La corte de los milagros

Y qué acción gubernamental, por más atroz que resulte, no va a ser «justificada» por los intelectuales orgánicos. La matanza de estudiantes por orden de Echeverría, pongamos por caso. El contexto histórico:

“Al llegar a la México-Tacuba se escuchó un disparo de lanzagranadas y aparecieron unos mil halcones que portaban macanas, varillas forradas y garrotes de bambú. Sus cargas eran respaldadas por descargas de gases lacrimógenos. Venían armados con metralletas, fusiles automáticos M-1, M-2 y M-16. Comenzaron a caer compañeros. Muertos unos, otros heridos.

Estudiantes destruyen una panel de la policía; otros toman un camión con el que tratan de embestir a los halcones. Son ametrallados. Los halcones asaltan a balazos el Rubén Leñero y se llevan a varios heridos».

Los halcones se entregaban a la persecución, a la masacre, a la caza de seres humanos y al saqueo y la destrucción, con la complacencia de los granaderos.

Halcones, estudiantes, Echeverría. De la masacre del 10 de junio, mis valedores, ¿qué opinaron desde el día siguiente obispos y periodistas, políticos e intelectuales? El            propio

Echeverría, hoy encuevado en la impunidad, se manifestó frente a unos encrespados periodistas que le reclamaban la masacre:

– ¡Si ustedes están indignados yo lo estoy más!  ¡Yo deploro y condeno los acontecimientos en los que varios jóvenes perdieron la vida!

Y el embuste que en su guerra fallida contra el narco usa Calderón:  «¡Que los mexicanos no se dejen sorprender por movimientos opuestos entre sí, ambos evidentemente minoritarios, cuyo único objetivo es la anarquía! La institución encargada dará todos los pasos que se requieran para tocar el fondo del asunto y detener a los culpables. En cuanto la investigación haya llegado a sus conclusiones ¡yo  tomaré las medidas oportunas lo antes posible!»

Carlos Fuentes: «Con la renuncia de Martínez Domínguez el Presidente de México ha demostrado quién es el Presidente: ¡Echeverría, señores!»

Y voceros del PRI: «Algunos grupos, sin tesis ni bandera, pretenden trastornar el orden público. ¡No lo permitiremos!»

Monseñor José Garibi, cardenal arzobispo de la diócesis de Guadalajara:

– Exhorto a los jóvenes a que reclamen lo que sea justo, pero siempre por los caminos legales. Es de lamentarse que los jóvenes de quienes México espera mucho, tomen caminos equivocados. Que estos muchachos, llenos de entusiasmo, de optimismo por la vida, tomen un ideal digno de ellos.

Sobre Echeverría, autor de la maniobra de excarcelar dirigentes del 68 para cooptarlos y que desde dentro desmantelasen los logros del movimiento estudiantil, Heberto Castillo, dirigente del 68 recién excarcelado y más tarde colaboracionista del gobierno del matancero:

– ¡Compañeros: yo estoy  a favor de las medidas tomadas por el presidente Echeverría! ¡Esto revela que podemos avanzar y actuar luchando por la vía legal. ¡Las brechas para el diálogo democrático están abiertas, debemos transitarlas! ¡No empujemos al Presidente al lado de los sectores más reaccionarios!

Carlos Fuentes, intelectual:

– Después de los sucesos del 68 Echeverría no tenía sino dos opciones: una era reprimir, otra era democratizar. Creo que evidentemente no ha tomado el camino de la represión, sino el de la democratización, un camino en bien del país. Afortunadamente, creo que los hechos de hoy nos dan una enorme esperanza de que el camino de la democratización ha triunfado. ¡Echeverría, señores! ¡Echeverría o el fascismo!

Mis valedores:  es México. (Nuestro país.)

Hora cero

Rivera de San Cosme, 10 de junio de 1971. En Jueves de Corpus sangriento lo cuenta uno de los halcones:

“¡Y llegó la hora cero! Cuando faltaban siete minutos para las cinco de la tarde arrancó la descubierta de la manifestación. Se empezó a escuchar el grito de guerra: ¡México…libertad! ¡México… libertad!

La contraparte: «Los nuestros ripostaron: ¡Viva Nuevo León! ¡Viva el che Guevara! ¡Libertad para los presos políticos!

A las 3:45 p.m. advertimos que había mucha vigilancia policíaca. Caminamos rumbo a la Av. Instituto Técnico y al cruzar Nogal la observamos invadida por camiones de bomberos, carros de agentes y policías de tránsito. Seguimos caminando rumbo a la México-Tacuba, en la que divisamos transportes de granaderos y 5 tanques, y en ambas contraesquinas del cine Cosmos grupos numerosos de jóvenes armados con palos y en actitud provocadora. Vimos a unos militares que, al parecer, daban las órdenes y controlaban a todos los elementos policíacos y a los grupos de choque”.

El halcón: “Salíamos de nuestra trinchera. Yo había recorrido lo que sería el campo de batalla y me había cerciorado de que no había gente sospechosa en los  pasillos donde metí a los halcones armados con metralletas y pistolas. Esas vecindades cercanas son de lo más estratégicas por angostas y semioscuras. Me agradaron unas rejitas de una casa desde las cuales se puede disparar como si fueran trincheras. La orden que nos dio El Fish”:

– ¡Pártanles todita la madre! Ah, pero a los periodistas patadas, golpes y romperles las cámaras. A ellos ni un balazo, ni una cuchillada.

El estudiante: “Al llegar a la México-Tacuba se escuchó un disparo de lanzagranadas, e inmediatamente aparecieron, de atrás de los granaderos, unos mil halcones divididos en seis grupos, que portaban garrotes de bambú de dos metros, macanas y varillas forradas. Sus cargas eran respaldadas por descargas de gases lacrimógenos”.

Uno de los halcones que rociaron de víctimas la Rivera de San Cosme: “A mí me sudaban las manos. Tenía seca la boca. Venían como diez mil estudiantes y gente del pueblo. Nada mansos se notaban. Algunos traían metralletas, palos, cuchillos, unos bultos. ¿Granadas de mano? Di el grito: ¡Halcones! ¡Halcones!”

