Locatel, esa pesadilla…

Y cómo reprimir la aspaventera exclamación, si tal como les dije ayer aquí mismo, la empleada del susodicho, al ubicar telefónicamente el depósito al que hubiesen «arrastrado» mi volks, me envió en derechura al corralón de automóviles retenidos (delito federal sus propietarios, o del fuero común) por la PGR, la PGJDF o la UEDO. ¡Y lo que de UEDO me la fueron a hacer, que apenas entrando al corralón recibí, en calidad de sospechoso, la calentada del trío de Blue Demon! «¡Cuál de estas es tu unidá! ¿En cuál cometistes el crimen! ¡A ónde trasladastes al secuestrado! ¿Lo asesinastes, bato? ¿Le mochastes los dedos? ¿Onde cometistes la inhumación clandestina? ¡Confiesa, carbón..!»

Yo, temple de acero y bandolero corazón, desmorecido en un charco de lágrimas con la cesión de mi cartera logré convencerlos de mi inocencia «Uh…ta ya lo andábamos pasando ora sí que a perjudicar, mi estimado. ¿Por qué no va a la delegación pa’ que le informen de su nave.?» – Me soltaron bañado en sudor. Me sudaban ojos y cráneo, cóccix, boca y entrepierna, que todo yo exudé sólidos, líquidos y gaseosos. ‘Tero no hay fijón, ¿verdá?», el jetón. Un cacho de estopa: «Órale, mi estimado, una manita de gato». Me la di a lo apresurando, que me urgía resucitar de entre los muertos. El panzón del diente de oro y la mano pesada me acompañó hasta la salida Resoplaba El calor, pretextó. El ejercicio violento. «Y como me agarró frío, ¿verdá? Se imponen los chescos, ¿no, mi estimado..?»

Se impusieron. Yo entonces, despavorido, huí a campo traviesa y crucé lotes baldíos y terrenos alambrados, brinqué bardas con filos de vidrios y avancé pajareando en procura del barrio, la calle, la civilización, lo humano, la vida Iba haciendo pucheros. Rezando. Yo, el recién resucitado:

– ¡Libre! ¡Ese taxi! ¡Párese, por vida suya.!

Se paró, y a la delegación; a preguntar por el depósito donde hubiesen internado el desdichado carcachón. Y aquello fue deambular de departamento en departamento, de oficina en oficina de escritorio en escritorio, de burócrata en burócrata «¿Su qué, dice? ¿Vehículo? No, fíjese que no es mi ária y ya casi es hora de checar. Donde le informan es en Locatel«.

Me estremecí. Les expliqué. Les mostré mi lengua, que en la calentada me mordí. Les mostré un cacho de nalga, que me mordieron. ‘Pos sí, pero aquí no. Mire, chance y…¿ve al viejito del escritorio junto al archivero?»

Mis valedores: a Kafka muchos lo mientan sin conocerlo. Yo, acucioso lector de El Proceso, El Castillo y varias más, puedo decirles que esa mañana de miércoles fui el José K. del alucinante enredo donde nadie se reconocía como mi interlocutor. Y toqué fondo. Al fondo, el barbón: «No, aquí no. Sí, esta es área de carros, pero de camotes, de jodogs. Ora que si mete un escrito…»

Exploté. Yo, que sólo me atengo al convencimiento de la racionalidad y la lógica me exasperé y acudí al último de los recursos, el de los pobres de espíritu: que le encuero la de periodista «¡Y en Radio UNAM los voy a exhibir de ineptos, mediocres, burócratas..!»

Ájale. ¡Vade retro, Satán! Ante el fulgor charolado el de las barbas brinca acciona el radiotransmisor, y en clave, para mí indescifrable, el diálogo con el incógnito burócrata de algún ignoto corralón;

– Aquí pareja un N-64. Quezque no sé qué de un S-57, y anda apantallando con una Q-26, el muy R-56. Chéquemele si tenemos ahí un T-16. Sí, mire: que el miércoles se lo arrastraron, verdá. Chéquemelo, o sea..(La voz del otro, inaudible) Sí, pareja de volón, pero revise su B-25, no nos resulte el mono un 863, ¿ve? (Yo, de G-27, aguardando.) Sí, mire, voy a aplicarle un N-94, por si haiga cometido algún M-56 con agravantes, pero se ve que es gil, o sea un típico G-41, ya rucón, medio sub guey. ¿Eh? No, qué va Un pobre D-36. Ni pa los cigarros, pareja Pero usté revise su lista de los más buscados, o sea Luego resulta que uno con facha de vil R-69 nos va saliendo que es un Ch-36, y hasta extraditable Démele una checadita a su D-46, plis. No, manso, mensurrón, inofensivo. Un típico G-4L.

El G-41 típico (este servidor) ahí, aguardando de pie, la N-13 reseca (la boca), y de lija la J-69 (la lengua). ¿Y si aviento el N-28, o sea el arpa, y que se queden con mi Z-46? Pero no, que ahora se trataba de una cuestión de honor, pundonor, dignidad, y no iba a dar gusto a una punta de C-39. Mis valedores:

Ya en la cochera reposa mi Z-46. Sucio, desvencijado y con tales calambres de espanto que al querer arrancar se ahoga No, y su pobre U-64 (el sistema digestivo y el mofle): hedores con diarrea de aceitosa bilis. Lo estoy observando y… lástima Lástima, sí, ¡pero triunfamos sobre la burocracia de mi país! ¿Y ahora, mis valedores? ¿Ahora encarar todas las obligaciones del nuevo reglamento de tránsito? ¿Y mis derechos? ¿Esos qué? Cada vez que busque mi carcacha en algún corralón, ¿la pesadilla? (¡Locatel!)

¡Confiesa, carbón..!

El carbón era yo. Pero en fin, que la noche quedó atrás, dije a todos ustedes el pasado viernes. Que logré reintegrarme al hogar, y que de la alucinante experiencia sobreviven sólo algunas magulladuras y dos o tres moretones en el tórax, el cóccix y toda la rabadilla En el ánimo, principalmente. Mis valedores: si me tomo la libertad de ser tan explícito y minucioso en la crónica de la escalofriante odisea que viví en los afanes de dar con el paradero de mi cucaracheta (que por haberla estacionado en lugar prohibido fue «arrastrada» por la grúa de Tránsito), lo hago con el propósito de que alguno de ustedes experimente en cráneo ajeno y no estacione el BMW en lugar prohibido, porque es una falta cívica y porque aunque contamos ya con un flamante Reglamento de Tránsito (con todo y sus 12 puntos malos), grúa, corralones y agentes de tránsito siguen siendo los mismos. Cuidado. Pero si no escarmentasen, y la de Tránsito les «arrastró» el Mercedes Benz, y tratan de ubicar el corralón donde lo mantengan en calidad de detenido como sospechoso de ser sospechoso, un consejo sincero: cuidado y vayan a pedir el auxilio de Locatel, porque pueden sufrir la experiencia que aquí les cuento.

Y es que ese mal día de miércoles, la de Ebrard cargó con mi volks cremita Yo, todavía inseguro sobre el destino del carcachón, me hacía cruces (roja, verde, azul) sobre la estrategia que debía aplicar para dar con su paradero. Y la sugerencia de Mayahuel (ella mi hija tan bella que en ratos creo que lo hace a propósito): «Pa, ¿y si preguntaras a Locatel..?»

Buena fue su intención, pero funestos los resultados. Tomé el teléfono, y la cálida voz femenina «Sí, mire: el depósito correspondiente al área donde le arrastraron su vejestorio (yo que usted me desentendía de semejante montón de fierros viejos, pero en fin); el depósito, repito, se ubica en la calle tal, entre las calles tal y tal, colonia tal».

¡Locatel tal y tal! Porque ahí comenzó para mí una odisea que ni la del que dio nombre a una de las obras cumbres de la épica de todos los tiempos. Porque Odiseo mis valedores, sólo tuvo que enfrentarse a Scila, Caribdis, Polifemo y dos que tres amenazas más. Yo, por contras, tuve que enfrentarme a aquel corralón. El depósito. Y qué depósito…

Fue así como aquella mañana de miércoles, culpa de Locatel, me lancé a dar de vueltas y revueltas, ires y venires, avances y reculones por sitios cada vez más lóbregos, por unos caminos que se tornaban campo traviesa, hasta que logré dar con un corralón inhóspito que se repecha al socaire del cerro aquel y de aquellos zanjones, alambradas y tabicón agazapados entre perros, matorrales y terrenos baldíos. Ya cuando me acercaba a la reja alambrada aquella premonición. Sentí cómo se me fruncía me refiero al ánimo, cuando el uniformado entreabrió la reja «¿Sí, mi estimado? ¿Qué se le perdió? A ver, entre pa dentro».

Entré pa dentro. Perros que me ladran, botellas vacías, barrizal, matojos. Al fondo, corral de espantadas reses, el rebaño de automóviles de lóbrego aspecto: polvo, maltrato, abolladuras, desolación. «¿Alguna de ésas es su unidá, mi estimado?» Yo, caracoleando entre jettas, stratus y caribes, buscaba la figura familiar de mi cucaracha En eso, de súbito:

«¡Ya, carbón, ya no finjas..!» ¿Que qué? Ya eran tres, y sin apenas lograr hacer tierra con los botines, me «arrastraban» a remolque hasta la caseta de tabicón. Los alientos fétidos: «¡Confiesa, carbón, en cual de esos cometistes el delito que se te imputa, hijo de la misma!» Y uno me sujeta por los brazos, y otro me apergolla por el pescuezo superior, y el del diente de oro y tufo a droga en fermento me pepena de los meros vamos a decir entrepierna, y apretaba y a mí a cada apretón se me chispaban los tomates de arriba los abajeños, los colaterales. «¡Suelta la sopa hijo del delito que te imputa! ¿Atropellamiento, asesinato, daño en propiedá ajena?» «¡No te hagas ni nos la quieras ver de tus majes! ¡Una de esas es tu unidá! A ver, ¡cuál, jijo de Buda!» «¿Es robada, la usastes pa trasportar droga? ¡A alguno matastes y lo encajuelastes!. ¿Onde, carbón? Ah, ¿te niegas a colaborar? ¿Quieres que se te la apliquemos como Dios manda tu calentada del mediodía.?»

Yo, ya haciendo tierra, ya pataleando en el aire, intentaba rezar para que Dios guarde a Locatel. Cómo fue que un inocente volks. que nunca se ha enredado en una simple infracción de tránsito, que nunca ha dado vuelta prohibida a la izquierda, mucho menos hacia la Nueva Izquierda de los nuevos chuchos, había sido ubicado en un depósito de cadáveres (de coches involucrados en delitos federales) por culpa de la fementida voz femenina de Locatel, que me mandó al matadero, o sea al depósito de automóviles de la PGR, la PJDF, la SEDO o la UEDO, da igual, porque la que haya sido, me la hizo de UEDO. Yo, corazón de… (Mañana, el final.)

La ideología del Ripalda

Si no es ahora cuándo, mis valedores. Ya que este gobierno es de católicos convictos y confesos, el clero político se envalentona: «¡Libertad religiosa! ¡Educación religiosa en las escuelas públicas del país!» Oyéndolos, el analista Roberto Blancarte: «La enorme paradoja es que ahora enarbolan una libertad religiosa que negaron por sistema durante siglos». Y el jurista Carrancá y Rivas: «El 24 consagra la libertad de creencias en el más amplio sentido de la palabra. Intenta la Iglesia beneficiarse a la sombra de malsanos intereses políticos. ¡Hay que detenerla!» Y las paradojas que pare la historia..

A la distancia de 201 años de que naciera el visionario que con sus reformas de corte liberal enfiló el país en la ruta de lo científico y racional, el alto clero y sus aliados históricos instrumentan, a contracorriente del curso de la historia, esa tan ruda campaña contra uno de los mejores logros del Impasible y su grupo de liberales, el carácter laico de la educación escolar. ¿Pues no gesticulan y manotean con la pretensión (¡la exigencia!) de que se impartan clases de «religión» en las aulas del país? ¿De religión? ¿De cuál de las tantísimas con registro en el país? ¿Hinduismo, judaismo, budismo, cristianismo, catolicismo, islamismo, protestantismo y cientos de «ismos» que miedos, terrores, esperanzas e incertidumbres del hombre han forjado y que siguen vigentes hasta el día de hoy? Y si en las aulas se estudian las religiones, ¿caben todas? ¿Hay cupo, todavía, para gramática, geometría, ciencias naturales? En la catedral, mientras tanto, ¿clases de trigonometría..?

