La verdad, en el aire

Esta vez, mis valedores, los bombazos que algunos hicieron estallar en la madrugada del pasado lunes, 6 del presente mes, en edificios diversos de esta ciudad capital. Al tema me referí el domingo anterior en el programa de Radio UNAM titulado Domingo 6, pero me parece que su reiteración se justifica en este otro espacio periodístico. Decía, y digo a todos ustedes:

Los tales bombazos han dejado un desparramadero de interrogantes sin contestación cierta hasta ahora Aquí, algunas preguntas cuya respuesta está, todavía hoy, en el aire: ¿Quiénes son los autores y cuál el propósito de tan estridente maniobra? ¿Quiénes son los beneficiarios? Por cuanto a los cinco grupos guerrilleros que se acreditan esos bombazos, ¿existen más allá del membrete? Siendo que acciones de esta naturaleza suelen ejecutarse con ánimo de crear conciencia de un problema determinado, ¿cuál fue, en este caso, el problema que se intentó denunciar? ¿Oaxaca, tal vez? ¿El narcotráfico, el presunto fraude electoral del 2 de julio pasado? ¿Ellos, quienes se los acreditaron, son, de verdad, los autores de los bombazos? Van aquí, algunas hipótesis:

Los bombazos proceden, efectivamente, de la guerrilla que sobrevive en el país, y refleja el descontento de las mayorías ante un catálogo de agravios que de corrido podemos recitar. De ser la madrugada del antepasado lunes una acción guerrillera pondría en evidencia dos hechos fehacientes: uno, que semejante forma de lucha civil no se ha extinguido en el país, y el segundo: que las guerrillas no quieren, no pueden aprender de la historia esa estrella polar, que dice, que clama que jura situar la lucha civil en el terreno de las armas, donde el enemigo histórico es miles de veces superior, significa condenarse por anticipado a una derrota segura Preguntar, quien lo dude, a los compañeros de Ciudad Madero, a los de la Liga 23 de Septiembre, al PROCUP, a la guerrilla de Genaro Vázquez, a la de Lucio Cabañas a la de.. en fin.

¿La solución, efectiva y sin riesgo, porque no se aparta de la ley ni se expone a la represión oficial? No la fuerza muy relativa de las armas guerrilleras, sino la fuerza absoluta de unas masas convenientemente organizadas. Verdadera acción revolucionaria sería que los militantes de las guerrillas se avocasen a tareas de organización ciudadana en comités autogestionarios, y con tal estrategia se generase el poder popular. Esta es la tesis de analista de la ciencia política que me asesoran sobre temas de organización de los más de cien millones de átomos que integramos la población del país, y entonces sí, como aconseja Aristóteles, darnos ese gobierno al que obedecer como sus mandantes.

Una hipótesis más: los bombazos vienen del rumbo de algunos radicales simpatizantes de López Obrador como producto del descontento por el manifiesto fraude electoral que arrebató al tabasqueño la presidencia del país. O se trata de acciones ejecutadas por al ala más radical de la Asamblea de Pueblos del Pueblo de Oaxaca como respuesta a la represión y los asesinatos que ha perpetrado el gobierno de Ulises Ruiz. Claro, podría tratarse de una réplica burda urdida por el Sistema de poder, del atentado o autoatentado perpetrado el 11 de septiembre del 2001 en Nueva York, que sirvió de pretexto a la Casa Blanca y el Pentágono de EU, dicen algunos observadores, para invadir Iraq con el propósito de apoderarse de su riqueza petrolera Aquí, mientras tanto, los bombazos abrirían la puerta para crear un verdadero estado policíaco que reprimiera, sin costo político para el aparato de gobierno y su modelo político, económico y financiero, la acción de los opositores al neoliberalismo y defensores de PEMEX, la industria eléctrica y tantos recursos naturales que el entreguismo oficial pugna por enajenar a los capitales privados de AI y del exterior. ¿Cuál de estas u otras hipótesis será la que nos conduzca a la verdad de los estallidos del lunes antepasado, a aquello del amanecer..?

Hasta ahora unas explicaciones amañadas del sector oficial (vagas, ambiguas, contradictorias) sólo arrojan confusión a base de unas conjeturas tan endebles como sus conclusiones, donde cabe el «sospechosismo», bárbaro vocablo que nos inoculó en su momento Santiago Creel. Y si a hipótesis vamos, yo también tengo la mía y de conjeturas a conjeturas voy más a la que me sugieren mis maestros. Así, por intentar alguna luz en semejante nublazón sin caer en simplismos ni maniqueísmos (santo y seña del común de quienes, desde los medios de condicionamiento de masas, analizan los escandalosos bombazos), yo he ponderado los hechos, sus características particulares (los objetivos elegidos, la hora en que estallaron los artefactos, la carencia de pérdidas humanas, por fortuna etc.,) y a la luz de documentos secretos que han llegado a mi poder miro las exposiciones la posible acción de la CIA, estadounidenses. ¿Las pruebas? (Aguárdenlas.)

Lésbico amor

Transcribí ayer para ustedes retazos de la relación histórica que formula cierto defensor de los derechos del homosexual. Hoy van aquí mis parabienes para las compañeras lesbianas en razón de que la Asamblea Legislativa del DF ha aprobado, por fin, la Ley de Sociedades de Convivencia. Sí se pudo, digo con todas ustedes, y para el efecto convoco el espíritu de Safo, la poeta griega nacida hace alrededor de 26 siglos en Lesbos que tantos himnos y elegías le escribiera al lésbico amor, como ese poema dedicado «A una que nació en Lesbos», que así comienza:

Corriendo por mis venas – llama vivísima – no bien te miro, siento. – Y en mi inmensa delicia – a los dulces transportes-que siente el alma mía – la lengua a hablar no acierta – la voz juzgo perdida

Yo, en tanto, brindo por la mujer, en este caso por la sota moza cuya preferencia sexual es distinta a la de las heterosexuales y es, por lo mismo, señalada y marginada por una sociedad de tartufos providas, de prejuicios y doble moral a la manera de Norberto Rivera, cardenal de la iglesia católica y protector de curas paidófilos. Yo, amador amante de mi amantísima, aquí me permito nombrar, saludar y entregar toda la solidaridad de que soy capaz a las mujeres que, por cuestión de sus preferencias sexuales, integran (con el indígena, la trabajadora doméstica y el inválido, qué vergüenza para las autoridades que en este país se la viven loando el respecto irrestricto a los derechos humanos y las garantías individuales); que integran, repito, un grupo aparte: el de las compañeras del lésbico amor. Estoy mirando la foto del matutino fechado hace apenas un año. ¿La vería alguno de ustedes? ¿Le provocaría desagrado, como a las pías sociedades de padres de familia, lo que en ella miró? El pie de foto: «Homosexuales ven de cerca la oportunidad de unirse en pareja y contar con los mismos derechos (salvo adoptar) que las uniones tradicionales. Para ello, ayer se manifestaron frente a la ALDF para presionar y que la Ley de Sociedades en Convivencia sea aprobada».

En la foto, dos sotamozas garridas, las manos de esta en la cintura de esta otra, se repegan labio a labio y pecho a pechos, qué bien. Pues sí, pero en nuestro México el derecho ajeno de los grupos marginados se mienta, sí, pero no se respeta, y es por tan intolerable situación que algunas de las víctimas de la discriminación, concretamente las «disidentes sexuales», eligieron una fecha, la de la entrada de la primavera, para tomar la calle y hecerse oír. Algunas de sus demandas: Para empezar, creación de instancias legales contra delitos derivados de la discriminación sexual y que para ello se difunda el Art 206 del Código Penal del DF., que así lo determina: «De uno a tres de prisión, así como de cincuenta a doscientos días de salario mínimo, como multa, al que provoque o incite al odio o a la violencia, excluya a algún usuario, o niegue o restrinja los servicios a personas que se distingan por su orientación sexual».

Amor, de tus transportes – librar quiero a mi alma: – En otro tiempo Athis – por ti sufrió mil ansias… (Safo.)

Y así siguieron las exigencias de las sotamozas del amor amoroso de las parejas pares: respeto a la diversidad sexual, no intolerancia, no dogmatismo ni cerrazón, o el país va a desbarrancarse en esa lóbrega zona que preludian las palabras de la psicóloga de la Preparatoria 6 frente a dos jovencitas alumnas que se demostraban amor: ¡Esas son una verdadera enfermedad..!

Cuidado, mis valedores, mucho cuidado. No vayamos a caer en situación como la de Nigeria, de la que podemos tomar dos ejemplos: el de Safiya, en primer lugar: divorciada, al parir a su hijo estuvo a punto de sufrir una condena semejante a la de Amina, el segundo ejemplo, a quien el Tribunal Supremo de aquel país condenó, y esto apenas hace muy pocos ayeres, a una sentencia que le fue pospuesta, como «permiso de lactancia», por un par de meses. Después, a Amira la enterrarían hasta el cuello para luego irla matando a pedradas, con piedras «que no sean tan chicas para que no le hagan daño, ni tan grandes que le provoquen la muerte demasiado pronto». Nigeria.

Feliz quien a tu lado-por ti solo suspira-y el hondo placer goza-de oír tu voz divina…

Safo, sí, que trova a la bienamada y en la vieja Grecia (cultura y refinamiento) a pocos escandalizaba, como hoy a las buenas conciencias. Vicios privados y virtudes públicas es condición de tartufos, señalé alguna vez aquí mismo, y apuntaba al gobierno blanquiazul por su brama moralista que alzó pústulas en Querétaro, Guanajuato, Nuevo León, en fin, y entonces ándenle, a tarascadas, contra anuncios de ropa interior, minifaldas, escotes, «malas palabras» y hasta limosneros, «por el mal aspecto que dan a la vía pública». Ah, esos panistas providas, opusdeístas, caballeros de Colón y paidófilos Legionarios de Cristo… (Laus Deo.)

Muertes paralelas

Esta vez el suicidio, mis valedores, ese asesinato que algunos perpetran con el humano que tienen más cerca, y al que más deberían amar, para estar en condiciones de amar al prójimo como a sí mismos, y así no morir del todo. El suicidio fue exaltado como remedio a todos los males por el suicida inducido Séneca, que se cortó las venas por encargo de Nerón, remedio que tiempo después iba a poner en esa clase de tela que el la de la duda uno que de todo dudaba: Hamlet. Del suicidio y en juego de paradojas lo afirma Camús:

No hay más que un problema filosófico verdaderamente seño: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía (…) Hay una relación entre lo absurdo y el suicidio, que es una solución de lo absurdo, problema que puede parecer a la vez sencillo e insoluble…

Cuatro suicidios famosos traigo ante ustedes por la relevancia de los protagonistas, y porque su asesinato lo perpetraron en pareja. El primero de ellos es el de Stefan Zweig, autor de novelas, teatro y biografía que, judío de ascendencia y crítico del nazismo, se vio precisado a salir de Alemania y refugiarse en Brasil. Ante el sombrío futuro de Europa y de la amenaza mundial del nazismo escribe en 1942, luminoso testamento:

Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra…

Después de ello, abrasado de pesimismo, se abraza de su Charlotte Elisabeth. Ambos se quitan la vida.

Otro caso: el húngaro Arthur Koestler, político y ensayista, periodista y científico. Badajeando entre la esperanza y el desencanto, fue a su hora sionista, antisionista, comunista y anticomunista, y nos legó, con muchas más, Los sonámbulos, obra monumental y magnífica donde me hizo escuchar la sinfonía de los astros, que percibió, el primero, Pitágoras La obra de Koestler constituye «la conciencia crítica que ilumina un mundo de progreso e inimaginables horrores», esos que en 1983 lo llevaron, con todo y Cynthia, su esposa, a beber sendas copas de cognac sazonadas con barbitúricos…

Antes, mucho antes, la historia consigna el suicidio de Marco Antonio, frivolón y mal estratega que, al repudiar a su esposa Octavia para hacer pareja con Cleopatra la célebre y al propio tiempo tratar de tomar para sí todo un imperio, es aniquilado por Octavio, cuñado sañudo. Tal fracaso obligó a suicidarse al romano, y a la egipcia a tomar el mismo camino.

