Sandino, Estrada, Umanzor, Nicaragua…

Y de repente, mis valedores, se levanta la voz de los jóvenes, y  la chamusquina que provocó en Túnez pega sus coletazos a diestras, siniestras y dictaduras, y apunta al vivo corazón de Nicaragua. Una vez más, como en las épocas de Augusto César Sandino,  de Nicaragua las aguas bajan turbias. Fechada en Managua, la nota inquietante:

“Jóvenes opositores han anunciado que volverán a las calles para protestar contra la intención reeleccionista del presidente Daniel Ortega para los próximos comicios”.

Que  una Red Nacional de la Resistencia Ciudadana lleva a cabo una campaña para  frustrar la maniobra del presidente actual, Daniel Ortega, que a contrapelo de la Constitución pretende reelegirse. “Ante esta situación de conflicto, el Frente Sandinista de Liberación Nacional ha decidido posponer el congreso y  realizar sesiones de trabajo con sus simpatizantes  para respaldar la candidatura de Daniel Ortega”.

Cuidado. Ortega, mucho cuidado. Positivo para el país su gobierno o un intento de tornar al somocismo, cuidado. La  historia de Nicaragua, satrapías y epopeya popular, proporciona la clave para arrojar al tacho de la basura al Tacho de los Somoza. Sandino no ha muerto, y con la triunfante insurgencia del Frente Sandinista de Liberación Nacional quedaron registrados los hechos heroicos de León, de Masaya, del barrio de Monimbó. Sandino vive, y Las Segovias siguen ahí nomás, y el Cerro del Común. Cuidado.

¿Qué es aquella luz allá lejos? ¿Es una estrella? – Es la luz de Sandino en la montaña negra. – Allá están él y sus hombres junto a la fogata  – con sus rifles al hombro, – fumando o cantando canciones tristes del Norte, – los hombres sin moverse y moviéndose sus sombras…

“Pero las naciones, afirma Ernesto Cardenal, sacerdote y poeta; las naciones tienen su sino, y Augusto César Sandino nunca fue presidente de Nicaragua, como sí lo fue, y durante 20 años, el asesino de un héroe y libertador de su patria, que en plena lucha de liberación lo había estipulado: “El que cree que estamos vencidos no conoce a mis hombres (29, y con él, 30. Contra Los Estados Unidos.)

Lustros más tarde, fechada en Managua, la nota inquietante “Varias personas resultaron heridas cuando manifestantes opositores al presidente Daniel Ortega se enfrentaron con simpatizantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional”.

Válgame. ¿Los norteamericanos, una vez más?  Lo ignoro todavía. De lo único que estoy bien seguro es de que si siguen ellos, como en las épocas de Sandino, primero, y de los sandinistas más tarde, que tuvieron que lidiar con los “contras” de Oliver North contratados por el gobierno gringo, los patriotas de Nicaragua, herederos de Sandino, Estrada y Umanzor, ahí están, y están prontos a la nueva epopeya. Ahí, conmovedoras, las hazañas del barrio de Monimbó. Contra cualquier espurio de Nicaragua permanecen (espero) en la memoria de la comunidad.

Esto pasó hace un año por estas fechas, pero ahora mismo el Despertar de la Rebeldía Ciudadana contra el gobierno sandinista se encuadra y organiza dentro de la citada  Red Nacional de la Resistencia Ciudadana, que apuntalan jóvenes de diversas tendencias políticas. ¿Otra vuelta de tuerca, mis valedores? La historia, ¿vuelta a empezar? Para los citados jóvenes o para quien tenga la razón en el citado conflicto, la solución la aportan los propios nicaraguenses, que la crearon contra el Tacho de los Somoza y tachos subsiguientes. (Mañana mismo el final.)

La Historia, cansada de crear…”

Se acusaba al Ministro Molé, que dirigía los destinos de Francia, de mostrarse débil y pusilánime con las potencias extranjeras. Por justificarse de tal cargo escogió a México para mostrar energía y poder.

Obligada es la referencia, y necesaria para aquellos de ustedes que no la conocen o no la tienen presente. En aquel episodio de la historia patria nuestro país sufrió una de las más dolorosas humillaciones por parte de un gobierno extranjero. El de Francia, precisamente. El infamante episodio pasó a la picaresca nacional con el nombre burlesco de La Guerra de los pasteles. Aquí una somera reseña de lo ocurrido en 1838.

El gobierno de México se ocupaba en los preparativos para instrumentar la campaña de Tejas. El gobierno de Francia, atenido a la superioridad de sus fuerzas armadas, reclamó a nuestro país sumas exorbitantes por concepto de indemnizaciones a ciudadanos franceses que habían sufrido algún perjuicio en las guerras civiles. Esperpéntica la demanda de un tal Remontel, pastelero, que exigía 60 mil pesos, suma equivalente a muchos millones de hoy día. El gobierno del mediocre Bustamante no atendió aquel reclamo con la diligencia adecuada para desactivarlo y se exhibió no como el estadista que precisaba el país, sino como un funcionario mediocre, como todos los de su ralea. Lástima.

Fue entonces cuando el gobierno francés envió diez buques de guerra al tiempo que lanzaba un ultimatum al que el Ministro de Relaciones contestó con la negativa a toda clase de arreglos mientras la escuadra francesa permaneciese en aguas mexicanas. Francia declaró rotas las relaciones con México y bloqueó los puertos del Golfo.

España se involucró en el conflicto. El Contralmirante Carlos Baudín,  Ministro plenipotenciario de su país, arribó a México en la fragata Nereida y tuvo una entrevista con el Ministro mexicano exigiendo una respuesta al ultimátum de Francia sin obtener una respuesta satisfactoria. Trece días más tarde la escuadra francesa rompió sus fuegos contra San Juan de Ulúa.

La guerra de Francia contra nuestro país se había declarado. Como respuesta, el Gral. Antonio Gaona, con 1,100 soldados y 47 cañones, resistió por más de 4 horas un ataque de la escuadra gala, que empleaba 108 piezas de artillería. Testimonio del Comandante de Veracruz: Gaona capituló de manera cobarde. Es la historia que escriben los mediocres. Mucho cuidado, que lo afirma el clásico: “La historia, cansada de crear, se repite”. Los Bustamante de hoy día. Cuidado.

