Dolor, consuelo, demandas

La Caravana del consuelo, mis valedores, que en Ciudad Juárez remató su recorrido por la Ruta del dolor con la firma del Pacto ciudadano que exige al Estado, entre muchas otras demandas, la cancelación inmediata de la Iniciativa Mérida, juicio político al de Los Pinos y al titular de Seguridad y exterminio total de la corrupción pública. Así de fácil. Así de sencillo. A la estridencia de la caravana y la desmesura de las demandas, expuse ayer aquí mismo la conciencia y la falta de conciencia de enemigo histórico, teoría que he venido expresando ante todos ustedes con la analogía del tigre y los lugareños. Ahora pronto la fábula de Ratolandia, que imaginó el político canadiense Tommy Douglas y transcribí en este espacio hace algunas semanas, ilustra a cabalidad el concepto de enemigo histórico: según ella las masas sociales somos una comunidad de ratones que se ha dado un gobierno de gatos. Mis valedores:
Ratolandia está gobernada por una gavilla de gatos. Ahí es donde se ubica la conciencia de enemigo histórico. ¿Si estuviésemos conscientes de situación tan calamitosa para todos nosotros seríamos tan insensatos como para exigir a los gatos que muden de naturaleza y por amor a nosotros se priven de su alimento, que somos los integrantes de la comunidad? ¿Exigirles, demandarles, como sí se  exigiría, para provecho común, a un gobierno nuestro, un gobierno aliado, al que obedecer como sus mandantes? ¿Apuntalar nuestra exigencia con la táctica del plantón, la caravana y la mega-marchita, cuando es tarea y obligación perentoria de todos nosotros encontrar las tácticas efectivas, sin salirnos de la ley,  para desplazarlos y darnos un gobierno aliado? Y el final de la fábula:
Cansados de probar un gobierno de gatos negros, que al resultarles dañeros cambiaron por un gobierno de gatos blancos, y luego estos por uno de gatos pintos, maniobra que denominaron coalición, a alguno de los ratones se le ocurre la idea: “¿Y si para |finiquitar de raíz esta situación calamitosa para todos nosotros, integrásemos un gobierno ya no de gatos, sino de ratones?”
¿Ah, con que intentando  subvertir el orden? Y al calabozo. Y a continuar Ratolandia e-xi-gien-do al gobierno de gatos, y a forjarle caravanas por la ruta del dolor. A propósito:
Ayer dije que acabo de escuchar en la radio las opiniones “políticas” de los activistas Isabel Miranda,  Eduardo Gallo, Alejandro Martí y Javier Sicilia. Este último, en especial, surge de la nada como un personaje de arrastre en unas masas sociales laceradas por el Verbo Encarnado,  y válgame, que me alarmé; al escucharlos he reafirmado mi rechazo al simple movimiento espontáneo de masas y mi respeto irrestricto por el conocimiento científico y, en general, por la cultura política, con la certidumbre de que  no se adquieren de forma automática porque se haya sufrido la pérdida de un ser amado, y de que quien posee el don de congregar multitudes adquiere, de forma correlativa, la obligación de estudiar la historia, la realidad objetiva y la teoría política. ¿O un ciego guiando  una comunidad de ciegos?
Recuerdo, a propósito de líderes, muchedumbres y memoria histórica, aquello horroroso que perpetraron Cuauhtémoc Cárdenas en agosto de 1994, repleto el zócalo de descontentos por el triunfo de Zedillo en las urnas,  y A.M. López Obrador, zócalo lleno y Paseo de la Reforma tomado, después de la privatización personal de Los Pinos por parte de algún hijo desobediente del Verbo Encarnado.  (Pero de esto hablaré después.)

¡E-xi-gi-mos!

El activismo social, mis valedores. La Caravana del Consuelo ha culminado su recorrido por la Ruta del Dolor,  siempre custodiada por la “sublime” acción de un contingente de “sacerdotes cívicos”. Ahora, con la dicha Caravana del Consuelo ya situada en el vértice y en el vórtice del Dolor, donde la ubicó un cierto comentarista, sus dirigentes han firmado un Pacto ciudadano en el que exigen al de Los Pinos, entre otras demandas a cual más de “sensatas”, “cancelar la Iniciativa Mérida, fin inmediato a la estrategia de guerra, desmilitarizar el país, retiro del fuero militar y que el ejército regrese de inmediato a sus cuarteles”. No más.
Y qué decir de “juicio político al de Los Pinos, al Secretario de Seguridad Pública y al de la Secretaría del Trabajo”. ¿Qué no fue suficiente? Al documento se le añadió “la explicación de las fortunas de individuos como Carlos Salinas y Elba Esther Gordillo y la resolución inmediata de todos los casos pendientes de asesinatos y desapariciones forzadazas de luchadores civiles”. Fácil. Factible. Mis valedores:
En la anterior emisión de nuestro programa Domingo 6, de Radio Universidad, me referí a la conciencia de cambio histórico que precisamos, que sólo nosotros lo podemos y debemos llevar a cabo, y del enemigo histórico de ese cambio, que es el Sistema de poder. El famoso “nuevo gobierno, nuevo constituyente, nueva Constitución”, del EZLN. Cité, para ejemplificar el concepto de “enemigo histórico”, la fábula de Ratolandia, del político canadiense Tommy Douglas, que reproduje aquí mismo hace varias semanas, donde una comunidad de ratones se dio un gobierno de gatos, y con todo y lo que los tales devastaban a la comunidad, por falta de conciencia de enemigo histórico los ratones seguían considerándolos sus aliados, votaban por ellos, les exigían que dejaran de depredarlos y para presionarlos se vivían forjándoles  plantones,  caravanas y mega-marchitas que tanto la historia como la realidad objetiva les juraban a gritos que el gato en turno en Los Pinos “ni los veo, ni los oigo, ni los siento. No se puede, y háganle como quieran”. Pero para un roedor es tan difícil pensar. Mis valedores:
Un ejercicio de autocrítica sobre el resultado que han arrojado  nuestras tácticas y estrategias frente a los gatos nos llevaría de manera lógica a la conciencia de que no han sido las adecuadas porque no enfrentamos un gobierno aliado, sino al del Sistema de poder. Y aquí un hecho que me parece trágico: por estos días he escuchado en la radio las opiniones políticas de los activistas Sra. Miranda de Wallace, Eduardo Gallo, Alejandro Martí y el propio Javier Sicilia, y créanme: oyéndolos he reafirmado mi rechazo al simple movimiento espontáneo de masas, con su catálogo de “buenas intenciones”, y mi respeto irrestricto por el conocimiento científico y la cultura política en general, con la  certidumbre de que  no se adquieren de forma automática, al modo de la ciencia infusa,  porque se haya sufrido la pérdida de un ser amado.
Así que en el recién firmado Pacto, mis valedores, “contralorías ciudadanas para el revocamiento de mandato de todos los funcionarios corruptos y plantones frente a las instancias con exigencias correctas”, Dios.
Pero ahí, de repente,  surge como elemento alentador un vocablo en verdad contundente: boicot. Y qué efectivo resultaría si las masas sociales, más allá de la multitud, de la muchedumbre espontánea, estuviesen ya organizadas en unidades autogestivas, con verdadera fuerza popular. (Sigo después.)

¿Paidófilo yo..?

Porque me alarma el escándalo que arman a estas horas los de sotana y capa pluvial saco del archivo las fotos y las contemplo de una vez más. La primera, fechada en Nueva York, exhibe a un individuo con aspecto de gerente de banco. ¿Pero con sus muñecas esposadas? Leo el pie de foto: El ex-cura Paul Shanley, figura central dentro del escándalo de abusos sexuales, irá 15 años a prisión por violación repetida de un niño en los años 80.

Paidófilos de sotana. Miro la segunda foto, que exhibe a cierto individuo de alrededor de 25 años. Fruncido mi ánimo pienso y medito: horror: ¿pude yo ser uno de esos? Dios, el destino, la moira, el azar o mi buena fortuna me libraron de tal maldición. Porque, mis valedores, yo iba a ser sacerdote…

Vuelvo a la foto, fechada en algún poblado de Veracruz. El individuo, joven aún, se advierte ya fofo de carnes, mofletudo y rollizo bajo su vestidura blanca con motivos religiosos: la cruz, la paloma, el alfa y la omega, el pez. Un sacerdote, sí, un paidófilo más, éste descubierto en la Sierra Norte de Veracruz, por allá donde se dice que unos soldados, y que una doña Ernestina Ascencio… si, allá por los bebederos del arpa, la vozarrona y la guitarra de son. ¿Los hechos que incriminan al curita? Una historia vulgar: con el pretexto de impartir clases de catecismo, y como los servicios del culto requieren de monaguillos, el religioso convocaba a niños de la localidad; que te voy a enseñar ajedrez, que te acompaño en tus juegos y te ayudo en la tarea escolar, pero sé buenito conmigo, y ándenle, mira te va a gustar…

– El padre me empezó a besar en la boca, me metía la lengua, me abrazaba Que me quería mucho, y se me restregaba..

