Piedra de escándalo

El Día Nacional de Lucha Contra la Homofobia, mis valedores. Dije ayer, y hoy lo repito: en vísperas de que esa homofobia del macho muy macho juegue el papel de defensora de quienes ejercen abiertamente la diversidad sexual va aquí, con su sintaxis peculiar, la crónica que al respecto me envía un defensor de los derechos de las y los homosexuales.
En el siglo XVI el Soldado Cronista conquistador de Méjico-Tenochtitlan, don Bernal Díaz del Castillo, en su mayestática obra maestra de la literatura universal denominada: Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España (…), dice que: Habiéndose reconciliado después de encarnizado pleito con el señor Gobernador de Cuba don Diego Velásquez de Cuéllar, durmieron juntos para señalar su entrañable amistad estos concuños, pues eran casados con dos hermanas.

Jerónimo de Aguilar aprendió la lengua maya después de haber vivido como esclavo de un cacique en Yucatán, Jerónimo cuidaba las indias del serrallo de ese reyezuelo, pues se caracterizaba Jerónimo por ser piadoso y respetarlas totalmente amén que andaban ellas todas desnudas.

Estamos ciertos que sólo son eufemismos para evitar declarar que era homosexual y, evidentemente no tenía pulsión por la mujer este dulcísimo hombre; por ello en los libros españoles, que son los documentos con los que contamos, suelen emplearse términos cristianos como piedad, virtud y respeto, pues de quien siquiera se insinuara que era gay acababa en las mazmorras del Tribunal Del Santo Oficio de la Inquisición, el cual después nos pasaba a la Sala del Tormento y finalmente al cadalso o a la hoguera, sólo porque nosotros vamos contra los designios divinos del dios según las religiones judeo-cristianas, quedando aquí comprendida la mahometana.

La cultura latina tiene su origen en la de los Etruscos, cultura de la ginecocracia y la poliandria, «esto es que las mujeres eran quienes gobernaban y quienes tenían varios hombres o esposos, así es que el machismo no existía en esos orígenes». Que el Imperio Latino nace de la más elevada expresión del refinamiento cultural: la civilización griega. «Grecia crea y da al Mundo la Filosofía, el Teatro, la Historia (Herodoto), la Ética (…) Más tarde con la influencia de los griegos Roma, el imperio romano, cambia el curso de la cultura sexual y devienen fundamentalmente homosexual en sus hábitos y usos sociales. Por cuanto a la portentosa cultura de la Grecia antigua: «Cuando el hombre decide casarse con mujer, en el himeneo la mujer ante el tálamo nupcial, en la obscuridad, debe portar una piel de cordero sobre el pecho, para evitar así el impacto negativo en el hombre pues éste, habituado a los hombres, ya ahora posee un cuerpo lampiño, y no uno velludo como otrora».

Iberoamérica– «Cuando el Imperio Español funda los países latinoamericanos
(Guatemala, Argentina, Méjico, Honduras, Perú, etcétera), es un ente religioso fanatizado como todo el Universo en ese estoico momento histórico lo es (Séneca). Lo grave: el Reino de España posee tres religiones judeo-cristianas-monoteístas y milenaristas que son intolerantes y por ende tendientes a cometer todo atropello y crimen. Por razones más políticas y económicas que morales o religiosas, persigue con un bestial frenesí, muy ortodoxo y dogmático, entre tantos pecados: la herética y la apostasía, el ser homosexual es ser apóstata del Diablo según sus instituciones civiles y religiosas llamadas Brazo Seglar y Brazo Secular. Así la Iglesia católica llevó a la hoguera, a la picota, a la mazmorra, a la horca o quemó en efigie homosexuales que por cierto no son miles como se cree, más se matan hoy día. Lamentablemente esas tres religiones medio-orientales cubren el mundo conocido con su sexismo, machismo y homofobia. Ni aun con su maquinaria criminal de terror (el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición por ejemplo) pudieron liquidar a los homosexuales, no pueden ni podrán porque los heterosexuales los engendran y, porque son normales o sanos. Aun la Organización Mundial de la Salud así lo determina Hoy somos la mayoría del planeta monoteístas. Todos los pueblos politeístas, sin excepción, han admitido la homosexualidad y la bisexualidad así como el hermafroditismo y todas las variantes sexuales. Los pueblos monoteístas son intolerantes ante el polisexualismo o la polisexualidad. El monoteísmo es una creación de las tribus judías del Medio Oriente. (Aun hoy más del 70 por cien del Globo mata homosexuales…) El lesbianismo… (Esto, muy pronto.)

«Putos en demasía…»

Los homosexuales del mundo, mis valedores, un mundo que para ellas y ellos es el de la violencia, la agresión y la discriminación que en su contra perpetran los machos que son muy machos. Espeluznante, sí, pero a esos machos, en fechas determinadas, les divierte jugar la comedia de la apariencia y la máscara. Ahora mismo vivimos la antevíspera de día mundial del respeto a la diversidad, o algo por el estilo, fecha en que la homofobia habrá de ponticar a discursos retóricos y exhortaciones a la «tolerancia». De aquí en adelante, respeto para la diferencia sexual. Y hasta la próxima

Pero claro, semejante situación no es de hoy, sino de siempre. Lean este fragmento de Identidad latina, que me hace llegar J.F Gilberto Escobedo Mena, un esforzado de los derechos del homosexual. Dice, con sus arcaísmos:

El Tribunal de la Inqusición lleno de piedad cristiana, para salvar nuestra alma en la Gloria Eterna, nos asesinaba en Francia, Alemania, Italia y España del 1183 al 1834. Este fenómeno no cesa; aún hoy se sigue, con esa filosofía, perpetrando tal genocidio.¡Y qué decir de los indios! Don Francisco López de Gómara, hombre sabio y prudente, confesor del señor marqués del Valle de Oajaca, escribe en su monumental obra de arte de la literatura Universal denominada «Cosas Generales de la Nueva España o Hispania Victriz»: «Estos indios son dados a ese placer y contento y son putos ellos en demasía, en detrimento de la Ley y el Orden de Dios quien todo lo crió».

En América del Sur Vasco Núñez de Balboa, Adelantado del Siglo XVI, con su tan elevada piedad cristiana mató con perros todo un pueblo de indios sólo porque practicaban, como parte de sus ritos que los unían en vínculo con las ultraterrenas divinidades, la homosexualidad. Ese mismo marqués del Valle en su Primera Carta-Relación de la Justicia y Regimiento de la Rica Villa de la Vera Cruz a la Reina Doña Juana y al Emperador Carlos V, su hijo, dada en Nueva España en fecha 10 de julio de 1519, dice en hablando de los naturales: «Todos son sodomitas y usan aquel abominable pecado». En Latinoamérica políticos homosexuales lanzan diatribas histéricas contra la homosexualidad.

En el siglo XVII, en el Virreinato de la Nueva España (hoy México), figuran en este campo dos ínclitos personajes antagónicos entre sí, la poetisa Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillaba, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, lesbiana cuya imagen aparece en la moneda mejicana, mujer enamorada de dos excelentísimas señoras virreinas: la marquesa de Mancera, primero, y más tarde también la marquesa de la Laguna, quien asimismo era condesa del dictado de Paredes de Nava

En su poesía hallamos su grande amor por esas dos damas de Villa y Corte. Por ser mujer Sor Juana, por ser libre y por ser lesbiana, ganó el odio y la ira de el poderoso arzobispo misógino don Francisco de Aguilar y Seixas (Aguilar y Seijas en español de hogaño). Este Su Ilustrísima es la otra personalidad a la que me refiero, a quien su delirante misoginia lo hace más homosexual que otra cosa El protervo arzobispo Aguilar y Seijas «En su servidumbre jamás permitió mujer alguna; en sus frecuentes pláticas doctrinales atacó con vehemencia cuantos defectos creía hallar en la mujer». Lezamis cuenta que oyó decir al arzobispo «que si supiera que ha entrado una mujer en su casa, había de mandar arrancar los ladrillos que ella había pisado (…) No quería que en casa suya pusiesen mano las mujeres ni que le guisas en la comida ni oírlas cantar y ni siquiera oírlas hablar quería».

Este señor en sus aberrantes delirios prohibió el estudio, la escritura y la música a Sor Juana, a quien ordenó deshacerse de todos sus libros e instrumentos científicos y musicales. En ese siglo la mujer tenía que casar con varón o con Cristo; la poetisa casó con Cristo en la fe. Aguilar y Seixas, rompiendo con el protocolo, no fue a apersonarse ante el excelentísimo señor visorrey conde de Galve cuando éste tomó a su cargo el gobierno del reino de la Nueva España, para no tener que ver a la señora virreina, porque era mujer.

La conclusión del estudioso: «Ni aun con su maquinaria de terror (el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, por citar un ejemplo) pudieron liquidamos a los homosexuales (aun hoy más del 70 por cien del Globo mata homosexuales), no pueden liquidamos ni podrán porque los heterosexuales nos engendran y, porque somos normales o sanos; incluso la Organización Mundial de la Salud así lo determina. Aun cuando Pro Vida y sus religiones dice que somos enfermos, no puede probarlo, son sólo afirmaciones gratuitas». (Sigo mañana)

Señor ex-presidente

¿Pues qué le parece la desmesura? Uno que también terminó su mandato se nos acaba de echar encima. No resistió la ausencia de las candilejas, y al pretexto de hacerle propaganda a su Década Perdida irrumpió en un espacio político donde se sufre un terrible vacío de poder, y ha venido a tratar de llenarlo, al parecer. Yo, de repente, en los matutinos me acabo de dar el encontronazo con la malhadada estampa, aborrecible para mí, del hijo putativo de Agualeguas, por allá en Nuevo León. Leo que su presencia produce un discreto tsunami en la grilla politiquera, tan vacía de presencias políticas…

¿Mucha audacia de Carlos Salinas, en relación directa con lo que en su sexenio agredió a los mexicanos? Ni tanta, señor; es el conocimiento que tiene de esos mexicanos que todo terminan por perdonarlo porque no tienen memoria y todo lo olvidan. Yo, esta mañana, todo fue hojear los matutinos, toparme con la vomitiva estampa del Salinas de marras, y en las notas de prensa leer el tremendo catálogo de desgracias de todo tipo que por culpa del hombre encuevado en Los Pinos acalambran el país, y de repente se me encendió la idea, y me puse a pergeñar este mensaje dirigido a usted. Señor ex-presidente:

Que mi requerimiento para nada interrumpa el descanso, muy merecido, que estará compartiendo no con la esposa, la legal, sino con la sustituta, y así cual descanso; pura actividad, suertudo. Señor: ¿si intentase volver a ser el fiel de la balanza en la política de mi país, de su economía y finanzas? Sí, como cuando usted era presidente. Seguro estoy de que las masas, porque peor no puede ocurrirles con el actual, aplaudirían la ingerencia de usted en la administración pública. Como antes; como siempre, señor ex-presidente.