Fue entonces: los mediocres acudieron a los servicios del tenebroso Santa Anna, que en medio de una niebla de la que se aprovechó el invasor, perdió una de sus piernas. Más adelante, ante las pretensiones de volver a la presidencia, circuló la cuarteta: “Santa Anna quiere corona – la tendrá de hoja de lata – porque si la quiere de oro – le constará la otra pata”.

Conclusión de la Guerra de los pasteles: con el tesoro público en bancarrota, un gobierno que había jurado nunca reconocer deuda alguna al francés ni entregarle un centavo, a querer o no pegó el reculón y pagó no 60 sino 600 mil pesos que no debía. Y el colmo del esperpento: al paso del tiempo y con un gobierno francés disminuido, cuando México intentó pagar 200 mil que restaban de la “deuda” ya no había quién los reclamara. “La Historia, cansada de crear, se repite”.

Por cuanto a los tales que sostienen hoy las riendas de la historia, mediocres todos de la alzada de Sarkozy y congéneres, cuidado, mucho cuidado. Es México. (Nuestro país.)

Parejas sado-masoquistas

Al tema del amor me referí ayer aquí mismo, y el espacio se agotó cuando me disponía a analizar uno de los símbolos que encuentro en La zorra y las uvas, la fábula popular. Porque de repente te entusiasma esa sota moza seria y honesta, de rostro agraciado y físico soberbio. Y esa nariz, esos labios, ese mirar que… Nada, que ella será la mamá de mis hijos.

Ilusionado, la abordas una y otra vez, y le confiesas tu sentimiento y tus intenciones, y una y otra vez ella se niega a corresponderte. Derrotado, por fin, abandonas tu asedio y, dolorido, ahí la autodefensa de la zorra:

– Que se largue, pues. No aceptó un sentimiento limpio como el que yo honestamente le ofrecía, pero salí ganando. Pues qué se ha creído, si es una pretenciosa, cuando no pasa de ser lo que es, una pobre empleada de banco. Y de un banco extranjero. Quién dice que no ande por ahí con su jefe o con alguno de los empleados. Total…

(Total, que están verdes las uvas.)

Pareja sado-masoquista, el lado oscuro del amor. Erich Fromm diferencia dos maneras de manifestar amor: en el modo de tener o en el modo de ser.  “Experimentar amor en el modo de tener implica encerrar, aprisionar o dominar al objeto “amado”. Debilita, sofoca, es mortal. La mayoría de las veces hacemos mal uso de eso que llamamos amor. Esto, para ocultar que en realidad no se ama, sino que confundimos el amor con algún otro sentimiento. ¿Pero qué eso que se disfraza de “amor”?

Eso se nombra soledad. El ente humano se siente solo, está solo, la soledad es su segunda naturaleza y lo acompaña del nacimiento a la muerte. Por eso es que aunque la persona sea maltratada, humillada por su pareja como un “objeto” más, continúa convencida de que es amor lo que siente, y que la agresión que recibe es una prueba de amor. Ella depende de su pareja, y se niega a ver su situación de esclava. Mientras el ser amado  la humilla y maltrata,  ella jura que esa es su forma de amar. Mentira. Han integrado una relación sado-masoquista aunque no se manifieste más allá de las palabras, una co-dependencia y una aberrante simbiosis. (Ahí nuestro espejo en cuanto pareja. ¿Nos reconocemos en él, o mejor apartar la mirada y seguir como hasta hoy día?)

Fromm describe los impulsos sado-masoquistas a partir de un concepto al que llama “carácter autoritario”. Para la persona con esa característica solo existen dos tipos de humanos, los que tienen poder y los que no lo tienen. Esa persona con carácter autoritario también puede presentar otras manifestaciones de conducta, como la total admiración por la figuras de mayor poder que él. Incluso podríamos decir que para él nada significa quien no tiene el poder. Es así como se integra la pareja sado-masoquista: “me dejo someter ante los que tienen poder, por el amor al poder mismo que yo siento, pero desprecio, ataco y humillo a quienes no lo posean.”

La persona con impulsos sádicos puede mostrar su carácter de forma abierta u oculta, pero con su conducta hacia la pareja exhibe su necesidad de dominación. Esas parejas celosas, esos esposos golpeadores, esas mujeres resignadas a la violencia intrafamiliar. Pero ocurre que la parte explotada llega a necesitar del explotador, y entonces reprime su sentimiento de odio y temor y presenta sustitutos hasta el grado de  ddisfrazar la violencia que recibe con una profunda admiración hacia el explotador. Así, termina por desear el poder bajo la sumisión ante alguien más poderoso. Y el torcido razonamiento de la pareja. (Ese, mañana.)

El amor, ese estado de gracia

Yo vi repuntar el sol – en un vaso de cerveza – bonito sería el amor – si acabara como empieza – pero acaba con dolor – y punzadas de cabeza”.

Pues sí, pero a fin de cuentas, ¿qué es eso que nombran amor? ¿Una mezcla de serotonina y otras sustancias químicas en el cerebro? ¿Nada más? ¿A eso se reduce el amor? Yo traté de encontrar una respuesta más acorde con el sentimiento que me inspira a estas horas Mi Única, y de manos a asombro me fui a topar con la afirmación del filósofo, y lo cito de memoria:

“Habla del amor quien no lo conoce. El enamorado no se detiene a definirlo. El lo vive, sin más”. Y esta otra: “¿Definir el amor? ¿Mirar el sol de frente?” El creyente en ese estado de gracia: “La edad no te protege del amor, pero el amor sí te protege de la edad”.

Aunque ahí la frase despectiva del cínico: “El amor es la ocupación de los desocupados”. (Diógenes.)

“Prácticamente no existe ninguna otra actividad o empresa que se inicie con tan tremendas esperanzas y expectaciones y que, no obstante, fracase tan a menudo”.

Tal afirma Erich Fromm, que trata el amor en tres de sus libros: Tener o Ser, El miedo a la libertad y, por supuesto, El arte de amar,  indispensable para conservar la mutua afección como indispensable es el oficio para el carpintero que construye una mesa. ¿El maestro que nos enseñe el arte de amar, la receta para conservar ese sentimiento? Búsquelos, dice Fromm, cada amoroso, cada pareja en amor, que el secreto es único, personal e intransferible, lástima.

