El gusto se me acabó…

La música de mi tierra, mis valedores, vale decir: sones, gustos y valonas, y a propósito: trovas, falsetes, jarabes qué tristes oigo que suenan, cuando años antes tan jacarandosos me parecían, tan facetos y mitoteros, tan a la medida de la jácara, la bullanga y la imprecación motivosa Hoy, con decir a ustedes que hasta la Marcha Zacatecas me suena a responso. Qué diferencia con lo que ocurría años atrás…

Años atrás yo, un chamaco que malvivía en mis terrones zacatecanos, me acuerdo que cierto día, domingo por la mañana, para inaugurar nuestra escuela llegó un fuereño, cristiano de regia estampa, jinete en penco barroso, y detrás de él la banda, arreando a tamborazos la Zacatecana, y válgame: callejas y callejones se revinieron de música, y el contento rebrilló en los ojillos del ciento de payos que, de dos en fondo y la banderita de papel en la diestra, mirábamos alelados al jinete aquel, que en plena plaza se apeaba del penco y echaba a andar por la media calle, sus botas repiqueteando en el empedrado como marcando jarabes. Era aquel mi don Pánfilo Natera, que con Villa y algunos de su calibre (30-30) hizo la Revolución. Pánfilo Natera

Lo vi pasar a dos metros, esta boca abierta y estos ojillos brillosos de admiración, contemplando al hazañoso varón de la Toma de Zacatecas. Al ritmo de la Zacatecana me hice entonces aquella promesa: «Cuando crezca voy a ser como Pánfilo Natera«. Cuando crezca…

Como crecer, poco crecí en todos los sentidos, pero la lucha se le hizo, qué más. Hoy, mi barca muy navegada y doblando ya el Cabo de Buena Esperanza, recuerdo nostálgico el domingo aquel, con un Panfilo Natera que simbolizaba la revolución, y la jocundia de la Zacatecana se me quedó en la viva entraña del corazón, dulce dolencia, y ahí sigue hoy todavía como pacífico (no siempre) amor por mi tierra Con su gente. Panfilo Natera...

Envejezco. Envejecí. Ayer, a media mañana, escuché el Juan Colorado, La Barca de Guaymas y dos que tres más, cuando ya mi placer estético se enraiza en Bach y demás beneméritos, pero de repente: ¡La de Zacatecas! ¡La Marcha que fue la de mi encuentro con Panfilo Natera! Y Dios, qué música melancólica Envejecí, porque esos mismos arpegios me bailaban jácaras en el tecorral de los costillares, cuando ahora me apachurran un corazón que percibo como cuera reseca Y esta punción, como allá decimos…

Aquí alguno me la va a interpelar: «Te equivocas, mi valedor. La música sigue viva, dulce y rumorosa, penca de miel arropada de abejas. Eres tú el que te nos agrias y agrietas. La vida se te vuelve vinagre en las venas, vinagrillo». Y yo le contesto: «En mi memoria, camino real, al estrépito de la Zacatecana se me llegó cabalgando su barroso Pánfilo Natera; su sombra, grandiosa, y otras sombras, entre ellas la del padre de más de cuatro, Pancho Villa. Las sombras aquellas como que se me volvieron más sombras; sombras nada más. La alzada estampa de Pánfilo ya no lo era tanto; humillada, más bien, gacha la testa y el pescuezo tronchado, como la de Villa y los otros. No como símbolos altivos se me presentaban, sino como avergonzados, como intentando atejonar la cabeza en el ala del tejano. Haya cosa..

Y ocurrió, mis valedores, que al son de la Zacatecana mi barrio clasemediero se me fue entristeciendo casa por casa..

Y es que la música de mi tierra la escuché, al pie del edificio, ejecutada por tres campesinos -corneta tambor, clarinete- de los que bajan de sus jacales a pedir la de por Dios. ¡En el México de Villa, Natera y la Revolución! Los campesinos tocando la de Zacatecas, y una preñada con otro a cuestas y tres añejillos aprontando boca arriba las guaripas, recibiendo las monedas que los de acá arriba les arrojaban desde las ventanas. «¡Lo que sea su volunta..!»

¡Al ritmo de la Zacatecana, vive Dios, aunque viendo eso que ocurrió ayer, lo dudo. Oí el desbordado optimismo de los músicos callejeros:

«Nuestro presidente a ido bastante bien. Durante su primer año de gobierno superó las principales expectativas. Los suyos son logros que no se hablan tenido en gobiernos previos en tan poco tiempo. Vemos un gobierno fuerte, con rumbo y decidido…»

Pero un momento, que tan chisporroteante optimismo no es expresión de los músicos callejeros que mendigan monedas de puerta en puerta, sino de usureros de los bancos que fueron de la Nación, ahora en manos de esos extranjeros, paleros cínicos y ventajistas del de Los Pinos. Es México, mi país. (¿Mío?)

Y no pequen más…

La nota de hoy, en la voz de Carlos Aguilar Retes, obispo y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano: Narcos piden orientación a los obispos. La Iglesia católica se ha beneficiado de los acercamientos. No voy a decir nombres de obispos ni de narcotraficantes.

La nota de ayer, en la voz del cardenal Norberto Rivera: Al cardenal Juan Sandoval Iñiguez nada le encontrará la PGR. Los obispos y yo lo apoyamos totalmente…

La afirmación es de hace algunos años, cuando el cardenal de Guadalajara andaba en sospechas de enredos con el narcotráfico. Nada ilegal pudo hallársele gracias a un oportuno milagro de San Cristóbal, no el santo descontinuado, sino el rancho de Fox, a donde el purpurado en entredicho fue en romería. Al asunto se le propinó fulminante carpetazo. Laus Deo.

Sobre oscuras ligas de ciertos tonsurados con los narcos y el lavado de dinero afirma el clérigo Leonardo Boff, teólogo impulsor de una Teología de la Liberación que Juan Pablo II no logró aniquilar, ni lo ha logrado Ratzinger.

Es profundamente antiético que jerarcas de la Iglesia Católica Mexicana se haya visto envueltos en problemas con el narcotráfico. El poder religioso entra siempre en articulación con el poder político y el poder económico. Si el poder religioso no es vigilado, controlado, y si no mantiene su altura ética, hace negocios….

Sergio Obeso, obispo: «Yo rechazo que la Iglesia esté utilizando dinero del narcotráfico. Se pueden decir tantas cosas, pero no basta con decirlas, hay que probarlas también».
Probarlas. Palabras más o menos, por aquel entonces lo aseguraba Ramón Godínez, obispo de Aguascalientes: Aquí, en el templo, se purifica el dinero del narcotráfico que recibimos en calidad de limosnas…

Carlos Quintero, obispo de Hermosillo, Son.-. «Bueno, sí, en Tijuana existen familias que han sostenido parroquias con dinero del narcotráfico. Seamos realistas. Sí, no podemos ocultar el mal, pero tampoco debemos omitir las cosas buenas del mal. En Tijuana hemos encontrado familias buenas que han ayudado a sostener el seminario y muchas otros que han aumentado el número de parroquias. Acepto que recursos provenientes del narcotráfico han llegado hasta las arcas de la Iglesia, particularmente en esta frontera».

Un José Raúl Soto, profesor de la Univ. Pontificia de México: Aquí, en la basílica de Guadalupe, se los digo como párroco, los narcotraficantes son muy generosos. Sin dejar de ser traficantes de drogas, ayudan y dan limosnas que nosotros ya las quisiéramos hacer. Los más generosos hasta hoy han sido Rafael Caro Quintero y Amado Carrillo, particularmente…

Alberto Athié, sacerdote: «La Iglesia Católica Mexicana se mantendrá siempre abierta a los narcotraficantes. Los jerarcas católicos estarían dispuestos a reunirse con ellos, sí, pero sólo para pedirles que abandonen su actividad. Ellos, los narcotraficantes, son vistos como los más malos entre los malos, aunque en algunas ocasiones son diferentes. No podemos identificarlos como personas esencialmente malas…

Feligreses de Malpaso, Ags., acusan al sacerdote Samuel Jara Acuña de que «mantiene relaciones con narcotraficantes. Ellos le obsequiaron una camioneta y una arma de fuego. Este sacerdote maneja una sola capilla en una población de 3 mil habitantes, pero ahora tienen dos cuentas bancarias, una de ellas de un millón 310 mil pesos…»

El cura católico Gerardo Montaño Rubio: «Reconozco que recibo donativos de la familia Carrillo Fuentes«. (Lo acompañaba el cura Ernesto Álvarez, amigo de la familia Carrillo Fuentes, que lucía costoso reloj de oro y manejaba lujoso automóvil. Que fue él quien viajó con el narcotraficante en un recorrido por Tierra Santa y celebró, en Guamuchilito, Sin., la misa de cuerpo presente en el sepelio del apodado Señor de los Cielos«)

Gerónimo Prigione cuando nuncio apostólico del Vaticano en México: «El padre Montaño fue el enlace entre los Arellano Félix y yo. pero no volveré atener contacto alguno ni a entrevistarme con narcotraficantes».

El golfista, empresario taurino, bont vivant y obispo Onésimo Cepeda:

Nosotros los clérigos les decimos a Amado Carrillo y demás narcotraficantes: Váyanse, hijos, el Señor los perdona y no pequen más.

El resto es silencio. (Dios…)

Una piara de cerdos

De mi viaje a San Miguel de Allende les hablé ayer, y que a mí, citadino distante de Madre Natura, un sol como toro en brama me sancochó los sesos y me arrojó a la región de la fiebre y los delirios. Mi sanmigueleña: «El balneario no te bajó la fiebre. El frescor de la granja te va a aliviar».

Allá enfilamos por una carretera que en pleno mediodía hervía de reverberancias. Yo, el calenturón «La granja, mi amor». La vi: «Allá no, parece casa de gringos» «Es de gringos y cochinos», dijo ella, y yo: «Cochinos y genocidas, que desparraman por el mundo sangre, miseria, lágrimas y dolor».

Que no, que era de otros cochinos, de los que más allá de los cisticercos a nadie hacen mal, y que el gringo era amigo, y que alguna tisana me daría para retirarme el ardor de la sangre. Como calabaza en tacha mis sesos, a punto de estallar como conflicto Chávez-Uribe, que no es de los sesos, sino de los esos. Y el solazo, y la resolana, la sofocación y el ahogo. Llegamos. Oí vagamente: «Los capitalinos, mister Cheney, que no aguantan nada».

El frescor de la finca. Más allá de la malla ciclónica, la promiscuidad de cochinos graneados, unos cuinos y otros ovachones, y los hocicones, los güerejos trompa rosada, los enteros, los capones, los de espinazo de erizadas cerdas, los gruñidores talachones, y el alboroto: «¡Oink, oink!» Mi cabeza, mis pobres neuronas, ánimas que se me tateman en el purgatorio…

En la oficina, el gringo al teléfono. Larga distancia. Al hablar apapachaba en sus brazos una cerdita. Enterado de mi dolencia dijo al teléfono: «Un momento», y entró al otro cuarto, hizo ruido con la licuadora, salió con un líquido espeso, me lo hizo beber y reanudó su comunicación: «Sí, claro, le envío los que necesite. Capones, enteros, media leche, leche entera, buen precio. ¿Cuántos le envío? De acuerdo. En 3 días los tiene en el DF». Colgó.
¿DF? Y ándenle, que al oír DF, la cerdita acunada en las piernas gringas gruñó, pegó un reparo, y válgame, que el tipo se destantea, observa a la muy cerda, mírase la ropa: una mancha asquerosa, y se alza, mete un patadón a la cochina puerca, se limpia tal inmundicia Y fue entonces: cojeando y sobándose contra la barda, la cerdita: «¡Gringo hijo de su puerca madre, que patadón en las zonas abajeñas! ¡Muchachos, una noticia pésima: nos mandan al DF!»

