Octubre, mes de la mujer

Esta vez, mis valedores, tomo los datos de reciente explicación de Manuel Añorve, doctor metido a político, respecto a octubre como el mes dedicado a la atención de la mujer en cuanto al cáncer de mama y demás afecciones. Y si hablamos de mujeres, lo afirma Marx, categórico: La relación más directa, natural y necesaria es la de un hombre con una mujer.

Y F. Engels:

La primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación de los hijos (…) La primera opresión de clases coincide con la del sexo femenino por parte del masculino.

La mujer. Una de ellas reclama a los machos, sus victimarios:

– ¿Así que ustedes respetan a la mujer? ¿Cómo, si  el  machismo sigue existiendo? En México jamás serán iguales los derechos de la mujer aunque ella siempre haya sido más inteligente, más fuerte, más autosuficiente. La mujer siempre ha estado y estará relegada. Ustedes siguen creyendo que la mujer sirve sólo para tener hijos y quedarse en su casa. ¿Y así se llenan la boca exaltando nuestros derechos? Cada día veo una ciudad donde las mujeres nos tenemos que cuidar de los cuerpos represivos oficiales, de los rateros, los asaltantes y violadores, donde se torna más agresiva la convivencia social. Y así, ¿todavía se atreven a exaltar unos pretendidos derechos de la mujer?

Ella. Su lucha se desplaza a flujos y reflujos que desmayarían a quien no fuese mujer y no tuviese su temple. Mis valedores: ¿ha avanzado la lucha de la mujer por emanciparse de su macho atrabiliario, prepotente y sobrón? De avanzar, ¿cuánto ha avanzado? En busca de respuestas me topo con el ensayo que sobre el machismo publicó hace algunos ayeres Rosa Marta Fernández: “Hemos vivido por siglos en una cultura sexista, discriminatoria de la mujer, creada por una sociedad patriarcal que se originó en las primeras divisiones del trabajo y se consolidó al surgimiento de la propiedad privada”.

Van aquí algunos botoncillos de la abrumadora cultura sexista con la que La Biblia, Sófocles, Esquilo, escritores de tanto respeto como Tertuliano y San Jerónimo y, lo inaudito: diversas mujeres, denostan y “justifican” la opresión de la mujer. Así, Octavio Paz:

“Prostituta, diosa, gran señora, amante (…), en un mundo hecho a la imagen de los hombres, ella es sólo un reflejo de la voluntad y querer masculinos. Pasiva, se convierte en diosa,  amada, ser que encarna los elementos estables y antiguos del universo: la tierra, madre y virgen».

Virgen y madre. San Jerónimo: “La mujer es la fuente de todos los males, porque por ella entró la muerte en el mundo».

Y detrás de tal dogma, tan difundido cuanto embustero, se manifiesta Tertuliano, el defensor de la tolerancia, y válgame: “¡Mujer! Tú deberías vestir siempre de luto y llevar harapos, deberías mostrarte siempre a nuestra vista cual penitente que purga con sus lágrimas la falta de haber causado la perdición del género humano! ¡Tú eres, en fin, causa de la muerte de Cristo!»

Tufaradas de mal aliento de machos como la sexista psicología de Weininger: “La mujer se consume en la vida sexual, en la esfera de la cópula y la multiplicación; en sus relaciones como esposa y madre. La mujer no es otra cosa que sexualidad; el hombre es un ser sexual, pero también es algo más. La mujer es sólo sexual, el hombre es también sexual. El hombre tiene un pene, pero la mujer, vagina (¡!). Las mujeres no tienen existencia, ni esencia; son nada. Se es hombre o se es mujer, según se sea o no se sea”.

Execrable, ¿o no? (Volveré con el tema.)

Mi retablillo anual

La realidad histórica innegable es que el descubrimiento-encuentro protagonizó invasiones, masacre, saqueo, esclavitud, sometimiento, racismo, deculturación, matanzas de millones de indígenas, humillaciones sin cuento y brutales genocidios. El mestizaje, tantas veces enarbolado y ponderado, no se dio por trato civilizado y comunicación humana, sino por infinitas violaciones, donde nuestras antecesoras fueron humilladas, y sus retoños menospreciados y oprimidos. Y los países hijos de ese mal matrimonio (la espada y la cruz)  son todos tercermundistas y notoriamente corruptos. (M. Rodríguez Estrada: El miedo a la verdad,)

Y todo esto ocurrió con nosotros, y comenzó todo con la hazaña del Almirante aquel 12 de octubre de 1492, cuando dos mundos se machihembran y acaban pariendo mestizos de víctimas y genocidas por igual, mestizos «con mucho de europeos por educación y casi nada de indios» que no acabamos de asumirnos como tales, herederos de una esplendorosa cultura que mal conocemos  o desconocemos del todo, lástima.

Las primeras impresiones del Descubridor:  “Ellos andan todos desnudos como su madre los parió (…) muy bien hechos, de muy fermosos cuerpos y muy buenas caras (…) Les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor con que hobieron mucho placer».

Pero también iba a advertir las piezas de oro que los isleños llevaban consigo, y entonces: “No puedo errar en el ayuda de nuestro Señor que yo no le falle adonde nace ese oro”.

¿Alucinación del Almirante? “Cansado me adormecí gimiendo: una voz muy piadosa oí: Dios (…) maravillosamente hizo sonar tu nombre en la tierra. Las Indias, que son parte del mundo, tan ricas, te las dio por tuyas (…) De los atomientos de la mar Océana, que estaban cerrados con cadenas tan fuertes, te dio las llaves, y fuiste obedescido en tantas tierras (…) Y es que yo vide en esta tierra de Veragua mayor señal de oro en dos días primeros que en la Española en cuatro años (…) De allí sacarán oro (…) El oro es excelentísimo (…) y con él, quien lo tiene, hace cuanto quiere en el mundo, y llega a que echa las ánimas al paraíso».

Los fulgores del oro: tal alucinación iba a propiciar el mayor genocidio que registra la historia del orbe. El tamaño de la devastación la entremiramos en la tremenda requisitoria del benemérito Las Casas, Protector de las Indias: “La causa porque han muerto y destruido tan infinito número de ánimas los Cristianos, ha sido solamente por el oro y henchirse de riquezas en muy breves días”.

Colón, esclavista: “Diréis a Sus Altezas qu’ el provecho de las almas de los dichos Caníbales que quantos más allá se llevasen sería mejores (…) que otros ningunos esclavos».

Andaban los Españoles con perros bravos aporreando los indios, mugeres y hombres. Una india enferma, viendo que no podía huir de los perros que no la hiciesen pedazos como lo hacían a los otros, tomó una soga, y atóse al pie un niño que tenía de un año, y ahorcóse de una viga; y no lo hizo tan presto que no llegaron los perros, y despedazaron al niño: aunque antes que acabase de morir lo bautizó un fraile.

En la Visión de los vencidos se recoge el lamento de nuestra raíz indígena, masacrada por nuestra española raíz:  “Y fue nuestra herencia una red de agujeros”. Pues sí, pero “Mientras el mundo permanezca no acabarán la gloria y la fama de México-Tenochtitlan”. Tal es su destino, sin más. El nuestro. (México.)

¿Santo Juan Pablo II?

Sacerdotes y religiosos, en proporción cada vez mayor, buscan participar de manera más activa en las decisiones pastorales de la Iglesia. Buscan que ésta rompa sus solidaridades con un orden injusto y que, en una renovada fidelidad al Señor que la convoca y al Evangelio que ella predica, comparta su suerte con la de aquellos que sufren miseria y despojo.       Espléndido, porque hoy mismo, en  la crisis actual de la Iglesia Católica, donde filtraciones del mayordomo vaticano dejaron al descubierto pedofilia, pederastia, lavado de dinero, complicidad con el narcotráfico y planes de asesinato por rebatinga en los cotos de poder, qué bocanada de aire purificador significa el reconocimiento (reticente, pero en fin)  del Papa Francisco al apostolado de los sacerdotes que ejercen su ministerio dentro de la Teología de la Liberación, que es decir dentro del Evangelio no sólo en su letra, como lo predica la Iglesia tradicional, sino sobre todo en su espíritu.

Teología de la liberación. Satanizada apenas ayer  por los Ratzinger y Wojtyla, en la crisis actual resurge con fuerza mayor esa corriente viva de la Iglesia Católica que intenta hacer realidad la palabra viva, la buena nueva del Evangelio.

Liberación de las masas. Surge el foquismo guerrillero, que a corto plazo pretende movilizarlas. Nada. Se intenta la cuestionable vía electoral. Nada tampoco. Surge entonces la opción de un apostolado que con frecuencia empuja a  los teólogos a  la fricción y confrontación con obispos locales y nuncios apostólicos,  situación que  tiende a agravarse porque “consideramos un derecho y un deber denunciar como señales del mal y del pecado la injusticia salarial, las privaciones del pan cotidiano, la explotación del pobre y de la nación, la opresión de la libertad. Un hombre nuevo y una nueva sociedad no pueden buscarse a través de vías capitalistas, porque los móviles inherentes a todo tipo de capitalismo son el lucro privado y la propiedad privada para el lucro”.

