¿Y qué, señor Presidente?

¿No escarmentamos? Apenas recién llegado a la máxima investidura del país y todavía sin que sus reales calienten el asiento del sillón, ¿ya caímos en el surrealismo de mandatarios anteriores? ¿Pues qué, nada nos dicen las lecciones que imparte la Historia? ¿No? Entonces, mucho cuidado y recuérdelo para bien suyo y el de la comunidad que gobierna: cuando no atendidas, las lecciones de la Historia con sangre entran, y en casos como el presente con daño y agravio para todo un país. Esto no hay que olvidarlo…

¿Que por qué la advertencia, pregunta usted? ¿Que a qué error suyo me refiero? Pues a cuál iba a ser, sino al de la entronización de su «primera dama», cursi mote copiado a los gringos, mente colonizada la nuestra Porque, señor Presidente, vamos a ven sacada de la honesta medianía cuando esposa del ciudadano común que fue usted no hace muchos ayeres, a la hoy «primera dama» la caracterizaban mesura, discreción y don de gentes. Pero ándele, que apenas se sintió encaramada al bataclán de «primera dama», la mujeruca se dio a liberar todos los frenos del decoro y la dignidad personal, y a reclamar para sí un protagonismo estridente, y a lucir y a figurar, a sobresalir y reclamar el fulgor de las candilejas e hinchar su vanidad de mediocre, y atragantarse de cámaras y micrófonos
de costra a costra y de frontera a frontera Malo, muy malo, señor Presidente…

Pues qué: ¿no ofrece la historia de mi país escarmiento más contundente de lo que es dejar suelta una mediocre, exhibicionista y ególatra «primera dama»? ¿No hubo bastante con una Marta Sahagún? Los mexicanos, a lo largo de seis penosísimos años, tuvimos que atragantarnos con la ajena vergüenza de presenciar en Los Pinos a un ex-gerente de la Coca-Cola, carácter de malvavisco, que más tarde arrastraría por los suelos una banda presidencial, él arrastrado por una su «primera dama» rapaz. Siniestro.

Semejante individuo, tan corto de carácter cuanto largo de estatura corporal, cayó cuan largo es en la trampa de esa mujeruca que en materia de estatura resultó lo contrario: una cosita de nada donde lo grande sólo se ubica en su codicia y vanidad, su avaricia y arribismo de zafia y vulgar nueva rica que en su terruño fue no la «casta pequeñez» que dice el poema de López Velarde, sino todo lo contrario, porque ella, con su falta de castidad y sobra de intimidades de cama y bidet que pregonó en algunos libracos amarillistas, fue sólo la pequeñez de una ama de casa que, hormiguita arriera, entre las trepidaciones de catre tiempo se daba para atender el negocio de la familia una botica veterinaria Y la paz. Pero caprichos de la fortuna..

La «primera dama» de Fox, inflada en su ego a lo artificial, como con lavativas de clembuterol, en razón directa a su insignificante monopolizó la industria del periodismo para el encandilamiento, desde el cinescopio, de unas masas sociales dúctiles y manejables, y preparó una espectacular marometa que que le arrojara de posas en el sillón de Los Pinos; que tales desafueros alcanza la desmesura de los piojos resucitados. Esa Marta anocheció cenicienta de botica veterinaria para amanecer aurora boreal y reina de pacotilla y utilería, que haga de cuente personaje arrancado de la soberbia galería de esperpentos de Muertes de perro, Tirano Banderas o El señor presidente. Pero si todo hubiese topado en exhibición de arribismo y cursilería tropical, pero no, para desdicha del paisanaje No, que la reinita de opereta cayó en lujos, derroches y enriquecimiento de ella y su mafia global. ¿Y a costillas de quiénes cree usted que la «primera dama» y su parentela se atascaron de bienes suntuarios, bienes raíces y demás bienes a la medida de su codicia y rapacidad? ¿Quiénes cree que fuimos a pagar la depredación de los tales (por cuales)? (¿No estaré abusando de su paciencia, señor presidente..?)

Leo en diversos matutinos que apenas llegando usted a la primera magistratura tíznale, que ahí se alzó, ávida de su cachito de fama efímera, su «primera dama»; que de repente nos salió con carisma, presencia y hasta belleza física y moral y que, como toda pobre de espíritu que sube su escaloncito de poder, anda en agencias de metamorfosearse en una Eva Perón de masquiña, de pacotilla Y sí, ya sale en las primeras planas, ya se le echan encima los reflectores, ya le aprontan un micrófono y ya se maquillan para la aparición ante el cinescopio. Y todo eso al paisanaje le viene constando un hovo de la cara, señor. Cuidado, mucho cuidado. Miro las fotos…

Ambos, ella y usted, en lo alto de la tribuna; ambos, brazo en alto, saludando a unas masas alharaquietas; ambos codeándose con dignatarios del primer mundo y sintiéndose triunfadores, carismáticos. ¿Usted, un remedo de estadista? ¿Ella, una reina de oropel, de sololoy, de esperpento tropical y barroco? Mucho cuidado con Rosario Murillo, su «primera dama», señor presidente de Nicaragua, Daniel Ortega. (En fin.)

Yo, penitente…

La noticia de miércoles me ratificó en lo que soy: un penitente. Sin más. Vi la foto, vi la sangre, vi el cilicio, leí: Musulmanes chutas de la India se flagelan durante la procesión del Día Final de Ashura». Pensé en el padre Pioquinto, pensé en mí, en mis ardores. Pero sí, paso a la explicación.

Fue antenoche. La Porciúncula convocaba al Tedeum. Yo hacía la lucha en la cama, pero cómo poder, pura Tula que podía (Tula es mi madre). Ni de lado, ni de espaldas, ni boca abajo. Y aquellos ardores. Mi secreta esperanza: que La Lichona, frutal sota moza, viniera a calmarlos. Esperanza inútil, bien lo sabía Sueño imposible. Me resignaba a recibir en mi cama a la propia tía Conchis, conserje del edificio, ella a la que le confié mi dolor. Mis ardores…

Todo comenzó a media tarde, hora en que me acerqué a La Porciúncula por visitar a un amigo, el sacristán. El, ateo furibundo; yo, furibundo nomás. En la penumbra de la sacristía lo encontré botella en mano. Abrimos la espita de la charla inútil: que si esto, que si aquello, y que si viste la foto del obispo Onésimo disfrazado de gitanillo en el coso taurino, el crucifijo penduleándole sobre la panza Dónde que Cristo detesta revoleras y chicuelinas..

Y fue entonces. De repente, el chasquido, el quejido, el pujidillo que salían de la capilla del Cristo Vivo. Miré al sacristán, «El padre Pioquinto, de penitente». Hacia allá me encaminé de puntitas. «Sh, no te le acerques, que te oye y te excomulga Allá tú, pecador». Yo allá voy, de puntitas, avanzando milímetro a milímetro. Milímetro a milímetro entreabrí una rajuela de puerta Conforme mis ojos se hicieron a la penumbra ahí, de rodillas en las baldosas, oí al penitente recitar, y qué letanía más extraña

– Daniel Ortega el de Nicaragua Hugo Chávez el de Venezuela..

Y ándenle, que de la mesita que tenía al lado con cilicios diversos (de hilos de ixtle, de hilos de alambre) tomó el de mecates trenzados y vamonos, un pajuelazo en los lomos, y el quejidillo. «Evo Morales el de Bolivia Lula Da Silva el de Brasil. Fidel Castro…» Y venga el cilicio.

Achis, achis. ¿Exorcismo? Nueva invocación, esta vez al che Kirchner, y el azote con el ixtle en los lomos, y el pujido, y abrir los brazos en cruz. «El ecuatoriano Rafael Correa», Y el pajuelazo en los lomos. Haya cosa Así lo escuché invocar al del Banco Mundial, el Wolfowitz de los calcetines rotos, a los participantes en el Foro Económico de Davos, a los periodistas extranjeros. Ante el Cristo Vivo invocó a los contingentes de descontentos que protestan dondequiera que huela a la presencia de Calderón, y ¡zaz!, el diablazo. Yo, sin comprender. Hasta que, al final de la extraña letanía la rogativa frente al rostro de Jesús: «¡Que Calderón no vaya a caer. Si, a caer en el ejercicio de la autocrítica..» Yo, que entendía pura Tula (Tula es mi etc.)

– Que no caiga a reconocerse enanín y guiñapo en el puesto que le obsequiaron Bush, Fox, el IFE y el TRIFE. Que no vaya a reconocerse como lo que es: un reaccionario de vocación proyanki que queda bien con el gringo y reniega de sus hermanos en el sur». Y el reatazo. «Que si se empeña en polemizar, no polemice con pesos pesados de la alzada de Chávez y Lula él que ni el peso gallo alcanza porque para gallo le faltan los, digamos, espolones». Y órale, con el de ixtle, y a culimpinarse y besar el suelo, y alzarse y alzar los brazos en cruz, y el pujar, el jadear, el gemido. «¡Cristo Jesús..!»

– Que en México siga arropándolo su aliada incondicional, la industria del periodismo. Que ésa le siga alcahueteando sus metidas de pata Hazme ese milagro. ¡No sea que Calderón, en un ejercicio de autocrítica, vaya a valorarse en su tamaño justo y en su justo valor. ¿Te imaginas? Débil de carácter como todos los de su medianía., ¡vaya a caérsenos de boca, él también, en el Prozac! ¡Y Prozac ya no, Cristo Vivo! ¡De Prozac con seis años tuvimos..!
¡Prozac! ¿Cómo fue? De repente, movimiento reflejo, ruda caída y sonido de rodillas que se rajuelean contra las baldosas. «¿Y ora tú? ¿Quién eres, qué haces aquí?» Jadeando, yo me azotaba los lomos y pecho. Furiosamente. «¡Prozac ya no! «¡Calma, imprudente! ¡Ese no, porque te hiere. Es de fierro!»

Yo, fierro por adelante, fierro pos atrás (¡ay Dios!): «¡Que Calderón no, Santo Cristo! Y rájale, con el cilicio. Pero ignorante que es uno en materia de cilicios: una y otra vez me azoté pechos y espaldas, pero no con el ixtle, sino con el de alambre con abrojera de afiladas púas. «¡Prozac ya no, Santo Cristo! ¿O quieres que te me vuelva ateo? ¿Y luego..?
Esa noche la pelleja de lomos y pecho una viva llaga, que en ninguna postura lograba acostarme. Y ánimas que aparezca ahí La Lichona (la señora esposa del Cosilión) con su mertiolate. Y sí: de repente, en mi puerta toc, toc. Apagué la luz. En la penumbra me acomodé a lo maja desnuda ‘Tase». Y ah, el aroma la presencia la figura vaporosa que entró y se sentó a mi vera «A ver su pechito». Válgame, la Jana Chantal, travestí. (Lástima)
elvaledormx@yahoo.com.mx

Santería popular

El poder de los símbolos, mis valedores. Uno de los tantos inscritos en la mitología popular que parió, creó y crió la imaginería de las masas, permanece vivo en la memoria colectiva por gracia y milagro de esas vetustas películas que una y otra vez exhuma ante ustedes el cinescopio. Vivo está, redivivo a contracorriente del tiempo que, aliado fiel del Alzheimer, todo lo borra El Santo, sí, el enmascarado de plata A propósito…

Fue en día como ayer, pero de hace más de dos décadas, cuando el paisanaje amanecía huérfano porque, de repente, se le fue El Santo al cielo. El santo de su devoción. A mí, de repente, el matutino de ayer me llenó mente y pupilas de remembranzas en derredor de la vera efigie de uno de los pocos que identificaban como un tal Rodolfo Guzman Huerta, pero que todos conocíamos como el enmascarado de plata Qué tiempos. Nosotros, los de El Santo, ya no somos los mismos, que no es lo mismo El Santo, el enmascarado de plata, y así clamo, a sus memoria en un aniversario más de que se nos fue El Santo al cielo:

Santo, Santo, Santo, señor de los cuadriláteros. Santo enmascarado de plata, te rogamos, óyenos. Sanchopancesco quijote de máscara y capa cirquera ahí donde ahora tomas resuello tras de caer vencido en la rigurosa lucha a una sola caída y sin límite de tiempo, escucha a estos tus devotos, los que acá quedamos. Esto te lo digo porque eres, Santo tutelar de la fanaticada de todas las arenas del barrio, donde se creyó -se cree- en ti y en ti se confía como nunca en ninguno de esos luchadores rudos, villanos del golpe bajo, la trampa y el costalazo, que han dejado memoria ingrata en esa arena que se nombra «México«. Esto te lo digo, Santo, por lo que en mi gente eres de ánima y estilo, de amalgama e identidad, contraseña y memoria colectiva Porque percibo que mueres al todo purulentillo del panteón náhuatl, requemado en la hornaza para revivir sol, símbolo y Santo de la santería popular. Porque a tu advocación se arriman ésos a los que dejaste solos y mortecinos, huérfanos de algo porque se quedaron sin Santo y seña..

