Del arrabal

Colonia La Tusanía. Tras el intento de linchamiento que intentaron los vecinos contra un elenco de cirqueros trashumantes, relato que inicié el viernes pasado, hasta la zona en conflicto acudieron fuerzas del orden, y entre agresores,  agredidos y policías, se estableció el diálogo que aquí se reanuda:
El comandante: “¡Cuidado! ¡Ese león sarnoso echa espuma por el hocico!”
– Por la golpiza que le atizaron las respetables señoras de esta muy noble y leal.
– ¡Esa otra fiera, cuidao, trae rabia!
– Y cómo no va a traer, si a la hiena Risalinda hasta la risa le retiraron a leñazos, que hasta la hicieron exonerar aguado. Chico labio leporino que le fueron a abrir, que le dejaron su glotis al aire libre. ¿Sabe que un perro canelo hasta intento de violación? No lo destrabemos a tiempo le rompe la flor de su doncellez.
. Ah, hingáu, ¿y ese monstruo no muerde?
– Es La mujer caimana, mi comandante.
– “Me encuentro en tan triste estado por un castigo de Dios porque desobedecí a mis papacitos en Jueves Santo…”
– Ya, Toña, te vamos a sacar del zurrón, no vaya a haber otra ronda de madrazos, y tú arrastrándote de codos en el pavimento. Va pa afuera disfraz.
– ¡No, que debajo ando a ráiz, no me dejen mi parte a los cuatro vientos!
A sirena abierta: “¡Abran cancha a las cruces! A formarse los más madrificados. Los otros van esposados en las unidades. Usted, como dueño del changarro, don Ringlin, ¿a quién va a acusar?”
– A la mala suerte, señor, a los inescrutables designios del cielo…
– ¡Cielo madres! Los de La Tusanía, fuimos los culpables y estamos dispuestos a pagar al señor cirquero carpa, curaciones y todo, ¿no, vecinos..?
– A pagarle hasta la risa de su hienita.  Cooperacha casa por casa.
– Pero van a tener que acompañarnos a la delegación.
– Los acompañamos, faltaría más. Estamos tan mortificados. Los pobres cirqueros qué culpa tuvieron…
– ¿Entonces por qué los dejaron en calidad de daño colateral?
– El daño pesa en nuestra conciencia, comandante. En nombre del vecindario comparezco y declaro.
– ¡Sí, que hable por todos el merolico! El joven vendedor de productos médicos en la vía pública, quise decir.
– Su declaración frente al ministerio público.
– Aquí mismo, para qué burocracias. Mire: sucedió que hoy, después de la misa de doce, estábamos todos aquí en el parquecito muy quitados de la pena, cuando, de repente la música del convite, y que vamos viendo que venía  calle abajo la tandada de payasos y maromeros.
– “¡Aguas!”, nos gritó el jicamero. “¡Ya nos cayeron los hijos de  su repelona, no se conforman con Oaxaca!” Y que repican las campanas y corremos a posesionarnos del instrumental requerido para un linchamiento como Dios manda. José Dolores sacó un bidón de gasolina. Aquí el Churumiáis (perdónemela, don Godofredo); don Godo se desamarró la pata de palo y de cojito, ¿ve? El primer toletazo le tocó al Aguila Humana. Qué vergüenza…
– Bueno, sí, ¿pero motivo, causa u razón de la chingamusa?
– Pues cuál ha de ser, comandante. A estos pobres carperos los fuimos a
confundir con los bellacos que andan en brama derrochando nuestro dinero en unas campañas con las que esos “juanitos” de Los Pinos y anexas  nos quieren ver la cara de sus gueyes.
–  “¡A rociarles gasolina!” Y la chamusquina, hasta que de su carpa no quedó lona sobre lona. Qué pena con estos honrados artistas, cómo los fuimos a confundir con el hatajo de pocamadres que andan queriéndoles ver la cara de sus pendejos a los de Puebla y sabrá Dios donde más. ¿No, vecinos? (Pues…)

Jariosos, en brama…

Cuando se aproximan las elecciones, la política entra en celo y los políticos se animalizan y no atienden a nada que no sea el orgasmo electoral
L.M. Anson, y F.  Arreola: “En las elecciones los políticos mexicanos creen que pueden ganar, y el olor de la victoria los empuja a arrollarlo todo. Buscan con desesperación el orgasmo de los votos, y como se están disputando a la hembra electoral, rechinan los dientes amenazantes, lanzas acometidas salvajes y tiran zarpazos sin recato alguno”.
Pero sí, por supuesto, acudir a votar. Es un derecho y una obligación cívica, pero hasta ahí.  De ello a conferir a la papeleta virtudes mágicas…
Que al cruzar el cartoncillo el votante elige a sus gobernantes.
Mentira. Es el Sistema de poder, con sus partidos políticos, el que elige el aparato de gobierno. El cartoncillo sólo es la parte material de uno de los tres integrantes de la democracia liberal: la formal, que nos confiere el derecho y la obligación de votar. La representativa: los legisladores se representan a sí mismos, y no ante nosotros sino ante el presidente en turno. La democracia social, que beneficia a las masas sociales, esa  no existe más que en el discurso de los candidatos. Nuestro voto (¿qué afirman la historia y la realidad objetiva?) carece de fuerza para obligar al cumplimiento de los ofrecimientos. ¿Con qué catálogo de promesas llegó el de Los Pinos? ¿Y..?
Pero entonces, ¿por qué suerte de sortilegio acudimos a votar por los tales? Porque, mis valedores, ellos poseen  sus voceros en todos los medios de condicionamiento de masas, vocingleros que a malas razones manipulan  a las masas y las arrean a tomar un crayón, cruzar una papeleta, y retirarse satisfechos porque han elegido a sus gobernantes: Mentira. Sus trampas verbales: “La gente debe salir a votar sin miedo”, aconseja el titular de la Secretaría del Trabajo Javier Lozano, mano ruda de Calderón, par de bienamados del obrero mexicano. Le hace segunda Miguel Carbonell (matutino del jueves pasado): “Votar sin miedo. Una escalada en el terror hemos visto instalarse en tantos rincones de la República”.
Mucho cuidado con esa amañada maniobra de desubicación. “¿Una escalada de terror” así, en abstracto? ¿Vamos con ello a ocultar el agente que provocó la delirante “escalada de terror” y ha tornado el territorio un almácigo de 23 mil cadáveres? Su apellido es Calderón, quien a 10 días de su gobierno, sin consultar a expertos ni fuerzas políticas,  de forma unilateral agitó el avispero que ha causado miles de “daños colaterales”: mujeres, ancianos, niños. Es México.
“Un reto al estado de derecho”. Así pues, el nuestro es un estado de derecho, lo que supone que la ley se cumple y se hace cumplir. No existe la corrupción lucrativa e impune de políticos, mega-ricos, etc. “La mejor respuesta que puede dar la ciudadanía  (a los asesinos que atacan el “estado de derecho”) es salir masivamente a votar (…) Esa es la respuesta más directa para contestar al terror (…), a la amenaza que se cierne sobre todos nosotros. La sociedad debe reaccionar con las armas del derecho y la razón, poniendo por delante millones de votos”.
Ajale. Si con la magia del cartoncillo podemos detener la AK-47 que activó Calderón, entonces que el enfermo de una dolencia maligna se lo frote sobre el área infectada. Segura la curación. Mis valedores: ya nos tomaron la medida. Nos vencen por nuestra pura ignorancia. Pero no queremos crecer. Nos negamos al ejercicio de pensar, al de la autocrítica. (Lóbrego.)

