Un Ratzinger provocador

¿Y qué, no bastaba con un incendiario? El genocida de Washington, ¿precisaba de cómplices en El Vaticano? ¿Qué intentan semejantes pirómanos? ¿Incendiar todos los mundos del universo oriental, que es extender la hornaza a todos los puntos de la rosa? Mis valedores…

Me referí ayer a la mecha que en una de las tantas bombas de tiempo encendió, mala fe o imprudencia, ese Joseph Ratzinger que inició su vida pública en las juventudes hitlerianas, cayó después, ya cura católico, en el oficio de un inquisidor tan riguroso con Mahoma como complaciente y benévolo con los paidófilos padres Maciel, para más tarde rematar, por obra y gracia del Espíritu Santo (Lo jura el dogma, no yo), en sumo pontífice y en «su santidad». El polémico personaje acaba de hacer suyas, y arrojarlas a la cara de cincuenta y tantas naciones del Oriente islámico, ciertas aviesas expresiones de algún antiguo emperador bizantino acerca de que Mahoma impuso su religión a filo de espada, y trajo con ella lo malo y lo inhumano: Y qué a la medida de la síntesis del periodista judío:

Todos tenemos la suficiente religión para odiamos, pero no la necesaria para amamos los unos a los otros?

Y el autor anónimo: «La aparición del Islam fue una llamada a la reforma que la Iglesia, saturada de éxitos desde los tiempos de Constantino el Grande, no supo captar».

Pero no sólo personajes judíos: al Islam se refiere el sacerdote católico Emilio G. Aguilar, luego de una aclaración pertinente: «Yo no quiero hacer aquí una apología del Islam ni tampoco denigrar al cristianismo». Y a continuación el arabista e islamólogo español:

El punto germinal, raíz y razón del Islam, está en esta experiencia de Dios de ese hombre nacido en La Meca en el 570, y sobre el que todos eran unánimes al afirmar que era un hombre piadoso, honesto y caritativo, a cuyo buen juicio recurría frecuentemente la comunidad. Se le conocía por el sobrenombre de «el piadoso, el equitativo, el amigo del necesitado y defensor del oprimido. ¡El hombre de acuerdo con Dios..!»

El profeta y el Islam nos recuerdan dos cosas: Allí donde nuestra postura no es coherente con lo que proyectamos sobre Dios, no es coherente con Dios, no puede venir de Dios. La experiencia del ministerio de Dios nunca es agresiva Yo se lo digo a los musulmanes: donde hay agresión no está Dios. Toda palabra que digamos que viene de Dios, si es agresiva, no puede venir de El. Dios sería incoherente y Dios es infinitamente coherente. Es más justo poner en duda una Escritura que hacer incoherente a Dios. Y este es un criterio que hay que aplicar, y nosotros deberíamos arrancar más de una página del Antiguo Testamento también, porque eso del pueblo elegido…

¿Podemos comenzar a hacer matices y distinciones? Dios es amor y el amor no distingue y lo que no se parece en nada al Dios amor y al Dios que ama a todos los pueblos y a todos los seres humanos no viene de Dios, ¡y nunca se mata más impunemente que cuando se mata en nombre de Dios…!

Pero el fundamentalismo que atribuimos al Islam es una palabra que no conocen ni el árabe ni los musulmanes. Se la hemos aplicado hasta el punto de que cuando se habla de fundamentalismo todo el mundo piensa en el Islam. Estos días se ha podido ver el fundamentalismo judío: 250.000 personas que gritan por las calles de Jerusalén que quieren volver a la Biblia ¡Y nunca se puede ser fundamentalista en nombre de Dios..!

Todo el Islam es una postura un talante nuevo, es decir, un rendirse sin condiciones ni dudas a Dios; rendición agradecida puesto que todo venía de Dios, rendición que es la esencia de lo que él ha experimentado, y que al mismo tiempo es la consecuencia del pacto que, según el Islam, hizo Dios con la creatura antes de que existiese.

Como todos los grandes y auténticos movimientos de la humanidad, los movimientos religiosos de la historia el Islam tiene su origen en la experiencia ardiente del místico de Dios, en el encuentro indecible con el Dios uno y único, experiencia personal, profunda, total, transformante y decisiva de un hombre llamado Mahoma

Finalizo esta vez, mis valedores, con los conceptos de Ibn Arabi, siglo XIII, que, frente a la tea incendiaria de Ratzinger, me parecen espléndidos.

Hubo un tiempo en que yo rechazaba a mi prójimo si su religión no era como la mía. Ahora, mi corazón se ha tomado el receptáculo de todas las formas religiosas; es claustro de monjes cristianos, templo de ídolos y Kaabah de peregrinos, tablas de la ley y pliegos del Corán, porque profeso la religión del amor y voy a donde quiera que vaya su cabalgadura, pues el amor es mi credo y mi fe. Sublime, ¿no? (¡Ratzinger!)

¿Tú también, Ratzinger..?

¿Y ahora qué? ¿De qué se trata esta vez, cuál es el propósito? ¿Incendiar, arrasar, provocar renovados derramamientos de sangre inocente? ¿Que el medio mundo de Occidente incendie el medio mundo oriental? ¿Y después? Como si no bastara la vesania de Bush, ahora irrumpe de incendiario y cómplice del genocida mayor ese personaje egresado de las juventudes hitlerianas y aliado incondicional del imperio, el inquisidor investido de sumo pontífice, renegrido humor de ese TRIFE celestial que es el Espíritu Santo. Porque Joseph Ratzinger, a lo alevoso, acaba de provocar al mundo islámico con la requisitoria que contra algún teólogo musulmán arrojó en 1391 cierto emperador bizantino:

Muéstrame lo que Mahoma ha traído de nuevo, y solo hallaras lo malo e inhumano: expandir con la espada la fe que él predicaba.

Y ardió Roma, o casi, porque se ha tenido que reforzar las medidas de seguridad en torno al católico provocador. Ahora, tras del ingrato suceso, digan ustedes si tuvo o no tuvo razón el corresponsal judío de la segunda guerra mundial:

Todos tenemos la suficiente religión para odiarnos, pero no la necesaria para
amarnos los unos a los otros…

Y el sacerdote y misionero católico Emilio G. Aguilar, arabista e islamólogo, en documento que aún no acierto a entender cómo llegó a mi mesa de trabajo:

«La dificultad de Occidente para entender el Islam viene del hecho de negarle a Mahoma esta experiencia, motor de toda su vida y de su obra; negamos su encargo profético, y entonces tenemos que buscar otros motivos que serán generalmente negativos: ambición de poder, liderazgo político, obra del diablo o de un esquizofrénico perdido. De ahí el desprecio y las calumnias que hemos amontonado. Y también indicar el camino que tenemos que desandar, el que señalaba el cardenal Tarancón en el segundo Congreso Islamo-cristiano de Córdoba:

¿Cómo se puede apreciar al Islam y a los musulmanes sin apreciar a su profeta y a los valores que han promovido la vida de éstos..?’

Y la exhortación del prelado católico: Del Islam se ha hablado mucho y mal. Vamos a comenzar nosotros a hablar un poco y bien.

Y de inmediato sus reflexiones: «La experiencia de Dios hace que tengamos un alma ecuménica, un alma hospitalaria con todas las creencias. Cuando ponemos vallas, límites y fronteras, desde luego no estamos haciendo lo que Dios quiere; es el signo más seguro de que no hemos hecho la verdadera experiencia de Dios». (Esto, mis valedores, ¿lo sabrá Ratzinger? ¿Procederá en consecuencia..?)

Y que a Mahoma le siguió un puñado de fieles, y que este movimiento de hombres puesto en marcha por su predicación, que recuerda la sumisión total a Dios y la solidaridad y justicia con los más pobres, se presenta ante la sociedad clasista y materialista de La Meca y Arabia, como revolucionario.

Yo no quiero hacer aquí una apología el Islam, dice el sacerdote católico, ni tampoco denigrar el cristianismo. Creo que estamos poniendo las cosas en su sitio, y al hablar bien del Islam no hago más que cumplir algo que dice el Evangelio: «Tratad a los demás como queréis que os traten a vosotros». A mí me duele mucho cuando hablan mal del cristianismo falsamente; que hablen de nuestros fallos, que yo soy el primero en decirlos, pero por qué olvidar cuando nos referimos a otras religiones, sobre todo al Islam, ese consejo tan evangélico y tan verdadero: «Trata a los demás, mira a los demás, encaríñate con los demás, como quieras que los demás te traten, te juzguen, se encariñen contigo». Eso es lo cristiano, y frente a ese Islam no tenemos que asustarnos, tenemos que tener una mirada como la tiene Dios, Dice, de Santiago Apóstol, Tony de Mello:

El corazón cristiano esta casi sin estrenar frente al Islam. ¿A quién se le ocurriría tomar a un apóstol de Cristo, que no predicó más que el amor, y que fue capaz de amar hasta al enemigo, subirlo a caballo, ponerle una espada en las manos y enviarlo como si fuera un deporte religioso, a cortar cabezas de moros? ¡Y tenemos nuestras iglesias y catedrales llenas de Santiago matamoros..!

«El Islam no admite intermediarios, jerarquías, gente que se dedique a hurgar la conciencia de los demás, porque Dios es el absoluto, y el hombre el que libremente se somete a él. De un manotazo termina con todo lo que es clero, jerarquías, instituciones y demás. Después caerán también en la tentación y aparecerán los Ayatollah, los Ulemas…» (Seguiré con el tema.)

Reculón.

¿Logrero yo? ¿Arribista, oportunista, convenenciero? Como me juzguen los malpensados, sin cuidado me tiene. Yo soy como soy, y nadie me quita de la sesera que dentro del equipo del candidato perdedor mucho hubiera podido hacer por mi patria. De eso yo estoy seguro, y me basta, y que los maliciosos murmuren. Sí, nunca lo he negado, yo me entrevisté con él y le ofrecí mis servicios, pero no fui yo quien pegó el reculón, sino el propio candidato, quién lo creyera, tan íntegro que parecía a ojos de sus votantes. Pero caras vemos, reculones no sabemos, jura el Kama Sutra…

Cuando aún se pensaba que el candidato perdidoso sería el indicado para encaramarse en Los Pinos yo de inmediato fui y me apersoné con él, y me le ofrecí para lo que a su criterio y buena voluntad quisiera ofrecerme. Esfuerzo, conocimientos y experiencia los ponía a su disposición para alguna de las tantas áreas en que juzgase que me podría desempeñar; se abren tantísimas posibilidades para el candidato que se tercia al pecho la banda presidencial…

De todas formas yo, que conozco mis alcances, al candidato me le propuse para el área de la cultura. ¿Que para ese puesto no doy el «perfil»? Si el José Luis Borgues de la cultura delegó esa responsabilidad en una locutora como Sari Bermúdez, casi tan zafia, inculta, temeraria y antipática como, la Gran Rabina Tagore, ¿por qué yo no hubiese podido incursionar en esa área pantanosa y resbaladiza donde la locutora metida a promotora cultural se ha pegado tantos nalgazos, dicho esto en estricto sentido metafórico..?

Sí, por supuesto, estoy consciente de que en el campo de la cultura hubiese tenido que tratar con toda suerte de bicharajos intelectuales, tanto los independientes, que se conforman con una beca de por vida, como los intelectuales orgánicos, ellos siempre inorgánicos, especímenes cuyo apetito no se sacia con la beca vitalicia y demás prerrogativas propias de su sexo, sino que le reclaman, por añadidura, su periódica ración de estrellitas en la frente y de protagonismo en las primeras planas. Desde que Octavio Paz, con su muerte, dejó el campo libre a semejantes intelectuales de medio pelo…

En fin, que yo a pie firme hubiese afrontado el clamor de los tales, que en y si sostenido se viven entonando a coro el sonsonete aquel:

Bécame- bécame mucho- como si fuera esta beca la última vez…

Pues sí, pero lástima: mis propósitos no pasaron de buenas intenciones, y eso es lo que me entristece, que el plan se haya quedado en un buen intento y yo me haya quedado con todas mis ganas de servir al país. Y qué hacer. El candidato perdió, perdí yo, perdió la patria. Un perdidero…

De todas formas y aunque de manera extemporánea, yo me agrego al oportuno, estratégico reculón del perdedor, y a las suyas añado las mías para ir a dárselas, mis felicitaciones, al triunfador (iba a decir: uno chaparrito, peloncito, jetoncito, de lentes, pero eso sería golpear mi futuro económico), y desde aquí uno mi voz a las del perdedor, al que de plano le negaron el reconocimiento a sus votos, o ahora no iríamos a darlas al de Acción Nacional, sino a esperar que fuese él quien a lo efusivo viniera a dárnoslas. En fin; una vez que ha pegado semejante reculón, desde aquí digo al perdedor:

¿Me permite acompañarlo? De lo perdido lo que aparezca, reza el lugar común, y acompañados, entre ambos nos daríamos valor y a valer. Porque ustedes, mis valedores, me la van a perdonar, pero hay que ser prácticos y realistas, y del incendio salvar lo que se pueda, y en el naufragio aferrarnos al tablón (uno chaparrito, jetoncito, etc.) Porque el dicharajo es categórico: lo último que se pierde no es el honor sino la esperanza, y para mí, como para el candidato perdedor, aún pudiese parársenos y enderezarse (parase el águila y enderezarse el navio), y que el señor presidente electo (uno chaparrito, etc.) accediera a recibirnos, escuchar mi proyecto cultural y darme acceso al presupuesto. Entonces sí, al son de la buena vida a echar carnes, como la Bermúdez. Me veo allá arriba y esta especie de orgasmo mental.

