¿Masacre, genocidio?

El dos de octubre, mis valedores, ¿genocidio? ¿Sabemos bien a bien lo que es genocidio? Tengo en la mente la imagen un David Vega Becerra, líder estudiantil de 1968, que, exasperado, muestra en sus manos fotos de cadáveres descuartizados, tirlangas de civiles, baños de sangre inocente:

– ¿Más pruebas del genocidio? ¡Esta es una muestra clara del genocidio!

Caí entonces sobre mi biblioteca, me puse a buscar la definición de Genocidio y la encontré en documentos del Derecho Internacional. Aquí, por si alguno quisiera contrastar la masacre de Tlatelolco con la definición de genocidio: del griego genos, raza, y del latín caedere, matar, exterminar, el término fue creado por el jurista polaco R Lemkin, que en 1933 presentó a la comunidad internacional un memorial en el que pedía la elaboración de una convención de países, en que se prohibieran las ejecuciones en masa. Fue adoptado en el Derecho Internacional al término de la II Guerra Mundial. Con motivo del criminal exterminio nazi de la población en los territorios ocupados, Lemkin -refugiado de Polonia– hacía una campaña en Suecia y, desde 1941, en Estados Unidos (donde será más tarde profesor de Derecho Internacional) en pro de una convención contra el genocidio.

La primera vez que los crímenes de barbarie y vandalismo fueron calificados en un documento internacional ocurrió en el Sumario contra los principales criminales de guerra del Tercer Reich en el proceso de Nuremberg de 1945, como «genocidio deliberado y metódico, es decir, el exterminio de grupos raciales y nacionales de la población civil de ciertos terrenos ocupados, con el fin de aniquilar determinadas razas y partes de naciones y pueblos, grupos raciales y religiosos, en particular judíos, polacos y gitanos, etc.».

La Asamblea General de la NU inició los trabajos sobre el proyecto de convención, aprobado por unanimidad el 9-XII-1948. Hasta el 1-1-1972 fue ratificada por la inmensa mayoría de los Estados del mundo, incluidas tres grandes potencias: Francia, China y la URSS; no la ratificaron Estados Unidos ni el Reino Unido, que no la había firmado…»

Texto de la Convención sobre Prevención y Castigo de Delitos de Genocidio: «Las partes contratantes, considerando que la Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado que el genocidio es un delito de Derecho Internacional contrarío al espíritu y a los fines de las UN y que el mundo civilizado condena; reconociendo que en todos los periodos de la Historia el genocidio ha infligido grandes pérdidas a la humanidad; convencidas de que para liberar a la humanidad de un flagelo tan odioso se necesita la cooperación internacional, conviene en lo siguiente:

Art I. Las Partes contratantes confirman que el genocidio, ya sea cometido en tiempo de paz o en tiempo de guerra, es un delito de Derecho internacional que ellas se comprometen a prevenir y a sancionar.

n. En la presente Convención se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) matanza de miembros del grupo; b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial; d) medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.

Art. III. Serán castigados los actos siguientes: a) el genocidio; b) la asociación para cometer genocidio; c) la instigación directa y pública a cometer genocidio; d) la tentativa de genocidio; e) la complicidad en el genocidio. IV Las personas que hayan cometido genocidio o cualquiera de los actos enumerados en el artículo III serán castigadas, ya se trate de gobernantes, funcionarios o particulares.
Así hasta el artículo XI, que alude a trámites y procedimientos a los que se sometió dicha Convención, que a partir del primero de enero de 1950 «estuvo a disposición de los países que aún no se adhirieran a ella y quisieran hacerlo». Y un ejemplo de genocidio aquí, en territorio de nuestra América:

«En 1974 la Com. Int. de Investigaciones de los Crímenes de la Junta militar de Chile hizo constar que desde el otoño de 1973 se efectuaba en ese país una acción de exterminio entre los indios araucanos y los gitanos». El término Genocidio, mis valedores, ¿quedaría claro? Aquello atroz perpetrado el 2 de octubre del 68, ¿masacre, genocidio? Tlatelolco. (Nunca más.)

Máteme, comandante…

A ver, a ver, ¿policías delincuentes, dice alguno de ustedes? ¿Policías delincuentes sólo en este sexenio? ¿Ladrones, secuestradores, torturadores y cómplices del narcotráfico, nomás hoy? No, que ya el PRI-Gobierno fue un avispero de criminales disfrazados con uniforme y placa policial. Claro, la plaga no se había extendido ni descarado como hoy día, cuando la fama pública y el prestigio de los cuerpos policíacos se arrastran por los entresijos del albañal. Modelo de policía delincuente se recuerda al director de la entonces Federal de Seguridad, aquel Miguel Nazar Haro que al ser aprehendido como lo que era, un criminal, clamó, aspaventero:

Me desilusiona que di mi vida a la patria, y me hagan esto…

Del tal me propongo ahora esbozar el retrato hablado, hoy que el país se militariza, y cuando, según todos los indicios, repunta un amago de guerra de baja intensidad. Al tal Nazar Haro lo recuerda una de sus tantas víctimas de cuando la «guerra sucia» de aquel entonces, un Orozco Salazar:

Parecía el terciopelo del tigre; su mirada era la clásica del psicópata que primero se muestra amable y luego tiene arranques de furia y locura…

Un psicópata acunado por la impunidad del gobierno al que sirvió como triturador: Me han creado una imagen de malo, eso es todo…

En fin, que con su aprehensión y subsiguiente liberación hace algunos años, Nazar acaparó la atención en radio, líneas ágata y cinescopio. Pues sí, pero en tiempos en que el periodismo y la conciencia colectiva olvidaban al carnicero, porque no se extraviase la memoria histórica me referí aquí mismo a algunos de sus delitos, por aquel entonces sin castigar. Fue hace algunos ayeres; yo, apalancándome en testimonios de un Rodríguez Castañeda citado por el semanario de hace años, dije esto que hoy, ya por los suelos el prestigio de tantos con uniformes de diversos colores, juzgo que cobra requemante actualidad:

Miguel Nazar Haro. ¿Habrá más siniestra sobrevivencia de aquel pasado de guerras sucias que él, según todos los indicios, escribió a golpes de secuestro, desaparición, tortura y asesinato en las escalofriantes mazmorras de la hoy difunta Dirección Federal de Seguridad? Permítaseme esbozar su retrato hablado, escrito. Pero antes, la aclaración:

Yo no estoy con quienes contemplan la Historia en dos tintas, la blanca y la renegrida. Ni por asomo voy a insinuar que los militantes de la Liga 23 de Septiembre a los que así, fuera de la ley, masacró Nazar Haro, fueran ciudadanos limpios de culpa, no. Por supuesto que no. Al margen de la ley andaban también las víctimas del polizonte, y en sus lomos cargaban un expediente así de gordo: robos, secuestros, asesinatos, en fin Jesús Piedra Ibarra, hoy exaltado de víctima, arrastra la imputación de robos, asaltos, secuestro, el asesinato de un policía. Pero esto, es obvio, no exime al represor, como tampoco a sus jefes, de haber violado la ley al extralimitarse en el cumplimiento del deber en lo que toca a los militantes de la guerrilla Aquí, el retrato hablado del Nazar depredador: secuestros, tortura, desapariciones, muerte. Las palabras de R. Castañeda:

Comienzo con el Nazar ladrón de automóviles: (¡Más de 4 mil!), escándalo que recuerdo con claridad, pero del que desconocía la razón por la que lo solaparon las autoridades de aquí y Estados Unidos, donde se perpetró el delito. Yo lo atribuí a la impunidad del gobierno, pero ahora conozco más del carpetazo al robo de los miles de autos. Involucrado por la justicia de EU. en una gigantesca operación comandada por agentes de la DFS para robar automóviles de Estados Unidos y traerlos a México, Nazar Haro se vio obligado a renunciar a su cargo el 13 de enero de 1982, iniciado el sexto año del gobierno de José López Portillo. Casi siete años después Manuel Camacho, entonces Jefe del Depto. del DF, lo designó director General de Servicios de Inteligencia. Ante el Gran Jurado de Estados Unidos el agente del FBI Summers dio pormenores del operativo que permitió a la banda robar y contrabandear unos 4 mil autos en una actividad que se inició a principios de 1975.

«En 1981 la CIA dio una pista sobre la posible injerencia de la Federal de Seguridad: que un agente mexicano, Gilberto Rodríguez, cruzaba la frontera para recibir autos robados de un tal G. Peraza Mayen, que viajaba de Tijuana al DF, donde recibía órdenes de funcionarios mexicanos: conseguir autos nuevos y lujosos».

(Sigo después.)

El Tigre(Azcárraga),¿vegetariano?

Blanca Nieves: tal es el nombre de la maestra que encabeza a los mentores que a estas horas andan marchando desde Morelos y otros estados hasta el DF, a quienes aludió anoche el maestro en la tertulia de Cádiz:

– Pero no escarmentamos. En nuestras luchas contra el autoritarismo del Sistema hemos tomado las marchas, de ser un medio, en un fin en sí mismas. A cincuenta años del movimiento magisterial que se expresaba en marchas que cimbraron los cimientos del país, los mentores desdeñan las lecciones de la historia y la realidad objetiva, y a lo sañudo persisten en el plantón y la toma de la calles: «¡E-xi-gi-mos..!»
– Pero para qué remontarnos hasta el final de los años cincuentas. Siendo tan justas las causas de su lucha, los beneméritos parece que han olvidado el suceso que vivieron en 1989, en fin Por cuanto a ustedes, los contertulios, ¿lo recuerda alguno..?

Abrió la libreta de pastas negras y leyó la noticia de hace 20 años: «Fue una manifestación de 3 horas, de tapizar con carteles las paredes exteriores de Chapultepec 18 y de una clausura simbólica por su parcialidad informativa. Luego de la clausura de Televisa, las consabidas pancartas con unas frases que exhiben a los maestros como los renegones de siempre, que no alcanzan a crear las estrategias adecuadas para que su lucha fructifique: ¡Jacobo necesita aumento – pero en sus lentes- para que cuente bien a los maestros!»

Y que hay una materia que Jacobo no aprobó: la gris. Y lo bochornoso: «Amador Narzia lector de la información de Televisa, ingresa por la puerta trasera, copada por los maestros. Piden sólo un minuto, un minuto para decirle… Narzia hizo como que no oía para colarse por una rendija abierta. Sólo queríamos decirle que no diga mentiras, que por favor nos escuche». Pero el lector de noticias dejó a los compañeros mentores con la palabra en la boca Contertulios: en la lucha por sus derechos, el paisanaje tiene dos vías: una es delegar, y entonces exige; la otra, que corresponde a la conciencia del cambio histórico que precisamos en el país y del enemigo histórico de ese cambio, consiste en asumir, que precisa de ese poder popular que se logra no con muchedumbres, sino con una verdadera organización. ¿Pero los mentores, exigiendo? El sindicado más numeroso de toda la América mestiza, ¿permitiendo que un lector de noticias los deje con la palabra en la boca? De qué serviría encararlos y decirles, y repetirles una y otra vez:

– Ustedes, maestros, ¿exigiendo? ¿Ustedes quedándose con la palabra en la boca? ¿Ustedes? ¿Tan mediocres son, maestros de mi país, que son incapaces de la suficiente humildad como para ejercitar la autocrítica, y entonces reflexionar que tal vez ustedes no son perfectos, y que su técnica, tácticas y estrategias, que historia y realidad objetiva muestran, acusan, claman que ya son obsoletas porque el Sistema de poder sintetizó el antidoto, que se concreta en las palabras del mothernizador: ni los veo, ni los oigo, y ni los siento, de plano? ¿Ustedes aferrados a la táctica de exigir? ¿Como a fines de la década de los 50s? ¿Nada han logrado aprender, por ejemplo, que exigirle al tigre (Azcárraga) que deje de alimentarse de nuestra carne y se vuelva vegetariano es tarea no sólo inútil, sino inconsecuente, por no decir el vocablo vituperoso que me vino a la mente? Ándale, tigre, por amor a nosotros desnaturalízate a la manera del lobo de Gubia, al que el seráfico de Asís logró tornar dócil como faldero de solterona. Pero ni el lobo de la leyenda, que al cabo de un tiempo volvió a su naturaleza. Lógico…

Ah, pero después de unas horas de gritos y sombrerazos, el consorcio aceptó dialogar sólo con una docena de manifestantes. ¿Condiciones a ustedes, el «sindicato» que agrupa a un millón de maestros con influencia directa en treinta millones de niños y adolescentes, y a través de ellos en millones de familias, que es decir en todo este país? ¿Ustedes, que pueden y deben ser factores del cambio histórico, no han logrado comprender esa verdad elemental, y han desaprovechado la herencia valiosa del 68, que es la verdadera organización celular autogestionaria, y que las muchedumbres nunca han logrado apalancar sus causas, justísimas, y sólo han conseguido unificar la iracundia de los afectados por las mega-marchitas magisteriales?

