Cihuacóatl

La Iglesia Católica en nuestro país, ¿de algún modo afectada ante sus fieles por el escándalo Maciel? ¿Se resentirá ante las sinverguenzadas del garañón de sotana y el alcahuetaje de El Vaticano en razón de los oros con que hinchó las tripas del Banco Ambrosiano? ¿Deserción de feligres? No creo.
Si esa iglesia ha resistido el juicio de la historia, que en nuestro país la acusa de luchar contra las mejores causas sociales y alentar, aliarse y aun encabezar movimientos perjudiciales para todos nosotros, mezclada a los nombres nefastos de Huerta y López de Santa Anna, Maximiliano, Scott, y demás invasores, y combatir a mandarriazos de excomunión la Carta Magna del 57, y a punta de bala cristera la del 17.  Eso y mucho más ha resistido esa iglesia, que no pueda soportar paidofilias y pederastias. No, ciertamente. Sea el mexicano un “analfabeta religioso”, como lo afirmaba el obispo Genaro Alamilla, y su práctica religiosa no trascienda el ritual y la ceremonia. ¿Y? Un factor determina la fortaleza de esa iglesia en nuestro país, consignado en  la historia:
Resultado de la conquista, toda una raza que empezaba a apuntar para mestiza quedó inerme, desvalida, huérfana de sus dioses tutelares, comenzando con la pareja primigenia, Quetzalcóatl-Cihuacóatl, principio dual de la vida y de la muerte en la cosmovisión precolombina.
Pero en el mito Quetzalcóatl fue vencido por Tezcatlipoca, y todo el panteón de los dioses tutelares fue arrasado por los tercios del Conquistador. Cihuacóatl, por contras, logró sobrevivir encuevada en un adoratorio que la devoción indígena le había levantado en un cierto cerrillo ubicado en la ribera oeste del lago en su advocación de Tonantzin, la madre universal, madrecita de los vencidos y de la naciente raza mestiza. Y aquí el sincretismo.
Nuestra raíz conquistada mal sobrevivía entre ruinas: “Y fue nuestra herencia una red de agujeros”. Pero ocurrió entonces: ante la simbólica orfandad de un mestizo que se avergonzaba de ser sólo  hijo de la violada, rajada,  penetrada  por un padre Cortés crudelísimo, ahí, de repente, entre rosas apareció en la cumbre del Tepeyácac una madrecita del huérfano, al que en su propia lengua decía:
– Tú, el más pequeño de mis hijos. ¿No estoy yo aquí, que soy tu madre..?
Mis valedores: el día de hoy los mestizos nos disponemos a celebrar el Día de las Madres. Sólo el día de hoy tantos de nosotros, que el resto del año va a amenguar hacia ella nuestro fervor.  ¿Y a la madre del cielo? Penas, sofocos, dificultades en el áspero oficio del diario vivir: ¿dónde el consuelo? ¿Dónde, si no en la madrecita del cielo, ella que nos libró de sequías, inundaciones, hambrunas y pestes, y que en la mano de Hidalgo encabezó la independencia del país? La madrecita está ahí nomás, “como símbolo trágico de esta raza sin luz”. Porque hoy mismo el padre crudelísimo de los mestizos, heredero de Alvarado y de Cortés, así contesta a las demandas de unos hijos inmaduros que se niegan a crecer:
– Ni los veo, ni los oigo, ni los siento, y háganle como quieran.
Bueno, sí, pero hoy, Día de las Madres, ¿nosotros huérfanos, desvalidos nosotros?  A ver: silencio. Ahora sí,  ¿Escuchan?   Esa voz, muy queda, llega del rumbo poniente del lago:
“¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?”
Ahí, en ese ayate, está la fuerza del clero, y ha de permanecer mientras perdure en la manta la madrecita de quienes sólo de ella pueden esperar.  ¿Maciel, y compinches afectar a esa iglesia? ¿Cómo, si es  México? (Cihuacóatl.)

Seca está la pradera…

Los machetes de Atenco, mis valedores, en el cuarto aniversario de la fecha infausta en que una venta de flores derivó en violencia aberrante, fulgurantes rencores  y sangre desparramada. Fueron los días tres y cuatro de mayo cuando, reseco el yerbajo en  Atenco, sólo una chispa bastó, y unas flores, para  encender la hornaza de los machetes largos en esas tierras baldías que  en los planes del Sistema de poder convertirían en oro todo lo que tocasen. Pues sí, pero no pasaron de ser campos de contienda entre unos machetes enardecidos y unos sicópatas disfrazados con uniforme policíaco al mando de Peña Nieto. Atenco.
Tres y cuatro de mayo del 2006. Ante las desmesuras que perpetraron los uniformados del gobierno estatal contra los hombres del machete en alto, hoy rememoro las imágenes del zafarrancho que provocaron los pelotones policíacos masacrando paisanos al dictado del gobierno estatal. Voy a mis viejos archivos y observo las fotos que certifican aquello aberrante que aconteció hace cuatro años y cuyas consecuencias padecen muchos hoy todavía. Mis valedores:
Estoy mirando las fotos que aparecieron en los matutinos, y el espeluzno: manos y brazos a la defensiva,  cabezas resquebrajadas, rostros amoratados, bocas que chorrean sangre. Miro este cuerpo tronchado y este  que, macerado a leñazos de tolete y culata de rifle, cae de rodillas, codos y frente contra el asfalto. A ese otro  cuatro de uniforme derriban a garrotazos, y ese al que llevan a rastras, válgame. Coloco a un lado las fotos y me pongo a pensar: cuánto hacía que las primeras planas no se empapaban hasta grado tal. Sangre de paisano.
Eso fue aquello terrible que aconteció a principios de mayo en San Salvador Atenco, donde ocurrieron escenas de violación a los derechos humanos de los habitantes de aquel caserío. Golpes, maltratos, manoseos nauseabundos a la intimidad de algunas mujeres, extranjeras varias de ellas, a manos, a dedos, a hormonas encabritadas de los policías del Estado de México. ¿Resultado? No son los de uniforme, sino los líderes del Frente de Pueblos en la Defensa de la Tierra, con Ignacio del Valle al frente, quienes enfrentan hoy día una sentencia ¡de más de un siglo de prisión! Es la justicia de México. Pues sí, pero el Sistema no tendría que  olvidarlo:
¡Que se cuiden las espaldas esos perros, porque mañana, y hoy mismo, el muerto será uno de su lado. El pueblo de San Salvador Atenco tiene licencia para machetear a cualquier militar, policía o granadero..!
Terrible violencia verbal esta de América Del Valle, dirigente del Frente de Pueblos en la Defensa de la Tierra, como  su padre también, hoy preso en el penal de El Altiplano con más de un siglo de prisión sobre sus lomos, la misma de varios más de los líderes del movimiento que impidió a Vicente Fox la construcción del aeropuerto internacional en las tierras de Atenco. América, por su parte, hasta el día de hoy continúa prófuga.
Que se cuiden los agresores. Y a mí me parece que seco el zacate y la pradera pronta al incendio que ojalá nunca llegue a prender, debe tomar debida  nota el Sistema de que el Atenco de ayer aún vive y alienta, y en él se pudiese repetir el Tejupilco de hace unos lustros, caso paradigmático que se originó también allá por los rumbos del Estado de México, el de los policías de Peña Nieto.
Tejupilco.¿Recuerda alguno de ustedes las fotos del hombre aquel que camina por alguna de las calles de Tejupilco? (Sigo después.)

Atenco y Zoot Suit

Hablé ayer a todos ustedes de mis incursiones iniciales en las salas de cine, donde me cimbraron las hazañas del héroe tutelar de la barriada de aquel entonces: el Charro Negro, para quien quera algo de él. El cruel villano, con la ayuda de sus secuaces, había logrado raptar a la hija del hacendado e intentaba cortarle la flor de su doncellez, lo que ello signifique. En tal punto, rayando el penco, se aparecía  el Charro Negro, una 38 especial en cada mano y el vozarrón gargajoso:
– ¡Alto ái! ¡Quietos todos! ¡Levanten las manos!
Y la gayola, que se cimbraba de gritos y aplausos….
Qué tiempos. Años, daños y desengaños más tarde,  para alegrar la pantalla del cine arribarían las beneméritas del bataclán y el sainete. Hoy, en el ejercicio de la nostalgia, recuerdo a aquella soberbia Susana Cabrera, a la que algún reportero interrogó: “¿Profesión?” “Payasa”, contestó ella sin titubear. La recuerdo en su espléndida caracterización de guila del arrabal: en el rostro cargazón de cosméticos y labios estallantes de carmín; vientre rotundo, medias cuadriculadas, zapatos de latiguillo y tacón de este grandor; transparente el blusón, con escote que deja las pechugas a la intemperie, y esas caderas cautivas en una mini-mini tres tallas menor de lo que pide, implora, exige su nalgatorio.  Bajo las ojeras de pintura las ojeras del vicio, la depravación y las desveladas. En este cachete un lunar simulado, y en el cogote una verruga auténtica, y las postizas de este tamaño (las pestañas) y al cuadril el bolsón. Susana Cabrera en su papel de talonera de barrio, que hagan de cuenta la que publica Milenio en su edición del pasado lunes bajo firma de Rapé:
En una esquina de Luis Donaldo,  recargada en el muro, esa ramera al acecho de marchantes, vieja y viciosa, que en físico y actitudes delata la depravación. Mini-mini de licra, muslos a la intemperie, plegada la pierna derecha y el tacón del zapato contra la pared;  y esa blusita, y esos pechazos, y el cigarrito en la diestra, de tabaco, tal vez. Pero qué extraño: al liguero carga prendida  una espada y en la entrepierna calienta una balanza. ¿Por qué, de venda en los ojos, la pantaleta color mamey? Esperpéntica.
Ah, pero si es la justicia de mi país, hembra del trato que hace cuatro  años alcahueteó en Atenco a los uniformados sicópatas  de Peña Nieto, como antes al clan de Montiel, al de los Salinas, a la familia  Sahagún y al de El Tamarindillo apestoso.  Tal es la putona que  para los tales representa el seguro de vida y el contagio venéreo para  unas masas ya huérfanas de un Charro Negro ante quien clamar justicia,  como de un Enmascarado de Plata, un Gavilán Justiciero, un Zorro Vengador y demás fantasmones que pare y aborta la imaginación onanista del cine de arrabal. Qué desamparo.
Ah, pero acá, semioculto en las sombras, el vividor que le administra las buscas, un padre grandote chaparrito, qué paradoja, que de grande sólo se le ha conocido la vestimenta de pachuco trasnochado: grandes hombreras y solapas en un saco que le da a los tobillos, hasta donde le cuelga esa cadena que remata en la navaja de muelle guardada en la bolsa de un pantalón guangoche y ceñido a la altura de los sobacos. No, y esos cacles de dos vistas, charol y blanca anilina, muy al modo de los 40s. Ahí, ceja levantada,  la reclamación del padrotón exigente a la hembra del trato:
– A ver, mamacita, explícame por qué la gente anda diciendo que no la dejas satisfecha…
Es la justicia de México. (Mi país.)