Porque esto es ya intolerable, y humillante soportar del nuevo gobierno tan negativas acciones como viciado lenguaje, que dice blanco por negro y negro por latino, y agua cuando es sangre, y la sangre se requema ante el espectáculo de tales embustes y violaciones a los derechos del individuo y sus garantías ciudadanas. Nosotros, impotentes, a ver la desmesura, a padecerla y a lamentarla. A la mentarla también, pero señor, ¿habrá protesta más estéril que los reniegos y las agresiones verbales? Él ni nos ve ni nos oye ni nos siente, y háganle como quieran. (Ahí fue donde nació la frase de mi maestro que yo divulgué a lo reiterativo ante los micrófonos de la XEQ: vamos a demostrarle al Poder que sí se puede Y mire nomás lo que los mediocres han hecho con frase de tal contenido político. En fin, seguir con el mensaje)

Usted, a diferencia del matalote actual, nos apoyó cuando se necesitaba- Nos cobraba, sí, pero supo sacar al guey de la barranca. Cerca estuvo del paisanaje, que se sintió apalancado. Señor: ¿y si se involucra en el gobierno actual? Observe cómo anda el país, con tan espeluznante vacío de poder. Un estadista nos falta, señor, y ahora
pronto, con el nuevo problemón de la carestía y escasez en los productos de la canasta básica, a los paisas nos sale caro el maíz, nos sale cara la leche, nos faltan tanto los huevos…

Miro en la mente su fina estampa: madurez, lozanía, pronta la sonrisa y el trato cálido. ¿Alguno más carismático habrá llegado a la presidencia? No en los tiempos recientes; no con la cáfila de personajes que lo antecedió, a cual más de siniestro, desde el genocida hasta el mediocre y el derrochador. Contra semejantes hígados, ¿no será usted sangre liviana, que se le perdonaron los más sonados escándalos personales de que se tenga memoria en la presidencia del país? Sí, llegamos a repudiarle decisiones de gobierno, pero ese ángel, ese don de gentes, semejante histrionismo para proyectar arrepentimiento, dolor y temblor, y entonces pelillos a la mar y aquí no ha pasado nada…

Qué tiempos sus tiempos. Cuánta paz, qué seguridad proyectó en su gobierno. Que se suscitaron grandísimas broncas, cierto es. Que estallaron conflictos sociales, y aun tensiones internacionales, también. Pero en su gobierno el derramamiento de sangre fue, a diferencia de tantos de sus antecesores, mínimo. ¡A diferencia de este matancero que mala madre nos malparió encima! Señor ex presidente: deje usted lo que traiga entre manos (si no es que sea «ese oscuro objeto del deseo») y medite en mi súplica; que imagino traduce el deseo de muchos mexicanos. Señor, mire por sus paisanos, víctimas del siniestro sucesor. Mire por nosotros, víctimas de nosotros mismos. Con todo y Lewinsky, pero véngase, regrese a la política internacional. ¿Sí, señor Clinton? (¿Sí..?)

Y ojos que te vieron ir…

Los habitantes de la ciudad perdida, mis valedores. Ríe por los rumbos de San Juan Ixhuatepec donde hace días ocurrió el incidente que empecé a relatarles ayer, ese de la joven que en pleno mediodía hervoroso de sol bajaba por el sendero de tierra cargando el niño de teta, el embarazo de meses y las cubetas de plástico, en procura del agua con qué abastecer el cuartucho de tabicón y láminas de asbesto que apodamos hogar. Y ocurrió que de allá para acá venía la Nallieli, frutal sota moza de Tehuantepec que habita en amor y compañía de su pseudo-neo-comunistoide Todo fue ver lágrimas en el rostro aquel y entonces: «Válgame, mujer, pues usted viene llorando…»

La otra jadea Se acomoda al chamaco en el pecho. Se aplana un cadejo rebelde Agacha la testa: «Si usté supiera…»

– No me diga que su viejo la maltrató. ¿O qué, ya lo sonsacó la Niurka?

– Eso no me dolería igual Mi Pepe Chon se me fue para no volver. Me dejó sola y mi alma en el mundo…

– Cálmese, ya no llore Los niños están haciendo pucheros. ¿Pero por qué se le tuvo que huir su viejo, si tanto juraba querer a la familia?

Silencio. Y aquel suspirar. De súbito, en la fábrica de asbestos cancerígenos, el largo son, como llanto de ausentes. Y este sol del mediodía, que engrifa de reverberancias el terregal.

– Sucede que yo y mi viejo nos queremos, nos tratábamos bien, pero la mala suerte: esta mañana, mi Pepe Chon se levantó como siempre, se sentó a almorzar sus galletas de animalitos con café negro. Pero ese impulso de leer los cachos de periódico en donde vienen envueltos tlacoyos y menudencias, que mejor los envolvieran en hojas de maíz. Vi que mi viejo tomaba el cochino papel, lo desarrugaba, y órale, a leerlo y a tragar buches de bilis negra, y de repente, al acabar de leen «¡Lo que es yo hasta aquí llegué. No aguanto más!» Ay, esta mi mala suerte

– Bueno, sí, ¿pero qué relación hay entre unos cachos de periódico y..?

– Usté sabe que nosotros somos de rancho, y que nos vinimos al DF porque la nuestra, de madre tierra, se nos había vuelto tierra madrastra, que nos negó el qué comer, y que por acá había un programa Oportunidades que nos iban a sacar de indigentes. ¿Oportunidades? ¡Mentira vil! Año y medio de puras mentiras con ese chaparro, jetón, de la ceja alacranada Fue el puro remordimiento el que hizo huirá mi viejo. ¿Pues en qué estaría pensando, que le fue a creer a la tele? El quería votar por El Peje, pero la tele le hizo creer que ese era un peligro para México. Y válgame, que va y se lo da al chaparrito, y el jetoncito se encarama a Los Pinos, y mi viejo empieza a oírle la chiricera de embustes: que México está blindado contra la crisis gringa, y que México una potencia mundial, y que a mí las crisis nomás me emocionan. Fue así como esta mañana mi viejo explotó: «¡Lo aguanté año y medio, pero ni un día más!». «Viejo, le digo, no te desesperes, que ora viene el programa Vivir mejor«. «¿Vivir qué cosa? ¡Yo a ese ya no le creo ni un carajo. Le aguanté uno y medio, pero cuatro más, ni madres!» «Viejo, quién te garantiza que ese dure los 6 años de rigor, mas que sea rigor mortis». Y que no, y que yo me largo a Texas. De aventones. ‘Pero viejo, los ku-klux-klanes«. «Mejor, así pagaré mi culpa por haber votado por ese güey». Y que mete una muda de trapos en una caja de cartón, y andavete, y ojos que te vieron ir. Y fue así como se me fue esta mañana para nunca más…

– Pero qué pudieron decir esos periódicos.

– Mire, aquí traigo el cuerpo del delito, con las opiniones del presidente del Banco Mundial: «Quise venir para aprender más acerca del programa Oportunidades, este programa es reconocido mundialmente, entonces no nada más es un obsequio a la población de México, sino que ustedes están obsequiando algo muy importante al resto del mundo» Y mi viejo, los meses de desempleado. ¿Por qué cree que los maleantes, con toda razón, me lo madriaron en el asalto de esta semana? Veintiún pesos en la bolsa».

– ¿Pero sigue cargando esos cachos de periódico? Tírelos, quémelos.

– Nunca, si es ora cuando de algo van a servir. A ver, mis niños, tome cada quién su declaración optimista y córranle allá, miren, detrás de la barda aquella Tú, Chencho, por tu diarreíta llévate doble ración.

En uno de los retazos el Banco Mundial: «México sí es economía avanzada. Hoy, en el mejor ciclo económico y muy cerca del despegue». «Ora, Chencho Te lo dejas rechinando de limpio». Ah, las ausencias. Ah, el falso optimismo de los gesticuladores. (Ah.)

Rayando el sol…

Me despedí – bañado en lágrimas. Ah, las ausencias. Ah, el desgajamiento de dos que se amaron, que se aman como nunca antes, y hoy se dicen adiós. Si sabré yo de tiempo y destiempos, encuentros y desencuentros, adioses y despedidas para nunca más. Y alma mía de mi ausente, y ojos que te vieron ir. «No lloro porque te vas – ni lloro porque te alejas – lloro porque a mí me dejas – herido del corazón».

Esta que voy a contarles es una historia de ausencias y lejanías, de separación de dos que bien se aman, y sin embargo… Es lo que acaba de suceder en cierta geografía ingrata y desapacible, en el norte de la ciudad, más allá de donde tiene la Patroncita su santa casa, esa especie de santo palenque que le imaginó el santo Ramírez Vázquez.

Las tres de la tarde bajo el rayo del sol. Los terregales se doran bajo ese sol como toro padre, garañón, macho cabrío, morueco en brama que así embiste laderas y lomeríos erizados de caseríos pardos, aborregados a la advocación del tabicón. Allá, miren, en el llano, la febril zona fabril, y a un lado la ciudad perdida, por más que en el rumbo todos la conocen. Y presidiéndolo todo, San Juan Ixhuatepec…

Las tres de la tarde acaba de proclamar la sirena de la fábrica transnacional de asbestos y plásticos cancerígenos no biodegradables cuya chimenea noche y día se vive atarantando la atmósfera con semejante borbollón de humo y cochambre, mientras por el desagüe mea un sempiterno chorro de ácidos y desechos industriales que corrompen el valle y lo tornan más agrio, más desapacible y más agreste todavía Tarde hervorosa de sol…

Y ocurrió, mis valedores, que por uno de aquellos senderillos de polvo que bordean fábrica, muladares, cementerio de automóviles, ciudades perdidas y perdidos escondites de viciosos perdidos, venía caminando a pasito lento aquella mujer de la clase pobre (pobre como lo somos todos, si exceptuamos a los ricos); pobre en un pobre país del subdesarrollo, o lo que es lo mismo: tan joven ella y ya tan avejentada; tan agraciada de rostro, pero ya tan ajada y pálida, tan ojerosa; todavía en la flor de su edad, y ya con ese chamaco prendido a la teta y esos dos que se le untan a la falda; una niña tan tierna, tan jovencita, y ya con esa barriga de meses…

Mírenla ahí, que viene acercándose despacito, dos baldes vacíos, a ver dónde se topa con algún grifo -pero grifo de agua, no grifo de mota, que los mariguanos mal haya para qué sirven, y así quién los va a procurar-; un grifo donde llenar esas dos cubetas de plástico, verde la una, y la otra de un amarillo estallante. Véanla ahí, caminando despacio por el senderillo que baja del cerro. Y mis valedores: fue entonces; entonces aconteció que la joven de piel terrosa y marchita y labios fruncido de resequedad se cruzó en el sendero
con otra mujer del rumbo, la cual caminaba cargando una canasta cubierta con su servilleta blanquísima, bordada a mano, con un letrero (trutrú) que a la letra dice, clama, pregona a puro orgullo: «Tomás es mi dueño…»

Fue entonces, repito. Ahí se queda viendo a la embarazada aquella frutal sota moza, tehuana del trópico cálido y bello, el Istmo de Tehuantepec, ella que por puro amor a un cierto zacatecano arrimadizo de San Juan Ixhuatepec dejó atrás mares y costas y sones de marimba y frutos dulcísimos, y acá se ha venido y avenido a malvivir (pero en amor) con el fuereño enraizado en el erial poblado de forasteros que apenas, a penas, logran sobrevivir. Fue entonces cuando la tehuana se quedó observando el rostro de la joven avejentada, se detuvo y sin dejar de mirarle ese lloro en las pupilas:

– Válgame, mujer, pues usted viene llorando.

La otra jadea Se acomoda al chamaco en el pecho. Se aplana un cadejo rebelde. Baja la testa

– Por qué la congoja, mujer. ¿Su marido, que llegó borracho? Viene usted llorando.

– No, ha de ser el sudor. Con lo que pesa mi Yónatan

– Qué sudor ni que Yónatan. Usted viene llorando. ¿Por qué la pena? ¿Malas noticias de la familia? ¿El embarazo, de alto riesgo? ¿Qué, mujer?

– Ay, Nallieli, si usted supiera..

– No me diga que su viejo la trompeó, que le salió lo macho y…

– Cómo cree, si mi Pepe Chon nunca me ha puesto encima la mano.