Alguna vez Ignacio Ramírez, liberal, escribió a un su correligionario Dn. Ignacio Altamirano un estudio sustancioso «Sobre la llamada enseñanza religiosa». De su vigencia juzguen ustedes según los siguientes párrafos:

«¿Formar una sociedad enteramente jerárquica, donde todos obedezcan y muy pocos piensen, donde el arte y la ciencia enmudezcan cuando habla el dogma? ¿Retroceder hasta los siglos de la barbarie? ¿Se quiere que el sacerdote nos acompañe en la cuna, en el lecho conyugal, en los placeres, en las desgracias y hasta en las puertas de la muerte? Las ciencias y las artes no florecen sino entre los rayos de la demostración y de la experiencia; la soberanía individual rechaza los dogmas, porque todo dogma es una voluntad ajena y toda soberanía quiere ser independiente Hoy, cuando los instrumentos más ingeniosos se multiplican para descubrir la verdad, ¿qué asiento pueden tener entre nosotros las revelaciones y los oráculos?

¿Cuál es el mínimo de los conocimientos que por ahora se exige a todo miembro de la familia humana? Lectura, escritura, aritmética, geografía, historia, un oficio o los principios de una profesión, y algunos rudimentos en las leyes y civismo, conocimientos bastantes para que la juventud aspire al título de padre o de madre de familia ¡Y para llenar tantas exigencias del siglo se nos propone un Ripalda! No se nos diga que ese catecismo es el compendio de lo que Dios ha dicho. ¿Cuándo autorizó Dios a unos oscuros frailes y clérigos para que le compendiaran sus palabras? ¿Por qué ustedes, ripaldistas, condenan a la multitud a tan completa ignorancia? ¡Ay! Es porque bajo la máscara de la religión se oculta el espíritu de dominio; con el catecismo no aumentáis el número de los cristianos, sino únicamente marcáis servidores.

Ese afán de mando se descubre cuando se acusa de ateos a los gobiernos que proclaman la libertad religiosa La religiosidad consiste en la creencia, que es puramente personal: así pueden los gobernantes ser mahometanos en una nación de católicos intolerantes, o en una federación, cada Estado podría proteger una religión diferente y el gobierno general no profesar ninguna El gobierno representa la ley civil; los clérigos quisieran que representara la ley religiosa para dominarlo y para realzar la pretensión moderna de que al Papa debemos entera obediencia. ¡El Napoleón del cesarismo cristiano!

El clero no demanda al gobierno fe, sino coacción; quiere que la autoridad amenace a los que no crean; para esto necesitaríamos inventar un cuarto poder: el creyente. No trastornará el mundo sus instituciones para volver a la teocracia Podemos felizmente comparar; entre un número igual de personas de la misma clase, tomada una mitad de una nación teocrática y otra en una nación tolerante, es probable que faltas y virtudes aparezcan en una misma proporción. Entre ustedes, ciegos creyentes, y nosotros, libres pensadores, no veo que el vicio se acompañe, de preferencia con los unos o con los otros, aunque podemos asegurar que todos poseemos algunas virtudes: sí, ustedes y nosotros enseñamos a nuestros hijos a respetar los bienes ajenos, a valorar la vida de nuestros hermanos, a no traspasar los límites de una justa defensa a obsequiar todas las exigencias sociales y a ser modestos y generosos; nosotros todavía les enseñamos más, y es a no condenar a ninguno a la ignorancia, obligándoles a creer lo que no les podemos probar. ¡Les enseñamos con voz y con el ejemplo a no hacer traición a la patria.!» A México. (Este país.)

Puntos malos

Para Aída. (Tú, la de todos los días…)

Todo derecho crea obligaciones, como toda obligación crea derechos. La obligación del automovilista es acatar el nuevo reglamente de tránsito, o se le vienen encima los puntos malos. Bueno, sí, ¿pero sus derechos? ¿Y las obligaciones de las autoridades? ¿Y el pestilente negociazo de las grúas? ¿Y la kafkiana situación (cito a Kafka porque yo sí lo he leído) que enfrenta el automovilista al tratar de rescatar su vehículo, que cayó al corralón. A propósito, mis valedores…

La noche quedó atrás. El incidente quedó superado, y en casa todo volvió a la normalidad. Fatigas y riesgos, susto y espanto, bilis y pesadillas, todo van diluyéndolo vasos, tazas y pocilios de tila con cuasia, borraja, cuachalalá y gordolobo para que agarre sabor. Y la paz. Ya oigo al impaciente: «barájamela más despacio». Allá voy.

Todo comenzó el día aquel en que estacioné el BMW (el volks. cremita, más propiamente), y de la librería me traje la Ciropedia de Jenofonte, edición de la UNAM. Una hora más tarde con todo y la crónica de las hazañas del conquistador llegaba yo a casa A pie «¿Y el Mercedes Benz, quiero decir la cucaracheta?», me preguntó Aída. Y al conocer lo ocurrido, consejo de familia.

– Cuidado y vayas a buscar tu carcacha en algún corralón», dijo Ariel ¿Qué tal si la encuentras? El destino te brinda la ocasión de que finjas que te olvidas de ella Aprovéchala, pa.

– Ahora que si fue robo -Mayahuel-, te aconsejo que no acudas al Ministerio Público a poner tu denuncia No olvides que estás en México.

Argumenté que mi vehículo tiene cosas rescatables. Las llantas…

– Recubiertas y vueltas a vulcanizar -Ariel-. Una de las delanteras, de volks.; dos repelos de tsuru y uno más de tractor, de los chicampeanos.

Que la caja de herramientas, el gato, los faros…

– La de herramientas, llena de estopa y una cacho de espejo retrovisor. ¿El gato? Nocturno. Al amanecer, una orinada en el asiento para delimitar territorios, y a la azotea ¿Faros, pa? Tu volks nunca pudo curar su complejo de Edipo. ¿No caminaba a tientas, con las cuencas vacías, como el de Tebas cuando se enteró de que él y su mamacita.?

Total, que abandonara el volks a su mala suerte y me hiciera de un Mercedes Benz blanco, blindado, con chofer, como el del poverello Norberto Rivera, ese santo discípulo de Cristo, al que imita en su edificante pobreza.

Ni hablar. Lo que es yo, a agenciarme otro volks de segundo cachete, que suburbans y gran marquises se quedan para el beato golfista, empresario taurino y bon vivant Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec. Yo no hice voto de pobreza ni desde el pulpito la ando predicando en misa mayor (y entre paréntesis: no hice tampoco voto de castidad, para andarme refocilando con monaguillos y demás criaturas de catecismo. Yo no.)

Y fue así, mis valedores, como defraudé la voluntad familiar, y ya dispuesto a
recuperar mi cucaracheta, la interrogante: ¿por dónde empezar? ¿En que sentido, en qué dirección dar el primer paso? ¿Dónde pudiera andar la oveja perdida? ¿En el corralón? ¿En cuál de tantos, en cuál de todos? ¿Ya lo tendrán en el deshuesadero? ¿Qué pueden sacarle de utilidad a las refacciones de un carcachón como tampoco de su propietario, al que a esta edad ya borrarón de la lista como donador de órganos? Tal vez, Dios no lo permita, a estas horas el relingo cargue a la desdichada víctima rumbo a la casa de seguridad de los secuestradores. En fin. Al rescate de mi volks di el primer paso, un paso más en falso que el de la doncella que cae con el traficante de blancas en la internet Yo caí en Locatel, ¿se imaginan? Locatel, válgame.

Que ahí me iban a informar, juró Mayahuel. Y sí: cálida voz la de la incógnita que contestó mi llamada de auxilio: «Tiene usted que acudir al depósito de automóviles que le corresponde al área de arrastre, ubicado en la calle tal, entre las calles tal y tal, colonia tal. Locatel tal por cual. ¿A qué corralón se imaginan que me envió el muy criminal? La crónica:

Viernes, 11:34 am. Por fin, tras de hora y media de consultas a la guía roji, preguntas a vecinos, sobornos a los patrulleros y zigzagueos de hormiga espantada, llegué al corralón extraviado al pie de un cerrillo y entre terrenos baldíos. Y aquel lóbrego paisaje. Yo, la corazonada Uno de azul entreabrió la reja alambrada

– ¿Sí, mi estimado? ¿Que se le perdió qué? ¿Alguna de estas unidades la reconoce como suya? A ver, entrando pa adentro. Écheles uno, o sea un ojito. Entre pa adentro. Luego ái pal chesco, ¿verdá? Entre pa dentro…

Entré pa dentro. Al rato, en la celda de tortura sentí que… (Lo que sentí, el lunes..)

¡Ulero! (con perdón)

Desde que se cruzaron, las vidas de Eddy y El Chapo Guzmán son una garantía de que la paz no volverá nunca, de que el horror no conocerá fin…

Y que con la promesa de capturar al Chapo Guzmán antes del 20 de noviembre, Hidalgo Eddy «ha desatado un completo terror (sic) en las familias de Sinaloa, violando la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos y los derechos humanos de todos los sinaloenses (…) y extrayendo joyas y vehículos con el pretexto de buscar al citado Chapo…»

Y los mensajes amedrentadores que, erizados de faltas de ortografía, se acompañan con un cadáver destazado por la tortura, restos humanos sin cabeza y cabezas sin el resto del cuerpo. El horror en la pugna de capos contra capos, de capos contra policías, de policías contra militares, de militares contra zetas y de estos contra quien designe el que pagó la tarifa. Y que hablen la metralleta y el rifle de alto poder. Es México…

Yo, en terminando de leer el reportaje de Almazán (Milenio, 16 de septiembre), me di a la reflexión de esas vidas que no deben conocer el sosiego, que avanzan siempre en el consabido filo de la navaja y siempre en la mira de la AK-47. El Chapo Guzmán y compinches del narcotráfico…

Miré una foto, observé esta otra, leí el párrafo al pie: «Alcides Ramón Magaña fue detenido y señalado como uno de los guardaespaldas de Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, luego de defender a su entonces jefe cuando gatilleros de los hermanos Arellano Félix intentaron asesinarlo…»

En la noticia, mis valedores, reconocí mi país: «El Ministerio Público Federal ‘olvidó’ acusarlo del asesinato de siete militares. Lo mismo ocurrió en el Juzgado IV de distrito en materia de procesos penales federales. Alcides fue jefe de grupo de la Policía Judicial Federal, y junto con su jefe, el comandante y subdelegado de la PGR en Sinaloa, brindaba protección al Grupo Control». El político y funcionario de la PGR le pidieron su apoyo para proteger embarques de droga…» Leí, suspiré y se me vino, una vez más, la certidumbre: es México. Pero semejante noticia no fue la única…

En el matutino del día siguiente una más, quintaesencia de la nota roja que alimenta el nivel de audiencia del duopolio te televisión y el espíritu de tantos de sus adictos: «Sujeto a exhaustivos interrogatorios (¿imaginan ustedes lo que «exhaustivos interrogatorios» signifique tratándose de policías de este país?), se encuentra en la SIEDO Fernando Cabrera Juárez, capo del cartel de Juárez, que fue sorprendido y capturado en su guarida..»

En su guarida, dice, y esposado y tratando de cubrirse el rostro lo miré en la foto, y en la tertulia mostré las notas a los vecinos, y ahí los comentarios del maestro, La Tía Conchis y demás contertulios. La Lichona batallaba con La Beba, 6 años de edad que se resistía a retirarse a dormir. Dije:

– ¿Ven? Y que al momento de su captura y para enfrentar cualquier emergencia, el capo cargaba 350 mil dólares en un maletín. Triste destino el de estos infelices…

– Infelices que nada tienen en este mundo que no sea dinero mal conseguido y el odio, el temor, el desprecio de toda la población- El maestro.

Tiene razón. Lóbrega vida la del delincuente de corazón bandolero, del criminal que conoce como destino, tarde o temprano, la pérdida de la libertad cuando no la muerte violenta. Triste sino el de los tales malhechores que se saben repudiados de la comunidad, a la que inspiran un oscuro temor y un odio reconcentrado. Don Tintoreto:

– Son seres al margen de la ley, que anochecen y no saben si van a amanecer, si amanecen y pasan su día protegiéndose del mal encuentro y de la rociada de plomo que de qué rumbo y a qué horas puede llegar. Patético.

– Patético, sí (La Lichona), por más que esos delincuentes han sido templados para la lucha y son conocedores del terreno que pisan y los riesgos que corren un día sí y también el siguiente ¡Quieta, Beba! ¿Qué no entiendes? ¡Ya vete a dormir!

