Católicos y cristianos

Dos ríos que fluyen paralelos, aunque a veces, raras veces, se juntan, y aun llegan a mezclar sus aguas. Mis valedores:

En el seminario realicé mis estudios y me preparaba para la carrera sacerdotal, pero a su hora salió a flote mi verdadera vocación, la de en las enaguas de una mujer, mi única. Con la bendición de mis preceptores me fui al mundo que alienta más acá de las bardas del seminario, y la paz. Pero no iba a salir con mis manos vacías.

No, que en el seminario me dieron a comer del árbol del conocimiento del bien y del mal y me troquelaron los dos únicos colores de la conducta humana: el blanco y el negro; sin matices, sin medias tintas, sin más. Ya es asunto mío si conociendo su diferencia abismal encuadro mis actos a dicho conocimiento, y  algo más: aprendí los recovecos de la gramática y algunos de la religión; su misterio, sus dogmas, su ceremonial. Supe  de la oración, ese vínculo del creyente con su Creador. Y me vine a incrustar en el mundo, en mi mundo de la Insurgentes. En paz.

No advierto cristiano mi vecindario, pero sí católico, y por eso mismo generador de violencia intra-familiar, y de briagos y desobligados, y de casadas que dan la espalda al marido y el frente al sancho. Fluye cada día en mi barrio un ancho río de necesidades: el baldado, el desempleado, el que sobrevive al día y apenas, a penas. La clínica del Seguro Social y la sala de Urgencias son el vivo, el mortecino y sufriente muestrario de la herida que sangra, la llaga infectada, la purulentosa piel y la enfermedad incurable de los esperanzados que ya nada esperan más allá de lo angosto y raído de su esperanza: el milagro de Dios.  Garapiñando la zona, la parroquia, la capilla, la ermita, la hornacina callejera y la salmodia de las campanas que convocan a misa, al ángelus, al rosario. Qué de oraciones, de pedimentos y rogativas sugiere el río revenido de las necesidades que muestran los esperanzados de mi colonia, católicos la gran mayoría. ¿Entonces?

¿Por qué en templos, capillas y ermitas, a media mañana, medio día o media noche, el ritual religioso se resuelve en bombazos que despiertan arritmias y taquicardia, cimbran los cristales de las ventanas y les chispan el mastique? ¿Por qué, si es la oración un acto de conciencia que se cumple de piel adentro, un íntimo diálogo del ánima con su Creador; por qué toda manifestación de religiosidad la resuelve el católico con el retumbar de cohetones que ni los beneméritos judíos del «holocausto” arrasando congregaciones de palestinos inermes? ¿El fragor de la pólvora indica religiosidad? ¿A punta de estallidos se intenta atraer la atención de un Dios al que por distante se le llama a bombazos, o sólo se pretende espantarle el sueño? Yo pregunto a los reverendos pastores de la católica grey: ¿es esa la forma de orar que han enseñado a sus «fieles»? ¿A punta de explosiones de pólvora vamos a recuperar unos valores morales que esta católica sociedad parece haber perdido de forma irrecuperable? Sus reverencias y paternidades:

¿Por qué permiten, por qué fomentan que a bombazos y a nombre de Dios se violen leyes y el sosiego personal, familiar, comunitario? ¿La potencia del estallido está en relación directa con el grado de dificultad del milagro que implora el pensamiento mágico? ¿Diez arrobas de dinamita para que Dios me saque de pobre y una chinampina para que lave el país del narco y la corrupción? Padre cura: ¿cuántos megatones de cohetes necesito para sacarme la lotería?  El milagro, ¿a retumbos de pólvora? (Dios.)

Noviembre

Organillo callejero que en el barrio y en tu vieja melodía vas llorando una tristeza. Tu tristeza por tan vieja -se asemeja con la mía…

La voz del cilindro, que es decir la voz lamentosa del barrio bajo, la del corazón arrabalero cuando la hora de las tristuras. Esa del organillo callejero, fue la voz que hace rato erraba por mi calleja, desparramando nostalgias en las notas de un vals destartalado, tono menor, que convocaba memorias añejas y remembranzas. Yo, el ánima contristada por los fieles difuntos, aquel suspirar.  Memento homo.

Será que noviembre ha invadido esta casa, con su aroma de cempazúchil; será que me hace guiños la Inexorable; el caso es que desde que abrí los ojos esta mañana percibí que el ánimo me amanecía anochecido, y asordinada mi mañanera alegría.  El caso es que la mañana pasé encerrado en el cuarto de los trebejos, y contemplando aquellas fotografías que, de tan añejas, se visten de daguerrotipos, me puse a practicar el ejercicio onanista de la remembranza, la evocación. Y aquel suspirar…

Examiné las agendas en desuso con su fecha que hace qué años, cuántos, y sus señas telefónicas de 6,7 dígitos, y tantos nombres allí asentados que hoy son sombras nada más, y fantasmones familiares de amores que se esfumaron para nunca más, y de súbito: entre las hojas de la agenda que se deshoja, la deshojada flor, casi polvo descolorido: un nomeolvides. ¿Quién sería la de la flor? Ah, la de nomeolvides que los amores marchitos han terminado por marchitar; la de mujeres que en el río de la vida, yo con su flor de nomeolvides en un libro de poemas, he olvidado a estas horas, como tantas mi nombre habrán olvidado. Quedo, suspirando apenas (a penas), Bach…

Sólo vinimos a dormir,  solo vinimos a soñar, -no es cierto, no es cierto que vinimos a vivir en la tierra.

Así, ceniciento el ánimo, a media tarde me di a levantar la ofrenda por mis fieles difuntos: una mesa, el taburete, la oscura cubierta de lienzo y el reguero de crisantemos y cempazúchiles, grecas de papel morado, pan de muerto, cigarros, mezcal, el incienso y la calabaza en tacha. Pastoreando la ofrenda, la vera efigie de mis ausentes: mi padre Juan y la parcelilla de cartulinas desde donde los descarnados me miran con ese modo turbador, recordándome (¿lo pudiese olvidar?) que polvo soy y que viva mi cacho de vida a todo vivir; que estoy vivo todavía y que soy joven por el solo hecho de que no me he muerto. “Esto, tenlo presente, porque es más tarde de lo que te imaginas”.  (Y este escalofrío…)

Con mis muertos redivivos viviendo (ceras y cruces) su vida efímera, terminé la ofrenda, y las manos se me vinieron olorosas a noviembre, a oficio de tiniebla, a huesa y a camposanto. Mis ausentes. Y esta tristura…

Por librarme de la presión (prisión, opresión) que me enrarecía el aliento me escapé a la calle, la anduve unas cuadras y ahí, ante la reja del caserón, el repicar de la campanilla. A la luz del farol vi a la joven ya avejentada: ¿trabajo doméstico, de oficina? Una figura se asomó allá adentro, y…

–  ¿Me da mi calaverita?

¿Cómo? ¿A su edad enganchada en la tradición de los niños? Salió entonces esa ventruda con una criatura en brazos.  Guardería. A la vista de la mamá  la niña tiende los brazos y suelta el llanto. “Su calaverita, María”.

Ella la toma, la cobija, se la acuna en el pecho, se fue alejando por esa calle. Con su calaverita…

Y en la dulce mansedumbre de tu queja – que las sombras diluyeron – y en perfumes evapora la distancia -mi alma aspira la fragancia – de las cosas que se fueron…

¡Cuán gritan esos malditos!

Aquí mi retablo anual de noviembre, el mes de los fieles difuntos, los ecos de ultratumba y el memento homo. Hoy (tristón, memorioso,) pienso en Don Juan Tenorio. Lo estoy oyendo, con Mozart, en el aparato: fachendoso, fanfarrón, arriscado. Vida hazañosa.

Noviembre es el mes de Don Juan, cuando la tradición se encuentra y da testerazos con el figurón sevillano de oropel, capa y espada, plumón al viento y desplantes de matasiete, ese macho entre machos que recorre las noches sevillanas siempre en urgida brama de amoríos de traspatio, de trasputín, que a algunos resultan los más deleitosos. Noviembre.

Este mes da vida, efímera también, al romanticismo teatral del XIX español, que en escenario frondoso se nos torna hazañas y tropelías del héroe de fuegos fatuos y lances de encrucijada, el bigardón de la bravata y el voto a tal, el de las imprecaciones a cielos e infiernos y la violación de honras femeninas. Noviembre da vida -pasajera también, como toda vida que se respete- a la rendida y crédula doña Inés, y a la de Pantoja que a lo largo de este mes vuelve a troncharse al asedio verbal, todo retóricas y prosopopeyas, del labioso logrón de todo lo que huela a cosa femenina. Aquí tomándolo en serio y allá entre befas, morcillas y chabacanas parodias, este mes y sobre el escenario habrá de resucitar esa procesión de fantasmones que pese a su tufo de cadaverina y formol sobrellevan empaque de inmortales. Don Juan.

Del romanticismo español se nos cuela vivito y trovando ese verraco de las fanfarronadas y los queveres de alcoba. Están aquí las balandronadas en metro octosílabo y los arranques aspaventeros del Burlador, azote de hogares con mozas honestas y hosterías con mozas del partido, que para el gusto del garañón tanto monta, monta tanto. Aquí llega, raso y terciopelo, y clama una vez más: ¿No es verdad, ángel de amor? Noviembre.

