Changaderas

De origen oriental, la presente fabulilla alude a cierta comunidad de antropoides en donde ocurrió lo que ahora relato para todos ustedes. Fue en luengos ayeres y en tierras remotas, magia y encantamiento, donde sucesivos amansadores, adiestradores y manejadores, iban a ocupar la cabaña de los pinos y tomaban a su cargo la administración de los habitantes del bosque, donde coexistían changos de todo pelo, alzada e instintos, desde los monitos tihuís hasta los orangutanes y gorilones de buen tamaño. Y la paz, o casi…

Pues sí, pero válgame, que de repente, impuesto por el dueño del bosque, un nuevo administrador llegó hasta la cabaña de los pinos. Y aquí el elemento mágico: ni el nuevo -el novato- entendía el lenguaje de la población, ni la población entendía el del impuesto, fenómeno que, unido a la novatez del de marras, produjo en el bosque un clima de descontento, de turbulencia y de crispación que comenzó a originar conatos de violencia contra el que despreciaban por advenedizo. Y en el bosque soplaron vientos de chamusquina por culpa de los errores del novatón. Inquietante. Pero sigue la magia: los del bosque no entendían el lenguaje del improvisado, pero quienes sí lo entendía, y a la perfección, eran algunos periodistas del bosque, quienes día con día se aplicaban a disimularle sus medidas erráticas, cuando no, de plano, a aplaudírselas. Y había cacahuates y nueces paras los tales. La gloria Porque esa era una de las obligaciones del hombre de la cabaña emboscada los pinos: manejar los dineros con qué alimentar toda suerte, mala suerte, de changos, tarea que cumplía a discreción, dedicando de aquellos dineros una mísera pizca para alimento del bosque: frutillas, castañas, cacahuates, en fin. Así, nunca antes de él, dicen los viejos de la comarca, el bosque había padecido por el peso de tanta escasez, tanta hambre, tal inanición. (De allá, de las montañas, las aguas bajan turbias…)

Pues bien, pues mal, pues pésimo: cierto mal día el hombrecillo decidió que alimentar a los cuadrumanos era tirar los dólares (moneda oficial de la colonia gringa) y restringió drásticamente la ración de alimentos, y lógico: se prendió la inconformidad y con ella los focos rojos. Alzando la izquierda, la ceja, el de la cabaña observó que los habitantes del bosque comenzaban a agitarse, protestar, tomar la calle y alzar los puños, y organizar plantones y huelgas de hambre, y marchas contra el novato. Y aquello era pelarle los dientes: «¡Este puño sí se ve!» Marcha-plantón con bajada de calzones. Aun se perpetraron fogatas en PEMEX. Ah, chintetes… «¡Este puño sí se ve!» Ájale…

Y qué hacer. Pero el de los pinos tenía un as en la manga, que lo mismo era as de copas que de bastos, y de oros como de espadas, según la situación. Y a acudir a la patrona espiritual. Cuál Guadalupana, Rice. «¿Aló? Perdone que la importune, ¿pero qué cree.?» Al otro lado de la línea la zorra aquella (por lo sabía, por lo ladina, por lo efectivo de su estrategia para conjurar toda suerte de crisis en toda suerte de bosques a base de toda suerte de argucias de mala ley; de ausencia de toda ley); ella le proporciona la solución, y fue entonces:

– ¿Así que no estáis conformes con la ración de comida que os doy?

– ¿Y cómo tiznaos vamos a estarlo, si nunca antes desde don Porfirio no habían tenido tan muertos de hambre. ¿No, compañeros? Y el orangután la peló, la dentaduera Allá, por Reforma, el tumultuoso contingente avanzaba, puños en alto. Mantas, pancartas, consignas vituperosas contra el impuesto: «¡Falso, impostor!» A grito pelado. Levemente pálido, el hombrecillo reculó tres pasos y miró de ganchete la caseta adosada a la cabaña «Mi querido capitán», susurró, ya susurrándose de miedo. «Ay, santa Rice bendita». Tuvo que enfrentar a los levantiscos: «¿Cuál es la ración de comida que recibís?»

– Tres viles castañas en la mañana y cuatro en la tarde. ¿No son hijeces?

«¡Revolución!» Los descontentos llegaban al monumento de la Madre. «En la madre. Qué se me hace que les dejo ir una partida de doberman equipados con fauces de alto poder, como la que le acabo de mandar a Ulises«. «¿Conque os parece poco vuestra ración de comida?»

– Y cómo conacos no. Tres castañas en la mañana y cuatro por la tarde. ¿No son changaderas del modelo neoliberal?

– Buenas noticias: desde hoy vuestra dieta va a mejorar: ya no se on darán tres castañas por la mañana y cuatro por la tarde, no. De hoy en delante recibiréis no tres, sino cuatro castañas por la mañana Por la tarde, tres…

Ahí reventó el júbilo: «¡Así sí! ¡Sí se puede! ¡Una diana aquí para el del PAN y la sal..!» Y que gori, gori, hip, hip, y que alabío, alabao, y que vienen de ahí esos aplausos, y dos que tres machincuepas, y alguno, incluso, como no queriendo, habló de reelección. «¡Sí se puede..!»

Yo me quedé pensando, nomás pensando. Qué más. México. (Mi país.)

Patria o muerte

Si en América se esculpiera dignamente la estatua de Martí habría que hacerlo con la representación de una de nuestras montañas. Martí es un personaje de libertad, es uno de los grandes hablistas de la lengua castellana, poeta y literato, hombre de pluma y de pensamiento…

Esto, y mucho más. José Martí es el héroe de América por antonomasia, y el poeta y apóstol. Martí es el libertador de Cuba, sin más, de esa Cuba que el pasado 26 de julio conmemoró su liberación, una más, del enemigo común, el imperio de los Estados Unidos.Y el genio americano presidió la conmemoración.

Yo estoy todos los días en situación de dar mi vida por mi país y por mi deber -puesto que lo entiendo y tengo ánimos con qué realizarlo-; para impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso…

Al día siguiente, con su propia sangre, iba a cimentar su palabra Pues sí, ¿pero cómo pudo, se pregunta el estudioso martiano, comprender que se abrían nuevos peligros para América Latina y que se hacía necesario declarar la hora de su segunda independencia? ¿Qué elementos de la nueva etapa histórica en que entraba por aquellos tiempos el mundo capitalista -el imperialismo- alcanzó a conocer Martí? El mismo parece responder a la interrogante, y responderla con esas palabras que se han tornado lugar común por tanto y tanto que las repetimos:«Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas. Y mi honda es la de David…»

Las entrañas del rapaz, del depredador de mundos y pueblos, que en los viejos tiempos así se expresaba del territorio que se extiende al sur del Bravo:

Basta una ojeada al mapa de Norteamérica para comprender que México forma geográficamente y por otros conceptos un todo con los Estados Unidos (…) ¡Hermosa provincia tropical, en verdad, para adquirirla para nosotros! De ahí, el pabellón de las estrellas seguirá hasta el Cabo de Hornos, cuyas olas agitadas son el único límite que reconocemos para nuestras justas ambiciones…

Y entonces la voz del profeta la guía del baqueano, las advertencias del adelantado que miraba más allá de su tiempo:

«¡Cuidado! Estados Unidos tiene sobre nuestros países miras muy distintas a las nuestras; miras de factoría y pontón estratégico. Cuidado con el trato con Estados Unidos. Jamás hubo en América asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos (potentes, prepotentes, repletos de productos invendibles y determinados a extender sus dominios en nuestra América mestiza) hacen a las naciones americanas de menor poder…»

Martí trabajó para la patria, trabajó para América. Marti es una idea. Su palabra anda; su espíritu, vela. Se sienten sus pisadas calientes de santo por la expiada, ungida senda del honor y la gloria de América…

De la doctrina martíana «Ese convite (el de Estados Unidos) podrá festejarlo con prisa el estadista ignorante y deslumbrado; podrá recibirlo como una merced el político venal o demente, y glorificarlo con palabras serviles. Pero el que vigila y prevé, ése ha de inquirir qué elementos componen el carácter del que convida y el del convidado, y si están predispuestos a la obra común por antecedentes y hábitos comunes, y si hay riesgo de que los elementos temibles del pueblo invitante se desarrollen en la unión que pretende, con peligro del invitado…»

Martí fue muerto en combate, y ante el espectáculo de su muerte Rubén Darío clamó ante los americanos, que es decir todos nosotros, porque esto ocurría antes de que los estadunidenses se adjudicaran el término de «americanos«, y con ellos lo repitieran las mentes colonizadas de nuestros pueblos al sur del Bravo: «ellos, los americanos«. Clamó Darío, repito:

Sí, americanos, hay que decir quién fue aquel grande que ha caído…

Y aquel grande fue nuestro genio americano, cumbre señera del espíritu humano, uno de los primeros anti-imperialistas de la América mestiza y el inspirador de la nueva liberación de Cuba, que celebramos todos los mexicanos, o casi, el pasado 26 de este julio. Y cómo no celebrarlo, si nuestro país fue la segunda patria del héroe. En sus mismas palabras:

Más ha hecho México en subir hasta donde está, que los Estados Unidos en mantenerse decayendo, de donde vinieron. ¡La civilización en México no decae, sino que apenas comienza…!

José Martí el libertador, y con Martí los héroes hazañosos, de Maceo a Fidel, Cienfuegos y el Che. Patria o muerte. (Vencieron.)

Recurso de regímenes totalitarios

El 26 de julio, mis valedores, se cumplió un aniversario más del asalto al Cuartel de Moncada, en Santiago de Cuba, que marcó el inicio de la revolución de Fidel y sus barbones de Sierra Maestra Pues sí, pero como Washington no se resigna por haber perdido su mancebía y patio trasero, no cesa su acoso a la Isla en el intento de derrocar a Fidel con la inmediata respuesta de los cubanos. Recuerdo, a propósito de la epopeya del 26 de julio, que en el 2001 cuando el pueblo cubano resistía una más de las embestidas de Washington, realizó la Gran Marcha del 10 de Junio, que se llevó a cabo en La Habana Casi nueve millones de cubanos. Washington, por supuesto, minimizó la manifestación tumultuaria tachándola de «recurso de regímenes totalitarios», y que los cubanos fueron presionados para participar. Y a los de Washington no les faltó razón. No, al menos, en el caso de cierto ciudadano de Cuba que así, por mi conducto, hizo pública su denuncia:

¡Sí, yo marché y firmé obligado..!

Al menos en mi caso, tienen razón los voceros, agencias cablegráficas y medios de prensa, cuando aseguran que los cubanos fuimos obligados a la Gran Marcha del pasado día 10 y a firmar la Iniciativa de Modificación de la Constitución. Efectivamente: yo acudí presionado al Malecón, y estoy convencido de que igual les ocurrió a otros de los nueve millones de participantes de todo el archipiélago. De esa misma forma suscribí el documento, que al final resultó avalado por ocho millones 188 mil 198 cubanos mayores de 16 años de edad.

Me obligaron, sí, pero no fue nadie del Gobierno ni el Partido (…) No hizo falta esa presión. Me obligaron la memoria, la actualidad y el mañana. Temprano en esas fechas, Félix Varela tocó a las puertas de mi corazón (…) Al ilustre Presbítero lo acompañaban el Céspedes Padre de la Patria, el Generalísimo dominicano que convirtió el machete en alma independentista, el Bayardo Agramonte el Calixto de tres guerras y una estrella en la frente, el Maceo de «fuera» en el brazo y en la mente, el Marti Autor Intelectual, el Camilo del pueblo y el Che de América

Me obligaron los 20 mil hermanos torturados y asesinados por esbirros de la tiranía batistiana, esos mismos prófugos de toda justicia que se pasean por las calles de Estados Unidos, donde gozan de privilegios otorgados por las autoridades para detonar explosivos, atentar contra dirigentes de otros países, aumentar fortunas con el tráfico de drogas y de personas, secuestrar a niños…

Me sentí obligado por el Enero de Libertad y el Girón de Victorias; por los niños alfabetizadores y los campesinos que si hoy pudieron leer y firmar, fue gracias a aquella gesta de cartilla y farol. Me obligó la alegría de saber que la tasa de mortalidad infantil es de apenas 62 por cada mil nacidos vivos. Y es que disponemos de más de 67 mil médicos a 2 pasos del hogar, y de los cuales casi 2,000 prestan sus modestos esfuerzos a 110 pueblos desposeídos en otras tierras del mundo. Me obligaron los científicos de la ingeniería genética y la biotecnología, que fabrican armamentos, pero para hacerle la guerra a plagas y enfermedades y salvar millones de vidas en cualquier rincón del orbe. Y las sonrisas infantiles, arrancadas de una muerte segura por la vacunación contra 13 dolencias curables, que flagelan a la niñez en otras latitudes.

