Un peligro para México

Horroroso el clima político de nuestro país, que una lengua suelta ha tornado olla de aguas broncas, inmundicia y basural. Como a resultas de la guerra de lodo que aplicó en el 2006, sus vísceras arañan una laceración colectiva que dividió la comunidad en dos gajos irreconciliables. De repente, a lo temerario y sin aparente motivo, razón o necesidad, el imprudente de mecha corta aviva la hornaza con un desahogo impropio ya no digamos de un estadista, de un político cuando menos, de un funcionario gubernamental, no; apenas de un burócrata metido en Los Pinos por la puerta de atrás. Y cuánto lo emborrachó el poder de una banda tricolor como para jugar el papel de picapleitos, de tragaldabas que por dondequiera que pasa (escoltado) va dejando fierros en la lumbre con los que perjudica el país. A propósito…
Después de un proceso electoral traumático que envenenó el panorama político y dividió de tajo a las masas sociales, ¿merecemos un mediano como el actual? Claro que lo merecemos, porque recuérdenlo ustedes, si es que alguna vez lo supieron y ya lo habían olvidado: somos nosotros los propietarios de esta, la casa común, las escrituras en el 39 constitucional. Como propietarios de la vivienda somos los encargados de  contratar servidores de nuestra finca, y así, ¿no somos nosotros, los dueños de esta casa de todos, los responsables de la clase de gente que contratamos? ¿Que no había más opciones que esos que nos aprontaron en las urnas? ¿Los propietarios de la vivienda tienen que ser forzados a escoger a sus empleados? El que paga sus servicios, ¿no los escoge a su satisfacción?
Pues sí, pero nosotros, renuentes a pensar, ¿seguiremos padeciendo lo que el gusanillo del cuento,  que en su covacha dio cobijo al sapo? El malhadado, ya adentro, hinchó la panza y echó fuera al aturdido que lo dejó entrar. O la versión  del filósofo:
“La sociedad, para vivir mejor, crea como un utensilio el Estado. Luego este se sobrepone, y la sociedad tiene que empezar a vivir para él. A esto lleva el intervencionismo del Estado: el pueblo se convierte en carne y pasta que alimenta el mero artefacto y máquina que es el Estado. El esqueleto se come la carne. El andamio se hace propietario e inquilino de la casa”.
Todo porque el propietario se niega a pensar, al ejercicio de la autocrítica y a la creación (él mismo, que es su deber) de  las estrategias adecuadas para contratar un nuevo gobierno, un nuevo constituyente y una nueva constitución, y así darse un gobierno al que obedecer como su mandante.
¿Pero las masas sociales no escarmentamos? ¿Tropezarnos, una vez más, con el mismo mediocre cuya temeridad hepática se atreve a afirmar que López Obrador sigue siendo un peligro para México?  ¿Afirmarlo hoy, desde el 45 por ciento de aceptación que ha logrado su naufragio gubernamental? ¿Qué se precisa, de qué se carece, para no escarmentar, para a lo suicida  reforzar la división que generó su llegada a Los Pinos, haiga sido como haiga sido y por la puerta de atrás? Juanito, Fox, La Sahagún, ¿no podría Alejandra Sota, de la oficina presidencial, colocarlos de consejeros que enseñaran al de Los Pinos a rematar lo poco que resta de su gobierno sin rematar lo poco que resta de este país? ¿O el picapleitos va a seguir con Cristián Vargas,  legislador mascafierros, de asesor? Por cuanto a nosotros, ¿a seguir, espectadores pasivos, con el reniego y la exigencia en la boca? ¿Continuar, puño en alto, del puente a la alameda, y no más? Es México. (Nuestro país.)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *