telenovelas y Niurkas y el clásico pasecito a la red!

– Cálmate. Ven, te entibié tu lado en la cama. (Yo, un zombi sonámbulo. Mis manos estrujaron y arrojaron al agua a Chuchos, Mouriños y Cía.) «Mi amor, dice mi única, que vas a tapar la cañería…» (¡Dios!)