Y que es nuestra actitud frente al amor lo que lo hace tan difícil: uno busca que lo amen, sentirse amado, pero no se enfoca en amar. El proceso:

a).- Le pides a una persona sea tu pareja. ¿Qué hacemos cuando esta persona nos dice que no?  Quizá se produce un sentimiento de tristeza, de frustración, y de menosprecio por quien nos rechazó (autodefensa). Porque pedimos ser amados, no amar.

b) Te aceptó, te dio el sí. Me siento en las nubes, entro a un gran estado de “enamoramiento”, pero ¿por cuánto tiempo? Ese es otro dilema del amor: ¿hasta cuando somos capaces de amar? El enamoramiento es precioso, pero amar verdaderamente no es cosa sencilla.

El amor como mercado. La advertencia de la madre, las amistades, las personas que influyen en nosotros: “Hija, busca un hombre de posibles. Ese no te conviene. ¿No ves que no tiene en qué caerse muerto? Ese no pasa de ser un ni-ni: ni trabaja ni estudia”.

“Hijo, cómo te fuiste a fijar en una chica tan fea”. “¿Que qué? ¿Enredarte con esa coqueta, falta de pudor?” “Apártate de esa impúdica. ¿No ves cómo se viste, cómo camina por la calle nomás provocando a los hombres?”

Y él: “Mamá,  ¿si primero te enterases de qué chica te estoy hablando?”

La soledad. Otro aspecto importante es el sentimiento de aislamiento o soledad que siente el ser humano. A propósito,  Karen Horney:

“Uno de los rasgos predominantes de los neuróticos de nuestro tiempo es su excesiva dependencia de la aprobación o del cariño del prójimo. Todos deseamos ser queridos y sentirnos apreciados, pero en los neuróticos la dependencia del afecto o de la aprobación resulta desmesurada. {…} Pueden sentirse heridos por el mero hecho de que alguien no acepte sus invitaciones o deje pasar algún tiempo sin hablarles por teléfono {…}; tal hipersensibilidad es susceptible de ocultarse, empero, bajo una actitud de ¡qué me importa!”

Actitud que ilustra a cabalidad la fábula de La zorra y las uvas, ¿la recuerdan ustedes?

El amor sigue mañana. (Aguárdenlo.)

 

¡Culpable soy yo!

Mi primo el Jerásimo, mis valedores. Amante de la botella como todo buen licenciado del Revolucionario Ins., cierta noche logré llevarlo conmigo a una sesión de Alcohólicos Anónimos. Qué más. Y es que para un borrachales cinco derrotas al hilo son muchas botellas.  No salía del duelo por Guerrero cuando se le vino a empalmar el de Baja California Sur. Y ahí estábamos, atejonados,  en la sesión de “Doble A”.

Y qué confesiones las de esa noche de miércoles; qué testimonios humanos que gañote y criadillas me anudaban y  fruncían en la catarsis colectiva de las humanas miserias.

– Mi nombre es Josefo y soy un alcohólico. ¿Alguno de ustedes ha tocado fondo en el fondo sin fondo del delirium tremens?

Y fue entonces; entonces fue. De repente el Jerásimo, estremecidas de tics sus facciones, se dio el levantón. Vi que de acá, del cuadril, sacaba su anforita disimulada en una bolsa de hojaldras, mi desayuno de esa mañana, y que le da un mordisco al gollete. Un rápido amamantón. Un súbito suspirillo. Ahora hablaba aquel muy pálido, de cotorina color mamey.

– ¿Vivir? ¿Vivía?  ¡Mi cuerpo se desgajaba por dentro, exigía alcohol, ríos de alcohol! Sobre de mí orfandad toda la angustia del mundo. Ven, muerte, clamaba yo en vano. Y aquella soledad…

La soledad del que perdió a su amantísima, los chamacos, los amigos, todo. “¡Dios,  y así me juras que existes..!”

Y el gemidillo, y el lamento, y el… ¡Jerásimo! ¡Qué haces, insensato, cuando menos esconde esa ánfora!

Un brinco, dos, un trastabilleo, y ahí estaba detrás de la mesita que servía de tribuna:

– ¡Licenciado es mi nombre, y el Revolucionario Ins. mi divisa!

Y ándele, que (prodigio de la catarsis colectiva) suelta su guácara de gemidos, y que se cimbra, manotea, grita su compulsión:

– ¡Culpable soy yo! ¡Toda mi trayectoria política la he perpetrado en plan cacardioso! ¿Saben cuál es mi crimen mayor, que estoy perpetrando ahora mismo, y por el que respetuosamente les pido la pena de muerte?

– ¡Jerásimo, cierra la boca! ¡Esconde esa botella! ¡Baja de ahí, ven a sentarte, qué desfiguros!

– ¿Saben cuál es, correligionarios? ¡Yo soy aquel! ¡Yo, en punto pedro, he dañado profundamente al país! ¡Yo, yo, mírenme bien, arrímense acá y castígueme, mándeme capar en el penal de El Altiplano, que merezco esto y más! ¡Todo por culpa de esta, correligionarios del pedro!

Y bandereaba la cacardiente Ah, los efectos de la catarsis.

A gritos: “Mea, mea, mea culpa, conciudadanos anónimos! ¡El tamaño de mi delito nomás calcúlenlo! ¡Culpable soy yo! ¡Cuatro años de ser su asesor! ¡Yo, sí, yo soy el que le ha venido aconsejando  todas y cada una de sus medidas de gobierno! ¡Política, finanzas, economía, relaciones públicas, combate al narcotráfico, defensa de la soberanía nacional! ¡Todas! ¡Tú, cacardienta, maldita seas!”

Y que a todo vuelo de brazo la arroja al suelo, donde formó un charquito apestoso. Entre seis, ocho anónimos, lo redujeron. Desmadejado en el volks, me lo llevé a Urgencias. Y sí, ya el primo resucitó de entre los crudos.

– El sí, ¿pero nuestra asociación qué?

Y don Gil., el decano de aquel grupo de Alcohólicos Anónimos, me miraba sin parpadear, qué pena. Y es que la noche de miércoles, al derrame del pomo, media docena de anónimos se aventaron al piso, lo olisqueaban y se soltaron lengüeteando y arañando el cemento. “A dos ya los localizamos. Ahogados”.

– ¿Ahogados en el Gran Canal?

– Ahogados en alcohol. Del paradero de los otros cuatro nada hasta estas horas.

Yo agaché la cabeza. Qué más. Ah, el asesor. (En fin.)