Porque de que se cuenten los votos ya cuál esperanza. Que se reconozca al candidato, menos todavía. Hoy, de esta hecha, no queda más que arrimarse al triunfador y bracear para no ahogarse. Mis valedores:

Si alguno de ustedes, por cuestión de una discreta diarreíta o un zafón de cóccix, tiene alguna suerte de diálogo con el candidato perdedor, dígale que ahora que anda en campaña para congraciarse con el electo (uno chaparr… etc.) no me olvide Que para mí él, como presidente del país, hubiese resultado magnífico. Y cómo no, si el doctor Simi sería un presidente similar. Similar a Fox, imagínense. Similar, pero más barato, y que de «primera dama» nos habría enjaretado una joven, bella, sensual y menos inculta, zafia y derrochadora. Sin hijos. ¿Se imaginan? (En fin.)

¡Libérame de la muerte viva..!

¡Libérame de la vida en la muerte, libérame de la vida y de la muerte..!

México, 19 de septiembre de 1985, de triste recordación. Y cómo pudiese ser de otro modo, si fue un día como hoy, pero de hace ya 21 años, cuando esta nuestra casa común amaneció a ser lo que desde entonces ha sido: la herida que no cesa, y el llanto y el duelo colectivo por la tragedia descomunal. Digo sismos del 85 y se me viene a la mente la ciudad mártir a la que un sacudimiento telúrico arrancó desde sus cimientos: Agadir…

Agadir, que hace cosa de medio siglo fue remecida por un sismo semejante al de nuestra ciudad. Esta, la de nosotros, sobrevivió entera, más entera que antes, que ese es su signo: la sobrevivencia Así lo pregona, orgullosa, la leyenda meshica «Mientras el mundo permanezca no acabarán la fama y la gloria de México-Tenochtitlan…»

La ciudad marroquí fue destruida pero la nuestra se irguió, suturó sus mataduras y siguió su destino, que es el de permanecer altiva, inmutable, eterna Si hoy, como cada año, evoco la tragedia de Agadir, es porque un poeta salvó la vida en el drama sísmico que arrancó del mapa la ciudad: Artur Lundkvist Semanas después, ya vuelto a Suecia, su país, sobre la experiencia traumática del derrumbe de toda aquella ciudad creó un extenso poema vivido, lírico y visceral, «para cumplir un deber para conmigo y con los demás, tanto para con los supervivientes como con los muertos de Agadir».

Y así tituló su poema Agadir. Hoy, a 21 años del Jueves Negro en nuestra ciudad, con fragmentos del poema, me propongo recordar, honrar, testimoniar mi homenaje a todos aquéllos que en forma total y definitiva sucumbieron bajo las furias del sismo que acalambró los entresijos nuestro DE Por cuanto a Agadir, la desventurada, aquí algunos fragmentos del poema de Lundkvist, que invito a pronunciar; en silencio, posiblemente:

«El cielo estaba azul, un azul demasiado duro, un cielo de éter y acero, -el sol era un horno abierto y el día una piedra blanca laminada por lenguas violeta, -las nubes llegaron demasiado de repente, como humo de carbón, bajas y pegadas al mar, -asfixiaban y no daban lluvia..
El suelo se sacudió, profundos estremecimientos recorrieron la tierra – los perros contestaron de todas partes con aullidos prolongados, y un lamento sordo surgió de las gentes. – Sí, ahora todo dependía del capricho de la tierra, de su indiferencia o de su ira..

Me oí gritar en sueños (nunca podré saber lo que grité, – nunca podré saber si me dije algo que no sé – en el mismo momento en que fui arrojado de la cama o instintivamente me tiré de ella) y me acurruqué en el rincón mientras el terremoto crecía irresistiblemente – y las sacudidas se hacían más fuertes, más violentas, parecían venir de todas partes al mismo tiempo, – una revolución que surgía de las entrañas de la tierra, un irrefrenable baile que interrumpía – un trueno de las profundidades, abrumadoramente pesado, -un estallido de paredes, un agrietamiento, un desmoronamiento…

¿Cuánto tiempo duró? – ¿diez segundos? – ¿más? ¿menos? – o nada de tiempo, un tiempo que cesó – o perdió su extensión determinada – quizá un oscuro globo de tiempo comprimido – y el mundo volvió a existir, silencioso e inmóvil, – la conciencia se volvió a unir al cuerpo, yo volví a sentirme vivo (¿o era solamente una representación en el momento de la muerte?)

Y la desolación: por todas partes huellas de la mano de la muerte, la descarga de la rabia – muros de piedra lanzados al lado opuesto de la calle como con una burlona carcajada todavía audible, – bugamvilias en flor que se inclinaban como incendios triunfantes sobre las casas derruidas…

– ¡Libérame de la muerte viva! – Más insoportable que la locura es esta tumba en las tinieblas, – las piedras me cubren y me rodean, piedras derrumbadas, -no hay aire suficiente ni para que respire una rosa; – ¡asfixíame de una vez, como un lazo, como unas manos estranguladoras! – ¡Ahógame, aplástame con un bloque de piedra! – Todo menos esta espera en la nada, esta tortura en el ara del sacrificio, -¡arranca ya el corazón de la víctima clava ya el cuchillo de piedra! – Es preferible una lucha a muerte que este cautiverio!

Agadir, nunca más, – Agadir, para siempre en nosotros, ciudad blanca de vida y de la muerte, vida y muerte unidas en un solo cuerpo, – Agadir, hundido ya en el pasado, espejismo eterno ante nosotros,

– Agadir, preparación, advertencia – de lo que quizá nos espera la gran aniquilación,

– el mundo en ruinas, la tierra desolada sólo el humo de la muerte desvaneciéndose en el espacio, – nunca más, – para siempre – Agadir».

Ellos, o más propiamente: ustedes, los caídos del Jueves Negro, son todos presencia en la memoria colectiva Ustedes. Todos. (A su memoria)

¡Agarra la onda, güey..!

Esta vez, mis valedores, va aquí un atento recado a un tal Jorge Kahwachi, o como se escriba, opaco boxeador y mucho más borroso diputado que fue del Partido Verde Ecologista Señor:

¿Aún existe el programa aquel de Televisa que apodaban «Big Brother» o algo por el estilo, en el que hace un par de años participaron usted y algunos más de su misma calaña? Porque un remordimiento me corroe el ánima, y me urge pedir perdón a usted y congéneres, ya que en su momento me permití ironizar sobre el galano lenguaje con el que se expresaban, y con el que usted reveló ciertos escrúpulos para cohabitar ante las cámaras de Televisa con una señora vedette o algo muy parecido, aunque manifestó su disposición a atragantarse de licor. De la forma de expresarse, en el «Big Brother«, señor Kahwachi, así ironicé por aquel entonces:

¿Que qué? ¿Cuál es tu pedro con nuestro diputadazo? ¡Vivimos en el México de democracia, ¿no entiendes, güey? Me cái esos son prejuicios del tiempo de los blumers de mi agüelita. Ahoy ya no debemos escandalizarnos por cualquier pedro. Ora ya una chava moderna, bien reventada, como la Niurka en la casa de Big Brother promete bañarse en pelota integral delante de todos. ¿Y? ¿No somos adultos, güey? ¿No hemos visto unas nalgas a la intemperie en el baño? ¿No se las hemos visto a la prima, y hasta tortiado y dediado? ¿Qué acaso el respetable, o sea los televidentes, no tenemos derecho al taco de ojo de todas esas cosotas de la Niurkota? Mira, güey: me cái aunque se apriete, vamos a ver al diputadazo y la diputotota poniéndole al cuchi cuchi.

Que no parchar, dice el Caguachi, que guardar las formas. No las de la Niurka, las de mi embestidura (chale, quezque embestidura), y que me voy a aguantar del agasajo sexual, pero eso sí: que empedarme, a güevo, porque soy humano. ?rale, sincerote. Sin cerote, ¿no, güey? Pero pa mí que la Niurka sí se le trepa, y échame acá tu tesorito, y me vale chocho que seas legislador, y a ponerle cuernos a su güey como antes se los puso al Osorio, qué bárbara. ¿Le oístes sus confesiones ora sí que íntimas? Que el Juan se la pasaba en la tele, «y yo», dice Niurka que le decía: «Mira, güey, si tú me fallas, mi dedo no sabe fallar». ¡Orale con la cubanita tan cachorra! Uta, si en vez del güey del Osorio hubiera estado yo allí me cái que la dejo como trompo chillador, o sea

Y oye esto, ojete: la cubanita es tan profesional que no nomás bañarse encuerada hasta hacerse de la pipí y la popó en las meras meras de las cámaras, ya sea la de la tele o sea la de diputados. «Es que me sentó mal la cena de nuestra casa, la de Big Brother, la de todos los mexicanos«. Orale Y al salir del guater, sale, a aventarse en la cama ya no digamos de un diputadazo; hasta de un borrego, o sea el «Borrego» Nava; tan cachorra que hasta con un burro, el «Burro» Van Ranquin o con cualquier güey que se le pare, o sea enfrente. Pero el Caguachi: «Por respeto a mi partido, o sea el Verde, respeto tu partido, o sea el negro». ¡Ándale, güey..!

Y a propo: ¿pasas a creer? El ruco Víctor González Torres, viejo y todo aplaudido, declara ser bien cañón pa’ las morras, y que pone su anuncio: «Viejo rabo verde solicita chava ecologista». Orale, ¿te cái? Bueno el chistorete, ¿no? Pero caracso, digo: ríete güey, me cái que tú de sentido del humor ni madres. Pero a ver; ¿por qué vienes encarbonado? Cálmala ¿no? Ya no me la hagas de pedófilo, digo. Ni aguantas nada ni agarras la pinchi onda güey. ¿No quieres participar en democracia? Tú vas mal, cuál es tu pedro.

¡No me replique hulero! ¿Los del Big Brother son como nuestra familia y las broncas de los Big Brothers son nuestras broncas. Rollos, estrés, sexo. No manche, cálmese, supere ya sus complejos, porque a ver: ¿usté ha participado en la encuesta pa opinar cuál de los Be Be VIP 3 debe ser nominado pa salir esta semana? ¿Ha ejercido su libertad de expresión? Ah, ¿tonces por qué chillas, mi hijo, por qué ya no quieres seguir a pata de aquí a la casa? ¿Nomás por esa ampolla en la chancla güey? Bueno, sí, me gasté lo del micro en el telefonazo, pero fue pa que saquen al «Burro», que lo abomino. Tú, ya estudiante formal de prepi, ¿ya contra la libertad de expresión de tu padre? ¡Ande carbón, levántese y siga caminando. ¿Pos este.?

Tal dije entonces, señor Kahwachi, yo todo escaldado ante el borbollón de vulgaridades que vomitaban por la cloaca bucal usted y compinches big brothers. Hoy rectifico: diputado y big brothers han resultado académico de la lengua frente a la lengua del coordinador de legisladores priistas Emilio Gamboa Patrón, el de los «papacito, cabrón, precioso, putita una mamada pizarrín, a güevo» y demás flatulencia que por los hocicos ha ventoseado en torneo fecal con sus pedófilos cómplices, los Succar, Nacif y compinches. Junto a semejante lengua de semejante Gamboa senador, la de usted, mis respetos, señor Kahwachi. (Puah.)

El cura Hidalgo, un hereje…

Ciudad de Chihuahua, 30 de julio de 1811. Aquí y en esta fecha fue fusilado Da Miguel Hidalgo y Costilla, al que previamente había excomulgado Manuel Abad y Queipo, obispo de Michoacán. Y las vueltas que da la Historia, mis valedores: fue el Tribunal de la Inquisición, ese que en nuestro tiempo y con el nombre de Consejo de la Fe presidía hasta hace algún tiempo Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI, el que formuló contra Hidalgo 53 cargos, para terminar azotándolo con la excomunión fulminante. La defensa del Libertador:

«Todas mis acciones estuvieron fundadas en el derecho que todo ciudadano tiene cuando cree que la patria está en riesgo de perderse».

La voz de la Iglesia Católica Arzobispo Lizama, octubre de 1810:

«Hijos míos, no os dejéis engañar: el cura Hidalgo, procesado por hereje; no busca vuestra fortuna sino la suya; como ya os tenemos dicho en la exhortación del 24 de septiembre: Ahora os lisonja con el atractivo halagüeño de que os dará la tierra: no la dará y os quitará la fe; os impondrá tributos y servicios personales, porque de otro modo no puede subsistir en la elevación a que aspira y derramará vuestra sangré y la de vuestros hijos».

En la Nueva España de entonces existían 29 centros culturales. Templos católicos había once mil ciento dieciocho. Así, quien levantó un pueblo en armas, lo pagó con su vida luego de que sobre su cabeza cayó todo el peso de la excomunión. Aquí, revelador, un trozo del documento que, fechado el 24 de septiembre de 1810, firma Abad y Queipo, más tarde sospechoso, él también, ante el Tribunal de la Inquisición:

«La Nueva España (…) se ve hoy amenazada con la discordia y anarquía, y con todas las desgracias que la siguen. El cura de dolores don Miguel Hidalgo (…) levantó el estandarte de la rebelión y encendió la tea de la discordia y anarquía, y seduciendo una porción de labradores inocentes les hizo tomar las armas; y cayendo con ellos sobre el pueblo de Dolores el 16 del corriente al amanecer, sorprendió y arrestó los vecinos europeos, saqueó y robó sus bienes. Como la religión condena la rebelión, el asesinato, la opresión de los inocentes; y la madre de Dios no puede proteger los crímenes; es evidente que el cura de Dolores, pintando en su estandarte de sedición la imagen de nuestra Señora, y poniendo en su referida inscripción, cometió dos sacrilegios gravísimos, insultando a la religión y a nuestra señora.

El cura Hidalgo (…) insulta igualmente a nuestro soberano, despreciando y atacando el gobierno que le representa, oprimiendo sus vasallos inocentes, perturbando el orden público, y violando el juramento de fidelidad al soberano y al gobierno, resultando perjuro igualmente que los referidos capitanes (…) El mal haría rápidos progresos si la vigilancia y energía del gobierno, y la lealtad ilustrada de los pueblos no lo detuviesen.

Yo (…) vuestro obispo (…) debo salir al encuentro a este enemigo, en defensa del rebaño que me es confiado (…) Así pues, me debéis creer.

En este concepto y usando la autoridad que ejerzo como (…) obispo declaro que el referido don Miguel Hidalgo, cura de Dolores y sus secuaces los tres citados capitanes, son perturbadores del orden público, seductores del pueblo, sacrílegos, perjuros y que han incurrido en la excomunión mayor del Canon (…) Los declaro excomulgados vitandos prohibiendo, como prohíbo, el que ninguno les dé socorro, auxilio y favor, bajo pena de excomunión mayor ipso facto incurrenda. Item. Declaro que el dicho cura Hidalgo y sus secuaces son unos seductores del pueblo y calumniadores de los europeos. Los europeos no tienen ni pueden tener otros intereses que los mismos que tenéis, vosotros los naturales del país, es a saber, auxiliar la madre patria en cuanto se pueda.

La unidad de todos los habitantes de este reino está en mano de nuestro digno jefe el Exmo. señor Virrey actual que, lleno de conocimientos militares y políticos (…) hará de nuestros recursos y voluntades el uso más conveniente para la defensa exterior de todo el reino. Dado en Valladolid, a veinticuatro días del mes de septiembre de mil ochocientos diez».

México. Tiempo después, ante la invasión de EU en 1847, el clero: «Luego de que el Gral. Scott se posesionó de la plaza de Veracruz, le propuso don Pablo Vázquez, obispo de Puebla:

Si me garantiza que serán respetados los bienes eclesiásticos, yo le ofrezco que en Puebla no se dispara un solo tiro».

Habiendo tomado la Cd. de México, en un día de campo que se dio en su honor, los munícipes clericales brindaros a la salud del ejército americano (sic) y por la anexión de México a los Estados Unidos…

En los campos de batalla miles de patriotas mexicanos cubrían con sus cadáveres el suelo patrio. México. (Este país.)

No pidas que los injustos…

La maniobra se ha consumado. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación acaba de designar como presidente electo al candidato de Acción Nacional.
El fallo, cito la síntesis de M. A. Granados Chapa con una leve alteración, es judicialmente inatacable, y moralmente inacatable.Sin más.

Por otra parte y por sus hechos, ¿no es cierto que asistimos en el presente sexenio al descrédito de las instituciones, comenzando con la presidencial? Las instituciones del Estado: ¿qué han hecho de ellas los individuos que las representan, casi todos sujetos a pasiones, reacciones e intereses personales y de grupo, y cuyas acciones exhiben la descomposición de tales instituciones? ¿No es hora ya de desacralizar esas que la retórica oficial cita al menor pretexto y siempre en su propio provecho y en perjuicio de las mayorías? De ser así, ¿quién, quiénes acometerían tal empresa? Aquí algunas de las reflexiones que me provoca la determinación del TRIFE:

Al conteo parcial de las urnas, los magistrados encontraron que en el proceso electoral se registraban anomalías; que se habian violado las leyes, pero no al grado de tener qué dictar la nulidad del proceso. «Se trató, afirman en su dictamen; se trató de hechos aislados que no fueron determinantes para el resultado de la nación». Fue así como los siete responsables de dictar una resolución determinante para la vida del país aplicaron su criterio al «interpretar» la ley, y ello significa que las leyes que normaron el criterio de los siete magistrados permitieron la discrecionalidad, elemento que torna deficientes esas leyes. Y es que el Sistema de Poder ha forjado sus propias normas, unas regulaciones a la medida de sus intereses, y se rige por ellas. Y es como para preguntarse: ¿pedir que esas leyes conduzcan a la justicia? Lo afirma el dios del Olimpo en el drama de Plauto:
«No pidas a los justos acciones injustas, ni mucho menos acciones justas a los injustos». Mis valedores…

México pudo tener en Los Pinos un posible estadista que lograse modificar, así fuese de forma discreta, el rumbo del país. En vez de estadista, el país cuenta ya con un presidente, un clon de Fox que garantiza el continuismo de la política económica de los 18 años recientes, y los costos siga pagándolos el paisanaje. Bien mirado, no existe una gran diferencia en los postulados de los dos candidatos. Uno lo proclamó: «Primero los pobres». Con su proyecto económico, el otro: «Los pobres, después». Muy poca, la diferencia, que el orden de los factores… En fin.

Ganó una de las fracciones del país. Perdió la otra. Pero no inquietarse: los perdidos: quienes mantienen tomado Paseo de la Reforma, ¿un obstáculo para el nuevo gobierno? Claro que no. Esos que mantienen plantón y campamentos en esa avenida representan a los económicamente más desprotegidos. Y en México, como resultado de la política social del presente sexenio y según el discurso oficial, los desprotegidos son minoría. Oigan, si no, la propaganda de Fox…

¿Que quiénes pueden ser los mexicanos que mantienen campamentos y plantón en el Paseo de la Reforma? Difícil adivinarlo: durante su campaña electoral, el todavía hoy presidente del país prometió la creación de un millón 300 mil empleos nuevos. Cada año ingresan al mercado laboral un millón de jóvenes, y al año se crean 100 mil empleos. ¿Quiénes podrán ser los descontentos que mantienen tomado el Paseo de la Reforma? A saber…

Un índice alentador del México progresista: existen en nuestro país quince millones de poderosos económicos con derecho a voto. Si no, ¿cómo explicarse los quince millones de sufragios que obtuvo en las urnas el candidato de Acción Nacional? Creer que algún asalariado sufragó por él sería creer que existen mexicanos no sólo con «pe» de pobres, sino también con «pe» de inconscientes, al darle su voto al enemigo histórico.

¿Que el movimiento encabezado por AMLO está por erosionarse y fallecer por cansancio y erosión? No lo creo, que ni el López Obrador del 2006 es el blandengue y sesgado Cuauhtémoc Cárdenas de 1988, derrochador de una tremenda energía social, ni la energía de 1988 es esta del 2006. Antes, a las masas el Sistema la veía mansitas. Hoy las cree mansitas. Y no. Por todo lo anterior, yo sí creo la aseveración del todavía hoy presidente del país, cuando afirma, categórico, que al sucesor…

– Le entregaré la estafeta con un país en marcha, con un país en paz…

Pero el tal, mis valedores, tuvo que entrar al edificio del TRIFE por la puerta de atrás. Por la puerta de atrás ha entrado a la historia, y por la puerta de atrás está predestinado a salir para entrar a ocupar su lugar en el desván de la Historia. Por la puerta de atrás. Mientras, y por hoy, siga el Sistema con su modelo neoliberal. Es
México. (Este país.)

Zopilotera y hedor…

México, 13 de septiembre de 1847 -13 de septiembre de 2006. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide que fue un día como hoy, pero de hace 159 años, cuando el pabellón de las barras y las estrellas ondeaba en el Palacio Nacional de nuestro país. Fue aquel un sometimiento armado; hoy, el sometimiento no precisa de armas de guerra. A propósito de armas y sometimientos: al cumplirse algún aniversario de los hechos violentos del 11 de septiembre de 2001, lo afirmó el gringo Bush:

«Los americanos luchamos no para imponer nuestra voluntad, sino para buscar la paz…»

La paz. Hace 159 años lo proclamaba el presidente Polk: «Debemos buscar la paz. Debemos imponerla a nuestros enemigos, haciéndoles sufrir la maldición de la guerra». Hoy, lo afirma G.W Bush: ‘Yo estoy luchando para asegurar la paz. No para imponer mi voluntad, sino para defendernos y para extender las bendiciones de la libertad…»

El historiador norteamericano: «Polk, al mismo tiempo que mantenía una guerra de devastación, manifestaba públicamente sus deseos por la paz».

Hoy, el Dr. Larry M. Wortzel, coronel del ejército de EU (retirado): «Si la única vía para atacar a una organización terrorista es unilateral, aunque sea de manera clandestina, tenemos que hacerlo». Y Bush: «De ser necesario, actuaremos nosotros solos. La Organización de Naciones Unidas es prescindible».

Hace 159 años, los partidarios de Polk, escudándose en el falso supuesto de que México había provocado la guerra, «abogaban por el arrasamiento de las ciudades mexicanas y por la destrucción de vidas mexicanas».

Lo proclama G.W Bush: «Nosotros somos una nación con vocación decididamente pacifista».

Y el historiador norteamericano: «Saqueos, carnicerías, crueldades, el matar a los heridos en los campos de batalla; y aun en muchos casos quemar hombres vivos, han sido anotados por parte de altas autoridades oficiales, como parte de la historia de la guerra con México».

Lo publicaba un diario estadunidense: «Hasta que aplastemos a los mexicanos y llevemos la destrucción y la pérdida de vidas hasta el fondo mismo de sus hogares, y los hagamos crujir bajo el peso de nuestra mano de hierro, hasta entonces vamos a ser respetados por los mexicanos».

Y otro más: «Destrúyase la ciudad de México a raíz de la tierra sobre la que se levanta. Hágase desaparecer Puebla, Querétaro, Jalapa, Saltillo, Monterrey, de la misma manera, y después auméntese nuestras demandas».

Lo promete G. W Bush: «No permitiré que ningún terrorista o tirano amenace a la civilización con armas de destrucción masiva. Prometo una victoria sobre las pandillas fanáticas de la historia Nos hemos hecho a nosotros mismos y al mundo una promesa sagrada: no descansaremos hasta que se haya hecho justicia y nuestra nación esté segura Lo que nuestros enemigos comenzaron, nosotros lo terminaremos…»

«En marzo de 1847, los cónsules extranjeros escribieron al general Scott sobre los terribles resultados del bombardeo a México. The New York Herald decía que habían convertido la ciudad en ruinas bajo las cuales habían sido sepultados un gran número de no combatientes: hombres, mujeres y niños».

Mr. Bagby, Senador ‘Tero la vida de un solo ciudadano de EU es más valiosa que las vidas de cien mil mexicanos, hombres, mujeres y niños».