– Nadie debe dejarse intimidar por esos  celosos de la “pureza” y la “dignidad” de la acción sacerdotal religiosa, que tachan de “política” tal intervención de la Iglesia. Tan falso celo encubre la intención de imponer la ley del silencio cuando urge prestarles voz a quienes sufren la injusticia, y es apremiante desarrollar la responsabilidad social y política del pueblo de Dios,  a quien hay que ayudar a liberarse de todas las esclavitudes a que les tiene sujetos el pecado y la injusticia, la ignorancia y el odio,  el hambre, la miseria y la opresión.

Por eso mismo es prioridad separar la Iglesia del Estado, para liberarla de las ataduras temporales y de la imagen que exhibe de su vinculación con el poder. La hará más libre de compromisos y más apta para hablar, y mostrará que para realizar su misión confía más en la fuerza del Señor que en la  del poder, y podrá encontrar la única vinculación terrena que le corresponde: la comunión con los desheredados, sus inquietudes y sus luchas.

Y que cuando un Poder,  por privilegiar el interés de unos cuantos,  desdeña el bien común, es deber ineludible de la Iglesia no sólo denunciar la injusticia sino atenerse al espíritu del Evangelio. Y pensar que en la crisis actual de la Iglesia Católica Ratzinger motejó de  pseudo-teólogos a los Cámara, Boff, Gutiérrez, Casaldáliga y Vera. Siglos atrás ese inquisidor  los hubiese quemado en la hoguera. Leña verde. Hoy, por fortuna, el combustible se le ha agotado. En tanto, mis valedores,  Juan Pablo II, ¿santo?

Dios!)

Cadáver lleno de mundo

(“Ahí estamos los tres. Nostálgicos. Reverentes. En el muro, un cartel con la vera efigie de la inmarchitable juventud. Rostro iluminado. Luminosas pupilas siempre abiertas a la luz. Gorra guerrillera  con esa estrella en la frente: Sierra Maestra, Bolivia…”)

Ernesto Guevara, mis valedores. Su vida toda cabe en dos fechas  próximas entre sí, que tal cuadra a un varón de combate como el Che Guerrillero: mayo de 1928 y octubre de 1967; sus andanzas de varón hazañoso caben, al propio tiempo, en dos nombres geográficos: Rosario, Argentina; La higuera, Bolivia. Y no más. El Che Comandante.

Ideólogo, político, militante de la Revolución Cubana y alto funcionario del gobierno de reconstrucción nacional, hace 46 años lo asesinó  la CIA norteamericana con la mano del gato militar boliviano. Yo, que abomino el culto a la personalidad y que siempre rechacé la táctica del «foquismo» y la guerrilla en general, admiro la generosidad de iluminados tales como el Che Guevara, que echaron por delante la vida detrás del ideal. Patria o muerte. Venceremos. Libre,  Cuba venció. Aquí y ahora traigo ante ustedes la vera imagen del único héroe a la altura del arte, del tiempo, de nuestra aldea global. De acuerdo a la crónica y las fotos correspondientes ahora recuerdo al guerrillero tendido en la tierra boliviana, bolivariana, y con César Vallejo,  el poeta, digo de Ernesto Guevara:

Su cadáver estaba lleno de mundo…»

Al guerrillero argentino-cubano lo asesinaron en  alguna escuelita perdida en La Higuera, tierras bolivianas. Tenían miedo del eco que su voz hubiera levantado desde la sala de audiencias; tenían miedo de comprobar que el hombre que ellos odiaban era querido en todo el mundo. Ese miedo contribuirá a perpetuar su leyenda; y a una leyenda no le entran las balas. Un  milico lo remató, tenientito borracho y pusilánime. Mario Terán se llamó en vida, aunque dudo que nunca haya vivido. Dudo que viva todavía. A la hora del asesinato lo vieron acobardarse. El héroe:

–          Póngase sereno y apunte bien. Va a matar a un hombre.

La Habana. La imagen  y los recuerdos de Ernesto Guevara siguen presentes en el lugar donde se localizó su cadáver, que se ha convertido en una especie de santuario debido a que decenas de turistas y admiradores han llegado a la localidad de Vallegrande, en el sudeste de Bolivia, para depositar una flor, encender una vela o recoger como recuerdo un poco de tierra de la fosa común donde de halló al Che y otros seis guerrilleros.

Jóvenes, mujeres y hasta niños encuentran el modo para bajar a la fosa y llevarse algo de la tierra donde estuvo por casi 30 años el cadáver del guerrillero. Manos anónimas colocaron una cruz de madera con una sola inscripción: “El Che vive”.

Vive, sí,  por supuesto, por más que el guerrillero había aceptado morir en cualquier instante, y aun solía asegurar que su sacrificio nada iba a significar, que no sería más que un accidente en el curso de la revolución mundial, y que  dependía de cada uno de nosotros hacer de su sangre simiente. «Hay hombres todavía más peligrosos muertos que vivos, aun si aquellos que les tienen miedo cortan las manos de su cadáver, incineran su cuerpo, esconden sus cenizas. Así era él…»

Para nosotros  el Che empieza ahora a vivir…

“Hombre nuestro que estás en los cielos – del estaño y del cóndor – santificado sea tu nombre, venga a nos tu reino – de paz, de pan y de justicia – hágase tu voluntad de hombre vivo – porque no podemos tenerte muerto. No”.

Y la paz. Ernesto Guevara. (A su memoria.)

Teología de la Liberación

El entrevistador: ¿Considera justo que el papa Wojtyla excomulgase y combatiese a los lideres?

Francisco: Ciertamente le daban un sesgo político a su ideología, pero muchos de ellos eran creyentes con un alto concepto de humanidad.

La Buena Nueva,  mis valedores. Eso viene a significar el Evangelio, base y mística y rumbo de  la Teología de la Liberación, tantas veces golpeada por Juan Pablo II y la Inquisición camuflada de Congregación para la Doctrina de la Fe, con Joseph Ratzinger cuando inquisidor. Quién pudiese, con qué autoridad moral, intentar nuevamente la desaparición de la benemérita Teología de la Liberación. En el espectáculo, impío para la catolicidad, de un ojeroso, tembloroso pontífice al que acosan denuncias, acusaciones y la fuerza de la ley, nunca más oportuna la noticia anunciada hace dos, tres años, por  Elio Masferrer, especialista en temas de religión.

La Buena Nueva es que la Teología de la Liberación resurge en México  y en toda nuestra América Mestiza.  Y cómo pudiera ser de otro modo, si quienes intentaron masacrarla, tanto el que falleció como el que mal sobrevive, soportan sobre sus lomos el descrédito de pontífices que en su momento solaparon el delito de pederasta y paidofilia en curas y obispos de multitud de países. Quién pudiese, con qué autoridad moral, intentar nueva cuchillada a la Teología de la Liberación. Cómo, en qué forma volver a los  tiempos del anticomunista furioso Juan Pablo II, con Ratzinger el inquisidor motejando a los impulsores de la Teología de la Liberación  de pseudo-teólogos, y cuántos sacerdotes de tal tendencia religiosa fueron afectados: el brasileño Leonardo  Boff, el peruano Gustavo Gutiérrez, y Helder Cámara, Ernesto Cardenal, Casaldáliga, Samuel Ruiz, Raúl Vera y tantos más. Horroroso.

Por que nos quede claro ese retorno a la palabra viva del Evangelio que los satanizados por Ratzinger han proclamado en esta nuestra América Mestiza “que aún reza a Jesucristo y aún habla en español” (todo con sus asegunes), aquí sintetizo voces, historia, mensajes, definiciones del Evangelio, la Buena Nueva para los jodidos de siempre, palabra del dueño de Televisa y  de un entrenador de futbol. Los jodidos de México, el México de los jodidos, Dios.

Que esa corriente evangélica nace después del fracaso del desarrollismo (años 50) que tantas expectativas produjera en tantos. Que es entonces cuando el subdesarrollo de los pueblos pobres, como un hecho global, aparece en su verdadera faz: como el subproducto histórico del desarrollo de otros países. La dinámica de la economía capitalista lleva al establecimiento de  un centro y una periferia, y simultáneamente genera progreso y riqueza creciente para los menos y desequilibrios sociales, tensiones políticas y pobreza para los más. Campo abonado para la nueva catequesis, porque, asegura el teólogo:

“Caracterizar a América Latina como un continente dominado y oprimido conduce, naturalmente, a hablar de liberación y, sobre todo, a participar en el proceso que lleva a ella. Se trata de un término que expresa una nueva postura del hombre latinoamericano”.

Liberación. Surge, por un lado, el foquismo guerrillero, que a corto plazo pretende movilizar a las masas. Fracaso total. Dígalo, ni no, la estrategia de Ernesto Guevara, el símbolo. Se intenta, por otro lado, la tan cuestionable “vía electoral”. Tampoco. Otra opción:

Cada vez más sacerdotes y religiosos buscan participar de manera más activa en las decisiones pastorales de la Iglesia.

(Sigo mañana.)

