La náusea

Que la política de corto plazo me produce un muy menguado interés, dije a ustedes aquí mismo el pasado viernes. Que la esperanza de las masas sociales en la camada de políticos que abandonan el cargo al cumplirse el plazo y los que llegan a reemplazarlos semeja la gráfica de un electrocardiograma: en el fondo la esperanza por el que deja el poder, pero esa misma en la cresta por el que se estrena en el puesto. “Muy mal nos fue con el PRI de Zedillo, pero ahí llega Fox, y detrás el mismísimo Verbo Encarnado”.
Como el milagro de San Genaro, mis valedores. Las masas padecen toda la suerte, mala suerte, de crisis recurrentes que les provoca el Sistema, pero esperan que en cierta fecha, una vez al año, se licue la sangre del santo, señal de que el año será de dones. Nada cambia para las víctimas del Poder, pero quién puede destruir en el pueblo la certeza del milagro de San Genaro. Así acá entre nos: una y otra vez, periódicamente, se produce el milagro de la esperanza que, hecha garras con el que sale, mágicamente se recompone con el que acaba de entrar. Los logreros del poder, mientras tanto, a seguir mamando del presupuesto público, que para eso detentan la franquicia de la marca política registrada.
El pasado viernes comencé a citar a ciertos ocasionados en el destape de López Portillo, garañón de polendas. Y sí, de la ralea de talamanteros de ayer y hoy, ahí un Lázaro Rubio Félix: “No, no es respaldo el que le damos al licenciado López Portillo. El Partido Popular Socialista designa solemnemente su candidato a don Pepe. Esto es muy distinto a darle respaldo”.
Y un diputado Javier Herrera: “¿A los del PPS nos llaman paleros? SÍ, somos paleros al reconocer como nuestro a JLP, ¡Somos paleros porque somos obreros y tenemos palas… ¡para enterrar a todos los reaccionarios de este país!”
Y otro del PPS, diputado también: “Sí, mi partido declara a don José nuestro candidato oficial. Es que sin nuestro apoyo, perdería muchos votos”.
JLP protestó como candidato del PRI a la presidencia de la república. Los diarios, entonces, criticaron el ruiderío que alzaban todos los círculos políticos con ocasión del destape. Protestó, en el graderío del recinto, aquel Zarate Aquino, gobernador de Oaxaca: “Sí, hacemos ruido, y qué bueno! Destapar a nuestro candidato no es asistir a un velorio”. Y Oscar Flores Tapia mandamás de Coahuila: “El ruido y el entusiasmo son uno de los aspectos fundamentales de la democracia”.
Ya el candidato en gira, El maestro de ceremonias en la Magdalena Contreras: “¡Vamos a ensayar una vez más para que el candidato del pueblo no nos vaya a agarrar en frío, sino bien calientitos! Venga de ahí un viva para México, dos para nuestro partido el PRI…¡ y tres para nuestro candidato!”
Y un Servando López, orador: “¡No hay López que no sea bueno, ni bueno que no sea López!” El cantante “Tony” Aguilar: “¡Vea usted, licenciado, cómo acá, en Ojo Caliente, todas las muchachas son de ojo caliente!” En Tlaxcala Beatriz Paredes, diputada “¡Aquí, licenciado, hoy ocasiones en que los momentos rebasan al polvo de los siglos y transforman la carencia de los años luminosos y lúcidos, porque son la conjugación del devenir histórico y porque tienen la luz que se las da…el Hombre!” Otro lambiscón: “¡En sus iniciales, licenciado, tenemos la conjugación fiel de que habrá de cumplir con lo que ha estado prometiendo en la campiña mexicana! ¡Porque la Jota es Justicia, la Ele Libertad, la Pe de Portillo Paz, y la Pe de Pacheco… Patriotismo!”
Es México. (Este país.)

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