Me obligaron los millones de alumnos en todos los niveles de la enseñanza, cada vez mejor preparados por sus valientes maestros, en más de 50 universidades, de sólo tres que existían en 1959, y en los miles de escuelas con equipos de computación, televisores y videos para las teleclases hasta en el más recóndito rincón de nuestra geografía, incluso allí donde hay un solo pequeñín con su profesor y un panel solar, porque aún el paraje no se encuentra ubicado en el 95 por ciento del territorio nacional electrificado.

Fui obligado a marchar y a firmar por los abuelos que saben de su vejez garantizada (…) y por las mujeres, que no sólo conquistaron su derecho a la igualdad, sino que han sobrepasado a los hombres en muchos frentes. Me obligó el orgullo de la Escuela Cubana de Ballet y el Cine verdaderamente nacional, real a partir de 1959. Y los más de 60 títulos olímpicos…

Y por último: marché y firmé el documento obligado por Bush, ese que fue colocado en la Casa Blanca por el fraude de los sargentos políticos de Miami, y quien con sus discursitos volvió a ofrecerle la Enmienda Platt edulcorada, con más sabor a palos que a zanahoria, a este pueblo mío que se cansó de decir yes desde hace mucho, cuando aprendimos a no bajar la cabeza como esclavos, para impedir a tiempo que se extiendan por las Antillas los EU y caigan con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América

¡Si, yo marché y firmé obligado..!

Ah, los cubanos. Qué orgullo de patria, gobierno, comunidad. ¿Y nosotros? ¿Patria, Calderón, tú, yo..? (Agh)

Yo, el apóstata

Vintila es mi nombre, y soy un apóstata Hace algún tiempo (cuánto, no lo podría precisar), como Crisanto VII, habitaba la sede papal. Hoy, en esta covacha del monte pergeño la defensa de mi persona y mi acusación contra Dios. Sepan los que esto leen:

Más antes, como Crisanto VII me alimenté con aves, carne roja y vinos de suprema calidad. Hoy, el remordimiento tardío del Dios Uno y Trino me envía un pedazo de pan en el pico del cuervo mientras que yo, como Job: «Porque antes que mi pan viene mi suspiro», clamo a las reverberancias del sol y a los remolinos del viento…

Mi suspiro, sí, pero la conciencia permanece tranquila ¿Y la del Omnisciente? Ayer, mirando el animalejo con mi sustento en el pico, mi corazón arrojó la bocanada de iracundia «¡Dios! ¿Con un mendrugo pretendes lavar tu conciencia?» Y ahuyenté a su servicial. Luego endurecí la cerviz y me preparé para el azote de Su iracundia «He blasfemado contra EL. Su rayo me fulminará». Pero no. El Increado, tal vez con pena de sí y de mí, disimuló mi blasfemia Sigo vivo (vivo es un decir.)

Esto lo asiento en el papel porque en verdad os digo: El que reina sobre vivos y finados está en deuda conmigo, que agostó y agotó mi fe en EL. No será con un cacho de pan como habrá de pagarme, por más que tal vez mi fe no valía lo que un cacho de pan. Dios no encuentra cómo pagarme Cada mañana al despertar, percibo en redor su reverberante presencia que me busca el perdón. Yo, entonces (¿con qué materiales reedificarás el edificio de mi fe, del que no dejaste piedra sobre piedra?), le doy la espalda y me aplico a la primera micción del día Yahavé suspira Lo percibo retirarse a hurtadillas.

Descorazonado…

Sabed, los que leéis: el principio de todo aconteció a comienzos del verano. Llovía, me acuerdo. Yo, con la cristiandad preparábame para los alimentos espirituales del Oficio Divino, y en cuanto alimentos terrestres, para los frutos de un otoño en agraz, y fue entonces: como tentación del Maligno apareció el visitante de la oscuridad: cuerpo amojamado, gancho la nariz y las pupilas gélidas. Esto, en el calor agobiante de la tenebra..

– ¡Vade retro, Mefistófeles..!

– No tal. Soy un mortal como tú mismo. Nicolás Maquiavelo me nombran. Florentino soy, y enseño a los príncipes el arte de gobernar a los hombres son. Te saludo.

Me reveló su embajada atroz: de la Santa Casa requería un aposento apartado. Su objetivo sería cierta entrevista que de inmediato habría de concertarse., ¡entre los dos contrarios per sécula seculorum..!

Yahavé y Satán. Satán y Yahavé. Negocios del espíritu

Se estremecieron las sombras.

– Logré convencerlos. Van a dialogas. Posible alianza, ¿sabes?

Nuevo estremecimiento. Vibró el calor. Una esquila, a lo lejos.

– ¿Pero cómo, qué dices? ¿Alianza entre el Increado y Luzbel? Imposible El cielo y la tierra pasarán, pero El que reina sobre tronos y protestades, nunca de los nuncas. Jamás.

– Yo, Maquiavelo, obrando según el deseo de quien me envía hasta tu presencia logré persuadirlo.

Me escandalicé: «¿Cómo una alianza entre el Bien y el Mal? ¡Compinchaje sería más que alianza y vendría a destruir toda la edificación teológica con tantos trabajos edificada a lo largo de siglos! ¡Semejante maniobra asesinaría la Verdad, y con ella valores, principios, virtudes y convicciones! ¡Nunca! ¡Jamás!

Hielo afiliado, su voz: «¿Conoces ciertas manipulaciones que en la ciencia política denominan razones de estado? No morales, no inmorales; amorales. Las he asentado en este librillo, tómalo y lee».

Como si me aprontara una sierpe; un escorpión, un basilisco. «Tómalo. No hay libro bueno ni libro malo. Eres tú, como lector, el que le confiere valor. Bondad o maldad. Tómalo».

Algo me formó a alargar el brazo, a abrir la mano, a tomar esa brasa ardiente a leer esos caracteres recovecosos que a lo borroso recuerdo aludían a alguna suerte (mala suerte) de rey, de príncipe o algo de ese tenor. El, advirtiendo mi reticencia mi repugnancia para semejante lectura, de memoria me citó algunos de los «consejos» que en el librillo daba a los gobernantes. Y qué consejos. Pragmatismo puro; impuro, más bien. Maloliente Contra mi voluntad escuché las «razones de estado» con que el florentino intentaba justificar la grotesca entrevista del Bien y el Mal. ¿Conmigo como testigo? ¡Nunca! (La conclusión, el lunes.)

Sombras nada más…

Sombras de sombras. Carne de cañón. Eso son las masas.

Tal afirma el analista, y Antonio Machado, poeta:

Masas son, y a las masas se les puede ametrallar impunemente…

Ortega y Gasset, por su parte, su sustancioso ensayo se refiere a La rebelión de las masas. Yo, a propósito, miro y sopeso nuestra realidad nacional; analizo el estilo personal del presente gobierno, con sus inauditas ofensas a los gobernadores así en los asuntos de chinos y clero político como en los asesinatos y desapariciones de luchadores sociales en Oaxaca, y con la sentencia de sesenta y siete años y meses a los macheteros de Atenco mientras a las honorables familias Montiel y Bríbiesca Sahagún, la abyecta impunidad. Luego observo a las masas, embebidas en la radiactividad con que de forma irreversible las perjudican los medios de condicionamiento de masas, y aquella desazón…

Porque descorazonada, mis valedores, pensar en la conflictíva relación de las masas con el Sistema de poder. Ayer mismo, ante la realidad objetiva del país y la nefasta relación Estado-sociedad civil, me puse a meditar en el origen de una crisis recurrentes tan provechosas para el Poder cuanto virulentas para el paisanaje, que así nos sacuden en los rubros de inseguridad pública, economía familiar y violencia en los hogares, y pienso: ¿nosotros ni a chicotazos de crisis accedemos a pensar, a ejercitar la autocrítica, a crear estrategias que, descartada la de la fuerza armada, en la que el Sistema de poder es infinitamente superior, reviertan una situación para nosotros calamitosa? Lo afirmó el lunes pasado Agustín Basave, analista político:

Cualquiera que haya visto la extensión de la pobreza y la profundidad de la miseria en este país sabe que es un milagro que no tengamos más inestabilidad social. Las condiciones en que vive la mitad nuestra población son moralmente inadmisibles y prácticamente insoportables…

Pero no, que ante la virulencia de la crisis actual esas masas no se rebelan, no reaccionan, no van más allá de los reniegos inútiles; ellas, que a principios de cada sexenio siguen esperanzadas, hoy todavía, en el gobernante en turno. «Con Echeverría sí!», juraron una vez terminado el horror de Díaz Hordas. ¿Que ese no nos dio lo que de él esperaban? Pero con López Portillo sí. Con el de las cejas alacranadas sí; con el mothernizador, con Zedillo sí…

– ¡Pero esta vez sí! ¡Con Fox ya «la hicimos»! ¡Con Fox ya logramos sacar al PRI de Los Pinos..! (Esa terca esperanza)

Y como perpetuos adolescentes, e-xi-gir al que tomamos por nuestro aliado. El sexenio va a terminar, como termina siempre desde el primero Nopalito de la historia reciente del país, con una nueva desilusión colectiva ¿Es tan conflictíva situación qué papel jugamos nosotros? ¿Nosotros pensar, reflexionar, autocrítica? No, que somos pasivos y dependientes, y para nosotros ahí están, siempre oportunos, los medios de condicionamiento de masas. Esos habrán de revivir nuestras muertas esperanzas; en ellos nos va a aturdir la propaganda embustera del Instituto Federal Electoral, IFE, que día con día, hora con hora, minuto a minuto, manipulará al paisanaje con la cantaleta de que la democracia consiste en emitir un voto en determinadas fechas, jurándole que el voto es la solución de todos sus problemas, que se sintetizan en dos palabras: economía familiar.

Y nosotros: ni golpes de desencanto, desilusión y pobreza creciente nos harán reaccionar y percatarnos de que el voto, cuando mucho, nos da la facultad de elegir al candidato de las propuestas más atractivas, pero no el poder para forzarlo a cumplir sus promesas de campaña. Así una y otra vez. Y nosotros, adolescentes perpetuos, a tomar al Poder como padre y aliado, y por lo mismo ¡e-xi-gir-le!, para que el Poder, desde su espacio en la superestructura, a lo desdeñoso nos revele el antídoto contra nuestra estrategia:

– Ni los veo, ni los oigo, ni los siento. Y háganle como quieran.

Fue en este punto, mis valedores, cuando hace algunos ayeres, desde la radio, yo les repetía «Con esa semejante fórmula nos mantiene bloqueados: ‘No se puede, y háganle como quieran’. Nosotros, debidamente organizados no en multitudes vociferantes sino en comités auto-gestíonarios, vamos a demostrarle que sí se puede».

Radio y la TV escucharon la frase que a diario repetí durante años, la piratearon para luego enjaretársela a unas almas de Perra Brava que ahora vociferan frente al clásico pasecito a la red: «¡Sí-se-pue-de!». Lástima

Intenté entonces llegar al origen de tal aguante, de semejante pasividad y capacidad de las masas para absorber sufrimiento, pobreza, inseguridad pública y la corrupción lucrativa e impune de esos sinvergüenzas Tartufos por los que presuntamente votaron, y de repente, con el análisis del sociólogo lo entendí: esta sociedad está enferma, y… (Mañana)

Vive Sandino

Estoy mirando la foto, mis valedores. Cuatro personajes levantan el pulgar de la diestra mientras sonríen a la cámara. Ellos son los presidentes de Honduras, Manuel Zelaya; Martín Torrijos, de Panamá, y el de Venezuela, Hugo Chávez, que con el sandinista Daniel Ortega celebran el aniversario número 28 del triunfo de la revolución sandinista que remató en el palacio presidencial de Managua la mañana aquella de julio de 1979. Dos epopeyas me trajo a la mente la foto de marras: la de Augusto César Sandino, que con su «ejército loco» (29 hombres) arrojó de la patria al invasor gringo. La segunda de estas epopeyas fue realizada en el barrio de Monimbó.

