De trapecistas y maromeros

¿Logreros y claudicantes? ¿Redrojos políticos?  Para contrastar su conducta con la fidelidad a principios permítaseme esta vez arrimarme a la advocación de la  Comandanta Ramona, que así se nombraba. ¿Recuerdan ustedes a la indígena chiapaneca de baja estatura, huipil chiapaneco y rostro oculto por el pasamontañas que militó en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el EZLN de aquel que fue alguna vez el Subcomandante Marcos? Con la presencia ausente, sé lo que digo,  de la guerrillera, voy a hablar de esos indecorosos, desvergonzados saltimbanquis de la grilla politiquera ayer mismo adversarios de ideología y que hoy, por asuntos de medro personal y de grupo, amanecieron abarraganados. Chuchos, grillos, chapulines, talamanteros de Nueva Izquierda. Baquetones.

Aquí recuerdo a la Comandanta Ramona, varona que en vida y muerte fue espejo y flor de virtudes cívicas, fidelidad a principios e integridad personal. Ella que con pasamontañas y colorido huipil se nos quedó como seña de identidad de la lucha civil contra el Sistema de poder. ¿Recuerda alguno de ustedes a la Comandanta  Ramona? ¿Recuerda alguno la respuesta que dio al entonces Zedillo, que le ofrecía trasladarla a esta ciudad para que le tratasen cierta enfermedad mortal de necesidad? Ella, la entereza y el temple y la dignidad personal:

“Nosotros nos levantamos en armas para que todos nuestros pueblos  tengan salud, no para que ustedes me curen a mí…”

(Yo entonces pensé en Leónidas el espartano mientras moría por su patria frente a los guerreros persas de Jerjes. Mozart en el aparato. A media voz, el Requiem.)

Los indecorosos, en cambio; los ventajistas: un basurero mi mente con las imágenes de un Angel de la guarda del perredismo cupular para el que todavía hace unos meses era todo un delincuente electoral y asesino de perredistas, hoy el bienamado al que Marcelo Ebrard, con la mano del gato (del Chucho), encaramó al gobierno de Guerrero. Pienso en la cáfila de  pragmático-utilitaristas que se arropan en la frase convenenciera derivada del  florentino:

“El fin justifica los medios”.

Reflexiono en un pragmático Muñoz Ledo, candidato presidencial del PARM que a su hora ligó acuerdo con el candidato de la Alianza por el Cambio, un tal Fox. Extrañados, los estudiantes tlaxcaltecas lo interrogaron:  “¿Pero por qué con  Fox?”

Así respondió el personaje que en su vida pública ha militado en  todos los partidos políticos del país:

– Me alié con Fox porque los estudiantes me lo pidieron. En todas las universidades en las que he estado presente las preferencias se inclinaban hacia Fox y hacia mí. Yo estoy en contra del presidencialismo, y eso es lo que buscamos Vicente y yo.

Y la nota de prensa: “Porfirio Muñoz Ledo sostuvo que continuará con el proyecto de convergencia con Vicente Fox, en el cual también participa Manuel Camacho Solís”. Sí, el prófugo del PRI, alquimista de Angel Aguirre, priísta encubierto. México.

Otro que tal. Cuando Carlos Salinas llegó a Los Pinos nombró como procurador general de la república a Ignacio Morales Lechuga, priísta de tradición. Pero terminó el sexenio y Salinas pasó a ser el hombre más aborrecido del país, y el salinista Morales a desmarcarse de él y desconocerlo.  Interrogado por el reportero, aquí su justificación:

(La entrevista y algo más, el lunes.)

“Pobre México…”

Pobre, sí. Tal fue la reacción del matutino ante la privatización de los ferrocarriles que prestaban un valioso servicio al país. En su sexenio se ufanaba un vende-patrias:

“En forma exitosa y de acuerdo con los tiempos previstos marcha la privatización que promovemos en gas natural, terminales portuarias, telecomunicaciones, petroquímica secundaria y ferrocarriles”.

Ferrocarriles. El nombre del privatizador, Zedillo, se asienta ahora mismo en la nómina de la empresa norteamericana a la que remató los ferrocarriles nacionales. ¿Y nosotros? ¿Cuál es la respuesta de las masas sociales? Tomo el matutino  y leo, de su sección editorial: “Pobre México. Un vulgo ignorante y unos periodistas vendidos batían palmas cuando se acordaron concesiones ferrocarrileras al yankee”.

Pues sí, pero no, mis valedores,  el editorialista no aludía a Zedillo, ni a Fox, ni al Verbo Encarnado, sino a Porfirio Díaz, uno de los primeros entreguistas que se han culimpinado ante el imperio. La fecha del matutino: 1885. La denuncia editorial:

“Mientras, los hombres pensadores temblaban por el porvenir de esta patria infortunada, victima de las ambiciones y de la improvisación. Los hombres pensantes veían en esas concesiones un peligro inminente para México, y no se equivocaron. En recompensa de las espléndidas  subvenciones concedidas a los yankees, éstos están arruinando al país por medio del contrabando de armamento, y debido a ciertas tarifas de conveniencia, concertadas de una manera embozada para proteger la industria extranjera con graves perjuicios de los intereses nacionales.

Por una mera casualidad, el Ministro de Fomento desconfió de los manejos yankees, y sólo apoyó las tarifas de una manera provisional y por corto plazo: cumplióse éste, prorrogóse en seguida, ha vuelto a cumplirse; y sin embargo no se ha podido conseguir que la Empresa del Ferrocarril Central modifique sus laterales tarifas. Rehúsa reformarlas, y para ello se vale de rémoras y pretextos inadmisibles. Por lo visto, nuestros agradecidos y caritativos empresarios, los americanos, obran ya en este país como si estuvieran en su casa. La conquista pacífica comienza ya a producir sus sabrosos frutos.

¿Qué sucederá mañana? D. Porfirio, que tuvo a bien romper con las inveteradas preocupaciones del inteligente y previsor Benito Juárez, puso a los yankees un puente de plata para que desde Nueva York pudiesen venir a esta capital, sin incomodidades, sin riesgos y a costa nuestra. A D. Porfirio toca sacar al país del espantoso atolladero en que está metido. ¡Ojalá y no sea ya demasiado tarde! (Periodista valiente, sí, pero cándido, digo yo.)

“A grandes males, grandes remedios. Si al fin hemos de romper con los que se tomaron media República hace 38 años, y que ahora tratan de apoderarse del resto por medios ingeniosos, vale más que suceda hoy. Mañana la obra será más difícil porque se habrán creado y robustecido grandes intereses americanos en esta República”.

Y esperanzador para tantos, al pie de plana el anuncio: “Específico de Henry, célebre remedio inglés. Es el único específico seguro e infalible para la curación rápida y radical de la impotencia, derrames seminales y toda clase de desarreglos producidos por excesos. Jamás ha fallado. Experiméntese. Depósito único en la República, Droguería Universal de E.Van den Wyngaert. Puente del Espíritu Santo núm. 1″.

Calma, no acelerarse, no precipitarse alguno de ustedes. Ya busqué, simple curiosidad,  el domicilio de marras. No existe más. (Lástima, ¿no?)

De utilería

Vidas paralelas, mis valedores, la de la Marta, que aspiraba al sillón de Los Pinos, pero cuyas aspiraciones terminaron cubiertas de telarañas en algún rincón de La Estancia o de San Cristóbal, y la de la Sarah Palin, reina por un día que arañó la vicepresidencia de Norteamérica. Figura esta, protagónica del denominado Tea Party, a punta de excitaciones al racismo, la discriminación y la violencia contra todo lo que no fuese WASP (blanco, anglosajón y protestante) logró el asesinato de varios inocentes, que con su muerte asesinaron el futuro de una Palin que habrá de caer al desván de la historia lo mismo que la segunda esposa de Fox. Desde que saltó a la palestra política nacional como candidata de Partido Republicano a la vicepresidencia, en el 2008, la ex-gobernadora de Alaska no había experimentado un descalabro tan escandaloso en las encuestas. Los ciudadanos hoy la rechazan, sin más. Que así pasan las glorias efímeras.