(¿Entonces? Eso, mañana.)

Rito y celebración

Eso que ocurrió esta noche no podría explicarlo, ni el tamaño de la catástrofe que de aquí en adelante pudiese ocurrir. De una cosa sí estoy seguro: el desastre inminente amenaza al caserío que miro desperdigado en el valle, al pie de mi habitación. Digo, en la oscuridad: «Hey, tú. Briago inmundo, despierta». Nada. Mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., duerme su sueño empapado en alcohol. Yo, la corazonada, el escalofrío, y esta opresión en el pecho…

Noche cerrada. De pie frente a la ventana de un cuarto a oscuras hallo valor para descorrer la cortina unos cuantos centímetros. Allá, un renegrido firmamento que se estriñe, se constriñe de nubarrones preñados de tormenta que acechan un caserío que duerme, placidez de la inconsciencia, con puertas y ventanas abiertas de par en par. El calor, que empapa las ropas, las carnes. Y una paz engañosa, y una irresponsable placidez. Miro el crestón de roca, y al borde del precipicio aquella edificación sombría Yo, aquella zozobra «Despierta, Jerásimo, tenemos qué hablar.¿Qué ocurrió en La Mansión

Y pensar que esos que duermen acaban de vivir un día más, como tantos, donde se ejerció de la rutina, y que al inicio de la noche y al amor del ánfora resonó en la plaza el pespuntear de cuerdas en contrapunto de panderetas y coplas donde se mentaron olvido y amor. Como al acecho allá, en espinazo del crestón, un vago fulgor de fuego fatuo. La Mansión.

– Despierta, Jerásimo, necesito saber.

Me azozobra lo que intuyo por los tartajeos de mi primo cuando descendió del crestón: que como ayudante, chofer y achichincle de ciertos fulanos del medio político, empresarial y del clero, participó en la celebración. «¿Celebración de qué? ¿Quiénes fueron los festejantes? Despierta». Como hablarle a la pared.. Inmundo, nauseabundo, el licor. «¿A qué subieron a La Mansión? Despierta».

La Mansión, nidal del monstruo legendario que con el tiempo derivó en espantajo de folletón. En algún tiempo ya muerto y según los viejos de la comarca, monstruo y familia de engendros (noches de desgarramientos) asolaron la región. Fueron aquellos los años del horror y el espanto, los sartales de ajos, el ensalmo, el crucifijo y el agua bendita La aldea iba raleando de lugareños, que unos (aquellos alaridos) caían víctimas del depredador, y los restantes preferían huir sin volver la mirada Pero el horror quedó atrás, dicen los lugareños. Muerto está, la estaca atravesando su corazón. De eso ya quién se acuerda, y a dormir con las puertas abiertas de par en par, que de ese tamaño es la inconsciencia de quienes han perdido la memoria «Despierta, Jerásimo…»

De repente: no se apagaban los ecos del repique de ánimas en alguna ermita insomne, cuando esos relámpagos resquebrajaron la oscuridad y chicotearon la pelleja de la noche. Dios, que la tormenta despierte a los despreocupados; que se alcen y cierren las puertas, las claraboyas. Porque a saber lo que celebran los conjurados. Yo, esta taquicardia, esta sudoración al ragor del relámpago. ¡Despierten los lugareños! (Ellos qué van a despertar.)

Y es que, según he zurcido los retazos de información que le arranqué al consanguíneo antes de que lo rindiera el licor, la claque política celebra el éxito de su ascensión a la roca y la vista a La Mansión. Por el Jerásimo entiendo que políticos y sotanas, los dinerosos y el de Los Pinos, al cobijo de las sombras recorrieron corredores interminables, ecos y naftalina, y hasta el sótano descendieron, donde, desde la década perdida, los restos del monstruo se tornaban polvo con el corazón atravesado por una estaca ¡Esta misma que, ya trasto inútil, se trajo el Jerásimo, achichincle de los dañeros. Dios.

La tormenta ha tenido un abrupto final. En calles y plazas, la farola, el foquillo legañoso, y no más. Las casas, puertas abiertas. Los lugareños, en el primer sueño. «¡Jerásimo, necesito saber!» Y fue ahí, mis valedores…

Al fulgor de una centella tardía distinguí el volar zigzagueante del bicharajo, que se posó en la cripta del cercano panteón. ¡En el brazo de la cruz que la remata! Y yo, con mi crucifijo al pecho como defensa ¡Y de repente se metamorfoseó en humano, aunque humano es un decir! Feo, pelón, orejón, colmillos grandes y retorcidos. Lo miré, me miró, y el engendro resucitado (empresarios, políticos y sotanas) me miraba y parecía rezongar: «¿Me resucitaron? ¡Yo los resucité! Y tras de una década perdida los pondré a chambear. ¿Cómo la ves, compatriota?» (¡Cruz, cruz!)

Padre, no los perdones

Porque los altos jerarcas del clero católico sí saben lo que hacen, y están conscientes de la doble moral de su vida y su ministerio, y de que no predican con el ejemplo. La nota que nos llega de España debe estar cimbrando a estas horas los cimientos de la Iglesia de Roma y sus reputadísimos «príncipes»:

Que la gente conozca a Antonio María Rouco Varela, Cardenal Arzobispo, presidente de la Conferencia Episcopal y tío mió. Que conozca su doble moral. Yo, a través de mi tío he descubierto la hipocresía de la Iglesia, que predica una cosa y hace la contraria…

Y que la española Magdalena Hernández, sobrina incómoda del «Príncipe de la Iglesia», reniega de esa Iglesia y de sus jerarcas, «por más que sigo creyendo en Dios«.

Eso allá, en España, porque acá en México, y concretamente en la diócesis de Guadalajara, lo acaba de asegurar otro Cardenal católico, Juan Sandoval:

Ya lo dijo San Agustin: el rico es ladrón o hijo de ladrones. Si obtuvo el dinero es porque es ladrón o hijo de ladrones. No hay rico, rico, que sea honrado, porque trabajando nadie se hace rico, si trabajando uno se hiciera rico, te burros serían los más ricos…

Edificante. Su vida de lujo, financiada por católicos ricos, acaba de exhibirse en una cierta «revista del corazón» denominada Quién.

Doble moral. El protagonismo del alto clero se desbozaló en el país por una maniobra de Carlos Salinas, que por «legitimarse» como presidente estableció relaciones diplomáticas con El Vaticano y otorgó reconocimiento jurídico a los sacerdotes. Del hoy resucitado Salinas lo afirmó Gerónimo Prigione, entonces nuncio apostólico de El Vaticano en nuestro país:

El pueblo debe perdonarlo. Se le guarda gratitud por todo lo positivo que realizó para México, y lo positivo ahí queda.

El religioso descartó que la pobreza debilite la fe, y oró porque la actual recuperación económica del país pueda alcanzar a las clases más desprotegidas. Tal expresó «enmedio de champaña europea y vino Manco importado, bocadillos de salmón, ostión y carnes filas…»

La palabra de Felipe Arizmendi, obispo que sustituyó a don Samuel Ruiz en la diócesis de San Cristóbal de Las Casas: «Que los políticos no tengan la mano tullida a la disposición para dialogar, para saludar. ¡La política no es Dios, por lo tanto no se debe idolatrar! Quien no da lugar a Dios se endiosa a sí mismo. Los candidatos deberían de organizar su horario de tal modo que tanto ellos como sus colaboradores tengan más tiempo para participar en la misa y descansar con su familia…»

Y Onésímo Cepeda, golfista, empresario taurino y obispo: «No, miren: ni Calles, ni Cárdenas, ni Díaz Ordaz. En todo ese tiempo hasta llegar a Salinas no llegó a haber una democracia real, pues había unas concesiones muy sencillas, pero no una real democracia. Hasta él y Zedillo no hubo una verdadera democracia Yo no creo en las democracias anteriores. No las hubo, nos estábamos haciendo guajes.

Y un Efrén Ramos, obispo de la diócesis de Chilpancingo: «La conversión del FOBAPROA en deuda pública fue una medida de lo más acertado. Zedillo tenía la obligación de preservar el sistema bancario…»

De nueva cuenta Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec: «¿Yo? No, yo no tengo ningún gallo entre los candidatos presidenciales, porque todavía son pollos todos. Es más benéfico para los obispos reunirse de manera individual con los candidatos, que hacerlo como Conferencia Episcopal. ¿Por qué? Pues porque a solas los podemos agarrar en cortito» Y que «José Melgoza, obispo de Nezahualcóyotl, difunde entre los fieles católicos una detallada guía para elegir a sus gobernantes el 2 de julio».

México, julio de 1998: «Las plegarias que antier (sic) se elevaron en la Basílica de Guadalupe tenían un solo objetivo: que Brasil ganara en Francia 98. La intervención de la Virgen de Guadalupe en el partido de futbol le dio la victoria al equipo, dijo un sacerdote brasileño durante el 2o. día del encuentro internacional de clérigos. Para que la intervención divina siga favoreciendo a su selección, la delegación de sacerdotes brasileños colgó en el mismo comedor que comparte con dos mil 202 sacerdotes de países del mundo (sic), banderas de su país como estandartes al pie de una imagen de la Guadalupana«. (Dios…)

Sueños de opio

El ente humano, mis valedores, esa criatura única e irrepetible que puebla el haz de la tierra y cuyo destino, en cuanto comunidad, es la permanencia, la sobrevivencia. Ente de cumbres y abismos, de cimas y simas, sus hechos proyectan luz y tinieblas en humanísimo claroscuro: este o aquél conquista las crestas del saber, del heroísmo, de la santidad, al tiempo que una infinita mayoría se arracima en contingentes de masas que sobreviven en la cotidiana rutina del áspero oficio del diario vivir una vida a ras de los suelos. Los seres anónimos, los desconocidos de siempre…

El mexicano, pongamos por caso. Si se ufana, en cuanto individuo, en procura de la perfección, casi siempre carece de la educación correspondiente, y es la ignorancia el achaque que lo mantiene en situación vulnerable, y cae siempre ante el ataque de esos sus enemigos que le dificultan el vuelo natural hacia la entelequia, que decía Aristóteles. Y claro, si, entre los que le corlan las alas están, como más dañinos, los medios de condicionamiento de masas. Ahí nomás, encendida horas y horas, la televisión. Lóbrego…

Porque el pobre de espíritu, inquilino de la violencia, la pobreza y la inseguridad, busca evadirse de una realidad que lo supera, lo lacera y agobia día con día, y en ese intento de hurtarle el cuerpo a lo que no puede evitar va, se refugia y cae de lleno en el alcohol u otras drogas casi tan nefastas como la botella: coca, mariguana, metanfetaminas, el susodicho televisor, puerta falsa a la fantasía que el mexicano tiene abierta de par en par en la sala de la casa, sin percatarse de que la industria de la TV representa un capital de miles de millones, moneda nacional mexicana, o sea el dólar, y que como negocio del gran capital, sus intereses no sólo difieren de los de su cliente, el del televisor, sino que se le contraponen y medran de él; porque el medro de los industriales del espectáculo televisivo radica en el desmedro de sus marchantes, y es tarea esencial de los «medios» la enajenación de las masas en provecho de los intereses del gran capital. Macabro…

Pues sí, pero las masas precisan también de una rajuela de esperanza que les avive su desfalleciente sentido de la vida, y esa esperanza la encuentran en el credo religioso; en cualesquiera de ellos; la doctrina evangélica, la de los llamados «cristianos», la de los Testigos de Jehová, en fin. Pero la religión abrumadoramente mayoritaria es la católica, y en ella se refugian las masas en busca de la rajuela de esperanza en una vida mejor, que se le promete, sí, pero en la otra vida, y ello si logra pasar el juicio inapelable de ese Tribunal Electoral que es Dios Uno y Trino. Y ahí no hay recuento de votos que valga, y es aquí donde la jerarquía católica, a contracorriente de las leyes de Dios y del Estado, manipula el tremendo ascendiente que tiene ante los feligreses, las ovejas del rebaño «del Señor», para aplicar en ellos una moral restrictiva, represiva moral, que les lleva a caer en el engaño de tomar como preceptos religiosos ciertos tabús como el preservativo, la educación sexual, la píldora del día siguiente, la interrupción del embarazo antes de las 12 semanas y tantos otros recursos que la sotana transforma en pecados. En anatema. En excomunión. Y como a los 85 millones que participan del ritual católico, que no de su esencia, desde pequeños se les ha infundido la obediencia como «virtud», pues… a obedecer. Qué más.

