Nuestro sol se ha ocultado. Nuestro sol se perdió de vista y nos ha dejado en completa oscuridad…
Tal es el inicio del mensaje póstumo que Cuauhtémoc nos legó a todos los mexicanos. Escarnio de vendepatrias, así se alzó contra los malnacidos:
¿Qué dice este bellaco de Moctezuma, mujer de los españoles, que tal se puede llamar, pues con ánimo de mujer se entregó a ellos de puro miedo, y nos ha puesto a todos este trabajo? ¡No lo queremos obedecer, pues ya no es nuestro rey, y como a hombre vil le hemos de dar castigo y pago..!
Y en diciendo esto Cuauhtémoc, de edad de diez y ocho años, alzó el brazo enarcado hacia Moctezuma, que exhortaba a los mexicanos a someterse al español. Le disparó muchas flechas…
Y la de enseñanzas que nos ofrece la Historia por más que nosotros nos rehusamos a aprovecharlas y aun permitimos que la memoria histórica se nos diluya y nos la distorsionen. Según cronistas y códices, a Cuauhtémoc «cuando el sol se iba a poner ellos se clavaron al señor como perros al cuello» y lo martirizaron con fuego en la cabeza le echaron perros bravos, lo colgaron desnudo de cabeza durante trece días y terminaron ahorcándolo para finalmente, decapitarlo. Pesaroso, se lamentaba Bernal Díaz:
– Y esto pareció mal a todos los que íbamos…
«El emperador Carlos V reprendió duramente al conquistador de México por el asesinato de un hombre tan ilustre, que había llevado su amistad con Cortés hasta el extremo de que al recibir el bautismo y profesar la fe cristiana, había tomado por nombre el de remando Cortés Cuauhtémoc». La historia de hombres y pueblos, mis valedores, no es eso que enseñan los libros de historia La Historia es una gigantesca zopilotera y un gran hedor…
Antes de morir, y ya bautizado con su nombre cristiano de Fernando Cortés, Cuauhtémoc fue confesado por fray Juan de Tecto, ¡a quien Cortés terminó ahorcando porque se negó a decirle lo que aquél le habla revelado en confesión poco antes de morir! Sí, todo lo referente al vagoroso tesoro de Moctezuma, y este fue el fin de la flor y el espejo de los emperadores meshicas. Aquí, el mensaje final de Cuauhtémoc a todos nosotros, los mexicanos:
Nuestro sol se ha ocultado, nuestro sol se perdió de vista y nos ha dejado en completa oscuridad. Pero sabemos que volverá; otra vez saldrá y nuevamente nos alumbrara. Pero mientras permanezca en la mansión de la muerte, reunámonos violentamente, estrechémonos y ocultémonos en el centro del corazón de todo cuanto amamos y consideramos como un tesoro. Destruyamos nuestros recintos para pensar, nuestros templos, nuestras escuelas, nuestros campos de pelota, nuestras casas para jóvenes, nuestras casas de canto.
Queden desiertas las calles y encerrémonos en nuestros hogares; ahora no sabemos hasta cuándo saldrá nuestro nuevo sol. Los padres se encargarán de las enseñanza, el padre con sus hijos y la madre con sus hijas, mientras vivan, padre y madre que no olviden decirles o informarles a sus hijos cómo ha sido hasta hoy este nuestro querido Anáhuac, al amparo y protección de nuestros destinos y también por nuestro respeto y nuestro comportamiento que recibieron nuestros antepasados. Ahora nosotros ordenamos a nuestros hijos que no olviden informar también a su hijo. ¡Cómo se levantará y alcanzará fuerza! ¡Y cómo realizará su grandioso destino!
Año tres casa, mes del florecimiento, día nueve serpiente, ciudad de México Tenochtitlan.Sí, que mientras el mundo permanezca no acabarán la gloria y la fama de México-Tenochtitlan. Esto, a pesar y en contra de los invasores y sus colaboracionistas cimarrones al estilo de ese Carstens que al frente de la política económica del país se dispone a seguir atornillándonos los dictados del Fondo Monetario Internacional, a quien fielmente ha servido. Pero sobreviviremos a pesar de nosotros mismos, los millones de mexicanos que hoy mismo, de modo tan desidioso y pasivo, toleramos la acción sañuda de los entreguistas del país, por lo que hoy merecemos el reclamo que ayer lanzaba el abuelo Axayácatl a los guerreros águilas y guerreros ocelotes de nuestra raíz indígena:
Por eso me aflijo, yo vuestro abuelo Axayácatl/Por esto yo me río,/Yo, vuestro abuelo, / de vuestras armas de mujer / de vuestros escudos de mujer. / ¡Conquistadores de tiempos antiguos, / volved a vivir..!»
Porque ese es, mis valedores, nuestro glorioso destino como pueblo meshica mejicano y mexicano: la supervivencia. Sin más. Es México. (Nuestro país.)