Sombrío, impresionante, el suicidio que se perpetra en los entresijos de cierto bunker bajo un Berlín en ruinas, en llamas, en muerte, en desolación. Siniestros personajes concurren a la ceremonia de la necrofilia y se encargan del veneno y las armas que van a segar la existencia de un genocida que se prepara a morir mientras afuera resuenan clamores de destrucción y desmembramiento. Goebbels sostiene en sus manos veneno y armas, mientras quienes han de morir, el amante y la concubina, contraen matrimonio antes de dejar,juntos, la vida. El, por supuesto, Adolph Hitler; la que fue su amante y es flamante esposa: Eva Braun. Lúcidamente demencial, el Führer se despide se despide de sus dos secretarias y pone en sus manos el legado póstumo:

– Me disgusta no poder hacer a ustedes otros obsequio de despedida.

Y les entrega sendos frascos de veneno. Y la pistola, el frasquito de líquido amarillo, el suicidio. Hitler y Eva han ingerido su ración de muerte. Afuera Europa se derrumba en pedazos…

Derrumbamientos. A esto quería yo llegar: Stephan Zweig por escéptico y Koestler por desencantado; por ambición, deslealtad y lujuria el romano, y el genocida de Auschwitz por megalómano. ¿Cuántas buenas razones no podría abonarle su conciencia para una sobredosis de Prozac a ese que, inculto y cerril a diferencia de Zweig, tan ajeno a los negocios espirituales de Koestler cuanto voraz con los negocios terrenales, jarioso como el romano pero sin una brizna de su grandeza o del prestigio sombrío del genocida, ha dejado «memoria amarga de mi», que dijera el Tenorio? ítem más: sin una chispa de la entereza de las suicidas, ¿cuántas arrobas más de ridículo, de abyección y descrédito se precisarían para que ella se decidiera a compartir la presunta sobredosis de Prozac? Ella, familiar de corruptos y madre de hijos señalados de ladrones por la opinión general; ella que con el marido segundo y segundón ha descendido la ruta del esperpento, el ludibrio y el ridículo total; ¿si ella con él, que sin valores morales para resistir el peso de un efímero poder son vértice y vórtice del odio y el desprecio de todo un país, victimaran la trágica farsa con disparos de Prozac? Pero después de todo, mis valedores: ¿su muerte desmancharía la banda presidencial? (¿Sí..?)

¡Sí se pudo..!

Se pudo, y créanme: nadie más autorizado que yo para decir esa frase que repetí día con día en la XEQ-Radio, cuando aludía al bloqueo psicológico que ejerce contra las masas el Sistema de poder: «No se puede, y háganle como quieran. Ni los veo, ni los oigo, ni los siento». Yo, entonces: «A organizamos en comités autogestionarios, y ya organizados demostrarle al Sistema: «¡Sí se puede!» Una y otra vez lo repetía «Mis valedores: organizados sí se puede». Cuándo iba a imaginar el áspero destino que mi lema iba a sufrir, que se haya convertido en pregón de triunfo de las Perras Bravas en los estadios del clásico pasecito a la red. Pero en fin, mis valedores: ¡Sí se pudo!, claman los compañeros de preferencia sexual diversa cuando la Asamblea Legislativa del DF aprobó la postergada Ley de Sociedades de Convivencia ¡Sí se pudo! Y yo digo a todos ustedes…

Con el inválido, la mujer y la empleada doméstica los denominados «grupos lésbico-gays» han sido hasta hoy víctimas propicias de marginación, mofa y befa, desprecio y piedra de escándalo. Hoy mismo, si ustedes revisan el revuelo que en el alto clero, los providas y agrupaciones ultraderechistas de padres de familia ha producido la dicha ley. «¡Es un lobo con piel de oveja!», claman. «Tus hijos se verán afectados por acciones y leyes consecuentes que permiten que niños sean adoptados por parejas homosexuales (esto, una falsedad del clero); talleres dirigidos a niños que inculcarán la homosexualidad en escuelas, y si dos homosexuales actúan de manera inapropiada públicamente, la ley los defenderá, sin importar lo que tus hijos están viendo…»

Tal claman, sepulcros blanqueados, los protectores y cómplices de sacerdotes paidófilos y pederastas. Pero sí, claro, también en algunos medios de condicionamiento de masas: aspavientos y escándalo en los encabezados, fotos estridentes, comentarios burlescos y la zafia zumbonería que genera esta sociedad de homofóbicos:

«Diez tips (dicho a lo gringo de segunda) para salir del clóset (esto, acentuado)» El número 9 de los «tips»: «Si quieres salir del clóset con glamour, di a tus familiares que eres actor y les puedes dar pases gratis para que te vean en algún foro café de la Condesa, montando Edipo gay…»

¿La razón de la homofobia que padece esta machista sociedad? Así la explica don José Francisco Gilberto Escobedo, en su ensayo titulado Identidad latina, aún inédito en nuestro país:

«Aun cuando Pro Vida y sus religiones dice que somos enfermos, no puede probarlo, son sólo afirmaciones gratuitas. Lo absurdo, lo paradójico es que la iglesia católica que como toda religión de Estado, nos odia a los homosexuales, se sirvió de miles de artistas homosexuales en la historia para fabricar sus maravillosísimos templos y palacios, el gran Miguel Angel es un ejemplo.

Nuestra historia mejicana está henchida de pasajes grandilocuentes en este rubro, en este campo tan delicado de la homosexualidad. En el siglo XVI el Soldado Cronista conquistador de Méjico-Tenochtitlan, don Bernal Díaz del Castillo, en su mayestática obra maestra de la literatura universal denominada Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España (…), dice que habiéndose reconciliado después de encarnizado pleito con el señor Gobernador de Cuba don Diego Velásquez de Cuellar, durmieron juntos para señalar su entrañable amistad estos concuños, pues eran casados con dos hermanas.

Jerónimo de Aguilar aprendió la lengua maya después de haber vivido como esclavo de un cacique en Yucatán. Jerónimo cuidaba las indias del serrallo de ese reyezuelo del sureste mexicano, pues se caracterizaba Jerónimo por ser piadoso y respetarlas totalmente amén que andaban ellas todas desnudas.

Estamos ciertos que sólo son eufemismos para evitar declarar que era homosexual y, evidentemente no tenía pulsión por la mujer este dulcísimo hombre; por ello en los libros españoles, que son los documentos con los que contamos, suelen emplearse términos cristianos como piedad, virtud y respeto, pues de quien siquiera se insinuara que era gay y acababa en las mazmorras del Tribunal Del Santo Oficio de la Inquisición, quien después nos pasaba a la Sala del Tormento y finalmente al cadalso o a la hoguera, sólo porque nosotros vamos contra los designios divinos del dios según las religiones judeo-cristianas, quedando aquí comprendida la mahometana».

Nuestra historia mejicana está henchida de pasajes grandilocuentes en este rubro, en este campo tan delicado de la homosexualidad. (Los argumentos a favor del homosexual, muy pronto.)

¡Cuan gritan esos malditos..!

Noviembre esta vez. Como cada año lo digo por estas fechas: noviembre. Hemos entrado, mis valedores, al mes de los fieles difuntos, los ecos de ultratumba y el memento homo. Noviembre. Hoy, a la entrada del mes ceniciento, me pongo tristón, memorioso, y me aplico a discurrir del ánima de noviembre, ese fantasmón que es mi Don Juan Tenorio. Y lo estoy oyendo, con Mozart, en el aparato: fachendoso, fanfarrón, arriscado. Vida hazañosa…

Noviembre es el mes de Don Juan Tenorio, cuando la tradición se encuentra y da testerazos con el figurón sevillano de oropel, capa y espada, plumón al viento y desplantes de matasiete, ese macho entre machos que recorre las noches sevillanas siempre en urgida brama de amoríos de traspatio, de trasputín, que a algunos resultan los más sabrosos. ¿Por efímeros..?

Noviembre, mis valedores, da vida -efímera también- al romanticismo teatral del XIX español, que en escenario frondoso se nos torna hazañas y tropelías del héroe de fuegos fatuos y lances de encrucijada, el bigardón de la bravata y el voto a tal; el de las imprecaciones a cielos e infiernos y las sabrosas -debí tachar el adjetivo- agresiones de honras femeninas. Noviembre da vida -pasajera también, como toda vida que se respete- a la rendida y crédula doña Inés, y a la de Pantoja que a lo largo de los 30 días de este mes vuelve a troncharse al asedio verbal, todo retóricas y prosopopeyas, del labioso logrón de todo lo que huela a cosa femenina, esa gloria -debí tacharlo también. Aquí tomándolo en serio y allá entre befas, morcillas y chabacanas parodias, este mes y sobre el escenario habrá de resucitar esa procesión de fantasmones que, pese a su tufo de cadaverina y formol, sobrellevan empaque de inmortales…

Noviembre: del repertorio romántico español (desde los arranques del XLX) se nos cuela vivito y trovando ese Don Juan de las fanfarronadas y los queveres de alcoba. Están aquí las balandronadas en metro octosílabo y los arranques aspaventeros del bueno del Burlador, azote de hogares con mozas honestas y hosterías con mozas del partido, que para el gusto del garañón tanto monta, monta tanto. Aquí llega, raso y terciopelo, y aquí clama una vez más, y una vez más para burla, el Burlador de honras femeninas:

¿No es verdad, ángel de amor?

Noviembre: es por gracia de esos imponderables que nunca faltan en la humana industria que mi Don Juan se alza a la mitad del foro y resiste el paso de las épocas, las glosas más burdas y las más crueles parodias, las más chabacanas y convenencieras de la industria del espectáculo. Aquí está Don Juan Tenorio para el que quiera algo de él…

A propósito: ¿es este Don Juan, de verás, la representación de un determinado carácter humano? ¿Se trata de un personaje real, posible, de tres dimensiones? ¿O no pasa de ser un mito, sin más? ¿Quizá no pasa de ser un sueño, y los sueños sueños son? En algún punto sus estudiosos se ponen de acuerdo: en modo alguno Don Juan Tenorio representa al prototipo del caballero español, ni el del aventurero, ni el del conquistador de honras femeninas; los elementos que forman la psicología del Tenorio son irreductibles a un ente humano. Es un mito, y los mitos, mitos son. Será, pero su estatura de héroe a la altura de las galerías, su empaque de gallo, de macho garañón a ojos del vulgo, su mala fama, tan buena, de revolvedor de agazapados deseos y apetitos mal confesados, ¿quién se los quita..?

Mas ay, que me canso en vano – de tirar golpes al aire…

Difícil tratar un mito, una entelequia, una sola sombra larga construida con la misma sustancia con que se traman consejas y fantasmones; difícil habérselas con ese aparecido anual cuya sustancia participa de la del muerto Comendador, frente al qué en esa cumbre musical del genio humano que es el Don Giovanni de Mozart que ahora mismo estoy escuchando impreca Leporello: «¡Ah, quelche anima sará del altro mondo, che vi conocen a fondo!»

Mito será, formol y carantoña engolada muy al XIX español, pero ahí nos llegó, con noviembre, este sevillano de utilería, drama y parodia, para el que quiera algo de él: mi Don Juan el burlador…

Mas… sombra, delirio fue – Yo en mi mente lo forjé…

Y a propósito: ¿quién fue aquel José Zorrilla, creador por antonomasia del Don Juan? Zorrilla fue un cierto dramaturgo que vivió once años en México, para de vuelta a su tierra vilipendiarlo; fue uno que llevó vida arrastrada, uno que vendió su alma (su Don Juan) por mucho menos de lo que vale el dramón; uno que, impaciente, asentó esta frase de epitafio novembrino:

– Lo que constituirla mi desgracia sería vivir todavía algunos años más. Y firma: José Zorrilla.