La historia de siempre, vulgar y tan conocida: el ministro de culto, entera su potencia sexual e incapaz de domar su propia naturaleza, desfoga los impulsos de libido con quienes (en quienes) supone que menos se compromete y peca menos escandalosamente…

– Me acostaba en una cama de la casa parroquial, y yo sentía su miembro. Me apretaba y me lo refregaba en mi cuerpo. Me besaba el cuello y me acariciaba mis piernas y brazos, diciéndome que me quería mucho. Luego tomaba mis pantalones y…

La escena de siempre, y soterrada hasta que afloró la suciedad de los padrecitos Maciel legionarios de Cristo y compinches en prácticas de pederastía Y esto es comprensible. ¿O qué? Son sacerdotes, pero humanos también, y algunos sin la fe, la vocación, la mística y el temple de carácter para sublimar su libido y mantenerse en sañuda castidad, ese estado anti-natura en el que en el siglo XII los fue a arrojar don Hildebrando (Gregorio Vil). Achaques de la Edad Oscura…

Sabio mi Dios, y tan comprensivo; yo pasé por el seminario, vestí la sotana e iba a ser sacerdote y a torcerme los naturales instintos de Madre Natura. Ya antes conocí el claustro donde me preparaban para monje capuchino, la flor y el espejo de los franciscanos más cercanos al Seráfico de Asis. Yo ahí, fanático de mis principios y convicciones, me silicié y sometí a privaciones y disciplinas en verdad espartanas, hasta que mi sistema nervioso tronó y fui rescatado por un obispo, que me internó en el seminario: juegos, estudio, canto, recreo; vida, pues. Pero bondadoso, comprensivo que fue Dios conmigo (o el hado, la moira, el azar), porque entre más lo pienso…

El horror: de haber llegado a los votos, ¿qué sería yo a estas horas, infeliz de mí? ¿Un cura que predicase el desprendimiento de los bienes terrenales mientras viviera la vida opulenta de Onésimo Cepeda? ¿uno que proclamase al César lo suyo y a Dios etc., mientras anduviera de entrometido hasta la tonsura en la politiquería, como el pri-panista Norberto Rivera? O de plano y al derecho: amador irredento de la mujer como soy a estas horas, oficiante de esa expresión máxima de la humana libertad que es la cultura del erotismo, ¿habría yo logrado domar a Madre Natura o habría caído a impulsos de una sexualidad sesgada, torcida, morbosa, en fin? ¿Habría yo tornado adúltera a «mi más efusiva penitente», que dijo poeta? Semejantes transgresiones a la castidad, ¿me producían espeluznos en la conciencia, y viviría condenado en mi vida? Mis valedores…

En el proceso de la salvación del ánima, el buen cristiano suele iniciar, como Agustín el de Hipona, una vida de disipación y pecado, pero a tiempo de enderezar el rumbo. María Egipciaca comenzó trepando a todos los lechos de todos los libertinos, y acabó trepándose a los altares. Pero yo, lástima, comencé por la sotana y la oración del Oficio Divino, y puedo sufrir el riguroso destino que marca el dicharajo: «El que de santo resbala hasta el infierno no para.»

¿Paidófilo yo? ¿Ese sería mi asqueroso destino si me hubiese ordenado sacerdote? (Dios…)

Dinero sucio, dinero socio…

Una burra quiso rebuznar y no pudo porque nunca se aprendió la tonada.  (En su homilía dominical Norberto Rivera, cardenal de la Iglesia Católica.)
A ese almácigo de corruptos que han enlodado su fama pública y arrastran toneladas de descrédito,  desde las familias Montiel y Salinas hasta la de Fox y su parentela política, lo único de político que exhibe el tal, siempre se han agregado los jerarcas del alto clero, como el cardenal arzobispo Juan Sandoval, acusado de complicidad con jefes del narcotráfico cuando el sexenio de Fox. La PGR abrió el expediente respectivo, lo que encrespó a Norberto Rivera:
– Los obispos del Episcopado y yo apoyamos totalmente Al cardenal  Sandoval. Nada le encontrará la PGR.
Nada ilegal pudo encontrarle, y esto gracias a un oportuno milagro de San Cristóbal, no el santo descontinuado sino el rancho de Fox, a donde el purpurado acudió buscando el carpetazo de su expediente. Años después Ramón Godínez, obispo de Aguascalientes:
– Aquí, en el templo, se purifica el dinero del narcotráfico que recibimos en calidad de limosnas…
A su hora doce obispos del Episcopado se solidarizan con Norberto Rivera por las agresiones que recibió de “enemigos políticos”. “Como colaboradores estrechos de Su Eminencia le mostramos nuestra plena comunión y reconocimiento a su valiente ministerio pastoral”. De su presunta protección al sacerdote paidófilo Nicolás Aguilar, ni una palabra.
Narcotráfico y lavado de dinero: el negocio de narcos y jerarcas del dinero sucio (dinero socio) ha corrompido y ha sido corrompido por magistrados, policías y políticos, pero siempre ha estado corrompido  por los altos clérigos de basílicas y catedrales.
José Raúl Soto, de la Univ. Pontificia de México: Aquí, en la Basílica de Guadalupe, se los digo como párroco, los narcotraficantes son muy generosos. Sin dejar de ser traficantes ayudan y dan limosnas que nosotros ya quisiéramos hacer. Los más generosos hasta hoy han sido Rafael Caro Quintero y Amado Carrillo, particularmente…
En  el No.1769 de la revista Proceso (sept. 2010), Gonzalo Guízar, hermano de monseñor Jesús Guízar (¿asesinado?): “A la Basílica de Guadalupe la han convertido en una cueva de Alí-Babá”. (¡Su abad, Diego Monroy, enriquecido de manera “inexplicable”!)
Carlos Quintero, por aquel entonces obispo de Hermosillo, Son.: “Bueno, sí, en Tijuana existen familias que han sostenido parroquias con dinero del narcotráfico. Seamos realistas. Sí, no podemos ocultar el mal, pero tampoco debemos omitir las cosas buenas del mal. En Tijuana hemos encontrado familias buenas que han ayudado a sostener el seminario y muchas otras que han aumentado el número de parroquias. Acepto que recursos provenientes del narcotráfico han llegado hasta las arcas de la Iglesia, particularmente en esta frontera”.
Sergio Obeso, obispo: Yo rechazo que la Iglesia esté utilizando dinero del narcotráfico. Se pueden decir tantas cosas…
G. Prigione, cuando nuncio apostólico del Vaticano en México: “El padre G. Montaño fue el enlace entre los Arellano Félix y yo. Lo prometo: no volveré a tener contacto con alguno ni a entrevistarme con narcotraficantes”.
Omito, mis valedores, los nombres de más “religiosos” coludidos con el narco para finalizar con la frase del golfista, empresario taurino y bont vivant Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec en sus ratos perdidos:
– Nosotros los clérigos les decimos los narcos: váyanse, hijos, el Señor los perdona y no pequen más”. El resto es silencio. (Dios…)

Un peligro para México

Horroroso el clima político de nuestro país, que una lengua suelta ha tornado olla de aguas broncas, inmundicia y basural. Como a resultas de la guerra de lodo que aplicó en el 2006, sus vísceras arañan una laceración colectiva que dividió la comunidad en dos gajos irreconciliables. De repente, a lo temerario y sin aparente motivo, razón o necesidad, el imprudente de mecha corta aviva la hornaza con un desahogo impropio ya no digamos de un estadista, de un político cuando menos, de un funcionario gubernamental, no; apenas de un burócrata metido en Los Pinos por la puerta de atrás. Y cuánto lo emborrachó el poder de una banda tricolor como para jugar el papel de picapleitos, de tragaldabas que por dondequiera que pasa (escoltado) va dejando fierros en la lumbre con los que perjudica el país. A propósito…
Después de un proceso electoral traumático que envenenó el panorama político y dividió de tajo a las masas sociales, ¿merecemos un mediano como el actual? Claro que lo merecemos, porque recuérdenlo ustedes, si es que alguna vez lo supieron y ya lo habían olvidado: somos nosotros los propietarios de esta, la casa común, las escrituras en el 39 constitucional. Como propietarios de la vivienda somos los encargados de  contratar servidores de nuestra finca, y así, ¿no somos nosotros, los dueños de esta casa de todos, los responsables de la clase de gente que contratamos? ¿Que no había más opciones que esos que nos aprontaron en las urnas? ¿Los propietarios de la vivienda tienen que ser forzados a escoger a sus empleados? El que paga sus servicios, ¿no los escoge a su satisfacción?
Pues sí, pero nosotros, renuentes a pensar, ¿seguiremos padeciendo lo que el gusanillo del cuento,  que en su covacha dio cobijo al sapo? El malhadado, ya adentro, hinchó la panza y echó fuera al aturdido que lo dejó entrar. O la versión  del filósofo:
“La sociedad, para vivir mejor, crea como un utensilio el Estado. Luego este se sobrepone, y la sociedad tiene que empezar a vivir para él. A esto lleva el intervencionismo del Estado: el pueblo se convierte en carne y pasta que alimenta el mero artefacto y máquina que es el Estado. El esqueleto se come la carne. El andamio se hace propietario e inquilino de la casa”.
Todo porque el propietario se niega a pensar, al ejercicio de la autocrítica y a la creación (él mismo, que es su deber) de  las estrategias adecuadas para contratar un nuevo gobierno, un nuevo constituyente y una nueva constitución, y así darse un gobierno al que obedecer como su mandante.
¿Pero las masas sociales no escarmentamos? ¿Tropezarnos, una vez más, con el mismo mediocre cuya temeridad hepática se atreve a afirmar que López Obrador sigue siendo un peligro para México?  ¿Afirmarlo hoy, desde el 45 por ciento de aceptación que ha logrado su naufragio gubernamental? ¿Qué se precisa, de qué se carece, para no escarmentar, para a lo suicida  reforzar la división que generó su llegada a Los Pinos, haiga sido como haiga sido y por la puerta de atrás? Juanito, Fox, La Sahagún, ¿no podría Alejandra Sota, de la oficina presidencial, colocarlos de consejeros que enseñaran al de Los Pinos a rematar lo poco que resta de su gobierno sin rematar lo poco que resta de este país? ¿O el picapleitos va a seguir con Cristián Vargas,  legislador mascafierros, de asesor? Por cuanto a nosotros, ¿a seguir, espectadores pasivos, con el reniego y la exigencia en la boca? ¿Continuar, puño en alto, del puente a la alameda, y no más? Es México. (Nuestro país.)

Pero habré de morir…

Entramos, y un llanto. Un llanto, y salimos. Sin más.
La vida y la muerte, mis valedores. Eros y Tánatos.  ¿Habrá dos elementos más contrapuestos entre sí? Pero, después de todo, ¿habría vida sin la propia muerte? ¿Podría haber muerte sin la propia  vida..?
Memento, homo. Este dos de noviembre me llega muy a propósito como  para mentar los dos factores que siento bullir ahora mismo de cuera adentro. Porque es mi vida la que minuto a segundo incuba mi muerte, o es mi muerte la que incuba esa vida a la que me impele a toda sangre, a todo pulmón y a espíritu completo, porque consciente estoy de lo que habrá de ocurrir cuando el pabilo de la vela despida el último resplandor y el chisporroteo postrero. Y después, como dijo Hamlet, morir, dormir, no más. Por eso mismo, mis valedores: que cuando se decida la muerte  nos sorprenda vivos. No  olvidar la tremenda reflexión del poeta:
“En esta orilla de la vida medito –  enloquecido – en lo que he sido -en lo que es ido…
La grieta entre la vida y la muerte es mínima, dice el filósofo; una eterna fracción de segundo; es, sin embargo, una grieta tan absoluta, que ninguna experiencia puede tender un puente sobre ella. Sólo podemos estar en un lado respecto a la muerte. De este, la muerte no es; del otro, es nuestra vida la que ya no es. Si somos, la muerte no es. Si la muerte es, nosotros no somos. Y ya.
La muerte, esa presencia viva entre nosotros. Nunca antes, en tiempos de paz, nos había zarandeado como hoy. Policías, delincuentes, civiles y criminales, soldados y ese “daño colateral: civiles inocentes, viejos, mujeres y niños que por fortuna, dijo a su hora el presidente Calderón, es apenas el diez por ciento de ese almácigo de cadáveres…
Por otra parte, la forma en que hemos vivido va a reflejarse en la forma en que hemos de morir. Tal como un día bien vivido lleva a un sueño feliz, así una vida bien utilizada lleva a una muerte plácida. Si hemos vivido una vida de conflicto y emocionalmente perturbada o una existencia egoísta y vacía, nuestra vida será agitada y difícil. ¿Que no sabemos morir? Por ello no preocuparnos, que a su hora la naturaleza tomará por su cuenta todo el asunto. Nosotros, sueltos, flojitos, anuentes. Oponernos de nada nos va a servir, conque…
¿Recuerda alguno de ustedes la forma en que los existencialistas se expresaron de la muerte? Que el destino nos convierte en condenados a muerte, esa maldición, y que todos los crímenes que pudiesen cometer todos los hombres de todos los tiempos nada significan si se comparan al crimen fundamental de la muerte. Que para el ateo la muerte  es un crimen sin criminal, y para el creyente un crimen perpetrado por Dios. Porque, según la Biblia, representa el castigo divino por la desobediencia del hombre. Si Eva y Adán, con sus descendientes, iban a ser inmortales, la muerte fue el castigo del pecado original, y deja de ser un accidente para convertirse en una fatalidad y una violación del orden natural. De esta manera (el filósofo) el mundo es una monstruosa, gigantesca prisión, de la cual la única salida que encuentran los condenados es la muerte. Que “cada día unos son degollados frente a mis ojos; vemos cómo seremos, a nuestra vez, degollados. Esa es la condición humana”.
Pues sí, pero  “es una dicha para el hombre su condición de mortal, pues gracias a tal condición su existencia puede hacerse dramáticamente intensa”. Tomar nota quienes, en vez de vivir su vida, persisten en el horror de vegetar en la mediocridad. (Sigo después.)

Cantarillo del miedo

Noviembre está a tiro de piedra, mis valedores. Yo, por lo pronto,  ya inicié el rito de mis fieles difuntos. Esta mañana, el ánimo quebrantado a la advocación de mis ausentes, cuyas fotos sembré entre ceras e incienso de la ofrenda familiar, me nace traer ante ustedes los aires de una remota leyenda de muerte y amor que nació en tiempos distantes allá entre los pueblos quechuas de Los Andes peruanos y la Bolivia colonial. Sí,  la historia de Manchay Puitu, Cantarillo del miedo. El amor, una quena y la muerte, y no más. Humanísima la leyenda resuena todavía hoy en el canto dolido de un amor rmalaventurado, como suele ser el de tantos de todos nosotros. Aquí, de protagonistas, ella, él, una quena y la muerte. La leyenda colonial:
Para hurtarle el cuerpo a la esclavitud, el indígena no tenía más que uno de dos senderos: el arte religioso o el sayal de fraile. Uno de tales indígenas, descendiente del Padre Sol hasta que Pizarro llegó a desmentirlo en el juego de cruz o espada, se hizo fraile como artificio contra la servidumbre, y repartía su diario vivir entre el oficio divino y el muy humano de amarse con una a la que bien quería, soberbia moza de Potosí, donde ubicábase la parroquia.
Pues sí, pero aquel amor, expresivo y fogoso, se tornó piedra de escándalo, y la superioridad eclesiástica decidió intervenir, y miró de separar a aquellos amantes enviando al religioso hasta la remota ciudad de los Virreyes (Lima.)
Ruda separación, días interminables, descorazonamiento de la sota moza, que se agostó hasta el límite de la vida, y tantito más allá, hasta el camposanto de Potosí, donde quedaron sus restos. Pero el amor, vencedor de la muerte…
Al tiempo los días de la penitencia cumpliéronse para el fraile, que desalado se vino al olor de su amor sólo para venir a toparse con la mala fortuna: su única, su amantísima, había fallecido en la espera, y qué hacer. Lacerado de su razón, el amador se encerró en su parroquia, malviviendo de responsos y visitas al camposanto. Y fue así, mis valedores…
Aquella noche, extravío y demencia, el fraile cava la tumba y de los despojos mortales hurta una tibia, y en el despojo mortuorio nació viva la quena y dio voz y sobrevivencia a los pueblos quechuas. Y ocurrió que al soplar su instrumento aquel artista amador, poeta y hombre de ardor amoroso, dio en introducir su quena en un cantarillo formado con una  clase de arcilla especial, de modo  tal que la produjo unos sones con resonancias lúgubres, tormentosas. Y cuán melancólicos yaravíes saldrían del humano instrumento, que al oírlos el vecindario  se santiguaría, conmovidos, para acabar bautizándolo como Manchay Puitu, Cantarillo del miedo. Animo contristado, en la noche escuchaban:
¿Qué tierra cruel ha sepultado – a aquella que era mi única ventura? – Lozana la dejé como una flor – ¿Algún viento maligno se la ha llevado? – Voy siguiendo su rastro – voy buscando su sombra – ¿Es ella quien me da su sombra en el camino – o es sólo el velo de mis lágrimas?
Yo soy la noche misma. Busco la soledad -Yo soy la propia carne de lo dolorido – y quiero huir de mi pensamiento, pero no – Le arrancaré siquiera un hueso – y lo tendré en mi seno tal si fuese ella misma – Se convertirá en quena entre mis manos – Y llorará mis propias lágrimas – desde la eternidad – y desde el origen  de la luz – ¿Es tal vez ella quien me está llamando? – No Es tan sólo el lamento de mi quena…
Los fieles, amorosos difuntos. (Aolí…)