Desde aquel cuadrilátero al que hayas ido a parar mira por nos; por la desfalleciente esperanza de esa fanaticada que acá se queda luchando un día sí y el otro también, en este encuentro desigual a cotidianas caídas que tiene sentenciado a perder con los rudos del costalazo por las malas artes de arbitros cuando no comprados, vendidos. Mira por ellos que, siempre perdidos, de tus triunfos sacaban los suyos (héroes por delegación; ah, terca inmadurez), y el desquite contra los rudos, esos del negocio de la política y esos de la política del negocio que me tienen al paisa con la espalda en la lona

Santo señor de la menesterosa esperanza en esta arena que nombramos «México’‘: tu capa y máscara fueron (en olor de leyenda lo son todavía) la materialización lentejuelera del heroísmo y la honestidad, y el valimiento de paisas y el triunfo del bien sobre el mal; fueron y será el símbolo populachero de la Justicia, acá donde Justicia no existe para el respetable más que en el pregón de los demagogos. Nos la nombran, sí; nos la cantan, nos la predican, nos la mientan. Ya sería mucho que también nos la impartiesen…

Santo: tú que en gallardas contiendas desenmascaraste a tantos, ¿y a ésos cuando, Santo señor? ¿Cuándo? Te rogamos, óyenos a los que en lugar de asumir, preferimos seguir delegando. En mesías, en demagogos, en El Santo, enmascarado de plata

-Mis valedores: el Santo se nos murió hace lustros, y dejo yo aquí, para todos ustedes, esta memoria anual de ese surrealismo de tenis y calzón corto que se cría en el subdesarrollo, donde hay tantas esperanzas exhaustas qué enderezar. Dejo aquí mi réquiem para ese Santo que de lucha a lucha se nos fue tomando sustancia y ánima del ánima popular, su argamasa y su estilo. Su seña de identidad. El Santo se nos murió, y ahora quién irá a sacar la cara (la máscara) por la esperanza de los damnificados de siempre, de los debilitados, los sin rostro y sin máscara los desdeñados, los ignorados entre los anónimos. Quién va a sostener, en los vuelos de una capa granguiñolesca que revolotea entre las cuerdas del cuadrilátero de barriada esa desfalleciente esperanza y ese orgullo maltrecho de un paisanaje que, reitero, se niega a asumir; que prefiere seguir delegando en enmascarados de cuadrilátero como esta vez en El Santo, el enmascarado de plata Delegar, lóbrego destino…

Destino de una fanaticada que por eso mismo, por delegar en el Sistema de poder (su enemigo histórico), tiene siempre su lucha perdida contra los villanos del cuadrilátero. Y qué hacer, cuando el aficionado se niega a pensar, al ejercicio de autocrítica a la verdadera organización. En fin.

Santo, Santo, Santo de la santería popular. (A su memoria)

¡Nadie por encima de la ley!

Señores diputados: felizmente para la República, hemos dado cima a la trascendental obra que nos encomendara el pueblo mexicano. Nuestra Constitución de hoy, para lo futuro, va a ser el lábaro de nuestras libertades y el principio de la reconstrucción nacional, sobre la base de la libertad y el respeto al derecho de todos…(Gerzain Ugarte, constituyente de 1917)

La Carta Magna, mis valedores. Nuestra Constitución política Hoy, a noventa años de que los diputados constituyentes la promulgaran en el ahora Teatro de la República de la capital queretana, vale formular la interrogante: ¿en qué medida resultaron proféticas las palabras que, a modo de saludo de la recién parida Ley fundamental, pronunció el constituyente Gerzain Ugarte? ¿Qué dirá el día de hoy, en la celebración consabida, el presidente Calderón? ¿Hablará de legalidad y de apego irrestricto a la ley de leyes? De ser así, ¿hará alguna alusión a la riqueza presuntamente ilícita que en el pasado sexenio fraguaron los Bribiesca-Sahagún-Hildebrando-Fox y congéneres..?

Dijo Fox Allá en el 2004, cuando aún presidente del país, en el infaltable discurso oficial en honor de la Carta Magna soltó frases como estas que alguno le redactó: «La ausencia de valores como el cumplimiento del deber, la responsabilidad y la búsqueda del bien común, han impedido dotar plenamente a nuestra vida pública de un comportamiento ético; no puede menospreciarse a la ética democrática en aras de la ambición de poder».

Fox. Aún recuerdo sus dichos: Tapachula, Chis., agosto, 2001: «¡Espeluznantes costos de la corrupción! ¡Nosotros no permitimos ni permitiremos alejamiento alguno de la ruta marcada por nuestra Constitución! Su más escrupuloso respeto es hoy un criterio fundamental para la acción de gobierno» Y sus hechos: «Mayo, 2003. Apresura el IFE dictamen. Punto final a Amigos de Fox. El consejero electoral Jaime Cárdenas interpuso una demanda de amparo contra la PGR, que negó información sobre supuestas declaraciones ministeriales de L Korrodi». «Se conoce el destino de los recursos, pero no su origen. El IFE cerrará el caso a la brevedad posible y sin exhaustividad». Ni Marta ni su segundo marido serían llamados a declarar. ¿Ese modelo de impunidad continuará en el este sexenio? (Cándido que soy.)

Más de los dichos del Fox de ingrata memoria para tantos: «¡Estamos construyendo un verdadero país de leyes! ¡No nos detendremos ante nada ni ante nadie para hacer cumplir la ley! ¡De existir conductas que atenten contra la integridad y los derechos de la ciudadanía, vamos a castigar, con la ley en la mano, a quienes resulten responsables! ¡Estamos decididos a erradicar para siempre el abuso de poder y por ello no vamos a encubrir a nadie! ¡Porque en el México de hoy nadie, absolutamente nadie, está por encima de la ley! ¡Cárcel hasta por robarse un peso..!»

Y sus hechos: «En duda, el destino de 97 millones de Vamos México«. Que por concepto de donativos, «tan sólo en 2001 recibió 71 millones 990 mil pesos». Y que para el desarrollo de programas para distribuir limosnas entre los más fregados, modalidad característica del país donde el Sistema de poder empobrece con saña al paisanaje para luego repartirle caridades, Vamos México sólo distribuyó 4 millones 557 mil pesos, y que esto viene ocurriendo desde 2001, cuando se tramó la plataforma política para Marta la de Fox. ¿Y? ¿Qué hay de la investigación a fondo y el castigo correspondiente? El articulista: «En el libro La jefa está el pasaje en que Marta le da 7 mil dólares en efectivo a Rodrigo Fox, el hijo del presidente, para gastar en un viaje, o el que señala que a ese mismo Rodrigo, a quien Marta quería ganarse para que aceptara el matrimonio con Fox, le regaló un reloj Rolex de 10 mil dólares. Inquietante también es la sugerencia de que Manuel y Jorge Bribiesca, los hijos de Marta, se han enriquecido de manera misteriosa en los años en que su madre ha ejercido el discreto encanto del poder..»

País de leyes. ¿País de Justicia? ¿País de una Carta Magna que hoy «festejamos»? Chicoloapan, Méx. 4 de feb. 2004. «Los menores M.G. Arreola y Julio César B. fueron recluidos en las galeras de la Policía Municipal, acusados de haberse robado un bolillo, alimento que nunca apareció y a pesar de que no existe la parte acusadora Semi-ahorcados al aprehenderlos, Jorge Sanabria Domínguez, director de la policía Municipal, aclaró que aunque no existe la parte acusadora, son jovencitos que necesitan una lección y un escarmiento para evitar que caigan en manos de la delincuencia».

Jorge Madrazo, cuando Abogado de la nación: «En México la justicia es sólo para los ricos».

Y Humberto Palacios, magistrado de la Suprema Corte: «¡El señor no supo lo que dijo o no lo supo expresar! No se fija lo que dice. Lo que pasa es que los ricos si pueden pagarse un buen abogado». (Es México.)

Vidas (muertes) paralelas

El plan de Bush fracasó en Iraq, afirma Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, y Barack Obama, legislador demócrata: El día indicado para llevar esta guerra a su término es hoy. Mientras, miles de soldados de EU regresan en bolsas negras. Mis valedores…

Iraq, Norteamérica, Bush Ronald Reagan. Este murió en el 2004, pero Bush genocida como el hoy difunto, me lo ha traído al recuerdo. Reagan fue uno de lo más señalados «criminales de guerra», como apodaba el analista norteamericano a los sucesivos huéspedes de la Casa Blanca En su momento esto dijo de Reagan (¿Qué podría decir hoy de Bush.?):

«Cuando llegó al poder se nos dijo que la lucha contra el terrorismo internacional iba a ocupar un lugar prominente en su política exterior; y así sigue siendo. Se debate sobre ello como si se hablara del mundo real Pero no se habla del mundo real. Existe el terrorismo internacional, y los Estados Unidos son uno de sus principales promotores (…) Cuba, dicen constituye una de las sedes más importantes del terrorismo internacional». Y que la población se oponía claramente a los principales ejes del panorama de Reagan (las encuestas eran inequívocas al respecto) y, en consecuencia, se recurrió, se reiteró en la retórica del imperio del mal Cuba, Venezuela..

‘Teníamos que defendernos de los rusos y todo eso. No obstante, un enfrentamiento con los rusos no dejaba de ser demasiado peligroso, por lo que fue necesario encontrar un enemigo lo bastante débil como para que pudiéramos atacarlo, y destruirlo y liquidarlo sin ningún costo para nosotros, pero lo suficientemente fuerte, sin embargo, como para que pudiera ser utilizado para atemorizar a la población de Estados Unidos. Los agentes de relaciones públicas de Reagan dieron rápidamente con la solución a este dilema: el terrorismo internacional…»

«Fue entonces cuando se inventó una serie de pequeños Satanes (Gadafi, la OLP, los sandinistas, Granada, etc.). Podemos bombardear Trípoli y Bengasi y matar a cien personas sin que nos cueste nada Sólo con identificarlas como agentes del imperio del mal.»

«Una parte esencial del programa de Reagan consistía en transferir recursos de los pobres a los ricos. Esto sería impopular (piénsese hoy en Bush), y la ofensiva contra los gastos sociales forma parte de esa estrategia Buena parte del programa de Reagan consistió en convertir un estado cada vez más poderoso en un estado del bienestar para los ricos (piénsese en México, digo yo.) El programa militar tiene básicamente esa finalidad. Se trata de obligados subsidios públicos para la industria avanzada una medida impopular que no puede presentarse en esos términos. ¿Qué hacer? Los ciudadanos se oponen a tus medidas. Sólo hay una forma de hacer frente a esto: tienes que meterles miedo, hacerles creer que sus vidas están en peligro, que tienen que defenderse y que tienen que aceptar los programas por los que sienten desprecio o antipatía como una lamentable necesidad.

¿Cómo puedes aterrorizar a la gente? De nuevo: encontrando un imperio del mal que amenace con destruirlos (…) Si logras que haya actos terroristas, como hemos hecho en ocasiones, la gente sentirá auténtico miedo. Entonces puedes matar todos los libios que quieras. La administración Reagan produjo una serie de incidentes fraudulentos cuidadosamente confeccionados con el propósito de agredir y matar libios (…) Somos geniales a la hora de controlar a la población…»

«El presidente Reagan dirigió las fuerzas navales y aéreas estadounidenses para volver a Libia en 1986 y bombardear objetivos civiles urbanos, guiado por el propósito de contribuir a un entorno internacional de paz, libertad y progreso dentro del cual nuestra democracia de nación libre pueda florecer…» (Cínicos.)