Conque no paséis afán – de aquí adelante por mi, – que como vivió hasta aquí -vivirá siempre Don Juan… (Vale)

Nuevo Taller de Lectura

Apartir del próximo viernes 17 de noviembre,   a las 7 de la tarde en el recinto de la de la cafeteria el Mesón, ubicada en la avenida Azcapotzalco #514 Colonia Villa Azcapotzalco a tres cuadras del metro Camarones el maestro Tomás Mojarro inaugura un nuevo taller de lectura.

Más informes al teléfono del Centro de Acopio 56-52-00-26 y al teléfono de la cafetería 53-47-42-40

Cuando el Prozac ya no…

Eso me saco por andar de preguntón. Yo acababa de leer en el matutino que el Prozac, en sus veinte años existencia ha sido recetado a más de cincuenta y cuatro millones de personas, y el dato revelador: que en uno de cada cuatro casos el fármaco no tiene ningún efecto terapéutico. Al final de reciente conferencia que impartí en algún centro universitario y en la que traté diversos asuntos políticos, se me ocurrió preguntar:

– ¿Alguno de ustedes ha sido víctima de fraudes y transas en los que por la ingerente necesidad, la codicia o el exceso de credibilidad han caído tantos? La tarjeta de crédito que lo metió en catástrofes financieras, o el automóvil adquirido en la empresa Publi XIII, y que ahora resulta que no le pertenece y va a tener que regresarlo a la agencia, o pagarlo en su totalidad con todo y la carga de cargos y recargos que la operación presupone. Ese al que defraudaron, ¿anda buscando el desquite y no halla con quién? Yo, tal vez…

¿Algún desdichado está entre los deudores de cartera vencida cuya cuenta bancaria lo llevó al embargo de todos sus bienes, y acaban de darle un plazo perentorio para desalojar su vivienda, cuyos abonos debe aún, y de la que le acababa de llegar notificación de que la edificó en un terreno ejidal, y por lo mismo va a tener que desocuparlo? ¿Acudió al Prozac, y nada…?

¿Es usted, o usted, uno del ciento y medio de ricachones que perdieron todo lo guardado en cajas de seguridad de algún banco de Tecamachalco? En su mente la imagen obsesiva de una caja de acero vacía y unos funcionarios bancarios que, desvergonzados, se deslindan de toda responsabilidad? ¿El Prozac, inefectivo para tanta iracundia? Aguarde, que yo, tal vez…

¿Tenía alguno de ustedes un negocio que logró superar el «error de diciembre» zedillista, y tornarlo próspero y floreciente, hasta que llegó Fox, ese Fox que nos resultó con cualidades de sistema digestivo, que todo lo tornó lodo biológico? ¿Ese desdichado acaba de declararse en quiebra? ¿Por las deudas que contrajo tratando de salvar el negocio está en riesgo de perder su casa, y ni modo de ir a desquitar con Fox toda la rabia contenida.?
¿Alguno acaba de descubrir que su hijo, el primogénito, nunca asiste a sus clases en el CGH y que, por contras, acabó de narco-dependiente? ¿A la noticia trató de sobreponerse con comaladas de Prozac, pero el tal como si nada? ¿Busca otro fármaco que le alivie esa tensión insoportable.?

¿Quizá entre ustedes hay alguien de los tantísimos desdichados que acaban de descubrir cómo la amantísima, en quien guardaban todas sus complacencias, los engaña con el consabido compadre, el amigo o el jefe de la oficina que mejor nunca se hubiese enterado, porque ojos que no ven, etcétera? ¿Al descubrirlo descubrió que no tiene valor para «lavar la afrenta al honor», y entonces apeló al Prozac, pero infructuosamente, por más que en su pecho la rabia y el furor se desbordan, desbozalados? ¿Como no le sentó el Prozac intenta amansar la iracundia con tecitos de cuasia y cuachalalá? Quizá yo, más allá de la conducta de su honesta consorte, le tenga el remedio. A ver.

Si usted o usted, por desdicha; si alguno de ustedes ha sido víctima de Fox, de Publi XIII, de esos crudelísimos agiotistas que son los funcionarios bancarios o del sancho que alegra el corazoncito de la amantísima y sobrevive apenas, a penas, con un desparramadero de bilis negra, y anda buscando el desquite, o no tiene el capital económico para apelar la desmesura del psico-terapeuta que, como las del tacón dorado, va a cobrarle por hora, y usted pone lo del diván; si alguno de ésos creo tener la medicina contra tales hervores de frustración, rabia impotente e impulsos destructivos que el Prozac no logró amansar. Aquí, la solución que propongo a todos ustedes, iracundos y rencorosos sin maneras de desquite:

Consíganse un espacio en la radio, la prensa escrita o, mejor todavía, en la televisión. ¿Que eso es, de hecho, imposible? Agénciese un equipo de sonido, un magnavoz que luego acoplen al techo de la cucaracheta, o con el equipo a cuestas acérquense a la cola del cine, del fútbol, del metrobús. ¿Que ni para eso alcanzan sus finanzas? Entonces a grito abierto y a todo pulmón.

– «¡Mueran los de la APPO de Oaxaca! ¡Bala contra los revoltosos! ¡Cárcel a los maestros paristas! ¡López Obrador, un presidente patito! ¡Su gabinete presidencial, un gabinete patito! ¡Su desfile del 20 de noviembre, un desfile patito! ¡Viva Calderón..!» Verán que el furor se va apaciguando, y…

Mis valedores, ahí fue. El de la barbita de candado (¡y lo aplaudieron!):
– Oiga, no, tampoco. Yo soy uno de los adoloridos (no el de los cuernos, conste), ¿pero insinúa usted que me acelere, salga a buscar a la gente y con ella haga de gorra y por propia iniciativa la campaña manipuladora que de alquilones y cobrando en dólares «perpetran» los Dórigas del periodismo? Tampoco, o sea.. (Válgame.)

¡A ahorcar, a linchar, a…!

Las piedras utilizadas para infligir la muerte no deberán ser tan voluminosas como para que el condenado muera después de haber sido golpeado por una o dos, y no deberán ser tan chicas que no se les pueda dar el nombre de piedras.

Tal estipula el Reglamento para la Lapidación en Irán, mis valedores, y a propósito: dos noticias me motivan para tratar un tema que no es de mi agrado, precisamente: una es la sentencia de muerte ¡por ahorcadura! que un tribunal espurio acaba de dictar en contra de Saddam Hussein, exgobernante de Iraq y hasta hace pocos ayeres aliado y cómplice de los Bush y de Donald Rumsfeld, actual Secretario de la Defensa de EU., y otra es la encuesta reciente de Parametría, que expone opiniones en torno a la pena de muerte, ya abolida en nuestro país. La mayoría de los interrogados se manifiesta porque se imponga la pena capital, aunque de forma selectiva a asaltantes, secuestradores y violadores. Me opongo, categórico. Pena de muerte, nunca, bajo ningunas circunstancias. Y aquí, como si los oyera, el reproche de sus partidarios:

«Cómo se ve que tú no has padecido esa forma extrema de inseguridad pública, que entonces otra cosa opinarías…».

Aguarden. Dos veces he sido asaltado, y otras tantas mis familiares. Entre nosotros se han producido situaciones de temor extremo frente a la falta de seguridad pública, pero estamos, y estoy, decididamente, contra la pena capital. Desear la muerte del otro no es cuestión de agravios y rencores acumulados, sino de moral personal, cultura y humana sensibilidad. Y si no, ¿alguno de ustedes ha sabido alguna vez de un humanista, un catedrático de la UNAM, un hombre piadoso o cualquier otro espíritu superior (a escala de espíritu hay una enorme distancia entre el mediocre y el idealista) que haya participado en un linchamiento? ¿Un humano que sea de veras religioso se ha tomado alguna vez la «justicia por propia mano», ese acto calificado de bestialismo, por más que a las bestias Madre Natura no las programó para aberraciones de humanos como asesinar en nombre de la Justicia? Dice, sobre la sentencia de muerte que se acaba de dictar contra Saddam Hussein, el cardenal Renato Martíno, Jefe del «Consejo del Vaticano para la Paz».
Castigar un crimen con otro crimen significaría que todavía estamos en el punto de demandar un ojo por ojo, diente por diente…

Por su parte un Leandro Despouy, vocero de las Naciones Unidas: «Esa decisión es arcaica y feroz. Las autoridades iraquíes no deben ejecutar semejante sentencia de muerte». Mis valedores…

No pensemos en que pueda resucitar la pena de muerte, más allá de la gravedad del delito por el que se quiera asesinar «legalmente». Recuerdo que hace algún tiempo unos oportunistas manipuladores del PRI en el Estado de México «tramaron» la maniobra de la encuesta de opinión, y a unas masas tan agraviadas por la inseguridad pública cuanto ciegas a la distancia que separa los conceptos de justicia y venganza, les preguntaron: ‘Pena de muerte: ¿sí, no?» Y aquí mismo mi pública protesta:

¿Que qué? ¿Recular en el proceso civilizatorio y tornar a la barbarie, cuando en las naciones civilizadas el tema del asesinato «legal» está cancelado? ¿Traer a la pública discusión un bárbaro castigo, inhumano y cruel, que hace tiempo abolió la civilización? Ya oigo al terco: «Ah, ¿y los Estados Unidos? ¿No es civilizado el país de Bush?» Y yo le contesto:

Aquí la gran paradoja, que en un país «democrático» todavía hoy se asesine legalmente nunca al del poder o de los grandes dineros, pero sí a negros, menores de edad, marginados, extranjeros y enfermos mentales. ¿Entre nosotros existen aún lo adictos al «asesinato legal»? Por supuesto. Aparte de unas masas manipuladas, que confunden justicia con venganza y se conducen a lo visceral, anda por ahí un David Garay, ex policía
«Dicen que la pena de muerte no ha disminuido los índices delictivos, pero su primer efecto no es que bajen; que sirva de ejemplo para que se sepa que a cierta conducta corresponde esa sanción».

Es obvio que las razones del policía son muy distintas de las que aporta el humanista, espejo y flor del espíritu, al defender la vida como supremo valor. Ya en el XVIII César de Beccaria, criminalista:

«No a la pena de muerte. Nunca. No hay ningún hombre que racionalmente le conceda a otro hombre, sólo porque está en el gobierno, un poder sobre la vida y sobre la muerte». Y alguno más: «contra la pena de muerte hay, sobre todas, una razón de carácter humanitario muy fuerte. Cuando se aplica, por grave que sea el crimen, por monstruosa que sea la conducta por la cual se condena, el Estado se pone justo en el mismo nivel que el delincuente: comete un homicidio…». (Seguiré con el tema).

En arresto domiciliario…

Aquí me tiene su buena merced, sumido en la desdicha. Viejo soy, y plagado de achaques. Mis ojos están ciegos y yo vivo mis días postreros en cautiverio, con esta casa por cárcel, que así suele responder el oscurantismo prepotente a las luces del saber. Pero permítame que le explique, mi señor…

Italiano soy, nacido en Pisa allá por 1564. Por mor de mis hartos estudios (Física, Matemáticas, Astronomía) me fue dado aportar al acervo del conocimiento humano ciertos descubrimientos de alguna valía ¿Mi nombre? Lo habrá colegido: Galileo Galilei su siervo, mi señor.