Una sola sombra larga…

Noviembre una vez más, mis valedores, este que comienza ceniciento, con aroma de incienso y de cempazúchil, resonancias de ultratumba y del memento homo. Hoy me pongo tristón, memorioso, y me aplico a discurrir del ánima de noviembre, ese fantasmón llamado Don Juan Tenorio. Porque es en noviembre cuando la tradición se encuentra y da testerazos con el figurón sevillano de oropel, capa y espada, plumón al viento y desplantes de matasiete, ese macho entre machos que recorre las noches sevillanas siempre en urgida brama de amoríos de traspatio, de trasputín, que a algunos resultan los más deleitosos. ¿Por efímeros..?
Noviembre da vida –efímera- al romanticismo teatral del XIX español, que en escenario frondoso se nos torna hazañas y tropelías del héroe de fuegos fatuos y lances de encrucijada, el bigardón de la bravata y el voto a tal; el de las imprecaciones a cielos e infiernos y las agresiones de honras femeninas. Noviembre da vida -pasajera también, como toda vida que se respete- a la rendida y crédula doña Inés, y a la de Pantoja que a lo largo de los 30 días de este mes vuelve a troncharse al asedio verbal, todo retóricas y prosopopeyas, del labioso logrón de lo que huela a cosa femenina. Aquí tomándolo en serio y allá entre befas, morcillas y chabacanas parodias, este mes y sobre el escenario habrá de resucitar la procesión de fantasmas, cadaverina y formol, que en la memoria colectiva  cargan sobre sus lomos el estigma de inmortales…
Noviembre: del repertorio romántico español se nos cuela vivito y trovando ese Don Juan de las fanfarronadas y los queveres de alcoba. Están aquí las balandronadas en metro octosílabo y los arranques aspaventeros del Burlador, azote de hogares con mozas honestas y hosterías con las del partido, que para el gusto del garañón tanto monta, monta tanto. Aquí llega, raso y terciopelo, clamando una vez más: ¿No es verdad, ángel de amor?  Es por gracia de esos imponderables que nunca faltan en la humana industria, que mi Don Juan se alza a la mitad del foro y resiste el paso de las épocas, las glosas más burdas y las más crueles parodias, las más chabacanas y convenencieras de la industria del espectáculo para alimento espiritual de los pobres de espíritu.
¿Es este Don Juan, de veras, la representación de un determinado carácter humano? ¿Se trata de un personaje real, posible, de tres dimensiones? ¿O no pasa de ser un mito, un mal sueño, y los sueños, sueños son? En algún punto sus estudiosos se ponen de acuerdo: en modo alguno Don Juan Tenorio representa al prototipo del caballero español, ni al del aventurero, ni al del conquistador de honras femeninas; los elementos que forman la psicología del Tenorio son irreductibles a un ente humano. Es un mito, y los mitos, mitos son, pero su estatura de héroe a la altura de las galerías, su empaque de gallo, de macho, de garañón a ojos del vulgo, su mala fama, tan buena,  de revolvedor de agazapados deseos y apetitos mal confesados, ¿quién se los quita..?
Difícil tratar una entelequia, una sombra construida con la misma sustancia con que se traman consejas y fantasmones. Mito será, formol y carantoña engolada muy al XIX español, pero ahí nos llegó, con noviembre, este sevillano de utilería, drama y parodia, para el que quiera algo de él…
¿Respecto al creador por antonomasia del Don Juan? uno que asentó esto a modo de epitafio novembrino: Lo que constituiría mi desgracia sería vivir todavía algunos años más. Frma: José Zorrilla. Y no más. (RIP.)

Una sola sombra larga…

Noviembre una vez más, mis valedores, este que comienza ceniciento, con aroma de incienso y de cempazúchil, resonancias de ultratumba y del memento homo. Hoy me pongo tristón, memorioso, y me aplico a discurrir del ánima de noviembre, ese fantasmón llamado Don Juan Tenorio. Porque es en noviembre cuando la tradición se encuentra y da testerazos con el figurón sevillano de oropel, capa y espada, plumón al viento y desplantes de matasiete, ese macho entre machos que recorre las noches sevillanas siempre en urgida brama de amoríos de traspatio, de trasputín, que a algunos resultan los más deleitosos. ¿Por efímeros..?
Noviembre da vida –efímera- al romanticismo teatral del XIX español, que en escenario frondoso se nos torna hazañas y tropelías del héroe de fuegos fatuos y lances de encrucijada, el bigardón de la bravata y el voto a tal; el de las imprecaciones a cielos e infiernos y las agresiones de honras femeninas. Noviembre da vida -pasajera también, como toda vida que se respete- a la rendida y crédula doña Inés, y a la de Pantoja que a lo largo de los 30 días de este mes vuelve a troncharse al asedio verbal, todo retóricas y prosopopeyas, del labioso logrón de lo que huela a cosa femenina. Aquí tomándolo en serio y allá entre befas, morcillas y chabacanas parodias, este mes y sobre el escenario habrá de resucitar la procesión de fantasmas, cadaverina y formol, que en la memoria colectiva  cargan sobre sus lomos el estigma de inmortales…
Noviembre: del repertorio romántico español se nos cuela vivito y trovando ese Don Juan de las fanfarronadas y los queveres de alcoba. Están aquí las balandronadas en metro octosílabo y los arranques aspaventeros del Burlador, azote de hogares con mozas honestas y hosterías con las del partido, que para el gusto del garañón tanto monta, monta tanto. Aquí llega, raso y terciopelo, clamando una vez más: ¿No es verdad, ángel de amor?  Es por gracia de esos imponderables que nunca faltan en la humana industria, que mi Don Juan se alza a la mitad del foro y resiste el paso de las épocas, las glosas más burdas y las más crueles parodias, las más chabacanas y convenencieras de la industria del espectáculo para alimento espiritual de los pobres de espíritu.
¿Es este Don Juan, de veras, la representación de un determinado carácter humano? ¿Se trata de un personaje real, posible, de tres dimensiones? ¿O no pasa de ser un mito, un mal sueño, y los sueños, sueños son? En algún punto sus estudiosos se ponen de acuerdo: en modo alguno Don Juan Tenorio representa al prototipo del caballero español, ni al del aventurero, ni al del conquistador de honras femeninas; los elementos que forman la psicología del Tenorio son irreductibles a un ente humano. Es un mito, y los mitos, mitos son, pero su estatura de héroe a la altura de las galerías, su empaque de gallo, de macho, de garañón a ojos del vulgo, su mala fama, tan buena,  de revolvedor de agazapados deseos y apetitos mal confesados, ¿quién se los quita..?
Difícil tratar una entelequia, una sombra construida con la misma sustancia con que se traman consejas y fantasmones. Mito será, formol y carantoña engolada muy al XIX español, pero ahí nos llegó, con noviembre, este sevillano de utilería, drama y parodia, para el que quiera algo de él…
¿Respecto al creador por antonomasia del Don Juan? uno que asentó esto a modo de epitafio novembrino: Lo que constituiría mi desgracia sería vivir todavía algunos años más. Frma: José Zorrilla. Y no más. (RIP.)

Cortina de humo

Entrega de dinero, viajes al extranjero, beneficios económicos y pago de campañas electorales, maniobras empleadas por la industria tabacalera, para contener la adopción de políticas públicas de control de tabaco. (El Universal.)
Para desalentar el hábito del cigarro los legisladores han implementado un aumento de siete pesos a la cajetilla. Bien hecho, dice algún investigador, pero se comete un error, porque de entrada habría que formularse la pregunta: ¿por qué fuma la gente? ¿Afición a las drogas? No, que la nicotina produce el hábito, pero muchos fumadores no se tragan el humo y sólo absorben una cantidad mínima de la droga.  ¿Por qué, entonces, el hábito de fumar?  ¡Porque el cigarro sustituye al pezón materno! El estudioso:
La solución está  en la intimidad oral inherente al acto de sostener el objeto entre los labios. Mientras no se investigue adecuadamente este aspecto del acto de fumar tendremos pocas esperanzas de eliminarlo de nuestras sociedades, llenas de tensiones y ávidas de tranquilidad.
Muy claro el fenómeno de sustitución, por un objeto inanimado, de una intimidad verdadera con un ser humano, que nos lleva al principio de toda la historia: el momento en que la madre inconsecuente introduce un chupón en la boca del hijo lloroso, y la goma sustituye al pezón. Así, los niños están menos predispuestos a chuparse el dedo, alternativa evidente a falta de un pezón que les dé la necesaria tranquilidad.. Los chupones producen un asombroso efecto calmante en los niños inquietos. Tener algo entre los labios es una experiencia tranquilizadora para el humano, porque representa un contacto sedante con la protección primaria, la madre. Es una poderosa forma de intimidad simbólica. Un viejo chupa con fruición su pipa en una práctica que nos acompaña durante toda la vida, porque el humano se ve obligado a adoptar chupones disimulados de diferentes clases. En este aspecto el cigarrillo en un objeto ideal, porque es propio, en exclusiva, de los adultos. El hecho de que esté prohibido a los niños significa no sólo que no es infantil, sino que ni siquiera lo parece y, por consiguiente, que es ajeno al contexto de la succión del bebé, donde radica su verdadero origen.
La pipa, el cigarro puro, el cigarrillo: el objeto produce un tacto suave a los labios y es calentado por el humo, lo cual lleva a semejarse aún más que el chupón al pezón de la madre. Además, la sensación de chupar algo y de tragarlo aumenta semejante ilusión, porque se plantea una nueva ecuación simbólica: el humo cálido inhalado es igual a la leche caliente de la madre.
La excesiva cantidad de tabaco que hoy se consume en el mundo demuestra que existe una inmensa demanda de actos tranquilizadores “de intimidad simbólica”.
Así mismo mandamos que ningún pulpero, ni otra persona pueda vender, dar ni llevar a la dicha ciudad de Panamá ningún tabaco, por ser considerado el tabaco como hierba prohibida y dañosa en la dicha ciudad y su tierra. Permitiremos que cada boticario pueda tener en su botica dos libras y no más… -De las Leyes  de las Indias, 1680-
Conclusión del estudioso: si en verdad se quiere eliminar el tabaco y sus efectos perniciosos es preciso conseguir que se reduzcan las tensiones de la población, algo casi imposible, o se tendrá que inventar otras alternativas. Como de momento hay poquísimas esperanzas de lograr esa primera opción habrá que acudir a la segunda. A querer o no. Y qué hacer. (Lástima.)