Ejercicio senil

Y mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor (…) Y si mi buscares de mañana, ya no seré..
Fue en este punto, mis valedores, donde cerré La Biblia, me despedí de Job y ya a oscuras convoqué el sueño, pero el sueño andavete, que el desdichado de la tierra de Hus se me había venido en la mente y desde ahí su protesta contra el Hacedor:
– Cuando estoy acostado digo: ¿cuándo me levantaré? Y mide mi corazón la noche…
Esa, especialmente lamentosa, me llevó al ejercicio de los viejos cuando el insomnio los zangolotea en el camastro: recular a mis años muchachos, los de mi primera juventud (voy en la quinta).  ¿Por  qué tan avieso, por qué así de silencioso el desvelo de aquellos a quienes agobia el áspero ejercicio del diario vivir una vida empedrada?  A mí se me fue media noche en el pensamiento negro, y a lo obsesivo me di a recordar tiempos idos hasta que me enredé en antañones amores, esos entrañables fantasmas que nos fueron inolvidables, y que hemos olvidado para nunca más. Y pensar que pudimos, se duele el poeta…
Tú, la de las garzas pupilas, pregunté en el desvelo, ¿dónde estás, cuál es tu nombre, que grabé en aquel arboluco del parquecillo provinciano? Usted, que conmigo juró los “nunca, nunca”, y los “siempre jamás”, ¿qué rumbos anda pisando? Sombras nada más, y un retrato desleído, un mechón de pelo, una rosa marchita entre dos poemas de amor. Ellas, mis ya olvidadas inolvidables, ¿alguna esta noche  dirá de mí: “el esperpentillo que con su labia logró encampanarme vivirá o habrá muerto a estas horas?” Y el suspirillo, tal vez. Ah, las tristuras de la madrugada, la añoranza de un tiempo que fue el de mi mundo, de mi payo existir, de mis amores tempranos. Temprano me alcé, encendí la luz, encendí el aparato este, y me puse a escribir:
Ahora mismo mi mente corre y recorre paisajes, tiempos, espacios, hasta caer en la niñez y en una adolescencia que viví en aquella ciudad que, a decir del poeta, “no sé si la miré dormido o la soñé despierto”, donde en uno de sus viejos arrabales intenté engancharme en la vejez de un circo trashumante, yo enamorado de las formas regordetas de la rumbera vieja, hipnotizado por los tufos enjaulados y sus viejos domadores,  los trapecistas viejos y los viejos payasos de viejas rutinas, la harina y el pastelazo. La Moira, mis valedores, que me salvó aquella vez, como años más tarde me iba a sacar de mi celda de franciscano tardío, de aspirante a monje capuchino.  Pienso en Maciel, pienso en Onésimo. Más allá del dinero, de salir yo tan astuto y tan falto de escrúpulos, ¿qué recuerdo dejase   en el mundo?
De aquella ciudad recuerdo las funciones de cine en el salón de barriada, con la antañona película del héroe hazañoso: el Raúl de Anda de aquel entonces. ¿Lo recuerda alguno? En oyendo ese nombre aquellos de ustedes que doblan ya  el Cabo de Buena Esperanza conmigo dirán: ¡El Charro Negro! Qué tiempos. “Ahora mi alma está derramada en mí…”
El Charro Negro, el héroe popular todo de negro hasta los pies vestido y la fragorosa 38 especial en la diestra, que a galope tendido del alazán cruzaba de lado a lado la pantalla  arrabalera para rayar el penco en los meros hocicos del hacendado sobrón, el jefe político avorazado y los cuicos que en el clímax de la película queman las chozas de los lugareños mientras el hacendado, su endemoniado corazón convertido en el de uniformado en Cd. Juárez,  intenta la violación de la aldeana con alma de percal. Ah, pero entonces… (Mañana.)

Ley de medios

¿No es el nuestro un mundo de pobreza, hambre y miseria? ¿Y qué efecto tiene la televisión al destacar el derroche, la disipación, la violencia y el lujo, en quienes se mueren de hambre..? (H.J. Skornia.)
La televisión, mis valedores. Que si el Congreso aprueba la que han dado en apodar Ley Televisa, que no se aprueba todavía, que le han brotado tantísimos defensores como casi tantos detractores, y que en el negocio cabildean los personeros de Televisa  como ejercen presión los diputados de TVAzteca. Que a la susodicha ley se le van a hacer modificaciones, que se va a dejar como está, y que en la decisión final pesa mucho el iracundo de Los Pinos, pero el duopolio de la televisión pesa más porque hace, deshace, manipula a las masas populares y constituye el factor determinante a la hora del proceso electoral. Y a propósito…
No  perder de vista que ya se nos echan encima las elecciones intermedias, y pisándoles los talones la sucesión presidencial. Que por eso mismo zarandean sus influencias los personeros de Televisa mientras presionan al máximo los diputados de  TV Azteca. Mis valedores:
Recuerdo haber visitado las instalaciones de Televisa, donde colaboré de manera esporádica, yo que había conocido a fondo las del antiguo Canal 13 estatal, hoy TVAzteca, donde laboré varios años semana a semana. Qué tiempos…
Con las campañas de publicidad política, la creciente libertad en el sexo, el alcohol, la droga y los videos, el trabajador explotado está como encantado, no dándose cuenta de su verdadera situación como víctima de la plutocracia que maneja los  “medios…”
Fue de aquel benemérito Canal 13 del que formé parte de sus colaboradores,  y en la almendra de la nostalgia me pongo a reflexionar: Canal 13, quién te mira y quién te vio, yo que  te conocí todavía estatal y aún no contaminado de esa sífilis perniciosa que se manifiesta en academias, noticiarios, patis chapoy y talk-shows (dicho a lo gringo de segunda). Por aquel tiempo le conocí instalaciones, foros y forros, cabinas, bodegas; le ví de frente todas sus cámaras, y con todas sus cámaras me dejé ver en aquellos programas que inventó, que  inventaron a Jorge Saldaña: Sopa de letras, concursos estudiantiles y tantos más. De mi capacidad y la índole de mi periodismo ante cámaras y micrófonos recibí un solo reconocimiento, pero contundente y a mi entera satisfacción: estoy fuera del duopolio, aunque pensándolo mejor: si yo pudiese tener semejante tribuna para contrarrestar, en la medida de mis capacidades, toda la radiactividad que hoy día lesiona de manera irreversible la mente de sus televidentes cautivos, o casi. Y qué hacer…
Porque adviertan ustedes la distancia que media entre un Canal 13 que fue de todos nosotros y uno que terminó siendo tan sólo de los dos Salinas, Pliego y De Gortari que lo manejan como sañudo instrumento de condicionamiento de masas aturdidas y boquiabiertas, revelo aquí lo sustancial del documento que allá por febrero de 1979  dieron a conocer las autoridades del Canal 13 que aún pertenecía al Estado, aquel Estado que fue dueño de paraestatales del tamaño y la importancia estratégica de petroquímica, playas y costas, y Teléfonos de México, qué más decir…
Manipulada la información en el sentido deseado políticamente, el Poder  usufructúa el monopolio de las ideas, de las noticias, de la “cultura”, para que las masas acepten pasivamente su condición y otorguen su consenso, por desinformación, a los partidos que se turnan en el Poder…
(Sigo mañana.)