Por cuanto a tantos problemas que en su comunidad padecen las masas, que intentan les resuelva el Sistema: ¿si a la hora de acudir a las tácticas para presionarlo se mirasen en el espejo de los maestros, y no digo más..?

El maestro guardó silencio. (Qué más.)

Un poeta en el campo militar

Sabrás del hombre y el sudor colmado, – polvo en el polvo rendirás tributo, -y procrearás un hijo asesinado…

Los poetas esta vez, mis valedores, esas «torres de Dios», que dijo Rubén Darío. Ellos frente a las masacres de Tlatelolco, Rivera de San Cosme, Aguas Blancas, Acteal. Digo Tlatelolco y quiero decir Batallón Olimpia, sangre derramada masacre, holocausto, Campo Militar, represión, memoria histórica lacerada, distorsionada asesinada a golpes de ignorancia y olvido por parte de las masas sociales. A propósito:

Horacio Espinosa Altamirano. ¿Alguno de ustedes conoce al poeta? Su obra ¿la habrá leído alguno? Leerla deja un regusto ácido, amargoso, y de alguna forma con razón: el poeta malvivió toda su vida tiempos anubarrados, que culminaron con la represión que a los poetas se infirió a consecuencia de lo ocurrido en tlatelolco hoy hace ya cuarenta años. Un pedazo de su biografía personal lo vivió -lo pudo sobrevivir- empozado en alguna de las celdas del Campo Militar No. 1, que el Sistema de poder mantiene para alojamiento de descontentos del régimen. Como los poetas, pongamos por caso…

Tiempo después, y a modo de purga con qué eliminar toxinas de aquella malaventurada experiencia, en saliendo a la libertad, el varón enterizo se dio a la creación de su Códice Mayor, donde en un abundoso borbollón de metáforas vació su experiencia bajo la bota y el espadón al servicio de aquel PRI-Gobiemo autoritario y represor que sembró de víctimas tlatelolco. Y un detalle más, para mí doloroso porque Horacio fue amigo mío: antes de tiempo se nos vino a morir 0a muerte siempre llega antes de tiempo). Desde allá, de por allá donde el poeta se había ido a refugiar, sus familiares me comunicaron la ruda noticia el varón de virtudes y luchador social incorruptible abandonó esta vida apenas, a penas, hacía un par de días. (Hoy, para el huésped del campo militar, y a su memoria aquí algunas de sus referencias poéticas al Dos de Octubre, precisamente:

¿Siempre -ayer, ahora y siempre- Tezcatlipoca, Espejo de la Muerte, – ordenará el festín, la necrofagia – con la carne y el espíritu del Hombre? ¿El genocida siempre -ayer, ahora y siempre? – ¿El códice hablará de la serpiente alada – porque la mano – tiembla ante el tatuaje sanguíneo y homicida..?

Que aquel dos de octubre aciago no se nos borre de la memoria histórica que ésta no se nos vaya a distorsionar; que se mantenga viva -y actuante, ojalá- esa indignación ante la torva figura de uno al que -justicia inmanente- asesinó el cáncer, y que murió aplastado por todo un almácigo de cadáveres. Tlatelolco. Rastros del matancero, el aviso suele aparecer en los matutinos años con año, su redacción casi siempre idéntica:

El Gobierno del Estado de Puebla, Familiares, amigos y colaboradores del Sr. Lic. Don Gustavo Díaz Ordaz, Presidente de México 1964-1970, Le invitan a la ceremonia conmemorativa de un aniversario más de su fallecimiento, que tendrá lugar el próximo día 15 del presente a las 11:00 horas en el Panteón Jardín de esta Ciudad.

Semejantes nostálgicos, sin importarles las ampollas que puedan lastimar en quienes (muy pocos, lástima) conservan intacta la memoria histórica se congregan en un aquelarre anual y a discursos prosopopéyicos ofician el rito de las exequias que hace años perpetraron, sé lo que digo, de los podridos despojos mortales del matarife que valido de sus cuarteleros ametralló, masacró, encarceló e hizo desaparecer a luchadores sociales, y hasta el día de hoy. Díaz Hordas. (Detrás de él, maquiavélico, el que a su hora fue motejado de demonio de San Jerónimo: Echeverría Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar…)

Ellos, los cercanos y adictos al de las manos tintas en sangre, no quieren olvidar la fecha en que se les murió de cáncer. Yo, cercano y adicto a sus víctimas, no quiero que se nos muera la conciencia de lo que, agazapado en el palacio de gobierno, perpetró la masacre demencial de Tlatelolco, aquel Díaz Hordas al que Shakespeare parecía señalar:

Ese tirano cuyo solo nombre ampolla nuestra lengua…

«¿Nunca Quetzalcóatl será el arcángel fuerte? – Jaguar sacrificado, Tlatelolco -Águila desmembrada, Tlatelolco».

Y la impunidad. Es el Sistema de poder. Es la opresión y, en su caso, la represión. Es Tlatelolco. Es México. (Este país.)

¿Eso fue el Dos de Octubre..?

Sigue aquí, con sus añadidos, el tema que traté en nuestro Domingo 6 de Radio Universidad el domingo antepasado, material de la página valedor.org, por ahora no disponible.

Terrorismo, veladoras en marcha y los consabidos compromisos del Sistema de poder, que nos mantiene en la cultura del reniego, las demandas y el pensamiento mágico: «Ustedes exijan, tomen la calle y a todos los rumbos arrojen, de pregón, el conjuro: «¡Exigimos! ¡Este puño sí se ve!» Yo ni los veo, ni los oigo, ni siquiera los siento. Pero ustedes sigan delegando en el enemigo histórico del cambio que tanto precisa el país, y que nadie, si no son ustedes, van a lograr, cuando se organicen, si es que se organizan alguna vez…

Ustedes no crezcan, nunca asuman su responsabilidad como ciudadanos. Ustedes sigan delegando en su papá gobierno. Papá no es, no les cumple, nunca les ha cumplido, nunca les va a cumplir, pero ustedes sigan confiando en él y, por eso mismo, exigiéndole ¿Pruebas de que sus tácticas son obsoletas? No las ven porque no quieren, cuando tienen ahí, al alcance de la vista, el patético caso de los maestros. ¿Exigiendo al Sistema cumplimentan sus causas, justísimas? ¿Con marchas han logrado sus metas? Othon Salazar, fines de los años 50s. ¿Qué dice la Historia?

Pero ah, qué imponente espectáculo el de una ciudad que gracias a los mentores se torna hemipléjica y de unos automovilistas frenéticos que los maestros convierten en enemigos. Quizá, de vez en cuando, para que no le pierdan la fe a las mega-marchitas, el Sistema les va a otorgar pequeñas ventajas, mezquinas dádivas, y no más. De esa manera los mantiene inermes, desmovilizados, desorganizados, agrupados en muchedumbres, en multitudes. «¡Este puño sí se ve..!» Como en los tiempos del PRI-gobiemo

En tiempos de aquel priísmo que amenaza con retornar las masas sociales (no la ciudadanía, que alcanza tal grado cuando se ha dado un gobierno al que obedece como su mandante) se sentían protegidas por la figura presidencial. Eso, en los tiempos funestos del presidencialismo autoritario, pero hoy, con un chaparrito, jetoncito, que ha mostrado su debilidad, ¿seguir delegando en él? ¿Seguir exigiéndole protección a este gobierno que no tiene fuerza para defenderse a sí mismo, que permitió al gringo embombillarnos la Iniciativa Mérida para luego correr a pedirle chichi hasta Nueva York..?

Morelia, Mich. El ataque, esta vez, ha sido contra nosotros. Contra todos nosotros. Y por más que los miembros de La Hermandad juran que han de vengarnos, ¿ahora delegar en ellos? ¿Delegar en La Hermandad esta vez? ¿En la Guadalupana primero, luego en Dios, en el gobierno más tarde, y en la lotería, las limpias, las fraudulentas brujas y Amiras, y ahora en La Hermandad? ¿Cuándo comenzará a darse en nosotros el ejercicio de pensar, y en un acto de humildad caer a la certidumbre de que no somos infalibles, de que estamos propensos al error, de que nuestras tácticas no tienen por qué ser perfectas, de que tal vez no lo son, y tras del ejercicio de autocrítica abocarnos a crear nuevas formas de acción, esas para las que el enemigo histórico aún no sintetice el antídoto, que entonces tendremos que volver a crear formas de lucha? Mientras tanto…

Esas tácticas ya se están creando ahora mismo, y se basan en la herencia mejor del 68, la herencia que hoy nos intentan falsear con el pregón de que «El dos de octubre no se olvida», pero que sí, que ya se ha olvidado y se sigue olvidando mientras nos hagan creer que no olvidar el 68 es tener presentes sus anécdotas: marchas, arengas, proclamas, postulados, luchas callejeras, canciones de protesta y toda la sucesión de sucesos, atroces, que se sucedieron la tarde y la noche de Tlatelolco. Mis valedores: ¿eso fue el 2 de octubre..?

No. Recordar las anécdotas y repetir: «El 2 de octubre no se olvida» es desperdiciar su legado; significa que por pura ignorancia nos hemos convertido en colaboracionistas del enemigo histórico de ese cambio cuya estrategia se delineó a partir de Tlatelolco. Aquí, en su lobreguez, la respuesta de los estudiantes de Morelia a las acciones terroristas del 15 de septiembre:

«Estudiantes de diversos bachilleratos marcharon en silencio por la calle principal de esta capital. Vestidos de blanco con flores y enlazados de los brazos salieron de…»

Y son los herederos de la Conferencia Estudiantil del 63. ¿La conocerán, cuando menos? Ah, los estudiantes. (México.)

Tlatelolco, Morelia, sangre derramada…

Lo dije a ustedes en nuestro Domingo 6, de Radio Universidad, el domingo pasado. El material, como siempre, estaría disponible en nuestra página de Internet, pero como ésta anda fuera de servicio temporalmente, aquí transcribo el texto con sus añadidos.