Santa simplicidad

La historia y sus enseñanzas, mis valedores. Desdeñada o, tanto peor, ignorada por los movimientos que protestan contra el Sistema de poder, las lecciones de la historia ahí están, permanentes en su elocuencia, para quien desee aprovecharlas. Y tantos movimientos de protesta contra el Poder pudiesen encontrar en ellas la guía para crear las tácticas adecuadas en el logro de sus propósitos. Pero para ellos, por sus acciones, poco o nada significa la memoria histórica.

El Mexicano de Electricistas, pongamos por caso. Siendo tan nobles los objetivos de su  lucha contra el Sistema, como tan justas las demandas del sindicato de Mexicana de Aviación, las del movimiento estudiantil Yo soy 132 y ahora las de los maestros de la Coordinadora, ¿no son sus tácticas una reiteración de las mismas que a los movimientos de médicos, maestros y ferrocarrileros llevaron a fracasar en los años de fines de los 50s? El resultado fue el fracaso definitivo  por una sola razón: contra el plantón y la toma de la vía pública ya el Poder había sintetizado el antídoto, que décadas más tarde, neutralizadas ya semejantes tácticas, revelaría  Salinas:

– Ni los veo ni los oigo.

Sin más, y háganle como quieran, dice el Poder a los movimientos de protesta que no trascienden este nivel. «Sí se puede», repetía yo desde la radio comercial. Demostrémosle al poder que sí se puede. Ya ustedes conocen el resultado de la frase cuando la mediocridad se la apropió. Es México.

Crear estrategias de lucha. Tal es la prerrogativa del idealista contra la mentalidad rutinaria de todo mediocre,  que se empeña en transitar, una y otra vez,  los caminos trillados, y esto  porque carece de ese poder de autocrítica que le haga entender que sus tácticas son obsoletas. Y si no, mis valedores: ¿las formas de lucha que ayer aplicaron electricistas y hoy los maestros de la CNTE redituaron ganancias a médicos, maestros y ferrocarrileros? Y si tal despliegue de energía social fue un desperdicio por las tácticas que ellos aplicaron hace más de sesenta años, ¿adoptarlas hoy día? ¿Pueden observar ustedes una táctica novedosa en estudiantes y sindicalista el día de hoy? ¿No insisten hoy día, a estas mismas horas y para desgracia de sus buenos propósitos, en esas añejas formas de lucha que hasta la saciedad han demostrado su obsolescencia e ineficacia total frente al Sistema? ¿Venirlas repitiendo a lo largo de sesenta años de ineficacia evidente?

¿Recuerdan ustedes, a propósito, el fracaso estudiantil del más reciente movimiento de protesta en la UNAM, el del Moshe de 1999-2000, cuando Barnés de Castro era rector? ¿Recuerdan la protesta estudiantil que la precedió, que encabezaron Carlos Imaz y varios más? Tales fracasos se explican al contrastar sus tácticas y estrategias con las del movimiento estudiantil de 1968, cuyos logros enumeré ayer aquí mismo, junto con los logros y enseñanzas que nos legó el movimiento obrero-estudiantil de 1968, logros que Echeverría distorsionó y arrancó de una memoria colectiva tan endeble como la de las masas sociales.

Por si a alguno llevara al ya casi olvidado ejercicio de pensar, de reflexionar y de ejercer la autocrítica, aquí habré de transcribir los documentos de un luchador civil que fue actor y testigo del movimiento desde sus orígenes en los años 30 hasta la tarde y noche del Dos de Octubre, fecha luctuosa que no fue, ciertamente, ni el principio ni el final del proceso, como los voceros oficiales y oficiosos del Sistema han hecho creer a los pobres de espíritu. (Vale.)

Vientos electrizados

Manifiesto a la Nación 2 de Octubre: Las perspectivas que se ofrecen al movimiento consisten en organizar, a niveles cada vez más elevados, la protesta y la oposición a un régimen cada vez más renuente a satisfacer las justas reivindicaciones populares. En adelante y para ser eficaz  esta organización deberá contar no sólo con los estudiantes, sino sobre todo con los sectores productivos de nuestra sociedad.

Así es, mis valedores. Las aguas bajan turbias. Como en 1968, como después del 2 de julio del 2006, las masas se polarizan, se radicalizan, y un ambiente electrizado presagia tormenta, que ojalá no rebase los límites del presagio. A propósito:

En Tlatelolco-1968 la vertiente proletaria-estudiantil fue capaz de crear unas formas de lucha que nos redituaron avances sociales, desde sindicatos independientes hasta la edificación de vivienda popular y una efectiva unión de diversos sectores productivos. Iba a ser LEA, iba a ser el trabajo sucio de los colaboracionistas destructores del Comunista Mexicano los que lograrían destruir los logros del 68. Pero hoy los aires de Tlatelolco soplan, ominosos, y el conflicto de la CNTE con el Poder electriza el ambiente. Viene aquí, en documentos de época, la herencia proletaria-estudiantil del 68.

Una de las tareas básicas del movimiento estudiantil es aunarlo con el movimiento obrero en las fábricas, sindicatos y empresas, por lo que esto ha de representar en el proceso democrático del país y como estímulo para otros movimientos de carácter igualmente popular o gremial.

Han funcionado las brigadas políticas en las escuelas y facultades, que informan  directamente a la población, por medio de volantes, publicaciones y sencillos mítines, del significado del movimiento y acontecimientos que se vayan sucediendo a lo largo del proceso, a fin de contrarrestar la campaña tendenciosa en relación al propio movimiento que llevan a cabo los medios de condicionamiento de masas, la gran prensa al servicio de los diversos intereses de la burguesía en el poder.

Los comités de Fábrica o de Sindicato de ayuda al movimiento estudiantil ha sido otra de las formas de actuar de los jóvenes. Los comités se integran con grupos de obreros de las propias factorías o agrupaciones gremiales, las cuales mantienen informados a los agremiados del carácter y fines del movimiento, ya sea por medio de volantes y de manera oral. En ocasiones son los propios estudiantes quienes explican a los obreros en las fábricas o en los sindicatos, acerca del objeto de su lucha y la razón por la que todo el pueblo debe participar, de forma preponderante la clase obrera.

La acción del estudiantado ha centrado su expresión en las brigadas políticas, en los comités de fábricas y sindicatos, en los comités de defensa y autodefensa, etc.  Infinidad de brigadas en toda la ciudad, realizan una intensa campaña de difusión del movimiento  por medio de mítines relámpago de 150 brigadas políticas formadas por estudiantes de todas las escuelas en paro.

Del Manifiesto a la Nación 2 de Octubre: Los estudiantes nos aliaremos de manera definitiva a los sectores productivos,  destinados a promover los cambios en verdad revolucionarios que nuestra patria requiere. La organización estudiantil debe concluir necesariamente en la organización popular que, oponiéndose a las trabas que frenen el desarrollo histórico del país, convierta en realidad el objetivo de nuestro movimiento.

Objetivo que sintetizó el clásico: un gobierno al que obedecer como sus mandantes. Sin más. (Vale.)

¿La masacre y no más?

Pero no, mis valedores, el movimiento de 1968 no se reduce a la tarde y noche  del 2 de octubre en Tlatelolco. Quien la circunscribe a tal fecha luctuosa traiciona, por ignorancia o por mala fe, el movimiento histórico del 68. Este proceso, estipula el análisis del maestro,  es la síntesis de la acumulación de experiencias en el desarrollo político, ideológico y organizativo del pueblo mexicano. En el movimiento del 68 lograron triunfos históricos las formas políticas, las estructuras organizativas y  la ideología de verdadera izquierda, esa que tiene como base fundamental la ética política y el compromiso con la lucha por la defensa de los derechos del pueblo. Transcribo.

Durante el movimiento de 1968 se rescató la concepción más avanzada del movimiento obrero en materia de huelga: la huelga en movimiento que supera cualitativamente a la huelga parada; se rescata la soberanía constitucional y nuevamente es ejercida por las bases sociales y no por las cúpulas de los corporativos;  se implanta la revocación, automática, del mandato (a los dirigentes que fueron cooptados por el enemigo automáticamente se les destituyó del cargo y se desconocieron sus acuerdos); se crea la forma mexicana de lucha popular revolucionaria: brigada-comité de lucha-consejo (esta forma rompe con los criterios de atomización de las bases sociales y genera órganos colectivos con estructuras y responsabilidades cualitativamente superiores al esquema de muchedumbres); se combate los aspectos negativos de la democracia representativa (que da el poder a la cúpula) y se sustituye por la democracia participativa con lo cual el poder y la soberanía vuelven a las bases.

Movimiento estudiantil:

Ya desde 1966 se alcanzó la Reforma Universitaria, uno de cuyos  logros fue el pase automático de los alumnos de bachillerato a la UNAM.

Para principios de los 70s se generaron movimientos de rechazados lográndose que la mayoría ingresara a la Universidad.

La matricula en la UNAM se triplicó.

Se crearon las Preparatorias Populares dando educación media-superior a decenas de miles de estudiantes marginados de la educación por sus escasos recursos. Hoy existen decenas de miles de profesionistas egresados de las Preparatorias Populares.

Se multiplicaron las casas de estudiantes que daban albergue a miles de estudiantes de escasos recursos.