El hijo desobediente

Malagradecido también. ¿No fue gracias al apoyo de la bancada tricolor como logró enjaretarse la tricolor aquel trepidante primero de diciembre en el jacalón de San Lázaro? ¿No fue Manlio Fabio Beltrones su asesor en aquellos tiempos iniciales de sus mandato? ¿No fue el priísta quien le enseñó los rudimentos en el arte de gobernar porque él, “haiga sido como haiga sido,”  llegó todo encandilado y sin una mala experiencia de haber despachado en el más humilde sillón de alguna presidencia municipal, tan siquiera? Que no haya aprendido los consejos y advertencias del sonorense, eso ya es otro cantar (de más baja calidad que “El hijo desobediente”, la tonadilla favorita del de Los Pinos, más allá de Bach, Beethoven y Mozart, allá él.) ¿Qué hubiese sido de su gestión sin el co-gobierno inicial de Manlio Fabio Beltrones? ¿Qué..?

Malagradecido que vino a resultar, como ayuno de toda autocrítica, el muy devoto del Verbo Encarnado: ahora, con esa su voz,  previene a los votantes en potencia (en impotencia) para que se abstengan de propiciar un regreso al gobierno por parte del Revolucionario Ins., al que no baja de corrupto, autocrático y autoritario. “Un peligro para México”.

Yo, por lo pronto, nunca llegué a imaginarme que llegase a perpetrar, sé lo que digo, siniestros compinchajes politiqueros con los cupulares de un tal partido político, revoltura de chuchos y gente de bien, que no lo baja de impostor y de espurio, y que mientras con la siniestra ordenaba tales acuerdos, con toda la fuerza de sus pulmones negaba por esta, miren, que hubiese ordenado o siquiera tener conocimiento de tales arreglos. ¿Cómo fue, cómo ha sido que así se conduzca el de Los Pinos?  Hasta ayer yo dudaba que sus medidas de gobierno fueran producto de los consejos de Manlio, y no, no lo son. Ahora ya estoy seguro. Hoy sé de cierto de dónde procede la asesoría que guía las beatíficas medidas de gobierno del fiel devoto Verbo Encarnado. Mis valedores…

Esto de la asesoría al de Los Pinos lo vine a saber cierta noche de miércoles en aquel saloncillo destartalado, tufo a humedad, donde un almacigo de redrojillos humanos, con voz resquebrajada, confesaba su  áspero oficio del diario vivir una vida arrastrada.

– Me llamo Pascual y soy un alcohólico. Media vida me he pasado entre una celda penal y otra del manicomio. Choques insulínicos y electrochoques. Ustedes dos, los recién llegados, sean bienvenidos.

Y ni cómo decirle que yo soy abstemio, que conmigo el licor topó en tepetate, y que si acudí al domicilio de Alcohólicos Anónimos fue por forzar a mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., a que acudiese conmigo y se mirase en el espejo de aquéllos que, de bagazos humanos en sus días cacardientos, hoy nacen cada mañana a pura fuerza de sus redaños. Azorado, pistojeando, el susodicho Jerásimo seguía los patéticos testimonios de sus semejantes anónimos:

– Mi nombre es María. Soy una alcohólica. Al volver en mí entre el perraco y el vómito, ya perdida la noción de mi tiempo de vida, me preguntaba: ¿tengo que vivir todavía un día más? Quería aullar…

Inquieto, el Jerásimo, se revolvía en la silla. Observé que a lo disimulado metía la mano a la pretina de la camisa y que, como al tablón el náufrago, sin sacarla de su nidal se prendía al ánfora para no terminar derrumbándose. Yo, a su oído: “Cálmate”.

¿Calmarse? “Mi nombre es Josefo y soy un alcohólico. ¿Alguno de ustedes ha tocado fondo en el fondo de un infierno de licor?”

Y fue entonces. De repente… (Mañana.)

Maromeros

De los tales hablé con ustedes el pasado viernes, esos claudicantes de la política que más allá de ideologías y fidelidad a principios asentadas en sus documentos fundacionales, por logreros y a la pepena personal sacan a subasta su propia conciencia. Sórdido.

Cuando haiga sido como haiga sido Salinas trepó a Los Pinos nombró como procurador de la República a un Morales Lechuga priísta de tradición, pero apenas terminó el sexenio, con  Salinas como el ser más odiado del país, clamó el Abogado de la Nación:

– Bueno, es que yo creí firmemente en Salinas cuando le acepté cargos diversos, pero hace años que ni lo veo ni tengo contacto con él. No soy vergonzante ni niego mi pasado ni mi presente. Es que no quiero ser una cabeza de playa de Salinas.

– Y ahora que se une usted a la campaña presidencial de Vicente Fox,  ¿qué lo llevó a tomar semejante medida?

Contestó al reportero,  palabra a palabra, Morales Lechuga:

– Es que en el panista observé la limpieza de su mirada, y eso me convenció.

(En ese momento el gallo cantó tres veces.) Y llegó Fox a la presidencia, y en la Secretaría de Relaciones Exteriores colocó a Jorge G. Castañeda, quien años después, a la muerte del guerrillero colombiano  “Tirofijo”, iba a escribir en la revista Newsweek:

“Con la muerte de su líder, la banda se enfrenta a la extinción. Ya va siendo hora. Hoy son criminales. Un puñado de criminales a la fuga”.

De “criminales” calificó a las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia un Castañeda que en Cuba se entrenó en tácticas guerrilleras y es hoy un anticastrista rabioso, prófugo de tantas ideologías y a estas horas converso y ahijado de Washington.

Por esos días estuve leyendo en el matutino todo el copal que ante el santito nuevo, el del Verbo Encarnado, quemaba un Diódoro Carrasco, priísta ayer y hoy flamante panista. Al cerrar el periódico: ¿Diódoro el oaxaqueño? ¿Pues no era el priísta que llegó a secretario de Gobernación en el sexenio antepasado? ¿Panista hoy el que todavía ayer fue tricolor? ¿Aplaude en este gobierno  lo que en el anterior censuraba, y censura hoy lo que ayer aplaudió? ¿Pues de qué pasta, arcilla o madera fueron amasados tales especímenes? ¿Tan hambrientos están? ¿De lodo biológico los forjaron los genes?  Pienso en los militantes del difunto Comunista Mexicano, asesinado desde dentro por los logreros a los que Echeverría logró cooptar: Martínez Verdugo, Guevara Niebla, Nateras, Rincón Gallardo, en fin. Todo para que unas izquierdas honradas y de buena fe derivaran en un PRD hoy secuestrado por el pragmatismo talamantero de una Nueva Izquierda que comanda Chucho Ortega,  el chucho mayor. Desverguenzas.