Retablillo de arrabal

¡Cruces y patrullas, atención! ¡Disturbios en La Tusanía! ¡Dirigirse a la zona en conflicto!
– ¡A ver, abran cancha a la autoridad! ¿Qué pasa aquí, por qué el intento de linchamiento con vías de hecho?
– Permítame que le explique, señor comandante, yo que soy el más damnificado de todas las víctimas del penoso incidente.
– Bueno, sí, pero usted quién es, indentifíquese, o hablan toletes.
– Me “indentifico”, señor. José Visitación Cigarre, de Las Guilotas.
– No, y alburiándome le va a ir más peor, porque de guilotas a guilotas… ¡Cabo Sazafraz, canten toletes!
– Las Guilotas, Zac. Yo, un ciudadano mexicano por nacimiento y al corriente en el pago de mis impuestos, comparezco ante usted y…
– Pero en la chingamusa, ¿usted qué pitos toca?
– Soy el propietario, gerente general y presidente en funciones del Gran Circo y Carpa Brothers Hermanos., que administro bajo nombre artístico de Mister Joseph Ringlin. ¿Ve allá, humeante todavía,  lo que quedó de nuestro circo? Cuarenta años nos contemplan. Toda una institución, toda una vida de tradición cargaba en sus lonas, y mire nomás la desgraciada que nos vino a acomodar el culto público de esta honorable colonia…
– ¿Y en cuánto estima el desmadre, o sea los daños, don Josehpito?
– Ay, señor, ¿cómo calcularlos así, a ojo de buen cubero? Varias familias pobres, pero decentes, nos hemos quedado en la calle vil, en la vil chilla, a la mitad del arroyo y a la buena de Dios.
– A deslindar responsabilidades. Échenme para acá a ese payaso.
– Cuál payaso, qué pasó,  está usted frente al Aguila Humana.
– ¿Tonces la payasada de maquillarse la cara de colorado frenesí?
– Cuál colorado, cuál frenesí, lo que traigo en la cara son coágulos de hemoglobina. Sangre de mi sangre, comandante.
– Lo hicieron dar el triple salto mortal de un madrazo. Madrazo de garrote, no de político corrompido;  que se asiente en el acta.
– Me chisparon cuatro dientes, y dos eran de oro, ¿se imagina los daños?
– ¡Orden! En fila se me van a poner madreados,  sospechosos y… ¡Aguas con el barbón, que no huya! Luego extraditarlos cuesta uno de la cara. Qué pasó, señores madrinas, no se me apendejen. Hablen macanas, porque me da esa corazonada, o sea mi sexto sentido de policía: el barbón es narco. ¡A las zonas blandas, cabo Sazafráz, no me vaya a astillar el garrote! A ver, marxista, ven pacá. ¿Desde cuándo militas en la guerrilla? ¿Quiénes son tus contactos en Guerrero? ¿Y la casa de seguridad? Por la fachita tú eres La Barbi.
– ¡Por la purísima Concepción, por su mamacita..!
– No, y refregándomela te va a ir  más peor. ¡Cabo Sazafraz, écheme pacá, de las barbas al terrorista!
– ¡Qué terrorista voy a ser! ¡Soy La mujer barbada! Míremela, jálemela!
– Ah, hingáu. Bueno, eso que le valga, pero mientras verificamos si su coartada es válida, se va usted a quedar en arresto domiciliario.
– ¡Cuidao con esos perros sarnosos, no nos vayan a miar, mi comanche! ¿Aplicar la suprema  ley del tolete?
– ¡Alto, los valientes no asesinan! ¡No me los macanée, no hay que ser! ¡Estos son Tito y Leovigildo, nuestros leones africanos! Yo soy su entrenador.
– Pos sí, pero cargan el mal, andan rabiosos.
– Hasta usted anduviera, con todo respeto, de haber recibido la ración de madrazos,  el intento de linchamiento y los piquetes de solera en sus genitalitos y anexas. El pobre de Tito, ya tan maduras sus almorranas…
– Pero esa espuma en el hocico…
– Por la tizniza que les atizaron las respetables…
(Mañana.)

No oyes ladrar los perros

Sigue aquí, mis valedores, la crónica de uno de los tantos accidentes (de los llanos de Balbuena al sanatorio)  que sufrió mi don Joaquín de la Cantolla y Rico, globonauta intrépido. Reprimiendo un quejidillo: “¿Y mi globo, doctor?”
Elusivo, el aludido se dio a mirar la gloria de azaleas y bugambilias del jardincillo. Porque el artefacto volador había quedado hecho garras en los llanos de Balbuena, muchas leguas al este de la ciudad.  “¿Qué fue de mi globo, doctor?”
– Su artefacto volador salió bien librado; en lo que cabe. Dos, tres remiendillos, un costurón, engrudo…
– No engrudo, doctor: atole, y con el dedo, es lo que usted me quiere dar, mexicano de mí. Mi globo quedó inservible, me da la corazonada…
– Cálmese, don Joaquín; los pucheros no van con sus bigotazos. Los hombres no lloran, nomás pujan, acuérdese.
– Si yo pudiese agenciarme un globo; pero globo, lo que se dice un globo,  no mi pobre papalote…
– Pues como no lo importe del extranjero: Francia, Alemania…
– Qué va. Aquí mismo; en México construyen el mayor de los globos, uno monumental.
– Creería, de no verlo ecuánime, que desvaría. ¿Globos en México?
– El mejor. Descomunal. Un señor globo, doctor. Del tamaño de México…
– Desvaría, don Joaquín. Voy a tomarle su temperatura.
– Desvarío madres, con perdón.  Ese globo con el tamaño y los alcances de todo este pobre y manipulado país es la selección mexicana de futbol. Mediocridad y masquiña, puro sebo,  pellejo y carne de cogote, pero un globo con el que los grandísimos mercachifles mantienen a millones de cándidos así, mire: alelados, pasivos, enajenados y dependientes, almitas  herradas por una mediocridad y por una innata vocación de Perra Brava. Ese equipo mexicano sí que es todo un globo, doctor,  no mi pobre papalote; ese es el globo mejor echado a volar desde Televisa y TV Azteca,  infladísimo por los merolicronistas al servicio de la industria que les paga por manipular a los débiles de espíritu. Ah, caterva de gritones histriónicos, peritos de la estridencia y el alboroto, esos Bermúdez perros. ¿Los ha oído usted? Doctor, ¿dónde está, no me deje hablando solo…
Ahí, jarabe y cuchara al frente, la novicia rechoncha: “Calle, hombre de Dios, que ya comienza el México-Argentina. El doctorcito, gachupín y católico  que no fuera, siempre le va a los colores blanco y azul: de La Purísima, del PAN y de los ches maradonas. Allá él; yo esta mañana ofrecí mi triduo y  un ramillete espiritual  por México. ¡El México del Chicharito, de Chío, de todos los Santos!
– Usted sí ha oído  a los Bermúdez perros, ¿no? ¡Pues claro que los ha oído! ¡Los sigue oyendo, si hasta acá llegan sus gritos! ¿No oye ladrar los perros?
– Son los que cuidan el sanatorio. Ladran sí, pero de hambre. Al rato les van a arrojar sus pellejos. A ver, volviéndoseme de espaldas, que voy a aplicarle una cataplasma. ¿Le duele este lado del costillar?  ¿Usted a cuál le va? No me diga que a Maradona, porque la  cataplasma se la embombillo por el… Ave María, qué pensamientos diabólicos…”
Del matutino:  “Por qué, Dios mío, por qué dejan que se desgarren las telas del corazón teniendo que sufrir derrotas tan lacerantes. El director técnico, todo un inepto, y nosotros agonizando de dolor. Si en mi mano estuviera él sería desollado vivo y después… ¡colgado! ¡Colgado, sí, para que vea lo que duele la caída de nuestros muchachos..!”
(Agh…)

Nostalgia de México

El México que vivió con un pie en el XIX y el otro en el XX, que algunos nostálgicos, memoriosos,  logramos entrever en la historia patria o en antañonas películas. El México del miriñaque, la crinolina y el polisón; el de los personajes reales e imaginarios tan siniestros como don Porfirio o tan vernáculos como aquel don Nicolás Zúñiga y Miranda, su eterno rival en esa hoy apodada a lo cursi “la fiesta cívica de las urnas”. Cruza también la pantalla de las más añejas películas del cine nacional ese viejo rabo verde llamado don Susanito Peñafiel y Somellera, que en las tandas del Principal y vestido de marinerito entonaba, patiño de la tiple principal: “Carlos Truchuela y Quiroz”.Qué tiempos los del México antañón de las señoritingas y los lagartijos. Ay, qué tiempos, señor don etc…
Existió por aquel entonces un personaje de nombre mi don Joaquín de la Cantolla y Rico, conquistador de los aires, que en ellos abrió veredas, y cuyas hazañas en globo aerostático mantenían arrobados tanto a la gente decente como al peladaje. Y es que en cada ascensión don Joaquín arriesgaba su vida, y ya su temeridad habíale costado uno de la cara, que suplía con una canica de mucho primor. En uno de tales viajes aerostáticos ocurrió, según consta en cronicones de época, lo que aquí se consigna, por más que a lo apócrifo, caprichoso y atrabiliario:
Aquella media mañana hervorosa de sol, al son de dianas, marchas dragonas, voleo de campanas y vítores, el aguilucho se alzó en su artefacto sobre los llanos de Balbuena, y sí, en un principio aquello marchó viento en popa, que todo es popa en un globo aerostático. El artefacto mecíase sobre las corrientes del aire mientras el intrépido tuerto, aventurero corazón, enfilaba rumbo al centro de la noble y vial;  abajo quedaban hurras, aplausos y la banda de la gendarmería (banda de hacer música, no de perpetrar extorsiones, asaltos, secuestros y violaciones). Desde lo alto, chistera en mano, el intrépido saludaba con leves inclinaciones de testa. Qué bien. Pues sí, pero en eso,  de repente…
Ahí el bandazo de viento contrario, arremolinado, y el descontrol, un crujido, un zigzag, y al suelo el globo aerostático. Mi don Joaquín fallaba una vez más en su propósito de surcar los aires por sobre la plaza de armas, y entre el desgranar de bronces de exultante clamoreo  desplegar en lo alto la bandera tricolor. Un viento cruzado había herido el flaco izquierdo del armatoste (flanco que en todos los armatostes es el más vulnerable, si exceptuamos  el de los logreros  chuchos de Nueva Izquierda). Al  chiflón la estructura  se zarandeó y agitóse la quilla mientras allá abajo, en el palacio de gobierno y con su banda de Lascuráins, Landas y Escandón y Ladrones de Guevara (y de presentarse la ocasión también  de presupuestos), Don Porfirio  continuaba a la espera de la hazaña náutica. Ahora, en su catre, ya vuelto en sí, el De la Cantolla y Rico quejábase blandamente, pasaba la lengua por unos labios resecos. Intentó incorporarse. “¿Por qué tantas madres?  ¿En dónde estoy?”
–  En el sanatorio de las agustinas. ¿Cómo se siente? –el doctor.
Bajo las sábanas, el paciente se toqueteaba clavículas, esternón, costillares; luego tentaleábase las entrañables zonas abajeñas, donde los varones de pro sostenemos en su nidal esos que ya perdidos no hay canicas que los sustituyan. Reprimiendo un quejidillo: “¿Y mi globo aerostático, doctor?” (Sigo mañana.)