El estudiante: “Oímos los gritos del grupo armado con palos. Iba por el cine Cosmos. Luego se oyeron los primeros disparos. De pronto parecía que los disparos provenían de todas partes».

El halcón: “Unos estudiantes destruyen una panel de la policía; otros toman un camión con el que tratan de embestirnos. Los repelemos. Al ataque con todo. De atrás escuché el tableteo que hizo caer a medio metro de mí a un halcón herido con cuatro balas en la espalda y nuca. Ahogándose en su sangre que vomitaba con fuerza, pues estaba herido en los dos pulmones, me rogó:

– ¡Ayúdame… no me dejes… ayúdame, hermanito..!”

La visión, la versión del estudiante: “Los halcones ahora volvían al ataque armados con metralletas, fusiles automáticos M-1, M-2 y M-16. Comenzaron a caer muchos compañeros. Muertos unos, otros heridos. Los halcones se entregaban al saqueo y la destrucción, con la anuencia de los granaderos. Después de saquear algunas casas y hasta secuestrar a sus moradores, incluso con todo y niños, comenzaron a aparecer más halcones en las azoteas, disparando a diestra y siniestra”.

Como remate de la jornada: “Los halcones asaltan a balazos el Rubén Leñero y se llevan a varios heridos».

¿Y Echeverría? ¿Y la justicia?  ¿Y México? (Qué país.)

El halconazo

Diez de junio, 1971-10 de junio, 2012. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No olviden que fue un día como el próximo domingo cuando, después del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco, el Poder volvió a regar de sangre el espacio público. De la masacre del 10 de junio existe, claro, un culpable, y el culpable vive todavía, y vive ahí nomás, encuevado al arrimo de San Jerónimo y de la selectiva aplicación de las leyes en este país. Es México. Mis valedores:

Por revivir la memoria histórica en algunos de ustedes, si ello es posible, aquí les doy, como lo vengo haciendo desde hace años por estas fechas,  pormenores del halconazo que iba a enrojecer de sangre derramada la ciudad capital. ¿Lo recordará Echeverría? Según lo escribe uno de los halcones en su libro de pastar rojas:

Tensos y preparados, la adrenalina en ebullición, El Fish y compinches velaban armas. Su carrera de violencias, que años antes arrancó en el Depto. del DF para desalojar el ambulantaje del Centro Histórico, culminaba con la misión del 10 de junio de 1971: atacar estudiantes en la vía pública. Si al costo de heridos, qué importa. De muertos y desaparecidos, mejor. Urgía un escarmiento. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar.

Los halcones. Miro en el libro sus fotos, media plana cada rufián. Dieciocho a veintitantos años de edad. Tiernos, sí, pero ya endurecidos, muestran su catadura insolente de retadoras pupilas que miran de frente como para la ficha signalética. Años más tarde, aquel Jueves de Corpus sangriento los  llamó El Fish, su jefe:

“Habla a los halcones. Vamos a trabajar de nuevo”. “¿Con el gobierno?” “¡No! –me dijo casi gritando-. Vamos a servir de brigadas de choque para los más ricos de México. Están aterrorizados con el avance del comunismo en la UNAM, en el Poli, en las Normales y en toda la población. Ellos nos van a pagar. Los ricos no tienen alma apostólica. No perdonan. Fueron injuriados en público y, con la caída de Elizondo, lesionados en sus intereses. Están sedientos de venganza.

Los estudiantes iban a injuriar a LEA, a cometer atropellos y a provocar la represión del ejército y de la policía, desacreditados por la masacre de Tlatelolco. Ellos no reaccionarían, pero nosotros sí. Los haríamos pedazos”.

Un día antes los jefes ultimaron detalles. Habían alquilado un cuarto enfrente de la Normal para tener derecho a la azotea y atisbar los movimientos del enemigo, y alquilado cuartos vacíos, realizado inspecciones estratégicas y obrado según las órdenes recibidas. Tres años antes se había perpetrado la matanza de Tlatelolco. Ahora se preparaba la movilización de estudiantes en apoyo a la Univ. de Nuevo León y en repudio al gobernador. Exigencias a LEA, las consabidas: ¡Democratización de la enseñanza! – ¡No a una reforma educativa antidemocrática! – ¡Democracia sindical! – ¡Libertad a todos los presos políticos del país! – ¡Cese de Elizondo!

La Alianza Popular Estudiantil había distribuido folletos en donde se especificaba, y esto da idea del clima ominoso y la gravedad que presentían los “marchantes”: Ir a la manifestación con gente conocida. Si se incorpora a la mitad busque un grupo conocido. No lleve libreta de direcciones. Avisar a alguien para que notifique en caso de desaparición. Organízate internamente con las gente que conoces. No dejarse provocar.

¿Sospecharían algunos que vivían la víspera de su muerte violenta, y otros más que serían desangrados, desgarrados, desaparecidos hasta el día de hoy? (Sigo después.)

Compañeros marchantes

Porque hay de marchas a marchas. De movilización a movilización. Aquí, el testimonio de la marcha que en tiempos de Bush realizaron los cubanos por las calles habaneras. “Los forzó a marchar el tirano”, clamaron «medios» de EU., y un cubano les dio la razón:

– ¡Sí, yo marché obligado!

Conmigo tienen razón cuando aseguran que los cubanos fuimos obligados a la Gran Marcha, como antes firmamos la Iniciativa de Modificación de la Constitución. Efectivamente: yo acudí presionado al Malecón, y estoy convencido de que igual les ocurrió a otros de los nueve millones de participantes de todo el archipiélago. De esa misma forma suscribí el documento,  que al final resultó avalado por millones de cubanos mayores de 16 años de edad.

Me obligaron, sí, pero no fue nadie del Gobierno ni del Partido. Me obligaron la memoria, la actualidad y el mañana. Temprano en esas fechas, Félix Varela tocó a las puertas de mi corazón. Al ilustre Presbítero lo acompañaban el Céspedes Padre de la Patria, el Generalísimo dominicano que convirtió el machete en alma independentista, el Bayardo Agramonte, el Calixto de las tres guerras y una estrella en la frente, el Maceo de fuerza en el brazo y en la mente, el Martí Autor Intelectual, el Camilo del pueblo y el Che de América.