Ha de saber su merced que en la Universidad de Pisa, donde llevé a cabo estudios superiores, predominaba el aprendizaje basado en la Filosofía y la Física del bueno de Aristóteles. La enseñanza de la Astronomía se fundamentaba por eso mismo, en el sistema geocéntrico, modificado apenas (siglo II) por Tolomeo. De todas formas, ya en el XVI cierto astrónomo polaco, Nicolás Copérnico, había expuesto la teoría de un sistema heliocéntrico, que inmovilizaba al Sol en la medianía del cosmos, con los planetas girándole en derredor (¿no lo estaré aburriendo? Sigo, pues).

Yo, señor mío, no cometí más desaguisado contra el oscurantismo fanático que formular este dicho: nuestra desdichada Tierra es esférica y gira constantemente en derredor del Sol. (Se me ha ordenado que abjure de tan insigne «herejía», de modo que, mi señor, téngala por no dicha)

Una cosa he de aclarar: hasta mi caída en desgracia yo había sido un hombre de pro y colmado de toda suerte de honores, ya que se me dio que viniese a descubrir la medición del tiempo por la vía del péndulo, y algunas otras cosillas tales como el perfeccionamiento del telescopio, la creación del microscopio y ciertos instrumentos matemáticos. Quiero decir: hasta haber alzado la escandalera de la Tierra móvil, vuestro siervo fue hombre de honras y reconocimiento. A fiarse de tales galas…

Ha de saber vuecencia que en 1613 ciertos descubrimientos celestes -la arribazón de las estrellas- que demostraban la veracidad del sistema copernicano, me impulsaron a manifestar por escrito mis ideas en torno al movimiento de la Tierra, y tiempo después de dar a luz a mi Diálogo sobre los dos Sistemas Máximos del Mundo. No lo hubiese hecho, mi señor: ¡el escándalo…!

La escandalera entre los tonsurados, sí. Ordenóseme marchar hasta Roma, donde se me redujo a proceso para al punto condenarme a la abjuración de mi «herejía» contra la doctrina de las Santas Escrituras, y luego a confinamiento carcelario, loado sea Dios...

Aquí me tiene vuestra merced, con esta casa por cárcel; ciego, anciano y colmado de achaques, después de que Roma hízome abjurar de mi «herejía» máxima que la Tierra es redonda y se mueve en derredor del Sol

Mi señor: vuestro caso es patético, con perdón, porque muy mucho se equipara al del siervo de su buena merced. La pena vuestra es más ruda que la mía se pudiese decir. Yo recibo castigo ya siendo anciano y en mi actual condición ciego;para ciego, a vos algo os falta, pero para anciano un gran trecho, y estáis todavía en habilidad y disposición de realizar hartas hazañas en vuestro oficio (que no critico). Sin embargo, a la hora que leáis la presente quizá os van a flaquear, me refiero a las corvas. Mi señor…

Os diré lo que taimados e «institucionales» (castrados, vale decir) mañosamente os ocultan eso que se viven diciendo en la tenebra para negarlo a la luz, manga de hipócritas. Mi señor: ya escamotearon presencia y acciones de vuestro adversario. Ya bajo consigna real, rebajaron el perfil del que teméis o deberíais temer, que Madre Natura le dotó de carisma y todo lo demás que a vos, de forma avara os ha escamoteado, hasta el grado de dejaros en la viva imagen de la aplastante mediocridad. Esos ya fingen (a lo convenenciero porque intentan bien serviros, quedar bien con vos y que de ellos os acordéis cuando estéis en vuestro reino); ya fingen, repito que en fantasmón que os retira en sueño y os atrae las pesadillas ha dejado de existir, y aun amordazan a los que se resisten a darlo por muerto. Pero, mi señor…

No por meteros más susto y zozobras de los que ya a estas horas os mantienen insomne y marchitan esos tristes ojillos que pistojean en la redondez de vuestros rotundos mofletes, sino por que no hagáis mucho aprecio de quienes os escamotean la realidad; ésos, besando la cruz, os juran que vuestra pesadilla ya dejó de existir, que por el fantasmón no penéis más, que se desinfló, que ha quedado muerto, inmóvil, engarrotado. Pero no, que en contra de los tales, mi señor presidente electo, siendo decíroslo, pero de esta no me desdigo, tope en lo que topare: él, sin embargo, se mueve. El Peje, sí, pues cuál otro. Ese mero. (En fin.)

Al desván de la historia…

Aprended, flores, de mí – lo que va de ayer a hoy – que ayer maravilla fui – y hoy sombra de mi no soy…

Pero no, que este al que he de referirme, encuevado durante años allá por los rumbos de Chapultepec, nunca maravilla fue, y siempre una mediocre sombra de sí mismo. Ensoberbecido fantasmón, muestra viva del esperpento y la ridiculez, la complacencia de unas masas facilonas lo exaltaron hasta un nivel que él nunca, por sus hechos, llegó a merecer. No sé si ya haya salido de entre los pinos o si aún siga ahí, sin que ya nadie haga caso de él, redrojo que vuelve a su condición de esperpento vulgar. Mis valedores…
Dos ingredientes sazonan estas reflexiones: esa suerte de tristura que deja en el ánimo todo lo efímero y mortecino, lo que se pierde o se ausenta, lo que se desgaja para nunca más, y la impaciencia ante la desidia de unas masas enajenadas, a las que el duopolio de TV manipula y torna dóciles y dependientes hasta el grado de que propicien que al rumbo de los pinos llegue otro mediocre al que las muchedumbres también van a aclamar, que ese parece ser el destino de las masas: aclamar la mediocridad. Siempre…

(Mi única, arrimadita a mis lomos, mira lo que voy escribiendo, y musita de boca a oreja: «Ha de ser cosa de noviembre, mi amor. Noviembre siempre te toma melancólico».) Pudiera ser. Será la entrada del presente mes, serán estas lloviznas nocherniegas, será que siento el ánimo fruncido de asco y desprecio por ese infeliz que allá, por los pinos, está a punto de ausentarse o se ausentó; que falleció, que nació muerto y en olor de formol y cadaverina. Mi ánimo debería estar de fiesta porque desaparece de mi vista ese sobrevalorado que ahora cae al olvido, la indiferencia, la muerte que presupone que al infeliz lo hayan chispado de las primeras planas, el que fue y ya no es, el que en carne viva habrá de sufrir la quemadura del abandono, la soledad, el despego, la indiferencia, el olvido. Si acaso, algún insulto; desganado, que no vale cebarse en un infeliz que más allá de la gloria falsa de las candilejas no pasó de un pequeñajo al que en la medida de las aclamaciones yo repudiaba..

Porque con todo el desánimo de que soy capaz lo admito: el hoy desahuciado apenas ayer fue el Quinto Sol de los macehuales. Para ellos fue ayer Tonatihú con ribetes de Quetzalcóatl, y flama ante cuyos fulgores rondaban moscas, moscardones y uno que otro mayatón. Hoy, finalmente, el infeliz amanece a ser sombra de olvido, y no más. ¿Seguirá allá, por los pinos? Hay en mí un amago de compasión por el apestado, el derrumbado, el desgraciado infeliz, pero luego recuerdo todo el incienso inmerecido que a su hora le quemaron desde la radio y la TV, y en lo íntimo me alegro de su desaparición como el consentido de las mayorías encandiladas…

Porque de que se va o se fue, eso es un hecho. Y si no, mis valedores: ¿dónde están las multitudes que apenas ayer aclamaban al bienamado, su telilla del corazón, que había venido a «darles el cambio»? Los mimos y los aplausos, ¿qué se hicieron? ¿Qué fue de tanto chiqueo y de fotos en primera plana, al principio solo y más tarde acompañado de una compañera, y de otra después? Como dedo chiquito me lo trataban, como niña de los ojos, como monito de sololoy. Como a ídolo popular lo aplaudían, y cada gesto le festejaban, cada pirueta, cada mohín. Para él todo era buen placer todavía hace algún tiempo, y yo digo: las ternezas, los placeres, y los humos de copal, ¿qué fue de la escandalera? «Cuando chiquito en la cuna – todos me querían mecer -ora que estoy grandecito – ninguno me puede ver«. Condición de humanos.

Yo nunca fui de sus paniaguados. Nunca fui al besamanos ni me uncí al carretón de sus cortesanos de oficio y de beneficio; repugnancia me provocaban las peregrinaciones de logreros e incondicionales, con sus muestras de idolatría Yo no. Yo nunca pretendí cercanía con él. Yo siempre de lejecitos, que desde que trepó al sitial entre frondas y pinos me cayó en el caracol del ombligo, que decía Palillo el cómico. Para mí siempre fue, desde que nació a la popularidad facilona que otorgan las masas, un plomo, un fatuo, un hígado, un sangre pesada, un mediocre y vulgar. Sin más. No, pero todavía hace algún tiempo aquel espectáculo -abyección pura- de una borregada que se vivía festejando semejante catadura, un tanto sombría Qué tiempos…

Cierto, con el figurón radio y TV lograron grandes utilidades, pero eso ya se acabó; a abandonar al figurín, y al afán del medro vámonos con el nuevo mediocre, y a colmarlo de cortesanos halagos. En fin.

Pobre del infatuado. Desencantados, esos que ayer organizaban romerías para ir en peregrinación a aclamarlo le vuelven la espalda Al desván de la historia y que allá por los pinos venga algún otro animal. Pobre del oso panda digo; qué fin tendría Si siga olvidado, en su jaula o ya lo hayan chispado del rumbo de los pinos. A saber.
(En fin.)

Oaxaca y los intelectuales

Echeverría optó, calificadamente, por el camino de la democratización.

Exacto, sí, Carlos Fuentes, el mismo Fuentes que como intelectual ha sostenido con el Poder una relación de girasol; ese Fuentes que el lunes pasado, muy de mañana, fue a tocar a la puerta de las oficinas del presidente electo «para invitarlo a participar en un Séptimo Foro Iberoamericano«. De ahí, un grupo de intelectuales se jaló al santito nuevo rumbo a la casa de uno de los tales, donde les aceptó comer con ellos. Afuera, los retumbos de Oaxaca resonaban en diferentes zonas del país, UNAM incluida. Yo entonces relacioné la toma de Oaxaca por elementos de la Federal Preventiva con el ingreso de uniformados a las instalaciones de la UNAM, que ovacionaron los que hoy se acercan al chaparrito, peloncito, de lentes. La memoria histórica:

Fue a principios del 2000, cuando el Consejo General de Huelga, CGH, paralizó las actividades académicas de la UNAM a lo largo de nueve meses. El entonces presidente Zedillo ordenó la entrada de las de uniforme a las instalaciones de la UNAM, acción que motivó reacciones diversas entre la flor y el espejo de los intelectuales. Pablo González Casanova, ex-rector de la UNAM, renunció a la dirección de un instituto de investigación de la casa de estudios. Por cuanto a Fuentes y una decena de intelectuales, el editorialista Carlos Ramírez escribió en su colaboración del 13 de febrero en el matutino de circulación nacional:

«Lo peor fue que Fuentes se hizo eco del discurso gubernamental difundido por Francisco Labastida como candidato presidencial del PRI de que el CGH estaba penetrado por Sendero Luminoso, del Perú. Aunque luego se supo que había sido una perversidad sembrada por Labastida».

La interrogante de Fuentes: ¿Es cierto que la ruta del poder político universitario de un senderista empieza por ofrecerse a limpiar excusados, seguir de cocinero y acabar de líder ideológico intransigente..?

El mismo, y una decena de intelectuales, los consabidos, aprobaron el ingreso de la Policía Federal Preventiva al interior de la UNAM. En transcripción de Ramírez, las opiniones que semejantes intelectuales expresaron en un desplegado periodístico con fecha del tres de febrero del año 2000. Carlos Fuentes, en primer lugar: «La UNAM no es una universidad elitista, pero tampoco debe ser una universidad de lumpens o de baja clase media ofendida. Hay que liberar a todos los estudiantes que no estén perseguidos de oficio (liberar a los perseguidos, sic.)»