Estoy mirando la foto de Marta,  dije a ustedes el pasado viernes, y la

describí en su corta estatura de dama insignificante que el tanto de todo un sexenio, casi tan ignominioso como el actual, fue reina de hojalata que luego se derrumbó, y con ella una historia que fue de surrealismo esperpéntico. Marta, a la que alguno se alcanzó la humorada de sacar de detrás de un mostrador de cierta farmacia veterinaria en Zamora, Mich. para encaramarla de “pareja presidencial” y candidata a Los Pinos. (Yo, que en su momento ironicé sobre tan delirante pretensión, ahora me arrepíento porque, mis valedores: ¿con  Marta hubiese estado gobernado el país de manera más desastrosa?) Hoy día apenas se atreve a sacar la cara, como ocurrió hace unas semanas  en la festividad con que un cierto  Antonio Chedraoui, arzobispo de la Iglesia ortodoxa, celebró 79 años de vida. La miro en la foto. Qué tiempos…

Menudita, peripuesta, flanqueada por (cuándo no) un jerarca del gobierno y otro de la Iglesia católica, ese Norberto Rivera asiduo a las rumbosas reuniones de la “alta sociedad” al que Marta debe el favor de la disolución matrimonial para dejarla en situación de madre soltera de los  Bribiesca Sahagún, cuyos hechos de corrupción demuestran que tienen muy poca o madre ninguna, soltera o no. La Sahagún.

Leo, a propósito, la noticia del domingo pasado: “Durante una reunión con miembros del Tribunal de la Rota -corte que decide la validez o anulación de los matrimonios católicos-, el papa Benedicto XVI pidió ayer a los sacerdotes mayor cuidado y severidad a la hora de autorizar los matrimonios católicos, así como a la hora de declararlos nulos”. Siempre que no se trate de “primeras damas” de países tercermundistas, ellas tan desprendidas con sus limosnas a El Vaticano. Laus Deo.

Existe en el surrealismo político del país esa trágica mujer que desde el gobierno tejió un poder de pacotilla y se atragantó de honras (fúnebres, por efímeras y deleznables.) Reina del esperpento, llegó al gobierno golosa de fama, riquezas, protagonismo, poder. Viciosa de lujos, derroches, riquezas, ostentación, su avaricia y compulsión por el poder le acarrearon el odio de las masas sociales. Marta, la de Guanajuato.

Pero a la reina de utilería la aplastó la realidad objetiva,  y su carácter de malvavisco la derrumbó. De ésta, que encaramada por, en y sobre un mandilón Fox, reinó ayer en México y hoy reina en las vacas de San Cristóbal, hablaré después, tanto hay en ella de malo qué comentar, como de la propia Palin, ex-gobernadora de Alaska. (Vale.)

Un Madrazo más

Roberto Madrazo, mis valedores. Desprestigiado en el juego y rejuego politiquero del 2006, la claque política lo daba por muerto como daño colateral de las urnas. Yo entonces, profeta de pacotilla, le predije que a su hora volvería a figurar en el herradero político. Y sí, ya el difuntito comienza a aparecerse en público, y a manifestarse en los “medios”. Porque el político lo es de toda la vida por más que no esté en activo y cargue el desprestigio de traicionero y ladrón. Comienza usted a enredar los hilos de la tenebra. A enredarse en ellos, tal vez, le digo.

¿Cartucho quemado? Quien eso diga ignora las reglas politiqueras y la labor de usted mismo desde que se inició como dirigente del sector juvenil del Revolucionario Ins.. ¿Usted, un cadáver político? ¿No fincó su currículo y escaló posiciones a punta de transas, cesiones, claudicaciones y arreglos que lo llevaron a realizar el trabajo sucio para los que estaban en el candelero? Ya trepado al poder, ¿no lo amacizó a fuerza de corruptelas y compinchajes? ¿No aprovechó el puesto para aventarse sobre los dineros públicos? ¿No robó, depredó, derrochó y compró voluntades y complicidades? ¿Entonces..?

Recuerdo el derroche demencial que perpetró para llegar al sillón de Tabasco. Una docena de cajas repletas de documentos originales certificaron que por encima de los menos de cinco millones de pesos que le autorizaba la ley se fue usted sobre más de 230 millones que salieron de nuestros bolsillos,  con los que compró votos y compinchajes y cuyas migajas repartió entre periodistas chayoteros y clérigos regalones, cáfila de poca-verguenzas que agradecieron a usted a su modo, por ejemplo: cada que alguno documentaba sus robos, los de sotana, porque no saben crear, salían con la muletilla:

– El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

No, y el congreso local, domesticado: “El señor gobernador no cometió el ilícito que se le imputa, y de haberlo cometido eso no representa, según los códices vigentes, una falta grave”. Y désele el carpetazo, y aquí no ha pasado nada. Es la impunidad. Es México

De su riqueza ilícita. ¿No asombró al mundo la lista de casas, departamentos y vehículos de lujo que aquí, allá y acullá, adquirió usted cuando funcionario público? ¿No fue un escándalo internacional como las depredaciones de sus congéneres Salinas, Montiel, Fox y Cía?

Pero genio y figura:  usted mismo, ¿no abochornó al país y al resto del mundo cuando, corredor en algún torneo de Alemania, mientras los competidores arrojaban los bofes hizo parte del recorrido en un autobús y llegó a la meta tan fresco como lo que es, un desvergonzado?

Que como político está usted desahuciado. Que abominan de usted tanto el PRI como las demás siglas compinches, mientras que el paisanaje nada más lo desprecia. ¿Y? ¿Qué con eso, mi señor? ¿No era Hank, cuando murió, político en activo? ¿No es la Gordillo voto de calidad y fiel de la báscula? ¿Cree usted que Calderón va a tocarla con el pétalo de una ley, cuando ella fue, junto con Washington, la TV, 30 mega-ricos y el clero político,  la palanca que encaramó a Calderón para que viva, si eso es vivir, en Los Pinos?

Usted, si en este mundo hay justicia, políticamente va a resucitar. ¿Que cómo si es un perfecto mediocre? ¿Y no es un mediocre perfecto, por más que imperfecto, todo el gobierno, de Calderón al último de sus personeros? ¿No es el Cordero hacendario un mediocre aplastante?

Usted resucitará, señor. ¿Nosotros? Bah. Después del Verbo Encarnado un Madrazo más… (Lástima.)

“Y mean agua bendita…”

El aumento al salario mínimo, mis valedores. El 4.1 por ciento, dos pesos con 32 centavos para la zona A, la privilegiada. Clama desde 1886 Louis Lingg, uno de los Mártires de Chicago:

Vuestras leyes están en oposición a la naturleza, y con ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar…

El Papa y los empresarios, a propósito. En vísperas de la visita final de Juan Pablo II a nuestro país, el obispo Onésimo Cepeda a los reporteros:

– Lo acabo de ver en El Vaticano, y la verdad, pues lo ví muy malito, pero sacará fuerzas de flaqueza y vendrá a nuestro país  a canonizar a Juan Diego. Creo que hay Papa para rato. Por lo menos para lo que  nosotros necesitamos, que es un mes y medio

Y una vez confirmada la visita del Papa, la Arquidiócesis de México:

– Para los gastos que ocasione la visita papal nos hemos apoyado en las escuelas y agrupaciones de los Legionarios de Cristo. Ya hemos invitado al padre Maciel. El Papa no nos cobrará por la celebración de la misa, ni los cardenales que lo acompañan. La misa de canonización de Juan Diego costará a la Iglesia lo que salga el recibo de la luz. Los camiones y todo eso corre a cargo de las empresas. Ellas patrocinan todo eso.

