El verdadero opio del pueblo

Noam Chomsky, mis valedores. ¿Lo habrá leído alguno de ustedes? ¿Lo habrá oído mentar? El norteamericano es el linguista contemporáneo de mayor lucidez y compromiso, cuyo pensamiento ha marcado de forma fundamental diversas ramas del pensamiento científico: teoría política, filosofía, antropología, etc. Ensayista demoledor, Chomsky ha develado trampas y engañifas con las que el Poder somete a las masas sociales a la mansedumbre y las mantiene domesticadas e inertes, pero eso sí, boca abierta y divertidas con opiáceos atroces como la TV.  Leer al intelectual  es descubrir esas estrategias de manipulación con las que el Poder tiene mansa a la gente, aturdida, encandilada e incapaz de pensar. Aquí, 10 de sus trampas más socorridas.  Al ir leyendo podrán descubrir ustedes las medidas que aquí mismo nos aplica el Sistema, siempre apoyado por la industria del periodismo. La primera de tales medidas, y yo transcribo tal cual:

1.- La estrategia de la distracción.

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención pública de los problemas importantes y de los cambios operados por las élites políticas y económicas mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales en  el área de la ciencia, la economía, la psicología, etc. “Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Tenerlo siempre ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales”.

2.- Crear problemas y después ofrecer soluciones.

Este método también es llamado “problema reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar, por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que sea el público el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. (¿No, Sicilia?) O también crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3.- La estrategia de la gradualidad.

Para hacer que se acepte una medida inaceptable basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos (gasolinazos). Es así como condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios,  que hubieran  provocado una revolución si hubiesen sido aplicados de una sola vez.

4.- La estrategia de diferir.

Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado de inmediato; después, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejor mañana”, y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo de acostumbrarlo para cuando llegue el momento. (Sigo mañana.)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *