Tú, el despreciado

Alto, no sigas adelante, por tu bien te lo pido.  Acompasa el resuello, toma un respiro, sestea y, mientras tanto, permite que te pregunte:

¿Perteneces tú también a la humana ralea de quienes cargamos sobre los lomos el fardo del áspero oficio del diario vivir una vida arrastrada, carga difícil de soportar? ¿A estas alturas de tu vida padeces tú también la tensión, la depresión, la neurosis generada y generadora del sentimiento de indefensión, frustración y ese desánimo que obliga a nuestro ánimo a avanzar a trancos, arrastrando los pies? ¿Te persigue la burla de los zafios, excrecencia de la mediocridad? ¿Su vituperio te lleva a considerarte, redrojillo humano,  un segundo Samsa, el escarabajo de Kafka?  Entonces sé de cierto que a tu exacerbada sensibilidad  la habrán de herir las tristuras que rezuman ciertos poemas como ese que así da comienzo:

Organillo callejero que en el barrio – y en tu vieja melodía – vas llorando una tristeza –  Tu tristeza, por tan vieja, – se asemeja con la mía…

¿Zarandeado por el amor, por el abandono? ¿ A lo mejor (a lo peor) un amor imposible? ¿Te acaba de llegar, tufarada de mal aliento, el chismarajo de que tu única anda enredada en los brazos de alguno más fortunoso, o por contras: ella y tú ya  mutuamente no se soportan? ¿Ya dieron todo de sí y ahora andan dando todo de no?

Caminante: ¿vives la muerte en vida que es el duelo porque la muerte te ha visitado y se enamoró de tu única? ¿Fue tu hijo el que la cautivó? ¿Tu padre, tal vez, o la mamacita? ¿Desmolada dejó a tu familia, y tú no encuentras la forma de suspender el suspiro y clamar a quién, a quién invocar, maldecir a quién, a quién solicitar que esa misma dañera se acuerde de ti?

¿Una limitación física? ¿Te persigue, tábano atroz, la discriminación que zahiere al grupo marginal? ¿Al parejo con la posición económica perdiste vivienda, amigos, a la compañera, que no soportó las estrecheces de la nueva situación? Quizá la maledicencia se ensaño contigo. Te arrebataron tu fama pública, posiblemente. ¿Eres también tú el despreciado, el vituperado, el execrado al que despellejaron de la autoestima, dejándote en carne viva el sentimiento de ser un humano redrojo, y no más? Eso habrán terminado por hacerte sentir un inválido espiritual, un enfermo en fase terminal, un muerto viviente, y no más…

Y el la dulce mansedumbre de tu queja – que las sombras diluyeron – y en perfumes evapora la distancia, – mi alma aspira la fragancia – de las cosas que se fueron…

Si tal es tu estado de ánimo, si tu ánima se frunce y contrista ante la perspectiva del cotidiano vivir ya cuando la vida se te ha tornado aborrecible de vivirla, y abominable se ha vuelto  comprobar cada mañana, al abrir los ojos, que aún sigues vivo y que una  Moira sin entrañas te impone sobrevivir un día más en este que se tornó, para algunos existencialistas agónicos, abominable campo de concentración?

De ser así, viajero, detén tu marcha, que una esperanza nueva se columbra para aquél que una fortuna enfermiza se solaza en manejar como malquerido entenado. Haz un alto en tu errabundaje, que para ti, como para tantos más que, herederos de Job, están cortos de días y hartos de penas,  se columbra una esperanza nueva.

Sí, que a estas horas sobrevive refugiado en su cubil uno que arrastra sobre sus lomos todo el desprecio y todo el aborrecimiento de toda  una comunidad a la que en el tanto de unos cuantos años  logró agraviar de mil formas. ¿No adivinas quién pueda ser?  Te lo diré mañana. (Vale, pues.)

¡A desgarrarlos vivos!

El hombre-masa cree que la civilización en que ha nacido es tan espontánea y primigenia como la naturaleza, e ipso facto se convierte en primitivo.

Esta opinión le merece el tal hombre-masa a Ortega y Gasset, el filósofo de  La rebelión de las masas, precisamente. Tal rebelión, a propósito, llega a manifestarse en acciones aborrecibles, alguna de las cuales habré de señalar al final. El hombre-masa, mis valedores, que es decir ese mediocre que somos todos, si exceptuamos al idealista.

Todo en el mundo gira alrededor de las masas. Los sistemas fascistas, los gobiernos autocráticos, los partidos políticos, los organismos sociales y los credos religiosos. Todos ellos gravitan en derredor de esas masas que para el socialismo utópico sólo sirven para gobernar y para el capitalismo real sólo para ser gobernados. Pero unos y otros sistemas de dominación se viven ensalzando al rebaño de perplejos, como lo llama el norteamericano Noam Chomnsy. Por asuntos de ventaja personal y de grupo han terminado por convertir el elogio de esos rebaños en una profesión en verdad lucrativa. Frente a la masa qué distinto el individuo de ideales…

Único, irrepetible e impredecible, el individuo. Rebelde a la mediocridad, rehúsa la vocación de esclavo. Carácter, inteligencia, personalidad, el individuo de ideales es capaz de pensar, de crear estrategias, de avanzar solo, a acierto y error, por caminos que abre  al andar, como jura Machado.

Pero suele ocurrir que en ocasiones ese mismo individuo, por el peso de la soledad del que avanza sin más compañía que la de la propia conciencia, llega a rendirse y se integra a la masa de entes todos iguales entre sí. Desciende entonces varios peldaños en la escala de la civilización; su alma individual se diluye en el alma colectiva y sus pensamientos y acciones, al ser de la masa, son ahora impulsivos, tornadizos, viscerales, irreflexivos. Su alma individual se diluye en el alma colectiva y sus sentimientos y conducta se tornan los de la multitud, con todo y sus reacciones impulsivas, tornadizas, viscerales e irreflexivas. Su actividad intelectual se ha erosionado en la misma medida en que se acrecentó su necedad. El individuo se tornó bárbaro y es arrastrado por los movimientos espontáneos y la violencia, la ferocidad, el entusiasmo y el heroísmo de los seres primitivos. Lo heterogéneo del individuo se ha convertido en lo homogéneo de la masa, tan bien trovada por los demagogos. Lóbrego.