Federico Reyes Heroles: «En el horizonte podrían estar la amnistía o el indulto. El llamado operativo fue muy cuidado y hoy, gracias a ello, no tenemos víctimas que lamentar. La administración de la violencia legítima también puede ser profesional…»

Héctor Aguilar Camín: «La respuesta de los huelguistas condujo a la violencia que se temía y a la entrada de la fuerza pública que quería evitarse. Pero Zedillo no es ni podría ser un presidente autoritario como Díaz Ordaz».

Jorge G. Castañeda: «A pesar de los sustos que puedan generar zafarranchos en la UNAM, nuevos brotes de violencia en el sureste mexicano o en Guerrero y Oaxaca, o de los persistentes incrementos de las tasas de interés de EU, hoy en día el favorito para triunfar en las elecciones presidenciales del 2 de julio, sigue siendo el candidato del PRI, Francisco Labastida.»

Carlos Monsiváis: «Me importó el plebiscito por compartir el fastidio ante una huelga tan prolongada y por esto también participé en un manifiesto de intelectuales, guiado por una certeza: es mejor dialogar en la universidad abierta y evitar así la represión (síc.) Sin modificar los derechos del CGH, que respetamos (resic.) Bueno, la idea era, por decir lo menos, descabellada, no avalaba ofensiva alguna del régimen de Zedillo. Si se requiere, y elijo muy destacadamente mi caso, fue un aval para certificar la estupidez de mi reacción política en ese momento».

Elena Poniatowska: «Bueno, yo no sabía Sí firmé el desplegado, pero fue porque de momento creí que era lo mejor, estaba todo tan empantanado…»

Ikram Antaki, sin hipocresías: «¡Es tarde, pero presidente habemus!» Y Lorenzo Meyer (¿Excusa porque firmó?): ‘Yo me sentí apoyando a Goliat».

La conclusión de Carlos Ramírez: «El razonamiento de los intelectuales del desplegado del 3 de febrero de 2000 se acomodaba en la festividad modernizadora de los intelectuales cooptados por el Pronasol salinista, desde Aguilar Camín hasta Carlos Monsiváis».

Ayer la UNAM, hoy Oaxaca. De la maniobra del embajador de EU, que sacó las castañas del fuego oaxaqueño con la mano del gato, ¿qué opinarían esos intelectuales pragmático-utilitaristas en la comida que les aceptó el santito nuevo? Ah,
México.Mi país)

He de morir…

Organillo callejero que en el barrio – y en tu vieja melodía -vas llorando una tristeza – Tu tristeza por tan vieja – se asemeja con la mía…

La voz del cilindro, mis valedores, que es decir la voz lamentosa del barrio bajo, la del corazón arrabalero cuando la hora de las tristuras. Esa, la del organillo callejero, fue la voz que hace rato erraba por mi calleja, desparramando nostalgias en las notas de un vals destartalado, tono menor, que convocaba memorias añejas y remembranzas. Yo, el ánima contristada por los fieles difuntos, aquel suspirar. Mi padre Juan, José el tío, y ahora pronto Dolores mi hermana. Memento homo.

Será que noviembre ha invadido esta casa, con su aroma de cempazúchil; será que me hace guiños la Inexorable; el caso es que desde que abrí los ojos esta mañana percibí que el ánimo me amanecía anochecido, y asordinada mi mañanera alegría. ¿O será que es noviembre? El caso es que la mañana pasé encerrado en el cuarto de los trebejos, y contemplando aquellas fotografías que, de tan añejas, se visten de daguerrotipos, me puse a practicar el ejercicio onanista de la remembranza, la evocación. Y aquel suspirar…
Examiné las agendas en desuso con su fecha que hace qué años, cuántos, y sus señas telefónicas de 6,7 dígitos, y tantos nombres allí asentados que hoy son sombras nada más, y fantasmones familiares de amores que se esfumaron para nunca más, y de súbito: entre las hojas de la agenda que se deshoja, la deshojada flor, casi polvo descolorido: un nomeolvides. ¿Quién sería la de la flor? Ah, la de nomeolvides que los amores marchitos han terminado por marchitar; la de mujeres que en el río de la vida, yo con su flor de nomeolvides en un libro de poemas, he olvidado a estas horas, como tantas mi nombre habrán olvidado. Quedo, suspirando apenas (a penas), Bach…

Sólo vinimos a dormir, – solo vinimos a soñar, – no es cierto, no es cierto – que vinimos a vivir en la tierra…

Así, ceniciento el ánimo, a media tarde me di a levantar, con Aída López (tú, la que fuiste de todos mis días), el altar de mis fieles difuntos: la mesa del comedor, un taburete encima, la oscura cubierta de lienzo y el reguero de crisantemos y cempazúchiles, grecas de papel morado, pan de muerto, cigarros, mezcal, el incienso y la calabaza en tacha. Pastoreando la ofrenda, la vera efigie de nuestros ausentes: mi padre Juan, y con mi padre la parcelilla de cartulinas desde donde los descarnados me miran con ese modo turbador, recordándome (¡como si lo pudiese olvidar!) . que polvo soy, y que tenemos una cita para reanudar esa plática que interrumpieron para morirse; que, entretanto, viva mi cacho de vida a todo vivir; que estoy vivo todavía, y a pesar de mis años soy joven por el solo hecho de que no me he muerto. «Esto, tenlo presente, porque es más tarde de lo que te imaginas». Noviembre.

Con mis muertos redivivos, viviendo entre ceras y cruces su vida efímera, terminé la ofrenda, y las manos se me vinieron olorosas a noviembre, a oficio de tiniebla, a huesa y a camposanto. Las almas de los fieles difuntos. Y la tristura. La pinción, como allá decimos…

Por librarme de la presión (prisión, opresión) que me enrarecía el aliento, me escapé a la calle y la anduve unas cuadras y, ¿escuchan?, por si algo faltase a mi espíritu macilento, aquel pausado doblar de esquilas en La Porciúncula en tanto a la distancia se venía, largo gemir de La Llorona, el carrito camotero. La oscurana, que ennegrece el caserío mientras la tarde, por no morir del todo, hace el último esfuerzo y cae en el estertor. Y achaques de día de muertos: a las primeras sombras, las primeras luciérnagas: unas cajas de cartón, como de muerto, su ánima de parafina, y el pregón infantil: «¿Me da mi calaverita?»

Y ahí: ante la reja de aquel caserón, el repicar de la campanilla, y a la luz del farol, la joven ya avejentada: ¿oficinista, trabajadora doméstica? Un nuevo repique, y una figura que se asoma allá adentro, y…

– Seño, ¿me da mi calaverita?

¿Que qué? ¿A su edad, y enganchada en la tradición de los niños? Y entonces, mis valedores, que veo venir a una ventruda de blanco uniforme trayendo en brazos a la criatura. Guardería. A la vista de la mamá tiende los brazos y suelta el llanto. «Su calaverita, María Cenen pan de muerto».

La mujer tomó su criatura, la cobijó, se la acunó en el pecho y se fue alejando por esa calle. Con su calaverita…

Y en la dulce mansedumbre de tu queja – que las sombras diluyeron – y en perfumes
evapora la distancia -mi alma aspira la fragancia – de las cosas que se fueron…
(Réquiem..)

He de morir…

Me gustaría vivir siempre, siempre (…) -Porque como iba diciendo y lo repito: ¡Tanta vida y jamás! -Tantos años, ¡y siempre, muchos siempre, siempre, siempre!

Porque, a querer o no, mis valedores: se impone hablar de la muerte; tenerla presente siempre, y esto por una razón vital: vivos estamos, y por esta sola condición es la muerte nuestra segunda naturaleza y desembocadura natural. La edad no importa. No importa el estado de salud. Nada importa nada frente a la muerte que, dice el filósofo, es posible, aunque no probable; esa que nos será siempre espantable, y prematura siempre, no importa a qué edad sobrevenga; y lo provechoso: si tenemos presente que nuestro destino es morir, más habremos de apreciar este tiempo, el de nuestra vida. Porque mientras nosotros somos, ella no es, y cuando ella es, nosotros ya no somos. Y qué tiempo mejor para recordar a la muerte, la propia y particular, que estos días cenicientos de principios de noviembre. Memento homo, memento mori…

Cuando yaces agonizante no mueres sólo de la enfermedad. Mueres de toda tu vida Aprende a morir y vivirás, porque nadie aprenderá a vivir si no ha aprendido a morir. Si no sabes, no te preocupes: la naturaleza te dará todas las instrucciones a la hora precisa. Ella tomará por su cuenta el asunto…

Hoy, día de los «muertos chiquitos»,yo invito a ustedes a recordar a nuestros fieles difuntos (don Juan mi padre, mi madre Tula, mi hermana, Remedios, la inolvidable); los invito a detener el tanto de un suspirillo nuestra desaforada carrera rumbo a ninguna parte, y meditar en la única certidumbre que tenemos en esta vida: la muerte. Porque en verdad les digo, mis valedores: para morir sólo se necesita estar vivo, y sólo está vivo quien habrá de morir, y créanme: es más tarde de lo que suponemos; de lo que desearíamos tantos.

Y no quiero morir. No quisiera morir: -amo la vida porque está colmada de poesía- y de crímenes, y de odio, y rabia y lágrimas…

No; ni el poeta, ni nosotros, sobre todo quienes ya andamos doblando el Cabo de Buena Esperanza Pues no, pero habrá que morir. Hay que morirse: -hay que irse muriendo a piedra y lodo. -A soledad, a gritos, a poemas: -hay que morirse. Nada más. A secas…

Y como Guardia el poeta Sabines también:

Mi madre me contó que yo lloré en su vientre. -A ella le dijeron: tendrá suerte. -Alguien me habló todos los días de mi vida -al oído, despacio, lentamente. -Me dijo: ¡vive, vive, vive! -Era la muerte…

Y la figura de la muerte, a decir de Cervantes, en cualquier traje que venga es espantosa y Octavio Paz: «Para el mexicano moderno la muerte carece de significación. Ha dejado de ser tránsito, acceso a la otra vida más vida que la nuestra Pero la intrascendencia de la indiferencia ante la muerte es la otra cara de nuestra indiferencia ante la vida».
Pero temerario y desaprensivo no sólo el mexicano; lo afirma el filósofo Sabater: «Tan obsesionados viven los hombres por la presencia pavorosa de la muerte, que apenas tienen tiempo para fijarse en la vida (…) Pasan el tiempo -lo matan- tratando de alejar de sí la muerte, previniéndola combatiéndola o viendo morir a los suyos, compadeciéndolos, enviándoles, calculando el tiempo que les falta para quedarse del todo sin tiempo…»
En el México prehispánico, mortecina voz, un melancólico y resignado Nezahualcóyotl:

«¿Acaso se vive con la raíz en la tierra? -No para siempre en la tierra sólo un poco aquí. -Aunque sea de jade se quiebra aunque sea de oro se quiebra -aunque sea plumaje de quetzal se desgarra -No para siempre en la tierra sólo un poco aquí…»

Pues sí, pero algo que desde los tiempos sin memoria obsesionan al hombre, mortal de necesidad: ¿qué es la muerte? ¿Cuál es el misterio sin fondo de la muerte? Sabiduría quintaesenciada la literatura oriental:

«Desearíais saber el secreto de la muerte, pero, ¿cómo saberlo si no buscáis en el corazón de la vida? Si en realidad queréis conocer el espíritu de la muerte, abrid bien vuestro corazón al cuerpo de la vida Porque la vida y la muerte son uno, como lo son el río y el mar…»

Pero arriba corazones, estos que anidan vivos dentro del pecho, que ya lo afirma el Popol Vuh: «Nosotros somos los vengadores de la muerte. Nuestra estirpe no se extinguirá mientras haya luz en el lucero de la mañana».