Por esos imponderables que nunca faltan en la humana industria es que mi Don Juan se alza a mitad del foro y resiste el paso de las épocas, las glosas más burdas y las más crueles parodias, las más chabacanas y convenencieras del espectáculo. Aquí está Don Juan Tenorio para el que quiera algo de él.

¿La representación de un carácter humano? ¿Un personaje real, posible, de tres dimensiones? ¿Un mito, y no  más? ¿No pasa de ser un sueño, y los sueños, sueños son? «En modo alguno Don Juan representa al prototipo del caballero español, ni el del aventurero, ni el del conquistador de honras femeninas; los elementos que forman la psicología del Tenorio son irreductibles a un ente humano». Es un mito, y los mitos, mitos son.

Sí pues, pero su estatura de héroe a la altura de las galerías, su empaque de gallo de fiero espolón a ojos del vulgo, su mala fama, tan buena,  de agitador de agazapados deseos y apetitos mal confesados, ¿esos quién se los quita?

Mito será, formol y carantoña engolada muy al XIX español, pero ahí nos llegó, con noviembre, este sevillano de utilería, drama y parodia, para el que quiera algo de él, y a propósito:

¿Quién fue aquel José Zorrilla, creador por antonomasia del Don Juan? Fue un dramaturgo que vivió 11 años en México para de vuelta a España vilipendiarlo; uno que llevó vida arrastrada; que vendió su alma (su Don Juan) por mucho menos de lo que vale el dramón; uno que de epitafio  asentó esta frase: Lo que constituiría mi desgracia sería vivir todavía algunos años más.

Conque no paséis afán – de aquí adelante por mí, – que como vivió hasta aquí – vivirá siempre Don Juan.  (¿Sí?)

Redrojos humanos

Margarita sin discusión, es albacea patrimonial de la Décima Musa, fabulaciones de aire oriental que recrean encantamientos de Scherezada; y, muy especial este poemario, que fue cautivándome a medida de imágenes, melodías y ritmo.

Quien así se expresaba fue el escritor de Al filo del agua, novela magnífica, y de un relato delicioso, Flor de juegos antiguos. Léanlos.

Pues sí, pero lástima, vino el remolino de la política y convirtió al intelectual en burócrata y ahí se torció la andadura de Agustín Yáñez, al que convirtieron en gobernador de Jalisco, titular de la SEP y adulador de la hermana favorita de JLP., aquella Margarita que nos vino a resultar «albacea de la Décima Musa». ¿Pues qué? ¿Será verdad que todo individuo tiene su precio? En fin, que a principios de noviembre me da por hablar de unos muertos como Margarita, que  cuando era una mujer «apenitas»  intentó ser mi amiga. Me acuerdo.

Mirándola en la cresta de la ola politiquera, oyéndola hablar  ante una intelectualidad que la escuchaba con la boca abierta,  recordé a la buena mujer y  honesta mediocre que, con años y achaques a cuestas, trepaba los cuatro tramos de escalera que daban a aquel mi depto. de los viejos tiempos,  y resoplando intentaba alcanzar  resuello para contarme sus planes de una telenovela imposible. (De estos destinos sabía un rato largo mi señor Shakespeare; de las abruptas mudanzas de la fortuna y de los cambios que en el débil perpetran, para perderlo, el poder excesivo y el dinero fácil. Margarita, Marta Sahagún, la Cocoa…)

Pienso al teclear: detrás de la máquina de escribir de por aquel entonces recibía yo  a Margarita, que aún no alcanzaba el rango de “doña”, y curioso fenómeno: aquí sigo yo, tecleando para comer y comiendo para teclear. Margarita, en cambio, tras de una borrachera sexenal que desangró las arcas de la comunidad y se apoderó de los dineros de todos que serían para beneficio de todos, se nos volvió seña de identidad de esa familia de sinvergüenzas que se quedaron sin nada más que dinero después de que acapararon tanto; de esos rapaces que cayeron a mal vivir atejonados en su madriguera: uno en la Colina del Perro y la otra en retazos de terreno hurtado a Chapultepec. ¿Cómo juzgará la  historia a Marta Sahagún, al segundo marido, a los Onésimos y Norbertos que lograron que el beato del anticomunismo les anulara el primer matrimonio? ¿Cómo juzgará a Raúl y Carlos, a Romero Deschamps y a los demás protegidos por ese podrido racimo de leyes alcahuetas que los protegen? Ah, Margarita, si por aquellos días hubiésemos sospechado el rudo destino que le aguardaba por haberse arrimado, por un chiripazo de la atolondrada fortuna, a esa fábrica de difuntos civiles que es el Poder. Usted,  Margarita, la Marta Sahagún de otros tiempos…

Pero no sólo el labioso intelectual. El coro, al unísono, por aquellos tiempos: «Doña Margarita, cuya apariencia ha sufrido cambios dramáticos para bien y está guapísima (el matutino), ha adquirido en propiedad el imperio editorial de los Ampudia y ahora es dueña de las publicaciones Play Boy. Además la culta dama es propietaria de la estación televisora canal 2, de Reynosa; del canal 17 en Nuevo Laredo; de Radio Cristal, del D.F. y de 20 estaciones de radio en el área fronteriza. Para quienes se quejan de que algunos funcionarios públicos son entrenados a todo costo para luego desperdiciar sus conocimientos sirva de mentís el ejemplo luminoso de doña Margarita”.

En fin. Mis valedores: que los muertos entierren a sus muertos. (RIP.)

Murió Margarita

Y murió según lo marcaron sus propios merecimientos: a lo subrepticio, sin hacer ruido y sin que a nadie, o casi nadie, importara su muerte.  Esto, cuando en vida tanta estridencia provocó durante sus seis años de gloria efímera, los del gobierno de su hermano, experto en las artes del nepotismo, López Portillo. Por cuanto a las depredaciones que perpetró al arrimo del tal hermano, Margarita se nos escapó (a mi, a ustedes, a la justicia); logró huir sin pagar su deuda porque vivió atejonada tras unas instancias justicieras alcahuetas y logró una muerte oportuna, tan inoportuna. Margarita dejó de existir hace lustros, por más que hace pocos años falleció, con tanto que nos quedó a deber. Clamaba López Portillo cuando candidato del Tricolor a la presidencia del país:

¡Arrojen del PRI a los pillos! ¡El Partido no es cueva de ladrones! ¡Denúncienlos! ¡El PRI no es pantalla de pillos! ¡Las causas del PRI no son ni los prófugos ni los aprovechados! ¡No a los que sólo se escudan en el Partido del pueblo para enriquecerse y robar impunemente!

Todo esto lo traigo a cuento (a remembranza), porque ahora comienza noviembre, mes de los muertos, algunos de la talla de esa Margarita que al arrimo de JLP robó y se enriqueció a lo delirante, sin percatarse de que, como el propio consanguíneo,  era ya una difunta en vida. Mis valedores:

Yo conocí a Margarita. La visité en su casa de la Colonia del Valle y   bebí la taza de infusión de manzanilla que me ofertaba. Modestas, clase media baja las tres: la infusión, la casa, la Margarita. Pero  de pronto vino el remolino y nos alevantó. Margarita, la recuerdo.

La conocí en 1968. Por aquel entonces ella era, y no más,  una señora de clase media de mediano pasar. La conocí por culpa de un cierto trabajo mío, literario, que se publicó en la revista Rehilete de la que ella formaba parte en el consejo de redacción. Entonces, y en calidad de entrevistadora, la susodicha me entregó un cuestionario que, una vez contestado, se publicaría al final de mi contribución literaria. En vez de la entrevista apareció el texto siguiente:

Margarita López Portillo a Tomás Mojarro.  A la presentación de un cuestionario extenso, qué opina de la tentación, qué pecado no tolera en el prójimo, cuál es su concepto del pecado, etc., que quiere del escritor una respuesta festiva, grave, sincera  y coherente con el contexto general de este número al que el propio escritor ha contribuido a dar cuerpo, Tomás Mojarro se entera del mismo cuestionario y responde en forma escueta que habiendo leído todas las preguntas se rehúsa a contestarlas”. Sin más.

Margarita era una mujer tímida que a la hora de las confianzas me reveló cómo solía  escribir guiones para Televisa,  que el monopolio siempre le rechazaba. “Mi sueño dorado es que algún día me acepten una telenovela”. Me reveló su seudónimo: Sibila. “Una diosa, o algo así”. Le expliqué todo lo referente al personaje mitológico y, porque la vida nos apartaba la dejé de ver. Cuándo íbamos a imaginarnos, ella y yo mismo, que la Moira estaba por maltratarla tan rudamente. Y fue entonces.

Entonces fue. Yo, atónito y aturdido ante la metamorfosis de aquella tímida Margarita que se producía ante las de mis ojos,  mis niñas,  me senté ante la máquina de escribir y redacté el texto siguiente una tarde de 1983:

«Y de repente se soltó el ciclón, y observé la transfiguración de una mujercilla que en todo había sido apenitas en el símbolo rutilante de un sexenio que fue de alucinación, despilfarro, frivolidad». (Sigo después.)