¿Que qué? ¡La entendí, entendí el diálogo de los cerdos! ¿Efectos de la pócima, que me producía náuseas, aunque no tan repulsivas como las que me provocaron las expresiones de los puercos? ¡Y yo los entendía! «Tantito más y me chispa la matriz con la puntera de la bota texana, que hasta vi estrellas!» «¿De Televisa o de TVAzteca, tú?» «De cualquiera, tan colegas nuestras son las del canal de adelante como las del canal de allá atrás». «¡Amor, que yo entiendo lo que dicen!» (¿Lo dije o fue la pura intención?) «¡Al DF, horror!» «¿Horror, qué te pasa? ¡Nos mandan a nuestros chiqueros naturales! ¿No ves que allá está la mera mata de la política? ¡A mí, por lo pronto, que me la den de consejero de Calderón!» «¡Yo pido asesor de Mario Marín o de Ulises Ruiz, ya de perdida!» «¿Con los Salinas no habrá modo?» «¡Yo con el hijo político de Jorge Cruiskhsank, el Chucho Ortega de puerco origen talamantero! Para ese Chucho este puerco, ¿no creen?» «¡Yo, así de ñengo como me ven, la colega Gordillo me vuelve puerco gordillo!» «¡No, y yo, vocero de la Kiessel. y el gordo Reyes Heroles!» «¡Hurra, yo con los Montiel!» («¡Entiendo a los cerdos!») «¡Yo de socio de Mouriño en las concesiones de PEMEX a Ivancar, oink, oink..!» Se encrespó la cerdita: «Oye, no, puercos somos él y nosotros, pero hay niveles».(«¡Enloquecí, los entiendo!»)

«¡Yo a San Cristóbal nomás, pa la engorda!» («¡Los entiendo, mujer! ¡Dicen: Vamos, México!») Ella: ‘Vamos, pero directo al Seguro Social». «¡Yo ayudo a privatizarlo! ¡Y de paso a lo que queda del ISSSTE!» -el puerco talachón Volvimos al DF. En el camino: «Qué te daría a beber el mister, que frente a los puercos te descompusiste. Gritabas».

¿Revelarle lo que en ese momento percibía? Sí, que por mi boca así hablaba Zaratustra: «Cuando al Zorro, que pasa por muy serio / le encargaron formar el Ministerio / naturalmente se sintió muy ancho / pero, queriendo aparentar modestia/convocó, una por una, a cada bestia / Tan sólo se negó a llamar al chancho/pues dijo el muy ladino: / No conviene llamarlo ¡Es tan cochino! / El perro, que se hallaba ahí presente, / le dijo: ¡haces muy bien! ¡No es conveniente! /A más de sucio, desastrado y terco / tiene otro inconveniente todavía / que si llevamos al Gobierno al Puerco / va a estar siempre con él la mayoría». (¡Agh!)

Yo, aquella corazonada…

Las alucinaciones esta vez, mis valedores. Yo acabo de sufrir una de las más rudas, y no atino a dar con la causa de la repentina locura que me llevó a imaginar que entendía, al modo de Melampo el del mito, el lenguaje de los animales. Boca-arriba en mi cama, pienso y medito…

¿Sería el sol, sería el bebistrajo? ¿Fue mi conciencia, por haber aceptado la compañía clandestina de aquella mujer casada? ¿Ya estaré para el psiquiatra, de plano? Lástima grande sería, porque los tales suelen cobrar como damisela del Parque Lira, por hora, pero mucho más caro, y eso que al cliente le proporcionan mucho menos placer. En fin.

Es de noche. A lo lejos, las campanas de Dulces Nombres. A lo lejos. A oscuras como permanezco, en mi mente se agolpan las imágenes deleitosas de aquel caserío de magia y encantamiento que se desparrama, se despatarra, en la ladera del cerro. Y el sueño, andavete…

Todo ocurrió el pasado fin de semana, en la azozobrante compañía de aquella hembra ajena de dulce voz, sota moza cantadora de las viejas canciones de la tierra vieja, que me llevó a reencontrarme con la ciudad de Querétaro (cantera rosa, baldosas, cielo de color azul cielo) y que, tonadas y leguas más tarde, de súbito, al salir de un recodo: «San Miguel de Allende, mi amor…»

(¿Su amor yo o San Miguel?) Quedé encandilado. Ah, vista magnífica de aquel caserío pespunteado de arcadas, follajes, muros conventuales. Ahí, con un sol en derrumbe que se estrellaba en el horizonte, la vista de un panorama cubista de luces, luciérnagas, rajuelas de plazas y calles y callejones, de follajes y hornacinas, nidal de nocturnas consejas. San Miguel de Allende…

Esa calleja empedrada, esos arcos, el patio recoleto, una mansa manada de azoteas sesteando al amor de los flecos de un follaje rabiosamente verde, y el deambular de sombras pueblerinas y, de repente, en la gloria del crepúsculo, el collar que se desgrana: la reventazón de campanas y esquilas a voleo. Ah, el entramado de calles que, al modo de mi Zacatecas la capital, resultan ser una broma pesada Y ya trepar por el callejón, ya bajar calle adelante, detenerse en el manchón de eucaliptos y contemplar, desde esa eminencia, un caserío de lo real maravilloso que olía a poma, a raíz, a miel recién derramada, que diría Rulfo. Y ese aire diáfano que se me venía encima con el cuajaron azul de todo el firmamento. Yo, de repente, aquella corazonada. Cuándo iba a imaginarme lo que vendría después…

Yo, el viajero, de la mano de mi amorosa sonsacadora, aquel deambular de barrio en barrio, ella relatándome leyendas, consejas, díceres y tradiciones orales que hablan (susurran) de personajes hazañosos en olor de naftalina que poblaron, que fundaron San Miguel de Allende…

– En la casuca aquella, al final del callejón, se aparece el ánima de un caballero de alcurnia que mancilló a su propia hija, la cual, no pudiendo soportar semejante horror, ¿qué crees..?

Y que detrás de esa barda barbona de yedras habitó La Malmaridada, que al ser muerto su amante por el marido (ay, Dios) invocó al Maligno, y por acá el ánima del ajusticiado, y el arriero del camposanto, el monje abarraganado que al entrar en trance de muerte…Las almas de las fieles consejas…

Noche cerrada San Miguel de Allende me llevó de la mano a deshilar el tejido de su vida nocturna Salón por salón, peña por peña, antro y antro, yo, con mi agua de chía, mi café de olla, la tisana de manzanilla, viví aquella noche tibia y callada que parecía aguardar a un Flaco de Oro que le romanceara el bolero de mucho amor. (¿No los estaré aburriendo? Sigo, pues.)

Otro día, la gloria de viandas sápidas, aromáticas, cilantro y orégano, dulces dulcísimos, unas pirámides no de Keops sino de nieve chupeteadas al amor de las frondas de la plaza principal, yo cerrando los párpados y abriendo de par en par las papilas gustativas para mejor percibir los sabores: nuez, coco, cajeta envinada (¿no les hace agua?). Nieve con qué torear ese garañón de fulgores y reverberancias que partía plaza por medio cielo, o partía cielo por media plaza Cuándo iba a imaginarme lo que vendría después…

Ahí, las vetustas canteras, arte y abolengo, de la Casa de la Cultura: óleo, acuarela, música de cámara En el corredor murales, y en el aula el poema de pie quebrado, la endecha, el alejandrino, la octava real. Y el sol, que se desplomaba en olas de lumbre, sol en brama que me sollamaba los sesos, y el ardor en las venas, y el ahogo y las punzadas. «¿Acalorado? Al balneario, amor». Y allá vamos, al remolino de los delirios. (Mañana)

¿Vocación nacional de Perra Brava?

Aquí doy remate, mis valedores, a la nostalgia que expresa un ex-reo convicto y confeso de haber sido aficionado del clásico pasecito a la red y fanático furibundo de aquel chiverío de los años 60. Ya hablé de varios de los jugadores. Nombro aquí a Nuño, entrega a la camiseta, dinamismo puro y puro pundonor. Chato Nuño, pilar que fuiste de la robusta estructura de la oncena de Los Colomos. La brújula, la pértiga, el palo mayor, su sinónimo en la estructura del navio, búsquenlo en el diccionario.

Como si lo estuviera viendo: el Marimbas Vidrio, jugador de entorchados. Tomaba el esférico, se picaba por el…a ver, a ver, un momento; el Marimbas Vidrio no, que ese era de los otros, o sea de los medio-campistas del Atlas. Es que hace ya tantos abriles, diciembres tantos…

En el medio campo aquel inolvidable cuyo nombre no alcanzo a recordar. Cómo carambas se llamaba el inolvidable? Llévame la rechintola, ¿pues cómo se llamaba aquel inolvidable chutador de media distancia? Pero qué jugadorazo el inolvidable cuyo nombre olvidé; qué estilo para avanzar: pique, freno, descolgadas escalofriantes y el sonoro rugir al ángulo superior. Mi chiverío…

Pero tú cómo te me ibas a olvidar, símbolo garrochón de mi juventud primeriza Salúdote puesto de pie, chiva grande, al que así anunciaban todos los altoparlantes de todos los estadios donde su juega futbol:

– ¡En la portería de las ChivasJaimeTubo… Gómez..!

Y palcos, sombra preferente y sombra general se cimbraban y se venían, aunque nomás de siquitibunes. ¡Ah, Tubo de mil batallas, flor y espejo del chiverío desde que fuiste chivita hasta que llegaste a chivón! Tú que desde la portería y por el honor del Rebaño Sagrado siempre salías a partírtela (me refiero a la madre, no seas mal pensado). Tú, honra y prez del club rojiblanco, el de Los Colomitos lejanos, por los rumbos de Zapopan. «¡Esas mis chivas!, ululaba el payo mirando cómo las camisetas «sagradas» se hacían del dos en el pendón de los que eran aún los cremas del que por aquel entonces llevaba el alias de Televicentro. ¡Y arriba mis chivas. Soy chiva, y qué!

Dije: Los Colomos, y de golpe se me viene el paisaje sombreado del que fue establo del chiverío y querencia de mis años nuevos, los que se murieron en olor de chiva, de virgen zapopana, de primera ilusión: «Con la ilusión de que volvieras – mi corazón abrió la puerta…» Y en este punto, créanmelo, me los estoy sintiendo mojados. Los ojos.

Pues sí, pero aquel día fue de la iluminación. A pura fuerza de compañones apagué la tele para nunca más, y con ella desterré de mi vida los 3 enemigos que me agobiaban: el licor (6 borracheras), el cigarrito y el clásico pasecito a la red. Y a vivir la vida, porque así como el licor conmigo topó en tepetate, el humo del cigarro se me había subido a la cabeza, y en cuanto a mi vocación de Perra Brava yo, que en dos de mis primeras juventudes (hoy voy por la sexta) fui un fanático del jueguito manipulador, aquel día, por recuperar mucho de lo perdido -tiempo vital, autoestima, libertad personal, etc.- abandoné la servidumbre del aficionado pasivo y me fui al llano y jugué, y sudé, y quemé grasa, y eliminé toxinas, entre ellas las más dañinas: desidia, pasividad, dependencia y manipulación. Me curé, y así hasta hoy.