Me obligaron los 20 mil hermanos torturados y asesinados por esbirros de la tiranía batistiana, esos mismos prófugos de toda justicia que aún se pasean por las calles de EU donde gozan de privilegios otorgados por las autoridades para detonar explosivos, atentar contra dirigentes de otros países, aumentar fortunas con el tráfico de drogas y de personas, secuestrar a niños…
Me sentí obligado por el Enero de Libertad y el Girón de Victorias, por los niños alfabetizadores en aquella gesta de cartilla y farol. Me obligó la alegría de saber que la tasa de mortalidad infantil es de apenas 6.2 por cada mil nacidos vivos. Y es que disponemos de más de 67 mil médicos a dos pasos del hogar, y de los cuales casi dos mil prestan sus modestos esfuerzos a 110 pueblos desposeídos en otras tierras del mundo.

Me obligaron los científicos de la ingeniería genética y la biotecnología que fabrican armamentos para hacerle la guerra a plagas y enfermedades, y salvar millones de vidas en cualquier rincón del orbe. Y las sonrisas infantiles arrancadas de una muerte segura por la vacunación contra 13 dolencias curables, que flagelan a la niñez de otras latitudes. Me obligaron los millones de alumnos en todos los niveles de la enseñanza, cada vez mejor preparados por sus  maestros, en más de 50 universidades, de sólo tres que existían en 1959, y en los miles de escuelas con equipos de computación, TV y videos para las tele-clases hasta en el más recóndito rincón de nuestra geografía,

Fui obligado a marchar por los abuelos que saben de su vejez garantizada  y por las mujeres, que conquistaron su derecho a la igualdad y que en muchos frentes han sobrepasado a los hombres. Me obligó el orgullo de la Escuela Cubana de Ballet y el Cine  nacional y los más de 60 títulos olímpicos…

Yo marché obligado por el fraude de los sargentos políticos de Miami, y quien con sus discursitos volvió a ofrecerle la Enmienda Plat endulzada a este pueblo mío que se cansó de decir yes  cuando aprendimos a no bajar la cabeza como esclavos, para impedir a tiempo que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos, y caigan con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.         ¡Sí, yo marché obligado!

¿Y los “marchantes” de mi país? (Es México.)

Gasolinazos

Estremecido te invoco, payaso del arrabal; te honro en el horror de la hora aciaga y en los días del espanto.

Todo ocurrió a esa hora mortecina en que acosada por las farolas municipales huye la tarde. Yo, en la banca del parque, con un mi amigo rumiaba asuntos del sentimiento, de los amores idos, del tiempo que pasa para nunca más, de las cosas que en el camino se quedan, de que nosotros, los de entonces, ya no somos los mismo. Y el suspirar…

Más allá, la vida que pasa a frenazos, acelerones, altisonancias. De coche a coche, cuando el semáforo en rojo, un rumoroso panal de buscavidas: chicles, flores, tapetes para auto y fregaderitas de plástico y artesanía con las que medio México sobrevive vendiéndolas a la otra mitad. Y entonces, oh dolor, pobre payaso que malabareaba sus pelotas (de goma); y de mano en mano se le cuatrapeaban, y allá va la tricolor, y acá le rebrinca la verde, y allá le rebota la azul, y tiene que alagartarse bajo la panza del Neón para pepenar la amarilla, que hasta allá fue a dar. Ridículo.

– Pobrín. Tú y yo aquí tristeando, cuando ese pobre payaso…

Se le quedó viendo. “A ese yo lo conozco. Claro, es el Boquerones. Vamos a saludarlo”.

Joven de cuerpo, pintarrajeado el semblante, en la testa greñuda una peluca ya medio calva. Mi amigo se le acercó: “¿No es usted tragafuegos?”

– El mejor del rumbo. ¿Por qué la pregunta?

– Como veo que cambió de giro y anda en la payasada.

– Es que el hambre es cabrona, y a puras pelotas hay que aplacarla.

– ¿Podría hacernos el acto del lanzallamas?

– Los lanzallamas los ando haciendo sobre pedido. ¿Por qué no se cotizan los dos y me llegan al precio?

Cerrado el trato entró en la caseta del encargado del parque, abrió en la puerta un par de candados y con el cuidado con que se maneja la nitroglicerina sacó aquella latita.   «Sésguense, que ái les voy”.

Y allá troza el aire la primera columna de fuego, con la lata alcoholera entre los brazos. Y allá va la segunda llamarada, y la tercera, y ya.  “Servidos”.

¿Ya? ¿Fue todo? Pagamos. Y allá va el tragafuego a seguir haciendo el ridículo con sus pelotas (de goma). La tristeza, en vez de írsenos, se enconó.

– Bueno, ¿Y por qué el Boquerones cambiaría de profesión?

– Por el costo de la gasolina. ¿Te fijaste en las llamas?

– El chispoteo, dirás. Antes unas columnas de fuego que encendían la vía pública, que sollamaban a los viandantes y chamuscaban cejas y pestañas del chafirete. Qué horrísono el zumbar de aquellas llamas de apocalipsis, de infierno de Dante. ¿Lo de hace rato? No un órgano, un organillo de viejo impotente, un soplidillo de monja, un moco de guajolote. Tales llamas fueron como el sol de invierno y las amantes frígidas: calientan, pero no satisfacen.

– Pero el Boquerones qué culpa tiene.  Harto hace. ¿no ves que para cubrir costos la gasolina la campechanea con agua al 85 por ciento? Por eso fue que de fuego salía nomás el chisguete y un rociadón de agua y baba y gargajos que hasta acá me alcanzaron a salpicar. El rugido del fuego ¿no lo notaste? Con la garganta, estilo ventrílocuo: ¡fuzz, fuzzz!