Así defecan los Chuchos

La versión de que la cantante Lucero podría ser candidata a la gubernatura del  Edo. de México es objeto de todo tipo de burlas.
A propósito, mis valedores: ¿en su memoria registran ustedes el papel que como legisladores han jugado deportistas y actrices, actores y locutores de la alzada política de López Tarso, Julio Alemán, David Reynoso y el “Tibio” Muñoz? Botoncillos de muestra:
1985. Ante la ausencia de más de 100 legisladores que holgazaneaban en la cafetería de la Cámara, el ex-locutor y líder de la bancada priísta Luis M. Farías:
– Sí, entre los diputados hay uno que otro flojo, aunque  no hace falta que los 400 asistan a las sesiones. La presencia de unos cuantos, los serios y cumplidos, es suficiente. ¿El faltista mayor? David Reynoso…
Años más tarde, el legislador López Tarso tiraba embestía a sus críticos:   “Viles tonterías las suyas. En mi gestión logré que los actores no llevaran el libro mensual, que no se declarara cada mes, sino al año. Usted, como reportero, ¿cree que un diputado llega a la Cámara con un plan ya concebido? No, uno llega dispuesto a colaborar en el grupo  lidereado por alguien. ¿O cree que nos mandamos solos?
– En todas las campañas se hacen promesas.
– No, oiga, no, yo en mi campaña nada prometí. Lo único que dije fue: “Si puedo haré algo por mejorar la vida de todos”. Quede muy claro que mejorar las cosas no es función del diputado. El tiene que estar en la Cámara para enterarse de qué ley se discute, luego levantar el dedo cuando lo tiene que levantar. Es todo.
Molesto, el actor calificó de estupideces las críticas de que sólo levantó el dedo para votar, por ejemplo, a favor de una miscelánea fiscal que dañaba a su propio sector: “Sería absurdo que el diputado de los actores dijera: yo lo apruebo. ¿En contra de la opinión mayoritaria? Qué le pasa”.
– Durante su tiempo de diputado, ¿cuántas veces subió a la tribuna?
– Sólo en dos ocasiones. El PRI sabe a quién manda al foro.
Agosto de 1991. El actor Julio Alemán se comprometía, formal:
– Cuando yo sea diputado lograré que en radio y televisión se difundan programas que fortalezcan nuestra identidad nacional para frenar la penetración cultural. ¡Es un compromiso!
(¿Y?) Los ”actores”, ¿improvisados e inútiles para ocupar una curul? ¿Y los deportistas? Clamaba un Bernardo Segura, marchista: “¡Mi medallita de bronce por una diputación! ¡Quiero ser diputado por lo que represento para el pueblo! ¡Las resoluciones que tomaré al ser electo serán reales!”
Julio de 1991. En su campaña política fue entrevistado Felipe “Tibio” Muñoz, nadador: “¿Sus sueños inmediatos?”
– El sueño de todo deportista es la política. Lo que “nosotros” hemos hecho es comprometernos a hacer un trabajo honesto.
– ¿El comprometerse ha sido su estrategia de campaña?
– No, no. ¡Esa no es estrategia, esa es la pura verdad! (Sic.)
– ¿Qué tan politizado se encuentra?
– Eso no sabría decirte. La política es tan amplia y tan vasta que dudo que muchos de nosotros, los que aspiramos a diputados, estemos politizados.
– ¿Su preparación para ocupar la curul?
–  A mí me gusta mucho más la práctica que la teoría, porque la política es una ciencia a la cual habría que dedicarle una tesis. Toda una tesis. (¡!)
– ¿Tiene muchos deseos de ser diputado?
– Muchos. El sueño de todo buen deportista es ser diputado, o no es deportista.
Y por andar de caliente, ese “tibio” arribista y cretino hizo de la grilla una forma de vida. De muy buena vida. Todo esto, mis valedores, es  México. (Mi país.)

¡Quémenlos vivos!

Jiquipilco, Méx. 2007. Una enardecida turba estuvo a punto de linchar a dos jóvenes que intentaron robarse una vaca.
Estoy mirando la foto, mis valedores, y qué clase de foto: un rostro tumefacto, desfigurado, rota la nariz, inflamados los cachetes y desflorados los labios. Roberto  su nombre, Alamilla Negrete sus apellidos. En este individuo los vecinos de San Miguel Ajusco se cobraron un agravio descomunal, y se lo cobraron con una golpiza bestial y un amago de linchamiento desgarrándole la vida a golpes y chorros de gasolina. Este Roberto ni con la vida pudiese pagar el agravio que infirió a toda la comunidad de San Miguel Ajusco: intento de asalto a los pasajeros de un microbús. “¡A echar las campanas a vuelo! ¡A matar, a descuartizar! ¡A hacernos justicia por propia mano!”
Otumba, Méx. Habitantes del municipio golpearon e intentaron linchar a dos hombres, entre ellos a un agente ministerial, que fueron a aprehender  a un profesor acusado de actos libidinosos.
El linchamiento, ese descenso del ente humano hasta el más profundo y macabro abismo de lo bestial, por más que las bestias son seres inocentes. Tengo sobre mi mesa reportajes y crónicas de esa acción a la que las bestias humanas, para refinar su crimen,  agregan la estúpida afirmación de que “se hicieron justicia por propia mano”. A la abyecta acción de una venganza irracional nombran “justicia”, ese supremo valor, antítesis de la venganza, pasión de mediocres…
San Fco. Chimalpa:“Enardecidos por el intento de violación  a una joven de 16 años, vecinos de esta localidad pretendieron linchar a Julio César Luna, de 22 años. Golpeado por los vecinos, la policía logró rescatarlo”.
Tal es la diferencia fundamental entre las masas y el hombre de ideales: el linchamiento. “Aislado era individuo culto; en multitud es un instintivo, y por eso mismo un bárbaro. Tiene espontaneidad, violencia, ferocidad, entusiasmos y heroísmos de los seres primitivos. Es como si su creatividad, su espíritu de idealista se disolviera en la colectividad”.
Tetela del Volcán, Mor. Vecinos de la población intentaron linchar a un grupo de cinco delincuentes, entre ellos a una mujer.
Miro, observo el video. Atada a un árbol, desnuda más allá del portabustos y alumbrada por las luces de la hornaza que la habría que quemar viva,  la mujer intenta apartar de sus piernas los chispazos de fuego. A centímetros de ese rostro espantado unos rostros bestiales le escupen gritos como rugidos: “¡Habla, cabrona..!” Boca amarga y verguenza de pertenecer al género humano digo a todos ustedes:
Macabro, en verdad. Y es que cuando las pasiones más primitivas, exacerbadas hasta el paroxismo, se congregan en multitud, la masa se vuelve versátil, impulsiva; guiada sólo por lo inconsciente y visceral, que obedece a impulsos del más variado valor moral, nobles o bajos, valientes o cobardes. Una muchedumbre de cobardes es una muchedumbre valiente. Integrada por individuos que sean  tímidos o cobardes, la multitud es capaz de realizar las acciones más valientes o las más reprobables, porque pensamientos y actos del individuo son los de la multitud, pero una multitud que no sabe pensar por cuenta propia, de modo tal que es fácil llevarla ejecutar acciones contrarias a su propio interés y hasta a su instinto de conservación. De ejemplo lo ocurrido en Ozumba, Méx.: Quinientos vecinos intentaron linchar a un joven porque despojó de su bolsa a una mujer.
“¡Mátenlos, desgárrenlos, quémenlos vivos!
Es México. (Sigo después.)

Humo y niebla, mortífero

El tabaquismo,  mis valedores. Que a partir del 2011 al adicto habrá de costarle siete pesos más la cajetilla. Como respuesta, las tabacaleras transnacionales amenazan con dejar de invertir en el país, pero sus amenazas no importan, que importan el 80 por ciento de los tabacos con los que el país convierte millones de pesos en humo y niebla, y no más.  Esas transnacionales  mal generan unos 5 mil empleos, cuando en  los 80s. se destinaba a la siembra mil veces más superficie, y lo que pagan de impuestos equivale a  la cifra que la Sec. de Salud invierte en el tratamiento a las víctimas del tabaquismo. Total, que el impuesto al precio del humo salvará hasta 60 mil vidas…
Yo en un tiempo fui una de sus víctimas. En bofe propio conozco los males que acarrea el cigarrito, y cómo no conocerlas, si media juventud la viví pegado al cancerígeno para, aturdido que soy, tender una cortina de humo a mis problemas personales. Calmar los nervios, sí. Estabilizarlos. Cándido de mí, porque a amamantones de nicotina cuál problema iba a solucionar, que sólo se me encrespaba, y préndete otro, y a humearte los bofes, bofes ahumados. Mortífero…
Y ocurrió (para mi mal, pensaba, pero fue una bendición) que de Guadalajara fui aventado hasta esta ciudad, y vine a dar al cuarto de vecindad en la Plaza del Estudiante. Engentado, azorado, pistojeaba en derredor, y como me decía la suriana del trabajo doméstico: “Así andaba yo, que nomás no me hallaba…”
Me hallé, y hallé a la estudiante de lentes con la que coincidía en el cine Sonora, que así, desdeñosa, me mantenía a distancia al igual que las tantas más que antes de ella me habían rechazado. Traté de arrimármele. Me frenó:
–  De lejecitos está mejor.
¿También ella? ¿Ella también? Le confesé mi frustración: ese era mi destino, el rechazo de la mujer.
– ¿Y aún no sabe por qué lo rechazan? ¿No se ha puesto a pensar? Oiga, ¿por qué fuma?
–  Para calmar unos nervios atirantados porque ninguna muchacha acepta que me le acerque. Mis intenciones son sanas, créamelo.
– Sus intenciones puede ser, pero no su aliento, ese condenado hedor.
¿Mi qué? ¡Lo vine a saber entonces, rayo que me estalló en seco!
– ¿Pues cómo se le van a acercar, con ese su aliento rancio, acedo,   que  a mí me tiene a punto de vómito? Oiga, ¿y si dejara de fumar..?
Mucho lo había intentado: poco a poco retirarme del vicio, chupar pastillas de nicotina, chupar caramelos, chupar pomo, chuparme este dedo, este otro,  rezar. Todo inútil. Nada lograba zafarme del cancerígeno, ese que se me tornaba segunda naturaleza. Pero, mis valedores,  qué vicio se le resiste a semejante bochorno, a vergüenza como aquella que una estudiante de lentes me hizo pasar…
Arrojé por delante toda mi fuerza de voluntad, arrojé un escupitajo, arrojé el cigarro, la cajetilla, me lavé la boca, y hasta hoy, suertudo como soy de que me tengas contigo, Nallieli mía, mientras (mi aliento rechinando de limpio y nunca de los nuncas un humazo ni  gota de licor) miro llover sin mojarme, pero sí con tristeza: las campañas de segregación y desprecios, discriminación, reglamentos, multas e impuestos que se abaten sobre los fumadores, con las heroicidades de tantos  por desahijarse del humaredón, mientras las maniobras oficiales para deshollinarlos se tornan vanas. Lástima.
Por cuanto a las autoridades que intentan liberar a lo fumadores de plaga tan perniciosa, ¿se habrán puesto a pensar el origen de tal adicción? De ello hablaré después. (Aguarden.