Se expandieron las preparatorias, las escuelas, facultades y doctorados de la UNAM. También se crearon nuevas carreras y especialidades.

El Politécnico logró avanzar en el mismo proceso.

Se crearon los Colegios de Ciencias y Humanidades

Se creó la Universidad Autónoma Metropolitana

Los logros anteriores son los más relevantes, pero no los únicos.

En el movimiento sindical se creó el Sindicalismo Independiente. Los sindicatos nacen con estructuras y concepciones basadas en la democracia participativa y en la ideología que defiende los intereses del trabajador.

La incapacidad gubernamental de brindar  transporte urbano induce a la proliferación de los tolerados,  que dan el servicio con las unidades de que disponen en ese momento dando origen al concepto de peseros.

El movimiento campesino independiente

Se ejecutan las sentencias de la Sec. de la Reforma Agraria en materia de reparto de latifundios a los ejidatarios. Por muchos años las autoridades emitían sentencias que no ejecutaban. Con ello chantajeaban al latifundista al amenazarlo con la ejecución de la sentencia y mediatizaban al campesinado diciéndoles que “ya mero” se les entregará la tierra. (Después.)

Tlatelolco

El llanto se extiende, las lágrimas gotean allí en Tlatelolco. ¿A dónde vamos? ¡Oh amigos! Luego, eso fue verdad. Ya abandonan la Ciudad de México. El humo se está levantando. La niebla se está extendiendo…

Fue un día como hoy, pero de hace 45 años, cuando Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, anocheció empantanada de sangre recién derramada, para que al día siguiente amaneciera pulcra y bien relujada, como si horas antes no la hubiesen crispado de cadáveres. ¿Cuántos civiles asesinados? Doscientos, según documentos desclasificados en Washington, por más que muy otra es la historia oficial. A propósito:

Ocurrió en  1978. Los reporteros se acercaron al Gral. José Hernández Toledo, jefe que fue del Batallón Olimpia la tarde de Tlatelolco:

– General, ¿realmente falleció el número de personas que se afirma murieron el 2 de octubre del 68?

Rotunda, la respuesta del  militar: “No, miren, en Tlatelolco no falleció ninguno”.

La historia oficial, ese interesado manipuleo de la crónica que viene desde Tlacaélel en una tradición que han mantenido los alquilones al servicio del Poder, como aquel de nombre Rafael Solana, hoy difunto y ya desde antes muerto en vida, una vida que dedicó a quemar incienso a los premios literarios, al presidente en turno y a la belleza de la que fuese “primera dama”. De la masacre (¡no genocidio!) de Tlatelolco lo publicó el Solana de marras:

– Ganas de exagerar que tiene la gente.  El 2 de octubre fue una catástrofe de muchísimas menores proporciones que un accidente de aviación no muy grande, o que unas vacaciones de Semana Santa en las carreteras del país, mucho menor que el incendio de un teatro, ¿y a eso se le ha pretendido  dar dimensiones de epopeya? ¿Y se ha llegado a la exageración ridícula de decir antes de Tlatelolco y después de Tlatelolco? Pero cómo, ¿acaso, cuando el choque de trenes en Topilejo, se llegó a decir antes de Topilejo y después de Topilejo? Qué ganas de exagerar…

Que Tlatelolco nunca más. Hoy, cuando aquí, allá y en todos los rumbos de la rosa se encienden los focos rojos, cuando las aguas bajan turbias y parece que el Poder intenta despertar al México bronco, vale decir desde lo íntimo del cogollo del espíritu:

Que Tlatelolco nunca más. Nunca…

Pero lo que es el poder de los medios de acondicionamiento sobre unas masas domesticadas:  en el sangrante amanecer de Tlatelolco la ciudad capital amaneció  en brama olímpica, colguijes y banderitas  tremolando al viento como signo de confraternidad, mientras el represor autócrata, manos tintas en sangre, clamaba ante la rosa de los vientos:

– ¡Todo es posible en la paz!

Y todo esto pasó con nosotros. Nosotros lo vimos, nosotros lo admiramos; con esa lamentosa y triste suerte nos vimos angustiados

Bueno, sí, pero más allá de la historia oficial,  ¿qué fue lo que realmente se perpetró en Tlatelolco? ¿Cuáles fueron sus antecedentes, y qué consecuencias produjo en nuestro país? Lo apuntaba The York Times hace unos años:

“Si la historia la escriben los ganadores, la de México podría sufrir una importante corrección. Una Comisión de la Verdad sería ser una ventana hacia un panorama de secretos, una caja de Pandora política. De ser abierta, podría destruir al Revolucionario Institucional, que durante 71 años de dominio en México controló el flujo de información, los archivos del Estado y la versión oficial de la historia. Muchos capítulos de la versión oficial son falsos o están llenos de huecos”.

Mis valedores: es  Tlatelolco. Es México. (Es nuestro país.)

El poeta y el campo militar

Sabrás del hombre y el sudor colmado, – polvo en el polvo rendirás tributo, – y procrearás un hijo asesinado…

Los poetas esta vez, mis valedores, esas torres de Dios que crispan su voz frente a las masacres de Tlatelolco, Rivera de San Cosme, Aguas Blancas, Acteal. Digo Tlatelolco y quiero decir masacre,  carnicería, Campo Militar y represión, y memoria histórica lacerada, distorsionada, asesinada por el Sistema de poder. Es Tlatelolco, es el matancero, es México, nuestro país.

Poetas.  Horacio Espinosa Altamirano. ¿Alguno de ustedes lo conoce, lo habrá oído mentar?  Su obra, ¿alguno la habrá leído? Leerla deja un regusto ácido, amargoso, y con razón: el poeta malvivió toda su vida tiempos anubarrados, que culminaron con la represión que a los poetas se infirió a consecuencia de lo ocurrido en Tlatelolco hoy hace ya cuarenta y cinco años. Un pedazo de su biografía  personal lo vivió –lo pudo sobrevivir- empozado en alguna de las celdas  del Campo Militar No. 1, que el Sistema de poder mantenía para alojamiento de descontentos del régimen.  Los poetas,  pongamos por caso.

Tiempo después, ya en libertad,  a  modo de purga con qué eliminar toxinas de aquella malaventurada experiencia, el varón enterizo se dio a la creación de su Códice Mayor, donde en un abundoso borbollón de metáforas vació su experiencia bajo la bota y el espadón al servicio de aquel PRI-Gobierno autoritario y represor que sembró de víctimas Tlatelolco. Y un detalle más, para mí doloroso porque Horacio fue amigo mío: antes de tiempo se nos vino a morir (la muerte siempre llega antes de tiempo). Desde allá, de por los rumbos donde el poeta se había refugiado, sus familiares me comunicaron la ruda noticia: el varón de virtudes y luchador social incorruptible abandonó esta vida apenas, a penas, hacía un par de días. Hoy, para el huésped del campo militar, y a su memoria, aquí algunas de sus referencias poéticas al Dos de Octubre, por cierto:

¿Siempre –ayer, ahora y siempre- Tezcatlipoca, Espejo de la Muerte, – ordenará el festín, la necrofagia – con la carne y el espíritu del Hombre?  ¿El genocida siempre –ayer, ahora y siempre? – ¿El códice hablará de la serpiente alada – porque la mano – tiembla ante el tatuaje sanguíneo y homicida?

Fue aquel Dos de Octubre, mis valedores…

Que la memoria histórica no se nos borre ni se nos diluya,  que se mantenga en nosotros viva y actuante;  que seamos capaces de aprender y aprovechemos las lecciones que nos legó la vertiente obrero-estudiantil del proceso que se inició mucho antes de 1968. Mientras tanto, los rastros del matancero en el aviso suele aparecer en los matutinos años con año,  su redacción casi siempre idéntica:

El Gobierno del Edo. de Puebla, familiares, amigos y colaboradores del Sr. Lic. Don Gustavo Díaz Ordaz, Pres. de México 1964-1970, le invitan a la ceremonia conmemorativa de un aniversario más de su fallecimiento, que tendrá lugar el próximo día 15 del presente a las 11:00 hrs. en el Panteón Jardín de esta Ciudad.

Semejantes nostálgicos, sin importarles las ampollas que puedan lastimar en quienes conservan intacta la memoria histórica (muy pocos, lástima), se congregan en un aquelarre anual y a discursos prosopopéyicos  ofician el rito del responso y las exequias ante los podridos despojos mortales del matarife que valido de sus cuarteleros ametralló, masacró, encarceló e hizo desaparecer a luchadores sociales. Es Díaz Ordaz. Es México, nuestro país.

Horacio Espinosa Altamirano. (A su memoria.)

¿Qué ocurrió en Tlatelolco?