Mis parientes de sangre

Dije a ustedes ayer que hace cinco años, con  la “pareja presidencial” instalada en Los Pinos, a Chapultepec arribaron, iniciando su apareamiento,  Arila y Bantú, gorilas. Yo, entonces, me permití enviarles este mensaje:
Que la explosión hormonal no me los vaya a marear y hacerlos perder la vertical mas que cuando el instinto los fuerce a la horizontal, y entonces aprovecharla con nervios, mente, riñones, corazón y hasta duodeno, si les provoca. Pero, mis nobles parientes, que la embriaguez del instinto no se les torne borrachera que los obnubile hasta el punto de que extravíen dignidad y decoro y tornen su intimidad alarde, exhibición y espectáculo para la gayola. Que de primates, el amor no me los vaya a pervertir en humanos, como a sus vecinos de los otros pinos los tornó primates.
No los contagie ese ejemplo. Que su intimidad ande en boca de ustedes, pero no en boca de todos. En público no besuqueos ni arrumacos exhibicionistas. No perder la dignidad personal (de primate). Por otra parte, reflexionar que sus vecinos jaula, los dos de los otros pinos, en cuanto les caiga el desahucio van a irse oliendo a zorrillo. Ya después, el olvido, si bien les va. Pregunten, si no, por los pandas Pepe-Pepe, Ying-Ying y Tohuí,  a su hora los consentidos de hienas y chacales atejonados tras de  cámaras y micrófonos, para más tarde al desván de la Historia…
Que una conducta indigna no les abolle el prestigio y la fama pública, nuestro único capital. Ante radio, TV y prensa escrita, precaución. No ir a empacharse de cursilería cuando los jilguerillos aludan a ustedes. ¿No desde ahora, por halagarlos, ventosean sacarinas como “el novio”, “la novia” y “el nidito de amor”? Elocuente, detrás del afecto fingido,  el pie de foto: “La mercadotecnia no pierde tiempo y ya se venden los recuerdos de Arila”. Pariente Bantú:
¿Es usted de temperamento caliente,  rijoso de natural? ¿Como valentón de pulcata le repapalotean los sesos (los esos) por provocar la pendencia cuando se siente seguro detrás de las rejas, esas que le alza la guardia presidencial? Cuidado, que todo el zoológico está plagado de carroñeros. ¿Muy dado a los cascabeles? Los del zoológico son de víbora, y esas sí tiznan. No retar a leones, tigres y uno que otro dinosaurio, que el susto le va a costar diarreíta y comaladas de  Prozac.
Joven Arila: consiguió jaula en los pinos, pero no perder la cabeza. Un ramalazo de suerte la sacó de su oscuro Zacango, donde vegetaba su mediocridad. No aparentar, Arila, no derrochar en lujos ni extravagancias, que aunque la mona se vista de seda, Marta se queda.
Sea siempre lo que siempre ha sido, no al modo de Midas enseñe la oreja; no exhiba su mediocridad de suerte  tal (mala para todos) que desde su insignificancia y por un inconsciente afán de autoafirmación reclame para sí, a lo protagónico y sin merecimiento ninguno, la luz de las candilejas. No olvidar la bíblica sentencia: “Nadie puede añadir a su estatura un codo”. Usted nada de oropeles ni gastos desmesurados como la de los pinos vecinos. Abrigo de piel es piel de contribuyente, acuérdese. Que sus años de zoológico no nos salgan costando un hovo de la cara. Vive en (de) un pueblo pobre, obligado a financiar el zoológico nacional, pueblo cada día más empobrecido por Arilas como su vecina. Arila, Batü, parientes de sangre: es cuanto, y la paz. ¿La paz? La paz  dije hace cinco años. Hoy, Fox nos amenaza con volver a la grilla política, y detrás de él viene… ¿quién creen? (Cruz, cruz.)

Ando de luna de miel

Ando oliendo a manta nueva, dice el cantar, y hablando de luna y mieles: ¿nos quedaría en el recuerdo la vivencia de aquello que se nos fue para nunca más?  La luna de miel, que más allá de las obvias intimidades es decir el mar allá afuera, y el otro olor, el del yodo,  y el otro calor, el de las arenas, y el  salobre sabor del agua marina, vecino del sabor de la boca que amamos. Alma mía de mi ausente, que te me fuiste del mundo  para nunca más…
La luna de miel. ¿Conocen ustedes esa experiencia? ¿La recuerdan todavía? ¿La vivieron a todo vivir o  fue un episodio más en su diario vivir? ¿Quizá alguno reniega hoy de aquello, magnífico, que ocurrió ayer, en aquel entonces?  Y hablando de la pareja, ¿sigue en pie todavía? ¿Y el amor? ¿Vive en ustedes dos “el amor amoroso de  las parejas pares”, que dijo el poeta? La pareja, ¿coexiste, cohabita, dentro de ese estado de gracia que es el amor?  Y si no, qué es de él, qué ha sido, qué fue del amor…
De mí sé decir, esto entre dos suspiros: qué joven fui una vez, cuánto viví alguna vez, mi única y yo dialogando sin necesidad de palabras. Y pensar que pudimos… no lloro, pujo nomás. Qué tiempos aquellos, que no han de volver. A fe que hoy día, hoy noche, solo me hablo y solo me contesto. De vez en cuando, como el perro del cantar, ladro a la luna…
Mi luna enmielada transcurrió en la vecindad del Pacífico, original que soy, y en este punto (en esta coma) alguien me va a interpelar: “bueno, sí, ¿pero tus intimidades a quién pueden interesar?” Y yo le contesto: ¿está usted consciente del nuevo peligro que se asoma ahí nomás, tras lomita de San Cristóbal? Sí, que el marido de la Sahagún salga de su covacha, de su apestoso Tamarindillo, y vuelva a la grilla política, ese mismo que al término del proceso comicial del 2006, del que los propios IFE y TRIFE confesaron plagado de “irregularidades”, se alzó frente a todos nosotros y alardeó, consciente de que ya nos había tomado la medida:
– Dos veces gané la presidencia del país: en el 2000 y en el 2006.
Bueno, pues ese padrastro de sus hijastros, con el pretexto de apoyar a la candidata de los chuchos al gobierno de Hidalgo, amenaza con volver a la grilla política, ya de por sí empantanada, y entonces: ¿no es de temer que ese sea el eslabón (perdido) para que las masas sociales padezcamos una vez más el desbozalado protagonismo de la (poca)  madre de los Bribiesca-Sahagún? ¿Recuerdan ustedes o habrán podido olvidar el indecoroso espectáculo de la “pareja presidencial” besuqueándose de lenguita frente a la desprestigiada basílica de San Pedro, a la que acabaron de desprestigiar?
Por sí o por no, yo les traigo a la mente, con la “pareja presidencial” escurriendo melcochas y  sacarinas,  a la otra pareja, esa sí recatada, que cobijada en los pinos disfrutó de su luna de miel. Y qué miel, y qué luna, supongo. Yo por aquel entonces envié un recado a los dos de mi sangre que estarían gozando su luna de miel, no en la ribera del mar, sino en el vivo corazón de Chapultepec. En el zoológico. Me refiero a  la pareja de gorilas que formaban o forman Arila y Bantú, que se afanaron en la maniobra de la querencia. Desencantado y desencanchado en materia de amores y desamores, tiempo y destiempos y pasión y olvido, tengo experiencia como para mandarles  dos o tres recomendaciones que de algo hubiesen podido servirles. Mi recado: “Apreciables parientes Arila y Bantú: que el amor compartido no me los vaya a marear. (Esto sigue mañana.)

Y ya entrados en sospechas…

José María Escribá, fundador del Opus Dei y elevado a los altares por gracia de Juan Pablo II. Joseph Ratzinger, por aquel entonces cardenal, le dedicó lirismos de este tamaño:
“A la hora de su muerte, apenas había entrado en la habitación y mirado la imagen de la Madre, cayó al suelo. Mientras moría tocaban las campanas, el Ángelus, anunciando el fiat de María y la gracia de la Encarnación del Hijo, nuestro Salvador…”
Pero qué de sospechas,  dudas y suspicacias entre quienes trataron de cerca al de la aureola flamante, reticencias de este tamaño:
Murcia, España. “El Colectivo de Sacerdotes de Cartagena expresamos nuestra extrañeza por la rapidez del proceso y respetuosamente pedimos la paralización de la beatificación del padre Balaguer, ya que escandaliza a numerosos creyentes, por tratarse de una persona discutida, alguna de cuyas actitudes parece que no concuerda con lo que juzgamos una posición radicalmente evangélica…”
Y la asociación de los Teólogos Juan XXIII: “Expresamos nuestra preocupación por el inusitado proceso de beatificación, que nos recuerda el caso de Isabel la Católica y el de los denominados mártires de la cruzada española (…) La rapidez con la que se ha llevado el caso de Escrivá nos parece sorprendente y hasta sospechosa”.
Años antes, en L’Osservatore Romano, el cardenal Angelo Felici: “No han faltado voces contrarias a la beatificación de Escrivá. Esto era de prever, considerando la multiplicación de los miembros del Opus Dei y la obra que desarrollan al servicio de la Iglesia. Entre los remitentes de las 6,000 cartas de los opositores recibidas por el Papa pidiendo la apertura de la causa, hubo 69 cardenales, 1,228 obispos y 41 superiores generales de órdenes y congregaciones religiosas y muchos jefes de Estado y de gobierno”. (Válgame.)
El Vaticano desestimó objeciones porque  Escrivá no fue un católico más: “Bajo su mano firme se movía un entramado financiero de 1,500 empresas y un patrimonio valorado, a finales de los 80s., en 30,000 millones de pesetas”. Para cimentar las finanzas de El Vaticano. ¿Como Marcial Maciel? ¿El proceso de beatificación del fundador de los Legionarios de Cristo, que tanta plata han aportado a las arcas vaticanas, seguirá adelante a lo subrepticio y  tan avanzado como lo dejó, para morirse, Juan Pablo II, protector de Maciel?
En fin, que en Alemania el Consejo de la Conferencia de Teólogos Pastorales “criticó duramente al fundador del Opus Dei, y el escándalo aumentó cuando Vladimir Feltzman, colaborador del cardenal primado de Inglaterra (quien conoció de cerca a Escrivá) aseguró en una entrevista que el humilde padre tuvo una actitud comprensiva hacia Hitler al decir: Pero si sólo mató a cuatro millones de judíos…”
¿Y quién rescató la Iglesia de España? Franco. ¿Y a quién debió su victoria Franco? A Hitler. La guerra fue una cruzada del cristianismo y de Hitler contra el marxismo. De ese tamaño, al parecer, es el santito que antecede en los altares al propio Juan Pablo II y a su valido Maciel.
Pero con tan generosa cosecha de santos (tan sólo en México y sólo en los años recientes, 27 nuevas aureolas, todas ellas  cristeras y pegoteadas de sangre), ¿cuánto se ha elevado la religiosidad de la grey católica? No su religiosidad de liturgia, de rito, de ceremonial, sino la religiosidad que predicó, con el ejemplo, El Ungido, y que se sintetiza en un único mandamiento: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Con obras, sí, que obras son amores y no buenas canonizaciones. (Amen.)