Ahora sí, mis valedores: va en serio esta vez. Esta vez la agresión fue en contra de todos nosotros. En esa ocasión la violencia tomó como blanco no al gobierno, no a los de uniforme, no a militantes del cartel rival, sino a todos nosotros, las masas sociales. Sin más.

¿Y qué? ¿Ni con esa provocación, ni con esta sangre y este dolor colectivo vamos a reaccionar? ¿No habremos de decidirnos a buscar el remedio? ¿Ni con provocación tan atroz vamos a proceder como adultos? ¿Preferimos seguir como infantes, como adolescentes, como sociedad inmadura? ¿Vamos a delegar, una vez más, en un Sistema de poder que en mil y una formas y en mil y una ocasiones nos ha demostrado que no es, como lo definía el clásico, un gobierno que mande obedeciendo, al que obedecemos como sus mandantes? A tal gobierno sí podemos y debemos exigir, porque es nuestro gobierno, aliado de todos nosotros porque lo integramos con un candidato de todos nosotros, la denominada sociedad civil, y no como hasta ahora, que procede de alguno de los partidos políticos, parte integral del Sistema Esto, mis valedores, será posible después de crear estrategias con las que nos arroguemos ese poder popular que nos garantiza el 39 Constitucional.

Pero al no tener conciencia del cambio histórico que precisamos y que sólo nosotros hemos de efectuar, tampoco tenemos conciencia del enemigo histórico de ese cambio, y entonces, en nuestra ignorancia, vamos a los terrenos del tigre, con veladoras le iluminamos el escondrijo, y a gritos y sombrerazos le exigimos que deje de devorar carne humana

Y sí, triunfantes después de arrancarle hasta 75 propósitos de enmienda, tan tranquilos volvemos a casa Promesas más o menos, ¿el tigre va a volverse vegetariano? ¿Por amor a nosotros, que le aportamos el alimento? Después de lo acontecido la noche del 15 del mes en Morelia, ¿seguir delegando en el tigre, que es decir en el Sistema de poder? ¿Seguirle entregando ese nuestro poder, que nos garantiza el 39 Constitucional? Mis valedores: ya nos tomaron la medida; nos la tomaron por nuestra pura ignorancia..

Y ahora sí, ante los nuevos tiempos mexicanos, tiempos del terrorismo, el de Los Pinos convoca a las masas sociales:

«pueblo y gobierno unidos», forma obvia, descarada, de diluir su responsabilidad. Y nosotros, una vez más, ¿caer en la manipulación y por comisión u omisión convertirnos en cómplices del enemigo histórico de nuestro cambio? Porque a ver: ¿quién es el responsable directo de cumplimentar los fines últimos del Estado al que, para eso mismo, desde los escarceos iniciales de la civilización entregamos un cacho de libertad personal y con ello rebasar el estado de naturaleza, la ley de la selva, la ley del más fuerte? Esos fines, recuérdenlo, se sintetizan en un par de vocablos: bienestar y seguridad. ¿Hoy mismo, en los tiempos que corren, ¿los cumple el Sistema de poder? Mis valedores…

Ante el reguero de niños, mujeres, viejos y adultos en la plaza principal de Morelia, ¿vamos a seguir ignorando, desperdiciando, la herencia del 1968, parteaguas que fue en la historia de México y en el que Morelia y su Universidad desempeñaron un papel fundamental en la Conferencia Estudiantil de 1963? ¿Vamos a seguir en la ignorancia de esas formas de organización celular autogestionaria que nos otorguen ese poder que pregona el 39 en la Carta Magna, y con ello hacer efectiva la democracia participativa que fue bandera del 68: plebiscito, referendo, revocación de mandato? O por contras, ¿a seguir con esa cultura que, para distorsionarnos, para borrarnos la memoria histórica, nos infiltra el Sistema de poder? «Ustedes exijan, sigan exigiendo, tomen la calle cuantas veces quieran. Ustedes y nosotros, los del Poder que debiera ser suyo y nos han entregado, vamos a crear comisiones de ciudadanos que vigilen las acciones del gobierno, y nos exijan cuando perciban que no cumplimos compromisos como los 75 de aquella noche de agosto cuando todos ustedes, ‘organizados’, iluminaron México«.

Y aquí la traducción: (Esa, mañana)

Los dineros del diablo

Calderón promulga la Ley de Fomento para el Libro y la Lectura. Si bien no es la solución al grave problema de la falta de lectores en el país, sí constituye un esfuerzo para apoyar la educación.

Y yo, en tanto, pregunto: ¿dónde están los lectores? El mexicano, ¿cuántos libros lee al año? ¿Uno, uno y medio, dos? ¿Qué tipo de libros? ¿»Superación personal», «desarrollo humano», supercherías de esas? ¿Cuántas horas, mientras tanto, vegeta a dos nalgas frente a un cinescopio que lo fuerza a chapoytear (así) en las heces fecales de los origeles, fabiruchis y cáfila de compinches de esa misma ralea? Mis valedores…

Aquí, con el propósito de motivar a posibles lectores y, al propio tiempo, recordar al desaparecido Juan José Arreola a 90 años de su nacimiento, va esta a modo de parodia de su relato que tituló Un pacto con el Diablo.

Que el protagonista llegó al cine con la película ya comenzada. «Perdone, dijo al de junto, hombre de aspecto siniestro; ¿me podría contar brevemente lo que va de la cinta?»

– Sí, mire: ese que ve en la pantalla ha hecho un pacto con el diablo, que a cambio de su alma le ha ido proporcionando seis años de riqueza.
Que el fulano (le explica en voz baja) ha vendido su alma porque en el hogar tiene una mujercilla mediocre hasta el tuétano, condición que intenta compensar cosificándose, y le ha dado por acumular, atesorar y derrochar oro, joyas, vestidos y ropita interior de marca. Su amador, el alma perdida, pero en brama el corazón, por satisfacer la codicia de la insaciable vendió su alma al diablo con tal de llevarle carretadas de oro y de joyas. «¿Qué le parece?»

El aludido se vio reflejado en el protagonista y se identificó con él. Mediocre también, y eterno perdedor, mirando al de la pantalla se le prendió un exceso de codicia y una carencia de lealtad y valores, principios y escrúpulos. Con toda el alma deseó que se le apareciera el Diablo (uno rico, no un pobre diablo como él) y por dinero venderle el alma (podrida y que no vale el papel donde se firmaría la compraventa). En la pantalla el diablo entrega al insensato costales de oro. En la butaca de junto el vecino, señalando al de la película:

– ¿Lo ve usted? Al zafio y la codiciosa una riqueza mal habida ha terminado por apestarles El Tamarindillo. Ya se cumplirán los 6 años, corrupto de miércoles, y entonces comenzarás a pagar el precio. Esto, si no es que por artes diabólicas logres imponer de sucesor a algún chaparrito, jetoncito, de lentes, que a ti y a tu barragana los proteja con su diabólica impunidad.

El otro, en tanto, seguía envidiando la riqueza de la pareja de sinvergüenzas que apenas ayer vivían con modestia y estrecheces económicas, y que ahora le daban vuelo a la hilacha (pero hilacha de firma, de las más cotizadas); nueva rica, la arribista había perdido toda proporción, y enloquecía con entre derroches y lujos y, alucinada por una vida de dispendios que nunca antes había conocido y para la que culturalmente no estaba preparada, exigía al de espíritu endeble que le acarrease los dineros del diablo, que más tarde ella repartía entre hijos, padres, ex-marido y demás parentela de ventajistas. Diabólico.

– Ya pagarán, par de insensatos -mascullaba el del asiento de junto. El otro le hizo la observación: «Usted les reprocha porque tal vez no sabe lo que es la pobreza».

– Pero sé lo que es la riqueza Y usted, a más de pobre, es un fracasado, un sempiterno perdedor. Y para qué disimular; puesto que ya me ha reconocido está por demás una presentación. Estoy a sus órdenes. ¿Salimos al pasillo?

El letrero luminoso dio un brillo siniestro a las pupilas de Lucifer. «¿Vendería, esta vez con provecho, eso que una y otra vez ha malbaratado?»

– No entiendo, ya nada me queda por vender.

– Piénselo bien. Aquí llevo un documento y esta pequeña aguja.

(La fortuna en mis manos. ¿El alma? Bah.) «¿Dónde firmo?»

– Aquí, donde dice: «En el XI Congreso del PRD los chuchos acordaron hacer alianzas con otras fuerzas progresistas, como el PRI y el PAN». Fuerzas progresistas. Sólo uno que de esa manera ahí mismo me vendió su alma pudiese calificarlos de fuerzas progresistas. Ahora un piquetito en el índice, una gota de sangre, y su firma, don Chucho, para formalizar la transacción.

Firmó. Una vez más, el talamantero traficaba con su alma. Al ir dibujando la rúbrica, cuentan las crónicas, allá afuera aullaron todos los chuchos. (Cruz, cruz.)

¡Libérame de la muerte viva..!

¡Libérame de la vida en la muerte, libérame de la vida y de la muerte..!

México, 19 de septiembre de 1985, de triste recordación. Y cómo pudiese ser de otro modo, si fue un día como hoy, pero de hace ya 23 años, cuando esta nuestra casa común amaneció a ser lo que desde entonces ha sido: la herida que no cesa, y el llanto y el duelo colectivo por la tragedia descomunal Digo sismos del 85 y se me viene a la mente la ciudad mártir a la que un sacudimiento telúrico arrancó desde sus cimientos: Agadir…

Agadir, que hace cosa de medio siglo fue remecida por un sismo semejante al de nuestra ciudad. Ésta, la de nosotros, sobrevivió entera, más entera que antes, que ese es su signo: la sobrevivencia «Mientras el mundo permanezca no acabarán la fama y la gloria de México-Tenochtitlan». La ciudad marroquí fue destruida, pero la nuestra se irguió, suturó sus mataduras y siguió su destino: altiva, inmutable, eterna Hoy, como cada año, evoco la tragedia de Agadir, que sobrevive en el estremecido testimonio del poeta Artur Lundkvist, quien logró salvar la vida en el drama sísmico que arrancó del mapa la ciudad. Días después, ya vuelto a Suecia, su país, sobre la experiencia traumática del derrumbe de toda aquella ciudad creó un extenso poema, vivido, lírico y visceral, «para cumplir un deber para conmigo y con los demás, tanto para con los supervivientes como con los muertos de Agadir«.

Y así tituló su poema Agadir. Hoy, a 23 años del Jueves Negro en nuestra ciudad, con fragmentos del poema, me propongo recordar, honrar, testimoniar mi homenaje a tantos que en forma total y definitiva sucumbieron bajo las furias del sismo que acalambró los entresijos nuestro DF. Por cuanto a Agadir, la desventurada, aquí algunos fragmentos del poema de Lundkvist, que invito a pronunciar; en silencio, tal vez:

El cielo estaba azul, un azul demasiado duro, un cielo de éter y acero, – el sol era un horno abierto y el día una piedra blanca laminada por lenguas violeta, -las nubes llegaron demasiado de repente, como humo de carbón, bajas y pegadas al mar (…) De repente el suelo se sacudió, profundos estremecimientos recorrieron la tierra -los perros contestaron de todas partes con aullidos prolongados, y un lamento sordo surgió de las gentes. – SI, ahora todo dependía del capricho de la tierra, de su indiferencia o de su ira.