Hoy, a 45 años de la masacre, no tengo todavía, por tener tantas a mano, una respuesta oficial que pueda considerarse válida frente a tantísimas interrogantes acerca de víctimas y verdugos de aquella fecha funesta. Pero, “si la historia la escriben los ganadores (The New York Times), la de México podría estar a punto de sufrir una importante corrección”. Sí, que según el diario, “Cuando candidato,  Fox prometió una Comisión de la Verdad”. Ah, cándido neoyerkino: ¿cuál, de los miles de promesas que Fox desperdigó cuando candidato, ha cumplido como presidente del país? Sigue el diario:

La Comisión de la Verdad podría ser una ventana hacia un panorama de secretos, una caja de Pandora política. De ser abierta, podría destruir al PRI, que durante 71 años de dominio en México, controló el flujo de información, los archivos del Estado y la versión oficial de la historia. Muchos capítulos de la versión oficial son falsos o están llenos de huecos».

Algunos vislumbres de la verdad se columbran en ciertos documentos que el Secretario de la Defensa Nacional cuando Díaz Ordaz, el Gral. Marcelino García Barragán, reveló a Javier García Paniagua, su hijo, y que el periodista Julio Scherer recoge en su libro Parte de guerra. Tlatelolco, 1968. Según tales revelaciones, “los habitantes de Tlatelolco estaban predispuestos contra el gobierno, en primer lugar por las repetidas veces que terroristas habían ametrallado la Vocacional7, poniendo en peligro la vida de los habitantes de dicha unidad. Esos terroristas eran oficiales del Estado Mayor Presidencial, que recibieron entrenamiento para este tipo de actos, concebidos y ordenados por el entonces jefe del EMP., el Gral. Luis Gutiérrez Oropeza. Para ello se brincó la autoridad del superior inmediato porque recibió la orden directamente del jefe supremo del ejército, el presidente del país”. Y como para leer entre líneas y entresacar conclusiones, esta otra aseveración del susodicho García Barragán en su libro:

“Entre las siete y las ocho de la noche del 2 de octubre, recibí una llamada telefónica de Gutiérrez Oropeza: Mi general, yo establecí oficiales armados con metralletas para que dispararan sobre los estudiantes, todos alcanzaron a salir de donde estaban, sólo quedan dos que no pudieron hacerlo, están vestidos de paisano, temo por sus vidas. ¿No quiere usted ordenar que se les respete?”

Con los susodichos dispararon también contra las fuerzas del ejército. La historia, mis valedores, no es eso que enseñan los libros de historia. La historia es una gigantesca zopilotera y un gran hedor. Tlatelolco

El Gral. Gutiérrez Oropeza también escribió su libro de memorias, titulado Gustavo Díaz Ordaz. El hombre. El político. El gobernante, donde se destaca la consigna que, dice, recibió directamente del matarife de Tlatelolco:

“Coronel, si en el desempeño de sus funciones tiene usted que violar la Constitución, no me consulte, porque yo, el Presidente, nunca le autorizaré a que la viole; pero si se trata de la seguridad de México o de la vida de mis familiares, coronel, viólela, pero donde yo me entere, yo, el Presidente, lo corro y lo proceso, pero su amigo Gustavo Díaz Ordaz, le vivirá agradecido».

¿Comisión de la Verdad? ¿Conoceremos algún día toda la verdad sobre la carnicería del 2 de octubre en Tlatelolco? The New Times: “Hay verdades que pueden matar un país, y la de Tlatelolco podría implicar a toda una generación de líderes del pasado, entre ellos a algunos ex presidentes…”

Tlatelolco nunca más.  (Es México.)

¡Gasolina!

Así encendieron la mecha de la bomba que explotó en Tlatelolco:

¡Cristianismo sí, comunismo no! Y al pregón los fanáticos encendieron en Tlatelolco la hornaza de la matanza descomunal. Fue en septiembre cuando los reaccionarios perpetraron la manipulación de unas masas que, ánimos en llamarada, habrían de caer en la bestialidad del linchamiento en San Miguel Canoa, Puebla. El comentarista:

El régimen político silenció a la generación del 68 no sólo con represión, sino también con la imposición, a través de un sistema de medios subordinados, de un discurso de la realidad que convirtió el movimiento estudiantil en una amenaza para la patria, que debía ser aplastada.

¿Hoy no ocurre algo semejante, toda proporción guardada, ante los conflictos del Mexicano de Electricistas, los maestros de la Coordinadora y demás víctimas directas del Poder? Por cuanto al atroz linchamiento que les aplican los medios de acondicionamiento social, ¿no fue el mismo rasero el que aplicaron contra los estudiantes en el 68? Los medios, ante el movimiento estudiantil. Lo proclamaba, triunfal, El Heraldo, de memoria infeliz:

¡Manifestación Anticomunista en la Plaza México! Cerca de 12 mil ciudadanos y jóvenes se congregaron ayer para realizar un acto de desagravio a nuestros símbolos nacionales, que derivó en una exacerbada manifestación anticomunista. Gritando: ¡Vivan los granaderos! ¡Viva México! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, comenzaron a llegar, desde las once y media de la mañana, en compactos grupos que antes habían participado en otra manifestación en la Basílica de Guadalupe. A las 12 horas, 3 mil mujeres, jóvenes y ancianos, habían extendido numerosas mantas y exhibían pancartas: ¡Comunismo en México, jamás! Cristo Rey, tú reinarás, Contra los traidores, ¡Muera la bandera rojinegra, Dios, patria, familia, libertad, Cristianismo sí, comunismo no, Apartidas comunistas fuera de México!

El organizador dirigía las porras: ¡México nunca será comunista! ¡Viva México! ¡Mexicano! ¿Estás dispuesto a defender a tu patria? Los gritos, las porras: ¡México, México!, subrayadas por el rítmico chocar de las manos de los asistentes: ¡Vivan los granaderos! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Muera Castro Ruz! Cuando ya había allí cerca de 12 mil personas, los dirigentes de la Coalición de Organizaciones para la Defensa de los Valores Nacionales dieron la orden y un grupo de muchachos salió al ruedo con un monigote hecho de cartón que representaba a los guerrilleros: gorra cuartelera, camisa y pantalón verde, luengas barbas, en las manos un libro nefando: el diario del Che.

El vocerío creció; gritos exasperantes exigían: ¡Quémenlo, quémenlo, quémenlo!, y quienes tal pedían subrayaban su exigencia con enérgicos ademanes, con el pulgar tenso, apuntando hacia la arena. Aguerrebere, desde el micrófono, estimulaba esas manifestaciones: «¡Queremos Ches muertos! ¡Mueran todos los guerrilleros apartidas!, volvió a gritar, y la multitud respondía exaltada: ¡Mueran! Alguien, en la arena, junto a un camión en el que había unas mantas con las siglas del MURO, exigía nervioso: ¡Gasolina, dónde hay gasolina!» Otros acercaron cerillos al guerrillero y, segundos después, todo allí era fuego, gritos incontenibles, casi histeria. Los presentes entonaron nuestro sagrado Himno Nacional.

Mantas, pancartas: El comunismo destruye a la familia, Comunismo en México nunca, Muera el comunismo, Dios, patria, familia y libertad. ¡Viva México! ¡Muera el comunismo! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!

Es México. (Nuestro país.)

Vientos electrizados

Así es, mis valedores: las aguas bajan turbias y aborrascadas ante la cercanía del ritual del 68, que tenemos ya a tiro de piedra. ¿O de arma de fuego oficial? Hoy día, tal como sucedió en 1968 y a resultas del 2 de julio del 2006, las masas se polarizan, se radicalizan, y un ambiente electrizado presagia tormenta, que ojalá no rebase los límites del presagio. A propósito, el Manifiesto a la Nación que dio a conocer por la rama obrero-estudiantil del movimiento, muy distinta de la democracia burguesa y la pequeña burguesía que de forma limitada actuaron con la protesta estudiantil:

Las perspectivas que se ofrecen al movimiento consisten en organizar, a niveles cada vez más elevados, la protesta y la oposición a un régimen cada vez más renuente a satisfacer las justas reivindicaciones populares. En adelante y para ser eficaz, esta organización deberá contar no sólo con los estudiantes, sino sobre todo con los sectores productivos de nuestra sociedad.

Porque en las ruinas de Tlatelolco-1968 la vertiente proletaria-estudiantil fue capaz de crear unas formas de lucha que nos redituaron avances sociales, desde sindicatos independientes hasta la edificación de vivienda popular y una efectiva unión de diversos sectores productivos. Echeverría, cuando presidente, iba a tramar el trabajo sucio que a lo subrepticio perpetraron los cooptados colaboracionistas del Comunista Mexicano, que lograrían destruirlo como también los beneficios obtenidos  del movimiento obrero-estudiantil. Es México.

Pues sí, pero hoy los aires del descontento social soplan ominosos, y las reformas impuestas por el sucesor de Calderón, potenciadas por el conflicto del Poder y la Coordinadora de Maestros,  electriza un ambiente ya encrespado de por sí por el deterioro en el nivel de vida de las mayorías. Viene entonces, pertinente, la herencia proletaria-estudiantil del 68. Si maestros y electricistas quisieran, pudieran, pensar, y apoyándose en las enseñanzas que ofrece Tlatelolco (más allá de la tarde aquella de la matanza atroz) aceptaran estudiar y aprovechar los documentos del 68 para rebasar en su movimiento la protesta multitudinaria…

«Una de las tareas básicas del movimiento estudiantil es aunarlo con el movimiento obrero en las fábricas, sindicatos y empresas, por lo que esto ha de representar en el proceso democrático del país y como estímulo para otros movimientos de carácter igualmente popular o gremial. Lo más apremiante ha de ser estudiar las formas más adecuadas para articular de manera estable la acción de los estudiantes y la de los obreros». (No a lo multitudinario, digo yo.)