B. Delorme, historiador: «Los invasores llegaron al Castillo de Chapultepec pisoteando cuerpos de héroes, y la bandera de las barras y las estrellas ondeó sobre aquel memorable lugar, después de que los alumnos del Colegio Militar hubieron dado su vida por defender el último reducto de la Patria El mismo 13 de septiembre las tropas del general Scott se hacían dueñas de la capital de la República ¡El 16 de septiembre de 1847 la bandera del invasor ondeaba airosa, en el Palacio Nacional..!

Durante los 10 largos meses que el ejército invasor ocupó la capital, muchos fueron los mexicanos azotados a cuerpo desnudo, tanto en la plaza principal como en los costados de la alameda Pronto, los invasores se convencieron de que si hasta entonces habían tenido que habérselas con Santa Anna, ahora tendrían que luchar contra el pueblo «.
Hoy, G.W. Bush: ‘Luchamos no para imponer nuestra voluntad, sino para defendernos y para extender las bendiciones de la libertad».

Hace 4 años Santiago Creel, entonces Sec. de Gobernación: «El compromiso del gobierno mexicano: en el caso del terrorismo, ser solidarios con la comunidad internacional y particularmente con el pueblo y gobierno norteamericano». Es México. (Mi país.)

Es México, no Nicaragua…

Jura la Biblia que nada hay nuevo debajo del sol, y el lugar común: la Historia, cansada de crear, se repite. Ayer fue Nicaragua, México es hoy, mañana será otra vez Nicaragua, y vuelta a empezar. El matutino de ayer:

A dos semanas de iniciada la contienda rumbo a las presidenciales del 5 de noviembre, ningún candidato opositor a Daniel Ortega habla de sus planes de Gobierno. La idea fija de los opositores es emitir mensajes alarmistas contra Ortega y el FSLN…

Managua, ayer. Miro la foto en el matutino de aquel entonces: la plaza principal, enfiestada, hervorosa de dianas, entorchados y trajes de gala, tal como aún la recuerdo en la noticia que dieron a conocer todos los cinescopios. Aquella mañana de pólvora, sol y voleo de campanas, se cambiaba la presidencia del país. El corazón de Managua, un ascua viva…

Fue en los 80s. Al triunfo de la revolución sandinista sus comandantes conocían el nivel máximo de popularidad entre sus coterráneos y gobernaban el país; eran los esforzados hermanos Humberto y Daniel Ortega, el monje y poeta Ernesto Cardenal, el novelista y luchador civil Sergio Ramírez, y los todavía por aquel entonces íntegros e ínclitos Tomás Borge y el Comandante Cero. Fueron ellos, los sandinistas, quienes en nombre de la democracia y como por no dejar, al término del gobierno de Daniel Ortega llevaron a cabo el proceso de las urnas. Unas elecciones de mero trámite. El Frente Sandinista de Liberación Nacional seguirá gobernando, se aseguraba. Lógico…

¿Lógico? Miro la foto y recuerdo la escena, y aquí lo increíble: la Nicaragua que fue de Estrada, Umanzor y Augusto César Sandino, vencedores de los gringos invasores; la Nicaragua de León y el barrio heroico de Monimbó, que terminaron con la dictadura de la abyecta dinastía de los Somoza, repudiaba al sandinismo y aplaudía a sus nuevas autoridades, quién lo creyera…
Evoco el suceso de aquel entonces que vi en el cinescopio: bastón en la diestra y paso cojitranco, una modesta ama de casa, la señora doña Violeta Barrios, viuda de Chamorro, por media plaza se desplazaba rumbo al estrado donde la estaba aguardando la banda presidencial. De no creerse, mis valedores: los «nicas» habían dado la espalda a los sandinistas y el voto a la viuda de un periodista asesinado por la dictadura somocista. De no creer lo que sucedía esa mañana en Managua…

Recuerdo el reportaje: cansino el andar y en el bastón la diestra, la señora ama de casa partía plaza entre los aplausos de los asistentes a la ceremonia. Yo, los lentes clavados en el cinescopio (tenía menos edad, por eso todavía necesitaba lentes), pregunté a mi amantísima:

– ¿Lo entiendes tú? ¿Puedes entender cómo esa viuda señora que trastabillea rumbo a la primera magistratura de Nicaragua desplazó a los luchadores de la revolución libertaria de Nicaragua? ¿Lo entiendes tú, Nallieli? Porque lo que es yo no, de plano…

– No lo alcanzas a entender porque algunos detalles te pasan inadvertidos. Los bastones en los que se apoyó la señora, pongamos por caso.

– Uno le miro en la diestra, en el que aligera la pierna enfermita.

– No es un solo bastón, son muchos. Mira ahí. ¿Qué ves, amor..?

Los vi, los miré, los observé, y claro, válgame, con razón: entre discretos aplausos a la nueva presidenta de Nicaragua distinguí los bastones que la apoyaron en su camino rumbo al poder. De este lado en el palco de honor, sonriendo apenas, los representantes de Washington; de este otro, ellos sonriendo beatíficamente (lógico), el Cardenal Ovando y la alta jerarquía católica; más allá, los rostros circunspectos de los dirigentes de organismos empresariales (sí, norteamericanos). Más acá, los capitostes de radio, TV y prensa escrita: más allá, ojo avizor, los entorchados de uniforme militar. «¿Comprendes ahora, mi amor?» Comprendí entonces, y mis valedores…

Di gracias al cielo porque México no es Nicaragua, y hasta mi país no alcanza la mano rapaz e invasora de Washington, ni unos monopolios empresariales que, ahijados de la Casa Blanca, impongan Acuerdos de Chapultepec con modelos económicos dañinos para el fregadaje, ni consorcios de radio, TV y prensa escrita que lleguen a enajenar aturdidos hasta el grado de que éstos terminen dándolas al enemigo histórico (las de votar), ni la divina maldición de una jerarquía católica que desde el púlpito y al engaño de la religión manipule a las masas para propiciar el continuismo de una ultraderecha reaccionaria, yunquera y opusdeísta de cristeros tardíos. Fue entonces: de pie, brazo e índice en alto, lancé el vaticinio:

– En México, por fortuna, si llega a surgir un carismático líder de masas, ¡ese nunca podrá ser derrotado por ningún chaparrito, peloncito, de lentes..!
Eso dije. Acertado que es uno. (En fin.)

Fue el 11 de septiembre…

Los aviones iban directo al blanco. Era un ataque cobarde, alevoso, contra la democracia, contra la libertad. La gente estaba confundida, las calles eran el escenario del caos. Las calles vacias, los comercios cerrados, la palabra ausente, el espíritu asesinado. La fecha se escribía con dolor y rabia en la memoria de un mundo que, hasta cierto punto, se negaba a admitir la atrocidad, el genocidio…

Fue un 11 de septiembre como el día de hoy, mis valedores. Fue en fecha tal cuando hizo explosión aquella tragedia que, preparada y perpetrada por el terrorismo internacional, vino a lastimar la conciencia de todo un pueblo, y así hasta hoy. La fecha corresponde al 11 de septiembre de 1973, y tuvo como escenario el palacio en flamas de La Moneda, en Santiago de Chile, y de víctima, con todo el pueblo chileno, a Don Salvador Allende, presidente constitucional de la república de Chile. El magnicidio se tramó en La Casa Blanca como una orden personal de Richard Nixon, con la CÍA, y cuándo no, como cerebro de la maniobra terrorista, y Augusto Pinochet de brazo ejecutor. Sí, ese mismo que hoy, viejo, achacoso y con fama pública de asesino y corrompido hasta el tuétano, dice con vocecita de vahído y desguanzo:

– Pido perdón si en aquel entonces cometí algún error…

Ya en 1972 lo denunciaba Allende: ‘La historia nos enseña que siempre los grupos que saben que van a ser heridos sus intereses, reaccionan tratando de impedirlo. América Latina tiene una dolorosa y vivida experiencia, que ha significado presión, coerción, y aun desembarco de fuerzas armadas (…) Dije siempre que la victoria popular chilena era la derrota más dura de las fuerzas imperialistas y pro-imperialistas».

El cronista norteamericano de la CIA se refiere al complot: «R.M. Helms, entonces Director de la Central de Inteligencia, se reunió con Nixon el 15 de septiembre de 1970, que le ordenó directamente la operación encubierta en Chile. Nixon había insistido: tenía que evitarse que el candidato marxista Salvador Allende llegara a La Moneda. ¿Cuánta gente había visto a un presidente de los EEUU fuera de sí? Era un espectáculo. Y no había más solución que acatar las órdenes. Textual, la orden de Nixon:

Hay una posibilidad entre 10, ¡pero he de salvar Chile! Tienes 10 millones de dólares y más, si es necesario, pero… ¡haz chillar la economía..!»

Helms recordaba haber comentado: «me están ordenando algo casi imposible. Era una operación condenada al fracaso: demasiado localizada, demasiado tardía, y con una preparación inadecuada». Helms, claro, sabía que la clave de esa orden era la relación personal de Nixon con Donald Kendall, director ejecutivo y presidente de PepsiCo, que tenía una planta embotelladora de Pepsi-Cola en Chile. El había confiado la contabilidad de la firma a Nixon cuando éste empezaba a ejercer su carrera de leyes en Nueva York. La operación anti-Allende era, en esencia, una decisión de negocios: Kendell y otras compañías americanas no querían un dirigente marxista en Chile. Al no prevenir la operación clandestina de Bahia de Cochinos, Nixon había quebrantado su propia ley: «Las operaciones encubiertas son como una buena droga. Funcionan, pero si abusas de ellas, te matan…»

Estaban también otros intereses económicos: «Los tenebrosos propósitos de la ITT: en 1970 sugirió al gobierno de Estados Unidos que interviniera en los asuntos políticos de Chile. Proponía el estrangulamiento económico, el sabotaje diplomático, crear el pánico en la población, el desorden social, para que al ser sobrepasado el gobierno, los militares quebrarán el régimen democrático e impusieran la dictadura».

Ahí intervino la manipulación de las masas: «¿Quiénes son nuestros enemigos? Tu enemigo, soldado, yo te lo voy a presentar. Es aquel que sigue ideologías extranjeras. Tu enemigo, soldado, es aquel extranjero cubano, brasileño y todo aquel mal chileno que hundidos en la clandestinidad de su país o en el nuestro han encontrado la forma de vida en las ideologías que no tienen Dios ni patria, y trataban de llevar a tus padres, esposa, hijos y amigos a la esclavitud en vida que es el marxismo-leninismo».

Y el entonces senador democristiano Juan de Dios Carmona «Uno de mis orgullos es que, siendo ministro de la Defensa de Frei, autoricé la adquisición de los Hawker Hunter que bombardearon La Moneda«, El Gral. César Mendoza: «Aquí, el primero que diga compañero o haga comentarios de cualquier índole será fusilado delante de los demás». Y ya consumado el cuartelazo, Augusto Pinochet «Somos autoritarios y no aceptamos nada. Mi poder político es de origen divino…»

Santiago de Chile, 11 de septiembre de 1973-11 de septiembre de 2006. Don Salvador Allende. (A su memoria)

¡Ahí viene la revolución..!

Calderón, un presidente «sitiado» Para evitar la multitud de simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, que se instalaron en la sala principal y gritaban ofensas a todo aquel que salía del edificio, los panistas dejaron el inmueble por la puerta trasera del estacionamiento. (La Jornada y Reforma del pasado miércoles).

Lo que ocurre con los panistas y su presidente electo (uno chaparrito, peloncito, de lentes) me llevó a recordar el episodio aquel que cuenta Rubén Romero en El pueblo inocente o alguna otra de sus novelas, que cité en la tertulia de anoche. «¿Identifica alguno de ustedes el pasaje del coronel federal frente a los aprendices de revolucionarios?» Los contertulios pistojearon.

Este pasaje de la novela me atacó a mansalva la noche del pasado miércoles, que fue de desvelo, y a lo obsesivo me rebulló en la mente para terminar perpetrando fulminante insomnio. Encendí la luz y por llamar al sueño me puse a leer el «Mensaje a la Nación del presidente«. Resultó peor. Al insomnio se empalmó la rabia Arrojé al cesto el «Mensaje a la Nación del presidente«. Ahora, una noche más tarde, el maestro:

– Nuestro anfitrión se refiere al incidente que en primera persona relata el novelista, y que según lo evoca mi memoria va más o menos así: «Era yo un joven despierto, audaz, novelero. Aquel día entró mi padre al corral y con semblante preocupado me comunicó la novedad: se rumoraba que en la capital del país había estallado la revolución de Madero, y que por estos rumbos se habían ubicado espías federales. ‘Yo ??poca delicadeza la del novelista?? me levanté (estaba acuclillado) y amarré el cordón de los calzones».