Y hablando de “guanabís…”

“Hay una sola manera de degradar a la humanidad, y esto es destruir el lenguaje”. N. Frye.
Fue hace años. En Argentina, se celebró algún congreso sobre el idioma castellano, en el que escritores y periodistas ponderaron un lenguaje que a muletillas y trompicones maltratamos España y la veintena de países que “aún rezan a Jesucristo y aún hablan en español”. A propósito, un argentino anónimo me envió el siguiente mensaje zumbón donde dio cuenta del idioma que se habla en su tierra:
“Desde que los repartos de cine son castings y los fines de semana weekends, Argentina ya es distinta. Ahora es mucho más moderna. Durante muchos años, los ciudadanos estuvimos hablando en prosa sin enterarnos. Apenas hoy comenzamos a darnos cuenta de lo atrasados que estábamos. Imagine: los niños leían revistas; hoy, por fortuna, leen comics; los jóvenes hacían fiestas, qué aburrida juventud; hoy, puros parties. Los estudiantes pegaban posters creyendo que eran carteles. ¿Los empresarios? Ellos, los pobres, hacían negocios; hoy se emancipan: hacen business…
Antes, nosotros manipulábamos el aparato de televisión o afinábamos la sintonía de la radio. Nunca más; hoy ajustamos el tracking o el tunning. En la primaria hice aerobics, pero en mi ignorancia creía estar haciendo gimnasia, y me ponía a caminar ignorando que estaba haciendo footing. Mi país es moderno, y a los ciudadanos progre’s se nos nota el cambio cuando hablamos,  you know, porque no es lo mismo comer bacon que un vil tocino, aunque tenga la grasa igual, ni decir vestíbulo que hall, ni terraza que deck, como ahora decimos. Antes solíamos jugar al polo con ventaja; ahora jugamos con handicap…
Los argentinos estamos modernizados. Perdón, estamos re-fashion. ¿Los centros comerciales? “Malls”. ¿Los ejecutivos? Yuppies. Ese novelista que exige derechos de autor. Royalties, su nombre correcto. Si tú no quieres pasar por ignorante, por un old-man, old-fashion, no olvidarlo:  el autoservicio es self service, el escalafón ranking, la carne steak, y manager el representante. ¿Una entrega a domicilio? habla bien, es delivery…
¿Carteles que anuncian rebajas? No los vas a encontrar, busca Sale Off, y vete de shopping a un mall. Y si products tan cheap te producen iba a decir sentimientos, cuando son feelings, y sí estos feelings te conmueven, usa Kleenex, y luego consuélate con un sandwich. Me avergüenza mi error: sacaba mi ticket y le llamaba boleto, y a los compacts, discos. ¿Acampar un fin de semana? ¡No, hacer camping un weekend! Y no olvides tu loción after shave, y cuidado con tu vecino, no te vaya a ver los slips y los tome por calzoncillos…
¿Ves los shows en la TV? ¿Ves los reality shows? Son la zafiedad de lo idiota y pornográfico, pero muy a la moda. Aquel al que llamabas jefe, o sea el manager, siempre anda en meetings, con su public-relation, o de bussines con su personal assistant, o en todas las del jet, que vienen de hacerse el último lifting, amantes del body-fitness y del yogurt light. Porque Argentina ya se modernizó, qué orgullo, aunque ya modernizado no me siento con menos angustia por estar en off, como dicen mis amigos yuppies, y no con un pe..dro bárbaro por más que me pongo a escuchar a los N’Sync, West Life, Back Street’s y Robbie Williams, porque en mi casa mis Cd’s de La Flor de la Canela, los de La negra Sosa, Los Chachaleros o Los Panchos y los de Gardel, los de mi familia, que están a la moda, me los tiraron a la mierda. ¿Y ustedes, mis valedores, cómo hablan?” (Mañana lo diré.)

Tengo problemas con el condenado ratón. ¿Querrán ustedes, por favor, subrayar los vocablos extranjeros? Gracias. Mojarro.

Enfermos de vacío

El acto de ver está atrofiando la capacidad de entender (Giovanni Sartori.)
Sigo aquí, mis valedores, con reflexiones diversas que inicié el viernes pasado en relación con el cinescopio o la de plasma que tanto daña a los pobres de espíritu.  Y es que el telespectador, a decir de Sartori, ha dejado de ser el animal simbólico, precisado a descifrar símbolos verbales o escritos (prensa escrita, radio, teléfono) para tornarse, con la TV, un animal vidente, lo que entraña un retroceso en la dinámica de la civilización. Mientras que la capacidad simbólica distancia al homo sapiens del animal, el hecho de ver, sin necesidad de descifrar símbolos,  lo acerca a sus capacidades ancestrales. A sus ancestros.
Y sí, la TV entretiene y divierte, pero lo grave de su  uso indiscriminado radica en el efecto que causa en el niño. La escuela es tan aburrida como divertida es la televisión. “El problema radica en que el niño registra y absorbe a lo indiscriminado todo lo que ve”. Y que formado en la imagen de la TV, ese niño será un hombre que no lee;  “su condición de ente humano se habrá reducido a la categoría de un nuevo tipo de ser humano, reblandecido por un cinescopio que produce imágenes y anula los conceptos; que atrofia nuestra capacidad de abstracción, y con ella toda nuestra capacidad de entender”. Ese pobre de espíritu nunca va a incorporar a sus costumbres el hábito de la lectura. Será un mediocre perpetuo. Cita Sartori a estudiosos diversos:
“La lectura requiere soledad, concentración en las páginas, capacidad de apreciar la claridad y distinción. El homo sapiens muestra características del todo opuestas: la lectura cansa; el ente humano prefiere el significado resumido y fulminante de la imagen sintética. Esta le fascina y lo seduce. Renuncia al vínculo lógico, a la secuencia razonada, a la reflexión que  necesariamente implica el regreso a sí mismo. Cede ante el impulso inmediato, cálido, emotivamente envolvente. Elige  ese modo típico del infante que duerme, come cuando quiere, llora si siente alguna incomodidad, se despierta y satisface todas sus necesidades en el momento”.
Los padres, en tanto, se deberían asustar de lo que les espera a sus hijos: una progresión de almas perdidas, de niños, adolescentes y jóvenes desorientados, aburridos, en psicoanálisis, en crisis depresivas y, en definitiva, “enfermos de vacío”.
Por otra parte, la moda pedagógica atiborra las aulas de televisores y “procesadores”. Al contrario, deberíamos vetarlos (permitirles sólo el adiestramiento técnico). En la escuela los pobres niños se tienen que “divertir”, pero de ese modo no se les enseña ni siquiera a escribir bien, y la lectura se va quedando cada vez más al margen. De este modo la escuela consolida al video-niño en lugar de darle una alternativa. Tales niños alcanzan la juventud, y entonces:
“Ellos caminan en el mundo adulto de la escuela, de la profesión, como clandestinos. En la escuela escuchan de manera perezosa unas lecciones que enseguida olvidan. Los jóvenes no leen libros, no leen periódicos. Ellos se parapetan en su habitación con carteles de sus héroes, ven sus propios espectáculos, caminan por la calle inmersos en su música y despiertan sólo cuando se encuentran en la discoteca por la noche, que es el momento en el que, por fin, saborean la ebriedad de apiñarse unos con otros, la fortuna de existir como un único cuerpo colectivo danzante”. (Siniestro. Sigo después.)