Precio de sangre

Y arrojando las piezas de plata en el templo, Judas se ahorcó.
“No es lícito, dijeron los sacerdotes, echarlas en el tesoro de los dones, porque es precio de sangre. Se dirigieron al Campo del Alfarero con ánimo de comprarlo cuanto antes, que las 30 monedas les quemaban las manos.
Pues sí, pero dio la casualidad de que el dueño del Campo era Barrabás, y codiciaba las 30 monedas, por lo que se adelantó a los sacerdotes para cerrar el trato.  Los cuales, en viéndolo:
– ¡Asesino y sedicioso! Te salvaste de la muerte gracias a una chusma que en materia de voto erró, como siempre yerra, pero los sacerdotes vamos a regresarte a la mazmorra donde perteneces por ley!
Barrabás reculó, se engarruñó. Pero en este mundo, mis valedores, siempre existirán dos pícaros que se reconozcan, entiendan y auxilien  entre ellos. Uno que iba pasando:
– Huye hasta  El Líbano, donde no te alcance la ley.
Barrabás lo pensó un momento, y en el fin que en manos de los sacerdotes tuvieron Jesús y el discípulo Judas,  y entonces: “La plata es primero. Después huiremos a  El Líbano.
– De su ley vengo huyendo. Hurtos, transas. Comerciante. Soy un prófugo.
Rudo dilema. Barrabás no podría permanecer en Judea ni el extranjero regresar a El Líbano, y qué hacer.  Pero como todo canalla, carne y sangre de presidio, el asesino liberto era en recursos pródigo. Del libanés los sacerdotes nada sabían. “Tú vendes como tuyo el Campo del Alfarero. Treinta monedas, ni una menos, que ya después traficaremos entre ambos”. (Como el amor, como la libídine, fuerte es la codicia.)
Dicho y hecho. La maniobra, exitosa.Ya con la plata en sus manos, los nuevos socios encararon el segundo problema: “Proscritos en nuestra tierra, vayámonos a traficar las monedas donde no nos conozcan”. Pero hiena y urraca (según el horóscopo chino, tailandés o algo así)  a dónde huir que no sean descubiertos por la comunidad. Imposible.
Pues sí, pero no. Pródigo en artes de pícaro, Barrabás dio con la solución, y fue así como los dos peritos de la engañifa y la transa cruzaron desiertos, jordanes, mares rojos y  muertos. “A la tierra de promisión”.
(Que iría a resultar todoparidora para el pícaro y el audaz. Allá siembras una moneda y cosechas cien. Tierra feraz para la canalla,  con sólo podar los escrúpulos, para que las 30 monedas que traficaron la sangre del Justo, en manos de  hiena y urraca en años, en meses se multipliquen por cientos, miles, millones de millones…)
Miren allá, que se acercan. Recatada la hiena y la urraca libanesa dando la cara, ambos rapaces habrán de multiplicar hasta la demencia sus 30 monedas. Pues sí, ¿pero el libanés cómo fue convencido, renuente como estaba a abandonar su escondite en Judea?  “Y además, agregaba, yo la transa y la trampa sólo en El Líbano”. “Despreocúpate, socio. Para un corazón bandolero aquí, allá, dondequiera es El Líbano”.
– ¿Pero a dónde huir dos peritos de la engañifa y la transa? ¿A dónde, que no descubran a dos corruptos..?
Y fue de este modo como el oficiante de las malas artes convenció al libanés: “¿Dos albinos en dónde pudiesen pasar inadvertidos? En un país de albinos, verdad? ¿Y dos de piel oscura, no en Abisinia? ¿Y dos enanos? En un territorio de pigmeos. ¿En dónde pasar inadvertido un par de truhanes peritos en tejemanejes del fraude, la engañifa y la desbozalada corrupción?”
Y así fue, mis valedores. Uno de ellos pasa por ser el hombre más rico del mundo. El otro, desde la sombra, sonríe, sonríe…
(Tétrico.)

¿Dios, Alá..?

Esta vez el Islam, mis valedores. Y si se trata de soltarnos pidiendo perdón, que Ratzinger se arrodille ante las cincuenta y tantas naciones del Oriente islámico a las que ofendieron los conceptos vituperosos que expresó el alemán hace tres años y meses:
Mahoma impuso su religión a filo de espada, y trajo con ella lo malo y lo inhumano
Y qué a la medida de la síntesis del periodista judío:
Todos tenemos la suficiente religión para odiamos, pero no la necesaria para amarnos los unos a los otros.
Y que la aparición del Islam, afirma el autor anónimo,  fue una llamada a la reforma que la Iglesia, saturada de éxitos desde los tiempos de Constantino el Grande, no supo captar.
Al Islam se refiere el sacerdote católico Emilio G. Aguilar: “Yo no quiero hacer aquí una apología del Islam ni tampoco denigrar al cristianismo”. Y a continuación los conceptos del  arabista e islamólogo español:
El punto germinal, raíz y razón del Islam, está en esta experiencia de Dios de ese hombre nacido en La Meca en el 570, y sobre el que todos eran unánimes al afirmar que era un hombre piadoso, honesto y caritativo, a cuyo buen juicio recurría frecuentemente la comunidad. Se le conocía por el sobrenombre de “el piadoso, el equitativo, el amigo del necesitado y defensor del oprimido. ¡El hombre de acuerdo con Dios..!”
El profeta y el Islam nos recuerdan dos cosas: Allí donde nuestra postura no es coherente con lo que proyectamos sobre Dios, no es coherente con Dios, no puede venir de Dios.
¿Podemos comenzar a hacer matices y distinciones? Dios es amor y el amor no distingue y lo que no se parece en nada al Dios amor y al Dios que ama a todos los pueblos y a todos los seres humanos no viene de Dios, ¡y nunca se mata más impunemente que cuando se mata en nombre de Dios!
Pero el fundamentalismo que atribuimos al Islam es una palabra que no conocen ni el árabe ni los musulmanes. Se la hemos aplicado hasta el punto de que cuando se habla de fundamentalismo todo el mundo piensa en el Islam. Estos días se ha podido ver el fundamentalismo judío: 250.000 personas que gritan por las calles de Jerusalén que quieren volver a la Biblia ¡Y nunca se puede ser fundamentalista en nombre de Dios..!
Todo el Islam es una postura un talante nuevo, es decir, un rendirse sin condiciones ni dudas a Dios; rendición agradecida puesto que todo venía de Dios, rendición que es la esencia de lo que él ha experimentado, y que al mismo tiempo es la consecuencia del pacto que, según el Islam, hizo Dios con la creatura antes de que existiese.
Como todos los grandes y auténticos movimientos de la humanidad, los movimientos religiosos de la historia el Islam tiene su origen en la experiencia ardiente del místico de Dios, en el encuentro indecible con el Dios uno y único, experiencia personal, profunda, total, transformante y decisiva de un hombre llamado Mahoma.
Y al final los conceptos de Ibn Arabi, siglo XIII, cristianismo puro y puro humanismo  frente a la tea incendiaria de Ratzinger:
Hubo un tiempo en que yo rechazaba a mi prójimo si su religión no era como la mía. Ahora, mi corazón se ha tomado el receptáculo de todas las formas religiosas; es claustro de monjes cristianos, templo de ídolos y Kaabah de peregrinos, tablas de la ley y pliegos del Corán, porque profeso la religión del amor y voy a donde quiera que vaya su cabalgadura, pues el amor es mi credo y mi fe. Sublime, ¿no? Y en eso resuena el anatema de Ratzinger contra el fundador del Islam. (Alá. Dios.)

¡Que se larguen esos perros!