Recuerdo a Jorge Gonzáles Torres, por aquel entonces gerente general del Verde Ecologista. Al interés de llegar a la Secretaría del Medio Ambiente y Ecología se alió a la aviesa campaña del  “voto útil” en la que iban a caer los tantos pobres de espíritu como años más tarde con el Verbo Encarnado, todo ana sola frase: “¡Un peligro para México!” Este Verde Ecologista, aliado de Acción Nacional para encaramar a Fox a Los Pinos fue el mismo que a principios de los 90s. había publicado el desplegado, con esa sintaxis:

“Ante la Historia de México denunciamos a los diputados y senadores de Acción Nacional como culpables de cometer un acto contra la Nación que…”

El resto del escrito y los nombres de esos indecorosos que a la ventaja y sin pizca de pudor han pegado la machincuepa o se aprestan a brincar de este a aquel logo político, en breve. (Vale.)

De trapecistas y maromeros

¿Logreros y claudicantes? ¿Redrojos políticos?  Para contrastar su conducta con la fidelidad a principios permítaseme esta vez arrimarme a la advocación de la  Comandanta Ramona, que así se nombraba. ¿Recuerdan ustedes a la indígena chiapaneca de baja estatura, huipil chiapaneco y rostro oculto por el pasamontañas que militó en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el EZLN de aquel que fue alguna vez el Subcomandante Marcos? Con la presencia ausente, sé lo que digo,  de la guerrillera, voy a hablar de esos indecorosos, desvergonzados saltimbanquis de la grilla politiquera ayer mismo adversarios de ideología y que hoy, por asuntos de medro personal y de grupo, amanecieron abarraganados. Chuchos, grillos, chapulines, talamanteros de Nueva Izquierda. Baquetones.

Aquí recuerdo a la Comandanta Ramona, varona que en vida y muerte fue espejo y flor de virtudes cívicas, fidelidad a principios e integridad personal. Ella que con pasamontañas y colorido huipil se nos quedó como seña de identidad de la lucha civil contra el Sistema de poder. ¿Recuerda alguno de ustedes a la Comandanta  Ramona? ¿Recuerda alguno la respuesta que dio al entonces Zedillo, que le ofrecía trasladarla a esta ciudad para que le tratasen cierta enfermedad mortal de necesidad? Ella, la entereza y el temple y la dignidad personal:

“Nosotros nos levantamos en armas para que todos nuestros pueblos  tengan salud, no para que ustedes me curen a mí…”

(Yo entonces pensé en Leónidas el espartano mientras moría por su patria frente a los guerreros persas de Jerjes. Mozart en el aparato. A media voz, el Requiem.)

Los indecorosos, en cambio; los ventajistas: un basurero mi mente con las imágenes de un Angel de la guarda del perredismo cupular para el que todavía hace unos meses era todo un delincuente electoral y asesino de perredistas, hoy el bienamado al que Marcelo Ebrard, con la mano del gato (del Chucho), encaramó al gobierno de Guerrero. Pienso en la cáfila de  pragmático-utilitaristas que se arropan en la frase convenenciera derivada del  florentino:

“El fin justifica los medios”.

Reflexiono en un pragmático Muñoz Ledo, candidato presidencial del PARM que a su hora ligó acuerdo con el candidato de la Alianza por el Cambio, un tal Fox. Extrañados, los estudiantes tlaxcaltecas lo interrogaron:  “¿Pero por qué con  Fox?”

Así respondió el personaje que en su vida pública ha militado en  todos los partidos políticos del país:

– Me alié con Fox porque los estudiantes me lo pidieron. En todas las universidades en las que he estado presente las preferencias se inclinaban hacia Fox y hacia mí. Yo estoy en contra del presidencialismo, y eso es lo que buscamos Vicente y yo.

Y la nota de prensa: “Porfirio Muñoz Ledo sostuvo que continuará con el proyecto de convergencia con Vicente Fox, en el cual también participa Manuel Camacho Solís”. Sí, el prófugo del PRI, alquimista de Angel Aguirre, priísta encubierto. México.

Otro que tal. Cuando Carlos Salinas llegó a Los Pinos nombró como procurador general de la república a Ignacio Morales Lechuga, priísta de tradición. Pero terminó el sexenio y Salinas pasó a ser el hombre más aborrecido del país, y el salinista Morales a desmarcarse de él y desconocerlo.  Interrogado por el reportero, aquí su justificación:

(La entrevista y algo más, el lunes.)

“Pobre México…”

Pobre, sí. Tal fue la reacción del matutino ante la privatización de los ferrocarriles que prestaban un valioso servicio al país. En su sexenio se ufanaba un vende-patrias:

“En forma exitosa y de acuerdo con los tiempos previstos marcha la privatización que promovemos en gas natural, terminales portuarias, telecomunicaciones, petroquímica secundaria y ferrocarriles”.

Ferrocarriles. El nombre del privatizador, Zedillo, se asienta ahora mismo en la nómina de la empresa norteamericana a la que remató los ferrocarriles nacionales. ¿Y nosotros? ¿Cuál es la respuesta de las masas sociales? Tomo el matutino  y leo, de su sección editorial: “Pobre México. Un vulgo ignorante y unos periodistas vendidos batían palmas cuando se acordaron concesiones ferrocarrileras al yankee”.

Pues sí, pero no, mis valedores,  el editorialista no aludía a Zedillo, ni a Fox, ni al Verbo Encarnado, sino a Porfirio Díaz, uno de los primeros entreguistas que se han culimpinado ante el imperio. La fecha del matutino: 1885. La denuncia editorial:

“Mientras, los hombres pensadores temblaban por el porvenir de esta patria infortunada, victima de las ambiciones y de la improvisación. Los hombres pensantes veían en esas concesiones un peligro inminente para México, y no se equivocaron. En recompensa de las espléndidas  subvenciones concedidas a los yankees, éstos están arruinando al país por medio del contrabando de armamento, y debido a ciertas tarifas de conveniencia, concertadas de una manera embozada para proteger la industria extranjera con graves perjuicios de los intereses nacionales.