Lucas, evangelista: ¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios!

Y hablando de los tales: “Se convocó a los empresarios a participar con donativos en la realización del viaje pontificio”. Guillermo Ortiz, vocero del comité organizador de la citada visita papal:

– No sé por qué algunos miembros de la iniciativa privada no consideran costeable invertir en la gira del Pontífice. Hago un llamado a que los empresarios participen en este acontecimiento que es de la Iglesia mexicana, pero que tiene su repercusión para la vida de México y para la imagen de México ante todo el mundo.

Mayo de 1990. Ante el Papa se plantaron de hinojos los empresarios  mexicanos. El mensaje de un  A. Fernández de Castro:

Su Santidad: los empresarios deseamos el bienestar social de todos los que dependen de nosotros. Creo que los empresarios somos un medio del que Dios se vale para la administración de la riqueza temporal…

Habló después un Eduardo García Suárez, presidente saliente de la Conf. de Cámaras de Comercio, CONCANACO:

– Yo soy partidario, Su Santidad, de un capitalismo popular que, como la imagen de María, se intuye y se preanuncia…

G. V. Madero, empresario: “El Papa nos deja un paquetón. Claro, Su Santidad habla de lo que debería ser, no de lo que es en la realidad. Gracias a Dios, la visita papal redituó una ocupación hotelera del 100 por ciento…”

Patricio Martínez, dirigente de comerciantes:

– Su Santidad el Papa vino a reafirmar lo que nosotros ya sabíamos como doctrina social, tal como lo expresó el propio Juan Pablo II en torno al capitalismo, al lucro exacerbado, al amor del dinero y a la mala retribución al trabajo e injusta distribución de la riqueza. De alguna manera, nosotros ya la practicábamos, porque nosotros no defendemos el individualismo egoísta que algunos practican porque siempre hay abejas negras (sic). No,  Su Santidad no dijo que el dinero sea malo, lo que pasa es que, por supuesto, no lo podemos amar al mismo nivel que todos los empresarios amamos a Dios…

Un amor que para este año se acrecentó el tanto de dos pesos con 32 centavos. Tales son los feligreses del Padrecito Maciel, empresarios que “mean agua bendita”. (Dios.)

El opio de las masas

El ser humano, mis valedores, esa criatura única e irrepetible que puebla el haz de la tierra y cuyo destino, en cuanto comunidad, es la sobrevivencia. Ente de cumbres y abismos, de cimas y simas, sus hechos proyectan luz y tinieblas en humanísimo claroscuro: alguno conquista las crestas del saber, del heroísmo, de la santidad,  en tanto que una infinita mayoría se arracima en contingentes de masas que sobreviven en la cotidiana rutina del áspero oficio del diario vivir a ras de los suelos. Los seres anónimos, los desconocidos de siempre…

El mexicano, pongamos por caso. Si intenta la perfección casi siempre carece de la educación adecuada. Es la ignorancia el achaque que lo mantiene en situación vulnerable y lo fuerza a caer ante el ataque de esos sus enemigos que le impiden el vuelo natural hacia la entelequia, que decía el clásico.  Y claro, sí, por supuesto: entre los factores que le mutilan las alas están los medios de condicionamiento de masas. Porque el pobre de espíritu, inquilino de la violencia, la pobreza y la inseguridad,  busca evadirse de una realidad que lo supera, lo lacera y agobia, y en ese intento de hurtarle el cuerpo a lo que no puede evitar se refugia y cae de lleno en el alcohol u otras drogas casi tan nefastas como la botella: coca, mariguana,  metanfetaminas o el  televisor, esa puerta falsa, puerta excusada, que el mexicano tiene abierta de par en par sin percatarse de que la TV constituye un negocio del gran capital y de que  sus intereses no sólo difieren de los del televidente, sino que se le contraponen y medran de él; que el medro de la TV radica en el desmedro de las masas sociales en provecho de Poder. Macabro…

Pero esas masas sociales necesitan y reclaman una rajuela de esperanza que les avive su desfalleciente sentido de la existencia, y esa esperanza la encuentran en el credo religioso. La católica es la religión mayoritaria, y en ella se refugian esas masas en busca de la esperanza de una vida mejor, que se le promete, sí, pero en la otra vida, y ello si logra pasar el juicio inapelable de su  Dios. Es ahí donde la jerarquía católica, a contracorriente de las leyes de ese Dios y del Estado, manipula su tremendo ascendiente en los feligreses, las ovejas del rebaño “del Señor”, para aplicar en ellos una moral restrictiva, represiva, que les lleva a caer en el engaño de tomar como preceptos religiosos ciertos tabús como el preservativo, la educación sexual, la píldora del día siguiente, la interrupción del embarazo antes de las 12 semanas y tantos otros derechos humanos que la sotana disfraza de pecados. De anatemas. De fulminante excomunión. Y como a los 85 millones que participan del ritual católico, que no de su esencia, desde pequeños se les ha infundido la obediencia como “virtud”, pues… a obedecer al “padrecito”,  qué más.

De esto ya hace algún tiempo. Al igual que hoy día, PEMEX fue motivo de escándalo, aunque no por algún siniestro que dejase reguero de cuerpos humanos calcinados, sino porque manipulaciones encubiertas de los entreguistas intentaron enajenar el energético al capital extranjero, y ahí la reacción ciudadana: movilizaciones de protesta que encabezó su lider natural. El clero político, entonces, siempre aliado del Poder:

– ¡La lucha por PEMEX no es de falsos profetas e iluminados! AMLO qué sabe del tema. Calderón, en cambio, tiene argumentos y son sustentables. ¡Que los católicos no salgan a manifestarse en las calles!

Los Pinos,  las sotanas. (México.)

Crimen imperfecto

El presente es un relato escrito por Gonzalo Fortea, que aquí sintetizo con dedicatoria para los tres jueces que en el pasado abril, en un juicio oral y por cuestión de una “duda razonable”,  exoneraron de su crimen a un Sergio Barraza Bocanegra, asesino confeso de Rubí Marisol Frayre, cuyo cadáver descuartizó. Luego de confesar su crimen y pedir perdón a la señora Marisela Escobedo, madre de la víctima, los jueces de marras absolvieron al asesino descuartizador. ¿Motivo? No contaban con más evidencia que la confesión del asesino. La síntesis del relato de Gonzalo Fortea:

– Sí, señor fiscal. Soy un asesino.

Mi defensor se levantó, indignado: “¡No se reconoce culpable!”

– Pero maté a la víctima.

El juez: “Demuéstrelo. ¿Tiene testigos?” Yo: “No se buscan testigos para cometer un crimen”. El juez: “Quizá a usted le hubiera convenido tener uno. ¿Dónde está el arma homicida?” Yo: “La perdí. Puede que la haya arrojado a una alcantarilla”. El juez: “Toda la zona se registró en su día y el arma no apareció. Tendrá usted que demostrar su crimen”.

El fiscal estaba nervioso. Le hice un gesto como diciéndole: no se preocupe, lo conseguiremos. Se animó: “¿Los motivos del crimen?” Yo: “Robarla, naturalmente. Me encontraba en una situación muy difícil. Hacía dos meses que había perdido mi empleo. Necesitaba dinero para poder comer. Creí que el piso estaba vacío, pero de pronto apareció la señora. La maté para que no se pusiese a gritar”. Mi defensor: “¿Gritar? Paralítica, no podía emitir sonido alguno”. Yo: “No lo sabía. Tuve miedo, perdí la cabeza y la maté”.