Y que a la posibilidad de la aventura le latió fuerte el corazón, y su lógica respuesta de joven que, aburrido en el poblacho, ventea nuevos vientos para cambiar de rumbo su vida ‘Yo, revolucionario de chisguete, me junté con varias docenas de jóvenes de mi carnada y armados con unas viejas escopetas enfilamos al puente donde tendrían que pasar los federales. «Allí vamos a afortinarnos», dije, dirigiendo la operación».

«¿Y esos? ¿A dónde se dirigen en bola?», preguntaban los curiosos.

«Al puente, a afortinarnos» ??respondió uno de los gañanes.

Y ocurrió, contertulios, que sin saber cómo fue, los bisoños detuvieron a algún militar desbalagado, un coronel que, ajeno a cualquier revolución maderista, pacíficamente se dirigía a la población. Lo toman preso y lo encierran en alguna troje, con centinela de vista «Prepárese, que va usted a ser pasado por las armas». El desdén del uniformado los extrañó; los saco de balance. «Ah, jovencitos, conque me van a fusilar…»

Y así pasó un día, y pasaron varios más, y entre los novatos el conciliábulo: ¿qué hacer con el coronel? «Fui y en la cárcel improvisada me entrevisté con él. La revolución ha decidido conmutarle la sentencia de fusilamiento. Tendrá usted prisión perpetua».

«¿Que qué? ¡Nada de eso, no estamos jugando! ¡Ustedes me fusilan!» Y les volvió la espalda Se azozobraron. La actitud desdeñosa del militar los desconcertaba De la capital ninguna noticia de ninguna revolución, y el prisionero se tornaba una carga Nuevo conciliábulo, y…

«Coronel, hemos decidido entregarlo a la superioridad».

«Nada de entregarme. A mí me fusilan o pobres de ustedes».

Los revolucionarios de utilería se reunieron, discutieron, deliberaron. Su propósito: salir del paso lo menos desairados posible. Hasta que aquella tarde: «La revolución ha decidido dejarlo en libertad, coronel. Puede usted irse».

«¿Qué? ¿Irme? ¿Así nada más? No jovencitos. Ustedes me fusilan o verán para qué nacieron. ¡Les exijo que procedan conforme al código militar en tiempos de guerra!»

«Váyase capitán».

«¡Yo fui sentenciado a muerte! ¡No voy a huir!»

«No es ninguna huida Lo perdonamos».

«¡De qué carajos me van a perdonar! ¡Soy su prisionero de guerra, fui condenado a muerte, y exijo que se cumpla la sentencia!»

Embarazosa situación: «Váyase, coronel, por vida suya Todo fue un mal entendido. No nos comprometa tenga piedad, váyase..»

La puerta abierta de par en par, le imploraban: «Por piedad…»

Tal fue, en esencia, el relato que en versión libre recreó el maestro la noche de ayer. En lo que estoy cierto de que falló fue en los nombres. No creo que el novelista los haya nombrado: al coronel, AMLO, y a los bisoños y aturdidos, Fox y un chaparrito, peloncito, de etc. El maestro, ¿se equivocó?

Nueva York. AMLO tiene poder en la calle, el Congreso y los sindicatos. Desactivarlo, prueba de fuego para el gobierno…

(Fecal)

Auxilio, señor Presidente…

Mis valedores: el presente es un mensaje que lleva como destinatario al presidente del país. Señor:

Nunca me he dirigido a usted, y nunca esperaba hacerlo. Las circunstancias me obligan, y qué hacer, sino enviarle esta respetuosa misiva. Señor Presidente: yo nunca le he pedido ni madre Madre yo ya no tengo, pero ni así le pediría; y con todo respeto, usted tampoco tiene, y nadie puede dar lo que no tiene. (Entre paréntesis: espero que ambas hayan alcanzado el perdón de Dios. Ellas qué culpa tienen del par de hijos que legaron al mundo. Y sigo.)

Esto lo redacto a las tres de una madrugada de miércoles; una desapacible madrugada que apesta a miércoles, luego le digo por qué. Al principio de la noche, yo expectante, me puse a escuchar radio, recorrí el cuadrante una, dos, muchas veces, y lo asombroso: ni marejadas reportaron los noticieros, ni algún huracán, ni ciclones, ni siquiera un mal tsunami ni un río que se sale de madre. Apagué esa madre (el aparato de radio), e intentaba dormir, pero el sueño, andavete Y qué hacer…

Fue entonces, señor Presidente: como medida extrema se me ocurrió encaramarme en la azotea, y declararme en plantón «permanente» hasta que amanezca, y aquí estoy, atejonado en la tienda de campaña que habilité con dos de mis camisones, una bata de dormir y media docena de chonines. Y así señor presidente, me he puesto a examinar el firmamento. Del norte al Ajusco y de los volcanes a Cuajimalpa Pues sí, ¿pero firmamento? ¿Cuál firmamento? Una terca nublazón, una oscuridad absoluta, ramalazos de viento y aquel retumbo a lo lejos. Y aquí lo insólito, señor presidente…

He oteado los cielos por ver si en ellos advierto algún cambio entre ayer y hoy, pero nada Ni la colisión de los astros, ni el más leve rechinido en la maquinaria del cosmos, ni una furiosa lluvia de estrellas o Plutón, que se declare en rebeldía por su desafuero reciente He intentado, al modo de Pitágoras, escuchar la sinfonía de los astros, por comprobar que sería una sinfonía fúnebre, con acordes de macabra. Pero nada Madre Natura, impávida La conmoción que acababa de producirse aquí abajo no la impresionó en lo mínimo. Las pequeñeces que ocurren a los humanos, y que nosotros tomamos como descomunales tragedias, no parecen quitarle el sueño, como a mí. Y yo, que temía algún temblor de tierra, un sismo de 30 en la Richter o que el Popo nos la fuera hacer de fumarola, pero no, Madre Gea, impávida…

Miro hacia las alturas y conozco que allá, más allá de la nata de nubes, permanece púdicamente velada la luna (alta, fría, distante y purísima como tú, mujer). Yo, acá abajo, tiritando de frío. Y de repente: un molotito de calidez se ha metido a lo subrepticio en la tienda y se tiende entre mis zancas. Y cómo no, si ha comenzado a llover. Es El Rosco, gato tan viejo, enclenque y patético como su dueño, aunque a saber si no resulta que el dueño es él.

Acurrucado en mis zancas lo siento tembloriquear, y es que afuera comienza a caer una de esas lloviznas nocharniegas que me tiene calado hasta el tuétano (calado en el sentido honesto del término). No, no me atrevo a caer en el trasnochado cliché de la escuela romántica: «El cielo, por fin, que llora conmigo; casi en silencio como yo mismo». (Mira, mira.) Fue en este momento cuando cometí la imprudencia:

– ¿Qué te parece lo que ocurrió ayer al mediodía?, pregunté al Rosco El, ronroneando. Yo, imprudente, insistí: «Lo que ocurrió al país, ¿qué te parece?» Y fue entonces: un pujidillo, alzar de la cola, y un cuajarón pestilente me manchó bata, chonines y el tafilete fiusha de mi bata de dormir. En cuanto amanezca, a lavar el cochinero de miércoles. Señor presidente…

Si la nuestra es una comunidad mayoritariamente rica, si los pobres son socios de los grandes capitales, entonces México va a amanecer exultante y a echar a voleo las campanas entre juegos y fuegos artificiales. Si el de este país es un pueblo que alimenta intelecto y espíritu con las enseñanzas del duopolio de la televisión y las homilías de los Onésimos y Riveras, esas masas van a dar como lógico, natural y voluntad de Dios lo que aconteció el mediodía de ayer, y a resignarse, y a ver si a la próxima. Ahora que si está integrado por pobres en su mayoría, México va a despertar con su esperanza resquebrajada y dolido, macerado una vez más. Pero si, por desgracia, ciertos focos rojos…

– Bueno, sí, pero cuál es el objeto de tu recado, me la va a usted a interpelar, tuteándome
Y aquí mi respuesta y el favor que le solicito. Señor presidente: hasta ayer, usted lo necesitaba, y yo no. A partir de esta fecha usted ya no lo necesita, pero yo si ¿Seria de ánimo tan comprensivo y generoso como para obsequiarme y hacerme llegar su dotación completa de Prozac? Nada más, señor presidente (No más.)
elvaledormx@yahoo.com.mX

Coitus interruptus

En el poniente, mis valedores, ¿observan su agonía? Ya sin fuerzas para defenderse, el sol se desangra en amarillos estertores que embarran techumbres y muros del caserío allá por los rumbos del Tepeyac. En la terminal de autobuses esos provincianos, mochila al hombro, descienden del guajolotero maltrechos, desvencijados después de horas de camino. Pajarean para todos lados: «¿habrán llegado los demás..?»

Obsérvenlos deambular por las salas de espera. Alguno bosteza, otro avienta el escupitajo, y este comienza a desparramar bocanadas de humo por boca y nariz. «Retirar el hambre». Y a ambular por la central camionera…

(En silencio viajaron, cerrados los ojos; pensando, nomás pensando; quizá alguna oracioncilla que salió a lo subrepticio, como cuando nos desborda la necesidad de llorar. Horas de carretera desde todos los puntos de la rosa hasta recalar en el DE Sexenio de Fox. Democracia. México.)

La tarde envejece mientras ellos arriban en tandadas de treinta, cincuenta fuereños que enfilan calle adelante rumbo al oriente de la ciudad; a cumplir la encomienda como representantes de miles y miles que allá se quedaron. «Apriétenlo, que tenemos poco tiempo». (El paso.) Campesinos de oscuro color y greña renegrida; viejos, y chamacos, y embarazadas. «Aprisa». De prisa caminan, al hombro el morral bastimento y un rollo de papel. «Aprisa, ya va a oscurecer».

Esto que les relato, mis valedores, ocurrió la tarde de un viernes. A buen paso estos grupos se agregan a estos, y entre todos van formando un abigarrado contingente de vestimenta y gorros diversos según la querencia de donde vienen. «Que nadie se deshalague». Variopinto el vestir como los dejos del habla, pero existe en todos un sello de identidad: son los pobres de la tierra. De la tierra de este país. Son paisanos hervorosos de tufos, calores, sudores, expectación. (México. Democracia Sexenio de Fox.)
Y ocurrió que a aquello de entre dos luces el contingente avistó, a lo lejos, el edificio. Botas, tenis y huaraches aceleraron el paso, y allá van, directo a la explanada «Gracias al Santo Niño llegamos sin novedad».

¿Sin novedad? ¿Y eso? «¿Por qué esa cerca de fierro?» Los delanteros se frenan. Y fue entonces: de repente, el escuadrón de uniformados, paso redoblado, se deja venir, tolete al cuadril, escudo y arma larga al frente, contra los gorros de palma que caminaban hacia la explanada del edificio. De atrás de la careta si es que así se llame; de entre la máscara de hierro o del material que sea, y de los mostachos, los dientes de oro, una lengua pastosa y un corrompido aliento, las palabras como bombas de racimo. Zozobra, expectación. «¡Tíznale, que no podemos pasar!»

No más allá de esas vallas. «Que si nos declaramos en rebeldía no responden chipote con sangre, y que ái se nos haga si nos la hacen de gas (lacrimógeno), y que si en algo apreciamos la vida tenemos que recular».

– ¿Recular? ¿A estas horas? ¿Con quién vamos a recular?

– Recular de retacharos por donde vinimos y arrendarnos pa nuestros bebederos. Que hoy se cebó, que no va a haber nada Nada de nada

– Cómo de que nada va a haber. Cómo que nada de nada..

Que nada de nada, dicen aquí los pinchis sardos.

– ¿Nada? ¿Y nosotros qué? ¿Nos vamos a quedar con las ganas? ¿Pa esto vinimos desde tan lejos? ¿Pos a qué le están jugando, tú?

– Que dizque allá adentro unos broncudos se alebrestaron, y que al mero mero se le frunció. Que nada de nada

– Pos qué zacatón de miércoles, que nos echa a perder nuestra buena intención. ¿Así que este primero de septiembre no va a haber informe?

– No, paisas. Que se le frunció el cicirisco.

– ¿Tonces nos vamos a quedar con las ganas? ¿Coitus interruptus? Y nosotros, mineros y campesinos, artesanos y amas de casa, obreros de salario mínimo y desempleados, que desde tan lejos veníamos nomás a aplaudírselo a Fox, su informe Caracho, ¿y ora cómo mostrárselo, nuestro agradecimiento?