Por una mera casualidad, el Ministro de Fomento desconfió de los manejos yankees, y sólo apoyó las tarifas de una manera provisional y por corto plazo: cumplióse éste, prorrogóse en seguida, ha vuelto a cumplirse; y sin embargo no se ha podido conseguir que la Empresa del Ferrocarril Central modifique sus laterales tarifas. Rehúsa reformarlas, y para ello se vale de rémoras y pretextos inadmisibles. Por lo visto, nuestros agradecidos y caritativos empresarios, los americanos, obran ya en este país como si estuvieran en su casa. La conquista pacífica comienza ya a producir sus sabrosos frutos.

¿Qué sucederá mañana? D. Porfirio, que tuvo a bien romper con las inveteradas preocupaciones del inteligente y previsor Benito Juárez, puso a los yankees un puente de plata para que desde Nueva York pudiesen venir a esta capital, sin incomodidades, sin riesgos y a costa nuestra. A D. Porfirio toca sacar al país del espantoso atolladero en que está metido. ¡Ojalá y no sea ya demasiado tarde! (Periodista valiente, sí, pero cándido, digo yo.)

“A grandes males, grandes remedios. Si al fin hemos de romper con los que se tomaron media República hace 38 años, y que ahora tratan de apoderarse del resto por medios ingeniosos, vale más que suceda hoy. Mañana la obra será más difícil porque se habrán creado y robustecido grandes intereses americanos en esta República”.

Y esperanzador para tantos, al pie de plana el anuncio: “Específico de Henry, célebre remedio inglés. Es el único específico seguro e infalible para la curación rápida y radical de la impotencia, derrames seminales y toda clase de desarreglos producidos por excesos. Jamás ha fallado. Experiméntese. Depósito único en la República, Droguería Universal de E.Van den Wyngaert. Puente del Espíritu Santo núm. 1″.

Calma, no acelerarse, no precipitarse alguno de ustedes. Ya busqué, simple curiosidad,  el domicilio de marras. No existe más. (Lástima, ¿no?)

Lodo biológico

Siglos atrás, en la anchurosa imaginación de Rabelais, novelista francés, existió un reino de encantamiento que regían Gargantúa y Pantagruel y poblaba una sarnienta galería de curas rijosos, pícaros de la engañifa, hembras del toma-y-daca carnal y toda suerte de esos vagamundos que vienen y van a contracorriente de leyes y reglamentos. La picardía en pleno, pues.

Entre pícaros tales el más tal de todos era  Panurgo, rufián tramposo y  camandulero que cierto día, viajando en algún navío cargado de carneros que un comerciante llevaba al mercado, trabó con el borreguero agria disputa por un asuntillo teológico: que si Dios, siendo uno, era trino también. ¿Uno y trino? No me ech-inglés. La disputa terminó en una zanfranza a estacazos. De súbito:

– ¡Alto, los valientes no asesinan! El clérigo de a bordo logró amansar la tranquiza. Pues sí, pero no, que Panurgo  era de muy mala condición, mala entraña y corazón bandolero, y no quedó conforme con la ración de estacazos, y mucho menos con aquello de que Dios, siendo uno, es trino también. Rencoroso de natural, en un rincón del navío cavilaba buscando un desquite que no fuese a enfrentarlo con la justicia, como la puñalada trapera que tuviese que pagar en galeras. ¿Qué desquite será el adecuado, Dios mío según esto uno y trino?

Panurgo, como todo baquetón, era ingenioso, de modo tal que, de súbito, eureka; con el perfecto plan enfrentó al comerciante en carneros:

– Haya paz, y por que mire su buena merced que no le guardo rencor por aquello de que Dios, de ser uno, es trino, quiero tratar con vos un asunto de carneros. Vendedme uno, mi señor.

– Todo fuera como eso. ¿Por cuál os interesáis?

– Por aquel que está olisqueándole las verijas a la borrega. ¿Cuánto?

– El más gordo requerís; el más caro también.

Ahí se inició la maniobra del regateo. Que os ofrezco tanto por el carnero, pagadero en tres monedas de oro que son tres odas, y que no odas, que mi animalito no me robé, y que no voy a malbaratarlo como si  yo fuese Calderón, vos el gringo  y mi animalito PEMEX. Se cerró el trato y el remate del plan: Panurgo, con el carnero pataleándole los brazos, de repente arrimó el animal a la borda y a la vista de la manada lo arrojó de panza a las olas del mar. Venganza cumplida.

Cumplida, porque siendo el carnero el animal estúpido por excelencia, que a lo acrítico reacciona al lema de que “lo que hace la mano hace la tras”, el animalero de miércoles –de jueves- comenzó a saltar en fila india detrás del que le precedió en el salto, carneros dejaran de ser. ¿El mercader, entre tanto? Ese, chillando, en vano intentaba detener la borregada. ¿Panurgo? El tal, pepenado del palo mayor, se pandeaba de risa:

– Caro me costó el carnero, pero qué sabroso me vengo, por Dios uno y trino. Cómo me vengo, que hasta me estremezco al sabor de la dulce venganza.

A esto quería yo llegar: en esta temporada electoral: ¿cuál fue el primer  borrego que pegó el brinco de su partido al rival? ¿Cuáles, cuántos chaqueteros se fueron tras de él? ¿Cuántos convenencieros están a estas horas en el gobierno de cuántos estados federativos? Estúpidos son los borregos, sí,  pero no inmorales como esos chuchos ortega pragmático-utilitaristas huérfanos de ideología y dignidad personal, heces politiqueras que al  precio de la indignidad han logrado su tajada de medro personal. Provecho, chuchos  “perredistas” de la calaña de Angel Heladio, ángel de la guarda de tantos cadáveres no tan sólo de  Aguas Blancas y El Charco, sino también de la base social perredista. (Borregos y chuchos, agh.)

Baile, mi rey…

Los salones de baile, mis valedores. Aquellos de ustedes que lograron llegar más allá de la media vida rasparon suela, qué duda cabe,  en el Salón Colonia, el Nereidas, el California, Los Angeles...

Noche de sábado. Todos a embrocarse  el tacuche y los cascorros de dos vistas, y a danzonear como manda el Floresta.  Ah, los tiempos que fueron del mambo y la rumba, la guaracha y el danzón; tiempos aquellos no de un siniestro Fox sino de un glorioso fox trot, y  a moverlas al ritmo de la salsa y el rock, y vuelta al danzón, que no es moda efímera. “¡Hey, familia..!”

