Mejor, imposible

Conócete a ti mismo,  aconsejaba el oráculo de Delfos, exhortación que Sócrates tomó como su divisa. Generalizando, mis valedores,  ¿se conoce el mexicano? Porque él conoce o cree conocer a los políticos en el candelero,  y la vida se pasa renegando y derramando bilis negra contra esos que maceran el país con leñazos de corrupción lucrativa e impune, ¿pero él nunca ha caído en la corrupción? ¿Rige a valores sus actos, a principios, a moralidad? ¿Cómo imagina ser y como, según analistas, lo definen sus hechos? Carente de autocrítica, pero excedido de autocomplacencia, ¿recurre a la máscara que oculte ese rostro de simulador,  de  Tartufo?

Para mirarnos en ese espejo y conocernos, reconocernos: según encuesta reciente, el mexicano se tiene por muy sociable, muy fácil de tratar, que cae bien a todo el mundo y se considera a sí mismo una persona bromista,  relajienta, planeadora, amigable, simpática, traviesa y amable. Todos los que contestaron la encuesta de marras no dudaron en calificarse de ordenados, responsables, acomedidos, atentos, trabajadores, limpios, estrictos, obedientes, activos y buenos. Perfecto.

Por cuanto al área afectiva: se dijeron románticos, sentimentales y cariñosos, como también respetuosos, leales, sinceros y compartidos en factores ético-morales. Mejor, imposible.

Edificante, sí, pero aquí  la investigación psicológica universitaria: La brecha entre lo que el mexicano cree que es y lo que es resulta muy ancha El mexicano es flojo, macho, conformista, alegre, irresponsable, tradicionalista, fiestero, dejado, solidario, pasivo, impuntual, mediocre y borracho. El mexicano es un individuo incapaz de cumplir con sus responsabilidades, que no hace bien las cosas, que no toma decisiones propias,  que vive de ilusiones, que no confía en sí mismo, no controla sus emociones y es borracho, mujeriego y jugador. Pero el mexicano real también resulta ser afectivo, amigable, cariñoso, que disfruta de la vida, es inteligente y productivo, con una vida fundamentada en la fe y en sus tradiciones.

De la religiosidad del mexicano la opinión de los obispos Felipe  Arizmendi y  el difunto   Genaro Alamilla: Un analfabeta religioso. Es muy doloroso reconocerlo, pero la Iglesia Católica debe admitir que se ha olvidado de orientar a los feligreses sobre el verdadero sentido del cristianismo. En vez de impartir adecuadamente la doctrina sólo ha privilegiado el culto. La Iglesia no ha ejercido la capacidad de enseñar adecuadamente la doctrina católica porque ha preferido dedicarse sólo al culto, provocando con ello que México sea una nación de analfabetismo religioso. De nada sirve que haya muchas misas, rosarios, sermones, imágenes de santos y procesiones, si el pueblo no conoce el significado de la cristiandad, y no respeta los  diez mandamientos.

Los mexicanos viven su vida con una gran ausencia de Dios. Se preocupan por las vacaciones, las fiestas, la diversión, pero no van a la iglesia, no se confiesan ni comulgan, no participan en las celebraciones ni leen la Biblia, no corrigen sus malas costumbres, y al terminar las conmemoraciones religiosas su vida sigue igual o peor. Por no invocar a nuestro Señor y por desobedecer sus mandatos muchos se hunden en el precipicio. Muchos, ya marchita su esperanza, nada esperan de su vida, su familia, los partidos, la autoridad y hasta de Dios. Por ello se desenfrenan en vicios y orgías  tratando de ahogar de alguna forma su vacío interior.

El mexicano. (Dios…)

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