Apague la TV y encienda un libro

Un rasgo común entre un joven europeo que ataca con bombas incendiarias y el muchacho que asalta y viola en un microbús: ambos son incapaces de ponerse en el lugar de los demás. Sin la oportunidad de leer, su imaginación y su sensibilidad quedaron muertas…

(J Emilio Pacheco, escritor.)

Y perdonando la curiosidad, mis valedores: ustedes, durante los casi diez mese que van del año, ¿Cuántos libros leyeron? ¿Cuántas horas dedicaron a la lectura? Y a ver la televisión, ¿cuántas horas? ¿A cuál de los dos ejercicios (leer, ver TV) favorece el balance? Entonces, ante el resultado que yo sospecho, rindámonos a la evidencia: Cada uno de nosotros, en cuanto humano, es lo que su espíritu es, y su espíritu es eso que le dimos por alimento. Y entonces, la conclusión: somos idealistas o somos mediocres. Sin vuelta de hoja. Sin cambio de canal, más propiamente…

Y luego por qué somos como somos; por qué estamos como estamos; por qué nos damos semejante gobierno, por qué lo aceptamos y lo soportamos; por qué, debatiéndonos en tan mortificante crisis global, nos mostramos negados para pensar, y entonces crear esa estrategia que nos lleve a darnos un gobierno aliado al que obedecer como sus mandantes. ¿No está ahí, mis valedores, la explicación del por qué nos hemos atornillado en el puro reniego y la pura mega-marchita, que de pura no tiene nada? Ah, este nuestro país que así exhibe tan siniestro balance entre el ejercicio de la lectura y el de las horas que dedicamos aplastados a dos nalgas frente al cinescopio, en una postura que remeda la de El Pensador de Rodin, pero que en materia de intelecto es la postura del lugar excusado…

Y hablando de leer, mis valedores: ¿alguno de ustedes ha leído a Kafka, o lo citamos como al Quijote o a la Biblia, por imitación vil? Que esta situación es kafkiana, y que si Kafka escribiese hoy día acerca de México su literatura sería costumbrista, y tonteras de ese calibre. Los mediocres son temerarios, y no les arredra ponerse en evidencia como ignorantes que piensan con cabeza ajena y sólo repiten opiniones y conceptos que escuchan en los diversos medios de condicionamiento de masas…

Uno, mediocre e ignorante, ayuno del más elemental sentido de recato y autocrítica, es ese de triste memoria como presidente del país que hoy, tragicómica figura del esperpento y la picaresca política, sigue causando lástima y vergüenza ajena. Sí, un Vicente Fox que a medias de su sexenio se permitía la desmesura de llenarse la boca con citas de «José Luis Borgues«, al igual que la «señora Marta«, tan zafia e ignorante como él, convertía a Rabindranath Tagore en «La Gran Rabina Tagore«. También Kafka iba a pasar por el bochorno de la cita por parte del ranchero de Hummer y Jaguar blanco, y aquí me parece válida la aclaración:

Desde Alvaro Obregón y Plutarco Elias Calles hasta Ernesto Zedillo todos, en los seis años justos de su mandato -ni tan justos, la mayoría-, jugaron de forma espléndida el papel del personaje que aparece en Al otro lado del espejo, de Lewis Carroll: Humpty-Dumpty (una gran cabeza en forma de huevo de la que sobresalen dos bracitos y un par de zancas como popotes), que se proclamaba soberano del salón vacío donde Alicia fue a toparse con semejante parlanchín surrealista que ventoseaba palabras sin sentido y sin hilación, y al que Alicia se atrevió a contradecir.

– Pero «gloria» no significa «un hermoso argumento apabullante», ni poseen las demás palabras el significado que usted es confiere. El problema está en cómo hacer que todas esas palabras signifiquen tantas cosas diferentes. Ese es el problema.

– No, contesta Humpty-Dumpty; el problema sólo radica en saber quién tiene el mando y el poder en sus manos…

Sin más. Y mis valedores: de Obregón a Zedillo las palabras que pronunciaban al opinar de todo y de todos, muchas veces a lo disparatado, en sus labios de poderosos eran la ley. Ellos, autoritarios, decían la última palabra, y esa palabra se respetaba. ¿Pero Fox? ¿Respetar a quien como titular del Ejecutivo se negó sistemáticamente a inspirar el menor respeto? Hoy, como ayer, Fox dice blanco y yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos, y sobre todo la realidad objetiva, le gritamos que está equivocado; que miente, de plano. «¡Cállate, chachalaca..!»

Ahora, ya el Humpty-Dumpty Fox sin trono ni reina, que no sea una de masquiña y utilería, sigue abriendo la boca, lástima, y ventoseando aquí, allá y acuyá, su diarrea de dislates, Dios. ¿Cuándo, cómo, dónde y por qué el vendedor de coca-colas citó a Kafka? Esto ocurrió hace tres años, en su enésima pugna con el Legislativo, (lo cuento mañana.)

El parto de los montes

Estoy de fiesta, mis valedores. Los Montes bautizan, y me invitaron al negro, el mole. La Bicha, sí, que tuvo mellizos, el vivo retrato de cierto ingenierillo de los trabajos de vialidad allá por el aeropuerto, que le jugó de pisa y corre (el ingeniero, no el aeropuerto.) «No le aunque -con sus motolitos de carne, el abuelo, eufórico-. Yo les doy mi apellido, que tengo más Montes que la Madre, o sea la sierra». Y que para el bautizo piensa echar la casa por la ventana. «Total, que de todas maneras Ebrard me la cuarteó con su trabajada». Y que un fiestón para celebrar que las dos criaturas vinieron predestinadas de Dios. ‘Y si no, bigotón, ¿cómo iba a sobrevenir al recinto del mal donde fueron a nacer estos inocentes?» (¿Eecinto del mal? Ájale.)

La Bicha, según su propia versión, comenzó con las contracciones por ahí de las 6 ara, con don Cuco Montes todavía en la esperanza de que todo se redujera a lo indigesto que en la noche resultan pozole y tlacoyos. Cuando se rindió a la evidencia, ya con la cabecita del primero pidiendo pista para aterrizar, don Cuco solicitó al sanatorio una ambulancia que en menos de tres horas levantaba a la parturienta y vamonos a cubrir las 20 o 25 cuadras que nos separaban de Urgencias. «Aguanta, Bicha». Yo, de acomedido.

10:13 ara A sirena abierta nos enfrentamos a las callejas del Centro Histórico.
En Mil Metros, esquina con Mil Usos, nos engarrota el primer embotellamiento del día. Los 14 militantes de la Federación Popular Revolucionaria de Comerciantes en Ropa Reciclada y Similares, que bloquean Madero y Cinco de Mayo: – ¡Este! ¡Puño! ¡Síse! ¡Veee…! ¡Exigí! ¡Mooosss..!

Dentro de la ambulancia la Bicha, todavía ecuánime, experimenta los dolores cada 20 minutos. Yo, que le ayudo a bien parir, voy tronándomelas de nervios, las manos. «Calma, bigotón». Me sonríe. Su frente húmeda de sudor.

12:26 p.m Logramos librar la mega-marcha de los 14 y avanzar casi media cuadra Y aquel caloren. Metros adelante, integrantes de la Asamblea de Barros, Artesanías y Similares, que secuestraron Venustiano Carranza, la calle. Yo, aquella ansiedad. Mis nervios, pariendo cuates. Los de la mega-marcha, ambulantes desplazados: «¡Ebrard, carbón, sal pa fuera y óyenos…!»

13:21 La ambulancia el frenón. Los de esta nueva mega-marcha poco exigen: paz en el orbe, fuera gringos de Iraq, fuera Ulises de Oaxaca, fuera de Puebla el gober precioso. «¡El pueblo! ¡Unido! ¡Jamaseráven-cído…!«. Los coches atrapados sin salida Vendaval de cláxons, música de viento. Como si seis millares de cláxons pudiesen enfriar el ardor revolucionario de un pacifista sé lo que digo. Las causas de los marchantes, justísimas, casi siempre. Sus estrategias, pésimas, porque el Poder ya sintentizó el antídoto: «Ni los veo, ni los oigo, nilos siento, y háganle como quieraa.»

13:59 p.m. El semáforo sí funciona sólo que de Tránsito maneja las luces a discreción. Novatón o psicópata, las enciende al revés: el rojo (9 minutos), la preventiva (4 minutos), y al final el verde (7 segundos). La Bicha, por suerte, ya va pujando y quejándose, y no alcanza a oír las mentadas a los que por otra parte, las mentadas de nuestra sirena van opacando. Las contracciones cada 5,3 minutos. «Los retortijones del pozole son muy parecidos», don Cuco Montes. «¿No serán ganas de obrar, m’ija.?»

15:09. A ritmo de regge cientos de jóvenes: «¡Exigí! ¡Mos!» Despenalización de la droga La ambulancia engarrotada entre la banqueta y el seto de arbustos. Dolores, contracciones, pujidos sin interrupción. Me seco con mi falda, (de la camisa). En eso, el golpazo, el alarido de La Bicha. Estiré el pescuezo. «¿Qué ocurre?» La ambulancia que chocó con el minibús, cayó de trompa en una alcantarilla Abriendo a la viva fuerza un hueco en la mega-marcha en Apoyo a la Paz, el chofer de la ambulancia y el del minibús se estaban partiendo todo lo que se dice Tula (Tula es mi madre). En eso, ya que la pareja se vino (pareja de patrulleros, su unidad en sentido contrario por la banqueta y parte de los patios vecinos): «¡Oríllense pa la orilla..!»

– A ver, ¿causa motivo o razón de la madriza? ¿Qué armas portan? ¿Onde tráin la droga? Van a tener que acompañarnos.

El alarido de La Bicha. «¡Que ya está pariendo!» – grité a los mordelones, y el del diente de oro: «No, si la paridera va a ser cuando los remitamos a la carcelita clandestina de aquí a la vuelta». Les mostré a la parturienta Entendieron. «Chamba extra pareja». Se las arremangaron. Y qué destreza Yo, a los que pasaban «La viva metáfora del automovilista en el D.F. pariendo gemelos frente a la mega-marcha Discreción, y sigan camino».

Mis valedores: en el recinto del mal (la patrulla) nacieron los cuates Montes. Los patrulleros serán los padrinos, a ver si hay bolo; que esta vez la mordida vaya de allá para acá. Ahora que si salen con que bolo madres, les forjo una mega-marcha de un solo hombre que… «¡Exi! ¡gimos…!» (Dios.)

La santa de mi barrio

Ya voy de alivio, mis valedores. Galones de cuasia con gordolobo me hicieron sobrevivir. Sudoroso, acalambrado, el sistema nervioso hecho garras, pero sobreviví a los bombazos. Trémulo aún, sudoroso, pergeño la crónica:

Madrugada de ayer. El músculo duerme, la ambición descansa De repente rájale, el estallido. Me di el zafón de los brazos de Galilea y brinque desde el sueño a la explosiva realidad. ¡El tanque de gas! Pero no, que a la primera explosión sucedieron muchos más: una a una, dos a dos, en manada. Pistojejé, miré al techo. Por el estrépito de la pólvora, la nitroglicerina o el material utilizado para volar los ductos de PEMEX, logré ubicar la fuente de las explosiones: el templo de aquí a la vuelta La santa de mi barrio, que a deshoras de la madrugada alborotaba el fervor de unos penitentes en brama religiosa ¡Bum, burrum! El mastique de los vidrios comenzó a chisparse. En la azotea El Rosco y su runfla de gatos, unos aullidos espantables: como en medio del trance amoroso, como orgía sexual. Allá, afuera supe más tarde por los vecinos, los perracos se soltaban de la panza, y al espanto corrían desparramando desechos. («¿Qué cree? Yo ando igual», me confesaría más tarde la Tía Conchis, y agregaba hojas de azhar a la infusión. Eso más tarde, porque ahora, en la madrugada..)

En la madrugada y a los estallidos se activaron las alarmas de todos los coches del vecindario. A mil decibeles. Tembloroso bajé a la cocina y me preparé la primera vasija de infusión del día Más tarde se reunirían conmigo los vecinos de la tertulia, y daban su versión del estrépito generado por un rito religioso que ahora a media mañana se resolvía en música de banda de tambgora de mariachis. Los bandazos de viento traían fragmentos de la melodía que se ejecutaba en el atrio del templo católico: «¡Le puso el doctor- la mano en la cintura- y ella le contestó – ay, doctor, que sabrosura..