Aquí las honro

Son  Angela Merkel y Dilma Russeff, varonas cuya reacción ante el espionaje de EU. debería dar verguenza al gobierno mexicano. Con ellas, en estos días de la muerte,  honro a Isabel Ayala Nava, viuda del guerrillero Lucio Cabañas, ultimado hace 39 años por las fuerzas del gobierno. Isabel fue asesinada junto con Reyna, su hermana, por un comando armado que en julio del 2011 las balaceó en Xaltianguis, Gro.. ¿Cuántas muertes más?”, clama Micaela Cabañas, huérfana de Isabel. Y Sara Lovera, periodista:

¿Fue una casualidad? ¿Un mensaje? ¿Es parte de la confusión política y social en la que vivimos? ¿Sólo se trata de algo más de violencia en Guerrero?

A saber. Polvos de aquellos lodos ensangrentados, tal vez. Pero semejante atrocidad exhibe la inutilidad de enfrentar con las armas el Sistema de poder, cuando es factible y urgente para nosotros darnos un gobierno aliado con sólo aplicar esa estrategia adecuada: la organización celular autogestionaria. Aquí el testimonio de alguno de esos magníficos delirantes que apuntan el arma contra el Poder:

 “Te vendan los ojos. Toques de picana. Prueban los límites de tu resistencia con días sin dormir, y el pozo y golpes hasta dejarte sin aire para de inmediato sumergirte la cabeza en agua y provocar el ahogamiento. Te cuelgan de helicópteros. Para tí es mejor que te maten, pero no te dejan morir. En la tortura te matan muchas veces”.

¿El provecho que el guerrillero, equivocado magnífico,  reporta a las masas populares? ¿El destino que le aguarda?  Terminar como Lucio Cabañas, profesor rural caído en un enfrentamiento con fuerzas del ejército el 2 de diciembre de 1974. Del rebelde sólo quedan la leyenda popular de una enorme valentía personal, una estatua de bronce y el rito de las honras fúnebres.

En Atoyac de Alvarez, una tarde de diciembre del 2002, nostálgicos fieles del insurgente inhumaron sus restos y los fueron a depositar en el punto en que se alzaba el tamarindo a cuya sombra el combatiente se manifestaba contra el gobierno.  Y no más, que tal es el destino del guerrillero que en su impaciencia porque cambien las condiciones calamitosas del país toma un arma y se remonta a la sierra, donde habrá de enfrentarse a un Poder que lo rebasa en violencia armada, y que mañana lo va a bajar en una bolsa de plástico, si no es que lo arrojen en un hoyo de la tierra bruta, y del generoso insensato nadie conocerá el rastro.

Ante la guerrilla urbana el régimen desarrolla un aparato policíaco basado en Inteligencia Militar que funciona con los métodos usuales de la contraguerrilla urbana: tortura en cárceles clandestinas, desapariciones y muertes “aleccionadoras”: los cuerpos de guerrilleros aparecen terriblemente torturados. (ORPC, 1968-1985.)

Pero los matanceros de ayer serán las reses de mañana, y el tiempo coloca a los hombres en su lugar. Treinta años después de asesinado  Cabañas, dos de los generales que lo  persiguieron descalificándolo de bandolero, delincuente y criminal, Arturo Acosta Chaparro y Humberto Quiróz Hermosillo, fueron encarcelados por delitos de narcotráfico. Hoy el maestro y luchador civil se mira de frente, en el bronce, con el bronce del prócer Juan Alvarez. A 39 años de su muerte a manos de las fuerzas federales, en Atoyac de Alvarez fue recordado con una estatua de bronce, una velada cultural y una marcha cívica. Y la paz.

La paz, sí, pero hoy, mientras tanto, ¿cuántos muertos más?

Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez, Arturo Gámiz, Lucio Cabañas, Isabel y Reyna Anaya. (A su memoria.)

Morir, y no más

(Aquí, para ustedes, mi recordación anual de La Descarnada.)

Me gustaría vivir siempre, siempre (…) -Porque como iba diciendo y lo repito: – ¡Tan­ta vida y jamás! – Tantos años, ¡y siempre, muchos siempre, siempre, siempre!

Porque, a querer o no, mis valedo­res: se impone hablar de la muerte; tener­la presente siempre, y esto por una razón vital: vivos estamos, y por esta sola condi­ción es la muerte nuestra segunda natu­raleza y desembocadura natural. La edad no importa. No importa el estado de sa­lud. Nada importa nada frente a la muer­te que, dice el filósofo, siempre es posi­ble, aunque no probable; esa que nos será siempre espantable, y prematura siem­pre, no importa a qué edad sobrevenga,  y lo provechoso: si tenemos presente que nuestro destino es morir, más habremos de apreciar este nuestro tiempo de vi­da. Porque mientras nosotros somos, ella no es, y cuando ella es, nosotros ya no so­mos. Y qué tiempo mejor para recordar a la muerte, la propia y particular, que estos días cenicientos de noviembre. Memen­to homo…

Cuando yaces agonizante no mueres sólo de la enfermedad. Mueres de toda tu vida. Aprende a morir y vivirás, porque na­die aprenderá a vivir si no ha aprendido a morir. Si no sabes, despreocúpate: la na­turaleza te dará todas las instrucciones a la hora precisa. Ella tomará por su cuenta el asunto.

A todos ustedes invito a recordar a nuestros difuntos; los invito a detener el tanto de un suspirillo nuestra desafora­da carrera rumbo a ninguna parte, y me­ditar en la única certidumbre que tenemos en esta vida: la muerte. Porque en verdad les digo: para morir sólo se necesita es­tar vivo, y sólo está vivo quien sabe que habrá de morir, y créanme, es más tarde de lo que suponemos; de lo que desearía­mos tantos…

Y no quiero morir. No quisiera morir: -amo la vida porque está colmada de poe­sía – y de crímenes, y de odio, y rabia y lá­grimas.

No; ni el poeta, ni nosotros, sobre to­do quienes ya andamos doblando el Ca­bo de Buena Esperanza. Pues no, pero habrá que morir. «Hay que morirse: – hay que irse muriendo a piedra y lodo. – A soledad, a gritos, a poemas: – hay que morirse. Nada más. A secas». M. Guardia, y Sabines:

Mi madre me contó que yo lloré en su vientre. – A ella le dijeron: tendrá suerte. – Alguien me habló todos los días de mi vida – al oído, despacio, lentamente. – Me dijo: ¡vive, vive, vive! – Era la muerte.

Y la figura de la muerte, a decir de Cervantes, en cualquier traje que venga es espantosa, y Paz: Para el mexica­no moderno la muerte carece de signifi­cación. Ha dejado de ser tránsito, acceso a la otra vida más vida que la nuestra. Pero la intrascendencia de la indiferencia ante la muerte es la otra cara de nuestra indi­ferencia ante la vida.

Pero fuera tristuras, arriba corazones, estos que anidan vivos dentro del pecho, porque nosotros,  lo jura el Popol Vuh, somos los vengadores de la muerte. Nuestra estir­pe no se extinguirá mientras haya luz en el lucero de la mañana.

Porque muerte y lucero están ahí nomás, tras lomita, vivir; pero vivir a cabalidad, con todos los sentidos  todavía vivos. Vivir hasta atragantarnos cada día y en el cogollo de cada minuto. Hoy nada más. Por siempre hoy, por más que el “siem­pre” sea un invento del humano para sus dioses, no para simples humanos. Vivir sin obsesionarnos a lo necrofílico por esa muerte propia y particular que vive dentro de cada uno de nosotros. Vivir de punta a punta la vida. «Porque  vida y muerte son uno, como lo son el río y el mar», y porque habrá que morir. Sin más. (Memen­to mori.)

Ignominia

Es un nuevo atentado contra la Constitución de parte de quienes protestaron acatarla, encabezado por el  Ejecutivo y apoyado por quienes en las cámaras han manifestado ya su disciplinada sumisión, pero ahora en un asunto de gravísima importancia: la modificación de los artículos. 27 y 28 de la Carta Magna, esenciales para nuestra seguridad energética, para nuestra seguridad nacional y por ente para nuestra soberanía.

El memorial de la ignominia, titula Jiménez Espriu su reciente crítica  de esa reforma energética de Peña que apoyan los «chuchos»  del PRD. Eso, aunado a la propuesta gubernamental de que se echara tierra al tema del espionaje contra el de Los Pinos (en las antípodas de la digna, decorosa reacción de estadistas como Angela Merkel y Dilma Russeff) me motiva para traer ante ustedes la parte medular de La compra de la  República, ¿la conocen ustedes? Se trata de una «fantasía» de Papini que sin mucha dificultad imagino protagonizada por Obama y el Peña cuyo proyecto, afirman quienes de esto conocen, fue redactado en Washington. La «fantasía» publicada en Gog:

“He comprado una República. El Presidente tenía el agua hasta el cuello y su ministerio, compuesto de ineptos, era un peligro. Las cajas de la República estaban vacías; imponer  nuevos impuestos hubiera sido la señal del derrumbe de todo el clan que había tomado el poder. Un agente americano que se hallaba en el lugar me avisó. El ministro de Hacienda corrió a Nueva York; en cuatro días nos pusimos de acuerdo. Anticipé algunos millones de dólares y asigné al Presidente, sus ministros y  secretarios, unos emolumentos dobles de aquellos que recibían del Estado. Me han dado en garantía, sin que el pueblo lo sepa, las aduanas y los monopolios. Además, el Presidente y sus ministros han firmado un contrato secreto, que me concede prácticamente el control sobre la vida de la República. Aunque yo, cuando voy allá, parezca un simple huésped, soy el dueño del país. En estos días he dado una nueva subvención para la renovación del material del ejército. Me he asegurado, a cambio, nuevos privilegios…

El espectáculo me divierte. Las Cámaras continúan legislando libremente (en apariencia). Los ciudadanos siguen imaginando que la República es autónoma e independiente. No saben que todo cuanto se imaginan poseer –vida, bienes, derechos civiles- despende de un extranjero desconocido para ellos: de mí. Mañana mismo puedo ordenar la clausura de las Cámaras, una reforma constitucional, el aumento de tarifas de aduanas, la expulsión de mi país de los emigrados. Podría, si lo quisiera, revelar los acuerdos secretos de la camarilla ahora dominante, y derribar al Gobierno, desde el Presidente hasta el último secretario. Y no me sería difícil obligar al país que tengo bajo mi mano a entrar en una guerra que no le incumbe. Esta facultad oculta e ilimitada me ha hecho pasar algunas horas agradables. Sufrir los fastidios de la comedia política es una fatiga bestial, pero ser titiritero que detrás del telón puede solazarse tirando de los hilos de los fantoches obedientes a su movimiento es una voluptuosidad única. Mi desprecio de los hombres encuentra un sabroso alimento al observar que los del clan siguen actuando su papel de jefes legítimos«.