Y que el pobre ya nomás se echó tres. Culpa del beato del Verbo Encarnado.  No que antes columnas de fuego para iluminar el mundo. “¿Por qué en mi México todo se va degradando? Estado, políticos, sociedad. Como en los chorros de lumbre del Boquerones todo en nosotros ya es más la saliva que las llamas. Gasolinazos.

Callamos. Nos fuimos yendo por la penumbra de un ensayo de noche aún sin amacizar. Más melancólicos que antes. Es México. (Mi país.)

Tu mano siniestra

Tu siniestra mano. Esa mañana, al despertar, Gregorio Samsa se miró convertido en un escarabajo apoyado sobre su espalda, ahora un duro caparazón. Al levantar la cabeza pudo ver su vientre oscuro. Incontables patitas, flacas y débiles, se movían desmañadamente. “¿Qué me está ocurriendo?”, exclamó. No era un sueño…

No, no era un sueño, sino tu espejo. Tú, el menospreciado, mírate en él. Gregorio, afirma Kafka en La metamorfosis, también nació y creció al igual que yo y que tú mismo para despertar bicharajo que en todos los de su mundo causara repulsión. Como tú mismo, escarabajo, con sus diferencias: su metamorfosis fue súbita, no prevista ni provocada. Tú, en cambio, tu existencia entera la haz vivido, desgraciado de ti, transformándole paulatinamente en lo que Samsa aquel amanecer: un bicharajo.

¿Que cómo te fuiste ejercitando? Los que te conocen desde tu juventud lo certifican, como también quienes tuvieron la tarea de educarte en el aula. De mal natural,  tal parece que El Verbo Encarnado te formó de un barro menos limpio que al común de los humanos. Un barro estercolero. Fobias, taras, complejos, represiones, instintos torcidos; a todo agrégale el combustible del licor, y se explica tu personalidad como retrato de Samsa.

Hoy, al término ya de la infausta jornada, te percibes depreciado, despreciado, humillado por todos. Lo eres, sí. Ahora, finalmente, ejerce la autocrítica y plantéate la interrogante:  ¿eres un bicharajo porque todos te desprecian o te desprecian todos porque de mal bicho no pasas? Frankenstein, otro engendro de la imaginación, era limpio, puro, de buen natural hasta que el desprecio de todos, el rechazo y la consiguiente soledad le volvieron piedra el corazón y crueles sus instintos.  Tú no. Tú desde tu nacimiento haz sido Frankenstein.

¿Bicho porque todos te desprecian, o al revés? De mi experiencia personal te doy un ejemplo: tuve una María (ella me tuvo) a la que amé como a mí mismo y tantito más. Era yo grande, y el centro del universo, cuando me llamaba “amor”, así fuese tan sólo con su mirada, forma la más elocuente de expresarlo. Pero de pronto mi única se oscurecía, y con toda su boca y con todas sus letras me motejaba de indigno de su amor. Yo, entonces,  sarna, tiña y pitaña en los ojos, me echaba en un rincón, y con las patas rascábame la picazón de las pulgas en la pelambre del costillar. ¿Me vas entendiendo?

Sobre seis líneas de la Biblia referentes a Job expreso ahora mismo mis dudas y formulo la interrogante:  Yahavé permitió a Satán despojar al varón de virtudes de todo bien material y matarle a los hijos. “Dios me lo dio, Dios me lo quitó”, las palabras del Justo. Pero en una de esas: “Job fue herido por una maligna sarna desde la planta de su pie hasta la mollera de su cabeza, y tomaba una teja para rascarse con ella, y estaba sentado en medio de ceniza. Díjole entonces su mujer: ¿Aún retienes tú tu simplicidad? Maldice a Dios, y muérete”.

Y aquí mi pregunta: ¿Job ya estaba sarnoso cuando lo abandonó la mujer? ¿No sería cuando su única lo abandona que Job se tornó sarnoso? Elocuente la versión de Sabines:

“Abandonado estoy, sarna de Job, paciencia mía».

Y tú, ¿cuál sea la causa de que te ahogue este crispado desprecio general, preguntas? ¿Lo corto de tu mecha, tu rampante mediocridad? ¿Tu alcoholismo, tal vez? ¡Eso y todo el podrido racimo de tus malas acciones, las que haiga sido como haiga sido tiznaron todo lo que tuvo la mala suerte de caer al alcance de tu siniestra mano! La zurda. (Sigo después.)

Irracional (II)

Tantas idas y venidas – tantas vueltas y revueltas -quiero, amiga, que me digas – ¿son de alguna utilidad?

Marchas, plantones, polémicas, controversias. Y que si este debate y que si aquellas encuestas, y que si una TV «democrática», y que si… mis valedores: ¿si leyésemos, a propósito,  Pancho Papadas, relato de Vargas Pardo? Aquí, en el estilo sápido del autor, la síntesis:

Al pueblo llegó un cilindrero, y el máistro Delfino, cuetero de profesión, le ofreció un tostón por su mono huasteco. “Si no me lo robé, oiga. Tres pesos y el mono es suyo”.

Y como unos estamos a fregar y otros a no dejarnos, el máistro dejó el tostón y cargó con el mono. Todo fue verlo llegar, y los chamacos dejan de chambiar. “¡Mi apá compró un mono. ¡A quemarle un buscapiés por el cicirisco!” (Tomar nota)

Ahí se inician las jugarreras de los bribones. Día con día maltratarlo. “A aventarlo a la tina de fermentar”. “¡Que se ponga bien pando como mi apá! ¡Que se hogue!”

Ahogándose, el mono alcanzaba el borde de la tina, y va pa adentro otra vez. “¡A rellenarle las tripas de pólvora pa que truene!”

Pobre carcaje de pelos y huesos descoyuntados. ¿Pues no se les ocurrió a los bellacos meterle un chicloso entre las muelas y un chile por la trasera? El huasteco daba maromas sin saber a qué mortificación atender primero.

– ¡A darle toques! ¡Miren cómo se  retuerce!