– Amurallados en verdaderos búnkers de acceso difícil en las estribaciones de la serranía, con gatilleros a su servicio y la complicidad de policías, militares, jueces y políticos. Tienen dinero, tienen poder, pero no son dueños del terreno que pisan. Un paso fuera del bunker, y el miedo, el temor, el pánico, el despliegue de metralletas que los protejan, o el odio de la población los masacra Pobres. Me recuerdan… ¿a quién me recuerdan?
No, pues a quien. «¡Beba a dormir!» Y ella, que de repente se pone a opinar: «Si esos delincuentes sólo rodeados de metralletas y vallas metálicas se atreven a salir, mami, ¿no se parecen a.?»

¡Bomba! Mis valedores: yo, celoso de la libertad de expresión, me reservo el nombre que soltó La Beba Si alguno lo adivina pues… (¡Ulero!)

Pobres de espíritu…

El cinescopio, mis valedores. Todavía satisfecho por esa reforma electoral ya aprobada por ambas cámaras legislativas, pero temeroso por la suerte que vaya a correr con unos congresos locales manipulados por la treintena de gobernadores con pujos presidenciales, me di a recorrer el borbollón de comentarios en contra y a favor que en la prensa escrita provoca la reforma de marras. Sólidos los argumentos a favor, los contrarios exhiben la consistencia de los urdidos por la señora Chapoy y Ferriz de Con. En busca de más referencias al tema acudí a mi archivo y hurgué en los diarios de fecha atrasada Nada Ya me daba por vencido cuando en eso, de repente..

Ahí, en el matutino, el articulista que se desbarata en odas (no odas, loas) al cinescopio. ¡A Televisa! ¡Aquella!, la que fue del Jacobo servil, incondicional del gobernante en turno! Yo los prevengo, mis valedores: según vayan leyendo traten de resistir la náusea al calcular el poder de cooptación del que fue y amenaza volver a ser, según las decenas de gobernadores de la divisa tricolor que aspiran a la candidatura presidencial, el PRI-Gobierno. ¿O habrá entre ustedes alguno que salga de acuerdo con el lambiscón que así quema copal en el altar, el cinescopio, de Televisa? Con esas sintaxis, sus reflexiones:

«Observo con cierta extrañeza no exenta de curiosidad cómo algunos colegas arremeten despiadadamente contra la empresa Televisa. Hombre de cierta edad con años en estos menesteres del periodismo he estudiado, leído y releído las críticas y, por más vueltas no hallo un fundamento real que justifique tantas culpas como se le atribuye a esta noble empresa El firmante lleva decenas de años viendo televisión y ha captado cómo, este modelo, sí, he dicho modelo, de empresa, ha ido escalando puestos ejemplificando con una línea que roza la perfección una organización excelente, un indudable acierto en la selección de sus participantes y sensata disciplina, madre de los éxitos en cualquier entidad que se precie de competente y seria

Con el impactante nacimiento de Eco un maratónico programa, concienzudamente estudiado, magníficamente distribuido y fielmente desarrollado que impactó al mundo (…) el conjunto de esta empresa (…) ha merecido el calificativo de sobresaliente. Es más, ha supuesto para México un orgullo que cualquier mente sensata ha de conocer como tal. Estos intelectualoides deben saber que una inmensa mayoría del pueblo mexicano está formado por gente sin gran preparación cuyo solaz esparcimiento degustan con algo que entiendan y nada mejor para ello que esas telenovelas con variedad de temas para todos los gustos que promueven su deleite. Además, estas telenovelas algunas, son verdaderas obras de arte que aun en contra de recalcitrantes opositores han mantenido su categoría de estupendas. Esto tantas veces confirmado por intelectuales de verdad y gente de refinado gusto que, separando un tiempo del que dedican a Beethoven y Shakespeare, se recrean extasiados en la pequeña pantalla, apreciando complacidos la insuperable actuación de una María Rubio. ¿Verdad que sí? ¿Se debe seguir criticando a una empresa que ha contribuido tan directamente al engrandecimiento e su patria? Sí, dicho así, de su patria Hay muchas formas de hacer patria al margen de cuanto supone alardes malabaristas de demagogia Hagamos un recuento y seamos honestos. Agradezcamos sin pleitesías y sin actos de sometimiento los favores que nos ayudan a todos. Hoy, Televisa es causante a través de su comunicación que el glorioso nombre de México, timbre de orgullo para todos los que vivimos en este país, suene en todo el continente de América, parte de Europa y Norte de África. Más o menos en todo el mundo. No es mala consecución, ¿verdad? Con información veraz y valiente…

Una información auténtica y fielmente descriptiva las programaciones informativas han cubierto siempre los deseos del teleespectador (…) Eso se llama ambición empresarial, cualidad legítima que ennoblece al que la practica y beneficia a sus colaboradores y al ingente de lectores visuales que se recrean con sus enseñanzas, esa creatividad ha dado últimamente como resultado, Eco. ¡Casi na! Pronunciado en andaluz. Y al frente de Eco designaron a un monstruo de reconocimiento mundial don Jacobo Zabludovsky. Otra vez ¡Casi na! Y ya han a parecido los que le encuentran defectos a Eco. Cómo no. El protagonismo y la notoriedad brotan como los cangrejos en las playas al calor del sol; nada más que este sol que alumbra a Televisa calienta y permanece para hacer verano duradero en todo lo que pretende el simpar (sic) consorcio. Nuestra felicitación, ¿a quién? A los vértices centrales de Televisa, señores Alemán y Azcárraga o, Azcárraga y Alemán, y sugerirles seguir por el sendero marcado sin rebajar un ápice en el entusiasmo y la norma de trabajo que, heredaron de sus mentores, figuras ilustres que han dejado envidiable estela como muestra imitativa de un brillante hacer para el bien de nuestra nación». (¡Agh.!)

Padre, perdónalos…

Aconseja la Iglesia no ir al Zócalo. «Esa mezquindad de los perredistas, lo afirma el vocero Valdemar, empaña una tradición que debe ser motivo para celebrar nuestra nacionalidad y no para dividirnos politicamente». Al siguiente día, el reculón: «A la Iglesia no le compete hacer llamados cívicos…»

– Pues sí, pero a mí me gusta aquí El Valedor para «Sacristán por un día», dijo el joven juguero. Total, que él sabe repicar y andar en la procesión. Pues qué, ¿no iba para papa y salió camote? ¿No lo chisparon del seminario?

– Ni se le ocurra, padre Pioquinto. ¿Se imagina un pseudo-neo-comunistoide en su templo? Eso sería poner la Iglesia en manos de Lutero.

– Del útero, tía Conchis, corrigió El Síquiri. Se pronuncia l’útero.

Mis valedores: ¿por qué se le ocurrió a mi confesor espiritual aceptar la sugerencia de los vecinos y habilitarme como sacristán de la capilla del Ajusticiado? («Mañana, cuando yo llegue a oficiar, ya todo debe estar a punto. Si algo falta lo sacas de la sacristía, allí hay de todo».) ¿Cómo y por qué ese anochecer me encontraba en aquel recinto en penumbra, cuyo silencio ninguna paloma en la cúpula venía a romper a aletazos..?

A la luz de esos tres míseros foquillos que más que vibrante luz generaban
sombras inmóviles examiné el altar mayor, donde al siguiente día, muy de madrugada, se oficiaría el santo sacrificio de la santa misa por el eterno descanso del alma de la inolvidable devota cuyo nombre he olvidado. Y qué altar: sin el crucifijo sobre el tabernáculo, sin el tabernáculo con su misal, ni las ceras, el incensario, las vinajeras, nada. Y semejante mundo de polvo, incuria, soledad, que en lo alto presidía, de tamaño natural, un Cristo crucificado. Y sea por Dios. A poner en orden su santa casa…

Entré a la sacristía, y esto fue abrir cómodas, examinar cajones, rebuscar entre viejos ornamentos, pero ni un mal crucifijo (¿mal?), ni un mísero misal, un hisopo, en fin. Y aquel hedor, semejante pestilencia que parecía emanar del rincón tras la percha donde pendía, racimo de ahorcados, esa promiscuidad de sotanas. Pero la pestilencia, ¿algún gato muerto? Removí el hábito negro con el nombre de su dueño en la percha: Norberto Rivera, Cardenal. Alcé el vuelo de la sotana y ájale, el tufo me azotó en pleno rostro. Nauseabundo. Y cuál gato muerto: la renegrida sotana (fino casimir) escondía en una bolsa secreta y a la altura del trasero cierto manojo de proclamas políticas y un plan de estudios para violar los derechos fundamentales de la niñez a base de una educación confesional que, contraria al conocimiento científico, se basa en el dogma, la secta y el pensamiento mágico. Sacudí con asco aquel trapo y miré de ganchete al Crucificado. Dios, ¿embeleco de las sombras? De sus pupilas en el rostro macerado le manaba el par de goterones cristalinos, y rojiespesos lloraderas de su cuerpo llagado. Cristo Dios…
En procura de aire limpio, los ventanucos. Conteniendo el aliento alcé la falda de una sotana más. No la hubiera alzado: ¿de ahí venía el hedor? ¿De la mancha como de engrudo que a la altura de la entrepierna plegaba la tele? ¿A esto apestan la pederastía, la paidofilia, la sodomía?

Al sacudir la sotana del curita Aguilar. el amago de vómito…

Me apresuré: antes de que raye el sol, este cochinero debe quedar rechinando de limpio. En otra sotana: ¿y eso? No puede ser. ¿Puede así corromper toda la iglesia eso que a la altura de la entrepierna esconde el renegrido espantajo? ¡Un palo bien tieso con un par de bolas, Nazareno! De Onésimo Cepeda, sí; el equipo de juego del obispo golfista y amigo del alma, si no de Dios, sí, cuando menos del César. Una sacudida y conteniendo el aliento di unos pasos, me apoyé en el horcón hincado en el piso e intenté controlar un estómago que se me encabritaba; qué a tiempo descubrí que el horcón hincado en el suelo era, hincado en oración, San Expedito milagroso. Me le santigüé enfrente, y a enfrentar la pestilencia de tantísimos expeditos…

La hedentina de esta otra sotana: pólvora, alcohol, sangre recién derramada Levanté el vuelo de una tela pegoteada de hemoglobina y licor: ahí, encuevado a la altura del cuadril, el pistolón. Sí, la sotana de Lorenzo Cuéllar Vázquez, sacerdote dipsómano y asesino avecindado en Acapulco. Miré hacia Aquel que, suspendido sobre el ara del altar, agonizaba en el leño de la cruz, y… ¿ilusión de óptica? ¿Advertí en el pecho divino aquel suspirillo? Mis valedores: ahí se me prendió la requemante necesidad de arrimarme al Ajusticiado, doblemente Ajusticiado por los pastores Rivera, Onésimo y Valdemar. Me le acerqué, y dándole el tratamiento de «usted» le hablé quedo para no irlo a sobresaltar; que me sintiera real y no una aparición o un espejismo de su propia soledad. «Aquí le apronto una brizna de consuelo, un retazo de compañía. Ha de perdonar si no me atrevo ni alcanzo a secarle sus pupilas rasas. Ya, mi Señor. No llore…» Lástima. El Ajusticiado. (Dios…)

Cuando enferma el cuerpo social…

Lo primero que se gangrena es el lenguaje, y un pueblo desinformado y resignado bajo un poder omnímodo puede caer y cae en la servidumbre, la degradación política y moral, hasta el grado de un animal doméstico…

A aprovecharla, mis valedores. A aprovechar esa elocuente lección de gramática que acabamos de recibir. De sinónimos y eufemismos, concretamente, combinada con toda una cátedra de moral a la manera de Tartufo, personaje inmortal de Moliere. A aprovechar unas enseñanzas que, en apariencia, nos resultan gratuitas, y que van más o menos así:

Monopolio, sinónimo de pluralidad. Duopolio, sinónimo de justicia Mediocracia, eufemismo por interés público. Uso, equivalencia de abuso. La verdad, eufemismo de la patraña, la componenda, la manipulación. El eufemismo de recibir «línea» es independencia, y propiedad privada es equivalencia de espectro radioeléctrico, patrimonio de todos los mexicanos. A la recuperación de esa propiedad pública se le nombra expropiación. A la manipulación del duopolio, opinión pública. Al servicio del poder, servicio público. Etica a la guerra de lodo, y al chantaje, moral El sinónimo de una sañuda manipulación de masas sociales es ética profesional, mientras que la degradación espiritual de esas masas tiene el sinónimo de moralidad…

Defensa de los intereses populares es equivalente a mantener a las masas en la ignorancia, en el consumismo, en el cretinismo, en la degradación. Mentiras, calumnias, ataques gratuitos y elogios pagados a muy alto precio con los dineros ajenos tiene como eufemismo libertad de expresión A las verdades a medias, que son mentiras completas, se les designa con el eufemismo de ética profesional Intereses oligopólicos equivalen a defensa de los derechos sociales. ¿Rapiña económica.?