A la memoria histórica me referí ayer, esa de la que gobiernos totalitarios y “dictaduras perfectas” se empeñan en despojarnos. Pero no ir a olvidar, mis valedores, que fue un día como hoy, pero 1914, cuando el que hoy invade Iraq y Afganistán descargó sus tropas en la ciudad y puerto de Veracruz y masacró a tantos patriotas “porque las autoridades mexicanas se niegan a saludar a nuestra bandera”.
Aquel  21 de abril de 1914, a las 11 horas con 20 minutos, soldados de infantería yanqui descendían del Florida, el Utah y el cañonero Praire, y tomaban tierra e iniciaban la invasión, y fue entonces:  “El pueblo jarocho, cantando La Adelita,  se lanzó a las calles. Se produjeron escenas de tremendo patetismo. Aureliano Monfort, gendarme, fue el primer patriota mexicano abatido por las balas dum-dum, expansivas del invasor. Horas después, entre tanto defensor anónimo, caería asesinado Andrés Montes, carpintero de oficio. Dramático fue el caso de la muerte de Charrito, un humilde vecino del puerto. Loco porque ya no tenía parque, se echaba pecho a tierra gritando: “¡Viva México! ¡Viva México!
Los vecinos, al verlo morir, lo enterraron ahí mismo, en la calle…
El cadete Virgilio Uribe cayó de espaldas. Horas después se acercó un anciano y preguntó: ‘¿Qué nuevas me dan de mi hijo?’ Le presentaron una guerrera manchada de sangre. El anciano besó aquella sangre mientras lloraba en silencio…”
El testimonio de la niña que se quedó huérfana cuando una bala expansiva le asesinó a Andrés Montes, su padre: Estaba yo en el colegio, cuando nos despacharon a casa porque los gringos iban a entrar. Mi mamá estaba muy azorada porque habría tiros y cañonazos. Mi papá estaba trabajando en la carpintería que teníamos en la casa. Estaba callado, trabajando en silencio.
Eramos seis hijos: la más chiquita tenía 10 meses de nacida. Mi papá salió de la casa al oír los primeros disparos. No regresó sino hasta las 6 de la tarde y ya venía armado con un rifle, unos tiros y  dos tanates de pan y miniestras para que tuviéramos qué comer mientras él estaba afuera. Como si lo estuviera viendo ahora mismo: mi mamá, rodeada de nosotros, le suplicaba: ‘No te vayas, Andrés, no nos abandones, mira que tenemos niños muy chiquitos. ¿Qué hacemos si te matan? ¡Hazlo por nosotros!’ Mi padre, que siempre fue muy callado, pronunció tranquilamente estas palabras:
“Ahorita no tengo madre, ni esposa, ni hijos. Sólo veo que tengo una patria muy linda y tengo que defenderla de la infamia yanqui. Aquí te dejo colgado este machete: anoche lo afilé bien para que al primer gringo que se atreva a entrar en esta casa, le moches la cabeza”.
Mi mamá le rogaba que se quedara; él la agarró y le dio un empujón, y fue así como pudo quitar la tranca de la puerta y salirse a la calle otra vez. Como mi papá no llegó en toda la noche, en la mañana salió a buscarlo mi madre. Era un peligro, pues los tiroteos seguían. Fue entonces cuando supimos: mi papá peleó solo, callado. Lo mataron al anochecer. Una bala expansiva le destrozó el estómago. Ya no fui a la escuela. Mi mamá nos dijo: ‘ahora todos tendremos que trabajar’”.
Entretanto el cadete José Azueta, 19 años de edad, agonizaba en el hospital de la Cruz Blanca Neutral. El contralmirante Fletcher envió unos cirujanos para que lo atendieran. El joven héroe, al verlos, se cubrió el rostro con la sábana:
– ¡De los invasores ni la vida! ¡Que se larguen esos perros!
Por cuanto a nosotros,  ¿llegar a olvidarlo? ¿Nosotros? (Trágico.)

Más preciosa que la vida, la libertad

Tierra, a ti descendemos, para dilatarse en todo hombre – tierra de nuestras derrotas y nuestras victorias, que asciendes en todos los corazones en un misterio pascual.

         Karol Wojtyla, mis valedores. Muerto en aroma  de beatitud, el coletazo del nombre Marcial me lo avienta al descrédito. Por que su memoria no sobreviva de simple pontífice milagrero, anticomunista y solapador de paidófilos, hoy rescato al Karol Wojtyla poeta, su etiqueta mejor. El canto y el llanto por “su” Polonia plagada de  Nazis:

         “Cuando pienso: Patria, me expreso y me arraigo; el corazón me habla entonces como de una secreta frontera que va de mi hacia los otros, abrazándolos a todos en un pasado más antiguo que nosotros. Es de ese pasado – cuando pienso: Patria – de donde emerjo para aprisionarlo dentro de mí como un tesoro. Sin cesar me pregunto cómo multiplicar, cómo ensanchar el espacio que comprende – Cuando pienso: Patria – escucho la guadaña golpear el muro de trigo que forma un todo con la altura celestial. Los segadores están segando…

         Cuando pienso-. Patria, busco el sendero que divide los flancos de la montaña como una línea sobre las alturas. Así corre la Patria, abrupta, en cada uno de nosotros. El camino recorre las mismas vertientes, vuelve a los mismos lugares, se convierte en ese gran silencio, que visita noche a noche los pulmones de mi tierra -Tierra, que no cesas de ser una partícula de nuestro tiempo. Ya que conocimos nueva esperanza, vamos atravesando este tiempo en la búsqueda de una tierra nueva. Y a ti, vieja tierra, fruto del amor de las generaciones, te elevaremos con un amor que sobrepasa al odio…

         Cuando escucho lenguas diversas siento crecer las generaciones, aportando cada una un tesoro de su tierra, -cosas antiguas y cosas nuevas. La tierra se vuelve un canal de luces que brillan profundamente en los hombres, ríos iguales que corren con agua siempre igual y siempre nueva;

         Cuando se escuchan en torno diversas lenguas, una sola -la propia- tiene resonancias para nosotros. Ella se clava en el pensamiento de las generaciones, se derrama alrededor de nuestra tierra, se convierte en el techo de la casa donde nos congregamos – Fuera de ella resuena raramente (en los hombres que hablan en derredor, islas en el océano de la palabra universal, no encuentro ya mi propia ola) – Los activos de mi tierra no han aumentado; si el lenguaje ha manado más allá, es para perderse en canales que se secan.

         Penetro al corazón del drama – Patria; desafío de esta tierra, para los antepasados y para nosotros, para que determinemos el bien común y cantemos la historia con las palabras de nuestro lenguaje, como un estandarte. El cántico de la historia se eleva de los actos fundamentales sobre la roca de la voluntad – Sentencia proclamada por los héroes seculares: se encaraban al desafío de la tierra como al de la noche oscura, gritando; ¡La libertad es más preciosa que la vida! Un grito de libertad más fuerte que la muerte…

         Tierra, a ti descendemos, para dilatarse en todo hombre -tierra de nuestras derrotas y nuestras victorias, que asciendes en todos los corazones en un misterio pascual. Tierra, que no cesa de ser una partícula de nuestro tiempo. Ya que conocimos una nueva esperanza, vamos atravesando este tiempo en la búsqueda de una tierra nueva. Y a ti, vieja tierra, fruto del amor de las generaciones, te elevaremos con un amor que sobrepasa al odio…”

         Karol Wojtyla, poeta. No más. Qué más. (A su memoria.)

La Buena Nueva

Eso viene a significar el Evangelio, base y mística y rumbo de  la Teología de la
Liberación, tantas veces golpeada por Juan Pablo II y la Inquisición camuflada de
Congregación para la Doctrina de la Fe, con Joseph Ratzinguer como inquisidor.
Quién pudiese, con qué autoridad moral, intentar nuevamente la desaparición de la
benemérita Teología de la Liberación. En el espectáculo, impío para la
catolicidad, de un ojeroso, tembloroso pontífice al que acosan denuncias,
acusaciones y la fuerza de la ley, nunca más oportuna la noticia anunciada hace
dos, tres años, por  Elio Masferrer, especialista en temas de religión.
La buena nueva, mis valedores,  es que resurge en México (en toda nuestra América
Mestiza) la Teología de la Liberación.  Y cómo pudiera ser de otro modo, si quienes
intentaron masacrarla, tanto el que falleció como el que mal sobrevive, soportan
sobre sus lomos el descrédito de pontífices que en su momento solaparon el delito
de pederasta y paidofilia en curas y obispos de multitud de países. Quién pudiese,
con qué autoridad moral, intentar nueva cuchillada a la Teología de la Liberación.
Cómo, en qué forma volver a los  tiempos del anticomunista furioso Juan Pablo II,
con Ratzinger el inquisidor motejando a los impulsores de la Teología de la
Liberación  de pseudo-teólogos, y cuántos sacerdotes de tal tendencia religiosa
fueron afectados: el brasileño Leonardo  Boff, el peruano Gustavo Gutiérrez, y
Helder Cámara, Ernesto Cardenal, Casaldáliga, Samuel Ruiz, Raúl Vera y tantos más.
Canallesco.
Por que nos quede claro ese retorno a la palabra viva del Evangelio que los
satanizados por Ratzinger han proclamado en esta nuestra América Mestiza “que aún
reza a Jesucristo y aún habla en español” (todo con sus asegunes), aquí sintetizo
voces, historia, mensajes, definiciones del Evangelio, la Buena Nueva para los
jodidos de siempre, palabra del dueño de Televisa y  de entrenador de futbol. Los
jodidos de México, el México de los jodidos, Dios.
Que esa corriente evangélica nace después del fracaso del desarrollismo (años 50)
que tantas expectativas produjera en tantos. Que es entonces cuando el
subdesarrollo de los pueblos pobres, como un hecho global, aparece en su verdadera
faz: como el subproducto histórico del desarrollo de otros países. La dinámica de
la economía capitalista lleva al establecimiento de  un centro y una periferia, y
simultáneamente genera progreso y riqueza creciente para los menos y desequilibrios
sociales, tensiones políticas y pobreza para los más. Campo abonado para la nueva
catequesis, porque, asegura el teólogo:
“Caracterizar a América latina como un continente dominado y oprimido conduce,
naturalmente, a hablar de liberación y, sobre todo, a participar en el proceso que
lleva a ella. Se trata de un término que expresa una nueva postura del hombre
latinoamericano”.
Liberación. Surge, por un lado, el foquismo guerrillero, que a corto plazo pretende
movilizar a las masas. Fracaso total. Dígalo, ni no, la estrategia de Ernesto
Guevara, el símbolo. Se intenta, por otro lado, la tan cuestionable “vía
electoral”. Tampoco. Otra opción:
Sacerdotes y religiosos, en proporción cada vez mayor, buscan participar de manera
más activa en las decisiones pastorales de la Iglesia. Buscan que ésta rompa sus
solidaridades con un orden injusto y que, en una renovada fidelidad al Señor que la
convoca y al Evangelio que ella predica, comparta su suerte con la de aquellos que
sufren miseria y despojo.
(Sigo mañana.)