Pobre infeliz. Los chamacos le tronaban cohetes y le ataban a la cola mechas ardiendo. Ya el animalito fue quedándose ñengo, trasijadón, descoyuntado. Como que no andaba ya en sus cabales, como que apenas aguantaba la vida, como que ya todo le daba igual, como que soñaba en morirse. Atejonado en un rincón, las manos en la cabeza, el montoncito de sufrimientos pelaba unos ojillos rebrillosos de espanto. (¿Van ustedes tomando nota?)

Ese día llegó el máistro Delfino: “¡A trabajar, que hay muchos pedidos pa las fiestas de la iglesia! ¡Pónganle doble carga al barril! ¡A moler la pólvora, brutos! ¡Con mucho cuidado pónganle el nitro y la señal!

Trabajaron hasta tarde, le cebaron doble carga de nitro al barril y le pusieron, como señal de peligro, un hilacho blanco. Y la runfla de malandrines a la cocina a comer. (Reflexionar.)

Solo y su alma en el taller se quedó el huasteco, bolita de sufridero. Ahí permaneció sin moverse, montoncillo de pelos y güesos, nomás mirando. Sombra ya de sí mismo, miraba sin pistojear, quién sabe en que se fijaba tanto, como a piense y piense, como si de pronto reflexionara…

Y fue entonces. De repente el huasteco se alzó, se enderezó, se rascó las costillas, pegó un berrido, se dejó ir hasta el barril de pólvora, le desenredó la tira de hilacho y con ella se alejó y fue a treparse allá, lejos, en aquel  guamúchil.

Después de la comida (fijaros bien), la sarta de bergantes entró al taller pa seguir chambiando. El máistro Delfino, como no vio ninguna señal de peligro en la manivela del barril, se fue a darle vuelta con todas sus ganas.

– ¡Ni siquiera el nitro le han puesto, güevones! – Y güevones fue lo último que dijo en su vida, porque ¡brrumm!, en mil pedazos su mundo. Mis valedores:

Al mono huasteco los brutos lo habían agotado a maltratos. A Pancho Papadas, un irracional, el sufrimiento cotidiano lo elevó hasta la hazaña de pensar, y adquirir conciencia de que quienes así lo golpeaban no eran aliados, sino enemigos de su bienestar. El arma del irracional fue la pólvora, la del racional, la organización celular autogestionaria, superior a la pólvora. ¿O a seguir exigiendo? (Válgame.)

Irracional

Pero no sólo la marcha-plantón y el e-xi-gir al Sistema. Otras tácticas también han generado enorme provecho para todo el país. El conjuro y la  «limpia«, pongamos por caso. Cuando candidato presidencial  Salinas se sometió a una limpia, y hasta hoy alcanzan los beneficios que ello trajo al país, ¿no es cierto? La crónica.  Guelatao, Oax.

“¿Y esos huevos?”, pregunta Salinas.

– Para que se vayan sus pendientes. Para que cuando presidente de México se­pa cumplir sus promesas. Señor Dios nues­tro…”

Y comienza la limpia. El curandero bendice a Salinas con cuatro velas. El lleva  un bastón adornado con cintas de colores.

– Ruega por nosotros. Salinas mira fijo los ojos negros de la curandera, siente sus manos recorrer su cuerpo. “Padre mío / Santa alma del purgatorio / Santísima Trinidad / Madre mía / Mamacita linda / Virgen santísima…”

La curandera lo limpia con un ramo de hojas de naranjo que pasea por todo su cuerpo hasta las piernas: “Para que le dé fuerza / para que tenga salud». (Salinas sostiene la mirada en el frente, casi inexpresivo.) “Usted es nuestro padre / Dios mío / Jesús mío”. Leoba lo bendice con ramos de rosas rojas y lo limpia con el aroma y los pétalos. Guadalupe centra en él la mirada y el rezo, mueve su cuerpo y apenas levanta los pies de la alfombra amarilla del cempasúchitl, lo va “persinando” y le acaricia el cuerpo con las hojas de ruda y poleo. El mira al frente, intenta entregarse al ritual. Pero el espacio multicolor, santo y pagano, junto a la laguna encantada, profana el rito y lo vuelve espectáculo de cámaras y flashazos.

Esperanza le muestra tres huevos benditos, con ellos recorre lentamente su rostro que no sabe qué músculo mover, su cabeza cuello, hombros, pecho, torso y piernas. “Ruega por nosotros”. Bañan sus manos con colonias preparadas de aromas de hierbas. El les informa muy cerca, al oído, que la ceremonia debe concluir.

Leoba levanta el crucifijo, testigo mudo del ritual, se lo acerca a los labios, pero Salinas, en acto político pagano ante Benito Juárez, declina el beso. Gira la cabeza hacia un lado y en desagravio abraza a las curanderas, mujeres arrugadas de rostros morenos casi impenetrables, de ojos negros cargados de tiempo y de magia de manos pequeñas que saben acariciar para limpiar, de dedos cortitos llenos de anillos.

El curandero Antonio, de Jamitepec, le ofrece el cáliz de agua de ruda. El candidato apresura el trago. “Para que le dé fuerza”. Alejo Maximino y Alfonso García vinieron desde Huautla de Jiménez a presidir el ritual “Prendimos las velas para que no tenga tropiezos”. Las 12 velas chorreantes de cera amarilla posan a los pies del Juárez niño, pastorcito de cuatro ovejas, que hace las veces de altar.

– Que el dueño del cerro lo proteja Las velas encendidas le hacen homenaje al licenciado Benito Juárez para que le dé apoyo a De Gortari. Que la fuerza una al país que hoy está cuarteado. Queremos abrir su expediente para que no tenga problemas.

– ¿Pueden ver su destino?

– Sí, cómo no, con los hongos, que nos permiten ver lo invisible, vemos el futuro del licenciado, un futuro, el de Salinas, que va a ser de una acrisolada honradez. (¡!)

Más tarde dirían a Salinas: “No queremoscompletar 500 años de olvido y de incomprensión. También los indios tenemos alma.Si te vas de aquí seguro de que los indios tenemos una cabeza para pensar,un corazón para querer y unos brazos para trabajar. Que tu suerte sea nuestra suerte”. ¿Y? ¿Cuáles fueron los resultados? ¿Distintos a  los de la marcha-plantón? (¿Qué?)