En fin, que ya en su nueva calidad de componente de la masa, el individuo fácilmente sacrifica su interés personal ante el interés colectivo. Ha perdido su personalidad consciente y sólo obedece los ordenamientos del patriarca al que la masa buscó para, a lo visceral e irracional  acatar su liderazgo. Al líder el individuo lo ataca; la masa lo acata; en él mira a su santón, su mesías, su iluminado; todo porque la borregada es simplista y procede de acuerdo a la psicología del niño, y como él vive dando preferencia a lo fantástico sobre lo real, y quiere ser sometida por la fuerza y la violencia; porque necesita ser dominada, subyugada, tener y mantener a su  amo. Ahí el éxito del caudillo, de  los fascismos, de los falsos profetas, que tanto abundan en nuestro país. Horroroso.

¿Qué fue, entonces,del varón de ideales? Ya convertido en masa se dispone a golpear raterillos, a desgarrar sospechosos de ser sospechosos, a descuartizar infelices que asaltaron a los pasajeros de un microbús. ¡A hacernos justicia por propia mano! ¡Quémenlos vivos! (Agh.)

¡Confiesa, pinche Justicia!

Esta vez la picana, mis valedores, ese instrumento de tortura que ya no se utiliza en este país.  Al enterarme por el Diario Oficial de que la tortura y el uso de la de la picana quedan proscritas en México,   una morbosa curiosidad me impulsó a proyectar un reportaje sobre el instrumento justiciero; marca, forma, procedencia, modo de utilización, en fin. Pedí a mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., que me pusiera en contacto con algún policía que conociera, hubiese utilizado o tuviera referencias de la picana. Una vez que lo reviví del malestar estomacal y retomó su estado habitual de briago irredento, el consanguíneo me condujo hasta el cubil de un su amigo judicial o algo por el estilo,  a donde llegamos por un corredor que da a un sótano que da a un socavón que da en las narices con su aliento pestífero a humedad y desechos humanos. De casualidad conocía la picana. Eché a andar la grabadora.

-¿Qué forma tiene la picana, señor? ¿Es como un cautín de soldador? ¿Como rasuradora eléctrica? ¿Es portátil o se enchufa a la corriente? Porque si el instrumento es de pilas, ya parece que oigo al judicial en el momento en que la picana en la diestra y con la zurda limpiándose el sudor, interrumpe la labor justiciera: “¡Ay, en la madre, a esta madre se le bajaron las pilas! A ver, tú, el madrina, te me vas de volón a la farmacia Dulces Nombres y me compras un juego de repuesto. Y tú, jijodiún, ¿por qué te quejabas, si apenas te estaba haciendo cosquillas en el aquellito?”

La picana, señor, ¿cómo llegó a ser instrumento fundamental de la Justicia mexicana? ¿Quizá fue introducida por conducto de alguna  de las corporaciones policíacas extranjeras que operan en este país libre, soberano, autónomo e independiente? ¿Asesores de Estados Unidos, Inglaterra, Israel?

(La negra noche de mi mal). – La picana, señor: ¿de fabricación nacional, se consigue de fayuca en Tepis Company? ¿Cómo se dice picana en inglés? ¿Y en hebreo? Si son chinas o japonesas traerán radio, calendario, despertador. De ser made in Mexico, cuando fallen habrá que usarlas como marro, ¿no? ‘¡Habla, carbón, o te deshago la choya a picanazos..!’”

A la acción de utilizar la picana, ¿cómo se le nombra? ¿Picanear, picanizar? ¿Algún modismo vernáculo? Ya que se inicia la primera sesión de tortura del día, ¿la picana la consiguen mediante vale en el almacén? ¿Dejan importe? ¿O tal vez cada torturador tuvo que agenciarse su propio instrumento? “Híjole, manís, qué chulada comprastes. No que la mía ya no pasa la verificación, menos el alcoholímetro. ¿Y con qué suertudo la vas a estrenar..?”

Cuando una picana se descompone, ¿cuentan ustedes con un técnico especialista en reparación de picanas? O a lo mejor se la llevan al técnico de la esquina: “Andale, maestrín, que dejé a mi sospechoso ora sí que en están bai”. “No, mi comanche, yo sólo sé de picadoras de fruta y batidoras de huevos”. “Ah, ¿y esta no lo es? ¿Quieres comprobarlo? ¿Ah, verdá, guey?”

¿Las picanas son lavables? Ya que se terminó de impartir Justicia, ¿hay que pasarles una franela con aceite, con alcohol? Sí, usted sabe: moquis, cadejos de greña, saliva, sudor, caspa, cachos de cuero cabelludo, sangraza, heces fecales, esputos (no, cuál ofensa a la corporación;  esputo es un simple gargajo). ¿Las picanas ronronean como gatos satisfechos? ¿Chillan como gatos en celo? ¿Parecen llorar, pujar, lamentarse, o suenan como un…?

Cuándo iba a imaginarme lo que vendría después.

(Todo esto termina mañana.)

Los genitales de la Justicia

(La Justicia: ojos vendados, la balanza en la zurda y en la diestra la picana. Es México.)

Este vez la tortura, mis valedores. Que el pleno del Senado acaba de aprobar reformas a la Ley Federal para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Tortura, de modo tal que a quien cometa dicho delito se le aplicarán hasta 24 años de prisión. ¿Pues qué, la tortura no se había eliminado por decreto? ¿No lo establecía ya desde hace años el Diario Oficial?  “La tortura, como un sistema para obtener declaraciones de personas involucradas en delitos del fuero común, se ha terminado. Ya no se utilizan recursos como la picana”. ¿Entonces? Cándido de mí, que creí que se habían eliminado prácticas aberrantes como la que denuncia la siguiente noticia:

 A los internos los mantienen encadenados y los torturan con descargas eléctricas en los genitales.

Descargas eléctricas. Yo, morbo y curiosidad, por aquel entonces lamentaba, si seré cándido,  que por decreto oficial  ese instrumento de tortura se hubiese desterrado en este país, que desapareciera sin que me revelase sus secretos: forma, tamaño, modo de empleo, en fin. Y como ya ni picana ni descargas eléctricas se iban a utilizar en este país (lo que es la ingenuidad), fui y encaré a mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., que atravesaba por uno de sus períodos críticos de sobriedad:

– En esta o aquella piquera conocerías a algún judicial. ¿Me arreglas una entrevista con uno de los torturadores retirados, para que me hable de la difunta picana? Para un reportaje, ¿sabes?