– No nos convence, dijo el juez. “¡Ustedes no estaban ahí, y yo sí!”. “Demuéstrelo”, dijo el juez, y el abogado defensor: “Usted afirma que penetró en la casa con intención de robar. ¿Qué fue lo que robó?” Yo: “Nada, no encontré nada”. “Sin embargo, la anciana señora guardaba una importante colección de joyas en uno de los cajones de la cómoda, que no estaba cerrado con llave”.

– Nada encontré.

– ¿Usted nos toma por imbéciles?  La cómoda no fue registrada. No había huellas dactilares.

– Utilicé guantes.

– No se observaba el menor desorden.

Mi abogado defensor: “Señor juez, señores del jurado: el asesinato conlleva pena de muerte.  ¿Vamos a consentir que el acusado se ría de nuestras sagradas instituciones, de la Justicia, y que utilice el dinero y el prestigio del Estado para consumar lo que sería su suicidio? ¿Hemos de volvernos idiotas para creer en su desmañada sarta de absurdos? Observen su rostro cansado. “Es que estoy aburrido. (Me levanté.) ¡Ya está bien!”

El juez dio un golpe sobre la mesa: “El acusado se abstendrá de alzar la voz”. Dije: “¡Soy culpable!” “¡Cállese! ¡No invente que es culpable!”

“¡Protesto!”, gritó el fiscal. “¡Denegada la protesta”, sentenció el juez. “Puede retirarse el jurado a deliberar”

– No es necesario, señor juez. Todos estamos de acuerdo.

– Levántese el acusado.

Cuando salí a la calle un hombre se me acercó sonriendo. Era mi abogado defensor, con la diestra tendida. “Enhorabuena”.

El fiscal, en cambio, caminaba con la cabeza hundida mientras se dirigía al automóvil.

– Maté a la vieja, ¿sabe?, le dije.

– Claro, sí, ¿y eso qué importa ahora?

Subió al automóvil. Yo metí las manos en los bolsillos de la chaqueta  y me fui a vagabundear hasta la hora de apertura de esos lugares en donde dan sopa gratis a mendigos y desocupados. Estaba a punto de llover.

Este es nuestro país, mis valedores. Estos son sus jueces, sus asesinos,  su Justicia. Todo esto es México. (Dios…)

No lo perdono, señor

Yo le perdonaría todo el mal que nos causó a tantos con el fraude que fue a encaramarlo a Los Pinos. Le podría perdonar que para embrocarse la tricolor se valiera de toda clase de tretas, “dados marcados” y una abominable “elección de Estado”. Se lo perdonaría, señor.

Y también que para treparse, primero, y mantenerse después, sin provocar una insurrección en las masas, invierta una enorme tajada de nuestros impuestos manipulando a pobres de espíritu aturdidos con una propaganda aplastante. Que lo hayan trepado los enemigos históricos del país: la Casa Blancay los mayores capitales de este país, pasando por  los cristeros tardíos de El Yunque, los púlpítos de los Rivera Carrera y el duopolio de la televisión. Le perdonaría que con su nefasta política de arropar y ser arropado por sotanas, casullas y capas pluviales, siga emporcando un estado laico mientras (la banda tricolor entre pecho y espaldas) convierte el  país en basílica del Verbo Encarnado.

Todo esto le perdonaría; que mi país sea manejado por usted,  un individuo ayuno de todo carisma, de toda personalidad, mediocre hasta el tuétano de los huesos. Esa su voz que ventosean todos los medios de condicionamiento de masas, ese su aspecto de burócrata poquitero, esa su cortedad de expresión, su cortedad de miras (¿usa bifocales?), su cortedad de físico, donde todo lo que se eche encima le queda grande. (Aún traigo en la menta su disfraz de mílite, con un  chaquetín cuartelero todo guangoche, y que se haya dejado encasquetar una gorra color verde olivo con cinco estrellas, atuendo que a usted le sentó como a la de la fábula un par de aretes, tan impropio ya no de un estadista, ni siquiera de un buen gerente de la sucursal México de la matriz en Washington.)

Yo le perdonaría que después de un proceso electoral turbio, pantanoso y  mostrenco, su  medida de gobierno inicial fuese correr a Washington, y con la oferta de continuar imponiendo a las masas populares el azote neoliberal se haya puesto a las órdenes de su jefe nato por aquel entonces, el Bush genocida de la Casa Blanca.

Perdonaría que haya incumplido todas sus promesas de campaña y que  en lo que va de su gobierno el país se  haya endeudado y retrocedido en los rubros de política económica y financiera; que con sus políticas erróneas lo haya desacreditado casi tanto como con esa estúpida guerra que  por afanes de una legitimación imposible decretó contra el narcotráfico, guerra que tiene perdida y a usted lo acabó de perder, que acabó por desacreditarlo, y de paso al país, y orillado a ser motejado de estado fallido, y perder el control de grandes áreas del territorio patrio.

Le perdonaría, señor, que haya dejado de ser jefe de gobierno para tornarse jefe de partido. Su manejo torpe  de la crisis, el  desempleo, el empobrecimiento de las masas populares, una canasta básica inaccesible…

Todo se lo perdonaría  si de sus manos no chorreasen lloraderos de sangre inocente, esa misma que usted, a lo zafio, denominó “daño colateral”, y para colmo de lo insensible, fijándole una cifra: “apenas” (Dios) el 10 por ciento de la mortandad. Por la carnicería de mujeres y ancianos, de jóvenes y adolescentes, de niños. De criaturas. Por esos cadáveres, señor, yo no lo perdono. Nunca lo perdonaré. Y ya usted está por irse al desván de la historia, si sigue vivo, mientras que yo, si vivo,  seguiré en situación de acusarlo por el derrame de sangre inocente que clama justicia a los cielos. Atroz.

Es cuanto. Vale, y firmo para constancia. (Total…)

Histórico reculón

La ley para la despenalización del aborto aprobada por la ALDF pone en evidencia, una vez más, el rostro autoritario y fascista del PRD

Ocurrió después del atraco de 1988, cuando el oportunismo pragmático-utilitarista de un Salinas urgido de “legitimación” desnaturalizó el 130 constitucional y lo forzó a pegar el reculón histórico: “Las iglesias y las agrupaciones religiosas tendrán personalidad jurídica como asociaciones religiosas una vez que obtengan su correspondiente registro”.

Semejante reculón vino a desbozalar, una vez más,  el escandaloso protagonismo de un clero político que desde el púlpito y ya sin recato lanza anatemas y excomuniones, condena leyes que garantizan los derechos de la mujer, exalta a este político y sataniza a aquél y controla el voto de unas ovejas cándidas, mansas, enajenadas. Tal acusan la historia y la realidad objetiva, hoy como ayer.

El estudioso Lavine: La religión y la política, desde los orígenes de lo que conocemos como América Latina, dependieron una de otra y se influyeron una a la otra.

Contra el derecho de la mujer a disponer de su cuerpo,  un Jonás Guerrero, obispo: ¿Qué diríamos de El Mochaorejas si nos dijeran que tiene derecho a secuestrar, a cortar los dedos de sus víctimas, a asesinar a nuestros familiares? Ahora “se justifican” los actos vandálicos de los asambleístas del PRD, que ellos llaman “derechos”…

El doctor José Luis Mora, político liberal: “Todo lo que incide en el fervor se capitaliza en poder político para la Iglesia. A mayor fervor popular, mayor control sobre los fieles, quienes se caracterizan por un alto nivel emocional, que no siempre va acompañado de una dosis de racionalidad. Cada mexicano debe preguntarse diariamente a sí mismo si el pueblo existe para el clero o si el clero ha sido creado para satisfacer las necesidades del pueblo”.