Los bailes del viejo salón de baile, qué tiempos. (Tú, la de la piel canela y el púrpura corazón bordado en la blusa transparente y sutil. Tú,  que siendo tan niña me enseñó a pescar. (Arponazos de penicilina, y la paz.) ¿Cuál fue tu nombre, dónde te hallas a estas horas, qué tierras andas pisando, vives aún? Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. ¿Me permiten? El lagrimón.)

Hoy día, en el horror de una inexistente guerra que genera muertos y heridos, vencidos y vencedores, pero que, amigas y amigos,  no es guerra sino  lucha por la seguridad que antes de la que no es guerra existía en el país, pareciera que vuelve la moda del baile de salón, porque después de todo, ¿que viene siendo la moda sino eso que pasa de moda para ponerse de moda otra vez? Esto lo vi y lo viví una noche de estas en cierto salón para baile y bautizos, primeras comuniones, quince años, fiestas de graduación, bodas, defunciones y vuelta a empezar con bautizos. La biografía del barrio, con su maestro de ceremonias: “Tú, quinceañera feliz, que arribas a la edad de las ilusiones color de rosa. ¡Un aplauso aquí para la agraciada  Yénifer Dayana Yeneví!”

Noche de baile. Llegué al Floresta, me atejoné en un rincón y observé a las parejas: dinámicas, entusiastas, escurriendo sudor, que al son de la Sonora Rastacuerabailoteaban pecho a pecho, hombro con hombro, cachete con cachete, cuadril con cuadril, monte con monte. Gózame, negra. En el sonido, a 10 mil decibeles, una descoyuntada música en brama que forzaba a los bailadores a zangolotearse como a las convulsiones de la epilepsia. Y de súbito: ¡La boa!

De utilería

Vidas paralelas, mis valedores, la de la Marta, que aspiraba al sillón de Los Pinos, pero cuyas aspiraciones terminaron cubiertas de telarañas en algún rincón de La Estancia o de San Cristóbal, y la de la Sarah Palin, reina por un día que arañó la vicepresidencia de Norteamérica. Figura esta, protagónica del denominado Tea Party, a punta de excitaciones al racismo, la discriminación y la violencia contra todo lo que no fuese WASP (blanco, anglosajón y protestante) logró el asesinato de varios inocentes, que con su muerte asesinaron el futuro de una Palin que habrá de caer al desván de la historia lo mismo que la segunda esposa de Fox. Desde que saltó a la palestra política nacional como candidata de Partido Republicano a la vicepresidencia, en el 2008, la ex-gobernadora de Alaska no había experimentado un descalabro tan escandaloso en las encuestas. Los ciudadanos hoy la rechazan, sin más. Que así pasan las glorias efímeras.

Estoy mirando la foto de Marta,  dije a ustedes el pasado viernes, y la

describí en su corta estatura de dama insignificante que el tanto de todo un sexenio, casi tan ignominioso como el actual, fue reina de hojalata que luego se derrumbó, y con ella una historia que fue de surrealismo esperpéntico. Marta, a la que alguno se alcanzó la humorada de sacar de detrás de un mostrador de cierta farmacia veterinaria en Zamora, Mich. para encaramarla de “pareja presidencial” y candidata a Los Pinos. (Yo, que en su momento ironicé sobre tan delirante pretensión, ahora me arrepíento porque, mis valedores: ¿con  Marta hubiese estado gobernado el país de manera más desastrosa?) Hoy día apenas se atreve a sacar la cara, como ocurrió hace unas semanas  en la festividad con que un cierto  Antonio Chedraoui, arzobispo de la Iglesia ortodoxa, celebró 79 años de vida. La miro en la foto. Qué tiempos…

Menudita, peripuesta, flanqueada por (cuándo no) un jerarca del gobierno y otro de la Iglesia católica, ese Norberto Rivera asiduo a las rumbosas reuniones de la “alta sociedad” al que Marta debe el favor de la disolución matrimonial para dejarla en situación de madre soltera de los  Bribiesca Sahagún, cuyos hechos de corrupción demuestran que tienen muy poca o madre ninguna, soltera o no. La Sahagún.

Leo, a propósito, la noticia del domingo pasado: “Durante una reunión con miembros del Tribunal de la Rota -corte que decide la validez o anulación de los matrimonios católicos-, el papa Benedicto XVI pidió ayer a los sacerdotes mayor cuidado y severidad a la hora de autorizar los matrimonios católicos, así como a la hora de declararlos nulos”. Siempre que no se trate de “primeras damas” de países tercermundistas, ellas tan desprendidas con sus limosnas a El Vaticano. Laus Deo.

Existe en el surrealismo político del país esa trágica mujer que desde el gobierno tejió un poder de pacotilla y se atragantó de honras (fúnebres, por efímeras y deleznables.) Reina del esperpento, llegó al gobierno golosa de fama, riquezas, protagonismo, poder. Viciosa de lujos, derroches, riquezas, ostentación, su avaricia y compulsión por el poder le acarrearon el odio de las masas sociales. Marta, la de Guanajuato.

Pero a la reina de utilería la aplastó la realidad objetiva,  y su carácter de malvavisco la derrumbó. De ésta, que encaramada por, en y sobre un mandilón Fox, reinó ayer en México y hoy reina en las vacas de San Cristóbal, hablaré después, tanto hay en ella de malo qué comentar, como de la propia Palin, ex-gobernadora de Alaska. (Vale.)