La barca de Pedro hace agua

Mírenla: avanza a bandazos y a punto de zozobrar por el boquete que en la línea de
flotación le propinó un obús  de apellido Maciel. La Iglesia de Roma pierde
influencia, feligreses, credibilidad, por más que desde anteriores pontífices ya se
le advertían vientos de cisma y rebelión que hoy exacerba su legión de curas
sicópatas, degenerados. Y tenía que ser esta Semana Mayor el marco ideal para el
estallido del mayor escándalo desde Lutero y sus 95 tesis. Ya en vida de Juan Pablo
II se escribía en la prensa de Roma:
“Un malestar creciente y generalizado reina en la Iglesia. Por un lado, el cardenal
Ratzinger y sus seguidores quieren disminuir al máximo el papel de las conferencias
episcopales. Por el otro, las iglesias locales denuncian el autoritarismo de Roma y
su eurocracia. Hay vientos de rebelión…”
Fue el viernes pasado cuando inicié aquí mismo la transcripción de un documento
publicado en la Biblioteca religiosa allá por 1872, que a punto de ditirambos y
exageraciones sin límite se refería a la eminentísima jerarquía del sacerdote
católico. Con esa sintaxis:
“¡Oh sacerdote! ¡Reflexiona, reflexiona, sí, sobre tu dignidad! ¡Porque tú también
eres madre de Dios! Con la diferencia, empero, que ese Verbo que tomó carne en el
vientre  purísimo de María, la toma de nuevo en tus propias manos. ¡Oh sacerdote,
tu dignidad supera en algun modo la augusta y suprema Dignidad de la Madre de Dios,
ya que María concibió á Dios una sola vez y en ti se verifica tan gran misterio
tantas veces cuantas dices la santa misa! ¡Y la supera, además, porque María, con
todo su gran poder, no puede perdonar ni un solo pecado, y tú puedes perdonarlos en
número infinito.¡Oh sacerdote! Admírate de tu poder…”
La dignidad del sacerdote es la misma de Jesús. ¡Tu dignidad es la misma de
Jesucristo! Entre el sacerdocio de Jesucristo y Jesucristo mismo, hay tal semejanza
en el ministerio, que el sacerdote solo hace lo que Jesucristo, y Jesucristo lo que
ya hace el sacerdote.
A la vista de esto, ya no digamos que el sacerdote es imagen de Dios; afirmemos mas
bien que es, en la práctica, el mismo Jesucristo; afirmemos, sí, que es á
Jesucristo lo que los rayos son al sol; afirmemos que es tan igual a Jesús, que si
este bajara en la Iglesia, en do confiesa el sacerdote, y ambos dieran la
absolución al penitente, tan perdonados serian los pecados del uno como del otro.
Afirmemos, en la práctica, que es el mismo Jesucristo; Jesucristo recién nacido, en
su vida oculta, predicando el reino de Dios (…) Afirmemos que no solo es el Padre
de Jesús, sino que al mismo tiempo es su madre!!!. ya que al sacerdote se le dice
por San Lucas: El Espíritu Santo descenderá sobre ti. La virtud del Altísimo te
cubrirá con su sombra, y el santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios.
Afirmemos que el sacerdote es la parte mas luminosa de Jesucristo, como si
dijéramos su divino ojo; y es el Dios en la tierra, el Dios visible, el Cristo de
los fieles; y es… pero, ¿por ventura dejará de sernos lícito repetirlo? El
sacerdote es Dios y por esto dice: este es mi cuerpo; y aun es en cierto modo
superior a Dios!!! Ya que se cumple en el, según toda la extensión de la palabra,
el que el mismo Dios le esté sujeto, poniéndose de hecho a su órdenes de un modo
semejante á San Pedro, haciendo tales milagros, que no se lee que los hubiera hecho
tan prodigiosos, Cristo Señor Nuestro!!!” Mis valedores:
¿Marcial Maciel superior a Dios? ¿Tanto así? (Dios…)

Señor Fox…

Leo en el matutino que se propone intervenir en la campaña de Xóchitl Gálvez, candidata al gobierno de Hidalgo por la coalición PAN-PRD. Ello supone que abandona usted El Tamarindillo  y se reinserta en las peripecias de la política partidista.  Por vida suya, señor: conténgase, controle sus ansias, refrene su compulsión protagónica, siga vegetando en su Centro Fox, erigido al puro jalear y jadear de una frase: ¡Vamos, México! Quédese allá, o en La Estancia, o en su apestoso Tamarindillo, sin tratar de tornar al activismo politiquero. Aquí las razones de mi petición.
Yo, señor, resistí a pie firme (tembloroso en ocasiones) los seis penosísimos años de su hospedaje en Los Pinos. Soporté el indecoroso espectáculo de la “pareja presidencial” y a ese estereotipo de arribista, logrera y valida de la ocasión que anocheció compañera de un Manuel Bribiesca y amaneció esposa de usted, qué milagros no puedan lograr un cardenal acusado de protector de curas pederastas y un obispo agiotista que no hace mucho facilitó en préstamo 130 millones de dólares ¡en efectivo! Santa pobreza, santa castidad…
Resistí, al propio tiempo, el indecoroso espectáculo de esa segunda esposa de usted, que sin estar preparada, sin poseer la cultura de la abundancia económica, por un coletazo de la burriciega fortuna, desde una farmacia veterinaria donde expendía supositorios para burros estreñidos y bebedizos para mulas cursientas se encaramó  hasta las cabañas de Los Pinos, desde donde ejerció un estridente, estruendoso protagonismo que al tanto más cuanto apoyaban cámaras y micrófonos, las páginas rosa y las del corazón, papel couché manchado de fotos a todo color. Tiempos calamitosos, me acuerdo…
Soporté, señor Fox,  las ramplonerías de la susodicha matrona, que extraviada toda dimensión, en un país pobre y empobrecido proyectó, de costra a costra y de frontera a frontera, la indecorosa exhibición  de su rastacuerismo ramplón, de sus lujos y dispendios, de su enfermiza voracidad por el brillar de las candilejas.  Todo el derroche salía de mi bolsa, como de la de otros ciento y tantos  millones de fregados, que los apellidos Bribiensa, Sahagún y Fox acabaron de fregar. ¡Y todavía aspiraba a sucederlo a usted de derecho, porque de hecho ella era la que traía a bandazos los asuntos del país. Aberrante, ¿no le parece? Item más:
Soporté a pura ley de los hovos la vista de esos  Bribiesca ovachones, bien graneados, que a ojos vistas se inflaban de sebos y adquirían un aspecto de chinches acabadas de cebar mientras perpetraban sus trafiques dentro del más descarado tráfico de influencias, y seguían echando sebo y enriqueciéndose  a lo impune, a lo descarado, a la vista de todos. Oí de sus lujos, derroches, viajes, aviones, lanchas y profusión de negocios  -lícito alguno de ellos- con PEMEX, con la vivienda de interés social, con…
Soporté que este barco donde vamos todos lo inclinara usted hacia El Vaticano todavía más que el propio Salinas, que hizo de la política y la religión lo que usted años más tarde:   una mezcla altamente lesiva para las dos. Resistí que a contrapelo de sus promesas de candidato mostrase la oreja de su vocación cuando a lo cínico lo juraba:  “Mi gobierno es de empresarios, por empresarios y para empresarios”. Fue por ello que actuó usted no como un estadista, sino como distribuidor  regional de las aguas negras y gerente general de una sucursal que usted volvía bananera, con  matriz en Washington. (Sigo después.)

Yo, penitente…

Medio día. Cerca ya de la basílica cachondeada por un sol como marido impotente (calienta, sí, pero no satisface). En los peregrinos que avanzan de rodillas hacia el atar de la Guadalupana hay sangre, sudor y lágrimas. Me acerqué al vejancón molacho, gabán y mostacho amarillento de nicotina. Le apronté el micrófono. “¿Puede decirme el motivo de la peregrinación?”