Hoy, al filo del alba y de la nostalgia, observando esos retortijones nacionales que acalambran mi país por el cese de un hijo de Sánchez, me he puesto a rememorar el perfil de las chivas de los años 60, cuando no había en todo sol general un fanático más apasionado que yo, y a esto quería llegar:

Este no sea un elogio del clásico pasecito a la red, que el Sistema de poder ha convertido en el supremo manipulador de unas masas con decidida vocación de Perra Brava Al contrario: es la confesión de un aturdido que a lo pasivo me sentaba a dos nalgas frente a la tele para sentirme héroe por delegación de las proezas futboleras que miraba en la cancha Fue tal fanatismo de Perra Brava el que me llevó a considerar los hechos dramáticos del Dos de Octubre de 1968 como el mortificante embotellamiento estudiantil que me impedía estar a tiempo en el México 68 para aplaudir al chiverío desde los ríñones del ánima Y aquí la advertencia ¡cuidado, mucho cuidado! ¿Cuándo había estado más en riesgo el país, hoy en manos de unos vendepatrias que intentan convertirlo en colonia gringa? Y México (todos nosotros), ¿embobado con el cese de un entrenador de futbolero que se pasó de Vergara? ¡Vamos, México! (Este país.)

Chivas y Perra Brava

Pero un momento, no pensar mal, no malinterpretarme, que no intento pasarme de Vergara al estilo del dueño de ese chiverío que tiene o tenía su nido allá por Los Colomitos lejanos, en Guadalajara. Si aludo al clásico pasecito a la red es porque observo a mi país como pollo descabezado, como agua en batea por el cese de un Hugo Sánchez como director técnico de ciertos futbolistas que, según leo, las fueron a dar (lástimas y vergüenza ajena). Yo, alguna vez, fui un vil «Perra Brava» del chiverío. Me acuerdo y clamo:

El Guadalajara, mis valedores, y aquí me pongo de pie. El chiverío de los tiempos aquellos, qué tiempos que se nos fueron para nunca más. El campeonísimo que llegó a ser mandón por méritos propios a todo lo largo y ancho del futbol tricolor. Qué tiempos…

Evoco aquí al chiverío que se acostumbró a ser el padre de tantos equipos, comenzando por el aborrecible América, y los ardidos han de dispensar. Ah, aquel Guadalajara de mis amores primeros, los de mi primera juventud (¿me permiten? Esta furtiva lágrima. Este terco lagrimón..)

Va aquí una entrañable, visceral remembranza del campeonísimo de aquellos que fueron los buenos tiempos de México, cuando a nuestro México todavía no nos lo hipotecaban del todo al agio internacional desde Echeverría y López Portillo hasta los «Nopalitos» del PAN y Cía., siglas siniestras; cuando el Guadalajara valía, y el peso valía, y el mexicano valía a ojos de todos -y lo más importante: a los propios ojos. Qué tiempos aquellos, los de aquel rebaño sagrado de las fragorosas contiendas contra los margaritones del Atlas, contra la recua de muías del extinto Mulos del Oro, contra el aborrecible América de Televicentro. Presentes tengo en la mente a los once símbolos del Chiva de mis amores, los once de mi juventud; héroes de los tamaños de un Héctor Hernández, canela pura, goleador de veras. Pregunten, si no, a los ticos, que le temían como al Sida o al modelo neoliberal. Ah, driblador de kilates; aquella su suavidad para manejar el esférico, burlar al contrario y lanzar el trallazo que iba a explotar en el mero corazón del marcador. ¡Héctor Hernández, y aquí me pongo de pie..!

Recuerdo a mi Chava Reyes, el cabeza de melón: fino a la hora de esconder el esférico, pasarlo, desmarcarse, recibir como mandan los cánones, fusilar y..¡el Guadalajara se trepa en el marcador, que era treparse en el América! Bien haya. Sí, pues’n…

Bujía del equipo: creativo, batallador. Ahora te recuerdo, Chololo Díaz. Largos calzones guangoches y esa tu marunga que hoy apodan chanfle, y que para las manos del guardameta rival fue brasa y pólvora, y…¡venció al portero rival! Isidoro Díaz, te saludo en tanto que a ti te miro en mi mente, Chuco Ponce mentado, constructor de juego, el de los pases en profundidad que se encargaba de convertir en anotaciones El Mellone Gutiérrez. Pero hablando de El Mellone: cómo no estremecerse al escuchar tu nombre, pasta de inmortal, que burilaste aquel gol que te iba a hacer el ídolo de todo San Juan de Dios y anexas: gol anotado de nalga, y la zurda, para más mérito. Mellone Gutiérrez, y los siento húmedos. Mis ojos…

Fino porte, señorío, verticalidad; chiva por antonomasia, el capitán Jaso postulaba en cada disparo al arco su filosofía futbolera: fuerte, raso y colocado. ¡El capi Jaso toma el esférico, se pica por el centro, dribla a un contrario, dribla a dos, dispara y… (Válgame, que a la emoción mandé a tiro de esquina cafetera, florero y el pastorcito de yeso, qué regazón. Lástima, que era el favorito de Aída (tú, la de todos los días.) Y se reanuda el encuentro.

Tigre Sepúlveda -¿cuántas veces me he de poner de pie?-, el Tigre aquel que desde su reducto de la defensa central ganaba contiendas con la sola estampa de una casaca bien puesta, camiseta a rayas, y por si ella no bastara: unos mostachos aguamieleros y un mirar así, miren, de fiera en brama Y a temblar, esos margaritones del Atlas. A temblar, cremas del América, que allá viene el Tigre, y ya venteó sangre…

Aquí te nombro, zambo genial, pinta de aborigen, pesadilla de rivales. Te honro a la distancia de tantos ayeres y avalares tantos, tú que fuiste, tú que eres honra y prez de Atemajac, el de las sublimes carnitas de puerco, con su apetitoso aderezo de cisticercos. ¡En la defensa izquierda… Jamaicón Villegas, y ya! (¿Quién fue ese demonio prieto y feísimo que me anuló como nadie nunca antes?, preguntaba Pelé.) Y como si te estuviera viendo, Marimbas Vidrio. A ver, a ver. (Mañana)

Y paguémoslo todos…

¡Se dispararon los precios de la canasta básica! Suben más de 20% pan, leche, carne, aceite comestible, etc..

Leí la noticia del matutino fechado anteayer, y de repente recordé el cuentearlo que de memoria relato a todos ustedes, con dedicatoria especial para los 15 millones que entregaron su voto al «chaparrito, jetoncito», etc., y el precio paguémoslo todos. En primera persona lo cuenta el protagonista:

Las naves espaciales dejaban tras de sí sus estelas estallantes de luz. Desde nuestras chozas, en el aparato de TV. las mirábamos hundirse en el firmamento para llevar nuestra luz humana a los límites del firmamento. Era nuestro mensaje, porque nosotros costeábamos la investigación espacial. Sabíamos, acuclillados frente a la abollada cacerola en que hervían las hebrillas de carne, que la nave enviada al espacio era nuestra nave, que los científicos eran nuestros científicos, y nuestros los astronautas, y nuestro el proyecto estrellero. Éramos los pioneros de la era espacial. Éramos…

De noche, insomnes en el jergón de paja, escuchábamos un lejano zumbido de reactores que rasgaban la inmensidad. Entonces, más allá de la anemia, nuestra presión sanguínea aumentaba. Nuestros astronautas, en los que habíamos delegado todo nuestro orgullo de héroes hazañosos, burilaban en el espacio el verso perfecto del himno al progreso. Nosotros, felices…

A veces, al hurgar en los montones de desperdicios algo qué llevar a la choza, nos topábamos con el diario que anunciaba el lanzamiento de nuevas naves espaciales. Sus tripulantes se nos convertían en ángeles de paz, de sabiduría, de riqueza futura para nosotros. Tomados de la mano de nuestras mujeres, apretando esos huesecillos náufragos de carne y rodeados del alegre enjambre de nuestros niños, sus moscas, enfermedades endémicas y avitaminosis, sentíamos la garganta anudada de emoción: nuestros representantes proseguían, allá arriba, la carrera espacial de todos nosotros, los de acá abajo. Nuestro amor, devoción y recursos económicos los acompañaban. Éramos los arquitectos del universo. Cada día, al masticar las hilachas de carne, levantábamos la cabeza para observar a las raudas estrellas humanas que se alzaban rumbo a la eternidad, y aquel nudo en la garganta. Al tomar a nuestras mujeres nos nacía un veneno de placer en el vientre, como si estuviésemos copulando en representación de los ángeles (nuestros ángeles) que domeñaban los astros. Al sentir nuestro renaciente vigor, quedamente sollozaban nuestras mujeres, ellas también, resignadas a recibir un hijo más en sus destartaladas entrañas, en su mente gozando con el vigor de los navegantes, que lograban el prodigio de llevárselas consigo más allá del sol y del terror, de Júpiter y las penas, de Plutón y el hambre Cuánta felicidad…

¡Ah, pero qué de alaridos cuando la nave espacial se desplomó en una explanada que se abre más allá de nuestras malolientes cabañas! La sorda explosión hizo llorar a los niños y desgajarse por dentro a millones de ilusos mendigos de la hazaña ajena que delegamos en esos que tripularon la nave espacial denominada México. La decepción nos forzó a soltar unas lágrimas acres y melancólicas. En cinco años, como al final de cada sexenio, nuestro grandiosa esperanza se redujo a un gusano retorcido y disforme que ventoseaba un humo pestilente. Y no más…

Honda fue nuestra pena y amargo el llanto por las promesas incumplidas de quienes no estuvieron a la altura de los que delegamos en ellos, y que nos hicieron volver a la realidad de la choza, el hambre, la necesidad, la desesperanza. En silencio nos fuimos acercando a los restos ennegrecidos y renegamos ante ellos. De nuestra esperanza colectiva sólo quedaban un renegrido agujero y una ceniza que el viento dispersó en las chozas. Nosotros, los que financiamos la carrera espacial…

Hemos vuelto a la vida de siempre: buscar desperdicios, robar a transeúntes, fornicar toscamente, drogarnos (droga barata). Los astronautas nos defraudaron. Todos. Del «Nopalito» Ortiz Rubio a los «Nopalitos» del PAN. Eso es todo. Hoy, al sorprender a nuestros niños mirando al cielo los golpeamos rudamente Yo, insomne, en la madrugada suelo preguntarme: ¿quién será más niño, quiénes estará más golpeados, ellos o nosotros? Ah, adultos-niños. Ah, esta compulsión de nunca asumir, de delegar siempre en quienes siempre, estudien la historia, van a terminar defraudándonos. Ah, esta terca, irracional esperanza de inmaduros que se niegan a crecer. Ah, México. (Este país.)

Sexenio de miércoles…

Y la coincidencia: que hace días, eufórico, el ganador de cierto concurso hizo la «roqueseñal». ¿La recuerdan ustedes? Si esa que rubricó la impunidad en las sinvergüenzadas del Caso CONASUPO. Pensé en los Mouriño, Montiel, Marta, los hijos, el 2o marido. Y la tertulia de anoche: controversia, crispación, opiniones contrapunteadas entre perredistas rabiosos (el joven juguera y la tía Conchis), una furibunda panista, la Sra viuda de Velez (La Maconda), y mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins. y aliado natural del panismo. Y cómo evitar crispaciones, si a la invocación de la «roqueseñal» aparecieron los contratos de Juan Camilo Mouriño y las suspicacias en torno al silencio cómplice de quien era su jefe cuando el presunto tráfico de influencias. Y lógico, la polémica se contaminó con la corrupción lucrativa e impune del PRI-PAN-Perredismo y Cía La tía Conchis: – Asqueante el grado de impunidad al que hemos llegado en este sexenio de miércoles. Frente a semejantes pocavergüenzas ya le estoy viendo ojos bonitos a un vil priista como es aquí el pariente del bigotón Rateros sí eran, pero como los gatos, ellos sabían enterrar sus desechos. ¿O no, maestro?