Habló don Tlntoreto: «Cada bombazo alborota el follaje de los pirules». La Maconda (la. señora viuda de Vélez, Ovado, le agrega El Síquiri): «¿Lo pasarán a creer? A cada explosión las hornillas encendidas en mi estufa se apagan, y las apagadas se encienden». Y las lámparas: histéricas, neuróticas, menopáusicas, se pusieron a arrojar luces altas, bajas, amarillas y rojizas. «No, y luego yo, que desahogaba una necesidad menor (la desahogaba El Síquiri) Menos mal que fue menor, porque regué todo el tepache, que hasta me tuve que cambiar de pantalón». Milagros de la santita virgen y mártir…
Levemente exageradas ciertas versiones: «Dos rod-wailer tiene mi vecino en su azotea Dos fieras. Al estrépito los oyó quejarse y subió a la azotea y lo que allí vio: ellos, atejonados en un rincón, se cimbraban de escalofríos, y el extraño aquel, sobándoles el espinazo: Ya, ya chiquitos, ya.» Un ratero de buen corazón. Doña Cuca lo invitó a almorzar». Habló la hermana de mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., esa Tencha chica (hija de mi tía Tencha grande) que ficha en El Burro de Oro bajo nombre artístico de La Princesa Tamal: «A los primeros estallidos La Pingüica entró en trance. Ni ella misma sabía que estaba preñada».

La Jana Chantal, travestí: «No, y yo. A dos que tres de mis clientes se les cortó la brigada, pero la cruda los atacó con furor. Varios de ellos se me quedaron en la suerte, sin poder entrar a matar».

Mediodía de bombazos. Los vecinos se retiran a comer. Yo, solo y mi alma nomás me quedé pensando. Semejante ritual de la Iglesia Católica, con su indispensable estallido de pólvora no sería tan grave, de no ser el de todos los templos de la ciudad (del país), porque a cada capillita le llega su fiestecita, y yo me pregunto, mis valedores: ¿esos derroches de pólvora qué quieren dar a entender? ¿Un alarde de religiosidad? ¿Armar alboroto, y friéguense el vecindario, sus nervios, su sueño, su tranquilidad? ¿En nombre de qué, de quién o de quiénes? ¿Qué ley los ampara contra el que supuestamente nos protege a nosotros, ese Bando de Policía y Buen Gobierno que, con su nuevo título, prohibe ruidajos que afecten a los vecinos? ¿Estado de derecho? Yo hubiese querido que a la hora de las explosiones estuviesen aquí esos peritos del embuste que se llenan la boca con su «estado de derecho». ¡Bum, bummm! El padrecito, ancho, orondo y protagónico, se sentiría reina por un día por una noche y una madrugada que fue cuando el vecindario aguantó a pie firme, que no a pierna suelta la agresión de la pólvora cuya venta «está prohibida en México». El padrecito: «aquí nomás mis chicharrones truenan». Sí, cargados de pólvora El barrio, entre tanto, la taquicardia

Noche cerrada Nublazón de humo. Partículas de pólvora suspendidas en el aire. Pestilencia por los flatos que ventoseó el templo. Yo, al intento de dormir, me encomiendo al Cristo de mi cabecera ¿Pero y esas lagrimillas? «Ya, ya, mi señor, cálmese», y mirándolo yo, todo un bigotón, aquellos pucheros. (Dios.)

No se culpe a nadie de mi muerte

Abren calle de Uruguay (CH) con banquetas mas anchas…

Eran las cinco y media de la mañana cuando di mi brazo a torcer, con todo y rodilla izquierda. De inmediato levanté aquel papel para limpiarme la mancha en la ropa y válgame, era un recado postumo. Leí: «Son las cinco y media de la mañana». De algún día anterior, por supuesto. «No se culpe a nadie de mi muerte». Ájale, la sorpresa me forzó a acercarme al farol, y aquel frío que me producía espeluznos. «En la hora del alba me decido a un suicidio inminente. De mi muerte sólo hay un responsable». La lectura me produjo calosfríos. Y yo que al azar había recogido del suelo aquel papel para tratar de limpiarme el pantalón con el que me había echado a correr en mis ejercicios matinales. Y resultó ser la carta póstuma de un suicida! Una carta sin fecha. Pensé: ¿Llegaría la muerte para este infeliz? Mientras leía el manuscrito me sobaba la cuera lastimada; y la sangraza en la rodilla, y aquel mal olor. ¿Mi sangre? Caramba, yo cuándo iba a pensar que soltara aquel tufillo a boñiga. ¿Explicará este detalle mi genio dificilón, mis ironías y sarcasmos, lo sangrón que soy? ¿Cuestión de la sangre tan apestosa a lo que apestaba? Pero aquel documento que me sollamaba las manos. Seguí la lectura. (Tigres dormidos, los edificios. Llegaban sus primeras víctimas, los empleados de la limpieza. Los pobres encarcelados, los guardias de seguridad.) Leí:

«Que no vaya a morir frente a T.V. Azteca, cuyos terrenos ando pisando. Que mi sangre no sea ese alimento espiritual del mexicano que es la nota roja. Si la muerte llega qué cosa será peor que, a lo morboso, mi deceso sea festín de los zopilotes del cinescopio». Yo, la torcedura del tobillo izquierdo, intolerable. ¿Los hematomas? Es que cuadras atrás me tropecé en uno de los tubos que colocan para que no se trepen los coches. Y antes el resbalón en un montón de basura y desechos del perro y humanos, y los trastabilleos en charcos de agua corrompida, y baches y desnivel de la banqueta, y postes de luz, y postes con señales de ductos de PEMEX y los postes de anuncios, y cráteres por placas de cemento que se rajuelearon, y yerbajos y botellas y frascos y pomos y lata rodadas en la banqueta. Todo esto cerca del bosque de Tlalpan, no lejos del templo católico más horroroso y grotesco que he conocido. Yo, respetuoso de los símbolos religiosos, por su arquitectura de esperpento llamo a ese adefesio «Nuestra Señora de la Cam-pamocha», que ese bicharajo semeja el galerón con cuernos donde se oficia para los ricachones de la colonia. Seguí leyendo:

«Si no fallezco llegaré tarde el trabajo, forma más rigurosa de fallecer. Por aquí no hay transporte colectivo ni a esa hora pasan taxis que no podría pagar para entrar a mi trabajo, un par de colonias adelante». Yo, mi rodilla despellejada Pero esta ciudad es la de Su Majestad el automóvil. Para él, el arrollo vehicular es transitable, si el coche sobrevive a los baches. Para el peatón, por contras, ¿quién le mantiene las aceras en buen estado? ¿Quién..?

«No puedo con el peligro de estas banquetas, estacionamientos de coches», Leí. Banquetas donde cuadras atrás tropecé con un montón de troncos de árbol con
todo y ramaje. Y aquí árboles no existen. ¿Quién, quiénes, desde dónde habrán acarreado semejante osario vegetal? Las banquetas, estacionamientos de coches. Unas banquetas erizadas de cuartuchos de soleras que al rato van a apestar a fritangas el viento de la mañana. Teporochos tirados en la banqueta banquetas tiradas en el basural. Leí:

«De hoy en adelante me echaré a correr por el periférico rumbo a donde me espera el reloj checador, a esta hora en que los coches van a más de 120 por hora Si me salvo llegaré sano al trabajo, pero cualquier día me atropella un coche y se sigue de largo amparado por la penumbra del alba y ahí habré terminado. De mi muerte cúlpase sólo al jefe político de esta delegación, tan irresponsable como el de cualquiera otra de las 16 que conforman una ciudad que, según el estado en que mantienen sus banquetas, está prohibida a los peatones. Por cuanto a Marcelo Ebrard…» El texto se corta abruptamente.

Qué fin haya tenido el de la carta, sepa Dios. Suspiré y seguí sobándome una rodilla como doncella que viaja en el minibús, a la que desfloró una de las placas de concreto con aristas, irregular. La sangraza enrojecía mi rodilla y aquel mal olor. Ya intentaba explicarme mi forma de ser defectuosa, cuando aquel suspiro de alivio. La hedentina procedía del desecho en el que, luego de caer de rodillas, me aplasté una costilla Izquierda Porque yo sí soy de izquierda no como los chuchos de «Nueva Izquierda» a los que provengo: no se les ocurra hacer sus ejercicios cardiovasculares una madrugada de estas en plena banqueta; puedan resbalar y desflorarse una de sus pocas izquierdas, costilla o rodilla y estoy bien seguro de que si sangran, su sangre sí va a oler a lo que creí que apestaba la mía (Conste.)

La señora Fox molesta a México

Tal es la cabeza del reportaje, hoy tan actual, que apareció en The Economist de mayo del 2005, y que provocó la réplica melcochosa de la por aquel entonces senadora panista Cecilia Romero:

– El papel de Martita es importante porque hay que romper el paradigma de las primeras damas que sólo eran acompañantes del Presidente o que se dedicaban a promover obras de beneficencia

Y nosotros a apechugar con los fraudes de la «pareja presidencial» y todos los hijos de su reverenda Marta, y a aguantar topetazos al Estado laico con campañas como la Guia de Padres (que exhibían la marca de la sotana y la capa pluvial), y el arribismo y derroches de la nueva rica, su protagonismo atroz, su exhibicionismo desaforado. ¡Vamos, México!

Marta Sahagún, genio y figura. Ella, la trepadora que «molestaba a México» (no lo ha dejado de molestar); ella, que mantenía una compulsiva agenda de actividades que a matacaballo perpetraba (sé lo que digo) desde la cresta de Chapultepec. Porque era el suyo un cotidiano programa de acciones cuyos resultados parecían dar al dicharajo:
«La que mucho abarca ya muy poco aprieta…» (Por ahí va.)

Pero no, que según don Tintoreto, vecino de Cádiz, «esa mucho abarca, pero
mucho aprieta también. Hasta la asfixia…»

– Piensen, sino, dijo el maestro, en acciones que van desde ese Vamos México, su monumento personal, hasta la directa agresión al Articulo 3. Constitucional que se agazapa en las páginas de su Guía de Padres, pasando por un alocado proseli-tismo político y medidas de gobierno que corresponden a la estricta responsabilidad de un titular del Ejecutivo agachón, mandilón. Y ay de quien atente contra su protagonismo desbozalado, que índice en alto amenazado Fox; «¡todos aquellos que quieren ver caer a la pareja presidencial (¡sic!) van a beber una sopa (¡resic!) de su propio chocolate..!» (Bueno. Nomás me quedé pensando…)

México, 2005. ¿Recuerdan ustedes, mis valedores, a la Marta aquella apoderarse de todos los titulares, y parchar con su vera efigie, en vivo y a todo color, las primeras planas, y tomar por su cuenta el cinescopio y atragantarse con las revistas de modas, las de sociales, las de los corazones solitarios, en papel couché, lo mismo que ahora asaltó la revista Quién (pompó)? Gárrula, expresiva, extrovertida, enferma de la más desaforada compulsión por las candilejas, ella que ya se miraba posando sus reales en el sillón que el marido le había calentado durante seis años justos, lo más injustos de que se tenga memoria..?

¡Dios! Congestionada mi mente con la imagen de una Marta con el motor hoy como ayer acelerado al máximo, pegué rudo amamantón a mi gordolobo, y a modo de oración, de conjuro contra las trapacerías que a estas horas y en San Cristóbal y anexas perpetre la «primera dama», como aún la denomina su segundo marido, musité los versitos de la fábula inmortal:

«Tantas idas y venidas – tantas vueltas y revueltas – quiero, amiga, qué me digas -¿son de alguna utilidad..?»

Las idas y venidas de su Vamos México; las vueltas y revueltas de su Guia de Padres, sus apariciones en el cinescopio, su pepena de toda la morralla que corresponde al «redondeo» en los servicios que le prestaron bancos y supermercados. Marta Sahagún el ama de casa hoy acalambrada de protagonismo, la hiperkinética que lo mismo encabezaba una ceremonia cívica que se presentaba ante sus aliadas de ayer y hoy, Televisa y TV Azteca, para más tarde encabezar un mitin político. En la tertulia habló don Tintoreto:

– Pero hay que estar conscientes de que la culpa no es toda de Marta. El culpable principal de la plaguita que nos vino a caer en Los Pinos es, bien mirado, ese tal Manuel Bribiesca, primer marido de la «primera dama». Ese fue el individuo que, con criterio y acciones de macho cerril, no quiso o no supo conservar a «Martita» como honesta consorte y oscura y anónima ayudante de boticario allá en Guanajuato. Por culpa de ese Bribiesca miren nomás hasta qué alturas se nos fue a encaramar una que apenas ayer fue una discreta mujer de su casa para que hoy, de un día para el siguiente, válgame: el clásico chivo en cristalería. Mal rayo parta al Bribiesca. ¿O no, contertulios..?