Me oí gritar en sueños (nunca podré saber lo que grité, – nunca podré saber si me dije algo que no sé – en el mismo momento en que fui arrojado de la cama (o instintivamente me tiré de ella) y me acurruqué en el rincón mientras el terremoto crecía irresistiblemente – y las sacudidas se hacían más fuertes, más violentas, parecían venir de todas partes al mismo tiempo, – una revolución que surgía de las entrañas de la tierra, un irrefrenable baile que interrumpía, – un trueno de las profundidades, abrumadora-mente pesado, – un estallido de paredes, un agrietamiento, un desmoronamiento…

¿Cuánto tiempo duró? – ¿diez segundos? – ¿más? ¿menos? – o nada de tiempo, un tiempo que cesó – o perdió su extensión determinada, – quizá un oscuro globo de tiempo comprimido – y el mundo volvió a existir, silencioso e inmóvil, – la conciencia se volvió a unir al cuerpo, yo volví a sentirme vivo (…) Y la desolación: por todas partes huellas de la mano de la muerte, la descarga de la rabia, – muros de piedra lanzados al lado opuesto de la calle como con una burlona carcajada todavía audible, – bugamvilias en flor que se inclinaban como incendios triunfantes sobre las casas derruidas…

– ¡Libérame de la muerte viva! – Más insoportable que la locura es esta tumba en las tinieblas, – las piedras me cubren y me rodean, piedras derrumbadas, – no hay aire suficiente ni para que respire una rosa; -¡asfixíame de una vez, como un lazo, como unas manos estranguladoras!

– ¡Ahógame, aplástame con un bloque de piedra! – Todo menos esta espera en la nada, esta tortura en el ara del sacrificio, – ¡arranca ya el corazón de la víctima, clava ya el cuchillo de piedra! – Es preferible una lucha a muerte que este cautiverio!

Agadir, nunca más, – Agadir, para siempre en nosotros, ciudad blanca de vida y de la muerte, vida y muerte unidas en un solo cuerpo, – Agadir, hundido ya en el pasado, espejismo eterno ante nosotros, – Agadir, – preparación, advertencia – de lo que quizá nos espera: la gran aniquilación, – el mundo en ruinas, la tierra desolada, sólo el humo de la muerte desvaneciéndose en el espacio, -nunca más, – para siempre – Agadir».

Ellos, o aún mejor: ustedes, los caídos del Jueves Negro, son todos presencia en la memoria colectiva Ustedes. Todos. (A su memoria)

Casi el paraíso

Y de repente, mis valedores, como si despertase del cuento y del canto de hadas, la vuelta al hogar. De repente, quieras que no, doblegarse a la rutina nuestra de cada día, con todo lo blanco y lo renegrido que eso quiere decir. Yo, volando entre nubes, contemplaba allá abajo, maqueta descomunal, el DF, arenal de techumbres, explanadas y unas torres de Babel que se alzan, agresivas, poco anuentes a recibir al hijo pródigo que se atrevió a ausentarse el tanto de algunos días.

Días que invertí en la maniobra de habitar en el paraíso, o casi; días en que me les hice perdedizo a radios, periódicos, celulares y, por supuesto, la televisión. Días en que mi espíritu se relajó a pierna suelta, lejos del mundo. Que la edad de la inocencia falleció con el día de hoy me lo jura el espectáculo del firmamento que arropa la ciudad capital: un capuchón gris de nubes que se apartan de las dos clases de nubes decentes: las negras, de lluvia, y las blancas, que al cielo le sirve de adorna Estas no: pardas, ateridas, la tarde se pasan lagrimeando gotas heladas, como de pavor, y mi ánimo se contrista. De ganchete miro el reloj: de las plácidas horas de la provincia a las primeras sombras de la noche ha oscurecidos en el ánimo de mi ánima, y qué hacer. De repente, un bamboleo, un estremecimiento, la turbulencia Cruz, cruz…

Conozco que va de veras y me hago el ánimo ahora que el de Mexicana enmienda el rumbo y gira a la izquierda; la verdadera, no la de jauría de chuchos cuchileados por el chucho Ortega, hijo putativo de Talamantes (la bocanada de bilis negra me certifica que vuelvo a mi rutina de cada día).

Y sí, ya nada hay que hacer, sino resignarme, porque el avión enfila su trompa hacia el hilito de atole champurrado tendido allá abajo, en el traspatio del aeropuerto. Ahí voy, noble ciudad; allá te voy, Magdalena, recíbeme abierta de brazos (Magdalena Contreras).Y este escalofrío. Aterricé.

Amanecer del día de hoy. Aquí estoy, manos y mente vacíos frente al aparato que los guanabís llaman «compu», cursis dejaran de ser. No me tanteo preparado para el comentario de la realidad objetiva de la vida pública, de modo tal que recurro a la buena voluntad de ustedes para que me pongan al corriente de los episodios nacionales que se produjeron mientras yo anduve en el paraíso. Y para empezar, mis valedores: ¿qué de importante ocurrió en mi ausencia? ¿Se detuvo, por fin, la carestía? Los precios de gasolina y canasta básica, ¿estables? ¿A la baja? ¿Aumentaron leche y carne? ¿Sigue en este país la escasez de huevos? Mejor, que los huevos nomás producen colesterol, causan turbulencias y la hacen de fumarola. Mucho mejor.

Y ya que hablamos de huevos: ¿la flaquilla de la SEP y la Gordillo de los maestros chuparon la de la paz? La pipa, ¿con qué yerba la retacaron? En el PRD, ¿sigue un interino, provisional o peor-es-nada A costa de lo que sea? Madrazo, ¿ya resucitó?

Salinas, ¿ya descansa en paz? ¿Siguen los dórigas de la nota roja doliéndose a gritos y sombrerazos por el asesinato de Jorge Palma, chofer de una de las familias más ricas del país? La marcha que le forjaron a Ebrard para exhibirlo de inepto, ¿resolvió el problema? ¿Los de uniforme ya lograron pacificar el país o sigue la edad dorada para los mercachifles de las fúnebres pompas? ¿Descabezados, descuartizados, desmembrados de manos y pies? ¿El de Los Pinos sigue pidiéndole chichi a DEAs, CIAs, FBIs y dólares de Bush? ¿Qué les va a dar a cambio? ¿Ya se las dio, las briznas de soberanía que restaban a México? ¿Las instituciones justicieras siguen acaparando la confianza de los mexicanos? Ya imagino el problemón del sobrecupo en los reclusorios de la ciudad, con las honorables familias de los Montiel, Fax, Bribiesca, Sahagún, Romero Deschamps y la cáfila completa…

¿Ebrard y el de Los Pinos, ya la foto, por fin? ¿Quién cedió? ¿Qué cedió? ¿Cuál se dio? Si el abrazo de Acatempan, ¿cuál la hizo de Guerrero el Insurgente? ¿Cuál de Iturbide, el realista emperador? Y morboso que es uno: ¿cómo ocurrió la ceremonia cuata del Grito en el zócalo? ¿Gritaron los libres, o AFIs, guachos y PFPs los hicieron gritar? ¿Gritó el chaparrito de lentes o fue a él a quien le gritaron? ¿Lo hicieron gritar? El suyo, ¿grito patriótico, grito de dolencia, grito de susto, grito de pavor? Si repicó y anduvo en la procesión, ¿cómo pudo ondear la bandera? ¿Ondeó la mexicana, la de Exxon, la de Repsol? Su presencia en el balcón central, ¿la de un ser carismático? Su rostro, ¿júbilo, patrio fervor, exaltación patriótica? ¿Gesto compungido de yo qué tíznaos hago aquí, qué acaso me vieron cara de Peje? (Seguiré preguntando.)

Así es mi tierra…

Esta vez la provincia, mis valedores. Unos días acabo de pasar en mi tierra, que fueron de magia, de encantamiento y encontronazo con la raíz de mis años primeros, que se me huyeron para nunca más. Hoy regreso cargado de esa energía, esa corriente galvánica que nos insufla la madre tierra, que es decir nuestro origen, nuestro hontanar. Mis valedores…

Porque algunos de ustedes, fuereños avecindados en esta ciudad, vivan en el recuerdo sus bienamados derrumbaderos, y los citadinos columbren el ánima de la mal llamada provincia, por un momento dejo de lado temas de requemante actualidad para entregarles algunas vivencias de la visita a mis zacatecanos terrones, los de mi Jalpa Mineral.

Ah, esa entrañable tierruca cuya añoranza todos nosotros, fuereños en esta ciudad, cargamos acá entre los costillares, tamal envuelto con telas del corazón y añoranza de donde sacamos la fortaleza para sobrevivir en este humano hormiguero que una demencial cargazón de humanos terminó por deshumanizar, feo contrasentido. Todo ello me lo entienden ustedes, tecos y menos, jarochos y panzas verdes, costeños, chileros y corvas dulces, y gente de la montaña, del altiplano, del mar y del trópico. ¿O no les ocurre que un día amanecemos (o anochecemos, según) con la nostalgia añudada aquí, miren, en el cogote, y en los costillares, y en la virilidad? Aquella tierruca donde fuimos a nacer, a florear, y algunos, suertudos, hasta a echar vaina

Ahí tienen sus buenas mercedes que acabo de regresar del viaje por tierras de mi andadura, y que vengo con los sentidos cargados de antiguas esencias, hoy renovadas, y mente y memoria retacadas de imágenes y sensaciones que me retoñaron después de vegetar, semiolvidadas por cosas del áspero oficio del diario vivir: que si el aroma de yerba macerada, de fruta en agraz, de majada; que si el sonido del esquilón, de la esquila, del cencerro en el pescuezo de la vaquilla caponera; detrás, bebiéndole los alientos, toretes en pleno vigor, con los güeyes detrás, ya en tales mansurrones superada toda preocupación que no sea de cebada y harinolina a su hora A lo lejos, la primera llamada al rosario (¿no los estará aburriendo mi plática? Sigo, pues…)

Ah, el caserío de mi nacimiento, ese sabor a frutilla cortada de la propia rama a la orilla de la vereda y las lejanías azulencas allá donde el llano se muere y se alza agresiva y retadora la serranía de Morones. Y encima del cresterío ese cielo limpísimo, como acabado de inaugurar, y en el cielo la rueda de cuervos y zopilotes, de gavilancillos y auras pelonas. Allá, en el llano, reverberancias. Mediodía

Una noche pasé en descampado, que fue de remotas hogueras, canciones trovadas en falsete la primera voz y la segunda grave, largo son que arranca ecos de labor a labor, de coamil a coamil:

«No me busques por veredas-mi bien-búscame por travesías-allá encontrarás, si quieres – mi bien -el amor que te tenia..»

Versadas de la provincia paisanos del interior; tonadas que son sangre y zumo del paisano ayuntado a la tierra al cogollo de la tierra a su hendeja, estoy por decir, hendeja por donde fui parido y hendeja a donde habré de volver. A la paz de la tierra.