-Cuidao con el bigotón, don Carmelo (jadea el prieto de junto, agrio el gesto y las rodillas llagadas). Puede resultarnos ratero. Que no venga a estorbar a los señores danzantes.

-No se cisque; el Tadeo se nos pone de fierro malo cuando se jinca unas pencas de nopal entre pecho e intercostales. Onde que la cruda le pegó fuerte. ¿Es pa´l programa de Fabiruchis?

-¿De dónde vienen en peregrinación?

-Nosotros, como la mayoría de los mexicanos, somos penitentes. ¿Usté no? Desde El Cuarteroncito Abajeño venimos, traemos mezcal. Calculamos que dentro de una hora, según lo permitan en el cielo Dios y en la tierra los chinches puesteros, vamos a estar postrados a los pies de la Morenita, implorándole un favor pero que muy especial. ¿No, Tadeo?

¡No le dé cuerda! ¿No ve que está sacando de onda al chueco Nabor y lo hace chafiar con la chirimía? Todavía fuera pa´ Televisa…

-Acá venimos los abajeños a implorarle a la Morenita un milagro pero que muy canelón. Por eso, mire: nos las venimos pelando a tallones en el asfalto. El Tadeo ya viene regándola, su hemoglobina.

-Se aprovechan de su nobleza, don Carmelo. ¿No lo cisca la pinta del bigotón? Y usted es el de los centavos, recuérdese.

-A eso venimos de rodillas y a sus pies: a pedirle su protección y que con su manto de estrellas cubra El Cuarteroncito Abajeño. ¿O tan penitentes seremos como pa´ permitir que a todos los abajeños se los cargue la tiznada, con perdón?

-¡Aguas, güey! Aquí el Turicate anda trompezándose con el cable del bigotón. No lo dejó rematar el pasito del águila azteca como Dios manda. ¡Que no venga a estorbar la coreografía, don Carmelo!

-No haga caso. El Tadeo siempre ha sido de genio trabajosón, y hoy anda como enhechizado. Imagínese: su primer día de jurado.

-¿Concurso? ¿Jurado de paz?

-Jurado del mezcalito. Ni olerlo en el tanto de dos semanas, todo un suicidio. Es esa la manda que le prometió a la Morenita si nos hace el milagro. Yo le ofrecí toda una semana son quemarme un solo farito, y el de la sonaja y capa fiusha prometió que en tres días con sus nochis no iba a probar carne humana, o sea la de Emérita,  su vieja. Con sacrificios de este calibre, ¿podrá negarnos la Morenita los dos milagros?

Con que dos. “El primero: que logremos traspasar la barrera del sonido,  o sea la escandalera del ambulantaje. Y el segundo, el principal”.

Le escuché el pedimento, reflexioné, tragué saliva, pelé los ojos, se las jalé al Tadeo, me arrodillé, abrí los brazos al cielo.

-¡Eitale, dejamos ái mis pencas de nopal! Qué desfiguros. El golpazo al hincarse, sus meniscos se los hizo pinole! ¡No alce los brazos a lo pendejo, que ya le chispó la sonaja al guerrero tigre!

De rodillas hasta que me sangraron. No iba a ser para menos. ¿Saben ustedes en dónde queda El Cuarteroncito Abajeño? En Michoacán. “Y ya el carbón nepotismo anda queriéndonos embombillar de gobernadora a su hermana, Luisa María Calderón, ¿se imagina la tinga?

Me la imaginé. ¡Beatas del Verbo Encarnado! Y me las apachurraba contra la pelleja, las dos pencas de nopal. Quesque su hermana. (Dios…)

Nalgatorio

Seguro estaba, mis valedores, de que nunca volvería a sufrir una semana de gimnasio, pero pegué el reculón: tres días me llevo lidiando con pesas, torsiones y abdominales, y todo es pujar, resoplar y apretarlas en la empresa imposible de volver a mi primera juventud, yo que voy en última. Al conocer mis pretensiones, el entrenador:

-¿En una semana rejuvenecer ese físico? No me ch´inglés. Y la semana ya se nos fue, hoy ya es lunes…

Yo, en mi impaciencia, imprudente de mí: “¿Y si me aventara un par de jeringazos? Silicones por aquí, chapopote por allá, unas arrobas de esteroides por acullá”. Meneó la testa: “¿No escarmienta en nalga ajena? ¿Quiere ir a dárselas a la Albornoz y le vaya a ocurrir lo que a la Ale Guzmán por andárselas inflando con silicón? Órale pues, a sufrir”.

Me trepó al mundo encima, barra y discos de este tamaño. “Que no se le doble porque se jode la espinita dorsal”.

Dios. Tres días padeciendo las rutinas de hombro, pecho y puntos circunvecinos, con la esperanza de amanecer el lunes vuelto un Adonis. Regresé ayer de sudar el tanto de quince, veinte, treinta minutos, me contemplé al espejo; de frente, de perfil, de tres cuartos, y ya flexionaba esta zanca, y ya me pandeo, me tuerzo, inflo el pecho, contraigo el abdomen y tenso los bíceps, la frunzo, los paro, lo aprieto, doy tres pasitos así, enérgico; luego así, con exquisito abandono y languidez, con desdén, con indiferencia…

Ya escucho al criticón: “viejo ridículo. Semejantes desfiguros a tu edad”.

No, mi señor, no es pérdida del decoro personal sino un intento de no perderlo; no locura senil, sino que tengo un boleto para el vuelo del próximo lunes, ¿se da usted cuenta?

Ustedes ya la pescaron, ¿verdad? Voy a viajar en avión, y una vez más La Casa Blanca ordena a los mexicanos que si en “nuestro” país soberano e independiente queremos abordad u avión primero tenemos que culimpinarnos frente al “escáner”, que pudiese entrar en operaciones en cualquier momento y que nos deje en cueros vivos. Porque después del frustrado atentado de un ciudadano somalí que llevaba calzones explosivos (al revés), ahora revisión artesanal, “a mano”, y que extiéndalos, y que ábralas, y que aflójelas, apriételas, agáchate frente al de rayos X, y lo macabrón, mis valedores…

El “escáner”, sí, que me va a fisgonear los calzones y mi explosivo, aunque a mi edad ya ni tanto. Todo esto supone que en la ciudad que habita el encarado de salvaguardad la soberanía de este México libre, autónomo e independiente, me impondrán como condición para el vuelo que me ponga en cuatro frente al “escáner” y que el inspector (¿gringo?) me revise cimas, simas y matorrales, y lógico: quiero evitar que mi física vaya a causar lástimas a los de la DEA, la CIA, el FBI u otras siglas de los inspectores que me va a ver las nalgas como cálido testimonio de la soberanía que entreguistas y vendepatrias mantienen íntegra y enhiesta en mi propio país…

¿Inútil mi sacrificio porque el “escáner”  es costoso y este gobierno carece de dólares para alquilarlo? No habrá sido inútil, que entonces le entraré a la moda que anuncia la nota del pasado lunes: “moda de EU: se expresan en ropa interior en el metro”. En la foto, doncellitas diversas, sin necesidad de “escáner”, los calzones al aire. Es gringa la moda, y los gringos de segunda la obedecemos, así que yo también, trucita al viento en el metro Balderas… (Ridículo.)

Esas fotos porno…

Estoy mirando las fotos del matutino fechado el pasado lunes. Leo la nota de prensa, me rasco aquí, miren, y pregunto entre mí: ¿embuste, fraude, engañifa vil? ¿Debo entender que desperdicié esfuerzo y sudor? Porque después de una semana en el gimnasio de aquí a unas cuadras, donde experimenté la agonía y el éxtasis que me infligieron barras, pesas e infernales rutinas en el potro del tormento (el de los abdominales), juré que nunca más iba a tener qué ver (qué sentir) con toda suerte de ejercicios aeróbicos y anaeróbicos. Pues  sí, pero la semana pasada pegué el reculón. Regresé a ese infierno donde todo es el sudar y rechinar de dientes…

¿Por qué a mi edad semejantes desfiguros, pregunta alguno? Cuestión del ego, mis valedores, que hagan de cuéntala próstata: según pasa el tiempo se me esponja más. Aquella primera vez que visité el gimnasio, y de esto hace ya varios años, precisaba trasladarme hasta Zacatecas para hablar con mis paisanos sobre temas políticos y de cultura. Ahora pronto surgió la eventualidad de viajar a algún otro rumbo no preciso para dictar una conferencia sobre asuntillos de independencia, soberanía, libertad y autodeterminación del país. Es por ello que ahora también, como en aquel entonces, pretendía mostrar a los técnicos del escáner (gringos, posiblemente) un físico no del todo convertido en ruinas por cuestión de los carambazos que me ha propinado mi padre, me refiero a Cronos. ¿Exhibir ante los operadores del escáner un físico encanijado? ¿Cómo conciliarlo con un ego prostático? No. Nunca. Fue por ello que invertí el tanto de una semana de sudor, fruncimientos y resoplidos con una esperanza de que este gusanillo pudiese volar transformado en crisálida (mira, mira). Pues sí, pero no…

Pero no de súbito me destantean las afirmaciones de cierto Gilberto López, director del aeropuerto, que con su lógica particular lo aseguró el pasado lunes: “En lo personal no creo que haya eso de que el escáner desnude a la persona, porque son imágenes que tienen que usarse por mecanismos de seguridad”.  (Sic.)