El precio: que le curase malestar estomacal, y ya una vez resucitado y de nueva cuenta borracho: “Prepárate, pues”. Y allá vamos, y ahí fui a estacionar el volks cremita, y entonces…

Al rato entrábamos a un corredor que da a un sótano que da a un socavón pestilente a humedad y desechos humanos que tomé por estacionamiento en desuso y resultó ser la cárcel clandestina que la Justicia asignó a mi colonia. De entre las sombras y la pestilencia del cubil emergió una figura levemente humanoide. “Aquí te lo dejo, Yaraguán. Pseudo-neo-comunistoide, pero inofensivo”. Y que se retiraba a ponerse a las órdenes de un tal Madrazo, imagínense. Yo, al madrazo del temor: “Oye, no, espérate”. Se esfumó. Dije, voz destemplada:

– La picana, señor, ¿pudiera hablarme de la picana? ¿Le quedó por ahí alguno de esos instrumentos hoy ya completamente obsoletos, porque tortura y descargas eléctricas se han desterrado de nuestro país? De tener semejante herramienta, ¿la pudiese accionar, como la utilizaban ustedes, en alguno de sus compañeros que se preste voluntariamente a la demostración? Quizá podría usted conseguir algún candidato de buena voluntad.

– Y lo estoy viendo, y lo  tengo de cuerpo presente, mono.

Me estremecí. Disimulé. Vocesita que me salió atragantada: “La picana, señor,  ¿cómo fue introducida a nuestro país?”

– Por atrás, como siempre, y ya encarrerada se siguió con los aquellitos y con los pezones de las tres mamarias, si era una honorable damita la que pasaba a la báscula. ¿Qué, aguantas que a ti te la enchúfemos en el asterisco pa que la vayas conociendo? Porque me extraña que no la haigas probado. ¿No eres  ese pseudo-neo-comunistoide que en el radio se la pasa nomás echándole madre y media a nuestras sagradas instituciones patrias? Ya deberías haber probado en Tamarindillo propio los cálidos besos de la picana.

Mis valedores: yo, de los símbolos justicieros de mi país no conozco más que toga, birrete, martillo y algunas leyes.

(Mañana.)

Así que «líder moral»…

Bandazos que da la historia, mis valedores, y lo que puede ocurrir en un lapso de meses. Megalómana apenas ayer y con un tren de vida de lujo, ostentación  y derroches impunes, hoy la maestra Gordillo no alcanzó a presidir  los festejos del Día del Maestro por la simple razón de que reside en la cárcel. Una «líder moral» de tal catadura tenían los mentores, y seguirían agachados a su mandar como ahora lo están bajo la férula de algún paniaguado de la «líder moral». El maestro de nuestro país dibujado de cuerpo entero. Es México.

Hace apenas seis meses: El SNTE, que encabeza la Gordillo, construirá una obra faraónica denominada  Ciudad de la Innovación. Los expertos la califican de megalómana y delirante, con la cual la Gordillo pretende pasar como la gran benefactora y con ello lavarse la cara ante la sociedad.

Que de concretarse el proyecto, juraba la nota de prensa, quedará o quedaría en evidencia que obras suntuosas y espectaculares jamás podrán ocultar el atraso de la educación en un país ubicado en el último lugar de la treintena de países que integran la OCDE, ese organismo económico internacional en el que a la viva fuerza  nos incrustó Salinas y que, a decir de los expertos, estamos fuera de lugar. Y a propósito: si no a la eficiencia sí a la demagogia se presta la educación en este país, y aquí la evidencia. ¿Quien, cuando candidato, quemó copal y  entonó su tonada lírica en honor de la educación en México? Lean y juzguen.

Respetables maestras y queridos maestros: el triunfo que buscamos se reflejará en una evaluación de la calidad de la educación. En otras naciones se da énfasis a los medios materiales; nosotros daremos énfasis al contenido y a los educadores y su familia. Promoveremos el orgullo de ser mexicanos sin patrioterismo, pero con un profundo nacionalismo.

Educación es conciencia, es memoria, es vivir la vida; es el arma de la paz para transformar nuestro mundo con un sentido democrático y popular. No podemos elevar la calidad de la educación si no le damos la calidad de vida a nuestros maestros,  porque es  la pregunta: ¿cómo lograr mejor educación con los sueldos tan bajos que perciben los maestros?

Si queremos calidad vamos a elevar los sueldos de los maestros. No es sólo un compromiso de campaña éste que hoy asumo ante ustedes; mañana, ya como Presidente,  voy a cumplirles a todos los maestros mexicanos.

Cómo pedir educación de mejor calidad, con el material didáctico tan deficiente de que disponen los maestros; cómo pedir educación de mejor calidad, si cuando el maestro va a solicitar un préstamo al ISSSTE lo traen a vueltas y no le dan respuesta. Cómo pedir educación de mejor calidad si cuando el maestro demanda una vivienda decorosa no puede tener acceso ni siquiera a la de renta. Tenemos que revertir la baja en los niveles de vida de los maestros. Me propongo hacer que en los hechos se reconozca que el maestro es un profesionista y un personaje de su comunidad; por eso, al maestro le daremos el trato digno que merece por su importancia nacional. Vamos a hacer realidad el compromiso. Un Estado moderno y soberano, un país independiente y próspero, sólo puede sostenerse con la voluntad de un pueblo orgulloso de sus orígenes y con una clara visión de su futuro.

Vamos a la victoria para lograr elevar la calidad de la educación. Vamos a ganar una mejor educación; vamos a triunfar para elevar el nivel de vida del maestro. ¡Que viva México!

Salinas, sí, el lenguaraz. Profesores y demás acarreados, aquel aplauso. (Agh.)

¿Y también genocida?

¿Y Calderón? Cuántos muertos  hacen un genocidio. Qué cantidad de objetivos humanos conforma un proyecto genocida.

Tal se pregunta Pedro Miguel en La Jornada del pasado martes. al referirse al propósito del hoy catedrático de Harvard, o algo por el estilo, que cuando residente en Los Pinos intentó no la persecución, detención y presentación ante un juez de los criminales, sino exterminarlos o que se exterminasen entre ellos. Genocidio, sin más. afirma el articulista. Y aquí juzgo que vale la aclaración.