Estuve en mi pueblo, ya una pequeña ciudad, y volví a paladear aquellas comidas sápidas y picantes, delicias del paladar campirano endemoniadamente indigestas para el arrimadizo. Mi lengua recordó la enjundia de la pitahaya colores copiados al mejor Tamayo. y la fruta de horno con la asadera el jocoque, las habas y la cuajada, y la miel en penca y los chicharrones de lonja Ah del alfajor dulcísimo; me está haciendo agua me refiero a la boca

Así es como me he traído de la provinciana región olores de humo de ocote y de yesca sabores de aceite y miel, tactos, sonidos, imágenes de esas que junto a la caja de cartón acarrea el paisano que viene a buscar la sobrevivencia a hacer por la vida en esta inconmensurable colmena de laboriosas abejas de salario mínimo, de zánganos del puesto público y de (cuándo iba a faltar) la abeja reina de cuento de hadas, efímero cuanto real, y en el que cada seis años todas, por turnos, se sienten reinas del colmenar, si no es que sus hadas madrinas. Y si no, ¿recuerdan ustedes a la Marta de hace todavía un par de años? ¿La habrán podido olvidar? ¿Y a los rapaces de su mala sangre, junto con toda su parentela hoy apestada en el leprosario de San Cristóbal? (Sigo mañana)

México no está en Los Pinos

Antes que muchos pueblos de Europa, ya los mexicanos hablaban de la Via Láctea como del camino al espíritu…

Sigue aquí, mis valedores, el elogio que desde Cuba envía una ciudadana de aquel país, y que cita una vez más a José Martí, que así gustaba aludir a su segunda patria:

«Ya entonces los mexicanos sabían que a diferencia de lo que dijeron los hebreos, hombre y mujer nacieron juntos y no uno del barro y la otra de un hueso». Y una referencia más: «El doblegamiento de la América prehispánica fue robarle una página al Universo«.

Así se expresó de México José Marti, el genio americano, y entonces, ahora, se impone la pregunta: ¿dónde está ese México libre y pasional que nos envuelve con su incontenible espíritu de combate? No, esta vez no está en Los Pinos. Está en el alma de mestizos y en el rebozo sus mujeres. Porque México es un país de revolución. Pertenece a la élite de pueblos revolucionarios. Con Francia, Haití, Cuba Estados Unidos y otros pocos más. El actual gobierno mexicano le está extirpando el aire a México con un servilismo a los yankees que ofende los recuerdos sagrados de Don Benito y Don Lázaro que no se contuvieron hasta devolver los tesoros a sus dueños auténticos.

En México el color es protagonista de todo, de las comidas, de los vestidos, del lenguaje musical y de sus albures. Tengo la premonición que no logro explicar bien, que cuando México despierte vamos a despertar todos. México es la Frontera de Nuestra América con los Estados Unidos, frontera que el gobierno norteamericano establece con una rudeza inconcebible. Por el solo hecho de robar más de la mitad de su territorio deberían los Estados Unidos ser más tolerantes con esa nación que levanta con sus manos y su sudor el País del Norte.

México
. ¡José Marti no se cansó de adorarlo! En una crónica sobre ese país decía entre frases gloriosas y sentidas que «ya los mexicanos sabían amar cuando los europeos se desplomaban en las guerras». Los últimos incidentes con Cuba, la ruptura de relaciones diplomáticas fue protagonizada por cualquier otro, pero nunca por un auténtico mexicano. Fox podrá andar a caballo en su rancho millonario, podrá ponerse sombrero de ala ancha o podrá beber el inconfundible tequila, pero nunca será un mexicano. México no toleró ser colonia, no toleró emperadores europeos, no toleró a los dictadores. De igual manera México no tolerará el raquitismo gubernamental. ¡Esperad que tos volcanes hablen!. Una sola chispa de lava encenderá ese país y llenará de almas el temerario Zócalo. Y cuando ese día llegue América empezará a ser libre. (Lo subrayé, mis valedores. No resistí la tentación.;

Refiriéndose a los apuntes que un pintor norteamericano hiciese en un viaje por México subrayó el Apóstol cubano: «No se paró a ver lo que México ha vencido ni a medir el esfuerzo por los obstáculos que se le ponían, ni a calcular lo que va a vencer con el empuje acumulado. No vio el trabajo titánico de sus hombres nuevos para sacar los brazos con la libertad en salvo, por encima de las torres de las iglesias; ni la fatiga heroica de la generación liberal que lleva a cuestas el país resucitado, sin detenerse más que para apartar de sí las manos que se asen desde la sombra a la chaqueta de cuero».

Desde siempre, los del Norte estuvieron confundidos con el gigante México que elevará su vuelo para la resurrección de América. Como cubana revolucionaria junto hoy las manos recordando la bandera del águila vencedora y agradezco a ese pueblo por contener al mejor amigo de José Marti, al cual le confió sus documentos invaluables. México dio espacio para la brillante carrera política de nuestro Julio Antonio Mella, que se integró a ese país con fervor total y donde escribió sus más hermosos trabajos. Fue en México donde este baluarte del comunismo internacional dijo «Muero por la revolución».

Porque México recibió a Fidel cuando tenía que preparar la guerra necesaria, la última de ellas. Un mexicano bondadoso le vendió el yate Granma, creo que no cobra todavía su dinero a no ser los millones de besos de mis compatriotas. El yate Granma sólo podía salir de México. Y además en México he amado como no creo que lo vuelva a hacer. (Mañana, el final.)

Taciturno e inmenso…

Más ha hecho México en subir donde está, que los Estados Unidos en mantenerse decayendo, de donde vinieron. ¡La civilización en México no decae, sino que empieza..!

Conceptos, los del genio americano José Martí, que me parecen muy a la medida de la reflexión y el análisis, sobre todo en un tiempo mexicano como el presente, cuando las vísperas del Grito de Independencia en el Zócalo se presentan anubarradas y con tufo a conflicto entre las vallas calderonianas y los partidarios de López Obrador. Palabras inspiradoras las de Martí, ahora que más allá de crispaciones políticas nos disponemos a la chamusquina, en el altar de la mexicanidad, de arrobas de aplausos y vítores, con toneladas de incienso, copal y una patriotería que, envuelta en el lienzo trigarante, hace explosión en lenguas de fuego y juegos fatuos, todo sea por nuestra «independencia nacional». Mis valedores…

Más allá del ruiderío y la alharaca tales conceptos martianos, estimulantes en verdad, entonan mi casera celebración, íntima y ponderada, de la epopeya de tantos que antecedieron a Miguel Hidalgo y los suyos, que le mostraron el camino, la estrategia y las tácticas a aplicar. Lástima grande que tan entrañable trabazón de afectos entre Cuba y México haya sido temporalmente empañada por el mal aliento de algún Castañeda converso, que como secretario de Relaciones Exteriores de nuestro país tanto llegó a ofender al pueblo cubano y sus autoridades, y que en su regazón de inquina salpicó a aquel Fox del «comes y te vas». Lo recuerdan ustedes? ¿Habrán podido olvidarlo? En fin.

Fiestas de la mexicanidad. Para que ustedes calibren lo que México representa para el pueblo que a la divisa de «Patria o muerte, venceremos«, hizo una verdadera revolución, va aquí el texto de cierto correo que hace años me llegó desde Cuba, firmado por una ciudadana de Cuba, tan buena amadora de nuestro país como bien enterada de su galería de héroes y villanos, claroscuro perfecto.

«Todos mis dorados otoños daría por haber participado en aquella misa del padre Hidalgo el 16 de Septiembre de 1810. Nunca se tuvo más fe en Dios que en aquel día. Aquel sacerdote brillante y culto, no fue una excepción de la regla: El talento, la virtud y el compromiso se dieron la mano para saber querer más que ningún otro hombre a México y a la Revolución. Estas dos palabras no debieron jamás separarse (México y Revolución) Sí, porque es imposible que la independencia de un pueblo se gane sin dosis elevada de revolución.

El siglo de las luces cayó en mis tierras americanas como música para la libertad. Hidalgo ya era bastante viejo para la lucha, pero ¿quién dice que para amar y construir se es demasiado viejo jamás? Con Allende y Abasolo y un grupo de jóvenes valientes decidió que la Patria Mexicana tiene demasiado empeño para no ser libre. Que ya en Francia se habían librado del Rey y de su cabeza y México era de los mexicanos y no de España, que fue incapaz de liberarse de su propio rey. Así nació aquella mañanita de septiembre el camino de la revolución en el México irredento.

Si existe un país autóctono que logró mantener sus tradiciones, donde los hombres guardan todavía aquellos recuerdos en la piel de cuando eran felices, ese es México. Taciturno e inmenso como sus volcanes, México está a punto de estallar. Empezó desde el inicio a dar batalla en la misma conquista. Al llegar Cortés se encontró una cuidad luz que no tenía nada que envidiarle a las bellas ciudades europeas ni el valor de sus hombres a los soldados españoles.

El grito de Dolores le confirió la mayoría de edad a ese pueblo nuevo que no necesitó ayuda de nadie para liberarse de una monarquía entupida y sórdida, sólo procuró del valor de sus hombres y del amor de sus mujeres. La historia de México es imprescindible para entender al mundo. Coexisten sin detrimento las antiquísimas costumbres y el modernismo más audaz. El que haya visitado esa cuidad misteriosa una sola vez la sigue necesitando para siempre. México. (Sigo el lunes.)

Y así nacieron los mocha-orejas…

Ese infierno apodado secuestro, cáncer agresivo que, agazapado, acecha a sus víctimas, y daña la viva entraña de la sociedad. De la práctica del secuestro y sus horrores me entero por los reportajes de la prensa escrita, como tantos de ustedes por los pontífices de la nota roja en la TV El secuestro, esa industria nefanda. Mis valedores…

Al parecer, sus primeros amagos en nuestro país no presagiaban una tan escalofriante virulencia. Más inclinados hacia la vertiente del esperpento, los inicios de la que se tornó industria espeluznante se perciben hoy todavía inocentones, aunque ya con sus amagos de crueldad. Aquí, rastreado desde hace más de tres décadas y tal como lo denunciaba la prensa escrita, el que parece ser el nacimiento de semejante horror. Dice la nota del matutino fechada en 1977, que transcribo tal cual, con su sintaxis secuestrada:

«En lugar de que el secuestro que planearon y cometieron les hubiera dejado dividendos que los hubieran sacado de pobres, les causó gastos por más de 500 pesos y su captura. Patricio Pineda y su hermano Ricardo, de 34 y 18 años de edad, fueron quienes plagiaron a Fernando Aguirre a quien durante 72 horas le dieron de comer y mantuvieron en cautiverio.

Este secuestro es el más ‘simpático’ de todos en los que ha intervenido la policía, porque el secuestrado fue sacado de su casa no con engaños, sino con súplicas de sus plagiarios. Confesaron los detenidos que cuando tuvieron en su poder a Fernando amigo íntimo de los dos hermanos, le dijeron que estaba secuestrado. Lo llevaron al pueblo de Pino Suárez, en el estado de Hidalgo donde le dieron alojamiento y sustento. Nunca estuvo incomunicado pues su estancia la aprovechó para conocer el poblado y los familiares de sus secuestradores, quienes le hicieron objeto de algunas fiestas de ‘bienvenida’.

Patricio dijo que al día siguiente de que se llevaron a Fernando Aguirre, se comunicaron con la esposa de éste y le pidió que solicitara a la empresa DM Nacional 250 mil pesos como rescate de su esposo. Las negociaciones duraron tres días, pero no recibieron respuesta favorable y al desesperarse, el propio Patricio fue hasta la casa de la esposa del secuestrado, con la que habló personalmente y le dijo que por lo menos le pagara los 500 pesos que había gastado en su marido, asegurándole que lo alimentaron bien» Perfecto.