Esto lo entiende quien estudia la historia del país, desde 1521 hasta en los aciagos momentos del proceso electorero del 2006, cuyas señas de identidad, según todos los indicios, fueron el fraude y la elección de estado. En tal proceso la jerarquía católica desempeñó un papel esencial para que casi quince millones de empobrecidos votasen por la prolongación de un Neoliberalismo que los acabase de empobrecer. Y tan estrepitosas se registran las irregularidades en la elección presidenciales, que las instituciones correspondientes tuvieron que ser reformadas. Deseontentadiza, la jerarquía católica: «‘Pedimos clarificar la serie de ambigüedades que se registran en la reforma al COFIPE…»

En fin. Ahora pronto, ante la movilización ciudadana que provocó ese clima ominoso donde se barrunta el energético en manos del gran capital, el clero católico, de nueva cuenta, a jugar su papel de aliado del Sistema:

– La lucha por PEMEX no es de falsos profetas e iluminados. AMLO qué sabe del tema. El Secretario Mouriño, en cambia tiene argumentos, y son sustentables, ¡Que los católicos no salgan a manifestarse en las calles…!”

Los Pinos, la TV, las sotanas. (Laus Deo.)

Un cristianismo de salario mínimo

Vuestras leyes están en oposición a la naturaleza, y con ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar…

-Louis Lingg, uno de los Mártires de Chicago-

El obrero, el pontífice y los empresarios. En vísperas de la visita final de Juan Pablo II a nuestro país, el obispo Onésimo Cepeda reveló a los reporteros:

– Lo acabo de ver en El Vaticano, y la verdad, pues lo vi muy malito, pero sacará fuerzas de flaqueza y vendrá a nuestro país a canonizar a Juan Diego. Creo que hay Papa para rato. Por lo menos para lo que nosotros necesitamos, que es un mes y medio…

Y una vez confirmada la visita del Pontífice de Roma, la Arquidiócesis de México, por medio de su vocero, lo dejó muy claro:

– Para los gastos que ocasione la visita de Juan Pablo II nos hemos apoyado en las escuelas y agrupaciones de los Legionarios de Cristo. Ya hemos invitado al padre Maciel. El Papa no nos cobrará por la celebración de la misa, ni los cardenales que lo acompañan. La misa de canonización de Juan Diego costará a la Iglesia lo que salga el recibo de la luz. Los camiones y todo eso corre a cargo de las empresas. Ellas patrocinan todo eso.

Lucas, evangelista: ¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que habíais de practicar, aunque sin omitir aquello…

Y hablando de los tales, la noticia generada por la visita papal: «Se convocó a los empresarios a participar con donativos en la realización del viaje pontificio». Guillermo Ortiz, vocero del comité organizador de la citada visita papal:

– No sé por qué algunos miembros de la iniciativa privada no consideran costeable invertir en la gira del Pontífice. Hago un llamado a que los empresarios participen en este acontecimiento que es de la Iglesia mexicana, pero que tiene su repercusión para la vida de México y para la imagen de México ante todo el mundo.

Hoy, día primero de mayo, van aquí las declaraciones que en mayo de 1990, de hinojos ante Juan Pablo II, expresaron empresarios mexicanos. Un tal A. Fernández de Castro, hombre de empresa:

– Su Santidad: los empresarios deseamos el bienestar social de todos los que dependen de nosotros. Creo que tos empresarios somos un medio del que Dios se vale para la administración de la riqueza temporal…

Habló después un Eduardo García Suárez, presidente saliente de la Confederación de Cámaras de Comercio, CONCANACO:

– Yo soy partidario, Su Santidad, de un capitalismo popular que, como la imagen de María, se intuye y se preanuncia…

G. V Madero, empresario: «El Papa nos deja un paquetón. Claro, Su Santidad habla de lo que debería ser, no de lo que es en la realidad. Gracias a Dios, la visita papal redituó una ocupación hotelera del 100 por ciento…»

Patricio Martínez, dirigente de comerciantes:

– Su Santidad el Papa vino a reafirmar lo que nosotros ya sabíamos como doctrina social, tal como lo expresó el propio Juan Pablo II en torno al capitalismo, al lucro exacerbado, al amor del dinero y a la mala retribución al trabajo e injusta distribución de la riqueza. De alguna manera, nosotros ya la practicábamos, porque nosotros no defendemos el individualismo egoísta que algunos practican porque siempre hay abejas negras (sic). No, Su Santidad no dijo que el dinero sea malo, lo que pasa es que, por supuesto, no lo podemos amar al mismo nivel que todos los empresarios amamos a Dios…

Se trata, mis valedores, de la ralea de hombres de empresa que en nombre de la producción y productividad industrial y las utilidades monetarias un primero de mayo de 1886 llevaron al patíbulo a quienes ahora se conocen como Los mártires de Chicago, ellos que lo afirmaron por boca de uno de los asesinados del gran capital, Albert R. Parson:

«¡Sobre el veredicto de ustedes quedará el veredicto del pueblo, para demostrar las injusticias sociales de todos ustedes, que son los que nos llevan al cadalso. Pero quedará el veredicto popular para decir que la lucha social no ha terminado por tan poca cosa como es nuestra muerte..!»

Ellos, víctimas del explotador, viven -deberían vivir- en la memoria.

(Mártires.)

El niño y su día

Afecto no soy a esta clase de «celebracio­nes» que impone el comercio para aprove­charse de unas masas a las que ha arroja­do al consumismo, pero ya que tantos de ustedes van a sangrar su economía fami­liar para encarar a los hijos con el regalito en la mano, va aquí mi propuesta: ¡Qué tal si al juguete añadimos una rajuela de es­píritu (sentimiento, reflexión, emotividad), que resulte de provecho para ellos y uste­des? La voz del poema, en primer lugar.

Cuando se tiene un hijo – se tiene al hi­lo de la casa y al de la calle entera – se tie­ne al que cabalga en el cuadril de la mendi­ga- y al del coche que empuja la institutriz inglesa- Y al niño gringo que carga la criolla – y al niño blanco que carga la negra- y al ni­ño indio que carga la india – y al niño negro que carga la tierra…

 

Cuando se tiene un hijo se tienen tan­tos niños – que la calle se llena, y la pla­za y el puente – y el mercado y la iglesia Y cuando un niño grita no sabemos – si es nuestro el grito o del niño – Y si le sangran y se queja – no sabríamos si el ay es suyo o si la sangre es nuestra…

Cuando se tiene un hijo – todo llanto nos crispa, venga de donde venga – Cuando se tiene un hijo se tiene el mundo adentro y el corazón afuera…

Pena y admiración provoca el encuen­tro con la sabiduría de nuestros abuelos meshicas. Y qué altura de conceptos, qué belleza en la expresión, qué sabiduría y amorosas ternezas, flor y espiga madu­ra de un legado aborigen que mal conoce­mos y menos ponemos en práctica. Habla el padre a la niña:

Aquí estás, mi hijita, mi collar de pie­dras finas, mi plumaje de quetzal, mi he­chura humana, la nacida de mi. Tú eres mi sangre, mi color, en ti está mi imagen… Aho­ra recibe, escucha: vives, has nacido, te ha enviado a la tierra el Señor Nuestro, el Due­ño del Cerca y del Junto, el hacedor de la gente, el inventor de los hombres… Aho­ra que ya miras por ti misma, date cuenta. Aquí es de este modo: no hay alegría, no hay felicidad. Hay angustia, preocupación, can­sancio. Por aquí surge, crece el sufrimien­to, la preocupación. Aquí en la tierra es lu­gar de mucho llanto, lugar donde se rinde e! aliento, donde es bien conocida la amargu­ra y el abatimiento. Un viento como de obsi­diana sopla y se desliza sobre nosotros…

Oye, bien, hijita mía, niña mía: no es lu­gar de bienestar en la tierra, no hay alegría, no hay felicidad. Se dice que la tierra es lu­gar de alegría penosa, de alegría que pun­ja. Para que no estemos llenos de tristeza, el Señor Nuestro nos dio a los hombres la ri­sa, el sueño, los alimentos, nuestra fuerza y nuestra robustez y finalmente el acto sexual, por el cual se hace siembra de gentes…

Por ahora, mi muchachita, escucha bien, mira con calma: he aquí a tu madre, tu señora; de su vientre, de su seno te des­prendiste, brotaste. Como si fueras una yerbita, una plantita, así brotaste. Como sale la hoja, así creciste, floreciste. Como si hubieras estado dormida y hubieras despertado. Mira, escucha, advierte: no seas vana, no andes como quiera, no andes sin rumbo. ¿Cómo vivirás? ¿Cómo seguirás aquí por poco tiempo? Es muy difícil vivir en la tierra, lugar de espinosos conflictos, mi muchachita, palomita, pequeñita…

No hagas quedar burlados a nuestros señores por quienes naciste. No los afren­tes, no como quiera desees las cosas de la tierra, no como quiera pretendas gustarlas, aquello que se llama las cosas sexuales y, si no te apartas de ellas, ¿acaso serás divi­na? Mejor fuera que perecieras pronto…

No como si fuera en un mercado bus­ques al que será tu compañero, no lo llames, no andes con apetito de él. Pero si tal vez tú desdeñas al que puede ser tu compañe­ro, el escogido del Señor nuestro; si lo des­echas, no vaya a ser que de ti se burle, en verdad se burle de ti y te conviertas en mu­jer pública. Quien quiera que sea tu compa­ñero, ustedes juntos tendrán que acabar la vida. No lo dejes, agárrate de él, cuélgate de él, aunque sea un pobre hombre…

El hijo frustrado. Se duele el poeta:

 

Fue un desterrado sueño y menos que un gemido – fue un botón que se corta sin que llegue a ser flor – y esa hoja que cae, y al caer no hace ruido – pero deja en el árbol un secreto dolor…

 

No supimos qué luz pudo tener su fren­te – ni qué nombre de amor decir en su can­ción – No fue nada, pero algo se murió de repente – y una ola de niebla rodó en el co­razón – Cuando hoy los niños juegan en el parque cercano – nos oprime una angus­tia como una espina cruel – y sin decir deci­mos al tomamos la mano: – pudo ser como aquella… pudo ser como aquel…

Y se murió. Nació muerto. Dídimo. (A su memoria.)