– Y yo que pa venir a echarle un chiquitibún a Martita malbaraté un güey, si seré güey. ¡Vamos, México!

– No, ¿y luego nosotros? Desde San Cirindango nomás a echarle porras a Manolo y Fernando Bribiesca, y ora no poder aplaudírsela, pa su madre…

– Nosotros, los de Oaxaca, que veníamos a aclamar a Ugalde, a Leonel Castillo y a su engendrín, uno chaparrito, peloncito, de lentes, hijo putativo de toda su política neoliberal. ¿Y ora resulta que nos quedamos con las ganas? ¿Cómo podemos corresponder a Fox por todo lo que hace por nosotros?

– Mercar unas cocas. A un ex-gerente cocacolero no le vendría mal.

Democracia. Sexenio de Fox. (México.)

Imprudente de mí…

¿Por qué, si buscaba mi cordón umbilical, no recalé en mi terruño? Si intentaba tornar a mi raíz, con sus serranías entrañables, sus sonidos y olores, sabores y aromas, tufos y esencias, ¿por qué no visité mi Jalapa Mineral? ¿Por qué, aturdido de mí, fui a recalar a Las Güilotas, Zac, con la familia de mi primo el Jerásimo, licenciado del (de lo quedó del) Revolucionario Ins.? (Hoy este susto, esta zozobra, esta corazonada.) Y es que anteanoche, yo desempacando del camión guajolotero, a la querencia de un techo recalé en la finca del Piojo Resucitado, por mal nombre mi tío José Encarnación, cuando en eso, mama mía, o más bien mama de ellos…

Ellos. El salón de la casa un ascua viva reventando de música, risotadas y manoseos burdeleros frente a la vigilante mirada de la tripona del turbante fiusha y vestido de charmés, lentejuelas y bordados de oro: mi tía Tencha grande (zafia y vulgar nueva rica y, por lo mismo, amante del relumbrón), madrecita de la Tencha chica y de mi primo el Jerásimo; una madrecita que, ya crecida en edad, volumen y peso, se tornó madrota de la docena de mini-minis del negocio familiar, que repegaban su negocio familiar a la jariosa hinchazón de unos payos drogados, erotizados, alcoholizados. Yo, desde la puerta: «¡Tía, tiíta!» En la escandalera la interpelada no me oyó (¿no quiso oírme?) Y alcoholes que van, y briagos que vienen, y parejas que soban lubricadas entrepiernas en un aire que se asfixia con humazos y tufos a petate quemado. «¡Tío Chon!». Nada. El Piojo Resucitado, ultimando la entrega de sus sembradíos (droga) a los entejanados del cartel de Las Güilotas. «¡Tiíto!» Con mis dos petacas (el equipaje) penetré en el salón. «Tiíta». Y válgame…

Ahí, entre la rueda de jariosos, mi prima Tencha chica, que en el DF ficha en El Burro de Oro bajo nombre artístico de La Princesa Tamal: en las vedijas un trocito de trucita minusculita que mal le disimulaba el mayusculote, y aquellos meneos, quiebres, calambres y contorsiones que engarrotan nervios y cartílagos de unos payos babeantes. «¡Cosota!» Me dirigí al maestro de ceremonias: «Jerásimo» Nada Y fue entonces…

«Venga, ámonos de aquí». En un susurro. «Calladito». Acepté con desconfianza Sotero me estima Pero a media pierna le advertí el bulto aquel, tieso. Y salir con el ordeñador a lo oscuro…

«Por neocomunistoide lo desconocieron frente a los invitaos especiales. Lo voy a llevar al mesón». Salimos al campo. Yo, azozobrado, por hacerle plática «Vaya fiestón. Todo un negociazo para mis tíos».

– No ahoy, los gastos por cuenta de la casa Celebración. Fiesta privada todo de barbas. Tragazón, trago, droga, güilas, ¿Se fijó en la clientela?

– No entiendo. Mis tíos, tan voraces para el dinero, ¿y gratis?

Salimos al yerbazal. Aromas, rumores: belén, anisillo, agua que fluye, animalillos nocturnos, el ala al volar. Arriba estrellas, a lo lejos, fogatas.

– Ahí taban el dueño del banco, el de Radio Las Güilotas, el de la Crónica de las Güilotas, el padre Pioquinto, los trinchones del cartel de Las Güilotas. No, y el alcalde saliente. Entre todos ellos impusieron a la pura ley de sus güilotas al mostrenco, ¿no lo vio? Uno chaparrito, peloncito, de lentes.

– Sigo sin entender. Pero mis tíos, ¿por qué tan espléndidos..?

– ¿Por qué? Porque les hace así el cicirisco, mire; por eso soltaron los oros y compraron alcalde, y propaganda en el radio, en La Crónica, en el púlpito. Vaya hasta a los móndrigos de las casillas, ¿no los vido bien pedros?

Yo, sin entender. «Porque es usté güey. De haber llegao nuestro candidato, uno de muchas güilotas y honrado hasta las criadillas, ¿a dónde hubieran ido a dar(las) los del Piojo Resucitado, familia corrompida hasta las güilotas? ¡De las puras güilotas al penal de La Palma! ¡Todos! ¿Entendió?»

¡Entendí! «A poco por eso le abulta el cuadril».

– A poco no. En el pueblo todos andamos habilitaos. Hay hartos «cuernos de chivo». Esta fusca es todavía señorita, pero trái sus plomos cabales pa l’hora de los mameyes. ¿Devista aquellas fogatas?

– Las de mi niñez. Los rancheros, cuidando sus montones de mazorcas.

– ¿Mazorcas? Lumbradas pa que nos juntemos todos y truene el cuete, porque después del trinque de las «juerzas vivas», todos los del pueblo tráimos con qué responderles, y con el sano propósito de sollamar el nidal de ese animalero de miércoles. ¡Que de las «juerzas vivas» que nos trincaron con transa tan puerca en la güilotera no quede títere con cabeza ¡Y al calabozo hasta que se le pudra y usté me la va a perdonar, la corrompida familia del Piojo Resucitado! Oiga qué trái, no se me pandié. El vahído. Me afiancé en el pirul. «Oiga yo a usté lo tanteo bastantemente zacatón. ¿Por qué no se arienda pa la capital? Todavía alcanza el camión de las 12». Lo alcancé. (Y esta corazonada..)

El Ave Fénix

Extraída de algún relato extranjero, aquí una apretada síntesis de la historia del Ave Fénix. La moraleja, a cargo de ustedes.

Aconteció que cierto empresario de nombre Poldero negociaba con un zoológico donde se exhibía, a tanto más cuanto la entrada, ejemplares del reino animal procedente de todos los puntos de la rosa. Ninguno, por más exótico, parecía faltar. Pero no, que uno se echaba de menos, y el empresario se dolía:

– El zoológico no cuenta con el Ave Fénix. Tengo que conseguirlo. He de viajar hasta donde habita y traerlo, y exhibirlo con el resto de los animales.

Y sí, tanto rastreó Poldero ignotas regiones, que dio con el Ave Fénix, lo capturó, regresó con él y lo instaló en una jaula especial. Y ahora sí, a exhibirlo con un módico sobreprecio. El zoológico, por fin, estaba completo. Qué bien.

¿Qué bien? Eso sólo al principio, porque los visitantes, acostumbrados a admirar tigres, orangutanes y al cocodrilo que se tragó a una nativa isleña, terminaron por aburrirse de un pajarraco gentil y apacible que nada tenía de extraordinario. ¿El Fénix? Bah. Poldero, entonces (tomar nota):

– A cambiar ese pajarraco por alguno cuya fama de sangre y muerte atraiga a los visitantes. Un Fénix que sea rudo, fiero, espectacular.

– Imposible, lo desengañó el administrador.» Este es el único ejemplar que existe en el mundo. El Fénix no tiene pareja ni descendencia. ?l mismo, al llegar a viejo, se prende fuego para emerger renacido.

– Conque esas tenemos. A envejecerlo, pues. A iniciar de inmediato el proceso, ¡y espero que renazca como ave guerrera.!

Entonces (fijaros bien) Poldero le disminuyó a la mitad su ración de comida y después a la cuarta parte, pero el ave no envejecía Le suprimió la calefacción, sin resultado. Le atascó la jaula con pájaros belicosos, que a lo sañudo lo agredían a picotazos, y nada el Fénix todo lo soportaba en silencio. Poldero, impaciente, le introdujo en la jaula una runfla de gatos de callejón. El Fénix voló sobre sus cabezas y sacudía las alas; unas alas doradas, esplendorosas. Dio entonces en colocársele enfrente, y lo vituperaba El Fénix, impávido. Poldero, entonces, al administrador:

– Investiga todo lo referente al hábitat del animalejo.

Que el Ave Fénix vive en el clima seco, descubrió el administrador.

«¡Ajá!» Poldero encerró al Fénix en una pequeña jaula con regadera en el techo, y a bañarlo noche por noche. El ave empezó a toser…

– ¡Eureka lo envejecí! ¡No tardará en prenderse fuego..!

Y rápido, la campaña de publicidad: «¡El Ave Fénix a punto de incinerarse! ¡Se invita a todos a presenciar el maravilloso espectáculo!» Entonces, para que el Fénix acelere el proceso y arda en vivas llamas, a atiborrarle la jaula de malolientes haces de paja y alambres de púas. ¡Rápido..!

Por fin. La hora había sonado. Cierto día (¿van ustedes tomando nota?), el Fénix comenzó a revolver la paja Poldero se apresuró a firmar un contrato por los derechos de radio, cine y televisión. Y comenzaron los preparativos, y…

La fecha llegó. Al imperativo de la ganancia económica Poldero había estado excitando la curiosidad y el morbo de los asiduos al zoológico con el anuncio machacón del prodigioso renacimiento del Ave Fénix. Y el día llegó. El gigantesco auditorio donde se montó el espectáculo, atiborrado. En la jaula luces, cámaras, micrófonos. Desde un altavoz el anuncio del espectáculo que estaba por ocurrir frente a aquel público morboso, expectante:

– ¡El Ave Fénix, distinguidos visitantes, comienza los preparativos de su rejuvenecimiento!

¡Ante nuestros ojos va a renacer, según su ritual exótico..!

Un manojo de ramas y virutas perfumadas se introdujo en la jaula «¡Contémplenlo ustedes, distinguidos visitantes!» Poldero, a todo volumen. «¡El Ave Fénix se dispone a rejuvenecer! ¡Todos tendremos el privilegio de contemplar la ceremonia inmortal! ¡Ya comienza distinguidos visitantes..!»

Un estremecimiento sacudió el opaco plumaje. El Fénix movió la cabeza Tambaleante, descendió de su percha Con movimientos cansinos congrega virutas y ramas. ¡Activen cámaras de cine y TV! ¡Estallantes, las luces alumbren la jaula! Poldero, al volumen máximo:

– ¡Este es el momento que el mundo ha esperado con ansiedad! ¡La leyenda de siglos se materializa ante nuestros ojos! ¡El Ave Fénix..!»

El cual, anidado en su pira, pareció caer dormido, y ahí la desilusión de un público vicioso del morbo y la nota roja Y de súbito… (A tomar nota y dar con la moraleja o todo fue inútil.)

El Fénix se irguió, miró a Poldero, a la muchedumbre y… ¡el Ave Fénix y su pira estallaron en llamas! ¡El fuego abrasó el auditorio y en dos minutos todo quedó reducido a cenizas! ¡Miles y miles, perecieron en el incendio! Poldero, el primero de ellos. (Fox.)

¡Acuérdense de nosotros..!

Hay desarrollo y hay tranquilidad. México está tranquilo y progresando, México no se detiene ni se paraliza. México no se frena ni retrocede. Yo dejaré un México en paz…

Tal afirma el presidente del país, y si no reconoce problemas en México, ¿existe alguna esperanza de que se avoque a la solución de unos problemas para él inexistentes? No violencia generalizada, no focos rojos, ningún peligro de que despierte el México bronco. ¿Resistencia civil, Oaxaca, Chiapas? En paz. Del pasado miércoles: Corre la sangre en Chiapas. Un enfrentamiento entre evangélicos del PRD y católicos del PRI deja un saldo de un muerto y un lesionado. «No permitiremos el ingreso de niños evangélicos en la escuela», claman los priistas. Existen riesgos de nuevos enfrentamientos.