Alguno asintió con la testa. Algún otro suspiró. Uno más miró al techo, y yo dije esto que dos años más tarde repito a todos ustedes: muy cierto, mis valedores, mudanzas que se le ocurren a la muy caprichosa fortuna, que así le gusta probar al humano para ver si en la repentina bonanza, más que en la adversidad, se mantiene ecuánime o pierde cabeza y estribos y se despeña en la vorágine del ridículo personal y el perjuicio colectivo. De esto mucho sabían Dostoievski, Balzac, Shakespeare. (Léanlos.)

“Puntilla del rubor helado…»

Tal denomina el poeta a la palabra esa que prostituyen los picaros del embuste como el panista José Rodríguez Prats, pongamos por caso:

«Fox fue un mandatario honesto, y tan es asi que en su admiración propició la transparencia. El linchamiento es una actitud de venganza, de revancha obscena, y yo creo que ni Fox ni Marta merecen ese trato…»

Las trampas verbales, mis valedores. Las palabras enmascaradas. Si hay en la sociedad hombres interesados en formar centros de sombras, según afirma el filósofo, todo el pueblo se verá inmerso en una profunda oscuridad. ¿No es el caso de México? Y el reverso de la trama la verdad es esencia de la paz, la justicia, la belleza la libertad. «La verdad os hará libres…»

Bueno, sí, ¿pero qué es la verdad? ¿Alguno puede definirla? La verdad es la adecuación de lo que pensamos y decimos a lo que realmente existe. La mentira es lo opuesto. Los entes humanos aspiramos a la verdad, pero vivimos en un zarzal de vocablos enmascarados. «Se la tengo para el lunes». «Es la última copa de mi vida». «Yo te lo ¡uro que yo no fui». O la afirmación de un Manuel Minjares, panista:

«Fox es un ser transparente. No tiene cola que le pisen. Su único delito es abrir la puerta de la democracia en México, lo que agravia al PRD y al PRI».

Porque «no hay mejor manera de lograr que se acepten doctrinas extrañas y absurdas, o de defenderlas, que rodearlas de legiones palabras oscuras, dudosas e indefinidas, las que los picaros toman como refugios, como guaridas o madrigueras de las que resulta difícil hacer salir a los tales embusteros no por la fuerza que tienen, sino por las zarzas y espinas y las oscuridad de los matorrales en que se han atejonado. Cuidado.

El ente humano teme a la verdad porque teme a la libertad. La enmascaramos y nos enmascaramos. Vaciamos de sentido las palabras. La verdad, en el fondo de la caverna disfrazada disimulada con espinas, follaje de mentiras. Exaltamos la verdad, pero existimos, coexistimos y cohabitamos con la mentira Por vía de muestra la reciente afirmación de José Pérez Sámano, director de una institución bancaria:

«La economía mexicana no está en crisis. Somos optimistas y de ninguna manera vemos una crisis en el país».

Mucho se cuida de aclarar el banquero a qué clase de economía se refiere: si a la macroeconomía, que puede estar sana y robusta, o a la microeconomía, la economía familiar, que mal resiste los topetazos de la carestía galopante del gobierno que jura «hacer más por los que menos tienen», frase trillada embustera frase. Las palabras enmascaradas…

Lenguaje de embustes el del Poder, pero qué importa las masas prefieren la ficción a la realidad. Prefieren la fantasía como fuga de la realidad. Viven, felices, la mentira Así, en la comunidad, el hombre común dice mentiras comunes. Hombre importante, grandes mentiras. Los embustes de un Fox zafio, mediocre hasta el tuétano:

«Quien me acusó de enriquecimiento ilícito es un patán. ¿Qué les duele? ¿Qué problema tienen? ¿Quién les paga? Lo desconozco. Dejen que me investiguen, que hagan sus tonterías. Son acciones de los oponentes para poner piedritas en el camino. No a mi, a mi partido, el PAN. Claro, detrás de las acusaciones en mi contra están quienes no han digerido sus derrotas electorales en el 2000 y el 2006. Hay dos razones para las acusaciones: porque yo iba en camino de presidir la Internacional Demócrata de partidos de centro en Roma, que obtuve, y porque la biblioteca avanza y será una plataforma de promoción de transparencia, honestidad, libertad y democracia…»

Pero no sólo el «presidente» del Jeep rojo y la Hummer: también esa ave de todas las tempestades, ese enfermo de protagonismo que viaja no en Hummer, sino en Mercedes-Benz 500, blindado, con escolta y chofer. Norberto Rivera Carrera, cardenal, acusa «La Iglesia tiene un compromiso con la justicia y la verdad. (Lo tiene, sí, ¿pero lo cumple?)

Y que la Arquidiócesis Primada de México exige el derecho de pronunciarse públicamente en asuntos que atañen a la sociedad. (¿Sus pronunciamientos benefician a las masas o al Sistema de Poder? ¿En qué sentido se expresó el clero católico durante la campaña presidencial del 2006?)

Algo que afirma, «Desde la fe«, Norberto Rivera

«Nadie tiene derecho a expresar sus ideas a través de la violencia verbal física, independiente de las diferencias políticas, religiosas o ideológicas».

Y, mis valedores, lo que faltaba por escuchar:

«A los que malévolamente pretenden atacar a la unidad de la Iglesia, o de sus bienes más preciados: Los ataques no son contra el señor Cardenal Norberto Rivera, sino una ofensa directa a Jesucristo…»

(¿A Jesucristo? ¡Dios!)

¡Ábranse los paquetes!

En pleno recinto legislativo y en la sesión del Colegio Electoral han ocurrido desórdenes sin cuento. Para aumentar el caos, el c. diputado Vicente Fox se levanta y con dos boletas electorales improvisa unas orejas, que exhibe ante el escándalo general. Exige que se abran los paquetes electorales…

Hablé ayer del escándalo que en 1988 y en plena sesión del Colegio Electoral provocó un opositor a la maniobra con la que el priismo impuso en Los Pinos a Carlos Salinas como hoy fue impuesto, se afirma, el panista Calderón. El provocador de la escandalera fue un diputado federal por el III distrito de Guanajuato, el «neo-panista» Vicente Fox, que a gritos exigía se abriesen los paquetes electorales y se evidenciara «la intolerable imposición» de Salinas en la presidencia del país. «Para hechos», el diputado pide la palabra y en su perorata pone en labios de Carlos Salinas ironías ofensivas. El C. Presidente del Colegio Electoral, Miguel Montes:

«Con todo respeto se ruega al orador aclare los hechos que solicitó el uso de la palabra en su intervención (sic)»

Terco, obcecado, el diputado Fox sigue su soliloquio, que atribuye a Salinas hablando con sus hijos. Así ironizó Fox, representando a un Salinas imaginario que hablaba a sus hijos:

– Tengo que cuidar, hijos, que por la vía democrática no llegue al poder la amenaza de la desordenada y anárquica izquierda Ni tampoco, hijos, que participe el poder la reacción; pero mucho menos, hijos, podemos entregar el país a nuestros enemigos, quienes de llegar al poder, impedirían que todos mis amigos priistas, quienes viven holgadamente en sus posiciones políticas, puedan continuar sacando a México del barranco.

(Esto en referencia a reciente discurso de Miguel De la Madrid, donde el de las cejas alacranadas prometió que entre todos sacaríamos a México del barranco. El susodicho Fox siguió con el imaginario parlamento atribuido a Salinas):

– Por otro lado, siento miedo de no poder cumplir con México; miedo, porque la verdad es que la gente no votó por mí, sino mis amigos tuvieron que llenar las urnas; miedo, porque acabo de ver que Miguel, para poder informar al pueblo, tuvo que instalar el primero de septiembre un dispositivo de seguridad que abarcó más de ocho cuadras a la redonda del Palacio Legislativo, porque la situación es extraordinariamente critica…

Intervino el presidente de la Mesa Directiva: «Ruego a la asamblea guardar atención, pero ruego también al orador que el uso de la tribuna, para hechos, no sea un pretexto para desviar el debate ni para hablar en contra del dictamen, sino estrictamente para lo que señala el artículo reglamentario».

Irónico, Fox: «¿Quién juzga eso, señor presidente.?»

Montes: -La presidencia, señor diputado, la que conduce la asamblea

Siguió Fox: Yo, Salinas, tengo miedo, hijos. Miedo, porque la situación extraordinariamente critica de la economía pone en entredicho el futuro y la viabilidad de esta nación; miedo, porque el pueblo no tiene qué comer y qué vestir, ni tiene cómo satisfacer sus más mínimas necesidades. Miedo, porque no puedo evitar cargar a mis espaldas la pesada y nefasta carga que se llama PRI. Estos momentos de reflexión, antes de enfrentar el triste destino que me espera, quiero recomendarles a ustedes que vivan una vida con verdad, que sean congruentes consigo mismos, que rijan sus vidas bajo principios sólidos, metas claras y honestidad en todas sus acciones. Cómo quisiera que el Colegio Electoral pudiera no sólo abrir los paquetes electorales…

Impaciente, el C. Montes García: «¡Ciudadano diputado Fox! Con todo respeto le ruego que no sea esto un pretexto para hacer el estudio literario que usted está intentando; refiérase por favor a los hechos para los que pidió el uso de la palabra. Se lo suplico.

Exasperado, Fox: «¡Me está usted quitando mucho de mi tiempo..!»

Y siguió con la farsa de que era Salinas quien hablaba a sus hijos: «Cómo quisiera que el Colegio Electoral pudiera no sólo abrir los paquetes electorales, sino que en apoyo a la Constitución y al derecho pudiera legitimar y aclarar ante todo el pueblo mi triunfo electoral, o que de no haber sido un proceso electoral limpio se me relevara de la obligación de tomar este trago amargo de gobernar contra la voluntad del pueblo, y sobre todo se me relevara de tener que dar la cara a ustedes, mis hijos y mi esposa. Pero todo esto, claro, es un sueño». ‘Y así sigue él soñando y soñando. Yo les pido que aunque tenga él que ser el Presidente de México, lo legitimen haciendo siquiera un buen dictamen, de acuerdo a la Constitución, a la ley, a los reglamentos y a la lógica Muchas gracias». Esto, el Fox opositor. ¿Y hoy, hoy, hoy..?

¿Cuál fue su conducta en el proceso electoral del 2006? (Ah, Tartufo.)

¡Trampa, fraude, imposición!

Y que ábranse uno por uno los paquetes electorales para que todas las dudas puedan despejarse y a la vista surja la evidencia de que el nuevo inquilino de Los Pinos fue impuesto mediante intolerable fraude electoral. Una exigencia que el iracundo vociferaba a gritos, y que convirtió el recinto legislativo en gallera, avispero y palenque. Genio y figura, mis valedores…

Y es que a semejanza de un Tenorio que alardea con aquello de que: «por dondequiera que voy – va el escándalo conmigo», desde que al profesional del esperpento lo hicieron figura pública ha convertido el ejercicio político en plazuela de tienta y redondel para la charlotada. Y si no, ¿recuerdan ustedes cuando en 1988 el hoy señalado de corrupto (casi tan poca-vergüenza como sus parientes políticos, lo único de político que se le conoce al de marras), a lo alharaquiento se opuso a la imposición de Salinas que perpetró el priismo con ayuda de su incondicional, el neo-panismo que hoy gobierna el país, por más que «gobierna» sea sólo un eufemismo? Y caramba, lo que va de ayer a hoy.

«¡Que se abran los paquetes electorales!», clamó Fox. ¿Y cuál fue su papel en las elecciones del 2006? La crónica de la imposición salinsta de 1988:

A la mala y a punta de componendas, complicidades y cooptaciones, Salinas fue proclamado ganador en el proceso electoral que decidió el relevo de De la Madrid. El ruiderío y las protestas cimbraron San Lázaro, aunque pocos legisladores se significaron por su estridencia como un cierto Vicente Fox, diputado que a punta de gracejadas, alharaca y escándalo, sacudió el recinto legislativo y a gritos criticó que para la toma de posesión de Salinas «se tuvo que instalar un dispositivo de seguridad que abarcó más de ocho cuadras a la redonda del Palacio Legislativo: había mucho miedo porque la situación era extraordinariamente critica» (¿Y años más tarde, con un tal Calderón, panista?)