El mexicano ya no cree en la justicia

Insólita, esa verdad que el de Los Pinos acaba de revelarle a México. Y a propósito de justicia: la impunidad oficial y la memoria histórica:Porque se ha incumplido el derecho del pueblo de Jalisco a conocer la verdad histórica y jurídica de las explosiones del 22 de abril, la Comisión Estatal de Derechos Humanos recomendó al Gobernador Francisco Ramírez impulsar un juicio civil en contra de quien resulte responsable de la tragedia…

Y por que no se nos borre la memoria histórica: en la Guadalajara olorosa a tierra mojada (de sangre, por aquel entonces acabada de derramar), frente a las cámaras de TV y con un fondo de ruinas, desolación y cadáveres prudentemente disimulados, el chaparrín de las grandes orejas levantaba un índice minusculito para clamar, engolada su voz de pito de calabaza:

¡Compatriotas! ¡He dado instrucciones precisas al Procurador Morales Lechuga para que en un plazo no mayor de 72 horas me rinda un informe sobre los responsables del…! ¡Etc!…

El responsable directo y único resultó ser PEMEX, pero rápido de reflejos, Francisco Rojas, su director, se adelantaba a acusar:

– Fue la fábrica de aceites La Central, donde se presentó una fuga de hexano que se filtró ai drenaje municipal. Ello provocó seis explosiones.

Y una capacidad de fingimiento e hipocresía frente a las ruinas, la desolación, los baldados y los cadáveres del Sector Reforma: ‘Personal especializado de PEMEX se encuentra en el Sector Reforma, colaborando con las autoridades estatales y municipales en el centro de emergencia No hay peligro, por suerte, de que nuestros ductos sean afectados…»

Si, PEMEX resultó ser el único responsable de la masacre, pero por diluirle la responsabilidad clamaba el priísta Rafael Rodríguez Barrera:

– No, bueno, los de mi partido no hacemos juicios a priori sobre los hechos de
Guadalajara. Los partidos de oposición no deben manipular políticamente el problema. Por el contrario, en lugar de buscar culpables, que ayuden al país a evitar desastres de ese tipo…

La mortandad se produjo un 22 de abril de 1992, y esto después de que vecinos del Sector Reforma estuvieron reportando una y otra vez el hedor a gasolina que emanaba del alcantarilliado, Las autoridades correspondientes nunca valoraron semejante denuncia como para destacar el personal adecuado que inspeccionara aquella irregularidad. Y sobrevino la tragedia de las seis explosiones, y casi enseguida quedaría al descubierto la responsabilidad de la paraestatal. Pero entonces…

El entonces presidente Sainas dio a la tragedia del Sector Reforma una solución a la mexicana, la misma que antes se aplicó en Tlatelolco, Rivera de San Cosme, San Juan Ixhuatepec y más tarde en Acteal. Aguas Blancas, El Charco. El Bosque, en fin: el disimulo, la complicidad, la impunidad, el cinismo; los dineros de PEMEX y los contratos de Ivancar que han beneficiado a Juan Camilo Mouriño, al que el de Los Pinos se apresuró a arropar al designarlo como secretario de Gobernación, y a su honorable familia. ¿Los mexicanos? ¿La memoria histórica? Bah. La solución, muy a la mexicana:

En mayo, Francisco Rojas convocó en su oficina a 45 diputados, que al final de la entrevista se negaron a revelar lo que ahí acordaron, pero tiempo después iban a emitir su acuerdo final:

«La Cámara de Diputados no abrirá juicio político alguno a los funcionarios denunciados ante ella como responsables del siniestro».

Los priistas a quienes los legisladores relevaban de toda responsabilidad fueron: Gullermo Cosío Vidaurri, gobernador del Estado; Francisco Rojas, titular de PEMEX; el ex secretario de la SEDUE, Patricio Chirinos, y el titular de la Secretaría de Desarrollo Social, uno de nombre Luis Donaldo Colosio. Pero al término del debate, y para no irse en blanco, los legisladores acordaron demandar a cierto funcionario público:

Por actos y omisiones en la elaboración de libros de texto, que redundan en perjuicio de los intereses públicos, con daño moral y económico por alrededor de 24 millones de pesos, al causante directo, el titular de la Secretaría de Educación Pública Ernesto Zedillo Ponce de etc.

¿Y? «Ya, señores, exige Alberto Orozco Romero, ex-gobernador de Jalisco. Hablar del 22 de abril es insano. Yo aborrezco ocuparme de ese asunto». Es México, este país. (Sigo mañana.)

¡Mi reino por un caballo!

Tal clama Ricardo III, lo jura Shakespeare, cuando en el combate postrero le matan la bestia, y al intuir su propio final intenta ponerse a salvo. Pues sí, pero tiempos de crisis ocurren en que se tiene que alterar el clamor: ¡Mi reino por un jinete! Como el de la fabulilla, pongamos por caso:

Han de saber sus mercedes que en algún poblado de aquellos vivía un artesano viejo, sastre de oficio y de nombre Próculo, que era lo que se dice un alma de Dios, corazón de malvavisco y condición tan tiernita que rayaba en la debilidad. Y ya lo dice el cantar de mi tierra: «El bueno pica a pendejo». Así era el buenazo de mi don Proculito, sastre de oficio…

Y ocurrió que este bueno de don Próculo con el tiempo derivó en solterón, porque aquel carácter de queso tierno, tal temple de jericalla no le alcanzó para agencias de una amantísima, esa la sin par Nallieli que habita junto a nosotros, los que nacimos con esa buena fortuna; la amadora amante que para nosotros es todo, y tantito más: tuétano, almendra y puntal del oficio del diario vivir, y esto me lo van a entender aquellos de ustedes que saben de varonía y corazón de pan fresco, como es el mío. Perdón, y sigo.

Este bueno de don Próculo, a falta de hembra para asuntos de amor, había cifrado sus ilusiones en un caballo. Era aquel su sueño, que soñaba dormido y despierto, soñándose jinete galano, galán que en penco lomo gateado se paseara, lucidor, del puente a la alameda y del parían a la plaza de armas, en cosas de lucimiento. Galano, el sastre aquel…

Así era la cosa; cachondeando su sueño de todos los días, mi señor don Próculo fue ahorrando centavo a centavo que le sobraba de alforzas, pespuntes y dobladillos, hasta el día aquel en que llegó a juntar los oros bastantes para hacer vivo su sueño, su gran ilusión: un retinto bailador. Perfecto.

¡Helos, helos, por do vienen, caballo de fina estampa, cuatralbo, alazán tostado, con un lucero en la frente, soberbio animal, con el sastre encima! Y a darle gusto a la vida, mi don Próculo jinete en el pajarero manojo de temperamento. A darle gusto a la vida, que es la única que tenemos…

Darle gusto es un decir, porque apenas sentía al sastrecillo sobre los lomos, el penco sobrón se alzaba, entero él, y válgame, lo que entonces ocurría- que el bruto hacía lo que sus reverendas criadillas le iban dictando, y al cuerno rienda y espuelas. ¿Que el sastre decía media calle y el penco media banqueta? Por la banqueta nos íbamos, a querer o no. ¿Que don Proculito decía calle real, y el cuaco callejón de las guilas? Por frente a la daifas pasábamos, y a enrojecer a las risotadas de las del gusto, que para eso había mucho caballo para tan menguado Próculo. No, si les digo…

Y fue así, mis valedores, como vino a suceder: un domingo de aquellos, a la hora de misa mayor, cierto charrito cerrero quedóse viendo al caballo. Cetrino el hombre, seco de carnes, estevadas las zancas,percudida gamuza de chamarra y pantalón, espuelas y cuarta de cuero crudo; varón aquel de los buenos cristianos que nacen, crecen y estoy por decir que se reproducen a lomos de penco. Y algo estaba por suceder, porque…

Ahí miró al animal, ahí lo fue semblanteando, lo observó aquel 00 chico rato, y entonces, al sastrecillo, que sesteaba al pie: «Oiga, don, si me hiciera la valedura de emprestármelo un su ratito pa sentirle la condición…»

Y sí: de un brinco, el charrito estaba horquetado en el penco y lo animaba con suave chasquido de labios: «Tch, tch, caballo…» Y fue entonces. Aquel alazán sobrón, apenas sintiendo jinete encima, decidió que era bueno el atrio del templo para corcovos, a esa hora dominguera en que mozas y demás gente de bien salían de sus devociones rumbo a la plaza mayor. Entonces (fijaros bien), que ante lo desbozalado del bruto el charrito mete un apretón de zancas, un recio tirón de rienda, un enterrón de espuelas por las verijas y aquel santo reatazo en el anca

«¡Penco carbón!» Y que asegunda el cuartazo en las ancas. «¡Jijodiún..!»

Dicen los viejos de la comarca, y al decirlo sonríen con los puros ojos, que al poderío de la rienda y pegando ardido sentón de nalgas, el penco desobediente, un calambre el ardor del cuartazo, giró la testa y con espantados tomates miró al charrito. Entonces, baba sanguinolenta y quebradita la voz, dijo así a su mandón:

– ¡Ay, mi señor, perdóneme, creí que era don Proculito..!

Mis valedores: ¿Cuál es cuál? ¿Quién es quién? ¿Lo adivinaron? (¡Penco carbón!)

Perros de guerra

Sigue aquí, por que la memoria histórica no se nos muera, la crónica de la invasión de tropas norteamericanas a la ciudad de Veracruz. Washington, 15 abril, 1914. «El Pres. Wilson recibe a diputados y miembros de las Comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y la Cámara y los entera de su decisión de invadir Veracruz a causa de que sus autoridades se niegan a saludar a la bandera de las barras y las estrellas. Opina el Senador de Chilton, Virginia Occidental: ¡Yo los obligará a saludar a la bandera sí tuviera que volar toda la ciudad».

El Senador W. Borah: «Yo sólo puedo decir que si la bandera de Estados Unidos llega a ser izada en México, nunca será arriada Este es el principio de la marcha de Estados Unidos hasta el Canal de Panamá…»

La crónica del desembarco de marines gringos: A las 11 horas con 20 minutos del 21 de abril de 1914, soldados de infantería yanqui descendían del Florida, el Utah y el cañonero Praire, y tomaban tierra en el muelle Porfirio Díaz. La fuerza yanqui marchó hacia la población por la calle de Montesinos. Se iniciaba la invasión de territorio mexicano por tropas de Estados Unidos».

Cantando La Adelita, el pueblo jarocho se lanzó a las calles. Se produjeron escenas de tremendo patetismo. Aureliano Monfort, gendarme, fue el primer patriota mexicano abatido por las balas dum-dum, expansivas del invasor. Horas después, entre tanto defensor anónimo, caería asesinado Andrés Montes, carpintero de oficio. Dramático fue el caso de la muerte de Charríto, un humilde vecino del puerto. Loco porque ya no tenía parque, se echaba pecho a tierra gritando: «¡Viva México! ¡Viva México!

Los vecinos, al verlo morir, lo enterraron ahí mismo, en la calle…

Cuando el cadete José Azueta, de 19 años, agonizaba en el hospital de la Cruz Blanca Neutral, el contralmirante Fletcher envió unos cirujanos para que lo atendieran. El joven héroe, al verlos, se cubrió el rostro con la sábana: «¡De los invasores no quiero ni la vida! ¡Que se larguen esos perros, no quiero verlos!» El cadete Virgilio Uribe cayó de espaldas. Horas después se acercó un anciano y preguntó: «¿Qué nuevas me dan de mi hijo?» Le presentaron una guerrera manchada de sangre. El anciano besó aquella sangre mientras llora-ba en silencio…»

El testimonio de la niña que se quedó huérfana cuando una bala expansiva le asesinó a Andrés Montes, su padre: «Los americanos entraron el mero 21 de abril. Poco antes de las 11 de la mañana estaba yo en el colegio, cuando nos despacharon a casa en vista de que hacíanse conjeturas de que los americanos iban a entrar. Llegué a mi casa; mi mamá estaba muy azorada porque ya sospechaba que habría tiros y cañonazos. Mi papá estaba trabajando en la carpintería que teníamos en la misma casa donde vivíamos. Estaba callado, trabaja y trabaja sin decir palabra

Éramos 6 hijos: la más chiquita tenía 10 meses de nacida Sin decir palabra, sin decirnos nada, ni a donde iba, mi papá salió de la casa al oír los primeros disparos. No regresó sino hasta las 6 de la tarde y ya venía armado con un rifle y unos tiros. También regresó trayéndonos dos tanates de pan y miniestras para que tuviéramos qué comer mientras él estaba afuera..