Y entonces, mis valedores: porque muerte y lucero están ahí nomás, tras lomita, vivir; pero vivir a cabalidad, con todos los sentidos vivos todavía vivir hasta atragantarnos, cada día y en el cogollo de cada minuto. Hoy nada más. Por siempre hoy, por más que el «siempre» sea un invento del humano para sus dioses, no para simples humanos. «Vivos. Porque habrá que morir. (Memento morí.)

Los embusteros de profesión

Que más pronto cae un hablador que un cojo, lo jura el dicharajo. Yo, que no creo en semejante «filosofía popular», acabo de comprobarlo con uno que apenas ayer proclamaba una forma de ser y tiempo después, en los hechos, contradecía sus palabras:
Este Presidente, servidor de ustedes, no es un represor y jamás lo va a ser. No ha faltado quién me sugiere que me equivoqué en la solución de Atenco y por liberar a los pescadores de Campeche que salieron a buscar el alimento de sus hijos y violar la veda camaronera No falta quién nos invite a reprimir y usar la violencia Jamás lo vamos a hacer. Somos un Gobierno democrático, gobernamos precisamente por la vía democrática, de la gobernabilidad democrática

Hoy, sus acciones: «Oaxaca Luego de siete horas de enfrentamientos, la Policía Federal Preventiva tomó el control del Zócalo de la comunidad. Para ingresar a la Ciudad, las tropas federales sortearon media docena de escaramuzas (sic) con un saldo de dos muertos de la APPO, cinco policías heridos, decenas de civiles lesionados y muchos detenidos». Y ahí, en primera plana, a todo color y en gran acercamiento: ¡las tanquetas del represor, esas Cobras que al final de su sexenio se agenció Carlos Salinas con el propósito de que le auxiliaran para imponer

a la pura ley del hovo su modelo neoliberal, de las cuales yo sólo conocía su retrato hablado: tanquetas antimotines, blindadas, llantas anti-bala cañones lanza-agua, cañoneras para desde su interior disparar tinta indeleble. Unidades de importación. Cobra y Textron, las marcas. Costo por unidad…

– Nada más 500 mil dólares, contertulios (en la tertulia de hace meses, el maestro), y aquí el enigma ¿a quién le endosaría la factura Carlos Salinas?)
Así que 500 mil por unidad, y fueron decenas, tal vez. Ahí la rabia de los contertulios, tan impotente como fuera de tiempo y lugar. Y las reflexiones en torno a las represoras Cobras y Textron:

– Me pregunto (se preguntó el Cosilión), ¿dónde las esconderán a estas horas? ¿Estarán bien cuidadas y listas para todo servicio? Si nosotros las pagamos con nuestros impuestos, todo el derecho tenemos de conocer el paradero de nuestras flamantes máquinas de represión popular. ¿Qué será de ellas, dónde las esconden, en qué bodega almacén, estacionamiento…?

– No, y ahora con las tormentas repentinas, ¿no habrá goteras en los depósitos donde las guarden? ¿Están al cuidado de los granaderos, de la Federal Preventiva, de la General de la República, de quién o quiénes, digo?

Y qué si el de sus operadores, sea un escuadrón especial, que se nombre los Cobras, los Cobrizos, los Cobrones, los qué. «Si las Cobras traen cañones lanza-agua, ¿por qué no les avientan a diario unas docenas de cañonazos a los sedientos de Iztapalapa y anexas? ¿Por qué no ayudan a los barrenderos de Encinas y les van rociando las calles? Que desquiten los 500 mil». Y la preocupación de los contertulios: «Quinientos mil nos costó cada Cobra, cada Textron. Tenemos derecho a saber dónde están, qué uso les han dado y si las mantienen en buenas condiciones». Mis valedores…

Aquí están las represoras, y en magníficas condiciones. Estoy mirando su vera efigie, y el Gobierno del «no represor» las mantuvo en óptimo estado de uso. Y cómo no, si las observó en plena acción, en la democrática tarea de rebajar el temperamento del descontento popular en Oaxaca Imponentes, robustas, blindaje de acero por todas partes, cuchilla acerada al frente, con un cañón en la torreta que se regodea arrojando a toda presión fortísimos chorros de un líquido anaranjado. El pie de foto en el matutino:

A presión… Las tanquetas de la PFP, por primera vez desde su compra en 1994, lanzaron agua y agentes químicos ??que producen irritación en los ojos y comezón?? a los manifestantes de la APPO en el enfrentamiento en la zona del Tecnológico de Oaxaca

Así pues, mis valedores, todos ustedes que, a querer o no, financiaron la compra de Cobras y Textron: no preocuparse más por el estado de conservación de unos instrumentos de represión popular que tan caros les costaron. Textron y Cobras están listas para todo servicio. Porque el descontento popular cunde, y por vía de ejemplo ahí tienen ustedes la nota que llega de Ayotzinapa, en Tixtla, Guerrero: arrecia protesta de normalistas. Ante un eventual operativo por parte de elementos de la Policía Preventiva, los estudiantes que apoyan a la APPO se atrincheraron con bombas molotov, piedras, palos, tubos y dos pipas de gas, que amenazan con hacer estallar. Son apoyados por estudiantes de seis normales del País.

¿Y? Tenemos Cobras y Textron. ¿No las compramos para eso? Quinientos mil por unidad pero, serán suficientes? Es México. (Nuestro País.)

Me repugna usted…

Náusea me provoca desde que la conozco, señora Por qué tuvo que salir de su discreta condición de ama de casa, digo yo. Por qué su marido y un bandazo de la adversa fortuna la vinieron a encaramar en la cresta de la ola política, donde usted exhibió el metal del que está forjada, de bajísima ley. Y páguelo todo el pueblo, páguelo la nación. Funesto.

Como ama de casa sólo por referencias la llegué a conocer. Por fortuna. Pero cuando se nos exhibió allá arriba, señora, más me valía no haberla conocido, que en usted vine a entender cabalmente lo que significa el arribismo de los logreros, el ventajismo de los oportunistas, de esos seres pequeñajos que, al no lograr ser, se obsesionan por tener. Y usted tuvo; todo lo efímero, lo ostentoso y superfluo. Me enfurece usted…

Porque una vez allá arriba, señora, se nos vino a revelar como lo que son todos los mediocres con un trozo de poder en sus dos manos: prepotente, soberbia, arbitraria que a lo estridente ejerció el mando y reafirmó el sentimiento de la propia insignificancia al someter a su arbitrio caprichoso a una corte de incondicionales que se vieron forzados a obedecerla Porque ah, que un mediocre con poder constituye una plaga para el mundo en que vive; y lo dicho: me repugna usted…

No sólo me indigna la forma en que se ha conducido, sino, asimismo, la avaricia que mostró durante los años que, con el poder, tuvo acceso a los grandes dineros, de los que se aprovechó hasta la náusea y páguelo el pueblo, páguelo la nación. Y es como para preguntarse: ¿un retazo de influencia tanto así llega a obnubilar al desdichado que no estaba preparado para ejercerlo? Y a su edad, señora..

Porque ya es usted una dama crepuscular a la que se supone que el tiempo le hubiese otorgado un adarme de buen sentido para el ejercicio de la autocrítica, y entonces intentar conducirse con el decoro que exigía su investidura Pero, no. Cuán cierto es que los dioses enloquecen a quien piensan perder. A usted, pongamos por caso. A usted, reina de opereta ama y señora del esperpento surrealista que se genera bajo el candente sol de los trópicos…

Y lo que más me enardece: que no entiende, al parecer, que su tiempo ya pasó, que ya va en pleno derrumbe rumbo al desván de la historia Que ya no es ni puede ser protagonista de la vida pública del país. Que ya su influencia se diluyó. Que al polvo sólo le queda volver al polvo de donde vino, y que usted debe dar gracias al cielo de que aún ande libre y no ya encerrada en una celda del reclusorio. Pero como logró que un pelele del poder político se las cuide, señora, me refiero a sus espaldas…

No, la prudencia no es cualidad de los insensatos. Como usted misma pobre reina de sololoy. Nadie puede agregar a su estatura un codo, dice la Biblia, y dice bien. Ni rodeándose de su corte de estridencia y bisutería señora que al pueblo le salió tan costosa Y lo que me exaspera aún más: que la veo desalada desbozalada, intentando todavía influir en el rumbo político del país, y yo aprovecho este espacio para exigirle: cálmese ya señora, enfríe esos excesos de adrenalina que su tiempo pasó, y que sus días de poder atrás han quedado, para nunca más.

Saque de donde pueda esa discreción de la que siempre ha prescindido desde que el chiripazo la tornó figura pública y no trate de seguir influyendo en los procesos electorales del país. Ya el trozo de poder que le dio un golpe de suerte -buena para unos, mala para los más- la llevó a la desmesura de alterar el rumbo de la nación cuando puso el poder al servicio de las causas y los sectores más dañinos de la comunidad: reaccionarios, antipatriotas y vendepatrias. Cálmese ya, señora.

Deje ya su campaña delirante e irracional, contra el varón de virtudes cívicas, el hombre de trayectoria política y revolucionaria el conductor de ejércitos y dirigente de unas masas que lo reconocen de Adelantado y lo siguen porque confían en él como en nadie más en el plano político, y a quien usted ha tomado de enemigo personal porque llegando, si llega, a la presidencia del país, de inmediato le exigirá cuentas como también al grueso de su familia señora, y adiós la libertad de que ahora goza de forma inmerecida Por lo aquí dicho, entonces…

Déjese ya de politiquerías, que su tiempo ha pasado. Pare de infundir miedo a las masas con la sañuda satanización de candidatos a la presidencia del país. Deje de ventosear frases como aquella de que «en las urnas se elige un cambio para progresar en paz». Ya absténgase de obstaculizar al candidato de las mayorías a la presidencia de Nicaragua el sandinista Daniel Ortega, para impulsar al Edmundo Jarquín reaccionario, mediocre y neoliberal, uno chaparrito, peloncito, de lentes. Viva y muera en paz, Sra Violeta Chamorro, ex-presidenta de Nicaragua (Vale.)

Esta vez las medias…

Las clases medias. A comer mariscos a Toluca me había invitado el amigo doctor, pero ante los precios del restaurante, a su casa, a la comida casera Y ahí sopesé la situación de las clases medias. Al llegar a la casa, un tufo como a pata de mula, pero agrio, rancio: por la puerta de la calle entraba aquella figura enteca, de chal y trapos oscuros. Tensa una voz cascada «¿Y eso, Filiberto? No te esperaba tan pronto. Pues qué, ¿no ibas a derrochar la tarjeta de crédito gorreándole la tragazón a algún pseudo-neo-comunistoide? Tú sabes que esos terroristas ni un taco que les des te agradecen».

– Mira, Changuita, te presento aquí a nuestro huésped. Le prometí que iba a saborear tus artes culinarias. ¿No habrá modo, digo..?

La de los bifocales me la dejó tendida, mi diestra Ceño fruncido: «Yo, por si acaso, en la misa de doce te encomendé a San Ramón Nonato, no vaya a ser que te contagie de sus ideas y vayas a terminar tú también de terrorista, de secuestrador, una nunca sabe». (Tragué saliva una vez más.)

– Vieja linda, no seas malita Algo de picar, digo.

– ?chale, hasta con eso… Rumbo a la cocina se arrastraron aquellos dos pies, planos como el peinado, tintura rabiosamente renegrida; planos como la parte delantera de la mujer, como su zona trasera Por lo demás, todo naturalito, si exceptuamos la dentadura «A ver qué más se le ofrece al señor. Al fin que nadamos en la abundancia». Agrio el gesto, ceño fruncido, regresó con aquello en las manos. «¿Algo más se le antoja al rey de la casa para agasajar advenedizos?» – ironizó.