Mis valedores: ¿México ante los Estados Unidos? Qué país éste, qué país aquél. ¿Y nosotros? ¿Nosotros qué? Los «dueños» del energético temiendo y orando (yo no) ante la proximidad del México-Nueva Zelanda mientras que el de Los Pinos…

Ah, México, nuestro país. ¿Nuestro? (Lóbrego.)

México y el imperio

Vecinos distantes. California, EU. El pasado martes un conductor ebrio, a exceso de velocidad y que hablaba por celular, ocasionó la muerte de una familia de 5 mexicanos. La madre de la familia estaba embarazada de 7 meses. 

Y es que el extranjero, según la analista Julia Kristeva,  no significa más que una boca de sobra, una palabra incomprensible, una forma de ser y una conducta no apegadas a la norma. Como trabajador ilegal es un desollado. Ese extranjero sangra de cuerpo y alma, humillado, depreciado en una situación en la que sirve de criado(a) a los otros, que molesta si enfermo; es el enemigo, el traidor; la víctima, después de todo.

Y si inmigrante, peor todavía, y si mexicano, trágico, y si en Arizona, siempre al riesgo de cárcel y deportación a un país que lo trató de entenado y donde ni cómo lograr la sobrevivencia. Destino de pueblos débiles, que nunca quisieron escuchar las advertencias del Conde Aranda, de Marinello y Bolívar, del genio americano, José Martí.

El DIF local recibió a la niña Elizema, de 18 meses de edad, que sobrevivió a las altas temperaturas del desierto de Arizona, una vez que su madre Yolanda G. Galindo, de 19 anos de edad, falleció por deshidratación en el intento de pasar a EU. de manera ilegal.

Este 28 de octubre, en tanto, The New York Times pidió al presidente Obama no deportar ni un sólo inmigrante más, si es que éste no ha cometido un crimen o sólo es culpable de una falta menor. Su gobierno mantiene “la tasa frenética” de deportaciones, de 400 mil personas expulsadas en un año, basado en decisiones políticas y no de seguridad pública.

A Tacho y a Quetita los asaltaron en el desierto de Arizona. A él lo mataron y ella regresó a su pueblo para enterrarlo.

Los peligros que enfrenta el ilegal: muros, rangers, ku-klux-klanes y pandillas de xenófobos como un tal Grupo de Resistencia Aria Blanca (WAR), que ha llegado a azuzar de esta forma a los granjeros de Arizona: “¡Si no es blanco deséchalo! ¡Detener la avalancha de lodo o ahogarse! Necesitamos una frontera de verdad. Primero agarramos a los hispánicos, luego a los asiáticos y a los negros. Deportación. Todos se largarán a casa. ¡Violencia contra la avalancha de lodo que nos llega del Sur!”

Mis valedores: ¿han visto Historia Americana X? Como sacado de la película el dirigente de WAR defiende el genocidio de Hitler, aplaude el terrorismo y celebra que más de 10 millones de africanos hayan contraído el SIDA. Por cuanto al mexicano:

“Moreno y mañoso, nos chupa como una garrapata. Cruza la frontera sin un centavo; los gringos le compran la comida. No quiere aprender a leer, pero tiene los güevos para garabatear nuestras paredes. Reza a Dios noche y día, pero roba todo lo que puede. Basura de raza, logra reproducirse rápidamente porque sus mujeres ya nacen embarazadas. ¡A detener esos millones de animales color lodo que sólo saben reproducirse!»

Desafortunadamente, los hombres blancos se han vuelto cobardes. La salvación de la raza blanca depende de las mujeres. Quizá no tengan la fuerza para blandir un bat de beisbol, pero sí para comprar una lata de gas lacrimógeno para cuando vean un animal de color de lodo. ¡Sálvate de esos buitres come-frijoles!

Laredo, Texas: Tres mexicanas agonizaban en pleno desierto, con temperaturas de hasta 44 grados centígrados. Se preguntó a los migrantes cómo lograron sobrevivir a la insolación: “Sobrevivimos bebiéndonos nuestros propios orines”.

Mis valedores: esto es USA, esto es México.  (Esto es nuestro país.)

Al sonoro rugir del balón

Sigo la crónica del chiverío que enajenó al mentecato que fui de joven, y la reanudo con el recuerdo del Tigre Sepúlveda, que en la defensa central ganaba contiendas con la pura estampa de una camiseta a rayas, unos mostachos aguamieleros y un mirar así, miren, de fiera en brama. Y a palidecer, esos margaritones del Atlas, que allá viene el Tigre.

Te honro a la vuelta de tantos ayeres,  zambo aborigen genial,  pesadilla de rivales, honra y prez de Atemajac. ¡En la defensa izquierda Jamaicón Villegas, y ya!

Nuño: sacrificio, entrega, dinamismo puro y puro pundonor. No, y aquel inolvidable… ¿cómo se llamaba el inolvidable tirador de media distancia? Qué  inolvidable zurdo era ese que se me olvida, que manera de avanzar: pique, freno, descolgadas escalofriantes y el sonoro rugir del balón al ángulo superior de la portería. ¡Y autogol del inolvidable! «Mis» chivas…

Como si lo estuviera viendo: Marimbas Vidrio mentado. Me acuerdo que cuando en el área chica se picaba con el balón… Un momento; el Marimbas Vidrio no, que ese era de los otros, de los mediocampistas del Atlas. Es que de aquello hace ya tantos abriles, diciembres…

Pero tú cómo te me ibas a olvidar, símbolo garrochón de mi juventud primeriza. De pie te saludo, chiva grande, tú al que así anunciaban todos los altoparlantes de todos los estadios donde se practica el futbol:

“¡En la portería de las Chivas… Jaime… Tubo… Gómez!»

Palcos, sombra preferente y sol general se cimbraban y se venían, aunque nomás de chiquitibunes. ¡Ah, Tubo de mil batallas, espejo y flor de «mi» chiverío desde  chivito de las fuerzas inferiores hasta llegar a chivón! Ah, Tubo afamado que por el honor del Rebaño Sagrado salías a partírtela (la madre nomás); Tubo que fuiste honra y prez del club rojiblanco cuando no era propiedad de algún mercachifle, sino de un consejo de beneméritos  que ni dueños parecían. El Guadalajara de los Colomitos lejanos, allá por los rumbos de Zapopan, por aquel entonces todavía limpio de narcos. De los Colomitos fragantes

Dije Colomitos y de golpe se me viene el paisaje sombreado del que fue establo del chiverío y querencia de mis años nuevos, los que se me murieron en olor de virgen zapopana y de primerizo amor: Con la ilusión de que volvieras – mi corazón abrió la puerta – y tus pisadas confundí – con el latir – del corazón. (Me los estoy sintiendo mojados; los ojos…)

Al filo de la nostalgia, mis valedores, me he puesto a rememorar el perfil de «mis» campeonísimas Chivas de los años 60, cuando no había en todo sol general un fanático más entrañudo que yo, pobre de espíritu y mentecato héroe por delegación que con otros tan mediocres como yo juraba que “jugamos bien, no fallamos a la hora del escopetazo. ¡Goleamos!”

Mis valedores: a esto quería yo llegar. Como alguno de ustedes, dipsómano que logró la curación,  como el vicioso que con su puro par de redaños venció el cigarrito, así yo; enajenación futbolera nunca más. Crecí, maduré mentalmente, ejercité el oficio de pensar y el de la autocrítica, me libré del cretino que fui por aquel entonces, el idiota útil al que Televisa manejó como le dictaron sus electrónicos compañones. Yo abandoné la exaltación inducida e impuesta que me traía delirando; me lavé de la mugre mental que me engarrotaba en la enajenación, la pasividad y la dependencia. Los aborrecibles futbol, cigarrito, licor y televisión nunca más. De amores el libro y unas faldas de mujer (no pantalones). Es cuanto. Y ya. A vivir. Qué más. Qué mejor. (Vale.)

¡Hay Guadalupana!