Semejante situación de paz foxista, una paz tenida con sangre derramada por motivos «religiosos», lleva ya algunos años. La noticia:

Era agonizante ver y oír los gritos desesperados de nuestras esposas, pidiendo clemencia, corriendo la sangre por todos sus cuerpos. Hasta la fecha, muchas mujeres expulsadas no sanan de sus heridas…

La paz foxista. En Chiapas, el celo apostólico del priista católico lo empuja a la santa cruzada para matar evangélicos. ¿La religión de la tolerancia? ¿Qué dijo Tertuliano el cristiano, y de esto hace ya 18 siglos? Dijo:

Por ley natural y por ley humana, cada uno es libre de adorar a quien quiera. La religión de un individuo no perjudica ni beneficia a ninguna otra persona. Va contra la naturaleza de la religión el imponer la religión.

Esta verdad, ¿la conoce el chamula priista y católico que a sangre y terror convive con el evangélico? Porque de San Juan Chamula las aguas bajan turbias: «El choque entre indígenas evangélicos y católicos tradicionalistas de San Juan Chamula forma parte de una añeja lucha por el control político, económico y religioso que en 30 años ha dejado decenas de muertos y más de 35 mil expulsados». Se justifican los que han regado sembradíos de cadáveres:

– Es que nosotros somos priistas y buenos católicos, y esto por tradición y porque forma parte de nuestra cultura. No aceptaremos a una sola persona de otra religión ni de otro partido político que no sea el PRI. Todo aquél que no se sujeta a estas costumbres es expulsado. ¡En Chamula sólo PRI y católicos..!

Tal claman los caciques que (arropados por el clero católico) controlan la venta de refrescos, cervezas, aguardiente y velas. Mis valedores: sostengo frente a los ojos la foto de los agredidos: quién moreteado del rostro, quién herido del tórax, quién tendido en una camilla, en fin. Esta vez son comunidades de San Juan Chamula, donde caciques católicos y priistas, mezcla horrorosa, han atacado a familias indígenas de la iglesia Testigos de Jehová, que ante el temor de nuevos derramamientos de sangre como los que se producen en forma periódica han tenido que abandonar sus hogares y buscar el cobijo de los vecinos, cuando no remontarse, de plano, a los cerros.

Volvimos a ser expulsados. Ahora andamos por varias partes buscando que nos presten lugar, mendigando el pan para nuestros hijos…

«Cuando se atreven a quejarse ante las autoridades y éstas sacan órdenes de aprehensión contra los culpables chamulas (presb. Esdras Alonso), ellos manipulan al gobierno con la amenaza con cambiar de partido político. Antes, los votos del PRI eran negociados con la cancelación de órdenes de aprehensión en contra de ellos; ahora se llevan las casillas a los parajes, y ahí las rellenan. El candidato priista acordó con las autoridades chamulas que si votan por el PRI, las autoridades permiten que las expulsiones continúen».

Tumbalá, Chis. Cinco campesinos heridos dejó como saldo la agresión de grupos católicos, encabezados por las autoridades caciquiles del PRI: Socorristas de la Cruz Roja Mexicana se negaron a prestar auxilio a las víctimas. Lo afirma el presidente municipal, priista:

– Vamos a seguir matando a todos los no católicos. Les cortaremos la cabeza. Paraje por paraje nos vamos, y a seguir mochando cabezas.

«Las familias Méndez Díaz y López Díaz fueron encarceladas en la cabecera municipal de Chalchihuaitán. Destruyeron sus casas, robaron sus herramientas. Entre los encarcelados se encontraba un bebé de cinco meses de edad, que fue encarcelado junto con su madre Acusa un testigo presencial: Las autoridades municipales golpearon salvajemente a nuestros hermanos frente los funcionarios antes de entregarlos al director de la oficina de Asuntos Indígenas. Ninguno de los funcionarios intervino a favor de los evangélicos».
¿Y el clero, a todo esto? ¿Qué dice el clero católico? Desde alguna región chiapaneca, dolorida voz, el pedimento de las víctimas del priismo católico: «A donde llegue esta noticia, les pedimos que se acuerden de nosotros.» México, en paz. (Dios. ¡Fox!)

Senectud, divino tesoro…

…que te vas para no volver. Mis valedores: los accidentes fortuitos. Marinero que a medias del mar se topó con el mensaje de auxilio en la panza de una botella, en aquel viejo ejemplar de viejos poemas que de la librería de viejo rescaté alguna vez, un viejo pedimento de auxilio me he venido a encontrar. Años de polvo y vejez en la librería se prolongaron en mi biblioteca hace tres, cuatro días, una tarde lluviosa que enlaciaba el ramaje de pinos y pinabetes…

¿Cómo fue? Casualidad, porque desde en la mañana, por el renegrido peligro que se cierne sobre mi país (un peligro chaparrito, peloncito, de lentes), arrastraba yo una indefinida depresión (ella me arrastraba a mí), y ya ustedes pueden imaginárselo: me aferré al clavo ardiendo, que para unos es la botella, para otros el rezo, para Fox el Prozac o alguna otra forma de dependencia (debilidad de carácter). Yo, por mi parte, me fui a acunar en mi biblioteca, y la casualidad: ahí el vetusto volumen. Apenas abriéndolo, a penas me remitió. Las tristuras, por conjurarlas, se refinaron.

Y no quiero morir. No quisiera morir -Amo la vida porque está colmada de poesía-Y de crímenes, y de odio y rabia y lágrimas…

Yo, el suspirillo, que el poemario no logró retirar mis vagas tristezas. Ya cerraba el volumen cuando aquel papel encogido a dobleces se me vino a las manos. Lo fui desdoblando, leyéndolo, contristándome al tenor de la tarde aterida de amagos lluviosos. Era un añejo, inconcluso mensaje sin principio ni término, amarillento de vidas y años pasados, en el que alguien que se confesaba viejo de edad (¡no «adulto mayor», no seamos hipócritas para usar tan cursi eufemismo!), aludía a su drama personal. Leí, y me preguntaba si el anciano viva o muera a estas horas:

«…con engaños y tras de arrebatarme de mala manera mis pertenencias, en un asilo que nombran residencia me fue a encarcelar el menor de mis hijos, el más amado de todos ellos. ¿Cuándo ocurrió? Eso no logro ubicarlo, tanto mi memoria se ha raído…
Fue en el asilo donde acabé de envejecer. Pero, fuerzas de flaqueza, logré fugarme e irme a refugiar, solo y mi alma, en este cuartucho de azotea, vecino de gatos y lavaderos, abierto a vientos, lluvias y carrasperas. Afuera de mi covacha las palomas, a zureos, reniegan de la llovizna)

Tardes de domingo como esta son las más melancólicas para el que envejece de una soledad de lomo engrifado como gata en brama Por tratar de conjurarla me he aplicado a abrevar remembranzas en mi altero de viejas fotos, que más me dañan que aligerarme el espíritu. Ahí, macollo de ausencias, el oficio de mis fieles difuntos: desvaídos rasgos de la que fue mi amantísima (canto, risa, el picor la especia, el geranio, el no-me-olvides, el deseo encuevado en el catre de latón). Qué joven fui una vez…

Me he puesto a barajar mis fotos: hijas, partos, nietos, parientes ya muertos o más distantes todavía: desbalagados. Ah, esta herida que no cesa, el hijo fallecido por oscuro conflicto de la sota moza y la sota de bastos. Ausente uno más, que de mí se ha olvidado, pero cuyo olvido fue menos ingrato que el corazón de pedernal que me encerró en el asilo. En estas ácidas, corrosivas tardes de domingo, intento olvidar y recuerdo; busco recordar, y olvido. Olvidar, invocar el piadoso alzhaimer…

Obsesión: aún tan escaso de años y bienes como sobrado de ilusiones, fui padeciendo gozosas heridas de aquella sucesión de mujeres que, costras de las heridas, me dejaron estas fotos, dedicatoria y fecha vetustas y unos marchitos pétalos emparedados entre sonetos, rimas y redondillas. De súbito, inesperado, el fogonazo: llegó ella, la Mujer, y ahora mi mente burbujea de romanzas y trovas, luna llena y mandolina y ventana grifa de bugambilias. Y aquí estoy, y avizoro el final, y porque esta soledad pesa como plancha de acero sobre mente y corazón, voy a enviar este mensaje a ver si alguno…»

No me pregunten qué quise decir – es que tenia un nudo en las palabras.

Aquí se interrumpe el manuscrito. Yo, el papel en la diestra, por la ventana miro una tarde que la llovizna torna remedo de anochecer, y de noche todas las tardes son pardas. ¿Quién será, cómo sería el del clamor de auxilio? Yo, con mi soledad entera, ¿qué hubiese podido darle, si no tristuras? Un suspirillo, y el picor en las pupilas. Contemplé la tarde aterida, vi el diario:

«Día del Anciano. Solos, millones de viejos».

Día del Anciano. ¿Alguno se percató de la fecha, alguno conmemoró el pasado lunes el Día del «Adulto Mayor», como le apoda el eufemismo ridículo? Mis valedores, quien sepa de edad, achaques y añejos gritos de auxilio, conocerá la causa de esta mi depresión. Senectud, cuántos suspiros se cometen en tu nombre (Y qué hacer.) elvaledormx@yahoo.com.mx

¡Que no sea desvergonzado..!

Tal exige Porfirio Muñoz Ledo al presidente del país, del que hace el siguiente retrato hablado: Se disfraza de bombero, pero es un vil incendiario…

Y agrego yo, y acudo al lugar común sólo por lo que tiene de vituperoso: «Cae más pronto un hablador prozaico que un pobre cojo»: hace años, hogaños y desengaños, el fácil de lengua pregonaba la vocación de tolerante y anti- represor que animaba todos los actos de su gobierno. La siguiente declaración del lenguasuelta:

«Este presidente, servidor de ustedes, no es un represor y jamás lo va a ser. No ha faltado quién me sugiere que me equivoqué en la solución de Atenco. No falta quién nos invite a reprimir y usar la violencia. Jamás la vamos a hacer. Somos un gobierno democrático, gobernamos precisamente por la vía de la democracia, de la gobernabilidad democrática».

Y un mal día, de repente, ¡el jacalón de San Lázaro amaneció grifo de tanquetas anti-motines! Y protesta de inmediato Alejandro Encinas, jefe de gobierno del Distrito Federal:

¿Hace cuántos años que en este país no hablamos visto una tanqueta antimotines en las calles? Es un muy mal signo, es el mejor indicador de cómo están las cosas.Yo no quiero un país como el que estamos viendo en las inmediaciones de) Palacio Legislativo de San Lázaro, en donde las tanquetas antimotines, en donde sean los cuerpos de seguridad quienes rijan la normalidad de la vida institucional…

¿Que qué? ¿Cuáles tanquetas antimotines?, replica el vocero presidencial. ¿Cuáles tanquetas? «En todo el mundo nadie las conoce ni como tanquetas, ni como tanques. Son vehículos que arrojan agua…»Eso, y no más. Vehículos que arrojan agua de los 7 mil 570 litros que cargan en la panza Pero, al parecer, los susodichos no reportan agresión alguna a los ciudadanos en resistencia civil pacífica, porque, lo afirma Rubén Aguilar, en todos los países democráticos tienen estos vehículos, porque permiten enfrentar manifestaciones sin que haya daño corporal. (Ya nos tomaron la medida). Por cuanto a semejante lenguaje, lo afirma el estudioso:

Eso, y no más. Vehículos que arrojan agua de los 7 mil 570 litros que cargan en la panza Pero, al parecer, los susodichos no reportan agresión alguna a los ciudadanos en resistencia civil pacífica, porque, lo afirma Rubén Aguilar, (Ya nos tomaron la medida). Por cuanto a semejante lenguaje, lo afirma el estudioso:No hay mejor manera de lograr que se acepten doctrinas extrañas y absurdas que rodearlas de palabras oscuras, dudosas e indefinidas, que las convierten en madrigueras de zorros o guardias de ladrones…

Yo, en reflexiones de hace años, aludía al disparatario de Fox, a su inculta y zafiedad; preguntaba: ¿Es un personaje trágico, o no pasa a ser uno más de los hilarantes protagonistas de rompe y rasga que de tarde en tarde brotan en un terreno abonado con estiércol? ¿Tanta insensatez cabe en un individuo, que así aporta a las masas renovados motivos de queja, rabia, desánimo, frustración y burletas? ¿Tiene conciencia de que la comunidad lo ha erigido, cuando bien le va, en rey de burlas y burletas? ¿Es él quien se burla de la comunidad? ¿Es inmune a los aletazos de la humillación? ¿Es un conchudo de siete suela? ¿Cómo resiste la cargazón de un ridículo que así le desgarra su fama pública? ¿Fuerza de carácter? ¿Fuerza de Prozac?