Observo, cuadril con cuadril de la note de prensa, la foto que por documentar tales afirmaciones exhibe el aspecto físico que el escáner produce en dos presuntos pasajeros, ella y él, con su pie en la foto: “Este es el aspecto del escáner” (resic). Yo de tenerlo al tiro, preguntaría al López aeroportuario:

-¿Quiere usted más desnudez? ¿Así admitiría que a alguna dama de su consideración le fisgonearan sus formas físicas, marca y etiquetas de sus calzones a la vista de los técnicos del escáner, gringos, tal vez? ¿Qué la vieran con todos sus pelos y señales?

Yo le pregunto a los presentes: ¿hasta allá hemos llegado con nuestra sumisión frente a los dictados del gringo? A mi país, soberano e independiente, ¿hasta tal indignidad lo han refundido los entreguistas mediocres y vende patrias que por turno van poniendo sus dos reales en el sillón del gobierno? Bicentenario de la Independencia, Centenario de la Revolución, ¿qué dice el discurso de Los Pinos en relación a “los héroes que nos dieron patria, independencia y soberanía, que hoy toca a nosotros conservar”? ¿Cómo vamos a conservarlas? ¿En posición de loto, en decúbito dorsal, en postura del misionero o de plano culimpinados y ofreciéndole al gringo las dos tocayas de las arponeadas de Ale Guzmán? Qué orgullo de ser mexicano. Que viva mi México, tierra bendita de sol. ¿Verdad, señor Felipe de Jesús? Dios. (El desenlace, mañana.)

Reculón…

Fui demasiado optimista, mis valedores. Yo estaba seguro de que nunca más iba a atreverme a acudir hasta el negocio de cierto par de individuos, ella y él, que viven de hacer lo que a mí me hicieron, yo de ofrecido. Y es que en la ocasión anterior aún guardaba cierto vigor, algún dinamismo y deseos de experimentar por más que doliera. Fue así como me le puse enfrente al individuo, primero, y la damisela, después, y cerrando los ojos y apretando las quijadas me deje desgarrar. Ya no regreso, flojas las piernas y todo el cuerpo descoyuntado, juré: nunca más, y con trabajos logré sentirme ante la computadora para narrar a ustedes tan mortificante experiencia. Pues sí, pero débil que soy: acabo de pegar el reculón y repetir punto por punto los estrujones del tiempo aquel. Dolorido, descoyuntado, tecleo para ustedes mi renovada experiencia. (Ay, mis partes doloridas…)

¿Cómo ocurrió aquella primera vez?

Lo confesé aquí mismo, yo primerizo, y fue así: lo vi, lo observé: joven, fuerte, musculoso. Con las yemas de los dedos se lo toqué, se lo palpé: duro, pétreo, endurecido. Me gustó. Me quité la ropa. “Pero esto le va a costar”, me dijo. Yo, excitado, saqué un rollo de billetes. “Pero no voy a satisfacerme con una sola vez. Quiero que todos los días me repita la dosis de aquí al domingo”. “De acuerdo con que alcance a pagar”. Conté unos billetes, se los di, los contó, se los guardó. “Y ahora tiéndase ahí y respire hondo, pero conste: va usted a quedar todo magullado”. Cerré los ojos y apreté los músculos…

Y válgame, qué enérgicos movimientos, qué rítmicos y acompasados. Un esfuerzo, dos, y apretarlas al máximo, las quijadas, y agarrarlo y desarrugarlo, el ceño. Tragué tarascadas de aire, pujé, y aquel jadeo, el sudor, y un aliento que se me iba y otro que se me venía. Cuánto tiempo haya transcurrido, perdí la noción. Quedé exhausto, dolorido. “Y esto no es nada, ya verá al rato, cuando se acabe de enfriar. Ya levántese”.

Con trabajos me alcé, desgajado por dentro. “Es que hace mucho que no lo hacía”. “Mejor piénselo, porque yo dudo que resiste el de mañana”. Cómo me habrá visto después del zangoloteo que mientras me vestía me hizo la proposición: “Yo tengo una prima política con la que puede probar. Ella es suavecita, tiene bastante práctica con los novatos y los ya vejancones, y puede que no lo lastime”. Yo, insensato, el alarde: “Aquí donde me ve, tan maduro como novatón, para los dos tengo, para ella y usted. ¿Qué le parece si pruebo la de los dos? ¿Su prima política me irá a cobrar muy caro el servicio?”

Total, dije entre mí, no es más que de aquí al domingo, y quiero que el sol del lunes me sorprenda entero, rejuvenecido, como recién resucitado. Acepté ponerme en manos de la política (la prima), y él quedó de traérmela al siguiente día. Que él de la mañana, y Gilda Yamal (así se llama) en la tarde. Pero un momento, mis valedores, que aquí se impone una aclaración.

Todo esto ocurrió en el gimnasio de aquí a seis cuadras, yo frente al Bruslí, entrenados con pesas, barras y tablas para abdominales, que me impuso la primera rutina (pecho-pierna) y ante el cual realicé mi primera sesión de ejercicios anaeróbicos, con todo y que al exponerle la razón de mi entrenamiento durante toda una semana el Bruslí se la rascó, la nuca, y no se quiso comprometer.

-No me ch­´inglés. ¿Una semana y dejarle el físico como para competir en el Mister México? ¿Y eso para qué onda, don? (La respuesta, mañana.)

La cola del perro

– ¿Conoce alguno de ustedes ese relato de Marco Deveni?

Silencio. A la voz del maestro cesaron reniegos, exabruptos, las maldiciones de los contertulios contra la carestía impuesta por los impuestos del impuesto en Los Pinos. El maestro, su libreta de pastas negras:

Un día el Hombre llamó al Perro: “Te prohíbo que muevas la cola”. El Perro se quedó mudo de estupor: “Pero Amo, ¿por qué no quieres que la mueva? Toda mi vida la he movido y no te disgustaba, cuanto me llamabas y yo corría hacia ti, verme menear el rabo. Y ahora, de pronto…”

No pudo continuar porque se le hizo un nudo en la garganta.

-Imbécil. A ver, ¿Cuándo mueves la cola?

“Pobre Amo”, pensó el Perro. “No está en su sano juicio, y contestó: “Cuando me siento alegre, cuando juego, cuando me acaricias, cuando me reúno con mis amigos…”

-Basta. ¿Lo ves? Mueves la cola cuando te entregas al ocio y al juego, no cuando gruñes a algún desconocido ni cuando roes un hueso y otro perro quiere quitártelo. La mueves como cuando yo, antaño, me reía. Pero terminó la risa. Vuelve estúpidos a los hombres u a los perros. No voy a consentir que te pasees con el Gato, el Caballo y los Pájaros y les des el mal ejemplo de tu risa. No volverás a mover la cola.

-Imposible. Apenas te vea, apenas me silbes, no podré impedirlo, la cola se moverá. Es más fuerte que yo.

-¡No me contradigas o te entro a garrotazos! Te vigilaré. Lárgate.

El perro se alejó con la cola entre las piernas, llegó a su casilla, se desplomó, miró al vacío: “No tiene derecho. Es un abuso. ¿Habrá enloquecido?”

Al mediodía la Mujer del Hombre le trajo un plato de sopa. Al verla acercarse con aquel plato humeante el Perro se olvidó de la orden del Amo, se olvidó de la cola, y la cola se movió. De inmediato se oyó un vozarrón terrible: “¡Perro maldito, la cola! ¡Te voy a dejar sin comer!”

El Perro apretó las mandíbulas, cerró los ojos, encogió todos los músculos y consiguió que la cola se mantuviera rígida. Pero se le saltaron las lágrimas. La sopa le supo a vinagre.

Desde entonces la vida del Perro fue horrible. Mentalmente maldecía al Hombre. Andaba de mal humor. Cuando le traían la comida se quedaba tendido en el suelo y miraba para otro lado o fingía dormir. Comía cuando nadie lo observaba. Se atragantaba, la comida lo indigestaba.

Una noche un vagabundo se metió en la granja a robar unos duraznos. El Perro se arrojó sobre el ladrón y le clavó los dientes. Si el Amo  no acude a tiempo lo habría matado. El Hombre felicitó al Perro: “¡Bravo, Perro, Bravo! Y para probar si seguía con su manía le acarició el lomo. El Perro cerró los ojos, la piel se le erizó, gruño sordamente. La cola se mantuvo inmóvil.

El Perro  fue al jardín. Vio a sus amigos los pájaros. Los atacó. El Ruiseñor cayó envuelto en sangre. El hombre tomó el palo y propinó al Perro una feroz paliza. El perro se alejó, la sangre del Ruiseñor en la boca.

Veía todo rojo. Las pupilas le refulgían.

Una mañana el Hombre descubrió los restos de una oveja horriblemente mutilada. Otra mañana fue un cordero. “Es algún Lobo. ¿Pero qué hace el Perro, que no ha ladrado?”

Aquella noche el Hombre,  con la escopeta lista, fue a ocultarse entre unos matorrales. Cuando la luna alcanzaba la cumbre del cielo una sombra sigilosa se deslizó en dirección del Hombre. De súbito el Perro  pegó el salto, y en el cuello del Hombre que le había prohibido morder la cola…

-Las masas sociales, Calderón, impuestos, carestía represión,  ¿alguna moraleja, contertulios?

(Pues…)