¿Por qué no «pudimos» ganar? ¿Por qué no «logramos» definir, por qué «se nos» negó el gol?  ¿No «tuvimos» actitud, no «estuvimos» motivados? ¿En el repechaje «podremos» ganar? ¿»Nos» ganarán? ¿No «tenemos» Guadalupana?

Así me habría dirigido a ustedes para enajenarlos un poco más y tornarlos aún más dependientes de once alquilones del futbol y reforzarles su actitud pasiva de héroes por delegación en provecho de mercachifles que mueven masas como marionetas. Pero no. Una moral personal, una ética periodística me impide inferirles un agravio de ese tamaño.

Yo fui un manipulado más. A mí también me devoró el Tigre Azcárraga de aquellos tiempos. Sin nunca hasta entonces haber tocado un balón y a dos nalgas frente al cinescopio, me posesioné de las hazañas deportivas del equipo de mis amores, y con las hazañas de los alquilones, mentecato de miércoles, fui héroe a trasmano, como tantos de hoy.  Yo fui uno más, pero de esa la mugre me lavé a tiempo como también del licor, el cigarrito y el clásico pasecito a la red en plan de mirón. Y a vivir.

Hoy, ante el espectáculo de unas masas sociales a las que duopolio y demás mercachifles me lo  traen a estas horas como agua en batea, he vuelto a pensar en los tiempos, qué tiempos aquellos, en que fui  uno más dentro de ese escalofriante negocio. Yo, fanático del futbol. Qué tiempos…

Hoy mismo, al filo de la nostalgia,  me he puesto a rememorar el perfil de las campeonísimas Chivas de los 60s, cuando no había en todo sol general un más delirante fanático, ni un más gritón ni un más alborotero, en la zurda el cigarrito y en la diestra en lúpulo.  ¡Y salú por «mis» Chivas! Lóbrego.

El Guadalajara, mis valedores, aquel rebaño sagrado de las fragorosas contiendas contra los margaritones del Atlas, los  mulos del Oro o el aborrecible América. Presentes tengo en la mente a los once símbolos del chiverío de mis amores, de mis amores de la primera juventud (hoy vivo la 5a., pero a todo pulmón). Aquellos  mis héroes tenían los tamaños de un Héctor Hernández, canela pura, goleador de veras. Ah, driblador de prosapia; aquella su suavidad para manejar el esférico, burlar al contrario y lanzar el trallazo que va a tronar en el mero corazón del marcador. ¡Héctor Hernández, me estoy poniendo de pie!

Recuerdo a «mi» Chava Reyes, el cabeza de melón: fino a la hora de esconder el esférico, pasarlo, desmarcarse, recibir como mandan los cánones, fusilar y ¡el Guadalajara se trepa en el marcador! «Mis» chivas…

Bujía del equipo, batallador incansable, te recuerdo ahora, Chololo Díaz; largos calzones guangoches y esa tu marunga que hoy apodan chanfle, y que en las manos del guardameta rival fue brasa y pólvora, para enseguida…¡gol! Isidoro Díaz. El Chololo…

Fino porte, señorío, verticalidad; chiva por antonomasia, el capi Jaso postulaba en cada disparo al arco su filosofía futbolera: fuerte, raso y colocado. ¡El capi Jaso toma el esférico, se pica por el área central, dribla a un contrario, dribla a dos, dispara y …¡gol de la chiva contra los Cremas de Televicentro!

A ti te miro en mi mente, Chuco Ponce mentado, constructor de juego y habilitador de unos pases en profundidad que se encargaba de convertir en anotaciones aquel afamado Mellone Gutiérrez. Y quién no se alza escuchando tu nombre, pasta de inmortal Mellone, que burilaste aquel gol que te iba a convertir en ídolo de todo San Juan de Dios y anexas, gol anotado de nalga; la zurda, para más mérito. Mellone Gutiérrez y… ¡Goool! (Gañote enronquecido,  sigo mañana.)

Instrumento del Eterno

¡Lucha frontal contra la condición de apóstoles! Sí, contra la versión de un apóstol sufrido y candoroso que soporte tranquilo la miseria y el hambre, porque cuanta más hambre y miseria más diáfano será el apóstol: he ahí un ideal del maestro mexicano que la burguesía tiene particular interés en difundir… (Aníbal Ponce: Educación y lucha de clases, 1937)

La lucha magisterial, mis valedores. Leo en el matutino del pasado martes: «Protestan maestros en las oficinas del INEGI. Cientos de maestros rodean las instalaciones federales, por lo que se encuentran distribuidos en vialidades diversas.En la manifestación participan docentes de Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Chipas y Veracruz, quienes llegaron en operación hormiga del campamento de la CNTE en el Monumento a la Revolución»

Pero a contracorriente de la historia y de la realidad objetiva semejantes formas de lucha no son únicamente del pasado martes. Ya en octubre, como ahora, pero del 2006, “ante el temor de ser desalojados de los inmuebles del SNTE, los maestros de la Coordinadoracolocaron trincheras con bultos de arena y estructuras metálicas frente al inmueble sindical”. Se trata, por supuesto, del grupo que permanece es esta ciudad, porque la mayoría de mentores han regresado a sus lugares de origen. Con las manos vacías. Como siempre, desde hace ya medio siglo; desde aquellas fragorosas contiendas que al final de la década de los 50s. sostuvo el magisterio, lado a lado con telegrafistas, ferrocarrileros y otros gremios descontentos.

Las causas de su lucha son válidas y legítimas, por más que como bien lo asentaba Aníbal Ponce hace ya 76 años, en directo contacto con las masas populares sería peligroso que el maestro llegara a comprender que también es un obrero como los otros, explotado y humillado. ¡Qué procedimiento más refinado, en cambio, convertir su propia miserable situación en la virtud más excelsa de este venerable “instrumento del Eterno!

Decirlo más claro, imposible. Pero entonces, siendo su condición así de marginada, y así de justa su lucha por reivindicaciones de todo tipo, ¿por qué ese estreñimiento mental de los mentores a la hora de crear estrategias válidas, efectivas? ¿Por qué reducir toda su táctica a la mega-marchita, que, lo han probado los movimientos de fines de los 50s, no generan un logro así de pequeño para el movimiento magisterial? Busqué en mi archivo y me topé con este espléndido estudio donde la analista apunta la razón: la desmemoria; la carencia absoluta de memoria histórica.

“En los movimiento sociales ni los propios grupos que fungieron como actores principales escapan a estas carencias y deformaciones. A través de contactos personales con maestros de primaria del DF me he convencido de que ignoran -los jóvenes, sobre todo- lo sucedido hace unos años y que sus juicios al respecto, cuando los tienen, generalmente carecen de sustentación y se limitan a manifestar su simpatía o antipatía para con los líderes del movimiento».

Y que tal situación es de veras lamentable, si se toma en cuenta que cualquier intento serio de democratización dentro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) “se enfrentará en gran parte a los mismos obstáculos que se encontraron en 1958 y que, por lo tanto, la previa asimilación de la lucha que entonces se desarrolló se torna no sólo deseable, sino necesaria”.

Pues sí, pero ahora los profesores disidentes e-xi-gi-rán a Televisa un espacio para exponer sus exigencias contra la reforma educativa.  (Esto sigue después.)

Ocurrió hace cuatro años

Sigo aquí, mis valedores, con las reflexiones que  en el 2010 me provocó un Cayetano Cabrera, ingeniero del Sindicato Mexicano de Electricistas, al que con otros 42 mil trabajadores Calderón aventó al desempleo,  y que al intento de recuperar la plaza perdida o conseguir el patrón sustituto se arrojó a la huelga de hambre en el zócalo. Los conceptos de Gladis Cabrera, la hija del ayunante:

Yo apoyo al hombre sin edad, inteligente y poderoso, inagotable y de excepción. Papá, eres mi más grande inspiración y el mejor ejemplo a seguir…” Y mi respuesta meses después de la extinción de la Compañía de luz y Fuerza del Centro, cuando Cabrera y varios más iniciaban su huelga de hambre:

Su señor padre  se equivocó de país, Gladis Cabrera. Se está dejando morir en un estricto estado de derecho, repito,  donde la ley se respeta y se hace respetar o no fuese estado de derecho. Se equivocó de estrategia en un estado laico gobernado por beatas del Verbo Encarnado.

Qué distinto hubiera sido llevar a cabo su terrible determinación en una «dictadura feroz» como la de Cuba, pongamos por caso, donde algunos inconformes con el régimen castrita se mantienen en huelga de hambre. Dictadores y sátrapas han demostrado en los hechos que son sensibles ante una justa demanda que apuntalan, como aquí el ingeniero Cabrera, a lo largo de  80 y tantos días de ayuno. Los sátrapas no tienen la condición ni la respuesta de un gobernante democrático (beato del Verbo Encarnado, además)  ante un desempleado cualquiera que pretenda  abollarles el principio de autoridad.  Compañera Gladis Cabrera:

Mucho tengo que decir al respecto al electricista y cofradía de ayunantes. ¿Querría usted transmitirle el mensaje que en trance tan riguroso y de acuerdo con enseñanzas de mi maestro de teoría política  me propongo redactar? Se trata de indicaciones diversas extraídas de la Historia sobre cómo se  triunfa sobre el enemigo histórico.