«Es importante darse cuenta de cómo dañaron a la economía americana las medidas de Reagan (…) Era evidente que su política económica iba a provocar una enorme deuda externa y un enorme déficit comercial, que iba a perjudicar seriamente al país. Pero estaban interesados en obtener ganancias a corto plazo para los privilegiados». La administración Reagan llegó al poder con la intención de acometer rápidamente una enorme expansión del sector militar y recortar los programas sociales elaborados por la administración Carter. Quería ejecutarlo, y de prisa Para ello se necesitaba una buena dosis de miedo y de histerismo patriotero. Por supuesto se hablaba, y mucho, de que el Imperio del Mal era una amenaza para el mundo (…) Reagan montó una ruda campaña, aderezada con buena dosis de histeria, sobre el terrorismo internacional. Así preparó el camino para atrocidades como el bombardeo de Libia». Reagan, Bush (Seguiré con el tema)

Carcelería

Finaliza aquí el teatro del absurdo iniciado ayer. Agencia del ministerio público. Agente, detenido y magistrado del TRIFE, los personajes.

Magistrado:– Yo nomás dejando hablar aquí al delincuente, a ver hasta dónde llegaba con su cinismo o su pendejez (cámbiese en el acta «su pendejez» por «su tontería»). Y él, necio: «Usted después cobra el billete premiado, A mí deme nomás lo que cargue en su cartera, que mi vieja me está aguardando, engarrotada de cólicos.»
(Silencio. El acusado mira más allá del ventanal. Parece ausente.)

Lic.:– Y nada, que de repente me enchilo, y que me lo pepeno del pescuezo, y que llamo a dos blue demon (quede asentado en el acta que dije dos agentes policiacos), y que me vengo

Agente:– ¡Se vino usted, qué rico..!

Lic.:- Me vengo, sí, pero con el reo, a presentar mi denuncia Mire que querer estafar a todo un político. ¡Y con el viejo truco del billete premiado! (Sonrisa de burla y curiosidad, habla al que mira a lo lejos.) Qué bárbaro. ¿No viste con quién te estabas metiendo? ¿ No sabes distinguir entre un naco y todo un señor funcionario del TRIFE?
(El aludido parpadea Parece que algo va a decir. Abre y cierra la boca)

Lic.:- Oye, delincuente, ¿sabías que yo era licenciado y magistrado del TRIFE
cuando intentaste estafarme con el billete premiado..?

Detenido:- Sabía que es usted magistrado del TRIFE, claro que sí.

Lic.:– ¡Y sabiendo te atreviste a querer fregarme con la vieja!

Agente:– Ah, también con su señora ¿Hay fotos del acto, videos? ¿Podemos verlos? El cuerpo, usted sabe; el del delito…

Lic.:– Con la vieja, sí, pero la vieja estafa del billete premiado. ¿Sabías que era un magistrado al que tratabas de estafar?

Acusado:– Lo sabía, por supuesto

Lic.:– ¿Y te atreviste, cabrón, te atreviste?

Agente:– No se moleste en agredirlo, mi señor, que de eso se va encargar aquí el comandante Getulio. Y tú hampón, ¿tienes algo qué alegar en tu defensa por haber atentado contra todo un señor magistrado del TRIFE?

Detenido:- Eso fue lo que me dio valor: reconocerlo como un TRIFE. Voy a agenciarme unos billetes, pensé, y esperé a agarrarlo solito.

Lic.:– ¡Tíznale! Firmaste tu sentencia de muerte. ¡Que se asiente en el acta! ¿Pues qué, tan ingenuo me viste? ¿A un magistrado del TRIFE, cabrón?

Detenido:– Ingenuo o cínico, una de dos.

Lic.:– ¡Híngale! ¡Facilíteme su garrote, señor comandante!

Detenido:– ¡Un momento, señor magistrado del TRIFE! ¿Entonces qué? ¿Somos ingenuos o somos cínicos? Porque vamos a ver: ¿de qué hablaban usted y sus colegas en las afueras del edificio?

Lic.:– ¡De lo que no te importa, cabrón!

Detenido:– Respóndame, licenciado, siquiera siquiera porque ya me pasó a fregar. ¿De qué hablaban ustedes, los magistrados del TRIFE?

Lic.:– De qué íbamos a hablar: del proceso electoral, las impugnaciones, la revisión de urnas; de nuestro veredicto final, siempre apegado a derecho.

Detenido:– Apegado a derecho, dice. ¿A quién «legitimaron» usted y sus honorables colegas, coyotes todos de la misma loma?

Lic.:- ¡Señor agente! ¿Oyó? ¡Nos llamó coyotes, y todo nomás porque le embombillamos a un chaparrito, peloncito, jetoncito, de lentes. (Modifíquese en el acta el retrato hablado.) Por darle el triunfo al que ganó en las urnas, quise decir.

Detenido:– ¡Momento, señor! ¿Somos ingenuos o somos cínicos? Si somos ingenuos, tanto como para creer que de veras ganó el de El Yunque, ¿Por qué entonces no lo fuimos para caer en el truco del billete premiado?

Agente:– ¡Cortando cartucho, cabo Sasafraz, por aquello de las dudas!

Detenido:– Pero ya estoy viendo que ustedes, los del TRIFE, de ingenuos ni una madre tienen. Qué ingenuos van a ser. Son cínicos. Determinaron que ganó el reaccionario. ¿Lo determinaron por ingenuos? No, porque entonces usted hubiese caído redondo con el truco del billete premiado. ¡Lo determinaron por cínicos! Cómo fui a equivocarme con usted, magistrado del TRIFE. No resultó ingenuo, resultó cínico. Y ni hablar: yo, a pagarlo.

Agente:– ¡Eitale, señores oficinistas, le cái al que siga aplaudiendo! ¡Silencio y canten macanas, o el bato este acabará por hacerme a mí también echarle porras a nuestro Peje! (Esto suprímase en el acta) ¡Y tú, hampón, a ver si hablas tan chulo ora que te apliquemos la primera calentada, la nocturnal. ¿No, señor magistrado del TRIFE? (Pues..)

Teatro del absurdo

Agencia del ministerio público. Su titular (sonriente, obsequioso), saliendo al encuentro del recién llegado:

Agente:– ¡Caray, caray, señor licenciado, qué honra para esta su humilde delegación policíaca! Pásele por acá, si me hace ese favor. ¿Es de usted el detenido? ¿Va usted a presentar acusación en su contra?

Licenciado, funcionario del TRIFE– Un estafador. Yo mismo lo traigo a presentar ante la ley. Sírvase ordenar lo conducente y que se le tome la declaración respectiva.
(Ahí, frente al agente del ministerio público, el funcionario del TRIFE, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, sostiene por el cuello al individuo aquel de playera descolorida.)

Agente:– Pero tome asiento, señor licenciado. Siéntese en este, que está más duro. El otro sillón ya está bien guangoche y es muy incómodo. Así que es usted el detenido…

Lic.:– Así es. Lo traigo porque qué cree: ¡me quiso transar! ¡A mí, a todo un licenciado! ¿Se imagina? Quiso verme la cara, qué cara la suya..

Agente:– Pero para qué se fue a molestar, señor licenciado. Me hubiera mandado a su criminal con un destacamento aquí del comandante Getulio. ¿Una coca, un no-es-café? ¿Un peguecito, tal vez, o algo más fuertecito..?

Lic:- Pero antes de que este asunto se enfríe, señor agente del Eme Pe, permítame exponer mi denuncia, que a la letra dice: pues nada, que aquí el compañero delincuente me quiso ver la cara de pendejo, qué le parece…

Agente:– ¿Tentativa de asalto o secuestro, fraude maquinado, venta de droga, violación en grado de tentativa? O de plano el reo este se tiró a matar…

Lic:– Una estafa, más bien. Más mal, más peor. Pero caracso, si cuando menos hubiese sido una estafa moderna, novedosa, una estafa digna del ingenio característico del hampa mexicana ¡Pero querer hacerme su güey con el viejísimo truco, venerable y venéreo, del billete premiado, qué poca, digo…

(Flanqueado por dos blue demon armados con fauces de alto poder, el acusado mira de frente. Parpadea apenas…)

Agente:– ¿Y cuándo se llevo a cabo la estafa en grado de tentativa, señor licenciado?

Lic.:– Orita mismo, hace un rato, en las afueras de la sede del changarro. Del Tribunal Electoral, quise decir. Que se asiente en el acta mi enmienda a la anterior expresión, la del changarro.

Agente:– Ya lo oyó, secretario, corríjasela Y usted, señor licenciado, ¿gusta seguir continuando?

Lic:– Ah, sí, pues que se asiente en el acta andaba yo por la banqueta del edificio, en el iris de estirar las zancas (dígase en el acta las piernas) después de horas y horas de batirme en duelo dialéctico con mis colegas del Tribunal. Caminaba yo a lo despreocupado, ¿verdá?, muy quitado de la pena y echándome uno (con filtro), cuando en eso que veo como aquí el interfecto se me deja venir en derechura Yo, a lo instintivo, me metí la mano a la bolsa y saqué dos monedas, pero no. El delincuente quería hacerme víctima de sus bajos instintos en materia de estafa, qué le parece.

Agente:– No se me duerma, señor secretario. ¿Tomó debida nota de los bajos instintos?

Lic:– Ya que se arrimó el delincuente motivo la presente acta judicial, que me suelta su rollo: que ándele, que la Moreníta me lo acaba de premiar con el gordo, y que no le miento, véalo usté mismo en las listas de la lotería nacional, y que compruebe que mi billetito salió premiado con tantos millones; y que entonces por qué no vas y lo cobras tú mismo, le digo, y que cómo paso a cobrarlo, patroncito (aquí me pareció pertinente aclararle que soy licenciado, que los patronatos están en el rancho), y que cómo lo cobro si tengo a mi vieja en la terminal, dolorida de sus partes y en puro ay. «¿Tú la dejaste en ese estado después de una noche de arrebatada lujuria?» Y que cuál lujuria, qué cólicos. «Orita mismo me la llevo a bailar». «¿Y orita dónde, si los antros abren hasta la noche?» «La llevo a bailar, pero a Chalma Y que cúbrame el tanto por ciento del premio, que más que sea deme unos cientos y quédese con todo el gordo. Y me ponía frente a las narices esta burda falsificación, poca madre la suya Señor agente: examínela ¿Ve el 8 borrado de arriba para que parezca un 6? ¿Ve el 7, con el palito todo rasguñado para que parezca uno? ¿Ve el palito ya el puro cabo, la pura raíz?

Agente (examinando trasluz el billete):- Qué falsificación más chafa, qué bárbaro. Quede el cuerpo del delito anexado al acta ¿Y luego, señor licenciado’ ¿En qué paró el palito? ¿En qué quedó el 69 al final de la cifra? (Palito y 69, mañana)

Del México crístero

De ese les hablo, mis valedores, y a propósito: era yo niño; mi madre, al amamantarme (dos años y medio, suertudo que soy), a la hora del arrullo me dormía no con el clásico de Blanca Nieves o Pulgarcito. Ella, zacatecana hasta el tuétano, arrullaba mi sueño con esta canción de cuna:

«Grábatelo, mi hijo: el señor tu Dios, en santa misa, reveló a tu santo señor el obispo De la Mora el instante en que dos impíos caían de cabeza en los apretados infiernos. El primero de ellos, ya te haz de imaginar, fue el indio Juárez. El segundo hereje, cuándo no, fue el impío Calles, Atila de los santos sacerdotes que tuvieron que hacer la cristera por amor a la santa Iglesia. ¿Ya te dormiste, mi hijo..?»