Habló él susodicho: «Cierto es. ¿Recuerdan, a propósito, la difunta CONASUPO y quienes fueron sus asesinos? Permítanme leer para ustedes el acta de su defunción después de que la saquearon y depredaron los peces gordos del sexenio de Salinas, y la impunidad que a los tales otorgaron los distinguidos priistas Roque Villanueva y congéneres. Oigan el susodicho documento que certifica la defunción de la paraestatal…

Febrero de 1997 Al imponer la regla de oro de la democracia, en que las decisiones las toman las mayorías, pero sin consultarlas, los diputados priistas le cortaron la vida y sepultaron la Comisión CONASUPO. Bastaron seis horas de intenso debate y argumentaciones políticas para que los priistas acabaran con diez meses de alegatos en torno al saqueo de la paraestatal y filiales. Con 288 votos a favor, 6 en contra y 119 abstenciones, los del Tricolor cancelaron una comisión que, afirmaron, pretendía ser usada por la oposición para el deterioro del poder público.

La Constitución no se vota, se cumple, dijeron los panistas, y los perredistas: No voto, porque la Constitución se viola Y cuando los priistas votaron la desaparición de dicha Comisión CONASUPO, los opositores coreaban: «¡Culeros! ¡Culeros traidores! ¡Tapaderas, cómplices! ¡Culeros..!»

– ¡De qué murieron los ardidos, contestó Roque Villanueva líder de la Gran Comisión En su turno, Ignacio Ovalle, ex-director de CONASUPO y acusado de copartícipe de la corrupción de la paraestatal, con una sonrisa nerviosa y apagada voz emitió su voto: «A favor…» El índice de muchos lo apuntó: «¡Culpable, culpable como tantos más..!»

El perredista Víctor Quintana se declaró en ayuno permanente contra lo que calificó de absurda y dictatorial medida de la mayoría priista. «¡Sí, que ayune, que ayune!, se burlaban algunos priistas. Sólo Alejandro Rojas votó en contra, expresando sus razones: «La decisión de mis compañeros no es legal ni es constitucional». La respuesta de los priistas: «¡Traidor, eres un traidor..!»

El susodicho había demandado a sus compañeros de bancada no ser tapaderas de la corrupción. Roque Villanueva, desde su curul, se burlaba «El sí es tapadera, pero de Camacho». Terció José Castelazo: «La oposición pretende el deterioro del poder público con el mantenimiento de la Comisión CONASUPO. Busca una estrategia preelectoral de desprestigio del PRI. ¡No podemos ser rehenes de una estrategia política.!»

El perredista Víctor Quintana optó por el ayuno hasta juntar miles de firmas para que la investigación sobre el saqueo y la corrupción del Caso CONASUPO no se cierre por culpa de los priistas. Comentó, burlesco, Roque Villanueva «Que siga en huelga de hambre Yo tengo el menú para su ayuno: tortillas con aflatoxinas, frijol chino y leche radioactiva para que se los baje». Aflatoxinas y radioactividad en las importaciones de leche en polvo y maíz, fraude millonario en el que involucraban a Raúl Salinas…

Y así, después de seis horas de intenso debate, a los culpables del saqueo de la paraestatal CONASUPO no los tocó la ley. La decisión de los priistas de dar carpetazo al cochinero de CONASUPO, comentó el diputado independiente Adolfo Aguilar Zinzer, fue una decisión del presidente Zedillo. Así se remachó el fraude de CONASUPO. Contertulios: entre los hermanos siameses PRI y PAN, ¿cuál es más cínico o más desvergonzado? (Pues…)

Engañifa y estafa

Esta vez, mis valedores, habré de referirme a los buscavidas que viven y sobreviven de estimular la codicia y la necesidad de unas masas no avisadas. Sí, los estafadores que nunca faltan y siempre salen sobrando. Que el billete premiado, la tiradita, el automóvil que nos sacamos en la televisión o esos grotescos correos electrónicos, 15 o veinte al día, cada uno de ellos con el anuncio de que en la rifa africana me acabo de ganar que los 10, que los 20 millones de libras esterlinas, esto sin necesidad de comprar boleto ni de tener que pagar impuestos. Y el candido, que cae redondo. Yo, por ejemplo…

Porque estafa fue aquella que marcó mi niñez pueblerina, y que en materia de pérdidas sobrepasó el tostón y arañó el peso; y a nuestra edad y carencias, las mía y las del país, esto constituía todo un capitel. Me acuerdo…

El fraude ocurrió en mis derrumbaderos zacatecanos, en una Jalpa Mineral enfiestada en la celebración del Crucificado. Yo, el payo aquel, siete años de edad, segundo año de primaria, boca abierta a todas horas. El drama personal se escenificaba en la plaza pueblerina y a la luz de un par de cachimbas. Yo, deambulando por la plaza, alcatraz de pepitas en esta mano, de repente fui a dar a la mesa del camandulero, cachimbas de querosén: «Métanle para ganar». Sí, la antiquísima, conocidísima estafe del juego de la bolita-Observé el jueguito. Miré que cierto fuereño depositaba monedas de a veinte a la vera de alguno de los tres cuencos donde podría esconderse la bolita, y… «El jugador acertó! Así de fácil. -Y ándenle, a entregarle dos monedas de veinte, la que se arriesgó y la ganancia-. ¡Los culos no van a la guerra, y el que no arriesga no pasa la mar..!»

Y ándenle, a cruzar la mar, y a meterle mi moneda de cinco fierros. Y a pelar los tomates cuando la rápida mano se la arrastró, y a colocar una nueva moneda, y aquel sudor en las manos, y la boca que sabe a moneda perdida, y el gran final: a la luz de las cachimbas se huyó todo mi capital, y yo, solo y mi alma (ya ustedes conocen la fiel compañía que hacen unas monedas en la bolsa). Y ahora que pienso en la estafa, mis valedores…

Cuánta destreza de manos, qué conocimiento de la clase de ignorantes con que se trata, qué sangre fría para quitarles sus cobres. Porque eso sí: para que surta efecto la estafa, el vividor tiene que poseer ligereza y agilidad, y un soberbio juego de manos, de dedos, de uñas. El camandulero de feria debe tener la suficiente destreza para ocultar no sólo el garbanzo (la bolita), sino también el secreto de la engañifa Tiene que estar prevenido, asimismo, para que de repente se le apronten dos CUÍCOS y, si no hay un arreglo de mutua conveniencia, pasar la noche en la cárcel, o algo todavía peor que la justicia no la apliquen los propios gendarmes, sino alguno de mis paisanos, descontento con ese liviano de manos, y se apreste al diálogo cordial ya con la daga en la mano. «¡Guárdame ai!», la leyenda O esta, en mi cachicuerno guerrerense, a ver: «Yo soy como el camalión- chiquito, pero carbón». Lo vuelvo a arropar en su funda de cuero crudo, y a su cajón. En fin, que así es el asunto con los estafadores del juego de la bolita Y a esto quería yo llegar.

He leído y oído en «los medios» comentarios diversos en torno a los documentos que entregó López Obrador a los diputados del Frente Amplio Progresista, donde se configuran delitos de Juan Camilo Mouriño, titular de Gobernación, desde que asesoraba al secretario de Energía, un panista Calderón del que era funcionario cercano. Leo y escucho las maniobras de escamoteo y dilución que perpetran a estas horas los mismos comentaristas que ponderan, a lo aspaventero, «las porquerías» del proceso interno para la elección del presidente del Ejecutivo Nacional que lleva a cabo el PRD. Esa sí que es una cloaca nauseabunda, no el tráfico de influencias y lo que resulte en el curriculum del secretario de Gobernación. Tal es la «imparcialidad» de los «medios», que así manipulan a tanto pobre de espíritu que en esa base fincan su criterio político, y a esto quería yo llegan para engañar incautos, los profesionales de la estafa y el truco se entrenan, y a la hora de la engañifa se recatan, o así les va Los tales comentaristas, por contras, ni un tanto así disimulan su mala fe ¿Por lo que arriesga el del fraude del billete premiado? ¿Porque los farisaicos que así denostan el «cochinero» del PRD y a un López Obrador «dictador y fascista» mientras así alcahuetean a Mouriño y a Calderón, esos nada de nada tienen qué arriesgar? (Seguiré con el tema)

Y lo mataron…

En su tierra mataron a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, que es decir al religioso, al luchador, al mártir. A su memoria escribí un 24 de marzo del 2007, y hoy lo repito porque mejor homenaje no he podido encontrar para el arzobispo y salvador de El Salvador asesinado en tal fecha, pero de 1980, mientras celebraba misa en su iglesia de barrio en San Salvador. Desde un año antes, el religioso estaba presto a entregar la vida por la causa que amaba, y no es que sin motivo presintiera su muerte, que bien conocía a quienes lo acechaban a todas horas, fanáticos de los escuadrones de la ultraderecha ARENA, de R. D’Abuisson. La palabra viva del bienamado de El Salvador:

He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decir que, como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección: si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño. Lo digo sin ninguna jactancia, con la más grande humildad. Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea por la liberación de mi pueblo y como un testimonio de esperanza en el futuro. Si llegasen a matarme perdono y bendigo a quienes lo hagan…

Y lo hizo la bala asesina de un sicario contratado por un D’Abuisson canceroso del ánima, que al poco tiempo fue asesinado también, sólo que por un cáncer fulminante que del ánima se le fue al organismo. Metástasis.

Profeta al modo de Isaías, y como profeta defensor de los desvalidos, el arzobispo fue asesinado al elevar la hostia en la celebración de la misa Su cuerpo cayó fulminado al pie del altar. Uno de sus fieles, su amigo fiel:

«Lo supe a las 3 de la tarde del 24 de marzo de 1980. Acababa de nacer la primavera. La mañana había sido calurosa y clara. Cuando lo supe, llovía. Una lluvia nueva, generosa, blanca, que envolvía los cerros. Oscar compañero había resucitado en la llama de una bala Sólo una bala precisa, amaestrada, prevista La lluvia fue el gran perdón que caía sobre El Salvador. El perdón del caído. El gran Mártir de América había ganado la batalla a sus asesinos».

Ojala se convencieran de que perderán su tiempo. Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás...

Eran años aciagos para El Salvador; acababa de estallar una crudelísima guerra civil entre la guerrilla del Farabundo Martí de Liberación Nacional y el ejército gubernamental apoyado, naturalmente, por el gobierno de Estados Unidos. El conflicto se prolongó el tanto de 12 años. El armisticio se iba a firmar en el Castillo de Chapultepec Aquí, unas colonias adelante…

Como Pastor estoy obligado por mandato divino a dar la vida por quienes amo, que son todos los salvadoreños, aun por aquellos que vayan a asesinarme. Si llegaran a cumplirse sus amenazas, desde ahora ofrezco a Dios mi sangre por la redención y por la resurrección de El Salvador. Yo resucitaré en las luchas del pueblo…

Y la homilía que le granjeó una bala en el pecho: «Queridos hermanos: terrible lo que ha ocurrido en estos meses de un gobierno que decía querer sacarnos de estos ambientes horrorosos. El Papa recoge el número de víctimas que en estos días ha habido en Italia. Si él estuviera en mi lugar, no señalaría sólo los crueles asesinatos en Italia, sino que se llevaría tiempo recogiendo día a día testimonios de numerosos y numerosos asesinatos…»

Sin las raíces en el pueblo, ningún gobierno puede tener eficacia, mucho menos cuando quiere implantarlo a fuerza de sangre y dolor…Yo quiero hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del ejército, y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles:

¡Hermanos: son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios, que dice no matar..! ¡Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios! ¡Una ley inmoral nadie tiene que cumplirla! ¡Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado! ¡La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación! ¡Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con sangre..!