¿Qué es aquella luz allá lejos? ¿Es una estrella? – Es la luz de Sandino en la montaña negra. – Allá están él y sus hombres ¡unto a la fogata – con sus rifles al hombro y envueltos en sus colchas, – fumando o cantando canciones tristes del Norte, – los hombres sin moverse y moviéndose en sus sombras…

«Pero las naciones tienen su sino. Y Sandino no fue nunca presidente, sino que el asesino de Sandino fue el presidente ¡y 20 años presidente!» Veinte años en los que el asesino oprimió, deprimió y reprimió a Nicaragua. Pero Sandino había dicho después de la primera derrota: «El que cree que estamos vencidos no conoce a mis hombres (29 ¡y con él, 30! ¡contra Estados Unidos!). Temple, heroicidad

y amor patrio, los compatriotas de Sandino supieron arrojar de su Nicaragua, años más tarde, a un Somoza al que aborrecían. Aquí el testimonio de la epopeya del barrio de Monimbó:

«General, he leído que ofrece ayuda a Monimbó. Estimo que esta su ayuda es tardía. Ya Monimbó no espera nada de usted. Sepa que Monimbó tiene que escribir muchas páginas en contra suya. Ya es muy tarde para que usted piense que Monimbó le dé la cara a usted» Alfonso Dávila B., abogado y juez. Extracto de carta a Somoza

«Me llamó la guardia para dialogar con el comandante. Yo no fui. Les dije que ya no era tiempo». A. García G.

«En Masaya pelearon entre dos y tres mil muchachos. Monimbó siempre estuvo a la vanguardia». A. Dávila, abogado.

«Los muchachos no eran guerrilleros. Los fueron haciendo guerrilleros». J.M. Pacheco, sacerdote; y el estudiante J.R. Ortiz: «Desde que sentí en el alma la muerte de un compañero, yo me decidí a tirar bombas…»

«Como Somoza es un asesino que mandó traer armas contra el pueblo, dijimos: no sólo sus armas van a estar presentes, también las bombas de Monimbó. Al principio las hicimos de mecate; después ya eran de masquinteip». Ramón Serrano, comerciante.
«La guardia venía y siete, ocho muchachos le tiraban las bombas; se metían a sus casas, llegaba la guardia y los muchachos ya en sus camas, haciéndose los dormidos y aguantándose para no reír». J.T. Roca, vecina.

‘Yo no podía tocar el tambor en lo oscuro porque decía la guardia que yo levantaba al pueblo. Entonces tuve que avisar casa por casa, para lo de las bombas». A. García G., alcalde de vara, y L.H.: «A los bombardeos, las mujeres sacaban sus espejos y los ponían al sol para que los pilotos no vieran nada y se deslumhraran». «Dos guardias se habían escurrido por los solares corriendo, pero nuestro pueblo los agarró, los entregó y fueron fusilados por el propio pueblo». J. Siria P., sastre.

‘Ya todo el mundo decía que Monimbó estaba en cenizas, pero eso era mentira. Monimbó estaba vivo, estaba de corazón vivo». A. Ruiz, vendedor.

«Mandé fuera a mis hijos. Les dije: hijos, cúbranse ustedes, déjenme a mí. Yo soy nada más un espíritu que anda por las calles». O.A.

«Una noche aparece ese chavalo. Ya no vamos a comer, le digo. Estoy acostumbrado a no comer, me dice. Te van a matar, le digo. Tiene ocho hijos mi mamá, me dice. Le quedarán siete. Y entonces voy y le digo a mi marido: Somoza tiene perdida la guerra». Lourdes 0. De B.

«Cuando supe del triunfo me sentí feliz. Le daba gracias a Dios de que todos mis hijos estaban vivos. Sentí como si hubiera vuelto a nacer». F.E., panadero. «Al final me puse a llorar de impresión y de alegría porque no parecía que ya hubieran triunfado los muchachos». Ofelia Ortiz, hogar.

«Todos nos abrazamos de alegría». G. Sánchez, comerciante.

«Dicen que viene la contrarrevolución. Yo creo que no. Y si viene, aquí están los muchachos para esperarla. Ellos están dispuestos a entregar el último cacaste para no dejar morir a Nicaragua». G. Sánchez.

Es medianoche en las montañas de las Segovias. – ¡Y aquella luz es Sandino! Una luz con un canto: ‘Si Adelita se fuera con otro…’

La Adelita: tal fue el canto de guerra del «ejército loco» que venció a Estados Unidos. Nicaragua. Sandino. (Barrio de Monimbó.)

Raza de víboras

Les conté el viernes pasado, mis valedores, la parte inicial del episodio en el que un tal Adelaido Da Silva, mago y fakir brasileño, permaneció cien días, con sus noches, en una jaula de cristal de dos por tres metros de dimensión, en la silenciosa compañía de varias docenas de las más venenosas serpientes del mundo. Ahora les relato el final de una aventura que para el mago y fakir resultó desastrosa Y si no, júzguenla ustedes.

Por lo pronto, la marca mundial de convivencia con víboras continúa en poder de un Peter Snyman mueblero, nombre ya registrado en el Libro de Records Guiness Las «hazañas» que algunos, huecos de toda obra de beneficio social que les garantice «no morir del todo» en la memoria colectiva, se lanzan a acometer con tal de lograr la trascendencia Lóbrego.

Abatir esa marca mundial del mueblero intentaba Adelaido Da Silva, y en su jaula contaba los días y las noches de agónica coexistencia con cobras egipcias, víboras de cascabel, mambas y serpientes «de capucha». Pues sí, pero de repente, la madrugada del día numero 100 de permanencia en la jaula gritó aquél, destempladón:

– ¡Me rindo, sáquenme de aquí!

¿Qué qué? «¡No rajuelées, no recules!» -grito estridente de los fanáticos, la Pena Brava del mago y fakir-. «¡Muéstrale al mundo que Brasil es algo más que samba garotas y fuchebol! ¡Si se puede! ¡Tú puedes..!»

– ¡Puedo madres! ¡Sáquenme de este infierno! ¡No puedo más!

– Cómo de que no puedes más. ¡Aguántate! -Alarmado, el promotor-. «¡Ya estás por romper el récord! ¡Que un momento de debilidad no te lleve a perder un futuro de fama y dinero! ¡Tú puedes!»

– ¡Fama y dinero a la miércoles! ¡Por el Cristo del Corcovado, sáquenme de aquí! («Sin pestañear», la silenciosa compañía miraba al gritón La cobra se la pelaba semejante hilera de colmillos.) «Sáquenme de aquí..!»

– ¡Aguántate! Si ante unas docenas de animalitos te rindes, ¿crees que vas a poder con el futuro maravilloso que te aguarda acá afuera?

– ¡Renuncio al futuro! ¡Me rajo, de plano! ¡Me rindo, no puedo más..!»

Todo ha terminado. He ahí al fracasado, gacha la testa y los músculos lacios. Ya que el facultativo lo toqueteó, le tomó el pulso y revisó sus reflejos, un furioso promotor y representante de inversionistas lo increpa iracundo:

– Por tu culpa se pierde todo el dinero invertido en la empresa Tú te quedas afuera de los grandes dineros: ¿y nuestras inversiones qué, Adelaido?

– ¿Cómo de que perdido el dinero? ¿Pues qué, no estoy preparado para la empresa? ¡Pasé cien días entre ese animalera de miércoles! Dormí con mambas de este grosor. Amanecí con cobras entre mis compañones. Después de las víboras, ¿no voy a estar preparado para ocupar el puesto que se me ofrece en el gobierno de México? ¡Eran víboras! Estoy
impuesto a convivir con ellas. ¡Amanecí con una de cascabel anidada en los sobacos!

– ¿Y qué son esas inocentes criaturas de Dios comparadas con las tarántulas y
coralillos que te esperan en México? Una de cascabel se te durmió en los sobacos. ¿Te imaginas que amanezcas con la Gordillo enroscada al pescuezo? Conviviste con cobras. ¿Podrás convivir con Norberto Rivera y Onésimo Cepeda? Con reptiles pudiste, sí, ¿pero dos docenas de ofidios qué peligro significan frente a las docenas de yunqueros, legionarios de Cristo, opusdeístas y caballeros de Colón..?

– No, y el provida Serrano Limón, no lo olvides.

– Ese no pasa de renacuajo. Víbora de siete cuartas el Ramírez Acuna torturador de altermundistas. Ese sí que es veneno puro. No, Adelaido, todo lo que se invirtió en tu entrenamiento ya es dinero perdido. Si no pudiste con cobras egipcias, ¿vas a poder con cobras mexicanas del tamaño de Joel Avala y Romero Deschamps? ¿Podrás con los Abogados Católicos..?

– Para mí, sabandijas y renacuajos.

– ¿Y los Chuchos de Nueva Izquierda? ¿Renacuajos también? ¿Y los panistas Espina y Espino? ¡Espinosos semejantes escorpiones! Y un víborón del tamaño de Hank Rohn el priísta, ¿podrás enfrentártele? ¿Sabes que en San Cristóbal el nido de víboras sigue vivo y coleando? (Lo dije con «o» y no con «u», yo también le temo a los ofidios.) ¿Tú, preparado para esas víboras?

; Vamos México! Ya acá afuera como cobras, nada cobras; ni tú, ni nosotros. Porque el que te contrató de asesor, uno chaparrito, jetoncito de…

– ¡Ese! ¿Ese, dijiste?

– Ese, que te la ofrece de auxiliar de Mouriño, mago y fakir español.

«¿Víboras de esas? ¿De esos fakires? ¡Ay, ay!» Y Adelaido, apretándose el vientre, corre y se encueva tras una puerta que dice: WC. Diarrea «¿Ves? Te faltó entrenamiento. El futuro, perdido.» (Lástima)

Nido de víboras

Adelaido Da Silva, mis valedores, mago y fakir del nordeste brasileño. Tal es el protagonista de la presente fabulilla de mi invención, que se inicia con una nota de prensa que transcribo tal cual:

Adelaido da Silva, mago y fakir brasileño, acaba de abandonar violentamente la jaula de cristal en el interior de la cual convivió durante más de cien días con dos docenas de las más venenosas víboras del mundo, en un frustrado intento por superar la marca mundial en la especialidad. Puesto de inmediato en manos de médicos especialistas que lo mantienen en observación, pudo comprobarse que Adelaido mantiene una envidiable salud, si bien su sistema nervioso se encuentra alterado, en tanto que el insomnio ha hecho presa del mago y fakir del nordeste brasileño.

De no creer las hazañas que algunos, huecos de toda obra social que les garantice «no morir del todo» en la memoria colectiva, se lanzan a acometer con tal de lograr la trascendencia. Eróstrato, por ejemplo. Pastor avecindado en Efeso, buscó esa hazaña que lo llevara a la inmortalidad, y no sólo encontró una al tamaño de su mediocridad: prender fuego al templo de Diana (Artemisa), una de las 7 maravillas del mundo antiguo. ¿Que si logró pasar a la historia? Diccionarios y enciclopedias consignan su nombre, y aun la fecha de su fechoría: el 356 antes de Cristo. Así los que nombra la nota de prensa:

«La marca mundial de convivencia con víboras venenosas continua en poder de Peter Snyman, un mueblero que la estableció en junio del año anterior, en que abandonó la jaula de cristal infestada de serpientes venenosas convertido en una verdadera piltrafa humana, con el sistema nervioso deshecho, pero feliz porque está convencido de que a partir de su hazaña no existe en el mundo un ser humano que logre abatir la marca por él impuesta, y que se encuentra debidamente registrada en el Libro de Records Guiness…

Y que para Latinoamérica, afirma el diario, es una lástima que Da Silva no lograse romper la marca mundial y entrar al libro de records, por más que no era su propósito central Y la fabulilla: casado, veintiocho años de edad, durante los meses que duró la prueba Adelaido da Silva, mago y fakir, permaneció dentro de una caja de cristal de dos por tres metros, durmiendo a ratos en una cama de clavos, sin probar alimento sólido y en la silenciosa compañía de dos docenas de serpientes venenosas. El fakir persistía en la espeluznante hazaña, desoyendo las atractivas súplicas de su ardiente Chaira (los de adjetivos, al revés):

– ¡Salte ya de esa jaula, Adelaido! -a gritos la esposa, pegada a la tapa de cristal-. ¡En Aracuju te necesitamos! ¡Antes que el oro está tu familia!