Genocidio. El término fue creado por el jurista polaco R. Lemkin, que en 1933 presentó a la comunidad internacional un memorial en el que pedía la elaboración de una convención de países en que se prohibieran las ejecuciones en masa. Al término de la II Guerra Mundial fue adoptado en el Derecho Internacional, y la primera vez que los crímenes de barbarie y vandalismo fueron calificados en un documento internacional ocurrió contra criminales de guerra del Tercer Reich en el proceso de Nuremberg de 1945 como “genocidio deliberado y metódico, es decir, el exterminio de grupos raciales y nacionales de la población civil de ciertos terrenos ocupados, con el fin de aniquilar determinadas razas y partes de naciones y pueblos, grupos raciales y religiosos, en particular judíos, polacos y gitanos, etc.”

El  texto de la Convención sobre Prevención y Castigo de Delitos de Genocidio: Las partes contratantes, considerando que la Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado que el genocidio es un delito de Derecho Internacional contrario al espíritu y a los fines de las UN y que el mundo civilizado condena; reconociendo que en todos los periodos de la Historia el genocidio ha infligido grandes pérdidas a la humanidad; convencidas de que para liberar a la humanidad de un flagelo tan odioso se necesita la cooperación internacional, conviene en lo siguiente:

Art. I. Las Partes contratantes confirman que el genocidio, ya sea cometido en tiempo de paz o en tiempo de guerra, es un delito de Derecho internacional que ellas se comprometen a prevenir y a sancionar. II. En la presente Convención se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) matanza de miembros del grupo; b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial; d) medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.

Art. III. Serán castigados los actos siguientes: a) el genocidio; b) la asociación para cometer genocidio; c) la instigación directa y pública a cometer genocidio; d) la tentativa de genocidio; e) la complicidad en el genocidio. IV. Las personas que hayan cometido genocidio o cualquiera de los actos enumerados en el artículo III serán castigadas, ya se trate de gobernantes, funcionarios o particulares. (Termina en el XI.)

Y un ejemplo de genocidio aquí, nuestra América, sin contar el que cometió el gringo contra el dueño del territorio:

En 1974 la Com. Int. de Investigaciones de los Crímenes de la Junta militar de Chile hizo constar que desde el otoño de 1973 se efectuaba en ese país una acción de exterminio entre los indios araucanos y los gitanos.

¿Calderón genocida? ¿Sí, no? ¿Y? Juzguen ustedes. (Es México.)

¿Contra la educación laica?

La educación en México. Que la reforma propuesta por el presidente Peña y aprobada por los legisladores modifica la relación laboral entre el «sindicato» y las autoridades, pero omite los problemas torales del sistema educativo en nuestro país: «el bajo rendimiento en el aprendizaje y la inequidad en el acceso a los servicios educativos».

Para establecer un punto de comparación entre esta reforma a los artículos 3 y 73 constitucionales y la del cardenismo de 1934, con su rechazo al laicismo, aquí  la exposición de razones, que he intentado vaciar en una mejor sintaxis que la de los maestros participantes en la redacción del documento del que extraigo unos párrafos. Para empezar:

Que la escuela mexicana nació con la Revolución en el medio rural y se involucró en la solución de los problemas comunitarios. Por cuanto al laicismo, el diputado Luis. G. Monzón, miembro de la Com. de Puntos Constitucionales, lo asienta en el dictamen correspondiente:

«Hemos formulado el Artículo  Tercero de la Constitución reformada (…)  y sólo hemos disentido en el empleo de una palabra que, precisamente, es la capital en el asunto de referencia, porque es la que debe caracterizar la educación popular en el siglo XX. Esa palabra es el vocablo laico, empleado mañosamente en el siglo XIX, que yo propongo se sustituya por el término racional, para expresar el espíritu de enseñanza en el presente siglo.

Durante todas las épocas y en todos los países se ha declarado que la educación primaria es el medio más eficaz para civilizar a los pueblos. Se civiliza un pueblo promoviendo la evolución integral y armónica de cada uno de los elementos en pro del mejoramiento progresivo de la comunidad.

Y para que la evolución de cada individuo sea un hecho se impone el desenvolvimiento, también armónico e integral, de sus facultades, y esto viene a originar los dos gérmenes de la educación física y psíquica.

El segundo, recordemos, persigue como ideales supremos el conocimiento y la práctica del bien y la verdad.

En el siglo XIX la enseñanza oficial dejó de ser religiosa y, por ende, directamente fanatizante, y entró por el sendero de tolerancias y condescendencias inmorales. El maestro dejó de enseñar la mentira que envilece, pero la toleraba (…) y permitía que en los educandos siguieran anidando el error, el absurdo, la superstición y al fanatismo, todo lo cual autorizaba con su silencio.

Sin embargo, una ley inexorable le ordenaba que procediera de ese modo: esa ley debería designarse con un vocablo indecoroso: laicismo.

¿Qué exige el laicismo? No tratar en dentro de las aulas asunto alguno que trascienda a la Iglesia, y respetar estrictamente las creencias religiosas del hogar, por erróneas, absurdas e irracionales que sean. El maestro no iluminaba la inteligencia del alumno (contra las prácticas de pensamiento mágico) porque el laicismo lo prohibía.

El maestro laico no debe imbuir creencia alguna en el ánimo del educando, ¿pero tampoco debe destruir las que traiga del hogar, por abominables y absurdas que sean?

Por lo expuesto, y estando de acuerdo en los demás puntos del dictamen, pido se haga al artículo 3°. de que me ocupo, la única modificación de que la palabra laico, en todas la veces que se presente se sustituya por el vocablo racional”.

Este importante documento histórico es precedente valioso de la Escuela Socialista».

Todo esto ayer, en el cardenismo, a casi un siglo de distancia. ¿Y hoy? ¿Reforma educativa?  ¿De verdad? ¿La de Peña Nieto?  (Es México.)

Y aquel suspirar…

Esta vez la nostalgia, que casi siempre ataca a traición. Yo ayer tarde, ya al parpadear, cargaba encima una tristecilla sin desflemar, una sensación de errabundaje, de falta de arraigo, que algunos cargamos a flor de piel. Fui entonces a mi vetusto archivo  y de manos a asombro me di con  aquellas fotos que  ya comenzaban a tomar el color ocre amarillento que dan los años, y leí deslavadas dedicatorias donde se añadían el rizo color  castaño y aquel “te amo”, y aquel “recuerdo”, y el «no-me-olvides», y el juramento de fidelidad, con  la foto minúscula en el guardapelo y la fecha de hace carretadas de tiempos, pero lástima: la vista de aquellas fotos me agravó la tristura, la melancolía; la pinción, como allá decimos. La contemplación de las fotos me agravó la tristura. Porque la soledad en ocasiones es muy mala consejera, y qué hacer.