La lucha práctica

Si queremos combatir al Poder debemos entenderlo. El pensamiento que se deja engañar a sí mismo guiándose por el deseo no va a ayudarnos, y el reclamar fórmulas optimistas resultará anticuado e inútil como lo es una danza india para provocar la lluvia.(E. Fromm.)

¿Y qué? ¿A treinta y dos días  de marcar una boleta electoral seguimos con el ánimo efervescente y a flor de mente la incertidumbre sobre cuál de los cuatro será el mejor o, cuando menos, el menos malo? ¿Ya en nuestra mente preparamos el voto para entregárselo a éste,  aquélla o aquél? ¿Ya nos convencimos (nos convencieron) de que éste, aquélla o aquél va a obrar por nosotros el milagro de ese cambio que precisamos con urgencia? ¿Este, aquél o aquélla va a anularse y anular  el Sistema para crearnos un gobierno aliado de todos nosotros? Mis valedores:

Cómo fue que descendimos a tal grado de pasividad en el ejercicio político que nuestro papel se reduce a cruzar una papeleta cada tres y seis años lo explican la historia y la teoría política. Uno de los maestros estudiosos del tema, protagonista que ha sido de la lucha social desde l966, analiza las tácticas y estrategias que el Sistema de poder y sus voceros oficiosos han tramado para llevar a las masas al proceso electoral como única forma de cambio. Aquí, con dedicatoria especial al grupo «Yo soy 132»,  la parte inicial de La lucha práctica.

Desde mediados de los años setentas el Sistema de control del Estado Mexicano consiguió que la inconformidad social fuera canalizándose, de acuerdo al dogma que inoculó en las masas sociales, por la vía electoral y en el contexto de una democracia representativa, ocultando los avances logrados por los movimientos sociales que a base de democracia participativa habían impuesto en las áreas de influencia de ese Sistema de control con vistas al cambio.

No escatimó el gobierno recursos económicos y humanos para introducir en la conciencia colectiva el esquema electoral de la democracia representativa, contraria a la democracia participativa, y con ello ampliar la clase política que garantizara la enajenación al sistema neoliberal y al control de la corrupción como arma estratégica. También intensificó las formas de cooptación de líderes y activistas, creando todo una legión de colaboracionistas que se encargó y sigue encargándose de impedir que las masas sociales miren la realidad con sus propios ojos y con su propia ideología.

Al ser arrebatada a las bases, la soberanía pasa a ser parte del poder cupular. En el Sindicato Nac. de Trabajadores de la Educación, por ejemplo, la soberanía no radica en las bases magisteriales sino en la agente gubernamental Elba Esther Gordillo. De enfrentarse al gremio magisterial como simple lideresa obvio es que nunca hubiese llegado al puesto que detenta, con perjuicio de la educación.  Este ejemplo vale para ubicar todos los órganos corporativos de control de trabajadores a los que mañosamente se les emboza con el nombre de «sindicatos».

Las formas de lucha obsoletas, una vez que son infiltradas en el imaginario colectivo, se enraizan a nivel de dogma incuestionable, con lo cual la forma obsoleta cobra vida propia. Los propios luchadores sociales, con su falta de lucidez, se encargan de reproducir las concepciones que pretenden combatir. Logrado semejante fenómeno enajenante, el gobierno ya sólo necesita darle «mantenimiento» a semejante maniobra  inoculada en el movimiento social. (La lucha práctica sigue después.)

Atenco, factura pendiente

Estoy mirando las fotos, y el espeluzno: cabezas resquebrajadas, rostros amoratados, bocas que chorrean sangre, manos y bocas a la defensiva. Golpes, maltratos, manoseos nauseabundos a la intimidad de algunas mujeres, extranjeras varias de ellas, a manos, a dedos, a hormonas encabritadas de los policías de un mediocre Peña Nieto puntero en la carrera presidencial. Miro este cuerpo tronchado y ese que, macerado a leñazos de tolete y culata de rifle, cae de rodillas, codos y frente contra el asfalto. A ese otro  cuatro de uniforme derriban a garrotazos, y ese  llevan a rastras. Hago a un lado las fotos y me pongo a pensar: cuánto hacía que  hasta antes del Verbo Encarnado y su cementerio particular (el territorio patrio) las primeras planas no se habían empapado hasta grado tal. Sangre de humano. Atenco.

Fue en el 2006, los días tres y cuatro de mayo, cuando una venta de flores se convirtió en la guerra florida de los machetes, con la brutal incursión de los uniformados de Peña Nieto, lobo con piel de humanista y máscara de demócrata cuya respuesta a los requerimientos de 132 estudiantes universitaria hace un par de semanas fue una mala copia del autócrata Díaz Ordaz:

– ¡Para eso tiene el Estado el monopolio de la fuerza legal, para ejercerla cuando las circunstancias lo ameritan!

Ahí comenzó a pagar su deuda por el crimen de Atenco, aunque todavía no al precio de las atrocidades que perpetró con su horda de sicópatas de la «violencia legal». El ejecutor intelectual de un asesinato y un delirio de sangraduras encabeza las preferencias en la carrera presidencial. Tal es el poder de Televisa; tal es la desmemoria de las masas sociales. Peña Nieto.

Todo se inició un día de tianguis en Texcoco. La venta de flores por parte de algunos comerciantes de San Salvador Atenco derivó en una guerra florida de fulgurantes rencores, violencia aberrante y sangre desparramada. Resecos yerbajos en aquella pradera, una chispa bastó, y unas flores, para convertir Atenco en hornaza que estalló entre unos machetes enardecidos y unos sicópatas disfrazados con uniforme policíaco al mando de un Peña Nieto que ahora amenaza con encuevarse en Los Pinos. Es México.

Ahí quedan los restos de una violencia que el Díaz Ordaz de masquiña provocó en Atenco: los enjuiciados no fueron los de uniforme, no fue el autor intelectual; fue un Ignacio del Valle, dirigente del Frente del Pueblos en defensa de la Tierra, condenado con varios de sus compañeros, libres el día de hoy, a más de un siglo de prisión. Fue  una América del Valle tiempo después refugiada en la sede de alguna embajada. Aberrante.