– ¡Es por ti y los meninhos que estoy aquí, hecho un ñudo ciego entre este animalero de miércoles..!

– ¡Cuál miércoles, si ya es viernes! ¡Ay, Adelaido, demuéstranos que nos amas y abandona ese nido de víboras!

?l, con voz temblorosa por la cercanía de los colmilludos: «¿Y perder este entrenamiento y la oportunidad que me ofrecen si bato el récord? De esta hazaña depende nuestro porvenir, no lo olvides.

Terco magnífico. Adelaido, mago y etcétera, seguirá conviviendo con 6 mambas negras, 6 cobras egipcias, 6 víboras «de capucha» y 6 «de los árboles», cada una de las cuales instila en una sola dentellada veneno suficiente para matar un toro, cuanto y más a un mago y fakir, así sea brasileño. A ratos vigilantes y a ratos durmiendo «a pierna suelta», los ofidios acompañan al que sueña con fama y riquezas. Chaira, entre lágrimas:

– ¿Por qué arriesgas así tu vida, Adelaido? ¿Por qué entre semejantes ofidios, Cristo del Corcovado?

Que es condición insalvable para lograr fama y fortuna Chaira, terca amadora «De tu magia comerías en Aracaju, sin necesidad de enroscarte con las de cascabel».

– ¿Comería? ¿Por qué crees que terminé en fakir? Pero en esta jaula tengo mi gran oportunidad. De oro, meninha De oro puro, calcúlale.

Las víboras, nomás mirando. Una de las «de capucha» le sacó la bífida Otra le peló los premolares. Y el rosario de los días que se desgrana día tras día, todos los idénticos, con sus noches crispadas de pesadillas, en las que seis cobras egipcias… (Afuera los asistentes, los nervios tensos, le dan aliento, y aquellas porras: «¡Sí-see-pue-de- sise- pue-de!») Chaira ya suplica ya amenaza ya gemía percibiéndose viuda, y se moría en vida Los ojillos hipnóticos, en la jaula observan al trémulo ojillo que los observa Así desgranábase la mazorca de los días, y así el olote soltó una centena de granos. De repente, en la madrugada del No. 100, válgame, quién lo creyera (Eso, este lunes.)

Una pradera recalentada

Juan Rulfo, mis valedores. Convoqué ayer el espíritu del fabulista de lo real maravilloso que para sus tragedias humanas de agonías y venganzas, odios y locura, y amor y pasiones (vida y muerte, en suma), creó toda una fantasmagórica geografía de caseríos donde los poquísimos vivo sobreviven en silencio, y camposantos donde los muertos no cesan de hablar. Invoqué el espíritu de Rulfo no porque en estos días esté releyéndolo, sino que fue la lectura de los matutinos lo que me llevó a humillar la testa, suspirar y quedando abstraído en mis reflexiones, y fue entonces…

De repente recordé añejo editorial gráfico de Naranjo, que apareció en un matutino de época; lo encontré tan actual y oportuno, que me di a la glosa del susodicho, cuya mínima acción ocurre en una geografía desapreciable que en mucho me recuerda a la de Comala de Rulfo, caserío de encantamiento que sobrevive en la entraña del abandono y en la almendra de la soledad. Y comencé la descripción de una geografía que, doncella recalentada, soporta los evites ardorosos de un sol padre, garañóa Aquí finaliza la descripción de la escenilla que describe Naranjo en su editorial gráfico.

Mediodía de sol. Y aquí lo inquietante: que auras, cuervos y zopilotes han comenzado a estrechar sus círculos en un firmamento estallante de luz. Y es que a medio llano, entre areniscas y roquedales, aquel cordoncillo de polvo. ¿Un predador muriéndose de sed, al que los rapaces de pico y garra no permiten la paz de una agonía tranquila?
No. Ya me acerqué un poco, y no. Un lobo no puede ser, que el bulto aquel es más grande, del tamaño de una res, o quizá dos, tres, un hato de reses. ¿Pero reses las rugosidades de la lagartija y las escamas de la víbora? Si se trata de un caballo matalote, de un par de vacas, de una punta de bueyes, pues… pobres. ¿Desde dónde vendrán agonizando de sed? ¿Desde qué lejana región que habitan el hombre, el agua, la vida cabal? Desde mi escondite observo los cuervos: van descendiendo en círculos de negrura, con siniestro rumor de alazos. Bajan los cuervos, bajan las auras, bajan los zopilotes graznando, graznando, tras la carne mortecina Crrac, crrac…

Pero no, no es un lobo, no es una res, no es un par de caballejos decrépitos. ¿Qué es eso que levanta un nudillo de polvo en la medianía de un paisaje de lumbre y sofocación? ¡Dios! Y se mueve todavía Eso, lo que eso sea, está en trance de agonía Lo que sea, debe estar entreabriendo el hocico, debe lengüetear los belfos un negruzco pedazo de carne que aulla de sed, silencioso. Claro, sí, se mueve todavía. A ver, déjenme acercarme. Quizá en algo pueda auxiliar al agonizante

¿Pero a mí también? ¿También a mí me afectó el calor? ¿Estaré viendo espejismos? Parpadeo, me los froto, los párpados; los abro, los ojos; los entrecierro. No. Eso no puede ser. Delirios del calor. Alucinaciones de la sed. Ya mis sentidos me están jugando malas pasadas. Es que… no, que no puede ser. Simplemente me niego a reconocer lo que miran mis niñas. Y es que…

Me acerqué un poco más; me oculto tras de esta peña Observo al causante de la polvoreada, minúscula a la distancia Mis valedores: no es un lobo agónico, no es un coyote de belfos sangrantes, ni un par de cuacos. Acémilas, tal vez. Bueyes. A ver…

Animas de la ficción, de lo real maravilloso. Eso que miran mis ojos, ¿lo pasan ustedes a creer? Demencial. Eso es una a modo de barquichuela semienterrada en el polvo que unos individuos, quizá enloquecidos de sed, de soledad, de insolación, a punta de remos intentan forzar hacia adelante Distingo a los tales. Por su catadura de irracionales parecen integrar un arca de Noé en miniatura Esa su traza de facinerosos: uno con cara de represor, otro más, de corrupto, de perverso el de las 300 arrobas de peso sobre los lomos, y todos irremediablemente mediocres. Y ocurrió, mis valedores…

Ocurrió que de repente: ¡prrom!, el bombazo. ¡Prrrommm! Dos, tres, ocho estallidos que inflaman el horizonte. ¡Prrom!, una quemazón y semejante humareda que amenaza con tiznarlo todo, comenzando por ese que finge no enterarse de nada y que se alza en el frente del arca cuan pequeño es, empañados sus bifocales y la ceja izquierda alacranada para aparentar una personalidad inexistente. ¿Le distinguen ese rostro mofletudo y ese gesto que pretende hierático? ¿Le ven su pequeño y regordete parado, su índice? ¿Oyen lo que está diciendo frente a la mortecina soledad y con la lumbre ya llegándole a los aparejos? ?iganlo:

– ¡A las mexicanas y mexicanos! ¡No hemos perdido el rumbo..!

Yo, azorado, observo el incendio, huelo la quemazón, percibo el calor de la hornaza Pero él afirma que todo va bien. ¿Ustedes le creen? (Yo…)

Espejismo y delirios

Juan Rulfo, mis valedores. Su Pedro Páramo magistral, sus magníficos cuentos, ¿los habrá leído alguno de ustedes? Invoco aquí, ahora mismo, la memoria del Juan Rulfo de los pueblos fantasmales: Contla, Luvina, Comala. Convoco también el ánima en pena de los muy reales Real del Oro y Veta Grande, Zacatecas, poblados afantasmados que, antiguos emporios mineros, de repente se agostaron al agotarse los socavones paridores del oro y plata, caseríos tan reales que perecen de encantamiento, que anochecieron prósperos y amanecieron a ser espejismos, delirios y ánimas en pena aventadas al socaire de los socavones estériles. Pedro Páramo…

Ahí se quedaron y así están todavía semejantes pueblos, en olor de abono y en la viva almendra de la soledad, como sarna de la geografía nacional, mutilados vestigios de un antiguo esplendor: cuadrículas de bardas barbonas de zacate, patios abandonados donde florecen el chicalote, la flor del toloache, el huizapol, los matojos. Nomás…

He visto esos pueblos abandonados, afantasmados, y se me encoge el ánima al contemplar semejantes bardas en derrumbe que van derritiéndose lentamente bajo atorrenciadas tormentas, y esos zaguanes sin puertas y esas puertas sin zaguán, y unas retorcidas callejas de piedra viva, y los esqueletos de casas carcajes de andamios, horcones y vigas náufragas, en agonía de portillos, de polilla y comején. En los patios, antaño ñervosos de vida -de vidas-, se ha aposentado la víbora de cascabel. Junto a la fuente seca ventosean sus crías las ardillas, y en los sombríos corredores se dan los murciélagos y unas mariposas negras de este tamaño, miren. Que anuncian la muerte, dicen los díceres…

He visto también esa hilera de cuartos que alguna vez fueron dormitorios, y donde en catres de latón dorado se multiplicaba la vida, y esas ventanas, cuencas de calaveras, y esas casas que son abrojera de esqueletos apiñados en derredor de una iglesia en ruinas, una iglesia como aquella en Luvina, relato de Rulfo. ¿Ese rumor? El viento, posiblemente. Algún eco de los ecos que se aquerenciaron en estas ruinas. Y ya…

Pero, mis valedores, voy a nuestra realidad, así la que alude a la economía familiar como a la de yumbos y retumbos de la estridencia politiquera, una realidad tan en ruinas como Veta Grande o Luvina. Al reflexionar sobre nuestra realidad de todos los días se me ha venido a la mente cierto añejo dibujo de Naranjo, editorialista gráfico, que publicó en el matutino de hace algunos ayeres. La glosa del dibujo de marras iba más o menos así, ayer tan actual como hoy día:

Llanura desértica, geografía desapacible, pariente pobre de Veta Grande o de sus hermanas muertas, Árida llanura cercada de lomeríos, y más arriba un sol que al punto del mediodía parece a punto del estallido. Monótono, persistente, ese son de cigarras. Arriba, en la lumbrosa claridad del firmamento, una rueda de cuervos, de auras y zopilotes que otean la lóbrega geografía detrás de la carne podrida Crrac, crrac, el reclamo de los negros pajarracos. Crrac…

Cerros pelones, crestas azulencas, peñascales y lomeríos. Al pie del cretón de roca, abismos, gargantas áridas, resolana y sofocación. Un viento de rescoldo eriza la pelleja del llano y alza remolinos de polvo en la lejanía del poniente En la lejanía, porque aquí, en el primer plano, todo es nopaleras cenicientas, y al pie, nidos de coralillos y víboras de cascabel. Más allá, chaparrales, huizapoles, y huizcoloteras, toda esa botánica de lo chaparro, lo enteco, lo encanijado, lo sietemesino, lo que ha nacido muerto de sed; ese yerbajo que se da a la aridez, más allá del pueblo minero que murió desangrado de sus venas de metal…

Observen los alrededores: resequedad y un sol como garañón, y ahogo, ardor, chamusquina, piedras tornasoladas de metal, y sobre las piedras lagartijas de ojillos hipnóticos que se adormecen bajo la carga del sol contemplando, inmóviles, una geografía que parecen querer aprendérsela de memoria. Tercas, pétreas a fuerza de sol. Pero, ¿y eso..?

Por allá, a lo lejos, se ha alzado un rastro, un cordoncillo de polvo. Algún coyote de belfos ennegrecidos y lengua inflamada que anda en agencias de morirse de sed, ya en las boqueadas últimas. Testigos de honor, la culebra y la tuza, la tarántula y la resolana; las reverberancias. El universo de lo calcáreo, de lo pétro, del vivo fuego del sol en aquella geografía que viene quedando, ánima del purgatorio, a mil leguas de todo lo vivo, que es todo lo que tiene el agua al pie Aquí no: muerte y soledad. Y ya. Pero aquel cordoncillo de polvo que se agranda al ir acercándose ¿Qué ánima desdichada pudiese avanzar en el…? (Mañana)

Por ignorancia…

Su gente podía ser muy valiente, pero carecía de condiciones intelectuales. Y para rebelarse y andar armado hay que estar preparado intelectualmente.