«Han funcionado las brigadas políticas de cada una de las diversas escuelas o facultades, cuya misión es informar directamente a la población, por medio de volantes, publicaciones y sencillos mítines, del significado del movimiento y acontecimientos que se vayan sucediendo a lo largo del proceso, a fin de contrarrestar la campana tendenciosa en relación al propio movimiento que llevan a cabo los medios de condicionamiento de masas, la gran prensa al servicio de los diversos intereses de la burguesía en el poder.

Los comités de Fábrica o de Sindicato de ayuda al movimiento estudiantil ha sido otra de las formas de actuar de los jóvenes. Los dichos comités están constituidos por grupos de obreros de las propias factorías o agrupaciones gremiales, las cuales por medio de volantes o de forma verbal  mantienen informados del carácter y fines del movimiento al resto de los agremiados». (Sigo después.)

De buena intención

Por si de algo pudiera servirles, compañeros marchantes.

Ocurrió que transitaba yo por los rumbos de Tacubaya cuando en eso el embotellamiento. Ahí, por la avenida, la marcha de protesta: “¡Duro – duro! ¡Exiii..! ¡gimos!” Agrias voces de mujeres, niños, adultos. “¡El pueblo! ¡Unido! ¡Jamás será…!” Un lento desplazamiento por la avenida, y yo, con la urgencia de llegar y meterme al bañito. Necesidad menor. Animas. Pregunté a uno que llevaba en alto su pancarta y él, carbonoso:

– ¿Pues qué no lo está viendo? Marcha de protesta de damnificados de la Ingrid. Venimos a presionar y a llegar a sus últimas consecuencias.

Ah, iracundia magnífico de las masas. La señora del suéter magenta:

– ¡Y eche para  allá su cucaracheta, ¿no ve que esta estorbando la protesta? ¡El pueblo… unido! ¡Avancen ésos, no se me cuelguen!

Como avanzar, pura Tula que avanzaban (Tula es mi madre). Intenté recular, pero cómo, si los marchantes todas las salidas me había copado. (Y aquella urgencia.) En eso, de pronto, contra mi tímpano izquierdo, el altoparlante: “¡Damnificados, pero no vencidos! ¡No venimos a pedir! ¡Exiii! ¡gimos! ¡Protestando y avanzando por ái!

Ellos, qué lentitud; yo, qué urgencia. Tensa la voz, a ese que iba pasando: “Oiga, ¿de dónde vienen ustedes a protestar?”

El aludido, el frenón: “Pues qué no esta viendo? Damnificados del pinchurriento huracán”.

– Ay, compadre, dijo el de atrás. Qué repegón le fui a dar, que hasta se nos trabaron, o sea las pancartas. Avise si va a frenarse, digo.

– No es que me agraden sus repegones. Es que el guey este es de  Radio Universidad y puede difundirnos la bronca, ¿no, bigotón? Mire: somos paisas  en problemas, y eso que nuestras viviendas estaban sólidamente construidas con cartón y lámina acanalada de la mejor calidad. Los tormentones damnificaron no sólo al país, sino también las exigencias de los maestros de la Coordinadora, ¿No, tú, máistro  Jiotes?

– Sí pues, pero no pudieron resistir las patadas de mula de la mula avalancha de aguas broncas, o sea.

– ¿Con una marcha calculan conseguir que les atiendan su exigencia?

– Me canso de que nos la atienden, ¿pues qué no ve tamaños machetes en alto? Y  aquí el compita Rutilo ya lleva preparada su jeringa.

– Ah, drogadicto.

– ¡Jeringa para desangrarse! ¡Para escribir nuestra justa demanda con hemoglobina de sus propias venas! Y si no hay de otra aquí llevamos el último recurso. (Y se las palpaba, se las toqueteaba. Carnosas, que ni las damnificadas de la señora Alejandra Guzmán.)

– ¡Cómo! ¿Sangre de sus venas? ¿Hasta ese grado piensan llegar?

– ¡Y hasta bajarnos los calzones delante de la dependencia oficial para enseñarle nuestras intenciones. Porque el mexicano, cuando se decide…

Yo, aquella urgencia que crecía de pancarta a pancarta. ¡Mi reino por una nica! Dije: “¿No es frente al palacio de gobierno de Chilpancingo donde deben protestar? Porque aquí, en Tacubaya…”

– ¡Aquí, en Tacubaya, señor! ¡Frente al meteorológico!

–  No entiendo. ¿Contra qué, quién o quienes traen su demanda?

– Contra el propio meteorológico, señor. ¿Pues qué, acaso no se atrevió a pronosticar más tormentas en los próximos días? ¿Se le hará poco la tizna de la actuales? ¡Que el meteorológico cambie su pronóstico o se atenga a las consecuencias! ¡El plantón será permanente toda esta semana! A ver, compañeros: ¡Duro, duro!  ¡El pueblo – unido – jamáse-ráven-cido!

Mi vejiga, que se dejaba vencer. Intenté salir por la lateral. Sudaba frío, y de repente…

¡E-xi-gi-mos! Ah, México. (Mi país.)

Angel fumigador

De la plaga de cucarachas que infestó mi cocina le hablaba ayer, señor Peña, cocina pulquérrima que a la invasión de los bichos más parecía jacalón de San Lázaro, guarida de Nueva Izquierda, bunker de canacos y concanacos o cártel de los Templarios. Consciente de que es mi sino combatir cucarachas comencé con periodicazos. Como sus congéneres de dos patas, las cucas resultaron inmunes a tal medida, como también a los polvos venenosos que les espolvoreé sobre cachos de queso gruyere; las muy ladinas se comían el queso y me dejaban los polvos; más tarde les deposité los polvos sobre queso del país; las cucas, burla sangrienta,  devoraban los polvos y me dejaban el del país. Yo, al teléfono, y el fumigador:

– Se las exterminamos, claro que sí. Ora que acabar con el cucarachero le va a costar uno y la mitá del otro,  como si dijéramos. ¿Cubre los gastos?

IVAs y cargos, recargos y sobrecargos, y qué hacer, sino resignarse a impuestos y sobreimpuestos. “Tendremos que desocupar el depto. durante unos días”, advertí  a mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., que tengo de arrimado en mi depto.

Y allá vamos a casa de un mi pariente por parte de madre, que con abrazos salió a recibirnos y en 48 horas y mentando madres ya nos había corrido 6 veces. Y a Cádiz.

Inquisitivo, fui abriendo la puerta. ¡Genocidio descomunal! ¡Ni las hordas de Obama, Premio Nobel de la Paz! Un tendedero de cucas damnificadas, señor Peña, que haga de cuenta las víctimas del modelo neoliberal: fallecidas por aquí, muertas de hambre por allá, rigor mortis por dondequiera, y  aquel hedor. Fui y abrí las ventanas, y que entra a borbotones el otro hedor: smog y materias fecales suspendidas en el aire, que alborotaron los restos del tóxico mientras yo me ponía a barrer. La cocina, otra vez pulquérrima. Bien.

¿Bien? ¡Madres! Muy poco me duró el gusto, porque a la siguiente noche la primera sobreviviente del Hiroshima doméstico cruzó en tizniza  frente a mi chipocle ya enfrijolado, y detrás otra, y otra más, y docenas de ellas. “Mexicano tenía que ser ese ángel  exterminador para salirme tan pacotón». Y que me prendo al teléfono, y que miento leyes y madres, campechaneadas, y que el técnico en fumigación se apersona en el lugar de los hechos:

– ¿Y cómo se las  voy a exterminar, si el de junto se las redama para acá?

– ¡Pues que al de junto se las fumiguen!

– ¿Y no siguen  vivas las del restorán de la esquina, que es el que lo surte de cucas, y al restorán la bodega de junto, y a la bodega el sanatorio, y al sanatorio la estación policiaca, que recibe las cucas del burdelito de aquí a la vuelta, atascado con el animalero que le llega desde la sacristía de San Ramón Nonato, que nomás imagínese si hubiera nacido?

– No entiendo qué quiere decir.

– No entiende porque se hace pendejo. ¿Acaso no sabe que México entero está infestado de cucarachas?  Ciudad por ciudad, barrio por barrio, casa por…

– ¡Bueno, pues, déjeme solo con mi animalero de miércoles! (Era jueves.)

Y ya, señor Peña. Yo, infestado de cucarachas, nomás me quedé pensando: ¿podría alguno como usted exterminar el cucarachero de los cuerpos policíacos? ¿El de los poderes de la Unión, los partidos políticos, la industria del periodismo y el alto clero, el gran capital, los «sindicatos» y unas masas sociales donde el que tiene más saliva traga más pinole? ¿Usted, al que la Padierna acusa de haber rendido  una declaración patrimonial amañada,?  Suspiré, qué más. (Ah, México.)

¿Y su declaración patrimonial?