Tal el cuento que arrulló mis sueños de mamón. Dejé la teta, qué lástima, y tuve que entrar a la escuela, lástima peor. Mi niñez fluyó como la de todo niño zacatecano: con una estampita del cura mártir Miguel Agustín Pro en las manos. Pero no una estampita cualquiera, sino una milagrosa La cartulina mostraba, en negativo, los rasgos lechosos de un rostro informe, como forjado con ectoplasma, del que en el centro se advertía un puntito oscuro como una travesura de mosca. Las instrucciones para provocar a voluntad el prodigio del hoy beato Agustín (y los prodigios sólo se producen por verdadero milagro) decía, palabras más o menos:

Mírelo el devoto de manera fija y sin parpadear durante el tiempo que tarda en rezar un padre nuestro y una Ave María con la intención de que Miguel Agustín sea canonizado muy pronto. Luego mírese al cielo y oh prodigio: ahí aparecerá el rostro del siervo de Dios…

Y sí. Luego de mirar el puntito, ¡el milagro! Gigantesco, imponente a todo lo amplio del firmamento zacatecano, contra la claridad purísima se revelaban, ya en positivo, los rasgos del padre Pro, mártir de la lucha cristera y víctima del impío Calles. Aquellos rasgos de barretero zacatecano me acompañaron al seminario (donde, gracias sean dadas a las sotanas), aprendí a hablar y escribir en español, suertudo que siempre he sido. Y sigo.
Mi niñez zacatecana transcurrió a la diestra del padre, o sea don Juan Mojarro, y de aquella runfla de tíos por parte de madre, cristeros de corazón. Cabalgando con ellos (en ancas del penco, con la intención de que mis cristeros parientes conmigo se protegieran las espaldas por cuestión de algún rencoroso adversario de religión), viajaba yo hasta La Cañada, y detrás de los fortines naturales, mezquites y encinas, me topaba con aquellos montones de casquillos de máuser y carabina, cascaras de la almendra de plomo que el general Gorostieta y su fanaticada, al grito de «¡Viva Cristo Rey!» quemaron contra los guachos pelones del «impío» Calles, protegido el pecho con el escapulario aquel de paño rojo con la leyenda entrañable:

Detente, bala enemiga, que el corazón de Jesús está conmigo…

Fue así como encontraron la muerte mis cristeros paisanos, en su magnífico intento por desencuadernar la Constitución (esto se lograría hoy, con las huestes del impuesto en Los Pinos); los restos de los de sotana y chaparreras quedaron, junto a los casquillos vacíos, detrás del pochote aquel y, del huizachito, y de la varaduz. Hoy, los restos de una Constitución desencuadernada hasta la náusea, ¿dónde fueron a quedar? Es México.
Resumo; de Gómez Farías, Juárez y Lerdo al tercermundista Echeverría todo se volvió, en apariencia, derrotas para las sotanas, con sendos respirillos a la hora de Ávila Camacho, el Alemán y el matancero de Tlatelolco: «Cristianismo sí, comunismo no. Este hogar es católico y rechaza la propaganda protestante». Pero ándenle, que nos llega Quetzalcóatl. (Quetza, para Rosa Luz, Quetza para la Historia), y que nos manda traer al papa aliado de Reagan y el gran capital, y que los mercachifles del trato, el rejuego y el cambalache, saturan el país de bulas, escapularios, reliquias, medallas, rosarios, carteles, escarapelas («pins», para los gringos de segunda) y, como si el tiempo hubiese pasado en vano, de estampitas prodigiosas con su huella de mosca en la medianía. México, entonces, dejó que las ilustrísimas chinelas y unos que otro mocasín de licenciado pisotearan el clausulado de la Carta Magna mientras que Karol Wojtyla, en Los Pinos, oficiaba la misa para el místico regodeo de una doña Cuquita, señora madre del Quetza sexenal, y el de Carmen y Rosa Luz, y todos contentos, reconfortados con la bendición papal. Y de ahí en adelante faena redonda para las sotanas. A la calle donde se ubica la casa que albergó a Wojtyla hoy nombran, Cristo, Juan Pablo II.

Triunfaron. Dueños son de la voz, la homilía, la encíclica y el 130 constitucional. Se hicieron del balón y la manija del cilindro, y dictan condiciones y cargan el juego político por la entérala derecha. Y el aplauso de arbitro, abanderados y Perra Brava (¡Dios!)

¡Qué huevos!

Así. Del sexenio transcurrían cincuenta días apenas (a penas), cuando a gritos las amas de casa: «¡Qué huevos! O comemos frío y no pagamos el gas y la luz, o pagamos el gas y la luz y no comemos, «Qué huevos! ¿Por qué los expenden tan caros tos comerciantes..?»

Y el borbollón de incrementos provocó airadas protestas en distintas entidades del país. «Qué huevos», clamaron unas masas sociales rudamente sorprendidas por el aumento en los precios de la canasta básica. Yo, que escucho el ruiderío, digo a ustedes lo que en su momento y desde nuestro espacio comunitario Domingo 6, de Radio Universidad, dije a los radioescuchas: «A ver, a ver, ¿qué es eso que gritan sus reniegos a contracorrientes y en contra-punto con golpazos de cacerola..?»

Eso: ¡queremos tortillas! Ya no queremos más PAN..!

Ah, ¿eso? ¿Y qué, no acaba de afirmarlo en Davos, Suiza, el presidente Calderón? «El dos de julio México optó por el libre mercado». ¿Entonces? ¿No es el del «cha-parrito, peloncito, de lentes», un gobierno que continúa el modelo económico-político de su antecesor, impuesto por Washington desde 1983, en la gestión de De la Madrid, con el continuismo Carlos Salinas, que lo prolongó durante su sexenio gubernamental? ¿Entonces? ¿Qué otra política social esperábamos, si «México optó por el libre mercado», que es decir el Neolibera-lismo? Y ese modelo económico es esencialmente individualista y abandona la participación en pro del fomento del bienestar general, colocando en segundo lugar los derechos humanos».

– Bueno, sí, pero por que votáramos por Calderón, Fox nos juró que vivíamos en democracia ¿Es esta una democracia..?

A ver. Democracia «El Neoliberalismo conduce al establecimiento de un modelo de democracia que responde en primer lugar a tos intereses de tos que tienen un modelo de riqueza y el poder, independientemente de que la envoltura del Estado sea régimen democrático».

Esto lo sabían ustedes, los radioescuchas del programa radiofónico Domingo 6, donde se afirma y repite que la democracia neoliberal reduce todas las libertades políticas al voto para elegir la propuesta de gobierno que las masas prefieran, pero sin nunca garantizar que la propuesta elegida vaya a cumplirse total o parcialmente. ¿Entonces? ¿Imparable la cascada de bienes, servicios y precios de los productos básicos? ¿Sube y seguirá subiendo el precio de las frutas y las verduras? ¿Y la carne también, y el gas, las gasolinas, los materiales de construcción? ¿Pierde el salario mínimo su poder adquisitivo? ¿Que si para eso se votó por Calderón? Mis valedores: ¿pues qué esperaban ustedes, que el 2 de julio votaron «por el libre mercado»? A propósito: ¿dónde realizó sus estudios superiores el mentado Calderón? En una universidad gringa Y nosotros, ¿tan pronto olvidamos las conclusiones de R. Lansing, que fuera secretario de Estado con el presidente norteamericano Woodrow Wilson..?

«México es un país extraordinariamente fácil de dominar, porque basta con controlar a un sólo hombre, el presidente Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que eso llevaría otra vez a la guerra La solución necesita de más tiempo: debemos abrir a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo por educarlos en el modelo de vida americanos, en nuestros valores y en el respeto del li-derazgo de EU. México necesitará administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes, y eventualmente se adueñarán de la presidencia Sin necesidad de que EU gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros…»

¿Entonces? ¿No estudió Calderón en alguna universidad de EU? ¿No ha sido impuesto en Los Pinos, como continuador del «libre mercado»? Apenas declarado presidente, ¿no se apresuró a apersonarse en La Casa Blanca para «presentar sus respetos» a Bush? ¿Entonces?

Y el resultado: las amas de casa han reducido las compras del mandado hasta en un 50 por ciento. ¿Y qué hacer? Lo que bien conocen las masas: seguir delegando; en el gobierno, las ONGs, las fuerzas celestiales; en ésos que ahora mismo han logrado crear estrategias tan novedosas, que van desde la ¡e-xi-gen-cia! (que el gobierno rectifique estas medidas contrarias a las masas sociales) hasta la recopilación de firmas, los cacerolazos, y ahí la incógnita ¿darán resultado estas muy nuevas, muy novedosas estrategias con las que esta vez nos disponemos a enfrentar al Poder? Ustedes, mis valedores, ¿qué opinan? (México.)

Y mi honda es la de David

Sí, americanos, hay que decir quién fue aquel grande que ha caído…

Y aquel grande, como lo nombres el poeta Darío, fue nuestro genio americano José Martí, cumbre señera del espíritu humano y uno de los primeros antiimperialistas de la América mestiza nacido en La Habana un día como hoy, pero de hace 154 años. Aquí, del coro de voces que ponderan una obra fructífera consagrada a liberar a Cuba del dominio extranjero, y esto hasta los límites del sacrificio final:

«Si en América se esculpiera dignamente la estatua de Martí habría que hacerlo con la representación de una de nuestras montañas. Es un personaje de libertad; es uno de los grandes hablistas de la lengua castellana, poeta y literato, hombre de pluma y de pensamiento. Martí trabajó para la patria, trabajó para América. Martí es una idea Su palabra, anda,- su espíritu, vela. Se sienten sus pisadas calientes de santo por la expiada, ungida senda del honor y la gloria de América».

Su idea, su palabra y espíritu: el día anterior a su muerte en combate redactó en este párrafo la síntesis de una existencia de pensamiento y acción:

‘Ya estoy todos los días en situación de dar mi vida por mi país y por mi deber
-puesto que lo entiendo y tengo ánimos con qué realizarlo-, para impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso».

Otro día, con su sangre, iba a cimentar la palabra. Sí, ¿pero cómo pudo, se pregunta el estudioso martiniano, comprender que se abrían nuevos peligros para América Latina y que se hacía necesario declarar la hora de su segunda independencia? ¿Qué elementos de la nueva etapa histórica en la que entraba por aquellos años en el mundo capitalista ?? l imperialismo- alcanzó a conocer a Martí? El mismo parece responderlo en unas frases que han hecho célebre por la que repetimos: «Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas; y mi honda es la de David…»

Las entrañas del rapaz, que así se expresaba del territorio que se extendía al sur:

«Basta una ojeada al mapa de Norteamérica para comprender que México forma geográficamente y por otros conceptos un todo con los EU. (…) ¡Hermosa provincia tropical, en verdad, para adquirirla para nosotros! De ahí, el pabellón de las estrellas seguirá hasta el Cabo de Hornos, cuyas olas agitadas son el único límite que reconocemos para nuestras ambiciones…»

Y entonces la voz de profeta, las advertencias del baquiano, del adelantado. Si nuestra (¿nuestra todavía?) América hubiese escuchado esa voz:

«¡Cuidado! Estados Unidos tiene sobre nuestros países miras muy distintas de las nuestras; miras de factoría y pontón estratégico. Cuidado con el trato con Estados Unidos. Jamás hubo en América asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos -potentes, prepotentes, repletos de productos invendibles y determinados a extender sus dominios en nuestra América mestiza- hacen a las naciones americanas de menor poder». Y que tal convite: «podrá festejarlo con prisa el estadista ignorante y deslumbrado, podrá recibirlo como una merced el político venal o demente, y glorificarlo con palabras serviles. Pero el que vigila y prevé, ése ha de inquirir qué elementos componen el carácter del que convida y el de convidado, y si están predispuestos a la obra común por antecedentes y hábitos comunes, y si hay riesgo de que elementos temibles del pueblo invitante se desarrollen en la unión que pretende, con peligro del invitado.

Ni pueblos ni hombres respetan a quien no sabe respetar. Cuando se vive cerca de un pueblo que por tradición nos desdeña y nos codicia (…) es deber continuo y de necesidad urgente erguirse cada vez justicia u ocasión, a fin de mover a respeto a los que no podemos evitar. Ellos, celosos de su libertad, nos despreciarían si no nos mostrásemos celosos de la nuestra. Ellos, que nos creen inermes, deben vernos a toda hora prontos y viriles.

Hombres y pueblos van por este mundo hincando el dedo en la carne ajena, a ver si es blanda o si resiste Y hay que poner la carne dura, de modo que eche fuera los dedos atrevidos. ¡En su lengua hay que hablarles, puesto que ellos no entienden la nuestra Con ellos… ¡cuidado!»

Y la referencia a esta que fue su segunda patria:

Más ha hecho México en subir hasta donde está, que los Estados Unidos en mantenerse decayendo, de donde vinieron. ¡La civilización en México no decae, sino empieza.!