Como si lo estuviera viendo ahora mismo con mis propios ojos, recuerdo: mi mamá, rodeada de nosotros, le suplicaba «No te vayas, Andrés, no nos abandones, mira que tenemos niños muy chiquitos. ¿Qué hacemos si te matan? ¡Hazlo por nosotros!’ Mi padre, que siempre fue muy callado, pronunció tranquilamente estas palabras: «Ahorita no tengo madre, ni esposa, ni hijos. Sólo veo que tengo una patria muy linda y tengo que defenderla de la infamia yanqui. Aquí te dejo colgado este machete: anoche lo afilé bien para que al primer gringo que se atreva a entrar en esta casa, le moches la cabeza».

Como mi mamá insistiera en que se quedara, él la agarró y le dio un empujón para que le dejara el campo libre. Y así fue como él pudo quitar la tranca de la puerta y salirse a la calle otra vez. Como mi papá no llegó en toda la noche, en la mañana salió a buscarlo mi madre. Era un peligro, pues los tiroteos seguían. Fue entonces cuando supimos: mi papá peleó solo, callado. Lo mataron al anochecer. Una bala expansiva le destrozó el estómago.
Ya no fui a la escuela Mi mamá nos dijo: ‘ahora tendremos que trabajar todo»‘.
En su discurso y sin atreverse a nombrarlo, Sáinez tronaba contra López Obrador. Es México, el del TLC, el de la Iniciativa Mérida, el de Calderón. (Lóbrego.)

No tiene madre…

Lejos de significar una tosca operación de manipulación política e ideológica, el popu­lismo constituye una estrategia dotada de sentido para afrontar determinadas coyun­turas históricas…

Tal asegura, mis valedores, el estudio­so del tema Ernesto Laclau. Pues sí, pero en México, piedra de escándalo para con­sumo de ignaros, la furibunda descalifica­ción: Hitler, Mussolini, Pinochet, Huerta el Chacal, el populista López Obrador. De ese tamaño son miedo e inquina contra uno al que se aplican a descalificar a lo sañudo, desde «dictador tropical» hasta demagogo, pasando por la opinión del articulista: «El Peje no tiene madre». Tal es, para el Siste­ma, López Obrador. Otro es en la venera­ción de las masas sociales…

En el discurso oficial el gobierno le apuesta a la democracia; el tabasqueño só­lo a la retórica y al populismo, pero en mí sigue viva la pregunta: a fin de cuentas, ¿qué es la democracia? ¿En qué consis­te el populismo? A la tan mentada demo­cracia, que en la retórica oficial vino a su­plantar al vocablo «revolución», me referí ayer, y ahora completo con el populismo en los conceptos de mi Mayahuel, licen­ciada y maestra en Filosofía Política, buena discípula de Bobbio, Villoro y tantos más. Le pregunto:

– ¿Esa democracia de que tanto se ha­bla en el discurso oficial…?

– Nuestra democracia. ¿Podemos se­guir fiándonos de un sistema de gobierno donde las desigualdades sociales son ca­da vez más agudas; donde la libertad sólo es liberad de decisión, mas no de realiza­ción de lo que se decide? ¿Qué sentido tie­ne esa «libertad», cuando no se tienen po­sibilidades tácticas de ejercerla?

– Por cuanto al populismo, tan satani­zado y tan vivo y actual…

– El populismo no es intrínsecamen­te negativo. La retórica de su discurso po­ne énfasis en un conjunto de demandas sociales que no satisface, y que ni siquiera escucha un sistema de poder insensible a las demandas de las masas sociales. El po­pulismo no es una ideología, precisamen­te, sino una estrategia política que puede presentarse en toda clase de ideologías: li­beralismo, socialismo, «democracia». Aquí mismo, en nuestros pueblos al sur del Bra­vo, cuántos movimientos populistas no fueron la respuesta lógica a sistemas elec­torales controlados por dictadores y oli­garquías. Fue así como han surgido los lí­deres de gran arrastre popular, de Perón a Hugo Chávez, y entre nosotros López Obra­dor, todos con sus características especia­les, con sus formas de ser. Son esos los que conmueven multitudes…

Pues sí, pero populismo, según sus analistas, no cabe en una sola definición. El populismo es el llamado de un líder a un pueblo contra los políticos y los inte­lectuales que lo traicionan. «Llamado al pueblo profundo contra los malos repre­sentantes: evocación de aquello que defi­ne y que une contra lo que divide y el olvido de lo esencial». El populismo, según afirma A. Dorna, es mencionado por todos en todas partes, sin que de forma categó­rica logren ponerse de acuerdo a la hora de definir ese fenómeno que bajo diversas formas se presenta en países de aquí y de allá, como Italia con Berlusconi, la Vene­zuela de Hugo Chávez, el México que en el 2 mil entronizó a Fox…

Así pues, mis valedores: ¿a qué se de­be el regreso de un populismo que la de­mocracia burguesa-liberal decía haber desterrado? A que los populistas carismá­ticos, leo en el análisis respectivo, repre­sentan la respuesta política a una situa­ción de crisis institucional originada en el descrédito del aparato de gobierno y las instituciones del Estado, los partidos poli-ticos y los procesos electorales, los pode­res de la Unión, el modelo económico, en fin. «El populismo (A. Pessin) es un he­cho colectivo, un saber social que no pue­de entenderse sin la dialéctica de lo cons­ciente y del inconsciente colectivo (…) «To­da manipulación del aparato simbólico global es de hecho decisiva en la renova­ción o la transformación de las relaciones sociales, lugar estratégico y táctico entre grupos rivales…»

Conclusión: lejos de ser un rasgo de inmadurez propio de sociedades atrasadas, el populismo es una dimensión constan­te de la acción política. En mayor o menor grado, el populismo está presente en todo discurso político. En el de Calderón, por ejemplo, cuando intenta justificar la «re­forma energética» con la promesa de aca­bar con la pobreza en el país. (¡!) Pues sí, pero mientras tanto, que siga la masacre contra el violento que «no tiene madre». Es México. (Qué país.)

¡Dictador del trópico..!

Y por seguir atacando a López Obrador en la empresa imposible de que caiga de la gracia de unas masas sociales que le entregan su voluntad sin limites, los medios electrónicos le endilgan el remoquete de populista, y de dictador no lo bajan, y de mesiánico, y que «ese violento no tiene madre», en tanto que a los mediocres del gobierno los pintan como modelos de democracia Es México.

Bueno, sí, ¿pero qué es el tal populismo? Y sobre todo, ¿qué es la tal democracia que los políticos nos mientan a todas horas, sin nunca explicarnos su significado? Lo que se dice, mis valedores, lo que pudiera decirse de lo que es y no es «democracia». La CEPAL, Comisión Económica para AL y el Caribe, ha llamado a fortalecer en México la democracia, porque las tensiones sociales que vive el país pueden desembocar en la ingobernabilidad hasta el punto de «volver a encender el populismo». Se encrespa la cúpula empresarial:

– ¡No permitiremos esa droga! ¡No es posible que México se detenga años a la espera de que llegue otro líder mesiánico a resolver sus problemas! Para entonces ya no habrá condiciones de gobernabilidad. ¡No a la droga del populismo!

La droga del populismo, y repito: ¿qué es, a fin de cuentas, el populismo? He bajado a mi biblioteca, he hurgado en obras diversas que tratan el tema, y encuentro que no existen coincidencias en torno a su definición Por cuanto a la democracia, mis valedores: bien a bien, ¿qué viene siendo esa «democracia» tan bien trovada por el tiburón imperial y sus sardinitas? Se extraña alguno de los autores consultados:

«Democracia es una de las palabras claves del discurso ideológico contemporáneo, a pesar -o tal vez por ello- del hecho de que se le ha dedicado tan poco estudio serio. ¿Cómo puede ocurrir que en los principales y más avanzados países capitalistas una clase fuertemente minoritaria, la burguesía, gobierne por medio de formas democráticas? La república democrática es la mejor envoltura política de que puede revestirse el capitalismo…»

Democracia En su sexto informe de gobierno el anterior inquilino de Los Pinos lo proclamó en la sede alterna del Congreso, que se encontraba tomado por legisladores de la oposición:

– ¡La fuerza de nuestra democracia radica en la fuerza de la ciudadanía! La sociedad ahora es la protagonista de las grandes transformaciones de México. Su voz es expresión de la democracia que hemos construido. (¿?) ¡La democracia se consolida en el estricto apego a la legalidad, en el respeto a las instituciones..!

Tal se atrevió a afirmar Vicente Fox, y toda la concurrencia de albiazules, empresarios, comerciantes y concesionarios de medios de «información» le aplaudieron. Es México.

No, el sistema democrático que se impone al país no es más que una mala copia de la democracia «burguesa» (el término no es obsoleto, como nos hacen creer), que es la norteamericana, esa de la que Heinz Dieterich afirma, categórico: «La democratización del sistema burgués es equivalente a su negación, porque el carácter predominantemente plutocrático del sistema es incompatible con la democracia real en la política, la economía, lo cultural y lo militar. La democracia capitalista-burguesa huye de la democracia real como el diablo del agua bendita…»

Y que la democracia «como una propiedad característica de los sistemas sociales avanzados puede concebirse en tres dimensiones: la social (que se refiere a la calidad de vida, y que es la más avanzada)», porque abarca temas fundamentales para el paisanaje: nivel material de vida, salud y educación, cultura y transportes, alimentación, derechos humanos, seguridad pública y empleo, etc.; la participativa, que alude a la determinación ciudadana sobre los asuntos públicos, y la formal, que en el liberalismo político burgués comprende nueve instituciones, la tercera de las cuales estipula Un sistema formal-democrático de elección de los representantes políticos de la nación, desde el nivel municipal hasta el federal».

Y sí, los mexicanos tenemos la facultad de elegir a nuestros gobernantes por medio del voto. ¿Y? ¿Tenemos el poder para hacer que las promesas del candidato elegido se cumplan? ¿Lo tenemos para hacer que se transparente el destino de nuestros impuestos, condiciones en las que estriba, precisamente, la «soberanía popular»? ¿Somos los dueños de la soberanía nacional, como lo proclama el 39 constitucional? (Sigo en el próximo.)