Redrojo histórico

Echar al país de Los Pinos llevó al país a la vigencia plena  de la democracia y a ejercer la libertad…
Vicente Fox y la capacidad de autocrítica. Que a quien quieren perder (la leyenda) los dioses lo ciegan o lo hacen perder la razón, pero yo digo, mis valedores:  con tan sólo que le anulen su facultad de autocrítica. Ya privado de ese medio para el “íntimo decoro” va a perder la razón y derivar en cínico. Fox, por ejemplo…
Comparando sexenio por sexenio, mi administración supera, y con mucho, todos los sexenios anteriores”
Leí, releí las afirmaciones del segundo marido de la Sahagún publicadas en el matutino del pasado jueves, y me di a meditar en la dificultad con que topan los zafios para la citada autocrítica. Observé  la foto del lenguaraz, y caramba, ¿qué fue del carisma, la personalidad, la prestancia del figurón que logró sacar de Los Pinos al Revolucionario Ins? ¿Qué resta del que hace 10 años a punta de votos reventó las urnas? Sólo un redrojo histórico que extravió mesura, decoro y razón y cayó en el cinismo. Ahora mismo recuerdo que aún con retazos de poder en la mano (en la mano de la esposa Bribiesca), mostró la dimensión de ese impudor que se le tornó endémico:
Dos veces gané las elecciones presidenciales: una, en el 2000 y otra en el 2006…
Y yo pregunto, mis valedores: más allá del dinero y la mala fama de sinverguenza con todo y familia mostrenca, ¿qué queda del tal? Miro en la foto del diario ese gesto que pretende altivez y no pasa de ridículo. Hago trizas la plana del matutino…
El PRI ahora sale muy campante a decir que no servimos. Yo creoque los que no sirvieron fueron ellos…
Y como alabanza en boca propia es vituperio, ¿que habrá sido de los cortesanos que en los años de esplendor quemaban copal e  incienso a la “pareja presidencial”? Tiro al cesto de la basura la foto del hablantín, por la ventana contemplo la lejanía,  y por alguna suerte de asociación se me viene a la mente la vera estampa de una vetusta edificación frontera a la  Plaza del Estudiante. Una vecindad. Qué tiempos. Me  doy al ejercicio onanista de recordar…
Corazón del barrio bajo, vivienda de vecindad. Hambre, incuria, abandono, promiscuidad. Yo, aquella corazonada No fue más que eso, un presentimiento, pero ya desde entonces supe que el adolescente se iba a malear. Yo lo observaba hace décadas y meneaba la testa. Ese desdichado va a terminar mal: en secuestrador, narco, policía. No me equivoqué, lástima. Peor de lo que temía resultó ahora que ya es un viejo entrado en años, kilos, decrepitud, flacidez, desvergüenza, impudor; uno que ni la gracia ha mostrado de envejecer con dignidad. Patético
¿Culparlo de su actual degradación? No soy tan drástico, tan radical, si analizo cómo ha transcurrido la vida del infeliz, de la cual es la hechura lógica, y su degeneración un resultado previsible. Porque vamos a ver: su vida de adolescente: un cuarto de vecindad. Desamparo. Orfandad encobijada de un padre, una madre o algún familiar que viera por él en materia de afecto, ternura, amor, guía, consejo. Nada. Valimiento de padres no conoció, pero sí, en cambio, los rostros desencajados del hambre, la necesidad, y aquellos amaneceres del fogón apagado, y aquellas noches del estómago vacío, y el jergón inhóspito frente a cualquier amargo de sueño, de sueños…
Suyos fueron la soledad, la desesperanza, la falta de un futuro, de una esperanza, así fuese en cuarto menguante, en cuarto de vecindad.  (Sigo mañana.)

Televisión y primates

En Occidente, la gente piensa de manera visual
Giovanni Sartori, mis valedores. ¿Lo habrán leído tantos de ustedes? Uno de los teóricos más relevantes de la teoría política de hoy día es, al propio tiempo, un investigador del más tenebroso de los medios de condicionamiento de masas: la televisión. Avance portentoso de la electrónica, afirma Sartori, significó un retroceso en la marcha hasta entonces ascendente de una civilización que se inició con el lenguaje oral, siguió con el jeroglífico y la escritura cuneiforme, y avanzó  con  el papiro, el libro, el periódico, el telégrafo y el teléfono hasta desembocar en el invento de la radiofonía, culminación de un proceso que alejó al hombre del primate, su ancestro,  y lo convirtió en animal symbolicum y homo sapiens. Pero llegó la televisión, que habría de convertirlo en simple  homo videns.  El cinescopio…
¿Por qué el tal cinescopio (hoy la pantalla de plasma) significa regresión, si representa un avance descomunal en cuanto a medios electrónicos? ¿Por qué, si puede convertirse, como de hecho la ha convertido la internet, en una soberbia biblioteca al alcance de todos? Porque del jeroglífico a la radio, mis valedores,  se emplearon signos, vale decir conceptos, abstracciones, un lenguaje de naturaleza simbólica, que fuerza al cerebro a decodificar sonidos y signos escritos. En México, por ejemplo,  poseemos el código del castellano, lenguaje que comprendemos porque podemos interpretarlo. “Madre”, “justicia”, “amor”: comprendemos tales vocablos porque, captados en forma verbal o escrita,  nuestro cerebro los decodifica, lo que nos sería imposible con el lenguaje chino, pongamos por caso, si no poseemos el código correspondiente.
El lenguaje simbólico nos elevó sobre el primate, sí, pero de súbito apareció la televisión y nos cambió conceptos y símbolos por imagen, sin más. Con (y en) el cinescopio nos “informamos” viendo, sin tener que involucrar el cerebro para una ya innecesaria interpretación  de símbolos. El lenguaje de la imagen se entiende aquí y en Sudáfrica, lo que no ocurre con el lenguaje simbólico, escrito u oral. Pues sí, pero…
“Una imagen vale por mil palabras”, juran los publicistas, y nos lo hicieron creer; ¿pero tanto vale una imagen? Patraña vil de los tales, afirma Sartori, y al decirlo en una entrevista de televisión su presencia tuvo sentido porque se expresó, es obvio, con un lenguaje oral. Una palabra, con su enorme fuerza y riqueza de evocación y significados, vale por mil imágenes, asegura. ¿La prueba? La propia  televisión, que no puede bastarse con el puro lenguaje visual. Nos faltaría el necesario contexto, la explicación, que sólo la palabra proporciona, sea escrita u oral.
Y aquí el motivo de que la televisión haya significado un retroceso en la cultura y la civilización del ente humano: captamos la imagen con sólo verla, sin necesidad de que las neuronas la decodifiquen, y ello nos acerca, una vez más, al primate. Para tantos de ustedes, adictos al cinescopio, ¿por qué no meditar lo que afirma Sartori, así sea en el tanto de  lo que pasa el desfile de los anuncios  comerciales que trozan las peripecias de la telenovela, del “talk-show” pocho, el clásico pasecito a la red o la apología de la nota roja en eso que apodan “noticiero”? Sí, todo lo indigesto y manipulador del cinescopio con que nutren su espíritu tantos de ustedes, y algo aún peor: el espíritu en formación de sus  niños, adolescentes y jóvenes, y  lo grave: (Eso, y Sudáfrica, en breve.)

Conciencia de mi conciencia

(A lo intempestivo me informaron que mi padre había muerto allá, en su nidal zacatecano, pero él está vivo, o qué hiciera yo sin esa estrella polar. Aquí, el retablillo de Dn. Juan, mi padre.)
Porque es usted, como la patria, inaccesible al deshonor. Con su ejemplo, que no con  buenos consejos,  enseña valores morales que norman la humana conducta: justicia, verdad, libertad, amasijo que da sustancia a la varonía. Porque es usted humanismo y dignidad en todos los actos de cada día. Porque tan tolerante es con los demás como severo con usted mismo. Porque valedor lo ha sido de todos, y generosidad y  misericordia en el trance en que hay que abrirse las telas del corazón. Filósofo de lo fugaz, del fatalismo suave y sin estridencias, usted se mantiene tan lejos del ruiderío y la desmesura como aledaño de la sonrisa y el buen humor. El  pudor y el decoro, la vergüenza y la dignidad. Mi padre.
Miro de ojos adentro a tal varón de virtudes, pura reciedumbre y verticalidad, y una conciencia que en la humana conducta sólo un par de colores distingue: el blanco y el negro, sin más; el de la dignidad y el de su contraparte; sin medias tintas y sin matices, sin disculpas ni justificaciones. Sin más. Miro esos ojos donde se columbran, machihembrados, mansedumbre y rebeldía, severidad y comprensión, la tolerancia, la gravedad y el humor juguetón, como también  una que otra lagrimilla de las enjundiosas, todo a su hora. Porque usted tiene el don de las lágrimas y me lo enseñó a practicar con mesura; con decoro, aclaro; con claro decoro. Mis valedores:
Zapatero de nacimiento, o casi, Dn. Juan fue cristiano en el mejor, en el único sentido del vocablo, el de la obra de amor a sus semejantes; creyente y religioso fue, pero sin fanatismos, sin sectarismos, sin dogmatismos, y tan respetuoso del ajeno derecho, la disensión y la disidencia, como del propio y natural. Mi padre, filósofo sin tratados de filosofía, antes de echarme su bendición porque la vida nos separaba me habló en voz muy baja y me dijo cosas: que si habrá que volar sobre el vocerío y la estridencia, y volar tan alto como lo acepten las fuerzas; que apartar de sí la quincalla y moldear el espíritu; que, rebelde a toda mediocridad, “álzate, vuélvete pura ánima después de encomendarte a Dios, el tuyo; sé siempre varón a los ojos de tu conciencia, tu único juez”. Y me echó encima su bendición, y con ella (sé que alguno de ustedes me va a entender) me tornó indestructible, invulnerable con su bendición. Mi padre…
Óigame, usted que me hablaba quedo: frente a mi zozobra lo miro todo el tiempo, y de tarde en tarde frente a mi paz interior, cuando  emparejo mis hechos a mis proclamas. Lo tengo enfrente, donde quiera que estemos usted y yo, y sonríe, y sé entonces que para mí nada está perdido.
Eso es todo, señor. Con mi amor, el testimonio: usted es la sabiduría que encamina, el consejo que guía, la ponderación que sosiega,  el ejemplo que incita, la ausente presencia que sanciona mis actos y el impulso para poner la proa hacia esa estrella inasible. La conciencia de mi conciencia. Usted, padre…
Muy cierto, señor; ya lo veo menear la cabeza,  incómodo. Decirle esto que le digo salía sobrando, y en público, más. Pues sí,  pero cuántos de quienes viven uncidos al calendario del comercio transnacional y acaban de agasajar al padre, más allá de moño y de regalillo le aprontaron un espíritu reseco de amor. Algo podrá sugerirles esto que le digo a usted, padre Juan. (Vale.)