La lata pregonaba «Sardinas del Golgo». Mi anfitrión: ‘Pura vida Cero colesterol. Píquele su cebollita ¿Limón, perejil? Con confianza, sin vergüenza. Y tú, vieja linda, ¿le darías aquí a nuestro invitado una probadita? De tu crema digo, para que se la unte en el…»
La vieja (linda) me dio una probadita de su crema Agria, rancia, desabrida. El doctor «Chalco legítimo. Con masequitas del país. Para chupárselos. Mmm…»

La espátula malmodienta, con aquello todavía fruncido, aprontó el cacharro de plástico. Mi anfitrión: «Huele a Actopan todavía ¿O es Atocpan? Mole mundialmente reconocido. Patrimonio de la humanidad. Y en el agasajo Milpa Alta no podía faltar. Nopalitos. ¿Le apetece el jocoque? Con confianza, no sea pene» (así lo oí.)

Aspera, desapacible, la de formas lacias se alejó de nosotros. La vi subir de uno en uno los escalones rumbo a su habitación. Y mis valedores: fue entonces cuando conocí de fijo lo que el modelo neoliberal, el pago del FOBAPROA y la deuda externa y el voto al equipo gerencial de Fox («un gobierno de empresarios, por empresario y para empresarios») han repercutido en las clases medias mexicanas. Y me dio una lástima..

Porque ocurrió que el clasemediero doctor Pérez y Hernández, con el toluqueño afianzado entre índice, medio y pulgar, se había quedado observando aquellas formas enjutas, el escurrimiento del físico, el cansino andar. De súbito lo oí suspirar (oí suspirar a las clases medias de México, mi país), y a media voz expresar la definición más completa de eso en que han venido a degenerar luego de resistir impuestos y carteras vencidas:

– Qué pena En verdad, qué pena.. Lo vi observar el rumbo por el que desapareció la matrona «Qué desperdicio de tiempo, dinero y esfuerzo». Meneó la testa El chorizo se le resbalaba «Qué pena, de veras, que yo, todavía hace unos años, lo imperdonable. Mire usted que malgastar vida sentimental y ahorros…»

Suspiró. El toluqueño se le curvaba, se le volvía lacio, resbalaba, seboso, entre sus dedos. «Haberme desperdiciado con Xiomaras, Karlas y Gloriellas muy buenas de lengua (secretarias bilingües), pero que vaya uno a saber si lo que tienen de bilingües lo tenían de sidosas, toco madera (Tocó plástico vil. El toluqueño, como falto de la respectiva pastilla azul, al piso.)

– Porque después de todo yo, con aquella vida de irresponsable; que si Yesenia, que si Dennise, que si Manolo (no, ese fue mi chofer, qué gasto inútil). Yo tantas Irinas, Tanías, Genevives, qué horror. Frondosotas, rubiesotas, unas pechugas. No, y aquella planta..

– ¿Alta o baja? ¿Leonerita?

– Planta de hembras. Me acuerdo, y qué horror…

Suspiró. Suspiraron las clases medias. «Porque hoy, ya fijándose, pues caramba, para qué rubias y frondosotas, si mi señora esposa, ¿verdad? Ella todavía aguanta un piano. Qué digo un piano: un órgano de buen tamaño».

Silencio. Lo vi morderse uno. El de abajo. El labio. Suspiré. Y aquel nudo aquí mero, vean. Nudo gordiano. (Las medias.)

«Se van cayendo a pedazos…»

La noticia de hace unos días alude a las clases medias de este país, pero aquí la nota alentadora: jura Fox (¡a 60 días de caer al desván de la Historia!): Trabajo fuerte para extender la clase media y construir un futuro mejor para las siguientes generaciones». Y su homólogo brasileño, pepenando la reelección: «Voy a dar una atención muy especial a la clase media». Yo, ante el par de noticias, intenté el análisis de las clases medias, pero entonces recordé el incidente, y créanme: la mejor evaluación de lo que en nuestro país se han venido depreciando las clases medias la aprendí hace años, y no del economista no del experto en finanzas, sino de un médico con el que compartí cierta experiencia personal, escalofriante. Y si no, juzguen ustedes. Fue aquel domingo a media mañana El doctor Pérez y Hernández (como los políticos mediocres, el profesionista más fácilmente perdona una mentada de madre que su apellido de madre se omita) me invitó a comer

– Pero a comer como Dios manda no a lo que da el pago de sus fabulillas en el periódico, mi valedor. A ver, trépese.

Me trepé, y una vez ya instalado en la roja me refiero a la cucaracheta

– Directamente a las patas, mi valedor. Patas de mula ¿le gustan los mariscos? No, y más antes eran todavía mejor para el organismo. ¿Le gustan?

Se me hizo agua me refiero a la boca El doctor: «Conozco un restaurante en Toluca donde mmm, aquella gloria de camarones…»

Y a la gloria nos fuimos. La de los mariscos. Dizque por su virtud tonificante no estoy seguro si del cerebelo, el apéndice o no sé qué clase de bulbo, ha de ser el raquídeo. Ya en la carretera (carretera libre, para evitar el peaje) por boca del doctorcito se expresaron las clases medias de mi país:

– Mire nomás qué chulada de arboledas, mi valedor. De ensueño, ¿no? Lindo este mi México lindo y querido, se lo digo yo, que tengo medio mundo andado; yo, que todavía en pasados sexenios no perdonaba mi viaje semestral por las Europas, nomás gastando divisas a lo pentonto. ¿Sabe que aquí donde me ve yo he andado desde Sumatra hasta La Sutra?

Iba a contestarle el albur, pero me aguanté. Por una pata de mula a este mula doctor le aguanto cualquier patada de mula

– Mire: serranías pachonas de vegetación Abedules, algarrobos o chicozapotes, sepa la madre. ¿Qué le piden estos bosques a los de Viena? Esos pinos, ¿qué le piden a Los Pinos de Marta y su segundo marido? Para qué derrochar divisas en Europa ¿no le parece?

Lo miré de reojo. Me dieron una lástima las clases medias de mi país…

– Y es que en nuestro México tenemos de todo, como en botica.

Botica que no sea del Seguro Social, que ni aspirinas -pensé, pero mucho me cuidé de expresarlo. Por aquello de las patas de mula

Mediodía era por filo. Toluca Nos plantamos a la entrada del restaurante, y en el atascadero de coches y entre dos que dejaban un espacio que ni para carro de camotes, el doctor de los dos apellidos maniobró de forma tal que dejó la trompa a media banqueta mientras que la trasera la acomodaba sobre una alcantarilla La trasera del volks.

– ¿Se dio cuenta, mi valedor? El chicampiano lo meto en cualquier huequito, no aquel estorboso «seis cilindros» del que me tuve que deshacer…

Hasta acá comenzó a llegarme el olor de las patas. De mula Al rato ya el doctor y su gorrón estábamos de las de acá, miren, leyendo la carta pero leyéndola al estilo crisis de clases medias: de derecha a izquierda A ver: 50, una orden de mejillones; 35, jaibas rellenas de pulpos, o pulpos rellenos de jaibas, al gusto; callo de hacha en oferta Sonriendo como estreñido, el doctor:

– Precios razonables. Media de ostiones, tantos pesos.

– Son dólares, doctor. (Palidecido. Yo tragué saliva y fue lo único que tragué en el restaurante, porque el de los dos apellidos). «Se me ocurre una idea ¿Y si mejor nos regresamos al DF? A mi casa Porque después de todo qué mejor comida que la casera y si viera que mi señora uh, qué mano tiene. Limpieza sazón. ¿A mi casa, a la pura proteína pura mi valedor».

Y acá venimos, clasemedieros, a desandar el camino, rumbo a la casera Yo, aquella compasión; por mí, por el de los apellidos. Y ni cómo liberarlo del compromiso sin herir su susceptibilidad. Apechugué. Y a casita, la de él. Total, que un par de horas más tarde… ¡el antecomedor!

¿La casa? Clasemediera típica Mi anfitrión descorchó una de tinto. La olisqueó. «Mmmm, uva añejada en barricas de ayacahuite Tres larguísimas semanas en reposo antes de llegar al tianguis. Los vinos del país qué le piden a los del Rhin. Pruebe, Texmelucan legítimo, aspire su bouquet». Y que salucita Yo con agua que conmigo vino y licor toparon con hueso. Con tepetate Y válgame, que fue entonces… (Mañana)

Putos en Demasía

Los homosexuales del mundo, vale decir: mundo de los homosexuales, dificultoso en extremo. Dígalo, si no, el infortunado congresista norteamericano Mark Foley, homosexual violado, de niño, por un sacerdote católico. Leo el matutino que en la Asamblea Legislativa del DF se estudia de nueva cuenta la controvertida Ley de Convivencia, que intenta la unión jurídica de parejas del mismo sexo, donde las dos personas sean mayores de edad y con capacidad jurídica plena para establecer un hogar. Qué bien.

Porque la lucha del homosexual frente a la lóbrega historia de homofobia y agresión del macho muy macho exhibe tintes heroicos. Aquí, para ilustrar el fenómeno de la descalificación de la diferencia, transcribo un fragmento de Identidad latina, documento ilustrativo y sápido que me hace llegar un esforzado de los derechos humanos de los homosexuales. Dice, con sus arcaísmos:

«El Tribunal de la Inquisición lleno de piedad cristiana, para salvar nuestra alma en la Gloria Eterna, nos asesinaba en Francia, Alemania, Italia y España de 1183 al 1834. Este fenómeno no cesa; aún hoy se sigue, con esa filosofía, perpetrando tal genocidio. ¡Y qué decir de los indios! Don Francisco López de Gómara, hombre sabio y prudente, confesor del señor marqués del Valle de Oajaca, escribe en su monumental obra de arte de la literatura Universal denominada «Cosas Generales de la Nueva España o Hispania Victriz»: «Estos indios son dados a ese placer y contento y son putos ellos en demasía, en detrimento de la Ley y el Orden de Dios quien todo lo crió».

En América del Sur Vasco Núñez de Balboa, Adelantado del Siglo XVI, con su tan elevada piedad cristiana mató con perros todo un pueblo de indios sólo porque practicaban, como parte de sus ritos que los unían en vínculo con las ultraterrenas divinidades, la homosexualidad. Ese mismo marqués del Valle en su Primera Carta-Relación de la Justicia y Regimiento de la Rica Villa de la Vera Cruz a la Reina Doña Juana y al Emperador Carlos V, su hijo, dada en Nueva España en fecha 10 de julio de 1519, dice en hablando de los naturales: ‘Todos son sodomitas y usan aquel abominable pecado». En Latinoamérica políticos homosexuales lanzan diatribas histéricas contra la homosexualidad.

En el siglo XVII, en el Virreinato de la Nueva España (hoy México), figuran en este campo dos ínclitos personajes antagónicos entre sí, la poetisa Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, lesbiana cuya imagen aparece en la moneda mejicana, mujer enamorada de dos excelentísimas señoras virreinas: la marquesa de Mancera primero, y más tarde también la marquesa de la Laguna, quien asimismo era condesa del dictado de Paredes de Nava.

En su poesía hallamos su grande amor por esas dos damas de Villa y Corte. Por ser mujer Sor Juana, por ser libre y por ser lesbiana, ganó el odio y la ira de el poderoso arzobispo misógino don Francisco de Aguilar y Seixas (Aguilar y Seijas en español de hogaño). Este Su Ilustrísima es la otra personalidad a la que me refiero, a quien su delirante misoginia lo hace más homosexual que otra cosa El protervo arzobispo Aguilar y Seijas «En su servidumbre jamás permitió mujer alguna; en sus frecuentes pláticas doctrinales atacó con vehemencia cuantos defectos creia hallar en la mujer». Lezamis cuenta que oyó decir al arzobispo «que si supiera que ha entrado una mujer en su casa, habla de mandar arrancar los ladrillos que ella había pisado (…) No quería que en casa suya pusiesen mano las mujeres ni que le guisasen la comida ni oírlas cantar y ni siquiera oírlas hablar quería».