¿Y los saqueos de Fox y Bribiesca a las arcas públicas? ¿Y los de  Sahagún y Montiel, Sr. Peña? ¿Y los  Salinas, Romero Deschamps y compinches? Por si algo pudiese sugerirle aquí le envío la crónica de cierto incidente casero que me ocurrió tiempo atrás, cuando mi única, telilla del corazón, andaba bebiéndose el agua, las frutas, los aires del Istmo de Tehuantepec. Fue entonces cuando los  huéspedes repugnantes invadieron mi depto. de Cádiz y se instalaron en él. Asqueroso.

Porque ocurrió que cierta noche andando yo preparándome un par de huevines con bayos gordos  en esa cocina limpísima que dejó mi Nallieli antes de echarse a los caminos del sur –sureste-, vi que en eso, de repente, ¡tíznale!, ¿y eso? Frente a mis niñas, las de mis ojos, cruzó en tizniza, sobre la blanca tersura de mi trastero, el de la cocina, aquella a modo de cáscara de palo viejo, que en carrera de vértigo se fue a perder en alguna hendeja del tinajero. Extraño.

Mera ilusión de óptica, pensé entonces, y a los bayos agregué una raja de piquín, dos rodajas de cebolla y tres barañas de orégano del cerro, y a la boca. Bien.

Pero ándenle, que las ilusiones de óptica, con patas y barbas de este tamaño, miren, de un día para otro crecieron y multiplicáronse a lo tropical, de modo tal que en cosa de días se habían posesionado de mi cocina, qué desesperación. Chinches bichos, pensé entonces, ¿cómo darían conmigo esas cucarachas? ¿Por qué invadirían mi cocina, su Iraq particular? Medité, me puse a reflexionar, y entonces caí en la cuenta.

El inquilino recién llegado, sí, que con su equipo de sonido monumental y su monumental gusto pésimo para la música había acarreado, con  su menaje de casa, las primeras crías. Tal como el conde don Julián, agraviado porque el rey Rodrigo le violara a La Cava, abrió a los moros las puertas de España, así el vecino abrió el edificio de Cádiz a  invasión de las cucarachas. La náusea.

Y así pasaron los días, y las noches llegaron, y así ocurrió que este desdichado, al disponerme a preparar la merienda típica del mexicano bajo el modelo neoliberal, galletas de animalitos con café negro, todo era encender la luz y… ¡llévame la refregada con la estampida de cucas!

Y nada, señor Peña, que me senté así, mire, en la postura de El Pensador, meditando que tal es mi destino en el mundo, combatir cucarachas de todo tipo, alzada, peso y color. Y a delinear la táctica e iniciar la madre de todas las batallas…

Primero, como acostumbro con cucarachas políticas, periodicazos; pero no, que como con sus congéneres pri-panistas-nuevaizquierderos, con las de mi cocina fracaso total, que el cucarachero resultó inmune al cuarto poder, ya ahora el primero en México con el duopolio sobrón. Lástima.

Segunda etapa de la estrategia: polvos venenosos. En un principio se los disimulé con queso gruyere; las cucas devoraban el queso y, burla cruel, dejábanme los polvitos. Luego, cuestión de gastos, los polvos los espolvoreé con queso del país. Las cucas, mofa sangrienta, se comían los polvitos y desechaban el queso aborigen, y seguían creciendo, multiplicándose con afán y mandándose hasta la cocina.

Yo, aquel terror a la metástasis, y que zona de trabajo, habitación y cuarto de servicio los fuesen a tomar de Líbano, Iraq o Afganistán; un terror que se transformó en instinto criminal; de asesino, de genocida, de un Obama cualquiera, Premio Nobel de la Paz. Al más puro estilo del Pentágono gringo recurrí al de grueso calibre, el exterminador de plagas domésticas. (Mañana.)

Muerte viva

(Mi retablillo anual)

¡Libérame de la muerte viva! ¡Libérame de la vida en la muerte, libérame de la vida y de la muerte!.

Y otro día amaneció esta ciudad. Fue un día como hoy, pero de hace 28 años, cuando esta nuestra casa común amaneció a ser lo que desde entonces ha sido: la herida que no cesa, y el llanto y el duelo colectivo por la tragedia descomunal. Que la memoria histórica permanezca. La memoria de los caídos. De todos ellos.

Hoy se me viene a la mente Agadir, la ciudad de Marruecos a la que un sacudimiento telúrico arrancó desde sus cimientos porque hace décadas fue remeci­da por un sismo mortal de necesidad. El México nuestro sobrevivió en­tero, más entero que antes, que la sobrevi­vencia es su signo. Mientras el mundo per­manezca no acabarán la fama y la gloria de México-Tenochtitlan.          Agadir fue destruida, pero esta nuestra ciudad se irguió, su­turó sus mataduras y siguió su destino: al­tiva, inmutable, eterna. Es México, la capital. Mis valedores:

Hoy, como año con año, evoco la trage­dia de Agadir, que sobrevive en el testimonio del poeta Arthur Lundkvist, quien logró salvar la vida en el drama sís­mico que arrancó del mapa aquella ciudad. Días después, ya vuelto a Suecia, su tierra, so­bre la experiencia traumática del fallecimiento de Agadir creó un extenso poema, vivido, lírico y visceral, “para cum­plir un deber para conmigo y con los de­más, tanto para con los supervivientes co­mo con sus muertos”.  Hoy, con fragmentos del citado, me propongo recordar, honrar, testi­moniar mi homenaje a tantos que sucum­bieron bajo las furias del sismo que aca­lambró los entresijos de nuestra ciudad capital. Por cuanto a Agadir, la desventurada, aquí diversos fragmentos del poema, que invito a pronunciar. En silencio.

El cielo era de un azul duro, de éter y acero, – el sol era un horno abierto y el día una piedra blan­ca laminada por lenguas violeta, -las nubes llegaron como hu­mo de carbón. – De repente el suelo se sacudió, profundos estremecimientos recorrieron la tierra – los perros contestaron de todas partes con au­llidos prolongados, y un lamento sordo sur­gió de las gentes.

Me oí gritar en sueños (nunca podré saber qué grité) – mientras el terremo­to crecía, irresistible – y las sacudi­das se hacían más fuertes, más violentas, parecían venir de todas partes al mismo tiempo. Una revolución surgía de las entrañas de la tierra,  – un trueno de las pro­fundidades, abrumador y pesado, -un estallido de paredes, un agrietamiento, un desmoronamiento…

¡Libérame de la muerte viva! – Más insoportable que la locura es esta tum­ba en las tinieblas, – las piedras me cu­bren y me rodean, -no hay aire suficiente ni para que respi­re una rosa; – ¡asfíxiame de una vez, como unas manos estranguladoras! – ¡Ahógame, aplástame con un bloque de piedra! – Todo menos esta tortura en el ara del sacrificio. -¡Arranca ya el corazón de la víctima, cla­va el cuchillo de piedra!

Agadir, nunca más, – Agadir, para siem­pre en nosotros, ciudad de la vida y de la muerte, vida y muerte unidas, – Agadir, hundido ya en el pasa­do, espejismo eterno ante nosotros, – Agadir, preparación, advertencia – de lo que quizá nos espera: la gran aniquilación, – el mundo en ruinas, la tierra desolada, sólo el humo de la muerte desvaneciéndose en el espacio, nunca más, – para siempre – Agadir”.

Hoy todos ellos, o aún mejor: todos ustedes, los caídos del Jueves Negro en la ciudad capital,  presencia en la memoria colectiva. Ustedes todos.  (A su memoria.)

Patishtán y justicia basura

Así titula Hermann Bellinghausen su artículo editorial del pasado lunes en La Jornada, donde alude al caso del maestro Alberto Patishtán, encarcelado en alguna prisión chiapaneca bajo acusación de un crimen del que presuntamente es inocente, y que ya ha levantado voces en España y otras naciones en demanda de su pronta libertad. Justicia basura.

Pero basura cara, mis valedores. Los ingresos de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación han sido hasta hoy de 714 mil 576 pesos mensuales, pero ahora se aumentan en 30 mil  y se les agrega una compensación garantizada, prima vacacional, aguinaldo (24 mil 211 de aumento) y otros tantos por seguro de separación individualizado y 14 mil 286 como «estímulo» por antiguedad. Así cobra la justicia basura de nuestro país. Es México.

La justicia no es, en ningún modo, obra de la ley. (P.J. Proudhon).

Semejante valor es la suprema aspiración del humano, la máxima virtud de toda comunidad, su elemento vitad, que es decir su sangre, su savia, su oxígeno. Cuando en esa comunidad existe la justicia las masas sociales coexisten ordenas y son, por lo mismo, justas, armónicas y  equilibradas. Cuando los miembros de esa comunidad perciben que esa justicia  existe son capaces de la epopeya. La larga marcha de Mao, el corte de caña y la campaña alfabetizadora en Cuba, y en México la expropiación petrolera, con la gente poniendo en manos de don Lázaro las joyas de la familia. Cuando percibe que no existe la justicia, esa comunidad se agosta, se erosiona, se resquebraja y termina en cínica tal como ocurre el día de hoy. Sin más. Mírenlo ustedes en derredor.