Reculeros

Señores Yunes, Malova, Reyes  Aispuro y demás varones con semejante firmeza de ideología y convicciones: ¿así que ahora priístas de sangre azul?  ¿Conque la simple promesa de una gubernatura me los forzó a pegar el reculón y cambiar de chaqueta? ¿A la hora de la verdad resultaron tan convenencieros como Diódoro Carrasco, Jota Ge Castañeda y tantos más de la misma madera? “Es que me sumo al proyecto panista de transformación”, aclara usted, Yunes,  y a mí tales intentos de limpiarse el tizne me recuerdan el caso de cierto Heladio Ramírez, priísta todavía esta mañana, que en el sexenio de LEA desde la Cámara de diputados clamaba ante la nación:
– ¡Que el nombre del Sr. Presidente Echeverría se grabe en los muros de la sede del Congreso de la Unión!
Pero Echeverría cayó del poder y cayó en el descrédito, y Heladio pegó estrepitoso reculón y renegó del hombre en desgracia. Arturo Reyes, del semanario Punto y Aparte, de Jalapa, Ver., entrevistó al oaxaqueño, ya para entonces dirigente de la Confederación Nacional Campesina, CNC, y lo acorraló con preguntas que transcribo palabra a palabra:
– Señor: en el gobierno de Echeverría dijo usted públicamente que esperaba ver su nombre en letras de oro en la Cámara de diputados. Ahora cambia de parecer y no acepta haberlo dicho. ¿Por qué ya no sigue pensando lo mismo?”
Y el reculero a tragar saliva y a intentar la huida por el atajo del cantinflismo:
– Bueno, sí, mire: las palabras responden a determinadas circunstancias.
– ¿Ya no piensa lo mismo que antes respecto de Luis Echeverría?
– Bueno, mire, en todo caso en esta pregunta que me hace concretamente, no sé por qué me la haga, cada persona, cada político tiene que vivir su propia circunstancia.
– ¿Qué tiene que ver eso con las circunstancias?
– Que van cambiando de un año a otro, de un día a otro, de un mes a…
– ¿Por qué, señor Heladio Ramírez?
– Bueno, van cambiando las circunstancias porque tienen que adaptarse a las realidades sociales que va viviendo el país, de tal manera que las palabras incluso van respondiendo a determinadas circunstancias históricas. Es lo único que le podría responder. La amistad es una cosa, la lealtad a las instituciones es otra. Yo no trabajo para personas, trabajo para instituciones, esto es importante que se defina porque se confunden las cosas. Cuando uno decide meterse, esta es mi posición personal, a las actividades políticas y públicas, uno sabe que tiene que responder a todo contexto social, en este caso mi país.
– Dice que la realidad cambia. ¿Lo que hoy es válido mañana ya no?
– Todo evoluciona. Un problema que existe hoy, se soluciona mañana, y las cosas cambian, son otras las circunstancias. Vivimos en un país no estático, sino dinámico. Lo que hace veinte años significaba al país agrícola hoy significa otra cosa. El petróleo. Estas son las cosas cambiantes, ¿ve usted?
– ¿Entonces el nombre de LEA en letras de oro en el muro del Congreso de la Unión que usted propuso?
– Sí, pero no, las circunstancias cambian. Mi sentido de la amistad es una cosa interna, anímica. No cambia, aunque lo parezca. Yo soy amigo de la gente y seguiré siéndolo. El trabajo con las instituciones es muy distinto. Uno se adecua a la norma, a la línea, a la actitud ideológica, de conciencia, ¿no?
Pero  Heladio Ramírez, rajón como se exhibió entonces, continúa con su militancia priísta. ¿Y ustedes, Yunez, Malova y Reyes Aispuro, recios varones de ideología y convicciones, ahora priístas de sangre azul? (Puagh.)

Calígula, visionario

Calígula, sí, emperador de la Roma imperial que la historia flagela tanto como a Nerón, pero que en el imperio aplicó medidas de estadista. ¿Un ejemplo?  Tanto amaba a alguno de sus validos que en vísperas de una carrera del circo mandaba soldados a imponer silencio en el vecindario para que nadie turbase el descanso del bienamado al que mandó construir una residencia de mármol y un comedor de marfil, todo habilitado con muebles, esclavos, mantas de púrpura y collares de perlas. Incitatus se llamaba el agraciado, era un caballo y Calígula lo nombró cónsul. He ahí al noble bruto recibiendo las multitudinarias aclamaciones del pueblo romano, tantito más bruto que el propio caballo, él sí garañón  de tamaños en su nidal, no como el noble pueblo romano. Incitatus.
¿Los magistrados  de la Suprema Corte y demás colegas del penco no se opusieron? Pencos de condición lacayuna, ellos aplaudieron el nombramiento del equino como a su hora los muy equinos habían aplaudido masacres y aplastamiento de mineros y electricistas y dictaminado que el papel de los bellacos que propiciaron la quema de 49 criaturas no fue de “responsables”, sino tan sólo de  “involucrados”. ¿No fue suficiente justicia el que el cónsul decretase el cinco de julio “Día de duelo nacional”?
Bruto y analfabeto era el penco, pero menos penco y menos bruto que sus congéneres del gobierno porque tuvo el tino de no tomarse en serio ni llegar al cónsul en calidad de espurio ni de impostor. Incitatus no cargó al erario más allá de la cebada dos veces al día y yegua a su hora. El penco (¿moral personal, conformación de sus pezuñas?) nunca fue denunciado de sinverguenza, depredador y traficante de influencias; no pasó a la historia como bandido que se enriqueciera con todo y amantes, esposa, hijos y nietos per secula seculorum. Incitatus se concretó a relinchar, no a ventosear discursos. ¿Y los Incitatus sexenales? ¿Y sus fraudes del tamaño de PEMEX, Fobaproa, Lotería Nacional? ¿Y los saqueos de Salinas,  Montiel y compinches estatales?   ¿Incitatus alcanzó la degradación del Incitatus percherón, tan dañero que a la pura ley de sus puros (vanos, hueros) me embombilló en Los Pinos a otro tantito peor?
¿Imposición de Calígula? Lo fue, por supuesto. ¿Y no son impuestos los Incitatus del gabinete sexenal? ¿Que el pueblo romano ovacionó al noble equino de la Roma imperial? Lo ovacionó, sí, pero al Incitatus Lozano, de la Sec. del Trabajo, ¿algún mexicano que no fuese equino lo ovacionaría? ¿Y al Incitatus de la SEP, al de Economía, al de Hacienda y al alcahuete de todos ellos, el Chava Casillas de la Función pública? ¿Aplaudiría a jueces, ministerios públicos e Incitatus capones  de la Suprema Corte?  ¿A políticos Diegos,  yunquistas, cristeros tardíos y beatos del Verbo Encarnado?
¿Estadista Calígula? Sí. Con Incitatus no arruinó un imperio hasta ahogarlo en sangre, droga y crisis económica. El emperador sentaba sus dos reales en su palco del coliseo, pero para solazarse con el espectáculo de unos cuantos infelices despedazados, no de 23 mil. Ante el destazadero y la carnicería Calígula nunca tuvo la cachaza ni la  vocación de Perra Brava como para largarse a disfrutar del clásico pasecito a la red, y quede atrás el descuartizadero de cabezas sin cuerpo y cuerpos descabezados.  El cónsul equino, mis valedores, respetó el erario público de la Roma imperial.  ¿Y los Incitatus de algún imperio fallido y en decadencia? ¿Esos qué? Los que van a morir te saludan. (Vale.)