Este señor en sus aberrantes delirios prohibió el estudio, la escritura y la música a Sor Juana a quien ordenó deshacerse de todos sus libros e instrumentos científicos y musicales. En ese siglo la mujer tenía que casar con varón o con Cristo, la poetisa casó con Cristo en la fe. Aguilar y Seixas, rompiendo con el protocolo, no fue a apersonarse ante el excelentísimo señor visorrey conde de Galve cuando éste tomó a su cargo el gobierno del reino de la Nueva España para no tener que ver a la señora virreina porque era mujer.

La conclusión del estudioso: «Ni aun con su maquinaria de terror (el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, por citar un ejemplo) pudieron liquidamos a los homosexuales (aun hoy más del 70 por cien del Globo mata homosexuales), no pueden liquidamos ni podrán porque los heterosexuales nos engendran y, porque somos normales o sanos; incluso la Organización Mundial de la Salud asi lo determina. Aun cuando Pro Vida y sus religiones dice que somos enfermos, no puede probarlo, son sólo afirmaciones gratuitas».

Lo absurdo, lo paradójico es que la iglesia católica que odia a los homosexuales, se sirvió de miles de artistas homosexuales en la historia para fabricar sus maravillosos templos y palacios. El gran Miguel Ángel es un ejemplo. (Sigo un día de estos.)

¡Pinchi puto..!

Allá por mayo del 2005 se publicó la noticia: De uno a tres años de prisión, asi como de 50 a 200 días de salario mínimo, como multa, al que provoque o incite al odio o a la violencia, excluya a algún usuario, o niegue y restrinja los servicios a personas que se distingan por su orientación sexual…

Hoy, después de que hace más de 4 años el PAN envió a la «congeladora» la Ley de Sociedades en Convivencia (matrimonio entre seres del mismo sexo, que apodan «ley gay»), se actualiza y será ponderada en la Asamblea Legislativa del DF., y el reclamo cobra renovada actualidad:

– ¡Basta ya! ¡Respeto a la mujer y sus preferencias sexuales! ¡Venimos a gritar al gobierno y a la Iglesia, que tenemos ciudadanía! ¡Que el cuerpo, que mi propio cuerpo, no es de la Iglesia, no es del gobierno, no es de los partidos políticos! ¡Mi cuerpo es mío..!

Qué bien. Por encima de todo y de todos, las compañeras del lésbico amor demandan respeto incondicional para sus derechos de humanas y ciudadanas. ¡Alto a la discriminación de género! ¡Que cese la matanza de mujeres en Ciudad Juárez y se esclarezcan por fin, y que por fin se resuelvan los casos de nota roja de cientos y cientos de cadáveres violados, macerados, desgarrados a mordiscos en pechos y genitales, con las víctimas de los sicópatas, de los pervertidos sexuales, padeciendo inacabable muerte por asfixia, bala, arma blanca, con el más aberrante y atroz de los lujos, el de crueldad. ¡Alto a la siembra de cadáveres en Ciudad Juárez..!

Tales son los constantes reclamos de las compañeras lesbianas contra una comunidad que encubre sus vicios con la máscara de las «virtudes» públicas, moralina vil, mojigatería y tartufismo. ¡Basta ya!, claman las compañeras que enfrentan cara a cara los dogmas, prejuicios y sectarismos del Sistema y el individuo, del macho al que se han cansado de soportar. ¡Basta!

Pues sí, pero lástima, mis valedores, porque frieron mujeres (no lesbianas, por supuesto), las que hace algunos ayeres corrieron a denunciar a determinadas parejas de homosexuales que se manifestaban su amor en el Metro, para que de allí friesen arrojados por guardias que apelaron a la Ley de Seguridad Pública e ignoraron la fracción respectiva del Código Penal del DF que supuestamente garantiza sus derechos. El incidente, que debería avergonzarnos, pasó casi inadvertido, como también las «razones» de los de Seguridad, muy al modo de la moralina y la gazmoñería de las épocas rancias:

¡Los homosexuales deben respetar al público usuario y no mostrar sin pudor alguno sus desviaciones! No pueden tocarse como si fueran un hombre y una mujer. Provocan traumas a los pequeños y a los jóvenes. Esas cosas son degradantes. Nuestra obligación es pedirles que salgan de las instalaciones, y esto, a petición del público usuario.

Sobre tal modo de proceder del homosexualismo vergonzante (la atracción del abismo), mucho pudieran decir los especialistas en la humana conducta. Pero en fin, ¿que alguno de los presentes, avergonzado del medieval espectáculo, se hubiese opuesto (nadie se opuso) a la discriminación, a la persecución en contra de los homosexuales? ¿Que alguno se hubiese atrevido (nadie se atrevió) a protestar por el aberrante maltrato y la violación a los derechos de humanos del odio irracional y homofóbico contra los «gays»? Las «razones de los empleados del Metro:

– Los derechos humanos de los homosexuales terminan donde comienzan los de los niños y demás ciudadanos. Si a algunos no les gustó nuestra acción, ¿qué harían si viajan en el Metro con sus hijos, sus esposas o novias, y ven a dos hombres o a dos mujeres acariciándose? Ah, ¿verdad? Eso no se acepta en la idiosincrasia de mexicano.

¿La qué del qué, dicen ésos? Ah, la rampante ignorancia y la mediocridad de las masas, mediocridad e ignorancia malparidoras de engendros como el prejuicio y el dogma, la intolerancia y el sectarismo que pueden desembocar en el linchamiento de los «diferentes». Pero a ver: ¿semejante homofobia es lepra y cochambre sólo de mediocres como los tales guardias de seguridad en el Metro? No, que también en el vivo corazón de nuestra UNAM, donde, según lo denuncia el Grupo Universitario por la Diversidad Sexual-UNAM, operaba, ¿opera todavía? un grupo homofóbico denominado ¡MAP, Movimiento Anti-Putos! (textual, y qué vergüenza tener que transcribir semejante tufarada de aliento pestífero), «cuyos miembros extorsionan y agreden, incluso con bates, a los estudiantes de la comunidad gay. «A algunos les han llegado a romperles la nariz». Integrantes de Auxilio-UNAM, el equivalente a los guardias de seguridad en el Metro:

– Te cáis con 500 pesos o te quedas encerrado, pinchi puto…

¡Esto, en nuestro país! ¡En el corazón de la UNAM! (La náusea.)

¡Hija de puta, te tenemos bien ubicada.!

Y también ubicada tenían a Digna, que días después de la amenaza, un 19 de octubre como el pasado jueves, pero de 2001, fue encontrada sin vida, que se la arrancaron a balazos, como 10 años antes sacrificaron a una tan digna luchadora como ella: Norma Corona. Y qué paralelismos la vida y la muerte de las dos, hacía yo notar a ustedes hace algunos ayeres; qué paralelismo, digo hoy: Norma era abogada; Digna también; Norma hizo suya la defensa de los desprotegidos de la justicia; Digna también; la muerte violenta de Norma prefiguró la actividad humanística y el final trágico de Digna. Norma Corona Sapién fue asesinada el 21 de mayo de 1990; a Digna Ochoa le arrancaron la vida un 19 de octubre, 10 años después. A resultas del asesinato de Norma y bajo la presión de organismo internacionales, el entonces Pres. Salinas ideó ese embuste descomunal que conocemos por su alias: Comisión Nac. de Derechos Humanos, cuya ineficacia malintencionada alentó la labor de organismos como el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, desde el que Digna sacaba la cara por los presos de conciencia encarcelados injustamente y por tantos que dañan elementos del Ejército Mexicano. Marcos del EZLN reclamaba al procurador del DF Bernardo Bátiz:

Sus funcionarios no sólo fueron torpes e ineficaces en el caso de la muerte de Digna Ochoa. También fueron deshonestos y ruines. Para fortalecer lo del suicidio se dedicaron a destrozar la reputación de Digna…

Digna. Norma En el momento de su muerte, Norma Corona investigaba las actividades delictivas de narcotraficantes como Héctor Luis «El Güero» Palma y Eduardo Clavel; ajustes de cuentas de una violencia aberrante: Clavel secuestró a la esposa y a los hijos de «El Güero» Palma y los arrojó al vacío para luego enviar una porción de los restos humanos al compinche rival, y venga la horrenda venganza En tan pantanoso terreno fue a donde se aventuró a incursionar Norma Corona, y donde perdió la vida A balazos. El asesino intelectual resultó ser el policía encargado del caso; a su hora otro de esa misma alzada presentó el caso como «resuelto». Salinas, a modo de premio, lo ascendió de grado. Hoy, el premiado purga una condena de 103 años. ¿Los asesinos de Digna Ochoa? Nada ¿Sospechosos? Los militares a los que inculpaba en delitos diversos, pero de ese tamaño es la justicia en este país: juez y parte en el caso ha sido el ejército. Ricardo Revelo, en Proceso:

«Como juez militar, a él le correspondió el caso de los militares procesados por la matanza de siete agentes de la Policía Judicial Federal en Tlalixcoyan, Ver., el 7 de noviembre de 1991 (¿recuerdan ustedes esa masacre?) La CNDH emitió la recomendación de que los militares que participaron en los hechos, entre ellos el general Luis Moran Acevedo, fueran castigados (…) El general Rafael Macedo de la Concha los absolvió…»

Digna Ochoa En febrero de 1995 agentes judiciales denunciaron ante el juez que «la monjita» los hostigaba durante los «interrogatorios». Digna les impedía inventar versiones distorsionadas para evadir su responsabilidad en la tortura de los presos «zapatistas» capturados en Yanga. ¿Recuerdan ustedes el caso y los aspavientos de Zedillo tratando de hacerlos aparecer como guerrilleros peligrosísimos? Digna asimismo, se involucró en los casos que incriminan al Ejército o la Policía Judicial: ejecuciones de Aguas Blancas, El Charco, Ejido Morelos, Ixtlahuacán de Madero, etc., y las aprehensiones e interrogatorios bajo tortura a presuntos zapatistas de Yanga y Cacalomacán y los campesinos ecologistas del Edo. de Guerrero. Y más aún, mis valedores…

De 1992 al 2000 (¿al 2001?) durante su permanencia en el Centro Pro, Digna Ochoa participó con el equipo en la defensa de presuntos zapatistas presos y presuntamente torturados en el Campo Militar No. 1; de los extranjeros expulsados de Chiapas por agente de Migración; de los activistas detenidos en el desmantelamiento del municipio autónomo de Taniperla; de integrantes del CGH durante la huelga de la UNAM y de los campesinos ecologistas torturados por soldados del Ejército; Digna llevó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos los casos de la masacre de 17 campesinos en Aguas Blancas, Gro., y las ejecuciones de tres indígenas del Ejido Morelos, Chis., casos en los que se señala al ejército como responsable directo. Y los otomíes de Ixtlahuacán de Madero, Veracruz, y…

¿No era suficiente para la paciencia de sus asesinos? Digna apoyaba a la abogada Pilar Noriega en la defensa de los hnos. Cerezo Contreras, acusados de pertenecer al Ejército Popular Revolucionario, cuando aquel viernes, 19 de octubre, recibió junto a su cadáver la esquela de los asesinos dirigida a los continuadores de la labor de la benemérita: «Hijos de puta, si siguen también se los cargará su madre. Sobre aviso no hay engaño». México, el de los tan bien cantados derechos humanos. (Digna Ochoa)