Pues sí, pero no, que ni su señor padre Cabrera ni los dirigentes del sindicato  van a leerlo, y de leerlo no lo van a entender, y de entenderlo no van a  atenderlo, y mucho menos a ponerlo en práctica. Y es que así de castrante es el dogma, y de arrogante y  burriciego. Porque a los compañeros del Mexicano de Electricistas, como al gremio de los maestros, el dogma los mantiene en la creencia de que el triunfo sobre el Sistema se enraiza en la espectacularidad y el protagonismo de una muchedumbre eufórica, la del plantón, la mega-marchita y las consignas»mágicas» gritadas a todo pulmón.

A los simpatizantes de los electricistas, en tanto, qué nos queda por hacer, sino resignarnos a contemplar las ruinas del movimiento que habrá fallecido de erosión en el zócalo, rumbo a Los Pinos o frente al Jacalón de San Lázaro. En plena vía pública, sí. “¡E-xi-gi-mos!” Es el dogma. Y qué hacer.

Sintetizo, pues, compañera Gladis, la tesis del maestro sobre cómo han de proceder los electricistas para sobrevivir a la extinción de Luz y Fuerza del Centro, maniobra que ha dado al de Los Pinos, esto dicho por algún periodista rastrero, “un enorme prestigio popular”. Le adjunto, asimismo, la táctica con la que su padre y colegas sindicalistas habrán de resistir ese feroz  linchamiento que el del “prestigio popular” ha orquestado por manos y boca  de sus comentaristas de casi todos los medios de acondicionamiento social.

De inicio Calderón y sus asesores sopesaron las fuerzas a su favor y las que actuarían en defensa del Mexicano de Electricistas.

(Eso viene  después.)

Cayetano Cabrera

Los electricistas esta vez, mis valedores. Hoy mismo, al cumplirse el 4o. aniversario de que Calderón asesinó Luz y Fuerza del Centro y echó a la calle a 42 mil integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas, los sobrevivientes «realizan tomas simbólicas de instalaciones que fueron estratégicas de la paraestatal (¿?). Bloqueos, plantones y movilizaciones han dado resultado para que el conflicto trascienda las fronteras del País. Estamos a la espera de que la CIDH saque una solución viable del conflicto», celebró Héctor Becerra. (Ausentes en la nota de prensa la sintaxis y la identidad de las siglas y del citado Becerra, lástima.)

Así que bloqueos, plantones y movilizaciones. ¿Y la huelga de hambre que sostuvieron varios electricistas? ¿Algo benefició a su causa? A uno de ellos recuerdo, yaciente en su tienda de campaña después de días, semanas y meses de no probar alimento, según lo juraban los ayunantes. Dije a ustedes en julio del 2010:

Cayetano Cabrera es su nombre. ¿Lo conocen ustedes? ¿Alguno lo ha oído mentar? El patronímico corresponde a la persona de un cierto ingeniero electricista, 46 años de edad, miembro del Sindicato Mexicano de Electricistas al que con otros 42 mil trabajadores el de Los Pinos aventó al desempleo el 11 de octubre del año pasado. Por intentar la recuperación de la plaza de trabajo para sí y los compañeros de infortunio,  hace 80 días corridos que junto con un apretado grupo de electricistas se arrojó a la  huelga de hambre. ¿Las condiciones para dejar de arriesgar la vida? Ante el articulista  Rodríguez Cortés:

Calderón, vayámonos a medias. Tú ya conseguiste la extinción de Luz y Fuerza del Centro. Ahora cédenos el patrón sustituto, la recontratación colectiva y el respeto a los derechos de nuestros jubilados. Así resuelves el conflicto y evitas un muerto.

Eso, o hasta la muerte por inanición. Por cuanto a la familia del ayunante. ¿Qué opinan sus padres, su mujer y sus hijos?

– Todos ellos me apoyan hasta del final. Que no claudique, me piden. Mi padre es jubilado del ferrocarril y luchó al lado de Demetrio Vallejo. Mis hijas sufren, sí, pero no quieren que me rinda. Gladis, de 18 años, la más chica, me manda muchas cartas de apoyo.

El ayunante se incorpora con dificultad en el catre, de entre las ropas saca un cartoncillo y lee: “Yo apoyo al hombre sin edad, inteligente y poderoso, inagotable y de excepción. Papá, eres mi más grande inspiración y el mejor ejemplo a seguir».

Y yo aquí, mis valedores, digo a Gladis Cabrera:

Que su padre es un varón poderoso, tal vez; que es un hombre de excepción, lo acreditan sus hechos; inteligente puede ser, pero aquí equivocó la táctica, y antes de que se enfade, compañera Gladis, permítame la razón de mi dicho:

¿Calderón resolver el conflicto? ¿Sensible a una víctima del ayuno?  Un fallecido, dos, 25 mil, ¿qué significan para él más allá de un daño colateral? Su señor padre, Gladis Cabrera,  ha evidenciado, junto al carácter y el temple, una ignorancia en el tema de la teoría política que lo llevó a tan lamentable equivocación. Varón de entereza, convicciones y determinación, no supo calcular la respuesta que su sacrificio pudiese repercutir en un estado de derecho como es el nuestro (¿?)  Ochenta días de iniciado el ayuno, ¿qué resultados, más allá de la indiferencia, ha logrado del de Los Pinos y el clero católico, del cuerpo diplomático, la industria del periodismo y los  miles de viandantes que a diario atiborran la plancha del zócalo? ¿Qué?

(Sigo después.)

Lo comentamos todos

El clásico pasecito a la red, mis valedores. Lágrimas, ira y desesperación provocó la reciente derrota de «su» selección ante la de Costa Rica, por más que el triunfo del conjunto gringo vino a revivir la esperanza de la fanaticada tricolor. Todo por la ruda manipulación que aplican los   merolicronistas contra el pobre de espíritu. Y a modo de ejemplo:

En aquella ocasión el Tricolor fue vencido con un penal, y el merolicronista (para eso le pagan) derramó sus lágrimas de glicerina:

Los dramáticos perfiles del futbol -triunfo y derrota, sudor y lágrima, plenitud  y sufrimiento- se sucedieron ayer, como el deshojar de los árboles en el pálido otoño. Crepitación de anhelos y angustias, clamores rotos por la emoción, sentimientos tan claros como el agua y tan profundos como el abismo; voces argentinas y cascadas en un mismo orfeón; el penaltie, verdugo implacable; el gesto del vencedor, el visaje del derrotado; la tristeza, mohín insoslayable; el gol, ese martillo que hecho grito penetra el cielo. En los jugadores distinguí una lágrima…»

Y el manipulado, a llorar…

“Tienden los cronistas a acentuar el carácter estético del futbol. Hablan de estilos y técnicas, pero que no nos engañen: intentan crear una seudocultura basada en valores irrisorios para uso de las masas a las que no se les permite tener acceso a la cultura. Hacen un serio estudio de algo de lo que nada hay que comentar aparte de algunas elementales reglas de juego».

Leo Zuckermann: “La televisión ha convertido el futbol en una gran telenovela. Cada equipo es una telenovela. Es una historia interminable sin final feliz o triste. Hay momentos de alegría eufórica y de angustia depresiva».

Lo asegura el psicólogo social: El futbol es un medio de despolitización de  masas, un señuelo para alejarlas de la cultura política. El menosprecio hacia el fanático se evidencia hasta en las condiciones inhumanas que se le hacen sufrir en los estadios, que son lo más parecido que existe a un campo de concentración, donde ni siquiera falta el alambrado de púas.

Y que la comunicación que se provoca en el futbol es del tipo de las multitudes espontáneas que se forman en ocasión de un linchamiento. No es de extrañar que suele terminar en  violencia.

De súbito, desde las galerías rompen a rodar las pasiones crispadas y los insultos, los frustrados deseos semanales. La turba de aficionados sugiere de pronto la imagen de un viejo decrépito que se exaspera en sus vanos esfuerzos por poseer a una adolescente.

La verdadera pasión es fría. El entusiasmo es, por el contrario, el arma de los impotentes.

Porque para el pobre de espíritu tal significa el clásico pasecito a la red: una locura colectiva mañosamente inducida por los logreros de la televisión. Que el martes pasado, como en encuentros previos, el Tricolor se exhibió de  irremediable mediocre con su futbol de masquiña, de pacota vil. ¿Y? ¿De sus millones de fanáticos quién le está exigiendo calidad? En este país la reacción de un enajenado del futbol es la del esperanzado de cada seis años, siempre  renuente a pensar: «bueno, sí, el presidentito del haiga sido como haiga sido valió pura madre, como Fox y los anteriores,  pero estoy seguro de que con Peña Nieto ya la hicimos».

Esas  ganas de creer. ¿Alguno de ustedes se ve en ese espejo?

Abandonados, desatendidos por el gobierno, los pobres han caído en manos de la televisión.

“Más allá de lo estrictamente deportivo, este evento tiene implicaciones económicas muy importantes”.

(Esto sigue después.)

¡Sí existe la Virgen de Guadalupe!

El hincha del futbol, mis valedores. Va aquí un esbozo del retrato hablado de ese pobre de espíritu que,  siervo obediente de la  televisión,  la noche del pasado martes padeció hasta límites del odio, la rabia y la desesperación para, repentino milagro de las piernas norteamericanas, esperanzarse una vez más. Ahora ese mediocre tiene la oportunidad del repechaje con Nueva Zelanda. «Acudiremos a la fiesta máxima del futbol. ¡Sí existe la Guadalupana!»