Tal afirma Félix Serdán Nájera, exguerrillero de las fuerzas de Rubén Jaramillo. De Genaro Vázquez, paradigma de guerrillero, lo juraba hace algunos años cierto Abel V. Salgado, diputado:

«La guerra sucia continúa en la entidad. Las demandas de apertura, equidad y justicia social enarboladas por Genaro Vázquez, a 30 años de su asesinato, siguen vigentes».

Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez, los hermanos Gámez y este Lucio Cabañas, profesor rural que en un enfrentamiento con fuerzas del ejército murió el 2 de diciembre de 1974, y de esto hace treinta y tres años. Del guerrillero, lástima, sólo quedan la leyenda popular de una enorme valentía personal y el rito de las honras fúnebres. Y no más. De estar vivos, ellos y los más de 500 desaparecidos de la guerra sucia de los años 70 serían la punta de lanza contra un régimen que encamina el país hacia la ultraderecha clerical y el privilegio del poder económico. Hace unos años, junto a la estatua del profesor rural levantada en Atoyac de Alvarez:

A los padres, a los huérfanos, a las viudas de la lucha social les decimos, no cesen, no den marcha atrás, la ACNUR está con ustedes, adelante, lograr la liberación de México y una patria nueva o morir por ella…

Pero esto, con la estrategia adecuada, la triunfadora, porque hasta hoy, ¿qué ventaja, así sea de este tamaño, reporta al fregadaje un sacrificio demencial, del calibre del que denuncia cualquier guerrillero, si es que aún vive para poderlo contar?

«Cubetazos de agua fría para seguir con toques de picana. El cuerpo sirve de cenicero para apagar cigarros: en las plantas de los pies, el cuello, las partes nobles. Los límites de la resistencia son probados con métodos como el pozo, que consiste en golpear al torturado hasta dejarlo sin aire para enseguida sumergirle la cabeza en agua y provocar el ahogamiento. Pero no te dejan morir; viene luego el agua mineral en las fosas nasales, y para ti lo mejor es que te maten y no sigan torturándote, porque en la tortura te matan muchas veces…»

Lucio Cabañas: apenas 30 años más tarde, dos de los generales que lo persiguieron, Arturo Acosta Chaparro y Humberto Quirós Hermosillo, permanecieron encarcelados por delitos de guerra sucia y de narcotráfico. Sí, que aunque uno de ellos ya alcanzó la impunidad, está escrito: los matanceros de ayer serán las roses de mañana, porque el tiempo va colocando hombres y cosas en su lugar. Apenas ayer Lucio Cabañas fue descalificado como bandolero, delincuente, criminal. Hoy, el maestro y luchador civil se mira de frente, en bronce, con el bronce del prócer Juan Alvarez. A 30 años de su muerte a manos de las fuerzas federales, en Atoyac de Alvarez fue recordado con una estatua de bronce, una velada cultural y una marcha cívica Y la paz.

Pero si demandas y guerra sucia (secuela de la acción guerrillera) siguen vigentes o amenazan con resurgir, tal como lo preludian los incendios en las tuberías de PEMEX, ¿entonces? ¿No es el momento de la autocrítica para medir la eficacia de las estrategias de lucha aplicadas a ese cambio histórico que no debemos esperar de los Jaramillo, Genaro Vázquez, Lucio Cabañas o Marcos? Porque, mis valedores, una mala (o muy buena) noticia:

El cambio histórico que precisamos para darnos ese gobierno al que obedecer como sus mandantes (Aristóteles) lo hacemos nosotros a base de una organización celular autogestionaria, o nadie lo hará por nos. Y si se está preparado intelectualmente, esto significa que se ha acudido a la Historia y aprendido de sus enseñanzas, y logrado la autocrítica, y entonces no nos vamos a ubicar en los terrenos del enemigo para que nos destruya de forma «legal», y quienes sobrevivan tengan que denunciarlo más tarde. Es la historia

Movimientos guerrilleros, Lucio Cabañas, Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, maestros disidentes, Ejército Popular Revolucionario, y el manual de la contra-insurgencia, que aplica sañudamente el Poder: desacreditar para aislar. Desacreditar al EPR al achacarle los incendios de PEMEX, y al EPR vincularlo con los maestros para que ellos, contra todo principio de teoría política, se deslinden de su aliado de lucha contra el mismo adversario; y una vez desacreditados y aislados, reprimirlos sin ningún costo político ante las masas sociales, y así reiniciar en México la guerra sucia de Echeverría. Mis valedores: nos vencen por ignorancia..

Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez, los hermanos Gámiz, Liga 23 de Septiembre, Lucio Cabañas. (A su memoria)

Sobre héroes y tumbas…

Es una declaración irresponsable de Elba Esther Gordillo, «líder moral’ del SNTE, que se pretenda vincular el conflicto magisterial en Oaxaca con el Ejército Popular Revolucionario.

Muy actual el desmentido de los maestros disidentes, y muy oportuno, pero no equivocarse, mis valedores: la anterior declaración no es de fecha reciente, ni mucho menos. Como si el tiempo no hubiese transcurrido, la acusación de la Gordillo, con el desmentido de la Dirección Política de la CNTE, Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, fue generada en el mes de julio del 2006, y hoy (por la lucha del fregadaje contra el Sistema de poder no pasa el tiempo) exhibe su continuación en las notas aparecidas apenas el pasado viernes:

Relacionan a la APPO con los ataques del EPR». Y el instantáneo desmentido de los maestros:

«Es una trampa. Calderón intenta ponernos como chivos expiatorios, al vinculamos con los presuntos atentados reivindicados por el EPR contra ductos de PEMEX Reiteramos: no tenemos relaciones con los grupos armados. Nosotros nos conducimos bajo vías legales, políticas y sociales. Relacionamos con el EPR es una trampa

«Es una trampa», clamaron los maestros, que con ello cayeron, exactamente, en la trampa que denuncian, la de la provocación que les tendió el Sistema de poder (manual de la contra-insurgencia), que consiste en lo siguiente: al arrojar semejante falacia entre dos organismos hermanos en el enfrentamiento contra el mismo Sistema, uno de ellos (los maestros) se apresura a marcar el deslinde, y con ello provoca la animadversión del EPR contra una APPO que de esta manera, con todo y que exprese la verdad, ha desconocido a su aliado de lucha contra el Poder. Así fue como la APPO cayó redonda en la provocación de su adversario. Lo dicho, mis valedores: nos vencen por ignorancia…

En fin, que leí la nota del año anterior; leí la nota de hace unas horas, y de inmediato identifiqué otra de las mañosas estrategias que apunta el manual de la contra-insurgencia para vencer a los no enterados: «Desacreditar para aislar. Aislar para reprimir…»

Asi al vincular una y otra vez al gremio magisterial de Oaxaca con la guerrilla, Gobernación y Los Pinos intentan desacreditar el movimiento de los maestros para ejercer contra ellos la represión sin ningún costo político ante las masas sociales. A propósito…

Dije guerrilla, mis valedores, y de inmediato se me vino a la mente la vera efigie del Che Guevara, la estampa de Genaro Vázquez, la foto de un Lucio Cabañas de aspecto pacífico, sentado y empuñando el fusil, y la otra, estremecedora, con el cadáver del guerrillero, y en semicírculo, para la foto y con aspecto de cuervos que se preparan al festín de la carne muerta, una tandada de sardos satisfechos después del triunfo. Recuerdo, asimismo, las fotos de los heroicos cadáveres de quienes en una acción tan inútil cuanto generosa entregaron su vida al colocarse en un terreno donde el enemigo histórico es infinitamente superior en fuerza legal y armada En Madera, Chih., los hermanos Gámiz; anónimos casi, que originaron la creación de la Liga 23 de Septiembre, hoy también arrasada y tantos más que de la lucha salieron en calidad de cadáveres, cuando no, tantito peor, de cooptados por el Sistema Mis valedores…

¿Habrán conservado ustedes la memoria histórica? ¿Conocerán, por consiguiente, la crónica de tantos que de la cárcel fueron liberados por Echeverría en calidad de vendidos (otros tantos, de comprados) a raíz de los sucesos del Dos de Octubre de 1968 en Tlatelolco, en la «exitosa» maniobra de destruir desde dentro al Comunista Mexicano..?

La guerrilla dije, y recordé a aquel Lucio Cabañas Barrientos, maestro rural cuya labor docente se ubica en las antípodas de la que ejerce la maestra Elba Esther Gordillo, y al que a chicotazos de injusticias el gobierno forzó a la guerrilla Aquí, ahora, recuerdo al guerrillero y profesor rural, a la distancia de treinta y tres años de que cayó en pleno combate en la serranía de Guerrero. En esbozo, su retrato hablado, escrito:

México, 2 de diciembre de 1975. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide que fue hace 33 que en la serranía de Guerrero cayó en combate el comandante Lucio Cabañas, guerrillero y maestro rural. En Atoyac de Álvarez y a las cinco y media de la tarde de diciembre del 2002, nostálgicos fieles del insurgente inhumaron sus restos y los fueron a depositar en el punto en que se alzaba el tamarindo a cuya sombra el combatiente se manifestaba contra el gobierno. (Sigo mañana)

Autocrítica, ¿nunca..?

La conmemoración del 2 de julio pasado, mis valedores. Lo afirmé en Radio Universidad alguno de estos domingos, y hoy digo a todos ustedes lo que el Predicador: Hay un tiempo para todo; un tiempo para la risa y otro para las lágrimas; un tiempo para el lamento y uno más para festejar; un tiempo para el despojo y otro para la imposición. Pues sí, pero hoy los dos tiempos se empalman, lo que quizá el Cohélet nunca previó. Hoy a lo simultáneo se recuerda la derrota del candidato popular, carismático, y la imposición de un hombre común que carga sobre sus lomos la conducción de un país que padece una crisis global endémica, y al que el hombre de los anteojos, con sus medidas y carencia de medidas de gobierno, ha terminado por agravar…

El domingo antepasado se hubiese podido probar la merma del apoyo popular al perdidoso, y que aun llegó a la extinción (se evidenció lo contrario), pero no nos dejemos engañar: este fenómeno en modo alguno iría a legitimar al que hace un año fue impuesto en Los Pinos. ?l, al modo de Caín luego del crimen, lleva la marca, y en la historia del país su imposición quedará aún más flagrante que la que en 1988 perpetró Washington a favor del pro-yanki Salinas para asegurar la continuidad de una política depredadora impuesta en el país cinco años antes: el modelo neoliberal del libre mercado, que es decir el capitalismo salvaje que persiste hasta el día de hoy, para beneplácito de los grandes capitales y desgracia del pobrerío y las clases medias. Y mientras…

La industria del condicionamiento de masas seguirá arropando al triunfador, disimulando su carencia de atributos como estadista y alabando el más insignificante de lo que hacen pasar por sus «logros»; pero ni la befa al perdidoso ni la complacencia al que ayudó a arrebatar la banda presidencial cambiarán la ecuación despojo ?? imposición, despojado-impuesto. Sin más.

Y que no mientan con que los resultados del dos de julio son flor y espejo de la democracia ¿Á cuál democracia aluden? La electoral, la única que en el país pudiera dar señales de vida, da señales de muerte, y muerte violenta, muerte fulminante, democracia electorera donde los votos fueron rudamente inducidos y no iban a ser, como no fueron, el factor determinante en los resultados de la maniobra electoral del IFE, instituto electoral, y del TRIFE, tribunal que sanciona tales resultados de acuerdo a intereses creados. El libre mercado tenía que continuarse de Salinas a Fox y de ahí al sucesor. Washington dijo la última palabra. El resto es silencio. Ni hablar.

¿Los beneficiados del proceso electorero? Los de siempre: el Sol Azteca perdió; perdió el candidato, pero los cupulares, agentes de la «cultura de la derrota«, salieron gananciosos una vez más, como siempre, que como siempre les interesa no la suerte del PRD, sino su propia suerte personal, y como siempre esos ex-comunistas, ex-talamanteros y tantas ex-céteras, lograron amarrar senadurías, diputaciones y demás canonjías que los instalan en la almendra del presupuesto, y la suerte que corra el PRD es lo de menos. Como siempre. Compruébenlo en la historia del país.

Así también el Revolucionario Ins., que con su tercer lugar en las preferencias electoreras ha logrado mantenerse en la cresta política chantajeando con su ración de representantes en el Congreso, y que lo mismo ofrece una alianza coyuntural con el albiceleste que, llegado el caso y según los beneficios, con el de la Revolución Democrática.