Cascarita de gobierno

Gobierno de cascarita: 223 ejecutados en los últimos cuatro días. (El, sentado en su palco, al cuello una bufanda con la enseña patria y las siglas de la Federación Mexicana de Futbol.)
Que cuando él andaba de candidato, dije a ustedes ayer, por arañarle votos a la Perra Brava ninguna pena le dio disfrazarse con calzones guangoches, camiseta de colores y botines de futbol. Ya sobre sus lomos la luz de las candilejas ándenle, a barrerse frente a los que se le pusieron enfrente. Yo desde aquí preguntaba al futbolista de salón:
Señor, si la cascarita se prolonga hasta Los Pinos (toco madera o lo que sea esto duro que tengo aquí abajo, creo que melamina), y convierte usted en cascarita la investidura presidencial,  ¿un yunquista el árbitro? Los abanderados, ¿cristeros tardíos? ¿San Marcial Maciel, penitente impenitente, el masajista? Porque  Onésimo es brusco, tiene la mano pesada y le gusta rasguñar. El dueño del equipo, como siempre, el de la Casa Blanca. Cuántos balones no le irá usted a entregar…
¿La sede futbolera? El Goloso de Santa Ursula bendita, lógico. ¿Qué días para la cascarita y cuáles para rosarios, triduos y tedeums multitudinarios, con los que se intentase entrar de rodillas al Guiness? Porristas, ¿contrataría? ¿Velasco Arzac, Abogados Católicos, Serrano Limón? ¿Valdemar, el vocero de Norberto Rivera? Antes de iniciar el encuentro, ¿encomendarse al opusdeísta Escribá? Si en el tiempo reglamentario cero-cero el marcador, ¿tiempos extra? ¿Penales? ¿Gol de oro, muerte súbita, extra-innings? O apoco de plano la reelección. (Nosotros, masas sociales, seguiremos jugando el papel de porra, de  Perra Brava. Es México.)
Como premio a nuestros chiquitibunes, ¿jaculatorias? ¿Cien días de indulgencias? ¿Indulgencia plenaria? ¿Calcula usted que con su equipo (hoy lo conozco: Lozano, Gómez Mont, Molinar, etc., flor y espejo de la rampante mediocridad) podremos mantenernos en la división de ascenso, o en picada a la tercera división, a las canchas llaneras?  ¿Seguiremos, como hasta hoy, jugando con el sol de frente, el marcador en contra y un árbitro vendido, concretamente a la Casa Blanca?
Que del encuentro futbolero salió usted raspado de las rodillas. ¿De dónde saldremos raspados los mexicanos, después de que el segundo marido de la Sahagún nos raspó hasta las criadillas, descriadas por culpa de él? Usted, a curarse las mataduras de sus rodillas, que ya con la banda presidencial se las va a volver a raspar al hincarlas en la cancha de Washington…
Eso, mis valedores, preguntaba ayer. Hoy, la institución presidencial convertida en cáscara, cuidado con él. Como futbolista de sololoy ningunas aptitudes pudo mostrar; en Los Pinos la mínima cualidad de estadista jamás ha exhibido. Y qué conque, si al futbolista de ocasión, como a los alquilones profesionales del “Vasco”, los “medios” lo protegen y alcahuetean, y le cubren púdicamente calcetinazos, autogoles y patadones al aire. Ah, pero  que no sean del equipo contrario, político o de futbol. Esos no pasan de ser “un peligro para México”, costosísima campaña que los contribuyentes tuvimos que financiar. Pero usted, señor, despreocúpese:  México entero, vocación de Perra Brava, anda clueco a estas horas con el equipo de ese que tachó a México de país “jodido”; jodido, sí, porque  ni cuenta se ha dado de que mientras él ululaba consignas patrias usted masacraba a mineros y electricistas. Si de chiripa ganan los “bofos”, ¿qué irá usted a destruir esta vez? Ni conteste. (México.)

De la Triste Figura…

Cabezas sin cuerpo, cuerpos descabezados, una alucinante regazón de cadáveres y todo el país empapado en sangre y  convertido en escándalo y pena internacional. (El, mientras tanto, sentado en su palco del estadio, de bufanda  la enseña patria y las siglas de la Federación Mexicana de Futbol. Es México, que es decir todos nosotros.)
Pero al de la bufanda y el viaje a Sudáfrica la atracción de cancha y esférico no le nació ayer. Desde que andaba en campaña y por atraerse los votos de la Perra Brava se disfrazó con calzones guangoches, camiseta de colorines y botines de futbol (los otros botines, acusa la revista semanal, los está redondeando a estas horas. A la chita callando. En fin.) Mis valedores:
En estos días de psicosis, enajenación y locura colectiva, el “mandatario” sentado a dos posas en el estadio sudafricano mientras al país lo crucificaban con un R-15 y una AK-47, traigo al recuerdo el atento recado que desde aquí le arrojé  después de observarlo barriéndose a los pies de jugadores, entrenador, masajistas y cubeteros para que le ayudaran a anotar, y con su cancetinazo nosotros perdiésemos el encuentro. Si el mensaje tiene o no vigencia, júzguenlo ustedes. Decía:
Señor candidato de Washington y los treinta mega-ricos de este país, de los cuatrocientos corporativos, el alto clero católico, el duopolio de televisión y casi toda la prensa escrita:  lo miro correr, acezante, tras de un sillón que se cortó a la medida de estadistas de la estatura del Tata Cárdenas, sillón que se advierte para usted muy lejano a pesar de las toneladas de propaganda que desde los medios de condicionamiento de masas nos arroja en la cara, sin contar esa descarada, interesada ayuda del segundo consorte de la Sahagún, el de El Tamarindillo, tan apestoso.
Lo que ese busca es cubrir su estatura de caballo percherón con la fina persona de usted, así sólo le cubra cintura, talones y posas, señor candidato. También habrá que arropar apellidos y nombres de tal prosapia y tan honorables como Gordillo y Salinas, Peña Nieto y Montiel, Sahagún y Bribiesca, Romero Deschamps y Aldana, Norberto Rivera, Onésimo Cepeda, Marcial Maciel y congéneres. Señor candidato:
Ahora recurre usted a la mojiganga de disfrazarse con camiseta, botines y calzones guangos para habilitarse de futbolista. ¿Pues de cuándo a acá, señor? Y si ni con ello lograse llegar a los zancajos del  carismático que el Solá publicista de usted etiquetó como “un peligro para México”, ¿a qué otro artificio va usted a apelar, señor candidato?
Pero cuidado, que lo imposible pudiese ocurrir, (toco madera, ¿o es vil melamina?), y el día señalado amaneciera usted con la banda presidencial entre pecho y espalda. Cosas veredes, advirtió a Sancho el de la Triste Figura. Puede ocurrir el prodigio, qué milagros  no logre la televisión, madre que tiene a millones de pobres de espíritu pegados a sus dos pechos, el del Ajusco y el otro, ella que en este país no conoce madre ninguna….
Señor futbolista de ocasión: si fuerzas de derecha (zurdo usted, qué paradoja) me lo encaraman hasta Los Pinos: ¿su estilo de juego será fino, técnico, o va a resultar lodero, como el de su antecesor, con todo y la carga de hombro, el caballazo, el calcetinazo y el patadón? ¿En cancha de pasto sintético se siente bien? ¿Pasto inglés? ¿Pasto gringo, que ya veo a usted aquerenciado con La Casa Blanca, hasta donde irá a filtrar tantos balones de nuestra exclusiva propiedad? Aunque me parece que usted no pasa de ser… (Mañana.)

A escarmentar

Felicidades, mis valedores. ¡Le ganamos a Francia! ¡Nada menos que al subcampeón mundial! Contra Sudáfrica jugamos un tanto cuanto medrosos, pero en el segundo partido logramos un buen nivel en el juego de conjunto, y nos alzamos con una victoria sobre el subcampeón mundial. Lo logramos. Sigamos jugando así. (¿Nosotros? ¿Ustedes, yo?) Felicidades. ¡Si se pudo! ¡Vamos, México..!
(La inmensa mayoría del pueblo rara vez toca una pelota, y se convierte en espectador pasivo que participa por delegación de los triunfos de su cuadro predilecto, a cuyos partidos asiste a distancia, desde una tribuna, enajenándose en el jugador profesional, que de esta manera adquiere la categoría de un ídolo. Las clases altas, en tanto,  practican personalmente el deporte -golf, tenis, hockey, equitación, polo, esgrima-. Sólo las clases bajas están reducidas al espectáculo pasivo del fútbol.)
Mis cierto, mis valedores, nos hemos vestido de héroes, pero un momento: no por aguarnos el delirio triunfal, sino para prevenirlos de una posible desilusión si es que no llegamos a la disputa de la gran final, aquí recurro a la historia del México 86,  en la glosa del editorial gráfico que al final del torneo publicó el Palomo en el matutino.
Meses antes, Televisa convocó a un concurso para elegir el emblema del mundial, y la triunfadora fue una joven muy cercana al monopolio, con la propuesta de Pique,  un chile al que los “creativos” de alguna agencia de publicidad disfrazaron de futbolista mexicano: chaparrito, jetoncito, peloncito, de lentes, rostrín mofletudo, chata nariz y de apipizca unos ojillos donde anida la socarronería. Y que me lo visten con el sagrado uniforme de la selección “nacional”, la de “nuestros muchachos”: camiseta verde, blancos los calzones, medias rojas y en las patucas unos botines de cuero imitación plástico y procedencia china, botines de este tamañito, miren, no como los botines de las familias Salinas, Sahagún, Montiel y Cía.  Y el Pique, rostro sonriente, ojillos apicarados a lo Carlos Salinas y en la testa el gorro alón,  presidió los festejos. Al igual que hoy día, los merolicronistas de Televisa manipularon a las masas populares y generaron en ellas grotescas esperanzas en el equipo tricolor.
Y llegó junio de 1986, y en un Goloso de Santa Ursula que hervía de Méxicos, vivas, banderolas, oriflamas, himnos nacionales y al aire los pechos de la Chica Chiquitibún, alguien dio el patadón oficial de salida. A balón seguido, y más allá de la escandalera y la enajenación colectiva de cámaras y micrófonos (en vivo y a todo dolor, de costra a costra y de frontera a frontera), se sucedieron los encuentros, los mexicanos fueron eliminados y el torneo llegó a su fin. El “México 86” dio el cerrojazo. Y ya.
¿Las consecuencias? Quién pudiese expresarlo mejor que Palomo en  la susodicha caricatura que dividió en 6 cuadros. Mis valedores: por que el triunfo sobre Francia  no nos arrastre a la desilusión y al sentimiento de impotencia colectiva,  aquí la glosa del editorial gráfico.
Cuadro primero: Estereotipo del mexicano haragán: es mediodía y Juan Pueblo (el chile futbolista arropado en su gorro alón) dormita acuclillado de lomos contra un pitayo. Y qué de imágenes hierven en la olla pozolera de un cerebrito intoxicado con la escandalosa campaña de patriotería triunfalista que le embombillaron los merolicronistas de Televisa. ¡Pasamos a cuartos de final! En el sueño, Juancho Pueblo ya araña la Jules Rimet. ¡Mé-xi-co! ¡Sí se pudo! (Sigo mañana.)