También con la sintaxis secuestrada, al igual que el adolescente (trece años apenas), la nota del matutino fechada en 1976: «La señora Marta LC. acaba de ser víctima de un secuestro en la persona de su hijo menor de edad. Ella acaba de recibir una nota de los secuestradores, con el texto siguiente:

«Tenemos secuestrado a su hijo, y si coopera con la cantidad abajo especificada no le pasará nada a su mocoso. Adelante se le dirá cómo y cuándo y lugar. Será frente a la escuela 164; cómo: puros billetes de a (y la denominación) dentro de una bolsa rellena de papeles. Si no lo cree mire lo que viene dentro del envuelto donde viene esta carta (La. nota de prensa no aclara qué pudo haber contenido el tal envoltorio). Señora, si no coopera no se le devolverá a su hijo, si coopera se le devolverá el domingo por razones de seguridad. Si avisa a las autoridades o a alguien de sus parientes a su hijo no lo volverá a ver, somos dos, así que no se arriesgue Se lo decimos con cortesía, de lo contrario a su hijo lo volverá a ver en el panteón. Recuerde: el precio para que vuelva a ver a su hijo es de 200 pesos en puros billetes de a diez pesos…»

Adolescentes el uno y el otro. Del secuestro del menor ocurrido en 1976 al de un Martí de familia plutócrata, perpetrado 32 años más tarde, ¿cuánto hemos logrado descender en la escala del respeto al humano y trepar en la de la crueldad? Aquí, la distancia entre varios secuestros de adolescentes…

Cuernavaca, Mor., 1999: «Una tía del menor de once años fue quien ordenó a los plagiarios mutilarle una falange para presionar a los padres a entregar un millón de pesos, adicional a los 700 mil pesos que habían aportado en una primera negociación, declaró el secuestrador, integrante de la banda de 14 sujetos que durante cinco meses mantuvieron retenido al niño en una casa atado con cadenas a un mueble. Me obligaron a decir a mi madre que le importaba más su dinero que mi vida Que entregara el dinero porque me dolía mucho mi dedito cortado’. El menor ha quedado anímicamente afectado y con quemaduras recientes en los brazos con colillas de cigarros». Mis valedores…

De los aprendices de plagiarios a los Caletris, Mocha-orejas y La banda de la Flor, ¿cuánto hemos conseguido refinar métodos y dosis de crueldad del hombre, lobo del hombre, que dijera Hobbes? (Lóbrego.)

Cohetes, cuetes, mega-marchitas…

Tal es, a la entrada de septiembre, la seña de identidad del tiempo mexicano. No el libro, no la lectura, y sí la toma de calles, la toma de licor y la pólvora gastada en infiernitos. Del libro lo afirma el editor Daniel Goldin:

La lectura, sin políticas de promoción en México. Las bibliotecas si llegan a las comunidades marginales, pero ahí no saben qué hacer con ellas.

Yo, a propósito, invito a ustedes a leer Pancho Papadas, relato que implícita o explícitamente alude al licor, la pólvora y las mega-marchitas. Para que el tanto de diez minutos alguno de ustedes apague la tele y encienda el libro, sintetizo el relato de Vargas Pardo, picardías y humor, con una moraleja que toca a ustedes desentrañar. En el estilo sápido del autor:

Al pueblo aquel, michoacano, llegó un cilindrero, y el máistro Delfino, cuetero de profesión, le ofreció un tostón por su mono huasteco. «Si no me lo robé, oiga Déme tres pesos y el mono es suyo».

Y como unos estamos a fregar y otros a no dejarnos, el máistro dejó el tostón y cargó con el animalito. Pues sí, pero todo fue verlo llegar, y los terribles chamacos dejan de chambian «¡Miren, mi papá compró un huasteco! ¡A quemarle un buscapiés por el cicirisco!» (Tomar nota)
Ahí se inician las jugarreras de los bribones. Día con día maltratarlo. «A aventarlo a las tinas de fermentar». «¡Y cómo hace gorgores! ¡Se va a poner bien pando como mi papá! ¡De clavado, pa que se hogue!»

Ahogándose, el mono alcanzaba el borde de la tina, y va pa adentro otra vez. «¡Pa que te llenes la panza!» Pobre animal. «¡A rellenarle las tripas de pólvora, pa que truene!»

Aquel día malhadado día para un desastrado carcaje de pelos y huesos descoyuntados, ¿pues no se les ocurrió a los bellacos meterle un chicloso entre las muelas, y un chile de este tamaño por la trasera? Había que ver al huasteco dando maromas, sin saber a qué mortificación atender primero.

– ¡Ora a darle toques eléctricos! ¡Miren cómo se tuerce y retuerce…!

La maldición sobre el infeliz. Los chamacos le tronaban cohetes y le amarraban a la cola mechas ardiendo, y así día con día Ya el pobre chango fue quedándose ñengo, trasijadón, con su salud en quebranto. Medio muerto, como que no andaba ya en sus cabales, como que apenas aguantaba la vida como que ya todo le daba igual, como que soñaba en morirse. Atejonado en un rincón, las manos en la cabeza el montoncito de sufrimientos pelaba unos ojillos rebrillosos de espanto. (¿Van ustedes tomando nota?)

Ese día llegó el máistro Delfino: «¡A trabajar, que hay muchos pedidos pa las fiestas de la iglesia! ¡Pónganle doble carga al barril! ¡A moler la pólvora brutos! ¡Con mucho cuidado pónganle el nitro y luego la señal!

Trabajaron hasta tarde, le cebaron doble carga de nitro al barril y le pusieron, como señal de peligro, un hilacho blanco. Y la runfla de malandrines a la cocina a comer. (Espero que vayan tomando nota)

Solo y su alma en el taller se quedó el huasteco, bolita de sufridero. Ahí permaneció sin moverse, montoncülo de pelos y güesos, nomás mirando. Sombra ya de sí mismo, miraba y miraba sin pistojear; quién sabe en que se fijaba tanto; inmóvil, corno a piense y piense, como si de pronto reflexionara…

Y fue entonces. De repente el mono huasteco se enderezó, se rascó las costillas, pegó un berrido, se dejó ir hasta el barril de pólvora le desenredó la tirita de hilacho y con ella se alejó y fue a treparse en lo alto del guamúchil.

Luego de la comida (fijaros bien), toda la sarta de bergantes entró al taller pa seguir chambiando. El máistro Delfino. como no vio ninguna señal de peligro en la manivela del barril, se fue a darle vuelta con todas sus ganas.

– ¡Ni siquiera el nitro le han puesto, güevones! – Y güevones fue lo último que dijo, porque ¡brrumm!, en mil pedazos el mundo. Mis valedores:
Al pobre mono huasteco los brutos del máistro Delfino lo habían agotado a maltratos. Por la trasera le embombülaron pobreza desempleo, desesperanza injusticias, miedos y carestía le enajenaron sus recursos naturales y lo tienen amenazado con privatizarle el energético. Pues sí, pero a Pancho Papadas, un irracional, el sufrimiento cotidiano me lo elevó hasta la hazaña de pensar, y adquirir conciencia de que quienes así medraban con su huasteca debilidad eran no aliados, sino enemigos de su bienestar y el de su familia y yo digo: ¿al mono huasteco no le hubiese reportado más beneficio protestar, demandar, e-xi-gir a los malandrines y forjarles una mega-marchita? ¿Ustedes qué opinan? (¿Qué?)

¡Pinche, matador..!

La fiesta brava, mis valedores. Con una estampa taurina me destapé ayer aquí mismo, y alguno me la va a interpelar: «Tú, el neo-comunistoide que abomina todo espectáculo de sangre, violencia y horror, nos resultaste aficionado a los toros, qué desilusión. Pero a ver: ¿cuál es tu preferencia taurina? ¿El toreo clásico o el rondeño? Si el toreo de un Belmonte y de un Manolete, que es hondura y eternidad (mira, mira), o el sevillano pinturero y facilón, de firulete, de un Cordobés«. ¿Cuál es tu ídolo entre los toreros?

Momento, le digo. Yo no soy hombre de dioses, ni de ídolos, ni de culto a la personalidad. Yo, varón, no deifico varones, y de ídolos más no reconozco que los del Museo de Antropología Yo ninguna afición a toros, así haya sido en su momento el Toro Valenzuela. Yo, varón enterizo, no soy proclive a amar a varones, mariconería espiritual; que marica (con mi respeto al homosexual) son ésos que veneran ídolos de carne y osamenta. Pútridos.

Yo no. Ni hincha de toreros ni hincha de medallistas olímpicos, líbreme mi entrepierna Hincha yo, ni del presidente en turno ni de su primera dama, que corazón me falta para la mía Yo siempre solo, que el buey solo bien se etc. Yo, alérgico a adoraciones, me atengo siempre al letrero camionil, suma y síntesis de la mejor filosofía del que no ha renunciado a su individualidad para agregarse a la masa «Voy más a mí». Ya dije, y vale, y firmo para constancia (Pues sí, pero cálmate, siéntate, no grites, no gesticules, no manotees. ¿Ves? Ya derramaste el gordolobo y te antellevaste el florero. Calma, y a la reseña de la lidia, que iniciaste ayer./ Sí, perdón El cochinero lo limpio después.)

¡Mis valedores, la lidia en la México! Ahí sale el primero de la tarde: «Crimen Organizado«, su nombre. Y que el graderío se viene de aplausos, y que el espada cita de largo, y que el astado bufe, escarba la arena con cuernos de chivo llena de sangre la México, se arranca y… mama mía o más bien mama del matador, que se salió de la suerte, hizo la graciosa huida y a la torera se saltó la barda se atejonó en el callejón y requiere el micrófono:

– Amigas y amigos, al Crimen Organizado le estamos ganando, y por goliza pero el resultado final es responsabilidad de todos ustedes». Válgame.

Y así sigue la lidia, con Felipín encuevado tras el burladero, muleteando no al bravo burel sino a los mansos mexicanos, con el puro micrófono:

– Aunque no lo parezca amigas y amigos, al «Crimen Organizado» le vamos ganando de calle. Pero conste: la responsabilidad es de todos. Conste.

Y el arrancón por derecho, por la derecha, pero el malaje le alza pelo al burel, que le devuelven vivo al corral. Y así sale el de la «Economía Familiar«, el de la Corrupción, el de la Impunidad (Fox, Marta los Bríbiesca Mouriño, Montiel, Mario Marín, Ulises Ruin y el resto de la manada). Desde el callejón, flojas las corvas y con el control de la tele en la mano, Felipe el Breve hace que les hace a todos, pero no le hace nada a ninguno. Ah, pero eso sí, cuánto habla a cámaras y micrófonos, cuánto gallea cuánto promete a los 15 millones de villamelones que votaron por él. Esos, ¿le seguirán creyendo?

Mírenlo, al maletón. Ya se anidó en el burladero, se encuevó en la enfermería se encerró en el excusado. Mírenlo salir y aventarse al ruedo nomás para hacerle al Tancredo, y convertir la hora de la verdad en la hora de la mentira Eso sí: verba salivosa cuántos galones de saliva «Amigas y amigos, en México están ocurriendo muchos cambios, para que tú y tu familia vivan mejor» (¡A mí no me tutee, matalote confianzudo! ¡Tírese a matar! ¡Pinche, matador! ¡A pinchazos, aunque sea! ¡El descabello! ¡La puntilla.!

Sea por Dior. Felipe escuchó el primer aviso, y otro, y aún le restan cuatro más, con los bichos regresando al corral. Vivos. Toda la México se le empieza a voltear. Las palmas de los villamelones se tornan jaleos, silbatina «¡Matalote! ¡Si tú no puedes ahí está el Peje, que no se raja y los tiene en su lugar! El currito, el churrito, como si nada «Vamos bien…»

– ¡Con ese tercio no te levantas! ¡Cambien de tercio..!

Ahí, puyas y altisonancias, el grito impaciente, rabioso: «¡Basta de andar nomás toreando problemas! ¡Tírate a matar, o que te maten, de plano!»

Y fue entonces: el villamelón (o no saliera con su batea de babas):

«¿Y si al matalote le ¡e-xi-gi-mos! con una mega-marchita?»