¿Acción Nacional? Como si renunciara al privilegio de partido en el poder se desgarra y desgaja a pugnas internas, y su corona de Espinas y Espinos parece tener de adversario mayor al de Los Pinos. Peor para ellos.

Y qué decir de la chiquillada, que sin representación alguna se ha posicionado en el Congreso para «representar» a quienes no votaron por ellos, y que a lo mejor (a lo peor) ni están enterados de que esos tales medran de un presupuesto que sale de nuestros impuestos. Como si impuestos no tuviésemos de sobra Ahí lo que apodan «democracia representativa..».

¿Y esas masas esperanzadas, desesperanzadas, que votaron por el hoy perdedor? Ellas, a negarse a pensar, a ejercer la autocrítica ellas, a aplicar, como siempre, la estrategia de la turbamulta que toma la calle para protestar, para exigir, para la estrepitosa demanda a un enemigo del cambio histórico que precisamos y que nadie llevará a cabo por nos; ellos que le ¡e-xi-gen! se suicide para con ello complacer a los demandantes. Mis valedores: ¿algo se ganó hace un año con un zócalo requemante de iracundos que maldecían contra el fraude electoral? ¿Qué se ganó con el bloqueo del Paseo de la Reforma? Si su respuesta es «nada o casi nada», ¿no es hora ya de revisar la estrategia de crear una con posibilidades de triunfo? La conciencia de enemigo de nuestro cambio, ¿nunca la mente de las masas la irá a procesar, y entonces asumir, no seguir delegando en imposiciones…? (Lóbrego).

¡Cuídamelo, virgencita..!.

Fue en otros tiempos, dije a ustedes ayer, cuando ocurrió el incidente de La Divina Infantita. Sucedió, mis valedores, que cierta mañana me fui a topar con el penitente que colocaba a los pies de Santa Rita de Casia, abogada de imposibles, aquel colorido ex-voto, espejo y flor de la artesanía popular; sí, el retrato mal hecho de un Hugo Sánchez por aquel entonces estrella del Real Madrid. «¿Tan fanático es del futbol?», le pregunté.

– Yo fanático madres. A mí el clásico pasecito a la red me caí en las alilayas. Pero es que soy mexicano que vive en México. ¿La pesca bigotón?

«Uno más de esos que viven lloriqueando contra los tecno-burócratas mirasoles de la Casa Blanca«, pensé.

– ¿Y cómo fregaos no? (Me adivinó el pensamiento.) «Y cómo tiznaos no, cuando cosa de 105 millones de jodidos andamos con el orgullo patrio a la altura del pichichi, si no es que tantito más abajo, o sea en los talones.

– Muy cierto: bocaabajeados por culpa de unos tecnoburócratas que..

– ¿Y qué otra cosa nos queda si los proyankis de miércoles (era domingo) se la pasan trincando a los paisas por orden del agio internacional?

– Pues sí, pero con que usted no se deje..

– Si no me dejo me pasa lo que a la Santa Santa Cecilia de ese retablo: como a ella le rebanaron sus hechos en el martirio, a mí me las cortan, las mías, esos vendepatrias castrados que han terminado por arruinarnos de las medias para abajo. No, qué pasó, no pensar mal; me refiero a las clases.

A lo desconfiadón miré en torno, no fuera a oírnos alguno; el sacristán, por ejemplo, posible oreja de Norberto Rivera, oreja segura de Gobernación. Pero no. El sacro recinto, como todos los de este bendito país de buenos católicos, vacío. «Bueno, sí, ¿pero el retablo de un futbolista al pie del altar?»

– ¿Se ha fijado en los turistas que nos visitan? Anchos, orondos, pisando recio, con el pichichi en todo lo alto, me refiero al orgullo patrio. Yo, mexicanito bocabajeado por todos Los Pinos, me avergüenzo de los saqueadores y de mí mismo, de mi aguante, mi sumisión y pasividad. Ah, recua de agachones, yo y los otros. Me cái que Santa Cecilia tenía más pichichis que los paisas de por acá, pa’ su morder.

– Pero el pichichi de Hugo en el altar…

– La última pizcacha de orgullo patrio para el fregadaje Sus hazañas futboleras: que si Hugo dribló, que su Hugo fintó, chanfleó, remató y… ¡gool del mexicano! Yo, entonces, a apuntalar con pichichis ajenos lo que no puedo apuntalar con los propios. Yo, a contemplar en la foto la machincuepa del goleador para seguir apuntalando las machincuepas de los que se culimpinan ante la Casa Blanca. Pero eso y más nos merecemos por agachones: puro pichichi, y a consolarnos solitos con el de Hugol. Héroes por delegación. ¿No son tiznaderas..?

– Bueno, sí, ¿pero el retablo al pie de Santa Rita de Casia?

– Pa que la santita tenga bajo su manto al goleador. Que le preserve sus meniscos, que le resguarde su pichichi. Que no nos lo vayan a lesionar. ¿Porque se ha puesto a pensar que no estamos zafos de que nos lesionen el único pichichi que nos queda a los mexicanos, el último orgullo que nos queda en el México de unos lics, corruptos y atrabiliarios que de los paisas hacen lo que sus reverendos pichichis les dictan? Nomás me quedé pensando…

Y mis valedores: fue entonces. ¡Válgame, pues cómo no lo pensé antes! Y que me doy el parón y caigo de hinojos, alzo la cara a los santos cielos, abro los brazos en cruz y clamo ante la presencia del Dios uno y trino:

– ¡Su pichichi, Señor! ¡Su pichichi y sus dos meniscos, los únicos que nos quedan a los mexicanos! ¡Y tú, Santa Rita de Casia, cuídamelo! ¡Protégemelo, y te traigo un exvoto del grandor de un pichichi..!

Y gimoteaba y aquellos golpes de pecho, qué pena En fin. Y aquí el incidente que apunté ayer al comenzar esta fabulilla- fue en la madrugada de anteayer; yo, sangre en hervor, a sofocos sufría el acoso sexual de la Guzmán cuando en el instante en que mi virtud comenzaba a Saquear, yo ya viendo estrellitas (las del Gran Canal), de súbito, el timbrazo del teléfono, y la voz bronca su dejo entrañable de Tepis Company.

– ¿No que no, bigotón? ¿No le dije que el pichichi de Hugo era nuestra salvación? ¡Seis cero a Paraguay! ¿No es un milagro de Santa Rita de Casia..?

Yo, aquel azoro, intentaba despertar. La Guzmán huyó sin acabar (de vestirse). Yo, entonces… Sí, formas hay más civilizadas de silenciar un teléfono inoportuno, pero esa explosión de nervios, de pichichis, de meniscos. Y ahora qué hacer, sino mandar el SOS al compa tepiteño: en la fayuca ¿no habrá modo? Un aparato telefónico, cables, fusibles, pichichi, todo. (Ojalá.)

Pichichi de Perra Brava

Lo sé muy bien. Por supuesto. Yo sé que existen recursos menos radicales de inutilizar un teléfono, pero cómo poder controlar un estallido de chinampinas (mi sistema nervioso). Lástima.

Todo se originó en tiempos idos. Fue un domingo, me acuerdo, por ahí de la media mañana, yo atejonado en un rincón de La Divina Infantita, a donde fui a rezar mis devociones: el triduo, el trisagio, mi novenario, un ramillete espiritual y una rogativa a San Antonio bendito para que me la hiciera, o sea la merced de conseguirme una mujer, porque yo, un inútil Después de la última rogativa rematé como mandan los cánones: con el oficio parvo y mi rosario de quince misterios. Después me la persigné y, alzándome, con trabajos, ejercitaba unas zancas acalambradas con aquellos pasitos entre el cepo de las limosnas y la pila bautismal. Y aquellos altares de La Divina Infantita, muestras espléndidas del churrigueresco tardío… (soterrada, en el coro, la salmodia de un órgano. Canto gregoriano.)

En eso estaba, escuchando el pajarito de gloria ante la gloria de oros y cardillos del altar mayor, cuando en eso: en el nicho del virgen y mártir san Mamerto de Porres, el penitente aquel, de tenis percudidos y chamarra parda (dodgers, entre pecho y espalda), que al pie de Santa Rita de Casia, la abogada de imposibles, colocaba un retablo y le encendía un ascua viva de veladoras, para enseguida arrodillarse, humillar la testa, entornar los párpados y orar, y orando remontarse al cielo. Ah, la devoción del creyente. Suspiré…

Y lo que es la curiosidad: pian pianito me fui acercando hasta quedar a unos metros de la santa de las causas perdidas, y entrevi entonces el retablo aquel, un cuajarón de rojos, verdes y anaranjados. «¿De qué santita se trata?», pensé. «Una chulada de rostro, con ese marco de rizos que se le encrespan a lo coquetón. ¿Quizá María Magdalena? ¿Santa María Egipciaca? Santa Cecilia, tal vez, si me atengo a ese pecho tan liso, que el despecho tirano mandó despechar y despachar directamente a la gloria de Dios cuando se convenció de que con esa doncellez no podría Santa Cecilia. Me la persigné.

Bueno, sí, ¿pero Santa Cecilia en puros calzones, con perdón de la benemérita? ¿Y unos calzones así de guangoches, que una mujer nunca vestiría, y menos para exhibirlos? Me acerqué un paso más, y entonces…

Cuál santa, cuál Cecilia, cuáles calzones, si se trata de un santo. San Esteban, sus partes pudendas arropadas no en el clásico cendal sino en… (esa artesanía popular. Esas muestras del arte naif. Esos retablos populares) no sus vergüenzas ocultas tras cendal, repito, sino en unos de esos denominados, a lo gringo de segunda, shorts, ya tirándole a bermudas. Pues sí, ¿pero San Esteban en short, en bermudas? Haya cosa…

Cuáles shorts, cuáles bermudas. Es un pantaloncillo, y no precisamente de mártir ni de confesor; no de beato, sino de bato, de… válgame: de futbolista ¿Un santo alquilón de la industria manipuladora de masas? ¿El santo de la seráfica Perra Brava? El artesano del pincel había tomado

al vuelo, como remontándose a las alturas, al santificado de los calzones. A ver. Pero, ¿sería posible? ¿Un santo mártir, y sobre todo virgen, tirándose una chilena? Y el balón, ya besando las redes. ¡Gool!

– ¡Pero si es nada menos que el tal Hugo Sánchez! -se me escapó la expresión, y entonces, bronca voz la del penitente:

– No sea usté penitente, o sea más respeto. Sí, Hugo Sánchez, ¿y qué? ¿Qué tiene usté contra nuestro Hugol? Quedó canelón en esa pintura, ¿no? Arte sacro de un pintor de ollita allá por la Villa. Me costó un güevo de la cara, los artistas cómo son de abusones. ¿Usté qué pinta aquí, digo?»

– Pero según la ortodoxia de la iglesia de Roma el retablo debería representar la advocación de alguna virgencita; de una mártir, ya de perdida

– No, de perdida no la trepan al altar. De perdida, la excomulgan.

-Pero Hugo -yo, como un eco-. ‘Pero Hugo…»

– Quedó de pelos, no me diga que no. fíjese en el uniforme: Rial Madrid. Mírele los botines, las medias, los chors. ¿Le distingue el pichichi entre las zancas? Se lo está sosteniendo con las dos manos mientras se tira el clásico pasecito a la red. Chido, ¿no?

– Y qué tamaño del pichichi, trofeo del campeón goleador…

– No, y debajo del catre tengo un altero de álbums de este grandor, mire. Fotos, crónicas, entrevistas, reportajes, comentarios y mamilas de esas. Todas echándole flores a nuestro crac nacional.

– Caramba ¿tan fanático es usted del futbol?

Nos habíamos sentado al socaire del confesionario, a los santos pies de la abogada de imposibles. «¿Es fanático del futboL?»