Quien presidía la sesión del Colegio Electoral, un Miguel Montes, intentaba, a lo inútil, reducir al orden a Vicente Fox. Y lo sustancial de la crónica, que tomo de Ortiz Pinchetti: Cámara de diputados. Colegio Electoral. Calificación de la elección presidencial. Madrugada de septiembre de 1988. Miguel Montes preside la tormentosa sesión. Han ocurrido desórdenes sin cuento. Hay boletas electorales -prueba del fraude, según la oposición- regadas por el piso, en las escalinatas, sobre las curules. Se levantan los dos metros de estatura de Vicente Fox y…

El que hoy todavía se autonombra «presidente» del país era por aquel entonces diputado por el III distrito de Guanajuato, «un exitoso empresario que ascendió los más altos puestos de la transnacional Coca Cola; que se inició en la política gracias al ex-candidato presidencial panista Manuel J. Clouthier«. Se acababa de perpetrar el fraude electoral (Bartlett, Diego el barbón), con la quema de casi 25 mil paquetes electorales que pudieran certificar el triunfo de Cárdenas en las urnas. Y fue entonces: en el Colegio Electoral que calificó las elecciones presidenciales, el diputado Fox pidió la palabra, y Miguel Montes García «Para hechos, tiene la palabra el c. diputado Vicente Fox«.

Y ándenle, que en plena sesión del Colegio Electoral, el de Guanajuato se coloca un par de boletas a modo de orejas de burro (las de Salinas), e inicia el siguiente discurso, de renovada actualidad hoy, hoy, hoy.

– Buenos días. Yo quiero referirme a los hechos del simpático compañero Cuauhtemoc Anda en su relación de hablar tres veces sobre el candidato Salinas (aplausos, protestas). Yo quisiera invitarlos conmigo a la residencia de este señor Salinas, a verlo ahí en su sala, sentado con su señora y con sus hijos y él les está diciendo: hoy, antes de las doce seré nombrado Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Este es un gran honor y representa la más alta responsabilidad a la que puede aspirar un mexicano; ser el guía moral de 80 millones de ciudadanos, ser el coordinador y promotor del esfuerzo de todos esos mexicanos, ser el motivo de unión y solidaridad de todos los habitantes de esta patria para mantenerle soberana, libre e independiente…

Quiero aprovechar estos momentos en la intimidad de nuestro hogar para comentarles cómo me siento. Me encuentro incómodo, me siento triste por un lado y siento miedo por otro, miedo de no poder cumplir con esta altísima responsabilidad: sí, hijos, me siento triste porque me he visto obligado a pedir a muchos de mis amigos que aun por encima de sus principios morales me ayudaran a lograr este triunfo y lo tuve que hacer porque pienso que México no está preparado para la democracia, que necesitamos continuidad en el mando y que tengo que responder al compromiso que mi amigo Miguel (De la Madrid) me ha transferido para seguir llevando este pueblo mal educado y desnutrido, empobrecido, a mejores estadios de desarrollo.

Revuelo, protestas, malestar ante tales palabras. El C. Presidente (Mañana)

Látigo, macerados lomos

Esta vez, mis valedores, la colisión de dos mundos que sucedió hoy hace 515 años, acontecimiento que algunos convocan a celebrar. Lo afirmó en su momento Guillermo Bonfil, y Magdalena Gómez lo cita en La Jornada del pasado martes:

Los que tal vez no encuentren motivo de celebración son los indios, que no entenderán que se hable del descubrimiento cuando sus antepasados llevaban milenios en estas tierras. Si hubo descubrimiento fue el indio el que descubrió, por ejemplo, que sus tierras originales no eran suyas, sino de un señor que se llamaba la Corona; que sus dioses no eran ciertos; que su piel cobriza era signo de inferioridad y motivo de discriminación; que él y todos sus ancestros habían vivido en el pecado; que de entonces en adelante debía llevar otro nombre, uno cristiano; de gente, pues; que era indio. Entró a otra historia por la media puerta de abajo, como los perros. Y aquello lleva ya siglos…»

Cómo podrían los recién llegados entender el mundo que ahora pisaban, y menos aún entender a los dueños de ese mundo «nuevo». Las primeras impresiones de Colón:
«Ellos andan todos desnudos como su madre los parió muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras I (…) Les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor con que hobieron mucho placer…»

Pues sí, pero también iba a advertir las piezas de oro que los isleños llevaban en la nariz, y entonces: «No puedo errar en el ayuda de nuestro Señor que yo no le falle adonde nace (ese oro)».

Los fulgores del oro: semejante alucinación iba a propiciar el mayor genocidio que registra la historia del mundo. El tamaño de la devastación la entremiramos en la tremebunda requisitoria del benemérito De las Casas, Protector de las Indias: «La causa porque han muerto y destruido tan infinito número de ánimas los Cristianos, ha sido solamente por el oro y henchirse de riquezas en muy breves días».

El oro, obsesión del «descubridor»: «Cansado me adormecí gimiendo: una voz muy piadosa oí (…) Dios (…) maravillosamente hizo sonar tu nombre en la tierra. Las Indias, que son parte del mundo, tan ricas, te las dio por tuyas (…) De los atamientos de la mar Océana, que estaban cerrados con cadenas tan fuertes, te dio las llaves, y fuiste obedescido en tantas tierras (…) Y es que yo vide en esta tierra de Veragua mayor señal de oro en dos días primeros que en la Española en cuatro años (…) De allí sacarán oro (…) El oro es excelentísimo (…) y con él, quien lo tiene, hace cuanto quiere en el mundo, y llega a que echa las ánimas al paraíso…»

¿Lo dijo Dios? Mucho lo dudo. Aquí, el esclavista Colón: «Diréis a Sus Altezas qu’ el provecho de las almas de los dichos Caníbales que quantos más allá se llevasen sería mejores (…) que otros ningunos esclavos…

Año de gracia de 1492, cuando se produce el encontronazo de dos mundos, que siglos más tarde iban a justipreciar Marx y Engels: «El descubrimiento de América y la circunnavegación de África ofrecieron a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de las Indias y de China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, la multiplicación de los medios de cambio y de las mercancías en general imprimieron al comercio, a la navegación y a la industria un impulso hasta entonces desconocido, y aceleraron, con ello, el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición…»

Pero a ver, un momento: ¿fue Colón el primer visitante de este «nuevo» mundo, ancho y ajeno? Malqueriente de su gloria, M. André: «En Porto Santo Colón conoció por casualidad a Alonso Sánchez, que había desembarcado, moribundo; lo llevó a su casa y se enteró por él de que la Antilia, de donde él retornaba, existía en realidad (…) Desde ese momento el objetivo principal de la vida de Colón fue descubrir la Antilia y las otras tierras de la parte occidental del océano. Pero no quiso que se dijese con fundamento que había seguido los pasos de otros, que no había descubierto, sino simplemente encontrado lo descubierto por otros».

Dolorimiento e indignación, De las Casas, Protector de los Indios: «Andaban los Españoles con perros bravos matando a los indios, mujeres y hombres. Una india enferma, viendo que no podía huir de los perros que no la hiciesen pedazos como lo hacían a los otros, tomó una soga, y atóse al pie un niño que tenía de un año, y ahorcóse de una viga; y no lo hizo tan presto que no llegaron los perros, y despedazaron al niño: aunque antes que acabase de morir lo bautizó un fraile…»

La América mestiza el día de hoy: el látigo al norte, lomos macerados al sur. (La historia)

Es por México

Yo invito a todos ustedes, mis valedores, a que se unan conmigo en favor de una causa que me parece ventajosa para el país, y que promueven los vecinos de la tertulia de Cádiz. La iniciativa fue bautizada por el joven juguero, y el nombre aceptado por mayoría de votos y una sola abstención: la mía «El Señor de los Cielos» válgame En fin Ya escucho al suspicaz: «¿Qué clase de tipos son los convocadores?» Aquí la semblanza de algunos:

Don Tintoreto, lavado y seco y a todo vapor, se angostan o enanchan corbatas. Ciudadano honorable sensible al momento político que vive el país. Opina Sabe opinar. Aun se rumora que lee Libros, sí. Teoría política De compañera fiel: doña Tintorera, noventa arrobas de sobrepeso.

El Cosilión, individuo de clase media del que apenas me voy a ocupar. Cómo podré perdonarle que sea él, precisamente, el suertudo marido de La Lichona, frutal sota moza de los ojos garzos y un rulo rubio en la frente que día con día a todas horas, sube y baja, baja y sube los cuatro tramos de escalera de Cádiz, ella enguantada en ese blusón y esos mallones tres tallas más ajustados de lo que piden, exigen, demandan sus formas. (Hace rato pasó a mi vera canturreando una de Shakira. Cerrando los ojos la dejé pasar…)

La Señora viuda de Vélez (Ovando, le agrega El Siquirí). o sea La Maconda neopanista adoradora de los espinosos Espino y Espina, que apenas ayer sostuvo una viciosa relación con mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins. (que levanta cabeza y mueve la cola), y que anda hoy en sospechosos devaneos con alguna mafia de abogados católicos, allá ella y su vida privada que cada quién hace del suyo un papalote, según reza el cantar.

La tía Conchis, conserje del edificio. ¿Tendrá López Obrador partidaria más fiel, adoradora más extremosa fanática más contundente más visceral fundamentalista que La Tía Conchis? Un libro se ha sorbido en su vida, uno solo, pero lo compra por tirajes (ella sola absorbió la primera edición y la reparte en el barrio como otras distribuyen la hojita parroquial). ¿El título del volumen? «La maña nos robó la Presidencia.» Y qué foto la del tabasqueño. Qué foto. (No olvidar la invitación al proyecto «El Señor de los Cielos«)

Un invitado del joven juguero que desentona en la tertulia: El Siquirí, pendenciero y bravucón, mascafierro y tragaldabas de mecha corta y bandolero corazón. En el barrio bajo donde malvivía dejó fierros en la lumbre, y se afianzó al grupo gracias a la amistad que amarró con la Jana Chantal. Alta ella frondosa medias cuadriculadas y mini-mini de licra Cintura cimbreante al andar y modales untuosos, La Jana Chantal lleva aretes por todas partes y unas fregaderitas prendidas en cejas, labios, lengua y zonas que a mí no me consta Se le queda viendo a usted, y esa caída de ojos preludia la caída A quien lo solicite doy las señas telefónicas, y un detalle menor: La Jana Chantal es, de día el Tano, vulcanizador de repelos de llantas que Texas nos avienta por la cara. Para terminar, El joven juguero:

Su puesto de jugos y similares sobrevive apenas, a penas, a quejumbres, que expone en la tertulia- «Cuando Zedillo, muy de mañana las tandadas de marchantes: A mí me va preparando un licuado tamaño familiar, y me le pone harta azúcar, con leche cremosa plátano macho y dos huevotes de yema cuata espolvoreados de canelita en flor». Y ándenle su licuado tamaño familiar. Pero en eso que llega Fox. Mi licuado me lo sirve chiclán, con un solo huevito. No vaya a ser el colesterol, uno nunca sabe’. Y sale el chiclán, y ya a finales del sexenio: «Mire, démelo ora sí que sin huevos, que nomás empanzonan, y después de todo para qué nos sirven los huevos’. A hoy, con Calderón: Me lo sirve en vasito de veladora y le suprime también la leche, que desde anoche el grueso lo traigo muy delicado y la caseína me lo acabaría de engrosar. Luego aquella diarrea, y como ando con tos…»‘

Calla el juguero. Lo oigo suspirar. Ah, las tristuras. El maestro: «Hablemos de nuestro plan». Y nos muestra el tabloide donde aparece una foto, y qué foto, la síntesis de la más aplastante mediocridad: rostro fofo, mofletudo, papadón; lo que falta de pelo sobra de anteojos; apenas cuarentón y ya un vientre adiposo, el físico acojinado a carnazas. La vulgaridad…

– Es un tal Germán Martínez, delfín de Calderón para presidente del PAN, desde donde intenta lanzarlo a Los Pinos. ¿Este, pinta de estadista.?

Que de cuajar la maniobra, ¿habrá llegado allá arriba una figura más vulgar que esta de la foto? Y el plan: entre todos forzar a Martínez a someterse a la misma cirugía y con los mismos especialistas que ‘El Señor de los Cielos‘. De la operación sale con rostro menos mediocre o el delfín del «chaparrito, jetoncito», se queda en la plancha como el traficante. En cualquiera de los dos casos, ¿no sale ganando el país? Del plan urdido en la tertulia, mis valedores, ¿qué opinan ustedes? (México.)

