El Basuritas

Basura humana nos resultó  ese  Cuauhtémoc Gutiérrez,  ahora ya ex -dirigente del PRI en el DF., a quien los comentaristas no bajan de cerdo, patético y deleznable. Tal es ese Basuritas que a decir del editorialista F. Zea posee, cuando menos,  un par de “virtudes”:

Tiene el manejo de grupos muy violentos en el DF. y una cantidad de recursos inagotable provenientes de la explotación de los pepenadores. Esto corrobora la bajeza del tipo, que se aprovecha de la más baja de las necesidades de los que buscan algo entre la basura.

Necesidades que esa inhumana basura aprovecha para hacerse llegar, por medio de su alcahueta, los servicios sexuales de una tropilla de alquilonas para satisfacer los instintos de semejante sapo inflado que nunca por sí mismo y sin paga de por medio compañía femenina  pudiese lograr.

Pero hablando de otra basura, menos sucia que el tal representante del “nuevo PRI”, yo a ustedes pregunto: ¿cuál de los dos problemas calculan que resulte más áspero para el gobierno de la ciudad? Uno es el terreno donde vaciar los miles de toneladas de basura que se recolectan cada día; el otro, relacionado con la propia basura, es el tal Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, nombre excesivo para el que ha sido legislador y líder priísta, cargos excesivos también de un individuo que al igual que su padre Rafael (asesinado en 1987 por asuntos de una mala pasión femenina), en basuras de toda especie ha venido medrando hasta la náusea. Es México.

El problema de la basura de los tiraderos (no me refiero a los tiraderos políticos)   se derrama hasta las miles de familias que sobreviven de la basura: los pepenadores. Yo alguna vez publiqué la fábula de la mosca y araña y me asombraba de que entre las moscas algunas se tornan arañas, como ocurre con los líderes sindicales y los del comercio ambulante, y aquí lo inaudito: que el basurero produzca arañas multimillonarias como el susodicho priísta Cuauhtémoc Gutiérrez, y  a propósito de moscas, arañas y sapos inflados:

Hace algunos ayeres una revista científica, o algo por el estilo,  encargó a Mayahuel Mojarro (ella tan hermosa que en ratos parece que lo hace a propósito) una entrevista con alguno de ellos. Aquí el trabajo periodístico de la sota moza de los ojos garzos (“que no merecen llorar, sino que lloren por ellos”):

“Fue aquel un súbito encontronazo con el universo de los desechos que arroja (lo más lejos posible) una ciudad consumista,  descomunal. Las pupilas de la intrusa (yo, Mayahuel) se desperdigaron por las vivas entrañas de aquella geografía inhóspita, y con todos los sentidos absorbía pelos y señales del basurero: tufos, agrios olores, el zumbar de los nubarrones de moscas, el revuelo de unos zopilotes que se refocilaban con los desperdicios…

– Zopilotes nosotros, que manejamos la basura de una ciudad que no pudiera sobrevivir con su porquería. Esta es su casa, señorita. ¿Qué es lo que dice que vino a preguntarnos?

La intrusa llevaba dispuesto todo un formulario de preguntas que se proponía plantear a algunos de los personajes del basural: formas de vida y de labor, datos, cifras, en fin. Abrumada por una realidad que no había imaginado dijo  al que se identificó con los zopilotes: “Usted es el dirigente del gremio, ¿no es cierto?”

-Ningún dirigente. Sí, se me estima, me obedecen, pero aquí el único dirigente es el mundo de los desechos, de los desperdicios, de lo que se ha echado a perder, y con el que nosotros ganamos.

(Esto sigue mañana.)

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