Tomé entonces los papelillos donde apuntaba las señas telefónicas, traté de establecer contacto con alguna de las antiguas compañeras de proyectos comunes, y planes, y castillos en el aire, edificaciones casi siempre color de rosa (rosa mexicana), pero no pude dar con el Simón Cirineo femenino que me ayudase a cargar el madero de las tristuras. Aquella jovencísima de aquel entonces, al contestar el teléfono, comenzó a hablarme de su runfla de nietos, diablillos con rostro de ángeles, y de otra más me dijeron que ya no vivía ahí, y de otra, que ya había muerto, válgame, sea por Dior.

Guardé entonces mi archivo personal (una caja de cartón), pero lástima; la tristura, por descascarármela, más se me había clavado entre cuero y carne, y qué hacer. Y es que ahí fui a toparme con la foto desleída de los viejos amores, con todo y sus marchitos pétalos de alhelí, sus rizos castaños, las misivas donde se invaden terrenos de Dios o del infinito: “Te amaré siempre, siempre. Nunca, nunca te he de olvidar”. ¿Cómo se llamaría aquella inolvidable? Y fue entonces.

De repente, aquel mi artículo periodístico publicado en los días primerizos del difunto Unomásuno, del que fui fundador. Lo desarrugué, lo leí, y pensé en todo lo que el matutino, mi país y yo mismo hemos  cambiado desde hace décadas hasta el día de hoy. Mis valedores:

Aquí veo, por lo escrito, que más antes coexistían con nosotros los asaltantes; que a semejanza del día de hoy, por aquel entonces había criminales, pero no crimen organizado. Al terminar la  lectura de mi colaboración periodística decidí transcribirla aquí para plantear a ustedes este ejercicio: calcular cuánto haya cambiado el talante del capitalino frente a los bergantes que han tomado de costumbre asaltarnos. Lean y comparen el escrito, que así comenzaba:

“Compañero asaltante, permítame saludarlo con mi comprensión y respeto porque en el ejercicio de su profesión arriesga la vida, la integridad física, la dulcísima libertad. Porque ejerce su oficio con todos los riesgos, sin valimiento alguno. Porque su vida avanza de modo arrastrado, entre zozobra y desazón, siempre a salto de mata y con la conciencia en un hilo. Porque habrá caído alguna vez en manos de uniforme, y habrá comprobado sus métodos punitivos. Porque la vida me lo habrá tratado de hijastro, de oveja negra, de cédula cancerosa de la sociedad. Porque su destino es el de la soledad, sin más; sin hogar, sin familia, sin una compañera amantísima, sin paz, sin nada de nada.

Porque sabrá Dios qué causas oscuras lo arrastraron a la delincuencia; si fue el desempleo, si la falta de preparación, si el mal natural,  si el mal fario  (Sigo mañana.)

Mammón. El día de la madre

El comercio organizado, una vez más. Mañosamente enfervorizadas las tiernas telillas de su corazón, la mala conciencia de tantos se rindió al reclamo de la propaganda comercial y compró el consabido regalito de día de la madre. Consumismo inducido. Aquí, para matizar la melcocha del pasado viernes, la ironía y el sarcasmo de  Gibran J. Gibrán:

“Una mujer y su hija caminaban dormidas. Cierta noche, sonámbulas, se encontraron en su jardín. Habló la madre: “¡Mi enemiga! ¡Tú que destruiste mi juventud y edificaste tu vida sobre las ruinas de la mía! ¡Ojalá pudiera matarte!” La hija habló:  “¡Mujer odiosa, egoísta y vieja! ¡Estás entre mí y mi libertad! ¡Quisieras que mi vida fuese un eco de la tuya, marchita! ¡Que estuvieses muerta!”

En ese instante cantó un gallo, y ambas mujeres despertaron. La madre dijo dulcemente: “¿Eres tú, encanto?” Y la hija: “Sí, madre querida”.

¿En el desenfado de las líneas siguientes alguno pudiese reconocer a la madre en los viejos tiempos de la niñez? Aquí, la jocunda, traviesa  versión de algún  hijo de su madrecita:

Todo lo aprendí de mi madre. Me enseñó a apreciar un trabajo bien hecho: “¡Si se van a matar, háganlo afuera! ¿Acaso no ven que acabo de terminar de limpiar?”

Me enseñó Religión: “¡Reza para que esta mancha salga de la alfombra!”

Me enseñó Lógica: “¡Porque yo lo digo! ¡Por eso mismo, y punto!”

A predecir el futuro: “Asegúrate de que estés usando ropa interior limpia y completa, para el caso de que tengas un accidente”.

Me enseñó Ironía: “Sigue llorando y mira: yo ahora mismo te voy a dar una razón verdadera para llorar”.

A ser ahorrativo: “¡Guarda esas condenadas lágrimas para cuando me muera y me estés velando!”

Lo que es el sentido común:“¡Cierra la boca y come!”

Me enseñó contorsionismo: “¡Mira la suciedad que tienes en la nuca, sucio que no fueras! ¿Qué cuál mugre?  ¡Voltéate y mírala, cochino!”

Me enseñó resistencia: “¡Te quedas sentado hasta que te comas todo!”

Meteorología: “¡Parece que un huracán pasó por tu cuarto!”

Me enseñó el arte de la mesura: “¡Te he dicho un millón de veces que no seas exagerado!”

 Supo enseñarme el ciclo de la vida: “¡Yo te traje a este mundo, y como te traje, a la hora que me parezca  te puedo sacar de él!”

A modificar patrones de comportamiento: “¡Deja de actuar como tu padre! ¿No tienes un tantito así de vergüenza?”

Me inició en el orgullo:“¡Hay millones de niños menos afortunados en este mundo que no tienen una mamá tan maravillosa como la tuya!”

Me enseñó el arte de la ventriloquia: “¿Por qué lo hiciste, granuja? ¡No me rezongues! ¡Cállate y contéstame! ¿Por qué lo hiciste?”

Me enseñó odontología: “¡Me vuelves a contestar y te estampo los dientes en la pared!”

Me enseñó rectitud: “¡Te voy a enderezar de un fregadazo bien puesto!”