¡En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos: les suplico! ¡Les ruego! ¿Les ordeno en nombre de Dios! ¡Cese la represión..!

Y lo mataron. Monseñor Oscar Arnulfo Romero. (A su memoria..)

Señor Hugo Sánchez…

Vaya, pues. Que al cosechar un fracaso tras otro como director técnico del nacional futbolero su nombre provoca la frustración de casi todos los mexicanos. No la mía, que yo no creo en usted ni en quienes ahí lo ubicaron siendo el menos indicado porque ni es director técnico ni nunca lo fue, no lo ha sido nunca, nunca lo podrá ser. Si nos ponemos a revisarle el currículo, válgame, un curriculito de este tamaño, porque vamos a ver…

¿Fue antes de ahora director técnico? Ni de un equipo pueblerino, ni de uno estatal, ni de uno de tercera división, ¿Cómo, entonces, un individuo ayuno de toda experiencia en el arte de dirigir un equipo futbolero llegó a la dirección de una cáfila de jugadores donde el que el que no es inepto nos resultó que roba balones y se los lleva a su casa? ¿Cómo es que porta usted, todavía a estas horas, la camiseta del tricolor..?

Claro, sí, por supuesto: lo inaudito ocurrió gracias a una maniobra de picaros. Usted no llegó por sus propios méritos sino porque así convenía a los torvos intereses de los dueños del balón, tanto de aquí como de allá. De allá, principalmente. Fue por eso que a un mediocre me lo treparon la FIFA, trasnacional, y la propia FMF, federación mexicana, cuyos intereses comerciales son compinches de los de la FIFA. Negocio redondo, y páguenlo unos aficionados con vocación de Perra Brava que en sus lomos cargan el mal fario de ser siempre los perdedores y los que terminan pagando el boleto.

Qué papelón, señor Hugo Sánchez, qué papelón el que está haciendo a estas horas. Cuánto lo exhibe de inepto y mediocre una responsabilidad para la que no estaba preparado. De haber tenido un tanto así de autocrítica, hubiese usted rechazado la torva maniobra de los dueños de equipos, manga de aprovechados que lo colocaron ahí para sacar las castañas con la mano del gato. De su gato pulgoso…

Y usted, que se la creyó. Un tanto así de autocrítica y ya estaría arrojándole su renuncia al Vergara chiva y a todos esos Vergaras que pasándose de Vergaras están haciendo con usted lo que sus criadillas les dictan, con todo y Vergaras cómplices, esos medios de condicionamiento de masas que al tanto más cuanto se dedican a diluir, escamotear y disimular los errores de usted, sus impericias de mediocre irredento. Pero es que tal es la condición de los «medios»: siempre hacer lo que beneficia a sus intereses, no a los del equipo nacional. Y aunque sin margen de acción para el manejo de sus equiperos, usted creyéndosela: soy el mero mero director técnico. (Vamos, don Hugo. Vamos, México, estuve a punto de decir. El reflejo condicionado.)

No, mi señor, para director técnico del equipo nacional se precisa algo más que cachaza, que desvergüenza, que debilidad de carácter para dejarse manipular; de la FIFA, concretamente. Se requiere temple, talento y talante, decisión, don de mano, amor a la camiseta, visión de futuro, carisma, en fin, todo eso de lo que carece usted, pusilánime que habla cuando debe callar y se queda callado cuando debiera manifestarse. Ahí se le advierte lo «apenitas», señor. Y si a otros concedió Madre Natura las cualidades del director técnico que sabe ordenar y hacerse obedecer, a usted ni sus jugadores lo escuchan, por más rabietas que le provoque su carácter de vinagrillo bilioso…

¿Y qué? ¿Así piensa o pensaba trascender, entrar a la historia del clásico pasecito a la red? Como no sea con el triste prestigio que acarreó José Antonio Roca cuando, en el Mundial de Argentina, logró para la selección mexicana el último sitio de la clasificación. ¿Así quiere usted pasar a la historia? Tenemos también a Ortiz Rubio, el Nopalito, pero ese no sé que equipo entrenó. Por último, señor Hugo Sánchez: cuidado, mucho cuidado. La Volpe está ahí nomás, tras lomita. La Volpe no se ha ido, anda suelto, y él sí tiene el carisma que a usted le falta, y personalidad, y el poder de convocatoria..

Ya escucho su réplica: yo congrego cientos, millares en torno mío. Pues sí, pero esos son guardaespaldas, y más allá de los tales, ¿cuántos aficionados congregaría en el zócalo capitalino? En el Goloso de Santa Úrsula, quise decir. Y más allá del copal que le queman algunos «medios» alcahuetones por conveniencia, La Volpe lo viene exhibiendo en su verdadera dimensión, y con sus hechos afirma que él es el verdadero estratega de la selección nacional. Y una mala noticia (para usted, para mí, para la Perra Brava): el Prozac para nada sirve; con el antecesor demostró su inutilidad. Tal vez calme los nervios, pero una aplastante mediocridad no la cura. Conque, señor Hugo Sánchez… (En fin.)

No la hagas de pe…dro (Domé)

Hablé ayer de esa piquera descomunal que apodan Feria del Caballo, cuya sangre y cuyo oxígeno es el licor, y alerté a jóvenes y adolescentes a evitar la trampa que les tienden los mercachifles de la degradación alcoholera con el señuelo de circo y payasos, toros y palenque, y un maratón de berreantes y falseteros, ellas con atuendos que muestran pubis, cóccix y tatuajes vecinos del clítoris, deleite visual de unos mirones babeantes de licor y lascivia. Yo, que había sorprendido al Ariel viendo la tele, me alarmé. ¿Otro débil mental en la familia? ¿No basta conmigo? ¡A desenajenarlo, rápido! Y a Texcoco, a la «feria provinciana», candido de mí, que al participar en juegos diversos, el Ariel cosechó litros, porros, cuartillos, castañas y damajuanas. ¡Rápido, a sacarlo del «tiro al blanco», donde ganó un pomo de cacardiosidad! Mi única: «Allá, mira, no creo que haya riesgo de bebistrajos».

El juego del dardo y los globos. El feriante: «Te los tronastes, güerejo, y te llevas dos de a litro y una de rosado. ¿Conoces el rosadito..?»

El rosadito. Y fue entonces. En la noche de Texcoco observé a los feriantes, ellas y ellos, adolescentes y jóvenes, que deambulaban como zombis, muertos vivos, vivos muertos de licor, ese que los mercachifles de la humana degradación les embombillaron a modo de lavativa bucal. «Vi a los feriantes deambular bamboleándose, insomnes sonámbulos, en la diestra una de «presidente», casi tan dañino como los que malparen, para perjuicio nuestro, los partidos políticos paraestatales. Salú.

Escalofriante. Los feriantes, clavado en el pecho el mentón, erraban de la carpa al palenque, del merendero al bar y de ahí al muro donde recargarse y: ¡guácala! Pálidos todos, fija la pupila y la pupila errante, qué contrasentido, volvían al siniestro ritual de la borrachera en el antro de la «feria internacional». Ahí, entre la rueda de la fortuna y la fortuna de los creadores de nuevas hornadas de briagos; entre la casa de la risa y la risa idiota de los ahogados de licor; entre los carros locos y los locos de droga y licor. A marearse en el volatín cuando el alcohol ya los mareó hasta la náusea y el vómito. En la piquera disfrazada de figón: 2 copas, 3, por un solo boleto. Y que de súbito estalla el chicotear del falsete en el falsete varón que nombran Juanga. Y chúpese tres y pague sólo las dos primeras, pero cuidao y se me caiga sobre el pozole. Final de fiesta: la fiesta de la rifa, por tantos pesos se lleva la de a litro, con la anforita pa la bolsa de su chamarra Sí, usté que pasa babeando. Mi única y yo, en el espanto, tomamos al Arieluco, y a huir.

A la salida, en exhibición, dos caballos de la perico domé. El cuaco blanco, cuando pasé por su vera, miróme con sus ojos amarillosos mientras me la pelaba, toda su dentadura, como diciéndome con los puros tomates: «Si serás cándido. ¿Qué tiznaos te ganas con hacer bilis y denunciar que ferias como la de Texcoco son gigantescas piqueras donde se envilece a la juventud y a la runfla de adolescentes aturdidos que caen en sus redes? En este país de borrachos, ¿quién canacos te va a escuchar? Mejor hicieras en darte al pedro tú también. Anda, llégale a la cacardienta ¿O quieres seguir haciéndole al idiota con prédicas en el desierto? Los briagadales, o sea todo México, ¿van a escucharte? Anda, ponte a chupar o lárgate, pero ya no la hagas de pedro».

¡De pedro! El penco retinto, prieto azabache, volteó los cuartos traseros, y… ¿porque le caí mal, porque me reconoció y supo que yo iba a alertar a todos ustedes contra el peligro de cacardiosidades y pericos domé? Lo cierto es que al pasar por su lado, la bestia (bestia, sí, pero ella en su juicio) me estampó en pleno rostro aquella exhalación, el suspiro salido de lo más recóndito del delgado, y con vía libre y a sirena abierta por todo el grueso. Me la hizo de fumarola, y qué hacer. ¿Competir con el penco, pagarle con la misma moneda? Más penco resultaría yo. Me hice el desentendido. Ya en la carretera, el Ariel: «Feria horrible, de veras»..

Mi única y yo nos miramos, sonreímos, qué alivio. Alcé los ojos al cielo, un cielo tan alto como el techo del volks. «Gracias te doy, Santo Niño de Atocha, que a mi niño le conservaste el candor». Y entonces:

– Horrible la feria Mucho chupe, sí, ¿y de botanas? ¿Nada.?

Me los sentí caer. Rodar por el suelo. Por los baches del pavimento. Los ánimos. Mis valedores, cuidado: ahí, una vez más, en Texcoco han alzado su piquera descomunal. Cuidado, mucho cuidado, y salucita, toda la que cabe en las visceras de un borrachales. México. (Este país…)

Tabernaria…

Y de repente, mis valedores, se nos echó encima la edición 27 de la Feria del Caballo Texcoco 2008. ¿Pues qué semejante peligro no tenía fecha de noviembre, o algo así? Sea como sea, cuidado, precaución, mucho cuidado. Promete un Carlos Salgado, de algún instituto de fomento a las artesanías, que en la tal feria se podrán encontrar creaciones artísticas mexiquenses de todos los ramos artesanales. ¿será? Porque, según me consta por un par de visitas circunstanciales en años distintos, la Feria del Cabalo no es otra cosa que un variopinto catálogo de espectáculos que tienen, al parecer, un solo propósito: que se beba durante los días que dure la del caballo. Pulque, tequila, mezcal, bacanora, cacardiosidad, don bien pedro, en fin. Aquí, algunos apuntes de mi experiencia con esa que del 6 al 30 de marzo se convierte en piquera:

¡Cuidado, precaución, se encienden los focos rojos! La advertencia del peligro me chicoteó en pleno rostro, que hasta los huevos, con su chile y su gorda debajo, se me atoraron en el gañote. Con un violeto acceso de tos los chispé por la boca, lástima Huevos a la mexicana Mi desayuno. En fin. Mucho cuidado. Los jóvenes, sobre todo, los adolescentes. Mucho cuidado.