José Martí. (A su memoria)

El gallinero de los lamentos

Con mi maestro (un búho) volví al gallinero, y qué ambiente tan distinto al de unos días antes. Ahora todo era acción y actividad. «Faltaba que alguien nos los abriera, lo ojos. Y sésgate, que las ponedoras nos hemos decidido por la acción inmediata». Y allá van, y acá vienen, de la cerca de alambre a los comederos, a los nidales, a los bebederos. De ganchete observé al que se los abrió, o sea mi maestro el búho, él que es capaz de mirar en la luz como en las tinieblas. Lo ví menear la cabeza. «Hacen lo que pueden», las disculpé.

En mi primera visita, me acuerdo, el gallinero hervía de sol. De repente oí: ¡cócorocó!, cacareo escandaloso, y uno más, y otro. Las ponedoras, sí, que depositaban su huevín en el nido. ¡Cócorocó! La parada, tras el esfuerzo, bebía agua a picotazos. La prieta (jadeos, engrifar de plumas, las zancas despatarradas) pasó por el trance esforzado y jalaba aire. La vareada dirigíase al nido en frieguiza, ya con el suyo en la puerta. Un esfuerzo, un jadear, y achaparrarse, abrir ojos, pico, todo. De súbito: ¡cócorocó! Y así la pinta y las varias más. En la pileta, a la sombra del pirul, iban reponiéndose del esfuerzo. ¡Cócorocó! Pero ahí estuvo el problema: en los cócorocós.

Sí, que al escándalo, la pandilla de gallos que pastorean el gallinero se dejó venir. De los comederos, que casi nunca abandonan, viniéronse sobre los huevos.

Gallitos jóvenes, fachendosos, cresta arriscada y prevenido el espolón, pisando fuerte se dejan venir al banquete; ventajistas que no fueran, han dado en tragarse todos los huevos. Véanlos llegar con su porte alardoso. Oigan su kikirikí amalditado; adviertan los picos atrabiliarios, que a piquetazos van despanzurrando nidales, picoteando yemas, desgarrando claras. Ya después, el naufragio de los cascarones. Las pollas, a media voz: «Diablos de abusones y ventajistas, aprovechados de la ocasión. Como nos ven mansitas…»

Ah, ¿conque motín a bordo? Y por que se mire quién manda en el gallinero, los atrabiliarios se dejan venir contra las rezongonas, y órale: qué desastre de plumas, ahogos, jadeos, cuadriles despernancados. La búlica, la vareada, la pollita todavía, soportan una vez más, en tensión las zancas, el jineteo de los abusones. ¡Oh ay, uf, agh, puf.!

Silencio. Los espolones tornan al comedero. Las pollas, entre sacudidas y espasmos: ‘punta de atrabiliarios; se apropian de los comederos, se tragan nuestros blanquillos, y qué modo de violar a la proteste, ay de mí..»

– Yo hasta herniada quedé con la sacudida, ¿tú crees? No había agarrado resuello después del huevo, cuándo échate encima todo el peso de los otros huevos, o sea los del pinto, y que clase de meneos y sacudidas, pa su…

– No, y los espolones del giro, de este grandor. Sentí que estaba malpariendo un huevo de yema cuata. Como me fue agarrar cansada…

?iganlos: desde los comederos, el claridoso kikirikí, pregón de los desbozalados. Oyéndolos, la gallina blanca, polla todavía, de pronto no puede más, y recogiendo con el pico una de las plumas desprendidas del ala, bajo el ala cobija la cabeza y se echa a llorar, y su llanto contagia a las otras: un mar océano de reniegos, de lágrimas, de imprecaciones; que gallos aborrecidos, que violadores, que gallos ilegítimos, neoliberales, vendepatrias, proyankis…

Fue entonces. A la vista de duelos, quejumbres, reniegos y gimoteos, rápido, fui y’ les llevé a mi maestro, un búho dotado para mirar en la luz como en las tinieblas. Ahí, parado en la rama más alta del más alto eucalipto de la granja avícola: «¡Eso! A llorar como gallinas que no quieren entender. Los gallos son unos cuantos, y ustedes millones. Ustedes son las de los huevos, pero huevos de qué les sirven, si se rehúsan a pensar, y así crear estrategias con qué enfrentar con éxito a los gallitos sobrones. ¿Cuánto tiempo todavía se la van a pasar renegando, lamentándose y lloriqueando por las tropelías de los atrabiliarios gallitos? ¡A pensar, a la autocrítica!, a la creación de estrategias para las que los gallos aún no sinteticen el correspondiente antídoto..!

Ellas moviéndola, o sea la testa, y pelándolos, o sea los ojos. Reflexionando. Y sí, el búho tiene razón. En cosa de días remediamos este desmadre. Qué bien. Las dejamos con su buena intención. Mis valedores: mi maestro y yo acabamos de visitar la granja avícola, y semejante actividad, todo el gallinero movilizado para enfrentar a los gallos sobrones. La búlica:

– Flamante nuestra estrategia. Yo ando meneada recolectando firmas. Ya llevo un friego. ‘Yo- la vareada- ya puse de acuerdo aquí a las muchachas para que al unísono todas, como una sola, nos vayamos a encuerar frente al jacalón de San Lázaro. Y la prieta, la más activa del gallinero: ‘Ya nos organizamos, como nos aconsejó el búho. Ora sí, a ver si con este millón de firmas, la mega-marchita que preparamos y una protesta de nalgas al aire no hacemos talco a esos chinches encimosos y atrabiliarios, qué les parece…»
Mi maestro suspiró. Hondo y profundo. (Qué más.)

Sepulcros blanqueados

El SIDA y el condón. Que senadores del PRD intentan obligar públicamente a José Ángel Córdova, titular de Salud, a mantener la campaña que promueve el condón, y asi evitar que sus puntos de vista personales se conviertan en políticas públicas en materia sanitaria. Qué bien. Pero cuidado, que el director de Asuntos Jurídicos de la Sec. de Salud es un Bernardo Fernández, «defensor del derecho a la vida» y abogado del cardenal Norberto Rivera, y se encarga de revisar y supervisar las reformas a las leyes y reglamentos sobre asuntos de salud pública Mis valedores: peligroso.

Peligroso. Lo leí en REFORMA del pasado viernes: Con esa campaña «lo que hasta hoy se ha logrado es alentar la actividad sexual precoz, las prácticas promiscuas y las conductas de riesgo». Y escalofriante la nota que llega de Guadalajara en el albergue Beata María de Jesús las misioneras del «Corazón de Cristo Resucitado» maltrataban a los enfermos, porque «Las personas infectadas están recibiendo un castigo por sus pecados sexuales». ¡Dios!

Esto me trae a recuerdo la indignación que exhibía el por entonces nuncio apostólico del Vaticano en nuestro país, aquel Jerónimo Prigione interlocutor de los narcotraficantes Arellano Félix: Me indignan las promociones que se han hecho para el uso del condón. Es darle medios a los jóvenes para que se sigan revolcando en el lodo…

Y los aspavientos de un José Melgoza, obispo emérito de Cd. Nezahualcóyotl: ¡Para la Iglesia, el sida es un gravísimo problema de moralidad pública, y esto es lo que nuestro gobierno no quiere reconocer, y limita el problema al ámbito de salud, imagínese..!

Pues sí, pero no, que el SIDA, como lo afirma el filósofo Mark Platts, «no es un asunto de moral, sino de salud pública«. Y que más allá de lo que la Iglesia Católica diga de nuestra conducta privada, la del SIDA es una situación conflictiva que las autoridades de salud pública tienen obligación constitucional de atender de inmediato. ¿Y? ¿Qué hacen esas autoridades para detener la propagación del SIDA? Pero, sobre todas las cosas: ¿qué hacemos nosotros para no ir a dar de cabeza en la mortal pandemia? Hace unos años la Organización de Naciones Unidas solicitaba a la Iglesia Católica de nuestro país, dueña de un descomunal ascendiente sobre la mayoría de los mexicanos, que se sumara a la lucha contra del SIDA. La respuesta de El Vaticano:

«La espectacular ceremonia presidida por el cardenal Otunga que quemó preservativos en público, sigue siendo símbolo de la actitud general de la Iglesia Católica, hasta este método profiláctico, confirmada por el criterio de los obispos del mundo entero». En México, los obispos: «Contra el SIDA, castidad es el mejor remedio. ¿El condón? Mucha gente lo usa, ¿pero está permitido de acuerdo con la doctrina católica? definitivamente: el condón no es éticamente permisible. Para la Iglesia, bloquear artificialmente la transmisión de la vida no es moral. La vida producida en una relación sexual no pertenece al hombre, sino a Dios». Además, el condón no sirve de gran cosa La solución es la castidad en el matrimonio, aun si parece que va contra la corriente en una sociedad como la de hoy, que resulta pansexual«.

La propuesta de G.W. Bush, ese misticoide: «Yo estoy a favor de la abstinencia, de la castidad y, en el último caso, del condón». ¿El condón? «¿Para qué el condón? (obispos mexicanos) ¿Para seguir buscando el placer por el placer mismo? ¿No está fuera de las enseñanzas de Cristo? ¡La Iglesia rechaza el uso del condón, pues esto lo que hace es hundir en el fango a la juventud, en lugar de darle la mano a los jóvenes para que salgan del lodo! ¡Continencia! ¡Castidad! ¡Fidelidad matrimonial! ¡Estas tres virtudes propuestas por la Iglesia son el mejor remedio para el contagio, porque son las propuestas del Evangelio para combatir el SIDA! ¡La grave amenaza del SIDA viene del abuso de la sexualidad! ¡Es una equivocación buscar el placer por el placer. El recto camino debe ser el uso legítimo del placer! ¡El placer sexual no debe verse como un fin, sino sólo como un medio hacia la paternidad o la maternidad!».

«¡Usar preservativos y seguir haciendo el amor! Esto continúa siendo el método de nuestras autoridades. ¡Es una barbaridad! Intentan proteger la salud promoviendo el vicio. El amor, para ellos, es el gozo del placer, y no buscar el bien de la persona amada El abuso del sexo es el que ha convertido en un problema de moralidad pública no de salud! Los enfermos de SIDA no deben convertirse en héroes, no lo merecen. Son seres enfermos. La homosexualidad es un verdadero crimen, y la Iglesia Católica rechaza a los homosexuales así como el uso del condón, fuente de prostitución.»

La Unión Nac. de Padres de Familia: «¿Dónde estarías tú si tu padre hubiese usado condón..?»

Ad Majorem Dei Gloria. Laus Deo. (¡Dios!)

Suspiré. Qué más…

De lo eficiente que es la PROFECO, esa Procuraduría del consumidor que, según su titular, «asumirá el liderazgo en la producción de los sectores más vulnerables de la población mexicana», me hablaba aquella tarde la Maritoña, mi vecina reciente. Un discreto mordisco a las partes pudendas de un burro de buen tamaño (con galletas de animalitos acompañaba la infusión):

– Un día, me acuerdo, se le descargó al Arcadio la batería.

– Es natural. Excesos, la edad, la falta de vitaminas. Pero un biagrazo…

– No a él, que a pujidos, pero seguía funcionando, sino a su volks. Entonces fuimos a que se la recargaran, o sea la batería, ahí donde meses antes los del Rock’s nos habían estafado con la leche adulterada ¿Y lo pasará a creer? Los del mentado Electrolito también nos transaron, vendiéndonos como nueva una batería de segundo cachete Yo, entonces, dije a mi marido: Oye, Gordolobo, ¿y si pusiéramos nuestra queja en la PROFECO..?

– Era lo indicado.

– Pues sí, señor bigotón, pero en esas que nos nace la Gladis Elizabeth, y qué mala pata, porque nos fue a resultar con su labio tencuachito, o sea leporino, qué mortificación. Ya para entonces mi viejo se me había vuelto un desobligado de miércoles porque al iris de emplear su tiempo libre como Dios manda, viendo en la tele su clásico pasecito a la red, el muy baquetón la agarraba primero con la cheve para rematar con la cacardiosidad, muy al estilo del licenciado Jerásimo (¿No nos estará oyendo? Tengo entendido que su pariente vive con usted.)