Yo, declaro, que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte. (Platón).

Tan escasa resulta entre los humanos, y tan apreciada, que la imaginación le ha ideado mundos ideales, utopías imaginadas en razón directa de nuestra imperfección como entes humanos. Semejante aspiración es un hecho fehaciente en tales mundos imaginarios, donde existe una justicia perfecta:  El Edén, La Antártida y La República,  La Edad de oro, la Ciudad del Sol, La ciudad de Dios, La Utopía, El Falansterio y el socialismo ideal. Lástima que no sea verdad tanta belleza…

(De la justicia los mexicanos muy poco sabemos, pero con la injusticia sí estamos familiarizados, que de ella existen entre nosotros al menos un par de testigos: la víctima y el victimario.)

Hay en la vida una justicia inmanente, que se cumple con lentitud, pero sin fallar; en ella dejo toda mi esperanza. (Rilke).

Sin  justicia la comunidad habita en el miedo y el rencor, carente de un mañana que le dé confianza, seguridad, certidumbre. ¿Y siendo así qué no ocurre, qué no puede ocurrir en una sociedad como la nuestra, que de forma simultánea padece una falta total de justicia, una nota roja que crispa los noticiarios y proyecta en la comunidad un miedo y una zozobra generalizadas,  y el flagelo de la más desaforada corrupción lucrativa e impune? Porque cuando carece de justicia y sobrevive en la inseguridad y la incertidumbre esa comunidad ha perdido la fe en sus valores establecidos y en las instituciones del Estado. Tal es el retrato hablado (escrito) de México, nuestro país.

Hacer depender la justicia de las convenciones humanas, es destruir toda moral». (Cicerón)

Y como la injusticia y la desigualdad son elementos presentes en el ente humano desde su nacimiento hasta que deja de ser, mis valedores: ¿más justicia basura para el maestro Alberto Patishtán? Ah, México.      (Este país.)

Dinastía de chaparros

A quien(es) corresponda:

El legendario comunero potosino Pedro Jasso, 91 años de edad, marcha una vez más rumbo al Distrito Federal.

Paradigmática se tornó la marcha-plantón de don Pedro Jasso hace  algunos ayeres, ¿la recuerdan ustedes? ¿Se acuerdan de aquellos plantones épicos que mantenía el potosino para ¡e-xi-gir! justicia de las autoridades correspondientes con la devolución de unos terrenos que atrabiliarios rancheros de la región le habían arrebatado en alguna ranchería de San LuisPotosí? A propósito:

Por exigencias de justicia, repito,  don Pedro se desplazó ¡a lomos de burro! desde San Luis Potosí hasta esta ciudad capital.  Sus plantones en el corazón del  zócalo causaron expectación, y lo más llamativo: que el comunero se hacía acompañar del Chaparro. No, no uno de los 118 millones de chaparros que sobrevivimos en este país, sino un burro con ese nombre: el Chaparro. ¿Resultado de la gestión de don Pedro Jasso,  que en plantón resistió en el corazón del zócalo capitalino  a lo largo de meses, de años, soportando a pie firme y a veces pandeándose  lluvias, calores, neblinas y fotografías de morbosos turistas? De justicia, don Pedro nada consiguió,  pero sí la muerte del muy pollino Chaparro que, tal vez columbrando la inutilidad de la táctica impuesta por el comunero, no pudo sobrevivir al enésimo plantón. Muerte heroica como había sido su vida.  Ya el Chaparro descansa en su paz.

Lástima de años de plantón,  sí,  y lástima de su muerte, pero como ese fruto dulcísimo de la justicia no se lograba, ni la autocrítica funcionó en el protestante don Pedro, los plantones siguieron una y otra vez, meses y años hasta que al Chaparro primitivo lo relevó el Chaparro junior, y más tarde el nieto de el Chaparro original. Muchas marchas-plantón, sí, ¿pero la justicia? De justicia, ni sus luces,  y al paso del tiempo, de don Pedro Jasso y dinastía de chaparros nada se volvió a saber. Y así hasta el día de hoy. De la nada habían salido y a la nada volvieron a dar. Vidas inútiles.

Pero no, mis valedores, que Jasso y chaparros una buena herencia legaron para quien quiera entender; para quien logre el ejercicio, tan dificultoso, de  pensar,  y en un sano ejercicio de autocrítica logre aplicar  para sí la  moraleja adjunta.

¿Esos compañeros que a su hora realizaron su propia marcha-plantón ya lograrían entender? ¿Lograrían escarmentar en burro ajeno? ¿Lograrían entender que la marcha-mitin-plantón es solamente un medio de dar a conocer nuestro problema, y que de ahí hay que pasar a la siguiente etapa en las  formas de lucha contra el adversario histórico? ¿Atenderían las lecciones que imparten la historia, la realidad objetiva y la experiencia propia sobre la táctica de una marcha-mitin-plantón que es necesaria, pero insuficiente; que siendo un medio no hay que convertirla en un fin, porque entonces exhibe sus inutilidad? ¿Y así persistimos en los movimientos multitudinarios? ¿Y así intentamos salir del laberinto de Creta donde nos encerró un Sistema de poder al que tomamos por aliado nuestro hasta el grado de amorcillarnos en la exigencia de que el Minotauro abandone su naturaleza carnívora y por amor a nosotros se torne vegetariano?

Aquí, destinada a quien(es) corresponda, la noticia que apareció un día cualquiera en este país: “Integrantes de organizaciones campesinas (u obreras, de maestros o estudiantiles) se manifiestan frente a la Secretaría correspondiente exigiendo justicia”.

Mis valedores:  todo esto es México. (Nuestro país.)

¿Dónde está México?

             Una sola chispa de lava encenderá ese país y llenará de almas el temerario zócalo. Y cuando ese día llegue América empezará a ser libre.

Aquí finaliza, mis valedores, el documento con que la voz cubana de  Celia Hart irrumpe en las fiestas patrias del que nombra “México inmutable y eterno”, para repasar vínculos históricos que, más allá de gobiernos proyankis,  mantienen a México y Cuba amarrados con nudo gordiano. “Con ñudo ciego”, como allá decimos. Celia:

– La revolución mundial le debe a México su propia supervivencia. La consecuencia inigualable de Don Lázaro Cárdenas no sólo recuperó la vergüenza que parecía se perdía en el país, sino que le abrió las puertas a León Trotsky cuando nadie tuvo el valor de hacerlo. En México se escribieron varios de los libros más importantes del mejor leninista, y desde allí se empezaron los intentos de retomar la Internacional. Allí yace el gran revolucionario ruso.

Ahora, ¿dónde está ese México libre y pasional que nos envuelve con su incontenible espíritu de combate?  Está en el alma de mestizos. Desde siempre, los del Norte estuvieron confundidos con el gigante México que elevará su vuelo para la resurrección de América. Como cubana revolucionaria junto hoy las manos recordando la bandera del águila vencedora y agradezco a ese pueblo por contener al mejor amigo de José Martí. México dio espacio para la brillante carrera política de nuestro Julio Antonio Mella, que se integró a ese país con fervor total y donde escribió sus más hermosos trabajos. Fue en México donde este baluarte del comunismo internacional dijo: Muero por la revolución.

México recibió a Fidel cuando tenía que preparar la guerra necesaria, la última de ellas. Un mexicano bondadoso le vendió el yate Granma, creo que no cobra todavía su dinero a no ser los millones de besos de mis compatriotas. El yate Granma sólo podía salir de México. (Yo, además, en México he amado como no creo que lo vuelva a hacer…)
Los sucesos recientes, las marchas multitudinarias me hacen olvidar el dolor de las actitudes del ese que por horror a la corrupción de sus partidos sentó el pueblo mexicano en la silla presidencial. Parece que poco a poco ese pueblo, que es mi pueblo, comienza a exigir altura a sus gobernantes. (Y por ahí anda quien fue su alcalde que aún hoy puede convertirse en un verdadero líder de América. Su valentía, su compromiso y decoro decidirán si, finalmente, merece o no merece participar con México en su porvenir.)

Los últimos incidentes con Cuba fueron protagonizados por cualquier otro, pero nunca por auténticos mexicanos. Los de Los Pinos  (Fox, Calderón) nunca serán mexicanos. México no toleró ser colonia, no toleró emperadores europeos, no toleró dictadores. De igual manera México no tolerará el raquitismo gubernamental. ¡Esperen que los volcanes hablen!

Pero México se renovará. No podrán vencer a sus mujeres hermosas, su música, su poesía donde parece que el machismo se sostiene por hombres de verdad, tan hombres que se quiebran ante una palabra de amor. Los murales de Diego donde parece que vuelve a nacer el mundo con esa inmensidad y la frágil Frida de pasión inconfundible. Esa leyenda de México no nos la van a robar. Pero para eso necesitamos gritar más, gritar el 15, el 16 el 17 de septiembre y todos los días del año. El grito del padre Hidalgo fue nuestro grito.

¡Viva la independencia revolucionaria de este querido México lindo que todos los americanos estamos necesitando!

México, Cuba, país uno y múltiple. (Sin más.)