En los tiempos del cólera

No quisiera más ventura – ni más dicha merecer – que de tu boca a la mía – no cupiera un alfiler…

Miro la foto en el matutino del pasado sábado. Veo a la pareja trenzada de brazos, sonriendo al mirarse a los ojos, pura mielecita en penca. Observo en sus rostros ese amor senil, y tan joven, que es el de Fox y la Marta. El amor en los tiempos del cólera. De la cólera, más propiamente, esa que en todos nosotros rebulle ante la sensación de que fuimos robados por la vieja «pareja presidencial». Vamos, México…

A mí me gusta hablar del amor. Declarar el amor. Proclamarlo, gozarlo, sumergirme en él. Fue por ello que hace años, cuando el presidente Fox se casó con Marta Sahagún y vi en las fotos sus bocas unidas, quise alabar cumplidamente al varón. Sin asomo de sarcasmo, sin ironía.’ «Pero no azozobrarse», aclaré para evitar suspicacias. No me he vuelto de los intelectuales orgánicos, inorgánicos, que viven de culimpinarse. Yo nunca Mi loa sin reticencias, dije, va para ese varón que, según todos los indicios, padece de cierta dolencia en su corazón que de corazón le alabo, dolencia común y tan poco común entre los humanos. El hombre Fox está enamorado hasta el tuétano, y vive ese estado de. gracia que es el amor. Yo, y por esto ya puedo morir en paz, años y felices días he padecido semejante achaque en la carne viva de la viva entraña de cada telilla del corazón. Cómo no entender los desplantes de Fox frente a su amantísima..

Lo entiendo y aplaudo: a mí, como enamorado, campo y tablas me faltaban para gritar mi adoración, en público y en privado, que de la abundancia del corazón hablan mis fabulillas. Así miro a Fox a estas horas, y alabo al varón enamorado, sin más. Pondero aquí a ese amador al que el fervor amoroso le brota en el rostro como esplendorosa erisipela, y lo canta a los cuatro rumbos: Ay, malhaya, malhaya – vengo diciendo – que me quiten el gusto -de estarte viendo…

¿Motivos para exaltar al Fox enamorado? Pienso en esas historias de amoríos clandestinos, sórdidas historias, de tantos de sus antecesores. López Mateos: un garañón que, carisma, juventud, coche deportivo y buen físico, para negocios de cachonderías le echó de ribete el prestigio de la figura presidencial. Luego eso sórdido, grotesco, que fueron los amoríos de un adefesio todo dientes y jetas, un Díaz Hordas que a espaldas -a lomos- de doña Guadalupe se refocilaba con los silicones, las cirugías y lo todo postizo, incluyendo los lunares, de cuanta bataclana accedía a soportar, por amor al billete, que el hocicudo me la dejara toda embijada de sangre fresca (Tlatelolco) donde hubiese puesto las manos: tetas, glúteos, entrepierna y anexas. Grotesco.

¿Alharaquiento el amor de Fox? Compárenlo con el miserable del que en vida y ante familiares y públicos funcionarios se vació en una descabellada compulsión por todo lo que oliera a pompa(s) y circunstancias, ese López Portillo que de Los Pinos hizo leonera, con el teléfono rojo como instrumento para enlaces de pantaleta según me contó con inexplicable confianza don Jesús Reyes Heroles; que de su tiempo vital hizo un alardoso currículo de garañón y padrillo, de morueco y burro manadero. Y que a familiares y colaboradores se les caiga de vergüenza Ajena. (No voy a profundizar, porque no me consta, aunque los conozco, en los chismarajos que acompañaron a De la Madrid cuando ocupante de Los Pinos. Pesqueira, Salinas, etc.)

Feo, pelón, chaparrín, orejudo y cascorvo, tipluda vocezuca de pito de calabaza como aspirante a las Mes de amor, ¿habrá ente más desdichado que el mothernizador? Pero qué maquillista no será el dinero para una ambiciocilla que a la hora de la intimidad cierre los ojos y las apriete, refiérome a las quijadas. ¿Cuánta estrellita de buen canal (el de las estrellas) no se involucró con el que se decía de Agualeguas? De culiprontos tales reflexionó en aquel entonces la inefable tía Conchis, conserje del edificio:

Pior es chile y Agualeguas, han de decir.

Frente a tanta indignidad y cachondería de compra-venta y trasputín, mis valedores: ¿no son de admirar las públicas muestras de genuino amor (hoy en La Estancia como ayer en Los Pinos), por más ostentoso, por más estentóreo, que nos parezca? Al hombre aludo, no al atrabiliario que usara de taparrabos la investidura presidencial. Tal dije entonces, y rectifico, de plano, y me la muerdo Qa lengua): ¿cuándo me iba a imaginar a dónde lo conducirían, a dónde nos conducirían (a usted, a mí, a México) unos amores que así se salieron de madre? Mis valedores: los amoríos de los crápulas de anteriores sexenios sólo nos costaron joyas, viajes, el catre de alguna emperatriz. Pero Fox…

Si Vicente quiere a Marta – y ella es todo su querer – ya la besa, ya la exalta -ya no sabe ni qué hacer.

¡Ya supo! ¡Vamos, México! (Dios…)

Como el recién casado…

¿Me permiten que esta vez, mis valedores, les hable de mi persona? Para empezar: codo, agarrado, amarretas no soy, pero manirroto, tampoco. Tengo, por otra parte, un empleo razonablemente seguro, y hueseando aquí y allá logro completar mi gasto y el de los míos. Por cuanto a mis costumbres y aficiones, que es de lo que quiero hablar ante ustedes…

Aficionado al buen cine lo fui en otros tiempos, pero de mala manera me expulsó la nula educación de esos mediocres que llegan a la sala cargados con botes de helados, refrescos, palomitas de maíz. Y a pasarse la película regodeándose con los ojazos de Harrison Ford mientras a trago y trago, cronchi-cronchi, remuele y remuele, eructo y suspiro abajeño, intercambian comentarios acerca del vestido de la Jody Foster y el peinado de la Angelina Jolie. ¿Películas chinas, iraníes? Ay, no, qué horror, a esas ni se le entienden. Hollywood qué diferencia. Mira ahí, qué mono el Richard Gere…

ítem más: parrandero no soy. Antros, no los conozco. ¿A mi edad? Ridículo. ¿Deportes? De vómito. Decir deportes es referirse a la acción personal: juego, toxinas, sudor, endorfinas, no que me siente a dos nalgas frente a la sección de deportes para leer la sesuda opinión del merolicronista, que pontifica sobre el hecho trascendental de que Blanco se trompeó con Chainguiño, que por poco cae al área penal de El Altiplano…

Modas. Para mí esto de estar a la moda ya pasó de moda, como también la perspectiva de viajar. No, y la suprema cursilería de los nuevos ricos, que en la sección de sociales exhiben el grado de su incultura, mediocridad, zafiedad; de su nuevo-riquismo muy al estilo de Marta, con todo y sus ashagunes. Mis valedores: ¿qué tanto de inculto, mediocre e irracional se precisa para perder el tiempo en los «mensajes estrelleros»? ¿Pudiera yo sorprenderme curioseando lo que para mi futuro predicen los astros con astros de la engañifa y la charlatanería de la alzada de los adivinos de pacotilla que desde las páginas del matutino anuncian el horóscopo de vírgenes como yo? Virgen, sí, aunque no por muchas horas, que doña Tula se tarda un poco más, y amanezco libra. En fin.

A pornografías no soy afecto, ni a los desfiguras de una gringa joven que desde el remoto universo del alcohol y las drogas enseña, para el babeo de los impotentes, que calzones no le cubren una entrepierna mal rasurada, pero que, en cambio, sostén tampoco llevan sus pechos. Como ilustración del periódico no me interesa tal espectáculo, espectaculito o espectaculazo. Lobos se dicen los que se regodean con la pornografía impresa, pero no, jovencitos de espinilla a flor de piel, adultos impotentes, viejos decrépitos. Y ya.

No, las caricaturas gringas para nada me importan, ni les encuentro gracia ninguna, ni voy a permitir la manipulación ni la filtración de valores ajenos a mi idiosincracia y a mi modo de ser. ¿Yo, gringo de cuarta? ¿Yo..?

Amarretas, repito, no soy, pero manirroto menos, y a esto quería yo llegan sábados y domingos, muy temprano en la mañana, antes de prepararme mi desayuno (vivo solo y mi alma, solo me hablo y solo me contesto, solo pongo en mis manos el par de huevos y solo y mi alma los pongo a freír con choricín y cebolla), voy al puesto de la esquina y regreso cargado con cinco o seis de los matutinos. Kilos calentándome el sobaco, y entonces…

Ya freí mis huevos, ya me acerqué mi café, ya me traje una rodaja de pan (¡no Bimbo, sino Mi General), ya me dispongo a enterarme de lo que ocurre en México y el resto del mundo, allá donde los países tienen a orgullo poseer un gobierno, un gobernante, un estadista, tal vez, y ministros e instituciones, suertudos ellos. Y mis valedores, es entonces cuando me arde el derroche. Me duele entonces haber pagado medio centenar de pesos por el desperdicio descomunal Yo, ¿vendo, algo, acaso? ¿Algo estoy por comprar? A la basura avisos clasificados, con todo y sus ofertas y solicitudes de empleo. Yo, ¿interesado en la moda? ¿Yo? Al demonio (bueno, al cesto). ¿Me interesan las hazañas futbolísticas del orgullo nacional, un tal Gío? A la fregada la de deportes, y así la de modas, y la de sociales, y la de turismo, y la de las gringas alcohólicas y drogadictas que prescindieron de los calzones. Al final, a lo resignado: forrada de anuncios comerciales a doble página, la primera sección, que se encarga de forrar de lodo a Marcelo Ebrard mientras clama que ya encuentren a alguna escuincla que se les perdió en Portugal. ¿Las víctimas del invasor en Irak, esos pedazos de carne sangrante? Esas no cuentan, ¿o son inglesas, acaso, y se llaman Madelaine..? Total:

Yo, frente al deshojadero de diarios, como el recién casado en los viejos tiempos: ya deshojada la novia de vestido, refajo, corpiño, polizón, fondo, faldillas y similares, él suspiraba: «¿nomás esto nos vino quedando?» Así yo. Qué desperdicio de papel Y en un país pobre como es el mío. (México.)

¿Nuevo crimen político..?

Tal es el encabezado de la nota, estremecedora en su laconismo, donde el matutino manifestaba inquietud y temores en torno a la suerte que hubiese corrido el temerario legislador que desde la tribuna del Congreso y en un documento que circuló de manera clandestina se atrevió a cuestionar al presidente del país. La nota apareció en un periódico de esta ciudad con fecha 10 de octubre de 1913, el año del cuartelazo de los Blanquet, Mondragón, Félix Díaz y el macabro espadón Victoriano Huerta. Yo, por mi parte, la transcribí hace un año para conocimiento de algunos de ustedes, que ignoraran detalles de la atrocidad. Porque, mis valedores, en lo que atañe a la Historia, la letra con sangre entra, pero hoy mismo nos negamos a aprovechar sus lecciones. Aquí un texto que expone el clima ominoso (crimen, represión, sangre derramada) que se vivía en esta ciudad capital y el resto del patrio territorio hace 94 años, cuando la bota cuartelera y el espadón se habían apoderado del palacio de gobierno. A la viva fuerza. Hoy, se han desarrollado otras formas, peligrosas formas de tomar ese mismo gobierno. La historia:

«Ciudad de México, 10 de octubre de 1913. No hay noticia alguna sobre el paradero del senador chiapaneco Belisario Domínguez, que fue secuestrado antenoche por agentes de la policía reservada, en sus habitaciones del Hotel del Jardín, situado en las calles de Independencia. Se teme por la vida del legislador que enjuició duramente al general Huerta desde la tribuna del Congreso, y luego en un severo documento público. La Cámara de Diputados, en su sesión de ayer, acordó nombrar una comisión que investigue lo sucedido al doctor Domínguez. Muchos opinan ya que el asunto no se refiere sino a uno más de los crímenes políticos que, a partir del cuartelazo del nueve de febrero pasado, se han venido cometiendo en el país. Recordemos algunos.