La tranquilicé. El tal andaba a esas horas como todos los de su calaña: grillando a ver si la Jackson o el Paredes, o al revés, que de todas maneras resulta lo mismo. La Maritoña, un lleguecito a los cuartos traseros de un dromedario de dos jorobas. Esos dientes. La lengüita -no la del dromedario-. Esas, esos…

Ella, memoriosa: «¿Y a dónde cree que se iba a chupetear el muy briagadales de mi barrigón? Al Haz por venir, botanas de chilacayote.

– ¿Sería donde antes estuvo el..?

– Exacto, donde antes estuvieron los abusivos mecánicos, que meses antes habían quebrado, gracias a Dios. Y ándele, que por esos días se nos vino la liberación femenina, y las leyes cantineras dieron entrada al «viejerío», ¿No le llamaba así el barbón Punta Diamante?, y entonces la cantina aquella se volvió un verdadero desgarriate (un verdadero desmadre, perdón); un desmadre disfrazado de burdel. ¿No lo estoy aburriendo con mis rollos?

Yo, un traguito a la de menta y azahar.

– Pues nada, que con una de esas pútridas que se las daba de muy trabajadora sexual se me huyó el móndrigo Arcadio. Las últimas noticias del perjuro fueron de que lo vislumbraron por Chinches Bravas, Alto Lucero, Saltabarranca o algún otro poblado de mi lindo Veracruz. Que por allá andaba dándole gusto a la vida con una prieta de nachas tamaño doble ancho, mire, que no es por dárselas a desear.

– Pues usted no anda muy escasa que digamos

– Es que a él siempre le han chiflado las nalgas. Las de las morras, digo. Yo entonces pensé: qué se me hace que ora sí voy y pongo otra queja esta vez contra el adúltero de Arcadio, y le meto una demanda al Haz por venir en la Procuraduría del consumidor. ¿No fue consumidor de la piquera mi viejo? Por alcahueta. Pero no, señor bigotón, preferí mejor encomendarme a Santa Rita de Casia, ella que es la abogada de las causas imposibles, y en este país imposible resultaría que las autoridades clausuraran una cantina. Primero clausurarían la cámara de los comunes (y corrientes), o sea la gallera de los diputados broncudos y las diputadas asesinas. Y ahora, de repente, vea.
Me mostró aquel cacho de papel. Leí: En relación a la queja le solicitamos indique el domicilio del proveedor con el fin de tramitar debidamente su reclamación. Y que atnte., y una pila de garabatos, y a la fecha.

– Bueno, sí, ¿pero cuál es su preocupación?

– ¿Cómo de que cual? ¿Todavía no la pesca? ¿Pos ora con qué cara voy a parármeles enfrente a los procuradores del consumidor, ellos que con tanta prontitud, eficacia y espíritu de servicio se viven protegiéndonos contra las malas entrañas de los comerciantes de la MASECA, la carne, la leche y los huevos, para ir a hacérselas de gas y salirles con aquello de que conmigo ya no se molesten? ¿Con qué cara decirles, sin que los tales se vayan a ruborizar, que allí donde me transaron con la leche adulterada ya no hay Rock’s cual ninguno, ni un taller eléctrico El electrolito, ni cantina Haz por venir, ni burdelito, porque ya el eje vial borró del mapa el cacho de calle donde se alzaban las sucesivas negociaciones? ¿Cómo decirlos sin irlos a apenar? Pobres, ¿no..?

La Profeco Suspiré (Qué más…)

Onanismo mental

«Asumiré el liderazgo en la protección de los sectores más vulnerables de la población mexicana». -Antonio Morales de la Peña, titular de la PROFECO-

Esta vez, mis valedores, los sucesos memoriosos, esos que de pronto nos vuelven de revés, que nos fuerzan a mirarnos de piel adentro y, el ánimo en posición fetal, tornarnos melancólicos porque en el recuerdo somos jóvenes otra vez, y otra vez adolescentes, y felices de nueva cuenta. «¿Te acuerdas..?’

Me acuerdo, sí, y a propósito: ¿qué fue lo que abrió la espita de la memoria a aquélla frutal sota moza, la María Antonia que nos acaba de llegar al edificio de Cádiz? Y a mí, ¿qué fue lo que me obligaba a contemplar a la recién llegada, madura mujer de formas todavía muchachas? ¿Fue su modo de mirar, su dejo en el habla? ¿Fue en mi lengua el regusto del agua de menta y azahar? Como si no lo supiera: fue esta intolerable soledad, y no más. Ahí, en mi ventana, la luz mortecina del último sol. Pero sí, mis valedores, me explico.

– ¿Ya vio esta mala noticia, señor bigotón?

Ella y yo, solos en mi humilde depto. de Cádiz. Recordé el letrero en la trasera del camión materialista; «Las goza quien las merece, porque yo con verlas descanso». Y aquel suspirillo…

– Que los líderes campesinos prevén un alza de hasta 30 por ciento en los alimentos básicos. Ellos, a su vez, amenazan al nuevo gobierno: «Si en el primer trimestre no hay resultado, habrá movilizaciones. Esta es la prueba de fuego de Calderón y el momento de propuestas serias para los campesinos afectados por la falta de empleo y salarios remunerados». Lea la noticia. Leí la noticia, y vaya que los campesinos tienen razón «¿Sabía que en el 2006 los productos básicos se elevaron de un 20 hasta un 100 por ciento?»

La carestía de la canasta básica, mis valedores, apenas al comienzo del sexenio de la imposición. Por fortuna ahí, en el matutino, la nota alentadora- que la Procuraduría Federal del Consumidor vigilará que no se alteren los precios. «Por más que lástima de las 70 mil tortillerías que existen en el país, la PROFECO apenas monitorea 206 establecimientos»

– ¿La PROFECO, dice usted? ¿La PROFECO va a velar por nosotros frente a los fementidos de la MASECA? No mechinglés, que por propia experiencia sé lo que vale la tal PROFECO…

Achis, achis. «De esa precisamente, qué coincidencia acabo de recibir este oficio, véalo».
Un documento pringado de sellos, matasellos, logotipos, anagramas, aguilitas tricolores y ringorrangos de rúbricas como orinadas de perro impaciente. «Dirección General de Quejas». Y el texto:

En relación a su queja, le solicitamos indique el domicilio del proveedor a fin de tramitar debidamente su declaración. Atnte.

Y unas siglas y la fecha de hace unos días.

Y más abajo: La leche la dan adulterada y a la compra de menos de un cuarto la venden a tanto más cuanto.

La Maritoña suspiró, dióle el amamantón a la de cuasia con ixtafiate y cuachalalá. Vi que entornaba sus párpados. Su voz se tornó memoriosa

– Parece que fue ayer. ¿Sabe? Este papel ha venido a acarrearme una pila de recuerdos y una gran preocupación. Parece que fue ayer…

Miré en silencio a la sota moza que, con su ausente voz:

– Sucede que el día de mi queja ante la PROFECO, Arcadio me había llevado dizque a merendar. Andábamos de novios, ¿sabe?

– Yo tenía entendido que se llamaba Ramón.

– El Moncho es otro; un plato de segunda mesa, como si dijéramos. Arcadio fue mi primero. Muy propio y formal, al principio anduvo saliendo conmigo como Dios manda, o sea en plan de noviazgo. Me acuerdo…

– Pero se casaron usted y el Arcadio, ¿no?

– Y cómo no íbamos a casarnos. Y de emergencia que el Arcadio chico ya se me había venido a acomodar en la puerta con perdón; y qué hacer, sino correr al registro civil antes de la cesárea y el vestido blanco. Qué tiempos…

Una mirada se le iba y otra se le venía Maritoña, frutal. Para no prolongárselas, mis valedores (la plática): el restaurante de la mala leche, a decir de la sota moza quebró de ahí a pocos meses.

– Porque tarde o temprano Dios castiga a los abusivos, dice creo que Confucio o Norberto Rivera, y que al que obra mal se le pudre el no le voy a decir cuál porque todavía no nos tenemos la suficiente confianza

– Entiendo que el incidente ocurrió hace ya algunos ayeres…

– Uh, una pila de ayeres, nomás échele cuentas: el restaurancillo, titulado Rock’s, se convirtió más tarde en taller eléctrico: El electrolito.

Un discreto mordizco a las partes pudendas de.. (Con las pudendas sigo mañana)

Racimo de horca…

Un genocida ajusticiado por un gobierno pelele al servicio del genocida mayor; parientes ahorcados, descabezados, regazón de civiles destrozados a estallidos de pólvora. ¿Cómo llegó a perpetrar el Imperio semejante carnicería? ¿Cómo llegó a tolerarla un mundo «civilizado», un mundo al que se le ha cegado su capacidad de asombro, de indignación? Bagdad.

¿Advertencias previas contra la guerra en Iraq? Muchas y de muchos países, incluyendo del país invasor. Advertencias que a su hora formularon humanistas como Noam Chomsky, el primero de tantos, él que negaba una razón objetiva por la cual Estados Unidos debería tener más miedo de Saddam Hussein que de los kuwaitíes, pongamos por caso. Pero sí, por supuesto que existía un motivo para la invasión al país de Saddam. Desde septiembre del 2001 se instrumentó una aviesa campaña en los medios de condicionamiento de masas que logró manipular a la comunidad acerca de un tema central:

Saddam no sólo era un personaje siniestro y terrible, sino que «mañana mismo va a venir por nosotros si no le detenemos hoy». Y eso llega a la gente. De modo que para comprender la oposición actual a la guerra en Estados Unidos «debemos extraer ese factor, el factor del miedo irracional creado por la propaganda masiva..»

Lo que esos «medios» ocultaron fue lo evidente: que en Estados Unidos había una oposición generalizada a la invasión de Iraq. No era sólo una oposición a la guerra, sino que existía, además, una falta de confianza en los líderes. «Quizá ustedes hayan visto un estudio publicado hace tiempo por el Foro Económico Mundial que analizaba la confianza en los dirigentes; la más baja es la que se refiere a los líderes de Estados Unidos. Sólo tenían y tienen la confianza de poco más que la cuarta parte de la población, y creo que eso refleja la preocupación por la temeridad, la violencia y las amenazas que se desprenden de las acciones y los planes de la actual administración.

Recordemos que quienes llevan ahora las riendas en Washington son en su mayor parte reaganianos reciclados que están reviviendo básicamente el guión de los años ochenta, cuando impusieron programas de política interna muy dañinos para la población en general, que fueron muy impopulares. La gente se opuso a la mayoría de sus programas internos, y la manera como consiguieron implantarlos fue manteniendo a la población en un continuo estado de pánico. Recordemos también que en 1981 esos mismos reaganianos declararon una guerra contra el terror que se iba a convertir en el núcleo central de la política exterior estadounidense enfocada básicamente en Centroamérica. En esa su guerra contra el terror acabaron matando a unos 200,000 civiles y dejaron cuatro países devastados. Desde 1990, esos pueblos se han hundido aún más en una pavorosa pobreza. Hoy, estos funcionarios están procediendo igual y por los mismos motivos: llevar a cabo programas de política interna en EE.UU. a los que la población se opone de manera contundente por tanto como la perjudican.

Y el vaticinio del analista, no del todo certero: «Es posible que ocurra lo que los halcones de Washington esperan o sea una victoria rápida, con una ausencia casi total de combates, la imposición de un nuevo régimen con fachada democrática, y la seguridad de que EEUU, va a contar con grandes bases militares en Iraq, y sobre todo el control efectivo del petróleo. Esto buscamos al invadir Iraq…

Pero eso de las aventuras internacionales y la invención de supuestos enemigos que están a punto de destruirnos no es algo nuevo; a los estadounidenses nos es familiar. Todos nuestros gobiernos lo han practicado a lo largo de la historia Lo que ocurre es que los de hoy se han convertido en maestros en el arte del engaño y las campañas del terror. Es lo que están haciendo ahora mismo para invadir Iraq sin costo político». (Volveré con el tema)

La andas regando, Felipín…

(A Jacqueline Orta, reitero, presunta autora intelectual del crimen, donde ella se encuentre a estas horas.)