¿Una más, como las de 1997 y 2004? ¿Esas de qué sirvieron? ¿Pero esta sí va a servir? ¿Por qué? ¿A procedimientos iguales resultados distintos..?

Mis valedores: no escarmentamos. No tenemos remedio. Es México. (Este país.)

Qué huevos…

Pero de veras, qué huevos…

Yo, sí, que caí en la trampa de mis ironías. En la tertulia del jueves antepasado, humeante todavía el aquelarre presidencial que estableció tácticas y estrategias para, ahora sí, terminar con la inseguridad pública ironicé en la tertulia «Con tales medidas, victoria rotunda de Calderón sobre el crimen».

Silencio en la noche. Al rato, la maestra Águeda: «¿Nos acepta desayunar con nosotros? Tortilla de huevos».

¡Huevos! Acepté, por supuesto. La maestra es famosa por su tortilla de huevos, y muy afortunado me sentí con la invitación. Fue así como otro día muy temprano trepé hasta la azotea del edificio de Cádiz y enfilé rumbo a la residencia de la pareja o sea el cuarto del servicio que les renta el Cosilión, que en este país el gobierno mantiene en la pobreza al maestro y su jovencísima como también a Ochoa Guzmán y la Gordillo. Es México.

Ya en la azotea me puse a observar el hogar de la pareja de jubilados del magisterio, y qué amor de hogar ese hogar de amor, minúsculo paraíso, un edén de bolsillo muy a la medida de la humana felicidad. Porque el cuarto de servicio, macetas de toda forma aroma y color, es un vivo cuajaron de verdes, ocres, rosas que se revienen de policromos efluvios. Respiré hondo, yo que había olvidado el olor de
los pétalos, y penetré en aquella sobriedad de aposento, en su pulcra sobriedad. (Discreto, Bach. Aires, fugas, tono menor.) Una mesa aderezada como para misa de resurrección: el mantel, primorosamente deshilado, y la reventazón de corolas. No tronchadas: en su maceta Ahí, provocador, el guiso. Yo, la boca, agua

– Gracias por aceptar la invitación, y a la mesa Su tortilla de huevos.

Pero qué huevos. Eso que la maestra me puso enfrente no fue lo que me había prometido, sino un masacote, una mezcolanza de harina e ingredientes químicos que le dieron un sabor repulsivo. «Qué raro, esto no tiene nada de tortilla y mucho menos de huevos, con perdón» Y cataba paladeaba saboreaba y el estómago encabritándose.

– Es el guiso al que lo convidamos, ¿no, amor?

De reojo observé al maestro, jubilado como su compañera (sólo del magisterio, que no de la vida). Hice a un lado el plato. «No tengo apetito».

– Coma es el guiso que le prometí, con sus ingredientes de rigor.

Yo, tasajeando con el tenedor el masacote de harina viscosa varicosa de venas y veneros de aceites y sebos amarillentos: «¿Es tortilla de huevos..?»

– Pues claro. ¿No es redonda como toda tortilla de huevos? ¿No tiene el mismo tamaño, su consistencia y color? ¿Qué le falta al guiso?
De no creerse. ‘Y ahora si me lo permiten, paso a retirarme porque del artículo de hoy aún no tengo ni la idea- nada se me ocurre para escribir».

El maestro: «Aguarde, vuelva a sentarse, y dígame: ¿por qué es usted así de exigente con el guiso de huevos, cuando
tan anuente se manifiesta con el bodrio de huevos que el jueves pasado le sirvió Calderón?

Con que eso era «¿O qué, no acaba de servirle un guiso que bautizó como reunión de seguridad pública?» (Como que yo no captaba la similitud.)

¿Por qué sonreía el maestro? El, seriedad fingida ‘Ya mi amantísima le explicó el guiso y sus aderezos: de cebolla un sabroseador japonés excelente; de chorizo, esencia de tocino, unas gotas; de mantequilla margarina baratona. Si le percibe un saborcillo extraño ha de ser porque fue cocinado no con dos huevos sino con polvo de huevo y harina de hot cakes. Pero a ver, ¿no son los ingredientes de la tortilla que guisó Calderón para triunfar sobre la impunidad del narcotráfico, para lo cual empleó, de ingredientes, la firma de distinguidos funcionarios públicos? De cebolla picada Romero Deschamps; la Gordillo, de culantro; el sebo de Ulises Ruiz, y el queso de(l) puerco Mario Marín; tocino, el de Genaro García Luna, con el epazote del joven Mouriño y el resto de los firmantes en plan de sabroseadores artificiales, con la sal del representante de masas empobrecidas, el enriquecido Martí. ¿Los huevos? Ah, los huevos: huecos, hueros, presidenciales. Con tales ingredientes, ¿ganarle al narco, como usted afirmó anoche mismo..?

Entendí. Gacha la testa, ni una ironía más, me prometí, y mis valedores: ya el bodrio en una basura donde deberían estar los 75 sabroseadores del saínete presidencial, devoré el guiso auténtico del desayuno, unos huevitos que no es por dárselos a desear, pero la gloria en dos yemas.(¿Gustan ustedes?)

Venganza ritual

Irán, julio, 2008. Ejecutan en la horca a 29 reos. Ya van 150 en este año.

La pena de muerte, mis valedores. Al tema me referí el domingo antepasado en la radio, con la sensación de avanzar a contracorriente de la opinión mayoritaria; de la ideología de derecha, concretamente, pero no, del presidente de Acción Nacional al propio padre del joven sacrificado que motivó la crispación de las masas sociales, la defensa de la vida y el rechazo a la pena capital son ilustrativos, y sólo encuentran adeptos entre voceros priistas y esas masas que a su deseo de venganza apodan justicia. Hoy, ante el asesinato de un joven de la plutocracia nacional, los «medios» han crispado la conciencia social, y en tantas voces y en tantas formas se invoca la pena de muerte, que voy a decir algo aquí de lo dicho en nuestro espacio comunitario de Domingo 6, de Radio Universidad.

Patético que nuestro país, que en materia de civilización, ciencia, cultura y protagonismo internacional viaja en el cabús de la historia, con ese intento aberrante de regresar a la pena de muerte se empeñe en avanzar contrapelo de la corriente «civilizatoria» en que se inscriben los países del orbe. Hoy, cuando año con año una media docena de países deciden abolir la pena de muerte, entre nosotros se revive la tentación de implantarla. Los instigadores son esos medios de condicionamiento de masas que a raíz del secuestro y asesinato del joven plutócrata promueven la pena de muerte; son esos políticos del Tricolor anuentes a revivirla, luego de que ellos mismo la abolieron en el 2005. Lóbrego.

Las masas, en tanto, al engancharse en la psicosis social inducida mal se percatan de que son sistemáticamente golpeadas por el Sistema de poder en su calidad de vida, en una falta total de justicia y en el abandono de planes apropiados de salud, educación, empleo, salario justo, etc. Son esas masas las que a lo irreflexivo se involucran en un escándalo de nota roja que atañe a los círculos del poder económico, cuando las víctimas que pertenecieron al pobrerío los impresionan apenas, porque no se apellidan Martí. Pero qué vulnerable es el paisanaje a las campañas enajenantes, manipuladoras, de la prensa escrita, la radio y, sobre todo, la televisión. Lo dicho, mis valedores: ya nos tomaron la medida Nos vencen por nuestra pura ignorancia, lástima…

Irán. Del Reglamento para la Lapidación:

Las piedras utilizadas para infligir la muerte no deberán ser tan voluminosas como para que el condenado muera después de haber sido golpeado por una o dos, y no deberán ser tan chicas que no se les pueda dar el nombre de piedras.

Por otra parte, el rechazo a la pena de muerte no tiene más argumentos que el humanismo y la moral. La justicia actúa dentro de unos marcos estrechos. La venganza, en cambio, no conoce más límites que la crueldad humana, con el agraviante de que una y otra vez, por mala fe o por ignorancia, cada acto vindicatorio se planta la careta de la justicia Se hizo «justicia por propia mano», y en esa forma lavó su honor. Y no lo olvidemos: el mediocre es el más vengativo, y más cruel cuanto más pobre de espíritu…

Pena de muerte. Se ejecuta puntualmente el rito del asesinato oficial, con la presencia de los deudos de la víctima o de las víctimas, y es como para preguntarse: ¿la muerte del criminal ayuda a curar el dolor de los deudos? ¿En qué forma ayuda a desagraviar a los ofendidos? ¿Ese nuevo asesinato fue un acto de justicia o un acto vindicatorio? ¿Quién concede permiso moral a las autoridades para ahorcar, quemar, fusilar, envenenar, electrocutar a mujeres y hombres? Asesinar al asesino, que es responder a un asesinato con otro, ¿es hacer justicia? Tan brutal e inhumano es el asesinato que comete el criminal como el que perpetran las autoridades en frío y perfectamente planeado y ejecutado con premeditación, contra sicópatas de cuyas taras los Sistema de poder son responsables: pobreza, falta de educación, crisis recurrentes que van enfermando a la comunidad, tolerancia ventajista ante el problema de la droga y el licor, el abandono del Estado ante la problemática de la comunidad, etc.

Recapitulando: los ejecutados son asesinos; ellos mataron en la medianía de una pasión descontrolada, de unos impulsos irreprimibles, de una enfermedad patológica de una intoxicación de enervantes; ellos, a su vez, son asesinados por el Estado fría, metódicamente: horca, balas, lapidación, silla eléctrica, inyección letal. A eso apodan justicia algunos países civilizados. (Seguiré)

¿Quiénes la víctima, quién el verdugo?

Estoy consternado, mis valedores. Un chofer de auto particular ha sido asesinado a balazos por un grupo de elementos de la policía judicial. Yo, mal informado, de la víctima no conozco ni el nombre, que hoy repite México entero Sólo sé que estaba al servicio de alguna de las familias más ricas del país, uno de cuyos miembros, un jovencito, era trasladado por el chofer en el momento en que las fuerzas del orden secuestraron al joven para luego exigir el rescate correspondiente. Al chofer ahí mismo lo asesinaron, y fue entonces…

Espontáneos y unánimes, todos los medios unieron su voz en un retumbo de horror e indignación por la muerte del infortunado chofer, y a lo reiterativo encaran a las autoridades y al unísono reiteran el discurso de los tres catálogos: el gobierno (del D.F.) es malo; el gobierno (del D.F.) debe ser bueno; exijámosle, y esto no sólo por el asesinato del trabajador cuyo nombre repiten a coro los citados medios, sino también, y de paso, exigiendo justicia pronta y expedita para el joven sacrificado por las fuerzas del orden. Trágico.