Alma de carrizo

Muy cierto, mis valedores: la inteligencia es sólo una parte del hombre, y no la mejor, y el alimento del espíritu no son los muchos libros, sino sólo los mejores; y a propósito: dos de los autores máximos del inglés y el español, Shakespeare y Cervantes, murieron ambos un 23 de abril de 1616, y de esto hace 392 años. ¿Y si leyeran Don Quijote de la Mancha? ¿Y si leyeran alguna obra del inglés? A mí, por lo pronto, con la polémica y el vocerío que ha generado la «reforma energética» que propone el de Los Pinos, se me viene a la mente el drama de La Tempestad, de Shakespeare, y de ella tres personajes por demás significativos para lo que intento sugerir a todos ustedes: Próspero, el invasor de la isla, que reduce a una suerte de esclavitud a dos nativos: Ariel, genio del aire, la idea y el espíritu, y Calibán, que personifica el vicio, la torpeza, la rebeldía, la carnalidad. Pues sí, pero no, porque, mis valedores…

El analista nos pone en alerta: Calibán, el rebelde, era el dueño de una tierra de que fue despojado a la viva fuerza, mientras que Ariel es el intelectual obsequioso que se pone al servicio de Próspero contra Calibán el rebelde, vale decir: contra quienes se atreven a inconformarse con las desmesuras del impostor. ¿El precio por la ejecución de la obra negra? Una estrellita en la frente; una beca del Fonca, de Conaculta. En los comelitones palaciegos, Ariel y los de su ralea cantan así a su benefactor: «Bécame – bécame mucho – como si fuera esta beca la última vez…»

Lean La Tempestad. Aquí el primer parlamento de Ariel todo un intelectual: -¡Salve por siempre, gran dueño! ¡Salve, grave señor! ¡Vengo a ponerme a las órdenes de tu mejor deseo; haya que hender los aires, nadar, sumergirse en el fango (en el fuego, dice la obra), cabalgar sobre las rizadas nubes, a tu servicio estoy; dispon de Ariel y de todo su influjo».

Más adelante, Próspero, a Miranda, su hija: – Ven conmigo; visitaremos a Calibán, mi esclavo, que nunca nos da una contestación amable.

Miranda: – Es un villano, señor, que no me agrada ver.

Próspero: – Pero, comoquiera que sea, no podemos pasarnos sin él. Enciende nuestro fuego, sale a buscarnos la leña y nos presta servicios útiles. ¡Hola! ¡Esclavo! ¡Calibán! ¡Terrón de barro! ¡Habla!

Calibán: – ¡Esta tierra me pertenece, y tú me la has robado! Cuando viniste por primera vez, tú me corrompiste ¡Porque yo soy el único súbdito que tienes, que fui rey propio!
Próspero: – ¡Fuera de aquí, semilla de bruja! Ve a buscar combustible.

Próspero, mientras los perros persiguen al rebelde Calibán: – Ariel, mi polluelo, pájaro mío: ve y encarga a mis duendes que trituren las junturas de Calibán con secas convulsiones: que encojan sus músculos con terribles calambres. (Ariel: -Sí, dueño mío…)

Esto leyendo, mis valedores, me ampollan la mente esos nombres, las cataduras, los torvos conceptos que tales intelectuales Arieles, genios del aire (ese aire que forma el alma del carrizal), proclaman en todos los medios de condicionamiento de masas; intelectuales Arieles que, siempre cercanos al Próspero sexenal, «justifican» todas sus medidas de gobierno contra las masas.

Y si no, piensen en las opiniones que expelen ante la «reforma energética» que, con la mano de su gato, pretende imponernos La Casa Blanca, y relacionen tales opiniones con las que en 1968 soltaron a favor de Díaz Hordas, y de LEA en 1971, y de Zedillo allá por el 2 mil, cuando el Próspero sexenal se echó con toda la fuerza de sus policías contra UNAM y sus estudiantes en huelga. Las opiniones de los intelectuales Arieles:

«No obstante lo ocurrido, Zedillo no es ni podrá ser un presidente autoritario». Héctor Aguilar C. «Es tarde, pero presidente habemus». Ikram Antaki, dondequiera que ande a estas horas. «La UNAM no es una universidad elitista, pero tampoco debe ser una universidad de lumpens o de baja clase media ofendida». Carlos fuentes. «El llamado operativo fue muy cuidado y hoy, gracias a ellos, no tenemos víctimas que lamentar. La administración de la violencia legítima también puede ser profesional». Federico Reyes G. «Firmé el desplegado porque en ese momento creí que era lo mejor, estaba todo tan empantanado. Me importó el plebiscito por compartir el fastidio ante una huelga tan prolongada y por esto también participé en un manifiesto de intelectuales, guiado por una certeza: es mejor dialogar en la universidad abierta y evitar así la represión». Carlos Monsiváis. El resto es silencio. (Ariel.)

El gran inquisidor

Ratzinger, sí, ahora pronto de visita en los Estados Unidos. Ratzinger, el verdugo de esa denominada Teología de la Liberación que floreció y dio sus frutos en la América Mestiza de los 60s. «Con los pobres de la tierra – quiero yo mi suerte echar», su espíritu requemado en la viva palabra del Evangelio. Desde Roma, con Juan Pablo II en el trono y Ratzinger de inquisidor, la Iglesia de los Boff, Gutiérrez, Méndez Arceo y don Samuel Ruiz fue perseguida con saña y crueldad casi hasta el exterminio por el inminente beato (si Dios no lo remedia) Juan Pablo II y su brazo ejecutor, el «Santo Oficio» de la Inquisición, ahora con su nuevo título: Congregación para la Doctrina de la Fe, donde Joseph Ratzinger, el Pontífice actual, era y es su prefecto, vale decir: el Gran Inquisidor. Laus Deo.

Desde ahí, desde Roma, se recrudece la persecución a lo que queda de la corriente teológica, por el temor de que los gobiernos de tendencia izquierdista, desde Venezuela hasta El Ecuador, puedan dar nuevo impulso a la labor benemérita que los teólogos de tal tendencia religiosa han llevado a cabo con el pobrerío de nuestros pueblos al sur del Bravo. Y eso, mis valedores, resultaría nefasto para El Nuevo Orden Mundial, que con renovadas denominaciones impone las políticas macro-económicas que dicta Washington. Hoy, el hacha del Gran Inquisidor ha caído sobre la testa de Jon Sobrino, sacerdote comprometido con los humanos despojos que va desechando el modelo neoliberal. En él, como en el peruano Gustavo Gutiérrez y el brasileño Leonardo Boff, se advierte la presencia inspiradora del Mártir de El Salvador, su tierra, y del resto de nuestra América: Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador.

La norma suprema de mi comportamiento y actuación no puede ser una autoridad o disciplina terrena, mundana o eclesiástica del tipo que sea, sino solamente la voluntad de Dios. Después, el cristocentrismo, es decir, el ir centrándome progresivamente en la persona de Jesucristo, en la que yo descubro en concreto la voluntad de Dios… (Hans Kung.)

Al transcribir el párrafo que viene se me indigesta la mente con la vera efigie de los Norberto Rivera, Sandoval Iñiguez, Onésimo Cepeda y tantísimos más que en este país tanto han beneficiado al César con lo que es de Dios.

«Sacerdotes y religiosos, en proporción cada vez mayor, buscan participar más activa en las decisiones pastorales de la Iglesia Pero buscan, sobre todo, que ésta rompa sus solidaridades con un orden injusto y que, en una renovada fidelidad al Señor que la convoca y al evangelio que ella predica, comprometa su suerte con la de aquellos que sufren miseria y despojo». Categórico. «Por eso es de primera importancia separar la Iglesia del Estado, para liberarla de las ataduras temporales y de la imagen que da de su vinculación con el poder. La hará más libre de compromisos, más apta para hablar, mostrará con ello que, para realizar su misión, confia más en la fuerza del Señor que en la fuerza del poder, y podrá encontrar la única vinculación terrena que le corresponde: la comunión con los desheredados de nuestro país, sus inquietudes y sus luchas».

Por que en algunos de nosotros quede claro ese retorno a la palabra viva del Evangelio qué los satanizados de Ratzinger proclaman en nuestra América, aquí sintetizo, una vez más, voces, historia, mensajes de la «palabra nueva»:

Esa corriente evangélica nace después del fracaso del desarrollismo (años 50) que tantas expectativas produjera en tantos. Es entonces cuando el subdesarrollo de los pueblos pobres, como un hecho global, aparece en su verdadera faz: como el subproducto histórico del desarrollo de otros países. La dinámica de la economía capitalista lleva al establecimiento de un centro y una periferia, y simultáneamente genera progreso y riqueza creciente para los menos y desequilibrios sociales, tensiones políticas y pobreza para los más. Campo abonado para la nueva catequesis: «Caracterizar a Latinoamérica como un continente dominado y oprimido conduce a hablar de liberación y, sobre todo, a participar en el proceso que lleva a ella. Se trata de un término que expresa una nueva postura del hombre latinoamericano».

Las reflexiones en torno a los cristianos de verdad y en verdad religiosos a los que por serlo Roma veja y reprime, adquieren renovada actualidad frente a la entrevista del «representante de Dios en la tierra» con el Genocida que asegura hablar cara a cara con Dios. Seguiré con el tema un día de estos. (Aguarden.)

A puro culantro…

Llovió en el jardín. Lluvia mansa, que intentaba pasar inadvertida Al aroma de bugambilia recién bañada se me vino encima la evocación. Al contemplar la llovizna me punzó la añoranza, la tristura por los años dorados de la niñez, esos que para mí transcurrieron acunados en la paz y el amor de mis buenas gentes y al arropo de los derrumbaderos zacatecanos de mi Jalpa Mineral. Qué tiempos, qué niño fui una vez, qué feliz. Y pensar que yo no lo sabía; de haberlo sabido…

Lo recité aquí, con ustedes, hace algunos ayeres: «Fue mi libro de texto un amor escolar». Mi profesora sí, que me enseñó el silabario (el de San Miguel, conste). Más tarde iba a llegar la niña de mis amores tempranos, que sigue siendo de mis amores tardíos. Ella la sota moza que allá en mis terrenos acaba de fallecer. Accidente automovilístico, Dios

Haya paz. Lo que he de relatar ustedes es un suceso que aconteció en tiempo de aguas, cuando esa coqueta y frutal sota moza que es mi Jalpa Mineral muda de ropas, se despoja del pardo sayal del oficio de tinieblas, las rogativas cuaresmales y las postrimerías del alma para al filo de las primeras tormentas echarse encima sedas, gasas y encajes de festividad, vaporosas y olorosas a albahaca, geranio, yedra, jazmín. Y aquel tufo (ardor, fecundidad) de hembra en brama que se desasosiega y despide humores de fermento, humus, mantillo, encelando al cielo para que la empape, y después parir. Primavera Y aquellos chamacos cómo quedar reducidos al aula escolar.

– ¡Al paseo, a la excursión, vamonos!

A La Cañada, La Villita, El Santuario, pastoreados por aquel mínimo profesor Máximo. Y échate a espulgar bajíos y laderas (sus escurrimientos, orgasmos de vivas aguas) al olor de la guayaba, el membrillo, el guamúchil; y qué diablos le ocurre a esa lagartija, que avanza a remolque sobre esa otra, la pobre, y frente a la gloria de verdes pelambres de la sabinera, a cantar a gritos ese modelo de coherencia y lógica que así filosofa en tono de sol:

«De tunas y garambullos – están las laderas llenas – por eso no es bueno engrirse – con las mujeres ajenas» A grito pelón. A dos voces….

De repente, el frenón. Se trabó el cantar. ¿Y eso? ¿Y ese? Ahí, enfrente, el hombrón de la fusta al cinto. Don Vicente en persona, cacique de la región. Contra el profesor Máximo nos arracimamos, el manojo de espantados crios. Pero el empistolado venía de buen ánimo, y en vez de echarnos de sus terrenos a punta de bala, nos invitó: «A la diversión, mis muchachones».

Y qué diversión. Era el tiempo de aguas. «¡Hijos, conviden a estos..!»