Tal es la justicia en México. Tal  es el sañudo violador los derechos elementales de los habitantes de aquel caserío. Tal es la desmemoria de las masas sociales, que a la manipulación aplastante  de Televisa lo mantienen como posible sucesor del Verbo Encarnado. «Para  tiene el Estado la violencia legal». Peña Nieto.

Pero ante la pasividad y la indiferencia de quienes se disponen a votar: América del Valle sentenció a los agresores, comenzando con el de la «violencia legal»:

– ¡Que esos perros  se cuiden las espaldas, porque mañana, porque  hoy mismo, el muerto será uno de su lado. El pueblo de San Salvador Atenco tiene licencia para machetear a cualquier militar, policía o granadero!

Año del 2006, tres y cuatro de mayo. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No, cuando menos, el primero de julio próximo. ¿O tal vez..? Es Atenco, es Peña Nieto,  son ustedes (Es México.)

¡Sí se pudo!

 

Trascendental en la historia del país puede resultar su movimiento, compañeros  estudiantes del movimiento «Soy 132», con tan sólo que se liberen de dogmas y se avoquen al ejercicio de pensar. Va aquí, para todos ustedes, la síntesis del documento en que mi maestro sintetiza la historia, la realidad objetiva y su experiencia personal como militante de movimientos sociales.

La lucha práctica. Cuando se analizan científicamente la fortaleza y la debilidad de un adversario, puede encontrarse aquello que lo torna vulnerable a pesar de mantener el poder.

Un principio fundamental consiste en entender que la fortaleza del enemigo es directamente proporcional a la debilidad nuestra. En este sentido tenemos que autoanalizarnos y detectar todo aquello que nos hace débiles.

El adversario  ha sintetizado una forma de control y dominio que le proporciona excelentes resultados: introduce en los movimientos sociales concepciones y formas de lucha ineficaces y obsoletas que una vez que son introducidas en el imaginario colectivo se enraizan a nivel de dogma incuestionable, con lo cual la forma obsoleta de concebir las cosas cobra vida propia. Los mismos luchadores sociales, con su falta de lucidez, se encargan de reproducir las concepciones que pretenden combatir. Logrado este fenómeno enajenante, los agentes gubernamentales sólo necesitan darle mantenimiento a esa  su concepción inoculada en el movimiento social.

La razón desarmada no ha podido, hasta este momento, derrotar al irracionalismo del poder armado. (Cuando hablamos de armarse no nos referimos a tomar las armas de fuego, sino de crear sistemas de lucha pacífica superiores a las armas de fuego. Esto que parece imposible se debe a que la metodología que nos han inculcado nos lleva a buscar la solución en el ámbito del conocimiento en donde no se encuentra la respuesta correcta a nuestros propósitos. Los elementos metodológicos con que contamos: gritos, «slogans», muchedumbres que exigen en la vía pública,  nos arrojan al círculo vicioso en donde siempre llegaremos a las conclusiones ineficaces que el gobierno necesita para seguir controlándonos.)

La marcha-mitin. En nuestras marchas enarbolamos como pregón mágico la consigna «el pueblo unido jamás será vencido». No se entiende que para que el pueblo se una no basta un grito que invoque la realización de un milagro. El pueblo no se va a unir  por sí solo ni con gritos, sino con estrategias y tácticas científicamente avaladas con un trabajo eficiente y constante.

A la marcha-mitin se le ha cambiado su función objetiva, que es la de demostrar una inconformidad y preparar a las bases  para pasar a formas de lucha específicas de su área de operación. En forma equivocada se le ha asignado  a un medio la capacidad de ser el todo de la lucha.  Tal dogma no se cuestiona a pesar de haber demostrado una y otra vez sus limitaciones,  su nula eficacia.

Ese dogma nos deja desarmados. Al convertirla en el todo de la lucha se desnaturaliza su función práctica y se le transforma en liturgia secular, en peregrinación que enarbola conjuros  que claman por el milagro que nos produzca los resultados que pretendía nuestro movimiento inicial. Con el tiempo los marchantes-peregrinos se desencantan: «no fuimos escuchados. El milagro no se produjo». Se cae entonces en el derrotismo con el que seguiremos controlados por el Poder.

Volveré con el documento, compañeros estudiantes, pero por la justeza e importancia de su lucha,  ¿no vale la pena pensar? (¿Qué?)

Del esperpento

A manera de despedida, el presidente Calderón nos pide, como buen sueño o deseo lo recordemos como el primer gobernante en combatir el crimen organizado. No será el único motivo que tendremos para recordarlo, hay otros que nos pasarán por la memoria. R. Cremoux.)

Se afirma, mis valedores,  que los dioses enloquecen a quien quieren perder, pero a mi juicio es otra la realidad. Faltos de temple y carácter cuanto sobrados de odios, ambición y soberbia, algunos no son capaces de soportar un conflicto superior a sus fuerzas y se desbarrancan en la sombría región de la locura. De la ficción y a memoria recuerdo, junto a locos notables como los de Maupassant y el de Gogol, al trágico rey Lear, cuyas locuras de cuando cuerdo  lo llevaron a la cordura y a las estrujantes escenas del viejo al que en pleno delirio abate la tempestad. El anciano insensato es, creo yo, el más humano de todos los trágicos entes de Shakespeare, el más trágico de sus humanísimos personajes. Lean El Rey Lear.

Y ya en los anchurosos terrenos de la mitología: en el sitio de Troya fue muerto Aquiles y porque lo consideró de justicia, Ayax reclamaba para sí  las armas del inmortal (ni tanto). Cuando Agamenón cedió esas armas a Odiseo-Ulises, tanta fue la cólera en Ayax, que se atrevió a increpar a los dioses, culpa la más penada del Olimpo: la hybris: desmesura y soberbia. Fue así como el sobrón fue castigado con la locura y la obnubilación que llevó al infeliz a tomar por hordas enemigas a un inocente hato de ovejas, pero el refinado sadismo:

Tal como siglos más tarde Cervantes a don Quijote y con la aviesa intención de que se avergonzara de su hazaña ridícula,  los dioses devolvieron la razón al héroe. Intolerable sadismo, mis valedores. ¿Cómo procedió, ya cuerdo, el guerrero? Caminó hasta la playa, y en la arena enterró su espada y se recostó en ella. Del lado del corazón.