Caminos de ayer

“¿Por qué no pudimos ganarle a Sudáfrica? ¿Por qué no logramos definir, por qué se nos negó el gol?  ¿No hubo actitud, no estuvimos motivados? Con Francia podemos empatar y ganarle a Uruguay, ¿por qué no?”
Así me habría dirigido a ustedes para enajenarlos un poco más y tornarlos aún más dependientes de once alquilones del futbol, y consolidarlos en su actitud pasiva de héroes por delegación en provecho de mercachifles que mueven masas como marionetas. Pero no. Una moral personal, una ética periodística me impide inferirles un agravio de ese tamaño.
Yo también  fui un manipulado, mis valedores. A mí también me devoró el Tigre Azcárraga de aquellos tiempos. Sin nunca hasta entonces haber tocado un balón y a dos nalgas frente al cinescopio, me posesioné de las hazañas deportivas del equipo de mis amores,  y con las hazañas de los jugadores, mentecato de miércoles, fui héroe a trasmano, como tantos de hoy.  Yo fui uno de esos, pero de esa la mugre me lavé a tiempo como también del licor, el cigarrito y el clásico pasecito a la red en plan de mirón. Y a vivir.
Hoy, ante el espectáculo de unas masas a las que duopolio y demás mercachifles me lo  traen a estas horas como agua en batea, me he puesto a pensar en los tiempos, qué tiempos aquellos, en que fui  uno más dentro de ese escalofriante negocio de los fenicios. Yo, fanático del futbol. Qué tiempos…
Hoy mismo, al filo de la nostalgia,  me he puesto a rememorar el perfil de las campeonísimas Chivas de los 60s, cuando no había en todo sol general un más delirante fanático ni más gritón, ni más alborotero, en la zurda el cigarrito y el desechable en la diestra. ¡Y salú por mis Chivas! Lóbrego.
El Guadalajara, mis valedores, aquel rebaño sagrado de las fragorosas contiendas contra los margaritones del Atlas, contra los  Mulos del Oro, contra el aborrecible América. Presentes tengo en la mente a los once símbolos del chiverío de mis amores en la primera juventud (hoy vivo la última, pero a todo pulmón). Mis héroes de los tamaños de un Héctor Hernández, canela pura, goleador de veras. Ah, driblador de prosapia; aquella su suavidad para manejar el esférico, burlar al contrario y lanzar el trallazo que va a tronar en el mero corazón del marcador. ¡Héctor Hernández, me estoy poniendo de pie..!
Recuerdo a mi Chava Reyes, el cabeza de melón: fino a la hora de esconder el esférico, pasarlo, desmarcarse, recibir como mandan los cánones, fusilar y… ¡el Guadalajara se trepa en el marcador! Qué tiempos.
Bujía del equipo, batallador incansable, te recuerdo ahora, Chololo Díaz; largos calzones guangoches y esa tu marunga que hoy apodan chanfle, y que en las manos del guardameta rival fue brasa y pólvora, para enseguida… ¡gol! Isidoro Díaz. Chololo…
Te miro en mi mente, Chuco Ponce mentado, constructor de juego y habilitador de unos pases en profundidad que se encargaba de convertir en anotaciones aquel afamado Mellone Gutiérrez. Y quién no se alza escuchando tu nombre, Mellone inmortal, que burilaste aquel gol que te iba a convertir en ídolo de todo San Juan de Dios y anexas, gol anotado de nalga; la zurda, para más mérito. Mellone Gutiérrez…
Fino porte, señorío, verticalidad; chiva por antonomasia, el capitán Jaso postulaba en cada disparo al arco su filosofía futbolera: fuerte, raso y colocado. ¡El capi Jaso toma el esférico, se pica por el área central, dribla a un contrario, dribla a dos, dispara y …¡gol de la chiva contra los Cremas de Televicentro. ¡Goool! (Siento enronquecer mi garganta, sigo mañana.)

Paranoides

Ahora no me refiero al futbol, hoy santo y seña de la comunidad, sino a cierto proceso mental relacionado con el balón que fue para mí  inexplicable hasta que la lectura de  Fromm me explicó semejante fenómeno. Porque en la psicosis colectiva del torneo futbolero escucho y leo las opiniones de analistas que, esté yo de acuerdo o no con sus opiniones, al teorizar sobre asuntos de cultura política, literaria, de finanzas, en fin, manejan la razón y la lógica. Pero de repente, ante el clásico pasecito a la red…
¿Por qué al hablar de futbol esos mismos analistas padecen  extraña metamorfosis que los lleva a adoptar el papel de protagonistas? “Nunca antes habíamos logrado ganarle a  Italia”.  “Nuestra impericia en los tiros penales”. “Nos golearon, cuando debimos ganar”. “Nos faltó actitud, filosofía”. “No supimos aprovechar nuestra localía” (Sic.) “¿Por qué no pudimos golear..?”
A ver. ¿Nosotros, usted, yo, él, ellos? ¿Editorialistas y lectores del diario, conductores de la radio y oyentes, analistas de la TV y masas televidentes ganaron o perdieron, cuando la infinita mayoría de ellos son elementos pasivos que nunca han pateado un balón? ¿Entonces? Yo, aquella extrañeza. ¿Por qué  “nosotros” (y no sólo los alquilones del futbol, sueldos estratosféricos) ganamos, empatamos o perdimos ese encuentro futbolero? ¿Por qué unos entes de razón pueden caer en semejante embuste? Fromm aclara el fenómeno: ello ocurre por uno de los procesos mentales más poderosos y desconcertantes, un acuerdo entre nuestra naturaleza gregaria y la capacidad humana de pensar.  Racionalización, le llama.
El hombre es, en su origen, un animal gregario. Sus actos están determinados por un impulso instintivo de seguir al jefe y de estar en contacto con los otros animales del derredor. En lo que tenemos de borregos no hay mayor amenaza a nuestra existencia que el perder contacto con el rebaño y sentirnos aislados. El bien y el mal, lo cierto y lo falso, están determinados por el rebaño.
Pero no sólo somos borregos. Como humanos estamos dotados de una conciencia de nosotros mismos, de una razón independiente del rebaño. Nuestras acciones pueden regirse por los pensamientos propios, sea o no compartida nuestra verdad. Es así como la brecha entre nuestra naturaleza gregaria y nuestra naturaleza humana, explica Fromm,  “es la base de dos clases de orientaciones: la producida por proximidad al rebaño y la que genera la razón. La racionalización es un acuerdo entre la naturaleza gregaria y nuestra capacidad humana de pensar. En cuanto somos borregos nuestra guía principal no es la razón, sino la fidelidad al rebaño. Esclavitud o libertad, he ahí el dilema.
Ahora entiendo la metamorfosis del hombre de razón en futbolista virtual. El rebaño impone la “verdad”, y su “verdad” convence al individuo, y de muy buena fe lo lleva a protagonizar espejismos de encuentros futboleros.  Es la hora en que todos, incluyendo a analistas y comunicadores, “ganamos” los partidos, “los empatamos” o “los perdemos”. Nosotros; la “verdad” del rebaño.
Pues sí, ¿pero al rebaño quien, quiénes le imponen su “verdad”? Mis valedores: escuchen allá afuera la voz pública de analistas y masas populares. Oiganla, léanla con atención. Allá todos andan enfervorizados (yo no, que me sustraigo a la “verdad” del rebaño). En radio, prensa, TV, todos andan a estas horas  pateando el balón y ganando, empatando o perdiendo encuentros virtuales de futbol. “¡Metimos el gol del honor!”  Ah, masas. (Seguiré con el tema.)