– ¿Fanático yo? ¡Fanático madres! (Mañana)

Alcahuetería

Ayer les hablaba, mis valedores, de esas obvias semejanzas que se advierten entre el hombre de Los Pinos, la selección futbolera y algunos periodistas y merolicronistas que les alcahuetean su juego llanero, ratonero irremediable, de una aplastante mediocridad. A propósito:

Hace un año y meses que el hoy presidente de México, cuando aún candidato, por atraerse votos y simpatías de unos aficionados con alma de Perra Brava se disfrazó con camiseta de colores, calzones guangos y botines de futbol 0os otros botines se los estará agenciando a estas horas acá bajita la manó. ¿O acaso él va a ser diferente a todos sus antecesores, de Miguel Alemán al segundo marido de Marta, que como pareja presidencial salió podrida también en dinero?) Yo, en aquella ocasión, a la cara del futbolista amateur arrojé este mensaje que hoy vale, juzguen ustedes, para el amateur presidente de México:

Señor candidato de Washington, los grandes capitales, la iglesia católica y la industria del periodismo: lo miro correr, acezante, tras de un ideal para usted cada vez más lejano a pesar de las toneladas de propaganda que expele desde los medios de condicionamiento de masas y esa descarada, interesada ayuda de Fox, quien busca que usted le cubra lomos, y espaldas y asentaderas a los Bribiesca y Sahagún. Ahora recurre usted a la mojiganga de disfrazarse con camiseta, botines y calzones guangos para habilitarse de futbolista. ¿Pues de cuando a acá, señor? Y si ni así logra la banda, ¿a qué otro artificio igualmente grotesco va usted a apelar? Pero cuidado, que lo imposible pudiese ocurrir, y usted pudiera terciarse entre pecho y espalda la banda presidencial. Qué milagros no pueda obrar la televisión, madre de tantos, ella sin madre…

Señor futbolista llanero: si fuerzas siniestras me lo encaraman hasta Los Pinos: ¿su estilo de juego será fino, técnico, o va a resultar lodero, como el de su antecesor, con todo y su carga de hombro, caballazo y patadón? ¿En cancha de pasto sintético se siente bien? ¿Pasto inglés? ¿Pasto gringo, del de La Casa Blanca, como ahora Fox? Aunque me parece que usted no pasa de ser un jugador de cascarita, de futbolito de salón. ítem más:

Si el partido de hace días (de acedías) se prolonga hasta Los Pinos, toco madera, ¿quién ira a ser el árbitro? ¿Abascal el cristero? ¿Espino y Espina, los abanderados? San Marcial Maciel, penitente impenitente, será el merolicronista? ¿De masajista el beato Rivera? Porque Onésimo es brusco, tiene la mano pesada Rasguña. Claro, sí, por supuesto, el dueño del equipo: Bush…

¿La sede de los encuentros? El Goloso de Santa ?rsula bendita, lógico. ¿Qué días para el clásico pasecito a la red y cuáles para esos rosarios, triduos y tedeums multitudinarios, con los que se intentase entrar al Libro de Records Guiness? Porristas, ¿contrataría? ¿Velasco Arzac, abogados católicos, Cecilia Soto, Serrano Limón, o Bustamante, el trinchón de la mafia de padres de familia? Antes de iniciar el encuentro, claro: encomendarse al opusdeísta beato José María Escribé. Laus Deo

Si en el tiempo reglamentario cero-cero el marcador, ¿tiempos extra? ¿Tiros penales? ¿Gol de oro, muerte súbita, extra-innings? O apoco de plano la reelección. Nosotros (las masas, el paisanaje), ¿seguiremos jugando el papel de porra, de espectadores, de vil «Perra Brava«? De premio a nuestros chiquitibunes, ¿jaculatorias? ¿Cien días de indulgencias? ¿Indulgencia plenaria? ¿Calcula usted que, con su equipo (su «gabinetazo») podremos mantenernos en la división de ascenso, o en picada a la tercera división, a las canchas llaneras? Señor: ¿seguiremos, como hasta hoy, jugando con el sol de frente, el marcador en contra y un arbitro vendido, concretamente a Bush..?

Que del encuentro futbolero salió usted raspado de las rodillas. ¿De dónde saldremos raspados los mexicanos, después de que Fox nos raspó hasta las criadillas, descriadas por la culpa suya? Usted, a curarse las mataduras de sus rodillas, que ya con la banda presidencial entre pecho y espalda se las va a volver a raspar en la cancha de Washington, en su visita a Bush

Eso, ayer, Hoy día, ya Calderón en Los Pinos, digo a ustedes: cuidado con él. Como futbolista de ocasión mostró ciertas cualidades; en Los Pinos la mínima cualidad de estadista jamás ha mostrado. Y qué conque, si al amateur del gobierno, como a los alquilones de la selección de fútbol, radio, TV y prensa escrita protegen y alcahuetean al ocultar sus calcetinazos, autogoles y patadones al aire (¡esa cloaca Ye Gon-Calderón!) y exaltar hasta la náusea ese detalle positivo que le puedan inventar. Ah, pero no sea el equipo contrario, de política o de futbol; no sean Ebrard o López Obrador. ¿Que es Hugo el «nuestro»? Bien. ¿Que es el de allá? ¡Fascista, traidor, réprobo! ¡A la yugular, y a encajarles las fauces! Calderón, mientras tanto…

Para raspones y mataduras del gobernante amateur, ¿Prózac o..? (Uf.)

Alma llanera

Entre las almas y entre las rosas – hay semejanzas maravillosas

Tal jura el cantar yucateco, mis valedores, y yo lo completo: tan maravillosas como esas que hermanan la presidencia de México y el clásico pasecito a la red. Y si no, ¿Alguno de ustedes se ha puesto a analizar la actuación del hombre de Los Pinos y la de los alquilones de la apodada Selección Mexicana de Futbol? ¿Y? ¿Cuál es su veredicto? Veamos.

Hace un año y algunos meses el de la banda tricolor, por entonces aún candidato, intervino como delantero en un encuentro de futbol. Yo ahora, mexicano de mí, con el ánima encogida me duelo y musito: ah, si las cualidades que exhibió como futbolista amateur las mostrase hoy como presidente improvisado. No ha sido así, lástima…
Aquí, algunas de las semejanzas que advierto entre la gestión del improvisado y los alquilones, ellos sí profesionales, de la denominada Selección Mexicana de Futbol: ellos y él, por sus hechos, exhiben una aplastante mediocridad; él y ellos juegan sin técnica ni estrategia, sin carácter ni temple, sin visión ni destreza; ellos y él al estilo llanero: el error, el patadón, los trompicones, el calcetinazo vil; ellos y él al juego sin ton ni son Ah, pero a la hora de cobrar… macabro, en aumentativo.

¿Más semejanzas? Tanto el simple amateur como los profesionales tienen de aliada y compinche a esa madre de mexicanos que es la televisión; y si no, ¿que Ebrard, que López Obrador, que gobiernos aliados del fregadaje (Bolivia Ecuador, Venezuela) o el equipo contrario en la cancha política o futbolera realizan jugadas creativas y anotan goles a su favor? Rápido, los cronistas, analistas y «conductores» de televisión, que para eso les pagan el gobierno y los grandes capitales (en moneda nacional mexicana, o sea en dólares): todos a minimizar esos logros de los adversarios políticos o futboleros y a manipular a las masas para que, colaboracionistas por ignorancia de su enemigo histórico, abominen del equipo futbolero de los gringos, «coco» de los hijos de Sánchez, como desacrediten también a Marcelo Ebrard. a López Obrador, al «fascista» Hugo Chavez, «asesino de la libertad de expresión». Pero no sólo en Venezuela que también en México. Mis valedores…

¿Cabrá mayor ignorancia en unas masas que así demandan a gritos que México garantice la «libertad de expresión» (¿sabrán lo que tal significa?) y regrese a la radio una voz que no son capaces de identificar como lo que fue siempre, la voz oficiosa de la iniciativa privada y el modelo neoliberal? «¡Esa voz somos todos!» Santa simplicidad; esa misma que llevó a 15 millones del fregadaje a dárselas al chaparrito; confianza y papeleta. A propósito…

Acerca del juego llanero que practicó ese que meses más tarde nos fuera impuesto por Washington en Los Pinos para que ahí practicara su estilo personal de gobernar (llanero, ratonero), leí la crónica del juego de marras, el futbolero, que se realizó meses antes de las elecciones del dos de julio; observé las fotos, moví la testa y del fondo del ánima mé brotaron aquellas reflexiones que hoy, ante el estilo personal del que a lo llanero «gobierna» (es un decir) desde Los Pinos, advertí una semejanza más con los verdes del clásico pasecito a la red: la descarada protección con que la industria del periodismo y los merolicronistas del cinescopio les alcahuetean su mediocridad aplastante, y esto para amacizar el negocio de sus patrones, que consiste en explotar a un pobrerío al que previamente convierten en Perra Brava de la política o el futbol. Y las masas ahí, pasivas, y enajenadas, y dependientes. Es México, el del hombre más rico entre los pobres más frego-tiznados del mundo…

Fue entonces: trepé a mi cuarto de trabajo, encendí esta ruina de carcacha con teclas, pantalla y ratón, y traté de encender las neuronas de mi sesera con el propósito de trenzar algunas reflexiones que remataron con un mensaje al llanero solitario que habrá de convertir mi país en la quinta potencia del mundo, con tan sólo que aguardemos al año del 2050, y que yo lo vea. Las reflexiones de marras:

Bien a bien, mis valedores, yo no calculaba lo que para algunos representa sentar sus reales en el sillón del águila, ni los desfiguras que para alcanzar ese sueño imposible (¡así dije, profeta de pacotilla!) está dispuesto a «perpetrar» un individuo hasta ayer sobrio y prudente en su mediocridad, como el ultraderechista aspirante a Los Pinos a quien me permito enviar el siguiente mensaje (me lo permití antes del pasado mes de julio). Señor:
Así que ahora recurre usted al esférico, al calcetinazo y al autogol Por lo visto, usted actúa a lo desesperado y con una irrefrenable compulsión de no quedarse muy rezagado de Patricia Mercado y Campa Cifrián (¡así dije, profeta de pacotilla! Sigo mañana.)

Quinteto de la muerte

Esta vez los suicidas frustrados. Cuál haya sido la suerte de los cuatro que sobrevivieron, que el quinto logró su intento; si alguno haya reincidido o a estas horas se afanen en el áspero oficio del diario vivir. Uno, al menos, gritaba aquella noche su amor por la vida, y fue en el momento en que los contertulios lo alzaron en vilo y amenazaban con arrojarlo con todo y silla de ruedas desde lo alto del cuarto piso de Cádiz. Gritaba el inválido a lo desaforado gritaba el inválido: «¡No quiero morir, no quiero, déjenme con la vida..!»
De no haber sido por la autoridad del maestro…

– ¡Vergüenza atestiguar el grado de salvajismo al que orillan dogmas, prejuicios y fundamentalismos! Y usted (me dijo), que no intentó evitarlo…

Yo agaché la cabeza Y ahí se disolvió la tertulia más accidentada de que tengo memoria Pero voy al principio con los suicidas frustrados, esos hermanos bagazos cuya vida, después del horror, ya nunca ha de ser vida, después del horror, ya nunca ha de ser vida entera que no parece sino que de allá se hubiesen traído consigo un retazo de muerte En eso pensaba hoy, en lo ocurrido aquella noche con los invitados del Cosilión. De reojo los observaba ¿Qué cargazón de qué los llevó al intento de aniquilar su instinto de conservación? Ahí, en la tertulia, tomaban su pocilio de infusión. Ávidos. En silencio. Uno de ellos miraba en derredor como algo echando de menos, como buscando su propio espacio, como buscándose a sí mismo sin poderse encontrar. Yo observaba al joven del sobrepeso, en silla de ruedas, al que el juguero, servicial, había trepado casi en vilo a lo largo de los cuatro tramos de la escalera que da a mi depto. Media hora después sería expulsado, en vilo también. Fue La Maconda quien lo ayudó a bajar. Accidentada, la tertulia Una tertulia de miércoles…

Los vi beber su infusión; silenciosos, circunspectos, pensativos. Don Tintoreto, lavado en seco y a todo vapor: «¿Cómo fue que se conocieron?» En el sanatorio; continuaron tratándose a lo largo de una penosa recuperación. Soga veneno, plomo, navaja «Cuéntales», dijo a la joven el Cosilión.

– Qué puedo contarles. Yo, sin imaginación para buscar una muerte menos vulgar, medio frasco de barbitúricos. La vida le debo a un vecino enamorado de mí que se pasaba la vida fisgoneándome por la ventana de mi habitación Yo nunca corría la cortina Me llevó a Urgencias, y la humillación del lavado de estómago. El enamorado me llevó a casa Con lo justo le pagué: 3 bofetadas y correr la cortina del cuarto. Me resigné a vivir. Si esto es vida..