Esa pronuncíese «libertad». La desaforada facturación de billetes, muchos billetes, y miles de millones, tiene como sinónimo interés social Transparencia y apertura son equivalencia de compinchaje y maniobras de tenebra que se implementan como armas de resultado letal para destruir adversarios políticos. Por ahí va la lección de gramática..

Las utilidades económicas del negocio se expresan, a lo eufemístico, como servicio de voz pública al servicio de quienes carecen de toda tribuna y a enriquecerse a lo descomunal se le nombra «bien público». La aprobación de la reforma a la Ley de Radio y Televisión, alias Ley Televisa, en la que se invirtieron siete minutos, fue reforma bien meditada La aprobación de la reforma electoral fue «fast track» , dicho a lo gringo de cuarta..

A la defensa del negociazo: ¡que se organice una consulta pública.!
A propósito: «En tanto instrumentos, los medios de condicionamiento de masas no jugarán otro papel que el que sus dueños quieran asignarles. Así podrán ser instrumentos de cultura o de incultura vil; podrán ser medios de dominio como de liberación, e instrumentos para unir a un pueblo o para dividirlo, para hundirlo o enaltecerlo, todo a criterio de los concesionarios. Es la propiedad sobre el «medio»
la que determina al servicio de quienes va a funcionar, a favor de qué causa de qué valores, de qué clase social.»

Por otra parte, el papel político del periodismo queda de manifiesto si analizamos la realidad objetiva no existe la información por la información. Se informa para orientar a las masas en determinado sentido y con objeto de que semejante orientación llegue a traducirse en acciones determinadas. Se informa para dirigir, y en ese sentido el mimetismo entre política y periodismo llega a ser total. Sin más.

Otra más: «Seleccionando las noticias que apoyan su propia política y omitiendo otras, o dando más importancia a los sucesos y aspectos de su conveniencia los medios de condicionamiento de masas les dan una realidad del todo alejada de la verdad, lo que hacen dentro de la exactitud más minuciosa para reproducir los hechos…»

Por cuanto a la cátedra de moral: a los Azcárraga y los Salinas hay que ubicarlos en la pelleja del picaro redomado, del hipócrita fingidor, del Tartufo que emboza sus intereses bastardos con la máscara de la honorabilidad y el bien público. Tartufos. ¿Cómo pudo ocurrir, de no ser por la aviesa manipulación del duopolio de marras, que catorce millones de fregados votaran el pasado 2 de julio del 2006 por el candidato que, continuismo del modelo neoliberal, iba a fregarlos todavía tantito más? Ah, la «libertad de expresión» en la versión de Salinas y Azcárraga

Y de repente ¡zas, el gasolinazo! Y la TV a seguir mangoneando a unas masas que se resisten a entender cómo en manos del duopolio sólo juegan el papel de aquellos ratones a los que Hamelin, con su flauta (Televisa, TV Azteca), precipita al mar.

Es México. (Seguiré con el tema)

Memorial

Se iniciaron las obras para construir el memorial de las víctimas del 11/9 en la zona cero. Nueva York.

Y como todo lo que cada día expelen las tripas del imperio del norte, la noticia acaparó los espacios en todos los medios de condicionamiento de unas colonias siempre pendientes de su metrópoli imperial. Y a propósito, mis valedores: ¿qué memorial, qué monumento alusivo, qué atención pública merecieron en los «medios» mexicanos y del resto del mundo los miles de civiles que asesinó el Pentágono cuando, en diciembre de 1989. invadió al pueblo hermano de Panamá? Nuestro, complejo de colonia del vecino imperial…

De esa invasión de Estados Unidos a la comunidad panameña hablé a ustedes ayer, y comparé su destino con el de Iraq y Afganistán, masacrados con un pretexto semejante e igualmente trivial, que fue atrapar a un par de aliados del imperio: en Panamá, a Manuel Antonio Noriega, y a Osama Bin Laden, en Afganistán e Iraq. ¿El costo de la triple invasión? Miles y miles de cadáveres regados en la geografía de esos desdichados países.De lo ocurrido en Panamá:

El coronel retirado David Hackworth, ex-comandante de combate: «La operación fue técnicamente eficiente, pero a mi juicio cien muchachos de las Fuerzas Especiales hubieran sido suficientes para capturar a Noriega. Esta operación descomunal fue un intento del Pentágono por impresionar al Congreso justo cuando está comenzando a efectuar recortes en el ramo militar».

Diversas declaraciones públicas añaden credibilidad a tales reflexiones del militar, incluyendo El Informe Estrategia de Seguridad Nacional de la Casa Blanca presentado al Congreso en marzo de 1990. El recuento final de la masacre de civiles inermes deja un reguero de hasta siete mil muertos y desaparecidos y más de 600 fosas comunes. Pero el objetivo de la intervención armada de los diez mil infantes de marina contra la comunidad panameña se cumplió cabalmente al capturar a Manuel Antonio Noriega, ex-agente de la CIA, aliado de la Casa Blanca y principal traficante de estupefacientes, situación que el gobierno conocida desde 1972. «No obstante, lo mantuvo en su nómina mientras le fue útil», señala el historiador…

Ahora tocó el turno a la población inerme de Iraq, y el pretexto fue paralelo al de Panamá: capturar a un antiguo aliado de Washington al que la CIA entrenó para enfrentarlo, con sus fuerzas de Al Qaeda, a la extinta Unión Soviética. Hoy, derrumbada la tal, Osama Bin Laden, como Noriega, años antes, ya no es de utilidad para los intereses de Estados Unidos. Material desechable, Washington hace que hace intentos desesperados para deshacerse de él. Lástima que el precio de la maniobra sea otro reguero de sangre derramada Sangre inocente. Es la historia de los imperios, esos depredadores…

Pero en fin, por que frente a miles de muertes no se nos muera, con ellos, la memoria histórica, a la distancia de 4 años de la reiterada invasión a Iraq y a 18 de la masacre perpetrada por Washington contra el pueblo de Panamá, aquí y ahora asiento retazos de la crónica respectiva. El testimonio de la atrocidad, que denuncia Olga Mejla. defensora de derechos humanos en Panamá:

«Ellos convirtieron este país en un laboratorio del horror. Aquí, primero experimentaron con métodos de estrangulación económica; después utilizaron con gran éxito una campaña de desinformación a nivel internacional. Pero fue en la aplicación de la más moderna de las tecnologías de guerra donde demostraron maestría infernal. Los refugiados de El Chorrillo fueron víctimas de un baño de sangre durante y después de la invasión. Ellos vieron a los tanques norteamericanos pasar sobre los muerto. Fuentes de la Universidad de Panamá calculan 5 mil muertos, por lo menos. Condenaron el control de hierro del ejército de EU, que no permite el acceso a ninguna institución panameña para descubrir el número exacto de víctimas, que pudiese ascender a 7 mil…»


En carta pastoral en donde condenaban la interferencia de EU en los asuntos internos del país, obispos católicos denunciaron la invasión como «una verdadera tragedia en los anales de la historia panameña». Su protesta no fue escuchada en Washingtoa En los meses siguientes el genocidio se borró de la atención del gobierno de EU, que proclamaba la libertad y la democracia panameñas. Los obispos estimaron en 7 mil los muertos de la invasión. Y Vicky Peláez, defensora de derechos humanos: ‘El mundo continúa en la ignorancia sobre cómo murieron miles de víctimas de la invasión de EU a Panamá y del tipo de armas que usó, ya que el Fiscal General del país deniega el permitir la investigación de los cuerpos enterrados en las fosas comunes».

Panamá, Iraq, Afganistán, Líbano. A los miles de cadáveres que el predador imperial ha sembrado en las naciones víctimas, ¿un memorial? ¿Nomás al 11/9? Los ojos de unas colonias dóciles, manipuladas, ¿tan sólo en Nueva York? ¿Justicia? Los masacrados de Panamá. (A su memoria)

Imperio, masacre, manipulación…

La fuerza de la justicia en manos del Imperio, mis valedores. En manos imperiales, la fuerza de la manipulación. Atentado terrorista o auto-atentado el del 11 de septiembre del 2001, la Casa Blanca hizo llorar al mundo, lo hace llorar año con año, ante los 5 mil cadáveres que arrojó el siniestro de las Torres Gemelas. Nueva York.

Una justicia enclenque, una monstruosa manipulación. El pasado 20 de diciembre Panamá lloraba a sus muertos, víctimas inermes de la carnicería que perpetró el Imperio cuando, ¡por capturar a un solo hombre!, asesinó a seis, siete mil panameños. Población civil. De la matanza muy poco se habló en su momento. Quién, de los plañideros del 11 de septiembre, lamenta hoy (cuando menos recuerda) aquella masacre del 20 de diciembre de 1989. Es la humana condición. Es el Imperio. La noticia:

«Activistas de derechos humanos y familiares de víctimas de la invasión estadounidense -demandan que el 20 de diciembre sea declarado duelo nacional-, desatada a sangre y fuego hace 18 años por fuerzas de Estados Unidos, con el pretexto de derrocar y apresar al general Manuel Antonio Noriega, exigieron al gobierno de Martin Torrijos que se cree una comisión de la verdad. En la fotografía, una panameña lleva flores a la tumba de su padre…»

Leí la noticia, me quedé pensando y me acordé de Plutarco y sus Vidas paralelas. Porque vidas paralelas son las víctimas del Pentágono: Panamá, Afganistán, Irak, Líbano, en fin. ¿El pretexto? Combatir a los «enemigos» de EU. ¿El resultado? Miles, decenas de miles de cadáveres sembrados en Panamá, en Afganistán, en Irak, en Palestina, la mártir. Es el imperio…

Apenas anteayer fue un Manuel Antonio Noriega, compinche de Estados Unidos y presidente de Panamá. Hoy es Osama Bin Laden, antiguo aliado de Washington y entrenado por la CÍA. En Panamá, el genocidio fue conocido con el alias de Causa Justa-, ayer, en Afganistán, con el de Libertad Duradera. Hoy, en Irak el genocidio no tiene nombre. En Panamá, el Pentágono desfogó toda su furia con 10 mil invasores contra la población civil. Más tarde iba a descargar una fuerza descomunal, desproporcionada, sobre la población civil de Afganistán. Ahora tocó el turno a Irak. ¿El pretexto? ¿Cuál..?

Aquí una somera reseña de la carnicería que Estados Unidos, en su papel de gendarme universal, perpetró contra la población civil de Panamá poco antes de la media noche del 19 de diciembre de 1989, y esto con el pretexto de capturar (muerto o vivo, un millón de dólares por él) al Bin Laden panameño, el tal general Noriega, presidente de Panamá y narcotraficante al servicio de Estados Unidos.

La crónica:

1989. Con el antedicho pretexto de capturar a Manuel Antonio Noriega, ex agente de la CIA y acusado de tráfico de drogas, Estados Unidos invadió Panamá. El gobierno norteamericano tenía conocimiento desde 1972, cuando menos, de las actividades ilícitas de Noriega, pero mientras le fue útil lo mantuvo en su nómina. La invasión dejó un saldo de siete mil muertos y desaparecidos, así como pérdidas millonarias en la economía del país.

Actores y testigos del genocidio dan su testimonio:La Comisión de Derechos Humanos de Panamá, en colaboración con la Comisión de Derechos Humanos de Centroamérica, con sede en Costa Rica, lo expresa en su informe del 20-30 de marzo de 1990:

«Los costos humanos de la invasión son substancialmente más elevados que las cifras oficiales de los Estados Unidos, de 202 civiles asesinados, alcanzando de 2 a 3 mil, de acuerdo con estimaciones conservadoras. Testigos presenciales señalan que helicópteros de los Estados Unidos lanzaron su fuego a edificios ocupados solamente por civiles; que un tanque de los Estados Unidos destrozó un autobús público matando a 26 personas; que residencias civiles fueron quemadas, y que esto resultó en la destrucción de muchos apartamentos y la muerte de muchas personas; que tropas norteamericanas negaron el acceso a la Cruz Roja, dispararon a ambulancias y mataron a heridos, a algunos con bayonetas».