La familia del cacique, una Marta de pasado incierto y unos chamacos malforjados en el caserón que se atejonaba entre breñas, peñascales y ganado mayor. Mal habido. «Niños, convídenlos a la jugarrera». Cazar mayates, esos loderos y excrementosos escarabajos del tiempo de aguas; a mano pelona apresarlos cuando rodaban bolitas de heces humanas rumbo al agujero en el barrizal. Pies atascados de lodo, manos jaspeadas de porquerías. Marta, entusiasta «Pepénate ese grandote! ¡Échalo a volar, hijo! ¡Suéltale más hilo! ¡Túmbalo, al jijo-diún!» Los pesados bicharajos a lo manso se dejaban apresar, y ya con el hilo atado en el corpachón alzaban un vuelo zumbador que mal rebasaba el follaje de mezquites y venadillas. Verde tornasol, los caparazones rebrillaban al sol. El cacique, de súbito: «¡Todos a la cocina, rápido!»

Ahí vamos, a querer o no, tras de los alboroteros, que se apoderaron de la mesa y entre los platos jugueteaban con los excrementosos, y entonces: ¿yo tener que tragar unas carnes ovachonas de sebos, a las que las manos enlodadas de la Marta agregaban a puñadas cebolla, orégano sal? ¿Yo, resistir el olor del culantro? Y el primer amago de vómito. Ellos, a sorber sebos a lo ruidoso, jugueteando con los bicharajos. «¡Mi mayate es el más gordo!» «¡Pero el mío vuela más alto!» «¡Yo me pepené el más brilloso, pos qué!»

– ¡Eitale, no los maltraten, que esos animalitos aquí nacieron, aquí se criaron y son de nuestra querencia, parte de la familia!

En la mesa y entre platos de sebos distinguí a quienes jugeteaban con las heces: Aldana, Romero Deschamps, los Salinas, Fox y los hijos de toda su reverenda Marta. Yo la arcada, el vómito, el fin Lo juré entonces: nunca más asistir a una comida excrementosa Hoy observo la mesa el de Los Pinos, con Juan Camilo, el PRIPANAL, los Fox y compinches de siempre, en plena impunidad se atragantan de PEMEX mientras juguetean con mayates. El ambiente, una vez más, a puro culantro. (Puagh.)

Temblorina, diarreítas…

«Tiene que presentarse en persona Firma y sello». Me la persigné antes de entrar a la jaula de la fiera, y aquella corazonada Hoy que he vuelto a la vida, el mensaje a mi victimaría Señora Cholita, ventanilla de «Rezagos», Sección «Archivos». División «Acuerdos Generales». Burocracia Nacional:

Por la presente, en original y seis copias, me permito comunicarle que yo ya la perdoné, y la perdoné de corazón, por más que corazón lastimado. Espero, asimismo, que la perdonen sus demás víctimas, esas infelices que a estas horas hacen cola frente a la «Ventanilla de Acuerdos«, el azoro en los ojos y una remota esperanza allá, en el fondo del corazón Porque desde que Dios amanece día con día pierde el país miles y miles de horas-hombres, arrimados a la ventanilla de «Reembolsos Acumulativos», rubro que disimula lo que es en realidad: una trampa feroz por aquello de un cobro de más o un pago de menos, o porque al original con seis copias certificadas le faltó el sello del licenciado, y «fíjese que el lic. está orita en acuerdo y no lo puedo ora sí que distraer». ¿Acuerdo? ¡Con la seño Yenifercita sobre el escritorio, con las dos abiertas, las actas de «Rezagos» y «Devoluciones..!»

Cuenta usted con mi perdón, seño Paquita. Por cuanto a mi vesiculita, ya muy mejorada, que se me frunce sólo cuando alguien, a lo inconsciente, mienta frente a mí la palabra «burocracia» en cualquiera de sus expedientes: jubilación, credencialización, rezagos. ¿Ve? Ya me empezó a punzar. Seño Chelita Yo soy aquel que, como el resto de la fila frente a «Recepción de documentos» (¿o fue Resello y Acreditación?»), fui víctima inerme de su altanería, nula educación e imposibilidad de razonar con los sesos, que usted, para el razonamiento, utiliza los «esos». ¿Los traía inflamados, tal vez? ¿Algún preocupante quistecillo? Yo, Lolita, una vez que me vejó a sus anchas -anchas, sí, pero muy planas-, tomé mi original y seis copias y, disimulando el temblor de unas manos inundadas de sudor, salí de «Saldos Insolutos» y me vine a refugiar en mi depto. Dos pocilios de infusión (tila, cuasia, borraja, cuachalalá y gordolobo), y después lloré mi ratita, y llorando me quedé dormido. Hoy, digerido el derrame de bilis, yo le otorgo mi perdón, Goyita.

Yo la perdono, porque aún con la bilis desparramada me he puesto a reflexionar: a), que quizá antes de llegar a su escondrijo de la «ventanilla Única de Fiscalización» se pasó usted hora y media tronándoselas de nervios por ese pesero que la llevase hasta la estación ‘Indios Verdes» del metro, y del pesero ni sus luces, cuando usted tenía que checar tarjeta, y ya lleva cuatro retardos en lo que va de este mes. b). Que usted, mamacita soltera, a la hora de vejarnos estaba pensando en el condenado oficial mayor de «Envíos y Reembolsos» que salió por piernas la noche aquella en que usted le dijo: «Chucho, ¿qué crees? Ya encargamos», para que el muy ruincejo le respondiera «¿Encargamos?», c).- Que quizá esta mañana fue usted al tianguis sólo para examinar las nuevas etiquetas pegadas en el retazo con hueso y los kilos de frijol, y con lo tragón que le salió el Chucho chico, d).- Que antes de vejarme usted había sido vejada por el lic. de «Acuerdos», con el que no ha habido acuerdos, y el muy tropical anda con la sana intención de lloverle sobre mojado, cuando ya tan mojado se lo dejó el Chucho aquel. «Ándale, Rosy, que el que no asegunda no es labrador», e).- Que la Petrita (Léididí, en la oficina) la acaba de jalonear en el baño, acusándola de «¡Ratera, las cuentas no checan ni en la tanda ni en la colecta pal cumpleaños del lic!» f).-Que la renta, quizá, la mamacita achacosa, la regla, que se le desarregló y se le fue sin despedirse. O esa bolita en el izquierdo que se tentaleaba usted a través de la tela Yo la entiendo y la perdono, Carmelita. Es más, por si de algo le sirve: ¿qué día de estos dispone que me pare enfrente de su ventanilla de «Pasivos sin Homologar» para que me repita la dosis, y así se desquite conmigo?

Ah, si de todo trato humano, tan inhumano, apartasen a señitos como usted, seño Lichita, y a todos los Chuchos y lics, que, agazapados en su madriguera de la «Burocracia Nacional», acechan a sus víctimas para luego, a lo sádico, masacrarlas. Como a mí, como a miles, millones. México.

Que usted los siga maltratando bien, seño Conchita. Yo, cuando salí de sus garras, ¿qué cree? Mi volks, que por estacionarlo frente a la burocracia nacional, la de marras a la de malas se lo cargó al corralón. Ya le contaré el rescate de la cucaracheta de entre las fauces de la burocracia Dios, te lo imploro: que mi hígado, mi vesícula, mis intercostales… (Amen.)

A los fanáticos de la Perra Brava

¿Qué opinan ustedes de la actuación de Hugo Sánchez al frente de la selección nacional futbolera? Para mí el tal Valentín madroño, como allá decimos. De recién llegado mucho alarde, mucha verba, muchas promesas y cacareo de anuncio promocional ¿Y todo para qué? Para que a la hora de la verdad pura fumarola y música de viento, y venga la desilusión de una fanaticada visceral y acrítica que en Hugo confió y en él puso sus esperanzas de triunfo, como antes en Lavolpe y los predecesores. Ahora, una vez más, comprueba que con el Ojitos Meza y demás runfla de ojitos y ojetes, todas sus esperanzas se han tornado rastrojo y agua de borrajas. Y ahora el odio, la iracundia y semejante frustración, válgame…

¿Pero acaso nadie de ustedes, fanáticos del clásico pasecito a la red, se percató de la realidad? Lo que Hugo tiene de boquiflojo lo tiene también de mediocre. Miren que engañarlos a ustedes con «triunfos» tan ratoneros como el que logró a costillas de los futbolistas aficionados de Jamaica. Pero si ganarle a Jamaica es agua de lo mismo. Esa es, y no más, la actuación de ese hijo de Sánchez: pacotería y mediocridad, fracasos y fallas que a base de lengua y rociando saliva en radio, tele y periódicos, intenta hacer pasar ante ustedes por logros de su estrategia, y a ver qué aturdido se lo va a creer. Yo, a ese, lo inepto y torpón con trabajos sabría perdonarle, pero nunca su grotesca vocación entreguista, que lo impulsa a jugar a favor del rival, y paguen los costos todos ustedes, los integrantes de la Perra Brava Y yo, de refilón. Dios

Pero un momento, que para mí el fracaso de Hugo fue un resultado normal, y esto porque algo conozco del clásico pasecito a la red, de la mediocridad absoluta de sus directores y, sobre todo, porque me atengo a las lecciones que imparte la historia. Y si no: ¿algún director técnico anterior al fracasado de hoy logró, si exceptuamos al Tata Cárdenas, algún resultado que fuese gratificante para todos ustedes, la Perra Brava del país? Estudien la historia, y van a caer en la cuenta de que si antes estuvimos mal, ahora mismo, con ese hijo de Sánchez sin carisma y sin ángel, sin duende y sin nada más allá de su aplastante mediocridad, la selección nacional está condenada a la misma mediocridad de su director técnico, que tal condición humana es contagiosa Fatal…

Claro, sí, para Hugo y su equipo de colaboradores cada fracaso fue un éxito financiero, que todos se enriquecen manipulando al equipo nacional a base de un jugosísimo presupuesto futbolero que se reparten ayudantes, masajistas, cubetenos, merolicronistas, en fin. ¿Pero para todos ustedes, la fanaticada que paga el boleto y costea las utilidades millonarias del entrenador y su equipo? Para la patética Perra Brava puro chile y Pagua lejos, acaba de susurrármelo el joven juguero, que por encima de mi hombro mira lo que voy escribiendo, y aquí la pregunta a todos ustedes, fanáticos de la Perra Brava: ¿acaso no ven o no quieren ver la realidad del fútbol tricolor? ¿No pueden o no quieren analizarla, y luego crear las tácticas y estrategias para sacar el buey (a esos bueyes) de la barranca? Señores fanáticos de la Perra Brava..

¿Hasta cuándo caraj…mbas van a seguir siendo héroes por delegación? ¿Hasta cuándo seguirán delegando en semejantes mediocres, diestros sólo para depredar los dineros públicos? ¿Tanta confianza les tienen, o tienen tan poca en ustedes mismos? ¿Conocen, acaso, la diferencia que existe entre delegar y asumir, o lo que es lo mismo: entre ver jugar a unos alquilones o jugar ustedes mismos, que son, a fin de cuentas, los dueños de la cancha y el balón..?

No, si bien dice (con esa pronunciación) don Juan, mi padre, muerto sólo para el acta de defunción: «No me almiro del entrenador, no me almiro de su equipo de avorazados. Me almiro, m’hijo, de la Perra Brava, que todavía a estas alturas de la historia patria busca que otros jueguen por ella, y ella nomás mirando, sin querer percatarse de que jugamos nosotros o con los Hugos de siempre no habrá triunfo posible para el equipo nacional. Porque en calidad de viles mirones nunca vamos a ganar un partido…»

Mi padre, créanme, tiene razón Con sólo que observen ustedes el pobre estilo de juego del hijo de Sánchez y toda la recua de matalotes que forman su equipo de cubeteros y masajistas, preparadores físicos y merolicronistas, van a caer en la cuenta de que con esos nunca lograremos un sitio en la historia del balompié. Por cuanto a los jugadores. Ah, esos jugadores. ¿Analizamos su desempeño en la cancha?

(Eso, después.)