El diputado Gustavo A. Madero y el intendente de Palacio, Adolfo Bassó, muertos en la Ciudadela; el presidente Madero y el vice-presidente Pino Suárez, asesinados en las afueras de la Penitenciaría; un número desconocido de personas ejecutadas en las demarcaciones de policía y en los cuarteles, durante lo que ya todo mundo llama decena trágica. Pero hay más casos: el depuesto gobernador de Chihuahua, Abraham González, fusilado en Mapula; el joven general maderista Gabriel Hernández, fusilado en la cárcel de Belén; el diputado suplente Néstor Monroy y diecisiete personas más, asesinados en Atzcapatzalco; el diputado Adolfo C. Guiñón, fusilado en San Jerónimo, Oax.; el diputado Serapio Renden, sacrificado en Tlalnepantla; el periodista y poeta nicaragüense Solón Arguello, asesinado en Lechería. Fuentes bien informadas aseguraron que en todos estos casos las órdenes de ejecución provenían de las más altas autoridades del gobierno huertista».

Así fue, por desgracia; a la hora en que apareció la nota de prensa ya el legislador chiapaneco había desaparecido, que cayó bajo los plomos de los sicarios del dictador, y todavía más grave: de la fecha infausta, 8 de octubre de 1913, al día de hoy, Belisario Domínguez ha sido sacrificado no una vez y no sólo por el «chacal» Victoriano, sino tres veces, cuéntenlas: su muerte física, el haber convertido a un varón de virtudes en «premio», y el haber otorgado tal «premio» a seres descalificados, de la catadura de aquel Fidel Velázquez, ¿lo recuerdan ustedes? ¿Lo habrán podido olvidar? Así se quejaba hace ocho años el Comité Chiapaneco para la Celebración del Aniversario número Ochenta y Tres de la Muerte de Belisario Domínguez, y yo lo transcribo tal cual:

«Desde 1953, el Senado mexicano otorga la presea más alta que concede el gobierno de México al ciudadano o ciudadana que se han distinguido por su conducta ética ejemplar y por la defensa de los mismos valores que defendió Don Belisario Domínguez, a saber: libertad de expresión, libertad de asociación, derecho de denuncia y la resistencia civil cuando el Gobierno rompe el pacto social. Durante dos décadas recibieron la presea precursores revolucionarios que en su juventud se opusieron al dictador Porfirio Díaz y al usurpador Huerta. Lamentablemente, el Senado hace mucho tiempo dejó de ser de la República, para ser un apéndice de la corrupta narcodictadura que oprime al pueblo de México, así, los ciudadanos, una mañana nos enteramos que el seudo-senado había otorgado la presea Belisario Domínguez nada más y nada menos que a ¡Fidel Velázquez! el sepulturero del movimiento obrero mexicano, el líder megamillonario del sindicalismo blanco, del nefasto charrismo, pues. A partir de esa fecha, la medalla fue otorgada incluso a políticos enriquecidos a la sombra de la gesta social de 1910. La presea fue devaluada por el mismo poder que debería ser encargado de velar por el respeto al ejemplo que nos dejó nuestro mártir». Mis valedores:

La presea Belisario Domínguez, ¿devaluada? ¿Por quién o quienes? ¿Esta vez a Castillo Peraza, ultraderechista? (Dios.)

Sangre y lodo, Tlatelolco…

Los periodistas al servicio del Poder, mis valedores. La espinosa relación de ciertos periodistas con algunos políticos, relación que a lo largo de los 70 años de PRI-Gobierno fluyó tersa y bien aceitada, y que ahora se tensa, se crispa y se torna conflictiva Hoy (presidentito nuevo, dónde te pondré), estos periodistas se aplican a buscarle carisma y estatura al de Los Pinos, mientras estos otros se dedican a atacar a «López», que así les contesta:

No quieran darse baños de pureza diciendo que son muy objetivos, muy profesionales, porque ya se empanizaron. Han enseñado el cobre muchos comunicadores e intelectuales. Se han quitado la máscara y han actuado como alcahuetes del régimen de la derecha.
Los reniegos de AMLO, sí. Yo, en mis oídos los retumbos de las masas que con la toma de calles y zócalo capitalino conmemoraron la masacre (que no genocidio) de Tlatelolco, reproduzco documentos periodísticos por demás elocuentes. Juzguen ustedes.

En la noche del PRI-Gobierno ciertos periodistas medraron con el ataque gratuito y el elogio pagado. Lo relató en 1999 Mario Renato Méndez, director general de la revista Por Esto: «Una madrugada me llaman y me dicen: ¿Cuánto te tocó? / ¿Cuánto me tocó de qué? / No había reconocido la voz. / No te hagas, que también tú recibiste tierras en Cancún / Me empezó a sonar familiar la voz, pero no la reconocía bien. / ¿Quién habla?, pregunté. Era El Mulixto, o sea Luis Donaldo Colosio. Yo le decía así: Mulix, y él me decía El Grandote. Y empieza la plática y me voy enterando que Carlitos Menéndez Navarrete recibió 300 hectáreas para guardar silencio, silencio absoluto sobre las actividades del narcotráfico en Quintana Roo»

Por contras, el periodicazo contra el movimiento estudiantil de 1968:

«Transformados en opulentos burgueses, algunos montaron una grotesca conspiración golpista en Francia, Alemania y México, para derribar a sus respectivos gobiernos y montar la dictadura marxista Esto ocurrió en el verano-otoño de 1968. Se estrellaron contra De Gaulle y Gustavo Díaz Ordaz, a quienes apoyaron resueltamente sus ejércitos. Además, sólo contaron con la militancia aborregada de la clase social más fácilmente manipulable por su inexperiencia e inmadurez: algunos estudiantes de algunas universidades dominadas por la caterva intelectualoide del marxismo…

Utilizaron a su santón y lamebotas castrista: Lázaro Cárdenas, quien montado en el toldo de su auto, en el zócalo capitalino, arengó a una masa de gritones para ocupar Palacio Nacional. La respuesta de los motineros fue el lema favorito de los enemigos de México: «¡Revolución Sí, Olimpiada No..!»

Pero los obreros, los campesinos, las clases medias y la Nación entera les dieron la espalda, repudiando su intentona golpista (…) Los muchachitos ingenuos que siguieron a los intelectualoides apoltronados en sus despachos de la UNAM, fueron las víctimas de esa criminal conjura.

El 2 de octubre de 1968, los traidores lanzaron a las juventudes a su última trampa sangrienta (…) La estrategia sería provocar a nuestras Fuerzas Armadas (…) Nuestro Ejército Mexicano no cayó en la trampa. Nuestros soldados y su jefe en aquella tarde, Gral. José Hernández Toledo, fueron agredidos inicialmente por los francotiradores terroristas que previamente se habían escondido en lo alto de los edificios. La respuesta fue doble: el Ejército protegió primeramente a los civiles que se vieron envueltos en la balacera Y después dirigió el fuego contra los francotiradores. El complot traicionero de la antipatria roja fue aplastado y el Ejército Mexicano salvó a nuestra nación (…) Si México es libre actualmente es gracias a la valerosa y fiel acción del Ejército Mexicano, que afrontó la guerrilla del golpismo extranjerizante, fundado en las férreas y patrióticas voluntades del Presidente Gustavo Díaz Ordaz y del General Marcelino García Barragán, su secretario de la Defensa

Al ser designado embajador en España en 1977, ya como ex presidente, el licenciado Díaz Ordaz recordó en una tempestuosa entrevista de prensa, que si de algo se sentía orgulloso era de su conducta en esos trágicos meses del otoño del 68, pero de lo que más se sentía seguro y orgulloso era de sus acciones ese 2 de octubre, pues había puesto todo en la balanza ‘mi seguridad, mi nombre, mi honor, mi vida misma pero al fin salvé a México de haber perdido nuestra libertad. Eso lo estamos gozando todos, incluso usted, muchachito, pues si no hubiera ocurrido así, usted no estaría allí preguntando’.
Sí hubo ganadores y sí hubo derrotados. La conjura comunista del 68 fue la gran derrotada En cambio, México y sus libertades salieron ganando, gracias a la firmeza patriótica de Gustavo Díaz Ordaz y nuestro Ejército Nacional. ¡Y que sigan chillando su hecatombe los huérfanos del Kremlin..!»

El periodismo, mi oficio. (Dios.)

Ruiz Massieu, piedra de escándalo..

En política todos son traidores; la diferencia consiste en que unos no saben que lo son… (J. Francisco R.M)

En septiembre lo mataron. Un miércoles, día 28. De esto hace ya 13 años corridos. José Francisco Ruiz Massieu, piedra de escándalo en vida. En su muerte, el olvido. Y la paz. Leo referencias a Claudia Ruiz Massieu Salinas, hija del fallecido:

«Diputada federal Espera su tercer hijo. Algo o mucho tiene de José Francisco Ruiz Massieu, quizá su mirada, la sonrisa…»

O su fortuna, del tamaño de aquellas que la corrupción lucrativa e impune les permitía acumular. Eran los tiempos del PRI-Gobierno. Como los Ruiz Massieu, según todos los indicios. Memoriosa, Claudia: «La herida no cierra. Pesa, y mucho, su ausencia física, pero nos dejó su pensamiento».

¿Su pensamiento nada más? ¿Nada de la fortuna que José Francisco y honorable familia amasaron en muy pocos años, a lo demencial, a lo arrebatado, a lo impune? Porque una fortuna de tal cuantía, jura la lógica, nunca de los nuncas se hubiese acumulado con base en los puros salarios de la familia Pero, mis valedores, es México. Y como para probar nuestra capacidad de asombro e indignación o las infinitas reservas de indiferencia, desidia y pasividad de las masas, van extractos del reportaje que en torno a la repentina fortuna económica de los Ruiz Massieu publicó Gloria Leticia Díaz en el semanario de hace algunos ayeres:

«En 1953, cuando la familia Ruiz Massieu se instaló en Acapulco, su única propiedad era una casita en la popular colonia Vista Alegre. Hasta 1965, la familia era de clase media. En 1987 José Francisco llegó a la gubernatura de Guerrero. A apenas dos años de iniciada su gestión, Armando Ruiz Quintanilla (el padre) fundó Productos Acuícolas de Guerrero, para la comercialización y exportación de productos del campo. Arturo y su esposa, al propio tiempo, crearon Corporación Publicitaria del Pacífico. En 1990, Ruiz Quintanilla aparece como administrador de la compañía de bloques de cemento Prefabricados de Resistencia de Acapulco, que más tarde sería denunciada públicamente porque se descubrió que el cemento que utilizaba era el que distribuía Pronasol, y que había vendido al municipio de Acapulco material de construcción para el Bulevar López Portillo.

Político rico, pobre político, porque lo debilita su patrimonio…

Desde 1990, la familia comenzó a adquirir propiedades. Marisela compró una, y Arturo dos. Los Ruiz Massieu crearon Constructora e Inmobiliaria Ruma de Guerrero y Promotora y Administradora de Proyectos Turísticos, Comerciales, Industriales e Inmobiliarios. La otra empresa, encabezada por Arturo y Armando, se dedica, según folio 2708 del Registro Mercantil, a la venta de billetes de lotería instantánea y Lotería Nacional..»
Pero fue 1992 el año más próspero para la familia Ruiz Massieu, cuando a José Francisco ya sólo le quedaban dos años de gobierno; se compraron dos compañías y adquirieron siete propiedades. Armando Ruiz Quintanilla adquirió un terreno de veinte mil metros cuadrados en La Sabana; su hijo Arturo compró dos edificios en un predio en el que se creó un fideicomiso; su hermana Marisela aparece como fideicomisaria, él como fideicomitente, y Banamex como fiduciario…

Marisela recibió de su hermano José Francisco doscientos permisos de taxis que fue vendiendo a 150 mil pesos cada uno. Alguna nota periodística habla de 300 permisos. Arturo, mientras tanto, compró una casa en Las Brisas, otra más en Jardín de Los Amates (8,827.90 metros cuadrados, que en 1995 se extendieron a 10,004); la empresa Tropical Safari, dedicada a la administración de bares, restaurantes y discotecas, más otras propiedades a nombre de Mario Ruiz Massieu…

Armando Ruiz Quintanilla adquirió ocho propiedades: dos edificios con 54 departamentos en Carabalí, tres edificios en el ex-ejido Santa Cruz; una propiedad en Hornitos y Costera Miguel Alemán; un edificio de condominios en La Quebrada y un predio de 3,668.98 metros cuadrados en Zihuatanejo.

Las propiedades de José Francisco en Acapulco están registradas bajo el nombre de la compañía Basihuare, según declaraciones de su hermano Mario en la Corte del Distrito Sur de Texas, división Houston. Casas, residencias, empresas como la HYH. A principios de 1994, ante el levantamiento zapatista, José Francisco decide sacar del país gran parte de su riqueza…

Destino trágico el de esa familia, mis valedores, que incluye la violación de una joven por parte de alguno de los hermanos Ruiz Massieu, con un resultado fatal de suicidios y asesinatos, y yo me atrevo a decir: trágico, sí, pero muy merecido. (¿O no..?)