Y la indignación de las masas; yo entiendo que su reacción de horror y exasperación es espontánea, y que su clamor de forma alguna es el resultado de una perversa manipulación de los medios que hubiese llevado a artesanos y comerciantes, obreros y desempleados, estudiantes y amas de casa, a conmoverse, enfervorizarse y clamar su repudio ante la sangre derramada. La de las masas no fue compasión e indignación inducidas, sino la natural solidaridad de clase, que el sacrificado fue un hombre pobre como lo somos todos, si exceptuamos a quienes se enriquecen con la explotación de los pobres. De ser la del «pueblo» consecuencia de una campaña mediática, imaginen lo que pudiese ocurrir con el voto popular en épocas de elecciones…

Lo único positivo en esta página negra de la biografía del país; que la muerte de un ser humano sirvió para unificar en el dolor, la iracundia impotente y la flagelación colectiva a las clases altas, las clases medias y el pobrerío, y las autoridades prometieran atender casos de muerte violenta no sólo de humildes choferes, como hasta hoy viene sucediendo, sino también de los ricos que caen bajo el flagelo atroz del secuestro, y a quienes las autoridades habían ignorado o fingido ignorar porque no eran choferes, sino simples multimillonarios. En esto se pone en evidencia la parcialidad de una «justicia» burriciega, que se duele por la muerte de un trabajador del volante al servicio de multimillonarios, pero ignora el deceso del joven que lo contrató de chofer…

Y qué edificante comprobar hasta qué grado ciertos ministros del clero católico se estremecieron de horror ante los restos mortales del chofer victimado, y que en templos de El Pedregal celebraron misa tras misa por el eterno descanso de su alma. Cómo no conmoverse, si aun el propio presidente del país asistió a los servicios religiosos, estrechó entre sus brazos a unos familiares desgarrados por el dolor, y de cara a una sociedad justamente indignada prometió garantizar, ahora si, la seguridad pública. Los familiares del trabajador, reconfortados. Edificante…

Todo esto es México, una comunidad que a su hora se ha conmovido hasta en las telas del corazón con la muerte de dos desdichados choferes: este, que ha motivado las condolencias de Calderón, y el sacrificado en el 1983 en el Aeropuerto Internacional de Guadalajara, Jal., desgracia que aún preocupa a la sociedad mexicana, sin hacer de lado que junto al desdichado chofer fue también victimado un cardenal de la Iglesia Católica, que en su momento y al unísono con toda la jerarquía, se dolió públicamente, protestó y exigió justicia en el caso de los 45 religiosos victimado en Acteal hace once años…

De todas maneras, lástima: la sangre de ambos choferes viene a certificar que la aseveración de Orwel es una soberbia verdad: rodos los hombre somos iguales, pero hay unos más iguales que otros. Los choferes mexicanos, pongamos por caso. Mis valedores: será la edad, serán los problemillas que como gotas de agua horadan el ánimo, pero por estos días, aplastado por el clamoroso llorar de ricos muy ricos y pobres muy pobres ante la muerte de un chofer contratado por multimillonarios, traigo un saborcillo amargo en la boca y un sentimiento total de vergüenza; por mí, responsable del país al igual que otros 106 millones de mexicanos, de que así caigan, por la descomposición colectiva dos mexicanos, el empleado y su empleador. La codicia, en la muerte del rico. En la del chofer, injusticia social, sin más.

En fin. Los muertos a los que masas y autoridades asesinamos por comisión u omisión, en su paz descansen. (Qué más.)

A tragar sapos…

Y parodiando al clásico, mis valedores, ¿habrá desdicha mayor para el humano que en el recordar, en tiempos de infortunio, la pasada prosperidad? Esto me lo sugiere la nota de prensa: Ni quién se acuerde de George W Bush. Los medios de comunicación ignoran a un presidente muy poco popular, que muy pronto se despedirá de la Casa Blanca.Ese Bush que no se apea de la boca la palabra democracia, pero cuya reelección estuvo signada por el fraude electoral más escandaloso y cuyo futuro no tiene, en apariencia, más desembocadura que el basurero de la historia, va a perpetuarse en la memoria de sus víctimas como el genocida de Iraq, Afganistán y Palestina, a la que el texano ex-alcohólico ha masacrado con la mano de su gato y halcón israelí. Siniestro.

Cuántos en este mundo irán a maldecir la memoria de ese que para aplicar sin costo político su «terrorismo de estado» chantajeó tantas veces a sus compatriotas y colonias anexas con la amenaza del «terrorismo», un monstruo que él mismo creó y extendió por los pueblos del mundo. «Hay que acabar con los terroristas», clama aún a estas horas, pero oculta la verdad: que los tales son «terroristas contestatarios» de su terrorismo original, ese que el texano viene ejerciendo contra los pueblos del mundo. El, en libertad como también sus halcones anidados en el Pentágono, es el mismo que mantiene a medio centenar de «terroristas» muertos en vida en un limpio territorio cubano que el guerrero manchó como campo de concentración Guantánamo.

Bush irá de cabeza al desván de la historia, pero la negra memoria de sus acciones ha de perdurar en la economía familiar de tantas comunidades, porque desde la Casa Blanca debilitó la economía del país y sus colonias y está a punto de derrumbar ai imperio hasta un lugar segundón. ¿Quién es, en última instancia, sino el propio Bush, el culpable directo del debilitamiento del dólar y la fortaleza de la industria de la guerra?

Lo dicho, mis valedores: renegrido porvenir aguarda al mediocre de las manos tintas en sangre, a ese perro de guerra a quien más hubiese valido, como asimismo a las comunidades del mundo, haber permanecido en su fase de alcohólico. Ya oigo al reflexivo:

– Yo lo que me pregunto es cómo pudo llegar a la presidencia del país imperial un individuo con tan miserable coeficiente intelectual. No le envidio el futuro que aguarda, a partir del año próximo, a ese despreciable que como político está muerto e incinerado.

¿Muerto Bush?, le contesto. ¿Cómo sabe usted que el sucesor, sea Barak Obama o sea John McCain, va a resultar un verdadero estadista? ¿No ha pensado que ya el sucesor instalado en la Casa Blanca pueda aflorar en él su verdadera personalidad de mediocre, corto de entendederas y falto de espíritu, de carisma y don de gentes; un individuo chato, vulgar, sin un asomo de enjundia, mística, temple, redaños, imaginación? Yo sí, y ante tal situación imagino un diálogo con alguna de dos variantes. La primera:

Torpón, falto de carácter, Obama (o McCain) manda llamar a su mozo de estribo: «Con este tercio no me levanto. Yo aquí rajueleo. Me rindo».

– Pero qué dice usted, señor presidente, qué está insinuando.

– Que yo, de plano, me rajo. Está visto que yo no nací para gobernar.

– Pero qué cosas va a decir de usted el país…

– ¿Peores de las que ya anda diciendo? Anda, habla con Bush; que agarre el timón y enderece el barco. Claro, ante la tele yo seguiré presentándome como presidente, y como presidente seguiré cobrando religiosamente. El resto dependerá de Bush.

La segunda variante: va el escudero hasta donde el presidente McCain (u Obama) se calma los nervios (no Prozac, wiskicito):

– Lo siento, señor presidente, pero la situación llegó al límite. No pudo usted con los problemas del país. No hay seguridad pública, ni una economía sana ni obra social. Su logro hasta hoy es sólo un peligroso vacío de poder y poner al país al borde de la ingobernabilidad. Así que a querer o no, señor presidente, se ha decidido llamar a Bush para que gobierne por usted. Claro, no es agradable quedarse como fachada vil y que otro se apodere del partido, el poder y la toma de decisiones. Pero es que usted… (Y movía la cabeza.)

Mis valedores: ¿no queda para Bush semejante esperanza? ¿Qué tiene él, o de que carece, comparado con Fox? (México.)

Tiempo de asesinar

El crimen mayor que pueda perpetrar el humano nunca se equipara al de quienes, por ello, le quitan la vida…

Mis valedores: yo tengo una única hija. Mayahuel, ella tan hermosa que en ratos creo que lo hace a propósito. Como hija que es de su padre resultó también fabulista; cuento, novela, ensayo, todavía inéditos. Yo, a la inminencia de la nueva atrocidad perpetrada por una cáfila de vengativos con careta de justicieros, ello ante un mundo que ha extraviado el valor de la vida, obtuve de Mayahuel un relato suyo sobre el condenado a muerte. Aquí está.

«Disfruto la cena. Nunca había comido camarones. Al ajo, con aceite de oliva. No era como el de cártamo que mi madre utilizaba para las fritangas. Buena cocinera mi madre. Todavía de las mujeres que eran dueñas de su casa. En sus hijos ejercía ministerio, y el marido sólo le daba el cheque mensual. Mi mujer no es así: trabajó desde muy joven y nunca dejó de hacerlo… nunca ha dejado un día sin trabajar.

Todavía faltan horas. Me gustan los libros. No preguntan, responden, y yo ya no quiero preguntas, repetitivas hasta que la pregunta se vació de sentido. La respuesta es cualquier cosa, e inútil para despejar dudas.

Aún faltan horas y puedo leer lo que me falta para no perderme el final. Cuando termine la lectura será la hora en que llegue mi familia. Nos reuniremos y platicaremos sobre las calificaciones de los niños, el frío que ha pronosticado el meteorológico -ya  no más abogados-,  y los asuntos pendientes. Seremos muchos en la reunión porque tengo una familia numerosa aunque, lo sé, hoy la mayoría no querrá verme. Reunión de circunstancias. Contra su voluntad.

Miro el reloj: ya falta menos. Mis familiares ya vinieron, se despidieron de mí. Yo me despedí de ellos. Se han ido. En estos años he aprendido a no afianzarme a las cosas ni a las personas. He leído mucho la Biblia. Creo que me habla a mí, a veces con mensaje cifrado. Parábolas. También he aprendido a controlarme, a no ser violento. Hasta he aprendido a amar, un poco, casi nada en comparación con lo que he sabido odiar o con lo que he sabido que me aman. Ese poco de amor que me ha brotado, poquito, lo he dado, lo he repartido, lo he demostrado. Tarde ya, porque las horas han ido comiendo gran parte de este día, el del amor, muy poco. ¿El que merezco?

En esta mi nueva vida, la luz eléctrica reemplaza al sol. Mala sustituta Espío el gran cronómetro de la pared. Deseo que el tiempo acabe. Quiero las manecillas juntas, ayuntadas. No, que se rompa la continuidad, que no caminen más. Vamos a olvidarlo todo y a volver a empezar, ¿Volver a…?

Como casi todos los días de esta semana, el sacerdote me visita Hoy tiene algo más que decirme. Platicamos y sus palabras me dan paz. Encuentro en ciertos pasajes que leemos juntos mucha verdad. Que si Dios es mi pastor, que si me aleja del peligro y la oscuridad. Sus palabras me tocan, me hablan, me explican. Callan también.

Hora de descansar. Me recuesto sobre la pared. Tengo un lujo. Hay quienes matarían por tenerlo: un radio. Pequeño. No sintoniza bien las estaciones, pero sí las de la música más sabrosa. También oigo las noticias. La sonoridad me saca de aquí. Música con puertas y ventanas. El ruido de mi radio perfora paredes, derriba muros, me cuenta de la vida de seres inventados y de otros en cuya existencia me cuesta trabajo creer. Lo enciendo para matar el silencio (¡matar!) Mis sentidos no funcionan. Se han quedado en el aire. Floto. El tiempo avanza. Dormito. Me acuestan en la cama, igual que en el hospital, pero no para sanarme…

No sentí el tiempo. Correas sobre mis brazos y sobre los tobillos. Aprietan las venas. Saltan. Como si me fueran a sacar sangre, pero al revés. Tubos en todas mis extremidades. Inyección. (Llegaron, me quitaron las botas, descalzo me obligaron a caminar; a avanzar entre cuatro hombres. Soy nada Camino frente a mi madre, detrás del cristal. Sólo veo sus gestos Avanzo frente a una luz fría. Estancia de la última estancia, de mi última estancia. Mi última cena, mi último libro. Los últimos adioses y los últimos besos. ‘Creemos en ti’ ‘nunca hemos dejado de creer en ti, papá’. Las voces de mis hijos, como cantinela hueca. Sin-sentido)

Al frente, la familia, reflejándose en el cristal. Ellos, todos. Después, el horror. La nada…” Y ya. La venganza hizo cumplida «justicia». (DIOS.)