La madre. A siglos de distancia el Mokshadharma del Mohabharata:

“La madre es una suerte para cada uno en su miseria. El que tiene madre tiene protectora, y está sin protectora quien no tiene madre. Aun cuando uno tiene hijos y nietos, cuando se acerca a su madre llega a ella como un niño de dos años, aunque tuviese ciento. Ya sea apto o incapaz, ya sea enfermizo o sena, siempre es la madre quien cuida al hijo, el que no tiene otra protectora en el orden natural. Cuando ha perdido la madre es cuando el hombre ha envejecido, cuando está en la miseria y se halla solo en el mundo. No iguala a la madre ninguna sombra refrescante, ningún refugio iguala a la madre, ningún ampara iguala a la madre, nada la iguala en amor”.

Ella, mi madre ausente. (Tula.)

A honrar este día

Viernes, 10 de mayo. Que la fecha no nos pase inadvertida, porque es en verdad significativa. Tenerla en cuenta y conmemorarla de acuerdo a su importancia y significado, mis valedoras (sobre todo ustedes). Aquí y ahora consigno la fecha como una muestra de solidaridad para algunos y de advertencia para los más. Hoy, 10 de mayo, se conmemora el Día Mundial del Lupus, dolencia que cuántos padecerán o estén a punto de padecer e ignoran semejante peligro. El Lupus.

¿En qué consiste la enfermedad? Tengo conmigo literatura que me allega una paciente muy especial. Según esto, el Lupus es una enfermedad todavía hoy de origen desconocido cuya denominación significa lobo en latín, tal vez debido a que el rostro inflamado del paciente adopta una gran similitud con la cara arañada de un lobo, las mejillas en forma de castañuelas y en nariz y las susodichas un eritema malar con forma de alas de mariposa. Por este detalle el término no proviene directamente del latín, sino de un estilo francés de máscara que las mujeres usaban alrededor de los ojos. Lupus.

Porque ocurre que algunas de las células del sistema inmunológico producen anticuerpos, moléculas proteicas que reaccionan con sustancias extrañas al cuerpo tales como  bacterias o virus, que se encargan de eliminar.  Pues sí, pero el paciente de Lupus produce grandes cantidades de anticuerpos que reaccionan con los tejidos normales, y estas grandes cantidades de anticuerpos pueden ser dañinas al organismo y producen las manifestaciones clínicas del denominado Lupus Eritematoso Sistémico (LES), enfermedad autoinmune. Alerta.

Lupus. Se observa una mejoría espontánea o desaparición total de los síntomas que suele ocurrir entre períodos de actividad de la afección. Estos períodos de mejoría pueden durar semanas, meses o años, en algunos casos,   antes de que la enfermedad se presente de nuevo.

En general, aun en aquellos pacientes con complicaciones serias, el pronóstico es favorable. En la mayoría de los casos el Lupus tiene un curso benigno caracterizado por exacerbaciones con fatiga, fiebre baja crónica y a veces dolor e hinchazón en las articulaciones o erupciones cutáneas. La mayoría de los pacientes lleva una vida normal, pero en ocasiones  algunos desarrollan serias complicaciones. La mejor manera de vivir con Lupus, impredecible enfermedad:

1.- Sostener una buena relación médico-paciente y un sólido apoyo de amigos y familiares.

2.- Administrarse todos los medicamentos, visitar al médico con frecuencia y aprender tanto como se pueda sobre la enfermedad.

3.- Mantenerse activo para resguardar la flexibilidad articular. Alternar ejercicios moderados con períodos de relajación y descanso.

4.- Evitar la exposición excesiva a los rayos solares y utilizar vestimenta de mangas largas cuando se está al aire libre o al sol.

5.- Las mujeres jóvenes planificar sus embarazos de manera cuidadosa y con orientación médica, en fin.

Aquellos de ustedes que sientan debilidad física y depresiones,  excesivo  cansancio y  necesidad de dormir,  cuidado, visitar al médico.

Hoy, 10 de mayo, las diferentes asociaciones en todo el mundo reclaman un aumento de fondos tanto públicos como privados para la investigación médica acerca del Lupus,  programas de formación para  los pacientes, los profesionales de la salud y el público en general, y  el  reconocimiento mundial de la citada dolencia como un asunto de vital importancia en la salud pública.

Mis valedores: hoy es el Día Mundial del Lupus. Que no sea tarde para ninguno.   (Vale.)

¿Hombre, primate?

La televisión, mis valedores. Aquí, por tratar de entender su significado, sintetizo el análisis de Giovanni Sartori, investigador y analista de la ciencia política.

Fisiológicamente nada existe en el hombre que lo distinga  entro los primates, género al que pertenece (teoría evolucionista). Algo lo singulariza: su capacidad simbólica. Conformado por un universo físico y simbólico es, más que homo sapiens, animal simbólico, cuyo tejido de símbolos se conforma a base de lengua, mito, religión, arte, tradiciones, etc.

El hombre es animal racional y homo sapiens; pero, mucho más, es un homo simbolicus porque se comunica con una articulación de sonidos o signos “significantes” que aprende a decodificar desde niño, o no pudiera comunicarse con los demás. Esto que ahora redacto lo decodifican ustedes porque conocen el español, empresa imposible  para  quien ignore este idioma.

Porque nuestra capacidad simbólica se aplica en el lenguaje, en la capacidad de comunicar mediante una articulación de sonidos y signos provistos de significado, como es el lenguaje del libro, las artes, el cine, la radio, el telégrafo, el teléfono, los diarios, en fin. El esencial, que caracteriza al hombre, es el lenguaje-palabra. El hombre es un animal parlante, un animal loquax, que continuamente está hablando consigo mismo, y a veces con los demás. Porque el lenguaje no es sólo un instrumento de comunicación, sino también del ejercito de pensar. Y el ejercicio de pensar no necesita ver. Las cosas que pensamos no la podemos ver. Por cuanto a las civilizaciones…

Estas, en el transcurso de la historia, se desarrollan con la escritura, y es el tránsito de la comunicación oral a la palabra escrita el fenómeno que genera toda una civilización. Antes de Gutenberg la cultura era de transmisión oral. Después de él vino el periódico, y desde mediados del XIX el telégrafo y el teléfono. Y las distancias desaparecieron.

Llegaría después la radio que, como los anteriores adelantos en materia de comunicación, no interrumpe el avance en la decodificación simbólica. Hasta ahí y desde el nacimiento del lenguaje verbal  todo es comunicación a base de palabras orales o escritas. La civilización, adelante.

Pero llegó la televisión e interrumpió de golpe el «proceso civilizatorio» del ente humano, y de homo sapiens lo transformó en homo videns. De animal simbólico, de animal loquax, el hombre deja atrás el ejercicio cerebral de decodificar los símbolos y se convierte en animal vidente. Cualquiera, al mirar la imagen, la entiende.  La función de mirar lo acerca a sus capacidades ancestrales, al género al que pertenece: al primate. Y el embuste de sus publicistas:

«¡Una imagen vale por mil palabras!»

Mentira, afirma Sartori. Para el espíritu una palabra (yo pregunto: ¿amor?) vale por mil imágenes, porque la palabra es símbolo con el que ponemos a funcionar el cerebro, o ese lenguaje es letra muerta y sonido ininteligible. La imagen, por contras, es representación visual. Se ve, y  con eso es suficiente. Para ver basta con el sentido de la vista. La imagen no se ve en chino o en japonés. Para qué el cerebro. La llegada de la televisión no fue prolongación de la comunicación simbólica, civilizadora. Fue una sustitución del proceso: ya no entender; ver. Con eso basta.

Es así como la multicitada TV, afirma Sartori, genera un nuevo tipo de humanos. Entre los niños, principalmente. Del proceso educativo de los suyos, mis valedores, ¿cuánto tiempo entregan a la de plasma? (La computadora, después.)

Amores perros

El viaje reciente de Barack Obama a nuestro país, mis valedores. El por qué, no alcanzo a definirlo, pero algo provocan en mi ánimo tales visitas del vecino imperial. Por retirarme el vago malestar que experimento luego de reflexionar no en lo que se dio a conocer, sino en eso que pude inferir de la entrevista, me he puesto a releer cierto relato de L. Turrent que aquí sintetizo:

Soplaban los ventarrones de la Revolución. El protagonista central, militar villista, era rudo, áspero, insensible Su contraparte, un ser insignificante, despreciado, infeliz. Era “El Perro”, como le apodaban, mote elocuente.

Y azares de la revuelta: ocurrió que al despreciado le achacaron un crimen que no cometiera, y muy a la usanza “revolucionaria” me lo iban a fusilar, y en un muro del camposanto le formaron el cuadro: “¡Preparen armas! ¡Apunten!»

¿Pero fusilar al pusilánime? ¿Cómo, si no podían mantenerlo de pie? Un desmayo de ánimo, un desmayo de piernas, y aquel terror que acalambra y acogota al débil de espíritu y temple desfalleciente. El oficial de mando:

– ¡Levántese, hijo de la tiznada! ¡Muera como los hombres!

Pero una vez más el terror, el desmayo, las convulsiones del cobardón. Enterado de incidente, el coronel acudió con los de turno y, sin saber por qué, salvó la vida al pusilánime. No lo hubiera hecho: de ahí en adelante la sumisión absoluta del recién resucitado por el militar que, entre el desprecio y la lástima, le salvara la vida. El apocado se arrimó a su salvador y se dio a servirlo en todo y con todo, hasta granjearse el apodo de “El Perro”. Abyección.

“Ahí lo tenía siempre, sus ojos humildes, fieles, puesto en mí. Me daban ganas de correrlo, de echarlo, tal como se hace con un perro de verdad, para que no siguiera cuidándome el sueño, pero él me seguía como mi sombra. Es repugnante que un hombre descienda a esos abismos de servilismo”.

Y ocurrió de repente, a deshoras de la noche:

– ¡Vienen los carrancistas! ¡No podremos resistir!

La huida. Villistas y simpatizantes, por salvar la cuera (lo único con que pudieron huir), abandonaron el caserío tratando de ganar la sierra mientras los perseguían los primeros balazos. “No tuve tiempo de ensillar mi caballo. Iba a pie trotando y bordeando desfiladeros”. La luz del amanecer suponía nuevos peligros. Y a correr, los plomos silbándoles por los lomos.

“De repente, el galope aquel. Nos parapetamos”.

Y ante el asombro de todos va apareciendo “El Perro”, que traía el caballo del coronel. “Las balas silbaban entre los árboles, pero ahora yo iba sobre mi penco. Detrás de mí, en ancas, mi sombra, el “perro” que había cruzado las líneas enemigas y recibido los disparos de los carrancistas. Como montaba muy mal se sujetaba en mis hombros con manos temblorosas, muerto de miedo como en el cementerio, cuando lo iban a fusilar. Corría mi caballo. Huíamos del peligro. Nada atendía sino esa fuga».

Por fin. Ya estaban en la zona dominada por los villistas. El coronel frenó su montura. “Miré con asombro aquellas manos lívidas, crispadas sobre mis hombros. Horriblemente crispadas”.

Y que al intentar volverse hacia el servicial éste resbaló y dio contra el suelo. Una bala destinada al coronel había sido absorbida por los lomos de “El Perro”. «Lo llevé a sepultar al camposanto. De él conservo una última visión: junto a un depósito de basura vi un perro muerto, de vientre inflado y patas encogidas, con unos ojos turbios tercamente fijos en la basura”. Y ya.

¿Por qué releí el relato? A saber. En fin. México, Obama. (Qué más.)

La dignidad de Cuba

Su dignidad es más poderosa que la fuerza de un imperio (C. Lage.)

Cuba, heroicidad y pundonor. Hoy, fresca la presencia de Obama a nuestro país, a la mente se me vienen virutillas de poemas del cubano Nicolás Guillén, que traigo a flor de memoria. Digo  este poema, digo aquel, y verso a verso voy captando –catando, cantando- un anchuroso retazo de la historia nacional de la Isla a partir de la  historia de su poeta, desde los tiempos anubarrados en que Cuba era, y no más, tres entidades distintas y una sola indigencia:

El negro – junto al cañaveral – el yanqui sobre el cañaveral – la tierra bajo el cañaveral – ¡Sangre que se nos va!

La visita imperial me llevó a releer a Guillén, a percibir su poesía, zumo  y  raíz de esa cubana negritud que recrea a aletazos de versos de soberbia sonoridad, ritmo novedoso y buen son; de una bullanga y un dolorimiento que vienen del barracón y que se afincan en raíces del Africa distante. Voces negras, ritmos alucinantes y esas onomatopeyas que retumban en las percusiones del bongó y la tumbadora, mágicos ritmos de la semilla afrocubana.