Y un largo trago al pocilio. Luego, ida del mundo, se puso a observar la punta de sus zapatos. La tía Conchis fue a sentarse a su lado, y le oprimía los brazos. El moreno, una constelación de tics en el rostro:

– Para muerte vulgar mi frustrada muerte. Una rebanada de venas. (Sonrió). Buen disgusto se llevó mi madre: «Ora por tu culpa tendré que lavar yo misma estas sábanas. ¿O quieres que por la criada se vaya a enterar todo el vecindario?» Una santa, la señora que en el sorteo me tocó por madre…

Mal quiso referirnos su caso el de los lentes oscuros. Altivo, alzado, apenas aceptó aclarar: «Un balazo en la tetilla izquierda Me tembló el pulso. La bala se desvió». Silencio.

El tercero y su lento suicidio, que aún no cesaba la exasperación lo llevó a sufrir la primera embestida de la botella; la congestión alcohólica lo condujo a Urgencias. En ambulancia A sirena abierta Con la botella se aquerenció, «y así hasta hoy». Una historia vulgar, pero ¿olorosa; a pico de botella perdió el empleo, la esposa los hijos. «¿La esperanza?» Esa desde antes. Aquí éstos salvaron la vida Yo la pierdo día a día Cada mañana ajeno al muladar donde me agarró la amanecida me asombró de volver a despertar. Me espanto, y aquel desánimo: ¿tan grande es el ovillo de mi vida, que la madeja nunca llega a su fin? Aúllo por dentro. Salucita».

Con la de ixtafiate. Y entonces, de súbito: ¿para qué abrió la boca el inválido, joven y gordinflón? «Yo, al conocer la noticia, corrí a la azotea El cemento, cuatro pisos abajo. Cerré los ojos y al vacío. Basura macetas, un arbolillo. Sólo alcancé a romperme el espinazo. Y a la silla de ruedas…»

Y que hora su vida era la TV; su razón de vivir. Dos aparatos, uno en el del Gran Canal y el otro en el del desagüe. «Así no me pierdo Ventaneando, La Oreja, Laura en América, las telenovelas y las noticias, pero sobre todo los comentarios de los comunicadores. Sus opiniones me las sé de memoria». Nosotros, viéndolo de ganchete. Miradas como puñales de hoja damasquina

– La desesperación nos llevó a la demencia cuando supe que perdió el Peje. Yo cuándo iba a pensar que don Calderón resultaría todo un estadista que nos dio el cambio y nos va a hacer de México la quinta potencia mundial».

¿Que qué? ¡Y tíznale, sobre el manipulado! El juguero, el Síquirí, la tía Conchis. «¡Alto, fanáticos!» El suicida al maestro debe la vida.(¡TV!)

El Eclesiastés

La conmemoración del dos de julio pasado, mis valedores. Lo afirmé el domingo anterior en la radio, y hoy digo a todos ustedes lo que el Predicador: Hay un tiempo para todo; un tiempo para la risa y otro para las lágrimas; un tiempo para el lamento y uno más para festejar; un tiempo para el despojo y otro para la imposición. Pues sí, pero hoy los dos tiempos se empalman, lo que quizá el Cohélet nunca previo. Hoy a lo simultáneo se recuerda la derrota del candidato popular, carismático, y el «triunfo» de un hombre mediano y común que carga sobre sus lomos la suerte de todo un país que padece una crisis global endémica, y al que el hombre de los anteojos, con sus medidas y carencia de medidas de gobierno, ha terminado por agravar. México.

El domingo pasado se hubiese podido probar la merma del apoyo popular al perdidoso, y que aun llegó a la extinción (se evidenció lo contrario), pero no nos dejemos engañar: este fenómeno en modo alguno iría a legitimar al que hace un año fue instalado en Los Pinos. El, al modo de Caín tras su crimen, lleva la marca, y en la historia del país su imposición quedará aún más flagrante que la que en 1988 perpetró Washington a favor del pro-yanki Salinas para asegurar la continuidad de una política neoliberal impuesta en este país cinco años antes: el modelo neoliberal del libre mercado, que es decir el capitalismo salvaje, que persiste hasta el día de hoy, para beneplácito de los grandes capitales y desgracia del pobrerío y las clases medias. Y mientras…

La industria del condicionamiento de masas seguirá arropando al triunfador, disimulando su carencia de atributos como estadista y alabando el más insignificante de sus «logros»; pero ni la befa al perdidoso ni la complacencia al que ayudó a arrebatar la banda presidencial cambiarán la ecuación despojo -imposición, despojado-impuesto. Sin más.
Y que no me vengan con que los resultados del dos de julio son resultado de la democracia ¿A cuál democracia se remiten? La electoral, la única que en este país pudiera dar señales de vida, da señales de muerte, y muerte violenta, muerte fulminante, que de electoral se nos tornó electorera, y donde los votos fueron sañudamente inducidos y no iban a ser, como no fueron, el factor principal en los resultados del proceso electoral, el del IFE, instituto electoral, y del TRIFE, tribunal que sanciona los resultados de acuerdo a intereses creados. El continuismo del modelo neoliberal tenía que prolongarse de Salinas a Fox, y de ahí al hombre de la banda tricolor. Washington dijo la última palabra El resto es silencio. Ni hablar.

¿Los beneficiados del resultado electorero? Los de siempre: el partido perdió; perdió el candidato, pero los cupulares del Sol Azteca, protagonistas de la «cultura de la derrota», salieron gananciosos una vez más, como siempre, que como siempre les interesa no la suerte de su partido político sino su propia suerte personal, y como siempre lograron amarrar senadurías, diputaciones y demás canonjías que los instalan en la almendra, en el corazón del presupuesto, y la suerte que corra el partido político es lo de menos. Como siempre. Compruébenlo en la historia de este país.

Así también el Revolucionario Ins., que con su tercer lugar en las preferencias electoreras ha logrado mantenerse en la cresta política a base de chantajear con sus legisladores en el Congreso, y que lo mismo ofrece una alianza coyuntural con el partido albiceleste que, llegado el caso y según los beneficios, con el de la Revolución Democrática.

¿Acción Nacional? Como si rehusara usufructuar su posición de partido en el poder se desgarra a pugnas internas, y en su cúpula parece tener de adversario mayor al hombre de Los Pinos. Siniestro. Para los panistas…

Y qué decir de la chiquillada, que sin representación alguna se ha posicionado en el Congreso para «representar», estos entrecomillado, a unas masas que no votaron por sus candidatos, y mal tienen conocimiento de que medran puntualmente de un presupuesto que sale de nuestros impuestos. Ah, la «democracia representativa..»

¿Y esas masas esperanzadas, desesperanzadas, que votaron por el hoy perdedor? Ellas, a ejercitar la cultura de la derrota; ellas, a negarse a pensar, a rechazar la autocrítica ellas, a aplicar, como siempre, la estrategia de la turbamulta que toma la calle para protestar, para exigir, para la estrepitosa demanda a un enemigo histórico que, tan sólo por complacer a los demandantes, ¿va a suicidarse? Mis valedores: ¿hace un año algo se ganó con un zócalo requemante de paisas que maldecían contra el fraude electoral? ¿Qué se ganó con el bloqueo del Paseo de la Reforma? Si la respuesta de ustedes es: «nada o casi nada», ¿no es hora ya de revisar la estrategia de crear una con posibilidades de triunfo? La conciencia de enemigo de nuestro cambio, ¿nuestra mente nunca la irá a procesar..? (Lóbrego.)

«Los puedo ver a los ojos»

Pues sí, ¿pero qué fue eso, horroroso, que se perpetró hace un año en las urnas? Las reseñas abundan, al igual que las crónicas y las interpretaciones del controvertido proceso electoral. Yo, más allá del trabajo periodístico, prefiero incursionar en el libro y sus símbolos, que Shakespeare, Moliere y Mateo pareciera que columbraron los hechos del 2 de julio. Para leer entre líneas y extraer una moraleja, la tragedia de Macbeth, que así se inicia:

«Un llano desierto. Truenos, relámpagos. Bruja 1ª. ¿Cuándo volveremos a encontrarnos las tres en el trueno, los relámpagos o la lluvia? – Bruja 2ª. Cuando finalice el estruendo, cuando la batalla esté ganada y perdida. – Bruja 3ª. Eso será antes de ponerse el sol. -1ª. ¿En qué sitio? 2ª. Sobre el páramo. – 3ª. Ahí nos encontraremos con Macbeth.- Todas: Lo hermoso es feo, y lo feo es hermoso. ¡Revoloteemos por entre la niebla y el aire impuro..!»

(Salen de su cubil en la medianía del páramo y vuelan hasta las oficinas del Ins. Fed. Electoral, para de ahí recalar en el Tribunal Electoral. Sañudas, implacables, con los Ugalde y compinches del IFE y el TRIFE han concertado la destrucción del Peje y la imposición del impostor, uno chaparrito, etc. Y lo que tenía de feo, un periodismo cosmético lo ha tornado hermoso. Una bruja, por cierto, porta sotana; la otra se nombra Marta; la más espantable tiene un repulsivo aspecto de reptil; con esos ojillos, con ese rostro deformado por incontables operaciones de cirugía estética; un rostro abotagado, gordillo…)

Por cuanto a La Biblia: ¿conoce alguno de ustedes el pasaje sombrío que narra Mateo en el 27? «Y estando Pilato en el tribunal, su mujer envió a él, diciendo: No tengas que ver con aquel justo; porque hoy he padecido muchas cosas en sueños por causa de él. Mas los principes de los sacerdotes y los ancianos, persuadieron al pueblo que pidiese a Barrabás, y a Jesús matase. Y viviendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacia más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: inocente soy yo de la sangre de este justo». Y agregó todavía:

– Yo no doy línea a jueces, magistrados ni legisladores. Quedó atrás el tiempo en que la impartición de la justicia se subordinaba a asuntos políticos. ¡Nada degrada más a una sociedad como observar que la ley es desobedecida por quienes deben ser los primeros en acatarla! ¡A mí no me espanta combatir la impunidad! ¡El dictamen del Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación es inapelable! ¡Todos tenemos la obligación de respetarlo!»

Y Fox se las lavó; las manos…

Por cuanto a Tartufo: personaje inmortal de Moliere que se nos queda como estereotipo de cinismo, doblez, hipocresía y perversidad, con su falsa devoción y su piedad embustera todo lo corrompe. Cierto mal día logra colarse en la familia de un candoroso Orgón, que desoye las advertencias de esposa e hijos y se enemista con ellos porque le atacan a su santón. Edelmira, la esposa recatada de Orgón, recurre a la estratagema: como el picaro fingidor la acosa sexualmente, invita al marido ingenuo a ocultarse, y cita a Tartufo con el engaño de que accede a sus deseos, pero al tenerlo presente:

«¡Es que el temor del Cielo es tan grande, señor!

Y Tartufo: «Verdad que el Cielo habla de ciertas prohibiciones – pero con ?l podemos entrar en transacciones – Estirar, adaptando los lazos de conciencia – a las necesidades, es, señora, una ciencia, – así como purgar el mal de las acciones – con la limpia pureza de nuestras intenciones…»

Pero ya en público: «¿Elección de Estado? Cuál. En democracia, un voto hace la diferencia. Los resultados del 2 de julio se ciñeron estrictamente a la ley. IFE y TRIFE los resolvieron con la ley en la mano». (Y guiñando un ojo a la que primero fue esposa de Orgón Bribiesca y ahora es la suya:) «Gané dos veces las elecciones: en el 2 mil y en el 2 mil seis». (Hijuesú…)

Mateo: «Herodes había prendido a Juan, y le había aprisionado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe, su hermano. Porque Juan le decía: No te es lícito tenerla. Y quería matarle, mas temía al pueblo; porque le tenían como a profeta. Mas celebrándose el día del nacimiento de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio, y agradó a Herodes. Y prometió él con juramento de darle todo lo que pidiese. Y ella, instruida de su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista«.

De final recreo añeja caricatura de Naranjo en Proceso: ensangrentado el espadón y en alto la bandeja con la cabeza del bienamado del paisanaje, clama Foxus, emperador: «Marta Salomé, aquí te traigo lo que tanto pediste…»

Y todo el pueblo de Dios cayó en manos del que nos impuso el cocacolero dictador. Detrás, la eminencia gris, una Gordillo, sonreía, sonreía…

Ugalde, el del IFE: «A los votantes los puedo ver a los ojos«. Y fue así, mis valedores, como ese lodazal lo capté en los libros. (Y ya.)