Amalia, Corichi, la peste

Sigo aquí el recuento de daños que dejó en mi Zacatecas la  Amalia ex-gobernadora: “secuestros, extorsiones, robo de vehículos,  asaltos a viviendas y negocios y una creciente delincuencia”. Arturo Nahle, contralor: “La gente está muy agraviada, exige justicia, y si hay responsabilidades, que se finquen y se aplique la ley”. Mis valedores:
Sigo la relación de lo que ocurrió aquel domingo en los derrumbaderos de mi Jalpa Mineral. Esa mañana, las campanas a todo voleo, un ciento de payos de dos en fondo y la banderita de papel en la diestra, mirábamos alelados al jinete aquel que en plena plaza se apeaba del penco y echaba a andar por la media calle, sus botas repiqueteando en el empedrado como marcando jarabes. Era aquel don Pánfilo Natera, que con Villa y algunos de su calibre (30-30) hizo la Revolución. Bien haya…
Boca abierta y ojillos brillosos de admiración contemplé al hazañoso de la Toma de Zacatecas, y me hice entonces aquella promesa: “Cuando crezca voy a ser como Pánfilo Natera”. Cuando crezca…
Como crecer,  crecí poco en todos los sentidos, pero la lucha se le hizo. Hoy, mi barca muy navegada y doblando ya el Cabo de Buena Esperanza, recuerdo el domingo aquel, con un Pánfilo Natera que simbolizaba la Revolución, y la jocundia de la Zacatecana, dulce dolencia, se me quedó en la viva entraña del corazón y ahí sigue hoy todavía como pacífico (no siempre) amor por mi tierra, con su gente…
Envejezco. Ayer, a media mañana, escuché el Corrido de Villa y dos más, cuando ya mi placer estético se enraiza en Bach y demás beneméritos, pero de repente: ¡La de Zacatecas, que pespunteó mi encuentro con Pánfilo Natera! Y qué música melancólica. Envejecí, porque esos arpegios me bailaban jácaras en el tecorral de los costillares, cuando ahora me apachurran un corazón que percibo como cuera reseca. Y esta tristura…
¿Que la música sigue viva, dulce y rumorosa, penca de miel arropada de abejas?  ¿Que soy yo el que me agrio y agrieto, la sangre vuelta vinagre y vinagrillo en las venas?  No tal, que en mi memoria, camino real, al estrépito de la Zacatecana se me llegó cabalgando su barroso Pánfilo Natera; sombra grandiosa entre sombras de combatientes que hoy se me vuelven más sombras, sombras nada más. La alzada estampa de Pánfilo ya no lo era tanto; humillada, más bien, gacha la testa y el pescuezo tronchado, como la de Villa y tantos más. No como símbolos altivos se me presentaban, sino como avergonzados, como intentando atejonar la cabeza en el ala del tejano. Haya cosa…
Y ocurrió, mis valedores, que al son de la Zacatecana mi barrio clasemediero se me fue entristeciendo casa por casa, todo porque la música de mi tierra la escuché ejecutada por tres campesinos –corneta, tambor, clarinete- de los que bajan de sus jacales a pedir la de por Dios. ¡En el México de Villa, Natera y la Revolución! Los campesinos tocando la de Zacatecas, y una preñada  con otro a cuestas y tres añejillos aprontando boca arriba las guaripas, recibiendo las monedas que los de acá arriba del edificio les arrojaban desde las ventanas. “¡Lo que sea su voluntad..!”
¡Al ritmo de la Zacatecana, vive Dios, aunque escuchándola mientras leía en la revista Proceso del domingo anterior el catálogo de los posibles delitos que perpetró la dupla Amalia García – Claudia Corichi, comienzo a dudarlo, y el ánimo se me encoge a la corazonada de que las tropelías de las carroñeras, madre e hija de toda su reverenda Amalia, quedarán impunes. Porque esto es México. (Mi país.)

El ciclón Amalia devastó mi región

Sobre el escritorio del gobernador Miguel Alonso Reyes se acumulan facturas por saldar: deudas a proveedores, pagos pendientes al IMSS, créditos adquiridos en los últimos meses y la carga de una burocracia que casi se duplicó en seis años…”
De ese tamaño, mis valedores,  fue la depredación que perpetró Amalia García durante los seis años que permaneció en el palacio de gobierno de Zacatecas, por más que es fama pública que la mayor parte de su sexenio se la pasó en viajes y demás diversiones. Que Los pasivos heredados por la ex-gobernadora suman mil 300 millones, además de mil millones en créditos y compromisos financieros, sinverguenzadas que revela el contralor Arturo Nahle a la reportera Verónica Espinosa, de la revista Proceso fechada del domingo anterior. Que la ayer comunista y hoy militante del Sol Azteca Amalia García, con su hija Claudia Corichi al cuadril, durante seis penosísimos años se dedicó a depredar los escasos dineros de mi Zacatecas, una de las entidades federativas más pobres del país. En los tiempos del viejo Huerta se dolía el cantar, y yo lo acomodo a la realidad de hoy día:
Ay, hermoso Zacatecas -mira como te han dejado – las mañas de doña Amalia – y tanto rico allegado…
Porque acabo de leer, rudamente agraviado, que a la depredación de la señora de marras se suman “las obras suntuarias, el aumento de la burocracia, los viajes, la publicidad y un exorbitante gasto electoral”, válgame. Al terminar el catálogo de sus desmesuras y sinverguenzadas yo, los dientes remachados, digo entre mí la parodia de la tonada abrojuda:
La boca me sabe a sangre – y las manos a panteón – cada vez que digo Amalia – se me frunce el corazón…
Y lo más grave, zacatecano de mí: que ya no creo en la justicia que se imparte en este país, y mucho menos en sus instancias justicieras. Cómo, si observo la sádica cuereada que a lo sádico propinan ahora mismo a un Julio Cesar pequeñín mientras arrullan el sueño de los expedientes “Los amigos de Fox”, panista,  y del priísta  “Pemexgate”. ¿No es verdad lo que digo, honorables familias Fox, Montiel y Salinas? ¿No, Aldana, Gordillo y  Romero Deschamps? Una Amalia más que importa al mundo, me refiero al de la corrupción lucrativa e impune de mi país. Es México.
Pero empecé mentando la música de mi tierra y al son de esa música habré de terminar. Sones, trovas y valonas, gustos calentanos y jarabes abajeños que no escuchaba hace tiempo, y que a la advocación de la Marcha Zacatecas se me vinieron en montón. Pues sí, ¿pero por qué será que los oigo tan tristes, que tan melancólicos resuenan en esta tarde de jueves que la noticia de Amalia convirtió en tarde de miércoles? Más antes, me acuerdo,  tan jacarandosos me parecían, tan facetos y mitoteros, tan a la medida de la jácara, la bullanga y la imprecación motivosa. Hoy, con decir a ustedes que hasta la susodicha Zacatecana me sonó a responso. Qué diferencia con lo que ocurría años atrás. (¿Sería que las sinverguenzadas perpetradas en mi región me agriaron el ánimo? A saber.)
Porque yo, mis valedores, por aquel entonces un chamaco que malvivía en mis terrones zacatecanos, me acuerdo que cierto domingo por la mañana, para inaugurar nuestra escuela primaria llegó un fuereño, cristiano de regia estampa, jinete en penco barroso, y detrás de él la banda, arreando a tamborazos la Zacatecana, y válgame: callejas y callejones se revinieron de música. (Mañana el final.)

“¡Hija de puta, te tenemos ubicada!”