Intelectuales orgánicos

El halconazo  y la memoria histórica, mis valedores. Aquí las opiniones de Echevería y sus intelectuales, retrato hablado de quienes, ante el reguero de cadáveres del 10 de junio del 71, se erigieron en defensores del matancero tal  como en la matanza del 2 de octubre del 68, y más tarde en  la guerra sucia de los 70s. para rematar con  masacres como la de Acteal. Van aquí las opiniones de obispos y periodistas, políticos e intelectuales y del propio Echeverría, todavía hoy encuevado en la impunidad, ese redrojo histórico que así se manifestó frente a los periodistas que le reclamaban la masacre:
– ¡Si ustedes están indignados, yo lo estoy más!  ¡Yo deploro y condeno los acontecimientos en los que varios jóvenes perdieron la vida. ¡Que los mexicanos no se dejen sorprender por movimientos opuestos entre sí, ambos evidentemente minoritarios, cuyo único objetivo es la anarquía! La institución encargada dará todos los pasos que se requieran para tocar el fondo del asunto y detener a los culpables. En cuanto la investigación haya llegado a sus conclusiones… ¡yo  tomaré las medidas oportunas lo antes posible!
Voceros del Revolucionario Ins.:”Algunos grupos, sin tesis ni bandera, pretenden trastornar el orden público. ¡No lo permitiremos!”
Y Alfonso Martínez Domínguez, regente de la ciudad y responsable del grupo paramilitar entrenado y financiado por el Gral. Alfonso Corona del Rosal: “¿Halcones? ¿Cuáles halcones? ¡Los halcones no existen! ¡Esa es una simple leyenda..!” (Que le costaría el puesto.)
De la renuncia opinó un Luis Velázquez, diputado y  sobrino de Fidel: “¡Debe entenderse como una nueva línea, una nueva tónica del gobierno del Sr. Presidente Echeverría, dispuesto al sacrificio, inclusive, para disipar cualquier sombra de duda que pudiera surgir en el pueblo, en la opinión pública! El presidente Echeverría se ganó nuestra confianza”.
José Garibi Rivera, cardenal  de Guadalajara:
– Exhorto a los jóvenes a que reclamen lo que sea justo, pero siempre por los caminos legales. Es de lamentarse que los jóvenes de quienes México espera mucho, tomen caminos equivocados. Que estos muchachos, llenos de entusiasmo, de optimismo por la vida, tomen un ideal digno de ellos…
Sobre el autor de la maniobra de excarcelar dirigentes del 68 para cooptarlos y que desde dentro desmantelaran el Comunista Mexicano y los logros del movimiento estudiantil, Heberto Castillo, apodado el “aperturo” porque exaltaba la “apertura política” del carnicero:
– ¡Compañeros: estoy a favor de las medidas tomadas por el presidente Echeverría! Esto revela que podemos avanzar y actuar luchando por la vía legal. ¡Las brechas para el diálogo democrático están abiertas, debemos transitarlas! ¡No empujemos a LEA al lado de los sectores más reaccionarios..!
Carlos Fuentes: “Después de los sucesos del año 68, Echeverría no tenía sino dos salidas, dos opciones: una era reprimir, otra era democratizar. Creo que evidentemente no ha tomado el camino de la represión, sino el de la democratización, un camino en bien del país. Afortunadamente, creo que los hechos de hoy nos dan una enorme esperanza de que el camino de la democratización ha triunfado.  ¡Echeverría o el fascismo..!”
Para que no se nos pierda la memoria histórica. Para que justipreciemos la clase de apoyo que el intelectual orgánico es capaz de ofrecer a un Sistema de poder cuya represión impune es capaz de tan delirante regazón de cadáveres, un simple  “daño colateral”.  Es México. (Este país.)

Y llegó la Hora Cero

El Jueves de Corpus, mis valedores. A los sucesos trágicos del 10 de junio de 1971 me referí ayer aquí mismo. En su “memoria” de los hechos el halcón asesino y cronista de la masacre asegura que lo llamó su jefe, el Fish: “Habla a los halcones. Vamos a trabajar de nuevo”.
– ¿Con el gobierno?
– ¡Nooo! –me dijo casi gritando-. ¡No seas bárbaro! Vamos a servir de brigadas de choque al servicio de los hombres más ricos de México, que ven con terror el avance del comunismo en la Universidad, en el Poli, en las Normales y en todos los sectores de la población. Ellos nos van a pagar esta vez.
Originalmente se había planeado, por sugestión de Guajardo, el de la COPARMEX en la Ibero, una manifestación estudiantil lo suficientemente tumultuosa como para provocar una reacción violenta del régimen. Iban a injuriar al Presidente y a cometer atropellos y hacer todo lo posible para provocar la represión del ejército y de la policía. Mas como estaban tan desacreditados por lo de Tlatelolco, tal vez no reaccionarían. En ese instante entraríamos nosotros y los haríamos pedazos.
“Los halcones, mientras funcionamos como tales al servicio de la regencia del Gral. Alfonso Corona del Rosal, estuvimos organizados a la manera de una entidad paramilitar. Insisto: en la Universidad éramos porros. Y recibíamos nuestra paga de la Universidad…”
Y amaneció el 10 de junio…
“Recorrí  lo que sería el campo de batalla y me cercioré de que no había gente sospechosa en los pasillos, angostos y semioscuros,  donde iba a meter a los halcones que irían armados con pistolas y  metralletas. Me agradaron una rejitas que están frente a la casa 268 de Alzate, desde las cuales se puede disparar como trincheras. La orden del Fish: “¡Pártanles toda la madre! Ah, pero a los periodistas patadas, golpes y romperles las cámaras. A ellos ni un balazo.
Y llegó la hora cero. El estudiante: “Al llegar a la México-Tacuba se escuchó un disparo de lanzagranadas y de atrás de los granaderos aparecieron unos mil halcones divididos en seis grupos, que portaban garrotes de bambú de dos metros, macanas y varillas forradas. Oímos sus gritos. Iba por el cine Cosmos. Luego se oyeron los primeros disparos. De pronto parecía que los disparos provenían de todas partes. Sus cargas eran respaldadas por descargas de gases lacrimógenos. Venían armados con metralletas, fusiles automáticos M-1, M-2 e incluso M-16. Comenzaron a caer compañeros. Muertos unos, otros heridos. Los halcones se entregaban a la persecución, a la masacre, a la caza de seres humanos y al saqueo y la destrucción. Los granaderos permanecían inmóviles.
El halcón: “Cuando faltaban siete minutos para las cinco p.m. arrancó la descubierta de la manifestación. Se empezó a escuchar el grito de guerra: ¡México… libertad! ¡México… libertad! Los nuestros ripostaron: ¡Viva Nuevo León!…¡Viva el che Guevara! ¡Libertad para los presos políticos! A mí me sudaban las manos. Tenía seca la boca. Venían como diez mil estudiantes y gente del pueblo. Nada mansos se notaban. Algunos traían metralletas, palos, cuchillos, unos bultos. ¿Granadas de mano? Dí el grito:
– ¡Halcones!…¡Halcones! El ataque, con todo.
De atrás escuché el tableteo que hizo caer a medio metro de mí a un halcón herido con cuatro balas en la espalda y nuca. Ahogándose en su sangre que vomitaba con fuerza, pues estaba herido en los dos pulmones me rogó:
– ¡Ayúdame… no me dejes… ayúdame hermanito!
(Mañana, 10 de junio, el final.)

Memoria histórica

México, 10 de junio de 1971, que se cumplirá el próximo jueves. La crónica consiga detalles de la manifestación organizada por una cierta Alianza Obrero-Estudiantil que en apoyo a los estudiantes de la Universidad de Nuevo León y la renuncia de su rector Elizondo –bandera obsoleta, porque el rector ya había renunciado-, logró congregar a unos  diez mil, entre estudiantes y “gente del pueblo”, y fue rudamente reprimida por el gobierno de  Echeverría. Apenas tres años antes se había perpetrado la matanza del dos de octubre.
Pero la historia no se escribe en blanco y negro, con una tajante diferenciación: víctimas y verdugos. Según testimonios de época, uno y otro bando participaron de ese doble carácter, de víctimas y verdugos. Aquí la crónica de los sucesos que sembraron su almácigo de cadáveres. Un estudiante, en el libro respectivo:
“A las 3:45 p.m. el camión  en que viajábamos un compañero estudiante y yo entró a la calle de Cedro en la colonia Santa María y de inmediato advertimos que había mucha vigilancia policiaca. La calle de Nogal estaba invadida por camiones de bomberos, carros de agentes y policías de tránsito. En la Calzada México-Tacuba divisamos transportes de granaderos y cinco tanques.
Al llegar a la Calzada comprobamos que el tráfico hacia Instituto Técnico estaba bloqueado y que en ambas contraesquinas del cine Cosmos había grupos bastante numerosos de jóvenes armados con palos y en actitud provocadora. De inmediato los asociamos con otra banda de sospechosos que divisamos en la calle de Sor Juana…”
Un halcón, en su crónica: “El entrenamiento se realizó como una entidad paramilitar y al servicio de la regencia del Gral. Alfonso Corona del Rosal. Días antes del 10 de junio me ordenó  El Fish, mi jefe: Habla a los halcones. Vamos a trabajar de nuevo, sólo que ahora no con el gobierno. Vamos como brigadas de choque al servicio de la COPARMEX y su presidente, señor Guajardo Suárez, que ve con terror el avance del comunismo en la Universidad, en el Poli, en las Normales y en todos los sectores de la población. Ellos nos van a pagar.
Ese señor sabía que nosotros habíamos sido los autores del fin de la huelga estudiantil de 1968 cuando aplastamos a los comités de lucha, vencimos a sus grupos de choque y dimos confianza a las mayorías tímidas para que asistieran a las aulas y se reanudaran las clases”.
Cómo acudir a la manifestación (folleto de la Alianza Popular-Estudiantil). 1.- Acompáñese con la gente que conoce. 2.- Si se incorpora a la mitad, busque un grupo conocido. 3.- No llevar libreta de direcciones. 4.- Avisar a alguien para que notifique en caso de desaparición. 5.- Organízate internamente con las gentes que conoces, para que en caso de represión, se tenga un lugar común de reunión fuera del orden policíaco o militar para formar brigadas, o saber de cualquier desaparición. 6.- No dejarse provocar en ningún momento. Abajo la Ley Orgánica de la UANL y UNAM. Comité de Lucha de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
“Las mantas –cuenta el halcón- se pintaron en la Escuela de Economía. Varios coches descargaron palos y varillas. Diez estudiantes fabricaron bombas Molotov, y por la noche, en un automóvil Volkswagen, llegó, procedente de la Normal, una caja de madera con pistolas, tres subametralladoras, y su dotación de cartuchos. De la Casa del Estudiante de Sinaloa llegan más cajones que nadie sabe qué contienen, y que pesan mucho”. (Sigo mañana.)