Hoy, de ser rey de burlas el presidente del país se torna rey de iras, exasperación y odios populares, y aun desafía nuestra inteligencia con declaraciones que son, cuando menos, inauditas. Fox nos tomó la medida, y nos la tomó por nuestra ignorancia, que de otra manera no se atrevería a agredirnos con semejante lenguaje embustero, que en vez de aportar verdad engaña, y que oscurece por aclarar. Sus minas antipersonales demuestran que ya se perdió todo respeto o que lo perdió a nosotros. Como nos ve mansitos…

Las palabras pueden crear violencia y a su vez ser violentadas. Pueden traicionar, engañar y seducir; pueden quemar, matar y destruir.Total, que no tanquetas antimotines, sino simples vehículos que arrojan agua, y no más. No se trata, pues, de aquellas imponentes máquinas de represión que adquirió el proyanki Salinas como vía para imponerse en Los Pinos y desde ahí implantar su modelo neoliberal que tanto ha dañado al paisanaje, y que hoy, eminencia gris detrás del trono de Marta y el segundo marido, intenta imponer imponer su gobierno tran-sexenal con la imposición de «un chaparrito, peloncito, de lentes». Pero no, se trata de simples vehículos hidrantes, como las armas de los 800 elementos de la Policía Federal Preventiva y del estado Mayor Presidencial son simples vehículos que arrojan plomo. Pero ya lo advierten voceros del PRIANAL (PRI, PAN y la NUEVA ALIANZA), de la Gordillo (alianza con Los Pinos):

Total, que no tanquetas antimotines, sino simples vehículos que arrojan agua, y no más. No se trata, pues, de aquellas imponentes máquinas de represión que adquirió el proyanki Salinas como vía para imponerse en y desde ahí implantar su modelo neoliberal que tanto ha dañado al paisanaje, y que hoy, eminencia gris detrás del trono de Marta y el segundo marido, intenta imponer imponer su gobierno tran-sexenal con la imposición de «un chaparrito, peloncito, de lentes». Pero no, se trata de simples vehículos hidrantes, como las armas de los 800 elementos de la Policía Federal Preventiva y del estado Mayor Presidencial son simples vehículos que arrojan plomo. Pero ya lo advierten voceros del PRIANAL (PRI, PAN y la NUEVA ALIANZA), de la Gordillo (alianza con):A eso se expone el de la resistencia civil; sepa lo que le puede pasar y asuma las consecuencias. (Fox.)

Marta, Fox, el chaparrito…

¡Quien no dialoga rechaza la existencia del otro. Quien cierra la puerta al diálogo abre la ventana para que se cuele la violencia..!
(Fox.)

De violencia, precisamente, habló el maestro en la tertulia de antenoche, y del tartufismo y la doble moral de un Fox que antes, durante y en los días transcurridos desde los comicios del pasado dos de julio violentó y violenta la ley mientras exhorta a no violar la ley.

– ?l pronuncia anatemas contra la violencia cuando al violar los procesos electores su conducta lo acredita de violento. Y es aquí donde reitero, contertulios: hablar de violencia sin enjaretarle el adjetivo correspondiente es una trampa verbal. Fox exhorta a evitar la violencia, pero mucho se cuida de no aclarar a qué violencia se refiere, si a la violencia-causa o a la violencia-efecto. Porque con la toma del Paseo de la Reforma, contertulios, ¿los partidarios de López Obrador recurrieron a la violencia? Obvio, sí, que ejercen la violencia ¿Pero ellos comenzaron el ejercicio de la violencia, o son contestatarios de una violencia inicial, que abarca el intento de desafuero, la campaña del miedo y los recursos públicos desviados hacia la campaña del chaparrito, pelón, de lentes? Para que entendamos las dos clases de violencia, la original y su consecuencia, contertulios…

Lo vi abrir su libreta de pastas negras. «De ejemplo de la intolerable contradicción entre los dichos y las acciones del verborreico Fox.»

Y la transcripción de añeja fabulilla de mi invención que alude al hombre aquel del hogar asaltado de noche por una banda de malhechores. «Fabulilla que actualizo con recientes declaraciones del compulsivo y atolondrado verborreico que dirigente a la cáfila de asaltantes». Y el maestro siguió leyendo en voz alta la fabulilla cuyo principio transcribí ayer:

«Uno de los bandidos dio con los ahorros de la familia. Los asía con todas sus manos. Intenté arrebatárselos. El golpe en el cráneo me oscureció la visión Fui empujado escaleras abajo. El vozarrón del caballón de botas, aspecto vulgar y mostacho pulquero…¡que se atrevía a tutearme!»

¡Nada justifica que violentes la ley! ¡El respeto y salvaguarda de las instituciones democráticas es una causa que nos compromete a todos! ¡México avanza tranquilo y progresando, no intentes detenerlo o paralizarlo en su marcha ascendente! ¡Yo entregaré un país con instituciones fuertes, con instituciones respetadas y con el respeto pleno a nuestras leyes..!

Al decirlo me mantenía derribado, impotente. La pandilla de asaltantes se daba a mancillar a mis hijas. El mediocre chaparrito, peloncito, de lentes, jadeaba, baboso y babeante Mi sangre en escurrimientós (su acre sabor en mi lengua). A uno de mis hijos, que intentaba defender a su hermana, el rodillazo:

– ¡Agresor! ¡Nuestra democracia está funcionando en equidad y libertad para todos los ciudadanos! ¡No demuestres tu falta de cariño por nuestro México! ¡La ley y el estado de derecho es lo que nos da viabilidad como país! ¡México requiere la plena vigencia del estado de derecho! ¡México ya eligió el camino de la democracia, ya optó por la vía del entendimiento y de la tolerancia, del acuerdo y la concordia! ¡México quiere y merece vivir en paz! ¡Si tú sigues ejerciendo la violencia yo habré de usar en tu contra la fuerza pública, sin que esto signifique recurrir a la violencia..!

Me incorporé. Intentaba afianzar el brazo del atacante. ¡Logré aquel manotazo en su rostro! Sentí el culatazo. Rodé por el piso. Alcancé a escuchar al que encabezaba el ataque (alto, de botas, seguido de uno chaparrito, peloncito, de lentes, mediocre irredento):

– ¡No se vale romper la ley! ¡Necesitamos del cabal cumplimiento con nuestras obligaciones en términos de ley! ¡La ley y el Estado de Derecho es lo que nos da cohesión como sociedad, lo que nos da viabilidad como país..!

Tragué la sangre de mi boca Recuerdo que algo me atreví a decir antes de perder el conocimiento: «¿Y quién saquea la casa de quién? ¿Quién se brincó las bardas de la mía para arrasarla? ¿Quién es el hipócrita que para asaltarla mienta la ley? ¿La nuestra es violencia causa que provocamos nosotros en contra de ustedes, o es la de nosotros una violencia efecto de la violencia original, la de ustedes, saqueadores de nuestra casa.?’

¡Cristo! El hampón se arrojaba sobre la madre de mis hijos. Le asesté un bofetón Al varillazo quedé privado, y no recuerdo más. Me dicen que, al brincar bardas para la huida con todo lo que había sido nuestro patrimonio familiar y era ahora su botín, todavía nos amenazaba así, a los de la casa:‘No a la violencia! ¡La violencia nunca más..!»‘

– Y aquí y así termina la historia ¿Moraleja, contertulios..?

Marta Fox, el chaparrito, peloncito,de lentes. (¡Agh..!)

¡No a la violencia..!

¡Si al respeto irrestricto a la ley!, clama Fox. Del tema y con los testimonios de diario en la mano, habló el maestro en la tertulia de anoche:

– Violencia, ley. Cuidado con las trampas verbales. Tal como no existen democracia y economía sin apellido, a la violencia también hay que endilgarle el adjetivo correspondiente. Economía: que se mantiene sana y en pleno crecimiento, afirma Fox Bien, sí, ¿pero a cuál economía se refiere? ¿A la macro-economía de los grandes capitales o a la micro-economía de todos nosotros? Democracia: ¿a qué democracia alude? ¿A la liberal, del «Sistema», o a la socialista, que beneficiaría al paisanaje? ¿Violencia? ¿A qué violencia se refiere Fox: ¿a la violencia-causa o a la violencia-efecto?

Silencio. Expectación. El maestro, su libreta de pastas negras: «Aquí un ejemplo de las dos clases de violencia, en añeja fabulilla del señor Valedor que me permito actualizar con los recientes pronunciamientos contra la violencia del violento Fox. Escúchenla en la versión de una de sus víctimas».

Achis, achis. Escuchamos: «Era casi la medianoche Con la familia me disponía a dormir. Cómo iba a imaginar lo que vendría después. Desde la estancia y asordinados me llegaban rumores de la TV «Ya suban a dormir’, dije a mi mujer y a los hijos. (¿Por qué tanta zozobra..?)

Fui a la puerta que da a la calle Cuánta paz, qué silencio. La cerré con llave Cómo imaginar lo que vendría después. (Y aquella corazonada) Arriba en su habitación, las hijas cuchicheaban de sus asuntos. Reían entre dientes. Lo usual. Ya duérmanse’. Vi que apagaban la luz. Y la paz…

¿La paz? De repente, ¿y eso? Allá abajo, el estrépito. Un grito de mujer. Bajé trompicándome, y los hijos detrás. ‘¡Qué ocurre!’ ¡Dios! Me detuvo el cañón de una metralleta ‘¡Silencio!’, me ordenaba aquel gigantón, botas vaqueras y mostachos de aguamielero. ¡Dios! (¿Qué otro vocablo pronunciar?) Los asaltantes revolvían la estancia ‘¿Dónde escondes lo de valor?’ El arma en los costillares. Dios, una vez más…
Los pandilleros, desparramándose por toda la casa Pude observar que detrás del de la facha de payo vicioso de toreo pulquero husmeaba uno chaparrito, peloncito, de lentes, y con ellos el resto de pandilleros que invadían la casa y se daban a la tarea de saquearla minuciosamente Y aquel estrépito de cosas que se rompen, se desgajan, dan contra el suelo. ‘¡?ste te preguntó que dónde escondes lo de valor!’ Ah, la voz desagradable de aquel chaparrito con irremediable aspecto de mediocre incurable. Contra mis lomos la metralleta Y qué hacer, sino intentar la defensa Pero defensa cómo, defensa cuál. Dios. (¿Lo dije antes..?)

Mis hijos, repuestos de la sorpresa aquel intento de defenderse, de repeler el ataque, de salvar algo de lo perdido. Yo gané la varilla de hierro, y entonces, sin interrumpir el saqueo de la casa, el cabecilla de la pandilla, (¡Y el Tartufo me resultó verborreico, lengua suelta, diarreico de boca!):

– ¡Nada de violencia! ¡Que lo entiendan los que siguen aflorando el pasado: yo soy un demócrata! ¡La democracia no va a dar marcha atrás! ¡México no va a dar marcha atrás! ¡No es con saltos al vacio como se construye un futuro mejor para todos! ¡No es con componendas y arreglos por fuera de la ley como avanza la democracia! ¡Lo más importante es seguir avanzando la unidad nacional en el respeto de la ley! (Literal, palabra a palabra léanlo en el matutino.)

Su aliento, pútrido, contra mi rostro. Yo, entre el asco y el pánico, aquellas arcadas. Escuché al cabecilla de los que saqueaban mi casa

– ¡México no se detiene ni se paraliza México no se frena ni retrocede! ¡Sépanlo las y los de este hogar: yo estoy orgulloso de servir a un pueblo respetuoso de las instituciones y promotor de la paz y la tranquilidad..!

Y a violar y volar puertas, armarios, gavetas. El mayor de mis hijos alzó un candelabro. Intentó golpear a alguno de los bergantes. Un culatazo lo desarmó. Lo miré rodar escaleras abajo: ‘¡Cuidado! ¡No necesitamos quien venga a distraer, quién venga a provocar y dividir a la sociedad, a llevar al país al conflicto..!

Y el empellón contra uno de mis muchachos, y el forzamiento de los hampones.
Inmovilizada, el manoseo. ¡La derriba! Cerraduras y cristales que se rompen, y entonces: ‘¡Hija mi niña.!’ Tendida Un bergante encima; le alza el camisón! Contra el rufián me abalancé, lo jalé del greñero (¿greñero Carlos Ugalde?), y en la casa resonó el clamor del muy segundo marido de Marta

– ¡En democracia lo que quieren los mexicanos es orden, estabilidad y concordia! ¡Eso es lo que nos garantiza un futuro de justicia y equidad! ¡Todo dentro de la ley y las instancias legales! ¡No a la violencia..!

Esto sigue mañana (Lástima)