Qué nombres para un corrido…

Estoy mirando las fotos del matutino. Las observo e intento adivinar lo que el hombre y la mujer ahí retratados estén pensando a estas horas, ya en manos, crudelísimas manos, de los de uniforme. Reviso la vera efigie de «El Tigre», nada menos que «El Tigre», o sea un tal Juan Diego Espinosa Ramírez, narco segundo en la jerarquía de la banda colombiana de Valle del Norte, según la nota de prensa Contemplo la foto de la compañera sentimental de «El Tigre»: «La Reina del Pacífico», ni más ni menos, brazo derecho de capos de la alzada de El Mayo Zambada y El Chapo Guzmán. Sandra Avila Beltrán, del cartel de Sinaloa «La Reina del Pacífico». Qué alias para un corrido…

Miro las fotos, las observo hasta bizquear, y válgame, que a tales delincuentes les advierto tamaños para la epopeya en la imaginería popular que ha erigido capillas y altares a Jesús; sí, pero a Jesús Malverde, delincuente que murió a manos de la ley. Las hazañas delictivas de La Reina y su Tigre dan la exacta medida del acordeón pespunteado con el bajo sexto que a los cuatro vientos desparramen las hazañas de esas vidas casadas con la violencia, y que en la contienda traicionan o son traicionados, y entonces la traición va a arrojar restos humanos, desgarrados restos, y cabezas sin cuerpo y cuerpos descabezados. En la venganza demencial hablaron el rifle de alto poder, la ráfaga de metralleta la granada de fragmentación. Y el rival, hecho garras, ¿reconocible. Y las A-K-47 a la guarida, otra vez…

Los capos del narcotráfico, mandones de los carteles del Golfo, de Juárez, de Sinaloa que malviven de traicionarse, vengarse, cobrarse afrentas, y masacrarse unos contra otros, todos contra todos, solos o con la ayuda de sus aliados de uniforme en su cotidiano pleitar contra los uniformados a los que aún no han podido o querido cooptar; en rudas batallas contra los agentes de la CÍA norteamericana que, encubiertos o a la descubierta, en el territorio nacional (los vende-patrias, una vez más) combaten a productores y distribuidores de droga Los capos del narcotráfico…

Vidas hazañosas: El Señor de los Cielos, El Chapo Guzmán, Osiel Cárdenas y el Güero Palma, los hermanos Arellano y Caro Quintero, el Mayo Zambada y tantos más. En la cárcel algunos, prófugos los más, o escondidos, cuando no bajo tierra o tantito peor: en las manos del gringo, donde los fueron a depositar los Judas entreguistas al servicio del vecino imperial. Los Pelones, los Zetas, los kaibiles de Guatemala, vidas dañeras, azarosas vidas, corazón bandolero de quienes se juegan su resto en el águila o sol de la cotidiana violencia Porque en la disputa de territorios su sino es la rociada de plomo a la vuelta de cualquier encrucijada del camino; que los narcos pelean en distintos frentes y, siempre contra la ley, imponen la ley de la selva, la del más fuerte, la del mejor armado, del mejor custodiado, por ganar mercados para la droga, y afianzarlos y expandirlos. «El Tigre…»

Así es el comercio de la droga en México. Con esta mano envenena el país y con esta otra le proporciona las divisas con las que, mano a mano con PEMEX y las remesas del indocumentado, equilibran su economía y le dan el qué comer. Y que a partir de la escuela primaria envenene a las nuevas generaciones, esas encargadas de rescatar el país del flagelo del narcotráfico…

Todo este comercio se perpetra en la impunidad. El Chapo Guzmán, por ejemplo, recién casado en luna de miel. Fue en la población de Canelas, Durango, donde se llevó a cabo la ceremonia, con todo y juez de lo civil y cura católico si también casorio por la iglesia La boda, rumbosa y alharaquienta fue del dominio público, y tuvo de invitados a algunos funcionarios encargados del combate al narcotráfico. Lo usual. Es México.

Una plaga purulentosa; una pústula en el organismo de la sociedad. Una matadura ya agusanada, esta del narcotráfico. ¿Por qué eligieron habitar en el corazón bandolero del peligro, arriesgando cada día la libertad y la vida? ¿Masoquistas? No, que el tráfico de drogas les reditúa millonadas, y en moneda nacional (dólares). ¿Y a esa cáfila de dañeros de miércoles, a esos Chapos, Tigres y reinas del Pacífico componerles su corrido? ¿A esos..?

Millonadas cosechan en los sembradíos de estupefacientes que ha de envenenar a gringos y a con-nacionales. Pero un consuelo me queda, y a esto quería yo llegan ellos se enriquecen hasta la náusea; ellos, que en materia de espíritu nada son, acumulan bienes materiales, y entonces se tornan exhibicionistas y alardean de su pésimo gusto en los bienes que adquieren con los dólares mal habidos. Porque los narcos tienen, pero no son. Pero en la empresa echan por delante la vida la familia la libertad. Ellos arriesgan la cuera ¿Y los políticos, mientras tanto? ¿Y Fox? ¿Y la Marta? ¿Y los hijos de toda su reverenda Marta, los Bribiesca Sahagún? ¿Esos qué tiznaos arriesgan?

La Reina, celda con celda de una rival, Cantalicia Qué nombres para un corrido. (En fin.)

Díaz Hordas…

El llanto se extiende, las lágrimas gotean allí en Tlatelolco. ¿A dónde vamos? ¿Oh amigos! Luego, eso fue verdad. Ya abandonan la Ciudad de México. El humo se está levantando. La niebla se está extendiendo…

México, 2 de octubre, 1968 – 2 de octubre, 2007. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide que fue un día como hoy, pero de hace 39 años, cuando la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, anocheció nublada de cadáveres, para que al siguiente día los habitantes de esta ciudad capital amanecieran con la agitación, la expectación y el ánimo enfebrecido, mientras que arcos olímpicos y banderas tricolores colgaban aquí y allá y tremolaban al viento de otoño como signos de confraternidad, al tiempo que el autócrata represor, el de las manos tintas en sangre, clamaba a todos los rumbos de la rosa de los vientos:

«¡Todo es posible en la paz..!»

Y cuán efectivas las estrategias del Poder después de la noche de Tlatelolco, otro día la Plaza de las Tres Culturas iba a amanecer pulcra, recién relujada, como si horas antes no hubiese anochecido erizada de cadáveres. ¿Cuántos civiles muertos? Doscientos, según documentos desclasificados en Washington, por más que muy otra es la historia oficial: fue en 1978 cuando los reporteros se acercaron al general José Hernández Toledo, jefe que fue del Batallón Olimpia la tarde infausta de Tlatelolco:

– General, ¿realmente falleció el número de personas que se afirma murieron el 2 de octubre del 68?

Rotunda, la respuesta del ameritado militar (¡por el honor de la patria!):

– No, miren, en Tlatelolco no falleció ninguno.

La historia oficial, ese oficial e interminable embuste; ese interesado manipuleo de la crónica que viene desde Tlacaélel (¿desde antes?) en una tradición que han mantenido los alquilones al servicio del Poder, como aquel nombrado Rafael Solana, hoy difunto y ya desde antes muerto en vida, esa que dedicó a quemar incienso a los premios literarios, al presidente en turno y a la «belleza» de la que fuese «primera dama». De la masacre (¡no genocidio, señor Carrillo Prieto, fiscal especial para los crímenes de la guerra sucia instrumentada por Echeverría desde 1968 hasta la década de los 70s!); de la masacre de Tlatelolco, repito, lo publicó en el semanario el Solana de marras:

– Ganas de exagerar que tiene la gente. El 2 de octubre fue una catástrofe de muchísimas menores proporciones que un accidente de aviación no muy grande, o que unas vacaciones de Semana Santa en las carreteras del país, mucho menor que el incendio de un teatro, ¿y a eso se le ha pretendido dar dimensiones de epopeya? ¿Y se ha llegado a la exageración ridicula de decir antes de Tlatelolco y después de Tlatelolco? Pero cómo, ¿acaso, cuando el choque de trenes en Topilejo, se llegó a decir antes de Topilejo y después de Topilejo? Qué ganas de exagerar…

Que Tlatelolco nunca más. Ni el de la derrota de los meshicas ni el de la masacre de mestizos por parte de un Sistema de Poder autocrático y autoritario. Hoy, cuando aquí, allá y en todos los rumbos de la rosa se encienden los focos rojos; hoy, cuando las aguas bajan turbias y parece que el Poder intenta despertar al México bronco, es como para decir desde lo íntimo del cogollo del espíritu: que Tlatelolco nunca más. Nunca..

Y todo esto pasó con nosotros. Nosotros lo vimos, nosotros lo admiramos; con esa lamentosa y triste suerte nos vimos angustiados…

Bueno, sí, pero más allá de la historia oficial, ¿qué fue lo que realmente se perpetró en Tlatelolco? ¿Cuáles fueron sus antecedentes, y qué consecuencias produjo en nuestro país? Lo apuntaba hace un par de años The York Times: «Si la historia la escriben los ganadores, la de México podría estar a punto de sufrir una importante corrección». Sí, porque según el diario de EU., «cuando candidato, Vicente Fox prometió formalmente una Comisión de la Verdad«. Mis valedores…

¿El diario neoyorkino creyó la palabra del candidato Fox? ¿La creyó alguno de ustedes? ¿Le creyó a Fox? Y es que, a decir del dicho periódico, «la Comisión de la Verdad podría ser una ventana hacia un panorama de secretos, una caja de Pandora política De ser abierta, podría destruir al Revolucionario Institucional, que durante 71 años de dominio en México controló el flujo de información, los archivos del Estado y la versión oficial de la historia. Muchos capítulos de la versión oficial son falsos o están llenos de huecos…»

Por contras, mis valedores: algunos vislumbres de la verdad se columbran en ciertos documentos que el general Marcelino García Barragán, Secretario de la Defensa Nacional en el sexenio del matancero, reveló a Javier García Paniagua hijo suyo. (Sigo mañana)

La memoria histórica

¡Cristianismo sí, comunismo no! Y al pregón reaccionario el fanático de ultraderecha, cristero ayer y hoy de El Yunque, en Tlatelolco encendió la hornaza de una masacre descomunal. Hoy mismo, a estas horas, sigue imponiendo su ley. A como dé lugar. Y está a punto de convertir en llamarada el rescoldo del descontento popular atizado por las desmesuras del Poder. Y la memoria histórica..

Fue allá por septiembre de 1968, con un intervalo de días, cuando se escenificó una de las maniobras con las que se encenderían los ánimos de unas masas manipuladas que fácilmente cayeron hasta la bestialidad del linchamiento en San Miguel Canoa, allá por los rumbos de Puebla Septiembre de 1968; lo proclamaba el matutino, tono triunfal:

¡Manifestación Anticomunista en la Plaza México..! Cerca de 12 mil ciudadanos y jóvenes (sic) se congregaron ayer para realizar un acto de desagravio a nuestros símbolos nacionales, que derivó en una exacerbada manifestación anticomunista Gritando: ¡Vivan los granaderos! ¡Viva México! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, comenzaron a llegar, desde las once y media de la mañana en compactos grupos que antes hablan participado en otra manifestación en la Basílica de Guadalupe.

A las 12 horas, 3 mil mujeres, jóvenes y ancianos, habían extendido numerosas mantas y exhibían pancartas: ¡Comunismo en México, jamás! Cristo Rey, tú reinaras, Contra los traidores, Muera la bandera rojinegra, Dios, patria, familia, libertad, Cristianismo si, comunismo no, Apartidas comunistas fuera de México, etc…

El principal organizador, desde un micrófono, dirigía las porras: ¡México nunca será comunista! ¡Viva México! ¡Mexicano! ¿Estás dispuesto a defender a tu patria? Los gritos, las porras: ¡México, México!, subrayadas por el rítmico chocar de las manos de los asistentes: ¡Vivan los granaderos! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Muera Castro Ruz! Cuando ya habla allí cerca de 12 mil personas, los dirigentes de la Coalición de Organizaciones para la Defensa de los Valores Nacionales dieron la orden y un grupo de muchachos salió al ruedo con un monigote hecho de cartón que representaba a los guerrilleros: gorra cuartelera, camisa y pantalón verde, luengas barbas, en las manos un libro nefando: el diario del Che…

El vocerío creció: gritos exasperantes (sic) exigían: ¡Quémenlo, quémenlo, quémenlo!, y quienes tal pedían subrayaban su exigencia con enérgicos ademanes, con el pulgar tenso, apuntando hacia la arena Alfonso Aguerrebere, desde el micrófono, estimulaba esas manifestaciones: ¡Queremos Ches muertos! ¡Mueran todos los guerrilleros apartidas!, volvió a gritar, y la multitud respondía exaltada ¡Mueran! Alguien, en la arena junto a un camión en el que había unas mantas con las siglas del MURO, exigía nervioso: ¡Gasolina dónde hay gasolina! Otros acercaron cerillos al guerrillero y, segundos después, todo allí era fuego, gritos incontenibles, casi histeria Los presentes entonaron nuestro sagrado Himno Nacional Mexicano.