Retiré el plato y me di a examinar el riesgo que se manifestaba en aquella plana, toda la plana del matutino: ¡Feria Internacional del Caballo, Texcoco dos mil y tantos! Y que va a haber palenque (con pomos, botellas, garrafas y damajuanas de licor, tal vez no todo adulterado), corridas de toros (con litros y medios litros de alcohol), jaripeos y rodeos, juegos mecánicos y circo y gastronomía Mañosamente, los que perpetran (sé lo que digo) la dicha trampa para multitudes, escamotean lo que significa el negocio principal de los negociantes del espectáculo: las cataratas de licor que a partir de la feria, con toros, cirqueros, berreantes y falseteros -ellas, en provocativa ropita que muestre pubis, cóccix y tatuajes vecinos del clítoris ante una concurrencia babeante de licor y lascivia- harán de la juventud un poco más briaga y afecta a toda suerte de drogas que, menos dañinas que el alcohol, dañan a jovenes y adolescentes. Lo reconocía el anterior presidente municipal de Texcoco:

– ¡La Feria del Caballo es la cantina más grande de Iberoamérica.!

Como si -culpa de tantos millones de briagos- México no fuese ya demasiado borracho. En fin, por si alguno aprovecha mi triste experiencia de hace algunos años, aquí lo que me sucedió en la tal «Feria lnternacional«:

Aquella tarde sorprendí al Arieluco a 20 cms. del cinescopio. ¿Otro débil mental en la familia? ¿No basta conmigo? «¡Rápido, a desenajenarlo!»

A la viva fuerza lo aparté de la choricera de anuncios con su botana de videos perpetrados (sé lo que etc.) para linchar al Peje. «Deja de recibir esa radiactividad y trépate al BMW -al volks. cremita-. Vamos a la feria Una feria provinciana, mi hijo. Ya verás qué hermosura de espectáculo». Y mi única «Cálmate ya deja de llorar, que Televisa y TV Azteca no merecen una sola de tus lágrimas. Eso déjalo para los pobres de espíritu ven sus telenovelas. Tú, a divertirte en el volatín y la rueda de la fortuna».

Las ferias de provincia La lotería de cartones. Campo y tablas. El gritón comenzó a cantarlas: y que por abajo está la dama y por arriba está… ¡el catrín! Y que con polvos de guiscachota me querías enhechizar, o sea ¡la muerte! Y que me la han vestido de charro, o sea la que por pena no les voy a nombrar, y el Arieluco: «¡Buena con «la reata». ¡Gané!»

– Suerte de chamaco -el gritón-. ¿Pos no se acaba de ganar una de a litro con seis cocas seis, pa campechanear?

– ¡Salva a tu hijo, amor! – mi Nallieli. Nos zafamos de la lotería; dejamos al gritón con los brazos extendidos, un racimo de pomos colgándole en cada mano. Rápido, a buscar un juego infantil que no resulte dañino.

– ¡El tiro al blanco, pa!

El de la «Feria Internacional le entregó aquel viejo mosquetón, y ahí fue el tumbadero de patos, gansos,un burro de buen tamaño y uno que otro viejo güey. El feriante: «Caray con su puntería doce tiros, nueve blancos. «Oiga, bigotón, no vaya a malograrle al chamaco su prometedora vocación. Va pa Zeta que vuela».Y que intenta entregar el premio a su buena puntería una de a litro, dos damajuanas y otra más de algo así como que un líquido amarillento, que hagan de cuenta cuando uno lleva sus humanas muestras al examen de laboratorio. «Pal desempance va a llevarse este añejo; dos semanas añejado en barricas de ayacahuite legítimo». Logramos huir. (La huida sigue mañana)

Del evangelio apócrifo

Barbacoa -buen pulquito – cito plebe -plebiscito.

Jerusalén, la semana pasada. Días de fiesta. La ciudad, ascua viva en ascuas. Las noches se tornan días trepidantes de bullanga y de jácara, con una judería enfiestada e insomne que celebra, previa licencia de Poncio Pilato, su ancestral vocación libertaria. En el templo y a voces, los judíos evocan e invocan las sombras augustas, sombras tutelares de Abraham y Jacob, Isaías y Moisés, el que quitó las cadenas a los esclavos del Faraón. Discreto, tras del balcón central del palacio, el romano observa, nomás observa..

Porque días antes en la festividad se había producido algún incidente de poca monta, que los ancianos y príncipes de los sacerdotes se empecinaron en magnificar, y fue que algún loco que erraba por los campos de Judea predicando heréticas doctrinas ardorosamente emparentadas con Yahavé había caído preso, y los sacerdotes del templo se empeñaban en sacrificarlo como vía de escarmiento de heréticos y blasfemos. En este momento, con el festejo en su máximo punto de ebullición, Poncio Pilato se retira del balcón y se dispone a poner en práctica el plan que se trae entre manos, y entonces…

De cronista, Mateo: «Y Jesús estuvo delante del presidente; y el presidente le preguntó dicienda ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices. Y siendo acusado por los príncipes de los sacerdotes, y por los ancianos, nada respondió. Pilato entonces le dice: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?» El otro no respondió palabra..

Y aconteció que estando el romano en el tribunal, su mujer envió a él, diciendo: «No tengas que ver con aquel justo; porque hoy he padecido muchas cosas en sueños por causa de él». El romano sonrió. Pensó en la maniobra que había urdido con escribas y fariseos. Porque traía plan ranchero. Sonrió…

Y en el día de la fiesta acostumbraba la autoridad entregar al populacho a algún preso, el que la masa escogiera Y tenía entonces uno famoso que se llamaba Barrabás. Y juntos él y el agitador de multitudes, desde el balcón central del palacio, Pilato se infló el pecho: «¡Pueblo judío, ¿cuál queréis que os suelte?!» (Porque el romano conocía a las masas, y traía gallo tapado.)

El remate del incidente, y a quién eligieron democráticamente para la cruz y a cuál para la libertad, ya ustedes bien lo conocen, y cómo «viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: inocente soy de la sangre de este justo: caiga su sangre sobre vosotros». Hasta aquí, bien. Pero ni tanto…

Porque, mis valedores, no fue entonces cuando se las lavó, sus dos manos, sino que tal maniobra la efectuaría después, que había estado planeándola con todo cuidado desde meses atrás. La versión del evangelio apócrifo de Santo Tomás (uno con pésima fama de pseudo-neo-comunistoide, que me lo hubiesen crucificado también a él, pero patas arriba); según el dicho evangelio, contra la turba congregada al pie del palacio Pilato lanzó la primera pregunta acerca de Barrabás el bergante y el Justo Jesús. Oportunamente manipulada y enfebrecida hasta el paroxismo, la democrática muchedumbre:

– ¡Queremos a Barrabás. Al otro crucifícale!

Poncio sonrió. Su plan daba resultado. Conocía a las masas. Mandó contar los votos. ¡Quince millones! «¡Veo, pueblo judío, cuán diestro te muestras en prácticas democráticas, y que a la hora de elegir sabiamente eliges. Mis parabienes, pueblo judío..!»

El cual, arremolinado al pie del balcón, alza el puño e increpa lanzando vivas y mueras, ebrio de democracia y deseoso de seguir practicándola La democracia, ese fuerte licor. Y mis valedores, fue entonces. Entonces fue. Ante la respuesta de unas masas sedientas de urnas y papeletas, que de forma tan categórica respondían al Imperio, el romano se hizo de agua y jabón.

– Las urnas hablaron. El voto lo decidió. Yo me las lavo. Conste

Y es que Pilato el gringo (el romano, más bien) conocía a las masas, y había tramado minuciosamente su plan, y su plan, el de Washington, le había arrojado un resultado espléndido. Y así, mientras se las secaba, las dos, ordenó al Congreso, sucursal de la Roma imperial:

– Al alborotero me lo crucifican, ¿no ven que es un peligro para México? Al otro, ese al que todo, por todo y en todo, le queda grande, a ese me le amarran encima la banda tricolor. Ya desde Roma se le dieron órdenes e instrucciones para que vaya preparando la factura de PEMEX y la energía eléctrica Y ya

(¡Yea.!)

Juárez y los vendepatrias

Veintiuno de marzo de 1808-18 de julio de 1872. En estas dos fechas cabe toda su vida, sin más. Sesenta y cuatro años fue el tiempo de vida de don Benito Juárez, pero años bastantes para troquelar en la historia del país rumbos, metas, perfil, señas de identidad. El de Juárez y su templado equipo de liberales fue un gobierno de claroscuros: desde una sufrida lucha contra «soberanos» de pacotilla hasta una crueldad extrema para con los vencidos, y desde unas luminosas Leyes de Reforma hasta un Tratado McLane-Ocampo que, en apariencia, y sólo en apariencia (consulten la Historia), cedía parte del país a los Estados Unidos. De los males, el menor; Juárez y sus liberales instrumentaron el McLane-Ocampo para evitar que el gringo se quedase con Baja California, Chihuahua y varios otros estados del norte del país. Los liberales evitaron tal desgracia nacional con el auxilio de una circunstancia para nosotros afortunada: en guerra civil del Sur contra el Norte, los yanquis maniobraron para evitar que los confederados se fortaleciesen con el territorio mexicano. Qué bien, por más que el propio Juárez lo estipulaba:

Todo lo que México no haga por si mismo para ser libre, no debe esperar ni con
viene que espere que otros Gobiernos u otras naciones hagan por él. Auxilios negativos son los únicos que puede darnos Estados Unidos, como el que nos fusile por la espalda…

Hablando de historia lo escribió el estudioso Santiago F. Fuentes: Los libros de historia se han convertido en los mejores aliados de los políticos mexicanos a la hora de explicar o justificar sus acciones. Santiago Oñate, orador del PRI en la ceremonia juarista, aprovechó el 189 aniversario del nacimiento del benemérito para, en un forzado paralelismo, comparar a Juárez con el presidente Zedillo: «Bien sabía Dn. Benito Juárez de los riesgos de la suspensión de pagos. Fidelidad a lo pactado en el exterior. El sacrificio del pueblo mexicano, necesario para salir de la crisis. No es permisible postergar el desarrollo en la justicia de millones, a cambio de transitorios alivios. Lo sabía el Presidente Juárez. Lo sabe el Presidente Zedillo«. (Asqueante)

Priista fue también uno que años atrás así discurseaba: ¡Don Alfonso Martínez Domínguez es el Benito Juárez de los burócratas! ¡Don Alfonso, como el Benemérito, surgió de la humildad! ¡Don Alfonso es nuestro Benito Juárez, el benemérito de tos burócratas.»»

Por cuanto al panismo, enemigó de Juárez: en abril de 1997 legisladores del PRI, PRD y PT rechazaron las expresiones del panista Noé Aguilar Tinajero, en las que juraba que Benito Juárez traicionó a México. Los diputados advirtieron que no permitirán expresiones que pretendan dañar la imagen y el legado histórico del Benemérito. El criticable, clamó el diputado oaxaqueño José Antonio Hernández Fraguas, la postura del panista, que pretende desprestigiar a Juárez como pretexto para cambiar la nomenclatura de varias calles en el Edo. de México«. Y el priista José Carmen Soto Correa: «Aguilar Tinajero es acólito del partido del campanario».

Pues sí, pero más tarde al país iba a caerle encima un gobierno reaccionario y yunquista, prokanki y confesional, y en la Secretaria de Gobernación iba a encuevarse un hijo de cierto Salvador Abascal, fundador del Sinarquismo, que así se expresaba del Benemérito:

Benito Juárez engañó a los indígenas expropiándoles sus tierras, pero no sólo eso: yo considero que la personalidad del Benemérito de las Américas ha sido sobrevalorado por el sistema político mexicano. Sugiero la necesidad de un redimensionamiento de su verdadero papel histórico.