Así pues, «nosotros perdimos» con Costa Rica,  pero «seguimos vivos». La Morenita se dolió de nuestra necesidad. «En el repechaje tenemos que ganar, si queremos acudir a la fiesta futbolera de Brasil».   «Nosotros», héroes por delegación…

Afirma el estudioso que el entusiasmo o la decepción por los resultados que obtiene en la cancha «su»  equipo futbolero, al igual que el uso de unas insignias y un determinado color o los gritos coreados por la fanaticada, son una compensación para aquél cuya vida, en lo social e individual, es de vacío y lobreguez porque una sociedad opresiva ha despojado de todo significado su insignificante existencia. El psicólogo social:

“El hincha es casi siempre un asalariado. Por ello mismo  mantenido siempre al margen del poder y que formó su propia élite de pequeños fracasados e impotentes:  la élite de los hinchas”.

«Tiene el orgullo apasionado del mediocre». Al antisemita lanza Jean-Paul Sartre esta frase que con toda propiedad puede aplicarse al hincha de un equipo de futbol. El orgullo del mediocre. Ganamos, anotamos un gol, dice el tal, y no se ha movido del graderío, o sentado a dos nalgas frente a la de plasma observa la danza frenética de los jugadores. Hace algunos ayeres el merolicronista (sin temor al ridículo, que para eso le pagan):

“A casi 200 años del movimiento encabezado por Miguel Hidalgo, con el estandarte de la Virgen de Guadalupe por delante, los cruzazulinos siguen su ejemplo para vencer a sus rivales. La unidad, la fe y la solidaridad se debió en gran parte al catolicismo que practican y su creencia en la Virgen Morena. ‘Como todos los mexicanos, nosotros somos guadalupanos’. El gol regresó desde que la Guadalupana está formada entre ellos al entonar el Himno Nacional. ¡Cruz Azul llegará a la final gracias a la Virgen de Guadalupe!”

Pero lo grotesco no es monopolio del Cruz Azul:  “Esperamos que Dios sea atlantista”, y el Atlante fue vencido por el equipo rival, cuyo entrenador, exultante: “¡Dios sí existe. Dios está con nosotros!”

La manipulación. Se dolía, aspaventero, el merolicronista: “Manojo de interrogantes bañado por la cristalina corriente de la esperanza… Dubitativos, los verdes han causado enfado … y triviales, conducen a la angustia… válgame Dios, que de ahí al llanto existe sólo una lágrima…(Mira, mira.) El director técnico tiene fe y la distribuye … con palabras que desbordan las márgenes del río de la seguridad para bañar las riveras del optimismo… Se sueña con el gol. Está por venir, confiamos, un instante de luminosidad…”

Y sí, uno de los alquilones anotó el gol, y el de Ovaciones:

“Parpadeo de luz. El gol. El triunfo. Los brazos al cielo. El gracias Dios mío… Instante de luminosidad. El alarido, aquí, el abrazo, allá. El gozo, global. Al fin .. fueron noventa minutos de angustia… Un instante de luminosidad. Un parpadeo de luz. El gol, el triunfo. La felicidad es hoy, verde…” (Andale, pues.)

Por cuanto a los merolicronistas de los medios de acondicionamiento social: «Tienden a acentuar el carácter estético…» (Mañana.)

Santa simplicidad

Por mensajes como el siguiente, todo un catálogo de buenas intenciones que acaba de llegar a mi correo, cada día más me convenzo de que resulta indispensable  nuestro Taller de Teoría Política que se imparte los sábados, de 11 a 13 hrs., en el centro cultural El Juglar.  Irrealizable, el mensaje de Mauricio Iturriaga D. exhibe la exasperación de las masas ante el Poder. Su propuesta de solución es pertinente, pero irrealizable, porque una comunidad atomizada carece del poder necesario para llevarla a efecto. Palabra a palabra, el mensaje titulado «Una muy buena propuesta».  Júzguenlo ustedes.

¡Tenemos que cambiar esta democracia nada democrática de México!  SI ESTÁS DE ACUERDO, ¡¡¡ DIFÚNDELO !!!  Soluciones a la crisis:

SI HAY QUE CORTAR… ¡CORTEMOS!

¡¡¡Ojo!!!: en Bélgica llevan casi un año sin gobierno y están en la gloria, muy contentos!!! EL SISTEMA FUNCIONA SOLO CON UNAS BUENAS leyes.

¿No crees que ha llegado el momento de coger al toro por los cuernos?

SOLUCIONES:

ELIMINAR EL SOBRANTE EN EL SENADO Y EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS DE MÉXICO.

NORUEGA, SUECIA, DINAMARCA, NO TIENEN SENADO, ALEMANIA SÓLO 100 SENADORES, EE.UU, UN SOLO SENADOR POR CADA ESTADO.LOS GRANDES TEÓRICOS DEL DERECHO INTERNACIONAL Y CONSTITUCIONAL (DUVERGER, JELLINEC, ETC.) OPINAN QUE ES UNA CÁMARA INNECESARIA, PRESCINDIBLE Y QUE ESTÁ EN EXTINCIÓN. ¿ENTONCES POR QUÉ TENEMOS QUE MANTENER A TANTOS SENADORES Y DIPUTADOS ZÁNGANOS EN MÉXICO?

PIENSA: ¿DE QUÉ HAN SERVIDO LOS PLURINOMINALES? PARA MEDRAR Y SANGRAR EL PRESUPUESTO DEL PUEBLO. ELIMINEMOS LA PENSIÓN VITALICIA DE TODOS LOS DIPUTADOS, DE TODOS LOS SENADORES Y DE TODOS LOS DEMÁS PARÁSITOS, «PADRES DE LA PATRIA».

REVISAR Y DISMINUIR RADICALMENTE LOS SUELDOS DE ESTOS FUNCIONARIOS ABUSIVOS, DE POCA IMPORTANCIA, QUE SE PONEN LOS SALARIOS QUE SE LES DA SU GANA.

CAMBIAR LAS LEYES Y METER A LA CÁRCEL A LOS LADRONES, OBLIGAR A QUE TODO EL DINERO QUE HAN ROBADO LOS POLÍTICOS Y DEMÁS «ADJUNTOS» LO DEVUELVAN A LAS ARCAS DE DONDE HA SIDO ROBADO.

Eliminar todos los coches oficiales. Anular todas las tarjetas DE CRÉDITO oficiales, que cada quien pague con la propia y lo mismo sería con los seguros de gastos médicos MAYORES. Que acudan al IMSS o al ISSSTE como todos los mortales asalariados. Poner en la calle a TODOS los de «cargos de confianza». Tenemos funcionarios de sobra para encargarse de esas labores.

Rebajar un 30% las partidas y los PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO (transferencias a GENERAR LOS FONDOS QUE RECIBEN Y QUE NO MERECEN. ES UNA FORMA DE VIVIR que han desarrollado ESTOS PARÁSITOS que se autodenominan «políticos».

Tiene razón el FMI cuando dice que «un buen plan de ajuste podrí­a incluso acelerar la actividad económica». CON LA MITAD DEL DINERO QUE EL ESTADO SE AHORRARÍA CON ESTAS MEDIDAS AL RECORTAR EL DINERO PARA PARTIDOS GRANDES y «partiditos» de comparsa del PRI, como el «verde ecologista de méxico» y al IFE, SE ACABARÍA LA CRISIS EN MÉXICO.

Ojalá este correo lo lea mucha gente. Ojalá de la vuelta al mundo, aunque me temo que se quedará perdido en el inmenso océano del internet. También podría suceder que este correo se expandiera por la red, que los mexicanos lo enlazaran a través de facebook o twitter, que se difundiera por mail y llegara a todos los rincones del mundo. ¡Eso ya lo dejo en sus manos!

«Santa simplicidad», clama Juan de Hus en la hoguera, y el Segismundo de Lope:  «Soñemos, alma, soñemos».  Mis valedores: a despojarnos del candor. A estudiar teoría política. ¿O seguir con mensajes como…? (En fin.)

Peña, estadista

Del relojito que me obsequió mi Nallieli como regalo de cumpleaños hable con ustedes ayer. Flamante mi Cartier, joya esplendente de  carátula blanca y números romanos que apenas me lo abroché (en la muñeca)  arrancó a caminar con ritmo acompasado, y que haciendo honor a su origen tepiteño a las seis, siete horas de marcha,  su andar se desconcertó y después de desmayos y  taquicardias cayó in articulo mortis. Y qué hacer, sino marcar el teléfono del relojero, y entonces:

– En un par de días se lo dejo andando como relojito, mi estimado.

Mexicano que no fuera y, como mi Cartier, tepiteño:   tres meses más tarde me lo vine a abrochar (el reloj) en la muñeca, y desastre completo. Epiléptica resultó mi molleja, con injertos de bipolaridad.

– ¿El funcionario que habita en Los Pinos es una medioc

ridad o un verdadero estadista? Juró decir la verdad, acuérdese.

«San Juditas Tadeo, ilumíname». Y me iluminó. «El sucesor de C

alderón nos resultó un verdadero estadista, enérgico y decidido. Su  mano firme se ha dejado sentir desde los primeros meses de este sexenio».