Mantas y pancartas: El comunismo destruye a la familia, Comunismo en México nunca, Muera el comunismo, Dios, patria, familia y libertad. ¡Viva México! ¡Muera el comunismo! ¡Viva la Virgen de Guadalupe..!

De ahí al linchamiento, un solo paso: Puebla 18 de septiembre, 1968. «Un campesino y tres excursionistas fueron linchados por los habitantes del pueblo de San Miguel Canoa Personas desconocidas, instigadas por el cura católico Enrique Meza, azuzaron a los habitantes contra el grupo, diciéndoles que se trataba de un grupo de comunistas…
Los sucesos se iniciaron el sábado por la mañana cuando un grupo de excursionistas empleados de la Universidad Autónoma de Puebla y un amigo procedente del DF trataron de ascender al monte Malintzin a cuyas faldas se encuentra San Miguel Canoa Obligados por el mal tiempo regresaron al pueblo y por lo avanzado de la hora no les fue posible hallar transporte hasta esta ciudad. Iban a pernoctar en San Miguel Canoa, pueblito de 5 mil habitantes. Buscaron asilo. Se les negó. ¿Serían abigeos? El campesino Lucas García ofreció a los jóvenes su casa Al rato, las campanas de la capilla repicaban y por el micrófono del Zócalo se informó: había un grupo de comunistas, e iban a izar una bandera rojinegra Dos mil lugareños armados con rifles, cuchillos y pistolas, fueron a la casa de Lucas, exigiendo la entrega de los excursionistas. De nada valieron las explicaciones; él fue sacrificado a machetazos, y con él los empleados de la UAP. De milagro escaparon cuatro, uno fingiéndose muerto tras de recibir un machetazo en la cabeza.»

Las fuerzas de ultraderecha mis valedores, que así, para su provecho, manipulan a unas masas dogmáticas, ignorantes y atacadas – atascadas- de prejuicios. (Lóbrego.)

Ah, corazón solitario…

(¿Asi me pagas, mujer, que cada noche te sueñe..?)

El amor, mis valedores, ese espeluzno y ese fogonazo que es estado de gracia para el humano y tiro de gracia (plena) contra la humana soledad. En los albores del mito, dice Platón, hombre y mujer formábamos pareja soldada a los omóplatos, carne a carne, rostro y sexualidad enfrentados. Tanta era la fuerza de la pareja que Zeus, temeroso del golpe de estado, nos dividió y arrojó a deambular por los andurriales de la humana soledad. Desde entonces ellas y nosotros el tanto de nuestra vida la vivimos desalados, buscando a ciegas a quien se unía a nuestros lomos. «Si yo te hubiese encontrado / no fueran tantas mis penas / ni andaría por ahí, perdido /mirando caras ajenas…»

La humana soledad. Quien niegue tan ruda dolencia que a todos lastima o lastimó alguna vez, se engaña o nos quiere engañar. Y qué de afanes, ansias y desazones; qué de recursos despliega el solitario por tratar de enganchar a aquella que lo libere de la soledad. Todo el encanto y la capacidad de seducción, desde la mirada insinuante hasta las alocadas promesas que suelen desembocar en la nada. Todo, con tal de tener consigo a la única…

Y el último recurso para viejos, ineptos o acomplejados: el tercerón, el casamentero, el club de corazones solitarios que, cuota en metálico de por medio, facilita a ellas y ellos, durante un par de horas, la humana convivencia Conocerse, y tal vez…. Patético,
Yo, en mayo del 2006, a invitación de la dueña del club estuve en un sitio de esos. Una hora soporté aquel ambiente y huí sin despedirme de nadie. Solo llegué y solo creí desatar, pero no, que detrás se me vino alguno; nervioso él, tenso, ansioso. Pero un momento, no pensar mal; heterosexual, como yo, «por servir a México» me requería ¿Un alucinado? Bajo la llovizna nocharniega salí del club y me dirigía al BMW (el volks. cremita corrijo), cuando en eso, a mis espaldas: «Mi valedor». (¡Quise huir!)

– No se asuste, yo soy miembro activo. (¡Peor todavía!) «Miembro activo, pero del club». Me tranquilicé. Me detuve. «Por lo visto, dije, ni usted ni yo pescamos nada Solos entramos y solos nos vamos. Mala suerte».

– ¿Mala suerte? Mejor no pudo haber sido. ¿Me acepta un café para celebrar su buena fortuna? De vida o muerte lo que tengo que decirle

Válgame Y sí, ahí estábamos, yo chiquiteándome aquel negro bien caliente Un café. Y sí, que yo, con acceso a radio y periódico, intentase salvar a todos ustedes y salvar a México. Nada más. Válgame «No exagero, y aquí las pruebas: ¿captó la calidad de gente que asiste al club de los solitarios? ¿Notó la clase de candidatas con las que el desesperado puede ensartarse?»

Ah, misógino. «¿Y los varones? ¿Ellos sí son una ganga?»

– Aquí ellas son las que importan. ¿Captó usted a las candidatas? Todas con una vida ya hecha y un destino ya destrozado. Enteras cuando cayeron en el amor; y confiadas, ilusionadas, enamoradas hasta las telillas del corazón, a ojos cerrados se entregaron a su amor. Vidas hechas y deshechas son lo que ofrecen a la pareja potencial. Integras fueron cuando parejas primerizas; desnaturalizadas se ofrecen hoy, erosionadas tras de una convivencia de sufrimientos y pérdida de autoestima Agrias ahora tras el fracaso de su pareja inicial, han criado sentido, se han vuelto mañosas y esconden impulsos homofóbicos y revanchistas, Ahí el peligro del solitario: irse a enganchar con una masoquista tal vez, una amargada, una inescrupulosa ¿Capta el peligro?

– Yo no fui al club por buscar pareja

– Su obligación, por civismo y amor a los mexicanos, es advertir en Radio UNAM a la posible víctima «Cuidado, López Obrador, en su marcha a Los Pinos. Viudo como es, mucho cuidado con recurrir al club de corazones solitarios. No lo haga por usted sino por nosotros. ¡Que no me lo vaya a engatusar alguna aventurera vida hecha y destino deshecho, que vaya a ventear la oportunidad y pegar el salto hasta las alturas, y se pueda marear, y se enferme de una desbozalada ambición y por satisfacer impulsos púbicos robe los dineros públicos, y despilfarradora como nueva rica protagónica y exhibicionista vaya a poner en peligro el país! ¡Tome ejemplo de naufragios ajenos y destinos patéticos!» ¿O a usted le gustaría que el Peje repitiera el caso de Fox con la Marta.?

– ¿Que qué? ¡Eso nunca! ¡Jamás otra abominación! ¡Jamás! ¡Nunca.!

– Ahora que si al Peje le apetece una doncellita limpia y natural, nada maleada todavía hágale llegar esta tarjetita Tengo por ahí una sobrina que..

– ¡Y yo por qué! ¿Soy su alcahuete? -Me di el levantón, y fue entonces: sentí el negro quemándome la entrepierna «Es por México», al verme huir. Ájale «Eche pues la tarjetita». No lo dejaron llegar, pero al menos AMLO ya no está solo, suertudo él. Yo, en cambio… (En fin.)

El árbol de la horca

Tal puede nombrarse el «árbol blanco» (Jena, Luisiana, EU.) destinado para gente de raza blanca bajo el que varios estudiantes negros se atrevieron a sestear hace un año, lo que desbozaló un conflicto de racismo e injusticia que ahora culmina con una tumultuosa movilización de protesta que parece marcar el arranque de un nuevo movimiento nacional semejante al de los años 60, por cuestión de derechos civiles en los Estados Unidos. De la noticia, como de todas las que se generan en el Imperio, se hacen eco todas las colonias. Y el doble discurso, mis valedores. La doble moral de esos puritanos de fachada, racistas de entrañas y corazón. ¿Pues no se indignaron hace un par de años por la emisión de ciertos timbres postales en nuestro país?

Aunque asunto interno de México, los estereotipos raciales son ofensivos sin importar su origen El gobierno mexicano tiene que tomar eso en cuenta…

Asperos, abrojudos estos conceptos de un Scott McClellan, vocero de la Casa Blanca, como también los de un Stephen Hardley, asesor de Seguridad Nacional, título impresionante, al condenar la emisión de los timbres postales con la imagen de un tal Memín Pirigüín, negrito típico mexicano, y yo digo: asqueante resulta ese doble discurso que manejan los puritanos del Norte al escandalizarse (moralina, cinismo, falso pudor) porque una cantante negra de apellido Jackson muestre ante el público un cacho de seno, cuando una de las más rentables industrias, en los Estados Unidos es la pornografía; y ahora el país que es flor y espejo del racismo en agravio de negros y extranjeros, concretamente de los mexicanos («grasientos frijoleros color de lodo»), se crispa, indignado, ante la figura de ese extraño espécimen de color negro que en México cae en el terreno del exotismo barato: Memín Pinguín, sin pronunciar la «u», o Pingüín, pronunciándola, que ni en eso hay consenso entre los pobres de espíritu que consumen bodrio tal. Qué país el del gringo; el nuestro, qué país. En fin.

Yo, por evidenciar ese doble discurso de los vecinos, me acerqué al estudio de Carlos Fontanellas sobre la dificultosa coexistencia del negro norteamericano con sus paisanos de piel blanca durante los tiempos de la guerra civil. Aquí, algunos apuntes:

En un principio fue la rivalidad entre los confederados esclavistas sureños y los estados del norte de Estados Unidos, que los llevó a la Guerra de Secesión de 1861-65. Los esclavos negros intuyeron la gran oportunidad para luchar por su libertad e igualdad mientras en el norte los negros libres intentaron enlistarse con las fuerzas de la Unión. Su entrenamiento militar fue prohibido por la policía El gobierno federal evitó el alistamiento de negros en el ejército. Lincoln los rechazó en 1861 y en los años siguientes.

La presencia activa y la agitación de las masas negras preocupó al gobierno, que creó un Departamento de Colonización con el plan de retornarlos a África o a alguna una isla del Caribe. Fracasó tal política

El negro, por fin, logró enlistarse en el ejército, pero fue objeto del encarnizamiento sureño, que se negó a tomarlos prisioneros; los heridos eran asesinados; el
ejército los discriminaba se les cerraba la posibilidad de ascenso a cualquier rango militar y se les pagaba la mitad del salario que al soldado blanco. Muchas compañías de combatientes negros, ante el problema de la paga adoptaron la digna postura de no aceptarla Paulatinamente se gestarían nuevas formas de explotación de los campesinos negros, quienes fueron forzados a regresar a las plantaciones. Ante su resistencia se emplearon métodos represivos de enorme violencia

El ejercicio del sufragio lo ejercieron los negros bajo el terrorismo racial de los oligarcas que, para mantenerlos alejados de las urnas, emplearon argumentos engañosos, propagaron atemorizantes amenazas, a lo subrepticio organizaron y armaron bandas y crearon sociedades secretas con objeto de imponerse y coaccionar, mediante la tortura, la violencia y el crimen, tanto a los negros como a los simpatizantes blancos.

Entre tales sociedades hay que mencionar al Ku-Klux-Klan, integrado en 1865 en Pulaski, Tennessee, como un club de jóvenes pertenecientes a familias prominentes que rápidamente se extendió por los estados del sur hasta quedar formalmente organizado en 1868 para oponerse a «la influencia africana en el gobierno y la sociedad, prever la entremezcla de razas y defender la supremacía política y social de la raza blanca..»
Otra organización terrorista de los terratenientes se nombró Caballeros de la Blanca Camelia (Lousiana 1867), que también se extendió con rapidez para que la cruz en llamas iluminara los linchamientos de negros. Y el doble discurso y la doble moral: hoy, ante la estampilla postal con el dibujo del tal Memín Pinguín, los gringos se escandalizan y… (Seguiré con el tema)