Dn. Benito y el gobierno panista: «Cd. Camargo, Chih. «Una grave tensión política se suscitó el 12 de julio (de hace unos años), cuando la alcaldía panista realizó la demolición de una estatua de Dn. Benito Juárez para poner en su lugar la del fallecido panista Carlos Chavira…»

Aguascalientes, Ags., marzo de 1997. El alcalde panista Alfredo Reyes decidió entrar en la posteridad e impuso su nombre a una calle que antes se llamó Benito Juárez. La vía pública que rendía tributo a Juárez tiene ahora una placa con el nombre del alcalde, que no sólo registró su nombre, sino que también puso el de los panistas Manuel Gómez Morfn, Miguel Ángel Mérida y Efraín González, a calles de la misma colonia, San Francisco».

«No se me oculta ni trataré de disimularlo: la situación actual es complicada, difícil y tal vez peligrosa». Benito Juárez. (A su memoria)

El Niño Dios te escrituró un establo

Y los contratos de petróleo El Diablo. De PEMEX les hablé ayer, en el aniversario 70 de su nacionalización. Sigo aquí con comentarios que juzgo muy elocuentes acerca de una paraestatal cuya historia es flor y espejo de la del propio país: luchas, tropiezos, logros y fracasos grandísimos, aparejados a la sañuda defensa de soberanía frente a vergonzantes y vergonzosas claudicaciones ante el vecino imperial. PEMEX, corrupción, México.

El Arq. Mario Basañez, en 1978: La industria petrolera ha sido principal fuente de trabajo para la población, pero la riqueza ha sido mal distribuida En las compañías petroleras la asignación del salario sigue siendo injusta debido al sistema empresarial capitalista que prevalece en PEMEX.

J. Torres: Los petroleros son la aristocracia obrera, con beneficios únicos que abarcan, además de salarios más sustanciosos que el resto de los sindicatos del país, créditos, becas, servicio médico, vacaciones, vivienda, etc.

De Poza Rica: Por sus inagotables yacimientos y su tradición petrolera, el Ing. Saade Atille la toma como prototipo de las corruptelas que durante décadas registra la industria petrolera del país. Pero Tabasco también, y Chiapas, Campeche, etc. Hace tiempo el matutino publicaba estos datos:

«PEMEX, campeón mundial en empleo, último en ingresos. Con sus 138 mil 701 trabajadores, la paraestatal mexicana se ubica en primer lugar de una lista que incluye empresas de EU, el Reino Unido, España, Venezuela y Brasil. A la hora del rendimiento, con sus 284.1 miles de dólares anuales por trabajador, se ubica al final de la tabla, muy lejos de la cifra récord que en productividad registra Exxon Mobil, de EU: 1,956.9 dólares». Elocuente.

PEMEX. A 70 años de nacionalizada y desde los Merino y Vivanco hasta los Aldana y Romero Deschamps, ¿habrán variado las condiciones originales de la paraestatal en cuanto a la inaudita corrupción en la que sobrevive, tan pobre, siendo riquísima? Por cuanto a su sindicato, clamaba hace algún tiempo el priista M. Osorio Marbán.

¡El sindicato petrolero es el más honesto de todo el pais! El sindicato petrolero no es un sindicato blanco. Es revolucionario, y los ataques provienen de los enemigos de la Revolución…

Y en 1989, el Financial Times: El arresto de los dirigentes sindicales de PEMEX tiene por objeto permitir la privatización, antes que ningún intento de moralización de la industria petrolera

Sindicato de PEMEX. ¿Ha cambiado en 20 años, cuando el Arq. Mario Basañez, en 1978, abocetaba el siguiente retrato? «Como la mayoría de los sindicatos del país, el de PEMEX favorece los intereses de la empresa, desarrollando un sindicalismo revisionista y mediatizado, en el que es cotidiano el tráfico de los contratos y las plantas de trabajo, el control enajenante del obrero mediante la cooperativa de consumo que funciona como una verdadera tienda de raya Debido a sus recursos económicos, ha permitido a sus líderes, en contubernio con los altos funcionarios de PEMEX, enriquecerse a costa del trabajador…»

EU y el Memorándum Brzezinski, 1978: «Debemos incluir las conversaciones sobre gas y petróleo de México dentro de una amplia agenda de cuestiones bilaterales. La clave son los energéticos. Los mexicanos nos han dejado la puerta abierta Toca a nosotros decidir si ya es tiempo de entrar, o cuándo», y años después: «G.W. Bush podría ofrecer a México fondos para convertir PEMEX en la mejor empresa petrolera del mundo. Si Bush padre proporcionó una ayuda similar a Salinas, el apoyo ahora tendría más razón: Bush hijo y el presidente actual quieren integrar un acuerdo energético norteamericano. Necesitamos más energía Así de simple».

Ernesto Zedillo, en 1996: «La privatización que promovemos en ferrocarriles, telecomunicaciones, terminales portuarias, aeroportuarias, gas natural y petroquímica secundaria, marchan de acuerdo con los tiempos previstos y en forma exitosa». Y Romero Deschamps, líder petrolero:

– ¡En nombre de todos los petroleros del país y en el mío propio, gracias, señor presidente Zedillo, por esta lección de democracia, por el ejemplo de patriotismo y por esta muestra de sensibilidad al sentir del pueblo de México, por escuchar los argumentos y darnos su respaldo! ¡Gracias a su patriotismo, su democracia (sic) y su sensibilidad, el petróleo y sus derivados están a salvo de la privatización. Gracias, a nombre del pueblo de México, señor presidente Zedillo!» EL Calderón, Mouriño… (PEMEX.)

Mr. Eliot Spitzer:

¿Conque renunció usted a su puesto como gobernador de Nueva York? ¿Por qué, mister, por qué? ¿Nada más porque le descubrieron sus prácticas, humanísimas, de putañero? ¿Nomás por eso? ¿Quién se atrevió a tirarle la primera piedra, quién se escandalizó hasta forzarlo a la renuncia del cargo público? ¿Algún o algunos espíritus puritanos? ¿Esto, en el país cuyo gobierno es hoy el terrorista mayor del orbe y causante de muerte, devastación y lágrimas en todos los puntos de la rosa? ¿Esto en el gobierno provocador del más extenso terrorismo contestatario que registra la historia moderna del orbe? Esos, los genocidas, ¿escandalizados porque usted se ayuntó con una ramera a toda velocidad, mil dólares por hora? ¿Sólo por eso, señor? ¿Así funciona la doble moral en el país de la violencia, el racismo, el genocidio y la violación sistemática de los derechos humanos? De no creerse, Mr. Spitzer. Con ese doble discurso quién no va a repudiar la fulminante renuncia, que no sea algún furibundo pro-yanqui de esos que, por desgracia para la humanidad, abundan por todas partes. Y si no, mire hacia acá, hacia el sur…

Apuesto, Mr. Spitzer, a que en la industria de la prostitución nadie ha enviado a usted un par de jovencitas, doncellas tal vez, a las que designó con el lenguaje en clave de: «dos botellas de cognac para que te las eches«. Usted se quedó sin doncella y sin cognac, ¿no es cierto? ¿Por qué, señor? No me lo explico. ¿Pues en qué país vive usted, que así armaron la escandalera al cogérselo en plena suerte, mala para usted y benéfica para la barragana que en mala hora fue a contratar a toda velocidad, mil por hora, una tal Ashley Dupré cuyos servicios ahora se cotizan más altos que los de la miss Lewinski, si es que así se escriba su ilustre apellido? ¿Pues en qué clase de país vive, que nadie le dio valimiento ninguno?

ítem más: ¿por qué esa caída fulminante? ¿Tan solo, inerme, indefenso y vulnerable se encontraba como político a la hora en que se descubrieron sus prácticas carnales de trasmano, rebotica y trasputín? ¿No hubiese podido usted evitarlo? ¿No encontró con respaldos y valimiento en los poderes legislativo, ejecutivo y judicial? ¿No tenía usted buenos contactos con los partidos políticos, alguna cúpula sindical, esta o aquella congregación religiosa o algún otro organismo de peso en el panorama político de su país? ¿A la hora de la escandalera no contaba con una corte suprema de justicia, a la que usted, previsoramente, hubiese obsequiado algún terreno donde levantara su sede justiciera? Yo estoy seguro de que esa corte suprema, ahora suprema «corta», no hubiese fallado a usted al fallar en contra de sus acusadores. Júrelo.

¿Los partidos políticos dónde quedaron, por qué no olfatearon la coyuntura para el chantaje, la componenda, la concesión?

Por cuanto a su presidente: ¿por qué no lo apoyó? Apenas y a penas estallado el escándalo de sus puterías, Mr. Spitzer, ¿por qué su presidente no corrió a visitarlo para darlo a valer, y exhibirse en público con usted, posar para la foto, estrecharle la mano y palmearle los lomos, ambos sonrientes con sonrisa cínica, carente de dignidad? Con la complicidad presidencial hubiese usted evitado el sofocón de renunciar a la gubernatura de Nueva York (iba a decir de Puebla), con todos sus beneficios, que usted dejó de recibir. ¿O quizá su presidente no tiene cola que le estropeen? ¿Nada debe al antecesor en el puesto, que así tenga que servir de tapadera a todas las sinvergüenzadas del antecesor y a las de los actuales gobernantes? Ya lo oigo protestar: que no la friegue, que eso no ocurre con el presidente de su país? No me diga que semejante personaje, con todo y haber llegado a su puesto bajo sospecha, no tuvo que verse forzado, a querer o no, a pagar a estas horas un altero así de factura, mire, producto de la turbiedad con que llegó a la presidencia a base de componendas, compinchajes, complicidades y demás conductas maniobreras, de modo tal que ahora, se viese forzado a la maniobra de compartir con usted el descrédito, sonriendo para la foto y arriscando una de las cejas. La izquierda, contrasentido vil. Mr. Spitzer:

Véngase a mi país. Como reemplazo de la Dupré le tengo dos candidatas: la Jana Chantal, espléndida en su mini-mini. (Travestí, sí, pero no fijándose..) La otra es mi prima Tencha, «distinguida priista» que ficha en El Burro de Oro bajo nombre artístico de La Princesa Tamal. Que ella se la endereza; una nueva carrera política De repente priista, aliado del PAN y socio de Mouriño, ¿se imagina usted? Anímese, ¿sí? (Conste)

PEMEX, Mouriño, Calderón…

México, 18 de marzo de 1938-18 de marzo del 2008. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide que fue un día como hoy, pero de hace 70 años, cuando el presidente del país, Lázaro Cárdenas, rescató el petróleo de manos extranjeras y lo entregó a la nación. Desde entonces tal recurso natural ha sido el energético de la economía nacional, aunque también, ya desde entonces, de la corrupción que se registra en la administración pública El testimonio de Julián Amado Saade Atille, superintendente Gral. del Complejo Petroqulmico de Poza Rica, citado en 1978 por Isabel Morales:

– A 40 años de su nacionalización, a la industria petrolera mexicana la mantienen a flote los técnicos responsables, mientras algunos dirigentes sindicales y políticos persisten en hundirla…

El petrolero nombra la prehistoria de la corrupción en PEMEX: Jaime J. Merino y Pedro Vivanco, a dos caciques de los años 50 y a contratistas que tiempo más tarde se aprovecharon de la corrupción: Jorge Díaz Serrano y políticos priistas, dirigentes sindicales y compañías transnacionales.