Las iglesias Católica y Episcopal consideraron las estimaciones de la invasión en más de tres mil muertos, según cifras conservadoras, porque Washington impuso una rigurosa censura. Y el título del Informe:

«Panamá. Más que una invasión… una masacre«, una más del Pentágono, desproporcionada y descomunal como la que años más tarde iba a perpetrar en Afganistán e Irak, y al pretexto del terrorismo («un terrorismo al por menor, contestatario, contra el terrorismo de Estado que ejerce Washington, como afirma el norteamericano Noam Chomsky) lanzar toda su fuerza contra los pueblos inermes de Afganistán e Irak, y a probar contra ellos las nuevas armas de guerra. (Más del tema, mañana)

A primera sangre…

El Síquiri, mis valedores. Bravucón y endenciero de mecha corta, nunca me agradó como contertulio de Cádiz. Si se integró a la reunión de vecinos fue por casualidad, luego de aquella inicial invitación del juguero. Y ahí se quedó, y ahí sigue. El Síquri. Ahora, derribado en el sillón, lo veo humillar la testa, suspirar, y una vez más, monótono y reiterativo.

– Que nadie vaya a enterarse de lo ocurrido, bigotón. ¿Me lo juras?

Se lo juré. «¿Por tu madre Tula?» Por mi Tula se lo juré, y por supuesto que el incidente a nadie lo he de revelar, que di mi palabra y soy hombre de honor. Nunca diré que este Síquri mentado, ante los vecinos imagen del matasiete, del tragabalas y mascafierros, a la hora de la sangre resultó ser un perfecto zacatón. El Síquri, quién lo iba a decir; ese que salpimienta su plática con alusiones personales a riñas carcelarias y duelos de cantina, cuchilladas con maridos ofendidos y contiendas donde en la pelleja y con daga y puñal se firma el honor del macho muy macho. Ese mismo, nada menos que el valentón, vi cómo se desmayaba a la primera sangre. Haya cosa…

Ahora hemos regresado de consultar a cierto médico especialista en enfermedades venéreas, pero que manipuló la sangre del macho de mi corazón bandolero.

Al revisar los resultados: «Hombre de izquierda, ¿verdad? Militante de una ONG, sin duda. No de los Chuchos, espero, porque entonces me lo agarro de los Chuchos, lo duermo, y va a despertar con vasectomía y cincurcisión, luego de que lo haya capado como Dios manda. Y gratis».

– Perredista, sí, pero de los otros. Movilización y resistencia pacífica

– De izquierda a la mexicana. Lo acusan sus exámenes clínicos.

Achis, achis. Yo, intrigada «Cómo supo, doctor, que el paciente es hombre de izquierda y militante de una ONG?» Y válgame con la explicación del de las venéreas: «Infecciones diversas en las partes blandas, donde son más virulientas. Aquí, mire». Miré la cartulina garapiñada de cifras. «Ahora la radiografía». Alarmado, El Síquri:

– Yo no entiendo ni madre. ¿Estoy en peligro de muerte, doctor? Prefiero que me lo niegue, mas que sea una mentira, porque estoy mortificadón. Ya hasta diarreíta. Y de esa madre ni entiendo nada

– A ver si lo hago entender. Imagine que la radiografía representa el país. Aquí, a la altura del pecho, se ubica el DF; Puebla, enquistada en esta carnosidad, y Oaxaca en la región posterior. ¿Ve estas manchitas blancas? Eso quiere decir que en Oaxaca su organismo acusa un lobanillo que supura..

– Su pura madre, o sea la de Ulises Ruiz…

– Puebla acá, por atrás. Pedófilos, Sukar Kuri, Nacif, el gober precioso. Pero lo peor, aquí, en el mero corazón de su organismo, a la altura de Los Pinos, un quiste chaparrito, jetoncito, lleva nueve meses provocando metástasis en todas las zonas del país: Plan México, entreguismo de soberanía al gringo Bush, reformas laboral y del Seguro, aumento de los básicos, gasolinazo y lo que nos espera..

Al Síquri uno se le iba otro se le venía y otro más le quedaba entripado. «Bueno, sí, dije, pero rodo organismo tiene defensas, anticuerpos, glóbulos blancos. ¿Y los leucocitos? ¿Para qué están en el organismo, si no es para defenderlo de agentes nocivos?» Y válgame, que fue entonces: «Mire usted: los análisis del paciente, hombre de izquierda a la mexicana, revelan un aumento desmesurado de glóbulos blancos que sí, por supuesto, ya se movilizaron. Miles de ellos andan acá, en la zona del riñon, como quien va rumbo al cóccis, haciéndola de fumarola Ya lograron tomar la radiodifusora y están por asaltar el palacio de gobierno: «¡Fuera Ulises Ruiz!» Pero el tumor maligno ya se las hizo de pedofilia, ¿ve? Les pepenó a los más gritones y alharaquientos y los enchiqueró abajito del cóccis.

Cierto. En derredor del corazón los leucocitos ya tomaron calles, plazas y el zócalo, y por aquello de la ceremonia del Grito ya van contra el palacio de gobierno. «En eso conocí que el paciente es de izquierda cimarrona Sus leucocitos atacan, sí, pero con plantones y mega-marchita, y recabando firmas para que renuncie el de Los Pinos, hágame el plis…

Y ya Mis valedores: al Síquri, por mi madre le juré que nunca he de revelar que el muy valentón el piquetito en la vena se desmayó, ni que para la defensa del organismo enfermo y urgido de curación sus leucocitos adoptaron defensa la estrategia de cualquier ONG. Tampoco revelaré que muy leal a sus convicciones, pero que al igual que Pedro el apóstol, El Síquri rajueleó de su militancia en la mafia, digo en la tribu, digo en la corriente Nueva Izquierda.

– N’hombre, se lo confieso al doctor, y orita andaría yo sin mis alilayas.

A nadie, nunca revelaré que El Síquri negó ser un chucho más de los Chuchos socialdemócratas. Yo, chitón. Por mi Tula empeñé la de honor. (Shss.)

Septiembre fatídico

Los aviones iban directo al blanco. Era un ataque cobarde, alevoso, contra la democracia, contra la libertad. La gente estaba confundida, las calles eran el escenario del caos. Luego las calles vacías, los comercios cerrados, la palabra ausente, el espíritu asesinado. La fecha se escribía con dolor y rabia en la memoria de un mundo que, hasta cierto punto, se negaba a admitir la atrocidad, el genocidio…

No olvidar, mis valedores, aquel 11 de septiembre, cuando hizo explosión aquella tragedia, que preparada y perpetrada por el terrorismo internacional, vino a lastimar la conciencia de todo un pueblo. La fecha corresponde al 11 de septiembre de 1973, y tuvo como escenario el palacio en llamas de La Moneda, en Santiago de Chile, con el gobierno de Washington como victimario; de victima, con todo el pueblo chileno, Don Salvador Allende, presidente constitucional de la república de Chile. El magnicidio se tramó en La Casa Blanca como una orden personal de Richard Nixon, con la CIA, y cuándo no, como cerebro de la maniobra terrorista. De brazo ejecutor, Augusto Pinochet, ese que antes de fallecer , viejo, achacoso, corrompido hasta el tuétano y con la fama pública de asesino, dijo con vocecita tartajosa de vahído y desguanzo: “Pido perdón si en aquel entonces cometí algún error…”

Ya en 1972 lo denunciaba don Salvador: “Dije siempre que la victoria popular chilena era la derrota más dura de las fuerzas imperialistas y pro-imperialistas. La historia nos lo enseña: los grupos que saben que sus intereses van a ser heridos reaccionan tratando de impedirlo. América Latina tiene una dolorosa y vivida experiencia, que ha significado presión, coerción, y aun desembarco de fuerzas armadas…”

Al complot se refiere el cronista norteamericano de la CIA: “R.M. Helms, entonces director de la Central de Inteligencia, se reunió con Nixon el 15 de septiembre de 1970, reunión en la que el presidente le ordenó directamente la operación encubierta en Chile. Nixon había insistido: tenía que evitarse que el marxista Salvador Allende llegara a La Moneda. ¿ Cuánta gente había visto a un presidente de los EEUU fuera de sí? Era un espectáculo. Y no había más solución que acatar las órdenes. Textual, la orden de Nixon:

“Hay una posibilidad entre 10, ¡pero he de salvar Chile! Tienes 10 millones de dólares y más, si es necesario, pero …¡ haz chillar la economía…

“Helms recordaba haber comentado:” Me están ordenando algo casi imposible. Era una operación condenada al fracaso: demasiado localizada, demasiado tardía, y con una preparación inadecuada”. Helms, claro, sabía que la clave de esa orden era la relación personal de Nixon con Donald Kendall, director ejecutivo y presidente de PepsiCo, que tenía una planta embotelladora de Pepsi-Cola en Chile. El había confiado la contabilidad de la firma a Nixon cuando éste empezaba a ejercer su carrera de leyes en Nueva York. La operación anti-Allende era, en esencia, una decisión de negocios: Kennedy y otras compañías americanas no querían un dirigente marxista en Chile. Al no prevenir la operación clandestina de Bahía de Cochinos, Nixon había quebrantado su propía ley: “Las operaciones encubiertas son como una buena droga. Funcionan, pero si abusas de ellas, te matan …”

Estaban también otros intereses económicos: “Los tenebrosos propósitos de la ITT: en 1970 sugirió al gobierno de Estados Unidos que interviniera en los asuntos políticos de Chile. Proponía el estrangulamiento económico, el sabotaje diplomático, crear el pánico en la población, el desorden social, para que al ser sobrepasado el gobierno, los militares quebraran el régimen democrático e impusieran la dictadura”.

Ahí intervino la manipulación de las masas: “¿Quiénes son nuestros enemigos? Tu enemigo, soldado, yo te lo voy a presentar. Es aquel que sigue ideologías extranjeras. Tu enemigo, soldado, es aquel extranjero cubano, brasileño y todo aquel mal chileno que hundidos en la clandestinidad de su país o en el nuestro han encontrado la forma de vida en las ideologías que no tienen Dios ni patria, y trataban de llevar a tu padres, esposa, hijos y amigos a la esclavitud en vida que es el marxismo-Leninismo”.

Y el entonces senado democristiano Juan de Dios Carmona: “Uno de mis orgullos es que, siendo ministro de la defensa de Frei, autoricé la adquisición de los Hawker Hunter que bombardearon La Moneda”, El Gral. César Mendoza: “Aquí, el primero que diga compañero o haga comentarios de cualquier índole será fusilado delante de los demás”. Y ya consumado el cuartelazo, Augusto Pinochet: “Somos autoritarios y no aceptamos nada. Mi poder político es de origen divino…”

Santiago de Chile, 11 de septiembre de 1973-11 de septiembre de 2007. Don Salvador Allende. (A su memoria.)

Perros de guerra

¿Por qué el terrorismo contra la democracia estadunidense? Apenas hace algún tiempo lo anunciaba G. W. Bush, terrorista de estado:

Con este presupuesto (417 mil millones para la Defensa) quién puede dudar que EU tiene recursos para vencer en la guerra contra el terrorismo.

Años más tarde, en la obligada ceremonia conmemorativa de los atentados del 11 de septiembre en EU, lo afirmó el de marras:

¡No cederemos hasta que los terroristas que planean asesinatos contra nuestro pueblo sean encontrados y enfrentados..!

Y sí, ¿qué país, qué pueblo, quiénes pudiesen atentar contra una nación tan pacífica como los Estados Unidos? ¿México? Años de guerras sangrientas y de grandes podas territoriales. Texas, Arizona y Nuevo México son ejemplos de las descomunales exacciones que los mexicanos mal hemos podido soportar de los vecinos del norte, vecinos distantes.

¿Japón? En 1945, cuando finalizó la 2a. guerra mundial, Estados Unidos ensayó dos ataques atómicos sobre ciudades civiles japonesas, matando directa o indirectamente a más de 500 mil civiles.

¿Alemania? Desde 1945, cuando se rindió como remate de la 2a guerra mundial, el
país ha sido severamente denostado, y humillados sus líderes, Hitler y su partido nazi son descalificados hasta la náusea por la cultura de postguerra judeo-norteamericana.

Corea– En 1950, Estados Unidos entró en guerra con Corea del Norte, provocando gran cantidad y variedad de crímenes contra la población civil.

Vietnam- En 1965, EU atacó militarmente a los norvietnamitas, iniciando una guerra de más de 10 años, en donde el Pentágono norteamericano empleó armas terribles contra la población, como el napalm.

Rep. Dominicana– En 1965 EU interviene militarmente en el país y genera asesinatos y toda clase de crímenes y sufrimiento en la población civil.

Cuba-En 1967, EU intenta invadirla y fracasa. Se inicia un bloqueo contra la isla, que la hunde en una prolongada crisis económica.

Chile.- En 1973, EU apoya a militares chilenos de ultraderecha y con ellos derroca y asesina al presidente constitucional, Dr. Don Salvador Allende. De ahí se desata una violenta represión contra todo lo que huela a oposición y allendismo, con resultado de millares de muertos y desaparecidos.

Argentina- En 1982, EU brindó importante apoyo logístico a los ingleses en la Guerra de las Malvinas, aunque creó la Doctrina Monroe y estableció tratados con Argentina que garantizaban protección continental

Palestina– En 1982, miles de palestinos indefensos fueron masacrados en campos de concentración de Israel, con la oposición de todos los demás países de la ONU y con sólo el apoyo de Estados Unidos.

Granada– En 1982, EU intervino militarmente en la isla, en una invasión tan breve como cruenta, donde se causaron muertes de civiles.

Libia– En 1986 sufrió ataques aéreos por parte de EU: Asesinó, con algunos más de la población civil, a uno de los hijos del líder libio Al-Gadafy.

Sirio-libaneses
. En 1988, Israel, con apoyo logístico de EU, invade el sur del Líbano. La operación origina matanzas de civiles palestinos, una fuerte condena internacional a Israel y un renovado apoyo de EU.

Panamá.- En 1989 lo invaden fuerzas militares de EU. El número de civiles a los que el ataque causó la muerte se calcula entre 3 mil quinientos y 7 mil.

Iraq.- En 1991 fue atacada por una coalición multinacional encabezada por los Estados Unidos. Los 10 años de bloqueo que siguieron a la invasión provocaron la muerte a cuando menos 500 mil niños iraquíes. Hoy, mientras tanto…

Serbia– En 1999, durante más de 60 días, aviones de la OTAN, encabezados por fuerzas norteamericanas, bombardean ininterrumpidamente Servia y Kosovo, destruyendo edificios y puentes, además de provocar numerosas bajas entre la población civil.

China– Durante los ataques a Kosovo, los Estados Unidos destruyeron la embajada china en ese país. Y los ataques a Timor Oriental, la invasión a Iraq, la sañuda labor de los contras en Nicaragua financiada y apoyada por EU con la desestabilización de los gobiernos, sus economías y finanzas por parte de la CIA en prácticamente todos los países del orbe, y… mis valedores:

¿Atacar a Estados Unidos? ¿Cuándo, quién, dónde, por qué? Y no olvidarlo: uno es el terrorismo de Estado y otro el terrorismo contestatario, terrorismo «al por menor», según N. Chomsky. ¿Cuál es cuál..?

La Historia mis valedores, no es eso que enseñan los libros de historia La Historia es una gigantesca zopilotera y un gran hedor. (¡El Pentágono!)

Que no tiznen…

A la pesadilla, mis valedores, siguió el ataque de pánico fulminante Aprehensivo que soy, porque ya visto a la luz del día y fría la cabeza -por la temperatura matinal-, el problema no da como para tomar decisiones tan drásticas. Pero el caso es que a deshoras de la noche (¿las dos de la madrugada, las tres?), la boca amarga y la bilis en estampida, me alcé del jergón y a lo despavorido corrí a los libreros y amontoné enciclopedias, libros de viajes y un mapamundi para enseguida, taquicardia y sofocación, con mi brazada de libros correr a mi mesa de trabajo. Y a recabar datos para afianzar mi propósito de huir del país. Lo más lejos posible. Cuanto antes. Ya

¿Pero a dónde ir a refugiarme, si me veo forzado a la huida? ¿A dónde cargar con los tres lastres que he creado a lo largo del tiempo? Sí, mi biblioteca, mi economía en bancarrota y mi edad, aún más en bancarrota ¿Con tales lastres echarme a la aventura de enfrentar nuevos mundos, nueva vida nuevas penalidades? Tomé en mis manos el mundo. El mapamundi.

¿A dónde huir, en dónde ir a refugiarme? ¿En el país pintado de verde en el mapa? ¿En el amarillo? ¿En este, color mostaza? ¿En esta islita de los Mares del Sur? Ya me veía Gaugin de pacotilla, circundado de palmeras, palanganas de carne en hojas de plátano y nativas jóvenes en taparrabos. El edén. Y ándenle, a tomar nota de su ubicación, usos, costumbres, lengua en fin. Tomé mi lupa y la desilusión: el edén resultó ser una caca de mosca lástima Por cuanto a mi mapamundi: al examinar Yugoslavia, Kuwait y los territorios de Alemania Oriental y la Unión Soviética, me percaté de su vetustez. Y luego Bolivia, ¿con salida al mar..?

Y la pregunta terco moscón mielero: ¿a dónde huir, si huyo? Cuatro países hay en mi vida ¿cuál de los cuatro será el mejor? Me atrae la anciana cultura de la India en todas sus vertientes, a cual más de exóticas en mi imaginación. ¿Pero, a mi edad, comenzar el aprendizaje del idioma indio? Y eso no sería lo más difícil, sino decir el nombre de la ciudad que escogí para guarida lo más alejado posible de México. «Me complace informarles de mi nuevo domicilio, ubicado en la ciudad de (lo deletreo) Vishakhapatnam…»

Los vocablos Sumatra, Chindigarth o Pendjab me suenan por demás sospechosos, así los países tengan grandes reservas de trigo. Que con su pan se lo coman. ¿Samoa, en Oceanía? ¡Nunca! ¿Por su suelo volcánico? No, que estoy curado de volcanes; vivo sobre la lava de uno y a pocos kilómetros de uno más. ¡No, sino porque el atlas lo aclara: la mitad de Samoa pertenece a los Estados Unidos. Y del gringo y el sol, entre más lejos, etc.

Las Islas Fidji. ¿Si las escogiera como refugio? Ya las anotaba en el cuaderno cuando, de súbito: ¡nunca! Fue hasta ese remoto cóccix del mundo donde el entonces López Portillo arrojó a su amigo y antecesor, Echeverría. Qué tal que el carnicero de San Jerónimo haya dejado las Fidji apestosas a sangre recién derramada cementerios clandestinos, presos de conciencia guardias blancas, judiciales torturadores, paramilitares. Eso sí: me sentiría como en casa y entonces cuál nostalgia de mi país…

Grecia. Su mitología me apasiona La tierra de Helena y Odiseo tiene para mí una fascinación especial. Patrás, ciudad del Peloponeso. Me voy Patrás, pensé, pero no, recular no está en mi carácter. Tan riesgoso irme Patrás como irme a refugiar al Titicaca o el Poopó, lagos bolivianos. Todavía fueran dulces sus aguas, ¿pero saladas, cuando yo voy huyendo de la salación..?

De repente… ¡eureka! ¡Ya está! Mis valedores: en caso de que yo desaparezca y ustedes me echen de menos, aquí les dejo mi domicilio, que no se ubica tan lejos como algunos quisieran, porque está aquí nomás, tras lomita: en Guatemala, esa Guatemala dulce y sombría de Cardoza y Aragón..

Conozco Guatemala. Aprendí a quererla como una mi nueva patria La Guatemala tan silenciosa que «se oye cuando una garza cambia de pie», y tan trepidante en sus cóleras populares y su lucha incesante contra un sistema injusto por represivo, y represivo por injusto. De tener que salir de mi México a Guatemala me voy, y hago mi cabaña al pie de un volcán. Sí, porque no viviré en la ciudad capital sino en Jutiapa, al pie de su volcán, cuyo nombre es, apréndanselo: Chingo. Así, búsquenlo en el diccionario. Chingo, sin más. A las faldas de Chingo me acojo, qué feo se oyó, porque, mis valedores: prefiero que me tiznen las explosiones del Chingo a que me sigan tiznando las fumarolas de esos grotescos, disformes informes presidenciales («¡haré más por los que menos tienen!», con esa su vocecita) de faraónicos liliputienses jaleados por una indecorosa burocracia que, parada (de pie), se vacía en orgasmos de vivas, hurras y ovaciones para aquel su santito, su faraoncito, su reyecito de ocasión. Lo que es a mí, antes de que tales aquelarres me tiznen prefiero la huida De plano. Doy fe, y firmo para constancia. (Rúbrica)

El presidente de la triste figura…

La difunta liturgia del informe presidencial, mis valedores. Ese informe de gobierno que apenas y a penas el domingo anterior, según lo juró el de Los Pinos, está muerto y enterrado. Pues sí, pero ni tanto, que, «sin embargo, se mueve». Sigo aquí con mis impresiones del rito que, impuesto por decisión antidemocrática de un funcionario anhelante por conseguir una legitimidad imposible, se escenificó el domingo anterior en un palacio de gobierno atestado de burócratas encuevados tras unos muros que los pusieron a salvo de la iracundia popular. El palacio de gobierno se tornó palacio de vallas artes…

El difunto informe presidencial, transmitido en vivo y a todo dolor, de costra a costra y de frontera a frontera, se transmitió en el horario de nuestro espacio comunitario de Domingo 6, de Radio Universidad. Yo, al pie no del cañón, sino del micrófono, aguardaba impaciente que finalizara la perorata, pero no, que el consabido, el indispensable viva México lo fui a escuchar ya en el volks. cremita, rumbo al taller de lectura. Lástima.

Lástima sí, que contra la realidad color de rosa rosa mexicano, que empantanó cámaras y micrófonos, yo me proponía presentar ante ustedes la realidad objetiva del país, mucho menos amelcochada que la ostentosa y faraónica del auto-elogio jaleado por una lambiscona corte de los milagros.

Impaciente, escuché: «Desarrollo sustentable Hemos logrado resultados históricos que..» Yo: ánimas que esto termine y algo alcance a rescatar de nuestro tiempo radiofónico. Pero nada El de la cadena nacional afirmaba que va a pagar la deuda que anteriores gobiernos pudieran contraer con «los que menos tienen», frase tan original como la promesa del presidente en turno.

Hora y minutos más tarde, el mensaje político. Y que «yo veo en la mirada de las jóvenes el cambio que se opera en el país». Dios. Y yo tener que aguardar al pie del micrófono. Animas que se corte la alucinada y alucinante visión del México de la utopía y alcance yo a transmitir, cuando menos, mi visión de un país diferente al que intenta vendernos el de la triste figura pero no. Tarde me chicoteó el viva México, lástima por mí y por tantos de ustedes que se quedaron sin escuchar, en la versión de nuestro Domingo 6, un México menos empalagoso, menos dulzón. Un México real. Y qué hacer…

Media tarde, ya al pardear. Domingo difícil; secuestros y asaltos, ajustes de cuentas, carestía de leche y tortillas, escasez de huevos, desempleo; en el Bravo cadáveres por exceso de agua y en el desierto cadáveres por exceso de sed. Después del taller de lectura llegué a mi depto. de Cádiz, me derrumbé en un sillón de la estancia y me puse a pensar en la arríbazón de conceptos domingueros del informe presidencial, pronunciados por una voz y con un sonsonete que, avispa mielera, me rondaba en la mente. Apagué la luz, me derrumbé en un sillón de la estancia y como remate de un día difícil me puse a pensar en la justicia que se imparte en mi país, esa tan bien trovada por el sexenal de Los Pinos; justicia con la que los alboroteros de Atenco están refundidos con cadena perpetua mientras siguen en libertad Arturo Montiel y Marta, y la segunda esposa y el segundo marido de cada uno de ellos, y los hijos de toda su reverenda Marta y los muy hijos de toda la primera esposa de Arturo Montiel. A oscuras me puse a evocar esos mundos de encantamiento que la necesidad humana ha creado: La Atlántida, de Platón, La Ciudad del Sol, de Campanella, La Ciudad de Dios, de Agustín, el falansterio, de Fourier, la Utopía, de Moro, el México de Felipillo de Jesús. Oí al de El Gatopardo: «Cambiar todo el informe para que todo el informe permanezca igual…»

De súbito, solo y mi alma aquellos pasos solapados. Me erguí, espantado, y encendí la luz. «¿Quién anda ahí? Le advierto que soy de armas tomar, y ando armado».

– Soy yo, bigotonzón, cálmese, que no hay peligro ninguno.

Ahí, frente a mis narices, la fachendosa estampa de la Jana Chantal. Bueno, sí, pero que cómo había entrado. «¡Le exijo una explicación!»

– Saqué un duplicado, ha de perdonar la confianza Le traje un taquito.
Y me aprontaba el recalentado. «Oiga se me ocurrió decirle, ¿escuchó el informe presidencial?»

– A la de a güeso, ¿pues no lo puso a todo volumen la méndiga neopanista, o sea La Maconda? No, si hasta retumbaba la vocesita presidencial en todos los muros del edificio, que antes no se rajuelearon. No, y el México del hombre ese, qué bárbaro. Yo hasta le propuse al Rigo: «viejo, ¿y si me llevaras a vivir a ese país?» «Tendríamos que irnos de indocumentados», y aventó una de a madre. Ya ve cómo es de amarguetas, que en eso se parece a usté, bigotonzón. Pero de veras, de veritas, ¿no se le antoja el recalentado..?

Cerrando los ojos la dejé pasar. La Jana Chantal, de noche; de día El Tano, vulcanizador de repelos de llantas que Texas nos avienta en la cara (En fin.)

Muerto viviente, el informe…

¡A los pobres, si algo pudiese pedirles… les pediría perdón!

Ese pico de oro que fue López Portillo. «¡Mexicanos: México vivió, México vive, México vivirá! ¡Viva México!»

Y el recinto legislativo, que se venía en orgasmo de aplausos…

Ah México, ah esa parafernalia que fue y sigue siendo el informe presidencial, suma y síntesis del culto a la personalidad y el protagonismo feroz; que es seña de identidad del optimismo fingido y la realidad color de rosa, rosa mexicano. El informe presidencial y la demagogia, y el grito ventoseado en falsete, tres tonos arriba de la escala de voz de uno chaparrito, peloncito, vocecita de pito de calabaza: «¡Compatriotas: viva México!»

Y ándenle, que el «compatriota» Salinas nos dio en toda la mother-nización…

Y yo digo, mis valedores: la sabiduría de La Biblia Cómo pudiese ponerla en esa clase de tela que es la de la duda, si a diario compruebo, en los hechos, el tamaño y el peso de su sapiencia y verdad. Lo que afirma El Eclesiastés, pongamos caso. «Nada hay nuevo debajo del Sol», jura El Cohélet Y muy cierto. Yo, aguardando el domingo pasado, en Radio Universidad, que el de Los Pinos cortara el hilo de su perorata (en vivo y a todo dolor, de costra a costra y de frontera a frontera), y se salvasen unos minutos de nuestro espacio comunitario de Domingo 6, tuve que escuchar, a querer o no, un informe todo erizado de verdades a medias, que a fin de cuentas son embustes completos. Y fue entonces…

Oyendo las reiteradas ovaciones de una burocracia servil y obsecuente busqué alguna diferencia entre lo que ahora escuchaba y lo que acontecía con los informes de Díaz Hordas y congéneres, y en nada, mis valedores: ni en formato, ni en ambiente, ni en exageraciones, embustes y optimismo desfachatado encontré diferencia ninguna Y cuánto del rancio ritual del domingo pasado chapoteaba en los terrenos del esperpento. Por ejemplo…

El de Los Pinos inició su discurso con la afirmación de que él también, como diputados y senadores, está de acuerdo en que la ceremonia del informe presidencial, tal como año con año viene perpetrándose (sé lo que digo), es obsoleta y es tiempo ya de innovarla Y ándenle, que después de semejante afirmación se suelta con un rito cortado a la más rancia la más anacrónica liturgia priista del informe presidencial, que el domingo pasado hedía a formol y a cadaverina. Yo nunca calculé la potencia de droga adictiva que para un hombre común con afanes protagónicos contiene un informe presidencial recitado frente una burocracia dispuesta a aplaudir desde una referencia a los pobres hasta el imprescindible viva México, que soltó tres tonos arriba en la escala (de Richter, iba a decir) de su voz. Y lo jura La Biblia: «Nadie puede elevar a su estatura un codo». En fin.

¿Las masas aún hoy inconformes con el resultado del proceso electoral, entre tanto? Ellas, como para no desentonar con el apolillado ritual del informe, contestaron con
el consabido plantón y las agresiones verbales de costumbre, y a gritos y sombrerazos, estrategia que allá por la década de los 50s. del siglo XX ya apestaba a orín y a polilla. Mis valedores: ¿Miente, exagera el Predicador? ¿Hay algo nuevo debajo del sol mexicano..?

Vuelvo a mis impresiones del infausto domingo. Yo, impaciente por iniciar nuestro Domingo 6, escuché el primer capítulo del novelón: Seguridad pública. «Se arrebatan espacios al crimen organizado». Y mientras en el palacio nacional se desbozalaba la jauría de aplausos, recordé la reflexión del articulista Eduardo Andrade en su colaboración periodística de la semana anterior:

«Día 276. El índice de mortandad alcanzó el máximo nivel que ha tenido: 7.5 muertos diarios en relación con el crimen organizado en lo que va del sexenio. ¿Vendrá algún dato sobre eso en el informe?»

Vino. Por supuesto que sí, y a renglón seguido: Moralización policíaca. ¿Moralización qué, afirma el de Los Pinos? No mechin-glés…

Y así, en el hombre del palacio de gobierno se traslucía la estampa fachendosa de un protagónico López Portillo, como también la del chaparrito, peloncito, orejoncito que con su vocecita de pito de calabaza nos vino a dar en toda la mothernización.

«¡Compatriotas..!»

Y aplausos e informe seguían, como si nada y el rostro del de Los Pinos acusaba una voluptuosidad, una cachondería en relación directa con las agresiones físicas y verbales que tiene que soportarle día con día a un paisanaje iracundo. «Desarrollo sustentable». Dios. «En este renglón hemos conseguido resultados históricos que…» (Mañana)

La elocuencia de la fábula

Fue en 1987. En mi mente un Carlos Salinas de aspecto físico repulsivo (y ya para qué hablar de su catadura moral, ética, psicológica, etc.), aderecé mi versión de El pato feo, fabulilla de Andersen, con dedicatoria al que tantos habíamos reputado el menos probable de los cinco que se barajaban para suceder al mediocre de las cejas alacranadas. ¿Por qué todos los mediocres arriscan una ceja, dos, tres, las que pueden? ¿No será porque intentan la empresa imposible, según La Biblia, de añadir a su estatura un codo? A saber.

Carlos Salinas. Cuando burócrata de Programación y Presupuesto qué manera de tomarlo en son de burla fotógrafos y caricaturistas de la prensa escrita; qué manera de poner en ridículo su aspecto ratonil, sus ojillos de apipizca, un cráneo pelón y unas orejas de papalota Si su vocezuca de pito de calabaza se les escapó fue porque, es obvio, no pudieron incluirla en los trazos del monigote esperpéntico. Tal era aquel mediocre encuevado en la oficina de la hoy difunta Programación y Presupuesto. El, silencioso. Al acecho…

Pues sí, pero válgame, que de repente el dedo presidencial lo designó el nuevo dios sexenal, y helas, ahí el prodigio: de forma automática el cambio, la metamorfosis del gusanillo en crisálida, en mariposa que vuela de flor en flor. Una mariposa negra, mensajera de la muerte. Pero pocos lo querían advertir…

La transfiguración. El pato feo de la fábula, el pelón y orejón objeto de burla, ludibrio y maltratos de los animalillos del bosque (dos que tres liebres, cinco o seis conejos, tres docenas de zorrillos y cientos, miles de cacomixtles), de repente ah, oh uh, se encandilaron con el repentino resplandor: el pato feo se metamorfoseaba en cisne de blanco plumaje y partía plaza por medio estanque, junto al bosque de los pinos. Y ahí fue el clamor de hurras y porras, matracas y chirimías, alabíos y cornetas, pitos y flautas. Salinas, el nuevo dios sexenal. Qué forma de equivocarnos: el pato feo era un cisne blanco…

Helo ahí. El cisne sexenal se cuajaba de bellezas no advertidas un día antes: su alzada de líder, su mística de mesías, su mirada de baqueano, su vocación de estadista. Ah de su verba potente y su fina estampa de prócer, de héroe epónimo, de padre patricio que el cielo nos manda para que salve el país. Y la portentosa transformación de las cámaras fotográficas: qué rostro para el bronce, qué fisonomía para el mármol, Dios. ¿Los caricaturistas? Ellos, por más esfuerzos que hacían en contrario, la vera efigie del cisne les aparecía galán de telenovela Dios, qué manera de mejorar la calidad de las fotos, que reproducían un rostro para la eternidad. Y ahí fue de los hurras, las porras, matracas y chirimías, cornetas y alabíos, pitos y flautas. Ah la metamorfosis del pato feo en el cisne blanco. Es Carlos Salinas. Es México

Años después el siguiente milagro, y qué extraño: ahí, desde el primer día, el nuevo cisne sexenal, majestuoso, partía plaza en el estanque, y entre dianas, fanfarrias y marchas nupciales se dirigía al bosquecillo de los pinos, y todos los animalejos del bosque aquella ovación mientras le daban tratamiento de rey, de mesías, de baqueano, de adelantado al que los dioses del Olimpo (yunqueros, legionarios de Cristo, cristeros tardíos) habían enviado para salvar el bosque y sus animalitos.Las ovejuelas, aquella admiración, semejante adoración. La baba Sublime. El cisne blanco se dejaba querer…

Pues sí, pero el tiempo pasa, y según se echaban encima los días, las semanas, los meses, ahí la horrible metamorfosis: en el larguirucho animal se iba operando un cambio horroroso: en su blanco plumaje, el cisne real comenzó a denunciar pintas grises, negras, renegridas. Al poco tiempo era su negro plumaje el que mostraba algunos puntitos grises. Después, oh tragedia, su continente de cisne se tornó de pato, y todo era abrir el pico y cuac, cuac, a ventosear disparates que a los monos tihuís causaba hilaridad y a la mayoría de los habitantes del bosque rabia y vergüenza ajena Pero ayuno de decoro como todo mediocre, el pato feo abría el pico y era el escándalo y la burleta del bosque y bosques circunvecinos. Animas que se mude de bosque, cuándo dejará el estanque y se irá a decir sus ganzadas al charco de San Cristóbal

Hoy, de un nuevo huevo y a la de a huevo, un recién impuesto nada en el estanque (nada de nada), pero qué indefinido; ¿un cisne blanco con facha de pato horroroso? ¿Un pato horrible que quiere hacerse pasar, arropado entre periodistas alquilones, por cisne blanco? Al teclear siento en mi nuca un resuelo ardoroso. Me doy el volteón (un volteón como Dios manda). Y ¿quién creen? «¿Usted? ¿Cómo entró?» Ella, y su perfume dulzón. Ella, que ha estado leyendo esto que redacto. ‘Yo la hacía en su esquina de Insurgentes«, le digo.

– Ay, bigotón tan candido. ¿Aún no calcula qué sea ese que nada en el estanque de los pinos? Pobre de usted. Y me voy, que tengo un cliente esperando, y ya se le queman.
Las habas. Vi alejarse la mini de la Jana Chantal, de día el Tano, vulcanizador de repelos de llantas. (Fin.)

Del esperpento

Feli-pillo,
nueve meses,
mucho ruido,
pocas nueces.

Del México de hace un cuarto de siglo al México actual, mis valedores. La distancia que va de uno a otro se puede medir con la distancia que existe entre un José López Portillo y un Felipe Calderón, vale decir: de una abyecta adulación y un aberrante culto a la personalidad al franco repudio, la burleta, la iracundia y el desdén. Percibí esa distancia la tarde de ayer, mientras revisaba mis papeles viejos, y créanme: todo lo que puede cambiar la imagen presidencial en apenas un cuarto de siglo me produjo una mezcla de azoro y temor. Lo que va de López Portillo a uno chaparrito, peloncito, de etc. Aquí el reportaje periodístico fechado en julio de 1981, cuando «Quetzalcóatl«, para los serviles del periodismo, retornaba de un viaje a Washington:

«¡Y Tláloc también quiso recibir a Quetzalcóatl! Se negó a permanecer al margen de la fiesta de bienvenida Desde una hora antes mandó a sus húmedas huestes-enormes nubes, de un fuerte color grisáceo y azulado…

No era para menos. Tláloc quiso decir al Señor Presidente López Portillo que esta vez si quiere participar en el desarrollo del país. Y por eso, desde un poco más de media hora antes del arribo del Presidente, ordenó a sus húmedas huestes que regaran el Valle de México. Pequeñas y débiles gotas empezaron a caer sobre invitados, reporteros, agentes de seguridad, soldados… y el pueblo ¡que había ido a recibir a su Presidente..!

Conforme el tiempo pasaba, él, ese Tláloc tan anhelado, decidió incrementar su lluvia Pero el pueblo también respondió a Tláloc. ¡No cesó de lanzar vivas y porras al Presidente López Portillo! Ni los mariachis callaron. Tampoco lo hizo la marimba que el SNTE había llevado. Los ferrocarrileros y petroleros hacían sonar con más fuerza sus clásicas maracas…

Mientras tanto, los reporteros que cubrirían la llegada del Presidente, corrían de un lado a otro, para realizar las tradicionales entrevistas. No abaraten la mano de obra, decían algunos que no querían más entrevistas. Otros, los rezagados, pedían, suplicaban a sus compañeros: pásame la nota…

Entretanto, la lluvia arreciaba Los ferrocarrileros, previsores, llevaban una enorme caja de donde salieron los impermeables para todo el gremio. No así los reporteros. Venció la lluvia al Derecho a la información. Muchos optaron por dejar en paz las entrevistas. Empapados, se dispersaron en busca de un sitio donde estar a cubierto. Los más avezados se aprovecharon de los pobres ferrocarrileros. Los dejaron sin impermeables… los ¡arrebataron! El tiempo de espera por el Presidente López Portillo se hizo nada…

Cuando las 17:22 horas dieron, las 5 mil personas reunidas en el hangar presidencial lanzaron un grito de admiración. ¡Aparecían entre las húmedas huestes del dios Tláloc el Quetzalcóatl! Siete minutos tardó en aparecer por la pista de carreteo… Por fin, a las 17:32 -27 minutos más tarde de lo previsto, y a quién el importaba-, el Presidente López Portillo hizo su aparición. Con la mano en alto saludó a su pueblo que lo esperaba Y lanzó una mirada al cielo, allá donde el dios Tláloc también le daba la bienvenida…

En respuesta al clarín de órdenes, se rindieron los honores al Jefe de Estado mexicano, con la salva de 21 cañonazos. Inmediatamente después el Presidente López Portillo bajó las escalerillas del avión, seguido por el jefe de estado mayor, Rosa Luz Alegría, Miguel de la Madrid y otros funcionarios. Ya cuando el Presidente López Portillo había llegado hasta los limites de la alfombra roja que había sido colocada al pie de la escalinata, un elemento de fusileros paracaidistas lo invitó a pasar revista a las fuerzas armadas. Con paso firme, el Presidente José López Portillo fue allá, después saludó a los miembros de su gabinete. Las bromas entre los reporteros no se hicieron esperar. Como Tláloc no cesaba muchos funcionarios decidieron taparse con los impermeables. Todos se taparon, decían entre risas los reporteros…

Sólo uno parecía estar feliz con la lluvia El almirante Ricardo Cházaro Lara, secretario de Marina, permanecía sonriente. En cambio, algunos otros ni se veían, pues sólo los ojos tenían al descubierto. Unos 20 minutos después el Presidente José López Portillo abandonó el hangar presidencial a bordo de su Ford Galaxi blanco, que lo llevó a la residencia oficial de Los Pinos…

¡Y Tláloc lo acompañó.!

Púdico o ignorante, el reportero omite que a donde se dirigió López Portillo no fue a la residencia oficial de Los Pinos, sino que en el mismo Galaxi blanco enfiló raudo a Acapulco A la vista de todos. A toda velocidad. A su lado nada menos que la Rosa que era Luz y era Alegría para el «Quetzalcóatl» de pacotilla ¿Y el presidente actual? ¿Y Calderón? (Patético.)

El despellejado

Un pueblo que lee asume su cultura y se enriquece con el conocimiento de la Humanidad. Para hacer de México un país de lectores, creamos 850,000 bibliotecas de aula, entregamos 286.000,000 libros en este ciclo escolar…

Si de semejante tsunami de libros uno solo hubiese aprovechado el segundo marido de Marta, al que ella permitió formar parte de la «pareja presidencial». Si un volumen hubiese tomado para sí aquel que, desfachatado, ha sido hasta hoy el más zafio y el más ignorante de los especimenes que han logrado encaramarse en Los Pinos. Ignorancia así de aberrante la certifican sus dichos y sus acciones. Al mediocre vendedor de aguas negras Dios lo haya perdonado. Descanse en paz. Políticamente.

Hablando de libros: el mexicano lee entre medio y dos libros al año, y las poquísimas páginas que lee se refieren a charlatanerías de «superación personal«, «desarrollo humano» y «horóscopos«. basura y superchería Ah, si las masas dedicaran a la lectura la milésima parte de la vida que descargan aplastadas dos nalgas en ese retrete infecto que es el televisor…

¿Alguno de ustedes pregunta por ese libro con el cual comenzar el ejercito sistemático de la lectura? Ni por donde empezar. Hay tantos. ¿Que sean monitos, que tengan ilustraciones, que haya más ilustraciones que texto en el libro? Difícil..

Un libro conozco que de ilustración exhibe una foto; y qué foto esta que constituye el motivo de toda la obra Claro, sí Farabeuf, de Salvador Elizondo. No es fácil lectura y sí en tantos sentidos estremecedor, comenzando con la foto de la que se hace la glosa Si tienen el libro miren la dicha ilustración. Obsérvenla con detenimiento. ¿Qué les parece?
Escalofriante, mis valedores: muestra la foto y el texto detalla el tormento ritual que cinco verdugos chinos aplican a un ajusticiado. En ella se advierte cómo lo van desollando vivo, y el gesto del rostro aquel como en éxtasis mientras el cuerpo, ya cercenadas las manos, es serruchado a la altura de las rodillas. Estómago se precisa para examinar la foto y leer la descripción del tormento, que narra un testigo presidencial:

«Primero le hacen dos tajos horizontales sobre las tetillas y luego, jalando hacia abajo los bordes de esas incisiones, el verdugo le arranca la piel hasta dejar al descubierto las costillas (…) Es curioso ver cuan resistente es la carne de nuestro cuerpo; es preciso ver la magnitud del esfuerzo que desarrolla el verdugo antes de poner al descubierto las costillas del hombre, para comprender cuál es exactamente la capacidad y la resistencia de la carne…»

Sobrecogedor: «El suplicado nunca grita Los sentidos quizá se vuelven sordos a tanto dolor. (…) Comprendí que el dolor, de tan intenso, se convierte en orgasmo (…) El dignatario (…) ordena a los demás verdugos, mientras se enjuga las manos manchadas de sangre, que procedan al descuartizamiento (…) Es un hecho curioso que en toda esta escena sólo el supliciado mira hacia arriba todos los demás, los verdugos y los curiosos, miran hacia abajo. Hay un hombre, el penúltimo hacia el extremo derecho de la fotografía que mira al frente. Su mirada está llena de terror…»

Y que en las pupilas del supliciado se refleja un delirio misterioso y exquisito, y que parece estar absorto en un goce supremo, porque existe un punto en el que el dolor y el placer se confunden «Se trata de un símbolo, un símbolo más apasionante que cualquiera otro (…) El rostro de este ser se vuelve luminoso, irradia una luz ajena a la fotografía..»

Uno de los espectadores del rito macabro se apoya sobre el hombro de su vecino para seguir con la vista todo el trabajo de los verdugos, que representa el horror en su máxima expresión. Y fue en la tertulia de anoche donde se trató el tema de Farabeuf. El maestro: «Contertulios: ¿alguno se considera con ánimo y temple como para llegado el caso presenciar la desolladura el descuartizamiento de un ser vivo todavía.?»

No, por supuesto. Nunca y en esto todos de acuerdo; hasta El Síquiri, alguna vez ayudante del matancero en el rastro. «A menos que se tenga alma de judicial, de policía oaxaqueño desollando militantes de la APPO o maestros Sección 22.»

– Yo -la tía Conchis– vi al pobre cristiano y sentí que algo se me frunció en mis adentros. No me animo a ver de nuevo la foto, y mucho menos asistir de cuerpo presente al calentamiento.

– ¿No, contertulios? ¿Que no? Pues entonces quien tenga televisor no vaya a encenderla esta noche, cuando una claque política en brama va a despellejar vivo a un pobre individuo que ya desde ahora y por anticipado debe estar padeciendo la agonía del despellejamiento.
– ¿Quién, tú? -la obesa Tintorera al oído del marido. «¿Quién?» (A saber.)

De ayer a hoy

El placebo, cuando menos. La autosugestión, de no haber algo mejor a la mano. Cuánto fui a echar de menos la tarde de ayer el rito anual del Informe que rendía puntualmente «nuestro Señor Presidente», y su alucinante ciclón de datos y cifras estadísticas (ver anexos), y el delirio de una claque enajenada en frenesí de vivas, aplausos y porras bajo un tsunami de confeti y serpentinas y con borrachera de matracas y chirimías. Pienso, y el suspirillo furtivo: lo que va de Echeverría a uno chaparrito, jetoncito, peloncito, de etc…

Curioso fenómeno aquel del presidencialismo en nuestro país. Curioso y un tanto inquietante. Tal fue mi conclusión ayer tarde, que pasé revisando viejos periódicos y examinando crónicas, reseñas y opiniones editoriales en torno a los varios informes de gobierno que a su hora rindieron Echeverría, López Portillo, y algunos de sus predecesores. Al final, en mi ánimo quedó una leve zozobra y un tufo a temor, y me preguntaba…

¿Pues qué clase de país era México, que así «avanzaba» a jalones de ritos presidenciales? ¿Cómo era posible que la liturgia anual determinase en forma ten decisiva la vida pública del país? Porque año con año, una y otra vez, cada primero de septiembre se repetía esa a manera de licuefacción de la sangre de San Genaro, el prodigio nacional en el que la voz de un taumaturgo obraba en el ánimo de millones de humanos para apaciguar temores, amansar rebeldías, atemperar enconos y disipar nubarrones y turbulencias que oscurecían el futuro; todo ello de un día para el otro, de la mañana de hoy al amanecer de mañana. Inconcebible. Es México.

Y frente al rito chamánico qué valían las pruebas; que la vida del país depende no de un varón sino de un juego múltiple, complejo, de causas y efectos, de factores internos y externos, del gobierno, la cúpula castrense y los dirigentes obreros, del clero político y los grandes capitales de aquí y el exterior. No. México se reencontraba cada año, en cuestión de horas y al conjuro de una sola voz, mágica voz. Y ante un «¡Honorable Congreso de la Unión!» y un «¡Viva México!» qué valían los hechos:

Curioso país; cuánto había en nosotros (cuanto hay) de mágico y de infantil, de milagrero e irracional en unas masas que encomiendan suerte y destino a las frases de un chamán la mañana de un primero de septiembre. Extraño país que sabía transfigurarse de este día para el siguiente; que hoy anochecía oscuro para mañana renacer al modo del mundo náhuatl al calorcillo del Quinto Sol; porque la magia de un dios sexenal le dio luz y clave, y le borró obstáculos y lo echó a andar. Todo con el ensalmo de unos datos, de unas cifras, de un viva México. Otro día el país amanecía a ser distinto y robustecido; con los mismos problemas, pero distinto. ¿La realidad objetiva? Ninguna realidad importaba nada, porque una voz rectora recompuso la confianza y levantó el espíritu una vez más, y nos volvió menos abrumados que el día anterior. López Portillo…

Porque México eso es: la tierra del santón y del taumaturgo, del mago cortado a imagen y semejanza de nuestra esperanza siempre defraudada y renacida siempre, una y otra vez; porque el carismático sexenal es nuestro espejo fiel, el símbolo que hemos colocado más allá del bien y del mal durante seis años justos, ni un día más. Y qué importa que el sumo sacerdote, antes de ahora, haya existido en la distante dimensión de lo humano, de lo mediocre; de un día para otro, a lo portentoso como sucede todo en el país del surrealismo tropical, el mesías va a arrojarse a la hoguera, purulentillo Nanahuatzin de la mitología náhuatl, para renacer Quinto Sol en el cielo de Anáhuac y ejercer las artes del chamán, el baqueano, el iluminado; del ente providencial que en su palabra da la clave y la contraseña, la seña de identidad, la mañana de un primero de septiembre. En fin.

Ayer la tarde pasé leyendo comentarios editoriales del pasado cercano, y sí, todos dicen los mismos lugares comunes después de cada informe presidencial; y es verdad lo que dicen, porque en su momento lo ha sido; porque era la misma siempre, siempre distinta porque igual, la ceremonia lustral de esa resurrección del alma colectiva que se producía en nuestra tierra a cada informe de gobierno. Eran los tiempos del Señor Presidente. Era su día, ¿lo recuerdan ustedes..?

Y entonces, tras el aplauso final, ¿crisis recurrente, carestía, corrupción, desempleo? Nada nos importa nada de nada Ya habló el Presidente, inicial mayúscula El chamán ha encendido el fuego del Quinto Sol. México amaneció parido otra vez, con su esperanza intacta. Y ya Todo con el hechizo de un informe presidencial como ese que tal vez ahora, signo de los nuevos tiempos mexicanos, al de Los Pinos le impidan pronunciar este sábado. Lo dijo el poeta: Mi país. (Ah, mi país…)