– ¿Con sus medidas de gobierno marcha bien el país? La verdad, acuérdese.

– Extraño. Desde el exterior observamos un presidente mediocre, gris, irresoluto, pero en fin. ¿Su Pacto por México? ¿Sus proyectos de reformas fiscal, hacendaria,  laboral, educativa? ¿Su política antiimperialista? ¿Peña (así se apellida, ¿no?) defiende la soberanía nacional? ¿Qué tan cierto es que su proyecto de reforma energética se redactó en Washington? ¿Cómo funciona?

– Como relojito. Como mi Cartier, se lo juro. Si quiere, beso la cruz. (Un golpecito y las manecillas se estremecieron.)

– Increíble, pero en fin. La campaña anticorrupción, ¿efectiva? ¿A la captura de la maestra Gordillo seguirá la de Romero Deschamps?

– Y la de Salinas, Montiel, Fox, Bribiesca, Sahagún y demás sinverguenzas. Con Peña qué duda cabe. La campaña anticorrupción haga de cuenta el funcionamiento de mi Cartier.

– Entonces va a resultar que Peña es todo un estadista.

– Y tan amado por nosotros que después sus reformas, sobre todo la energética, ya andamos en agencias de reelegirlo en el 2018. Por mí que siga de por vida en Los Pinos.

– El juramento, acuérdese. ¿Con Peña se preserva el estado de Derecho?

– Y la soberanía y la  independencia. Peña nos hace avanzar como relojito.

Di unos discretos manazos a mi molleja, que se acababa de atascar. «Como este, como mi Cartier».

–  No bromea, ¿verdad?  El juramento.

– Peña vino a salvar nuestro petróleo. Su gobierno, un relojito.

Me atraganté, tosí, me metí dos dedos; y es que con los manazos al tepiteño para hacerlo avanzar se le habían cuatrapeado las manecillas y caído en la taza el segundero, que luego del trago al café me lo fui a sacar de la epiglotis. Disimuladamente me zafé el mollejón, bajé la mano y acá bajita la mano lo dejé caer en la escupidera. (Total…)

¿Peña Nieto? Como relojito…

Malhaya sea mi costumbre de cumplir años, hábito pernicioso que va a dar conmigo en la tumba. Fue el 21 de septiembre. Nallieli ciñó en mi muñeca un hermoso ejemplar de Cartier, tepiteño de origen: “Para que mires la hora en que te sigo amando, mi valedor”. Ella, mi única…

Y qué bello aspecto del Cartier, y qué precisión con la que arrancó a galopar, precisión que sostuvo el tanto de seis, siete horas, porque ya después… Acudí al relojero, y él: “En dos días lo va a tener marchando como relojito”.

Tres meses después pude abrochármelo (el reloj) en la muñeca. Pues sí, pero tras un arranque indeciso, el tepiteño ya atrasaba, ya adelantaba, ya se negaba a dar un paso más, hasta que en mala hora dejó de funcionar. Yo, por teléfono:

– ¡Se me paró, señor! ¡A las 11:43!

Y que lo viera por el lado positivo. “Un par de veces al día, a las 11:43 de la mañana y a las 11:43 de la noche, su mollejón va a darle la hora exacta. Algo es algo, dijo el diablo, y… ¿Se sabe el albur?”

Colgué. Pero yo no soy de los que se rinden. Ahí me tienen con el cebollero en la diestra (cachicuerno, 16 pulgadas de largo, con un letrero que dice: “Yo soy como el camalión, chiquito pero cabrón”). Y esto fue menear resortitos, jurgunear engranes, ajustar áncoras, bornear manecillas y enchuecar espirales, hasta que el diminuto universo volvió a caminar. Perfecto. Como caminar, mi molleja camina, sí, pero ya adelanta, ya acelera, ya recula, ya trota o se frena, ya galopa o gazapea, o se para de pronto para luego pegar el súbito arrancón, en estampida; luego avanza a media rienda corcoveando como cuaco pajarero, y se adormece y se muere para revivir con una marcha pareja, uniforme. Sí, pero todo esto en reversa, reculón que no fuera. Ah, pero qué hermoso mirábase ceñido a mi zurda, con su legión de romanos (los números), su carátula de un blanco marfil y su hechura escandalosamente nacional. Y “Lo echo enM exico esta vie necho“…

Ayer fui requerido para una entrevista de prensa con cierto corresponsal extranjero de apellido Yoshio, Tétzu, Matzumoto, Matzutula  o Tulas de esas. Fanático de la puntualidad, llegué a la cita con hora y cuarto de retraso, y es que el mollejón me juraba ser ligeramente pasado el mediodía, cuando el mediodía estaba más pasado que chavo con bolsa de chemo en mano. Impaciente, el nipón susurró algo en su lengua; por aquello de las dudas se lo reviré en la mía. Y que enciende la Sonny, y que arranca la entrevista.

– ¿Jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?

Por mi Tula madre tuve que jurárselo, y  Matzumecha: “¿Peña ha cumplido a los mexicanos todas  sus promesas de candidato?»

Tragué saliva. Lo notó Matzurita. “El juramento, acuérdese. ¿Con la captura de la Gordillo Peña inició esa verdadera campaña anticorrupción que precisa el país? ¿Abarcó a otros sinverguenzas como Deschamps, Salinas, Fox, Montiel, la Sahagún y los hijos de toda su reverenda Marta o fue sólo un vil ajuste de cuentas?  Decir la verdad, acuérdese.

¿Decir la verdad? Por decirla me  chisparon de TV., radio y periódicos, que sólo con un cachito de Radio UNAM me he quedado. Pero cómo zafarme del juramento. Seguí chiquiteándome aquel negro fuerte y bien caliente (el café). Y qué hacer. Ilumíname, San Juditas Tadeo. Y sí, me iluminó. De ganchete observé mi Cartier. «¡La campaña anticorrupción de Peña  marcha como relojito! Como este, mire».

– ¿Por su madre lo jura?

– Y por la suya. ¿Geisha, sigue ejerciendo?

(Después.)

¿Ladrón político, político ladrón?

El voto de todos nosotros no hace de cada ladrón un político. Hace de cada político un verdadero ladrón.

La fascinación que el ejercicio de la política provoca en el ente humano, mis valedores. ¿A qué se debe el apasionamiento con que se busca ejercer la política? ¿Cuál es el interés principal del ejercicio político, por qué la disputa por ocupar un lugar en el organigrama gubernamental? Dejando de lado la creación de leyes que no han de cumplir o la expresión de frases grandilocuentes en tanto vacías, como «el bienestar de la ciudadanía», «la prosperidad de los compatriotas»,  «hacer más por los que menos tienen», «un lícito afán de servir» y zarandajas por ese estilo, hojarasca y heces, y no más, una y única es la razón de esa rebatinga política que en ocasiones puede llegar hasta el derramamiento de sangre; esa razón es el manejo de los dineros públicos, tantas veces discrecional. Piensen ustedes en esa cuenta pública no sujeta a comprobación de la cual, a decir de Miguel de la Madrid, Salinas se robó la mitad cuando titular del Ejecutivo. Es por ello que en este país sigue vigente la acusación de Emilio Portes Gil, que fuera presidente interino de este país:

Cada sexenio arroja comaladas de millonarios.

Sin más. Porque en el ejercicio de la administración pública la clave de los problemas políticos se encuentra en el elemento crematístico, lo venal, el dinero. Porque detrás de un muy cuestionable interés político se advierte de inmediato el verdadero y profundo motivo de esa compulsión que ataca al personaje por incrustarse en la plantilla de colaboradores de la burocracia política.  Ese motivo es la participación en actividades que presuponen el manejo de los dineros públicos. Aun en el caso de que algún político fuese idealista en sumo grado, aun cuando toda idea de venalidad se hallase distante de su ánimo y forma de ser, por fuerza tendría que manejar intereses, bienes, dinero público.

Pero, si nos atenemos a los hechos que muestra la realidad objetiva, tan sólo del sexenio de Miguel Alemán (1946-1952) a los siguientes inquilinos de Los Pinos, y  hasta el día de hoy, el erario viene siendo manejado por verdaderos sinverguenzas, depredadores que a lo cínico y en provecho personal, familiar y de grupo, han venido saqueando los dineros de todos nosotros, que deberían ser empleados para beneficio de nosotros todos, los dueños de los tales dineros. Aberrante.

¿Culpa de quién, de quienes, tan horrorosa situación de saqueo y depredación del erario público? De los dueños de la soberanía nacional, por supuesto, que en el 39 Constitucional lo asegura:

«La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tienen todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno».

¿Entonces? Nosotros, dueños de la casa común, que supuestamente contratamos a los servidores que le han de dar mantenimiento y servicio, ¿vamos a culpar a «nuestros» malos sirvientes? ¿Al que por codicia se tornó tigre y depreda a los lugareños vamos a seguir «exigiéndole» que por amor a nosotros se vuelva vegetariano? A los sucesores de los Salinas, Montiel,  Fox,  Bribiesca, Sahagún, Nava, Aldana, Romero Deschamps y demás sinverguenzas metidos a lo impune y a lo descarado  en los dineros públicos, ¿seguir entregándoles, a lo pasivo, dependiente y domesticado,   nuestro voto tri-anual, el voto sexenal? Ah, masas. Ah, México. (Nuestro país.)