– Porque México es tan rico en energético que esta riqueza es sólo comparable a la cantidad de pillos que se aprovechan de tanta riqueza Políticos y líderes sindicales están acabando no sólo con PEMEX, sino con el país entero. Porque los políticos sólo se acuerdan de PEMEX para acomodar a sus recomendados en puestos claves o cuando quieren que tal o cual contrato se otorgue a alguno de sus colaboradores.

Y entonces, mis valedores: ¡PEMEX, políticos, colaboradores!La historia, que se repite, porque a 30 años de la denuncia, de súbito la pestilencia que ventosean los contratos que el entonces titular de la Sec de Energía, Felipe Calderón, permitió a su coordinador de asesores Juan Camilo Mouríño, al que hoy coloca como titular de Gobernación. Una historia que de esta forma escribieron los antecesores de Calderón y Mouríño:

El Demócrata, marzo de 1920: «Nuestro redactor va y entrevista a uno de los principales inodados en el escándalo petrolero, el General Jacinto B. Treviño, que acaba de terminar su labor como ministro de Industria, Comercio y Trabajo». El reportero: «Señor, me han comisionado para entrevistarlo acerca de las onerosas concesiones petroleras que se sabe fueron otorgadas por usted durante su estancia en el ministerio de Industria».

– ¡Ya estoy cansado de tantas tonterías! ¡Debe usted saber que si en algún ministerio se hizo labor honrada, fue en el mío!

El reportero se traslada a las oficinas de la Junta Consultiva del Petróleo e interroga al ingeniero Vázquez Schiaffino «¿Qué hay de cierto en que las concesiones federales fueron dadas por el Gral. Treviño a sus puros amigos?»

– Efectivamente, ello es verdad. Pero esto, además de lógico, es muy humano. Ocurrió también durante la época del señor Carranza y la del Gral. Díaz. Eso es lógico, es simplemente humano.

Entrevistado, el Gral. Salvador Alvarado se defendía públicamente de suspicacias, y aclaraba la forma en que obtuvo una concesión para construir un oleoducto entre el puerto de Tuxpan y la ciudad de México: «En cuanto a las apreciaciones que se hacen respecto a que yo, sin ser petrolero, haya hecho un magnífico negocio con esa concesión, me concreto a manifestar: es un error considerar que esta clase de empresas sólo corresponden a extranjeros».

Sigue El Demócrata: ‘Ya está plenamente comprobado que el multimillonario petrolero Bohey depositó en manos del clero de Tampico la cantidad de 400 mil pesos para que se proceda a la construcción de un templo católico. También se evidenció ya la circunstancia de que el petrolero norteamericano Dihey, para salvaguardar sus cuantiosos intereses de posibles atentados sociales en su contra, acordó erogar 500 mil pesos más, para la fundación y sostenimiento de obreros católicos. Así se pretende, por medio de la fe cristiana, del oro norteamericano y de las prédicas religiosas, que se enfrenten entre ellos mismos los obreros sindicados que ostentan las perniciosas ideas de Lenin y Trotsky, sobre todo en fábricas y talleres…

El gobierno seguirá manteniendo su política nacionalista en materia de petróleo. Esta misma semana se han otorgado concesiones a A.P. Wichers, a la sociedad anónima E. Thomas y Cía., y a otras dos compañías extranjeras…»

Mis valedores: hoy, en el aniversario de la nacionalización petrolera: ¿el discurso oficial a cargo de Mouríño? ¿De Calderón? Es PEMEX. (Es México.)

Aborto, pro vidas y cardenales

Así pues, mis valedores, ¿le damos gusto a providas y cardenales? ¿Volvernos al aborto clandestino, con todo y sus riesgos y consecuencias, tal como exige la Iglesia Católica? ¿Que en México no se practica esa clase de abortos? Vaya pregunta, contesta el investigador. Históricamente el aborto, legal e ilegal, se ha realizado siempre y en todos los estratos y grupos étnicos. Durante toda la historia de su evolución, esta sociedad ha practicado y practica el aborto inducido ilegal, al margen, a pesar y en virtud de la legislación penal que siempre lo ha sancionado.

Y es que en México existen dos países, uno ficticio y el otro real. La contradicción entre ambos es gigantesca ¿Su consecuencia? El predominio de la mentira que, a su vez, constituye una de las causas de la corrupción y la inmoralidad públicas. El problema del aborto es un ejemplo muy claro de esta situación. Las prohibiciones contra el aborto prolongan y fortifican el país irreal, el país de las frases, frente al país real, el país de los hechos.

«El Estado debe ser imparcial, reconocer que el aborto inducido no es un delito y aceptar que es una cuestión que cae en la jurisdicción de la moral individual y que la decisión corresponde a la pareja, esencialmente a la mujer». «Así como el Estado no puede obligar a las mujeres a confesarse, comulgar o practicar cualquier otro rito, tampoco debe convertir un problema de moralidad íntima, como el aborto, en un delito».

En México las mujeres abortan, pero queremos creer que no lo hacen; el Estado cree castigar el aborto y por ello quiere creer que no existe. El número de juzgados y sentenciados por este delito es casi imperceptible frente a los millones de abortos desde que están en vigor las leyes actuales. La sociedad mexicana cierra los ojos ante el aborto, mientras lo practica a escondidas, y el fenómeno sigue en aumento, precisamente por la actitud puritana del Estado de mantener una norma

Para la prensa, el aborto tiene connotaciones muy negativas: asesinato, crimen, pecado, homicidio, libertinaje, destrucción, egoísmo. Puras razones morales, para ignorar las de tipo social y económico. Quienes se oponen al aborto, siempre en función de sus intereses de clase y posición ideológica, son los partidos políticos y profesionales de la clase media, organizaciones patronales, eclesiásticas y religiosas y caciques regionales. Ello propicia una monstruosa demanda de abortos, un mercado negro e ilegal practicado por mercaderes. Pero el aborto es un problema de derechos humanos, algo que en esencia debe decidir la mujer, no la Iglesia ni el Estado.

Y el meollo de la espinosa cuestión: ¿en qué momento un ser viviente, producto de la concepción humana, es ya una persona? Lo afirma el judaismo: «Hay persona humana sólo después del nacimiento. Antes lo es sólo en potencia. Por lo tanto, no hay asesinato en el aborto».

Pues sí, pero la Iglesia católica tradicional lo sostiene: El producto de la fecundación es una persona humana desde el momento mismo de la concepción. Interrumpir el embarazo es atentar contra las leyes divinas.

Tal actitud de la Iglesia Católica, a juicio de los científicos: «Muchos de sus representantes, que tienen un frente hipócrita de aparentes principios morales, abstractos y metafísicos, deben darse cuenta de que, al obstaculizar los caminos para un correcto tratamiento del problema del aborto inducido, con sus amarillistas campañas sacrifican a muchas mujeres, contribuyendo a elevar el terrible nivel de mortalidad femenina por causa de abortos complicados, practicados de forma clandestina, y destruyendo así valores fundamentales, como el bien común, y la dignidad y el respeto a la vida de la persona humana que tanto profesan».

Y que la moral individual involucrada en un acto de aborto inducido no debe ser contrariada por esquemas dogmáticos que chocan con la realidad. «Al margen de consideraciones religiosas el feto es una persona humana en potencia; interrumpir su desarrollo vital no tiene ni el valor ni las consecuencias que tendría en un ser humano actualizado».

Conclusión: la mujer que aborta de voluntad no califica al producto de su concepción como persona humana, y puesto que es a ella a quien corresponde primordialmente valorarlo, el interrumpir el desarrollo vital del producto de la concepción, hasta su viabilidad, no es malo ni es inmoral, y punto. Pues sí, pero providas y cardenales… (En fin.)

El festival de la desvergüenza

Yo no renuncio. Los problemas del país son los mismos que existían antes de que todo esto (se) iniciase, y la responsabilidad que tenemos de resolverlos y la determinación que tenemos de hacerlo. La convicción con la que trabajamos sigue siendo la misma, y el proyecto del Presidente y el proyecto de México.

De acuerdo, señor Mouriño, pero vamos a ver: da la casualidad de que ni el Presidente ni México, mucho menos, están a discusión, sino sólo el asunto de los contratos que Armó usted con PEMEX. ¿Ello configura o no configura el delito de tráfico de influencias? Esa es la pregunta y eso es lo esencial. Lo demás es verborrea encaminada a apuntalar la maniobra de desubicación y cortinas de humo con la que usted intenta levantarse del banquillo de los acusados. Su táctica, señor Mouriño, es diáfana, transparente, infantil, que sólo puede engañar a los candidos. Y ustedes, mis valedores…

Este es el tiempo. Estos que ahora vivimos son los días de las palabras prostituidas, emponzoñadas, esas que precisan de enmascararse para ocultar su descomposición. Hoy mismo vivimos el predominio de ese lenguaje que tantos, a lo perverso, desde el Sistema de Poder han envenenado y colocado a modo de minas antipersonales para engañar a los candidos en provecho propio. Cuidado con semejante lenguaje de picaros y engañabobos…

‘No hubo conflicto de interés en mi actuación como servidor público, puesto que mis atribuciones no estaban relacionadas con la operación comercial de PEMEX-Refinación ni mucho menos con las cuestiones del transporte».

Y es que cuando una comunidad se enferma de gravedad, afirma el estudioso, lo primero que se gangrena es el lenguaje; o en otras palabras: no hay mejor manera de lograr que se acepten doctrinas extrañas y absurdas, o de defenderlas, «que rodearlas de legiones de palabras oscuras, dudosas e indefinidas, las que los picaros toman como refugios, como guaridas de ladrones o madrigueras de zorros de las que, si resulta difícil hacer salir a los tales embusteros, ello no es por su contundencia, sino por las zarzas, espinas y oscuridad de los matorrales en que se han refugiado, pues como la falsedad resulta inaceptable para la mente del hombre, a la manipulación y engañifa no les queda otra defensa que la oscuridad del lenguaje».

Mis valedores: hoy resultan muy a propósito como para leer entre líneas esas declaraciones que arroja al aire el todavía hoy titular de Gobernación: «No incurrí en tráfico de influencias, puesto que jamás induje a funcionario alguno de PEMEX-Refinacion para obtener beneficios o privilegios indebidos…»

Anuncia, al propio tiempo, que entrega copias de los siete contratos que firmó entre diciembre del 2000 y enero del 2004, ya cuando ostentaba cargos públicos dentro de la pasada administración, a instancias que de hecho están bajo su jurisdicción, «para que lo juzguen»: la Secretaria de la Función Pública (SFP), de la Procuraduría General de la República (PGR) y de las juntas de Coordinación Política del Congreso de la Unión.

«Por supuesto que puedo y sigo adelante en mis funciones. Sigo trabajando firme y hacia delante en el proyecto del Presidente».

Y en el pantano de los vocablos embusteros, la declaración de Ricardo González Sada, titular de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX): «Si hay material y documentos que ameriten una investigación, la apoyamos plenamente para que se despeje la situación».

Aquí se nota de forma clara la secuencia de las situaciones ambiguas, porque si se configura un delito, tal como se tipifica en los artículos 47 y 88 de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos y 214 y 221 del Código Penal, de haber voluntad en las instancias justicieras, se deberla aplicar de inmediato la ley, y no andar con rodeos, con pretextos, con simulaciones de «fiscalías especiales». En fin. Mis valedores…

Toda esta corrupción lucrativa e impune configura México, nuestro país. ¿Y nosotros, los responsables de todo lo bueno y lo malo que ocurre en esta privatizada nación, mientras tanto? ¿Todos nosotros a seguir delegando en ese Poder al que tomamos por aliado, y entonces exigirle y seguir exigiéndole, y renegar y seguir renegando, y forjarle mega-marchitas y enseñarle las nalgas? (Dios…)