La amargosa ironía del negro forastero en su propia tierra; la protesta social y una exasperación que avienta al poeta al desprecio: Me río de ti, negro imitamicos – que abres los ojos ante el alarde de los ricos! Sarcasmo amargo con el que el poeta define a la  Cuba de aquel entonces: Coroneles de terracota – políticos de quita y pon.

Ahí está ya, vivo en cuerpo y rabia, el verso comprometido con su día y hora, con su tierra y su negritud; verso que mueve y remueve conciencias en esos moldes de esencia cubanísima, y por ello universales, con la cadencia y el contracanto de un folklore que es mixtura de dos borbollones de sangre entremezclada: Azúcar para el café – lo que ella endulza me sabe – como si le echaran hiel.

Malo. El poeta comienza apenas –a penas- a descascararse de su primera juventud, y es cuando a la vista de yanquis que habilitan de mancebía la tierra cubana, escribe ¡a sus apenas 32 años! Si me muriera ahora mismo – Si me muriera ahora mismo – ¡Qué alegre me iba a poner!

Mal rodaban las cosas. Guillén, como quien no quiere la vida,  por no quedarse en la trova de las tristuras se interna en la militancia política. Viajó, asistió a congresos, hizo periodismo militante y, socialista, visitó fábricas y convenció remisos mientras seguía produciendo sus versos mágicos, con esas sonoridades y esos retumbos de instrumento percusor (precursor) que cantaban unas verdades que desenmohecen conciencias adormecidas de trópico, ron y analfabetismo.

Y la esperanza, que el Moncada y Sierra Maestra concretarían: Ay, diana, ya tocarás – de madrugada, algún día – tu toque de rebeldía – Ay, diana, ya tocarás.

El que de joven mentaba la muerte como un don apetecible aprende, según vive, el oficio de la esperanza, que es el del rejuvenecimiento. Para Cuba  el buen tiempo no iba a tardar, y llegó. Guillén, ya joven a sus 57 años:

Tengo, vamos a ver – tengo el gusto de andar por mi país – dueño de cuanto hay en él (…)  Tengo, vamos a ver – tengo lo que tenía que tener.

El ánimo quebrantado a la vista del tiburón y las sardinas se me han venido de golpe las preguntas de  Guillén que azozobran, que espeluznan. Donde él dice Puerto Rico yo digo México:

¿Cómo estás, Puerto Rico – tú de socio asociado en sociedad? – ¿En qué lengua me entiendes,  – en qué lengua, por fin, te podré hablar? Si en yes, – si en sí, – si en bien, – si en well – si en mal, – si en bad, – si en very bad…

(México.)

¿Benítez a clausurar?

El escándalo que acaba de provocar Lady PROFECO me trajo a la mente el incidente  que hace algunos ayeres me contó Maritoña, vecina mía del edificio, respecto a los buenos oficios del organismo oficial. Ella había ido a quejarse porque en el Rock’s, restaurante, la trataron con mala leche, que se la sirvieron echada a perder. Y que después de la queja pasó el tiempo, y el restaurante se convirtió en un negocio de refacciones para automóvil, «donde transaron a mi marido con una batería de segundo cachete, ¿usted pasa a creer? Pero mi Arcadio ya no era el mismo, y tiempo después se dio a la bebida».

Yo, un traguito a la de menta y azahar.

– ¿Y a dónde cree que se iba a chupetear el muy briagadales de mi barrigón? Al Haz por venir, botanas de chilacayote.

– ¿Sería donde antes estuvo el..?

– Donde antes estuvieron los abusivos vendedores de baterías, que meses antes habían quebrado. Y ándele, que por esos días se nos vino la liberación femenina, y las leyes cantineras dieron entrada al “viejerío”, ¿No le llamaba así el barbón Punta Diamante?, y entonces la cantina aquella se volvió un verdadero desgarriate (un verdadero desmadre, perdón); un desmadre disfrazado de burdel. ¿No lo estoy aburriendo?

Afuera, las campanadas del ángelus. Memoriosa, mi vecina:

– Pues nada, que con una de esas pútridas que se las daba de muy trabajadora sexual se me huyó el  Arcadio. Las últimas noticias del perjuro fueron de que lo vislumbraron alla por Chinches Bravas, Alto Lucero, Saltabarranca o algún otro poblado de mi lindo Veracruz. Que por allá andaba dándole gusto a la vida con una prieta de aguayones doble ancho. Así, mire, y no es por dárselas a desear.

– Pues usted no anda muy escasa que digamos.

– Es que a él siempre le han chiflado las nalgas. Las de las morras, digo. Yo entonces pensé: qué se me hace que ora sí voy y pongo otra queja esta vez contra el adúltero de Arcadio, y al Haz por venir les meto una demanda en la Procuraduría del consumidor. ¿No fue consumidor de la piquera mi viejo, y más tarde del burdelito? A la administradora, por alcahueta. Pero no, preferí mejor encomendarme a Santa Rita de Casia, ella que es la abogada de las causas imposibles, y en este país imposible resultaría que las autoridades clausuraran un burdel o una cantina. Primero clausurarían la cámara de los comunes (y corrientes), o sea la gallera de los diputados, y haría bien. Pero ahora, de repente, vea.

Me mostró aquel cacho de papel. Leí: «En relación a la queja le solicitamos indique el domicilio del proveedor con el fin de tramitar debidamente su reclamación». Y que atnte., y una pila de garabatos, y a la fecha.

– Bueno, sí, ¿pero cuál es su preocupación?

– ¿Cómo de que cual? ¿Pues ora con qué cara voy a parármeles enfrente a los procuradores del consumidor, ellos que con tanta prontitud, eficacia y espíritu de servicio se viven protegiéndonos contra las malas entrañas de los comerciantes de carne, huevos y leche, para salirles con aquello de que conmigo ya no se molesten? ¿Con qué cara decirles, sin que los beneméritos de la PROFECO se vayan a ruborizar, que allí donde me transaron con la leche adulterada ya no hay Rock’s cual ninguno, ni un taller eléctrico El electrolito, ni cantina Haz por venir, ni burdelito, porque ya el eje vial borró del mapa el cacho de calle donde se alzaban las sucesivas negociaciones? ¿Cómo decirles sin irlos a apenar? Pobres, ¿no?

Suspiré, qué más. Ahora que si al frente del organismo federal hubiese estado la oficiosa Lady PROFECO,  pues…

(México.)