Bien ubicada la tenían. A Digna Ochoa y Plácido la asesinaron un día como hoy, en el año 2000, por el delito de defender, desde el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, a las víctimas del ejército mexicano y a los presos de conciencia encarcelados injustamente. La conclusión  a que llegó Margarita Guerra, fiscal especial, sobre la muerte violenta de Digna Ochoa: “Se trató de un suicidio simulado”.
Marcos, el subcomandante del entonces vivo y actuante EZLN,  reclamaba al procurador del DF, que era Bernardo Batís:
Sus funcionarios no sólo fueron torpes e ineficaces en el caso de la muerte de Digna Ochoa. También fueron deshonestos y ruines. Para fortalecer lo del suicidio se dedicaron a destrozar la reputación de Digna…
¿Los asesinos de Digna? Nadie en particular. ¿Sospechosos? Los militares a los que inculpaba en delitos diversos, pero de ese tamaño es la justicia en este país: juez y parte en el caso ha sido el ejército. En la revista Proceso, Ricardo Revelo:
Como juez militar, a él le correspondió el caso de los militares procesados por la matanza de siete agentes de la Policía Judicial Federal en Tlalixcoyan, Ver., el 7 de noviembre de 1991 (¿recuerdan ustedes esa masacre?). La CNDH emitió la recomendación de que los militares que participaron en los hechos, entre ellos el general Luis Morán Acevedo, fueran castigados (…)  El general Rafael Macedo de la Concha los absolvió…”
Digna Ochoa. En febrero de 1995 agentes judiciales denunciaron ante el juez que “la monjita” los hostigaba durante los “interrogatorios”. Digna les impedía inventar versiones distorsionadas para evadir su responsabilidad en la tortura de los presos “zapatistas” capturados en Yanga. ¿Recuerdan ustedes el caso y los aspavientos del entonces presidente Zedillo tratando de hacerlos aparecer como guerrilleros peligrosísimos? Digna, asimismo,  se involucró en los casos que incriminan al ejército o la Policía Judicial: ejecuciones de Aguas Blancas, El Charco, Ejido Morelos, Ixtlahuacán de Madero, etc., y las aprehensiones e interrogatorios bajo tortura a presuntos zapatistas de Yanga y Cacalomacán y  los campesinos ecologistas del Edo. de Guerrero. Y más aún: de 1992 al 2000, durante su permanencia en el Centro Pro, Digna Ochoa participó con el equipo en la defensa de presuntos zapatistas presos y presuntamente torturados en el Campo Militar No. 1; de los extranjeros expulsados de Chiapas por agente de Migración; de los activistas detenidos en el desmantelamiento del municipio autónomo de Taniperla; de integrantes del CGH durante la huelga de la UNAM y de los campesinos ecologistas torturados por soldados del ejército; Digna llevó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos los casos de la masacre de 17 campesinos en Aguas Blancas, Gro., y las ejecuciones de tres indígenas del Ejido Morelos, Chis., casos en los que se señala al ejército como responsable directo. Y los otomíes de Ixtlahuacán de Madero, Veracruz, y…
Digna  apoyaba a la abogada Pilar Noriega en la defensa de los hnos. Cerezo Contreras, acusados de pertenecer al Ejército Popular Revolucionario, cuando aquel viernes, 19 de octubre, recibió junto a su cadáver la esquela de los asesinos dirigida a los continuadores de la labor de la benemérita:
“Hijos de puta, si siguen también se los cargará su madre. Sobre aviso no hay engaño”.
Este, mis valedores, es México, el nuestro, el de Digna Ochoa, el de los muy bien cantados derechos humanos. (Lástima.)

Salinas, cooptados, Calderón

Nuevo gobierno, nuevo constituyente, nueva Constitución. Tal  fue el postulado del extinto EZLN, que en tal forma sintetizaba la herencia del clásico griego. Para lograrlo, la organización celular autogestionaria fue la herencia que nos legó la vertiente obrero-estudiantil de 1968. No congelarse en el puro reniego y la pura exigencia,  no multitudes ni mega-marchitas, que desde las grandes “movilizaciones” de maestros, ferrocarrileros, etc., de fines de los 50s del siglo anterior, han probado ser obsoletas, que ya el gobierno sintetizó el antídoto: “ni los veo, ni los oigo, y háganle como quieran”. Tal es, en esencia, el legado del estamento proletario-estudiantil de 1968, un cambio histórico que sólo nosotros, las masas sociales, podemos y debemos lograr, y que Echeverría, con ayuda de sus cooptados del 68, se encargó de desmantelar, erradicando de nosotros la memoria histórica y con ella la conciencia de cambio estructural del Sistema y del enemigo histórico de tal cambio.
Conciencia de enemigo histórico: en 1990 escribía Heberto Castillo, beneficiado con la “apertura democrática” de Echeverría:
“Necesario es precisar que no se pretende matar al PRI sino sólo que se convierta en un verdadero partido”.
¿Quiénes lo habrían de convertir en “un verdadero partido? “Empleados, obreros, campesinos, empresarios, comerciantes, estudiantes, profesores, intelectuales, mujeres jóvenes y los principales partidos políticos, distinguidos militares y sacerdotes”. ¿De veras, Castillo? ¿Y el cambio histórico? ¿Y el enemigo histórico de nuestro cambio?
Así protestó  el “aperturo” contra las desmesuras de Salinas presidente y su programa Pronasol, y a esto quería yo llegar: a la desmemoria de los pueblos débiles. ¿Conque regresa Salinas al pantanoso terreno politiquero? ¿No era el villano al que se achacaba el robo de la presidencia y de la mitad de la cuenta secreta? ¿No se le achacaba ser el autor intelectual del hecho de sangre que condujo a Zedillo a Los Pinos y al error de diciembre de 1994?  ¿No se acusaba a Salinas de concretar la depredación iniciada con el viejo Raúl y redondeada con Raúl el joven, pasando por Enrique, Adrianita y congéneres? ¿Entonces? Las masas sociales que olvidan su historia siempre están condenadas a revivir sus Dráculas. Sin más.
Conque regresa Salinas. Hoy, entrevistado sobre “democracia”, la conductora le exigió un ejercicio de autocrítica. Zorro colmilludo, el tal cantinfleó lamentándose: Solidaridad no alcanzó todas sus metas. Yo entonces, encogido el ánimo, recordé aquellos tiempos, qué tiempos aquellos, cuando los medios de condicionamiento de masas nos aturdían con la propaganda del Pronasol, como el memorándum en que el Salinas presidente ordenaba a los gobernadores donde se desarrollaban procesos electorales que utilizara propaganda con las siguientes frases:
Solidaridad trajo la luz a Chimalhuacán – Solidaridad significa introducción de agua potable en Chalco – Solidaridad son mejores aulas en el valle de Chalco – El PRI representa la solidaridad entre los mexicanos – El PRI es solidaridad con el presidente de la república – La solidaridad del PRI es con el pueblo – El PRI es solidario con quienes más necesidades tienen – El PRI es solidario en la solución de los servicios municipales – Votar por el PRI es votar por la solidaridad – Obtengamos mayor solidaridad votando por el PRI…
Y yo les pregunto, mis valedores: ¿conque vuelve Salinas? ¿Su manipulación en los “medios”, distinta a la de Calderón?  (México.)

¿Provinciana ignorancia?

¡Mil millones de dólares a cien años!, se escandaliza el analista Damm Arnal porque “un relajado y eufórico” Calderón anunciaba que “con esta operación  se cubren las amortizaciones de deuda externa de mercado del Gobierno Federal”. “¿Contraer deuda nueva para pagar deuda vieja?  ¿Dentro de 100años, ¿cual será la inflación y el crecimiento de la deuda?  ¿Es correcto que un gobierno contraiga deuda que tendrá que pagar otro gobierno? Aquí finaliza la crónica de mi reciente vista a la zacatecana Jalpa Mineral.
Ese día madrugué. El caserío, amodorrado. Cuánta paz. Enraizarme en el terruño. Enterrarme en el calicanto. Feliz. No  sismos, no smog,  no hampones que nos asalten ni hampones que nos quieran extorsionar, ni un gobierno hampón que nos roba a lo impune. Quedarme aquí, alejado de la compulsión y los 30 mil cadáveres que ha descuartizado la guerra particular del de Los Pinos. Dichosa provincia, sabia ignorancia de cuanto achaque agobia al capitalino. Seguí al parejo de la andadura en la que Rutilo hacía su reparto de leche. En un costado de una casuca se entreabrió la puerta de atrás:  “Pst, pst”.
El gañán: “Leche pa usté ya no hay,  doña Enedina. Me la va a perdonar, pero ya me debe dos meses”.
“Arrímese pa acá”. Y la doña Enedina se recargó en el vano de la puerta, lo miró a lo provocativo, soltó un suspiro gordo, y esa apicarada sonrisa y el parpadeo de ojos mientras sobábase con sus dos manos ambos cuadriles, y aquel mojar con la lengua sus dos carnosos, y la feliz provinciana que vive ignorante de lo que ocurre en el mundo: “¿No habrá modo, Rutilo?”
– ¿Modo de qué, doña Enedina?
– Ande, no se me haga el faceto. ¿Sí?
– ¿Sí qué, doña Enedina? ¿Se refiere a la leche?
– Me refiero al jocoque, no sea ranchero.
– Y cómo no, si en mi rancho nací y allí he vivido toda mi vida.
– Deje ahí la leche y véngase al requesón. Calientito. Entre a mi cuarto pa que iníciemos pláticas.
–  ¿Y qué pláticas  tenemos qué iniciar allá adentro?
– Renegociar la deuda, ¿no ve que ya me engrí con su jocoque?
– Pide el más difícil de los imposibles, doña Enedina.
– ¿Y por qué usté no me deja colocarle todo mi bono?
Agucé el oído. ¿Con que la provinciana ignorancia de mi región? “¿O nomás Calderón tiene derecho de bono?”
Un aullido de perro rabioso. ¿O acaso lobo estepario o coyote en brama?  “Mire: se me viene,  se relaja conmigo y sale “relajado y eufórico”  después de surtirme de leche. Anímese, y le coloco mi bono enfrente.  Sea usté buenito, yo estoy dispuesta a enseñarle sin reservas mi fondo, el de las reservas.  Entre pa dentro y va a sentir qué bono. Ande, no se apriete, no sea ojo y échele un ojo. Mire.
– Tápeselos,  cuidao con el aire chivero, luego le da un enfriamento que la calentura se le va per secula seculorum.
–  Suyo es el secula,  si los entriegos borrón y deuda nueva. Chéquemelo con todo y mis  bonos de corto plazo.  ¿No se le antojan? ¿Por qué no colocamos un bono pagadero en 100 años, por qué nomás Calderón?
Y fue entonces. Yo, impaciente ante un lechero  reservón, salgo al frente, y válgame, lo devaluado que quedan mis bonos: “¡Yo le cubro la deuda con mis afores, señora!” (¿Que qué? ¿Y el cristiano ese de dónde salió?) Ella, entreabriendo la puerta: “¡Échatelo, Jílare Clinton!”
¡Una perraza, Dios! Pelándome los colmillos se me echó encima. Yo, trompicándome por media calle, a gritos: “¡Que me muerde los bonos..!”
¿La provinciana ignorancia? (Bah.)

