Cambiaron misas y devociones

Pero no el santoral político, asegura el escritor Gabriel Zaíd, y so pretexto del Día de la Bandera, cuya celebración pasó ayer casi  inadvertida, acusa un  legislador:

– Se imputa al Prof. Luis Gárate, de El Palmito, Sin., haber ultrajado la bandera nacional, que usó para limpiar los cristales de la ventana de su casa. Como este hecho afrenta los sentimientos patrióticos del pueblo mexicano, que se investiguen los hechos y se proceda a la consignación e inmediata destitución del dicho Prof. por ser indigno de desempeñar el noble cargo de maestro de la niñez mexicana.

El sociólogo y antropólogo Roger Bartra:

Exaltar los símbolos patrios es presagio de guerra. Donde existe la democracia la importancia de los símbolos patrios decrece y empiezan a tener importancia otra clase de símbolos. Es una mala señal que en México se recurra tanto a la simbología patriótica.  Cuando hay tanto uso de las banderas es que hay señales de conflicto.

Zaíd: Las banderas y los himnos como símbolos sacros del estado son decimonónicos. La declaración de que esos emblemas son nacionales es un engendro político del siglo XIX. Han cambiado las misas y las devociones, pero no el santoral político ni las devociones oficiales, ni las misas de gallo del 15 de septiembre que para celebrar su cumpleaños inventó Porfirio Díaz. El patriotismo que hoy se extiende por el planeta es más pacífico, más abierto y local. Requerimos de unos símbolos patrios más tranquilos, menos aparatosos.

Bartra: Símbolos patrios y nacionalismo prácticamente nacieron juntos. Pero una nación puede sobrevivir sin nacionalismo. Porque el tal se convierte en algo dañino para los habitantes que viven en un territorio, una enfermedad y no un factor de desarrollo. Desde hace varios sexenios el nacionalismo le ha hecho mucho daño a país. Se ha vuelto institucional y está actuando en contra de la nación misma. Está en clara y franca crisis. Hay muchos que se han propuesto como salvadores del nacionalismo. Lo mejor sería que no hubiese salvadores, que los mexicanos pudiésemos vivir en una sociedad democrática.

Esa tremenda insistencia en la formalidad del símbolo proviene de un intento de vestir el cuerpo desnudo. El cuerpo del nacionalismo tradicional revolucionario está desnudo, pero el Gobierno quiere cubrir esta desnudez a como dé lugar. Es como si literalmente se cubriera con el paño de la bandera como el símbolo más vacío de contenido, sin acudir a ninguna tradición Por eso son símbolos completamente vacíos, manipulados.

Salamanca, Gto.: Empleados de parques y jardines de la presidencia municipal utilizaron una bandera nacional para recoger la basura de la vía pública. Colocaban sobre el suelo el lábaro patrio echando sobre él todo tipo de basura y excremento de perros. Luego de echar la basura en la caja del vehículo lanzando con fuerza y como catapulta, sacudían la bandera para repetir la acción. Argumentan: «La encontramos por ahí en un basurero, y nos ha servido mucho para recoger la basura».

Tufarada de halitosis que arrojó en el 2001 cierto ¿poeta? campechano:

Yo me seco el orín en la bandera -De mi país – Ese trapo – Sobre el que se acuestan los perros – Y que nada representa – Salvo tres colores – Y un águila – Que me producen – Un vómito nacionalista – O tal vez un verso – Lopezvelardiano – De cuya influencia estoy lejos, – Yo, natural de esta tierra, – Me limpio el culo – Con la bandera y los invito a hacer lo mismo – Verán a la patria entre la mierda de un poeta.    ¿Poeta? ¿De veras? (Puaf.)

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