La Historia, cansada de crear…”

Se acusaba al Ministro Molé, que dirigía los destinos de Francia, de mostrarse débil y pusilánime con las potencias extranjeras. Por justificarse de tal cargo escogió a México para mostrar energía y poder.

Obligada es la referencia, y necesaria para aquellos de ustedes que no la conocen o no la tienen presente. En aquel episodio de la historia patria nuestro país sufrió una de las más dolorosas humillaciones por parte de un gobierno extranjero. El de Francia, precisamente. El infamante episodio pasó a la picaresca nacional con el nombre burlesco de La Guerra de los pasteles. Aquí una somera reseña de lo ocurrido en 1838.

El gobierno de México se ocupaba en los preparativos para instrumentar la campaña de Tejas. El gobierno de Francia, atenido a la superioridad de sus fuerzas armadas, reclamó a nuestro país sumas exorbitantes por concepto de indemnizaciones a ciudadanos franceses que habían sufrido algún perjuicio en las guerras civiles. Esperpéntica la demanda de un tal Remontel, pastelero, que exigía 60 mil pesos, suma equivalente a muchos millones de hoy día. El gobierno del mediocre Bustamante no atendió aquel reclamo con la diligencia adecuada para desactivarlo y se exhibió no como el estadista que precisaba el país, sino como un funcionario mediocre, como todos los de su ralea. Lástima.

Fue entonces cuando el gobierno francés envió diez buques de guerra al tiempo que lanzaba un ultimatum al que el Ministro de Relaciones contestó con la negativa a toda clase de arreglos mientras la escuadra francesa permaneciese en aguas mexicanas. Francia declaró rotas las relaciones con México y bloqueó los puertos del Golfo.

España se involucró en el conflicto. El Contralmirante Carlos Baudín,  Ministro plenipotenciario de su país, arribó a México en la fragata Nereida y tuvo una entrevista con el Ministro mexicano exigiendo una respuesta al ultimátum de Francia sin obtener una respuesta satisfactoria. Trece días más tarde la escuadra francesa rompió sus fuegos contra San Juan de Ulúa.

La guerra de Francia contra nuestro país se había declarado. Como respuesta, el Gral. Antonio Gaona, con 1,100 soldados y 47 cañones, resistió por más de 4 horas un ataque de la escuadra gala, que empleaba 108 piezas de artillería. Testimonio del Comandante de Veracruz: Gaona capituló de manera cobarde. Es la historia que escriben los mediocres. Mucho cuidado, que lo afirma el clásico: “La historia, cansada de crear, se repite”. Los Bustamante de hoy día. Cuidado.

Fue entonces: los mediocres acudieron a los servicios del tenebroso Santa Anna, que en medio de una niebla de la que se aprovechó el invasor, perdió una de sus piernas. Más adelante, ante las pretensiones de volver a la presidencia, circuló la cuarteta: “Santa Anna quiere corona – la tendrá de hoja de lata – porque si la quiere de oro – le constará la otra pata”.

Conclusión de la Guerra de los pasteles: con el tesoro público en bancarrota, un gobierno que había jurado nunca reconocer deuda alguna al francés ni entregarle un centavo, a querer o no pegó el reculón y pagó no 60 sino 600 mil pesos que no debía. Y el colmo del esperpento: al paso del tiempo y con un gobierno francés disminuido, cuando México intentó pagar 200 mil que restaban de la “deuda” ya no había quién los reclamara. “La Historia, cansada de crear, se repite”.

Por cuanto a los tales que sostienen hoy las riendas de la historia, mediocres todos de la alzada de Sarkozy y congéneres, cuidado, mucho cuidado. Es México. (Nuestro país.)