En el XCVIII Congreso Eucarístico Internacional de Guadalajara, Jal. (agosto del 2004), Santiago Creel, Sec. de Gobernación de un Estado laico: El gobierno  reconoce sin disimulo el papel trascendental de la Iglesia Católica, ahora en posibilidad de realizar abiertamente sus actividades, de brindar un servicio y de difundir su mensaje: un mensaje eucarístico de luz y vida.

El sacerdote Vicente Amil, citado por J. Meyer: “Ya sea que el príncipe haga buen o mal uso de su poder, ese poder siempre es conferido por Dios. Incluso si su gobierno es tiránico hasta el punto de que deje de ser un príncipe y se convierta en un demonio, incluso entonces… debemos seguirle siendo fieles, no permitiéndonos más recurso que el de apelar a Dios, Rey de Reyes que puede en el momento oportuno ayudarnos en nuestras tribulaciones…”

Dn. Jesús Reyes Heroles, ideólogo y analista de la Constitución, ponderaba el 130 Constitucional:

En el pasado, en México, a nombre de la religión se quiso entrar en el cambalache político; se politizó en el mal sentido la religión, y se dio origen a una mezcla lesiva a la libertad de conciencia y lesiva a la dignidad religiosa. Hoy, en otros países, a nombre del cristianismo se hace mala política, se defienden intereses, que no ideas o sentimientos; se entra en el toma y daca del comercio de las cosas y de los hombres al amparo de la religión. Nuestra Ley impide la posibilidad de estas actitudes que desmedran la religión, rebajándola de su sentido íntimo y personal, para convertirla en pretexto de facciones. Respeto a la religión y respeto a la política, que no otra cosa es nuestro Artículo 130 constitucional.

(Sigo después.)

Lula, Fox, vidas distantes

Yo soy un desempleado brasileño, sí, pero tengo más fe en Lula que en el propio Dios…

Tal clamaba a finales del 2002 un ciudadano carioca, S. Amaral, cuando la estrella de Inacio Lula Da Silva comenzaba a brillar sobre toda la extensión de la tierra amazónica. Hoy, ahora que Lula instala a Dilma Rousseff en el Palacio de Planalto, ¿seguirá enhiesta e incólume la fe de Amaral en el sol brasileño, aquel oscuro tornero mecánico y dirigente del Partido de los Trabajadores que iniciaba el gobierno más exitoso en la historia reciente del Brasil?

Acostumbrado a irradiar emociones por doquier, Lula buscaba abrazarse con la multitud, que lo ovacionaba en estado de éxtasis…

“En la explanadas todo era fiesta banderas, fotos de Lula,  más como una  estrella de rock que como presidente. Un centenar de militantes le cerró el paso, querían tocar al Hombre nuevo. La multitud lo ovacionaba en estado de éxtasis (…) Al grupo que lo esperó toda la noche, Lula lo saludó. Es su estilo. La lluvia anunciada, como para limpiar una historia de desigualdades; la historia acababa de escribir una nueva página, la más esperanzadora de todas en este continente, que ayer comenzó a mirarse a sí mismo. La fiesta continuó toda la noche. Para entonces Lula y el pueblo seguían mirándose de frente”. Las masas populares: “Hoy, Lula más popular que nunca!”

De éxtasis, clamó el matutino. Un éxtasis que fue hermano, ¿lo recuerdan ustedes? del éxtasis mexicano en aquella macabra noche de julio del año 2000. ¿Se acuerdan de la nocturna parafernalia al pie del Angel que fue de la Independencia? ¿Y? ¿Qué quedó del fervor que en tales cándidos que nunca faltan y siempre salen sobrando logró provocar el segundo marido de Marta, ese mismo que de la lengua no se apea el vocablo “democracia” mientras revela que en el 2006 le jugó con “dados cargados” al que pasó a ser “un peligro para México”. En fin.

Para el Brasil  fue Lula; para México, Fox. Pero aquí, tras el delirio y la psicosis colectiva de unas masas populares teletoneras, de Perra Brava y  cabeza caliente pero corazón frío, ¿qué fue lo que vino quedando, aparte del basural al pie del Angel de la Independencia? Ya asesinado el vendaval de esperanzas irracionales que provocó en millones de Amarales tricolores a los que atacó la furiosa compulsión de creer en que el nuevo mesías iba a traerles un “cambio” que es sólo tarea de todos nosotros, el paisanaje, ¿qué memorable quedó de aquella “pareja presidencial”, si no un surrealismo tropical y esperpéntico, un aeropuerto que no pasó la etapa de proyecto sexenal, un abominable derroche de los excedentes petroleros y la depredación lucrativa e impune de unos hijos de toda su reverenda Marta? Es México.

Lula da Silva y la crónica del delirio colectivo que provocó su arribo al palacio de gobierno:

“La toma de poder de Lula ha generado un entusiasmo en Brasil similar o superior al que produjo la asunción de Fox en México. Pero así como la presidencia de Fox ha generado decepción después de un corto período en las cabañas de Los Pinos, es muy probable que lo mismo ocurra con Lula en un par de años”.

Años, engaños y desengaños más tarde, lo desmentiría S. Amaral. De los mexicanos ya conozco la respuesta: decepción y desánimo para los cándidos Amaral de mi país, y vuelta una vez más a la esperanza inútil con los Fox  de siempre, con los eternos Fox; y más tarde con los  impuestos, los espurios, los impostores beatos del Verbo Encarnado. Macabrón. (México.)

 

¿Con los beatos del Verbo Encarnado?

¿Ir por más, como arengó el de Los Pinos a los mexicanos?  ¿Ir por más, porque, según clamó el domingo pasado, México no se merece quedar varado a la mitad del camino del cambio democrático que hemos emprendido? ¿Ir por más, porque hoy tenemos una democracia en la cual gozamos plenamente de nuestros derechos y de nuestras libertades?  Con él y congéneres, ¿ir por más? ¿Ustedes qué le contestan? Tal vez lo mismo que manifestaron hace un par de años:

Más de la mitad de los mexicanos se encuentran insatisfechos con la manera como la democracia funciona en México. La mayoría considera que la situación política es inestable y califica negativamente el nivel democrático.

Porque, mis valedores, si tanta democracia tenemos con el Verbo Encarnado, ¿en qué ha beneficiado a las masas sociales a la hora de la comida familiar?  ¿Democracia que sirve lo mismo  para un barrido que para un fregado; para 112.3 millones de fregados en este país?  Democracia. La definición del analista Heinz Dieterich:

– Como una de las características de los sistemas sociales avanzados, la democracia  puede concebirse en tres dimensiones: la social, entendida como la calidad de vida material. La formal, entendida como la existencia de determinadas reglas generales de poderes, derechos y obligaciones de las diversas instituciones y entidades que componen el sistema social, y la participativa, entendida como la decisión real de los asuntos públicos trascendentales por parte de las mayorías de la sociedad, con la debida protección de las minorías.

¿Conque hoy tenemos “una democracia en la cual gozamos plenamente de nuestros derechos y de nuestras libertades?” ¿Derechos de qué, libertades de cuáles? Con cuánta razón lo afirmó Montesquieu hace siglos:

La gran ventaja de los representantes es su capacidad para discutir los asuntos políticos. El pueblo no es apto para ello en absoluto, lo cual constituye uno de los grandes inconvenientes de la democracia.

Pero qué vocablo mejor para manipular a las masas que el esa reputadísima palabra que Calderón no se apea de los labios, sin explicar a qué clase de “democracia” se refiere. ¿Que se trata de anatematizar a una cúpula priísta que “haiga sido como haiga sido” lo ayudó a penetrar en el recinto legislativo (por la de atrás)  para la toma de protesta,  y que desde entonces cogobierna con él?  Democracia. ¿Que se intenta conjurar los focos rojos y la crispación que el  propio “demócrata”   ha generado en las masas del país?  Democracia.