Acapulco. Un policía proporcionó la pistola utilizada por los asesinos para matar al panista José Jorge Bajos. La autora intelectual del crimen serla la diputada suplente Jacqueline Orta Martínez, para ocupar la curul…

Mis valedores: ayer, miércoles, les conté que aquella noche de miércoles me entrevisté con la licenciada de miércoles para conocer su opinión sobre el papel de la mujer en esa descarga de miércoles que es la política nacional.

– Mire usted: la mujer invade cada día zonas de la política tradicionalmente reservadas a los licenciados. Con los pelos en la mano se lo puede demostrar. Los de la burra, sus pelos.

¡Pelos! Algo olió mal. «Y cómo carambas no, si ya el Felipito se nos zurró. Ay, . Felipín, qué feo apestas, qué feo la andas regando». Lo embrocó boca arriba en el sillón. Le abrió las zanquitas. Y aquella pestilencia..

– Así pues, la mujer en el ejercicio de la política..

– Al tú por tú con los licenciados. Y bueno, digo: por qué no podríamos nosotras brincar desde una jefatura de delegación política hasta treparnos a la mera punta o sea Los Pinos. Total, con robarse la base y hasta jon, y anotar la carrera del triunfo, ¿por qué no? Pero permítame, ¿sí? Ay, Felipín, qué batidillo el que andas haciendo con tu gobierno ilegítimo (no es cierto, no es cierto, eso no lo vaya a publicar). Caracso, que andas forrado de poposín ora sí que hasta los talones. Qué pestilencia Felipín, pa su…

Con evidente dificultad y una absoluta falta de destreza manipulaba pañales. «Por qué la andas regando, digo. Ya te embijastes hasta el ombligo y los sobaquitos. Hasta las nalguitas y el pipicín. Le decía señor: la mujer ya está preparada para cualquier puesto público: Secretaría de gobierno, gobernadora y si tantito me apura..»

– Por mí, no hay prisa señora Licenciada quise decir.

– Si tantito me apura hasta Los pinchis Pinos. Porque una ya encarrerada ¿verdá? O sea una ya picada..

¡Picada! Y aquel brusco movimiento. Un chillido. La vi sobresaltarse, llevarse a la boca el pulgar. Lo chupó, escupió sobre la alfombra con uno de los minusculitos (color mamey) se limpió la boca se sobó el pulgar, dudó, se inmovilizó, quedóse viendo al vacío. (El Felipín aquellos berridos y retorcimientos en el sillón, que hagan de cuenta perredista de la mafia de Nueva Izquierda sin hueso en el DDF). Y mis valedores: fue entonces…

Despacito, muy despacito, la licenciada partidaria y enemiga de la Gordillo, según, alzó sus dos manos, las observó tal como le quedaron tras el manoseo con el Felipín: forradas hasta los codos de aquello color mostaza con tafiletes verdiamarillos. Del dedo índice le escurría un lloraderillo de sangre. El imperdible, sí, que había pinchado, y no en hueso. Y semejante pestilencia La licenciada me miró a los ojos.

– Diga usté en su entrevista y que esto quede muy claro: en materia política las mujeres estamos al par con los licenciados. Categórico.

– ¿En qué sustenta su afirmación, señora o más propiamente licenciada?

– ¿Cómo de que en qué la sustento, bigotón? ¿Pues qué no lo está viendo, zingáu? Piénselo, o sea Deducción, digo.

– No doy. ¿Por qué están ustedes, las licenciadas, al par con sus colegas del ejercicio político?

– ¡Porque las mujeres metemos las manos donde ellos las meten.!

– Perdón, pero no…

– ¡Mírelas! ¡Las mujeres políticas traemos las manos atascadas de la misma caca que nuestros colegas! ¡Huélamelas! ¿No las traemos con la caca hasta los codos como cualquier político, sea del PRI, sea del PAN o sea de las cacas amarillas de Nueva Izquierda? ¡Míremelas! ¿Ve? ¡Caca con sangre, porque nosotras tampoco nos lo tentamos cuando se tenga que robustecer nuestro sacrosanto sistema político con una transfusión de sangre! ¿Tonces? ¡En el quehacer político ellos y nosotras ya andamos hasta la madre de caca y hemoglobina! ¡Huélamelas! ¿No apestan a lo que las manos de Jacqueline..?

Y me las aprontaba a la cara «¡Licenciada que me puede embarrar, y yo no! ¡Que de aquí puedo salir oliendo a político, licenciada.!»

Resollé de ladito, tal como de ladito leo los periódicos las noticias de los políticos. Guácala
Salí de ahí. Abordé el volks cremita Llegué a mi depto de Cádiz. En mis dos manos, el hedor. Me las refregué con lejía pero mis manos como las de lady Macbeth: en las de ella la sangre del crimen y en las mías la caca de Felipín resistían jabón, lejía piedra pómez. (¡Agh..!)

Coprófagos

(A doña Jacqueline, dondequiera que se esconda a estas horas, de la que da cuenta esta noticia: Ramiro Arteaga, secretario general del Partido Acción Nacional y Jacqueline Orta Martínez, diputada suplente del fallecido diputado local Jorge Bajos Valverde, a quien presuntamente mandó asesinar para ocupar su curul, se ampararon para evitar ser aprehendidos. Ambos siguen prófugos.)

Fue aquella noche de miércoles, mis valedores. Me acuerdo que anochecía cuando llamé a la puerta de aquel departamento de lujo. Un timbrazo, dos, y al tercer toque (de timbre), la puerta se abrió el tanto de los 10 centímetros que permitía la cadena de seguridad. De atrás de la puerta un ojo me inspeccionaba. Dije al ojo la frase de rigor: «Perdone, señorita».

– Si vende, no compro; si compra, no vendo; dinero no presto; recomendaciones no doy. Es usté limosnero, ¿verdad?

– Soy el Valedor, señorita.

– Licenciada, aunque se le atragante ¿Y -qué con que sea el Valedor?

– ¿Recuerda mi llamada telefónica? Concertamos una cita para esta noche (vi que se le arrugó, el ceño). ‘La mujer en el ejercicio de la política», ¿lo recuerda? Me recomendó con usted mi primero el Jerásimo, licenciado del (de lo que queda del) Revolucionario Ins.
– ¿De lo que queda? Está usté pendejo, esto dicho con el debido respeto. ¿Sabe que está refiriéndose a mi partido? Uh… ta

Bueno, pues ya ni modo. Pásele, pues, pero antes se me limpia los choclos.

Quitó la cadena Abrió. Ella por delante y yo por detrás (qué feo se oyó), caminamos hasta el sillón de la estancia «Me agarró usté en camisón. ¿No será libidinoso, enfermito sexual? A su edad, ¿verdá?, ora sí que crepuscular. En fin».

Nos sentamos. Ella en el sillón. Yo en el taburete «Así que es usté el tal pseudo-neo-comunistoide Un catastrofista y un amarguetas, perdonando la sinceridad. Es que yo no tengo pelos, al menos en la lengua».

Yo, mirando aquellas formas a través de una tela tan sutil, y luego el tiradero aquel sobre los sillones, esas sedas color mamey, con esos calados, esos deshilados, esa tira bordada semejantes adminículos así de minusculitos, con su moñito a la altura del…

– ¡?itale, qué fisgonea! ¿No le da pena? Ahora voy a recoger, y es que me acabo de echar uno, o sea regaderazo. Porque venía, uh.. ta, toda sudada ¿usté pasa a creer? Con eso de que me zampé todo el santo día en pleno acelere detrás de Betty la Fea o sea Beatriz Paredes. Es que Jackson nos anda queriendo comer el mandado, y tampoco, ¿verdá? Pero siéntese. ¿Un mezcalito con todo y gusano, una cacardiosidad…?

Abstemio soy, tuve que confesarlo. Adentro, el llanto de una criatura ‘La mujer en la política», señorita Licenciada perdón. ¿Ya está plenamente capacitada a juicio de usted, para ocupar puestos públicos de primer nivel? ¿Podrá con su responsabilidad la Secretaria de la SEP, Vázquez Mota..?

– ?igame bien: ¡nosotras las licenciadas a pura praxis política le hemos demostrados a nuestros colegas machines, como ora ese pinchi Jackson, que histórica, biológica, mental, intelectual y hasta ética y moralmente, si esta antigualla cupiera en política, nosotras somos tan capaces como ellos para ejercer la política como Dios manda Paso a demostrarle mi tesis.

El llanto arreció. «Es mi nenecín. Le han de estar chillando de hambre las tripitas, pobre Todo el santo día sin probar más que media torta Y de barbacoa A lambidas, todavía no le brotan sus colmillitos. Péreme, voy por él».

Del interior del depto regresó con el mamón. «¿No es lindo mi Felipín? Hijo natural de licenciado legítimo. Priista aliado estratégicamente al PAN. ¿No es lindo mi Felipillo santo? ¿En honor de quién cree que le puse Felipe?

– Por cuanto a su tesis de la mujer, en el ejercicio de la política..

– Ah, sí. Mire: la mujer invade cada día zonas de la política tradicionalmente reservadas a los licenciados. Con los pelos en la mano se lo demuestro. Los de la burra sus pelos.
Pelos. Algo olió mal. «Y cómo carambas no, si ya el Felipito se nos zurró en el pañal. Ay, Felipín, qué feo que la andas regando a unos días de nacido».

Lo embrocó boca arriba y le abrió las zanquitas. «Qué mal te sentó la torta, de veras. Ay, bárbaro, qué batidillo el que andas haciendo, Felipín. ¿Me permite? Ahora procedo a cambiarle sus pañalitos».

– Que la mujer invade terrenos políticos antes reservados para el varón.

Al responder, ella intentaba cambiar el pañal a su criatura de meses. «¡Pues claro que estamos capacitadas! ¡Desde diputación hasta Secretaría de Estado, y de ahí a Los Pinos! Pregunte nomás a Elba Esther, maestra suprema de la polaca Que a ella le coman la torta ta cañón. Páseme esos pañalitos, mire.

– Así pues, la mujer, en el ejercicio de la política.. (Eso mañana)

Yo lo perdonaría, señor…

De corazón lo perdonaría. No las siete veces que los judíos preguntaban, sino las setenta veces siete que les respondiera Jesús. Setenta veces siete le perdonaría todo el mal que nos causó a tantos, comenzando con el fraude descarado que lo fue a encaramar a Los Pinos, sin merecerlo. Yo le perdonaría que para llegar a los susodichos se valiera de toda clase de tretas, alguna de ellas más o menos legítima Se lo perdonaría señor…

Que se valiera de la elección de estado; que empleara sumas exorbitantes para manipular aturdidos; que aceptara la ayuda interesada y convenenciera de los grandes capitales, nacionales y apartidas. Le perdonaría que hubiese manipulado padrón electoral e información privilegiada desde el Estado y con la ayuda de ese pariente suyo, señor. Sí, el tal Hildebrando, libre hoy todavía y su delito en la más abyecta impunidad. Le perdonaría, le perdono, que todo un sexenio vaya a continuar con una nefasta política ultraderechista, pariente mostrenca de Yunques, Norbertos Rivera, curas paidófilos, legionarios de Cristo y cristeros tardíos. Todo esto de corazón le perdono, señor…

Le perdono que sea su persona tan falta de personalidad como sobrada de mediocridad. (Esa su voz, ese su aspecto, su estatura, que toda la ropa le queda grande, y su desgarbo al caminar, su cortedad al expresarse, su cortedad de miras.Todo eso, tan impropio ya no de un estadista, pero ni siquiera de un presidente del país. Vaya ni siquiera de un buen gerente de la sucursal México de la matriz en Washington.) Yo, mexicano en México, se lo perdono, señor.

Le perdono que después de un proceso electoral turbio, dudoso y mostrenco, y una vez encaramado en Los Pinos, su primera medida de gobierno haya sido correr a Washington y, buen continuador del modelo neoliberal, se haya puesto a las órdenes de su jefe nato, el genocida de la Casa Blanca, aprontándole las dos, me refiero a las dos entidades mexicanas que más apetecen al imperialista: PEMEX y la energía eléctrica

Le perdono que su segunda medida de gobierno nos haya resultado tan lesiva para las universidades públicas de mi país, vale decir: para la educación, la investigación, la ciencia la cultura en general. Y la lucha contra el SIDA, señor.