La florida raíz

“No me busques por veredas –mi bien… búscame por travesías  – allá encontrarás, si quieres – mi bien – el amor que te tenía…”
Versadas de la provincia, de los paisanos de por allá. Tonadas que son sangre y zumo del ranchero ayuntado a la tierra, al cogollo de la tierra, a la hendeja, estoy por decir, de la tierra. Mi Jalpa Mineral…
Que varios días viví en el terruño, les conté ayer, y que he vuelto vigorizado por la cercanía con mi origen, mi raíz, mi hontanar. Que volví a paladear sus comidas sápidas y picantes, delicia del paladar cimarrón y endemoniadamente indigestas para el arrimadizo. Mi lengua recordó la enjundia de la pitahaya, colores copiados al mejor Tamayo, y la fruta de horno, el jocoque, las habas, la miel en penca y  los chicharrones de lonja. Ah del  alfajor dulcísimo; me está haciendo agua, me refiero a la boca…
Así me he traído del caserío natal olores de humo de ocote y de yesca, sabores de aceite y miel, tactos, sonidos, imágenes de esas que junto a la caja de cartón me traje al lanzarme a buscar la sobrevivencia, a hacer por la vida en esta inconmensurable colmena de laboriosas abejas de salario mínimo, zánganos del puesto  público y, cuando iba a faltar, la abeja reina de un cuento de hadas, efímero cuanto irreal, y en el que cada seis años  todas, por turnos, se sienten reinas, si no es que hadas madrina. (Marta, Margarita.) ¿El propósito de relatar a ustedes asuntos tan sólo de mi interés personal? Esto lo habrán de inferir si es que siguen el flujo de la narración.
Allá como entre sueños, dormido en el catre familiar, percibí un como rumor de alas, prestigio de ánima en pena: el río, que arrastra ramazones, troncos de venadilla y una que otra becerra desbalagada. Al alba me arrulló la conseja del fantasmón y el aparecido.. Intimas y familiares las casucas circundaban mi sueño,  como las barañas el nidal. Esta nostalgia…
Aquel día me levanté oscura la mañana y salí a respirar mi querencia. La segunda llamada de misa primera en la parroquia; algún zaguán que vomita toses tempranas, y allá van chuequeando por media banqueta, en la mano las devociones,  vejanconas de chongos blancos y trapos negros. Ya dieron la segunda, Prageditas…
Y ocurrió que por el callejón viejo salí a respirar mi querencia y me topé con el jinete aquel, mozo de buena estampa, todavía tiernón, y me le emparejé al cuaco y le solté aquella pregunta (no al cuaco, al jinete). Rutilo dijo llamarse, jinete en el penco barroso que cargaba dos botes de leche para el reparto mañanero. Me  animé a la plática: “¿Qué tal se vive por acá, paisano?”
– Bien, como el cristiano no se meta a preguntón.
Ajale. “¿Y caen muchos preguntones?”
– Los que caigan son demasiados.  (Me miró de ganchete y taloneó las verijas al barroso.) Apreté el paso. Por medir su interés en asuntos políticos:  “¿Usted qué opina del Revolucionario Ins.?” “
– El Revolucionario, así mero nombran un semental de don Aquileo el  viejo. ¿Tiene usté yegua pa la cruza, por un si acaso?”
– De Elba Esther,  ¿qué opina?
– El pelao que se la robó fue el mentao Jiricua. La dejó empreñada. ¿Tiene usté alguna sobrina que quiera…?”
Amarró el barroso al horcón de la esquina. Tocó a la puerta de aquella casa, pintura descarapelada. Una vejancona  entreabrió la puerta, aprontó la olla y recibió la leche (qué feo se oyó). Volvió a cerrar. Yo, por quedar bien con el payo: “Usted tiene pinta de galán. ¿Muchas enamoradas?”
– Leche quisiera tener, que entriegos me sobran…
(El final, más tarde.)

“Relajado y eufórico”

Y lo que no ocurra en México, mis valedores. Ahora acaba de suceder  que en cierto foro convocado por The Economist bajo título de Fin de la Parálisis, el presidente del país, “relajado y eufórico” (¿cómo alcanzaría tal estado de ánimo?)  se refirió al bono de deuda mexicana por mil millones de dólares que desde la Secretaría de Hacienda  acaba de gestionar, y lo anunció con estas palabras: “Les voy a dar una primicia que seguramente ya saben todos ustedes”. (Tal cual.)
¿Así que “relajado y eufórico” consiguió deuda nueva para pagar deuda vieja? ¿Al término de tal préstamo, 100 años, qué monto se habrá acumulado sobre la cifra original?  ¿Y a fin de cuentas (el de atrás que arrée) quiénes, ni eufóricos ni relajados,  terminarán liquidando la deuda de marras?
Por esos días,  para fortuna de mi hígado y bilis, yo andaba fuera del mundo. Con el pretexto de las fiestas patrias el tanto de tres días de gloria pasé  en mi tierra, de la que regresé cargado de esa energía, esa corriente galvánica que nos insufla nuestra madre tierra, que es decir nuestra raíz, nuestro origen, el hontanar. Y porque ustedes, fuereños avecindados en esta ciudad, recuerden sus bienamados derrumbaderos, y los citadinos columbren el ánima de la mal llamada provincia, dejo de lado los habituales asuntos de requemante actualidad para entregar a todos ustedes alguna de mis vivencias en la visita a mis zacatecanos terrones. La provincia….
Ah,  esa entrañable tierruca cuya añoranza todos nosotros, fuereños en esta ciudad, cargamos acá entre los costillares, tamal envuelto con telas del corazón, añoranza de donde sacamos la fortaleza para sobrevivir en este humano hormiguero que un exceso de humanos terminó por deshumanizar, trágico contrasentido. Y esto me lo entienden ustedes, tecos y meños, jarochos y panzas verdes, costeños y corvas dulces, y serranos y abajeños y gente de la montaña, del altiplano, de las zonas indígenas, del mar y del trópico. ¿O no les ocurre que un día amanecemos, anochecemos un día, con la nostalgia añudada aquí, miren, en el cogote, y en los costillares, y en la virilidad? La tierruca…
En fin, que acabo de regresar de un viaje relámpago por tierras de mi andadura, las de mi niñez. Vengo con los sentidos cargados de antiguas esencias, hoy renovadas, y mente y memoria retacadas de imágenes y sensaciones que me retoñaron después de vegetar, semiolvidadas por cosas del áspero oficio del diario vivir; que si el aroma de  yerba macerada, de fruta en agraz, de majada; que si el sonido del esquilón, de la esquila, del cencerro en el pescuezo de la vaquilla caponera; detrás, bebiéndole los alientos, toretes en pleno vigor, con los gueyes detrás, ya en los mansurrones superada toda preocupación que no sea de cebada y harinolina. A lo lejos, la primera llamada al rosario…
Ah, el caserío de mi nacimiento, su sabor a frutilla cortada de la propia rama a la orilla del camino y las lejanías azulencas allá donde el llano se muere y se alza, agresiva y retadora, la serranía. Morones. Y encima del cresterío ese cielo limpísimo, y en el cielo la rueda de cuervos y zopilotes, de auras pelonas, de gavilancillos. Allá en el llano, reverberancias. Mediodía.
Una noche pasé en descampado, que fue de remotas hogueras, canciones trovadas en falsete la primera voz y la segunda grave, largo son que arranca ecos de labor a labor, de barbecho a barbecho, de  cuamil a cuamil: “No me busques por veredas, mi bien – búscame por travesías…” (Sigo mañana el cantar.)