Democracia así, sin apellidos, la misma para los mega-ricos y los mega-fregados del país y sin aclarar de qué democracia se trata, si la burguesa, la socialista o la liberal, y en cuál de sus vertientes social, formal, participativa, representativa, político-electoral (electorera, en el caso nuestro). Temerario, sin recato y con una ausencia total de autocrítica, Calderón, sin recato, se atreve a afirmarlo:

México no se merece quedar varado a la mitad del camino del cambio democrático que hemos emprendido. (Válgame.)

Todo político mediocre, mis valedores, “empuja hacia delante palabras como si fuesen caballos de Troya, y nosotros las dejamos entrar porque hacen que nos deslumbre (¡democracia!). Una vez que han entrado, dentro de nosotros se despliegan como ejércitos de significados extraños y asombrosos; la fortaleza ha sido tomada antes de que nos hayamos podido poner en guardia”. (Democracia. Sigo después.)

“Nuestros … héroes”

El ánimo, en la tertulia de anoche, no era el mejor. Extendidos sobre la mesa tres matutinos exhibían un pavoroso vacío de poder y unas medidas de gobierno desastrosas para el país. Habló la tía Conchis:  “Un consuelo me queda: que la única del edificio que fue a dárselo a Calderón es La Maconda.

(La señora viuda de Vélez, panista y adoradora del Verbo Encarnado que fue a darle su voto.)

– ¿Es ese un consuelo para nosotros? –La Lichona.

Allá abajo, de repente, la ráfaga de metralleta. Al rato la colonia se engrifó de sirenas. ¿Patrullas, ambulancias? Yo, mentalmente, la oración al Cristo de mi cabecera.

– Nosotros no merecíamos al Calderón…

– ¿No? ¿Está usted seguro, don Tintoreto? (El maestro, que se había concretado a escucharnos.) “¿Conocen, acaso,  Los mensajeros?”

– ¿Mensajeros de qué, de dónde, de cuándo? –el juguero.

– El relato Los Mensajeros, que describe el episodio aquel de los desdichados de alguna villa miseria obligados por el Sistema de poder a financiar un programa de vuelos espaciales. La TV, al servicio de ese Sistema del que forma parte integral,  juraba a los lugareños que eran ellos, al delegar en sus astronautas, los héroes conquistadores del universo. Los payos se la creían y pagaban la factura de naves, astronautas y burocracia adyacente.

– ¡Un teletón, pero a lo bestia! –El Síquiri.

– Así manipulados, los pobretes sobrellevaban miseria, avitaminosis, enfermedades y analfabetismo, y al sentirse héroes del firmamento…

– ¡Héroes por delegación, como los del clásico pasecito a la red!

– …copulaban con bríos renovados. Las mujeres imaginaban que un astronauta se las llevaba más allá de Venus y el hambre, el sufrimiento y la desesperanza…

Pues sí, pero un día, de repente, la nave espacial en que los desarrapados de la villa miseria habían depositado su esperanza irracional, se desplomó entre las malolientes cabañas de cartón. “¡Cómo dimos de alaridos! ¡El estallido nos hizo llorar a millones de ilusos! Fueron tristes nuestras lágrimas de decepción. En pocos minutos la nave en la que habíamos delegado para sentirnos conquistadores del cielo se había reducido a un gusano de fierros retorcidos.

Pasada la explosión rodeamos cadáveres y metales.  Fue horrible  nuestra pena, amargo el llanto por la nave destrozada y la promesa incumplida. No habían sabido estar a la altura de nuestra dignidad. ¿Por qué se insultaba nuestra fe en quienes habíamos delegado? Decidimos saquear el templo de la esperanza frustrada. Con furiosa energía saqueamos los restos. Al amanecer sólo quedaban cenizas de lo que fue nuestra nave espacial…

Ya no seguimos con la mirada a nuestros conquistadores del cielo. Ahora hemos vuelto a la vida de siempre: rebuscar desperdicios, robar a transeúntes, fornicar toscamente. Hoy despreciamos a nuestros héroes. Les hemos perdido la fe, y cada vez que sorprendemos a uno de nuestros niños mirando hacia el cielo lo golpeamos sin misericordia”.  El maestro:

¿La moraleja, contertulios? El mexicano, siempre renuente a crecer, madurar y asumir, ¿no pasa toda su vida delegando en sus astronautas  cada tres, seis años? Delegó en Echeverría, y venga la desilusión. Con JLP retoñe la irracional esperanza, y el desencanto. Ah, pero con De la Madrid sí. ¿Que no? Ya el Sistema nos apronta a Salinas y Zedillo. ¿Tampoco? Pero ahora, con Fox, ¡al cambio! ¿Nos engañó? Bienvenido el presidente del empleo. ¿Y? ¿Quién, quiénes, siempre delegan en sus falsos héroes? ¿Quién, quienes pagan todo a todos sus astronautas?  (México.)

Decepcionó Felipe Calderón

Su gestión en materia de derechos humanos es decepcionante. En su gobierno continúan detenciones arbitrarias, tortura, uso excesivo de la fuerza, violaciones  y procedimientos judiciales sin garantía. La impunidad es el componente más arraigados en los casos de abuso…

Tremenda la acusación de Amnistía Internacional, y eso que desconoce tal vez el tamaño de la corrupción de que cada día son víctimas los trabajadores del comercio sexual, ellas y ellos. Siete son los pilares que mantienen el lenocinio en México, estipulan en un documento. Revelé a ustedes el contenido del primero de ellos. Aquí el Segundo pilar:

Se les obliga a participar en programas sociales para reinstalarlos en la sociedad. Un ejemplo paradigmático fue el programa de “desarrollo social” que se opero desde el Centro Comunitario Abelardo Rodríguez en el DF, donde por no  asistir se pagaban cuotas para que las representantes les pasaran lista de asistencia y donde, para asistir, también se pagaban derechos, al margen del mismo programa original.

Y que en este segundo pilar del lenocinio se ubica la obligatoriedad de realizarse periódicamente exámenes de salud, a pesar de las convenciones internacionales que los prohíben, y que tienen el carácter de ley suprema de la nación, pese a las disposiciones de la Ley General de Salud, la Ley Federal contra la Discriminación, la Norma Oficial Mexicana y las Recomendaciones de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en México.

En ocasiones el servicio es gratuito, aclaran; en otras más tiene el mismo costo que para las demás personas, y algunas más representan un costo excesivo. Los legisladores o los funcionarios encargados de establecer las políticas públicas ven a la trabajadora sexual como el vector que transmite enfermedades, generalmente sin evidencia científica. “A la madrota, al encargado, al propietario del lugar donde se ocupan las personas dedicadas al sexo comercial se les utiliza como intermediarios para “recabar” la documentación que pruebe la participación del o la trabajadora en programas de salud que las autoridades delegacionales, municipales y estatales, pretenden convertir por la vía de los hechos en sistemas discriminatorios de control sanitario”.

Tercer pilar: la credencialización (fea palabreja) de las y los trabajadores sexuales, que se tomó como un documento que autorizaba el ejercicio del comercio sexual. Quienes resultaban positivos al VIH-SIDA o a otras ITS, pasaban “a un engranaje clandestino de prostitución, donde la extorsión y la violencia eran de mayor envergadura. Hay lugares como León, Gto., donde se cobran cuotas para el resello periódico, y  otras en donde la cuota no ingresa a la Tesorería”.