Le perdono que su gobierno se estrene con un aumento promedio a los salarios mínimos de apenas un 3.9 por ciento, mientras que simultáneamente se elevan los productos de la canasta básica incluyendo ese alimento esencial del mexicano que es la tortilla que mantiene a estas horas crispado el ánimo del fregadaje del país. Yo le perdono que el más pobre entre nosotros vaya a tener que alimentarse con puros tacos de frijoles con chile, pero ya sin fríjoles. Ya sin tortilla. Me entiende, ¿no señor..?

Le perdono que a lo esperpéntico se haya disfrazado con un chaquetín de milite sobre una camisa de civil, y que se haya dejado encasquetar una gorra color verde olivo con cinco estrellas como cinco soles, atuendo que a usted le sentó como a la acémila un par de aretes. Yo se lo perdono. Como le perdono también que para su gobierno adopte tantas medidas que fueron las propuestas del que usted descalificó como «un peligro para México» y un aliado de Hugo Chávez, ese mismo al que usted acaba de caravanear en la tierra de Augusto César Sandino. como antes fue usted a contemporizar con un «gober precioso» al que tan rudamente descalificó cuando candidato a Los Pinos. Tantas chaquetas yo le perdono, señor. Eso y más le perdono con una sola condición, una que es de justicia, de justicia elemental, debidamente asentada en esa Carta Magna que usted, a pujidos porque lo atrinchilaban perredistas, panistas, sargentos y uno que otro coronel, juró que iba a defender, o que la patria se lo demandase. Esta es la condición:

Que usted, como si de pronto recibiera, al modo de los discípulos de Jesús, el carisma de algún espíritu santo, se sobreponga a su talante de apenitas y, con la primera medida de estadista y de hombre con los tamaños en su nidal, se atreva a dar el «quinazo». ¿Cómo? Mire ahí nomás, tras lomita: «Guanájuato. Con la ampliación de la carretera de dos a cuatro carriles y la transformación del centro de la comunidad rural de San Cristóbal, el ex-Presidente Fox, junto con Marta, pretende cumplir un anhelo: tener un pueblo mágico, con museo, restaurante, biblioteca, hotel de cinco estrellas, centro comercial y centro de estudios para la democracia».

Señor, ¿pueblo mágico? ¿Y las sospechas fundadas de corrupción? Esos, manga de corruptos, son una herida abierta en el ánimo colectivo mientras los miremos en completa libertad. ¿Pueblo mágico? ¿Ellos, los Bríbiesca-Sahagún-Fox? ¿Ellos como los Korrodi amigos de Fox, los Aldana y Romero Deschamps, los..? ¿Así, a lo cínico y descarado, los Fox-Bribiesca-Sahagún van a seguir pasándose la ley por los dos tompiates? ¿Esos? ¿Tan fuertes ellos como débil usted? No. Eso no se lo perdono. (De plano.)

Gendarmes y gendarmitos

La Doctrina Estrada, mis valedores. Sigo aquí con el tema de esa estrategia de política exterior que, delineada en 1930 por don Genaro Estrada, desde ese entonces y hasta el asalto de Vicente Fox a Los Pinos diera entorchados de prestigio a nuestro país. Hoy esa doctrina sobrevive sólo en los documentos de archivo, porque en su calidad de política exterior la hizo garras el gobierno anterior, proyanki y de vocación entreguista. Es México. Siguen aquí algunas señas de identidad de la Doctrina Estrada en añeja versión del analista que aboceta el México de 1987, cuando dicha doctrina tenía plena vigencia:

De esta manera y a tono con la Doctrina Estrada, el Gobierno de México se limita a mantener o retirar, cuando lo crea procedente, a sus agentes diplomáticos y a continuar con su aceptación, también cuando lo crea procedente, a los agentes diplomáticos que las naciones respectivas tengan acreditados en México, sin calificar, ni precipitadamente ni a posteriori, el derecho que tengan las naciones extranjeras para aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos o autoridades.

Y que llamada por su autor Doctrina de México, el impacto que causó en toda Iberoamérica fue tal que el 24 de octubre de 1930 el Instituto Latinoamericano de Derecho y Legislación Comparada, formado por ilustres tratadistas del continente, la bautizó como Doctrina Estrada, y desde entonces nos rige, dice el ensayista, «como un sustento vigente de la política exterior«. Porque calibremos la importancia que en nuestro trato con las demás naciones tenía la Doctrina Estrada todavía antes de que esa cáfila de vendedores de aguas negras, pro-yankis y gerentes generales de mentalidad entreguista, con el altero de votos de tantos de ustedes asaltara Los Pinos, el comentario del estudioso:

La importancia fundamental de dicha doctrina: «De no contar la política exterior mexicana con principios y sustentos como los de la Doctrina Estrada estaríamos expuestos a vaivenes y a caprichos. Afortunadamente hay en esa política la necesaria reciedumbre ante la amenaza de intervenciones abiertas del gran Estado donde nació otra doctrina, la de Monroe, dentro de la autoasignación del Destino Manifiesto, que vulgarmente dicho en un símil también históricamente usado, significa del Gendarme de América Latina, para decidir que está bien y cuánto y cuándo no en los demás países; o del Gran Garrote que se esgrime y descarga por el mismo gendarme. Intervenciones abiertas que ya están ocurriendo. Seguramente que, a pesar de la soberbia cegadora del Poder, la vigencia de la Doctrina Estrada ha sido un freno para que se llegue a esa repudiable intervención directa, la del Gran Gendarme y algunos de sus gendarmitos centroamericanos». El propio don Genaro Estrada rechazó en su momento la Doctrina Monroe:

«Que la declaración de Monroe dejara de ser limitativa para extenderse a una doctrina de todos los pueblos americanos y no de uno solo, es decir, en otras palabras, que en lugar de formularse sin la frase de América para los americanos, se planteara con la otra de América para todas las naciones americanas…»

Es justo el homenaje a don Genaro -concluye el investigador-, porque la política exterior mexicana no se inventó ayer, sino que tiene (tenía hasta antes de los pro-yankis, digo yo) sólida continuidad. En ella aparecen también nombres como los de Narciso Bassols. Luis Padilla Nervo, Jaime Torres Bodet y Carrillo Flores, para sólo mencionar algunos de los ausentes. Hoy, Santiago Roel y Bernardo Sepúlveda han mantenido esa línea que no corresponde alterar a una persona o coyuntura, porque muchas otras cosas se derrumbarían…»

«La develación de una estatua de Genaro Estrada en la Rotonda de los Hombres Ilustres, donde están sus restos desde 1977 -falleció en 1937- significa hoy en la política exterior mexicana algo más que un ritual y cumplido homenaje a la memoria de un ciudadano ilustre, diplomático y escritor. Su nombre está asociado a una tesis, a una declaración gubernamental, conducida a nivel de doctrina para la política exterior mexicana: la Doctrina Estrada…»

Con el homenaje a Genaro Estrada se está manteniendo la fidelidad a su Doctrina, porque hoy el peligro de intervencionismo está latente en áreas de nuestras proximidades, como es la centroamericana. Con la exhumación de los restos de Genaro Estrada, más tarde depositados en la Rotonda de los Hombres Ilustres, donde ya está también en efigie, la política exterior mexicana ha querido algo más que poner otra estatua entre los ilustres: recordar lo que ese muerto representa… está vivo«.

Mis valedores: ¿Genaro Estrada está vivo? ¿Con Fox ayer, y hoy con el continuista Calderón? ¿Con la dependencia, la pasividad, la indiferencia de los mexicanos? (Mi país.)

Diplomacia de pacotilla

Yo soy como el espinito – que en la sabana florea – doy perfume al que me toca – y espino al que me menea.

Con la cuarteta del viejo cantar, y en la más reciente Cumbre de las Américas, celebrada en Mar del Plata, Arg., hace un par de años, respondió el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a su homólogo mexicano, un deslenguado, proyanqui y segundo marido de la madre de los Bribiesca Sahagún, mafia libre a estas horas y en la más abyecta impunidad. Es México.

Hoy, a propósito, el presidente mexicano manifiesta su voluntad de restañar las heridas que en los países hermanos Cuba y Venezuela causó la torpeza del antecesor en Los Pinos, y aquí la esperanza del candido: ¿esto significa que México regresa a los tiempos de su gallarda política exterior, la de la Doctrina Estrada? No, que los nuevos gobernantes no están a la altura del estadista que mantuvo relaciones con la Cuba de Fidel cuando el resto de Iberoamérica se plegaba a la imposición de Washington y dejaba sola y bloqueada la Isla No ilusionarse con Calderón, que al anunciar sus intenciones de suavizar las asperezas con Hugo Chávez, echa al frente el alarde machista:

?? ¡Pero no aceptaré ofensas de otros países..!

Y los yunqueros de su partido político, en boca de los voceros: «Nos abstendremos de alentar una política pugilística estéril frente a gobiernos populistas o el auto-llamado (sic) movimiento bolivariano. Existe la preocupación con respecto a que no haya una respuesta similar del otro lado.

Así: «del otro lado». En fin, que ahora pronto, a propósito, lo acaba de asegurar la canciller Patricia Espinosa: «La nueva política exterior será sin estridencias, sin afanes protagónicos ni promoción principal».

Y que ya se inician contactos para regularizar las relaciones diplomáticas entre México y Venezuela. Yo, en leyendo lo anterior, pienso y digo a todos ustedes: con que se regresara a la Doctrina Estrada que tan digno lugar en el concierto mundial mereció a nuestro país cuando el gobierno procedía con atisbos de soberanía y autodeterminación frente al Imperio.

Pues sí, ¿pero en qué consiste, bien a bien, la Doctrina Estrada? Tomo conceptos de los estudiosos: «Con frecuencia se menciona e invoca la Doctrina Estrada y más frecuentemente no se sabe bien qué es con precisión y cuándo y cómo se aplica o debe aplicarse. Se conoce, sí, que la Doctrina Estrada tiene que ver con la no intervención en los asuntos internos de otros estados y países, y por eso constituye actualmente también un pilar de la política exterior mexicana (esto en el México de hace dos décadas, no en el tiempo de los ultra-reaccionarios), pues se relaciona con el reconocimiento o mantenimiento de relaciones diplomáticas o de otro tipo con los gobiernos, cuando éstos cambian en otras naciones. Definitivamente lo segundo: no da México ni quita reconocimiento; deja a la entera soberanía de cada país establecer el régimen que quiera, pero eso sí; emplea su derecho de mantener o retirar sus representantes (o agentes diplomáticos)».

La historia de la Doctrina Estrada: El 27 de septiembre de 1930, la Cancillería Mexicana, con Dn. Genaro Estrada al frente -la dirigió con los presidentes Calles, Portes Gil y Ortiz Rubio– emitió un comunicado que decía:

«Con motivo de cambios de régimen ocurrido en algunos países de la América del Sur, el gobierno de México ha tenido necesidad, una vez más, de decidir la aplicación, por su parte, de la teoría llamada de reconocimiento de gobiernos». Se reconocía ahí el hecho, sigue el cronista, de que México mismo había sufrido, como pocos países, las consecuencias de esa doctrina que deja al arbitrio de gobiernos extranjeros el pronunciarse sobre la legitimidad o ilegitimidad de otro régimen, produciéndose con este motivo situaciones en que la capacidad legal o el ascenso nacional de gobiernos o autoridades, parece supeditarse a la opinión de los extraños.

«Esta práctica se aplicaba en el Continente Americano, rara vez en la Europa, donde estaban las potencias, por lo que era, en realidad, un puñal para las decisiones de países latinoamericanos que fueran o no del grado de la potencia norteamericana o de las europeas. Para zafarse de ese ajeno arbitrio, el comunicado de don Genaro, redactado con la sencillez y claridad propias de quien conocía la política y las letras, informaba de haberse dado instrucción, por México, a sus Ministros o Encargados de Negocios en los países afectados por las recientes crisis políticas, haciéndoles conocer que México no se pronuncia en el sentido de otorgar reconocimientos, porque considera que, sobre herir la soberanía de otras naciones, coloca a éstas en el caso de ser calificadas en cualquier sentido por otros Gobiernos, quienes de hecho asumen una actitud de crítica al decidir, favorable o desfavorablemente, sobre la capacidad legal de regímenes extranjeros. (Seguiré con el tema)