 ¿Don Quijote? Derrumbado en su cama, desencantado y agónico, renegó de pasadas locuras. A Sancho, que lo excitaba a levantarse y echarse a andar detrás de endriagos y dulcineas,  respondió el cuerdo, y aquí lo patético de la razón recobrada, que ya no se deja llevar por el fulgurante idealismo:

«No, Sancho amigo: en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño».

Triste, sí, mas no importa; se perdió un idealista y un soñador, pero esa bella locura es contagiosa: el Sancho Panza que fue zafio y vulgar es ahora el iluminado que anhela volver a los caminos del ideal (a abrir esos caminos) y enfrentar a gigantes, endriagos en nombre de dulcineas, y entre los astros volar a lomos de Clavileño. La locura del ideal no muere con el claudicante, que  otro tenderá el ala rumbo a “esa excelsitud inasible”. Los genocidas, por contras, esos torvos personajes  que sobreviven chapoteando en charcos y lloraderos de sangre…

Mis valedores: ¿a partir de diciembre qué fin tendrá ese al que  angustia y desesperación llevan a acometer la empresa imposible de excusar lo inexcusable? ¿Cómo justificar que en cinco años apenas a penas y empobrecimiento condenó a doce millones de desdichados? ¿Intentar, al modo  de lady Macbeth,  la empresa imposible de lavar de sangre sus manos? ¿El delirante montón de asesinados  no le habrá asesinado el sueño, como al propio Macbeth? ¿Cómo atarantar la conciencia? ¿Prozac? ¿Cantidades industriales de licor? ¿Cómo? Si los dioses enloquecen al que quieren perder, ¿no habrá perdido al de marras para enloquecerlo a partir de diciembre? ¿Lo rescatará la misericordia del Verbo Encarnado? ¿Qué? (México.)

Sotanas y narcos

“Son intereses jacobinos los que intentan deslegitimar la misión eclesiástica. ¿Acaso es un crimen que los narcotraficantes arrepentidos de sus pecados se acerquen a la Iglesia? Ella, la Iglesia, no está obligada a rendir información sobre los recursos que le entran»

(C. Abascal cuando Sec. de Gobernación.)

¿Así que gobernadores corruptos? ¿Y ciertos jerarcas católicos?  «Las limosnas de los narcos  se purifican al entrar a la Iglesia»: Ramón Godínez, entonces obispo de Aguascalientes.

El religioso  Leonardo Boff: “Es profundamente antiético que jerarcas de la Iglesia Católica Mexicana se hayan visto envueltos en problemas con el narcotráfico. El poder religioso entra siempre en articulación con el poder político y el poder económico. Si el poder religioso no es vigilado, controlado, y si no mantiene su altura ética, degenera en los negocios sucios».

El Teólogo de la Liberación fue desmentido por el obispo Sergio Obeso: “Rechazo que la Iglesia utilice dinero del narcotráfico. Se pueden decir tantas cosas, pero hay que probarlas».

Carlos Quintero, obispo: “Claro que sí, lo acepto: recursos del narcotráfico han llegado hasta las arcas de la Iglesia, particularmente en esta frontera. En Tijuana hay familias que han sostenido parroquias con dinero del narcotráfico. Seamos realistas. Si, no podemos ocultar el mal, pero tampoco debemos omitir las cosas buenas del mal. Aquí hemos encontrado familias buenas que han ayudado a sostener el seminario y muchas otras que han aumentado el número de parroquias».

Y un sacerdote José Raúl Soto,  de la Universidad Pontificia de México:

“Aquí, en la basílica de Guadalupe, los narcotraficantes son muy generosos. Sin dejar de ser traficantes de drogas ayudan y dan limosnas que nosotros ya las quisiéramos hacer. Los más generosos han sido Rafael Caro Quintero y Amado Carrillo Fuentes”.

Alberto Athié sacerdote: “La Iglesia Católica Mexicana se mantendrá siempre abierta a los narcotraficantes, sí, pero sólo para pedirles que abandonen su actividad. Ellos, los narcotraficantes, son vistos como los más malos entre los malos, pero en muchas ocasiones son diferentes. No podemos identificarlos como personas esencialmente malas. Hay quienes tienen la inquietud de buscar el bien y con sus generosas limosnas hacer cosas a favor de la comunidad”.

“Yo sí reconozco que recibo sus donativos”, afirma Ernesto Alvarez, sacerdote amigo de la familia de Amado Carrillo Fuentes, al que se dice acompañó en un viaje por Tierra Santa y celebró, en El Guamuchilillo, Sin.,la misa de cuerpo presente en el sepelio de “El Señor de los cielos”.

Feligreses de Malpaso, Ags., acusaron al cura: “Mantiene relaciones con narcos. Ellos le obsequiaron una camioneta y una arma de fuego. Maneja una sola capilla de una población de tres mil habitantes, pero tiene dos cuentas bancarias, una con más de un millón 300 mil pesos”.

Jerónimo Prigione, cuando nuncio apostólico de El Vaticano en nuestro país: “Fue el padre Gerardo Montaño el enlace entre los  Arellano Félix y yo. Pero no volveré a tener contacto alguno ni a entrevistarme con otros narcotraficantes”.

Onésimo Cepeda, empresario taurino y obispo:  “Nosotros los clérigos les podemos decir a Amado Carrillo y demás narcotraficantes: Váyanse, hijos, el Señor los perdona y no pequen más».

Fechada en 1997:  “La Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público no prevé sanciones por el caso de las narco-limosnas ni habrá modificaciones al respecto”. Sin más.  A los gobernadores corruptos la ley. ¿Y a las sotanas?  (México.)