Cuarto pilar: el empadronamiento para crear un censo, padrón o listado, sin fundamento jurídico alguno. Hoy se exigen fotocopias de credencial de elector, carnet de citas y resultados de los exámenes de detección a que se haya sometido la trabajadora sexual, utilizando la mediación de “madrotas”, representantes o propietarios de hoteles, pero esto no con la finalidad de “regular” la oferta sexual, sino de establecer cuántas trabajadoras hay para calcular el dinero que se les va a cobrar por permitirles trabajar. Comercio sexual en el DF. Y la denuncia:

“La decisión de retirarse o no del trabajo sexual sólo deber ser incumbencia de la persona involucrada, sin mediar presiones de tipo alguno, y menos aún de funcionarios públicos”.

(Sigo después.)

Balada de la mediocridad

A usted me dirijo, señor presidente, con la debida aclaración: yo no voté por usted. No me agradó que llegara a la presidencia, ni cómo fue que lograse llegar empujado por la fuerza de codos y brazos, y por la puerta de atrás de la Historia, su puerta excusada. Yo no lo estimo, no le tengo un asomo de voluntad ni lo admiro, nomás eso me faltaba. ¿El objeto de mi recado? Paso a expresarlo.

Lo prevengo, señor: el destino de usted no va a ser simplemente el olvido cuando deje de ser o de aparentarlo. No va usted a pasar al desván de la Historia por la desmemoria de 110 millones de olvidadizos. Qué diera usted por que el Verbo Encarnado le otorgase la gracia de ese olvido misericordioso, pero no, que sería un expediente facilón. ¿Olvido de todas las masas sociales, cuando a usted lo contemplan alrededor de 60 mil cadáveres, la mitad de esa cifra integrada por mujeres y niños, adultos y ancianos, muertos a punta de plomo mientras que la otra mitad cuenta ancianos, criaturas y niños en edad escolar que fallecieron de hambre por culpa de las políticas económicas y financieras que usted aplica, sañudo, al acatar las órdenes de allá arriba, de  Washington?

Que diera usted por que del 2012 en adelante fuese su suerte la de uno al que he de referirme, que varios años vivió encuevado allá por sus rumbos, señor, los de Chapultepec. Ese tampoco brilló con luz propia, que fue siempre una mediocre sombra de sí mismo. Ensoberbecido fantasmón, muestra viva del esperpento y la ridiculez, la complacencia de unas masas facilonas lo exaltaron hasta un nivel que él nunca, por sus hechos, llegó a merecer. Al final de su ciclo en Chapultepec ya nadie hacía aprecio de él, redrojo ya de regreso a su condición de sombra, polvo, nada. Señor presidente:

Dos ingredientes sazonan estas reflexiones: la primera es esa suerte de tristura que deja en el ánimo todo lo efímero y mortecino, lo que se pierde o se ausenta, lo que se desgaja para nunca más; la segunda:   impaciencia ante la desidia de unas masas enajenadas, a las que el duopolio de la televisión manipula y torna dóciles y dependientes hasta el grado de que propicien que al rumbo de los pinos llegase otro mediocre al que las muchedumbres también aclamaron a punta de papeletas de voto porque ese parece ser el destino de las masas populares: aclamar la mediocridad. Siempre, por más que en el caso de usted lo aclamaran no más allá de las dos docenas, siempre al otro lado de las “vallas artes” y los miles de guardianes que lo protegen de algún exasperado dispuesto a cambiar su vida por la de usted. (El saldría perdiendo en el trueque, créamelo.)

En fin, que el hoy desahuciado fue apenas ayer Quinto Sol de los macehuales. Para ellos fue ayer Tonatihú con ribetes de Quetzalcóatl y flama ante cuyos fulgores rondaban moscas y moscardones y uno que otro mayatón. Hoy, finalmente, el infeliz amanece a ser sombra de olvido, y no más. Dentro de mí, señor presidente,  percibo un amago de compasión por el anterior apestado, el derrumbado anterior, el desdichado que así cayó en la desgracia, mediocre infeliz; pero luego hago cuentas de todo el incienso y copal inmerecido que a su hora y desde todos los medios de condicionamiento de masas le quemaron tantos serviles (ser viles), y entonces sí:  en lo íntimo de mi ser me alegro de su defenestración como el que en un tiempo fue el  consentido de las mayorías encandiladas con la masquiña, la  hojalata, el relumbrón.

Esto aún no termina, señor presidente. (Vale.)

Dientes blanquísimos

El desprecio y la iracundia se concentran en el actual. Por cuanto a Vicente Fox, zafio y protagónico, hoy se nos torna el rey de burlas que ya erige a este en Premio Nobel o ya cantinflea de política. Pues sí, pero al modo de la leyenda apócrifa: mientras todos los viandantes se cubrían la nariz y hacían comentarios vituperosos ante un perro muerto, el Cristo le descubrió una cualidad: “sus dientes son blanquísimos”.  Así los de Fox. Porque, mis valedores…

No quisiera más ventura – ni más dicha merecer – que de tu boca a la mía – no cupiera un alfiler…

Miro las fotos de hace tres años y de hace unos días. Y ellos dos, Fox y Marta, la misma pareja. Más bataneados de años y días, pero juntos los dos. En la foto de hace años, la pareja trenzada de brazos, sonriendo al mirarse a los ojos, mielecita en penca. El, físicamente disminuido en la foto reciente; ella, un organismo gastado y ataques de vejez en el rostro, pero juntos los dos, Fox y Marta, un amor inmune al tiempo, anudados de brazos hoy lo mismo que ayer.  En ambas fotos ese amor senil, y tan joven, cuando en tantas parejas públicas cuanto anónimas la disolución es seña de identidad. Sus dientes son blanquísimos…

Me gusta hablar del amor. Declarar el amor. Proclamarlo, gozarlo, sumergirme en él. Fue por ello que hace años, cuando el presidente Fox se casó con su Marta y vi en las fotos sus bocas unidas, alabé al varón. Sin ironía; sin sarcasmo. “Pero no azozobrarse”, aclaré para evitar suspicacias. “No me he vuelto de los intelectuales orgánicos que viven de culimpinarse. Mi loa va para ese varón que, según los indicios padece de cierta dolencia en su corazón que de corazón le alabo, dolencia común y tan poco común entre los humanos”. Fox vive ese estado de gracia que es el amor. Cómo no entender sus desplantes frente a la amantísima y que hoy mismo padezco ese achaque en la carne viva de la viva entraña de cada telilla del corazón. (Aolí.) Lo entiendo y aplaudo: a mí, enamorado al que el fervor amoroso me brota en el rostro como esplendorosa erisipela, voces me faltan para gritarlo en público y en  privado, que de la abundancia del corazón hablan las trovas:

Ay, malhaya, malhaya – vengo diciendo – que me quiten el gusto – de estarla viendo…

Cómo no exaltar al Fox enamorado frente a las historias de amoríos clandestinos de tantos de los anteriores. López Mateos, garañón que, carisma, juventud, coche deportivo y buen físico, para negocios de cachonderías le echó de ribete el prestigio de la figura presidencial; y esos grotescos y  sórdidos amoríos de un adefesio todo dientes y jetas, un Díaz Ordaz que se refocilaba con los silicones, las cirugías y lo todo  postizo,  incluyendo los lunares, de cuanta bataclana accedía a soportar, por amor al billete, que el hocicudo la embijara de sangre fresca (Tlatelolco) donde hubiese puesto las manos: tetas, glúteos, entrepierna y anexas. ¿Alharaquiento el amor de Fox? Compárenlo con el miserable del que en vida se vació en una descabellada compulsión por todo lo que oliera a pompa(s) y circunstancias, ese JLP que de Los Pinos hizo leonera y del teléfono rojo instrumento para enlaces de pantaleta. Ah, su alardoso currículo  de garañón y padrillo, de morueco y burro manadero. Marta y Fox, latrocinios aparte, hoy mismo trenzados, como trenzados ayer. Bien hayan.