Marta, la Palin…

Estoy mirando unas fotos a la medida de la reflexión sobre lo que pudo ser y no fue. En ellas observo, en primer término, a cierta personita en su real dimensión,      que es decir en su corta estatura física, mental y moral, una  trepadora que fue reina de hojalata y más tarde se derrumbó, y con ella toda una historia que fue de esperpento y surrealismo tropical. Marta…

Y cómo no iba a tornar a la nada de donde la sacó un repentino bandazo de ese viento que en invierno levanta hojarasca y basurillas; cómo no iba a volver a la nada de donde salió (la sacaron), si no para de ser figurilla de artesanía popular que los medios de condicionamiento de masas treparon a las alturas donde sólo los papalotes, los arribistas y los escarabajos excrementosos. Ella, pobre sueño de una noche de verano que al trepar hasta las arcas públicas las saqueó, a lo rapaz, y hoy vive, si ello eso es vivir, lejos del protagonismo, de las candilejas, de la ostentación, el rastacuerismo y los despilfarros de nueva rica. La estoy mirando en la foto, cierro los ojos, me pongo a pensar. Mis valedores…

Que los dioses enloquecen a quien quieren perder, se afirma, pero la realidad es otra: faltos de temple y carácter cuanto sobrados de odios, ambición y soberbia, algunos no son capaces de soportar un conflicto superior a sus fuerzas, y entonces se desbarrancan en la región de la locura. De la ficción y a memoria recuerdo, junto a locos notables como los de Maupassant y el de Gogol, al trágico rey Lear, cuyas locuras de cuando cuerdo  lo llevaron a las estrujantes escenas del viejo al que en pleno delirio abate la tempestad. El anciano insensato me parece el más humano de todos los trágicos entes de Shakespeare, el trágico de los humanísimos personajes. Lean El rey Lear. Y ya en los anchurosos terrenos de la mitología:

Ayax el héroe frente a los muros de Troya. Porque creía merecerlas reclamaba para sí  las armas del inmortal (ni tanto) Aquiles, recién fallecido.  Cuando Agamenón cedió esas armas a Odiseo-Ulises, tal fue la cólera de Ayax, que se atrevió a increpar a los dioses, culpa la más penada del Olimpo: la hybris, desmesura y soberbia. El sobrón fue castigado con la locura, y su mente tomó por guerreros troyanos un hato de ovejas, de las que hizo carnicería a filo de espada. Trágico doblemente, por la suprema crueldad con que se refina el castigo: tal como siglos más tarde Cervantes a don Quijote y con la aviesa intención de que se avergonzara de su hazaña ridícula,  los dioses devolvieron la razón al héroe. Refinado sadismo.

Ya la razón recuperada, Ayax caminó hasta la playa y en la arena enterró el pomo de su espada y se recostó en ella, del lado del corazón. ¿Don Quijote? Derrumbado en su cama, desencantado y agónico, renegó de pasadas locuras. A Sancho, que lo excitaba a levantarse y echarse a andar detrás de endriagos y dulcineas,  respondió el cuerdo, y aquí lo patético de la razón recobrada, que ya no se deja llevar por el fulgurante idealismo:

“No, Sancho amigo: en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño”.

Triste, sí, mas no importa; se perdió un idealista y un soñador, pero esa bella locura es contagiosa: el Sancho Panza que fue zafio y vulgar es ahora el iluminado que anhela volver a los caminos del ideal (a abrir esos caminos) y enfrentar a gigantes y endriagos, y entre los astros volar a lomos de Clavileño. La locura del ideal no muere con el claudicante, que  otro tenderá el ala rumbo a “esa excelsitud inasible”. (Marta y la Palin, después.)

A su memoria

Y qué hacer, mis valedores. Se nos fue don Samuel Ruiz García,  mientras que acá se nos quedan finqueros, comerciantes y el alto clero católico, enemigos ancestrales de un indígena chiapaneco huérfano porque se le murió el padre, el tatic. Más tarde he de referirme a su tarea pastoral dentro de la palabra viva del Evangelio, que predicó desde la Teología de la Liberación. Mientras, aquí un esbozo de ese Chiapas de indígenas y terratenientes que marcó el mundo del tatic Ruiz García.

Ocosingo, 1994. “¡Religión y fueros! La vieja consigna de militares, terratenientes y el alto clero tronó una vez más. ¡Acábenlos, aniquilen a todos esos de una vez por todas!

“El grito se paseó por las calles en boca de ganaderos que niegan ser caciques, comerciantes que rechazan ser encarecedores de precios y   finqueros que protestan si se les dice latifundistas:

– ¡Que se acabe, que se aniquile de una vez por todas a esos indios!

“Finqueros,  ganaderos y comerciantes, en marcha por las calles, son los más ricos de la región. ¡Aquí todos somos gentes decente. Si los indios no tienen ni lo más indispensable es porque son flojos y no producen ni lo que se comen! ¡La gente que tiene es porque trabaja! ¡Los indios no producen ni para ellos mismos! ¡Y todavía el obispo les da de comer!”

En Canek, de Abreu Gómez: “El padre Matías decía misa por las tardes. En los sermones no hablaba de los milagros; prefería explicar cosas relativas a la injusticia de los hombres. La iglesia donde oficiaba se llenaba de gente, es decir, de indios. Los ricos se quedaban en casa, murmurando. A los que le llamaban la atención por su conducta, contestaba:

– Has de saber que para eso tengo permiso del señor Obispo.

Las limosnas que recogía para el culto las repartía entre los indios. A los que le pedían explicaciones, decía:

– Has de saber que el padre Matías le dio permiso al padre Matías para hacer la caridad del mejor modo posible”.

México, 1995. Diputados priístas enviaron una carta a Juan Pablo II, con esa sintaxis: “Santo Padre: Comunicamos a Su Santidad con todo el respeto que el pueblo de Chiapas y México, durante 18 meses ha estado viviendo un conflicto armado que lejos de resolver la marginación de las comunidades indígenas y ante su indisposición al diálogo, el conflicto armado se ha convertido en interés político de desestabilización.

“Papel muy importante en esta situación ha desempeñado el obispo de la diócesis de San Cristóbal, Samuel Ruiz García, y los párrocos y catequistas de dicha diócesis, pues ha sido evidente su trabajo promotor al odio y al enfrentamiento entre hermanos, actitud que habla del trabajo pastoral. Por lo que solicitamos a usted en bien de México, de la Iglesia católica y de Chiapas que el obispo Samuel Ruiz García sea removido de esa diócesis a cualquier otro lugar, pero fuera de México”.

Pero el padre Matías se nos ausentó de su ermita; el tatic Ruiz García se alejó al modo de Canek, héroe maya, y el niño Guy, difuntos como el propio  tatic:

Cuando Jacinto Canek subió al patíbulo, los hombres bajaron la cabeza. Por eso nadie vio las lágrimas del verdugo (…) En un recodo del camino Canek encontró al niño Guy. Juntos y sin hablar siguieron caminando. Ni sus pisadas hacían ruido, ni los pájaros huían delante de ellos. En la sombra sus cuerpos eran claros, como una clara luz encendida en la luz. Siguieron caminando y cuando llegaron al horizonte empezaron a ascender”.

Con ellos ascendía don Samuel Ruiz García, el tatic del indígena. (A su memoria.)