Si Vicente quiere a Marta – y ella es todo su querer – ya la besa, ya la exalta – ya no sabe ni qué hacer.  (Aolí.)

De mulas y de corderos

La crisis económica.- Una crisis que los encargados de la economía debieron prever, pero que nada hicieron por evitar. Ellos han estudiado, hasta donde lo permite la deficiencia de los conocimientos económicos, la cuestión de los periodos críticos, recurrentes, sin llegar a ningún resultado positivo.

¿Ustedes aceptan estos conceptos? ¿Con economistas del peso de Carstens o el carisma de Ernesto  Cordero? Yo no. Difiero de la opinión del articulista porque,  entre otros motivos, publicó su texto en El Demócrata  del 14 de octubre, pero de 1915. ¿Resucitar sus conceptos? ¿Para qué? Para que juzguen ustedes si alguna vigencia pudiesen exhibir en el México actual. Ahí mismo, en el matutino, noticias y comentarios de rabiosa actualidad:

Rodolfo Gaona triunfa en Puebla. El pueblo, al terminar la corrida, trataba de sacar en hombros al torero, pero éste rehuyó modestamente ese homenaje de la afición poblana.

Nuestra pobre democracia. La abstención es un delito por culpa; la comisión de fraudes en las elecciones es un delito con agravantes. Si hay que reformar, la solución no es reformar en la superficie, en las epidérmicas leyes de procedimientos, sino irnos a la médula. Estamos casi privados de un verdadero Poder Legislativo; puesto que no ha podido expedir ni una sola ley de importancia, ¿para qué le sirve a nuestro país..?

Anuncios clasificados: Vendo mi casa en la 2ª. calle de Camelias 46. Mide 722 metros cuadrados. Vale 4 mil…

Los héroes de la crisis.- Cuando los precios fueron aumentando, los jornales, los sueldos y las utilidades de las clases obreras iban a la zaga de los precios. El patrón se resistía y el trabajador se empeñaba, y en medio del sacrificio se infló terriblemente el costo de la vida. Las víctimas son las mismas de siempre: los obreros que viven de su trabajo, las clases medias y submedias. Contener o suprimir la especulación es algo heroico y digno, pero, desgraciadamente, la creación de comisiones oficiales en medio de una crisis sólo contribuye a llevar la especulación hasta el propio seno del gobierno…

Deportes.-  Jorge Carpentier se prepara; sostendrá una lucha con el campeón estadunidense Jack Dempsey.

La severa crisis global.-  Señores comerciantes: ustedes siguen en sus trece, sosteniendo montos inverosímiles, con perjuicio de nuestras clases populares. El motivo de las huelgas, el aumento de salarios que los obreros exigen es debido a la actitud crecientemente utilitaria del comercio. Seamos razonables, ajustémonos a lo justo y equitativo, evitando efervescencias y trastornos que afecten la tranquilidad pública. Pongamos nuestro contingente de patriotas verdaderos. Con las estrangulaciones no se consigue sino la asfixia y la muerte. En las primeras huelgas sentirán los del dinero las duras lecciones que el pueblo, arrastrado por el hambre, ha dado al comercio en no pocas ocasiones. ¡Y no queremos huelgas, ni brazos que se levanten airados demandando justicia! ¡Es preferible hacer justicia antes de que se derrame el torrente de las indignaciones populares!

Un ensayo de reconstrucción.- No hay que gastar las energías inventando esquemas y tramando proyectos y planes de saliva. Hay que hacer planes sobre la tierra. La palabra reconstrucción sólo adquiere vida y consistencia cuando se une a los conceptos de acción, de progreso, de fuerza y de trabajo efectivo. (Ahí le hablan, Calderón.)

Mulas. Cuarenta mansas y treinta y dos brutas. Niño Perdido 82.

Tal era el México de hace 95 años. ¿Y el de hoy?  (¡Cordero!)

Autores intelectuales

La inteligencia es sólo una parte del hombre, y no la mejor…

Y a propósito, mis valedores: ¿conocen ustedes algunas obras de Shakespeare, el máximo autor en idioma inglés? Hamlet, Macbeth, El rey Lear,  ¿cuántas habrán leído o visto representadas en el escenario?  ¿Recuerda alguno La Tempestad, con tres personajes simbólicos y a la exacta medida de los intelectuales enquistados en el Sistema de Poder? Ellos son:   Próspero,  que invade la isla donde ocurre la tragedia y que reduce a un par de nativos a una suerte de esclavitud: Ariel, genio del aire, la idea y el espíritu, y Calibán, que personifica el vicio, la torpeza, la rebeldía,  la carnalidad. Pero semejante visión  es maniquea y simplista, según estudio reciente de Fernández Retamar,   escritor y ensayista cubano:

Calibán, el rebelde, era el dueño de una tierra de que fue despojado a la viva fuerza por el invasor, mientras que Ariel es el intelectual obsequioso que se pone al servicio del invasor contra el rebelde nativo y dueño de la isla; el intelectual toma partido a favor del Poder y sus desmesuras contra quienes se atreven a rebelarse. ¿El precio por la ejecución del trabajo sucio? Una estrellita en la frente; una beca del Fonca, de Conaculta y en los comelitones palaciegos cantarle a su benefactor:

“Bécame – bécame mucho – como si fuera esta beca la última vez…”

Un parlamento de La Tempestad: Ariel, todo un intelectual: – ¡Salve por siempre, gran dueño! ¡Salve, grave señor! ¡Vengo a ponerme a las órdenes de tu mejor deseo; haya que hender los aires, nadar, sumergirse en el fango (en el fuego, dice la obra), cabalgar sobre las rizadas nubes, a tu servicio estoy; dispón de Ariel y de todo su influjo”.

Próspero, mientras los perros persiguen al rebelde Calibán: – Ariel, mi polluelo, pájaro mío: ve y encarga a los duendes que trituren las junturas de Calibán con secas convulsiones: que encojan sus músculos con terribles calambres. (Ariel:- Sí, dueño mío…)

Esto leyendo me ampollan la mente esos nombres, las cataduras de los caraduras, con sus torvos conceptos de  intelectuales Arieles, genios del aire (ese que forma el alma del carrizo)  siempre cercanos al Próspero sexenal, a quien “justifican” todas sus medidas de gobierno contra las masas sociales.

Hoy sólo algún Ariel temerario se atreve a quemar copal ante la mediocridad del que haiga sido como haiga sido etc., pero no está por demás recordar las opiniones que en 1968 ventosearon a favor de Díaz Hordas, de LEA en 1971 y del Próspero sexenal Zedillo cuando se echó con todos sus policías contra la UNAM y  los estudiantes en huelga. Entonces las opiniones de los intelectuales Arieles:

IKram Antaki: “Presidente habemus”.

Héctor Aguilar C.:“No obstante lo ocurrido, Zedillo no es ni podrá ser un presidente autoritario”.

Carlos Fuentes: “La UNAM no es una universidad elitista, pero tampoco debe ser de lumpens o de baja clase media ofendida”.

Federico Reyes F.: “El operativo fue muy cuidado, sin víctimas que lamentar. La administración de la violencia legítima también puede ser profesional”.

¡Aquel Carlos Monsiváis!  “Sí, yo firmé el desplegado aprobatorio (de la invasión a la UNAM) porque en ese momento creí que era lo mejor, estaba todo tan empantanado, y por el fastidio ante una huelga tan prolongada. Por eso también participé en un manifiesto de intelectuales, guiado por una certeza: es mejor dialogar en la Universidad abierta y evitar así la represión”.

Dice Hamlet: el resto es silencio. (Ariel.)